“Crisis de un modelo o agotamiento civilizatorio del capital” Isabel Rauber Guatemala, 25 de enero de 2012 Cuando hablamos de la crisis, hablamos en primer lugar de una crisis que no es nuestra: una crisis hacia adentro del capitalismo que se ha considerado desarrollado, donde se creía que todo estaba bien, una crisis del Norte. Además, estamos en un tiempo donde tenemos conciencia plena del agotamiento de los recursos naturales, cada vez más escasos, de los problemas del deterioro: como dice Leonardo Boff, “la oxidentalización de la cultura occidental”, la herrumbre de una civilización en decadencia que hemos construido como humanidad a través de miles de años, en los cuales hemos afianzado determinadas concepciones que se presentaban como lo único verdadero. La civilización occidental se impuso sobre otras muchas civilizaciones, no solamente la de Latinoamérica, sino también la de África, la de Asia, desconociendo culturas milenarias. En fin, tenemos una occidentalización, que ha sido considerada la civilización del mundo, bastante oxidada. No estamos viviendo cualquier tiempo, porque la vida natural y nuestra vida como seres humanos, íntimamente unidas a la vida del planeta, están en momentos críticos. Hay signos y síntomas muy preocupantes de agotamiento civilizatorio, pareciera que no hay alternativas, que no hay nada más que hacer que resignarse. Escuchamos cómo los representantes teóricos de este modelo tratan de defenderlo reconociendo algunos de los problemas que tienen. Se usa la llamada verdad cínica, cuando decimos: es verdad, pero no queda otro remedio. En nombre del falso realismo nos están llamando a agachar la cabeza y a la cultura de la resignación. Hay otras alternativas, pero si algo hemos aprendido en la historia de los últimos tiempos y sobre todo la del siglo XX es que no necesariamente la razón se impone, que no necesariamente hay una predeterminación para la concreción del mundo y del pensamiento alternativo. Estoy pensando concretamente en la experiencia del socialismo en el siglo XX. Esta experiencia nos enseñó que la historia tiene su ida y vuelta, que no es ascender e ir hacia adelante. 1 El código de vida frente al código de ganancia Pero sí existen posibilidades y alternativas. En primer lugar, porque es muy difícil que, teniendo posibilidades de luchar a favor de la vida, renunciemos a esa lucha y a esa posibilidad: es mucho más fácil apostar a la búsqueda de la vida que apostar a una resignación que entregue todas las posibilidades de vida. En segundo lugar, porque la civilización que hoy tenemos la hemos construido nosotras como humanidad. Y si como seres humanos la hemos construido, como seres humanos la podemos transformar: podemos construir un modo diferente de vida, una civilización superadora de lo que tenemos ahora. Tenemos una civilización agotada que no logra salir de la lógica de la reproducción de la muerte y tenemos una propuesta de pensar en código de vida. Las claves concretas que vamos a encontrar para construir programas en código de vida, dependen de las realidades de los sujetos, los actores y las actoras de cada proceso histórico y también del tiempo histórico concreto. No hay recetas de las alternativas, no hay un programa máximo que tenga resumen de las alternativas, pero sí hay realidades para pensar en determinados códigos. El código de vida es más sencillo de comprender y pensar en América Latina, porque tenemos reservas culturales civilizatorias grandísimas que laten en los pueblos originarios. Algunas claves para pensar el modo de producción y reproducción se resumen en lo que hoy conocemos como buen vivir y buen convivir. Las palabras nos pueden ayudar pero no necesariamente lo resumen todo: entonces vamos a decir que este buen convivir y buen vivir articulado están cuestionando de raíz una propuesta de desarrollo, o más bien están en la base de un pensar el desarrollo desde otro lugar. La lógica de la civilización tal como la conocemos en América Latina ha sido una especie de tratar de alcanzar Europa o el desarrollo del Norte: era pensar que estábamos más abajo y en algún momento teníamos que tener políticas económicas para llegar más allá. Pero resulta que si mantenemos como Norte el querer alcanzar el estatus de los países desarrollados, lo que vamos a hacer es poner el pie en el acelerador de la destrucción. La destrucción no es solamente la destrucción de la naturaleza, también proviene del consumismo, de la competencia exagerada, el individualismo, la destrucción entre seres humanos, porque la competencia entre ellos lleva a la destrucción de la humanidad: el individualismo extremo busca más poder, dinero, ambición, deudas, trabajo para pagar créditos y es profundamente destructivo. El capital se organiza para conseguir más ganancias, más crecimiento rápido, más y más, pero no podemos pensar que solamente el mundo del capital es el mundo 2 de la producción, sino que integra producción con el mundo de las finanzas y el mundo de la