POLÍTICA “Rajoy está obligado a convocar un gran acuerdo

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POLÍTICA
FELIPE GONZÁLEZ | EXPRESIDENTE DEL GOBIERNO »
“Rajoy está obligado a convocar un gran acuerdo nacional
para salir de la crisis”
El expresidente: "Por solo 30.000 millones sufrimos las exigencias de una intervención plena”
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ
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España
Madrid 23 JUL 2012 - 11:04 CET
Crisis económica
Partidos políticos
Política
Mariano Rajoy
Economía
Finanzas
El expresidente del Gobierno Felipe González, en una casa en
El Escorial (Madrid). / CLAUDIO ÁLVAREZ
Crisis deuda europea
976
Felipe González Márquez
PP
Recesión económica
Coyuntura económica
Crisis financiera
PSOE
Administración pública
Felipe González (Sevilla, 1942) está preocupado y enfadado. Cree
que se ha superado un límite y que Mariano Rajoy tiene la
obligación de convocar a un gran acuerdo nacional. Le inquieta la
crisis europea y está furioso con la manera en la que se desarrollan
las cosas en Europa respecto a España. Critica al Gobierno por
consentir una “intervención total” en los hechos, pero muy barata,
“de bajo coste” para la propia Unión Europea, sin haber negociado
seriamente como condición el acceso a una financiación razonable.
Afirma que los errores españoles comenzaron en 1998, pero admite
que los Gobiernos de Rodríguez Zapatero no corrigieron esos
errores, sino que echaron gasolina al fuego. Cree que el Ejecutivo y
la dinámica actual están llevando a este país a la ruina y se revuelve
contra esa posibilidad. “Vamos a la deriva como españoles y como
europeos”. No cree en los Gobiernos de tecnócratas pero exige un
consenso nacional “para salir de la crisis y para actuar en Europa”.
Considera una estupidez creer que “España es demasiado grande
como para dejarla caer porque se destruiría el euro”. ¿Acaso Europa
no fue capaz de destruirse a sí misma?, recuerda. Basta con que
proliferen las voces del nacionalismo insolidario.
El expresidente del Gobierno (1982 a 1996) está alejado del Parlamento y de la vida pública,
pero no ha dejado ni un instante de ser un activo político, que sigue la actualidad española,
europea y mundial con una formidable capacidad de análisis y de crítica. Protagonizó, junto
con el alemán Helmut Kohl y el francés François Mitterrand, la cumbre de Maastricht en la
que se acordó el nacimiento de la moneda única europea, el euro, y se cambiaron los
tratados fundacionales de la Unión Europea para darle un mayor impulso político. Su
reconocida vocación europea y su conocimiento de las estructuras de la UE hicieron que se
recurriera a él en 2007 para presidir un Grupo de Reflexión sobre el Futuro de Europa,
conocido como Comité de Sabios.
Pregunta. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Respuesta. Merkel afirma que estamos pagando 10 años de errores en una política
económica basada en una inmensa burbuja inmobiliaria. Ahora que le quitamos la razón en
todo, hay que decir que sí, que tiene razón. Se refiere a los 10 años previos a 2008, que es
cuando estalló el sistema financiero mundial y en España, más específicamente, esa burbuja
inmobiliaria. Así que, enfocándolo desde España, la galopada arrancó con la ley de
liberalización del suelo, que se puso en marcha con el argumento banal de que mientras más
ofertas de suelo hay más barato es, como si los mercados fueran racionales. La realidad es
que el suelo fue cada día más caro, que hemos hecho tres o cuatro veces más metros
cuadrados de los que exigía una demanda equilibrada, y que hemos fomentado de una
manera salvaje las corruptelas.
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P. Luego, ¿es culpa de decisiones españolas?
R. La responsabilidad no es solo de una gente indisciplinada que galopa hacia una burbuja
inmobiliaria, como quieren pintar. Hay una responsabilidad compartida por una política
monetaria que facilitó créditos por debajo de la inflación, y eso no era solo responsabilidad de
las entidades financieras españolas, sino de las alemanas, las francesas… El error es
nuestro, pero compartido. Ha habido una crisis del ladrillo espantosa, pero la crisis de la
deuda se ha provocado porque ha habido bancos que han alimentado esa deuda
irracionalmente. Eso ha ocurrido, tiene razón Merkel, durante 10 años, con el resultado de
una deuda de las familias y de las empresas que es insoportable. Pero eso no ha ocurrido
igual en el Estado. En esa época a la que se refiere Merkel, España tenía unas cuentas
públicas mucho mejores que las de Alemania y las de casi cualquier otro país. Llegamos al
estallido de la crisis con superávit presupuestario de más de dos puntos y una deuda pública
por debajo del 37% del PIB.
