La informática musical

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Unidad 8
Contextos musicales
La grabación y reproducción sonora
Del fonógrafo al disco compacto: la revolución digital
FILOMÚSICA, Nº 67. Agosto 2005.
Pablo Ransanz Martínez.
Los inicios: el fonógrafo
Cuando el 30 de abril de 1.877, Charles Cros (Fabrezan, Francia, 1849 – París, Francia,
04/07/1899) descubrió el principio de grabación sonora, nada podía hacerle sospechar que
estaba contribuyendo a realizar uno de los progresos más relevantes de su época. Cros
había reunido laboriosamente cincuenta francos para registrar una patente de invención
en la Academia de Ciencias de París. Al salir de su casa el 10 de abril de ese mismo año,
llevaba consigo un sobre lacrado en cuyo anverso había escrito: "Procedimiento de
registro y reproducción de los fenómenos percibidos por el oído". Adentro, en tres páginas
manuscritas, describía una sorprendente máquina parlante que había bautizado como
"paleófono". El informe científico de Cros terminaba con un poema premonitorio de su
posterior y cruel anonimato:
"Ya lo he soñado todo. También todo lo he dicho.
Convertí en mis esclavos a los aires y al fuego.
Di a leer mis sonidos. Di a escuchar mis escritos.
Pero nadie se deja conmover por mi ruego".
El 19 de diciembre de aquel mismo año, a 7000 kilómetros de distancia de París, el
estadounidense Thomas Alva Edison (Milán, Ohio, 11/02/1847 - West Orange, New Jersey,
18/10/1931), con problemas auditivos desde su juventud, construyó y patentó por primera
vez un medio para poder grabar el sonido y reproducirlo posteriormente a voluntad.
También él desconocía hasta qué punto se estaba iniciando una verdadera revolución el
en panorama musical mundial. Edison denominó a aquel aparato primigenio fonógrafo
perfecto, dando lugar a un sinfín de nuevas posibilidades y de aplicaciones en el universo
sonoro.
A partir de ese año de 1877, muchas personas se sumaron a la iniciativa emprendida por
Edison, todas ellas entusiasmadas con ese invento casi mágico de finales del siglo XIX.
Entre esta comunidad humana se encontraban ingenieros, científicos, comerciantes,
operarios, cantantes, artistas y financieros. Fueron ellos los encargados de dar el primer
gran impulso a estas máquinas parlantes ("talking machines").
En trece años desde el nacimiento del fonógrafo, se habían utilizado tres tipos de
materiales como soportes para la grabación y reproducción del sonido que fueron
ensayados, además del propio Edison, por cientos de investigadores ingleses,
norteamericanos, franceses e italianos.
Esencialmente, el fonógrafo perfecto –comúnmente denominado fonógrafo-, consiste en
un sistema de membrana-bocina unida a un estilete que actúa sobre una capa de cera
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parafinada que recubre la superficie de un cilindro. Este realiza un movimiento combinado
alrededor de su eje y a lo largo del mismo, mientras el estilete produce una huella de
trayectoria helicoidal sobre su superficie, que es coherente con las vibraciones de la
membrana.
Recíprocamente, durante el periodo de reproducción, el estilete recorre la huella sobre el
cilindro y transmite a la membrana unas vibraciones análogas a las que previamente
habían servido para impresionar la misma.
El papel de estaño fue el primero de los soportes utilizados por Edison. Posteriormente, le
siguió el tubo de cartón parafinado. En 1890, el cilindro de cera macizo se convirtió en el
feliz encargado de comenzar con la difusión comercial fonográfica. Durante el transcurso
de esos años se discutieron y cuestionaron centenares de posiciones relacionadas con el
invento propiamente dicho, con el perfeccionamiento, con las modificaciones, con la
comercialización y hasta con las concesiones otorgadas por el propio Edison.
El inconveniente principal del sistema de Edison era la práctica imposibilidad de obtener
duplicados de los cilindros mediante moldes, lo que dificultaba la difusión de dichos
cilindros para ser comercializados.
