PLEBISCITO Boletín 7769-07

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Reseña Legislativa 1007
15 de julio de 2011
PLEBISCITO
Boletín 7769-07
I. DESCRIPCIÓN
REFERENCIA :
Reforma constitucional para establecer el plebiscito en temas de
interés nacional
INICIATIVA
:
Moción de los diputados Sras. Girardi (Cristina), Rubilar y
Sepúlveda, y Sres. Aguiló, Harboe, Jiménez, León, Schilling,
Teillier y Velásquez
ORIGEN
:
Cámara de Diputados
COMISIÓN
:
De Constitución, Justicia y Reglamento
INGRESO
:
7 de julio de 2011
ARTICULADO :
2 artículos (ambos modifican la Constitución Política)
II. OPINIÓN EJECUTIVA DE LyD
1.-
El proyecto propone reformar la Constitución para permitir plebiscitos sobre
cualquier materia de interés público (sin límite), o para que el Presidente de la
República, estando de acuerdo con una de las ramas del Congreso, pueda, mediante
un plebiscito sobre reforma constitucional, anular a la cámara disidente.
2.-
En ambos casos, el plebiscito lo puede convocar el Presidente de la República, los
2/5 de cualquiera de las cámaras o 500 mil ciudadanos inscritos en los registros
electorales.
3.-
El cuórum de aprobación, en ambos casos, es la mayoría absoluta de los sufragios
1
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válidamente emitidos (y si se tratare de materias de cuórum orgánico constitucional,
también se aprobarían por mayoría absoluta).
4.-
El plebiscito como instrumento generalizado afecta la capacidad de los funcionarios
electos democráticamente de fijar la agenda, y la posibilidad de que los
representantes, al consensuar e intercambiar votos, generen soluciones con los
matices necesarios de toda política pública.
Además, su naturaleza de “todo o
nada” impide llegar a acuerdos, distorsionando las preferencias políticas de los
ciudadanos, ya que al votar a favor o en contra, no existe posibilidad de consensos.
5.-
Por esa razón, el reemplazo de la democracia representativa por una plebiscitaria
suele estar asociado a gobiernos de corte autoritario, populista o abiertamente
dictatorial, ya que constituyen una manera muy atrayente de hacer demagogia, al
otorgar sobre representación a las mayorías circunstanciales o a los grupos de
interés, lesionando las virtudes de una democracia.
III. CONTENIDO DEL PROYECTO DE LEY
Se establece la posibilidad de realizar plebiscitos ya sea en materias de
interés general o como mecanismo de modificación constitucional.
En el primer caso, se trata de una convocatoria que puede efectuarse:
-
Por el Presidente de la República;
-
Por 2/5 de alguna de las cámaras, y
-
Por 500 mil firmas de ciudadanos inscritos en los registro electorales.
Versará sobre cualquier materia de interés general, especialmente algunas
garantías constitucionales (pero sin que constituyan una lista taxativa).
La aprobación requerirá mayoría absoluta de sufragios válidamente emitidos.
Tendrá efectos vinculantes en la forma que disponga una ley orgánica
constitucional, la que también regulará el procedimiento.
En el segundo caso, se permitirá el plebiscito para resolver, respecto de una
reforma constitucional, una discrepancia entre una de las ramas del Congreso
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y la otra, el que podrá ser convocado por el Presidente de la República, por los
2/5 de cualquiera de las ramas del Congreso o por 500.000 ciudadanos.
La reforma constitucional se entenderá aprobada por la mayoría absoluta de
los sufragios válidamente emitidos.
Para mayor información ver proyecto de ley en el Anexo
IV. COMENTARIOS DE MÉRITO
1.- Plebiscitos en
general.
El plebiscito, en su expresión más amplia, es un mecanismo de la democracia
directa, que somete cada decisión pública relevante a la opinión directa de la
ciudadanía. Se conoce también, en este caso, con el nombre de referéndum,
que consiste en someter al voto popular leyes o actos administrativos que
requieran de ratificación por el pueblo. Esta modalidad nunca habría tenido
una consagración generalizada para el gobierno de un estado, si bien suele
citarse el caso de Suiza como un país donde el referendum tiene mayor
aplicación. Pero aun así no puede afirmarse que se trate de un mecanismo
utilizado en forma amplia y permanente.
