220 BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA cuerpo, que se distingue de los demás por llevar en su parte inferior un orificio de conducto vascular de algún calibre, puesto que representa los dos conductos de menor diámetro que se ven en la parte análoga del cuerpo de la vértebra p r e cedente, atravesando la masa huesosa desde abajo hasta la superficie del anillo medular, inclinándose un poco hacia la izquierda. Es de advertir que dichas tres vértebras han estado mal ordenadas y que llevan etiqueta equivocada; circunstancia que podría explicarse por faltar en general las apófisis, y por tanto la mejor guía para el restaurador; siendo en este caso más de lamentar la confusión, porque alcanza á la última pieza del espinazo, que se une con la pelvis de un modo especial. Así, pues, las etiquetas números 18, 19 y 20, deben corregirse asignándoles respectivamente los números 19, 17 y 18. La pelvis es una de las partes menos completas del esqueleto de que trato, estando representada por la región sacra, que con los íleos trabados por dos distintos puntos en cada lado forma un sólido conjunto. La falta de las regiones puviana é isquiática, la quita interés para el estudio comparativo, al propio tiempo que la presta un aspecto extraño al quedar los robustos íleos con tendencia á formar un plano perpendicular al eje principal de figura, sin que apenas aparezca la cavidad de la gran pelvis, cuando se la mira por delante. Una profunda huella del mal entendido sistema de montaje se presenta sobre el cuerpo de la primera vértebra sacra, viéndose sobre ambas fosas ilíacas parte de la superficie, como unos 15 c. c , sustituida por pasta muy bien disimulada. Sobre el sacro se destacan, formando una serie, cinco apéndices de corcho, largos y encorvados, que simulan otras tantas apófisis espinosas de pura fantasía, pues aunque son cinco las vértebras que lo forman, la representación de sus espinas está reducida á una cresta aplanada por ambos lados y sin i n t e rrupciones, con un borde superior apenas ondulado. Contando los orificios intervertebrales se reconoce el verdadero número de piezas que componen dicho hueso. Las dificultades en el manejo y traslado hasta Madrid de un objeto tan voluminoso y pesado, pues dice Garriga que alcanzó, «romana en fiel, siete arrobas y trece libras y media», en cuya tarea hubieron de intervenir personas desconocedoras del valor de tan preciados restos, serían causa del desmorona-