-1- Escuela de padres Educación de la obediencia -2- Educación de la obediencia La virtud de la obediencia La educación de la obediencia en la vida familiar Evaluación personal y familiar Planes de acción educativa Obedeced más a los que enseñan que a los que mandan (Agustín de Hipona) -3- La virtud de la obediencia Una persona vive la obediencia si, acepta, asumiendo como decisiones propias, las de quien tiene y ejerce la autoridad, con tal de que no se opongan a la justicia, y realiza con prontitud lo decidido. Hay virtud en obedecer cuando se reconoce la autoridad de quien manda. La obediencia no es la sumisión ciega de un esclavo. No hay obediencia cuando alguien realiza un mandato pero con una actitud de rebeldía interior. La obediencia estará ligada a los valores que cada persona desea vivir. No es una virtud orientada a que los niños hagan la vida agradable a sus padres. Es una virtud para cualquier persona durante toda la vida. -4- La virtud de la obediencia Hay dos clases de motivación para vivir la obediencia. De una parte están los motivos profundos que los padres han de conocer y que irán explicando a sus hijos en función de su capacidad. De otro lado están los motivos parciales que se emplean para facilitar a los chicos la adquisición del hábito. Los padres han de buscar el desarrollo de la virtud en relación con los valores que consideren importantes. La obediencia es fuente de verdadera libertad pues es el camino para sobreponernos al apego a la propia voluntad, asegurando que nuestras acciones se dirigen hacia los verdaderos bienes. Los motivos parciales se emplean para lograr la eficacia en el ejercicio de la autoridad son útiles para el día a día en la vida familiar, especialmente con hijos pequeños. -5- La educación de la obediencia en la vida familiar Actitudes que fomentan la obediencia: ● Dar tiempo al aprendizaje. ● Valorar los esfuerzos. ● Ejemplaridad. ● Reconocer los propios errores. Actitudes que dificultan la obediencia: ● Permisividad. ● Autoritarismo. Imponer. ● Falta de coherencia. Incumplir. ● Exigir resultados inmediatos. ● Perder los estribos. No escuchar. -6- La educación de la obediencia en la vida familiar La obediencia antes de los cinco años El niño pequeño puede obedecer porque reconoce la autoridad de sus padres. A la vez, se siente inclinado a desobedecer para probar sus propias posibilidades de ser independiente. Entorno a los cinco años, conforme aumenta la conciencia de la propia voluntad, surge lo que se suele llamar la edad del no. Los motivos van a cambiar. Inicialmente, el niño puede obedecer por la autoridad de sus padres. -7- La educación de la obediencia en la vida familiar La obediencia desde los cinco hasta los trece Desde los cinco años en adelante habrá que combinar la exigencia directa hacia los hijos con el razonamiento de lo que se exige, de tal modo que el hijo cumpla porque ve que es razonable cumplir. Hasta los trece años la falta de obediencia no suele provocar problemas importantes. Resulta el período útil para enseñar a obedecer por motivos elevados antes de la adolescencia. Es fácil que los padres se contenten con una obediencia más o menos ciega que conlleva tranquilidad. Sin embargo, únicamente atendiendo a los motivos podremos ayudar a los hijos a adquirir la verdadera virtud de la obediencia. -8- La educación de la obediencia en la vida familiar La obediencia de los hijos mayores A partir de los trece años conviene que la obediencia sea consecuencia de una actitud reflexiva. Los motivos deben coincidir con los valores que los jóvenes empiezan a vivir más conscientemente. En la adolescencia, debemos ayudar a los hijos a reconocer las personas que tienen autoridad conferida: en la vida civil, en la vida social, en la vida cultural. También hay que ayudarles a diferenciar autoridad de capacidad de persuasión. -9- Evaluación personal y familiar Entiendo que es necesario contar con autoridades y por tanto obedecer durante toda la vida. Acepto las decisiones de las autoridades siempre y cuando no vayan contra la justicia. A la hora de obedecer, me esfuerzo por interpretar la voluntad de quien manda. Cuando recibo una orden intento cumplir con la máxima prontitud sin buscar excusas. Intento cumplir lo que me mandan asumiendo lo mandado positivamente en mi interior. Intento obedecer a todas aquellas personas que tienen autoridad real sobre mí. Reconozco que las personas que tienen autoridad en función de valores materiales, la pierden en cuanto dejan de ser competentes. Reflexiono sobre los valores inmateriales que quiero vivir, y busco autoridades que me ayuden. Me doy cuenta de que en una sociedad permisiva casi el único valor es el bienestar material y, portante, otros valores tienden a ser ridiculizados. Entiendo que obedecer a la autoridad legítima es tanto como obedecer a Dios, con tal de que no se oponga a la justicia y a la verdad. (cfr. David ISAACS, La educación de las virtudes humanas) -10- Planes de acción educativa Consigo que los niños pequeños obedezcan como consecuencia de haberles mandado bien. Enseño a los niños a reconocer a las diferentes autoridades que deben obedecer. Intento dar información clara a los pequeños para que sepan exactamente que deben hacer. Con los hijos mayores intento explicar los motivos que existen para cumplir con lo mandado. Razono con los adolescentes para que no se excusen o trasladen su responsabilidad a otros. Explico a los adolescentes injusticia que supone decir que uno va a cumplir y luego no hacerlo. Explico a los jóvenes lo que significa la responsabilidad personal, de tal manera que si no va a cumplir, sabe que debe indicárselo a la autoridad competente. Ayudo a los jóvenes a reconocer a las personas que, de hecho, están obedeciendo. Intento no insistir en conductas secundarias, con el fin de poder poner mayor empeño en los temas de especial relevancia para la edad correspondiente. Si tengo que utilizar castigos, intento lograr que sean lo más educativos posible. (cfr. David ISAACS, La educación de las virtudes humanas)