Mujer de largas trenzas

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Mujer
de largas trenzas
UNA HISTORIA CONTRA EL SILENCIO Y EL OLVIDO
Isabel Agatón Santander
Agosto de 2010
Mujer de largas trenzas
Una historia contra el silencio y el olvido
© Isabel Agatón Santander
Diseño e ilustraciones / Henry Sánchez Ramírez
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e dice que son los hombres quienes viven y sufren situaciones de
violencia en las guerras o los conflictos armados internos o internacionales.
Sin embargo, esta historia que
se entreteje entre las preguntas
de la nieta y las noches interminables de la abuela, que se entrelaza entre la valentía de las dos y el nuevo mundo que escriben
con sus manos nos muestra otra realidad, la realidad que trenza de nuevo la esperanza; la historia
de una mujer de largas trenzas que lucha contra el
silencio y el olvido.
Mil trescientos veinticinco fueron los días que
Úrsula esperó el regreso de su hija, como quien
espera el sol cada mañana; después de muchas noches de preguntarse por qué y cómo había desaparecido; después de preguntar a cada una de sus
vecinas, a la policía, al juez.
UNA HISTORIA CONTRA EL SILENCIO Y EL OLVIDO
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos
Justamente, el día 1.325 apareció
Esperanza entre los miles de escombros que entregaron a Úrsula, como
cuando uno recoge la esperanza que
se deshace entre las manos.
Mientras Úrsula trataba de reconstruir la vida arrebatada a su Esperanza, retomaba la historia de tantas mujeres que, como su hija, fueron
robadas por el viento, silenciadas por
el atroz grito de la guerra, desgarradas por la fuerza de lo absurdo, por
lo implacable del olvido.
En ese momento de furia, de dolor y
de desesperación, Úrsula quiso cortar
de un solo tajo las trenzas que dejó crecer por 1.325
días, cada uno de aquellos en los que la vida le demostró que Esperanza era más que un nombre.
Pero, aunque extinta, la vida de Esperanza se
prolonga en la voz, los gestos y la figura de su hija
Valentina, que interroga a la abuela Úrsula.
*
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*
*
–Abue, siempre quise preguntarte
qué le pasó a mamá; por qué, durante estos tres años y medio de ausencia la luz de tus ojos se apagaba como
la noche cuando muere.
–Te contaré. Fue un viernes en la
mañana. Llovía mucho, y parecía que
el día gris y lluvioso me anunciaba
la tragedia. Meses atrás, Esperanza
–tu mamá–, había notado en el barrio la extraña presencia de hombres
armados.
Un día, mientras caminaba hacia
la casa, los desconocidos la detuvieron para interrogarla: le preguntaron
hacía cuánto vivía en el barrio, con quién vivía, a
qué se dedicaba.
Ella presintió que la perseguían. Te he contado
que tu mamá trabajaba en una organización de ayuda para personas desplazadas. Aquellos hombres le
preguntaron por qué trabajaba con desplazados.
No la dejaban en paz, hasta el día en que, hace
más de tres años, tu mamá salió a comprar el almuerzo y nunca regresó.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
–¿Y qué pasó en todo este tiempo?
–Busqué a tu mamá por el barrio, los barrios vecinos, por toda la ciudad, sin lograr encontrarla.
Pero, buscando a tu madre encontré los cuerpos de
muchas mujeres hallados en fosas comunes.
Buscando a tu madre encontré la vida y las historias de tantas mujeres que fueron víctimas de
violencia sexual por los actores armados.
Buscando a tu madre encontré los muertos de la
guerra, que se cuentan sin diferenciar si se trata
de hombres o mujeres.
Buscando a tu madre descubrí que no se investiga la violencia sexual que sufren las mujeres en
tiempo de paz, mucho menos durante el conflicto.
Buscando a tu madre encontré el silencio y el
olvido.
–Abue, lo que me has dicho, con esas trenzas que
se niegan a dejar de crecer, es como descubrir la
vida que se esconde detrás de la muerte, del silencio, de la desolación; detrás de esos cuerpos nunca
sepultados que araron la Esperanza.
–Sí, Valentina, es precisamente una invitación a
que lo injusto no nos sea indiferente y para eso hay
que ser valiente, muy valiente, como tú, y luchar por
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la verdad y la justicia como hemos hecho hasta ahora; no es casualidad que lleves el nombre Valentina.
Quiero contarte que mientras buscaba a Esperanza encontré la vida y la historia de muchas
mujeres, como Teresa, que entre sollozos me contó
cómo perdió a sus hijos, que jamás pudo sepultar:
No tuve tiempo
de llorar mis muertos.
