inteligencia emocional

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 INTELIGENCIA
EMOCIONAL
Por Jorge Isauro Rionda Ramírez
INTRODUCCIÓN.
La Inteligencia emocional radica en poder racionalizar nuestros
impulsos primarios emocionales. Para ello debemos partir de
nuestra primera regla: “sentir no es consentir”. Admitimos que
nuestros primeros impulsos obedecen a nuestra naturaleza
humana (temperamento), que con base a nuestra experiencia de
vida (carácter), deriva a emociones positivas como negativas.
La vida duele, es decadente, hay sufrimiento y dolor, y por
nuestra naturaleza mortal y finita nos crea frustración,
sensación de impotencia, veleidad, dolencia, inseguridad. La
existencia en sí es crítica pues implica la continua necesidad de
sobrevivencia. Necesidades tan básicas como el respirar,
comer, dormir, amar, protección, seguridad, o como las
cataloga Maslow de forma jerarquizada, la cuestión es que el
ser humano tiene de forma persistente, continua, perene, la
necesidad de preservarse en la existencia.
Las emociones que nos crean infelicidad y dolor son aquellas
que consideramos negativas, tales son: odio, pena, inseguridad,
envidia, enojo, rencor, culpa…
La cuestión importante aquí es saber qué nos hace infelices. Para ello partimos de la
premisa de Krisnamurti quien dice que desde el momento que nos cuestionamos ¿somos
felices? Desde ese mismo momento no lo somos. Entonces debemos descubrir que nos hace
infelices para remediarlo y procurar la felicidad, la que concebimos como paz y armonía.
Entonces las emociones son pensamientos o formas de pensar que se rigen por razones que
derivan de la inteligencia, los sentimientos, las emociones y las pasiones. La cuestión de
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La vida se sucede en un frenesí que no da tiempo para reflexionar, y como entes enajenados
nos lleva por sus inercias en calidad de auténticos sombies donde la razón está vedada por
la violencia con que se vive. Es momento de hacer un paro y darnos tiempo de reflexionar
al respecto de las cuestiones fundamentales de nuestra existencia. Redescubriéndonos a
nosotros mismos y reinventándonos.
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Grandes religiones del mundo como la cristiana o la budista aportan criterios tales como el
pecado o la imperfección y dan orientaciones para poder lograr la felicidad, ya sea a
ultratumba, ya sea en la vida misma.
interés es cómo discriminar entre estos pensamientos identificando aquellos pensamientos
de energía positiva o sinergéticos (que al sumar multiplican), de los de energía negativa o
entrópicos(que al restar dividen).
En ello es importante ilustrar los niveles fisiológicos de nuestras emociones, para ello se
parte de la siguiente tabla:
Inteligentes son aquellas personas que piensan con el cerebro. (+)
Sentimentales son quienes piensan con el corazón. (+)
Emocionales, se refiere a quienes piensan con las vísceras. (-)
Pasionales son personas cuyo pensamiento está dominado por el sexo. (-)
Los niveles de pensamiento anteriores dependen del nivel de educación (es decir, de
autocontrol), por lo que en un esquema primario de bajo o nulo nivel educativo las
emociones que dominan son pasionales y viscerales. Estas emociones por su origen son de
tipo negativo y tienden a ser sentimientos de envidia, rencor, odio, frustración, coraje, ira,
inseguridad, miedo, temor, entre otras. Mientras que en un nivel básico de instrucción
aparecen dominando las sentimentales, que en gran medida ya expresan energías positivas.
Es de esperar que entre más alto sea el nivel educativo las emociones son más racionales y
por tanto positivas.
Comprendido lo anterior la cuestión es saber al respecto de aquellas emociones negativas
que nos restan felicidad o nos causan infelicidad y cómo canalizarlas a sentimientos cuya
energía sea positiva y por ello nos hagan felices.
ENVIDIA: PESAR QUE CAUSA EL BIEN AJENO.
Tener envidia es normal. De hecho es una emoción cuya naturaleza es la más humana. Pero
sentir envidia no es consentir ser envidioso. Quien siente envidia debe reconocer el carácter
negativo de su energía y el mal que nos causa al envenenar nuestra existencia consciente
como humanos.
