1 Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena), el 6 de

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DÉCIMO GRADO – LOGRO 011 – DOCUMENTO DE LECTURA
Gabo
Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena),
el 6 de marzo de 1927. Creció como niño único entre sus
abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, el
telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez,
se fueron a vivir, cuando Gabriel sólo contaba con cinco
años, a la población de Sucre, donde don Gabriel Eligio
montó una farmacia y donde tuvieron a la mayoría de sus
once hijos.
Los abuelos eran dos personajes bien particulares y
marcaron el periplo literario del futuro Nobel: el coronel
Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil Días, le
contaba al pequeño Gabriel infinidad de historias de su
juventud y de las guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al
circo y al cine, y fue su cordón umbilical con la historia y
con la realidad. Doña Tranquilina Iguarán, su cegatona
abuela, se la pasaba siempre contando fábulas y leyendas
familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de
la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en
sueños: ella fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa
y sobrenatural de la realidad. Entre sus tías la que más lo
marcó fue Francisca, quien tejió su propio sudario para dar
fin a su vida.
Gabriel García Márquez aprendió a escribir a los cinco
años, en el colegio Montessori de Aracataca, con la joven y
bella profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se
enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez
que se le acercaba, le daban ganas de besarla: le inculcó el
gusto de ir a la escuela, sólo por verla, además de la
puntualidad y de escribir una cuartilla sin borrador.
Gabriel García Márquez
En ese colegio permaneció hasta 1936, cuando murió el
abuelo y tuvo que irse a vivir con sus padres al sabanero y
fluvial puerto de Sucre, de donde salió para estudiar interno
en el colegio San José, de Barranquilla, donde a la edad de
diez años ya escribía versos humorísticos. En 1940, gracias
a una beca, ingresó en el internado del Liceo Nacional de
Zipaquirá, una experiencia realmente traumática: el frío del
internado de la Ciudad de la Sal lo ponía melancólico, triste.
Permaneció siempre con un enorme saco de lana, y nunca
sacaba las manos por fuera de sus mangas, pues le tenía
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pánico al frío.
Sin embargo, a las historias, fábulas y leyendas que le
contaron sus abuelos, sumó una experiencia vital que años
más tarde sería temática de la novela escrita después de
recibir el premio Nobel: el recorrido del río Magdalena en
barco de vapor. En Zipaquirá tuvo como profesor de
literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón
Hermida, a quien en 1955, cuando publicó La hojarasca, le
obsequió con la siguiente dedicatoria: "A mi profesor Carlos
Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza
esa vaina de que yo escribiera". Ocho meses antes de la
entrega del Nobel, en la columna que publicaba en quince
periódicos de todo el mundo, García Márquez declaró que
Calderón Hermida era "el profesor ideal de Literatura".
En los años de estudiante en Zipaquirá, Gabriel García
Márquez se dedicaba a pintar gatos, burros y rosas, y a
hacer caricaturas del rector y demás compañeros de curso.
En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos
inspirados en una novia que tenía: son uno de los pocos
intentos del escritor por versificar. En 1946 terminó sus
estudios secundarios con magníficas calificaciones.
Estudiante de leyes
En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a
estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde tuvo
como profesor a Alfonso López Michelsen y donde se hizo
amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue
para García Márquez la ciudad del mundo (y las conoce
casi todas) que más lo impresionó, pues era una ciudad
gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa muy
abrigada y negra. Al igual que en Zipaquirá, García
Márquez se llegó a sentir como un extraño, en un país
distinto al suyo: Bogotá era entonces "una ciudad colonial,
(...) de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo contrario al
Caribe, en donde la gente sentía la presencia de otros
seres fenomenales aunque éstos no estuvieran allí".
El estudio de leyes no era propiamente su pasión, pero
logró consolidar su vocación de escritor, pues el 13 de
septiembre de 1947 se publicó su primer cuento, La tercera
resignación, en el suplemento Fin de Semana, nº 80, de El
Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda (Ulises),
quien en la presentación del relato escribió que García
Márquez era el nuevo genio de la literatura colombiana; las
ilustraciones del cuento estuvieron a cargo de Hernán
Merino. A las pocas semanas apareció un segundo
cuento: Eva está dentro de un gato.
