NORMATIVA PARA LA RENDICIÓN DE CUENTAS DE LAS OSC Ana Barreto de Fajardo Bogotá, D. C, diciembre de 2011 NORMATIVA PARA LA RENDICIÓN PÚBLICA DE CUENTAS DE LAS OSC El objetivo de este estudio es identificar en Colombia las fuentes jurídicas que facilitan u obstruyen las prácticas de rendición de cuentas y transparencia de las organizaciones de la sociedad civil OSC, específicamente de aquellas que gozan de personería jurídica. Para ello daremos una rápida ojeada a las normas que las regulan, especialmente a las referentes a inspección, control y vigilancia e indagaremos sobre pronunciamientos de la jurisprudencia sobre el tema. 1. Inspección y vigilancia a instituciones de utilidad común Al Presidente de la República, como suprema autoridad administrativa, le compete, según el numeral 26 del artículo 189 de la Constitución Política, “Ejercer la inspección y vigilancia sobre instituciones de utilidad común para que sus rentas se conserven y sean debidamente aplicadas y para que en todo lo esencial se cumpla con la voluntad de los fundadores”. Igualmente en los numerales 21, 22 y 24 del mismo artículo le da la atribución de inspección y vigilancia sobre la enseñanza, los servicios públicos y entidades cooperativas. Esta atribución de inspección y vigilancia no es autónoma, por cuanto para su ejercicio debe sujetarse a las directrices que le señale la ley, como lo ordena el numeral 8 del artículo 150 de la misma obra, pero hasta la fecha el Congreso no ha expedido la ley ordinaria que regule de manera general la función de inspección y vigilancia sobre las instituciones de utilidad común. Véase la sentencia de la Corte Constitucional C-496-98 del 15 de septiembre de 1998, Magistrado Ponente Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. A qué tipo de entidades se refiere esta inspección y vigilancia? Al analizar el texto del numeral 26 del artículo 189 de la Constitución, encontramos que al aludir a “instituciones de utilidad común” está haciendo relación a los elementos que caracterizan a las fundaciones. Veamos por qué: el objeto de la inspección y vigilancia está orientado a “que sus rentas se conserven”, o sea, a la preservación del patrimonio; busca que esas rentas “sean debidamente aplicadas”, lo cual significa que se destinen al objeto de la institución; y establece como finalidad “para que en todo lo esencial se cumpla con la voluntad de los fundadores” y es bien sabido que en las fundaciones los fundadores son quienes las crean destinando un patrimonio a la ejecución de su voluntad consignada en los estatutos, generalmente con fines altruistas. No obstante lo anterior, hoy la tendencia, incluso en la ley, se orienta a incluir en el concepto de “institución de utilidad común” no solo a las fundaciones sino también a las asociaciones o corporaciones, es decir, a todas las personas jurídicas sin ánimo de lucro que persiguen fines de interés social. Es así como en la Ley 489 de 1998 que derogó el Decreto Ley 3130 de 1968, al regular en su artículo 96 la “Constitución de Asociaciones y Fundaciones para el cumplimiento de las actividades propias de las entidades públicas con participación de particulares”, deja atrás esa equivalencia entre fundaciones e instituciones de utilidad común contenida en el artículo 5° del Decreto Ley 3130 de 1968, que las diferenciaba de las asociaciones o corporaciones y, por el contrario, considera que tanto las asociaciones como las fundaciones son de utilidad común. En efecto, la norma dice: “… Cuando en virtud de lo dispuesto en el presente artículo, surjan personas jurídicas sin ánimo de lucro, éstas se sujetarán a las disposiciones previstas en el Código Civil para las asociaciones civiles de utilidad común” (Subrayado fuera de texto). Delegación de la función de inspección y vigilancia El artículo 211 de la Constitución Política permite al Presidente de la República delegar en los ministros, directores de departamentos administrativos, representantes legales de entidades descentralizadas, superintendentes, gobernadores, alcaldes y agencias del Estado, las funciones que la ley determine. La Ley 30 de 1992, sobre educación superior, modificada por la 1324 de 2009, autorizó en su artículo 33 al Presidente de la República para delegar en el Ministro de Educación Nacional todas las funciones señaladas en los artículos 31 y 32 de la misma, sobre fomento, inspección y vigilancia de la enseñanza y de las instituciones de educación superior a que se refieren los artículos 67 y 189, numerales 21, 22 y 26 de la Constitución. Posteriormente, por el artículo 13 de la Ley 489 de 1998, norma que la Corte Constitucional declaró EXEQUIBLE en Sentencia C-561-99 del 4 de agosto de 1999, Magistrado Ponente Dr. Alfredo Beltrán Sierra, se facultó de manera general al Presidente de la República para delegar entre otras, las funciones de inspección y vigilancia a que se refieren los numerales 21 (enseñanza), 22 (prestación de servicios públicos), 24 (actividades financieras, bursátiles, aseguradoras y cualquiera otra relacionada con el manejo y aprovechamiento o inversión de recursos captados del público, entidades cooperativas y sociedades mercantiles) y 26 (instituciones de utilidad común) del artículo 189 de la Constitución Política, en los ministros, directores de