PERSONAS DESAPARECIDAS Y BÚSQUEDA DE IDENTIDAD La Dirección General de Registro de Personas Desaparecidas (DGRPD) trabaja, entre otros temas, en las búsquedas de identidad de origen de las personas que fueron apropiadas. Es decir, personas a quienes se les ha sustituido de manera ilegal su identidad habitualmente por quienes fueron los padres de crianza, es decir, quienes se suponía, más amaban a sus hijos. En el lapso comprendido entre diciembre de 2004 y marzo de 2006, en esta DGRDP se recibieron más de 250 casos, de los cuales se pudieron abordar 65 y 33 fueron resueltos. El resto, por motivos de cantidad de personal y de recursos materiales, serán investigados en el futuro inmediato. En este marco, hemos comenzado a trabajar sobre las alternativas judiciales que permitan a estas personas apropiadas ejercer el derecho constitucional (art. 12 punto 2 de la Const. Prov. Bs. As) de conocer su identidad de origen. Una primer presentación donde esta Dirección acompañó a una ciudadana que desea saber sus orígenes, se está desarrollando a partir de diciembre de 2005 en forma sumamente auspiciosa. La presentación se hizo ante un Tribunal de familia y a través de una medida autosatistactiva. 1) Apropiación de Menores: Hablamos de apropiación cuando un menor es anotado como hijo propio de personas que no son sus padres biológicos. No se trata de una adopción (por ende, legal) sino de un delito (sustitución de estado civil, de identidad, etc). 2) Período 1976-1983 Cuando en Argentina se habla de apropiación de menores, se tiende a vincular el fenómeno con lo sucedido en la última dictadura militar (1976-1983). En esos casos, se trata de niños nacidos en cautiverio o secuestrados junto a sus madres que permanecen desaparecidas. Muchos de ellos fueron apropiados por miembros de las fuerzas de armadas o de seguridad y anotados como propios por quienes no eran sus padres biológicos. Son los niños desaparecidos. Podemos citar como ejemplo un caso paradigmático y resonante, el caso de los mellizos Reggiardo–Tolosa. Los mellizos nacieron en cautiverio, sus padres desaparecieron, y ellos fueron apropiados por el subcomisario de la Policía Federal, Samuel Miara. La Justicia encontró a los mellizos en Paraguay, Miara fue extraditado, encarcelado, condenado y los niños, ya adolescentes, fueron restituidos a la familia Tolosa. Sin embargo, operaciones posteriores de algunos sectores, boicotearon la integración de los mellizos a su familia biológica. El caso muestra hasta dónde puede llegar la crueldad de un acto de apropiación. Casos como este contribuyeron a que se difundiera el fenómeno de la apropiación de menores, aunque siempre ligado a una época y estrechamente vinculado al Terrorismo de Estado. Consideramos que se trata de un buen paradigma para aproximarnos a la cuestión, entre otras cosas porque pone en evidencia una práctica social que comienza mucho antes de ese período y continúa hasta la actualidad. Es decir, la apropiación de menores puede pensarse como un uso social que se sistematiza y asocia a la represión en un determinado contexto, pero que no es exclusivo del mismo. Es más, se trataría, aún hoy, del procedimiento más frecuente para apoderarse de un niño ajeno. Durante el período 1976-1983 al uso social de la apropiación se le sumo la impunidad del Terrorismo de Estado. 3) Antes y Después. Sin embargo hay diferencias entre los hechos ocurridos durante la ultima dictadura militar y los ocurridos antes y después. Los casos de la dictadura han tenido un elevado nivel de judicialización; incluso, se ha llegado a aplicar condenas a los responsables, v.gr. el Crio. ® Miguel Etchecolatz y el médico Jorge Bergés, ambos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Por el contrario, los casos de apropiación de menores fuera de aquel contexto, rara vez han llegado a la Justicia. A esto se suma la dificultad para conocer la verdad sobre la identidad de origen. En general, las personas que fueron apropiadas, una vez adultas, buscan su origen realizando investigaciones de tipo personal, domésticas, fragmentarias, que demuestran la ausencia de una vía formal para resolver estos casos. Esto nos permite inferir que, lamentablemente, la cuestión de los niños desaparecidos durante la dictadura no ha contribuido a hacer del tema de la apropiación de menores, en general, una preocupación