Corrientes eticas

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La ética antigua
"En general, todos los pueblos primitivos han elaborado unas tradiciones
de vida muy complicadas. Cada uno de ellos posee una moralidad, una
ética, mantenida por la propia tradición. Y en todas estas codificaciones,
no escritas aún, se observan tres categorías fundamentales de reglas o
normas de vida.
Una de ellas se refiere a las normas establecidas para la búsqueda de
alimentos, ya sea realizada individualmente o en común. Estas reglas
determinan en qué medida se puede usar lo que pertenece a toda la tribu:
agua, bosques, árboles frutales, terrenos para la caza, canoas. Hay
también reglas severas que se aplican a la caza y a las migraciones, a la
conservación del fuego, etc.
Hay, así mismo, normas que determinan los derechos y las relaciones
personales: la división de la tribu en secciones, el sistema de las
relaciones matrimoniales admisibles, las normas para la educación de la
juventud, el tratamiento de los ancianos y de los recién nacidos y, en fin,
medidas preventivas contra los conflictos agudos, por ejemplo, contra los
actos de violencia dentro del clan o entre varias tribus, y sobre todo
reglas especiales para el caso en que del conflicto amenace una guerra.
Finalmente, una tercera categoría de normas estrictamente observadas
son las que conciernen a las creencias y ritos religiosos en su relación
con las estaciones del año, con la caza, las migraciones, etc. [Kropotkin,
P.: Ética, págs. 57-58]
... desde que han existido comunidades humanas, han existido valores y
normas de diversos tipos para hacer posible la convivencia, más o menos
organizada. Con el paso del tiempo las comunidades fueron estableciendo
modos ideales de conducta como modelos a seguir, al tiempo que
señalaron los tipos de conducta, inadmisibles o rechazables. Así se fueron
creando los conceptos del bien y el mal, de lo justo y lo injusto, diferentes
de unos pueblos a otros, de unas épocas a otras, pero siempre presentes como
justificación de toda conducta. El ser humano, es algo más que un animal
(dicho con el mayor de los respetos y no sabiendo quien lleva la ganancia), no
le basta el instinto: ha de recurrir a la cultura (costumbres, aprendizajes...)
para sobrevivir. La moral viene a ser, como decía Aristóteles, la “segunda
naturaleza” del hombre cuyo fin no es simplemente “sobrevivir”, sino “vivir
mejor” “más perfectamente”, siguiendo un ideal de comportamiento.
Al ser nosotros animales gregarios tenemos que responder
ante los demás por nuestros actos: si hago una caricatura
ofensiva de un profeta venerado por miembros de una religión
diferente a la mía y con ese acto, en principio inocente, echo
por tierra todo lo que ellos tienen como sagrado y provoco un
conflicto, entonces he de responder, debo explicarme,
justificarme ante ellos. Ellos también deben justificar ante mí las
posibles respuestas.
Las acciones que realizamos dependen de la jerarquía de valores morales
que tenemos en el momento de actuar.
Sabemos que muchos de esos valores, o todos, nos han sido transmitidos
por la sociedad en la que nos hemos desarrollado, y que la autonomía
consiste en pensar por nosotros mismos y elegir y realizar nuestra escala de
valores según nuestros propios criterios, no sometidos a otro imperativo que
nuestra capacidad racional y emocional.
Para elegir bien, es necesario saber primero qué es exacta o
aproximadamente lo que se quiere. Algunos quieren lo que otros han elegido
para ellos, otros prefieren arriesgarse a elegir por su cuenta: y eso significa
que debemos pensar por nosotros mismos, hacernos preguntas, aclarar
nuestras dudas, establecer nuestro propio marco de conducta.
Esto es justamente la reflexión ética: preguntarse por cuestiones como:




¿Qué debo hacer?
¿Qué es el bien?
¿Qué es lo justo
¿Por qué debo actuar moralmente y no al contrario?
A lo largo de la historia de la filosofía podemos encontrar diversos sistemas
morales: conjuntos de valores, normas y criterios que dirigen y guían nuestras
acciones. A través de ellos podremos descubrir nuestros propios puntos de
vista, comprendernos y comprender a los otros.
