El secuestro en México - Seguridad, Justicia y Paz

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El secuestro
en México
José Antonio Ortega
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A las más de 833 víctimas de secuestro asesinadas
entre 1971 y 2008.
A quienes en este momento siguen en el infierno del secuestro, a merced de la tortura, la mutilación, la violación o el asesinato.
A todos quienes fueron secuestrados y a sus seres
queridos, que murieron día tras día mientras duró
el cautiverio y ahora deben resucitar a diario.
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TESTIMONIOS
Señor Presidente de la República, distinguidos invitados especiales, señores miembros de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, señor Jefe de Gobierno, representantes de
los gobiernos y de la sociedad civil.
Seguramente ustedes recordarán aquellas épocas de
oro de México, donde los niños jugaban en las calles. Las
calles, los parques públicos eran una extensión de nuestros
hogares. A nadie le preocupaba que salieran a jugar nuestros hijos y nosotros mismos salíamos a pasear. ¿Qué nos
pasó?
Con el tiempo empezamos a oír que a un amigo, a un
pariente, lo asaltaban, lo robaban; que a trabajadoras después de salir de su oficina y subirse en una combi las violaban. A muchas de ellas que iban a los taxis o a los minitaxis
a sus casas les robaban todo lo que tenían. ¿Cuántas veces
no hemos oído que bandas van en las quincenas a las obras
para saquear a los pobres albañiles que estuvieron trabajando
todo el tiempo y quitarles su dinero?
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Pero también ¿cuántas veces hemos oído que a microempresarios que han comprado con mucho esfuerzo su propio
taxi y su primera aventura empresarial es un cuchillazo en el
estómago para robarles el carro? Eso es lo que hemos logrado
y desgraciadamente, todo esto creo que ha pasado a ser el
paisaje urbano de todos los mexicanos.
Lo vemos, leemos los periódicos, vemos los actos de
delincuencia, ya no nos afecta. Lo único que nos afecta es el
terror interno que tienen los mexicanos de salir a las calles.
México hoy está en crisis de seguridad. Hoy México vive una
de las peores épocas de la historia en ese tema.
Yo perdí a mi hijo. Estoy seguro de que esta desgracia
hizo que México ganara un hijo; porque la fuerza de Fernando y el gran sufrimiento de nosotros, canalizándolo a
lo positivo, decidimos que él desde allá nos ayude a todos
a ser un México mejor, a no permitirnos nunca más a tener
operaciones, leyes reactivas.
Recuerdo que hace cuatro años tuvimos una marcha y
quizá hace ocho tuvimos un suceso que nos hizo cimbrar a
la población. ¿Qué hicimos? Nada. Esto es producto de muchos años de indolencia, de irresponsabilidad, de dejar hacer
y, digámoslo claro también, de corrupción.
Todo esto lo hemos logrado y hemos logrado una palabra
espantosa en este país que se llama impunidad. En mis noches
de dolor, siempre pensé, como seguramente muchos mexicanos pensaron: “¿Quién habrá matado a mi hijo? ¿Habrá sido
ese engendro maligno, hijo de la impunidad, o todos nosotros, que con el paso de los años, nuestra irresponsabilidad y
nuestra ceguera, hemos creado lo que hoy estamos viviendo?
¿Quién es más culpable? ¿El que deja hacer o el que hace?”
Señores, hoy es una oportunidad, me da mucho gusto oír que esta es la primera vez que sucede esto, pero no
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lo dejemos ahí. No queremos la sociedad mexicana cosas
temporales, estaremos vigilantes. Tenemos que recuperar la
confianza en las instituciones, en el Estado mexicano y en
nuestro propio país.
No se vale dejar las cosas, esto tiene que ser para siempre. El dolor y la muerte de mi hijo me ha dado el honor
hoy de poderme expresar ante ustedes en nombre de todos
aquellos que han sufrido una pena como yo, en nombre de
todos aquellos padres y madres y Fernandos, que existen
miles en este país que no han tenido un foro como este;
hoy le doy gracias a Dios, y a mi hijo, de que me permita hablar ante ustedes y les pida: Señores, hay que comprometernos. No hay partidos políticos una vez que uno
es electo. Nuestro único partido es México. Yo les digo y
exhorto a todos los que están operando el cambio y depuración de policías: Hagan conciencia, hagan sentirnos a
los ciudadanos que las policías, los ministerios públicos y los
jueces son gentes honradas y de honor, y que su fuerza y su
voluntad hagan que el corrupto se sienta desplazado. Señores, si piensan que la vara es muy alta, si piensan que es
imposible hacerlo, si no pueden, renuncien, pero no sigan
ocupando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un
sueldo por no hacer nada, que eso también es corrupción.
Nuestro país está lleno de jóvenes recién egresados de las
universidades que requieren el trabajo de ustedes, y estaría
gustoso con todo el entusiasmo de gente joven y limpia,
nueva y no maleada, de hacer el trabajo que ustedes no
están haciendo.
Les agradezco mucho. Realmente hago el propósito con
ustedes de comprometerme, como se debe de comprometer
la sociedad civil a encaminar y encauzar una nueva era del
país en donde repudiemos la corrupción, en donde no sea-
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mos parte de ella y no seamos cómplices, que repudiemos al
corrupto.
Alejandro Martí, discurso pronunciado el
21 de agosto de 2008 durante la sesión del
Consejo Nacional de Seguridad Pública
Me levantaron en vilo y me trasladaron a un cuarto de unos
dos metros por uno veinte: el mismo donde habría de pasar
los siguientes 86 días. Allá, tirado en el suelo, me dieron agua
sin quitar la mordaza, y pude mover ligeramente las manos.
Permanecí allí, boca abajo, hasta las 11 de la mañana.
Ochenta y seis días de radio a todo volumen. De centinelas de planta. De una pared blanca como horizonte. De
vendas en los ojos para dormir. De capuchas. De señas.
De presión moral. Del ruido seco de un ventilador. De mil
veces los tres pasos que apenas cabían en el recinto, para no
morir... y de oraciones, todas las oraciones.
Joaquín Vargas,
Crónica de una experiencia: 87 días
Al principio caí en un estado de desesperación tan fuerte que
me quedé sin lágrimas, me revolcaba de dolor, me metía a
bañar y lloraba y lloraba. He llorado mucho y no sé qué es
lo que me mueve, quizás la ilusión de encontrar a mi hijo.
Creo en Dios y sé que él está conmigo.
[…] Mi hermano se da cuenta –relata Isabel–, y él es el
que derriba a [César] Freyre y empieza a luchar. Al judicial
se le va el arma y quiere alcanzarla, entonces pido ayuda y
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gracias a Dios pasa una patrulla. Los policías son los que
lo someten. Es sumamente cobarde y muy bueno cuando
está en bola. Llora cuando se siente solo. Cuando lo detuve
comenzó a llorar de impotencia. Se vio perdido, sabía lo que
había hecho y sabía que, irremediablemente, había llegado
su fin.
Isabel Miranda de Wallace, revista Gente México
(Narración de la detención que hizo del plagiario y
asesino de su hijo Hugo Alberto Wallace Miranda)
Durante décadas el secuestro ha prodigado sufrimiento y
angustia sin fin. Ha afectado a quienes los padecimos directamente, a nuestros familiares y seres queridos que morían
todos los días durante nuestro cautiverio, a nuestros allegados y en general a todo ciudadano que teme que le llegue su
turno de vivir la peor pesadilla.
Al trauma emocional que permanece hasta el último día
de la vida del secuestrado y su somatización (o expresión
física), debe añadirse el quebranto económico, insuperable
las más de las veces. Muchas víctimas directas e indirectas lo
pierden todo, el patrimonio logrado con tantos sacrificios.
Pedro Fletes Rentería,
“Por qué no se erradica el secuestro”
Soy una víctima más del secuestro. Fui vencida por la violencia más sorda, más oscura, a sangre fría, a manos de unos
delincuentes. Enfermos que buscan emociones y satisfacciones perversas y que actúan según sus deseos desenfrenados
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de poder, apropiándose de la vida, del mundo y los valores de
los demás.
Mis captores me someten, me injurian, me degradan;
me despojan de un derecho básico de los seres humanos:
la libertad. Atentan contra lo más sagrado que tenemos: la
vida.
Ser víctima de un secuestro no sólo significa sufrir la
privación de la libertad, la pérdida del valor de la vida y de
toda la dignidad, sino también soportar un trato brutal e
inhumano.
Ernestina Sodi Miranda,
Líbranos del mal
El secuestro de García Valseca fue despiadado, según afirma
un amigo que estuvo cerca de las negociaciones. Los secuestradores le dieron un balazo en un pie y grabaron la escena
en video para enviarla a sus familiares y exigir un rescate
millonario. El video se lo enviaron con un recado que decía
algo así: “A ver vieja cabr… pague el rescate de su marido.
Déjese de cuentos”.
Dos semanas después, los guerrilleros le dieron otro balazo en un brazo y lo grabaron en video para enviarlo otra
vez a los familiares.
Los tratos que le dieron fueron inhumanos. Los secuestradores lo metieron en un féretro de concreto y ahí lo mantuvieron encerrado durante periodos muy largos. “Eduardo
sólo tenía diez centímetros de espacio frente a su cara y
cinco centímetros a sus lados”, explicó un amigo. “Era una
caja de muerto de concreto que no estaba recostada en posición horizontal, sino que estaba inclinada, haciendo un
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ángulo como de 45 grados. La caja tenía un agujero para
que García Valseca pudiera hacer sus necesidades fisiológicas”, aseguró.
Estuvo secuestrado durante casi ocho meses y fue liberado a finales de enero del 2008. García Valseca estuvo en un
cuarto pequeño y oscuro, según él mismo contó a sus amigos. Y los plagiarios le ponían una canción, como de pasito
duranguense, casi todo el tiempo.
Eduardo García Valseca, empresario
víctima de secuestro por el epr, reportaje de
Pablo César Carrillo, publicado en la edición
del 9 de agosto de 2008 del periódico Milenio
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INTRODUCCIÓN
El 27 de junio de 2004 se celebró en la ciudad de México la
marcha ciudadana más concurrida en la historia del país.
Simultáneamente, se celebraron marchas en 15 localidades
de la República Mexicana, todas con la misma exigencia: Seguridad ¡ahora!
El descontento social, expresado masivamente a través de
estas movilizaciones, tuvo como detonante el secuestro y asesinato de los hermanos Vicente y Sebastián Gutiérrez Moreno,
por un lado, y de Lizbeth Salinas Maciel, por otro, ocurridos
en la capital del país.
No fue casualidad que estos crímenes hayan sido el catalizador de la movilización ciudadana. Si bien los cientos de miles
de personas que marchamos expresamos nuestra indignación
contra la inseguridad pública en sus diferentes manifestaciones,
el secuestro ocupó un lugar especial.
México ha padecido casi cuatro décadas del horror del secuestro. Decenas de miles de personas lo han sufrido directamente. Más de 800 de ellas fueron asesinadas. Durante su
cautiverio muchas padecieron mutilación, tortura o violación.
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Otras más fueron secuestradas más de una vez. En no pocas
familias, dos o más de sus integrantes fueron plagiados en diferentes eventos.
El secuestro ¿solamente lo sufren “los ricos”? Y si así fuera,
¿qué?, ¿no son acaso “los ricos” seres humanos con derechos?,
¿no merecen los secuestrados –como las mujeres asesinadas en
Ciudad Juárez o las víctimas de violación y atraco en el transporte público– la solidaridad, la compasión y la justicia?
Además, desde hace bastante tiempo el secuestro dejó de ser
un problema exclusivo de “los ricos”. La mayoría de las víctimas no son personas de altos ingresos económicos y los plagios
que padecieron no solamente han sido de tipo “exprés”. En la
lógica demencial de los secuestradores, la capacidad económica
de la víctima se ha ido convirtiendo en asunto secundario. Ellos
creen que la presión, a base de mayor crueldad, es suficiente
para obligar a los familiares a vender sus propiedades o a acudir
a otras personas que pudieran tener dinero.
Si el secuestro no se ha detenido en la condición económica
de las víctimas, tampoco ha hecho distinciones de edad, sexo o
cualquier otro factor.
Asimismo, con el tiempo ha ido creciendo también la sevicia de los plagiarios. Del mero acto de privar de la libertad
y amenazar con asesinar a un ser querido, se pasó al maltrato
del secuestrado: inmovilización, interrupción del sueño, subalimentación, deshidratación, falta de aseo, por ejemplo. Después
comenzaron las mutilaciones de orejas y dedos, la violación,
las golpizas y la tortura. No satisfechos, en los últimos años los
plagiarios han recurrido a enviar a los familiares videos con las
sesiones de tortura a que someten a sus víctimas.
Los secuestradores no sólo persiguen un rescate cuando privan de la libertad a alguien, sino además pretenden satisfacer su
acendrado sadismo, su deseo de sometimiento y control total.
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Hacia 1970, México era un país prácticamente libre de secuestros. Nunca la expresión de “buscar una aguja en un pajar”
resultó tan literal como cuando se trata de localizar –en la revisión hemerográfica– casos de plagios anteriores a aquel año.
Los secuestros (como los asaltos bancarios) fueron introducidos por los grupos armados clandestinos, como un medio
tanto para financiar su accionar subversivo como para realizar
“propaganda armada”.
En realidad, los plagios cometidos por militantes subversivos son muy pocos en comparación con los cometidos por otro
tipo de delincuentes. Su importancia estriba en la “pedagogía
criminal”, en la creación y difusión de las técnicas criminales.
En los años setenta del siglo xx, los primeros secuestros
fueron cometidos por grupos armados clandestinos con gran
espectacularidad, pero fueron rápidamente sobrepasados en
número por los cometidos por hampones comunes. En aquel
tiempo, algunos policías también participaron en secuestros
para obtener algún rescate, pero su peso específico es mucho
menor en comparación a lo que se vería en años posteriores.
Hacia el final de la década de 1970, los grupos armados clandestinos habían sido vencidos por la represión gubernamental,
que combinó medidas legales con otras francamente criminales. Ante esto, los delincuentes comunes siguieron cometiendo
plagios, pero pronto perdieron interés en esta actividad criminal y se orientaron a otros giros delictivos, destacadamente a los
asaltos bancarios, el robo de vehículos y el narcotráfico.
Si bien la irrupción del secuestro había tomado por sorpresa
a la policía, con el tiempo aprendió a explotar las dos principales
vulnerabilidades de los plagiarios: las comunicaciones para negociar con los familiares de las víctimas y el cobro del rescate.
Entre 1970 y 1985, se cometieron en el país poco más de
300 secuestros, a razón de 21 por año. Pero entre 1986 y 2007,
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la cifra se vio multiplicada por 20, con 448 plagios por año en
promedio.
A partir de 1986 empiezan a repuntar los secuestros. No es
una casualidad. Un año antes ocurrió un hecho significativo,
que obró como un parteaguas en el desarrollo de este crimen
proditorio. Un grupo armado clandestino, sobreviviente de la
represión gubernamental, plagió a un connotado dirigente de
izquierda a fin de obligarle a devolver el rescate que la guerrilla
de Lucio Cabañas le había “encargado” y que era el producto
del secuestro de Rubén Figueroa en 1974.
En los años siguientes, el mismo grupo subversivo cometió
una veintena más de secuestros, gracias a los cuales obtuvo rescates por decenas de millones de dólares. La “pedagogía criminal” había regresado.