La irrupción del gramófono
En medio de toda esta eclosión de ideas, un ciudadano alemán llamado Emil Berliner,
(Hannover, 20/05/1851 + Washington, EEUU, 03/08/1929) radicado en la ciudad de
Washington, registraba y patentaba en 1.888 una “máquina parlante” que también
grababa y reproducía el sonido. Este aparato no utilizaba el cilindro de cera macizo como
soporte de la grabación, sino un disco plano. Otra diferencia importante tenía lugar en el
proceso de impresión sonora, puesto que esta se efectuaba en el surco teniendo en cuenta
la amplitud lateral del mismo y no como en el cilindro, que se medía por la profundidad de
la huella. Berliner bautizó a esta máquina parlante con el nombre de gramófono.
Las ventajas de este invento a disco fueron evidentes comparadas con las del fonógrafo y
su cilindro. Con una sola toma de sonido, el gramófono podía prensar miles de copias a
partir de una única matriz (molde original). El fonógrafo, en cambio, necesitaba ejecutar 25
veces la misma obra y grabar los cilindros directamente de manera simultánea en 20
fonógrafos, utilizando para ello 500 cilindros en total. Estaba claro que el joven disco
tomaría distancia a favor prontamente por su menor costo de producción de ambos
elementos: una “máquina parlante” con mecanismo más sencillo y disco de fabricación
menos complicado. Pero el invento de Berliner tuvo que luchar contra más dificultades y
algunas circunstancias parecidas a las de su adversario.
Los primeros discos comerciales producidos por la pequeña compañía Gramofon que
fundó Berliner eran de ebonita (goma endurecida), material que él denominó "vulcanite", y
que tenían un diámetro de 5 pulgadas (medida experimental). Fueron grabados en 1894 y
aparecieron en el mercado en oferta, en una primera lista de stock del mes de noviembre
de ese mismo año, donde también se incluían los de 7 pulgadas de diámetro (medida
corriente). Los discos de "vulcanite" no lograban producir la sonoridad que ostentaban los
cilindros de cera. Por ello, los comerciantes tardaron más en comenzar a distribuirlos.
Otro paso importante a favor del gramófono tenía lugar en una fábrica de botones para
prendas de vestir, en la que se realizó una prueba prensando algunos discos con el
material utilizado para ese artículo, y el resultado fue óptimo. La base de la fórmula de ese
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material era la goma laca, producto que se siguió utilizando hasta sus días finales en los
discos de 78 rpm.
Nuestros lectores deben saber que Johannes Brahms (1813–1897) tuvo una curiosa
experiencia personal con el fonógrafo. El 2 de diciembre de 1889, el representante de
Edison, Theo Wangeman, grabó una interpretación del propio Brahms. Se trataba de un
segmento de las Danzas Húngaras en una versión para piano solo. La grabación, tal como
anuncia Wangeman al comienzo de la misma, se realizó en Viena, en casa del doctor
Fellinger. El material que se conserva actualmente tiene una pésima calidad sonora debido
a la degradación y al paso del tiempo, y a duras penas se puede distinguir la interpretación
de una frase musical coherente.
La batalla entre el fonógrafo y el gramófono
En el año 1901 se inicia una etapa definitiva para el bien de la fonografía universal.
Mediante una serie de conversaciones, las tres principales empresas propietarias, cada una
con sus patentes de invención, deciden mancomunar sus derechos para que,
indistintamente, las pudieran usufructuar comercialmente. Dichas empresas fueron la
Edison National Phonograph, la Victor Talking Machine Company y la Columbia
Phonograph Company.
En el mes de mayo de 1902, aparecen en venta en Europa los primeros 10 discos
“Gramophone” con versiones grabadas por Enrico Carusso en la ciudad de Milán. Tenían
un diámetro de 10 pulgadas (25 cm), una sola faz y en su etiqueta aparecía el primer logo
registrado por dicha compañía, el «Angelito». Estos diez discos fueron mundialmente los
encargados de alentar a realizar grabaciones discográficas a muchísimos cantantes y
artistas que hasta ese momento se resistían a colocar su voz en un objeto sólido para ser
conservada en el tiempo.
La compañía Columbia Phonograph Company tomó la decisión de incrementar la
fabricación de máquinas y la producción de discos en una política que abogaba por
implantar el gramófono. Pocos años después, esta empresa abandonó totalmente la
elaboración de cilindros y máquinas para los mismos, cuya denominación había sido hasta
entonces "The Graphophone", modificándola para las máquinas de discos por la de "The
Disc Graphophone".
En Francia hicieron lo mismo los hermanos Pathé, cesando en 1905 con la fabricación de
cilindros y comenzando con la de discos y máquinas, aunque manteniendo aún el método
de grabación vertical para ser reproducidos con punta de zafiro en vez de púa de acero
cónica.