pública. Afirmamos que la apropiación de menores es un procedimiento frecuente. Con esto queremos objetivar que se trata de un hecho muy extendido y naturalizado por amplios sectores sociales. Esto quiere decir que apoderarse de niños y criarlos como propios, soslayando los mecanismos formales del instituto de la adopción, es una práctica socialmente aceptada. Apropiarse de un niño no es considerado un delito; no obstante, aquellos que lo cometen, lo ocultan. Apropiarse de un niño no escandaliza, es más, se visualiza como un acto de bien y se justifica con un supuesto derecho de las parejas a ser padres. Otra de las excusas esgrimidas es la supuesta lentitud y burocracia de los mecanismos de adopción. Todas estas cuestiones van entretejiendo un discurso social que no sólo legitima y justifica, sino reproduce el fenómeno. Así, se pasa a cosificar y despersonalizar al niño, como un simple objeto que satisfizo la necesidad de una pareja de ser padres y se desvirtúa la idea de la adopción, que se basa en el supremo interés del niño y en el derecho de que el mismo goce de una identidad y una familia. Todos estos elementos construyen un imaginario social que facilita enormemente el Tráfico de Niños. 4) Tráfico de Niños: Los niños que son apropiados no son conseguidos por las familias de crianza según lo que dicta la Ley. Esto quiere decir que, en la mayoría de los casos, una persona apropiada fue una víctima del tráfico de niños. Lo más probable es que tras un adulto que busca su identidad haya un niño que fue traficado. Entendemos por tráfico de niños la entrega, recepción o sustracción de un niño menor de dieciocho años de edad, en cualquier forma o para cualquier fin ilegítimo 1. Anotar a un niño como hijo propio cuando no lo es, sería uno de esos fines ilegítimos. De modo que entregar a un hijo de manera voluntaria a terceros, intermediar para que ese niño sea entregado, recibir a ese niño, son modalidades del tráfico de niños. Esto quiere decir que sin llegar al extremo del robo o secuestro de un menor, el niño en cuestión está siendo traficado, tratado como una mercancía, aunque no exista dinero de por medio. El tráfico de niños puede darse a través de organizaciones que sacan un rédito económico: intercambian dinero por niños. Son bien conocidos los casos de europeos que vienen a Sudamérica a buscar chicos: luego de desembolsar unos cuantos miles de euros o dólares en concepto de trámites dudosos, corrupción y pago a intermediarios, se llevan “casi legalmente” a los chicos como sus hijos a tierras extrañas. Decimos “casi legalmente” porque existen formas que rozan la legalidad pero están viciadas de ilegitimidad. Recordemos algunos casos resonantes para visualizar esta cuestión. Claudia Cordero Biedma, ex mujer del periodista Bernardo Neustadt, ventiló “su caso” en la revista Gente contando la historia de cómo había conseguido dos hijos. Los dos niños son hermanos biológicos y nacieron en Kazajstán, una ex 1 FELLINI Zulita: “Delito de Tráfico de Niños”. Ed. Hammurabi. Buenos Aires, 2000. república soviética. Ella los contactó por medio de una agencia de adopción norteamericana. Acudió a ella porque argumentaba que en Argentina siendo una mujer sola era difícil adoptar y porque el caso de una amiga suya le había provocado pánico: al enterarse la familia biológica de la buena situación de la familia adoptiva, habrían intentado obtener algún beneficio económico. Entonces, razonó Cordero Biedma, mejor buscar a los chicos lejos, de modo que fueran difíciles los reclamos. Viajó una y otra vez, hasta lograr su cometido: “convertirse en madre”. La crónica de la revista Gente poco habla de los “escollos” legales que debieron ser superados, del dinero gastado en las gestiones; menos aún habla del desarraigo de esos dos chicos y del incierto destino de sus padres. Se narra en tono épico la “odisea” de esta mujer rica por obtener lo que quería: en este caso dos niños. Cordero Biedma sólo pone el acento en el bienestar económico que les va a brindar (nunca se habían bañado con agua tibia y ahora viven en su lujoso chalet de San Isidro) a sus dos rubios “kazaquitos”. La historia sale en la tapa de la revista y se vende como una historia de amor 2. Indudablemente, esto no sólo significa aprobar un acto semejante sino que contribuye a su expansión. En el ejemplo de Cordero Biedma, los niños fueron traídos