Roteiro Emilia Pardo Bazán

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Emilia
Pardo Bazán
Itinerario literario de
El Cisne de Vilamorta,
Emilia Pardo Bazán
Relatora:
Mercedes Taboada
Oterino
O Carballiño, 11-06-2016
Concello de Maside
Concello do Carballiño
Percorrido
1.
Praza dos Irmáns Prieto
2.
Praza da Alameda - Praza Maior
3.
Farmacias (Tomás Mosquera, 2 - Rosalía de Castro, 1)
4.
Praza Maior
5.
Barrio de Flores
6.
Casino (Tomás Mosquera, Rúa Principal, 34)
7.
Balneario
8.
Pazo de Banga
9.
Puzo do Lago (Maside)
Aula virtual do curso:
www.edu.xunta.es/centros/cafi/aulavirtual2/course/view.php?id=723
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
2
Data relevantes na vida de
Emilia Pardo Bazán
www.casamuseoemiliapardobazan.org
1851
-
Nace o 16 de setembro na Coruña, na rúa Rego de Auga.
-
“Me vestí de largo, me casé y estalló la revolución”.
Os dezaseis anos casa con D. José Quiroga y Pérez de Deza
do Pazo de Banga no Carballiño, Ourense. O casamento
transcorre na Granxa de Meirás.
-
Traslado da familia a Madrid ao ser elixido o seu pai
deputado a Cortes.
Pío IX outórgalle o título de conde a José Pardo Bazán y
Mosquera.
Intensa vida social.
Viaxes por Europa.
Amizade con Giner de los Ríos. Coñece a filosofía krausista.
1868
1869-1876
1876
-
Primeiro premio polo Estudio Crítico de las obras del Padre
Feijóo.
A súa curiosidade fomenta a aprendizaxe por si mesma das
linguas de Heine e Shakespeare.
Nace Jaime.
1879
-
-
Amizade con Menéndez Pelayo.
Comeza a ler aos novelistas españois. Publica a súa primeira
novela Pascual López, autobiografía de un estudiante de
medicina.
Nace a súa filla Blanca.
-
Revista de Galicia. Vida efémera. 20 números.
-
Publica Jaime, libro de poemas dedicado ao seu fillo.
Nace a súa filla Carmen.
1880
1881
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
3
1882 - 1883
-
Publica La Cuestión Palpitante, divulgación do naturalismo
francés.
Publica La Tribuna, novela naturalista. As dúas publicacións
provocan unha grande polémica social.
Separación conxugal.
Amizade con Galdós.
1885
-
Discurso na xuntanza-homenaxe a Rosalía de Castro no
Círculo de Artesanos da Coruña.
Amizade con Castelar.
1886
-
Nova viaxe a París onde coñece persoalmente aos irmáns
Goncourt, a Huysmann e a Zola. Nunha viaxe anterior
entrevistouse con Víctor Hugo.
Publica Los Pazos de Ulloa.
-
É nomeada Presidenta do Círculo de Artesanos da Coruña.
-
Publica Mi romería, Crónica de Viajes. Narra a visita a Don
Carlos.
-
Nuevo Teatro Crítico. Revista mensual integramente escrita e
financiada pola autora coruñesa. Continuará ata 1893.
-
Funda, dirixe e prologa La Biblioteca de la Mujer. Período
1892-1913.
-
Primeira muller profesora do Ateneo de Madrid. Imparte o
primeiro curso da cátedra de Literatura Contemporánea. El
Saludo de las brujas, novela modernista na que introduce
elementos simbolistas e decadentes.
-
Primeira muller Presidenta de Honra do Centro Gallego de
Madrid.
-
La Quimera, novela inspirada no pintor Joaquín Vaamonde.
-
Primeira muller Presidenta de Sección de Literatura do
Ateneo de Madrid.
Presidenta de Honra da Real Academia Galega.
-
1887
1888
1891
1892
1896 - 1897
1902
1905
1906
-
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
4
1907
-
Construción das Torres de Meirás.
-
Afonso XII concédelle o título de condesa de Pardo Bazán.
-
Recompila nun volume Verdad as súas obras de teatro
publicadas. Cuesta Abajo, Juventud, Las raíces, El vestido de
boda, El becerro de metal e La suerte.
-
Primeira muller Consejera de Instrución Pública.
Casa en Meirás a súa filla Blanca co xeneral José Cavalcanti.
-
Negativa ao seu ingreso na Real Academia Española,
vedado ás mulleres.
Campaña de apoio desde La Voz de Galicia.
1908
1909
1910
1912
1913
-
Retrato de Sorolla para a Galería de Personaxes Ilustres na
Hispanic Society de Nova York.
-
Primeira muller catedrática. Imparte a materia de Literatura
de Linguas Neolatinas na Universidade Central.
Casa o seu fillo Jaime con Manuela Esteban Collantes. Como
agasallo de voda consigue ceder ao seu fillo o título nobiliario
conde de Torre de Cela. Pardo Bazán conserva o título de
condesa de Pardo Bazán, tras ser ratificado polo Papa.