2. ÉTICA EN LA ANTIGUA GRECIA
“Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por
la admiración; al principio, admirados ante los fenómenos sorprendentes
más comunes; luego, avanzando poco a poco, planteándose problemas
mayores ... pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían
casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de
la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna utilidad, sino
que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para
otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola
es para sí misma” [Aristóteles: Metafísica]
Siendo bastante exagerada e imprecisa quizás, las primeras noticias que
tenemos sobre “ética” (entendida como una reflexión sistemática y filosófica) se
remontan a los primeros filósofos griegos. Ellos aportaron a la moral: al
conjunto de normas y valores, la reflexión racional, el espíritu crítico.
La filosofía tal como la concebimos hoy surge en Grecia en el
último tercio del siglo VII a. C. debido a una serie de
circunstancias económicas, políticas y culturales.
En efecto, a partir del siglo VII a. C. la necesidad de conquistar otros
territorios, como es el caso de Jonia, hace que el horizonte cultural griego se
abra a otras culturas, a nuevos tipos de conocimientos técnicos y geográficos.
Poco a poco, gracias al invento lidio de la moneda, la práctica guerrera va
dejando paso a la comercial, y al mismo tiempo que se intercambian bienes
materiales, se intercambian ideas. De tal modo que el saber tradicional
transmitido a través de narraciones o mitos de Homero y Hesíodo. Sin
embargo, ese saber tradicional y mítico deja de ser efectivo y se pone en duda
al compararlo con los saberes tradicionales de otras culturas. Ante la
disparidad de opiniones sobre la misma cuestión surge el escepticismo y la
necesidad de encontrar la verdad:
“Los seres humanos se han creado dioses a su propia
imagen. Creen que los dioses han nacido y que tienen cuerpo,
vestidos e idiomas como nosotros. Los negros piensan que los
dioses son negros y chatos, los tracios los imaginan rubios y
con ojos azules. ¡Incluso si los bueyes, los caballos y leones
hubiesen sabido pintar, habrían representado dioses con
aspecto de bueyes, caballos y leones! “[Jenófanes. s. VI a. C.]
Frente al saber mítico que busca las causas de todos los fenómenos en el
capricho de los dioses, va surgiendo otro tipo de saber que busca
respuestas diferentes a las preguntas que los hombres se han hecho desde el
principio de los tiempos. Preguntas tales como: ¿cómo surgió el cosmos?, ¿por
qué nacemos? ¿por qué morimos?, ¿qué sentido tiene la vida?, ¿por qué el ser
y no la nada?, ¿por qué debemos obedecer normas en las que no creemos?,
¿qué es la justicia? ¿existe dios?, etc. Para hacerse estas preguntas lo
primero que debieron saber los griegos es que no sabían (el
reconocimiento de la propia ignorancia es el principio de la sabiduría, tal como
quiso decir Sócrates: “Sólo sé que no sé nada”) y que las explicaciones míticas
no eran convincentes. En esta situación el único camino que les quedaba era
dejar a un lado lo que habían aprendido de los mitos, y empezar a pensar por
sí mismos. Con la frase “paso del mito al lógos” se expresa ese cambio en
la manera de tratar de conocer. Como podemos deducir, la explicación mítica
es distinta a la explicación racional (o lógica) la primera apela al capricho de
los dioses para explicar los fenómenos de la naturaleza; la segunda trata de
buscar las causas que determinan los fenómenos de todo tipo haciendo uso
de la razón, y tratando de ir más allá de las apariencias que nos proporcionan
los sentidos.
Así pues, en un principio la filosofía intentaba saber sobre la naturaleza y sus
fenómenos (filosofía presocrática), pero alrededor del siglo V a.d.C., en la
Atenas democrática el interés filosófico se centra en cuestiones
relacionadas con el ser humano (a ese cambio de interés lo conocemos
como “giro antropológico”). Problemas morales, políticos, lingüísticos,
culturales etc, son pensados y debatidos desde diversos puntos de vista.
Veamos algunas de las posiciones éticas más sobresalientes.
2.1.
