GESTOS En nuestra celebración litúrgica, del mismo modo que en la vida social, los gestos corporales exteriorizan y expresan los sentimientos interiores. La liturgia no consiste sólo en sentimientos, palabras y cantos. Con gestos muchas veces llenos de simbolismo manifestamos nuestra actitud interior de adoración, de alabanza y súplica, de ofrecimiento y acogida, de dolor y alegría. La razón de ser primordial está en la misma antropol ogía, porque la persona humana sólo se expresa plenamente cuando une e l gesto a la palabra, o la palabra al gesto. Por eso todas las religiones tienen una gramática gestual para su culto. También en la liturgia cristiana, heredera de los gestos más universales de la humanidad, asumidos ya en el AT y luego en el NT por Cristo , con un margen de flexibilidad para las diversas culturas, celebramos el don de Dios y nuestro culto con gestos variados: imposición de manos y otros movimientos y gestos con ellas, posturas corporales, baño en agua y unción con aceite, comida y bebida, b esos, incienso, etc. La fuente de estos gestos, por tanto, es, por una parte, la cultura humana, y por otra su uso bíblico: «las actitudes corporales, los gestos y palabras con que se expresa la acción litúrgica y se manifiesta la participación de los fie les, reciben su significado no sólo de la experiencia humana, de donde son tomados, sino de la palabra de Dios y de la economía de la salvación, a la que hacen referencia» (OLM 6). El encargo conciliar de que se fomenten «también las acciones o gestos y posturas corporales» (SC 30) para favorecer la participación interna y externa de los fieles, ha tenido en los documentos posconciliares un eco creciente y motivado. Al sacerdote que preside la misa con los niños se le recuerda: «teniendo en cuenta la natur aleza de la liturgia en cuanto acción de todo el hombre y la psicología de los niños, debe fomentarse grandemente en las misas con niños la participación por el gesto y la postura del cuerpo» (DMN 33) y además «debe preocuparse ante todo de la dignidad, cl aridad y simplicidad de los gestos» (DMN 23). Es bueno que al hablar de la formación seminarística de los futuros ministros de la comunidad se recuerde que «es particularmente necesario que los alumnos reciban lecciones sobre el arte de hablar y de expresarse con gestos… en la celebración es de la máxima importancia que los fieles comprendan no sólo lo que el sacerdote dice o recita, sino también aquellas realidades que el sacerdote debe expresar con gestos y acciones» (Instrucción de 1979: E 285). Como di ce el Catecismo, estos gestos son «signos del mundo de los hombres», ahora empleados en el culto cristiano. «Como ser social, el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo mismo sucede en s u relación con Dios» (CCE 1146). Son importantes las consignas que se dan para los gestos de la misa: la postura uniforme como signo de unidad (OGMR 20), la obediencia a las moniciones que se hayan dado al respecto, los gestos y posturas más adecuados a c ada momento de la celebración, y el encargo de que las varias Conferencias Episcopales los sepan adaptar a la propia cultura e índole ( OGMR 21). Signos. Símbolos.