En la Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de
abril de 1948, pues, a consecuencia del "Bogotazo", la
Universidad se cerró indefinidamente. García Márquez
perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la
pensión donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a la
Universidad de Cartagena, donde siguió siendo un alumno
irregular. Nunca se graduó, pero inició una de sus
principales actividades periodísticas: la de columnista.
Manuel Zapata Olivella le consiguió una columna diaria en
el recién fundado periódico El Universal.
El Grupo de Barranquilla
A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en
Barranquilla una especie de asociación de amigos de la
literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla; su cabeza
rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de
una librería en la que se vendía lo mejor de la literatura
española, italiana, francesa e inglesa, orientaba al grupo en
las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las
volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de que
se servían los novelistas. La otra cabeza era José Félix
Fuenmayor, que proponía los temas y enseñaba a los
jóvenes escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio,
Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la
manera de no caer en lo folclórico.
Gabriel García Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio
viajaba desde Cartagena a Barranquilla cada vez que
podía. Luego, gracias a una neumonía que le obligó a
recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por
una columna diaria en El Heraldo de Barranquilla, que
apareció a partir de enero de 1950 bajo el encabezado de
"La girafa" y firmada por "Septimus".
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Con su hijo y su esposa
En el periódico barranquillero trabajaban Cepeda Samudio,
Vargas y Fuenmayor. García Márquez escribía, leía y
discutía todos los días con los tres redactores; el
inseparable cuarteto se reunía a diario en la librería del
"sabio catalán" o se iba a los cafés a beber cerveza y ron
hasta altas horas de la madrugada. Polemizaban a grito
herido sobre literatura, o sobre sus propios trabajos, que los
cuatro leían. Hacían la disección de las obras de Defoe,
Dos Passos, Camus, Virginia Woolf y William Faulkner,
escritor este último de gran influencia en la literatura de
ficción de América Latina y muy especialmente en la de
García Márquez, como él mismo reconoció en su famoso
discurso "La soledad de América Latina", que pronunció
con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982: William
Faulkner había sido su maestro. Sin embargo, García
Márquez nunca fue un crítico, ni un teórico literario,
actividades que, además, no son de su predilección: él
prefirió y prefiere contar historias.
En esa época del Grupo de Barranquilla, García Márquez
leyó a los grandes escritores rusos, ingleses y
norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de
periodista, pero también, en compañía de sus tres
inseparables amigos, analizó con cuidado el nuevo
periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de
completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La
Cueva, un bar que pertenecía al dentista Eduardo Vila
Fuenmayor y que se convirtió en un sitio mitológico en el
que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a
hacer locuras: todo era posible allí, hasta las trompadas
entre ellos mismos.
También fue la época en que vivía en pensiones de mala
muerte, como El Rascacielos, edificio de cuatro pisos,
ubicado en la calle del Crimen, que alojaba también un
prostíbulo. Muchas veces no tenía el peso con cincuenta
para pasar la noche; entonces le daba al encargado sus
mamotretos, los borradores de La hojarasca, y le decía:
"Quédate con estos mamotretos, que valen más que la vida
mía. Por la mañana te traigo plata y me los devuelves".
Los miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un
periódico de vida muy fugaz, Crónica, que según ellos sirvió
para dar rienda suelta a sus inquietudes intelectuales. El
director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción
Gabriel García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y
sus colaboradores fueron, entre otros, Julio Mario Santo
domingo, Meira del Mar, Benjamín Sarta, Juan B.
Fernández y Gonzalo González.