De nuevo se demostraba que el secuestro era una actividad
delictiva altamente rentable. Los grupos subversivos mostraron
que era posible vencer las protecciones desarrolladas por las potenciales víctimas y que se podían eludir las técnicas de investigación policial. Otra aportación al repertorio de las técnicas
criminales fue la de sumar a la mera privación de la libertad, el
maltrato a la víctima como una manera de intensificar la presión sobre sus allegados.
Entre finales de los ochenta y principios de los noventa,
gran cantidad de hampones comunes y policías delincuentes
migraron de diferentes giros criminales al secuestro. Los medios de comunicación y la sociedad tardaron en tomar conciencia del retorno del horror del secuestro y de que éste estaba
teniendo una mucho mayor incidencia que en los años setenta
o en la primera mitad de los ochenta.
En 1994 se inició esa toma de conciencia a nivel nacional
tras de los muy publicitados plagios en contra de Alfredo Harp
Helú y Antonio Losada. En los siguientes años, el secuestro
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creció de manera alarmante hasta superar la cifra de los mil en
1997, según datos oficiales.
El gobierno respondió tardíamente, aunque según sus propios datos, la incidencia de secuestros se fue reduciendo hasta
que en 2005 se alcanzó una cifra similar a la de los inicios de
la década del noventa del siglo pasado. Pero hoy la situación es
tan grave como en 1997.
Lo que enseña la observación de la evolución de la incidencia del secuestro es que a las disminuciones les siguen repuntes,
como cuando a una enfermedad no se le cura totalmente, siendo las recaídas peores que el padecimiento original.
Ahora estamos ante el inicio de un nuevo repunte del plagio en particular y de la inseguridad en general, es decir, se ha
iniciado la tercera oleada del secuestro en México.
Y de nueva cuenta, el detonante es la intervención de los
grupos armados clandestinos. En septiembre de 2007, esos grupos estaban involucrados en al menos cuatro secuestros en
progreso en diferentes entidades federativas. Al parecer, estos
grupos han logrado vencer, otra vez, las técnicas policiales que
habían tenido una relativa eficacia en tiempos recientes. Y el
resto de los delincuentes, otra vez, los imitan.
En septiembre de 2007, The New York Times publicó un
reportaje titulado “Con bombas, rebeldes mexicanos escalan su
lucha”, firmado por James C. Mckinley Jr. y Antonio Betancourt. En este reportaje, un funcionario de la Presidencia de
la República reconoce que desde 1999 grupos terroristas han
cometido en México 88 secuestros, por los cuales han obtenido
unos 70 millones de dólares, quedando absolutamente impunes pues solamente en un caso hubo detenidos.
El más activo de los grupos terroristas mexicanos es el autodenominado Ejército Popular Revolucionario (epr), al cual
versiones periodísticas, citando fuentes de inteligencia, le atri-
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buyen ligas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc), la mayor y más grande fuerza terrorista del
continente, responsable de decenas de miles de asesinatos a lo
largo de cuatro décadas y de 7 mil secuestros en los últimos 10
años, incluyendo los de alrededor de 700 personas que mantienen cautivas desde hace varios años.
Las farc son el grupo armado que más civiles y soldados
mutila y asesina en el mundo mediante minas antipersonales,
armas proscritas desde hace mucho tiempo y cuyo uso se considera crimen de lesa humanidad.
Además, las farc son el principal proveedor de cocaína en
el continente y el mundo, tras desplazar a los tradicionales cárteles formados por delincuentes comunes. Cuando vemos en
los noticieros cómo se suceden y escalan las balaceras y las narcoejecuciones en México, no debería olvidarse quién es el gran
proveedor por el cual las bandas mexicanas se despedazan con
rabia ilimitada.
La relación de las farc con el epr y otros grupos terroristas mexicanos dejó de ser una especulación después del 1 de
marzo de 2008, cuando la fuerza pública colombiana atacó un
campamento del grupo terrorista en Ecuador y dio muerte al
número dos de la organización, Raúl Reyes, junto con otros 25
individuos.
Entre los caídos había cuatro mexicanos y tres sobrevivientes: dos colombianas y una mexicana.
En las computadoras aseguradas se encontró un verdadero
“tesoro” de información de inteligencia. En los miles de archivos destaca la estrecha relación de Reyes con poderosos personajes, entre ellos Hugo Chávez, presidente de Venezuela, y
Rafael Correa, presidente de Ecuador.
La información de las computadoras inicialmente fue blanco de intentos de descrédito, pero en mayo de 2008 adquirió el
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valor de evidencia incontrovertible, una vez que fue autentificada por la Interpol.
Los archivos revelaron el apoyo decidido que han dado al
grupo terrorista los gobiernos de Hugo Chávez (300 millones
de dólares), Rafael Correa, Daniel Ortega y Evo Morales. Pero
también revelaron que en México existía una red de las farc de
la que formaban parte los mexicanos muertos durante el ataque
del 1 de marzo.
Los datos hasta ahora disponibles permiten concluir que
en los campamentos de las farc se han preparado mexicanos
para cometer actos terroristas en México, a fin de contribuir
a desestabilizar y derrocar al gobierno e instaurar un régimen
totalitario. Los mexicanos han recibido entrenamiento para cometer asesinatos, atentados con explosivos y secuestros.
Los archivos de las computadoras también revelaron que había una estrecha relación entre Raúl Reyes, segundo en el mando de las farc, la célula mexicana de las farc y el epr, el grupo
terrorista hasta ahora más activo en la comisión de secuestros.
Siguiendo con la metáfora de la enfermedad infecciosa, al
mantenerse el virus del secuestro, al no haber sido erradicado,
México sigue bajo la amenaza de las recaídas, y de hecho ya está
sufriendo una, pues después de lo que parecía ser una importante disminución del secuestro en 2005, otra vez repuntó este
crimen a partir de 2006. De este modo 2008 podría terminar
con 128% más plagios de los que hubo apenas tres años atrás.
El 31 de julio de 2008 fue hallado el cadáver de Fernando
Martí, de 14 años de edad, secuestrado 55 días atrás y por cuya
liberación se había pagado el rescate. Este hecho originó una
ola de indignación en el país. El cuadro parecía muy similar
al de cuatro años antes. El 30 de agosto se celebraron marchas
multitudinarias en la ciudad de México y en las principales localidades del país.
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Los gobernantes, los integrantes de la clase política y los
altos burócratas del sistema de justicia penal dieron discursos
tronantes e hicieron promesas, como ocurrió hace cuatro años.
Sin embargo, de acuerdo con la experiencia, la sociedad civil no
tiene la menor confianza en ellos, pues carecen de la elemental
voluntad política.
Por desgracia, la lucha por erradicar el secuestro y abatir la
inseguridad en México será resultado de una amplia y ardua
tarea social. Debemos redoblar los esfuerzos para obligar al Estado a cumplir su función primordial, es decir, proteger a los
ciudadanos.
La lucha ciudadana contra el secuestro –emprendida antes
de 2004, por supuesto– ha consistido en una combinación de
organización por parte de las víctimas, movilizaciones, denuncias
y propuestas. Sin embargo, no hemos concedido mucha importancia a las medidas de autoprotección, cuya adopción no desalentamos, ya que somos conscientes de que toda protección es
vencible, mientras no se apliquen medidas por parte del Estado.
Para dar sustento a nuestra actividad social, desde los años
noventa identificamos una gran falta de información y conocimiento sobre el problema. Hay en los periódicos y otros medios miles y miles de notas y reportajes, pero hasta hace poco
no existía información oficial sobre el número de secuestros
denunciados. Actualmente los datos oficiales disponibles van
de 1997 a 2008, pero no hay de años anteriores.
Además, está la cifra “oculta”, es decir, los delitos que no
fueron denunciados. Asimismo, la estadística oficial se encuentra parcialmente “maquillada” para simular que el problema es
menor y hay una casi completa inexistencia de datos oficiales
sobre los llamados plagios exprés.
Por eso, desde al menos 2001, mi equipo y yo iniciamos
una investigación para obtener la información requerida. Pri-
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meramente, tratamos de explotar los archivos de instituciones
públicas para luego realizar un trabajo de seguimiento y recopilación de notas periodísticas, además de los reportes obtenidos
directamente de las víctimas. Así, pudimos constatar la enorme
pobreza de información de los archivos públicos, debido a la
falta de registro desagregado y clasificación de los datos, pero
sobre todo por la destrucción de acervos.
Ante esto, la única alternativa era efectuar una indagación
de tipo hemerográfico, y llegar tan atrás en la historia como
fuera posible. La idea era consultar toda la colección de cuando
menos un diario nacional, para el periodo 1970-2007, y de
algunos años y de algunas entidades federativas, las colecciones
de diarios locales.
Esta obra presenta los principales resultados del esfuerzo
efectuado en 2006, años anteriores, 2007 y la primavera de
2008. El estudio comprende el periodo que va de 1970 a 2007
y refiere lo ocurrido en materia de secuestros en la República
Mexicana, especificando puntualmente en qué entidad federativa ocurrieron los secuestros. Los datos sobre detalles de la
naturaleza del secuestro, sin embargo, solamente llegan hasta
2006.
El estudio incluye estadísticas, pero no consideramos que
las víctimas de secuestros sean números. Muy por el contrario,
se trata de dignificar a las víctimas al recuperar –hasta donde sea
posible– la identidad y experiencia de muchas de ellas y de cuya
tragedia muy pocos son conscientes.
En el capítulo uno se exponen los resultados de la investigación en el periodo 1970-1985, se explican las características
que tuvo, específicamente la evolución de la incidencia de plagios año por año, el perfil de las víctimas, los lugares de ocurrencia, el perfil de los secuestradores, el monto de los rescates y
el desenlace de los secuestros. También se exponen brevemente
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los antecedentes de privación de la libertad para exigir rescate y
el contexto en que el secuestro cobró auge.
En el capítulo dos se explican las características del secuestro durante el periodo 1986-2007.
El capítulo tres analiza las respuestas que han dado al problema el Estado mexicano y la sociedad civil.
El cuarto y último capítulo presenta una sucinta comparación entre la situación de México y otras naciones (sobre todo
latinoamericanas) con las cuales compartimos el mismo problema. Se pone especial énfasis en lo que en otros países se ha
hecho correctamente para abatir los plagios.
En el epílogo se reflexiona sobre la mejor manera de enfrentar los secuestros, incluyendo un comentario sobre las medidas
de autoprotección. En los apéndices se incluye un listado de
las víctimas de plagio asesinadas de 1970 a agosto de 2008, las
tablas informativas a las que se hace referencia en el libro, la
metodología de la investigación y la descripción detallada de
las fuentes consultadas.
Este libro se sustenta en una base de datos con los registros
de los más de 4 mil eventos de secuestro. Por la naturaleza de la
obra no es posible reproducir la base, pero ésta puede consultarse en www.seguridadjusticiaypaz.org
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I
EL SECUESTRO ENTRE 1970 Y 1985
Antecedentes del secuestro en México
El secuestro fue una expresión criminal de escasa relevancia en
México a lo largo de su vida independiente, hasta la década
de los setenta en el siglo xx. Previo a los últimos 38 años, sólo
encontramos un puñado de casos al respecto.
Hacia 1871, la actuación de plagiarios y salteadores se había
tornado un problema lo suficientemente grande en los caminos
que conducían a la ciudad de México como para que Gabino
F. Bustamante, gobernador del Distrito Federal, decretara un
bando que suspendía las garantías individuales a aquellos delincuentes.1 El problema no se resolvió rápido, pues no fue sino
hasta 1875 que la suspensión se prorrogó.
En el marco de la Revolución mexicana, el secuestro más
connotado fue el de William Óscar Jenkins, un ciudadano es1
Archivo General de la Nación, Registro 113638; No. Grupo: 259;
Grupo Documental; Colección de Documentos para la Historia de México; Número de Soporte, 7; Tipo de Soporte Volumen: Expediente 145,
Sección 3; Año inicial, Año final 0, Fecha inicial 1871/06/09, Fecha final
1871/06/09, Foja inicial 298, Foja final 298.
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tadounidense, después nacionalizado mexicano, que para entonces era un empresario textil y cónsul de Estados Unidos en
Puebla. Sus captores obtuvieron un rescate de 25 mil dólares.
El secuestro –ocurrido en 1919– dio lugar a roces diplomáticos entre los gobiernos de Estados Unidos y el de México, que
venían a sumarse a los muchos habidos desde el estallido de la
Revolución. Mientras que el gobierno estadounidense acusaba
a su par de no poder garantizar la mínima seguridad pública, el
gobierno mexicano sostenía que se trataba de una maquinación
para justificar intromisiones estadounidenses en México.
Las autoridades fueron tan lejos como para encarcelar a
Jenkins acusado de haberse autosecuestrado, aunque después
fue liberado. Hay quienes atribuyen su posterior fortuna (llegó
a ser el más importante banquero y operador de salas cinematográficas) a su supuesta participación en el reparto del rescate,
pero tal versión no ha sido demostrada. Lo cierto es Jenkins fue
maltratado y hambreado por sus captores y estuvo a punto de
morir.
No bien había quedado atrás el asunto Jenkins cuando el
secuestro de otro ciudadano estadounidense volvió a tensar las
relaciones entre México y Estados Unidos. El 26 de junio de
1922 fue secuestrado cerca de las Grutas de Cacahuamilpa,
en las colindancias entre Guerrero y Morelos, Bruce Bielaski,
quien durante la Primera Guerra Mundial había sido –ni más
ni menos– jefe del servicio secreto de Estados Unidos y se encontraba en México en plan de negocios y turismo.2
Los plagiarios demandaron 10 mil dólares como rescate,
el cual no fue pagado porque, según su propio relato, Bielaski
escapó de sus captores dos días después.
2
Víctor Ronquillo, La nota roja 1920-1929, 1996, México, Grupo
Editorial Siete, pp. 27-42.
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Mucho se especuló entonces sobre los autores del plagio y
sobre si éste en efecto había ocurrido. Pero todo parece indicar
que el plagio ocurrió y tuvo ese desenlace, pues para tratarse
de algo “fabricado” había durado muy poco y el final resultaba
anticlimático.
La revisión de la correspondencia recibida por la Secretaría
de Gobernación y la Presidencia de la República en las décadas
veinte y treinta del siglo xx permite identificar algunos casos de
privación ilegal de la libertad que, más que secuestros, fueron
venganzas y represalias políticas.
Una revisión del periodo 1946 a 1952 en la colección del
periódico El Universal dio como resultado el hallazgo de un
solo caso de secuestro. Éste ocurrió en el Distrito Federal el
24 de mayo de 1950, y fue cometido contra una niña, hija del
empresario Samuel Granat.
Los plagiarios exigieron como rescate 400 centenarios o 20
mil pesos oro. Raúl Álvarez González, líder de la banda, fue
capturado en el momento de recoger el rescate. El servicio secreto de la policía capitalina montó en el punto de entrega un
operativo, mismo que consistió en apostar a un par de agentes
que simulaban estar con sus novias.
En los años cincuenta, México aún no dejaba atrás por
completo la violencia remanente de la Revolución mexicana.
En el estado de Morelos surgió Rubén Jaramillo, quien entre
1953 y 1958, al frente de una gavilla cometió secuestros, atracos, extorsiones y numerosos asesinatos a sangre fría. En marzo
de 1954, Jaramillo y sus secuaces plagiaron primero a Ángel
Abundis, por cuya libertad obtuvieron 30 mil pesos como rescate, y después a Pablo Cabrera, consejero campesino del ingenio de Ecatepec.3
3
“La noche de Rubén Jaramillo”, en: http://www.lacrisis.com.mx/jaramillo150205.htm
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En los años sesenta los secuestros eran sumamente raros. En
septiembre de 1967, en Ario, Michoacán, fue plagiado Abraham Pérez Silva. A cambio de su libertad fueron pagados 500
mil pesos. Posteriormente fueron detenidos los responsables:
Crescenciano Celis Rangel, Sixto Ávalos Rangel y Ceferino Pérez Flores, delincuentes comunes.4
El contexto del auge del secuestro (1970-1985)
Hacia 1970, México había completado más de una década de
crecimiento económico con muy baja inflación. Además, los
niveles de vida de la población mejoraban lenta pero paulatina
y efectivamente.
