XVII Domingo del Tiempo Ordinario

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XVII Domingo del Tiempo Ordinario
Vende todo lo que tiene y compra el campo
(Mt 13,44-52)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 67,6-7.36)
Dios vive en su santa morada: Dios prepara casa a los desvalidos, da fuerza y poder a su pueblo.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica en nosotros los
signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes
pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos.
PRIMERA LECTURA (Re 3, 5.7-12)
Pediste discernimiento
Lectura del Libro Primero de los Reyes
En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: «Pídeme lo que quieras.»
Respondió Salomón: «Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el
trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu
pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar
a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan
numeroso?» Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: «Por haber
pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que
pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e
inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. »
SALMO RESPONSORIAL (Sal 118, 57 y 72. 76-77. 127-128. 129-13)
R/. cuanto amo tu voluntad
Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.
Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R/.
Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira. R/.
Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R/.
SEGUNDA LECTURA ( Rm 8,28-30)
Nos predestinó a ser imagen de u Hijo
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos
Hermanos: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado
conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para
que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó,
los justificó; a los que justificó, los glorificó.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente
sencilla.
R/. Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Mt 13,44-52)
Vende todo lo que tiene y compra el campo
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro esconido en el
campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y
compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de
gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces:
cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los
tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los
buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Entendéis
bien todo esto?» Ellos le contestaron: «Sí.» Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino
de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas que podemos presentar gracias a tu generosidad, para que estos santos
misterios, donde tu Espíritu actúa eficazmente santifiquen los días de nuestra vida y nos conduzcan
a las alegrías eternas.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Sal 102,2)
Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios.
o bien (Mt 5,7-8)
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Hemos recibido, este sacramento, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo, concédenos que este
don de su amor inefable nos aproveche para la salvación.
Lectio
Jesús habló del Reino de Dios en Parábolas. Nunca lo definió; sin duda porque vio que tanta
grandeza no cabía en palabras. Pero sí, de un modo sencillo, nos fue dando algunos de sus detalles,
que alcanzan a quienes somos ciudadanos de este Reino. Según lo dicho en los dos anteriores
domingos, el Reino de Dios se nos presenta pequeño en un principio (“grano de mostaza”, “grano
de levadura: Mt 13, 31-33), debiendo producir abundantes frutos (“sembrador”: Mt 4, 1-8`),
poblado por buenos y malos (“el trigo y la hierba mala”: Mt 13, 24-30.36-43). A estos detalles, hay
que añadir los que Jesús nos describe en el evangelio de hoy (Mt 13, 44-52), al comparar el Reino
de Dios con un tesoro, una perla preciosa, una red.
Estructura del Texto
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Mateo 13,44: Parábola del tesoro escondido
Mateo 13,45-46: Parábola del mercader que busca perlas preciosas
Mateo: 13,47-50: Parábola de la red echada al mar
Mateo 13,51-52: Una parábola para concluir el discurso de las parábolas.
Buscador Parábolas del tesoro escondido y el buscador de perlas
Las dos primeras parábolas ponen de manifiesto la alegría que siente quien encuentra alguna cosa
de gran valor. En el mundo en que vivimos, sumergidos en dificultades y tensiones, necesitamos
cultivar la actitud de la alegría. No es solamente la manifestación externa de la risa fácil que brota
espontáneamente sino la paz interior y el humor maduro de analizar con serenidad las situaciones,
sin sobredimensionarlas, y relativizando los sucesos diarios para vivir con tranquilidad de espíritu
cultivando nuestro mundo interior. Consiste también en ofrecernos oportunidades de relajación, de
sano esparcimiento, de compartir momentos con las personas que queremos para que la rutina no
nos domine y superemos los vacíos del tedio y reemprendamos la vida con renovada ilusión. Esta
visión de la alegría nos orienta también hacia el encuentro con Dios. No hay mayor gozo que sentir
la presencia del Espíritu en nuestro corazón. Dios es alegre.
El descubrimiento de su presencia en nosotros es positivo, luminoso, radiante. Es un hallazgo que
colma todas nuestras expectativas, un tesoro escondido en el campo de nuestras experiencias
diarias. Por eso quien encuentra a Dios y su Reino es capaz de dejarlo todo, de subordinar las cosas
ante la presencia descubierta del Dios que nos ama. ¿Con qué jerarquía de valores vivimos, ¿a qué
damos verdadera importancia en la vida? Donde está tu tesoro, allí está también tu corazón (Mt. 6,
21).
