Sagrada familia de Nazaret

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Fiesta de la Sagrada Familia
ANTÍFONA DE ENTRADA (Is 2,16)
Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al Niño acostado en el pesebre.
ORACIÓN COLECTA
Dios, Padre nuestro, que
Has propuesto la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo; concédenos, te
rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los
premios eternos en el hogar del cielo.
PRIMERA LECTURA (Eclo 3,2-6.12-14)
El que teme al Señor honra a sus padres
Lectura del Libro del Eclesiástico
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole.
El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra
a su padre se alegrará de sus hijos, y cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá
larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre,
no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas.
La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados; el día del peligro
se acordará de ti y deshará tus pecados como el calor la escarcha.
SALO RESPONSORAL (Sal 127)
R/. “Dichosos el que temen al Señor y sigue sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
SEGUNDA LECTURA (Col 3,12-21)
La vida de familia vivida en el Señor
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad,
humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga
quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto,
el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro
corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo
habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos
mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que
de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por
medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le
gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Col 3,15-16)
R/. Aleluya, aleluya.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón y que la Palabra de Cristo habite en todos
en toda su riqueza.
R/. Aleluya, aleluya.
EVANGELIO (Lc 2,41-52)
Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los doctores
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron
ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en
Jerusalén, sin saberlo sus padres.
Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los
parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros,
escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y
sus respuestas.
Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?
Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.»
El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto
a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en
sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
ORACIÓNSOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, este sacrificio de expiación, te suplicamos, por intercesión de la Virgen, Madre
de Dios, y de San José, que guardes nuestras familias en tu gracia y en tu paz verdadera.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Bar 3,38)
Dios apareció en el mundo y vivió entre los hombres
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre nuestro, que nos amas y nos perdonas, concede a cuantos has renovado con estos divinos
sacramentos, imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia, para que, después de las pruebas
de esta vida, podamos gozar en el cielo de tu eterna compañía.
Lectio
Celebramos la fiesta de la sagrada familia de Jesús, María y José, que se inserta dentro del
misterio de la navidad porque Jesús quiso nacer en seno de una familia, y esto a pesar su origen
por obra del Espíritu Santo y de una Virgen.
La familia está constituida por un conjunto de relaciones: entre marido y mujer, entre padres e
hijos, entre hermanos. También hay un círculo familiar más amplio ―abuelos y nietos, tíos y
sobrinos― que son parte integrante de toda familia. La Sagrada Familia de Nazaret no fue
ajena a esta realidad, más bien las vivieron a fondo y las santificaron.
La familia es un espacio privilegiado para el desarrollo integral de la persona. Fue en el seno de
una familia que “Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios.
y ante los hombres” (Lucas 2,52). El desarrollo físico debe estar acompañado del desarrollo de la
personalidad (“progresaba en sabiduría”) y la maduración de la experiencia de Dios (“progresaba
en gracia”). Los procesos internos (“progresaba ante Dios”) deben ser constatados por el entorno
social (“progresaba ante los hombres”)
El evangelio de hoy se centra en un momento clave de la vida familiar, nos presenta a María y José
acompañando a Jesús en su paso a la adultez. La celebración del “Bar-Mitzvá” hebreo, a los 12
años, hace del joven israelita un sujeto de derechos y deberes dentro de la sociedad. En este
contexto Jesús comienza a tener visibilidad en la sociedad de su tiempo, al mismo tiempo que
define su proyecto de vida con relación a su familia.
En ese marco sucede un percance en el cual la identidad de Jesús se pone a la luz: “¿No sabíais que
yo debía estar en la casa de mi Padre?” (2,49). El relato arroja entonces una gran enseñanza sobre
la persona y la misión de Jesús: Dios es su padre y él ha venido para realizar su proyecto.
Estructura del texto
1. La ciudad de Jerusalén en la vida de Jesús: ¿hacia un cambio de domicilio?
En 2,41, Lucas nos deja entender que Jesús y sus padres han hecho por lo menos doce veces la
peregrinación anual a Jerusalén que todo israelita debe hacer.
Cuando Jesús se convierte en adulto (en Israel es a los 12 años), él toma la primera decisión de su
vida: “se quedó en Jerusalén”. El texto griego emplea el verbo “perseveró” indicando que Jesús
tiene una cita allí.
Tengamos en cuenta que lo largo del Evangelio, la Ciudad Santa tiene mucha importancia porque es
el lugar del cumplimiento de las profecías. Por lo tanto, la cita de Jesús para llevar a su completa
realización la salvación debe ser allí. El camino de Jesús estará siempre orientado en esta dirección.
Observemos, por ejemplo, la insistencia que Lucas hace en: 9,31.51.53; 13,33; 17,11; 18,31-34.
2. Jesús y su nueva ocupación: con autoridad de Maestro
Según Lucas 2,46, Jesús estaba “sentado en medio de los maestros”. Insistiendo en algunos
detalles, evangelista nos hace una anticipación de lo que será el ministerio de Jesús en el Templo de
Jerusalén, el lugar que tenía en perspectiva en su largo viaje que culminará en su pascua personal
(ver 9,57-18,47).