Inauguración do monumento á figura da autora na Coruña.
1916
-
1921
-
Morre o 12 de maio. Enterrada na Igrexa da
Concepción, Madrid.
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
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Emilia Pardo Bazán y O Carballiño
Emilia Pardo Bazán nació en 1851 en A Coruña. Se casó a los diecisiete años
(1868) con José Quiroga y Pérez de Deza (Santa Eulalia de Banga, 1848),
estudiante de derecho en Santiago. De familia hidalga, poseía una casa
en Carballiño en la Plaza Mayor (que se conserva hoy) y, por herencia de sus
antepasados, varias casas hidalgas en la zona: el pazo de Banga, el de
Corneda en Irixo, el de Cimadevila en
San Xoán de Cabanelas, etc.
Durante los veranos, el matrimonio pasaba temporadas en Carballiño y en la
época de las vendimias, en el pazo de Banga. En 1883 se separaron y José
viene a vivir a Carballiño en donde muere en 1912.
En 1884 Emilia Pardo Bazán termina de escribir una novela que se titula El
cisne de Vilamorta ambientada en Carballiño y el pazo de Banga. Algunas
de las calles, edificios y fiestas que la obra recrea se pueden rastrear todavía
hoy.
El cisne de Vilamorta
Leocadia, la maestra de Vilamorta, ama apasionadamente al joven poeta
Segundo (“el cisne”) al que recibe en su casa y de vez en cuando hace
algún obsequio y da dinero ya que Segundo no trabaja. Leocadia tiene un
hijo deficiente producto de una violación incestuosa de un tío con el que
vivía en Orense. Segundo aspira a conseguir una colocación en Madrid que
le permita darse a conocer en el mundo literario de la capital. Llega a
Vilamorta un político influyente (don Victoriano) y su familia. Viene a curarse
con las aguas del balneario. El poeta se enamora de la joven mujer del
político (Nieves) y ella coquetea con él, pero el marido muere y la viuda
marcha a Madrid sin querer saber nada de Segundo. Este, despreciado por
Nieves, emigra a América y Leocadia, la maestra, olvidada por su amado,
se suicida con matarratas.
.
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
6
Tiempo histórico de la novela
Por algunos datos de la novela, la acción se desarrolla en los primeros años
de la Restauración, 1876-78.
La botica de Agonde, liberal e ilustrada, decía de la botica
reaccionaria que era un foco de perpetuas conspiraciones,
donde durante la guerra civil se había leído El Cuartel real (p.
23).
La guerra civil a la que se refiere es la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). El
Cuartel Real fue la revista oficial del carlismo. Se publicó entre 1873 y 1876.
(…) Parece que a doña Eufrasia le ha escrito Nocedal una
carta muy fina, diciéndole que él representaba a Don Carlos
en Madrid y que ella, por sus méritos, debe representarle en
Vilamorta (p. 27).
Se trata de Carlos Mª de Borbón (1848-1909), aspirante al trono de España
con el nombre de Carlos VII y de Cándido Nocedal (A Coruña, 1821-Madrid,
1883), abogado, periodista y político que, tras la revolución del 68, abrazó la
causa carlista.
Tardó más en bajarse el político (don Victoriano). Sorprendidos
le miraban sus partidarios. Había variado mucho desde su
última estancia en Vilamorta-ocho o diez años antes, en plena
revolución… (p. 33)
Se refiere, evidentemente, a la Revolución del 68.
Itinerario
Algunas de las casas que existían en la época en que Emilia Pardo Bazán
escribió la novela siguen en pie, otras fueron derruidas y en su lugar hay
edificios de hasta once pisos. No obstante, se puede trazar
aproximadamente el perímetro del casco urbano antes de 1883 ya que en
los balcones de algunos edificios o en las fachadas se conserva el año de
construcción: calle Rosalía de Castro, Tomás Mosquera, Plaza do Concello,
Plaza de Irmáns Prieto, Alameda, Barrio de Flores.
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
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1 - Praza dos Irmáns Prieto
La primera descripción de Vilamorta la encontramos en el capítulo I:
Realmente, Vilamorta es una colmena en miniatura, una villita
modesta, cabeza de partido. No obstante, bañada por el
resplandor del romántico satélite, no le falta a Vilamorta cierta
grandiosidad como de población importante, debida a los
nuevos edificios que, con arreglo al orden arquitectónico
peculiar de las grilleras, levanta a toda prisa un americano
gallego, recién venido con provisión de centenes (p. 9).
El “americano gallego” que levanta edificios de varios pisos parece referirse
a Perfectino Viéitez (1854-1940), natural de la Almuzara, quien había hecho
una considerable fortuna en América. Promovió en Carballiño la
construcción de varios edificios, entre ellos el número 8 de la calle Rosalía
de Castro (Calle del Recreo en el plano de
1896). El que estaba levantando en la época
se encuentra en el número 3 de la actual
Plaza de los Hermanos Prieto, antigua Plaza
de San Pedro, justo detrás de la casa de los
Quiroga, con quienes rivalizaba el indiano en
poder; de ahí la metáfora despectiva
(“grilleras”) utilizada por la escritora.