desde el exterior a nuestro país. Recordemos ejemplos análogos pero de niños argentinos llevados hacia el exterior. Por ejemplo, el caso del niño adoptado por el rejoneador español Angel Peralta y su esposa, Encarnación Rizo, que se hizo público gracias a la revista “Hola” hace más de 10 años. En la misma época, otro tanto sucedió con el ciudadano norteamericano y agente de la CIA, Michael Caloyannides, a quien en un polémico trámite se le entregó un niño en guarda con fines de adopción. Tiempo después y ante un requerimiento de la justicia argentina, Caloyannides afirmó que ni él ni el niño regresarían a Argentina. Estos casos demuestran, además, los prejuicios y los intereses económicos, la acción de las agencias y la legitimación que muchas veces brindan los medios, así como también la falta de contemplación para con los niños. Es decir, algunas de las cuestiones más importantes que rodean el tráfico internacional de niños. Pero también el tráfico de niños se da a niveles informales donde, o no existe intermediario, o este no recibe dinero alguno. Desde la partera que le cobra al matrimonio de apropiadores el parto de la madre biológica hasta el acuerdo informal entre madre biológica y apropiadora que concurren juntas a la maternidad: la diversidad y variabilidad de fenómenos en los que el tráfico de niños se encarna en la realidad, nos demuestran la complejidad del mismo. En nuestro país, como en el resto de los países del mundo, el tráfico de niños se da de sectores pobres a sectores pudientes, así como, a nivel mundial, los niños circulan de países pobres a países ricos. Acercarnos a la complejidad de este fenómeno implica pensar en las condiciones que posibilitan este tráfico, siendo la 2 Revista “GENTE” Nro. 1994 , 7 de octubre de 2003. pobreza, desprotección y vulnerabilidad de amplios sectores sociales uno de los elementos que lo hacen posible. Como hace 80 años planteó Albert Londres respecto a la trata de blancas: “El rufián no crea. No hace más que explotar lo que encuentra. Si no encontrara esa mercadería, no la vendería. Únicamente sabe quién la fabrica. Conoce la fábrica de donde sale la materia prima, la gran fábrica: la miseria” (“El camino de Buenos Aires” 3). 5) Las madres “dadoras” de niños: Nadie se ocupa lo suficientes de las condiciones de vida de estas familias, así como tampoco nadie piensa en las madres "dadoras" de niños, proveedoras de criaturas para un mercado que luego las estigmatiza como "desalmadas" y "abandónicas" por haberlos entregado. Pongamos dos ejemplos para ilustrar lo dicho anteriormente: en Ucrania hace unos años aumentó muchísimo la población de niños abandonados en orfanatos. Como en muchos países de la ex URSS (y como observamos en el ejemplo de Cordero Biedma), existían las agencias de adopción internacionales que promovían, por ejemplo vía internet, a esos niños blancos para que parejas de algún otro lugar del mundo los adoptara. Sin embargo, las autoridades competentes ucranianas generaron un programa de contención social de las madres: así, éstas recibían asistencia y ayuda de parte del Estado, para que mejores condiciones de vida faciliten la crianza de sus hijos. Al cabo de dos años, el índice de abandono de niños y la población de los orfanatos bajó considerablemente. Al ver que les brindaban protección, las mujeres se quedaban con sus hijos en vez de entregarlos a la tutela del Estado. El siguiente ejemplo es la contraparte del anterior: en la ciudad de La Plata, Argentina y a lo largo de más de 15 años, la Iglesia Católica a través de “Caritas”, conformó un grupo de adopción inspirado en los modelos de agencias norteamericanas. En este marco se le brindaba asistencia a la madre hasta llegar al buen término del embarazo; la intención era “evitar los abortos” y la “venta de niños”, según lo expresa Caritas en un documento4. Paralelamente el equipo elegía entre una serie de candidatos, al matrimonio que se haría cargo de esa criatura, a quienes sería entregado por medio de una escritura pública (luego prohibido por la Ley de Adopción de 1994). Pasado un lapso, con la escritura se presentaban ante las autoridades judiciales y formalizaban la adopción. 