Huía de la vida,
o acaso, del olvido.
La tierra,
desmoronaba sobre ellos,
mi silencio
golpeaba las ventanas
deshechas por el fuego.
El hijo que sobrevivió a la noche
halló entre basuras la esperanza,
vistió mi figura de domingo
y soñó con el futuro transformado.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
–Abuela, lo que me has contado me hace pensar
que quienes sobrevivimos a la guerra tenemos un
papel muy importante en hacer visibles las formas
de violencia que nos afectan a las mujeres; ¡y que
debemos reclamar un lugar principal en los procesos de paz!
–¿Por qué dices eso, Valentina?
–Porque, así como dejaste crecer tu pelo por 1.325
días, hasta el día en que mamá apareció, y te encontraste con el silencio y el olvido; yo, en la misma
búsqueda encontré organizaciones de mujeres que
trabajan por la paz y la justicia en este país.
Además, abue, justo en el momento en que mamá
desapareció, el Consejo de Seguridad de Naciones
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La violación se ha convertido
en estrategia de guerra usada
rutinariamente.
Unidas –en un documento muy importante para
todas las mujeres en el mundo– reconoció que la
violencia sexual sistemática y generalizada, además de ser una violación a los derechos humanos
es una amenaza contra la paz y la seguridad internacionales.
Es indispensable que se conozca quiénes fueron
los responsables de las violaciones a los derechos
de las mujeres; que se les impongan severas sanciones y se reparen los derechos vulnerados.
–Te cuento, abue, que Theo-Bengurinab, presidente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,
transmitió este mensaje tan necesario y justo por el
que venían luchando las mujeres en el mundo:
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
El Consejo de Seguridad, por la Resolución
1325, podrá imponer sanciones a los Estados
que no tomen las medidas necesarias para
abordar este problema.
• Participación de la mujer en la toma de decisiones y en los procesos de paz.
• Inclusión de la formación de género en operaciones de paz.
• Protección de los derechos de las mujeres y
las niñas.
• Inclusión de la cuestión de género como un
eje transversal de los sistemas de información y aplicación de las Naciones Unidas.
Los Estados deben poner fin a la impunidad y enjuiciar a los culpables
de genocidio, de crímenes de lesa humanidad y de crímenes de guerra,
especialmente los relacionados con la violencia sexual y de otras clases
contra las mujeres y las niñas.
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“Las mujeres son la mitad
de toda comunidad...,
¿no han de ser también la
mitad de toda solución?”
Theo-Bengurinab
Presidente del Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas.
–Valentina, ¿eso de la guerra y de las propuestas
de las mujeres sucede desde hace mucho tiempo?
–Sí, abue, desde la Primera Guerra Mundial las
mujeres se organizaron alrededor de sus iniciativas por la paz.
En 1914, la Alianza Internacional por el Voto de
la Mujer, en nombre de doce millones de mujeres
de 26 países, lanzó un manifiesto llamando a la
conciliación y el arbitraje.
Unos meses más tarde, en mayo de 1915, en plena guerra, un millar de mujeres en representación
de doce países, tanto beligerantes como neutrales,
se reunieron en La Haya en el Primer Congreso
Internacional de Mujeres.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
Entonces, surgió la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, dirigida por Jane
Addams, Premio Nobel de la Paz en 1931.
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• Mujeres comprometidas con una agenda de
la justicia y la igualdad de género.
• Acceso al poder.
• Reconstrucción económica.
• Desmovilización y reintegración de los combatientes.
• Protección de los derechos humanos.
• Regulación del acceso a la tierra.
• Cultura
• Educación y salud.
• Derechos de las mujeres desplazadas.
Las propuestas que hicieron las delegadas en el
Primer Congreso Internacional de Mujeres influyeron en la formación de la Liga de las Naciones, organización mundial precursora de Naciones Unidas.
La cultura de paz obtiene su inspiración y su esperanza
de las percepciones y acciones de las mujeres.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
–¿Es decir –pregunta Úrsula– que hay conflictos
internos, guerra y propuestas de paz en otros países diferentes de Colombia?
–Sí, abue, en Sudáfrica, Irlanda del Norte y
Guatemala, las mujeres se unieron para influir en
el proceso de paz. En otros países, como Liberia,
Burundi, Georgia y Palestina lo intentaron y siguen intentándolo, aun en medio de la guerra.
En Camboya, por ejemplo, las mujeres negociaron la igualdad en la fase de reconstrucción posconflicto.