1
El término plebiscito proviene de la constitución romana , que distinguía entre
la ley (“lo que aprueba y establece el pueblo) y plebiscito (“lo que aprueba y
establece la plebe”). Ahora bien, el pueblo y la plebe eran diferentes; la plebe
(categoría política que actualmente carece de significación jurídica), excluía a
los patricios (categoría política que hoy día tampoco tiene vigencia), mientras
que el pueblo comprendía a todos los ciudadanos, esto es, la plebe más los
2
patricios . Así una decisión de la plebe era un plebiscitum que inicialmente no
obligaba a los patricios, hasta que una lex Hortensia (287 a.C.) equiparó los
plebiscitos a la ley y fueron obligatorios para todos.
Actualmente, la utilización más generalizada del plebiscito suele referirse a
consultas que se efectúan ante la ciudadanía, sobre aspectos específicos
previstos en el mismo texto constitucional, como es el caso, en Chile, del
plebiscito de una reforma constitucional para dirimir una discrepancia entre los
órganos colegisladores (Presidente de la República y Congreso Nacional).
También suele distinguirse entre plebiscitos vinculantes y no vinculantes, estos
últimos llamados generalmente consulta plebiscitaria o consulta ciudadana. El
proyecto que se viene comentando propone hacer procedente del plebiscito
vinculante o de efectos obligatorios, sobre cualquier materia de interés público,
sin limitación. La enumeración de algunas garantías constitucionales que hace
el proyecto, solo tiene alcance referencial o ejemplar, pero no es limitante.
1
2
Expresión utilizada por Th. Mommsen (Historia de Roma), si bien nunca hubo un texto constitucional escrito.
Gayo, Instituciones, Comentario I. I,3.
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El uso indiscriminado y amplio del plebiscito podría dar lugar a lo que se
denomina la “tiranía de las mayorías”, lo que dependerá de quién lo puede
convocar y de quién lo redacta y de cómo se formula cada consulta sometida
al electorado. Para poner ejemplos extremos (pero no alejados de la realidad
actual), si se consultara si queremos destruir la Patagonia (central
Hidroaysén), el resultado tendría que ser NO. Si se consulta por educación
gratis para todos, o por aumentos salariales, obviamente las respuestas
mayoritarias serán positivas, independientemente de su mérito y de su
viabilidad técnica.
Por lo mismo el plebiscito debe permanecer acotado a ciertas materias
específicas, como lo está hoy día en la Constitución, que solo considera una
discrepancia entre el Gobierno y el Congreso sobre una modificación
constitucional, y los que se prevén en el ámbito municipal, donde el alcalde
con acuerdo del concejo, o los 2/3 de éste, pueden llamar a plebiscito (o a
consulta no vinculante) en la forma que se regula en la respectiva ley orgánica
constitucional. El plebiscito comunal no genera los problemas del que tiene
aplicación nacional y sobre cualquier materia. En efecto, en el caso del
municipal, no produce efectos más allá de la respectiva comuna; intervienen
en él personas directamente vinculadas con la materia en discusión y que por
lo tanto están al corriente de las opciones en juego, y sobre todo, sus
resultados van a repercutir directamente en los sufragantes, que pagan
patentes en la comuna, impuesto territorial (vía Fondo Común Municipal) y
mantienen una vinculación estrecha con las decisiones municipales.
En el caso particular del plebiscito por reforma constitucional, se trata de una
materia sobre la cual tiene jurisdicción el Tribunal Constitucional, al cual le
corresponde, en su caso, redactar el texto de la consulta o cada uno de los
puntos en desacuerdo sometidos a plebiscito y que se deben votar
separadamente.
