1 EdP / Escuela de Padres Colegio Dominicos – Valencia / Época V / curso 11-12 / (selección: Alfonso Esponera / Adaptación y montaje: J.L.Sierra) Tema 39 : ¿Excesiva tolerancia, dejadez o déficit de atención? Reproducimos hoy el artículo de Julia Navarro (del semanario dominical “Mujer Hoy”) En él nos expone una serie de casos vividos por la periodista, que por desgracia empiezan a proliferar cada día más. Mª Berrozpe discrepa de la periodista Julia Navarro y ve la realidad expuesta de muy distinta manera. Así pues, tenemos un material de opiniones y contraopiniones muy interesante para ejercer nuestro análisis y nuestra aportación educativa. Debemos preguntarnos si un niño puede perfectamente jugar y divertirse sin necesidad de molestar a los demás Los judíos tienen un dicho popular que podríamos aplicárnoslo “Donde hay dos judíos, siempre hay tres opiniones”. UNA VISIÓN OTRA INTERPRETACIÓN NIÑOS REFLEJO DE SUS PADRES . NOSOTROS, REFLEJOS DE NUESTRA INFANCIA Publicado por Julia Navarro Publicado por María Berrozpe (Selección) ME IRRITAN PROFUNDAMENTE los papas de los niños maleducados, porque en realidad ellos son los culpables de la mala educación de sus niños. Llevo un verano en que me he tropezado con unos cuantos ejemplos. HOY HE LEIDO, un artículo que, así leído, rápido y un poco en diagonal, me ha dejado mal sabor de boca. (…) Primer ejemplo Primera situación Hace unos días, cenaba con mi familia en una terraza y apenas podíamos escucharnos En la primera se encuentra en la terraza de un restaurante. Nos describe cómo una niña, de unos Me vais a permitir hacer mi lectura personal de las tres situaciones descritas por la señora Navarro. 2 porque al lado había una niña insoportable. La pequeña tendría seis o siete años, estaba con sus padres y un hermano un poco mayor, de 10 o 12. seis años, se comporta de manera maleducada y ruidosa molestando a los demás, ante la indiferencia de sus padres y un hermano que sólo juega a las maquinitas. La niña había decidido que no le gustaba lo que tenía en el plato y se dedicó a lanzarlo a los cuatro vientos, de manera que en mi falda aterrizaron unos espaguetis. La madre de la criatura se disculpó diciendo: “Ya sabe usted cómo son los niños”. No respondí. Minutos más tarde, la niña empezó a aporrear el plato haciendo ruido constante. Ante la situación que describe no puedo menos que estar de acuerdo en que esos padres no están actuando correctamente, pero mi lectura de lo que ella describe es muy distinta y, por lo tanto, no creo que lo que ella espera - una regañina de la madre (tal vez reforzada por algún cachete) - sea la solución. Yo aquí veo dos hijos reaccionando a la indiferencia y falta de atención de sus padres. Una señora que estaba en otra mesa sugirió a la madre que pusiera fin al concierto improvisado, pero ella respondió con otro: “Ya sabe cómo son los niños”. Me dieron ganas de levantarme y decirle que ser niño no implica tirar los espaguetis o aporrear un plato, y que si lo hace, para eso están sus padres, para enseñarle. Pero la mamá solo sonreía quitando hierro a la mala educación de la niña y el papá se mantenía en una distancia indiferente como si no fuera con él, mientras el hermanito pasaba de todo, jugando con una maquinita de esas de matar marcianos. NO ES LA PRIMERA vez, ni será la última, que me topo en un restaurante con padres que piensan que los demás tenemos que aguantar la mala educación de sus hijos porque “son niños”, de manera que les permiten hacer lo que les viene en gana. Segundo ejemplo En un reciente fin de semana en la playa, tropecé con otra criaturita por educar. Yo no El niño, ya de unos doce años según la periodista, ha asumido que haga lo que haga no va a recibir lo que necesita, así que, ya en camino de convertirse en un adulto “estandar”, consigue un buen sustituto de la atención de sus padres: su vídeo juego. La niña no, la niña es todavía lo suficientemente pequeña y mantiene la esperanza de no pasar toda la cena ignorada, por lo que hace todo lo que está en su mano para que al menos su madre le preste un poco de atención. Como lo que funciona es el mal comportamiento, pues se porta mal. Pero para mi, hoy por hoy el drama principal es que se presentan dos hijos que no reciben la atención que necesitan. Y ahora que me explique la señora Navarro cómo reaccionaria ella si hoy en día se ve obligada a cenar con tres personas (a las que por cierto, quiere muchísimo) que la ignoran sistemáticamente toda la cena, no la incluyen en su conversación y hablan entre ellas, mientras esperan que se mantenga calladita y sin molestar a nadie. Evidentemente no se pondría a tirar los espaguetis a diestro y siniestro, ni a hacer ruidos con el plato. No, ya no, como la adulta que es ahora tiene otros recursos y, al menos, puede coger su bolso y marcharse cuando le dé la gana. Eso sí, posiblemente muy dolida. Yo aquí no veo unos padres que deban regañar a sus hija, sino que deberían abrir los ojos y decir, “sí hija, lo siento, os estamos ignorando y