El fonógrafo contraataca
Edison, apoyado fielmente por todos sus colaboradores en esta industria, trató con todo
su genio y esfuerzo de demostrar la superioridad del cilindro sobre el disco. Para ello,
realizó un verdadero prodigio tan admirable que, en el transcurso del año 1902, aún con su
cilindro de cera de 2 minutos de duración de tocada, competía con los discos que ya
llegaban a 3 minutos de duración. La batalla en la industria fonográfica se desarrollaba
ferozmente y no había hecho más que comenzar.
En 1904, los discos de 12 pulgadas (30 cm) tocaban 4 minutos. Esto hace que en 1908,
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Edison modifique el mecanismo del fonógrafo y logre, siempre con su cilindro de cera, 4
minutos de reproducción. Es en el año de 1912 cuando puede decirse que el inventor
estadounidense juega su carta definitiva, poniendo al alcance de todos los amantes de la
música reproducida su cilindro de celuloide irrompible de 4 minutos también,
garantizando 3000 tocadas con calidad de sonido admirable. Ese mismo año, Edison
presenta un reproductor modelo "Opera" de excelente categoría pero de alto precio.
Edison entendió que ya no podía seguir compitiendo con el gramófono y el disco. La
supremacía del modelo de reproducción en formato de disco desarrollado por Berliner
hacía inviable una mejora sustancial del cilindro. Por ello, presentó en 1913 su "Edison
Diamond Disc", un disco de celuloide para ser reproducido en una máquina apropiada y
conservando el principio de grabación vertical. La compañía Edison siguió paralelamente
fabricando cilindros hasta el año 1929. En esta batalla por la supremacía de un formato
frente al otro, sería inapropiado afirmar que hubo vencedor y vencido. Más de un siglo
después desde sus nacimientos, tanto el fonógrafo como el gramófono permanecen en
nuestro recuerdo con su sonido original e inconfundible.
La aparición del disco de vinilo y de la estereofonía
El gramófono gozaba de una gran aceptación dentro de la comunidad musical de inicios
del siglo XX, y prueba de ello han sido sus innumerables metamorfosis y cambios
estructurales durante varias décadas para mejorar su calidad. Pero un nuevo sistema
comenzó a implantarse como fruto de la experimentación con material de vinilo. Se
trataba del disco de vinilo, que fue desplazado posteriormente por el disco compacto (CD),
de menor tamaño y mayor durabilidad, aunque a costa de perder calidad sonora. Los
discos de vinilo tienen un surco en cada lado que forma una “V” a 90 grados.
El disco de vinilo se impuso con rapidez. El sistema vigente hasta entonces de
grabación/reproducción monoaural (toma de sonido por un solo canal), iba a experimentar
dos vicisitudes: la primera pocos años después de su aparición, la estereofonía (registro en
dos canales distintos), que le ha sobrevivido y que sigue estando en uso en la actualidad.
La segunda resultaría por el contrario el mayor fiasco comercial de su historia, la
cuadrofonía, un hipotético intento por conseguir cuatro canales que durante los años
1972-1974 debió abandonarse a causa de la falta de consenso entre los distintos
fabricantes a la hora de establecer un sistema fiable adoptable por todos.
Gráficamente, cada lado del surco de un disco de vinilo corresponde a uno de los dos
canales estéreo, y su perfil sigue la modulación de la onda sonora registrada. Este sistema
analógico tiene como principal ventaja la alta calidad de sonido cuando el disco está
correctamente fabricado. Por contra, sus principales fallos son el desgaste debido al
rozamiento de la aguja y la acumulación de suciedad en el surco, lo que obliga a limpiarlos
antes de su reproducción. La evolución del disco de vinilo ha sido espectacular. Pueden
contener varios temas musicales, y el tamaño del disco puede ser de 7, 10 ó 12 pulgadas.
Según el número de canciones, se dividen en “singles” (un tema por cara), E.P. o “extended
play” (4-6 temas por cara), o LP (“long play”, lo que supone una mayor cantidad de temas).
La grabación de un “single” en un disco de 12 pulgadas de tamaño da lugar a lo que se
conoce como “Maxi-Single”. Esto se hace porque al disponer de mayor longitud de surco
para el mismo minutaje, se puede aumentar la anchura del surco y mejorar así la calidad
del sonido. La velocidad de giro es de 33, 33 1/3 o de 45 rpm (revoluciones por minuto).
