POSICIONAMIENTO CON RELACIÓN A LA PROMULGACIÓN DE

POSICIONAMIENTO CON RELACIÓN A LA
PROMULGACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA
DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS DE 1917 30 de enero de 2013
POSICIONAMIENTO CON RELACIÓN A LA PROMULGACIÓN DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS DEL 5
DE FEBRERO DE 1917, PRESENTADO POR EL DIPUTADO OLIVIO LÓPEZ
MÚJICA, INTEGRANTE DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PARTIDO
REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL.
Morelia, Michoacán, a 29 de enero de 2013.
Dip. Fidel Calderón Torreblanca,
Presidente de la Mesa Directiva del
H. Congreso del Estado.
Presente.
Olivio López Mújica, diputado integrante de la LXXII Legislatura del H.
Congreso del Estado de Michoacán de Ocampo, con fundamento en los
artículos 8° fracción II y 241 de la Ley Orgánica y de Procedimientos del
Congreso del Estado, solicito presentar a esta Soberanía el siguiente
posicionamiento para establecer mi postura con relación a la Promulgación de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos del 5 de febrero de
1917, al tenor de los siguientes razonamientos:
En la época contemporánea, las Constituciones han ocupado un papel
trascedente para proteger y garantizar los derechos de las personas, es por
ello que los estudiosos del Derecho han tratado de explicar su concepción,
interpretación y vigencia desde tiempos remotos.
En la edad antigua, los griegos y los romanos concebían a la Constitución
como el establecimiento de un sistema de organización y de control de diversos
componentes de la sociedad históricamente dada, construido para el
reconocimiento de la pertenencia política, tal y como hicieron referencia Platón,
Aristóteles, Polibio o Pericles. En la Edad Media, si bien se tenía una
concepción del poder divino de los reyes, el concepto de Ley Fundamental se
asemejaba a la Constitución; en este sentido, era concebida como una
legislación que fundamentaba y explicaba las relaciones de poder de los
individuos en la comunidad política, aplicándose, en ciertos casos,
disposiciones legislativas de poder temporal que otorgaban privilegios a los
individuos de la comunidad política o la Iglesia.
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En la edad moderna, la Constitución, según Rolando Tamayo y Samorán,
aparece como resultado de ciertos acontecimientos, de los que destacan: la
aparición de los conceptos de comunidad y Estado, la protección jurídica de
pactos y el nacimiento de los civil rights, la aparición de las Cartas de las
colonias inglesas de Norteamérica y el auge de la doctrina moderna del
Derecho Natural. En este sentido, el concepto moderno de Constitución está
vinculado a las doctrinas de soberanía, como hace referencia Bodino, Thomas
Hobbes, Rousseau o John Locke.
Lo anterior denota que el término Constitución viene desde la antigüedad; no
obstante, en el contexto moderno tiene otro sentido ya que, como refiere
Rolando Tamayo y Salmorán, no es seguro si la noción de Constitución
entendida como «Constitución escrita» fue realmente la construcción hecha por
juristas, filósofos, políticos, doctrinarios como en el caso francés, o resultado de
la experiencia jurídica y política como en Estados Unidos. Lo cierto es que en
cuanto al significado de Constitución, concierne a las Constituciones escritas,
que crean, definen y limitan el ejercicio del poder gubernamental, y que han
sido regla general en casi todo el mundo constitucional.
De ahí la trascendencia de entender a la Constitución como el conjunto de
normas que establecen los derechos y obligaciones inherentes a todas las
personas en un tiempo y lugar determinados, así como los órganos del Estado
que tienen como finalidad garantizar el bien común y el establecimiento de un
Estado democrático y de derecho.
En este contexto, el Estado mexicano tiene una legado histórico constitucional
que comienza con la Constitución de Cádiz, la cual no fue una ley extranjera
que rigió nuestro destino en dos periodos; sino que representaba la resistencia
de los españoles patriotas ante la invasión napoleónica, y que mostraba el
nuevo espíritu que dio aliento a una España pisoteada por el enemigo francés.
Además de que el Constituyente estaba conformado tanto de representantes
peninsulares como del Continente Americano que plantearon un sistema
unicameral.
Posteriormente se expidió la Constitución de Apatzingán de 1814, promulgada
por el Congreso Constituyente convocado por José María Morelos, la cual
organizó a la nueva Nación mexicana como una República independiente pero
sujeta al constitucionalismo liberal, expresando el ideal de la democracia
representativa y un sistema unicameral.
Si bien es cierto, esta Constitución no estuvo en vigor ni un solo día, fue un
esfuerzo para institucionalizar la independencia.