departamento administrativo, representantes legales de entidades descentralizadas, superintendentes, gobernadores, alcaldes y agencias del Estado. Delegación de la función de inspección y vigilancia antes de la Constitución de 1991 Antes de la expedición de la Ley 489 de 1998 y en vigencia de la anterior Constitución Política, encontramos las siguientes facultades de delegación de esa función: a. La Ley 22 de 1987, declarada EXEQUIBLE mediante sentencia de la Corte Suprema de Justicia de fecha 18 de febrero de 1988, autorizó en su artículo 2° al Presidente de la República para delegar en los Gobernadores de los Departamentos y en el Alcalde Mayor de Bogotá la atribución de ejercer control y vigilancia sobre las instituciones de utilidad común. Adicionalmente esa ley, en su artículo 1°, asignó a los mismos funcionarios facultades para reconocer y cancelar personería jurídica a las asociaciones, corporaciones, fundaciones e instituciones de utilidad común, de las cuales la primera se suprimió, en virtud de lo dispuesto por el Decreto 2150 de 1995, artículo 40, con las excepciones consagradas en el artículo 45 del mismo decreto, modificado por .el artículo 1º de la Ley 537 de 1999. personas jurídicas respecto de las cuales la ley expresamente regula en forma específica su creación y funcionamiento, todas las cuales se regirán por sus normas especiales. Con fundamento en la autorización dada por la Ley 22 de 1987, se efectuaron las siguientes delegaciones, las cuales continúan vigentes porque no han sido derogadas ni expresa ni taxativamente, y no contrarían la Carta de 1991 ni la nueva legislación sobre delegación de funciones: Por Decreto 432 de 1988, el Presidente de la República delegó en el Alcalde Mayor del Distrito Especial de Bogotá, (hoy Distrito Capital) “la función de ejercer control sobre las sesiones que realicen las asambleas de las instituciones de utilidad común domiciliadas en Bogotá, en las cuales se elijan representantes o demás dignatarios. Por Decreto 1318 de 1988, modificado por el Decreto 1093 de 1989, se delegó en los Gobernadores de los Departamentos y en el Alcalde Mayor del Distrito Especial de Bogotá (hoy Distrito Capital), la función de inspección y vigilancia sobre las instituciones de utilidad común domiciliadas en el Departamento y en la ciudad de Bogotá, respectivamente, que no estén sometidas al control de otra entidad. Por Decreto 525 de 1990, artículo 41, delegó en los Gobernadores y en el Alcalde Mayor de Bogotá, la inspección y vigilancia, así como el otorgamiento, suspensión y cancelación de personería jurídica de las fundaciones y asociaciones sin ánimo de lucro, con fines educativos, científicos, tecnológicos, culturales, de recreación o deportes, que funcionen en su respectiva jurisdicción, sin perjuicio de las funciones que por mandato legal corresponde ejercer al ICFES con respecto a instituciones educativas de Educación Superior. En los artículos 23 y 24 del Decreto 1529 de 1990, vigente en cuanto no fue derogado tácitamente por el Decreto 2150 de 1995, se complementa la delegación efectuada a los Gobernadores tanto por los Decreto 1318 de 1988, y 1093 de 1989 en relación con las instituciones de utilidad común, como por el Decreto 525 de 1990, sobre las instituciones con fines educativos, científicos, tecnológicos, culturales, de recreación o deportes b. Dentro de las atribuciones de intervención en el sector salud que le dio al Estado la Ley 10 de 1990, se incluyó la de “Adoptar el régimen, conforme al cual se debe llevar un registro especial de las personas que presten servicios de salud y efectuar su control, inspección y vigilancia” (artículo 1°, literal f), en cuyo desarrollo se expidió el Decreto 1088 de 1991, modificado por el 996 de 2001, para regular el subsector privado del sector salud. En dicha norma se delegan las diferentes funciones, así: a) la vigilancia y control sobre las fundaciones o instituciones de utilidad común y las asociaciones o corporaciones sin ánimo de lucro en lo referente al cumplimiento de las normas de carácter científico y técnico del servicio público de salud (artículos 6° y 38 a 42, 47 a 51, 53) se delegan en el Ministerio de Salud, después de Protección Social, y organismos de dirección local y regional del sistema de salud; b) la vigilancia y control sobre las instituciones de utilidad común o fundaciones (sin incluir expresamente a las asociaciones o corporaciones, como sucede tanto en el caso anterior como en el que sigue) dedicadas a prestar el servicio de salud, función constitucional asignada al Presidente en el ordinal 19 del artículo 120 de la Constitución para ese momento vigente y que corresponde al numeral 26 del artículo 189 de la Constitución Política de 1991), se delegan en el Ministerio de Salud, después llamado de Protección Social y que próximamente volverá a llamarse de Salud, respecto a las entidades del orden nacional, y en los gobernadores y alcalde de Bogotá, las de carácter territorial (artículos 7°, 43, 44, 45 y 53); y c) la vigilancia y control sobre las entidades sin ánimo de lucro (fundaciones o instituciones de utilidad común y asociaciones o corporaciones) que prestan servicios ya no de salud sino de bienestar social, se delegan en el Instituto de Bienestar Familiar (artículo 