ofendiendo a tu hermano y a ti. Vamos a cambiar 3 suelo tumbarme al sol, pero acababa de salir del agua y me había sentado cerca de la orilla mientras me secaba. Estaba tan tranquila cuando un crío de unos cuatro años decidió divertirse echando arena a los bañistas. El niño cogía un puñado de arena en la mano, elegía una víctima e iba a soltar la carga. A un señor mayor le tiró la arena en los ojos; a mí, en la cabeza; a otro niño, en la boca, en fin una gracia. También en esta ocasión la mamá se acercó para disculparse con el consabido: “Es que es un niño y no para”. Que era un niño ya nos habíamos dado cuenta, que no paraba también, pero por qué su mamá o su papá no ponían remedio a que se dedicara a molestar al prójimo, no tiene explicación. Tercer ejemplo VOLVÍ AL HOTEL segura de encontrar una cierta tranquilidad y me senté mirando al mar disfrutando del momento. De repente, el sonido de una bocina me sobresaltó. Bueno, de una no, de media docena de trompetas de plástico a las que unos angelitos arrancaban un ruido infernal. Todos los que disfrutábamos del paisaje y de la tranquilidad nos vimos desbordados por de actitud y a partir de ahora vamos a disfrutar de esta cena – y de esta vida Segunda anécdota (En este caso) un niño de unos cuatro años que va tirando arena a la gente en la playa. Totalmente de acuerdo: es un comportamiento que se tiene que corregir. Tal vez hubiera bastado con que, en el momento en el que el niño le molestó, ella le hubiera informado amablemente de que le estaba molestando y de que le podía hacer incluso daño si le metía arena a los ojos. Posiblemente compartir esta información hubiera sido suficiente para que el niño cambiara su comportamiento. Tal vez los padres del niño, en ese momento, andaban liados y no controlaron la situación a tiempo. Parece ser que la madre se disculpó, pero… los niños no pueden ser conscientes de las consecuencias de todas sus acciones y por eso experimentan, necesitando muchas veces que nosotros marquemos el camino para evitar situaciones peligrosas o inaceptables. Tercera situación Pero la tercera anécdota es, la que más me ha irritado. Resulta que a algunas otras personas adultas - les resultaba inaceptable el ruido que media docena de niños hacían con unas trompetas. Y ahora yo me pregunto que si esta escena hubiera sido protagonizada por las mismas trompetas pero por seis adultos vestido de “la Roja” y tras ganar la selección española de football el campeonato mundial el verano 4 el ruido. Un grupo de mamás y papás contemplaban divertidos las idas y venidas de sus retoños y, eso sí, parecían inmunes al ruido. Pensé que a lo mejor llevaban tapones en los oídos, porque no podía creer que no les molestara. Un señor mayor les pidió a los niños que dejaran el concierto para otro ratito y un papá, enfadado, se levantó para reprochar al señor que hubiera pedido a los niños que dejaran las trompetas: “Son niños, tienen que jugar y este es un sitio público. Si le molestan, váyase a otro sitio”. Es lo que hicimos la mayoría, ¿qué otra cosa podíamos hacer? pasado, la señora Navarro también hubiera escrito un artículo sobre lo inadecuado de andar molestando a la gente cuando unos cuantos están felices y celebrando algo P. D.: En realidad, la mala educación que Ahora imagínese, señora Navarro, que el barullo de esa media docena de niños con trompetas era debido a que los pequeños celebraban que uno de sus coleguitas acababa de superar un cáncer infantil (por poner un ejemplo), o que sus padres habían vuelto de un país en guerra sanos y salvos (por poner otro). Claro, que eso sí es cosa de niños. demuestran algunos niños es solo un reflejo de la dejadez de sus padres. Y no es que me esté volviendo una cascarrabias, es que creo que un niño puede perfectamente jugar y divertirse sin necesidad de molestar a los demás. ¿O no es así? ¿Quieres comentar este texto con la autora? Pero no, los protagonistas eran un grupo de chiquillos. ¿Celebraban algo? ¿Sabe la razón del barullo? No, claro, eso no importa. Los adultos podemos saltarnos todas las normas más básicas de urbanidad y educación por los más peregrinos motivos sin que ello ni extrañe ni moleste a nadie. Los niños y adolescentes tienen derecho a que se les eduque bien "Una sociedad "niño-fóbica", construida de espaldas a la infancia, donde los niños no tienen cabida en los hoteles, ni en los restaurantes, ni en los aviones, ni en los centros de trabajo, ni en nuestra habitación, ni en nuestras vidas... es una sociedad fracasada y suicida. (Y luego nos preguntamos por qué hay fracaso escolar, generación ni-ni, violencia adolescente, etc...)" (Ileana Medina) "El gran error está en considerar a los niños y adolecentes como ciudadanos «de segunda». No pensamos en ellos como personas, con los mismos derechos que los adultos. Toda persona tiene derecho a ser escuchada y tomada en cuenta. Los niños, los bebés, también. De hecho, y dado que son más débiles, nuestra consideración hacia ellos debería ser mucho mayor." (Vivian Watson).