Sin embargo, no sería desechable por adelantado el estudio de otras materias
que podrían ser sometidas a plebiscito; pero no es aceptable una proposición
que haga susceptible de este mecanismo constitucional a cualquier materia de
interés público, porque ello supone una modificación de envergadura mayor,
ya que no solo pasaría a llevar las materias propias de ley, sino las
atribuciones constitucionales de los colegisladores (Presidente y Congreso), y
podría proveer de material generador de confrontaciones sociales, para cuya
morigeración existen, precisamente, los diputados y senadores, como
representantes de la ciudadanía organizada según el sistema electoral.
2.- Contexto
histórico.
Entre las numerosas peticiones que ha presentado el movimiento estudiantil,
en conjunto con el colegio de profesores, llama particularmente la atención
una que ha sido planteada para resolver la denominada “crisis educacional”: la
realización de un plebiscito nacional. Los que lo piden, no han definido
siquiera en concreto qué materias educacionales serían objeto del mismo,
pero la propuesta ya ha encontrado eco en algunos parlamentarios de
determinados partidos políticos, como es el caso del Partido Por la
4
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Democracia, el Partido Radical Social Demócrata, el Partido Socialista y otros
3
líderes políticos de izquierda, como el ex Presidente Ricardo Lagos .
Se trata de un giro conceptual mayor respecto de cómo entendemos nuestro
modelo democrático, lo que resulta al menos curioso, dado que estos mismos
partidos y sus intelectuales durante el proceso de reforma constitucional de
1989 entregaron diversos argumentos para ser restrictivos en el uso de
4
plebiscitos .
En efecto, más allá de los casos razonables y concretos contemplados en
nuestro ordenamiento jurídico —dirimiendo conflictos de gran entidad entre el
Presidente y el Congreso, y en ciertas decisiones de claro impacto local a nivel
5
de Municipios — encontramos argumentos contundentes para entender las
ventajas de la democracia representativa sobre la plebiscitaria tan utilizada por
los gobiernos autoritarios de la región.
Datos sobre la
experiencia
internacional.
En términos generales, encontramos la institución del plebiscito en
democracias representativas vinculadas a procesos de reformas
6
7
constitucionales o al régimen de gobierno , gatillándose desde los poderes
estatales. Mucho más escaso resulta aquellos que admiten ser gatillados
8
directamente por la ciudadanía como ocurre con Uruguay , Ecuador y
Venezuela. Ahí donde se contemplan plebiscitos, estos no siempre tienen el
carácter de vinculante.
En nuestra región, la idea de avanzar hacia democracias plebiscitarias se
encuentra intrínsecamente vinculada a la conducción de Hugo Chávez en
Venezuela. En este país, en la última década se han efectuado cinco
plebiscitos principales, de los cuales cuatro han sido consultivos y uno
vinculante, y en los que la figura de Chávez ha sido central (Cuadro N° 1).
Cuadro Nº 1
3
En efecto, este último ha sostenido recientemente: “No temamos al establecimiento de plebiscitos vinculantes sobre temas de
interés nacional. Hagamos posible que un número importante de ciudadanos tengan iniciativa legislativa y/o para derogar leyes
mediante plebiscito llamado al efecto y donde participe una clara mayoría ciudadana para legitimar la convocatoria del mismo.”
(Avanzar
Hacia
la
Primavera
Chilena,
08
de
agosto
de
2011).
Disponible
en
línea
en:
http://www.elquintopoder.cl/fdd/web/politica/opinion/-/blogs/avanzar-hacia-la-primavera-chilena.
4
Andrade, Carlos. Reforma de la Constitución Política de la República de Chile de 1980 (Editorial Jurídica), 1991.
5
En Chile sólo se ha votado un plebiscito durante un período democrático, el año 1925 para aprobar la reforma constitucional
que terminó con el sistema parlamentario e impuso el sistema presidencialista actual. Entre los años 1978 y 1989 se realizaron
cuatro plebiscitos, principalmente para aceptar el régimen existente y la nueva Constitución.
6
Así en diversos casos: Perú (1993), Panamá (1992 y 1998), Guatemala (1994), Ecuador (1995), Venezuela (2000 y 2007),
entre otros
7
Por ejemplo en Brasil (1963 y 1992). Altman, David. “Plebiscitos, referendos e iniciativas populares en América Latina:
¿mecanismos de control político o políticamente controlados?”. Perfiles Latinoamericanos, No. 35, enero-junio, 2010, pp. 9-34
(http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=11515387001)
8
Altman, David. “Direct Democracy Worldwide” (Cambridge), 2011.