especulación, con lo cual el perjuicio sobre los seres humanos se incrementa, porque pasamos a ser, más que objetos, instrumentos de esta especulación y búsqueda de ganancia. Las nuevas tecnologías (la robótica, la informática, la electrónica) que podrían servir para terminar con el hambre en el mundo, utilizadas de forma clasista en el código de ganancia, producen más muerte, al reducir el número de ocupados. La desocupación no está en clave de vida, está en clave de muerte. Combatir la idea del mercado como cultura y forma de vida Conjuntamente con el sistema de producción y reproducción, se produce la generación de un determinado modo cultural de existencia, formas determinadas de vida, estructuradas alrededor del mercado. Pero el mercado no organiza en términos de confraternización, sino de pelea, contraposición, enemistad de unos contra otros. Necesita quebrar para dominar, quebrar tanto que llega a quebrarnos a nosotros mismos: el quiebre interior. Somos profundamente solidarios, pero estamos obligados para sobrevivir a transformar al otro en mi enemigo. Y hacemos de esta exclusión un camino de negación de la exclusión, porque transformamos a los excluidos en incapaces, en vagos, en perdedores, en ineptos: los que no saben, los que no pueden y, lo que es peor, pensamos que nunca van a saber, nunca van a poder. Los conceptos que resumen la lógica metabólica del capital (la lógica que reproduce y produce el capital una y otra vez, y que nosotros identificamos como hegemonía) son la explotación, la depredación, la exclusión, la jerarquización, la verticalización, el individualismo, el unicato: lo único verdadero, lo único posible, el único pensamiento, la única alternativa, la negación de la diversidad de las diferencias. Esta cultura no soporta las diferencias, es la cultura del perejil, como dicen en Paraguay: todo el mundo a la misma altura para que solamente saquen la cabeza los sectores del poder, que miran y controlan que ningún perejil se vaya por arriba de la línea de la huerta. La cultura del perejil rechaza lo diferente porque es molesto, porque increpa y sobre todo porque puede llamar a que se viva de modo diferente. Este rechazo forma parte de nuestro modo de vida y nuestra cultura, incluida la cultura alternativa: la exclusión que da origen al sectarismo, el temor a lo diferente y el rechazo a las diferencias, se abre como un obstáculo para pensar en una nueva civilización, porque no se trata de cambiar a un amo por otro, quitar a un sector del poder para construir otro poder basado en la misma lógica de arriba para abajo, como quisimos hacer en el siglo XX. 3 Se usa la llamada verdad cínica, cuando decimos: es verdad, pero no queda otro remedio. En nombre del falso realismo nos están llamando a agachar la cabeza y a la cultura de la resignación. El mercado no organiza en términos de confraternización, sino de pelea, contraposición, enemistad de unos contra otros. Necesita quebrar para dominar, quebrar tanto que llega a quebrarnos a nosotros mismos: el quiebre interior. La cultura del mercado no soporta las diferencias, es la cultura del perejil, como dicen en Paraguay: todo el mundo a la misma altura para que solamente saquen la cabeza los sectores del poder. Es mucho más fácil apostar a la búsqueda de la vida que apostar a una resignación que entregue todas las posibilidades de vida o intentar otros caminos alternativos. No hay recetas de las alternativas, no hay un programa máximo que tenga resumen de las alternativas, pero sí hay realidades para pensar en determinados códigos. 4 La búsqueda de la risa y la felicidad Por el contrario, vivimos para ser plenos, buscamos nuestra plenitud, buscamos la felicidad. La búsqueda de transformación civilizatoria es la búsqueda de plenitud y alegría. A veces nos da miedo decir que queremos ser felices, parece que está prohibido ser felices, porque el mercado nos quiere amargados y tristes. La risa es vitalidad. Nos quieren quitar la alegría y restregar la alegría, y hacernos creer que no servimos para nada, que somos una manga de inútiles, de infelices de porquería, que mejor desaparecemos del planeta, que no tenemos capacidad ni para consumir, no tenemos plata y para ellos la plata es la felicidad. Tenemos que saber que tratan de rompernos por dentro, de quebrar nuestra espiritualidad, porque amargados, tristes, no vamos a pensar y diseñar ningún mundo nuevo. Decía un pensador argentino que no hay dominación posible si no pasa por la dominación cultural, porque cuando la dominación del capital sea total, estaremos contentos de ser dominados. Ni nos daremos cuenta de que nos dominan. Por eso es fundamental comprender que, de forma simultánea a la construcción de espacios colectivos, la búsqueda de la vida, el reencuentro y fomento de la solidaridad, de la amistad, de la alegría, son vitales para ir oxigenando y avanzando el mundo de lo alternativo. Es bueno entonces que hagamos espacios de alegría. No podemos permitir que nos quiten las ganas de