P. Diez años continuados de errores es mucho tiempo.
R. Eso arranca, como he dicho, con decisiones políticas a partir de 1998: Aznar, Rato, Rajoy,
para entendernos, pero no se corrigen con los Gobiernos que entran a partir de 2004, es decir
con Rodríguez Zapatero. No se corrige por Gobiernos que vivían en un aparente mundo ideal.
La economía creciendo al tres y pico por ciento, créditos por debajo de la inflación... Igual
pasó con el dramático error cometido en la liberalización del sector eléctrico, que ha
acumulado una deuda de más de 25.000 millones. Arranca con una decisión aparentemente
liberalizadora que tiene un coste para el Estado enorme y que, de nuevo le digo, no se corrige
en el Gobierno de Zapatero, sino que se le echa más gasolina al fuego.
Así que, efectivamente, todo esto ha tenido una cierta continuidad durante 10 años. Claro que
ha ido acompañado de un defectuoso modelo europeo de unión monetaria sin unión
económica. Cuando a nosotros nos convenía que el tipo de interés fuera razonable respecto
del crecimiento de la economía y de la inflación de nuestro país; es decir, cuando
necesitamos enfriar esa economía especulativa, el tipo de interés se fijaba por criterios que
no respondían a nuestras necesidades. Así que el Banco Central Europeo alimentó el
incendio que estábamos montando en España.
P. ¿Se podía haber corregido esa deriva española con otra política europea?
R. Por lo menos, se hubiera evitado esa situación dramática en la
que, desde luego, están España e Italia, y por extensión, la unión
monetaria. La corrección total tiene sus dificultades. Si observas a
Estados Unidos ves que una sola moneda con políticas económicas
divergentes llevó a un estallido tremendo a finales del siglo XIX, lo
que provocó la creación de la Reserva Federal. Hoy, California es un
Estado que no puede equilibrar sus presupuestos. Pero ¿cómo
financia su deuda? A través de la Reserva Federal, y al tipo de
interés negativo. Obviamente, tendrán que hacer una
reestructuración seria, pero la Reserva Federal impide que la
especulación arrase a California, como lo impide en Florida. No
ocurre lo que ocurre aquí, donde el Banco Central Europeo no actúa
como un banco central.
La burbuja
inmobiliaria se
inició en 1998, con
la Ley del Suelo,
pero el Gobierno
de Zapatero
no corrigió esos
errores
P. Tampoco somos una federación.
R. Ni somos una federación ni tenemos un banco central que actúe como tal, insisto. España
tiene unas cifras de déficit y de deuda inferiores a las de Gran Bretaña y, sin embargo, Gran
Bretaña se financia a través del Banco de Inglaterra con tipos de interés muy bajos y España
se financia con tasas de interés insoportables. Porque el BCE no actúa como banco central,
pero sí impide que los bancos centrales nacionales actúen como tales. Es una restricción de
nuevo asimétrica, porque favorece enormemente a países como Alemania y a su entorno
próximo, y perjudica de la misma manera a otros. Así que podríamos afirmar que hablar de
una sola moneda europea es casi política-ficción. Hay un solo euro con valoraciones
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completamente distintas por los mercados. En California, el dólar, independientemente de la
deuda de California, es igual que en Nueva York. En Alicante, el euro es más caro que en
Fráncfort.
CLAUDIO ÁLVAREZ
P. ¿Eso es lo que ha pasado con la unión monetaria?
R. Conviene recordar que todo esto pasa en un contexto en el que ya hemos olvidado, a
pesar de la irritación de los ciudadanos, que el origen de esta crisis está en la implosión del
sistema financiero global desregulado. Hay que decirlo ahora una vez más… Se ha hecho
una operación de rescate de ese sistema financiero desregulado y, una vez que se ha hecho,
a costa del contribuyente, no solo para pagar el rescate propiamente dicho sino también para
pagar las consecuencias de la recesión profunda que provocó esa crisis financiera, una vez
que se ha hecho todo eso no se ha tocado el origen de la crisis. Se siguen haciendo las
mismas prácticas que llevaron a la crisis y, de pronto, te encuentras con que J. P. Morgan ha
perdido otros miles de millones de dólares.