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Asimismo, se encuentran la proclama de 1821, integrada por el Plan de Iguala
y los Tratados de Córdoba, la cual fijó las bases para la independencia
nacional; el Acta Constitutiva de 1824 de la Federación Mexicana, en donde se
organizaron los poderes de la nueva nación conforme a los moldes del
constitucionalismo moderno; las Siete Leyes de 1836, con un modelo
centralista dominado por los conservadores y en el cual se consignaron los
derechos del hombre; las Bases Orgánicas de 1843, de corte centralista; el
Acta Constitutiva y de Reformas de 1847, donde se restableció la Constitución
Federal de 1824 y se introdujo el sistema de control de la Constitución.
La Constitución de 1857 incluyó una sección sobre los derechos del hombre,
los derechos de los mexicanos, extranjeros y ciudadanos mexicanos; asimismo
estableció la soberanía nacional y las formas de gobierno, las partes
integrantes de la Federación y el territorio nacional. Organizó los poderes
estatales y estableció capítulos especiales sobre responsabilidad de los
funcionarios públicos y prevenciones generales.
Además de decidir sobre la forma de democracia representativa y la forma
republicana del gobierno, ratificó la forma federal del Estado mexicano y
consignó la igualdad de principios políticos para toda la nación y la separación
de la Iglesia y del Estado.
Posterior a la reforma antes mencionada, se publicó nuestra vigente
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos el 5 de febrero del año
de 1917, con la participación de notables michoacanos como Francisco Ortiz
Rubio, Alberto Peralta, Cayetano Andrade, Salvador Herrejón, Gabriel R.
Cerver, Onésimo Couto, Salvador Álvarez Romero, Pascual Ortiz Rubio, Martín
Castrejón, José Álvarez, José Silva Herrera, Rafael Márquez, Amadeo
Betancourt, Francisco J. Múgica, Jesús Romero Flores y Florencio G.
González, quienes incorporaron los derechos sociales como el Derecho
Laboral en el artículo 123 o las normas que fortalecieron el nacionalismo
mexicano en materia económica.
La relevancia de la Constitución Federal vigente reside en la transformación de
la doctrina constitucional, por consignar las funciones del Estado y los derechos
del hombre.
No obstante, después de 96 años debemos cuestionarnos si es pertinente
expedir una nueva Constitución o afirmar que la Constitución de 1917 es
suficiente para garantizar y proteger los derechos inherentes a todas las
personas.
Una nueva Constitución reviste una importancia excepcional; muchos países
suelen estudiarse a través de la vigencia de sus Constituciones, aun y con
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Constituciones longevas como la de Estados Unidos, Gran Bretaña o
Argentina.
Por otra parte, existen muchos países que cambiaron sus Constituciones en el
siglo XX por diversas razones, tales como que muchas naciones lograron su
independencia después de las dos Guerras Mundiales, como diversos países
africanos; algunos otros se desintegraron y formaron varios países;
restablecieron el orden jurídico a través de una revolución, movimiento armado
o golpe de Estado o existió un tránsito de un gobierno hecho o autocrático a
uno constitucional democrático, como España, Argentina, Bolivia o Brasil, o por
el peligro de caer en ingobernabilidad por el deterioro de su ingeniería
constitucional, como Colombia en 1991.
En el Estado mexicano, como refiere Carpizo, las crisis económicas, los
grandes rezagos sociales, los problemas acumulados, la inseguridad a partir de
2006, la sensación de que el sistema político se modifica con lentitud y no
acaba de sacudirse, ha impulsado a políticos y académicos proponer diversos
cambios constitucionales con la finalidad de propiciar un aceleramiento de
nuestro sistema democrático. Sin embargo, consideró que estos problemas no
los crearon las normas constitucionales, sino más bien su falta de aplicación,
ya que las violaciones constitucionales y legales en muchas ocasiones no se
castigan; por tanto, esta problemática no se supera con una nueva Constitución
sino con la aplicación y actualización de la vigente.
Como nuestro vigente ordenamiento jurídico que se ha actualizado para
proteger los derechos humanos de las personas, lo que se observa en sus
reformas que ascienden a 552 artículos en todos los periodos presidenciales,
siendo el sexenio de Felipe Calderón cuando más artículos han sido objeto de
reformas con 106 preceptos constitucionales que sufrieron alguna modificación.
Es de destacar que en el pasado sexenio fue aprobada una de las reformas
más relevantes, la cual consignó el reconocimiento de los derechos humanos y
sus garantías.
Recordemos que, como refiere Gerardo Pisarello, «finalmente, más allá de las
técnicas (como el constitucionalismo) que puedan idear para protegerse, las
sociedades no cuentan al final con otra garantía que consigo misma. Sólo esa
permanente voz de alerta, emitida desde los más diversos intersticios del tejido
social, puede despertar a América Latina de la pesadilla de la arbitrariedad y el
atropello y obligarla a reemprender, con un sentido más humano, el noble
sueño de un Estado Social y Democrático y de Derecho al servicio de todos los
hombres y mujeres que la habitan».
Atentamente
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Dip. Olivio López Mújica