80 años de la Fundación del Consejo del Niño.1

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80 años de la Fundación del Consejo del Niño | Antonio L. Turnes, Guido Berro Rovira
Algo para recordar:
80 años de la Fundación
del Consejo del Niño.1
Ac. Antonio L. Turnes*, Ac. Guido Berro Rovira*
Fecha de recibido: 26 de agosto 2014
Fecha de aceptado: 10 de setiembre 2014
Correspondencia: Ac. Antonio L. Turnes | [email protected]
VARIOS
E
n 2014 se conmemoran
los 80 años de la fundación del Consejo del Niño, una institución que ha cambiado de nombre, primero como
INAME, luego como INAU, pero que conserva los mismos objetivos que le dieron origen. Sin
embargo, se olvida recordar el
origen de ese Instituto destinado a la protección del niño abandonado, y a menudo se lo identifica únicamente con el lugar de
reclusión de los menores infractores o delincuentes.
tro de la Pediatría uruguaya,
Prof. Dr. Luis Morquio (18671935) que desde sus primeras
actuaciones estuvo vinculado al
Asilo de Huérfanos y Expósitos
“Dámaso Antonio Larrañaga”,
donde pudo conocer de primera
mano las condiciones de miseria en que los niños abandonados por sus padres, por diversas causas, llevaban una vida de
desnutrición, enfermedad y alta
mortalidad, que privaba al país
de ciudadanos sanos y socialmente útiles.
Detrás de esta importante obra
social, que atiende en todo el
país a más de 100.000 niños,
proveyéndoles techo, alimentación, educación y cuidado de su
salud, hay una rica historia que
parece haberse olvidado.
El proyecto de “Código del Niño” había sido preparado por
una Comisión redactora que integraran los Dres. Roberto Berro, que la presidió, Luis Morquio, Julián Álvarez Cortés, Julio
A. Bauzá, Melitón Romero, Víctor Escardó y Anaya, Sofía A. V.
de Demicheli, José Infantozzi y
profesor Emilio Fournié, y que
Este Instituto tuvo su origen siguiendo la inspiración del Maes-
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fue designada por la Junta de
Gobierno en el mes de Abril de
1933, en decreto del Presidente
de la República Dr. Gabriel Terra y que refrenda el Ministro de
Instrucción Pública Dr. Andrés
F. Puyol.2
Morquio y su escuela, pero particularmente el pediatra Dr. Roberto Berro García (1886-1956)
tomaron sobre sí la tarea de encarar soluciones con visión de
futuro para esta dolorosa realidad humana. En abril de 1933
se constituyó una Comisión que
redactó el Código del Niño, y al
mismo tiempo las bases para la
conformación del Consejo del
Niño, que inició sus tareas en
abril de 1934. Ellos y otros destacados pediatras fueron Directores del Asilo de Huérfanos y
Expósitos y con su visión, su
inteligencia y su humanismo,
transformaron una institución
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de Menores, que no existía hasta ese momento. En fin, cambios sustanciales en la orientación de un camino para resolver
un grave problema social y humano, que a partir de entonces,
tuvo mejores destinos, particularmente para los menores tutelados.
El 6 de abril de 1934, en acuerdo con el Ministro de Protección
a la Infancia (Roberto Berro
García), Gabriel Terra puso el
“cúmplase” al Decreto Ley que
daba su aprobación al Código
del Niño, a la vez que fundaba el
Consejo del Niño, en aplicación
del Art. 1º de dicho Código, como organismo especializado, exclusivo y excluyente. Se trata de
un texto con 269 artículos, que
había aprobado la Comisión Legislativa Permanente, con fecha
4 de abril de 1934, con la firma
de José G. Antuña, Presidente y
de Arturo Miranda, Secretario.3
En su Artículo 1º esta normativa
lo define así:
“El Consejo del Niño es la entidad dirigente de todo lo relativo
a la vida y bienestar de los menores desde su gestación hasta la
mayoría de edad”.
El Artículo 2º establece: “Estará integrado por un Presidente,
designado por el Poder Ejecutivo, que deberá ser persona de
versación notoria en los problemas de la infancia, el que tendrá
el sueldo que le marque la ley
de presupuesto, y seis miembros honorarios, designados en
la siguiente forma: El Director
del Instituto de Clínica Pediátrica y Puericultura. Un abogado,
designado por la Alta Corte de
Justicia. Un maestro, designado por el Consejo de enseñanza
Primaria y Normal. Un delegado del Consejo de Trabajo. Un
delegado del Consejo de Enseñanza Industrial. Un delegado
de las instituciones privadas de
protección a la infancia, designados estos tres últimos, por el
P. E. de ternas propuestas por
aquellas instituciones.”