P. ¿Por qué sucede eso?
R. Le doy una opinión personal: porque el desplazamiento del poder real que se ha producido
en los últimos 25 años de los representantes de la democracia representativa a los centros de
decisión financieros del mundo no se ha revertido. Un ejemplo: cuando Obama comprende
qué sucede, como toda persona inteligente, y propone la reforma del funcionamiento del
sistema financiero al Congreso de EE UU, pasa por Wall Street y hace un discurso impecable
sobre cómo evitar los errores que se venían produciendo en Wall Street, en los grandes
centros de producción de errores. El discurso es impecable, de forma y de fondo, sobre lo que
hay que hacer.
Tiene un solo fallo, el final, y eso es lo que te produce melancolía. Porque el presidente de EE
UU, que todavía es, al menos en teoría, el hombre más poderoso del mundo, va a Wall
Street, explica la reforma que está presentando en el Congreso y les pide a los actores de
Wall Street que le ayuden a sacarla adelante. Es dramático. La reforma no va a pasar en el
Congreso salvo que los actores de Wall Street convenzan a los congresistas (que dependen
en parte de ellos) de la bondad de la reforma.
El desplazamiento
del poder real de
Ese es el último porqué de todos los porqués. El desplazamiento del
Parlamento respecto al proceso de la toma de decisiones se agudiza
cada día. Aquí, en España, yo no sé si el Gobierno ha presentado
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los representantes
democráticos a los
centros de decisión
financieros del
mundo no se ha
revertido
algún proyecto de ley en los últimos siete meses. Yo diría que todo
son decretos leyes, que se discute en otros Parlamentos de la Unión
Europea lo que afecta a España y aquí se oculta.
P. ¿Esta intervenida España?
R. Aquí estamos, en términos relativos, peor que cualquiera, porque
estamos en una situación de rescate, nos guste o no decirlo,
semejante en términos de intervención a las de Portugal o Irlanda,
pero… a bajo coste. Por 30.000 millones tenemos todos los
condicionamientos de una intervención plena. En España, el rescate definitivo, con cierre
absoluto de los mercados (y estamos a dos metros de eso), supondría 500.000 o 600.000
millones, mucho más que el rescate actual. Pero con 30.000 millones, por el momento, de
línea de crédito, la intervención es total: de los bancos con dificultades, de los bancos buenos
y de toda la política económica y fiscal.
P. ¿Cómo es posible?
R. Nos damos de bruces con cosas incomprensibles por mucho que uno quiera construir un
relato que haga comprensible a los ciudadanos lo que pasa. Lo peor que ha pasado, dentro
de que todo el paquete de ajustes es desmesurado y de que no hay ni una sola señal de
medidas anticíclicas, lo peor, creo, es que el presidente del Gobierno, que acaba de ser
elegido por mayoría absoluta, ha hecho una declaración en la que dice: “No tenemos libertad
para elegir”.
P. ¿Pero la tiene?
R. Vamos a ver, si él dice que no tiene libertad para elegir quiere decir que los ciudadanos
han hecho un ejercicio inútil eligiéndolo. Ahora, si me pregunta, ¿la tiene? Claro que la tiene,
otra cosa es que esté en condiciones de ejercer la parte de libertad que le corresponde para
elegir. Claro que la tiene. Si la tiene una persona a la que no la han votado, como Mario
Monti, cómo no la va a tener el presidente del Gobierno español. Monti decide unas medidas
y después va a Bruselas a defenderlas. Aquí hemos escuchado al ministro de Economía
decir: “El martes veremos lo que decide el Eurogrupo y después ya conocerán qué medidas
de ajuste adoptamos”.
No estoy haciendo un ejercicio de nacionalismo, porque lo diré en porcentajes: si España
hiciera todo lo que tiene que hacer para corregir los errores acumulados en 10 años de
desequilibrios en balanza de pagos, balanzas comerciales y de pérdida de competitividad; si
hace todo lo que tiene que hacer impecablemente bien —lo cual significaría que sabe lo que
quiere hacer, cosa que no parece poder afirmarse de este Gobierno—, habría hecho el 20%
de lo que necesitamos para salir de la crisis. El 80% lo tiene que hacer Europa. Por tanto,
aquí hay dos niveles de análisis: qué nos pasa como españoles y qué nos pasa como
europeos. Y en los dos vamos a la deriva.
