El anticomunismo como arma electoral

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13 CENTELLA_29 CARRILLO.qxd 02/06/16 19:52 Página 13
TRIBUNA
Por José Luis Centella*
El anticomunismo como arma electoral
E
stamos asistiendo en las
últimas semanas a una
puesta al día de un rancio anticomunismo que
parecía superado por la historia.
Cuando hace ya unos cuantos años
me tocó la responsabilidad de asumir la dirección del Partido Comunista de España no imaginé que me
tocaría vivir esta nueva oleada de
anticomunismo, que me tocaría tener que responder a la agitación de
un miedo falso e irreal como arma
electoral para incautos.
Es realmente sorprendente, por lo
pueril y falto de imaginación, que
tras la firma del acuerdo entre Izquierda Unida, Podemos y otras formaciones políticas para presentarse
en coalición a las elecciones generales del próximo 26-J desde el Partido Popular, PSOE y Ciudadanos se
haya buscado asustar a una parte del
electorado resucitando este fantasma. Da la impresión de que hubiera gente que cuando ve peligrar su
estatus electoral particular y observa el reconocimiento al trabajo ajeno decide sacar del baúl la caja de
Pandora de todos los males como si
la mismísima democracia estuviera
en peligro.
No es menos penoso escuchar por
boca de determinados dirigentes que
defienden políticas que han conducido a la miseria y a la exclusión a
millones de personas en este país
tratar de asustar al electorado al presentar a la coalición electoral Unidos Podemos como el caballo de
Troya del comunismo español. Airean con grandes aspavientos que
su posible llegada al Gobierno puede suponer la vuelta a las cavernas.
Pero resulta aún más indignante que
quienes siempre han tenido y siguen
teniendo dificultad para condenar
los crímenes del franquismo, traten
ahora de situar al Partido Comunista como una fuerza peligrosa para
la democracia y ataquen así a una
formación que se dejó a miles de sus
militantes en las cárceles o las tapias
de los cementerios por luchar por la
libertad.
El nerviosismo que puede provocar que Unidos Podemos rompa el
actual mapa electoral y consiga que
el PSOE tenga que decidir entre pactar un acuerdo de progreso o legitimar el pacto con el PP no puede justificar de forma alguna que determinados dirigentes socialistas destacados hablen del comunismo como un peligro.
No todo debe valer en esta campaña electoral; se trata de que cada
fuerza política plantee para qué, cómo y con quién quiere gobernar, se
trata de debatir sobre los problemas
reales y acuciantes de la gente, y cómo piensa cada fuerza política solucionarlos.
Nosotros creemos que el apoyo
del electorado se debe conseguir
desde la ilusión, no desde el miedo,
de ahí que tratar de situar el anticomunismo en el debate de campaña
define muy bien a quien lo plantea
y, sobre todo, genera una dinámica
electoral que retrocede en los valores democráticos.
Una campaña sostenida desde el
miedo es una forma de devaluar la
democracia y de abrir la puerta al
fascismo. Sobre el miedo no se puede construir una sociedad de mujeres y hombres libres, que necesita
sobre todo debate de ideas y de propuestas, no descalificaciones y acusaciones vacías.
Frente a quienes consideran que
el comunismo es una amenaza para la libertad, debería destacarse que
Tratan de
situar al
Partido
Comunista
como una
fuerza
peligrosa para
la democracia
y atacan a
una
formación
que se dejó a
miles de sus
militantes en
las cárceles o
las tapias de
los
cementerios
por luchar por
la libertad
lo que de verdad importa es que el
auténtico peligro está precisamente
en las leyes que recortan libertades
y derechos. Son precisamente quienes las redactan, esos mismos que
presumen de demócratas y de patriotas, quienes luego entregan la soberanía nacional a las multinacionales a través de un tratado de libre
comercio como el TTIP.
Lo más peligroso de esta campaña anticomunista es su parecido con
las de otra época histórica. Cuando
el capital no es capaz de resolver su
crisis, aparecen dos elementos: por
un lado el auge de los valores fascistas y, por otro, la referencia del
anticomunismo como aglutinante.
El Partido Comunista de España
se define por sus acuerdos congresuales, que son públicos, y no tiene complejo en defender la vigencia de los principios y valores del
comunismo en el siglo XXI por encima de errores que se han podido
cometer en determinados momentos históricos.
Esto mismo es evidente que ha
ocurrido con otras ideologías o
creencias y, sin querer ofender a nadie, se puede recordar que en nombre de la religión se sigue matando
en este siglo, sin que nadie por ello
pueda considerar que toda persona
religiosa es una fanática capaz de
asesinar en nombre de su Dios; pero este es otro debate. El que de verdad importa y demandarán millones de personas en las próximas semanas es saber qué va a ser de sus
vidas y cómo pueden dejar de sufrir las consecuencias de la grave
crisis actual que, por cierto, no ha
sido provocada precisamente por el
comunismo. l
*Coordinador de la Presidencia Federal
de Izquierda Unida
nº 1158. 6–12 de junio de 2016
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