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PLEBISCITOS EN VENEZUELA 1999-2009
Referéndum Constituyente o Referéndum
para la Convocatoria de una Asamblea
Nacional Constituyente.
SI
1999
Tipo de elección
87,75 7,26 Referéndum consultivo
Referéndum Constitucional o Referéndum 1999
aprobatorio de la Constitución de 1999.
71,7
Referéndum Presidencial para decidir la 2004
permanencia de Hugo Chávez en la jefatura
del Estado. La opción NO, era para no revocar 40,6
el mandato de Chávez.
Referéndum Constitucional con el objeto
de modificar 69 artículos de la Constitución de
1999. La opción NO, apoyada por la
oposición, era negación del electorado ante la
solicitud de reforma.
Referéndum Constitucional también
llamado Referéndum aprobatorio de la
enmienda Constitucional. La opción NO,
rechaza la enmienda que permite la
reelección indefinida de los cargos de
elección popular.
NO
28,2 Referéndum consultivo
59,1 Referéndum vinculante
2007
49,3
50,6 Referéndum consultivo
2009
54,8
45,1 Referéndum consultivo
Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos disponibles en http://cne.gov.ve/.
En el caso de Ecuador, y siguiendo a Chávez, destaca el uso de este
mecanismo para el establecimiento de una Asamblea Constituyente de plenos
poderes al inicio del mandato de Rafael Correa, en enero de 2007, y ratificada
por los ecuatorianos por medio de una consulta popular. Ésta es la sexta
oportunidad que en Ecuador se lleva a cabo una consulta popular en los
últimos 27 años para solicitar la instalación de una Asamblea Constituyente.
Por otro lado, el caso suizo es interesante, ya que si bien es un sistema
político más abierto a la participación directa del pueblo en el proceso
legislativo, en la actualidad enfrenta complejidades y críticas. Los plebiscitos
no son instrumento del gobierno central y sus resultados obligatorios,
adquiriendo fuerza de ley. Sin embargo, el porcentaje de consulta de leyes
contra otros temas ha sido bajo. De las 297 preguntas públicas formuladas
entre 1848 y 1978, sólo un 7% corresponden a leyes, tratados y decretos
ratificados en Suiza durante este periodo. En cambio, se llevaron a cabo 125
iniciativas populares: de ellas, solamente 74 cubrieron los requisitos para ser
llevadas a consulta directa y se adoptaron apenas 7. En términos de
participación, la tendencia es parecida a la que registran las elecciones de
cargos políticos y muestra una disminución con el transcurso del tiempo: en
1945, la tasa de participación se ubicó en un 60% del electorado y desde
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9
entonces ha disminuido a cerca del 40% .
10
Junto con lo anterior, este modelo ha sido objeto de una serie de críticas ,
algunas de las cuales se asemejan a las más generales que encontramos en
la literatura especializada respecto de los intentos por reemplazar nuestras
democracias representativas por plebiscitarias, como se analiza a
continuación.
3.- Críticas a la
democracia
plebiscitaria.
Politólogos de la talla de Dahl o Sartori han demostrado cómo los mecanismos
de democracia directa erosionan el funcionamiento de las instituciones
11
representativas , atentando además contra los derechos de las minorías, ya
12
que éstas muchas veces no cuentan con el apoyo ciudadano . No se trata
solamente de argumentos prácticos —que por sí solos son bastante
contundentes—, como reducir los costos de transacción entre las personas
que tomarán las decisiones públicas más importantes de la comunidad, o
abaratar los costos del sistema de toma de decisiones, dado que resulta muy
costoso estar organizando plebiscitos o referéndums de manera seguida. Se
trata de argumentos conceptuales o de fondo.