P. ¿Qué nos pasa como europeos?
R. Europa tiene una enorme responsabilidad consigo misma y con
No hay que pensar
su destino. Es un error decir una y otra vez que “España es
que España es
demasiado grande como para dejarla caer, porque detrás vendrá
demasiado grande
Italia y no sé qué catástrofe de explosión del euro”. Eso es una
verdad falsa. Si uno mira la historia de Europa del siglo XX,
para dejarla caer
sabemos que los europeos son capaces de destruir físicamente
porque detrás iría
Europa. ¡Cómo no van a ser capaces entonces de acabar con el
el euro. ¿No se
euro! Depende de que vaya aumentando la voz del nacionalismo
insolidario. Europa ha pasado por dos guerras mundiales. “Nunca se destruyó antes
atreverán a destruir la Europa del euro”, dicen algunos. ¿Por qué
Europa a sí
no? Europa está en una encrucijada de tres caminos en la que he
insistido muchas veces. El primer camino es hacer un big bang para misma?
federalizar la unión económica y fiscal, además de vertebrar la unión
monetaria. ¿Por qué empleo la palabra federalización, que produce rechazo? Lo hago
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intencionadamente, porque si hay una seudofederalización, sin legitimidad democrática,
estamos perdidos. Si no hay legitimidad democrática en ese proceso, y queremos solo a los
hombres de negro, en forma de ministros de Economía, para el conjunto de la UE, el proceso
de construcción europea derrapará masivamente ante los ciudadanos.
P. Hay otros dos caminos.
R. Sí. El segundo camino es el opuesto al primero: deshacer lo andado desde el punto de
vista de la unión monetaria y del mercado interior. La gente cree que aunque se deshaga la
unión monetaria se va a mantener el mercado interior, o se va a mantener incluso Schengen.
Yo diría que no es probable, entre otras cosas porque quienes están pasando esta gravísima
crisis tendrán que hacer devaluaciones masivas para ganar competitividad.
CLAUDIO ÁLVAREZ
El tercer camino, y la hipótesis más probable, es arrastrarse por el fango: dar un pasito
adelante y dos pasitos atrás. Y salir de cada Consejo diciendo que ya tenemos una hoja de
ruta, ya tenemos decisiones tomadas, ya se van a tranquilizar los mercados. Seguir con esta
pelea estúpida sobre si los mercados tienen o no un comportamiento racional. Es una gran
estupidez. ¿Por qué hablan de racionalidad? Claro que si hay una decisión del BCE, que por
una vez haga de banco central, anunciando que “si la prima de riesgo pasa de 200 puntos
básicos, me hago cargo de la deuda”, se acabó la fiesta especulativa.
P. Si se mutualiza la deuda, se federaliza la Unión Europea.
R. Puede haber una situación intermedia, a la que apelo, y que siempre se ha tomado cuando
existe voluntad política. Pero seamos sinceros: todas las reglas de los tratados que prohíben
las ayudas públicas se incumplieron después de la quiebra de Lehman Brothers, con
operaciones de rescate nacionales de los bancos propios. Todas las dificultades que hemos
tenido nosotros después no se tuvieron en cuenta cuando, desde Gordon Brown a la señora
Merkel, pasando por Sarkozy, inyectaron dinero y reestructuraron la parte del sistema que
producía riesgos sistémicos. Eso no estaba previsto; al contrario, estaba expresamente
prohibido en la normativa europea. ¿Qué fue lo que ocurrió? Que después de hacer lo que
había que hacer y no había más remedio que hacer, se pusieron de acuerdo en ponerle un
paraguas institucional a lo que se había hecho. Y a partir de entonces, restituirle a los
órganos de Bruselas las facultades de vigilancia y control que tenían, pero la operación
estaba ya hecha. ¿O es que Brown fue a Bruselas a decir cuánto dinero ponía en la
nacionalización de tal o cual banco? ¿O Sarkozy, o Merkel? Se hizo porque se hizo. Y
políticamente, además, mejor que se hiciera, porque se hubiera liado si les dicen que no, que
no se puede hacer.
P. ¿Qué ha pasado entre agosto del año pasado, cuando el BCE compró bonos españoles, y
hoy, cuando dice que no puede?