Periodismo y literatura
A principios de 1950, cuando ya tenía muy adelantada su
primera novela, titulada entonces La casa, acompañó a
doña Luisa Santiaga al pequeño, caliente y polvoriento
Aracataca, con el fin de vender la vieja casa en donde él se
había criado. Comprendió entonces que estaba escribiendo
una novela falsa, pues su pueblo no era siquiera una
sombra de lo que había conocido en su niñez; a la obra en
curso le cambió el título por La hojarasca, y el pueblo ya no
fue Aracataca, sino Macondo, en honor de los corpulentos
árboles de la familia de las bombáceas, comunes en la
región y semejantes a las ceibas, que alcanzan una altura
de entre treinta y cuarenta metros.
En febrero de 1954 García Márquez se integró en la
redacción de El Espectador, donde inicialmente se convirtió
en el primer columnista de cine del periodismo colombiano,
y luego en brillante cronista y reportero. El año siguiente
apareció en Bogotá el primer número de la revista Mito,
bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán.
Duró sólo siete años, pero fueron suficientes, por la
profunda influencia que ejerció en la vida cultural
colombiana, para considerar que Mito señala el momento
de la aparición de la modernidad en la historia intelectual
del país, pues jugó un papel definitivo en la sociedad y
cultura colombianas: desde un principio se ubicó en la
contemporaneidad y en la cultura crítica. Gabriel García
Márquez publicó dos trabajos en la revista: un capítulo de
La hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo llover en
Macondo (1955), y El coronel no tiene quien le escriba
(1958). En realidad, el escritor siempre ha considerado que
Mito fue trascendental; en alguna ocasión dijo a Pedro
Gómez Valderrama: "En Mito comenzaron las cosas".
En ese año de 1955, García Márquez ganó el primer premio
en el concurso de la Asociación de Escritores y Artistas;
publicó La hojarasca y un extenso reportaje, por
entregas, Relato de un náufrago, el cual fue censurado por
el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que las
directivas de El Espectador decidieron que Gabriel García
Márquez saliera del país rumbo a Ginebra, para cubrir la
conferencia de los Cuatro Grandes, y luego a Roma, donde
el papa Pío XII aparentemente agonizaba. En la capital
italiana asistió, por unas semanas, al Centro Sperimentale
di Cinema.
Rondando por el mundo
Cuatro años estuvo ausente de Colombia. Vivió una larga
temporada en París, y recorrió Polonia y Hungría, la
República Democrática Alemana, Checoslovaquia y la
Unión Soviética. Continuó como corresponsal de El
Espectador, aunque en precarias condiciones, pues si bien
escribió dos novelas, El coronel no tiene quien le
escriba yLa mala hora, vivía pobre a morir, esperando el
giro mensual que El Espectador debía enviar pero que
demoraba debido a las dificultades del diario con el régimen
de Rojas Pinilla. Esta situación se refleja en El coronel,
donde se relata la desesperanza de un viejo oficial de la
guerra de los Mil Días aguardando la carta oficial que había
de anunciarle la pensión de retiro a que tiene derecho.
Además, fue corresponsal de El Independiente, cuando El
Espectador fue clausurado por la dictadura, y colaboró
también con la revista venezolana Élite y la colombianísima
Cromos.
Su estancia en Europa le permitió a García Márquez ver
América Latina desde otra perspectiva. Le señaló las
diferencias entre los distintos países latinoamericanos, y
tomó además mucho material para escribir cuentos acerca
de los latinos que vivían en la ciudad luz. Aprendió a
desconfiar de los intelectuales franceses, de sus
abstracciones y esquemáticos juegos mentales, y se dio
cuenta de que Europa era un continente viejo, en
decadencia, mientras que América, y en especial
Latinoamérica, era lo nuevo, la renovación, lo vivo.
A finales de 1957 fue vinculado a la revista Momento y viajó
a Venezuela, donde pudo ser testigo de los últimos
momentos de la dictadura del general Marcos Pérez
Jiménez. En marzo de 1958, contrajo matrimonio en
Barranquilla con Mercedes Barcha, unión de la que
nacieron dos hijos: Rodrigo (1959), bautizado en la Clínica
Palermo de Bogotá por Camilo Torres Restrepo, y Gonzalo
(1962). Al poco tiempo de su matrimonio, de regreso a
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Venezuela, tuvo que dejar su cargo en Momento y asumir
un extenuante trabajo en Venezuela Gráfica, sin dejar de
colaborar ocasionalmente en Élite.
máquina y durante 18 meses seguidos trabajó ocho y más
horas diarias, mientras que su esposa se ocupaba del
sostenimiento de la casa.