12). Qué actividades puede el Ejecutivo realizar en desarrollo de la función de inspección y vigilancia? No existe hoy, como atrás se dijo, una ley ordinaria (numeral 8, artículo 150, Constitución Política) que le señale al Presidente de la República, de manera general, un marco dentro del cual pueda ejercer su atribución constitucional de inspección y vigilancia sobre las instituciones de utilidad común, pero se entiende, por el objetivo de la atribución constitucional, que son las necesarias para: Velar porque sus rentas se conserven, para lo cual requiere información sobre la situación jurídica, económica y contable de la entidad. Velar porque sus rentas sean debidamente aplicadas, lo cual significa que debe obtener información sobre las actividades desarrolladas por la institución, verificar que tales actividades correspondan al objeto institucional consignado en los estatutos y conocer los estados financieros. Velar porque en lo esencial, se cumplan los estatutos, lo cual incluye verificar, fuera del cumplimiento del objeto institucional, que los órganos de administración se designen y actúen en la forma prescrita por aquéllos, teniendo en cuenta las limitaciones legales o estatutarias pertinentes. Como consecuencia de lo anterior y para que la intervención del ejecutivo no sea inocua, cuando se presenten anomalías, tomar las medidas correctivas pertinentes. El artículo 15 de la Carta le permite al Presidente de la República, como excepción a los derechos a la intimidad y reserva en él consagrados, exigir para efectos del ejercicio de sus atribuciones de inspección y vigilancia en general, es decir, no sólo para el evento de las instituciones de utilidad común, la presentación de libros de contabilidad y demás documentos privados, en los términos que la ley señale, pero tampoco se ha expedido la regulación correspondiente, por lo cual hay que acudir a las normas generales. Veamos: Tal disposición constitucional le permite al Ejecutivo acceder a toda la información de una entidad sometida a inspección y vigilancia, aún a aquella considerada como reservada en el artículo 24 del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, contenido en la Ley 1437 del 21 de septiembre de 2011 (secreto comercial o industrial, secreto profesional, información privada…). Esta norma fue declarada mediante sentencia de la Corte Constitucional C-818-11 de 1º de noviembre de 2011, Magistrado Ponente Dr. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, como inexequible, pero con efectos a partir del 31 de diciembre de 2014, mientras el Congreso expide la ley estatutaria correspondiente. La actuación administrativa correspondiente al ejercicio de la inspección y vigilancia, mientras no tenga señalado un procedimiento especial o aún teniéndolo, si no es completo, debe someterse en lo pertinente al procedimiento común y principal establecido en dicho Código (artículo 34); en ella son admisibles todos los medios de prueba señalados en el Código de Procedimiento Civil y las pruebas se pueden aportar, pedir y practicar sin requisitos especiales. El estatuto contable, contenido en el Decreto 2649 de 1993, a cuyo régimen deben someterse aun quienes no estén obligados a llevar contabilidad pero pretendan hacerla valer como prueba (Inciso 2°, artículo 2°), reglamenta todo lo concerniente a la forma como se debe llevar la contabilidad, los libros, los estados financieros, … En los artículos 127 y 133 trata lo referente a la exhibición de libros, y en los artículos 24, 26, 31 y 113 lo atinente a estados financieros y demás información contable exigida por las autoridades que ejercen inspección vigilancia o control. En el campo específico de la educación superior, la precitada Ley 30 de 1992, artículos 31 a 33, señala pautas al Presidente de la República para el ejercicio de las funciones de inspección y vigilancia de la enseñanza y de las instituciones de educación superior; indica que la suprema inspección y vigilancia de esas instituciones será ejercida por el Gobierno Nacional con la inmediata asesoría del Consejo Nacional de Educación Superior (CESU), y con la cooperación de las comunidades académicas, científicas y profesionales, de las entidades territoriales y de aquellas agencias del Estado para el desarrollo de la Ciencia, de la Tecnología, del Arte y de la Cultura; reitera que en las instituciones privadas de Educación Superior, constituidas como personas jurídicas de utilidad común, debe velarse porque sus rentas se conserven y se apliquen debidamente y que en todo lo esencial se cumpla con la voluntad de sus fundadores; y puntualiza que el ejercicio de la suprema inspección y vigilancia implica la verificación de que en la actividad de las instituciones de Educación Superior se cumplan los objetivos previstos en esa Ley y en sus propios estatutos, así como los pertinentes al servicio público cultural y a la función social que tiene la educación. Por su parte el Decreto 1088 de 1991, anterior a la vigencia de la Constitución de 1991, expedido en razón de las facultades de intervención en la salud otorgadas por la Ley 10ª de 1990 y que contiene el régimen de las instituciones del subsector privado del sector salud, en sus artículos 6º a 9° indicó que la inspección y vigilancia a que dicho decreto se