Después vendrían los sexenios populistas y estatistas de
Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid,
con su crecimiento acelerado del gasto público, inflación y endeudamiento.
Desde finales de los años treinta y hasta 1968, el país había
disfrutado de creciente estabilidad política y paz social sin mayores conflictos. Hasta entonces el régimen político autoritario
había tenido éxito sin demasiada necesidad de recurrir al uso
de la violencia.
En 1968, un conflicto estudiantil iniciado y realimentado
por la brutalidad policiaca fue creciendo hasta que el gobierno
creyó –fuera de toda proporción– que el movimiento amenazaba la existencia del régimen autoritario y estaba a un paso de la
insurrección, como había ocurrido en Francia ese mismo año.
4
Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de
Gobernación, Secuestros en México 1967-1976, diciembre de 1976, Archivo
General de la Nación, Clave de Registro: 118423; No. Grupo: 1968; Grupo Documental: Investigaciones Políticas y Sociales; Número de Soporte:
1811; Tipo de Soporte: Expediente, 1.
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El 2 de octubre de 1968 el gobierno reprimió un mitin con
un saldo oficial de decenas de muertos. El 10 de junio de 1971,
el gobierno utilizó la misma dosis represiva frente a una marcha
estudiantil.
Estos y otros actos represivos han sido utilizados por largos
años para construir la mitología que justificaba y glorificaba
a los grupos armados clandestinos, los cuales ya actuaban de
manera significativa antes de que las masacres se produjeran.
Esos grupos darían lugar a un auge del secuestro y otros delitos
a inicios de los setenta.
Desde principios de 1964, el llamado Grupo Popular Guerrillero de Chihuahua, encabezado por Arturo Gámiz, había
pasado a la lucha armada. Asimismo, en febrero de 1965 se
celebró el Segundo Encuentro de la Sierra “Heraclio Bernal”,
en Torreón de Cañas, municipio de Las Nieves, al norte de Durango, al cual asistieron cientos de estudiantes de todo el país.
En una de las resoluciones adoptadas en las que se opta por la
lucha armada, se justifica así la decisión:
Estamos convencidos de que nuestros enemigos no respetan
nada ni a nadie más que al fusil. Estamos convencidos de
que no entienden ningún lenguaje más que el de la fuerza.
Estamos convencidos de que en sus cabezas no entran razones y de que por las buenas sólo burlas ganamos [...] Estamos
convencidos de que ha llegado la hora de hablarle a los poderosos en el único lenguaje que entienden, llegó la hora de que
las vanguardias más audaces empuñen el fusil porque es lo
único que respetan y escuchan, llegó la hora de ver si en sus
cabezas penetran las balas ya que razones nunca les entraron
[las cursivas son nuestras].5
5
femospp, Informe sobre “guerra sucia”, capítulo 5, p. 4.
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Muy consecuente con sus ideas, el grupo encabezado por
Gámiz asaltó meses después, el 23 de septiembre de 1965, el
cuartel de Madera.
Cuando vinieron primero el movimiento estudiantil de
1968 y luego el de 1971, el gobierno no vio demandas de un
grupo de civiles desarmados, sino una acción que formaba parte del apocalipsis que los grupos de extrema izquierda habían
prometido reiteradamente.
Con la represión, los grupos armados encontraron la justificación que necesitaban para escalar su violencia y, a su vez, el
Estado aumentó la suya con la “guerra sucia”.
Empero, como señala Pedro Fletes, la violencia de los grupos subversivos no se destinó contra los autores de las masacres,
sino contra quienes ninguna responsabilidad tenían en las mismas.6 Fue dirigida contra los “enemigos de clase”. Esto es una
prueba más de que lo que movía a los grupos armados no era
la ira ante la represión, sino el proyecto de la revolución que
establecería la “dictadura del proletariado” en México.
El comportamiento de los grupos armados clandestinos en
los años setenta (y también después) corresponde a la definición de terrorismo universalmente aceptada, esto es, el cometer
acciones armadas contra civiles desarmados y no como “daño
colateral” en las confrontaciones con la fuerza pública. Acciones terroristas fueron entonces los secuestros, asesinatos y asaltos a bancos y a otros establecimientos.
Pero hay actos incontestablemente terroristas que cualquiera
reconocería, como la toma de rehenes ajenos a los conflictos. El
8 de noviembre de 1972, en el aeropuerto de Monterrey, Nuevo
6
Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C.,
Seguridad ¡ahora!, México, 2006, p. 205; particularmente, “¿Por qué no se
erradica el secuestro”, ensayo de Pedro Fletes, quien fue víctima de secuestro
y encabeza la asociación de víctimas Pro-Rescate A.C.
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León, un comando de la Liga de los Comunistas Armados tomó
por asalto un jet del vuelo 705 con destino a la ciudad de México y convirtió en rehenes a sus 110 pasajeros y 6 tripulantes.
A cambio de no matar a los rehenes, los aeropiratas demandaron que ellos, sus compañeros presos por asalto y homicidio
y otros prófugos pudieran salir del país en la nave con destino
a Cuba. Sus demandas fueron satisfechas.
El 21 de agosto de 1977, un comando del Frente Revolucionario Armado del Pueblo, armado con granadas y pistolas,
se apoderó de un camión de pasajeros de la línea Flecha Amarilla y exigió, a cambio de no asesinar a sus rehenes, la liberación
de los hermanos Campaña López, responsables de secuestros y
asesinatos. En un municipio de La Piedad, los terroristas se enfrentaron a la policía y cumplieron su amenaza de hacer estallar
sus granadas, dejando un saldo de 10 rehenes asesinados y 18
más heridos.
En los cuatro primeros meses de 1978 estallaron al menos
50 artefactos explosivos en distintos puntos del país, colocados
por terroristas de la Unión del Pueblo (después procup). Al
menos tres personas inocentes fueron asesinadas. Pero este grupo no se detuvo ahí. En julio de 1979 colocó tres bombas en la
refinería de Azcapotzalco en el Distrito Federal, que por suerte
fueron descubiertas y desactivadas pues de haber estallado hubieran causado muchas muertes y daños.
Estos actos no sólo eran criminales en sí mismos, sino que
tuvieron un efecto criminógeno pues mostraron a los delincuentes comunes que la fuerza pública podía ser doblegada,
que los secuestros y los asaltos bancarios eran muy rentables y
fáciles de realizar y que si se caía en prisión se podía recuperar
la libertad mediante el terror.
Por supuesto, hacia 1970 México no vivía una edad de oro
de seguridad pública y de bajos niveles de violencia. Desde los
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años treinta y hasta mediados de los ochenta, fue uno de los
cinco países del mundo con mayor incidencia de homicidio
doloso. En la década de los treinta había tasas de hasta 60 homicidios por cada 100 mil habitantes; para 1970 la tasa era
superior a 25 y para el año 2000 era de 13, lo que representó
un descenso histórico considerable.
Pero el hampa se encontraba muy poco desarrollada. Cuando se revisa la prensa de la época, y en particular la nota roja,
salta a la vista que la inseguridad no era un problema central
de los habitantes, como sí lo sería a partir de mediados de los
ochenta.
En aquel entonces los robos de vehículos eran raros. Nadie
hubiera podido siquiera imaginar ser víctima de un atraco a
bordo de su automóvil, en un taxi o en su casa. El asalto al
transporte de carga era prácticamente inexistente, y ni hablar
del secuestro exprés.
Así, en los ejemplares de La Prensa de enero de 1970 se
registran homicidios y muertes en accidentes, pero muy pocos
robos y todavía menos atracos. En una de las notas se cita al jefe
policiaco, quien en referencia a una serie de hurtos a casas en
el D.F. regañaba así a los ciudadanos: “Los amantes de lo ajeno
lograron un botín de 80 mil pesos porque la gente desdeña las
indicaciones de la Jefatura de Policía en el sentido de que no
dejen sin vigilancia casas, departamentos o negocios”.
Otra nota del 13 de enero se titula “Joven asalta un autobús
de pasajeros”. Una más del 3 de enero da cuenta de un asalto
bancario en el D.F. con un botín de medio millón de pesos,
pero tres días después el periódico informa que los hampones
han sido detenidos en Veracruz.
Una última nota del 23 de enero de 1970 da cuenta del
asalto a un banco en León, Guanajuato, con un botín de 200
mil pesos. Y no hay más.
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Valga como ejemplo un repaso de la situación de los asaltos bancarios en esa época. En 1961 se registró el primer asalto
bancario en México y sucedió en la capital del país. Fue el único ocurrido ese año.7 En 1963 hubo un nuevo asalto bancario,
otro en 1966, uno más en 1967 y tres en 1968 (uno el D.F.).
En 1969 hubo cuatro asaltos en la capital del país y dos el año
siguiente, pero 13 en los estados de la República.
De pronto, los bancos y establecimientos en los que se concentraran valores estaban siendo más asaltados. Los principales
autores de los atracos eran precisamente los grupos armados
clandestinos: el denominado grupo Lacandones, que después
se integraría a la Liga Comunista 23 de Septiembre; el Movimiento Armado Revolucionario, cuyos integrantes fueron entrenados en Corea del Norte; y la Asociación Cívica Nacional
Revolucionaria, encabezada por Genaro Vázquez, con bases
en Guerrero pero células dedicadas al atraco en la ciudad de
México, a los que se designó “grupos abastecedores” de recursos económicos. Además, operaban el Comando Armado del
Pueblo, el Frente Urbano Zapatista, las Fuerzas de Liberación
Nacional, el Ejército Insurgente Mexicano y posteriormente el
Partido de los Pobres.
El primer asalto bancario realmente documentado atribuido
a un grupo armado clandestino fue el cometido el 19 de abril
de 1969 en la ciudad de México contra una sucursal de Banco
Comercial Mexicano, con el cual se obtuvo un botín de tres
millones de pesos (casi 300 mil dólares de entonces).8
Un hecho poco conocido es que una parte de los atracos no
eran reivindicados o reconocidos por los gac, aun cuando los
7
María Chía Guerrero, El asalto bancario en la Ciudad de México
(1970-1997), Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2004, tesis profesional, p. 143.
8
Informe femospp, “La Guerra Sucia en Guerrero”, capítulo 6, p. 35.
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cometieran sus militantes. Un ex agente de la dfs narra el caso
de una banda de asaltantes detenida en 1971 cuyos integrantes
permanecieron siete años en prisión y no se beneficiaron de la
amnistía de 1977 pues nunca admitieron ser guerrilleros.
Los golpes espectaculares asestados por los gac, ya fueran
secuestros o asaltos, alentaron a delincuentes comunes a incursionar por primera vez o a hacerlo con más decisión en lo que
parecían giros criminales muy rentables.
Pero no bastó el ejemplo de los gac para el surgimiento de
una nueva generación de delincuentes con fines económicos más
violentos, decididos y “profesionales” que en el pasado. También
otros factores explican el fenómeno.
El principal de ellos es el narcotráfico. Existe la impresión
de que el tráfico de drogas, existente desde los primeros años
del siglo xx, se tornó un gran negocio criminal y se sofisticó
hasta inicios de los ochenta bajo el auspicio de mandos políticos,
policiales y militares. Pero lo cierto es que desde mediados de
los años sesenta hubo un primer intento por construir una gran
organización “industrial” del narcotráfico, como después lo sería
el llamado Cártel de Guadalajara.9
Con protección política, ese primer intento de hacer del
narcotráfico una gran empresa criminal fue lo suficientemente
importante como para causar en 1969 una gran tensión diplomática entre Estados Unidos y México (Operación Intercepción)
o para provocar la Operación Cóndor, la mayor acción de erradicación en la historia del mundo. Este operativo (1976-1977)
debió ser lanzado cuando México había pasado de ser un proveedor secundario de heroína al principal proveedor del vecino
país del norte.10
9
Leónidas Gómez, Cártel – Historia de la droga. 1991, Bogotá, Grupo
Editorial Investigación y Concepto, pp. 338-339.
10
imeco, Todo lo que debería saber sobre el crimen organizado en México,
1998, México, Océano, pp. 93-94.
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Así, delincuentes que habían tenido que ver con el narcotráfico, antes o después de la Operación Cóndor, estaban –desde inicios de los setenta– incursionando en asaltos, secuestros y
robo de vehículos.
Una segunda fuente de delincuentes comunes de nueva generación fueron las bandas de abigeos que habían existido desde
siempre. Pero de pronto, ante las complicadas y riesgosas operaciones de robo de ganado y su venta, los atracos y los secuestros
se abrieron como oportunidades para obtener dinero rápido y,
en apariencia, con menor dificultad.
Una tercera fuente para la nueva generación de delincuentes fueron las pandillas, que se autonombraron “bandas”. Estos
grupos criminales crecieron en los asentamientos irregulares de
las ciudades que se expandían a gran velocidad y reunieron a jóvenes vecinos, unidos por su miseria, su adicción a las drogas, su
rencor social y su inclinación por la violencia extrema.
Los pandilleros harían una contribución decisiva al aumento
de la violencia en el país, y en particular en las grandes ciudades,
durante los años ochenta.
Uno de los efectos más perversos de la violencia política en
la delincuencia común fue la descomposición de las fuerzas de
seguridad en general y de la policía en particular. Hasta antes del
estallido de la violencia, la policía distaba mucho de ser ejemplar,
pero al menos las fuerzas de seguridad no estaban entregadas a la
corrupción y al crimen, como lo estarían años más tarde la policía capitalina durante la gestión de Arturo Durazo o la Dirección
Federal de Seguridad en sus últimos años de existencia.
Cuando se revisa la prensa de los años cuarenta, cincuenta
o sesenta, es difícil encontrar notas sobre delitos cometidos por
policías. A inicios de los setenta las quejas contra la policía se
incrementaron, no sólo por la represión política o la práctica de
la tortura contra detenidos (que siempre había existido), sino
por las extorsiones a que sometían a muchas personas, aunque
todavía no era un problema mayor pues incluso a mediados de
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los setenta la implicación directa de policías en asaltos o secuestros era una rareza.
Por ejemplo, todavía a principios de 1977 causaba gran
azoro que los policías actuaran sin más como delincuentes comunes. En El Universal la edición del miércoles 5 de enero de
1977, una nota presenta el siguiente encabezado: “¡Tres agentes
de la dipd [División de Investigaciones para la Prevención de
la Delincuencia de la policía del D.F.] cesados y consignados
por ser asaltantes!”. Los signos de admiración expresaban una
genuina incredulidad que años después desaparecería.
Los primeros signos de descomposición se presentan en
grupos paramilitares patrocinados por el Estado como los “Halcones”, ejecutores de la matanza del 10 de junio de 1971. Tras
la disolución del grupo, varios de sus integrantes que no fueron
absorbidos por los cuerpos de vigilancia de prisiones o por las
policías, se dedicaron a los atracos y al narcomenudeo.
Los “porros”, otra fuerza de represión política más informal,
también fueron semillero de delincuentes comunes que más tarde se dedicarían al hampa en forma “profesional”, más allá de
los delitos frecuentes de las organizaciones “estudiantiles”.