Pese a tener poco tiempo para escribir, su cuento Un día
después del sábado fue premiado. En 1959 fue nombrado
director de la recién creada agencia de noticias cubana
Prensa Latina. En 1960 vivió seis meses en Cuba y al año
siguiente fue trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes
problemas con los cubanos exiliados y finalmente renunció.
Después de recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir
a México. No sobra decir que, luego de esa estadía en
Estados Unidos, el gobierno de ese país le denegó el
visado de entrada, porque, según las autoridades, García
Márquez estaba afiliado al partido comunista. Sólo en 1971,
cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de
doctor honoris causa, le dieron un visado, aunque
condicionado.
En 1967 apareció Cien años de soledad, novela cuyo
universo es el tiempo cíclico, en el que suceden historias
fantásticas: pestes de insomnio, diluvios, fertilidad
desmedida, levitaciones... Es una gran metáfora en la que,
a la vez que se narra la historia de las generaciones de los
Buendía en el mundo mágico de Macondo, desde la
fundación del pueblo hasta la completa extinción de la
estirpe, se cuenta de manera insuperable la historia 4
colombiana desde después del Libertador hasta los años
treinta del presente siglo. De ese libro Pablo Neruda, el
gran poeta chileno, opinó: "Es la mejor novela que se ha
escrito en castellano después del Quijote". Con tan
calificado concepto se ha dicho todo: el libro no sólo es la
opus magnum de García Márquez, sino que constituye un
hito en Latinoamérica, como uno de los libros que más
traducciones tiene, treinta idiomas por lo menos, y que
mayores ventas ha logrado, convirtiéndose en un
verdadero bestseller mundial.
Después del éxito de Cien años de soledad, García
Márquez se estableció en Barcelona y pasó temporadas en
Bogotá, México, Cartagena y La Habana. Durante las tres
décadas transcurridas, ha escrito cuatro novelas más, se
han publicado tres volúmenes de cuentos y dos relatos, así
como importantes recopilaciones de su producción
periodística y narrativa.
Con el poeta cubano Eliseo Diego
Recién llegado a México, donde García Márquez ha vivido
muchos años de su vida, se dedicó a escribir guiones de
cine y durante dos años (1961-1963) publicó en las revistas
La Familia y Sucesos, de las cuales fue director. De sus
intentos cinematográficos el más exitoso fue El gallo de
oro (1963), basado en un cuento del mismo nombre escrito
por Juan Rulfo, y que García Márquez adaptó con el
también escritor Carlos Fuentes. El año anterior había
obtenido el premio Esso de Novela Colombiana con La
mala hora.
La consagración
Un día de 1966 en que se dirigía desde Ciudad de México
al balneario de Acapulco, Gabriel García Márquez tuvo la
repentina visión de la novela que durante 17 años venía
rumiando: consideró que ya la tenía madura, se sentó a la
En una imagen tomada en Bogotá, 1972
Varios elementos marcan ese periplo: se profesionalizó
como escritor literario, y sólo después de casi 23 años
reanudó sus colaboraciones en El Espectador. En 1985
cambió la máquina de escribir por el computador. Su
esposa Mercedes Barcha siempre ha colocado un ramo de
rosas amarillas en su mesa de trabajo, flores que García
Márquez considera de buena suerte. Un vigilante
autorretrato de Alejandro Obregón, que el pintor le regaló y
que quiso matar en una noche de locos con cinco tiros del
calibre 38, preside su estudio. Finalmente, dos de sus
compañeros periodísticos, Álvaro Cepeda Samudio y
Germán Vargas Cantillo, murieron, cumpliendo cierta
predicción escrita en Cien años de soledad.