refiere, no sólo se dirigirá a garantizar que sus rentas se conserven y sean debidamente aplicadas, sino que abarcará también el cumplimiento de las normas administrativas del sistema de salud convencionalmente adoptadas, así como las de carácter científico y técnico que regulan la prestación del servicio público de salud, el cumplimiento de las finalidades propias, conforme a los correspondientes actos constitutivos y estatutarios. Ahora bien: los delegatarios no pueden excederse en el ejercicio de sus funciones (artículo 6° de la Constitución Política), tienen las mismas facultades que ostenta el delegante y sus actos son susceptibles de los mismos recursos que contra los de éste proceden (artículo 211 de la Constitución Política, artículo 12 de la Ley 489 de 1998). Por consiguiente, a ellos se extienden las facultades que se acaban de mencionar, contenidas en el artículo 15 de la Constitución y en la Ley 30 de 1992. Además, en ausencia de una ley que de manera general direccione la facultad de inspección y vigilancia sobre las instituciones de utilidad común, deben ceñirse los delegatarios a los términos de las respectivas delegaciones, que aún cuando son anteriores a la vigencia de la Constitución de 1991, se encuentran vigentes por no contrariarla. Veamos cuáles son: Al delegar el Presidente de la República en el Alcalde Mayor de Bogotá, la función de ejercer control sobre las sesiones de las asambleas de las instituciones de utilidad común en las cuales se elijan representantes y demás dignatarios, el Decreto 432 de 1988, en su artículo 2°, lo autorizó para verificar “los mecanismos de citación a las sesiones de la asamblea y para asistir a ellas, personalmente o a través de delegados”, así como para tomar “las medidas que juzgue pertinentes para salvaguardar los intereses de la comunidad”. En el Decreto 1093 de 1989, que sustituyó el artículo 2° del Decreto 1318 de 1988, se estableció para efectos de la inspección y vigilancia sobre las instituciones de utilidad común por este último Decreto delegadas en los Gobernadores de Departamento y en el Alcalde Mayor de Bogotá, que las personas jurídicas sobre las cuales se ejerce tal función deben presentar ante el funcionario competente, los siguientes documentos: los estatutos, los proyectos de presupuesto y los balances de cada ejercicio, con arreglo a las normas vigentes sobre la materia. Nótese que tal como está redactada la norma, no es una facultad potestativa del delegatario sino que es obligación de la institución de utilidad común el presentar tal información. En la delegación que por Decreto 525 de 1990, artículo 41, se hizo en los Gobernadores y en el Alcalde Mayor de Bogotá, para la inspección y vigilancia de las fundaciones y asociaciones sin ánimo de lucro, con fines educativos, científicos, tecnológicos, culturales, de recreación o deportes, se les facultó para “ordenar la práctica de visitas a dichas instituciones y pedir la información y documentos que consideren necesarios”. En el Decreto Reglamentario 1529 de 1990 en lo referente a inspección y vigilancia sobre las instituciones de utilidad común, expresamente se autorizó a los Gobernadores para ordenar visitas a las dependencias de las entidades, pedir la información y documentos que considere necesarios y asistir directamente o a través de un delegado, a las sesiones que realicen las Asambleas de dichas entidades, en las cuales se elijan representantes legales o demás dignatarios (artículo 24). Por este mismo decreto se reguló, además, el procedimiento para el reconocimiento y cancelación de la personería jurídica de las asociaciones o corporaciones y de las fundaciones o instituciones de utilidad común; la inscripción y cancelación de la inscripción de dignatarios, incluída la del representante legal, cuando sus actividades se desvíen del objetivo de sus estatutos, o sean contrarias al orden público, a las leyes o a las buenas costumbres; la congelación de fondos cuando la actuación sea grave y se afecten los intereses de la entidad o de terceros; y la expedición de certificación sobre representación legal. Parte de este regulación fue tácitamente derogada por el Decreto Ley 2150 de 1995, que para las organizaciones civiles, las corporaciones, las fundaciones y demás entidades privadas sin ánimo de lucro, que no tienen un régimen especial, abolió el reconocimiento de personería jurídica mediante acto administrativo; reconoció la adquisición de personería jurídica de estas entidades con la sola inscripción en la Cámara de Comercio con jurisdicción en el domicilio principal de la institución, de la escritura pública o documento privado de constitución debidamente reconocido; ordenó también la inscripción en la Cámara de Comercio de las reformas estatutarias, los nombramientos de administradores, los libros, la disolución y la liquidación; y asignó la facultad de certificar la existencia y representación legal de estas entidades a la Cámara de Comercio. Adicionalmente se observa que los procedimientos señalados para las actuaciones no derogadas tácitamente por el Decreto Ley 2150 de 1995, deben sujetarse al Código de Procedimiento Administrativo de lo Contencioso Administrativo (Ley 1437 de 2011), en cumplimiento del inciso tercero del artículo 2° de dicho Código que