Es normal que en un sistema capitalista como el actual la competencia acune emociones de
envidia. Los seres humanos día a día, y con gran frenesí, luchamos por lograr ventajas
posicionales con respecto a los demás. Nuestra búsqueda continua de ascenso como de
mejora gesta sentimientos cuya energía es negativa. De la envidia deviene la frustración y
el odio. La violencia que vivimos a diario es necesariamente producto de la envidia. Los
delitos de odio son ahora los de mayor frecuencia delictiva. La delincuencia juvenil,
muchas veces mal llamados delincuentes “sin causa”, en realidad sí la tienen, la frustración
que nace de la envidia y que se materializa en expresiones de odio.
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Las emociones negativas deben ser canalizadas mediante el autocontrol para volcarlas en
energía positiva. Por ello es importante saber cómo tratar la envidia. No se debe ignorar que
si bien la envidia proyecta energía negativa, por otra parte, con la misma intensidad pero
con sentido contrario, quienes victimamos con nuestra envidia, nos contestan (reciprocidad)
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Esto es parte del daño que trae la envidia que si bien a nivel personal nos envenena y nos
amarga, a nivel social genera violencia y rencor, resentimiento social.
con la misma energía negativa. Dice el dicho popular que “en la vida hasta una mala mirada
se paga”.
También se debe partir de que no todo lo que anhelamos es alcanzable, como no todo lo
que deseamos vale la pena. Se deben discriminar los anhelos entre aquellos que se pueden
calificar como nobles de aquellos cuya naturaleza real es ruin.
Para tratar la envidia existen distintas formas:
La primera es con base al principio de Leon Walras quien sostiene que el bien particular es
a su vez un bien social. El hecho de que exista el bien ajeno, es de hecho un propio bien que
nos beneficia. Se debe festejar el bien ajeno como si fuera nuestro propio bien.
Segundo, la auto reflexión (confidencia con el espejo) de nuestra emoción y sus razones
tratando de ver aquellos aspectos que favorecen para ser sujeto de un beneficio y qué es lo
que restringe acceder a éste.
Tercero, proponernos lograr el bien de forma que tengamos claro un objetivo noble para
alcanzarlo, no ser sujeto de manipulación, digamos por el mercado que nos impone valores,
cómo lograrlo y en qué tiempo. No se debe dejar de valorar si lograrlo bien vale la pena por
tratarse de un anhelo noble (espiritual) y no ruin (material).
FRUSTRACIÓN: MERMA ECONÓMICA (MORAL) DE UNA EMPRESA MAL
REALIZADA.
Pérdida de energía mal aplicada por los resultados obtenidos. Mal logro de un deseo.
Hoy día, en la era de la globalización, la realidad está en un continuo y frenético cambio.
Las personas son educadas en un mundo de valores capitalistas donde las ambiciones, en
gran medida son inalcanzables. Valores muy altos que con gran frecuencia las personas no
logran realizar lo que los lleva a la sensación de frustración. Lo causa una vida sobre
requisitada o bien valores altamente ambiciosos con anhelos inalcanzables.
Ante la tensión o estrés que la frustración causa el tratamiento más recomendable es: el
ejercicio, el sexo, la sensualidad, y todo aquello cuya actividad libere endorfinas.
Soluciones generales a la frustración: una vida más sencilla, valores más alcanzables y
menos ambiciosos, y sobre todo, ser menos aprensivo.
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Ante los problemas se recomiendo no acrecentarlos. Todo lo contrario, deben minimizarse.
Por otra parte, no hay que inmolarse. Hay quien aprovecha las oportunidades para ser
histrión de algún martirio y llamar la atención. O bien, nos martirizamos para chantajear a
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Aunque se admite que no es la única fuente de la frustración, la carencia de una vida sexual
plena, siendo una necesidad psico fisiológica, causa frustración. La cuestión es que para
que exista una realización plena en lo sexual requiere de la colaboración de la persona que
idealizamos como medio para tal fin, y en muchos casos ésta no corresponde como
deseamos, lo que lleva a la frustración.
quienes nos rodean. En la frustración hay quien toma el papel de perdedor consuetudinario
y se vale de este chantaje para buscar tocar la caridad de las personas.