Este primer Consejo del Niño,
bajo la presidencia del Dr. Roberto Berro desde sus comienzos, tuvo como Vicepresidente
al Prof. Luis Morquio, el Maestro de la Pediatría y Puericultura, fundador y primer Director
del Instituto de Pediatría, que
falleció el 9 de julio de 1935.
Fue sustituido, a partir de entonces por el Dr. José Bonaba,
distinguido Pediatra que le sucedió en la Cátedra. Los Vocales eran: Profesor Emilio Verdesio (desde 1934), la Dra. Sofía Álvarez Vignoli de Demicheli
(desde 1934), la Sra. Celia Álvarez Mouliá de Amézaga (desde 1936), el Dr. Nemesio J. Bazzano (desde 1938) y el Dr. Alfredo Furriol (desde 1939). Actuaron como Secretarios: el Dr.
Julio M. Sánchez y el Sr. Ángel
Quintana Muñoz. Como Contador: el Sr. Antonio Suárez Fauqué. Sub-Contador: Sr. Ricardo
Greyssing. Tesorero: Sr. Juan
*Doctores en Medicina. Académicos,
Academia Nacional de Medicina.
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que señalaba como una afrenta el origen de esos niños abandonados, buscando formas de
organización que dignificaran
a esos futuros ciudadanos para que fueran hombres de provecho. Se eliminó el Torno, que
existiendo desde 1818, permitía
abandonar anónimamente a los
recién nacidos cuyos padres no
querían hacerse responsables de
ellos. Desde los primeros años
del siglo XX se creó una oficina de admisión, se modernizó
la Casa Cuna, se implementó un
sistema de crianza a pecho a través de una vasta red de amas de
cría o nodrizas, rentadas por el
Instituto. La mortalidad infantil
disminuyó significativamente en
los años siguientes a que estos
Pediatras se hicieran cargo de
la conducción del Asilo y cuando llegó el momento se gestó la
reunión de una diversa gama de
instituciones que daban refugio
a los niños abandonados, extrayendo de las cárceles de adultos
a los menores que delinquían,
porque en contacto con delincuentes adultos sólo podrían
perfeccionarse en el mal, en lugar de realizar actividades educativas y correctivas, a través de
la enseñanza y el trabajo organizados. Así surgió la idea de crear
el Consejo del Niño que reuniera una multitud de entidades antes dispersas para ponerlas bajo una misma conducción,
con altos valores para desarrollar. Se reformaron las Colonias
de Suárez (Canelones) que hoy
lleva el nombre del Dr. Roberto
Berro, y la de Malvín, que llevaba el nombre del Dr. Julián Álvarez Cortés. Se creó la Justicia
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Bangueses. Inspector de Suministros: Sr. Rogelio Vidal. Tuvo
su primera sede el Consejo del
Niño en la calle 25 de Mayo 520,
de la ciudad de Montevideo.
Las Divisiones Técnicas estuvieron dirigidas en este período de la siguiente manera:
Prenatal, Director: Dr. José Infantozzi; 1ª. Infancia, Director:
Dr. Julio A. Bauzá; 2ª. Infancia,
Director: Dr. Víctor Escardó y
Anaya; Adolescencia y Trabajo, Director: Dr. Mario Rodella;
Higiene, Director: Dr. Luis M.
Petrillo; Jurídica, Director: Dr.
Jacinto Díaz Mintegui (Juez Letrado de Menores); Educación,
(en formación); Servicio Social,
(en formación).
VARIOS
El Consejo del Niño tuvo comités locales en los 18 Departamentos del Interior del País,
integrados en cada caso por figuras que seguían la misma
orientación: jueces letrados, intendentes municipales, jefes de
policía, inspectores de escuelas
y directores de liceos, médicos
destacados y damas representantes de las organizaciones sociales que se ocupaban de la infancia desvalida.
El 17 de Mayo de 1934, el Ministro de Salud Pública Dr.
Eduardo Blanco Acevedo en representación del Poder Ejecutivo instalaba el Consejo del Niño en cumplimiento de la ley de
su creación, promulgada el 6 de
Abril del mismo año, y desde ese
momento la nueva autoridad inició sus tareas de organización,
reajuste y creación de servicios a
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fin de dar cumplimiento paulatino a las disposiciones modernas y humanas establecidas en
el flamante “Código del Niño”,
cuerpo de disposiciones legales que mereció desde su aprobación la simpatía de la opinión
pública y el aplauso de los estudiosos del extranjero que en diversos certámenes internacionales destacaron la importancia
de la obra realizada por el Uruguay en el sentido de la protección a la infancia.