Ha cambiado
nuestra relevancia
R. Creo que ha cambiado, de verdad, nuestra relevancia para exigir
contrapartidas a los sacrificios que nos piden, o a los que nos
comprometemos. Dicho en términos de Rajoy, “no tenemos libertad
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a la hora de exigir
contrapartidas
a los sacrificios
que nos exigen o a
los que nos
comprometemos
para elegir”; eligen otros lo que tenemos que hacer. Siempre nos
dicen la misma frase: “Está bien, siga profundizando, siga por ese
camino”. Habría que contestar: “Dígame dónde está el final del
camino, para decirle a la gente que este camino tiene un límite, y
que ese límite es este, y que a partir de este límite se producirá esto
otro”. Eso nunca ocurre, ni siquiera hemos negociado seriamente en
esta intervención. Estamos intervenidos por todos los costados y ni
siquiera hemos negociado una contrapartida.
Ahora, es el galgo que corre detrás de la liebre mecánica que mueve
otro, y que nunca alcanza. Al final de año, con una vigilancia trimestralizada, nos dirán que no
es suficiente, que hay que hacer más. Y mientras más se haga en la misma dirección, esta
máquina de destrucción de aparato productivo de clases medias que han puesto en marcha
no tiene salida.
P. Pero ¿por qué exige la Unión Europea ese proceso? ¿Cuál es el objetivo?
R. Porque el nacionalismo, del que dependen los Gobiernos en los votos, hace imposible que
cambie el razonamiento político nacional y se genere un razonamiento político europeo. Es
curioso. Hollande ha hecho una doble aportación: una señal de política anticíclica, aunque
sea con solo 120.000 millones, y la constatación de que el ajuste tiene que ser más
moderado para ser soportable, y tiene razón. Digo que es curioso, porque en otro plano es
Alemania, Merkel, la partidaria de hacer una apuesta por una mayor federalización, mientras
que a Francia le cuesta más aceptar ese camino.
P. Volvamos a la situación española. ¿Podía el Gobierno haber negociado de otra manera?
Muchos piensan que cuando se pide dinero, no se tiene derecho a decir nada.
R. ¿Cómo que no? Claro que sí. Yo he pedido dinero para algo específico, algo concreto, que
por cierto otros países han hecho ya. Recordemos que ellos lo han hecho con su dinero, pero
en contra de una normativa europea que se cambió después. Me ofrecen una línea de crédito
de hasta 100.000 millones para recapitalizar lo que se supone que tengo damnificado, es
decir un tercio de nuestro sistema financiero. Yo tomo el dinero para eso y negociamos que la
operación está sometida a una recapitalización, que les permite actuar como accionistas
clave, como capitalizadores clave, en esa parte del sistema financiero. Pero lo segundo que
hago es exigir las mismas condiciones para todos los demás. Para empezar, en las pruebas
de estrés. ¿Por qué intervienen la parte sana de nuestro sistema financiero y no la de otros
países?
P. ¿La UE está exigiendo a España cosas que no exige a otros?
R. A nadie. Salvo, claro, a los países con intervención total, donde se ha hecho cargo de su
gestión macroeconómica y de su financiación. En el caso español, está haciendo
exactamente lo mismo con mucho menos coste.
P. Dicho de otra manera, este tipo de rescate le conviene a la Unión
Europea, no a nosotros.
R. Claro, si no hay contrapartidas eso es así. Siguiendo la
terminología de Montoro —una persona que cree que la
Constitución le autoriza a invadir las competencias de las
autonomías—, lo que se ha aceptado absolutamente es a los
hombres de negro, los tenemos aquí trimestralmente para ajustar al
objetivo de déficit y, por tanto, tocando toda la política económica del
país. Y todo ello con un coste para la UE relativamente reducido.
Como
compensación,
debería existir
para España una
garantía seria de
financiación a
través del Banco
Central Europeo
Inyectará 30.000 millones y si vas cumpliendo te dará otros 30.000.
Ni siquiera el Gobierno cree que vaya a pedir los 100.000. El coste
es muy bajo para ellos. A mí no me parece mal, si existe una
contrapartida clara: una garantía de financiación que dé Europa a
través de los instrumentos que tiene, o de los que ponga en marcha. El que ahora tiene más
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claro es el Banco Central Europeo. Oiga usted: la contrapartida a las barbaridades que estoy
haciendo, que meten a mi economía en un proceso de recesión, que no nos va a permitir
alcanzar a la liebre haga lo que haga, es que me puedo financiar a tasas razonables. No digo
a las de Gran Bretaña, que son de intereses negativos, o a tasas holandesas o alemanas;
pero, bueno, que se fije un criterio a partir del cual Europa interviene, para que la prima de
riesgo no haga insostenible el programa.