Las dos parábolas tienen elementos comunes y elementos diversos. En los dos casos, se trata de una
cosa preciosa: tesoro y perla. En los dos casos hay un encuentro, y en los dos casos la persona va y
vende todo lo que tiene para poder comprar el valor que ha encontrado. En la primera parábola, el
encuentro se sucede por casualidad. En la segunda, el encuentro es fruto del esfuerzo y de la
búsqueda. Tenemos dos aspectos fundamentales del Reino de Dios. El Reino existe, está escondido
en la vida, en espera de quien lo encuentre. El Reino es fruto de una búsqueda y de un encuentro.
Son las dos dimensiones fundamentales de la vida humana: la gratitud de amor que nos acoge y nos
encuentra y la observancia fiel que nos lleva al encuentro.
La parábola de la red echada en el mar
Aquí el Reino es semejante a una red, no una red cualquiera, sino una red echada en el mar y que
pesca de todo. Se trata de algo típico en la vida de aquéllos que escuchaban, donde la mayoría eran
pescadores, que vivían de la pesca. Una experiencia que ellos tienen de la red echada en el mar y
que captura de todo, cosas buenas y cosas menos buenas. El pescador no puede evitar que entren
cosas no buenas en su red. Porque él no consigue controlar lo que viene de abajo, en el fondo del
agua del mar, donde se mueve su red. Sólo lo sabrá cuando tire de la red hacia lo alto y se sienta con
sus compañeros para hacer la separación. Entonces sabrán qué es lo que vale y lo que no vale. De
nuevo, Jesús no explica la parábola, pero da una indicación: “Así será al final de mundo”. Habrá
una separación entre buenos y malos.
Conclusión del discurso parabólico
En el Evangelio de Mateo, el discurso parabólico termina con un breve diálogo entre Jesús y
aquéllos que lo escuchaban que sirve de clave de lectura para todas las parábolas. Jesús pregunta:
“¿Habéis entendido todo esto?” Respuesta de la gente: “¡Sí!” Y Jesús concluye con una frase muy
bella: “Por esto todo escriba convertido en discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de
la casa que extrae de su arca cosas nuevas y cosas antiguas” Esta frase final es otra pequeña
parábola. “Las cosas nuevas y las cosas antiguas que el dueño de la casa saca de su arca” son las
cosas de la vida que Jesús apenas ha propuesto en las parábolas: semillas arrojadas en el campo (Mt
13,4-8), el grano de mostaza (Mt 13,31-32), la levadura (Mt 13,33), el tesoro escondido en el campo
(Mt 13,44) el mercader de perlas finas (Mt 13,45-46), la red echada en el mar (Mt 13, 47-48). La
experiencia que cada uno tiene de estas cosas es su tesoro. Y en esta experiencia es donde cada uno
encuentra el término de comparación para poder entender mejor las cosas del Reino de Dios. A
veces, cuando las parábolas no nos dicen nada y no dejan libre su mensaje, la causa no es la falta de
estudios. Sino la falta de experiencia en la vida o la falta de profundidad de la propia vida. Las
personas que viven en la superficie sin profundizar en la experiencia de la propia vida, no tienen un
arca de donde extraer cosas nuevas y cosas viejas.
La realización de la persona humana pasa por la objetiva valoración que haga de los bienes que se
presentan ante él y de la opción correcta que haga a partir de esta luz objetiva. El creyente, el
discípulo del Señor Jesús, debe tener siempre el coraje de abandonar todo aquello que constituya un
obstáculo para su propia realización, para alcanzar el horizonte de mayor plenitud, para comprar la
perla más valiosa y quedarse con el tesoro mayor.
Apéndice
DEL CATECISMO DE LA IGLESIA
“…se parece también a un comerciante que busca perlas finas”
28: De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado su
búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones,
sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas
formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso.
30: «Se alegre el corazón de los que buscan a Dios» (Sal 105, 3). Si el hombre puede olvidar o
rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la
dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su
voluntad, «un corazón recto», y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.
843: La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda, «todavía en sombras y bajo imágenes»,
del Dios desconocido pero próximo ya que es El quien da a todos vida, el aliento y todas las cosas y
quiere que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero, que puede
encontrarse en las diversas religiones, «como una preparación al Evangelio y como un don de aquel
que ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan la vida».
2566: El hombre busca a Dios. Por la creación Dios llama a todo ser desde la nada a la existencia.
«Coronado de gloria y esplendor» (Sal 8, 6), el hombre es, después de los ángeles, capaz de
reconocer «¡qué glorioso es el Nombre del Señor por toda la tierra!» (Sal 8, 2). Incluso después de
haber perdido, por su pecado, su semejanza con Dios, el hombre sigue siendo imagen de su
Creador. Conserva el deseo de Aquel que le llama a la existencia. Todas las religiones dan
testimonio de esta búsqueda esencial de los hombres.
2705: La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el
cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. (…)
2710: (…) El corazón es el lugar de la búsqueda y del encuentro, en la pobreza y en la fe.
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