En primer lugar, en el corazón del debate de las primeras repúblicas
—aquellos esgrimidos por los revolucionarios que reemplazaron las
monarquías por las democracias representativas en los siglos XVII y XVIII—,
surge la idea de trasladar el espacio de deliberación desde las calles, las
marchas y los tumultos —ahí donde priman las pasiones, la fuerza, la violencia
y la ley del más fuerte—, a uno en que se pueda deliberar en forma pacífica,
sobre la base de argumentos racionales, siguiendo ciertos procedimientos y
entregándose la oportunidad de plantear posiciones a las más diversas
miradas ideológicas, credos e intereses; condiciones únicas que permiten a la
sociedad generar consensos, transar en las diversas posiciones y avanzar
unidos en pro del bien común. Es probablemente en El Federalista -—serie de
85 ensayos escritos por Madison, Hamilton y Jay, instando a la aprobación de
la Constitución norteamericana en Nueva York— donde quedan mejor
13
planteados los mismos .
Asimismo, literatura especializada reciente sugiere que el plebiscito afecta la
capacidad de los funcionarios electos de fijar la agenda y la posibilidad de que
los representantes al negociar, ceder, e intercambiar votos, generen
9
Prud’homme, Jean-François. Consulta Popular y Democrática Directa (Instituto Federal Electoral), 1995. Disponible en línea
en: http://www.ife.org.mx/documentos/DECEYEC/consulta_popular_y_democracia_di.htm#45.
10
Éstas son: el recurrir de manera frecuente a la consulta pública crea cansancio en el electorado, lo que se refleja en una baja
participación y un alto costo al Estado por las consultas; el procedimiento no se presta a la solución de problemas complejos; la
formulación de las preguntas es ambigua y depende mucho de quién la realice; la intención democrática está viciada por la
acción de grupos de presión grandes y económicamente fuertes, los cuales logran sacar provecho de la apertura del proceso
legislativo; y los plebiscitos más exitosos son los que nunca se llevan a cabo: el Parlamento elabora las leyes bajo la amenaza
constante de la democracia directa, lo que tiende a favorecer el consenso.
11
Dahl, Robert A. Democracy and Its Critics (Yale University Press), 1989 y Sartori, Giovanni. The Theory of Democracy
Revisited (Chatham House), 1987.
12
Chemerinsky, Erwin. “Challenging Direct Democracy”, Michigan State Law Rev, 2007. Pp. 293-306.
13
Hamilton, Alexander et al. El Federalista (Fondo de Cultura Económica), 1985.
7
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soluciones con pocos perdedores. El plebiscito, en cambio, impide la
generación de acuerdos y puede generar mayor cantidad de resultados
pareto-inferiores. Así, con la democracia representativa se dejan de lado las
alternativas dicotómicos del “todo o nada”, introduciéndose los matices propios
14
de los acuerdos . En otras palabras, para Chemerinsky, ello es grave ya que
el proceso de elección binario distorsiona las preferencias políticas de los
ciudadanos, ya que, al votar a favor o en contra, no existe posibilidad de
compromiso o negociación debido al excesivo extremismo de los petitorios,
cuando el ciudadano tiene a ser más moderado en sus decisiones.
Otro punto importante levantado por Clark, es que al votar por políticas
públicas específicas en cada plebiscito, los ciudadanos no enfocan su
preferencia política en los grandes temas a nivel de país, tomando decisiones
contradictorias y sin una línea establecida; a diferencia de la democracia
representativa, que se enfoca en el uso de la decisión política para elegir a sus
representantes que se enfoquen tanto en temas específicos como una visión
global. De esta manera, con la democracia representativa, los ciudadanos no
15
solo expresan su opinión acerca de lo que quieren, sino de que quieren más .
Para este autor, lo relevante es enfocarse en qué modelo nos permite
escuchar de forma más clara y completa lo que los ciudadanos quieren
transmitir. Y si bien los plebiscitos transmiten el mensaje ciudadano de una
forma más directa, al impedirse el reflejo de las prioridades de los ciudadanos,
se termina transmitiendo un mensaje más extremo de lo que realmente
piensan, sobre-representando posiciones más extremistas.