“Grillera” de Perfectino Viéitez
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
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2 - Praza da Alameda - Praza Maior
A finales del siglo XIX la feria de ganado tenía lugar en lo que hoy se llama la
Alameda, los productos agrícolas y el pan se vendían en la Plaza Mayor y
aledaños: calle del Recreo (hoy Rosalía de Castro), etc.
Lamentose después del continuo ruido de la feria, que no le
había consentido pegar los ojos. Nieves convino en que era
cosa molestísima: también ella se encontraba desvelada. El
ministro abrió la ventana y el ruido subió, más estruendoso y
alto. Asemejábase a un gran coral o sinfonía compuesta de
voces humanas, relinchos de bestias, gruñidos de cerdos,
mugidos de vacas, terneros y bueyes, pregones, riñas,
cantares, blasfemias y sonidos de instrumentos músicos. La
marejada de la feria cubría a Vilamorta.
Desde la ventana se veían las olas, un bullir de hombres y
animales entreverados, embutidos, por decir así, los unos en los
otros. Entre la masa de aldeanos se abría camino
frecuentemente un rebaño de seis u ocho becerros, asustados,
en dramática actitud; una mula llevada del diestro formaba
corro, disparando un semicírculo de coces; oíanse chillidos y
ayes de dolor, pero los de atrás empujaban y el hueco volvía a
llenarse; un jaco, excitado por la proximidad de las yeguas, se
encabritaba exhalando desesperados relinchos, caía al fin, y
mordía, hidrófobo de celo, lo primero que encontraba. Los
mercaderes de hongos de fieltro hacían muy rara figura,
paseando su mercancía toda sobre la cabeza: una torre de
veinte o treinta sombrerones semejante a las pagodas chinas.
Otros traficantes vendían, en un mostrador portátil colgado del
pescuezo por dos cintas; ovillos de hilo, balduque, dedales y
tijeras; los vendedores de ruecas y husos los llevaban alrededor
de la cintura, del pecho, por todas partes, como el inhábil
nadador lleva las vejigas; y los sarteneros relucían al sol, a
modo de combatientes feudales.
Mareaba la confusión, el vaivén no interrumpido de la
muchedumbre, la mescolanza de racionales y bestias, y era
fatigoso el doliente mugir de las vacas apaleadas, el chillido de
terror de las mujeres, la brutal hilaridad de los borrachos, que
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
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salían de las tabernas con el sombrero echado atrás, la lengua
estropajosa, y muy deseosos de expansión y aire, de arremeter
contra los hombres y pellizcar a las mozas (pp. 105-106).
En El cisne de Vilamorta, la feria del mes de septiembre, la de las fiestas, “se
oye” más que se ve y es lógico dado que lo que recuerda la autora, las
voces, los chillidos humanos y animales...es lo que percibe desde su casa en
la Plaza Mayor (casa de los Quiroga, 1851).
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
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3 - Farmacias (Tomás Mosquera, 2 y
Rosalía de Castro, 1)
Los centros de reunión más frecuentados eran dos boticas, la
de doña Eufrasia, situada en la plaza, y la de Agonde, en la
mejor calle. Agachada en el ángulo tenebroso de un soportal,
la botica de doña Eufrasia era lóbrega; la alumbraba a las
horas de conciliábulo un quinqué de petróleo, con tufo, y
hacían su mobiliario cuatro sillas mugrientas y un banco. (...) La
de Agonde, en cambio, lucía orgullosamente una clara
iluminación, seis grandes redomas de cristal de colores vivos y
fantástico efecto, una triple estantería cargada de tarros de
porcelana blanca con rótulos latinos en letras negras,
imponentes y científicos, un diván y dos butacas de
gutapercha (p. 23).
Es verdad que Carballiño tenía ya dos farmacias a finales del siglo XIX, como
se desprende de unos informes sobre las aguas.
Por los datos que da (situada en la Plaza Mayor, en los soportales, oscura), la
farmacia de doña Eufrasia se identifica fácilmente con la que estaba en los
bajos de la casa de los Quiroga, a pesar de que no he podido encontrar
ningún dato relacionado con ella en la época en la que
se escribió la obra. En cuanto a la segunda, “la de
Agonde”, se cree que estuvo en la calle Rosalía de
Castro, 2 (Banco Pastor, hoy).
Casa de los Quiroga: Botica de
doña Eufrasia
En esta casa vivió Tomás María Mosquera. Los datos
referidos al personaje de don Victoriano de la Comba:
diputado liberal, nacido en Vilamorta y que fue ministro,
supongo que se corresponden con
Tomás María
Mosquera (San Ciprián de Castrelo de Cea,1823-Madrid,
1890) ministro de Ultramar (1871-72) y Fomento (1874),
senador por Ourense, casado con la nieta de un
farmacéutico cuya farmacia estaba en la actual calle
que lleva el nombre del ministro, precisamente donde se
aloja don Victoriano y su familia a la llegada a
Vilamorta.