Premio Nobel de Literatura
siempre a esta parte del mundo. Sugirió cambiar ese punto
de vista mediante la creación de una nueva y gran utopía,
la vida, que es a su vez la respuesta de Latinoamérica a su
propia trayectoria de muerte.
El discurso es una auténtica pieza literaria de gran estilo y
de hondo contenido americanista, una hermosa
manifestación de personalidad nacionalista, de fe en los
destinos del continente y de sus pueblos. Confirmó
asimismo su compromiso con Latinoamérica, convencido
desde siempre de que el subdesarrollo total, integral, afecta
todos los elementos de la vida latinoamericana. Por lo 5
tanto, los escritores de esta parte del mundo deben estar
comprometidos con la realidad social total.
En la madrugada del 21 de octubre de 1982, García
Márquez recibió en México una noticia que hacía ya mucho
tiempo esperaba por esas fechas: la Academia Sueca le
otorgó el ansiado premio Nobel de Literatura. Por ese
entonces se hallaba exiliado en México, pues el 26 de
marzo de 1981 había tenido que salir de Colombia, ya que
el ejército colombiano quería detenerlo por una supuesta
vinculación con el movimiento M-19 y porque durante cinco
años había mantenido la revista Alternativa, de corte
socialista.
La concesión del Nobel fue todo un acontecimiento cultural
en Colombia y Latinoamérica. El escritor Juan Rulfo opinó:
"Por primera vez después de muchos años se ha dado un
premio de literatura justo". La ceremonia de entrega del
Nobel se celebró en Estocolmo, los días 8, 9 y 10 de
diciembre; según se supo después, disputó el galardón con
Graham Greene y Gunther Grass.
Dos actos confirmaron el profundo sentimiento
latinoamericano de García Márquez: a la entrega del premio
fue vestido con un clásico e impecable liquiliqui de lino
blanco, por ser el traje que usó su abuelo y que usaban los
coroneles de las guerras civiles, y que seguía siendo de
etiqueta en el Caribe continental. Con el discurso "La
soledad de América Latina" (que leyó el miércoles 8 de
diciembre de 1982 ante la Academia Sueca en pleno y ante
cuatrocientos invitados y que
fue
traducido
simultáneamente a ocho idiomas), intentó romper los
moldes o frases gastadas con que tradicionalmente Europa
se ha referido a Latinoamérica, y denunció la falta de
atención de las superpotencias por el continente. Dio a
entender cómo los europeos se han equivocado en su
posición frente a las Américas, y se han quedado tan sólo
con la carga de maravilla y magia que se ha asociado
Con motivo de la entrega del Nobel, el gobierno
colombiano, presidido por Belisario Betancur, programó una
vistosa presentación folclórica en Estocolmo. Además,
adelantó una emisión de sellos con la efigie de García
Márquez dibujada por el pintor Juan Antonio Roda, con
diseño de Dickens Castro y texto de Guillermo Angulo, a
propósito de la cual el Nobel colombiano expresó: "El sueño
de mi vida es que esta estampilla sólo lleve cartas de
amor".
Desde que se conoció la noticia de la obtención del
ambicionado premio, el asedio de periodistas y medios de
comunicación fue permanente y los compromisos se
multiplicaron. Sin embargo, en marzo de 1983 Gabo
regresó a Colombia. En Cartagena lo esperaban doña Luisa
Santiaga Márquez de García, en su casa del Callejón de
Santa Clara, en el tradicional barrio de Manga, con un
suculento sancocho de tres carnes (salada, cerdo y gallina)
y abundante dulce de guayaba.
Después del Nobel, García Márquez se ratificó como figura
rectora de la cultura nacional, latinoamericana y mundial.
Sus conceptos sobre diferentes temas ejercieron fuerte
influencia. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo
(1990-1994), junto con otros sabios como Manuel Elkin
Patarroyo, Rodolfo Llinás y el historiador Marco Palacios,
formó parte de la comisión encargada de diseñar una
estrategia nacional para la ciencia, la investigación y la
cultura. Pero, quizás, una de sus más valientes actitudes ha
sido el apoyo permanente a la revolución cubana y a Fidel
Castro, la defensa del régimen socialista impuesto en la isla
y su rechazo al bloqueo norteamericano, que ha servido
para que otros países apoyen de alguna manera a Cuba y
que ha evitado mayores intervenciones de los
estadounidenses.