La tercera vertiente de descomposición correspondió a las
fuerzas policiales formales, y en particular a las especializadas
en la lucha contra la subversión. Prácticas habituales de estas
fuerzas (Brigada Blanca) eran la detención arbitraria, la tortura,
la desaparición forzosa e involuntaria, la ejecución extrajudicial y el robo de los bienes de los detenidos. Tan sólo por lo
que hace a las desapariciones, la investigación de la cndh pudo
comprobar que 275 de las denunciadas en efecto ocurrieron, y
de otras 97 hay indicios para suponer su veracidad.
Además de los propios guerrilleros y delincuentes comunes
secuestradores, nadie hizo tanto por la proliferación de la privación ilegal de la libertad como la policía. En lugar de recurrir a
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la solicitud de órdenes de aprehensión o a detener en verdadera
flagrancia, las detenciones arbitrarias se generalizaron. Todo esto
creó un clima favorable para que, desde hace lustros, se impusiera en el país una subcultura de desprecio por la libertad personal.
Fue en los sexenios de José López Portillo, Miguel de la
Madrid y Carlos Salinas cuando la delincuencia policiaca creció explosivamente y la corrupción se tornó sistémica. Lo que
facilitó el proceso fue el haber entregado a la policía amplios
poderes discrecionales para reprimir a la subversión, pues una
vez derrotada ésta, dichos poderes no fueron retirados y sus
jefes los usaron para promover y organizar al hampa.11
Los ejemplos más emblemáticos de esta descomposición
son, por un lado, la Masacre del Río Tula, y por otro, la protección de la Dirección Federal de Seguridad al Cártel de Guadalajara. En el primer caso, en 1982 fueron descubiertos 16
cadáveres en un río del estado de Hidalgo en el que desembocaban las aguas negras del drenaje profundo de la ciudad
de México. Las víctimas eran delincuentes comunes protegidos
por los jefes de la policía preventiva, a quienes un buen día sus
“protectores” decidieron despojar de todas sus ganancias criminales y asesinarlos como habían hecho con otros.
Respecto a la protección del Cártel de Guadalajara, las evidencias acumuladas con el paso de los años indican que, entre
1981 y 1985, la Dirección Federal de Seguridad estuvo mayormente dedicada a construir ese gran oligopolio del narcotráfico. En pocas palabras, sin dfs no habría habido Cártel de
Guadalajara.
La revisión de la prensa muestra un acelerado proceso de
descomposición de la policía a partir de que Arturo Durazo
(quien hasta entonces era prófugo de la justicia por narcotráfico) fue nombrado jefe de la policía capitalina en diciembre de
11
imeco, op. cit., pp. 31-69.
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1976. El mal comenzó en el D.F., pero rápidamente se propagó
a otras entidades federativas.
A mediados de 1977, todos los días aparecen notas periodísticas en las que se refieren abusos y crímenes de agentes de la
dipd sin mayor pretexto policial. En la edición de El Universal
del 22 de julio de 1977, se denuncia por primera vez que los
integrantes del Batallón de Radio Patrullas del Estado de México (barapem) –creado para reaccionar de inmediato ante los
asaltos bancarios– se dedicaban a atracar a los transeúntes.
En su edición del 7 de octubre de 1977, La Prensa informa
que 61 agentes de la dipd habían sido consignados por diferentes delitos en los 13 meses anteriores. En 1978 es posible
encontrar un promedio de dos notas diarias (de 10 que en total
publicaba habitualmente la sección policial) que refieren delitos cometidos por policías, pero tan sólo un año más tarde más
de la mitad de las notas eran sobre delincuencia policial.
El Universal, en su edición del 18 de noviembre de 1979,
informa: “30 uniformados fueron consignados la semana pasada por asaltar”.
La edición del 29 de marzo de 1981 (página 8 de la sección
de Espectáculos) indica: “Capturan bandas asaltantes encabezadas por ex policía”. Una nota del mismo diario de dos días
después señala: “Banda de agentes de diversas corporaciones se
dedicaban a asaltar bancos, empresas, tiendas y joyerías”.
La edición del 6 de junio de 1982 de Excélsior señala que
91 agentes de la policía judicial de Morelos fueron cesados por
sospechas de estar ligados al hampa. Otra edición del mismo
diario, pero del 8 de junio de 1982 (página 30), reporta: “Jefe
policiaco de Oaxaca implicado en el robo de vehículos”.
La edición de Excélsior del 7 de julio de 1983 da cuenta de
la captura de una banda de asaltabancos capitaneada por un ex
agente de la dipd. El Sol de México, en su edición del 5 de julio
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de 1983, cita al jefe de la policía capitalina, Ramón Mota Sánchez, quien asegura que en tan sólo ocho meses 7 mil policías
del D.F. (de un total de 30 mil) han sido cesados.
El 21 de diciembre de 1983, diferentes diarios reportan la
detención de agentes de la policía judicial y un funcionario de
tránsito por el asalto a un banco en Sinaloa que arrojó un botín
de 14 millones de pesos.
La Jornada, en su edición del 12 enero de 1985, refiere que
Alfredo Ríos Galeana (ex comandante del Batallón de Radio
Patrullas del Estado de México) cometió 90 asaltos entre enero
de 1978 y 1984, con lo que obtuvo un botín de más de mil
millones de pesos.
Todo esto es un indicador de que el gran estallido del
delito y la violencia en los años ochenta tuvo como precursor
el estallido de la delincuencia policial, no limitada a la protección de delincuentes, sino sobre todo manifiesta en la participación directa de los agentes del orden en crímenes.
Desde inicios de 1977, los delitos en el país –y en particular en el Distrito Federal, Estado de México, Sinaloa y Jalisco–
no sólo estaban creciendo, sino que se tornaban más violentos.
Asimismo, estaban apareciendo nuevas técnicas criminales,
algunas de ellas tomadas prestadas de los grupos subversivos.
Veamos algunos ejemplos:
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“120 atracos a repartidores en Naucalpan en los 2
primeros meses del año” (El Universal, 4 de marzo de
1977, Tercera, p. 9).
“Deshuesadores reciben al mes más de 2 millones de pesos en refacciones de vehículos robados” (El Universal,
5 de abril de 1977, p. 22).
“Un contador privado se fingió guerrillero para extorsionar a varios empresarios; lo detuvieron cuando co-
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braba 70 mil” (para supuestamente no secuestrar a sus
víctimas) (El Universal, 29 de abril de 1977, p. 32).
“Robaron 600 toneladas de azúcar y 500 de frijol en
tres camiones en el D.F.” (El Universal, 24 de septiembre de 1977, Aviso Oportuno, p. 4).
“Atracan automovilistas cuando esperan señales de siga
en diversas avenidas” [en Miguel Ángel de Quevedo y
en la Colonia Anáhuac] (El Universal, 21 de octubre de
1977, p. 8 de la tercera).
En 1979, se registran en promedio tres asaltos bancarios por semana, a decir de la prensa.
En 1979 son cada vez más frecuentes los atracos contra
casas-habitación, con gran violencia y retención prolongada de las víctimas.
“25 vehículos robados diariamente en el D.F.; sólo 25%
se recupera” (La Prensa, 2 de marzo de 1979, p. 26).
“Dos empleados de Alpura son asesinados en un asalto
a una camioneta repartidora” (El Universal, 3 de mayo
de 1979, p. 20).
“Asaltan simultáneamente tres bancos en San Luis Potosí” (La Prensa, 21 de noviembre de 1979, p. 26).
“Enfrentamiento entre robacoches y policías en Abasolo, Guanajuato, deja 4 muertos y 3 heridos” (El Universal, 19 de octubre de 1980, p. 24).
“Detuvo la policía a los responsables de 8 asaltos bancarios en Puebla y en Morelos; secuestraban a los gerentes
para realizar los robos” (El Universal, 29 de octubre de
1980, p.1 de la sección de Espectáculos).
Para mediados de 1983, la prensa registra en promedio
tres asesinatos de víctimas de asalto por semana en el
Distrito Federal y casi uno diario si se considera todo
el Valle de México.
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“Aumentaron 106% robos en el Estado de México” (La
Prensa, 12 de junio de 1983, p. 24).
En los cinco primeros meses de 1983, la banca nacionalizada en el Valle de México sufrió: 4 policías asesinados, 13 lesionados, 23 atracos, y botín de 77 millones
(La Prensa, 13 de junio de 1983, p. 23).
“Mentira que haya aumentado la inseguridad en el
D.F.; existe más seguridad que hace 7 meses”: Mota
Sánchez (El Universal, 5 de julio de 1985, Aviso Oportuno, p. 1).
Aprenden al jefe de la banda que atracó la Ibero y cuyo
botín fue de 60 millones (Excélsior, 30 julio de 1983,
p. 30 A).
Una misma banda de asaltantes ejecutó a 13 personas
en 3 atracos ocurridos el mismo día en gasolinerías de
Tehuacán, Puebla (La Prensa, 3 de diciembre de 1983,
p. 28).
“250 millones robaron del bch Zona Rosa” (La Prensa,
18 de diciembre de 1984, p. 21).
Culiacán ocupa el primer lugar en asaltos bancarios,
25 con un monto de 160 millones (La Prensa, 20 de
diciembre de 1984, p. 23).
1 000 millones, botín de los asaltos bancarios en este
año en 190 atracos (La Prensa, 21 de diciembre de 1984,
p. 21).
“Robo del siglo: Un empleado del Servicio Panamericano de Protección se roba 8,600 millones de una camioneta” (La Prensa, 2 de febrero de 1985, p. 26).
Para 1985, en promedio, al menos una persona por día
era asesinada en un atraco en el Distrito Federal.
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Características del secuestro
en el periodo 1970-1985
Se debe advertir que los secuestros considerados en esta investigación no son todos los que ocurrieron. Aquí figuran aquellos
registrados por la prensa y reportados en documentos a los que
pudimos tener acceso.
Hay una serie de secuestros que ni siquiera fueron denunciados y otros que, aun siéndolo, no trascendieron a la prensa. Un
ejemplo de lo primero es el plagio de Miguel Gresati Hakim,
privado de la libertad por segunda vez en febrero de 1978, pues
13 meses antes ya había sido secuestrado. Mientras que el segundo secuestro fue denunciado y trascendió a la prensa, el primero
ni fue notificado a las autoridades ni se publicó en los diarios.
En el Distrito Federal, encontramos en 1981 ejemplos de
secuestros denunciados que no trascendieron a la prensa. En
ese año, la revisión de la prensa nos permite identificar cuatro
plagios en el D.F., mientras que la Procuraduría General de
Justicia del Distrito Federal registró siete.12 Y no hay confusión
en la pgjdf, pues en otro apartado registra 177 denuncias por
privación ilegal de la libertad.
De cualquier modo, nuestra impresión es que, al menos para
el periodo 1970 y 1985, los datos de que disponemos corresponden a la mayoría de los secuestros efectivamente ocurridos.
Entre 1970 y 1985 ocurrieron en México 329 secuestros.
De ellos, 183 (el 56% del total) tuvieron lugar entre 1970 y
1976.
Los años con más secuestros fueron 1972 (40), 1973 (39),
1974 (36) y 1976 (33). A partir de 1977, los secuestros declinan para volver a repuntar en 1983 y 1984.
12
pgjdf, Estadística de delitos denunciados en 1981, Biblioteca del Instituto de Formación de la Procuraduría, C. 312.46, P76e, 1981.
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Es pertinente aclarar que no sólo consideramos los secuestros consumados, sino también las tentativas, esto es, cuando
la captura no se produce porque las víctimas se resisten o interviene la policía.
Es necesario poner énfasis en que el número de eventos
de secuestro no es igual al de personas secuestradas, pues en
un plagio más de un persona puede ser capturada o los intentos pueden dirigirse hacia más de un individuo. Entre 1970 y
1985, las personas secuestradas y a quienes se intentó secuestrar
fueron 368. Esto quiere decir que, en promedio, por cada evento de secuestro 1.12 personas son plagiadas, o dicho en otros
términos, por cada 100 secuestros hay 112 secuestrados.
En los tres últimos años del periodo se registran más personas secuestradas en razón del número de secuestros. En 1984,
por ejemplo, por cada secuestro hubo 1.5 secuestrados.
Por lo que hace a la condición de las víctimas, consideramos en primer lugar el sexo (tabla 1). Entre 1970 y 1985, de las
368 víctimas, 67 (18%) fueron mujeres y 301 (82%) hombres.
Solamente en 1984 la proporción entre víctimas hombres y
mujeres fue muy parecida. Asimismo, hacia el final del periodo
la tendencia es a que aumente la proporción de secuestrados del
sexo femenino.
La segunda condición a considerar fue la edad de la víctima, específicamente si se trata de menores o mayores de edad
(tabla 2). Entre 1970 y 1985, de las 368 víctimas de secuestro, 80 fueron menores de edad, es decir, el 22% del total. Sin
embargo, a partir de 1978 la proporción de los menores en el
total de secuestrados crece y en 1985 representan el 46%. Entre
1978 y 1985, el promedio de menores de edad secuestrados es
del 34% del total.
La tercera condición considerada fue la ocupación (tabla
3). Entre 1970 y 1985, 59 de los secuestrados eran empresa-
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rios y comerciantes (16%), 48 agricultores y ganaderos (13%),
10 servidores públicos y políticos (2.72%), 10 profesionistas
liberales (3.26%), tres amas de casa (0.82%), cinco estudiantes
(1.36) y los restantes 213 entran en las categorías de no especificados u “otros” y constituyen el 62.77 por ciento.
Si dejamos de lado a los no especificados, los empresarios y
comerciantes representan el 43%, los ganaderos y agricultores
el 35% y los profesionistas liberales el 9%. Si consideramos
que la mayoría de los menores, los estudiantes y las amas de
casa son familiares de empresarios, ganaderos y agricultores, se
ratifica la noción de que el secuestro golpea en forma particular,
aunque no exclusiva, a personas de mayores ingresos.
Respecto a la geografía de la incidencia del secuestro (tabla 4), en cinco entidades federativas se concentran 251 de los
329 secuestros del periodo 1970-1985 (76.29% del total), a
saber: el Distrito Federal con 114 casos (35%), Guerrero con
54 (16%), México con 33 (10%), Sinaloa con 31 (10%) y Nayarit con 19 (6%).
Es de llamar la atención que las 10 entidades con mayor
incidencia en este periodo también estarán entre las más afectadas en el siguiente (1986-2006), sumándose a Tabasco y Baja
California que en los últimos 20 años tuvieron un acelerado
crecimiento de este delito.
Con los datos hasta aquí presentados, podría inferirse que
no existe un patrón geográfico claro, pues si bien se observa una
mayor incidencia en el centro, sur y occidente del país, ocho de
las entidades federativas no registran ni un solo secuestro.
Además, hasta aquí hemos hecho abstracción de las acusadas diferencias entre el tamaño de la población de las jurisdicciones. Al incluir esta variable y establecer una tasa de
secuestros por cada millón de habitantes, el panorama sufre
cambios importantes (tabla 5).
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Tenemos entonces que Nayarit ocupa el primer lugar nacional, mientras el Distrito Federal pasa al cuarto, por debajo de
Guerrero y Sinaloa. De hecho, la incidencia, relativa en Nayarit
y en Guerrero es de más del doble que en el Distrito Federal.
Las localidades (municipios en unos casos, ciudades en
otros) donde tuvieron lugar los secuestros comprenden 233 y
corresponden a casi el 71% de los 329 eventos de plagio, pues
en los casos restantes la información no precisaba la localidad
(tabla 6).