3 Con investigaciones propias realizadas en Argentina en los años de 1920 y principios de los 30, el periodista francés Albert Londres escribió un libro espectacular llamado “Camino de Buenos Aires”. Para documentarse recorrió los mayores centros de prostitución como San Fernando, Avellaneda, Rosario, Córdoba y Mendoza. Todo este tráfico estaba dirigido por una mafia de polacos que hasta tuvo un banco propio. Actualmente, el premio mayor anual de periodismo en Francia se llama “Albert Londres”. 4 Documento remitido a esta DGRPD por el Arzobispo de La Plata, Héctor Aguer en marzo de 2004. Estos ejemplos nos muestran dos modalidades opuestas de resolver un mismo conflicto: la situación de vulnerabilidad del binomio madre-hijo en situaciones de pobreza, desamparo y exclusión. En la mayoría de los países pobres, la mujer en estas condiciones, puede llegar a importar, en parte, como proveedora de criaturas. Ella, su salud reproductiva, sus deseos, su proyección futura, sus posibilidades de llevar a cabo una maternidad responsable, respetada y contenida socialmente, parecen no ser relevantes. Las condiciones de estas mujeres son inherentes a otros problemas como los embarazados no deseados, el aborto, etc. Su condición de madre y mujer es soslayada: una vez que dan a luz, se las olvida y excluye. Luego, ellas guardan silencio. No son sujeto de políticas, no se conocen sus motivos y demandas y además son estigmatizadas en el discurso social que se amplifica en los medios de comunicación. Mujeres violadas, adolescentes, víctimas de incesto, desocupadas, pobres, alienadas: se trata de una población invisibilizada pero útil, son lo que Eva Giberti llama las "madres excluidas" 5. Sus hijos son entregados a otras familias, no siempre con el objetivo de priorizar su bienestar, sino de satisfacer el ya mencionado deseo de los adultos por tener hijos. No existe discurso alguno que apoye a una madre “dadora” a buscar el hijo que alguna vez entregó. Tampoco se piensa en los derechos de ese niño, sino que se desconocen por completo (o se pretende desconocer) los daños que se le generarán en su vida adulta. 6) Consecuencias del Tráfico de Niños: el drama de los apropiados. Ya no se discute lo importante que es para una persona (adulto o niño) conocer su origen. Tan es así que la Ley 24.779 relativa a las adopciones declara en su artículo 321 inciso "h": “deberá constar en la sentencia que el adoptante se ha comprometido a hacer conocer al adoptado su realidad biológica”. Es la ley la que, en el caso de las personas adoptadas, obliga a decir la verdad. Por el contrario, en las apropiaciones suele ocultarse el origen de la persona, que no sabe de dónde viene, cuál es su sangre, quiénes son sus padres. Estas personas no sólo ignoran su origen sino que suponen una historia que es mentira. La mayoría de las personas apropiadas desconoce que no son hijos de quienes siempre creyeron. Sin embargo, tarde o temprano, la verdad sale a la luz. Muchas veces, los apropiados se enteran de su condición de la peor manera: por hallazgo de documentos, reproches, infidencia de un allegado. 5 GIBERTI Eva, CHAVANNEAU de GORE y TABORDA B: “Mujeres excluidas. Mujeres que entregan sus hijos en adopción”. FLACSO, 1994. También entrevista del Equipo de Búsqueda de Identidad de Origen de la DGRPD con Eva Giberti, agosto de 2005. Así, de un día para el otro, la historia y la identidad en las cuales se basaba ese sujeto se desmoronan. Se era una persona que ya no se es. No sólo se desconoce la verdad y el origen: los apropiados advierten que han vivido en una mentira sostenida y actualizada día a día. Es inevitable que este drama genere en las personas importantes consecuencias a nivel psicológico. El pasado es falaz y de ese modo se hace difícil pensar el presente y proyectar el futuro. Los padres de crianza ignoran o desdeñan que vale más saber una verdad por más difícil, vergonzosa o trágica que sea, que ocultarla. Aquello que se calla es adivinado por los otros. A veces cuando el apropiado conoce el secreto, interpela a sus padres de crianza y guardianes del secreto: quienes se supone, más deberían amar a una persona, la engañaron. El choque emocional vivido por los apropiados incluye la vivencia de ciertos sentimientos y miedos como el abandono, la imposibilidad de acceder a un órgano en caso de necesidad de transplante, el temor al incesto, etc. En general, lo que vemos es que las apropiaciones, del tipo que sean y por más buenas intenciones que las avalen, generan daños y consecuencias en la persona adulta, daños y consecuencias que permanecen y se amplifican a lo largo de los años. La apropiación de un niño, no sólo vulnera su identidad, sino también su libertad, su honor, su dignidad, su salud y la fe pública. 