Sofistas:
escepticismo moral
relativismo
y
En el siglo V a.d.C. Atenas experimenta un
florecimiento cultural, económico y político
de primera magnitud: se desarrollan la
arquitectura, la escultura, el teatro y la
filosofía. Es el llamado siglo de Pericles.
El hecho político más importante es un nuevo
sistema de gobierno: la democracia (ver
PPT.) Diferente a la que nosotros conocemos, se trataba de una democracia
directa, en la que todos los ciudadanos tenían derecho a intervenir en la
Asamblea y discutir sus puntos de vista sobre aquellas decisiones que les
afectaban. Sólo eran considerados ciudadanos atenienses los varones
mayores de 30 años y propietarios. Las mujeres, los extranjeros y los esclavos.
Atenas tenía aproximadamente 200.000 habitantes, pero tan solo 38.000
podían participar.
A la Atenas del siglo V a.d.C. fueron llegando desde otros puntos de Grecia
una serie de pensadores muy polémicos: los llamados sofistas (de sophos=
“sabios”), que se preocuparon de dar a los jóvenes una auténtica educación,
aunque fueron duramente criticados por cobrar por sus clases. Los sofistas
eran muy cultos; habían viajado y conocido numerosas culturas, de ahí que
fueran bastante críticos con todos aquellos que se creían en posesión de la
verdad absoluta. Se centraron, especialmente, en los asuntos de la vida
política criticando la esclavitud; prestaron gran atención al estudio del
lenguaje. Impartían enseñanzas sobre gramática, oratoria, poesía... El dominio
de la retórica era imprescindible en aquella sociedad democrática, puesto que
todas las decisiones se tomaban en asamblea, y aquel que tuviera mejor
dominio del lenguaje, tenía más posibilidades de convencer al resto de la
Asamblea, y obtener así el éxito en su propuesta y en la realización de sus
intereses.
Respecto a las leyes, los sofistas afirmaban que se debía conocer el conjunto
de leyes que rigen una ciudad. Cada ciudad podía tener leyes diferentes y
éstas podían cambiar en función de las circunstancias políticas. Así pues,
consideraban que las leyes son convencionales (fruto de acuerdos o
costumbres comúnmente admitidas). Las imponen los fuertes para dominar
a los débiles, según algunos sofistas como Trasímaco; otros piensan que son
los débiles los que inventaron las leyes para frenar a los fuertes, es el
caso de Calicles. La idea de que las normas y las leyes de la ciudad provienen
de la naturaleza y que, por ello, han de ser universalmente válidas quedaba en
entredicho: las leyes son relativas y convencionales.
Los sofistas afirmaban que también las normas morales eran
convencionales. Eso significa que determinados valores morales: lo justo, lo
bueno, lo valioso... no son absolutos e inmutables sino que son relativos, que
cambian de un pueblo a otro, o incluso, de un grupo a otro dentro de una
sociedad. Protágoras de Abdera, uno de los sofistas más conocidos, junto con
Gorgias de Leontini, defendió el relativismo afirmando: “El hombre es la
medida de todas las cosas”, es decir: valora las acciones, las circunstancias,
etc. de acuerdo con sus necesidades y circunstancias personales. No podemos
hablar de la verdad, ni siquiera sabemos si tal cosa existe porque nuestro
entendimiento es limitado. Esto es justamente el escepticismo: la tesis que
sostiene la incapacidad humana para llegar a una verdad absoluta. El
principal representante del escepticismo sofista es Gorgias: “El ser no
existe, si existiera, no podría ser conocido; y si pudiera ser conocido, no
podría ser comunicado”, que traducido burdamente significa: No sabemos si
la realidad existe, sólo podemos afirmar que existen apariencias o que nos
parece que hay cosas; y aunque existiese eso que llamamos realidad, no
podríamos conocerla porque nuestra capacidad intelectual es limitada; y aún
cuando pudiésemos conocerla, no podríamos llegar a expresarlo mediante
nuestro lenguaje porque es igualmente limitado: no podemos decir todo aquello
que queremos: nos faltan palabras.