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4 - Praza Maior
En el primer capítulo, Segundo, el poeta protagonista de la obra, atraviesa la
plaza del Consistorio, la fuente pública y se dirige por un callejón lateral a la
casa de Leocadia.
No con menor recato atravesó la plaza del Consistorio, orgullo
de Vilamorta, y en vez de unirse a los grupos de gente que
gozaba el fresco sentada en los bancos de piedra próximos a
la fuente pública, se escabulló por un callejón lateral, y
cruzando retirada plazoletilla, que sombreaba un álamo
gigantesco, se dirigió hacia una casita medio oculta por el
árbol. Entre la casita y Segundo se interponía un desvencijado
armatoste: era un coche de línea, un cajón con ruedas,
desenganchado, lanza en ristre, como para embestir.
(...) Era la casa chiquita, linda, flamante; al balcón le faltaba el
barandado de hierro; no tenía sino la repisa de piedra,
cargada de tiestos y cajones de plantas; detrás de las vidrieras
se columbraba una luz, tamizada por visillos de muselina, y la
fachada, silenciosa, ofrecía algo de pacífico y agradable, que
convidaba a entrar. Segundo empujó la cancilla, y casi al
mismo tiempo oyose en el tenebroso portal crujir de enaguas...
(p. 10-11).
La Casa Consistorial se inauguró en 1862 en
el mismo solar en donde estaba la antigua
sede. La fuente pública, a la que se refiere,
puede ser la que encontramos en la parte
lateral del edificio, construida en
1876,
fecha que aparece grabada en la piedra.
La casita de Leocadia estaría
probablemente en el barrio de Flores, no
solo por el camino que lleva Segundo, sino
también por la humilde edificación.
Fuente de la Casa Consistorial, construida en 1876.
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Fiestas de septiembre. Fuegos de artificio en
la Praza Maior y baile en el Ayuntamiento
Llega septiembre y con él las fiestas patronales que doña Emilia describe
con detalle, especialmente los fuegos de artificio documentados ya en 1881
y que se celebran aún hoy la noche del 16 de septiembre (el día 17 es el día
del patrón, San Cibrao) en el mismo lugar.
La proximidad de las fiestas interrumpió los paseos largos.
Únicamente se salía un poco hacia la carretera, regresando en
breve al pueblo, donde andaba mucha gente por la plaza. (...)
La víspera de la feria salió mañana y tarde la música,
aturdiendo las calles con su estrépito de murga victoriosa.
Hallábase la plaza consistorial salpicada de tinglados que
hacían vistosa confusión de colorines chillones y disparejos.
Delante del Ayuntamiento se levantaban unos extraños
armatostes, que así podían parecer instrumentos de martirio,
como juguetes de chiquillos o espantapájaros, y no eran sino
los árboles y ruedas de fuego que a la noche habían de
quemarse con magnífica pompa, favorecidos por la serenidad
del aire. (...)
Había cerrado la noche, cuando don Victoriano y su familia
salieron hacia el Ayuntamiento para presenciar la función de
pólvora. (…)
Entraron en el salón, donde no había más luz que la dudosa
proyectada por los vasos de colores. Algunas señoritas
ocupaban ya el balcón; pero el alcalde, sombrero en mano,
deshaciéndose de puro solícito, las fue
arrinconando para dejar ancho sitio a
Nieves, a Victorina y a Carmen
Agonde, en torno de las cuales se
formó una especie de círculo o tertulia
obsequiosa. Trajeron sillas a las
señoras, y a don Victoriano se lo llevó
el alcalde a la Secretaría, donde le
esperaban en una bandeja botellas
de Tostado y tagarninas infames. (…)
Fueron los primeros cohetes vulgares y
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sin novedad alguna; un trazo de luz, un tronido sofocado y un
haz de chispas. Más en breve les llegó el turno a las sorpresas;
novedades y maravillas artísticas. Fuegos había que al estallar
se partían en tres o cuatro cascadas de lumbre, y con
fantástica rapidez se sepultaban en las profundidades del
cielo; de otros se desprendían, con misteriosa lentitud y silencio,
lucecillas violadas, verdes y rojas, igual que si los angelitos
volcasen desde arriba una caja llena de amatistas, esmeraldas
y rubíes. Caían las luces despacio, despacio, como lágrimas, y
antes de llegar al suelo se extinguían repentinamente. Lo más
bonito eran los cohetes de lluvia de oro, que exhalaban
caprichosamente una constelación de chispas, un chorro de
gotas de lumbre tan presto encendidas como apagadas. (…)
Empezaba a arder el árbol por un extremo, al parecer no sin
trabajo, escupiendo difícilmente chispas rojas; pero de súbito
se comunicó el fuego a todo el artefacto, y brotó una
flamígera rueda, una enorme oblea de luz verde y roja, que
giraba y giraba y se expandía, soltando su cabellera de
chispas volantes y atronando el espacio con ruido de metralla.