Actualmente, esta tecnología es editada en pequeñas cantidades y utilizada tanto por Disc
jockeys como por audiófilos (personas que son fanáticas del sonido y poseen equipos de
muy alta calidad).
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La era digital: el disco compacto
Desde la segunda década del siglo XX y hasta finales de los años setenta, el mercado
discográfico había sido acaparado casi en su totalidad por el disco de vinilo. Los soportes
que más se comercializaron hacia el público fueron los de 33 rpm y los de 45 rpm. Cuando
hacia el año 1.983 se comenzó a sustituir la tecnología analógica -simbolizada por el disco
de vinilo-, por la tecnología digital -mediante el denominado disco compacto o CD-, se
produjo un verdadero fenómeno sociológico de proporciones gigantescas. En general, por
analógica se entiende cualquier información que retiene el carácter continuo de la señal: el
movimiento de la aguja de un tocadiscos, el voltaje que existe en el enchufe de unos
auriculares en un equipo de música, las ondas de radio o la velocidad del viento a lo largo
de un día. Tiempo o espacio continuo, señal continua. Es decir, señal material y por tanto
de infinita precisión. Por el contrario, lo digital presupone un tiempo o espacio
fragmentado, discretizado, y una señal expresada mediante números con unas pocas cifras
decimales; es decir, números con precisión finita. Cualquier aparato digital tiene
finalmente que traducir sus listas de números, sus señales digitales, a un voltaje, un
movimiento en la membrana de un altavoz, o un punto de luz en una pantalla. Por tanto
tiene que convertir la señal digital en analógica. Un CD de música no contiene el dibujo de
las ondas sonoras, sino solamente números que pueden considerarse instrucciones para
que el reproductor genere el sonido correspondiente.
En cualquier caso, un aparato digital es aquel que opera con señales digitales y no
analógicas, aunque finalmente tenga que realizar la conversión. Un aparato analógico, sin
embargo, opera constantemente con señales analógicas. En otras palabras, es cierto que
en toda conversión de algo analógico o material a una señal digital, se pierde información
sin importar lo precisa que podamos realizar la conversión. Esto es así porque la
información analógica es infinita y la digital no lo es. El CD es un registro numérico, una
lista de números, y su manipulación no consiste más que en hacer sumas, restas y
multiplicaciones con los números de la lista.
Pero la digitalización tiene un precio: reduce ineludiblemente la información que está
presente en el substrato material, en la vibración del aire o en la imagen de una escena.
Esta reducción se debe a que los números almacenados en un CD o en un DVD, por
ejemplo, no pueden ser infinitos ni puede ser infinita su precisión.
En la traducción de la vibración del aire a números que se lleva a cabo al grabar un CD, se
registra la presión del aire 44.100 veces por segundo para cada canal y con una precisión
de unas cinco cifras. Es decir, el contenido de un CD es una serie de números decimales de
cinco cifras, 44.100 números para cada segundo (88.200 si es estéreo). En los estudios de
grabación actuales, también se realizan grabaciones y reprocesados a 96.000 veces por
segundo con una precisión de más de cinco cifras. Con ello, el registro es mucho más
completo. Estudios realizados muestran que un oído sensible es capaz de percibir un
considerable aumento de la calidad del sonido cuando se toman 96.000 datos por
segundo.
Vivimos en plena “revolución digital” en los inicios del siglo XXI. Constantemente, nuevos
sistemas de reproducción sonora cada vez más sofisticados pretenden implantarse en
nuestra rutina diaria. En los últimos 25 años, hemos asistido al nacimiento del “compact
disc”, del MiniDisc, del DVD y a la comercialización reciente del formato digital “mp3”,
diseñado para la compresión de archivos de audio y su posterior reproducción. El
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panorama audiovisual es muy alentador. Para aprender a valorar los grandes logros en el
universo sonoro conseguidos en los últimos 130 años, es necesario realizar una mirada
retrospectiva, tal y como se ha hecho aquí para todos nuestros lectores, y rendirse al
extraordinario talento de algunos seres humanos excepcionales.
Artículo cedido por la revista electrónica Filomúsica (ISSN 1576-0464) y disponible on-line en la
dirección http://www.filomusica.com.
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