Géneros literarios en la antigua Grecia

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GÉNEROS LITERARIOS EN LA
ANTIGUA GRECIA (III)
LA PROSA
Sócrates
La prosa griega
Prosa filosófica y científica
La historiografía
La oratoria
La novela
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LA PROSA GRIEGA
Clío, musa de la Historia.
P. Mignard, 1689
En pleno período ático, la organización política y jurídica de la polis exigía el
debate y obligaba a la demostración de ideas contrapuestas y al estudio reflexivo del
pasado y del universo para poder comprender el devenir de los acontecimientos
actuales. Para alcanzar estos logros se hizo necesario dejar un registro escrito que
permitiera
transmitir el conocimiento a las generaciones futuras, con un lenguaje
preciso y sin connotaciones poéticas. Estaba abierto el camino al desarrollo de la
prosa.
Los tres géneros más importantes de la prosa en la antigua Grecia fueron la
prosa filosófica y científica, la historiografía
y la oratoria. Si bien el interés
principal de estas disciplinas no es puramente estético, en sus escritos se reconoce
también una preocupación por la calidad del registro lingüístico y el empleo de normas
de estilo adecuadas a la comunicación del pensamiento, lo que las acerca a lo literario.
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Antes de la segunda mitad del siglo V a.C. no se conocen textos en prosa
artística; más tarde, desde el siglo IV a.C. en adelante, fue tomando cuerpo la prosa
literaria propiamente dicha, que terminó desembocando en la novela.
LA PROSA FILOSÓFICA Y CIENTÍFICA
PA LA B R A Y PE N S A MI E N T O
La filosofía hizo una contribución
muy importante en el proceso hacia la
democracia al abrir el camino hacia el pensamiento racional y la investigación
científica.
Su desarrollo se dio principalmente a partir del siglo VI a.C., con figuras como
Anaxágoras, Pitágoras y Demócrito; sin embargo, el momento de mayor esplendor
fue el siglo V a.C., en Atenas.
Los filósofos del siglo VI a.C. escribieron en verso hexámetro dactílico, tradición
que se mantuvo hasta mediados del siglo V a.C.; a partir de ese momento, la prosa
filosófica y científica ganó terreno y sustituyó al verso.
La filosofía ática tuvo representantes notables:
Platón,
Sócrates,
Aristóteles.
A
excepción
de
Sócrates, que no escribió obra alguna, los otros dos
filósofos sí dejaron registros escritos.
Platón plasmó sus ideas en forma de diálogos
en los que se reconoce la preocupación por desarrollar
un lenguaje muy cuidado que se complementa con
frecuentes alusiones mitológicas para facilitar la
comprensión de las explicaciones.
Sócrates y Platón
(pergamino del siglo XIII)
Aristóteles
fue
discípulo
de
Platón.
Sus
reflexiones trataron temas muy diversos: lógica,
metafísica, poética, ética, retórica y política. Según la
opinión de algunos eruditos, Aristóteles no habría escrito directamente los textos, sino
que serían anotaciones tomadas por sus discípulos.
Respecto de los textos científicos, el registro más importante son los tratados de
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Hipócrates de Cos (ca. 460 a. C.- 375 a.C.), que se conocen como corpus
Hippocraticum, escritos en dialecto jónico.
LA HISTORIOGRAFÍA
La historia y la epopeya comparten el interés por asuntos relacionados con el
pasado colectivo. Sin embargo, ambas se diferencian en la forma, el enfoque y el
cometido:
•
El lenguaje propio de la épica es el verso y el de la historia la prosa.
•
La epopeya se vincula con el asunto mítico y legendario, en cambio la
historia atiende a los acontecimientos efectivamente vividos por una
comunidad.
•
La epopeya pertenece francamente al mundo literario pues es elaborada
con un criterio estético que en la historia queda subordinado a la
necesidad de transmitir con claridad la reconstrucción de los
sucesos.
En las etapas iniciales el estudio de la historia se
interesó principalmente en recoger tradiciones orales
muchas veces impregnadas del asunto mitológico. Con el
paso del tiempo esto fue cambiando y se produjeron los
primeros intentos de separar los sucesos reales de los
maravillosos y dejar registro escrito de ellos para
conocimiento de las generaciones futuras.