Calló breves instantes y hasta estuvo próximo a extinguirse;
tendiose un velo de humo rosado, y se vio detrás un foco de
lumbre, un sol de oro que a poco se puso a dar vueltas
vertiginosas, abriéndose y rodeándose de una aureola de
rayos. Estos fueron apagándose uno por uno, y el sol
menguando y quedándose chiquito hasta reducirse al tamaño
de una candelilla, que dio perezosamente algunas lánguidas
vueltas y, suspirando, falleció (pp. 95 a 100)
También era costumbre a finales del siglo XIX celebrar los bailes para la clase
pudiente en el Consistorio. Nieves se prepara para este evento y acude del
brazo del boticario Agonde, su anfitrión. Desde la casa del farmacéutico
cruza la Plaza Mayor:
Casi le dio vergüenza de haber
calculado este atavío cuando
atravesó del brazo de Agonde la
fangosa plaza, y oyó la ratonera
música, y vio que, como la víspera,
estaba el zaguán del Consistorio lleno
de gente acurrucada, a la cual era
necesario pisar para llegar hasta la
escalera. Por los descansos corrían las
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heces de la feria, un reguero oscuro, color del vino…(p. 109)
Miguel Anxo Fernández recoge la información que ofrece el alcalde en 1864
de la llegada de mobiliario para el salón de actos: “el retrato de S.M. la
Reina Doña Isabel, el tapiz de Damasco, la campanilla de la Alcaldía, cuatro
sillones de muebles forrados, cuatro bancos de sofá cubiertos de lo mismo,
diez sillas de paja, doce banquetas…” Además, en un pleno del año
siguiente se acuerda comprar una bandera, tres lámparas de araña, una
alfombra, cortinas y otros elementos para adecentar el salón de actos.
El narrador nos describe el salón así:
Sentaron a Nieves en el lugar más conspicuo del salón, frente a
la puerta. No estaban muy limpias las caleadas paredes, ni
muy flamante las banquetas cubiertas de paño grana; y ni las
luces mal despabiladas, ni la araña de hojalata con bujías
formaban un espléndido alumbrado (p.110).
Llegada del coche de línea de Ourense
(Praza Maior)
Don Victoriano, el diputado y ex-ministro, viene con su familia a Vilamorta.
Sus partidarios esperan entusiasmados el coche de línea para recibir a tan
insignes visitantes como se merecen:
Entraba el coche de Orense por la parte del soto, y al
resonar sus cascabeles y campanillas, el trote de sus
ocho mulas y jacos y el carranqueo de su pesada mole,
los vecinos de Vilamorta se colgaron de los balcones, se
asomaron a los portales; sólo la botica reaccionaria
permaneció cerrada y hostil. Al desembocar el gran
armatoste en la plaza, agitáronse los grupos; varios
chiquillos, descalzos, treparon al estribo pidiendo un
ochavo en plañidera voz; las fruteras de los soportales se
incorporaron para mejor ver, y únicamente Cansín, el
tendero de paños, con las manos metidas en los bolsillos
y en babuchas, prosiguió recorriendo su almacén de
arriba abajo, afectando olímpica indiferencia. Refrenó
el mayoral el tiro, diciendo en tono conciliador a una
mula resabiada:
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
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-Eeeeeh…Bueno ya, bueno ya, Canóniga…
Estalló la charanga, formada ante el ayuntamiento, en
ensordecedor preludio y el primer cohete salió pitando,
despidiendo chispas... Lanzose el grupo en masa hacia
la portezuela para ofrecer la mano, el brazo, cualquier
cosa… (…)
-¡No viene aún! ¡No viene aún! -gritaba. En efecto, no
traía más gente el ómnibus. El mayoral se deshizo en
explicaciones.
-Vienen ahí, a dos pasos, como quien dice... En el coche
del conde de Vilar... En la carretela... Por causa de la
señora... Yo aquí traigo el equipaje... Y pagaron los
asientos como si los ocupasen…
No tardó en escucharse el trote acompasado y gemelo
del tronco del conde de Vilar, y la carretela descubierta,
de arcaica forma, penetró majestuosamente en la plaza
(p.32).
El coche de Ourense tiene la parada en la Plaza Mayor y los soportales
aludidos serían los de la calle Rosalía de Castro y Tomás Mosquera, del
Recreo y del Comercio, según los nombres que aparecen en el plano de
1896 conservado en el Ayuntamiento.
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5 - Barrio de Flores
Flores parece que fue el origen de Carballiño ya que era el lugar en el que
se celebraba una feria desde el año 1670.
6 - Casino (Tomás Mosquera, rúa
Principal, 34)
En Vilamorta había un Casino, un Casino de verdad, chiquito,
eso sí, y por añadidura destartalado, pero con su mesa de billar
comprada de lance, y su mozo, un setentón que de año en
año sacudía y vareaba la verde bayeta. Porque en el Casino
de Vilamorta apenas solían juntarse a diario más que las ratas y
las polillas, entretenidas en atarazar el
maderamen (p.23).