El Distrito Federal figura en primer lugar con 114 casos,
seguido por Acapulco, Guerrero, con 14 casos; Guadalajara,
Jalisco, con 10; y Culiacán, Sinaloa, con siete. En esas cinco
ciudades se concentra el 62% de los secuestros respecto a los
que hay precisión sobre la localidad de los eventos.
Sin rescate o sin la intención de exigirlo no hay secuestro,
lo mismo que sin privación ilegal de la libertad. Desafortunadamente, sólo existe información sobre el monto de los rescates en
177 de los 329 casos de secuestro; sin embargo, esto da una idea
bastante aproximada de la magnitud de las ganancias criminales.
Entre 1970 y 1985, los plagiarios habrían obtenido un total de 806 millones de pesos en 177 secuestros, cantidad que en
realidad podría ser de 1 200 millones considerando los plagios
de cuyos montos de rescate no hay información (tabla 7).
Según la información disponible, los años en los que las
sumas de los rescates fueron más elevadas son: 1985 (181 millones), 1983 (135 millones) 1984 (112 millones), 1977 (81
millones), 1974 (69 millones) y 1976 (61 millones).
Pero, en realidad, estas cantidades nos revelan muy poco
porque a partir de 1971 y hasta el final del periodo, la inflación
creció aceleradamente, el poder adquisitivo tuvo grandes pérdidas, la moneda se devaluó y, por ende, un millón de pesos que
en 1970 era una cifra considerable, para 1985 era muy poco.
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De este modo, la suma de los rescates de 177 secuestros entre 1970 y 1985 fue de poco más de 53 millones de dólares (de
1970), cifra nada despreciable si se compara con los aproximadamente 75 millones de dólares (en realidad unos 60 millones
a precios de 1970) que los plagiarios obtuvieron en Italia entre
1975 y 1977 con casi 200 secuestros.13
Con los valores ajustados a la inflación y la depreciación
monetaria, los años en los que las sumas de los rescates resultan
mayores son: 1977 (8.8 millones de dólares de 1970 en este
y los siguientes casos), 1976 (7.8 millones de dólares), 1974
(7.5 millones de dólares), 1983 (7 millones de dólares), 1985
(3.2 millones de dólares) y 1973 (3 millones de dólares).
El monto más elevado de rescate a pesos corrientes fue el
pagado en 1985 por Arnoldo Martínez Verdugo (150 millones), pero según el ajuste en el cálculo, el rescate más elevado
fue el pagado por la libertad de Rubén Figueroa en 1974 (50
millones de pesos).
Sobre el desenlace que tuvieron los secuestros (tabla 8), de
las 368 víctimas, 199 (54% del total) fueron liberadas por sus
captores tras el pago del rescate, 16 (4%) fueron liberadas sin
pago del rescate exigido, 76 (casi 21%) fueron rescatadas por la
policía, 16 (4%) no fueron capturadas pues el intento de plagio
fracasó, ocho (2%) huyeron de sus captores y 53 (poco más de
14%) fueron asesinadas (durante la captura o el cautiverio, independientemente que se haya pagado o no el rescate).
Todo secuestro es una tragedia, pero ésta se ve agigantada
cuando las víctimas son asesinadas. Los 53 asesinatos no son
meros números, sino historias de horror padecidas por seres
humanos de carne y hueso. Algunas de esas historias son especialmente conmovedoras:
13
El Universal, 28 de agosto de 1977, p. 13.
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•
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•
•
•
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•
•
Agustín Bautista Cabrera, cafeticultor, es la primera
víctima asesinada (abril de 1971). Sus verdugos fueron
miembros de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria.
Doctor José Becerra Luna. Asesinado en presencia de
su hija por matones del Partido de los Pobres (junio
de 1971).
Luis Alberto Mejía. Plagiado, torturado, violado y asesinado por quien era su maestro en la escuela (octubre
de 1972).
Rubén Enciso Arellano. Asesinado pese al pago del rescate (septiembre de 1973).
Gabino Gómez Roch. Asesinado pese al pago del rescate (septiembre de 1973).
Miguel Soto. Asesinado delante de su esposa al resistirse al plagio cometido por matones del Partido Unido
Proletario de América (septiembre de 1973). Su esposa,
Telésfora Vargas de Soto, sí fue capturada y finalmente
asesinada por los plagiarios.
Eugenio Garza Sada. Baluarte del empresariado regiomontano que se enfrentó con las armas en la mano a
sus secuestradores, miembros de la Liga Comunista 23
de Septiembre (septiembre de 1973).
Fernando Aranguren Castillo. Empresario y filántropo
asesinado pese al pago del rescate por matones de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (octubre
de 1973).
Doctor Guillermo de la Peña y Aurora Ruiz de la Peña
(matrimonio). Asesinados durante un intento de plagio
(mayo de 1974).
Margarita Saad viuda de Baz. Empresaria asesinada por
miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias por-
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•
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•
•
que sus familiares no pudieron reunir el monto exacto
del rescate exigido (agosto de 1974).
Margarita Wurtz de Keller. Asesinada en presencia de
su hija Lorena por miembros de la Liga Comunista 23
de Septiembre al resistir al secuestro (septiembre de
1977). Con el dolor de haber visto el asesinato de su
madre, Lorena fue plagiada y liberada hasta que se pagó
el rescate.
Manuel Coló Plata. Asesinado por sus captores, quienes pese a que ya lo habían matado intentaron cobrar
los 2 millones de pesos que exigían como rescate (11 de
noviembre de 1983).
En 1983, fue secuestrado en Morelos Hugo Colín. Su
padre exigió a los plagiarios una prueba de que su hijo
estaba en sus manos. En respuesta, los secuestradores
enviaron dedos que arrancaron al cadáver de la víctima. Trece años después, el padre fue secuestrado por
los mismos plagiarios, quienes durante el cautiverio le
narraron –divertidos– cómo mataron a su hijo.
Iván y Marco Antonio Heredia Baylón. Niños de 4 y 6
años asesinados después de que los plagiarios cobraron
el rescate (agosto de 1984).
El mayor número de asesinatos (33) ocurrieron entre 1972
y 1976 y sus autores fueron en su mayoría grupos armados
clandestinos.
En el periodo, 16 de los asesinatos de víctimas de secuestro
ocurrieron en Guerrero, 10 en el Distrito Federal y cuatro en
Jalisco.
Para el conjunto del periodo 1970-1985, los autores de los
secuestros son en su gran mayoría delincuentes comunes, y en
segundo lugar integrantes de los grupos armados clandestinos
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(gac) (tabla 9). El 81% de los plagios son cometidos por los
primeros, el 16% por los segundos y el resto por policías y ex
policías (algunas veces asociados con delincuentes comunes).
La participación de los gac se concentra entre 1970 y 1978;
para 1979 ya no cometían secuestros porque habían sido prácticamente aniquilados. En 1981 se produjo un secuestro, pero
sus participantes (un hermano de Ernesto Guevara y otros) no
pertenecían a grupos subversivos nacionales, sino al argentino
Ejército Revolucionario del Pueblo. El secuestro de Arnoldo
Martínez en 1985, a manos del Partido de los Pobres y del
procup, si bien tuvo el ingrediente del rescate, fue en gran medida un ajuste de cuentas político.
Los gac realizaron los dos primeros secuestros del periodo
en 1970 y cinco de los nueve ocurridos en 1971, pero en 1972
los delincuentes comunes cometieron 12 veces más secuestros
que los subversivos. ¿Cómo podríamos explicar esto?
Dos de los secuestros que los gac cometieron en 1971 tuvieron un impacto colosal en la opinión pública: el de Julio
Hirschfield Almada, alto funcionario del gobierno federal, y
el de Jaime Castrejón Díez, empresario y rector de la Universidad Autónoma de Guerrero. Los gac dieron una lección
rápida y contundente a los delincuentes comunes: los plagios
permitían doblegar hasta al gobierno, eran muy rentables y, en
apariencia, presentaban pocos riesgos.
Sin embargo, y si bien hubo un repunte entre 1983 y
1984, los secuestros fueron decayendo hacia fines de los setenta. ¿Por qué?
Hay tres explicaciones posibles:
•
La policía dio su propia lección: demostró a los plagiarios
que el secuestro era más riesgoso de lo que parecía. Entre
1970 y 1985, la policía logró detener a los responsables
51
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•
•
del 54% de los plagios (tabla 10). Esta tasa de detenciones por secuestro es mucho más elevada que frente a
cualquier otro delito. Al secuestrar, un delincuente tenía
más posibilidades de ir a la cárcel que de salir impune.
Entonces, como ahora, la policía aprovechaba las
dos principales vulnerabilidades de los secuestradores
para atraparlos: las comunicaciones con los allegados
de la víctima y la operación de recoger el rescate. La
mitad de las detenciones se realizaron en el momento
del cobro del rescate.
El Estado se había propuesto aniquilar a los grupos armados clandestinos y casi lo consiguió. Uno de los riesgos a los que se exponían los delincuentes al cometer
secuestros era ser confundidos con guerrilleros y, por
ende tener menos posibilidades de salir con vida de los
interrogatorios en caso de ser capturados.
Los secuestros ya no eran tan rentables. A medida que
decrecían los plagios, los asaltos bancarios aumentaban
aceleradamente. El botín de tres asaltos bancarios podía
ser equivalente al monto del rescate de un secuestro,
aunque con menos posibilidades de ser atrapado. Muchos policías y ex policías preferían los atracos, pero
otros en realidad estaban metidos en un negocio criminal todavía más rentable: el narcotráfico.
En este periodo, a diferencia de lo que ocurriría después,
los delincuentes que practicaron el secuestro no usaban técnicas sofisticadas. Muchas de la bandas de delincuentes comunes
estaban constituidas por familiares.
De todas las bandas, la que destaca por sus antecedentes
criminales es la que plagió a la escritora Brianda Domecq, hija
del empresario vitivinícola Pedro Domecq, y a otras personas.
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Se trataba de delincuentes que durante años se habían dedicado
al tráfico de drogas (como “burros” o “correos” de traficantes de
heroína), la falsificación de moneda y los asaltos.
Por su parte, los métodos policiacos eran tan poco sofisticados como los de los plagiarios, pues se recurría sistemáticamente a la tortura para obtener información. En 1982, en
Guerrero, una persona inocente confundida con un secuestrador fue torturada hasta la muerte por policías judiciales.
Más del 80% de los plagios se realizaron cuando las víctimas se encontraban en tránsito. El resto ocurrió en las casas o
negocios de los plagiados.
Entonces no había teléfonos celulares y se recurría a teléfonos públicos y a mensajes por escrito. Los gac, particularmente
los que operaban en zonas rurales, encontraron casi indispensable emplear como mediadores a sacerdotes católicos que simpatizaban con ellos. En esa época, la mediación no se había
tipificado penalmente.
La mayoría de los plagios no se prolongaba más de una semana. Asimismo, fuera de los asesinatos y el maltrato inherente
a la privación ilegal de la libertad, otros tratos crueles no eran
frecuentes, no por bondad de los delincuentes sino porque no
sabían cómo usar el maltrato para presionar a los familiares de
las víctimas.
Una sola víctima –que sobrevivió al plagio– fue mutilada: el señor Vicente Ham Gómez, secuestrado en Veracruz en
1974 y a quien sus captores le cortaron una oreja en represalia
porque el rescate no se pagó. Tras la mutilación, los plagiarios
liberaron a su víctima.
Para la comprensión del fenómeno del secuestro, un elemento crucial es considerar que este delito y quienes lo cometen cuentan con la simpatía de un sector de la población. Baste
citar dos ejemplos del periodo para ilustrar el punto.
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Entre finales de los setenta y principios de los ochenta,
toda una región de Michoacán se vio asolada por una banda
de secuestradores encabezada por Rogelio Reyes Servín y en la
que participaban varios de sus familiares. Sobre las correrías y
muerte de este delincuente, un periodista escribe en un tono
apologético que apenas puede ocultarse:
El “Robin Hood” de Michoacán, su esposa y su médico, asesinados; fiesta de ricos.
[...] La noticia reconfortó a los ricos de La Piedad y poblados circunvecinos... ¡Rogelio Reyes Servín había muerto!
Para los ricos era un “perro rabioso”; para los pobres,
que ahora le lloran, un “Robin Hood” o un “Chucho el
Roto” [...]
Oriundo de San Isidro, El Carmen, Guanajuato, Reyes
Servín pertenecía a una familia rica, “gente acomodada”, recuerda don Francisco Mejía, vecino de La Piedad.
“Era un buen muchacho. Su familia no tenía problemas.
Inclusive, tenían reses y varias hectáreas. Vivían bien. Hasta
que tuvieron ese problema por la muerte de un chamaco de
la escuela. Fue entonces cuando se fueron a vivir a La Tepuza.
Poco tiempo después también tuvieron problemas ahí. Fue
un pleito con los Rivera por algunas tierras y unas viudas...
”Los Reyes mataron a todos los Rivera. Nadie supo para
dónde jalaron, hasta que se empezó a nombrar en los periódicos a Rogelio allá por el rumbo de Numarán, que, decían,
era su tierra aunque haya nacido en San Isidro.”
Para don Francisco, Rogelio Reyes Servín no era un delincuente, porque traía fritos a los ricos y ayudaba a los más
fregados.
“No se le puede llamar delincuente si se toma en cuenta que el dinero que obtenía lo repartía entre los pobres.
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Sin embargo, ante la Ley, era un delincuente por sus errores”, dice.14
Otro caso es el de una carta signada por varios profesores de
la Universidad Nicolaíta de Michoacán, en la que denunciaban
que –supuestamente– una víctima de secuestro estaba ejerciendo sus influencias para que no se le concediera la amnistía a los
victimarios, incluido uno de sus compañeros. Dice la carta:
Ley a la carta del secuestrado
En la penitenciaría de Cuernavaca, Mor., se encuentran privadas de la libertad las cinco personas que secuestraron al
prominente industrial morelense, Manuel Mariscal Abascal,
contándose entre ellos el profesor de la Facultad de Derecho
de nuestra Universidad Michoacana, Lic. José de la Luz Rodríguez M.
Este caso ha llamado de manera especial nuestra atención
por dos razones: se trata de un miembro distinguido de la
comunidad nicolaíta y tanto el proceso como la apelación fueron ventilados al antojo vengativo del millonario ofendido.
Es necesario saber que el secuestrado, es el hombre más
rico de Morelos: Cementos Moctezuma, c.i.v.a.c., Condominios Acapulco, Fraccionamiento Tabachines, etc.; y por si
esto fuese poco, el gobierno del estado le tiene eximido del
pago de impuestos.
[...] Mariscal no fue asesinado ni fue maltratado: sus
millones siguen incólumes y su poderío es más robusto que
antes; su seguridad personal es sagrada para la guardia oficial
que le cuida. El pecado capital de los ahora sentenciados no
14
Miguel Cabildo, revista Proceso, 12 de julio de 1982, número 297,
p. 17.
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fue la comisión del secuestro, sino atentar en contra del más
divino de los caciques modernos.
De momento nuestra atención queda fija: ¿Ley de Amnistía o voluntad del cacique morelense?15
Llama la atención el tono de extrema indignación ante las
tentativas reales o supuestas de la víctima por lograr el castigo
de sus victimarios, la completa ausencia de condena a un crimen proditorio como el secuestro y la justificación implícita
de la privación de la libertad de una persona en función de su
condición social.
En virtud de que los gac habían sido desarticulados y el
número de plagios era cada vez menor, a finales de los setenta
habría sido factible erradicar el secuestro en México e impedir
que resugiera como lo hizo a finales de los ochenta hasta convertirse en un gran problema con el paso de los años.