Igual que aquí, encontraremos de nuevo a Jesús debatiendo con los maestros de la ley de Jerusalén,
“escuchándoles y preguntándoles” (2,46; ver 20,3) y dejándolos “estupefactos por su inteligencia
y sus respuestas” (2,47; ver 20,26.39).
3. Jesús pendiente de los “asuntos” de su padre: la familia desde el punto de vista de “Dios
Padre”
Detengámonos de manera especial en Lc 2,49. Se trata de las primeras palabras de Jesús en el
Evangelio, las cuales son para llamar a Dios “Papá” suyo. Lo hace precisamente delante de José y
María.
La actuación de Jesús en el Evangelio es la del Hijo de Dios. Viviendo su relación con Dios de esa
manera, Jesús se concentra en la realización de su voluntad: “debo ocuparme de sus asuntos”, es
decir, realizar su plan. Esta es la brújula que orienta su caminar, sus decisiones y hacia donde
apunta su destino (ver 9,22 y 24,26).
4. La dificultad de José y María para comprender al “hijo” Jesús
María le comparte su angustia a Jesús preguntándole “¿Por qué nos has hecho esto?”. La respuesta
es otro “por qué”: “Y ¿por qué me buscabais?” (2,48-49).
Jesús invita a sus padres buscar la razón de ser de su comportamiento en el querer de Dios. Pero
mientras parece que para Jesús todo es claro, no será así para sus padres (2,50), como tampoco lo
será más adelante para sus seguidores (ver 9,45 y 18,34). Habrá que dejarse orientar por Él como
Maestro hasta el final para conseguir entenderlo.
Los lectores del Evangelio quedamos sabiendo desde el principio dos cosas: (1) que Jesús no se
acomoda siempre a nuestras expectativas, no se le podrá decir a Jesús cuál es la vía correcta que hay
que seguir y por esto mismo sus orientaciones más de una vez nos harán violencia interna; (2) que
el de Jesús no es un camino fácil y que habrá que pensarlo dos veces antes de entrar en él (ver 9,5762; 14,25-35).
5. La reacción final de la Madre
Al final del evangelio nos encontramos con un retrato lucano de María: “Su madre meditaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (2,51).
La actitud de María ante la primera palabra desconcertante de su Hijo, quien se ha comportado aquí
como su Maestro, es la de la reflexión paciente. Con esta actitud acompañó el momento de la
encarnación (1,29), del nacimiento (1,19) y de la entrada de Jesús a la vida adulta y al ministerio.
Así los años ocultos de la vida de Jesús quedaron solamente escritos en el corazón orante de María.
Contemplando esta actitud suya podríamos decir: Jesús crecía y su Madre también.
María permanece entonces como el modelo de lo que debemos ser nosotros como oyentes del
Evangelio: las cosas del Evangelio no son para dejarlas pasar de largo sino retomarlas una y otra
vez a lo largo de la vida.
María nos enseña a vivir un camino de crecimiento espiritual por medio de la confrontación
permanente entre los sucesos de la vida y la Palabra, aguardando con paciencia en los momentos de
ignorancia y dejando que Dios conduzca las cosas según su pedagogía.
Apéndice
El ejemplo de Nazaret
De las alocuciones del papa Pablo sexto
Alocución en Nazaret 5 de enero de 1964
Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el
conocimiento de su Evangelio.
Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso
de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se
aprende incluso, quizá e una manera casi insensible, a imitar esta vida.
Aquí se nos revela el método que nos hará descubrir quién es Cristo. Aquí comprendemos la
importancia que tiene el ambiente que rodeó su vida durante su estancia entre nosotros, y lo
necesario que es el conocimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las
prácticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de que Jesús se sirvió para revelarse al mundo.
Aquí todo habla, todo tiene un sentido.
Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de la disciplina espiritual si queremos seguir las
enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo.
¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret!
¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la
vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina!
Pero estamos aquí como peregrinos y debemos renunciar al deseo de continuar en esta casa el
estudio, nunca terminado, del conocimiento del Evangelio. Mas no partiremos de aquí sin recoger
rápida, casi furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret.
Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el
amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que
estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo
agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a
estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos
maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la
meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve.
Se nos ofrece además una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la
familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo
dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el
plano social.
Finalmente, aquí aprendemos también la lección del trabajo. Nazaret, la casa del hijo del artesano:
cómo deseamos comprender más en este lugar la austera pero redentora ley del trabajo humano y
exaltarla debidamente; restablecer la conciencia de su dignidad, de manera que fuera a todos
patente; recordar aquí, bajo este techo, que el trabajo no puede ser un fin en sí mismo, y que su
dignidad y la libertad para ejercerlo no provienen tan sólo de sus motivos económicos, sino también
de aquellos otros valores que lo encauzan hacia un fin más noble.
Queremos finalmente saludar desde aquí a todos los trabajadores del mundo y señalarles al gran
modelo, al hermano divino, al defensor de todas sus causas justas, es decir: a Cristo, nuestro Señor.
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