El casino de Carballiño no tenía la misma
ubicación que conocemos hoy. Hay documentos
que acreditan que ya existía a finales del XIX.
Podría referirse al edificio que se encuentra en el
número 34 de la calle Tomás Mosquera.
Antiguo Casino. Procedencia de la foto:
Vellas historias. Vellas fotografías, M.A.
Fernández
El Cisne de Vilamorta - Mercedes Taboada Oterino
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7 - Balneario
Durante las pesadas siestas de Vilamorta, mientras los agüistas
digerían sus vasos de agua mineral y compensaban la
madrugona con un letargo reparador, los músicos aficionados
de la banda popular ensayaban las piezas que pronto
ejecutarían reunidos. (...) Cuando se esparció la nueva de que
dentro de veinticuatro horas llegaba don Victoriano Andrés de
la Comba y su familia, para salir inmediatamente a las Vides,
estaba la charanga sumamente afinada y acorde ya,
dispuesta a atronar con tandas de valses, dancitas y pasos
dobles los oídos del insigne varón,( p. 31).
Las aguas minerales de Carballiño fueron declaradas de “interés público” en
1816. El Gran Balneario no existía en la época en que se escribió el libro. Fue
construido en 1900 y desde 1933 los dueños son los Quiroga.
Don Victoriano se dirige a tomar las aguas que supone le irán bien para su
mermada salud. Allí encontramos la fuente del agua mineral que la autora
describe como probablemente sería antes de la construcción del Balneario.
A su lado corre el río Avieiro (el Arenteiro), acrónimo que la escritora formó a
partir de los nombres del Avia y del Arenteiro:
Era despejada la mañanita, y ya picaba más de lo justo el sol.
La comitiva, engrosada con García y Genday, se internó por
huertecillas y maizales hasta el ingreso de la alameda. (...) Era
la misma hilera doble de olmos, alineada sobre el río, el
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espumante y retozón Avieiro, que se escurría a borbotones, en
cascaduelas mansas, con rumor gratísimo, besando las peñas
gastadas y lisas por el roce de la corriente. Encontrábase el
lugar casi desierto; media docena, a lo sumo, de mustios y
biliosos agüistas, daban vueltas por él con lento paso,
hablando en voz queda de sus padecimientos, eructando el
bicarbonato de las aguas. (…)
Don Victoriano bajaba los escalones de piedra que conducían
a la fuente mineral. En pobre gruta moraba la náyade: un
cobertizo sustentado en toscos postes, una estrecha pila de
donde rebosaba el manantial, unas pocilgas inmundas para los
baños, y un fuerte y nauseabundo olor a huevos podridos,
causado por el estancamiento del agua sulfurosa, era cuanto
allí encontraba el turista exigente (pp.40-41).
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Alrededores
8 - Pazo de Banga
Las Vides es el nombre que Pardo Bazán da al pazo de Banga por estar
dedicado especialmente al cultivo de la vid y elaboración de vino.
Don Victoriano y su familia van a pasar unos días allí invitados por el dueño.
Los acompaña Segundo. Nieves, la esposa de don Victoriano, le pregunta si
es bonito. Segundo se lo describe de esta manera:
Las Vides es un sitio precioso -declaró Segundo-... Un sitio que
tiene aspecto de antigüedad, aire así... señorial. Me gusta la
piedra de armas, y una parra magnífica, que cubre el patio de
entrada, y las camelias y limoneros de la huerta, que tienen
porte de medianos castaños y la vista del río, y sobre todo un
pinar que habla y hasta canta...(p.46).
Las Vides (Banga) con el balcón central
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Más adelante es el narrador el que aporta datos del pazo:
Tiene la maciza casa (las Vides) aspecto de fortaleza:
flanquean el cuerpo central dos torres cuadrangulares, con
achaparrado techo y hondas ventanas: en mitad del edificio,
sobre un largo balcón de hierro, se destaca el gran escudo de
armas con el blasón de los Méndez, cinco hojas de vid y una
cabeza de lobo cortada y goteando sangre. Desde este
balcón se domina la vertiente de la montaña y el curso del río;
al costado de la torre hay una solana de madera que avanza
sobre el huerto, y gracias a la exposición al Mediodía, florecen
claveles de a onza en ollas viejas llenas de resquebrajado
terrón, y de cajoncillos de madera se desbordan rechonchas
albahacas, plumas de Santa Teresa, cactos, asclepias y
malvas: una flora requemada, crasa, árabe, de embriagadores
perfumes. Por dentro, la casa se reduce a una serie de salones
dados de cal, con las vigas al descubierto, y casi sin muebles,
excepto el central, llamado del balcón, alhajado con sillas de
paja y respaldo de madera figurando una lira, época del
imperio. Un espejo ya casi desazogado luce sobre el sofá su
gran marco de ébano, con alegorías de dorado latón, que
representan a Febo guiando su carricoche. El orgullo de las
Vides no son los salones, sino la bodega, la inmensa candiotera
oscura y sorda y fresca como una nave de catedral, con sus
magnas cubas alineadas a ambos lados. Esta pieza sin rival en
el Borde es la que enseña más ufano el señor de las Vides, y
también su dormitorio, que ofrece la singularidad de ser
inexpugnable, por hallarse practicado en el grueso de la pared
y no tener entrada sino por un pasadizo donde no cabe un
hombre de frente (pp. 67-68).