Helánico de Lesbos (490 a.C.) fue el primero en
buscar
una
metodología
fundada
en
documentos
escritos, tomando como fuente de información los
registros de los sacerdotes en los templos.
Clío, musa de la Historia.
El arte de la pintura (detalle)
Jan Vermeer, 1666
La primera gran descripción del mundo griego
antiguo, realizada de forma rigurosa y en prosa jónica, fueron los Nueve libros de la
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Historia, de Herodoto de Halicarnaso (484?-425? a.C.). Contiene abundantes
detalles y observaciones sobre las costumbres de griegos y “bárbaros”.
El método de Herodoto relaciona la historia con la geografía y el dato
etnográfico, que obtiene de sus viajes y del exhaustivo conocimiento de autores
antiguos. En honor a su gran mérito como historiador, se le recuerda como “el padre
de la Historia”.
Tucídides (460-396 a.C.) fue unos años posterior a Herodoto. Desterrado de
Atenas por asuntos políticos, escribió en griego ático la Historia de la Guerra del
Peloponeso.
La obra de Tucídides, se basa en la comparación de testimonios directos y
reconstrucciones de discursos. Es un trabajo riguroso y analítico, que busca presentar
los acontecimientos de manera veraz y objetiva.
El otro gran historiador fue Jenofonte (431-354 a.C.), quien participó como
mercenario de la encabezada por el príncipe persa Ciro.
Entre sus obras se destacan las Helénicas, que continúa la historia que
Tucídides dejó inconclusa a su muerte y Anábasis (relato de la Expedición de los Diez
Mil). Su gran mérito como historiador está en el estilo claro del relato y la referencia de
primera mano de los hechos en los que él mismo había participado.
L A O R AT O R I A
Desde
épocas
remotas
los
griegos
dieron
gran
importancia al arte de la palabra, como se puede ver en los
magníficos discursos de muchos personajes homéricos (por
ejemplo, Crises en el canto I de la Ilíada o Ulises y Fénix en el
canto X), que fueron tomados como modelo de oratoria en la
antigüedad.
Entre los siglos V y IV a.C. la oratoria alcanzó su máxima
Demóstenes
expresión, relacionada estrechamente con el desarrollo de la
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democracia ateniense. La técnica del discurso permitía al ciudadano rebatir
argumentaciones y exponer convincentemente sus pensamientos en el ágora o ante
los tribunales. Allí sobresalieron Gorgias, Antifón, Lisias e Isócrates. Pero la figura más
importante de la oratoria griega fue Demóstenes (384-322 a.C.).
Sus discursos tenían un estilo vibrante
con argumentaciones precisas y cuidadas.
Acompañaba su elocuencia con una gran
teatralidad vocal y gestual, lo que despertaba
admiración en unos y rechazo en otros, pero
de una forma u otra siempre lograba captar la
atención del auditorio.
Entre las casi sesenta piezas oratorias
que se conservan, son famosas las Filípicas,
en las que urge a los atenienses a enfrentar el
poder de Filipo II de Macedonia.
LA NOVELA
Los antecedentes de la novela en la antigua Grecia se encuentran dispersos en
otros géneros y llegan por dos vertientes: por un lado, los relatos de intención didáctica
y argumentativa, como las fábulas y las alegorías filosóficas; por otro, las antiguas
narraciones fabulosas y geográficas que se leían por deleite y curiosidad -en su gran
mayoría procedentes de Asia- como las que recogió Herodoto en sus viajes.
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Dafnis y Cloe
Virginio Arias, 1885
Todas estas formas seminovelescas (o “paranovelas”) -con excepción de las
alegorías filosóficas- fueron consideradas un género inferior y se cultivaron poco en el
período clásico. Su florecimiento se produjo a partir de la época alejandrina y hasta el
período bizantino, inclusive.
Apenas se han conservado cinco novelas completas que provienen de entre los
siglos II y IV d.C.: Quéreas y Calírroe de Caritón de Afrodisias, Efesíacas o Antea y
Habrócomes de Jenofonte de Éfeso, Leucipa y Clitofonte de Aquiles Tacio, Dafnis y
Cloe de Longo de Lesbos, Etiópicas o Teágenes y Cariclea de Heliodoro de Émesa.