Pero la oportunidad se perdió debido al abandono de las
acciones contra-subversivas, la corrupción extrema de la policía y la migración tolerada de ex policías, policías y delincuentes comunes protegidos a otros giros criminales, entre los que
destacan el asalto bancario, el robo de vehículos, el asalto al
transporte de carga y el narcotráfico. Esta capa de delincuentes
operaría como una suerte reservorio del cual brotarían después
temibles secuestradores.
Lo que ocurriría a partir de finales de los ochenta sería una
combinación de tres factores: el resurgimiento de una guerrilla
más hábil para delinquir y esconderse, la migración de delincuentes profesionales de otros giros criminales hacia el secuestro y el surgimiento de otra generación más de delincuentes
alentados por la impunidad de los dos primeros.
15
Carta de los lectores, revista Proceso, 30 de octubre de 1978, núm.
104, p. 50.
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II
EL SECUESTRO ENTRE 1986 Y 2007
Como hemos venido explicando, la investigación se desarrolló
en dos fases históricas atendiendo a la impronta que, en el secuestro, imprimieron los grupos armados clandestinos.
El primer periodo inicia en 1970 con los primeros plagios
cometidos por grupos armados en zonas rurales de Guerrero,
y concluye en 1985 con el plagio del entonces candidato a diputado federal y ex máximo dirigente del partido Comunista
Mexicano, Arnoldo Martínez Verdugo.
Antes de la ola de violencia desatada por los grupos subversivos, el secuestro era casi inexistente en México. Esos grupos
introdujeron las técnicas básicas de plagio que después adoptarían rápidamente los delincuentes comunes. El secuestro se revelaba para el hampa como un delito cuya realización resultaba
relativamente fácil y ofrecía alta rentabilidad criminal (además
del narcotráfico), incluso por encima de los asaltos a bancos y
a empresas.
Sin embargo, tanto para los hampones comunes como para
los subversivos se hizo evidente que, después de todo, el secuestro no era tan rentable porque la policía desarrolló una capaci-
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dad básica de resolverlos explotando los dos puntos vulnerables
de todo plagio: las comunicaciones para negociar el rescate y el
cobro de éste.
Aniquilados los grupos guerrilleros, los delincuentes comunes incursionaron mucho menos en el secuestro y optaron por
los asaltos bancarios, que presentaban menos riesgos y similares
ganancias, así como por el narcotráfico, el robo de vehículos y,
más tarde, el atraco contra transportes de carga.
El secuestro con el que cerró la primera fase fue emblemático. Unos pocos sobrevivientes de la guerrilla de Lucio Cabañas
(Partido de los Pobres), aliados con el grupo Unión del Pueblo
(después Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión
del Pueblo, procup), que había salido casi indemne de la represión de los años setenta, privaron de la libertad a Martínez
Verdugo, uno de los líderes comunistas a quienes Cabañas había “encargado” el rescate obtenido por el secuestro de Rubén
Figueroa, rescate que, por cierto, fue el más cuantioso pagado
en los setenta (50 millones de pesos).
Los subversivos querían que se les devolviera el dinero.
Como Martínez Verdugo y otros líderes comunistas se lo habían gastado, era muy probable que la víctima fuera asesinada.
Para impedirlo, el gobierno de Miguel de la Madrid optó por
pagar los 150 millones de pesos exigidos por los plagiarios.
Con esto, el procup no solamente ajustaba cuentas con
los aliados poco fiables de lo que fuera el Partido de los Pobres,
sino que además mandaba un mensaje: no estamos aniquilados; estamos de vuelta; seremos más cautelosos, pero más determinados.
Entre 1986 y 2006, ocurrieron 20 secuestros que se atribuyen a los grupos armados clandestinos y sólo uno de ellos ha
sido claramente reivindicado (cometido por el autodenominado comando “México Bárbaro”). Esos plagios representan ape-
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nas el 0.52% de los registrados en nuestra investigación. ¿Por
qué entonces atribuir a los grupos subversivos una importancia
que en apariencia no merecen?
La respuesta es que, al igual que en la primera fase, los grupos armados clandestinos establecieron las pautas y marcaron
en forma decisiva los derroteros del secuestro en México.
Para dar una idea del peso de la guerrilla, debe considerarse
que con tan sólo 20 de los 3 912 secuestros registrados por
nuestra investigación entre 1986 y 2006, los subversivos obtuvieron 87 millones de dólares, que representan la sexta parte
de todas las ganancias (518 millones de dólares) que hemos
estimado para el periodo 1986-2006 o el 32% de los rescates
pagados en dólares (tabla 11).
Entre 1987 y 1994, la suma de todos los rescates se estimó
en 188 millones de dólares, y de éstos 83 (el 44%) fueron obtenidos por los grupos armados clandestinos.
En otras palabras, mientras que los subversivos obtienen en
promedio 4.5 millones de dólares por plagio, los delincuentes
comunes obtienen 112 mil. Esto es, los guerrilleros obtienen 40
veces más ganancias criminales que los delincuentes comunes.
Pero incluso la estimación sobre los rescates obtenidos por
los grupos armados clandestinos podría ser mayor si, como sospechan las áreas de seguridad del Estado, no han sido 20 sino
100 o más los plagios cometidos. La cifra de las ganancias podría entonces elevarse hasta los 200 millones de dólares, es decir, el 39% de todas las ganancias criminales por secuestros. Y
mientras que hay miles de delincuentes comunes en las cárceles,
no hay ningún integrante de grupos subversivos preso como responsable directo de secuestros, salvo los autores del secuestro y
asesinato de Paola Gallo, detenidos no por iniciativa de las autoridades gubernamentales, sino porque Eduardo Gallo, padre de
la víctima, investigó y ubicó por su cuenta a estos delincuentes.
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Los grupos armados clandestinos marcaron en forma decisiva el curso del delito de secuestro porque volvieron a demostrar que plagiar era un giro criminal altamente rentable y que
podía cometerse con altas posibilidades de impunidad.
Tras de la represión ejercida por el Estado contra la delincuencia subversiva, los sobrevivientes tomaron uno de tres
caminos: olvidarlo todo y dedicarse a la vida privada; integrarse
a la actividad política legal; y mantener la actividad clandestina,
pero con nuevas políticas, estrategias y tácticas.
Por el tercer camino optan el procup y otras pequeñas formaciones que luego constituirán el Ejército Popular Revolucionario (epr), así como –por separado– la agrupación que luego
se conocería como Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(ezln).
La diferencia entre la estrategia seguida en los años setenta
y la adoptada a partir de los ochenta radica en que, en lugar de
entrar desde el principio en un choque frontal contra el Estado,
primero se desarrolla un periodo de “choque sesgado” y “acumulación de fuerzas” para luego desatar un asalto por el poder
a gran escala. Parte de la “acumulación de fuerzas” consistía en
engordar un “fondo de guerra” mediante secuestros.
En el documento del epr titulado “Nuestra estrategia y táctica militar” (2000-2001) se lee:
En 1989 el partido definió a partir del análisis de la situación nacional la necesidad de construir el frente de guerra
para dar paso a las hostilidades militares contra el enemigo
central y de esta tarea se derivaba también la creación del
fondo de guerra que nos permitiera sostener las hostilidades
por lo menos durante un año y poder darle continuidad y
sostenimiento a esta tarea.
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No es por modestia sino por un intento de ocultamiento
que sitúan en 1989 la decisión del inicio de los secuestros. En
realidad, después del plagio de Martínez Verdugo en 1985, el
primer secuestro de grupos armados clandestinos en la nueva
etapa ocurrió en 1987. La víctima fue Simón Askenasi Sittón,
plagiado en el Estado de México, por cuya liberación los subversivos obtuvieron un millón de dólares, la mayor cifra pagada
desde mediados de los años setenta.
Varios aspectos llamaron la atención de este secuestro a investigadores de seguridad nacional:
•
•
•
•
El alto monto del rescate.
La alta disciplina del comando de captura y su capacidad de violencia (una escolta de la víctima fue asesinado).
Lo prolongado del cautiverio.
La táctica de cobro del rescate que pudo burlar la vigilancia de la policía.
Después siguieron los secuestros de Fernando Senderos
Mestre, Jorge Kasushigo Sekiguchi, Ernesto Sánchez Sales,
Juan Bosco Gutiérrez Cortina, Joaquín Vargas Guajardo, Jorge
Espinoza Mireles, Juan Antonio Torres Landa, Eduardo Creel
Cobián, Emmanuel Salomé Zacarías, Juan Robinson Bours,
Alfredo Harp Helú y Ángel Losada Moreno, por cada uno de
los cuales los secuestradores obtuvieron rescates de varios millones de dólares.
Además, varias de las víctimas eran empresarios prominentes relacionados con Carlos Salinas, presidente de México entre
1988 y 1994.
Los altos montos de los rescates y la impunidad de sus
autores estimularon a miles de delincuentes a incursionar en
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el secuestro en los siguientes años y cometer una cantidad de
plagios y atrocidades como jamás se había visto en la historia
del país.
Para reducir las dos principales vulnerabilidades de la comisión de secuestros, los grupos armados clandestinos realizaron
innovaciones a las técnicas criminales que luego pasarían al resto de los delincuentes.
De esas innovaciones destacan:
•
•
•
•
•
•
•
•
La investigación meticulosa de la víctima para determinar su estado financiero, sus rutinas y su esquema de
protección.
Captura de la víctima mediante un grupo fuertemente armado que se coordina con un “muro” o grupo de
protección en caso de resistencia de la víctima o intervención de la policía.
Observación de los familiares de la víctima para determinar su interacción con la policía tras el plagio.
Operación de entrega-recepción del rescate en forma
retorcida para romper con las tácticas tradicionales
de la policía. Esto incluye vigilancia de la ruta hasta
el punto de entrega y del punto mismo para detectar
presencia policial.
Uso de teléfonos celulares (a partir de los noventa) para
comunicarse con los allegados de la víctima.
Uso de los medios masivos de comunicación para transmitir y recibir mensajes.
Utilización de sacerdotes católicos como mediadores en
la entrega del rescate.
Estructura compartimentada en “células” de quienes
intervienen en un secuestro. Unos son los que capturan, otros los que mantienen cautiva a la víctima, unos
62
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•
•
•
más los que recogen el rescate y otros quienes negocian,
sin que los integrantes de cada célula conozcan a los de
las otras o puedan ubicarlos. Sólo el negociador tiene el
conocimiento de conjunto. El propósito es minimizar
daños en caso de que una célula caiga (que por lo regular es la que recoge el rescate).
Retención prolongada de las víctimas.
Conexiones internacionales. La mayoría de los destacados empresarios secuestrados figuraban en una lista de
“secuestrables” encontrada en Nicaragua en 1993 (aunque había sido elaborada años antes), cuya autoría se
atribuye a grupos armados clandestinos de América Latina y a eta de España. Desde entonces, cuando menos,
vienen los nexos entre las farc y lo que hoy conocemos
como epr.
Amenazas y acoso contra los secuestrados después de su
liberación, en caso de denunciar su plagio.
Ejemplo representativo de esto último es la carta que los
secuestradores de Alfredo Harp le hicieron llegar a finales de
septiembre de 1994:
Sr. Alfredo Harp Helú
Presente
Señor Harp: Atendiendo a la preocupación que reiteradamente manifestó durante su cautiverio de llevar la negociación relativa a su secuestro de manera privada, nos dirigimos
de esta manera a usted para establecer lo siguiente: Ha quedado demostrado que su familia y sus socios actuaron con
trampa, involucrando irresponsablemente al sacerdote Carlos Vigil, que fungió en representación de la iglesia católica
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como testigo y quien invocando a Dios garantizó que su
familia no actuaría con trampa, pidiéndonos a nosotros, los
secuestradores, que lo liberáramos sano y salvo a usted, lo
cual cumplimos.
Hoy es del dominio público que las condiciones para su
liberación establecidas en el ultimátum enviado a su familia
no fueron cumplidas en su totalidad, pues su familia y sus
socios aceptaron la participación de la policía, colaborando
con ésta durante el transcurso de la negociación, aceptando
el plan policíaco de entregarnos los millones de dólares exigidos por su liberación, en billetes seriados y bajo registro
en computadora (labor realizada en las instalaciones de Banamex), boletinándolos para facilitar las investigaciones, el
rastreo e intentar nuestra captura.
Ante esta situación, le comunicamos que la garantía de
no volver a interferir y atentar contra la integridad y la vida
de usted y de toda su familia queda totalmente invalidada, con excepción de los menores de edad.
Señor Alfredo Harp: para otorgarle nuevamente la garantía de respetar la vida y la integridad de usted y de toda su
familia por el resto de sus vidas, es indispensable que usted
o las mismas personas que se presentaron en el noticiero 24
horas de la noche del canal 2 de Televisa (para anunciar la
decisión de su familia de cumplir todas las exigencias contenidas en nuestro ultimátum), lo hagan nuevamente para
declarar que las condiciones contenidas en el ultimátum no
se cumplieron cabalmente, que usted, preocupado por su integridad y la de su familia ha solicitado a los diferentes cuerpos policíacos desmontar la trampa de los dólares seriados
y computarizados y que tiene de ellos el compromiso de no
continuar la investigación, persecución y rastreo derivados
específicamente de la trampa en cuestión y que su institu-
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ción, Banamex y las demás instituciones bancarias así como
las casas de cambio, desde este momento dejarán de reportar
a la pgr o a cualquier otra institución policíaca los billetes
seriados y computarizados que ahí lleguen para su cambio.
Esta declaración deberá hacerse el día 27 de septiembre del
año en curso en el noticiero 24 horas de la noche del canal 2 de Televisa. El hacer caso omiso a este requerimiento
será señal inequívoca de que usted, señor Harp, ha decidido
jugarse el todo por el todo y, de ser así, no sabe cuánto lo
lamentamos.
Los Secuestradores
P.D. Si alguna duda quedara acerca de la autenticidad de los
que suscriben la presente, le recordamos que la garantía de
respetar la vida y la integridad de usted y de toda su familia
se la dimos momentos antes de “la peluqueada más cara de
la historia”, agregando que si alguien le preguntaba quien
lo peluqueó, usted podría decir “que fueron secuestradores
profesionales más no peluqueros profesionales”.
Sin embargo, la principal y más ominosa innovación de los
integrantes de los grupos armados clandestinos a la técnica del
secuestro fue el uso del mayor maltrato posible a la víctima a fin
de obtener el máximo rescate.
El secuestro en sí mismo es cruel, pero en la nueva técnica
se trata de exacerbar las molestias de la privación de la libertad
y de llevar a la víctima directa y a las indirectas al límite de la
desesperación.
En el pasado, las negociaciones entraban en un estado de
estancamiento en el que los negociadores profesionales suponían que nada peor que el plagio mismo podía ocurrirle a la
víctima, y que entre matarla o aceptar el rescate ofrecido, los
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plagiarios optarían por lo segundo como buenos “negociantes”
que se suponía eran.
Como primer paso para romper el estancamiento, mostrar
que sí podían ocurrir cosas peores que la mera privación de la
libertad y presionar a los allegados del secuestrado al máximo,
los secuestradores subversivos aumentaron las molestias del
cautiverio: confinamiento en espacio reducido; ruido constante; golpes; amenazas de tormentos y mutilación; amenazas de
tomar represalias contra familiares; falta de ventilación o de cobijo ante el frío; desatención de enfermedades; amordazamiento permanente; encadenamiento.
Después vinieron la privación de sueño, la negativa a que
la víctima satisficiera sus necesidades fisiológicas, falta total de
aseo, negación de alimentos o agua e inmovilización severa.