El Borde es el nombre que recibe el Ribeiro en la novela. Cualquiera que
conozca el lugar identificará el paisaje con las viñas en bancales:
Allá abajo, muy profundo, corría el Avieiro, y visto desde la
altura podía compararse a la hoja de acero que, blandida,
culebrea y refulge. Enfrente la montaña, donde se
escalonaban, a manera de gradas de colosal anfiteatro,
hileras de paredones de sostenimiento para las viñas,
construidos con piedra blancuzca; y las listas claras sobre el
fondo verde hacían bizarra combinación, destacándose en
ella el rojo tejado de algún palomar o casa solariega, y en la
cima del monte el verdor más sombrío de los pinares (p. 69
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9 - “Puzo do Lago” (Maside)
Cuando regresan a Vilamorta, Segundo, el Cisne, lleva de excursión a los
visitantes. Seguramente se trate de las salidas reales que Emilia Pardo Bazán
hacía durante los veranos. En la introducción a su discurso “Feijoo y su
siglo” (1887), doña Emilia da detalles muy precisos de sus correrías
particulares por los parajes orensanos: “En su comarca pasé floridos días de
juventud y asistí a regocijadas partidas de caza, vendimias, romerías y
ferias…; parece que era ayer cuando mi tordo, jadeante y con una gota de
sudor en cada pelo, se detenía bajo la parra de algún pazo limioso, después
de vencer, a desatinado galope, las cuestas del camino real…”.
Un día las condujo al remanso del Avieiro, al puente de piedra
bajo cuyos arcos el agua negra, fría e inmóvil, dormía siniestro
sueño. Y les refirió que allí, por ser el río más hondo y calentar
menos el sol, se guarecían las más corpulentas truchas, y que
junto al estribo había aparecido el mes anterior un cadáver.
(…)Y otra tarde les enseñó un curioso lago, del cual se referían
en el país mil consejas: que no tenía fondo, que llegaba al
centro de la tierra, que bajo sus muertas ondas se
columbraban ciudades sumergidas, que flotaban en él
maderas extrañas y crecían nunca vistas flores. Era el tal lago,
en realidad, una gran excavación, probablemente una mina
romana inundada, que presa entre la serie de montículos de
toba arcillosa que la pala de los mineros había acumulado por
todas partes, ofrecía sepulcral y fantástico aspecto…(p. 89).
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¿Qué puente de piedra fueron a visitar? El texto no da ningún dato que nos
permita identificarlo. Puede ser alguno de los que hay en las proximidades
de Carballiño: Ponte de Veiga, Ponterriza…
Ponte de Veiga - Ponterriza
Sin embargo, la mención a la ciudad sumergida, a pesar de que no he
encontrado documentación sobre el origen de la leyenda porque en estos
casos suele ser la tradición oral la propagadora de tales historias, parece
referirse al Puzo do Lago (Maside), a pocos kilómetros de Carballiño.
Puzo do lago - Maside
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Vida cotidiana
La vendimia
Al día siguiente, una vez terminadas las fiestas,
para celebrar las vendimias:
todos acuden a las Vides
¡Gran día en las Vides aquel que el Ayuntamiento señala para
la vendimia! El año entero transcurre en preparativos y
expectación del hermoso tiempo de la cosecha. La parra se
ha vestido de púrpura y oro, pero ya va soltando lentamente
parte de su rico ornato, como la desposada sus velos al pie del
tálamo nupcial: las avispas se encarnizan en los racimos,
avisando al hombre de que están maduros; setiembre ostenta
la serena placidez de sus últimos días: a vendimiar sin tardanza
(p.113).
Como se prolongaban tanto las vendimias y las faenas de
elaboración en la magna bodega de Méndez, y por aquel país
el que más y el que menos tiene su poquillo de Borde que
vendimiar y recoger, emigraron parte de los huéspedes,
deseosos de atender a sus propias viñas. El señorito de Limioso
necesitaba ver en
persona cómo entre
oidium, mirlos, vecinos y
avispas no le habían
dejado un racimo para
un remedio; las señoritas
de Molende tenían que
colgar por sus mismas
manos la uva de su
famoso Tostado, célebre
en el país… (p. 133)
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El vino tostado
El tostado es un vino dulce que se elaboraba en muchas casas del Ribeiro
con uvas pasas (en algunas todavía se sigue haciendo). El proceso de
elaboración y embotellado es muy lento y laborioso y, para conseguir un
litro de vino se necesitan 25 kilos de uva pasificada, aproximadamente.