Por lo demás, existen demasiadas interrogantes sobre aspectos formales que
inciden directamente en el resultado del plebiscito o su manipulación: ¿quién
convocará a plebiscitos? ¿Quién redactará las preguntas? ¿Cómo decidir las
materias que pueden ser objeto de consulta? Es fácil observar que el diseño
institucional del mismo resulta más importante que la solución de políticas
públicas perseguidas. En otras palabras, estamos sustituyendo enfrentar el
problema de política pública que divide a una sociedad por el debate en torno
a la redacción de las preguntas de la consulta.
The Economist recientemente, al describir el impacto que ha tenido este
modelo en el estado de California (Estados Unidos), no solo ha descrito
detalladamente —al igual que encontramos en la literatura especializada
16
norteamericana — cómo este modelo es el paraíso de los grupos de interés y
los lobbies, quienes buscan capturar el proceso de redacción de las consultas
—mediante preguntas difíciles y engorrosas—, sino que al eliminar la
responsabilidad de las autoridades electas en las decisiones que se toman y
dispersándola en los electores, han generado un déficit financiero que tiene a
17
dicho Estado a un paso de la quiebra .
El uso indiscriminado de la institución del plebiscito en una democracia
14
Cooter, Robert. Strategic Constitution (Princeton University Press), 1999. Pp. 143-48; y Mueller, Dennis. Constitutional
Democracy (Oxford University Press), 1996. Pp. 95-100.
15
Clark, Sherman J. “A Populist Critique of Direct Democracy”, Harvard Law Review, Vol. 112, No. 2, 1998. Pp 434 – 482.
16
Chemerinsky (2007).
17
The Economist. “Lessons from California: The perils of extreme democracy”, 20 de abril de 2001. Disponible en línea en:
http://www.economist.com/node/18586520.
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representativa suele estar asociado a gobiernos de corte autoritario, populista
o derechamente dictatorial. Nuestra Constitución le pone un marco muy claro
a estos instrumentos, en la lógica que son un mecanismo de última ratio (en
una disyuntiva legal entre el Congreso y el Presidente sobre una reforma
constitucional) o para casos donde se afecta a una comunidad específica y
acotada, como el caso de los plebiscitos comunales. Lo anterior responde a
que en una democracia representativa, constituyen una manera muy atrayente
de hacer demagogia, de modo de otorgarle poder a las mayorías
circunstanciales o a los grupos de interés que desplieguen mayor poder en un
momento determinado, lo que termina lesionando gravemente a las
instituciones, los partidos políticos y la democracia misma.
Nuestro sistema republicano necesita oxígeno. Se están impulsando una serie
de reformas en la dirección correcta: inscripción automática y voto voluntario;
primarias para la selección de candidatos; voto de los chilenos en el
extranjero; iniciativa popular de ley; y se percibe la voluntad de poner en la
mesas otros temas como el perfeccionamiento del sistema binominal. Una
agenda de reformas políticas que busquen mejorar los actuales grados de
representatividad, profundizar y hacer más competitiva nuestra democracia es
lo que Chile requiere hoy para salir de esta crisis; no una democracia
plebiscitaria.
4.- Reforma
constitucional.
El proyecto en estudio modifica también el mecanismo de reforma
constitucional. La norma vigente, lo permite para dirimir una discrepancia
entre el Presidente y el Congreso en su conjunto; el proyecto lo transforma en
un mecanismo para dirimir discrepancias entre la Cámara y el Senado (sobre
reforma constitucional), y como faculta al Presidente para convocar al
plebiscito, esa autoridad podría coincidir con una de las cámaras. Entonces se
trataría del Presidente y una de las cámaras contra la opinión de la otra rama
del Congreso.
Así planteado, el proyecto de reforma permitiría neutralizar una rama del
Congreso que fuera adversa al Ejecutivo. ¿Qué sentido tiene, entonces, el
bicameralismo? Precisamente se trata de que todos los proyectos de
reformas constitucional, sean revisados por otro cuerpo colegiado y se pueda
efectuar una segunda discusión del proyecto. El resultado de la legislación en
Chile sería distinto si solo se legislara con una cámara. La necesidad de
buscar argumentos y antecedentes para influir en una Cámara contraria al
proyecto, es un mecanismo insustituible para su perfeccionamiento, o incluso,
para abandonar una idea de legislar que puede no ser conveniente.
