Meditando el Evangelio 28 de Septiembre 26º Domingo durante el año (Ciclo A) «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al reino de Dios…». Del Evangelio según san Mateo (Mt 21, 28-32) Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'. Él respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él". REFLEXION PROFESIONALES DE LA RELIGIÓN La parábola de Jesús es breve y clara. Un padre envía a sus hijos a trabajar en su viña. El primero le responde: «No quiero», pero después se arrepiente y va. El segundo le dice: «Voy, Señor», pero luego no va a trabajar. Jesús pregunta: «¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?» La parábola, dirigida por Jesús a los sacerdotes y dirigentes religiosos de Israel, es una fuerte crítica a los «profesionales» de la religión, que tienen continuamente en sus labios el nombre de Dios, pero que instalados en sus pretensión de poseer la verdad y en sus seguridades, terminan por olvidar o ser insensibles a la verdadera voluntad del Padre del cielo. Según Jesús, lo único que Dios quiere es que sus hijos e hijas vivan ya desde ahora y en este mundo una vida digna y feliz. Ése es siempre el criterio para actuar según su voluntad. Si alguien ayuda a las personas a vivir mejor, si trata a todos con respeto y comprensión, si contagia confianza y contribuye - desde su lugar y de la manera que sea - a una vida más humana, está «haciendo» lo que desea el Padre. Jesús advierte muchas veces a los escribas, sacerdotes y dirigentes religiosos de uno de los peligros que amenazan a los «profesionales» de la religión: hablan mucho de Dios, creen saberlo todo de él, y predican en su nombre la ley, el orden y la moral. Pueden ser personas celosas y diligentes, pero pueden terminar haciendo la vida de los demás mucho más dura y difícil de lo que ya es. Quizá no sea por mala voluntad, pero lo que sucede es que hay un modo de entender lo religioso que no contribuye a una vida más digna y plena. Hay personas muy «religiosas» que acusan, amenazan y hasta condenan en nombre de Dios, sin despertar nunca en el corazón de sus semejantes el deseo de vivir de otra manera, de vivir mejor y más plenamente. En esa forma de entender la religión, todo parece estar en orden, todo es aparentemente “perfecto”, todo se ajusta a la ley y a lo establecido… pero al mismo tiempo todo es frío y rígido, y nada invita al gozo y la alegría de vivir. Por eso mismo, al terminar la parábola, Jesús añade unas palabras muy duras: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al reino de Dios». Es decir, para Jesús los excluidos oficialmente del ideal religioso, los que no saben cómo poner en orden su vida, los que “no tienen el expediente en orden”, los que supuestamente no son dignos de participar íntegramente y con plenos derechos en la vida de la Iglesia y por eso mismo no pueden sentirse en ella como en su propia casa, los que aparentemente tienen poco y nada que ver con Dios, o los que directamente no creen en él… ésos, justamente, muchas veces están más cerca de Él que los teólogos, los sacerdotes y los así llamados “consagrados” (¿acaso no somos todos los seres humanos “imagen y semejanza de Dios” y por lo tanto consagrados?), porque entienden y acogen mejor la comprensión y la bondad de Dios para con todos e intentan vivir en sintonía y comunión con ese Dios cuyo amor no conoce límites ni barreras.