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Oigo frecuentemente decir que las afganas
no somos políticas. Que la paz y la seguridad son asuntos de hombres. Estoy aquí
para rebatir esa ilusión.
En los veinte últimos años de mi vida, el liderazgo de los hombres sólo
nos ha traído guerra y sufrimiento. Soy una mujer que lucha por la educación. En Afganistán y en Pakistán, esto es política.
Frase de joven afgana en el Comité de Seguridad de Naciones Unidas.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
–¿Y, según la Resolución 1325, de qué manera podemos participar para alcanzar nuestros derechos?
–Abue, hay muchas formas de participar para el
logro de estos puntos:
• Reunir fondos para la implementación de la Resolución.
• Incorporar las voces y representación de las
mujeres.
• Prevenir y facilitar salidas a los conflictos armados.
• Exigir verdad, justicia y reparación a las mujeres víctimas
de la violencia de género.
–Valentina, esa Resolución 1325 de la que me
hablas, ¿es conocida en otros países?
–Sí, abuelita, se conoce en todo el mundo, pero en
muy pocos países se han realizado acciones para
implementarla.
Por ejemplo, se ha venido desarrollando en Sierra Leona y en la República Democrática del Congo, que son países africanos; o en Kosovo, en Timor
Oriental y en Afganistán.
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–Y en Colombia, ¿qué pasa con la Resolución 1325?
–Creo, abuela, que la Resolución 1325 nació para
constituirse en garante de un entorno y unos personajes, en este caso las mujeres, que no pueden
ser “contadas” –como mamá–, como un cuerpo más
sin vida, como “uno más” de los desaparecidos y
las desaparecidas, como “una” más de las personas
desplazadas.
–Sí, Valentina, se trata de contar –poner en palabras– esa otra parte de la historia que reclama a las
estadísticas, al derecho, a la justicia, a las políticas
públicas un lugar y una justicia para las mujeres.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
¿Qué significa para los jueces
en la práctica la aplicación de
la Resolución 1325?
–Significa, entre otras cosas, que los jueces están obligados
a realizar exámenes médicos y legales en las investigaciones
de masacres, para descartar o confirmar el ejercicio de cualquier forma de violencia sexual en las mujeres.
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¿Acaso la violación no es la
única forma de violencia
sexual contra las mujeres?
–Supe –responde Valentina–, en una charla con
abogadas que llevan casos ante Cortes Internacionales, que forzar a una persona a desnudarse y a
realizar movimientos gimnásticos, desnuda frente a
otras personas también constituye violencia sexual.
Las violaciones, uniones o matrimonios no consentidos, la esclavitud sexual y la fecundación forzada son
formas de violencia contra las mujeres o violencia de
género en el conflicto armado.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
–Y, –señala Úrsula– debemos reconocer esas circunstancias para denunciarlas y hacerlas visibles
en los procesos de negociación de la paz, con el fin
de reclamar la verdad, es decir, que se sepa quiénes cometieron tales actos.
–Y también debemos hacerlo –anota Valentina–
con el propósito de obtener justicia, es decir, de que
los responsables sean sancionados drásticamente.
¿Qué significa esclavitud sexual en el conflicto armado?
–Significa que mujeres o niñas son llevadas contra su voluntad a los campamentos de los actores
armados para prestar servicios sexuales.
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–Además –apunta Úrsula– a muchas mujeres se
les obliga a engendrar un hijo del victimario, como
forma de humillar al grupo contrario.
–Mira lo que dice la prensa, abue –dice Valentina
mientras señala a Úrsula un párrafo del periódico:
Titulares tomados de “Lucha por la
paz con perspectiva de género, una estrategia feminista para desactivar la maquinaria de las violencias y las guerras”,
escrito por Magdala Velásquez Toro.
La violencia sexual no sólo se ejerce contra las mujeres del supuesto enemigo, sino contra las mujeres combatientes del propio grupo, que son obligadas al aborto y sufren formas de castigo ante un embarazo deseado.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
–Por todo esto –dice Valentina– nuestra contribución debe fortalecer el imperativo urgente de la
paz. Y para lograrlo es necesario estudiar y profundizar en los procesos vividos en otras realidades, conocer los informes de los organismos e instancias de Derechos Humanos, los relatores, las
comisiones especiales.
Por eso, abue, nuestra invitación debe ser a la
unión de nuestras voces por una cultura de paz.
–Claro que sí, Valentina, participando y construyendo redes.
–Sí, abue, es la única manera de apropiarnos de
los acuerdos y de presionar a las partes para que
respondan por los compromisos adquiridos.