Además, se podría por la vía del plebiscito legislar sobre materias de ley que
tienen un cuórum específico en la Constitución, como las normas de rango
orgánico constitucional o las leyes interpretativas de la Constitución. Las leyes
de cuórum calificado podrían quedar subsumidas en la mayoría plebiscitaria,
pero se trastocaría el ordenamiento constitucional sobre materias de ley, sobre
iniciativa exclusiva presidencial, sobre origen preestablecido de ciertos
proyectos en la Cámara o en el Senado, sobre el régimen de tramitación de
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las leyes, y otras materias igualmente relevantes.
El plebiscito que ahora se propone no es más que un mecanismo destinado a
prescindir de una rama del Congreso que sea adversa al Presidente. Ello se
formula sin los mínimos resguardos de correlación entre los preceptos
constitucionales vigentes y los nuevos que se proponen, lo que constituye una
forma poco feliz y peligrosa de modificar la Constitución Política.
Sería conveniente que previo a una reforma puntual de la Constitución, se
hiciera un análisis integral de los mecanismos de participación ciudadana, a fin
de evaluar y estudiar en su mérito reformas que inciden en la participación que
le corresponde a la ciudadanía en este tipo de materias, como las relativas a
reformas constitucionales, ya que dada la naturaleza de estas materias no
siempre la ciudadanía alcanza a comprender en su integridad los aspectos
envueltos detrás de una reforma constitucional.
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V. ANEXO: PROYECTO DE LEY
Artículo 1°.- Agrégase el siguiente Capítulo
XVI nuevo en la Constitución Política de la
República:
Capítulo XVI
§ Del Plebiscito
artículo 19 de esta constitución.
Artículo 130.- Se podrá consultar a la
ciudadanía, a través del plebiscito, por diversos
temas de interés público, el que será convocado por
el Presidente de la República, por las dos quintas
partes de alguna de las ramas del Congreso
Nacional, o por la solicitud al Servicio Electoral
de un número no inferior de quinientas mil firmas
acreditadas de ciudadanos.
Artículo 129 bis.- Sin perjuicio de lo anterior ,
también procederá el plebiscito respecto de
materias propias de una reforma constitucional
siempre que el proyecto hubiese sido rechazado
con al menos el voto favorable de la mayoría de los
miembros en ejercicio de alguna las cámaras.
Artículo 2°.- Agrégase en el Capítulo XV de la
Constitución Política de la República el siguiente
artículo 129 bis:
29
El plebiscito a que se refiere el inciso precedente
podrá ser convocado por el Presidente de la
República, por las dos quintas partes de alguna de
las ramas del Congreso Nacional, o por la solicitud
al Servicio Electoral de un número no inferior de
quinientas mil firmas acreditadas de ciudadanos.
El quórum de aprobación del plebiscito será la
mayoría absoluta de los votos válidamente
emitidos. Una ley orgánica constitucional,
regulará el procedimiento y sus efectos
vinculantes.
El quórum de aprobación del plebiscito será la
mayoría absoluta de los votos válidamente
emitidos. En caso de alcanzar el quórum
precedente se entenderá aprobada la reforma
constitucional.
Se entenderá que existe interés nacional,
especialmente, en los casos de amenaza,
perturbación o privación de los derechos
18
19
20
21
garantizados en los numerales 8 , 9 ,10 , 11 ,
22
23
24
25
26
27
28
12 , 13 , 16 , 18 , 19 , 23 , y 24 del
18
Derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación.
19
Protección de la salud.
20
Derecho a la educación.
21
Libertad de enseñanza.
22
Libertad de opinión.
23
Derecho de reunión.
24
Libertad de trabajo.
25
Derecho a la seguridad social.
26
Derecho de sindicalización.
27
Libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes.
28
Derecho de propiedad.
29
Se refiere al plebiscito convocado por el Presidente de la
República durante la tramitación de un proyecto de reforma
constitucional, con el objeto de dirimir una diferencia entre el
Congreso y el Presidente.
11
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