2.2. Sócrates: intelectualismo moral
Contemporáneo de los sofistas, Sócrates fue uno de los
personajes más curiosos de su época y su fama ha perdurado a
lo largo de los siglos. Platón, discípulo suyo, le rindió homenaje
en su obra, haciéndolo aparecer como interlocutor principal en
gran parte de sus diálogos.
Sócrates se opone al relativismo y escepticismo de sus
contemporáneos los sofistas, y considera que es necesario llegar a establecer
una moral no relativista, válida para todos. El método para llegar a conocer qué
es lo bueno o lo justo es el diálogo, o arte mayéutica, que es el arte de ayudar
sacar a la luz la verdad mediante preguntas dirigidas hábilmente (Sócrates era
un "artista" en hacer decir a los demás lo que él quería, de ahí que por esa
faceta suya algo manipuladora, algunos de sus contemporáneos lo tomaran por
un sofista, también artistas en ese mismo campo: la retórica y la erística)
Además de la mayéutica, Sócrates es conocido por su defensa del
intelectualismo moral. Según esta posición el SABER = VIRTUD, o lo que es
lo mismo: El obrar mal o injustamente es fruto de la ignorancia: nadie obra mal
a sabiendas. Cuando hacemos algo que no es muy ortodoxo lo hacemos
porque creemos que ese es nuestro bien, aunque estemos equivocados. Así,
para obrar bien basta saber qué es el bien. El mal es la falta de saber, es
ignorancia. Si esto es así, el criminal no es malo, es un ignorante y antes que
encarcelarlo, debería ser educado.
2.3. Platón: la justicia.
(Presentación en OpenOffice Impress) Platón, filósofo
ateniense del siglo V a.d.C., fue un escritor prolífico
(conservamos alrededor de 24 Diálogos= género literario que
cultivó con maestría) y fundó una escuela de filósofos: La
Academia.
Siguiendo a su maestro Sócrates, se opone al relativismo ético
de los sofistas y afirma que los conceptos morales pueden ser conocidos
racionalmente. Además, estos conceptos tienen un carácter absoluto, único
para todos los seres humanos y, por tanto, independiente de las diversas
opiniones.
Sostiene que el conocimiento de los conceptos morales es necesario para
tener un comportamiento moral correcto. Y asegura que aquellos que
conocen los verdaderos principios morales, es decir, los filósofos, son los
más aptos para dirigir la ciudad y educar a los ciudadanos.
Considera que el ser humano, a diferencia del resto de los animales, posee la
facultad superior de la razón. Y ésta debería gobernar las otras dos
dimensiones del alma, en la que distingue tres partes. En su obra La
República imagina cómo sería una sociedad ideal en la que pudiera
realizarse la justicia. En la misma obra establece la relación entre las partes
del alma, las clases de ciudadanos y las virtudes que deben fomentar:
PARTES DEL ALMA
CLASES SOCIALES
VIRTUDES
Racional
Gobernantes filósofos
Prudencia (sabiduría)
Irascible
Guardianes
Fortaleza (valor)
Apetitiva
Productores
Templanza
Armonía entre las partes del alma
Armonía entre las clases sociales
Justicia
La racional, en la que domina la razón. La virtud que debe fomentar es la
prudencia o sabiduría. En los filósofos predomina esta parte racional, y al
conocer mejor que el resto de los ciudadanos el bien y la justicia, deben
dedicarse a las labores de gobierno y educar en la virtud a los ciudadanos.
La Irascible, dominada por los afectos o sentimientos: cólera, ímpetu,
arrebatos.. es la parte que domina en los guerreros, quienes tienen que
practicar la virtud que les es propia: el valor y la fortaleza.
La apetitiva, en la que prevalecen los apetitos del cuerpo: hambre, sed.., es la
parte que domina en la clase de los productores (agricultores, ganaderos,
artesanos...) La virtud que deben practicar es la templanza o moderación de
los "bajos instintos".
En el equilibrio de estas tres virtudes reside la armonía, que debe gobernar al
individuo; de la misma manera que, en la polis, la justicia consiste en el
equilibrio de los distintos grupos sociales, y en que cada clase de ciudadano se
dedique a las funciones que les son propias.