preceptúa: “Las autoridades sujetarán sus actuaciones a los procedimientos que se establecen en este Código, sin perjuicio de los procedimientos regulados en leyes especiales. En lo no previsto en los mismos se aplicarán las disposiciones de este Código”. Esto por cuanto la naturaleza del Decreto 1529 de 1990 no es la de ley en sentido estricto, sino la de decreto reglamentario. Ya a nivel local, la Alcaldía Mayor de Bogotá, mediante el Decreto 59 de 1991, reglamentó las facultades que se le asignaron y delegaron. En lo referente a inspección y vigilancia, el Art. 38 del precitado Decreto 59 prevé las siguientes actividades: La práctica de visitas de inspección. La solicitud de informaciones y documentos que considere necesarios. El examen de libros, cuentas y demás documentos de las instituciones. La solicitud de allegar los proyectos de presupuesto y los balances de cada ejercicio, con arreglo a las normas vigentes sobre la materia. La asistencia a las sesiones que realicen las asambleas y los órganos de administración de las instituciones de utilidad común, en las cuales se elijan representantes legales o demás dignatarios. Las demás que se deriven de las facultades de inspección y vigilancia, según las normas concordantes vigentes. Valen respecto a este decreto las acotaciones que se acaban de hacer al Decreto 1529 de 1990, sobre derogación parcial por el Decreto Ley 2150 de 1995 y prevalencia del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo sobre los procedimientos señalados. Control cuando se manejan recursos del erario público La legislación colombiana prevé el control de las personas jurídicas sin ánimo de lucro cuando manejan recursos recibidos del Estado, en las siguientes normas: a. El ya aludido Decreto 1088 de 1991, expedido con anterioridad a la vigencia de la nueva Constitución para regular las instituciones del subsector privado del sector salud, en sus artículos 9° y 46, delegó la vigilancia y control sobre las instituciones de utilidad común y asociaciones o corporaciones sin ánimo de lucro que reciban recursos de origen público, en la Superintendencia de Salud, en coordinación con el Ministerio de Salud, después llamado de Protección Social y cuyo nombre anterior recuperará próximamente. El objeto de tal vigilancia y control será la debida aplicación y utilización de los recursos y se hará en los términos de los contratos que para tal efecto se suscriban, conforme a lo previsto en el artículo 23 de la Ley 10 de 1990. b. El artículo 267 de la Constitución Política de 1991 establece por parte de la Contraloría General de la República, cuyo régimen se encuentra en el Decreto 267 de 2000, el control fiscal a posteriori sobre las entidades particulares (dentro de las cuales están incluídas las entidades sin ánimo de lucro) cuando manejen fondos o bienes de la nación. La misma previsión respecto a recursos del Distrito Capital de Bogotá, se encuentra a cargo de la Contraloría Distrital, en el artículo 105 del Decreto 1421 de 1993, por el cual se reguló su régimen especial. c. Los articulos 45 a 47 de la Ley 190 de 1995, conocida junto con la Ley 1474 de 2011 como estatuto anticorrupción, señala normas de control específicas sobre las entidades sin ánimo de lucro que a cualquier titulo reciban recursos del Estado, a fin de evitar prácticas violatorias de las disposiciones o principios a que dicha ley se refiere y la aplicación indebida de dichos recursos. La ley establece como sanción la cancelación de la personería jurídica y multa equivalente al valor de lo aplicado indebidamente, somete al representante legal al régimen de responsabilidad administrativa prevista en el Estatuto General de Contratación de la Administración Pública para los representantes legales de las entidades del sector público, sin perjuicio de las acciones penales que se puedan generar; y prevé la posibilidad de que el Gobierno Nacional exija la obligación de consolidar los estados financieros y de someterlos, junto con los estados financieros básicos a una auditoría financiera. d. El artículo 355 de la Constitución Política, que prohibe los auxilios o donaciones a favor de personas naturales o jurídicas de derecho privado, permite al Gobierno, tanto a nivel nacional como territorial, celebrar contratos con recursos de los respectivos presupuestos, con entidades privadas sin ánimo de lucro, siempre y cuando éstas sean de reconocida idoneidad y se trate de impulsar programas y actividades de interés público acordes con el Plan Nacional y los Planes Seccionales de Desarrollo. Este tipo de contratos se celebra por escrito, con los requisitos y formalidades de los contratos entre particulares, salvo los señalados en el reglamento, contenido en el Decreto 777 de 1992, modificado por los Decretos 1403 de 1992 y 2459 de 1993. En ellos se pueden incluir las cláusulas exorbitantes y están sujetos al control fiscal posterior por parte de las respectivas Contralorías (artículo 14). e. Cuando las entidades estatales del orden nacional o territorial celebren contratos con entidades sin ánimo de lucro en condiciones diferentes de las previstas en el artículo 355 de la Constitución Política, deben celebrarse por escrito, sujetarse a las disposiciones comerciales y civiles pertinentes, salvo en las materias