vivir, y vivir no es estar respirando, no es comer, ir al baño, dormir y volverse a levantar. Vivir es crear, tener posibilidades de desplegar nuestras alas, tenemos una vida y tenemos que ponerla en juego: el desafío, la provocación de la creación. ¿Cómo le hacemos? Pistas civilizatorias La cuestión es: bueno, muy lindo todo esto, pero ¿cómo le hacemos Isabel? Hermosa tu diversión pero la cuestión es el cómo. Yo no tengo un recetario de los cómo, pero hay algunas pistas civilizatorias que se anclan en experiencias de siglos de resistencia, que nos dan fuerza y energía. En primer lugar porque vemos que hay pueblos, culturas, civilizaciones que sobrevivieron durante siglos, y eso nos llena de energía. En segundo lugar, debemos encontrar, en cada tiempo y lugar, cómo vamos a construir en el hoy, no en el pasado, estos códigos de vida, apropiándonos de todas nuestras riquezas y creaciones. Cuando los zapatistas dicen que queremos un mundo donde quepan todos los mundos, tenemos que pensar que los otros mundos hacen ámbitos y dimensiones (territoriales, temporales y culturales) a las que denominamos cosmovisiones. No podemos pensar un mundo donde una parte de la humanidad viva a costa de otra parte de la humanidad, ni a costa de su trabajo, ni a costa de negarles las identidades o de negarles el derecho a la existencia. Entonces estamos hablando de un mundo que va a tener que pensarse en clave de interculturalidades diversas: aparece con claridad el concepto de civilizaciones interculturales, el concepto de interculturalidad. No sé qué significado tiene aquí la palabra intercultural. En esta consideración que estoy compartiendo con ustedes, interculturalidad implica una relación horizontal de paridad en equidad de una mirada civilizatoria en otra, de culturas diferentes y por eso se habla de interculturas, de una interrelación entre pares, y digo entre pares para ubicar claramente que se trata de relaciones de equivalencia. No puede haber una cultura más importante que la otra porque vendría a reproducir la organización metabólica del capital, que es sencillamente piramidal y de arriba abajo. Para este caminar hay un instrumento muy importante, un concepto cultural, político, ideológico que es clave: el concepto de descolonización. El capital nos ha vendido como lo único posible los Estados monoculturales y vendió educaciones monoculturales, que aplastan las otras visiones y concepciones del mundo. Descolonizar implica terminar con el cuento de que hay una sola mirada posible. ¿Quién promueve estos cambios? Existe una desorientación y un cierto descreimiento, porque durante un tiempo se asoció la posibilidad de transformación a la existencia de una clase redentora de la humanidad, de la clase obrera conceptualizada como el sujeto histórico. Era la clase ungida por la historia para representar, resumir y proyectar en sus acciones al conjunto en su sociedad. En América Latina esto nunca se correspondió con la 5 Hay pueblos, culturas, civilizaciones, que sobrevivieron durante siglos, y eso nos llena de energía. Debemos encontrar nosotras y nosotros mismos, en cada tiempo y lugar, cómo vamos a construir estos códigos de vida, apropiándonos de todas nuestras riquezas y creaciones. No puede haber una cultura más importante que la otra porque vendría a reproducir la organización metabólica del capital, que es piramidal y de arriba abajo. No se trata de cambiar a un amo por otro, quitar a un sector del poder para construir otro poder basado en la misma lógica de arriba para abajo, como quisimos hacer en el siglo XX. Para este caminar hay un instrumento muy importante, un concepto cultural, político, ideológico que es clave: el concepto de descolonización. Por lo tanto, no hay un sujeto único, sino un sujeto diverso, plural que busca constituirse colectivamente. Ya no podemos hablar de un sujeto único de una clase, sino de la importancia del caminar histórico de un sujeto colectivo y plural, en el que tengan cabida estas cosmovisiones, estas identidades diversas a nivel local, a nivel de países, de regiones pero también a nivel de humanidad. La vida resiste y se multiplica, y busca su canal en esa diversidad. 6 realidad: estos esquemas de pensamiento negaban a una parte de los sujetos, en primer lugar a los sujetos originarios que no entraban en el dogma. En segundo lugar, aquel paradigma o concepto no encontró correlación en los obreros y trabajadores de este capitalismo deformado y dependiente de nuestras tierras, donde no había una sola forma de relación del capital con el trabajo, sino que existían y existen múltiples cadenas de subsunción del trabajo al capital, incluso con pervivencia de formas semifeudales y esclavistas. Esta ojera cultural que yo tengo para ver la realidad mejor me la quito y dejo que la realidad me hable. Y la realidad me habla de pluralidad de sujetas y sujetos, de diversidad de actoras y de actores. Si estoy convencida de que todas y todos los actores tienen las mismas capacidades