El timbre sonó de un modo

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El timbre sonó de un modo
particular. Sonaba de un modo
particular todas las
tardes, pero aquel día
se hizo notar más
su particularidad. El
timbre delataba el titubeo,
la duda de quien lo oprimía
temiendo que no respondiese
la persona llamada, y aquella
vez no respondió. Sonó como
siempre; primero una vibración
apenas audible y luego ya un
breve timbrazo sin remedio; ya
está, ya sonó, ahora a esperar. No
abrió la puerta Elena. Antes
de abrirse la puerta (...)
Rosa Chacel
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