Ética y política son para Platón dos ámbitos correlativos, y no puede
entenderse una ética sin política (no vivimos aislados, sino en una
comunidad política) ni una política sin ética porque un sistema de gobierno
debe perseguir el ideal de la justicia y el bien de toda la comunidad, y no el bien
privado de los gobernantes.
2.4. Aristóteles: la felicidad (eudaimonía)
Fue discípulo de Platón, maestro de Alejandro Magno. Habiendo
nacido en Estagira (Macedonia) se trasladó a Atenas (s. III-IV
a.d.C.) en donde tras abandonar la Academia, fundó una nueva
escuela filosófica: El Liceo. Es uno de los filósofos más
importantes de la historia. A él le debemos las primeras obras
sistemáticas sobre ética, política, metafísica, física, lógica...
Destacamos en este caso su Ética a Nicómaco como obra de
referencia
Según Aristóteles, la finalidad del hombre es conseguir la felicidad. Dado que
éste se distingue justamente por poseer la facultad de la razón, la felicidad
humana consistirá en perfeccionar al máximo esta facultad. Vivir bien
equivale, pues, a vivir conforme a la razón, que es el rasgo superior de lo
humano. Sin embargo, no siempre actuamos conforme a los dictados de
nuestra razón, a menudo nos dejamos llevar por nuestro lado pasional, la parte
apetitiva (los sentimientos, los deseos, las pasiones), y no siempre obtenemos
la felicidad actuando de este modo, sino que, por el contrario, nos creamos
problemas de difícil solución (si la profesora de ética me fastidia, puedo tener el
deseo de quitármela del medio de cualquier modo, sin embargo eso supondría
estar fastidiado en cárcel unos cuantos años). Es por ello que hay que ser
racional y ejercitar las virtudes y, en especial, corregir los excesos.
La felicidad es "la actividad del hombre conforme a la virtud". A través de
las virtudes el ser humano domina su parte irracional.
Las virtudes éticas son adquiridas a través de la costumbre o el hábito y
consisten, fundamentalmente, en el dominio de la parte irracional del alma
(sensitiva) y regular las relaciones entre los hombres. Las virtudes éticas más
importantes son: la fortaleza, la templanza, la justicia.
Las virtudes dianoéticas se corresponden con la parte racional del ser
humano, siendo, por ello, propias del intelecto . Su origen no es innato, sino
que deben ser aprendidas a través de la educación o la enseñanza. Las
principales virtudes dianoéticas son la inteligencia (sabiduría) y la prudencia.
La virtud es un hábito de carácter racional, y según Aristóteles consiste en
el justo medio. Respecto a la valentía, el justo medio está entre la cobardía y
la osadía. Pero además, somos cada uno de nosotros los que hemos de
determinar dónde está nuestro justo medio. Ser generoso, por ejemplo, no es lo
mismo para una persona rica que para una persona pobre.
Por último, al igual que para su maestro, el ser humano es social por
naturaleza, y llega a definirlo como : "..el hombre es por naturaleza un animal
político". Por ello, no debe haber ética sin política ni viceversa.
2.5. Hedonismo: Epicuro
Epicuro (s. III-IVa.C.) fundó también una escuela de carácter
filosófico llamada El Jardín, en la ciudad de Atenas. En ella se
refugió, aislándose de la vida política y de la sociedad,
practicando la amistad, el gusto por lo bello y por el
conocimiento. El objetivo de la filosofía debe ser práctico:
fomentar una vida buena y feliz.
La tesis básica de la doctrina de Epicuro es que la finalidad de la
vida humana consiste en buscar el placer y huir del dolor. Esto representa
un alejamiento de la línea de pensamiento seguida por Sócrates, Platón y
Aristóteles. Sin embargo, es necesario matizar que el concepto de placer que
tiene Epicuro no es simplemente un ¡¡¡Viva la Virgen!!!.