Dado el coste de la producción, era consumido preferentemente en casas
hidalgas o ricas en las grandes ocasiones o para los invitados.
Según se desprende de la obra, también era utilizado para
realizar bizcochos: -¿Un pedacito de esponjado tosado? (p.
34), les ofrece la hermana del boticario a sus invitados.
El pan
Además del tostado, Pardo Bazán se hace eco en la novela
del renombre del pan de la zona, famoso ya en la época:
Terció en el debate don Victoriano, encareciendo el
pan: él no podía comerlo (...). Y sentía doblemente don
Victoriano la veda, porque nada encontraba
comparable al pan de Vilamorta: mejor en su género
que el bizcocho, sí señor (p.34).
La matanza
Llega el invierno y la época de la matanza:
Sobre Vilamorta ha caído el negro cortinaje del invierno.
Llueve, y por la calle principal y la plaza, empapadas y
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cubiertas de sucio barro, sólo cruza, de
tiempo en tiempo, algún campesino
invisible bajo su capa de juncos, jinete
en un rocín cuyas herraduras baten el
suelo y alzan un chapoteo de fango.
Ya no hay fruteras, por la plausible
razón de que tampoco hay fruta: todo
está solitario, húmedo, enlodado y
mohoso. (…)
¡Ahora sí, ahora sí que la pobre villita
está muerta! Ni agüistas, ni forasteros, ni
ferias, ni vendimias... Una paz, un
abandono de cementerio y una
humedad tan terca, que deja rastros verdes en los sillares de las
casas en construcción. Las villitas así, en invierno, son capaces
de producir murria al más alegre: son la raíz cuadrada del
fastidio, la quintaesencia del esplín, la desidia de peinarse, la
pereza de vestirse, la interminable noche, el aguacero terco, el
frío lúgubre, el aire color de ceniza y el cielo color de panza de
burro… (p.153).
Cesa de llover una semana; arrecia el frío; cae helada y la
escarcha se deposita en tersos cristales sobre las yerbas de los
linderos y endurece la tierra... Es la señal de la hecatombe, a la
cual todos los auspicios son favorables, pues además del frío, es
cuarto creciente de luna; que si fuese menguante, menguaría
la carne muerta... Ha llegado la hora de empuñar el cuchillo. Y
en las largas noches de Vilamorta se oyen a la hora menos
pensada desaforados gruñidos: primero de furor, que indican la
impotente rabia de verse sujeto al banco, y revelan en el
enervado cerdo doméstico la prole del jabalí montés; luego de
dolor, cuando la cuchilla penetra al través de los tejidos; un
grito casi humano, de suprema agonía, cuando la hoja se
hunde en el corazón; y, por último, una serie de quejidos
desesperados, que van debilitándose al paso que la fuerza y la
vida se escapan envueltas en el caliente chorro sanguíneo...
(p. 154).
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Bibliografía
Archivo do Concello do Carballiño (C- 459): Expedientes persoais de
Médicos, Farmacéuticos, Veterinarios Municipais (1882 a 1983).
DOCAMPO NÓVOA, Juan José: O arquivo do Concello do Carballiño.
Concello do Carballiño, 1998.
FARIÑA JAMARDO, José: Guía de Carballiño. Imprenta Sáez, Madrid, 1961.
FAUS, Pilar: Emilia Pardo Bazán: su época, su vida, su obra. Fundación Barrié
de la Maza, Coruña, 2003.
FERNÁNDEZ, Miguel Anxo: O Carballiño. Vellas historias vellas fotografías
1870-1970. Xociviga, O Carballiño, 1992.
FUMEGA PIÑEIRO, Francisco y SOBRADO PÉREZ, Xosé Luis: As fábricas de
papel na comarca do Carballiño. Centro de Estudios Chamoso Lamas, O
Carballiño, 2010.
PARDO BAZÁN, Emilia: “Impresiones santiaguesas” en El heraldo gallego-Nº
405. Orense. 1880.
Obras completas, Aguilar, Madrid, 1974.
PERNAS, Ermitas:”El cisne de Vilamorta, de Emilia Pardo Bazán y los modelos
literarios”
en Estudios sobre Emilia Pardo Bazán: In memoriam Maurice
Hemingway. Universidad de Santiago de Compostela, 1997.
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Aínda teño a esperanza
Aínda teño a esperanza de poder
percorrer unha por unha
todas as parroquias de Galiza,
lugares e casais,
andar porta por porta,
dialogar persoa a persoa
face a face,
pois non hai tarefa máis urxente,
fermosa, nidia e necesaria.
Gastaría o meu corpo nos camiños
ata ser po, seixo e silveira.
A miña voz, de tan usada, será
o levísimo eco dun rumor:
só fundamento de semente
que a penas poderá rozar
a intimidade choída dos galegos,
estraña tribo incomprensíbel
feita de tebra, vento e cantaría.
Manuel María, Versos do lume e o
vagalume, 1982
Roteiros
G1503091 -Roteiro Manuel María e os Versos
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