subjetivas, además de corporales, estoy hablando de sujetos plurales. A estos sujetos plurales no les puedo aplicar el esquema de un sujeto único. No es que el sujeto haya desaparecido sino que la búsqueda es diversa. Esto, lejos de deprimirnos, nos debe llenar de alegría. Esta nueva civilización no es un acto de voluntad, es una lectura de la realidad diversa de los movimientos sociales: del movimiento obrero, de los pueblos originarios, de las mujeres y sus luchas, de los campesinos, de los ecologistas, de otros que desde su sector van iluminando claves civilizatorias y diciendo, aquí está la vida y la vida late en todos estos actores. Lo que nos está diciendo la realidad es que la vida resiste y se multiplica, y busca su canal en esa diversidad. Por lo tanto, no hay un sujeto único, sino un sujeto diverso, plural, que busca constituirse colectivamente. Ya no podemos hablar de un sujeto único de una clase, sino de la importancia del caminar histórico de un sujeto colectivo, plural, en el que tengan cabida estas cosmovisiones, estas identidades diversas a nivel local, a nivel de países, de regiones pero también a nivel de humanidad. Lo que define al sujeto es su conciencia de ser, de luchar por la vida, la conciencia de la amenaza de muerte de la civilización humana, de peligro de extinción de la humanidad, y la importancia de ponernos las pilas para ver cómo le hacemos para defender la vida y organizar nuestro modo de vida en código de vida, en buen vivir, en convivir, en solidaridad, en un bienestar que no esté basado en el consumismo, sin por eso rechazar el consumo. Esta conciencia, como lo recuerda Enrique Dussel, no es solamente lo consciente racional sino la conciencia y todo el mundo subjetivo espiritual que nos acompaña. Pensando en esto me traje una frase, un pensamiento de José Martí que siempre me conmueve. Este hombre tan poético en su reflexión y anticolonialista, pensador de una América digna, ya intuye una civilización con todos para el bien de todos, en convergencia con la propuesta del buen convivir. A modo de saludo y evocando nuestra espiritualidad, quiero que me permitan compartir estas palabras: “Da miedo ver cómo crece esta alma interesada, odiadora y dura. ¿Que se derriben templos? Aquellos donde se predique el odio, o la intolerancia, vénganse abajo en buena hora: pero ¿templos? ahora se necesitan más que nunca, templos de amor y humanidad que desaten todo lo que hay en el hombre de generoso y sujeten todo lo que hay en él, de crudo y vil. Se está en peligro de una revuelta enorme. Y en estas ciudades grandes, hechas de residuos de pueblos enconados y coléricos, donde el dolor, cuando no se exhala en grito de venganza, se petrifica en egoísmo; en estas ciudades populosas, hechas de retazos ardientes, los templos han de erigirse a toda prisa. A barcadas viene el odio de Europa. A barcadas hay que echar sobre él el amor balsámico”. Esa en realidad es nuestra búsqueda en código de vida. Debemos pensar en otro mundo que no sea la depredación, las guerras, y ser funcionales totalmente al capital. Sobre un aire lleno de odios y rencores que todos los días se nos viene encima para chuparnos la espiritualidad, tenemos que encontrar la forma de abrir las vías del amor. 7 Isabel Rauber es doctora en Filosofía, directora de Pasado y Presente XXI, profesora de la Universidad Nacional de la Luz, coordinadora del Laboratorio de Pensamiento Argentino del Centro Cultural Caras y Caretas de Buenos Aires, profesora invitada del Instituto de Altos Estudios Internacionales y de desarrollo Ginebra, investigadora de la Unesco, investigadora del Centro de Estudios sobre América CEA de la Habana, investigadora del Centro de Estudios Tri-continental, integrante del Foro mundial de Alternativas de Educadora Popular, es estudiosa de las experiencias de los movimientos sociales e indígenas latinoamericanos en búsqueda y construcción de avances hacia una nueva civilización desde abajo. Ha coordinado el programa de Cooperación de Cayo Hueso de la Habana entre el 1994 y 2005. Es autora y productora de la Agenda de Mujeres Latinoamericanas, dirige el programa de formación socio-política a distancia, ha recibido el premio Argentinos en el exterior 2004 por su destacada labor intelectual en Latinoamérica, ha participado en numerosas seminarios, conferencias y congresos internacionales. Ha publicado artículos, libros, folletos, entre estos “Hijas del Sur”, “Proyecto, Sujeto y Poder”, “Proyecto y poder desde abajo”, “Vírgenes sin Manto”, “Género y poder”, “Por la terquedad de la Esperanza”, “Una Historia Silenciada”, “Actores sociales”, “Luchas reivindicativas y política popular”, “Construyendo Futuro”, “Revolución y Poder desde el barrio, tiempo de elegías”, “construcción del poder desde abajo”, “Planes para una Estrategia”, “Movimiento Social y Alternativo”, “Articulaciones, Sujetos Políticos”, “Dos Pasos Adelante uno Atrás”, “Lógica de la Civilización Regida por el Capital”. Resumen: Hegoa Guatemala, 2012. 8