Tras años de silencio, en 2002 García Márquez presentó la
primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, en la
que repasa los primeros treinta años de su vida. La
publicación de esta obra supuso un acontecimiento
editorial, con el lanzamiento simultáneo de la primera
edición (un millón de ejemplares) en todos los países
hispanohablantes. En 2004 vio la luz su novela Memorias
de mis putas tristes.
Cronología
1927
El 6 de marzo nace Gabriel García
Márquez en Aracataca (Magdalena,
Colombia).
1947
Inicia la carrera de derecho en Bogotá.
Publica su primer cuento.
1948
El "Bogotazo" provoca el cierre de la
universidad; García Márquez pide
traslado a la Universidad de Cartagena,
pero igualmente no terminará los
estudios.
Inicia
su
actividad
periodística.
1950
1954
1955
Ingresa en el periódico El Heraldo de
Barranquilla y participa activamente en
las tertulias literarias del llamado
Grupo de Barranquilla. Viaja con su
madre a Aracataca con el fin de vender
la casa natal, y siente que su
verdadero interés es escribir sobre ese
mundo de su infancia.
Ingresa en la redacción del periódico El
espectador.
Publica
su
primera
novela, La
hojarasca, que había comenzado a
escribir en 1950. La publicación
del Relato de un náufrago por entregas
en El espectador es censurada por el
régimen de Rojas Pinilla y García
Márquez parte al exilio.
1958
En la revista Mito publica El coronel no
tiene quien le escriba, libro que
terminó en enero de 1957 en París. Se
casa en Barranquilla con Mercedes
Barcha.
1962
Publica la novela La mala hora y
recopilación de cuentos Los funerales
de la Mamá Grande.
1966
Inicia la redacción de Cien años de
Soledad.
1967
Publica en Buenos Aires la novela Cien
años de Soledad.
1970
Publica en forma de libro Relato de un
náufrago.
1973
Publica la recopilación de cuentos La
increíble y triste historia de la Cándida
Eréndira y de su abuela desalmada.
1975
Publica El otoño del patriarca, novela
que escribió durante ocho años y para
la cual leyó durante diez años sobre la
historia de América Latina y sus
dictadores.
1981
Publica Crónica
de
una
muerte
anunciada, novela inspirada en un
suceso real acaecido durante su
juventud.
1982
La Academia Sueca le concede el
Premio Nobel de Literatura. Aparecen
los volúmenesTextos costeños y Entre
cachacos, recopilaciones periodísticas.
1985
Publica El amor en los tiempos del
cólera, con una edición inicial de
750.000 ejemplares.
1986
Publica La aventura de Miguel Littín
clandestino en Chile.
1989
Publica la novela histórica El general
en su laberinto, sobre la figura del
libertador Simón Bolívar.
1992
Publica Doce
cuentos
peregrinos,
recopilación de relatos breves.
1994
Publica el monólogo teatral Diatriba de
amor contra un hombre sentado.
1996
Publica Noticia de un secuestro.
2002
Publica Vivir para contarla,
parte de sus memorias.
2004
Publica la novela breve Memorias de
mis putas tristes.
primera
6
Cien años de soledad
La obra
La obra novelística de Gabriel García Márquez, que obtuvo
el premio Nobel de Literatura en 1982, sobresale por su
carácter renovador y su especial fantasía imaginativa.
Considerado como el máximo exponente del llamado
realismo mágico, que tendría en Cien años de
soledad(1967) su obra maestra, el escritor colombiano es
autor de una extensa producción de excelente calidad que
lo ha convertido en una de las figuras más destacadas de la
narrativa mundial. García Márquez es también una figura
paradigmática del Boom de la literatura hispanomericana de
los años 60, fenómeno en algunos aspectos más editorial
que literario y que catapultó merecidamente a la fama a un
nutrido grupo de narradores de excelente calidad, que
hasta entonces apenas eran conocidos más allá de su
ámbito nacional.