7) Buscar para saber. En los últimos años han surgido organizaciones no gubernamentales que aglutinan a las víctimas de apropiaciones. Guiados por la solidaridad de quienes sienten de la misma manera y con el ánimo de sobrellevar conjuntamente sentimientos encontrados, dudas y padecimientos, estas organizaciones han sido las pioneras en el trabajo de generar mecanismos de búsqueda que les permitan conocer la verdad sobre su origen. “Quiénes Somos” y “Raíz Natal”, conformadas por gente de distintos lugares del país eran hasta hace muy poco, las únicas instituciones que se encargaban de este tipo de tareas. En ese marco, y respondiendo a una demanda que se multiplicó a partir de la resonancia de un caso puntual que llegó a la televisión, esta Dirección General de Registro de Personas Desaparecidas incluyó la temática entre sus incumbencias. El objetivo de nuestros equipos de trabajo es buscar para saber la verdad. Que las personas apropiadas que lo soliciten, conozcan su origen y que la sociedad en general comprenda las características del fenómeno para desenmascarar así los discursos que legitiman el tráfico de niños con fines de apropiación. Los ciudadanos que buscan su identidad de origen habitualmente son mayores de edad, quieren saber de dónde vienen, las circunstancias de la entrega, si sus padres viven y si tienen hermanos. No buscan un reconocimiento filial, sólo buscan la verdad. Muchas veces el tiempo transcurrido, el fallecimiento de los actores, el silencio, la negación, la incomprensión social, hacen casi imposible el acceso a esa verdad tan deseada pero tan esquiva. Buscar es una tarea ardua, apuntalada por la necesidad de encontrar el dato que devuelva el sentido a la historia personal. Sin embargo, sin la voluntad de los actores, es muy difícil la resolución de los casos. Las vías administrativas y judiciales en general se cierran para este tipo de búsquedas. Es por ello que esta DGRPD, sobre la misma práctica y a partir de un equipo de trabajo constituido a tales efectos, ha comenzado a desarrollar estrategias de trabajo. Así, efectuamos en cada caso una investigación, se recaban documentos y se habla con los testigos. En los casos resueltos (33 casos sobre 65 que han comenzado a ser trabajados) los actores involucrados tuvieron la voluntad de dar a conocer los datos, que fueron los que posibilitaron el éxito de la búsqueda. Pero existen muchos otros casos en que la información no alcanza y los actores, testigos o involucrados se niegan a hablar. Las vías administrativas de resolución de la búsqueda se clausuran y se llega a un cuello de botella que no nos permite avanzar. Esto significa, sencillamente, que el apropiado no podrá conocer su origen y que la situación de injusticia por él vivida se perpetúa. 8) El Derecho a Saber: La Vía Judicial. El Estado desprotegió a esos niños que hoy son adultos permitiendo que su estado civil fuese sustituido y violentando de ese modo el derecho a la identidad de los sujetos. Considerando que el Estado debe velar por los derechos de sus ciudadanos, en lo que nos toca, el derecho a la identidad y el derecho de conocer el origen, estimamos que deben generarse las vías que garanticen el ejercicio pleno de esos derechos. Desde el punto de vista jurídico sabemos que a la normativa constitucional se le suman las pautas del derecho internacional. Los pactos y tratados internacionales no sólo sugieren y recomiendan sino que deben prevalecer sobre las leyes. De este modo, el Estado se ve obligado a actuar y se convierte en responsable en el caso que los derechos consagrados se violen o no se cumplan. La DGRPD entiende que al no haberse reglamentado el artículo 12 de la Constitución Provincial que proclama el derecho a conocer la identidad, la Justicia debería buscar al camino que garantice, para cada caso, el ejercicio de ese derecho. Con ello se lograría un trámite judicial que permitiría situar espacialmente a la familia de sangre del apropiado, aunque jurídicamente no se establecieran lazos. Sólo a través de un proceso regulado y dirigido desde el ámbito judicial, que no requiera necesariamente del auspicio de un abogado ni el pago de tasas judiciales, se garantizará un proceso de esta naturaleza. Como señalamos, recientemente, esta DGRPD, en el entendimiento que el Estado debe velar por encontrar el ámbito y las vías que garanticen el ejercicio del derecho constitucional a conocer la identidad de origen, acompañó a una ciudadana en un pedido de medida autosatisfactiva con el objeto de encontrar una solución jurisdiccional cuya naturaleza garantice su resultado en lo que a la búsqueda de información se refiere 6. Tal medida fue acogida favorablemente por un Tribunal de Familia y se encuentra en pleno trámite. 