particularmente reguladas en el Estatuto General de Contratación de la Administración Pública, contenido en la Ley 80 de 1993, modificada por la Ley 1150 de 2007. La dirección general y el control y vigilancia sobre la ejecución del contrato corresponde a la entidad estatal contratante, quien la ejerce con la colaboración de interventores o supervisores y en virtud de las cláusulas exorbitantes que la ley permite incluir según el tipo de contrato, tiene potestades extraordinarias para interpretar el contrato, introducir modificaciones al mismo y hasta terminarlo unilateralmente (artículo 14). Los contratistas responden penal y civilmente por sus acciones y omisiones (Art. 52); Los consultores y asesores externos, así como los interventores, responden civil, fiscal, penal y disciplinariamente tanto por el cumplimiento de las obligaciones derivadas de su propio contrato, como por los hechos u omisiones que les fueren imputables y que causen daño o perjuicio a las entidades, derivados de la celebración y ejecución de los contratos respecto de los cuales hayan ejercido o ejerzan las respectivas actividades de consultoría o asesoría o interventoría, según el caso (Art. 53) Todo contrato que celebren las entidades estatales, estará sujeto a la vigilancia y control ciudadano. (Art. 66). f. Los artículos 83, 84 y 85 de la Ley 1474 de 2011, estatuto anticorrupción, obligan a las entidades estatales a vigilar permanentemente la correcta ejecución del objeto del contrato, a través de un supervisor o de un interventor, según el caso, para tutelar la transparencia de la actividad contractual, proteger la moral administrativa y prevenir la ocurrencia de actos de corrupción. g. Control social. La Ley Estatutaria 850 de 2003 regula las veedurías ciudadanas, creadas por la Ley 134 de 1994, a través de las cuales los ciudadanos y las organizaciones comunitarias pueden vigilar la gestión administrativa y sus resultados no sólo sobre el sector público, en cualquiera de sus niveles, sino también sobre entidades privadas, organizaciones no gubernamentales, de carácter nacional o internacional que operen en el país, cuando en la ejecución de programas proyectos, contratos o prestación de servicios públicos, haya cualquier participación de recursos públicos. A su vez la ley indica que el representante legal de esas entidades, por propia iniciativa u obligatoriamente a petición de un ciudadano o de una organización civil, informe a los ciudadanos y a las organizaciones civiles, a través de un medio de amplia difusión en el respectivo territorio, para que ejerza la vigilancia correspondiente. La Corte Constitucional en Sentencia C-292-03 del 8 de abril de 2003, Magistrado Ponente Dr. Eduardo Montealegre Lynett, revisó la exequibilidad del Proyecto de Ley 22/01 del Senado y 149/01 de la Cámara, que se convirtió en la Ley 850 de 2003. h. El artículo 14 del decreto ley 1547 de 1984, sustituído por el artículo 1º del decreto ley 4830 de 2010, declarado parcial y condicionalmente exequible por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-194-11 del 18 de marzo de 2011, Magistrado Ponente Dr. Humberto Antonio Sierra Porto, regula las transferencias que haga el Fondo Nacional de Calamidades (dedicado a la atención de las necesidades que se originen en situaciones de desastre o calamidad o de naturaleza similar) a entidades públicas, del orden nacional o territorial o a entidades privadas, dentro de las cuales quedan incluidas las OSC cuyo objeto social tenga relación directa con las actividades que se requieran para atender la emergencia que se pretende superar. La norma establece que la administración de estas transferencias, con destinación específica, son responsabilidad del jefe de la respectiva entidad receptora y que la Contraloría General de la República, la Procuraduría General de la Nación y el Sistema de Control Fiscal actuarán de manera articulada para la vigilancia del manejo de los recursos estatales. 3. Otras normas que pueden promover la rendición de cuentas Muy dentro del espíritu de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, adoptada en New York el 31 de octubre de 2003 por la Asamblea General de dicho organismo y aprobada en Colombia por la Ley 970 de 2005, se promulgó la Ley 1474 de 2011, “por la cual se dictan normas orientadas a fortalecer los mecanismos de prevención, investigación y sanción de actos de corrupción y la efectividad del control de la gestión pública”. Esta ley, que junto con la Ley 190 de 1995 se conoce como estatuto anticorrupción, en su Capítulo V se refiere a los organismos especiales creados para la lucha contra la corrupción y en dos de ellos encontramos funciones relacionadas con estímulos a la transparencia de las entidades privadas, dentro de las cuales se encuentran las organizaciones de la sociedad civil. Veamos: i. En las funciones asignadas a la Comisión Nacional Ciudadana para la Lucha contra la Corrupción, conformada por representantes de las organizaciones de la sociedad civil (artículo 66), se le atribuye la de “Promover la elaboración de códigos de conducta para el ejercicio ético y transparente de las actividades del sector privado y ii. para la prevención de conflictos de intereses en el mismo” (artículo 68, literal d) Dentro de las funciones del