Gabriel García Márquez
Su primeras obras, a pesar de su calidad intrínseca, se han
visto a menudo como una preparación a Cien años de
soledad: aparece ya en ellas el mundo mítico y algunos de
los personajes de Macondo y, en algunos casos, el
elemento mágico y sobrenatural. En La hojarasca (1955)
encontramos el relato de tres testigos ante el cadáver de un
suicida, a través de cuyos monólogos se reconstruye
fragmentariamente la historia de un hombre solitario
enfrentado a la sociedad. El coronel no tiene quien le
escriba, de 1961, es un vigoroso relato de la soledad y
miseria de un coronel y su mujer, cuyo hijo ha sido fusilado,
en un pueblucho colombiano. Completan esta etapa los
cuentos de Los funerales de Mamá Grande, de 1962, y La
mala hora (1962), obra que envuelve un símbolo político, el
miedo colectivo como origen de la violencia.
En 1967 apareció Cien años de soledad, la novela más
leída y admirada de García Márquez, que ha sido calificada
por Vargas Llosa como "el Amadís de América". La obra
desarrolla la saga de una familia, los Buendía, que fundan
una ciudad llamada Macondo en una región que los
pantanos y la selva hacen inaccesible para el resto del
mundo. Empieza cuando José Arcadio Buendía y su prima
hermana Úrsula Iguarán se casan a pesar del tabú y dan
origen, en la ciudad por ellos fundada, a una estirpe
condenada a cien años de pasiones, revoluciones y 7
soledades, estirpe que reincide en el incesto y que se
extingue al fin con un vástago con cola de cerdo.
En Macondo, las relaciones con el mundo exterior son
anacrónicas (ciertas innovaciones europeas son
introducidas por unos gitanos errabundos), pero accede a
ella una compañía bananera que añade, a las calamidades
naturales, la explotación y la opresión. Cabe leer sin duda
la novela y su mítica Macondo como una alegoría del
subdesarrollo y aislamiento de Hispanoamérica; pero es
sobre todo una obra de prodigiosa imaginación y humor,
que rompe con un concepto limitado de realismo para
recuperar en las fuentes orales del mito y la leyenda sus
motivos de inspiración. La novela rebosa de elementos
mágicos y sorprendentes como la subida al cielo de
Remedios la bella, el hallazgo de un galeón a diez
kilómetros del mar, la lluvia de pájaros muertos sobre el
pueblo. José Arcadio, por ejemplo, trata de fotografiar a
Dios y más adelante muere atado a un árbol delirando en
latín.
Todos los hombres de la familia Buendía están
resueltamente solos, rodeados por otros hombres de guerra
o por mujeres que equilibran con sus corduras (o sus
locuras) los excesos del mundo cotidiano. El destino de
todos los habitantes de Macondo es el aislamiento. Y
llegará el día en que el primero de los Aurelianos (hay un
Aureliano por generación: la repetición de los nombres,
como la de los sucesos a lo largo de sus veinte capítulos no
numerados, contribuyen a la sensación de que la vida es un
fenómeno circular), dé instrucciones estrictas para que
nadie, incluyendo a su mujer, pueda acercarse a él más de
diez pies. "De Cien años de soledad se han escrito
toneladas de papeles -ha dicho García Márquez-, pero
nadie ha tocado el punto que a mí más me interesaba al
escribir el libro, que es la idea de que la soledad es lo
contrario de la solidaridad y que yo creo que es la esencia
del libro."
Nuevas obras maestras
En 1970 se editó en libro el Relato de un náufrago, una
crónica periodística que ya había sido publicada por
entregas en El Espectador (1955). La veta fantástica
reaparece en los siete cuentos (todos ellos brillantes)
recogidos en el volumen La increíble y triste historia de la
cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972). El
otoño del patriarca, de 1975, otra de sus novelas más
celebradas, aborda el tema de la dictadura y trata sobre las
calamidades y la irremediable soledad del poder encarnado
en una figura anónima y mítica.