Sólo había una libertad para la víctima: la de escribir cartas
en las que se reflejara todo su sufrimiento y degradación para
conmover aún más a sus familiares. Las fotos con los rostros de
sufrimiento por el maltrato también servían.
Cuando se conocen los relatos sobre los padecimientos sufridos por las víctimas de los secuestros cometidos por subversivos entre 1987 y 1994, se constata cómo se va elevando el grado
de maltrato y cómo va creciendo el monto de los rescates.
No hay evidencia de que los guerrilleros hayan mutilado a
sus víctimas, pero en la lógica de que a más sevicia más dinero,
el siguiente paso fue lo que los delincuentes comunes pusieron
en práctica: violación, mutilación de orejas y dedos, tortura y
–todavía más– el envío a familiares y medios de comunicación
de videos con las sesiones de tortura. Algunos de esos medios
incluso difundieron las imágenes como si se tratara de un espectáculo.
En el periodo 1970-1985 sólo hay un caso de mutilación
de una oreja que ni siquiera se usó como forma de presión.
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Cuando los plagiarios vieron que no obtendrían el rescate exigido, golpearon a la víctima hasta que la supusieron muerta.
En realidad sobrevivió, pero perdió una parte de un lóbulo auricular.
Otro caso ocurrió en Morelos en 1983. Un plagiario mató
a su víctima y envió un dedo a los familiares, pero el caso no se
sabría sino hasta 13 años después, cuando el padre de la víctima
fue secuestrado por el mismo plagiario.
No fue sino hasta 1989 cuando se registró el primer caso
ampliamente conocido de mutilación de un dedo, cometida
contra Jesús Chacón Pérez, quien terminó siendo asesinado.
La capacidad de atrocidad de los secuestradores no parece tener límite y su accionar es tan irracional que rompe con
la “lógica” criminal misma. En 2001, Pedro Galindo fue secuestrado por la banda de Los Colmenos, cuyos integrantes
le amputaron cuatros dedos. Estos delincuentes creían que si
mutilaban más dedos obtendrían el rescate exigido, cuando la
realidad era que dicho monto no podía entregarse porque los
familiares no lo tenían.
La noción de que con mayor crueldad se doblega a los familiares de la víctima se llevó también al extremo y al absurdo mediante el asesinato de las víctimas. Si la tortura y la mutilación
no parecía suficiente, se quitaba la vida a las víctimas, aunque
ello no trajera ningún beneficio económico a los plagiarios en
la mayoría de casos (en otros los secuestradores hicieron creer a
los familiares que la víctima seguía viva). Asimismo, y sin más
razón que la sevicia y el sadismo, la mayoría de las 730 víctimas
de secuestro asesinadas entre 1986 y 2006 fueron privadas de
la vida pese a que el rescate había sido pagado.
Si en los años ochenta tres secuestrados eran asesinados al
año, entre 1990 y 1997 el promedio subió a 20 y entre 1998 y
2005 se disparó a 62.
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Como se ha indicado, a finales de los ochenta las innovaciones criminales de los grupos armados clandestinos tuvieron el
efecto de, otra vez, atraer al secuestro a delincuentes comunes.
La ola de plagios en casi todas las entidades federativas tomó
por sorpresa a la sociedad y al Estado, pero éste reaccionó en
forma lenta y deficiente. De unas cuantas decenas de plagios
en el primer lustro de los años ochenta, se pasó a cientos de
secuestros denunciados por año en el sexenio de Carlos Salinas,
para así mantenerse el nivel de incidencia hasta hoy.
Hacia 1997 se llegó al punto máximo de incidencia con
más de mil secuestros oficialmente reconocidos. A partir de entonces, los datos oficiales indican una tendencia descendente,
que tuvo en 2005 su punto más bajo. Sin embargo, a partir de
2006 el secuestro repuntó de nuevo. Al finalizar 2008 la cifra
oficial de secuestros podría acercarse a mil y en 2009 se podría
romper la marca histórica de poco más de mil plagios de alto
impacto denunciados en 1997.
La baja de los años previos a 2006 sería resultado de un
aumento en la capacidad de las procuradurías para aclarar secuestros y llevar a los responsables a prisión y a juicio.
Pero en tanto los secuestros de alto impacto tendían a bajar,
a partir de 1994 los llamados secuestros exprés empezaron un
crecimiento explosivo que se prolongaría por 10 años. Aparentemente, el primero de ellos se registró en 1991.
Ya desde inicios de los años noventa el secuestro había dejado
de ser un problema casi exclusivo de las personas con situación
económica más desahogada. Ganaderos y agricultores, medianos y pequeños empresarios también sufrieron plagios. Pero con
el secuestro exprés, la privación ilegal de la libertad con fines de
extorsión económica alcanzó proporciones masivas.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal
admitió que en 2004 hubo 1 470 secuestros exprés (denuncia-
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dos), pese a que para entonces este delito estaba declinando. De
ahí las estimaciones del Consejo Ciudadano para la Seguridad
Pública y la Justicia Penal de que en una década más de 40 mil
personas habrían sufrido plagio exprés, si se considera la muy
elevada cifra oculta.
No existe certeza de si continuará la tendencia al alza acelerada de los secuestros, pero lo más probable es que así suceda
a menos que se produzca un cambio radical en las políticas
criminales y en los mandos de la seguridad pública del país, lo
cual se antoja remoto.
Cuántos, quiénes, cuándo, dónde
La investigación hemerográfica permitió identificar en el periodo 1986-2006 un total de 3 912 eventos de secuestros que
tuvieron como víctimas a 4 299 personas (tabla 12).
La razón aritmética entre ambas cantidades es de 1.10 en
promedio, es decir: por cada 10 secuestros hay 11 víctimas, en
virtud de que en un mismo evento más de una persona fue privada de su libertad (o se intentó hacerlo). Esta razón aritmética
es ligeramente inferior a la del periodo 1970-1985, del orden
de 1.12.
Es menester advertir que aproximadamente 300 registros
de secuestros fueron dejados de lado por datos imprecisos o
riesgo de duplicación.
Como antes se explicó, los datos de la investigación no
equivalen al total de secuestros registrados en averiguaciones
previas de las procuradurías. Para dar una idea de la incidencia
oficial partimos de los datos recabados por el Consejo Ciudadano y Pro Rescate A.C., que van de 1993 a 2006, con base en
registros oficiales.
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Asimismo, en virtud de que no hay registros oficiales, para
los años 1986 a 1992 se hicieron estimaciones basadas en lo
siguiente:
•
•
Los datos de la investigación se multiplicaron por dos
para los años 1986 a 1988, en virtud de que la cobertura que en promedio tiene la investigación de las cifras
oficiales para el periodo es de casi 50 por ciento.
Los datos de 1989 a 1992 se basan en la información
dada a conocer por el número 895 de la revista Proceso,
en marzo de 1994, a su vez sustentada en informes
oficiales, sobre el registro de casi 2 mil secuestros en
los cinco primeros años del gobierno de Carlos Salinas. Tal cifra global en modo alguno parece exagerada, como se puede constatar a partir de los escasos
registros oficiales de procuradurías estatales. Por ejemplo, para 1992, en Michoacán hubo oficialmente 99
secuestros, cuando la estimación para todo el país fue
de 396, esto es, sólo en esa entidad ocurrió el 25% de
todos los secuestros. En este caso, la investigación registro 66 plagios, siete en Michoacán y 59 en el resto
de entidades federativas. La prensa habría informado de
cuatro veces menos secuestros de los que en realidad
registraron las procuradurías.
De este modo, entre 1986 y 2007 las procuradurías habrían registrado 9 859 secuestros en la República Mexicana, lo
que da un promedio anual de 448 plagios.
Este promedio es 20 veces superior al de 21 plagios en el
periodo 1970-1985, según los registros de la investigación hemerográfica (si bien ésta podría no registrar la totalidad de los
secuestros de que las procuradurías tuvieron conocimiento).
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Entre 1986, el primer año del periodo y el de menor incidencia, y 1997, el año de mayor incidencia, los plagios crecieron en un 1 193%. Además, si se consideran los 38 años
del estudio, en 1997 hubo 52 250% más secuestros de los que
hubo en 1970, pero aun en 2005 la situación no es mucho
mejor: hubo 13 800% más secuestros que en 1970. Bajo la administración de Vicente Fox hubo 34% menos secuestros que
en la administración de Ernesto Zedillo, pero 21% más que en
la administración de Carlos Salinas.
El mayor incremento de un año a otro en la República
Mexicana en su conjunto se produjo en 1989 con relación a
1988 (130%), el segundo en 1990 con relación a 1989 (102%)
y el tercero en 1997 con relación a 1996 (86%)
En algunas entidades federativas, por breves periodos se
produjeron abruptos crecimientos de la incidencia. En Michoacán, los plagios aumentaron en 1993 un 114% en relación
con el año anterior. En Jalisco, en 1997 los secuestros se incrementaron un 124% en relación con 1996. En el Distrito Federal, entre 1997 y 2003 los secuestros aumentaron en 886%, y
795% entre 1997 y 2004.
Asimismo, en 1995 se registraron 25 secuestros en Tabasco
y dos años después hubo 318 (incremento del 1 172%), para
–extrañamente– registrar 76 en 1998 y cero en 1999. En Baja
California hubo 28 secuestros en 1997 y 72 al año siguiente
(incremento del 179%). En el Estado de México se registraron
25 secuestros en 1998, pero para 2003 se alcanzó la cifra de
135 (440% más). En 1990, Sonora registró siete secuestros y al
año siguiente 38 (443% más).
Ahora bien, los secuestros oficialmente registrados por las
procuradurías no son todos los que realmente ocurrieron. Existe una cifra oculta, parte de la cual trasciende a la prensa. Para
la suma de todos los delitos, la cifra oculta representa tres cuar-
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tas partes y cuatro quintas del total de crímenes efectivamente
ocurridos. En otras palabras, 7.5 u 8 de cada 10 delitos no se
denuncian y el resto sí.
Nadie puede decir con certeza cuál es la cifra oculta del
secuestro. Si se aplica la misma regla que para el resto de los
delitos, entonces en México en los últimos 20 años no hubo
poco más de 9 mil plagios, sino más de 30 mil.
El Consejo Ciudadano considera que es mejor una estimación conservadora según la cual por cada 10 secuestros realmente ocurridos, seis sí se denuncian y cuatro no. En ese caso,
los secuestros realmente ocurridos en el último par de décadas
serían más de 16 mil (tabla 13).
Tenemos muchos indicios de que nuestra estimación sobre
cifra oculta es muy aproximada a la realidad:
•
•
•
•
En 1997, la prensa registró 37% más plagios que las
cuentas oficiales en el Distrito Federal, 140% en Michoacán y 76% en Morelos
En 1999 la investigación hemerográfica registró 73 secuestros en el país que no figuran en las cifras oficiales
(la suma de todas las entidades federativas fue de 590
casos). Es decir, la prensa registró 12% más secuestros
que las cifras oficiales y oficiosas.
Si se comparan cifras oficiales con los datos de la prensa
en el mismo año (1999), el subregistro de secuestros
fue de 83% en Chihuahua, 100% en Coahuila, 76%
en Morelos, 88% en Nuevo León, 100% en Tabasco y
100% en Tlaxcala.
En 2005, la prensa registró 40% más plagios en el Estado de México que las cuentas oficiales y 75% más en
Sinaloa.
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Y éstos son sólo algunos ejemplos. Además, estos secuestros corresponden a los que trascendieron a la prensa, pero hay
muchos otros que ni figuran en las cuentas oficiales ni fueron
mencionados en los periódicos.
Adicionalmente, hay que considerar el llamado secuestro
exprés. ¿Cuántos se han cometido? Para empezar, esta modalidad del plagio se ha concentrado principalmente en la ciudad
de México, aunque ya hay una decena de ciudades más donde
se registran casos.
En 2005, la procuraduría del Distrito Federal reconoció que
registraban cuatro denuncias diarias por plagio exprés (1 460 al
año) y que ésa había sido la tendencia durante 10 años. De este
modo, la procuraduría debió registrar alrededor de 15 mil casos entre 1994 y 2004, si bien no fueron documentados como
secuestros sino como parte de las cifras de robos con violencia
pues no existía el tipo penal de plagio exprés.
Aparte está la cifra oculta del secuestro exprés, que debe ser
calculada de forma menos conservadora que la cifra oculta de
secuestros de alto impacto. La estimación –todavía conservadora– es que por cada plagio exprés denunciado, dos no se denuncian. Así, además de los 15 mil plagios exprés denunciados
entre 1994 y 2004, hubo 30 mil más no denunciados.
Para darnos una idea de la magnitud real del secuestro en
los últimos tiempos, veamos el caso de la ciudad de México
–Distrito Federal más municipios conurbados del Estado de
México (tabla 14).
Entre 1994 y 2004 habría habido más de 57 mil secuestros
en la ciudad de México, y seguramente se rebasaron los 60 mil
si se consideran los años 2005 a 2007.
La cifra anterior proviene de los siguientes cálculos y estimaciones:
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•
•
•
•
•
•
•
En el periodo, en el Distrito Federal se registraron
1 290 secuestros de alto impacto denunciados y 744
que no fueron denunciados, lo que da un subtotal de 2
064 secuestros de alto impacto.
También en el Distrito Federal, hubo 14 600 plagios
exprés denunciados más 29 200 no denunciados, esto
es, un subtotal de 43 800 secuestros exprés.
Sumados los secuestros de alto impacto y los exprés en
el Distrito Federal, hubo 45 864 privaciones de la libertad para obtener rescate.
En el periodo, en los municipios conurbados del Estado de México se registraron 562 secuestros de altos impactos denunciados y 337 que no fueron denunciados,
lo que equivale a un subtotal de 899.
También en los municipios conurbados del Estado de
México hubo 3 500 plagios exprés denunciados, más 7 mil
no denunciados, lo cual nos da un subtotal de 10 500.
Sumados los secuestros de alto impacto y los exprés, en
los municipios conurbados del Estado de México hubo
11 399 plagios.
La suma de todos los secuestros en el Distrito Federal
(45 864) y en los municipios conurbados del Estado
(11 399) da un gran total de 57 263.
Por eso hablamos de decenas de miles de secuestros en los
últimos 20 años en México.
Ahora bien, la suma total de secuestros podría ser todavía
mayor si se considera que en algunos momentos y en algunas
entidades federativas las cifras pudieron haber sido “maquilladas”
por las procuradurías y los gobiernos. Por ejemplo, en Tlaxcala,
en el periodo 1999-2003, la investigación hemerográfica registró
18 eventos de secuestro y cuatro personas asesinadas a raíz de los
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mismos (Lucía Guadalupe Sánchez Villagrán, Alejandro Morales
Cuapantécatl, Israel Flores Carreto y un joven de 27 años no
identificado de Tenancingo). Sin embargo, la procuraduría estatal reportó al Sistema Nacional de Seguridad Pública un secuestro, 17 veces menos de los que aparecieron en la prensa.
En Tabasco, entre 1999 y 2006, la procuraduría estatal reportó cero secuestros, pero la investigación mostró que cuando
menos hubo 10 casos.
En 2005, el Procurador del Distrito Federal Bernardo Bátiz
admitió que en 2004 había un promedio diario de cuatro secuestros exprés, que para entonces ya estaban tipificados como
tales por el código penal y no podían clasificarse como robos.
No obstante, cuando se solicitó a la misma procuraduría las
cifras oficiales sobre esos secuestros en 2004, declaró que en
ese año solamente habían ocurrido ocho, en lugar de los 1 460
admitidos por el procurador Bátiz.