P. ¿Cree que con un Gobierno de concentración sería posible retomar el rumbo y marcar un
horizonte más claro?
R. Me preocupa cómo crecen en los medios, incluso en la derecha más conservadora, las
presiones sobre las bondades de un Gobierno tecnócrata. Me preocupa no solo por la
deslegitimación de la democracia sino porque me parece un error serio, más allá de las
equivocaciones que cometa el político A, B o C. Es un error. Llamamos —no quiero poner
nombres para que no se ofendan en Europa— a los mismos que nos han llevado a la crisis
pero, ahora, como especialistas para gestionar la salida. ¿Quiénes son los gestores
disponibles de Goldman Sachs para que nos ayuden a salir de la crisis como buenos
tecnócratas? ¿Qué responsabilidad tiene Goldman Sachs? Todo esto me parece un desastre.
Lo que sí que creo es que el Gobierno debería ser consciente de dos cosas: uno, que los
ciudadanos tienen derecho a saber qué es lo que están haciendo, por qué lo están haciendo
y con qué objetivo. Y punto número dos, que una operación de esa naturaleza exige un
consenso entre todos los actores, por tanto un consenso nacional.
P. ¿Es partidario de un pacto nacional?
P. No tiene nada que ver con los Pactos de la Moncloa, pero hay más razones incluso que
entonces para hacer una política de consenso nacional. El consenso nacional significa
acordar lo que hay que hacer. Y eso exige empezar por un relato de qué es lo que hemos
hecho mal y cómo lo corregimos. Y de qué es lo que está haciendo mal Europa y qué
cantidad de influencia ponemos sobre la mesa para corregir esa desviación europea. ¿Eso se
tiene que hacer por consenso entre todos los actores? Sin duda alguna. ¿La mayoría
absoluta ayuda a eso? Estoy seguro de que la mayoría absoluta es hoy una máquina de
destrucción de legitimidad. En lugar de llegar a ese consenso para ganar eficiencia y
reestructurar las Administraciones públicas, lo que estamos viendo es el machaque continuo
de la credibilidad, del prestigio y de la relevancia de las comunidades autónomas, y el
fortalecimiento de las diputaciones provinciales, como si quisieran volver a la estructura
caciquil del siglo XIX.
P. ¿Existe el riesgo de que al implicar a todas las fuerzas políticas, si todo sale mal, no exista
un recambio posible?
Si el Gobierno no
deja margen al
consenso,
Rubalcaba tiene
que dejar claro
que este Gobierno
y esta dinámica
nos llevan a la
ruina
R. No, no tiene ningún riesgo. El peor de los mundos es el que está
viviendo Alfredo Pérez Rubalcaba, queriendo comportarse con
responsabilidad de Estado y siendo permanentemente ninguneado
como interlocutor por el Gobierno. Cuando me pregunta, le digo:
“Actúa como si fueras Gobierno, sabiendo que no lo eres”. Pero el
margen de maniobra se le está acabando. Por eso está diciendo:
“Por aquí no”. Tiene que construir su propio relato y decir “tenemos
que ir por aquí”. Y dejar claro que este Gobierno y esta dinámica nos
llevan a la ruina. Este Gobierno no deja ningún margen para hablar,
para negociar, para decir “oiga usted, se ha equivocado en esto.
¿No entiende que no hay una sola medida que vaya contra el
ciclo?”. Me preocupa que estén invitando a Rubalcaba a que, de
verdad, y lo tendrá que hacer, se descuelgue de este camino
disparatado.
P. ¿Podría Rubalcaba hacer otra cosa en el Gobierno?
R. No estoy haciendo aquí una apuesta por Rubalcaba en el Gobierno. Lo que digo es que
hace falta más claridad y que el Gobierno de Rajoy, con su mayoría absoluta, ha perdido la
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credibilidad. Nadie se puede creer en Europa que el equipo que tiene la responsabilidad en la
mayoría de las autonomías, de los Ayuntamientos, antes de tener la responsabilidad en el
Gobierno central; nadie se puede creer que Rajoy llegue al Gobierno sin un programa, sin
una propuesta; lo que, lamentablemente, parece que es verdad. Hemos sobrepasado el
límite, Rajoy tiene la obligación de convocar a un gran acuerdo nacional para salir de la crisis
y para actuar en Europa.
© EDICIONES EL PAÍS, S.L.
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