Programa Presidencial de Modernización, Eficiencia, Transparencia y Lucha contra la Corrupción, en el artículo 72 se le asignan, entre otras, las siguientes: “b) Diseñar, coordinar e implementar directrices, mecanismos y herramientas preventivas para el fortalecimiento institucional, participación ciudadana, control social, rendición de cuentas, acceso a la información, cultura de la probidad y transparencia”; y en el liiteral f): “Definir y promover acciones estratégicas entre el sector público y el sector privado para la lucha contra la corrupción”. Este Programa Presidencial de Modernización, Eficiencia, Transparencia y Lucha contra la Corrupción se suprime a partir del 31 de diciembre de 2011, en virtud de lo preceptuado en el Decreto 4637 del 9 de diciembre de 2011, pero sus funciones se trasladan a la Secretaría de Transparencia creada por dicho Decreto dentro del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República. 4. Incidencia de las normas sobre control y vigilancia en la rendición de cuentas de las OSC El tema de la transparencia y dentro de ella la autorregulación y la rendición de cuentas en la gestión de las organizaciones en general, tanto a nivel estatal como empresarial y del sector social, es hoy preocupación mundial, es considerado como propulsor de desarrollo y una herramienta contra la corrupción. En Colombia el marco jurídico de la inspección y vigilancia que al Ejecutivo compete sobre las instituciones de utilidad común, no constituye en el presente un estímulo real a la rendición de cuentas. Si bien es cierto que constitucionalmente el Presidente de la República tiene la facultad de acceder a toda la información de las instituciones sobre las cuales ejerce esa atribución, incluso la considerada privada y reservada, legalmente es incipiente por cuanto falta la ley que, sin desconocer los principios de autonomía y libertad de estas entidades, señale las directrices a las cuales debe ceñirse. Por otra parte, en las delegaciones efectuadas con anterioridad a la Constitución de 1991, cuando el Presidente de la República era autónomo en la atribución de inspección y vigilancia, y que aún se encuentran vigentes, no se incluye el control de resultados. La normatividad sobre vigilancia y control de los contratos estatales promueve la rendición de cuentas del contratista únicamente en cuanto debe responder ante la entidad contratante por el objeto del contrato, la correcta y oportuna ejecución del mismo y la calidad de los bienes o servicios contratados, no en cuanto al impacto generado, salvo que este item sea parte del mismo objeto contratado. Con los recursos de cooperación internacional sucede igual. Se rinde cuentas a la agencia en relación con el objeto del convenio y su desarrollo, en los términos que se hayan pactado, los cuales generalmente incluyen una evaluación final a los seis (6) meses a partir de la finalización del Programa para analizar en qué medida se han alcanzado los objetivos y recomendar acciones correctivas si los niveles obtenidos no son satisfactorios. Ahora bien, las normas sobre control y vigilancia de la gestión pública por parte de los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, que igualmente se aplican al sector privado cuando maneja recursos públicos de cualquier orden, tienen incidencia en rendición de cuentas por cuanto se extiende al logro de resultados de dicha gestión, respetando la órbita privada de las entidades y el derecho de reserva sobre documentos y actuaciones protegidos constitucional o legalmente. En donde se puede apreciar mayor influencia de la normatividad sobre rendición de cuentas no sólo de las organizaciones de la sociedad civil sino del sector privado en general, acompañada de acción gubernamental, es en el desarrollo de la política del gobierno de lucha contra la corrupción, dirigida sustancialmente al sector público y dentro de la cual la estrategia de rendición de cuentas de la administración pública a la ciudadanía ha tenido interesantes avances. En dos de los organismos especiales creados para la lucha contra la corrupción, encontramos este direccionamiento hacia el ámbito privado, no sólo para estimular la participación ciudadana en la ejecución de dicha política, sino para promover entre el sector público y el privado una nueva cultura, con acuerdos de autorregulación que fomenten transparencia y eficiencia, y para impulsar la adopción de códigos de conducta y ética que indudablemente van a contribuir al fortalecimiento del control interno de las organizaciones de la sociedad civil y de la empresa privada y a la transparencia de su gestión y la de sus directivos. Actividad de las OSC en rendición de cuentas Más importante que la legislación nacional que promueva la rendición de cuentas, es la propia actividad de las OSC en ese sentido. A nivel global encontramos importantes iniciativas de transparencia y rendición de cuentas que sirven de guía para el actuar de las OSC. Es así como países desarrollados, países en desarrollo e instituciones bilaterales y multilaterales de desarrollo, con la participación también de organizaciones de la sociedad civil, han venido trabajando en la elaboración y ejecución de una Agenda sobre Eficacia de la Ayuda al Desarrollo, a través de tres Foros (Roma 