ENOJO: ES LA PÉRDIDA DEL AUTOCONTROL A EFECTO DEL CANSANCIO, LA
PRESIÓN, O LA OFENSA, DONDE LOS IMPULSOS PRIMARIOS SE IMPONEN A
LA RAZÓN.
Es ira. Lo sufren las personas dominadas por su ego. Lo causa la ofensa.
Las personas que sufren de enojo normalmente son personas rebasadas por los problemas
que enfrentan, son débiles e incapaces, mediocres, apocadas. No debemos dejar de lado que
el enojo también lo produce el cansancio mental.
El enojo es vulnerabilidad. Las personas negativas, mediante la hilaridad a nuestra persona
(ofensa), tratan de “sacarnos de nuestras casillas”, por que “quien se enoja pierde”. El enojo
de hecho es mala educación al respecto de nuestro autocontrol, de no saber controlar y
canalizar nuestros impulsos primarios negativos a expresiones de energía positiva.
También el enojo es un recurso de autoprotección, de hermetismo, de territorialidad, donde
mantenemos a raya a quienes vemos como agresores o nos causan emociones negativas de
distinto tipo tales como la envidia, el rencor, los celos, la fobia, el desprecio, entre otros.
La solución al enojo es el autocontrol, la disciplina, el saber controlar nuestros impulsos
primarios negativos como canalizar los impactos de la energía negativa que recibimos de
las personas que quieren dañarnos. También radica en controlar nuestro estado de ánimo.
Para tratar el enojo lo recomendable es reeducarse a sí mismo, auto disciplinarse, buscar
descanso, distracciones, no dejarse presionar, hacer ejercicio, tener sexo, evitar sustancias
irritantes tales como cafeína o cocaína. Busca hobbies como alicientes.
Hay sustancias naturales como tés que nos calman y ayudan para lograr la paz y la
tranquilidad, yerbas como la paciflorina o terapias como el baile, la gimnasia, la natación,
la aromaterapia o el masaje sensitivo o focalizado a terminales nerviosas como a nunca, la
espalda alta, incluso caricias suaves con aceites naturales que nos llevan a un estado de
éxtasis sensitivo.
ODIO: AVERSIÓN A ALGUIEN O A ALGO.
Una mala experiencia.
Un resentimiento por condición social.
Envidia.
Una mala percepción o influencia.
El odio es veneno para el alma. Hace daño tanto a nosotros mismos como a quien
victimamos por nuestro odio.
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El odio normalmente es resultado de un daño que alguien o algo nos hace, lo que nos causa
aversión, pero existen otras fuentes del odio:
Cómo tratar el odio:
Trata de detectar la mejor percepción (objetiva) del daño, quien nos lo causa y cuáles son
sus razones, así como qué puedes hacer para sanar su aversión a nuestra persona.
Trata de tener una mejor percepción de las cosas y evita con ello generar resentimientos de
odio contra algo o alguien reconsiderando.
Perdona, aunque dependiendo del daño el perdonar a veces es muy difícil. El tiempo y el
olvido ayudan a que tarde o temprano se sane esta mala pasión.
Ante las personas que nos agreden y procuran causarnos daño es recomendable seguir un
consejo bíblico (proverbios) que sustenta: “Siéntate en el pórtico de tu casa y verás el
féretro de tu enemigo pasar”. Significa que no hay que hacer nada contra las personas que
no nos quieren, su odio, su rencor, como sus animadversiones son el origen de su propia
desdicha, o como sustenta el dicho popular “El pez por su propia boca cae”. Aléjate de este
tipo de personas y no correspondas en reciprocidad a su odio. La inercia de su odio es su
propio castigo.
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Recuerda que odiar no resarce el daño ni cambia la realidad. Vierte tu odio en amor
mediante la comprensión a quien te hace daño o desea hacértelo. Analiza sus razones, evita
en lo que a ti respecta motivar su odio. Habla con la persona e invítale a reflexionar al
respecto. De no ser posible, entonces aléjate de dicha persona para evitar te siga
infringiendo daño por su odio.
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