Para los epicúreos, la felicidad se consigue con el placer. Pero no con
cualquier placer; debe ser un placer que conlleve un estado en el cual se
supera el dolor físico (aponía) y la preocupación (ataraxia, que viene a ser
como la liberación de la angustia). Para evitar el dolor físico, Epicuro propone
un ideal de vida sobrio y frugal, limitado a la satisfacción de las necesidades
naturales, y siempre con medida
Hay tres tipos de placeres:



Naturales y necesarios. Son imprescindibles para la supervivencia y
conservación de los seres humanos: comer, beber, descansar..
Naturales y no necesarios. Son los mismos que los anteriores, pero en
un alto grado de refinamiento. Por ejemplo: el sibaritismo, la exquisitez.
No naturales y no necesarios. Provienen de la vanidad: riquezas,
poderes, honores...
Según Epicuro, sólo hay que satisfacer los placeres naturales y necesarios,
los demás estropean el cuerpo y perturban el alma. Por lo tanto, el buen
método y el verdadero placer consisten en saber limitar los propios deseos.
Para evitar la preocupación y el dolor, Epicuro propone un ideal de vida
apartado de la vida pública de la ciudad. La vida privada tranquila, sin
excesos, sin participar en la agitación de la vida pública, dará las mejores
condiciones para alcanzar la felicidad, la ausencia de perturbación, en una
palabra: la ataraxia. Así, la vida moral es fundamentalmente individual y la
única relación que se debe apreciar entre los individuos es la de la amistad,
una relación libre y natural.
Epicuro afirma que la filosofía tiene que cumplir un doble objetivo: liberarnos
de los prejuicios o falsas ideas que fomentan el temor y el sufrimiento y
hacernos capaces de adaptarnos de buen grado a las circunstancias.
Inducidos por nuestra ignorancia tememos: al dolor, el a la muerte, a los dioses
y al destino. Para evitar estos temores Epicuro propone el cuádruple remedio,
el tetrafarmakon.




No hay que temer a la muerte: “el más terrible de los males, la muerte,
no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no
existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos”.
No hay que temer al dolor corporal: cuando es intenso y insoportable
dura poco y cuando dura más tiempo es menos fuerte y más soportable;
nos acostumbrándonos al dolor moderado; el dolor intenso nos mata y
es el fin de todo dolor.
No hemos de temer a los dioses, pues caso de que existan, cosa que
duda Epicuro, estos no se ocupan de nuestros asuntos pues sería
contrario a su majestad descender a tan nimios problemas.
No debemos temer el futuro:nuestro destino no está "escrito", y si lo
estuviera, no podríamos saber qué sucederá.
2.6. Estoicismo: la imperturbabilidado
El estoicismo es una corriente filosófica que surge en la escuela
fundada por Zenón de Citio (335-264 a.d.C.) en Atenas. En ella se
estudiaba física, lógica y moral.
Para los seguidores de esta escuela, el universo está regido por
leyes fijas e inflexibles y el hombre, si quiere ser razonable, debe
adaptarse a ellas. Cada individuo tiene un destino inexorable y sólo es feliz
quien lo acepta y no intenta modificarlo. Sólo quien sea capaz de
comprender la estrecha relación entre la naturaleza y el ser humano podrá ser
feliz. Desde esta perspectiva, la vida buena se convierte en un esfuerzo para
llegar a esa comprensión definitiva: que hay que cambiar la actitud ante la vida
antes que a la vida misma porque todo ocurre de modo necesario: porque tiene
que ocurrir, y de nada vale oponerse al destino.
Para los estoicos el sabio ha de mostrarse imperturbable, es decir, ha de llegar
a la ataraxiay ser independiente de los azares del destino: autarquía. Sólo
desde la sabiduría logra comprender la ley de la naturaleza y se adapta a
ella, acata racionalmente la ley universal y acepta su destino, intentando
cambiar él mismo antes que cambiar el mundo Los estoicos se consideraban
cosmopolitas: proclamaban la fraternidad universal, creían en la igualdad
entre los seres humanos y en la ausencia de fronteras entre los países.
Como escuela de moral tuvo mucha influencia y pertenecieron a ella filósofos
como Cicerón (106-43 a.d.C.), Séneca (4 a.d.C. – 65 d. C.), Epícteto (50-125
d.C.) y el emperador romano Marco Aurelio (121-180 d. C.)
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