17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno
y tiene una expresión de preocupación. Los hijos
le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento
de que algo muy grave va a sucederle a este
pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son
presentimientos de vieja, cosas que pasan. El
hijo se va a jugar al billar, y en el momento en
que va a tirar una carambola sencillísima, el
otro jugador le dice:
Con posterioridad ha publicado Crónica de una muerte
anunciada (1981), basada en un suceso ocurrido durante la
niñez del escritor (una muerte, ya conocida al comienzo de
la novela, para vengar una deshonra), y El amor en los
tiempos del cólera, de 1986, historia de amor que
transcurre en un pueblecito portuario del Caribe. Cabe
mencionar además la recopilación en cuatro tomos de su
Obra periodística (1982) y la crónica política La aventura de
Miguel Littin (1986).
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Tras estrenar el año 1988 en Buenos Aires el monólogo
teatral Diatriba de amor contra un hombre sentado, publicó
El general en su laberinto (1989), novela acerca del último
viaje de Simón Bolívar desde Bogotá hasta Santa Marta,
que suscitó un animado debate entre estudiosos
colombianos y venezolanos sobre la fidelidad histórica de
su contenido. En 1992 apareció la colección de relatos
Doce cuentos peregrinos. Dos años más tarde, veía la luz
la novela Del amor y otros demonios, y ya en 1996 publica
Noticia de un secuestro, una novela-reportaje. En la primera
parte de sus memorias, tituladas Vivir para contarla (2002),
rememora en forma novelada sus primeros treinta años de
vida. De 2004 es su por el momento última
novela, Memorias de mis putas tristes, historia de amor
entre un anciano periodista y una jovencísima prostituta.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso
regresa a su casa, donde está con su mamá o
una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con
su peso, dice:
Fuente:
http://www.biografiasyvidas.com/reportaje/garcia_marqu
ez/
Nota: En un congreso de escritores, al hablar
sobre la diferencia entre contar un cuento o
escribirlo, García Márquez contó lo que sigue,
"Para que vean después cómo cambia cuando lo
escriba".
Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde
hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no
la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué
pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación
de una cosa que me dijo mi madre esta mañana
sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.
-Le gané este peso a Dámaso en la forma más
sencilla porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola
sencillísima estorbado con la idea de que su
mamá amaneció hoy con la idea de que algo
muy grave va a suceder en este pueblo.
Entonces le dice su madre:
-No te burles de los presentimientos de los viejos
porque a veces salen.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le
dice al carnicero:
-Véndame una libra de carne -y en el momento
que se la están cortando, agrega-: Mejor
véndame dos, porque andan diciendo que algo
grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
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El carnicero despacha su carne y cuando llega
otra señora a comprar una libra de carne, le
dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente
diciendo que algo muy grave va a pasar, y se
están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro
libras.
Llega un momento de tal tensión para los
habitantes del pueblo, que todos están
desesperados por irse y no tienen el valor de
hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los
mete en una carreta y atraviesa la calle central
donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el
momento en que dicen:
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo
el cuento, diré que el carnicero en media hora
agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y
se va esparciendo el rumor. Llega el momento en
que todo el mundo, en el pueblo, está esperando
que pase algo. Se paralizan las actividades y de
pronto, a las dos de la tarde, hace calor como
siempre. Alguien dice:
-Si éste se atreve, pues nosotros también nos
vamos.
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que
queda de nuestra casa -y entonces la incendia y
otros incendian también sus casas.
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos
tenían instrumentos remendados con brea y
tocaban siempre a la sombra porque si tocaban
al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha
hecho tanto calor.
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más
calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de
pronto un pajarito y se corre la voz:
-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el
pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que
bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Y empiezan a desmantelar literalmente el
pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo,
dice:
Huyen en un tremendo y verdadero pánico,
como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos
va la señora que tuvo el presagio, clamando:
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me
dijeron que estaba loca.
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