2003, París 2005 y Accra 2008), ahora con miras a la celebración del IV Foro de Alto Nivel en Busán, Corea del Sur, a finales de 2011. En el Foro de Roma se adoptaron principios para armonizar y alinear la ayuda; en la Declaración de París sobre la eficacia de la ayuda al Desarrollo se acogieron principios y compromisos entre los países socios y los donantes, tendientes a mejorar la eficacia de la ayuda; en el Programa de Acción de Accra, Ghana, se profundizó en estos temas, se aceptó la propuesta de las organizaciones de la sociedad civil de colaborar en el proceso, se les invitó a reflexionar sobre la aplicación de los principios de la Declaración de París, se les instó a orientar sus actividades hacia el logro de resultados, y en especial a: “i) mejorar la coordinación entre las iniciativas de las organizaciones y los programas de los gobiernos, ii) mejorar la rendición de cuentas por los resultados de las organizaciones y iii) mejorar la información sobre las actividades de las organizaciones”. En desarrollo del compromiso adquirido en Accra y con miras al IV Foro de Alto Nivel sobre Eficacia de la Ayuda al Desarrollo, se estableció el Foro Abierto para la Eficacia de las OSC (Open Forum for CSO Development Effectiveness), definido como un espacio de aprendizaje para que las OSC puedan discutir estos temas entre sí y con los donantes y los gobiernos a nivel nacional, regional e internacional, a fin de “construir un consenso sobre los principios comúnmente aceptados para mejorar su eficacia y el desarrollo de normas mínimas para un entorno propicio donde las OSC puedan plenamente aplicar y fortalecer su papel específico en el desarrollo”. En la Asamblea General del Open Forum celebrada en Estambul del 28 al 30 de septiembre de 2010, se aprobaron los “Principios de Estambul para el Desarrollo de la efectividad de las OSC como Actoras del Desarrollo” en virtud de los cuales las OSC se comprometieron, entre otras, a tomar medidas proactivas para mejorar sus prácticas en pro del desarrollo y a rendir cuentas cabales por las mismas. Esta declaración fue reconocida por la Comisión Europea en septiembre de 2011. En Colombia los avances en el ejercicio de la democracia participativa consagrada en la Constitución Política de 1991, están generando en el ámbito de las OSC, interés y preocupación por su corresponsabilidad en la lucha contra la corrupción y han suscitado inquietud sobre la transparencia en sus actividades. En la década de los 90 del Siglo pasado, la Confederación Colombiana de ONG adoptó la Declaración de Principios de las ONG de Colombia, uno de los cuales es la rendición de cuentas, e incluyó en sus estatutos, en el objeto institucional, la promoción de la autorregulación del sector y en los deberes de sus miembros, enmarcar su propia actividad dentro de los parámetros señalados en aquella declaración. Como resultado de una estrategia puesta en marcha desde 2005 por la Confederación Colombiana de ONG y la Red de ONG por la Transparencia (ONGxT), un grupo de ONG de alcance nacional, ha realizado con éxito un ejercicio de rendición social colectiva de cuentas, en los años 2008 y 2010 en eventos públicos y en el 2009 mediante la circulación de la información. Entre los años 2006 y 2008, el Instituto de Comunicación y Desarrollo ICD de Uruguay y CIVICUS, adelantaron un estudio en 9 países sobre prácticas de transparencia y rendición de cuentas, que contiene importante información. Otro esfuerzo de gran trascendencia, esta vez a nivel latinoamericano, es la Iniciativa Regional por la Transparencia y la Rendición de Cuentas de las OSC en América Latina, Rendir Cuentas, que desde 2009 lideran la Confederación Colombiana de ONG, CCONG, la Red de ONG por la Transparencia (ONGxT) de Colombia, el Instituto de Comunicación y Desarrollo (ICD) de Uruguay y CIVICUS, en parte con apoyo de la National Endowment for Democracy y el BID. El trabajo conjunto se direcciona a promover la adopción de buenas prácticas en transparencia y rendición de cuentas en América Latina e instaurar prácticas sistemáticas de autorregulación tanto para rendición colectiva como individual de cuentas. Inicialmente se aplicó en Argentina, Colombia, Ecuador y Uruguay y ahora se extiende a Perú y República Dominicana. Más que esperar la acción del Estado en la promoción de la rendición de cuentas en el sector privado, que como atrás se vió ya se está dando, corresponde a las OSC, en desarrollo de su autonomía y capacidad de autodeterminación, propulsar entre ellas, en acción coordinada, la sinergia de las iniciativas que a nivel mundial, regional, nacional y local se están generando hacia una cultura de autorregulación y transparencia, con énfasis en la necesidad de buenas prácticas contables y de control interno y en la rendición de cuentas, que permitan visualizar y evaluar su aporte al desarrollo, a la vez que contribuir en la lucha contra la corrupción. Bogotá, D. C, diciembre de 2011. BIBLIOGRAFÍA 1. http://www.aideffectiveness.org 2. http://www.alcaldiabogota.gov.co 3. http://www.ccong.org.co 4. http://www.cntv.org.co 5. http://es.babelfish.yahoo.com 6. http://www.gloobal.net/ 7. http://www.oecd.org 8. http://www.presidencia.gov.co 9. http://puc.com.co 10. http://rendircuentas.org 11. http://www.secretariasenado.gov.co