Los organismos de protección a
la infancia que pasaron a depender del Consejo del Niño fueron la Casa del Niño con doce
consultorios Gotas de Leche o
Dispensarios Infantiles, el Asilo
Dámaso Larrañaga, tres Asilos
Maternales, la Colonia de Educación Profesional de Santa Lucía, el Asilo de Niños del Salto,
el Asilo Chopitea de Mercedes,
el Asilo Diego Young de Fray
Bentos y la Sanidad Escolar, todas hasta entonces dependientes del Ministerio de Salud Pública; además el Radio Urbano
de Malvín, la Colonia Educacional de Varones de Suárez y varios
centenares de pupilas menores
asiladas en el Buen Pastor, que
habían dependido del Consejo
de Patronato de Delincuentes y
Menores.
El estado de las dependencias
citadas en primer término era
indudablemente superior al de
las últimas. Es que en lo referente a los problemas de protección a la infancia, cuyo estudio había tomado incremento en
los años corridos del siglo XX, el
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interés y la acción habían estado preponderantemente a cargo
de los médicos, y muy especialmente de la escuela pediátrica
que tuvo por maestro y animador al ilustre profesor Morquio,
que como médico de la Cuna
del Asilo Larrañaga, director
del mismo y profesor de la Clínica de Niños, no había dejado
un día sin desparramar la noble
simiente de la puericultura integral. Junto a Morquio deben citarse los nombres de los Dres.
José Scoseria y José Martirené
que durante la actuación al frente de la Asistencia Pública Nacional habían dedicado interés
vocacional a la atención de la infancia abandonada, sin poder alcanzar mayores resultados por la
falta de correlación y unidad entre las autoridades encargadas
de tan importante misión.
En mayo de 1934, al entrar a regir el Código del Niño, se organizó de nuevo la protección
infantil en el Uruguay. Berro,
naturalmente, fue designado
primer Presidente del Consejo
del Niño y Director General. Al
terminar su mandato, en 1940,
fue reelegido cumpliendo sus
tareas hasta 1943, en que pasó
a desempeñar una banca en el
Senado.
Con los pocos establecimientos que se disponían, viejos y
envejecidos y con los que por
la nueva ley iban a formar parte del Consejo, provenientes de
Salud Pública y del Patronato de
Delincuentes y Menores, Berro
amalgamó una armazón de líneas nuevas y características es-
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De todo lo que llevó a cabo habría mucho que contar. No
es ahora el momento. Pero la
transformación que efectuó en
la Colonia de Suárez hizo época. [Se trata de la Colonia de
Menores del INAU que hoy lleva el nombre de Dr. Roberto
Berro, pero que tanto el público como sus Autoridades, desconocen al autor y el significado de su obra]. Los menores
adolescentes infractores son el
martirio de todos los establecimientos en todos los países.
No podía dejar de serlo en el
Uruguay. La prensa y los legisladores tienen por momentos la
comprensión del problema de
los menores, pero en ese instante dejan de entender a los
grandes. Y se hizo una interpelación en el Parlamento. Berro fue llamado como Ministro de Protección a la Infancia.
Las acusaciones cayeron como
flechas. Berro las recogió afirmando que eran ciertas, pero
que había muchas otras que él
señaló y que los diputados no
conocían. Y al final, su triunfo
fue rotundo. Destacó la causa:
la falta de medios. Y allí mismo
los consiguió.
La transformación de la Colonia Suárez tuvo también su dirección precisa. Llevar el hogar
a aquella Colonia tipo Mettray,
poniendo matrimonios en casas
hogares. No había habido mujeres antes en ella. La palabra madre no era pronunciada. Evidentemente se produjo allí una verdadera transformación.
Pocas figuras de nuestra Medicina realizaron a lo largo de su
vida una obra tan importante
como desconocida por nuestros
contemporáneos. La personalidad de Roberto Berro García
fue destacada por su formación
como Pediatra, junto al Maestro Luis Morquio, en las primeras décadas del siglo XX. Y su
estadía en Europa con los más
destacados Maestros de Francia, Austria y Alemania, en cierto modo, de orientaciones y miradas diferentes. En París frecuentó a Marfan y Nobécourt,
visitando también a Hutinel y
Variot ya retirados. En Berlín a
Czerny, Meyer y sobre todo a
Finkelstein cuyas ideas renovadoras le atrajeron y enseñó luego con generosidad a sus amigos y discípulos de Montevideo.
