Joan Baez, la voz de todos

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LATERCERA Sábado 15 de marzo de 2014
Cultura&Entretención
RR La cantante
estadounidense Joan Baez se
presentó anoche, en el Teatro
Caupolicán. FOTO: ARCHIVO
CRITICA DE CONCIERTO
Joan Baez, la voz de todos
L
a noche no es de consignas, sino de sensibilidades. No cuelgan lienzos ni
destellan gritos desde las
graderías, sólo surge una ligera
rechifla cuando un presentador
saluda a personeros de gobierno.
El Teatro Caupolicán lucía anoche casi lleno para el debut formal de Joan Baez en Chile, tras su
trabado paso por un gris Santiago, en 1981.
Apenas telón de fondo y las luces
imprescindibles reciben a la intérprete femenina más representativa de la canción protesta estadounidense. A escasa distancia, sus 73
años parecen un error de información. De negro, con largo pañuelo
rojo y el cabello encanecido, irradia una energía jovial, impulsada
por una sonrisa que sólo abandona cuando se compromete entonando canciones legendarias.
Su voz de soprano ha dado paso a
tonos más graves sin perder dramatismo. Explicó en “spanglish”
el sentido de God is God, original
del cantautor Steve Earle, la pri-
Marcelo
Contreras
Crítico de música
Las canciones no
son suyas, tampoco
de quienes las
crean, sino que las
hace sentir como si
fueran del público.
mera de la noche. Al tercer tema,
la composición tradicional irlandesa The Lily of the west, se sumaron el multiinstrumentista
Dirk Powell y Gabriel Harris en
percusión, hijo de la cantante.
Continuó con La llorona, un son
itsmeño mexicano. Las explicaciones en español salpicadas en inglés y viceversa antecedieron la
trágica Deportees (plane wreck at
Los Gatos), original de Woodie
Guthrie.
Las versiones siguieron con Jerusalem, otra selección de Steve Earle. Al turno de Mi venganza personal, poema del revolucionario
sandinista nicaragüense Tomás
Borge, el público irrumpió en
aplausos. La reacción emotiva
persistió con Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara.
Luego contó que la siguiente escala de la gira es Brasil y que aprovecharía de practicar cantando
Cálice, de Chico Buarque. Empalmó con el clásico de clásicos, The
house of the rising sun, incluyendo un breve solo de bajo de
Powell, mientras Harris aplicaba
una sutil percusión en címbalos.
Al turno de Give me cornbread
when I’m hungry, Baez bailó con
Powell, en tanto el público avivaba con palmas.
La lista de ineludibles se engrosó
con Joe Hill, cantada por Baez en
Woodstock 69, y el crimen pasional relatado en El preso número
nueve, de Roberto Cantoral. Coros
masivos acompañaron Como la
cigarra y Volver a los 17, junto a
Isabel Parra y la facción Coulón,
de Inti Illimani.
Aunque Joan Baez no escriba lo
que canta, domina por completo
el arte de la interpretación. Las
canciones no son suyas, tampoco de quienes las crearon, sino
que las hace sentir como si fueran del público, de la masa, de
esa gente por la que ha dado su
vida sobre el escenario.
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