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Reafirmando el
importante papel
que desempeñan
las mujeres en la
prevención y solución de los conflictos y en la consolidación de la paz, y
subrayando la
Si queremos que los acuerdos de la paz que reclamamos incluyan nuestros derechos, intereses, necesidades, formas de reparación y restablecimiento, además de conocer las afectaciones especiales
de las mujeres a causa de los conflictos armados
debemos estar presentes física y activamente en
las comisiones negociadoras y firmantes.
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
–Así debe ser –dice Úrsula–, podemos exigirlo
porque la Resolución 1325 de Naciones Unidas
impone ese deber a las naciones que hacen parte
de ésta.
Pero, Valentina, ¿cómo se hacen visibles nuestras necesidades y derechos en esas mesas de negociación?
–Por medio de nuestra interlocución, participación y concertación de la voluntad política podemos obtener que, por ejemplo, los programas de
titulación de tierras nos incluyan de manera equitativa reconociendo las especiales condiciones de
vulnerabilidad de las mujeres desplazadas o víctimas del conflicto.
–¿Cómo podemos hacerlo? –insiste Úrsula.
–Difundiendo y promoviendo encuentros con mujeres que han vivido en medio del conflicto, el desplazamiento, en los departamentos, los municipios
y con las mujeres que participan en instancias de
poder como los Concejos Municipales, Asambleas
Departamentales o el Congreso Nacional –señala
la nieta.
–¿Para qué? –pregunta Úrsula.
–Para exigir al Estado que garantice nuestra re-
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presentación como mujeres en todos los niveles de
adopción de decisiones en espacios como:
Capitolio Nacional, sede del Congreso de la República de Colombia
• Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación.
• Comité Interinstitucional de Justicia y Paz.
• Comités Departamentales o municipales de atención
integral a la población desplazada.
• Espacios locales, nacionales y regionales de participación ciudadana.
• Comités locales y regionales de Derechos Humanos.
–Y, –pregunta Úrsula–, ¿cómo promovemos la
participación de las mujeres en los niveles de adopción de decisiones para la solución de conflictos?
–Muy fácil, abue, por medio de la movilización,
la construcción y la concertación de un plan de acción para que el Estado se comprometa, entre otras
acciones, a:
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
• Adoptar medidas especiales para proteger a las mujeres y a
las niñas de la violencia por razón de género, particularmente
la violación y otras formas de abuso sexual, y todas las demás
formas de violencia en situaciones de conflicto armado.
• Poner fin a la impunidad y a enjuiciar a los culpables de
genocidio, de crímenes de lesa humanidad y de crímenes
de guerra, especialmente los relacionados con la violencia
sexual y de otras clases contra las mujeres y las niñas.
• Excluir esos crímenes, siempre que sea viable, de las disposiciones de amnistía como lo señala la Resolución 1325.
• Considerar las necesidades de los excombatientes según
sean del género femenino o masculino y se tengan en
cuenta las necesidades de sus familiares a cargo.
• Promover investigaciones sobre la paz en las que participen mujeres para examinar las repercusiones en mujeres,
niños y niñas en los conflictos armados; así mismo, realizar
investigaciones sobre los efectos físicos, psicológicos, económicos y sociales sobre las mujeres, niñas y niños en los
conflictos armados, para proponer políticas y programas
para solucionar las consecuencias sobre esta población.
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–¿Eso quiere decir que en las mesas de negociación podemos exigir, por ejemplo, que las políticas
de reinserción se hagan considerando condiciones
especiales de las mujeres? –indaga Úrsula.
–Claro que sí, abue.
–Y, Valentina, ¿quiere decir también que nuestra presencia en los espacios para la construcción
de la paz es indispensable para su consecución?
–Así es, estos espacios pueden nutrirse de nuestra experiencia y de nuestras propuestas sólo a
partir de nuestra participación; sólo a través de
nuestra representación pueden conocerse los efectos particulares del conflicto y las formas de reparación y restablecimiento. Sólo así pueden constituirse nuestras voces en una posibilidad histórica
contra el silencio y el olvido.
Finalmente, Úrsula, la mujer de largas trenzas
y su nieta, tan valiente como el nombre que lleva,
al final de esos 1.325 días trenzaron una red y un
camino contra el silencio y el olvido.
FIN
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Resolución 1325: Participaciòn de las mujeres en los procesos de paz
El olvido no es victoria
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido
no olvida el que finge olvido
sino el que puede olvidar.
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Mario Benedetti
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