Pronto despertó en él una vocación por los problemas médicosociales de la Infancia, vinculados a su condición de Director
del Asilo “Dámaso Antonio Larrañaga”. El contacto con esa
realidad, en tiempos en que la
confusión reinaba y diversas
instituciones se distribuían la
atención de la infancia desvalida, le motivaron para encarar
reformas que serían sustanciales para el País. Allí convivían
los huérfanos y expósitos, niños
separados de sus padres por
cuestiones de honor o arrojados
de su hogar por causa de la pobreza, con niños y adolescentes
que por causas semejantes se
convertían en infractores y delinquían.
Inspiró la creación de la Justicia de Menores, con el primer
Juez de Menores que integró
el Consejo del Niño. Humanizó la asistencia social de los
niños, dedicándose de manera
intensiva y con especial amor
a desarrollar formas de organización que protegieran sus
derechos y les asegurara un
futuro mejor como personas y
ciudadanos. Es realmente lamentable que el Instituto que
él creó, haya olvidado e ignorado por completo hacer mención de sus trabajos pioneros,
al conmemorar los 80 años de
su fundación.
Si una vida consagrada a mejorar la condición social del niño, desde su nacimiento hasta
su mayoría de edad, no merecía
referencia alguna en un instituto por él fundado, era una señal
muy clara de la ignorancia que
existía sobre su personalidad,
trayectoria y realizaciones. De
igual modo que se ignora a personalidades que consagraron su
tarea al Consejo del Niño, como
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peciales. No contó con mucho
dinero. La época era difícil y los
presupuestos no eran abundantes. Por otra parte, la idea tan
sencilla de que gastar en los niños es preparar el porvenir de la
patria, no era fácil hacerla entender en las Cámaras legislativas. Pero, con habilidad pudo
llevar una obra que cuando se
estudien con detalle los medios
con que se manejó, resultará
realmente encomiable. Siempre
decía que el mérito consistía no
en hacer cosas con mucho dinero, que eso lo realiza cualquiera,
sino en saber ordenar y distribuir bien.
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80 años de la Fundación del Consejo del Niño | Antonio L. Turnes, Guido Berro Rovira
es el caso del Dr. Julio A. Bauzá (1881-1971) que fue Director
entre 1943 y 1949, del Dr. José
Alberto Praderi (1891-1975) que
lo fue de 1949 a 1951 o de la Dra.
Adela Reta (1921-2001) que lo
dirigió entre 1967 y 1974.
La tarea de Roberto Berro no se
circunscribió a la acción de protección a la infancia en el País,
sino que tuvo proyección continental, ya que durante más de
veinte años fue Director del Instituto Interamericano de Protección a la Infancia, donde tuvo
ocasión de incidir para organización de entidades similares en
todo el ámbito de las Américas.
Sucediendo al Maestro Morquio
en esa tarea gigantesca, que él
supo llevar más allá de donde la
había encontrado, logrando el
reconocimiento general.
La historia no comienza hoy, sino que viene de muchas décadas
atrás, a través de contribuciones
sucesivas de múltiples personalidades y generaciones que se
comprometieron con una obra
social inmensa, que siempre
tendrá muchas aristas para pulir
y multitud de desafíos a superar.
Justamente, en momentos en
que se debate el papel de la minoridad infractora, una mínima
porción de la infancia desvalida
social, moral y económicamente, es que se hace imprescindible conocer en mayor profundidad lo que se ha hecho. Porque
con mucha empatía y auténtica
vocación de servicio para la ayuda social fue realizada esa obra,
y es merecedora de permanente
reconocimiento nacional.
Bibliografía
1. TURNES, Antonio L. y BERRO ROVIRA, Guido: La presente reseña es una síntesis del libro Roberto Berro: El Gran Reformador de la Protección a la Infancia, Ediciones Granada, Montevideo, julio 2012, 380 páginas. Puede leerse en Internet: http://www.bvssmu.org.uy/servicios/ToC/Roberto%20
Berro%2010%20final%20web.pdf
2. CONSEJO DEL NIÑO: Memoria del 1er. Ejercicio; pp.: 14-16.
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3. Código del Niño, Ley promulgada el 6 de abril de 1934. Montevideo, 1935. Publicación efectuada por el Consejo del Niño.
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