9) Resumen y Propuestas El fenómeno de la apropiación es un fenómeno complejo. Por eso es necesario comenzar a comprenderlo en su totalidad, para problematizarlo socialmente y poder intervenir desde lo público. Vimos cómo la cuestión de la apropiación de menores empezó a divulgarse a partir de lo sucedido en la dictadura militar. Respecto a ello, planteamos que lo que hicieron los represores con los hijos de los desaparecidos se fundamentó en un comportamiento que ya existía previamente en la sociedad. De hecho, como lo demuestran muchísimos casos, la apropiación de menores existió desde antes y continuó luego de ese período. La problemática de los niños desaparecidos durante el Terrorismo de Estado, fue asumida por el Estado: ejemplo de ello son la creación por Ley del Banco Nacional de Datos Genéticos y la existencia de la Comisión Nacional por la Identidad en el ámbito de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Pero los casos de los apropiados fuera del contexto del Terrorismo de Estado no han sido aprehendidos como un problema que merezca atención alguna. También planteamos a la apropiación de menores como parte del tráfico de niños7. Así vimos que a nivel nacional e internacional, el tráfico de niños sigue una línea clara: los niños nacen en familias pobres y son apropiados por familias ricas. 6 La autoría del texto jurídico para las respectivas presentaciones judiciales, pertenece a la Sra. Directora Gral. de Asuntos Técnicos Policiales y Judiciales del Ministerio de Seguridad, dra. Adriana B. GALLO: Desde esta DGRPD queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento a la dra. GALLO por su invalorable y original colaboración. 7 El fenómeno más amplio es el de la trata o tráfico de personas. Dentro del tráfico de personas podemos distinguir el tráfico de niños. En ambos casos, se distinguen modalidades según la finalidad de la trata. Remarcamos, en este sentido, la situación subalterna, olvidada y despreciada socialmente de las madres de esos niños. La apropiación de un niño tiene sus consecuencias en la vida adulta del sujeto. De allí, la importancia de la búsqueda de la verdad. En el marco de esa búsqueda, señalamos los caminos administrativos y judiciales que hasta ahora algunas ONG's y los equipos de la DGRPD han generado. Somos concientes que esa tarea es insuficiente. Porque la apropiación de menores es una práctica extendida y legitimada socialmente, que no es percibida como un problema a resolver sino como un hecho ligado al destino individual de ciertas personas. Por ello, consideramos que la principal tarea es concientizar sobre el fenómeno, desnaturalizarlo, con el propósito de dejar al descubierto los discursos y prácticas que lo encubren y legitiman. Es decir, se trata de hacer ver para cuestionar y desde ese cuestionamiento, comenzar a actuar positivamente. Esto es, en primer lugar, generar conocimiento sobre el fenómeno: conocer su magnitud y las modalidades que adquiere en nuestro país, los condicionamientos sociales y legales que lo hacen posible; los discursos en los cuales se sustenta. Y en base a este diagnóstico, elaborar estrategias tendientes a evitar la apropiación de menores. Por ejemplo, evitando el tráfico de niños y atacando tanto las condiciones que generan la oferta (la situación de la madre que se ve obligada a "abandonar" a un chico) como las que generan la demanda (creencias y comportamientos que avalan y justifican la apropiación de un chico); reforzando las medidas tendientes a asegurar la identificación del binomio madre hijo; concientizando a la opinión pública sobre la cuestión y promoviendo campañas de información. En síntesis, se trata de asumir socialmente que tenemos un problema. Asumirlo es el primer paso para comenzar a resolverlo.