Por lo que hace a la condición de las víctimas de secuestro
entre 1986 y 2006, casi el 17% fueron mujeres y 83% hombres
(tabla 15). Al iniciar el periodo, la cuarta parte de las víctimas
eran mujeres y en los años siguientes la proporción descendió y
fluctuó hasta llegar a 8% en 1995, para luego repuntar la participación femenina. En 2005, el 24% de las víctimas fueron
mujeres.
Es de señalar que en el periodo 1970-1985, la participación
femenina promedio en el total de víctimas fue de casi el 18 por
ciento.
Por lo que hace a la edad, entre 1986 y 2006 poco más
del 15% de las víctimas fueron menores, niños en su mayoría
(tabla 16). En 1986, la proporción era más alta: 26%. La participación de los menores fue descendiendo hasta alcanzar su
punto más bajo en 1995 con casi 10%, para luego subir hasta
alcanzar el 24% en 2005.
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En el periodo 1970-1985, la participación de menores en
el total de víctimas fue superior al del siguiente periodo: 22 por
ciento.
Por lo que respecta a la ocupación, en el periodo 19862006 casi el 22% de las víctimas fueron empresarios, cerca del
9% ganaderos y agricultores, menos del 1% profesionistas liberales, casi el 2% servidores públicos y políticos, el 0.19% amas
de casa, el 1.3% estudiantes y el restante 65.58% fueron otros
y no especificados, si bien la mayoría de estos últimos eran familiares de los anteriores (tabla 17). La composición es muy
similar a la del periodo 1970-1985, si bien en éste disminuyó la
participación de servidores públicos y profesionistas liberales.
Si se dejan de lado los otros y no especificados, el 63% de
los secuestrados fueron empresarios de la industria, el comercio
y los servicios, el 25% fueron ganaderos y agricultores y el resto
se reparte entre profesionistas, estudiantes, servidores públicos
y amas de casa.
Aunque ninguna entidad federativa ha estado exenta de secuestros, según la investigación hemerográfica en nueve de
ellas se ha concentrado el 81% de todos los plagios, a saber:
Distrito Federal, México, Guerrero, Morelos, Jalisco, Chiapas,
Baja California, Michoacán y Sinaloa. En el Distrito Federal
ocurrió el 27% de los secuestros, y en esta entidad, en el Estado
de México y en Guerrero la participación porcentual en el
total de plagios fue, en cada caso, superior al 9 por ciento.
Las tres entidades por sí solas reúnen el 53% de los secuestros, a pesar de que su participación en la población nacional
no supera el 25 por ciento.
Por ello, además de considerar las cifras absolutas es necesaria una medida relativa a las diferencias demográficas. Dicho
parámetro es la tasa de incidencia de secuestros por cada millón
de habitantes. Cuando se introduce esta medida, el panorama
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ofrece algunos cambios significativos. El Distrito Federal, Guerrero y el Estado de México figuran entre los primeros sitios,
pero Morelos ocupa el primer lugar con una tasa promedio
anual de 13 plagios por cada millón de habitantes.
La primacía de Morelos en la incidencia de secuestros explica por qué entre 1997 y 1998 se desarrolló en la entidad un
movimiento ciudadano para protestar contra la inseguridad y
en particular contra los plagios, el cual incluso hizo separarse
del cargo al gobernador.
Otro cambio significativo es que figure en cuarto lugar Michoacán, también escenario de demostraciones masivas de descontento ciudadano contra los secuestros. La cobertura de los
diarios nacionales está muy por debajo del carácter masivo que
los secuestros alcanzaron en la entidad a inicios de los noventa,
pero hay indicios de que en el primer lustro Michoacán fue la
entidad con más secuestros.
En efecto, en 1993 el 37% de todos los plagios en el país
sucedieron en Michoacán, y el 17% de todos ellos entre 1992
y 1999.
En comparación, en el periodo 1970-1985 la entidad con
mayor incidencia de plagios en tasa por millón de habitantes
fue Nayarit (1.75 secuestros), seguida por Guerrero (1.66), Sinaloa, Distrito Federal (primer lugar en cifras absolutas), Morelos y México.
De acuerdo a la investigación hemerográfica, en el periodo 1986-2006 el plagio en tasa por millón de habitantes se
concentra en la zona centro del país con “islas” hacia el norte
(Baja California), Pacífico norte (Sinaloa), Golfo (Veracruz) y
Sur (Chiapas).
Ahora bien, la información periodística no cubre todo el
fenómeno y la estadística oficial u oficiosa, además de dejar
de lado plagios no denunciados o probablemente “maquillar”
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datos en algunos, sólo presenta desglose estatal de unos pocos
años a la fecha.
Hay datos de fuentes oficiales completos de 1995, incompletos de 1996 y completos de 1997 a 2007 (tabla 18).
Según esos datos, en 10 entidades federativas (Distrito Federal, México, Michoacán, Guerrero, Tabasco, Jalisco, Oaxaca,
Baja California, Chiapas y Morelos) se concentra el 76% de los
plagios entre 1995 y 2007.
En cifras absolutas, hay una concentración geográfica en el
centro del país (D.F., México y Morelos) y en las entidades del
Pacífico, de Jalisco hasta Chiapas (con excepción de Colima). Al
norte (Baja California) y en el Golfo (Tabasco) aparecen “islas”.
En cambio, si se considera la tasa anual promedio por millón de habitantes, el panorama de distribución geográfica se
modifica.
Once entidades federativas (Tabasco, Distrito Federal,
Guerrero, Morelos, Michoacán, Baja California, Nayarit, Colima, Oaxaca, Sinaloa y Zacatecas) tienen una tasa por arriba
de la media nacional (5.77 por cada millón de habitantes). Si
se consideran estas entidades, la configuración del mapa del
secuestro presenta una cadena que va por el Pacífico desde
Sinaloa hasta Oaxaca (con excepción de Colima), con derivaciones hacia la zona centro (D.F., México y Morelos), otra
derivación hacia el centro-norte (Zacatecas) y una más hacia
el Golfo (Tabasco). Baja California aparece como una “ínsula”
en el norte.
El primer lugar de Tabasco con 18.56 secuestros por cada
millón de habitantes precisa matizarse. Según la estadística oficial, la mayor parte de los secuestros ocurrieron entre 1995 y
1998 (sobre todo en 1997 con 318 casos), pero a partir de
1999 reporta cero casos. Es probable que la cifra de 1997 no
sea sólo de secuestros, sino que incluya otras formas de priva-
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ción de la libertad sin fines de extorsión económica (la investigación hemerográfica solamente registra seis casos de secuestro
en Tabasco en 1997). Podría tratarse de un caso similar al de
Tlaxcala, que en el primer semestre de 2006 reporta 74 secuestros, aunque sólo hay tres registros hemerográficos.
Aunque la investigación hemerográfica registra 3 912 secuestros entre 1986 y 2006, sólo en 2 597 de ellos se pudo establecer con precisión la localidad (ciudad, municipio, pueblo)
en donde las víctimas fueron privadas de su libertad o ello se
intentó. En 341 localidades ocurrieron los 2 597 secuestros.
De esas 341 localidades, en 10 (Distrito Federal, Acapulco, Gro.; Cuernavaca, Mor.; Ecatepec, Méx.; Guadalajara, Jal.;
Neza, Méx.; Tijuana, B.C.; Naucalpan, Méx.; Toluca, Méx. y
Tlalnepantla, Méx.) ocurrió el 61.26% de los 2 597 plagios,
y en las 331 localidades restantes el 38.74 por ciento.
La cifra de 341 localidades en el periodo 1986-2006 contrasta con la cifra de 65 localidades de ocurrencia en el periodo
1970-1985.
Desenlace y montos de rescate
De las 4 299 víctimas de secuestro registradas por la investigación hemerográfica, 2 146 fueron liberadas tras el pago del
rescate (49.92% del total); 43 sin que se pagara el rescate,
pues ante la presión policial los plagiarios abandonaron a sus
víctimas (casi el 1%); 1 122 fueron rescatadas por la policía
(26.1%); 170 fueron objeto de intento fallido (frustrado por
la policía, las propias víctimas u otras personas) (3.95%); 127
víctimas (2.95%) huyeron de sus captores, es decir, ya habían
sido capturadas y durante el trayecto a la casa de seguridad o
ya estando confinadas en ésta lograron escapar; y 727 perso-
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nas (16.07%) fueron asesinadas, ya sea durante el intento de
plagio (aun si el objetivo del plagio fuera un familiar distinto
al asesinado), cuando la captura se había dado y se hubiese o
no pagado el rescate, así como en algunos casos de intento de
rescate por parte de la policía (tabla 19).
La proporción de víctimas rescatadas por la policía presenta caídas importantes en los años 1990, 1991, 1996 y 1997,
que corresponden precisamente a las fases de auge de los secuestros.
Asimismo, si según la investigación hemerográfica en promedio el 16% de los plagiados resultaron asesinados, el porcentaje se elevó en forma considerable en los años 2004 a 2006.
Esto significaría que un secuestrado tiene casi una de cada tres
posibilidades de ser asesinado.
Ciertamente, la cifra de víctimas de la investigación hemerográfica sería inferior a la de víctimas según registros de fuentes oficiales si éstos fueran accesibles y pudieran computarse.
Si consideramos el número de secuestros, suponiendo por un
momento que cada secuestro equivale a una víctima, la proporción que los asesinados representan es, obviamente, menor
(tabla 20).
El promedio para el periodo 1986-2006 es de 7.22%, es
decir, un secuestrado tiene una posibilidad entre 14 de terminar asesinado. Sin embargo, a partir de 1998 el riesgo de un
secuestrado de ser asesinado creció. Hasta 1997, en promedio,
el 4% de los secuestrados eran asesinados, pero en 1998 el porcentaje subió a 8%, a 14% en 2004 y a 29% en 2005.
En todo el periodo, los asesinatos de las víctimas han ido
en aumento, pero se intensifican a partir de 1998, justo cuando
los secuestros empezaron a declinar.
En los tres últimos años de la administración de Miguel de
la Madrid, 10 secuestrados fueron asesinados; en el sexenio
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de Carlos Salinas, 87; en el de Ernesto Zedillo, 258; bajo la administración de Fox 340; y 87 en lo que va de la administración
de Felipe Calderón.
El mayor número de víctimas asesinadas lo tiene el Distrito
Federal, seguido de México, Guerrero, Michoacán y Morelos.
En virtud de que la población en las tres últimas entidades federativas es menor a la de las dos primeras, en términos relativos Guerrero, Michoacán y Morelos padecieron más asesinatos
de plagiados.
La cifra de 782 víctimas de secuestro asesinadas entre 1986
y agosto de 2008 resulta considerablemente mayor a la de víctimas caídas entre 1970 y 1985 (53). En el segundo periodo el
promedio anual de asesinatos fue 10 veces mayor que en el primero. Al final del libro se presenta un listado completo de las
víctimas de secuestro asesinadas entre 1970 y agosto de 2008,
que dan un gran total de 833.
Por lo que hace al monto de los rescates, y por ende a las
ganancias de los secuestradores, entre 1986 y 2006 alcanzaron
un monto estimado de casi 519 millones de dólares corrientes
(tabla 21). Si los montos pagados se miden en dólares de 1986,
entonces la cifra de 519 millones sería de aproximadamente
25% menos, pero si se consideran en dólares de hoy, la cifra
sería un 25% superior. Ciertamente, sólo el 52% de los rescates se pagaron en dólares, pero en virtud de las dificultades
para calcular los rescates en pesos, todo fue tasado en dólares
corrientes por ser la divisa estadounidense mucho más estable
que la nacional y por lo que este fenómeno refleja: mayor estabilidad de precios.
Debe recordarse que esta cifra se refiere a los datos de la
investigación hemerográfica. Si no hay información realmente
oficial sobre la cantidad de los secuestros, menos la habrá sobre
detalles como el monto de los rescates. Asimismo, ya se advirtió
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que con el paso de los años tanto autoridades gubernamentales
como medios de comunicación fueron proporcionando cada
vez menos información sobre los montos para no alentar la comisión de plagios.
De cualquier modo, consideramos que la mayor parte de
la información sobre rescates es la que aquí se expone. Resulta
muy poco probable que se hayan pagado rescates como aquellos que permitieron la liberación de Alfredo Harp sin que ello
hubiera trascendido. Nuestra estimación es que, aun considerando los datos sobre secuestros no registrados en la investigación hemerográfica pero que figuran en las cifras oficiosas, el
monto de los rescates en 22 años no debe ser superior a los 700
millones de dólares.
La cifra de 519 millones de dólares del periodo 1986-2006
resulta considerablemente superior a la de 53 millones del periodo 1970- 1985, que en realidad es de 29 millones por la
depreciación de la moneda estadounidense. De este modo, los
rescates fueron en promedio anual siete veces mayores en el
segundo periodo que en el primero, o nueve, si se considera la
estimación de 700 millones de dólares del segundo periodo.
A pesar de que la información de secuestros se tornó cada
vez más escasa respecto a los montos de los rescates, la tendencia
declinante de los mismos parece ser, en general, verdadera. Los
mayores montos van de los años 1988 a 1994 y repuntan entre
1999 a 2001 para luego bajar de nuevo, lo cual resulta lógico
tanto porque cada vez menos personas de situación económica
más desahogada son secuestradas, como porque declina el número de plagios. Sin embargo, hay excepciones y son precisamente
las de los plagios cometidos por los grupos armados clandestinos, cuyos rescates siguen siendo de millones de dólares.
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El perfil de los secuestradores y sus modus operandi
De acuerdo a la investigación, el 88.23% de los plagiarios son
delincuentes comunes, 0.52% integrantes de los grupos armados clandestinos y el restante 11.25% policías (tabla 22).
La importancia de los grupos armados clandestinos ya ha
sido explicada. Cabe destacar aquí el enorme peso relativo de
los policías (tanto elementos en activo como ex policías).
Su participación directa en secuestros empezó a incrementarse consistentemente a partir de 1998, al grado de que en los
últimos ocho años su participación promedio en secuestros fue
de 14%. El año 2003 fue el más escandaloso pues en 145 secuestros resultaron implicados policías o ex policías. No es descartable que uno de los principales factores que detonaron la
protesta masiva contra la inseguridad del 27 de junio de 2004
en la ciudad de México haya sido el ver que cada semana un
promedio de dos bandas de secuestradores desarticuladas tenían
entre sus filas a quienes debían combatir a los delincuentes.
Ciertamente, si se consideran las estadísticas oficiales sobre
la incidencia de plagios, la participación de policías baja (tabla
23), pero sigue siendo significativa. El 4.60% de los secuestradores detenidos eran policías entre 1986 y 2006, pero 8.12%
en los últimos ocho años del periodo (1998 y 2006). Y esto
sin considerar que muchos de los secuestradores no detenidos
podrían ser policías, dado que se encuentran en una posición
natural que les permite gozar de mayor impunidad que a los
delincuentes comunes.
En el periodo 1970-1985, la participación de policías entre
los secuestradores fue del orden del 2.72 por ciento.
Pero aun el 8.40% de participación de los policías en el
total de los secuestradores entre 1998 y 2006 resulta enorme si
consideramos que los aproximadamente 400 mil policías que
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hay en el país apenas representan el 0.44% de la población. Es
decir, la participación de los policías entre los secuestradores es
18 veces superior a su participación en la población nacional.
Pero aun cuando la participación de policías en los plagios fuera de 0.44%, ¿no sería acaso excesivo?, ¿no son justamente ellos
los “guardianes de la ley”?
Y esto sin contar la participación indirecta de policías en
los secuestros mediante la venta de protección de delincuentes
sin placa policial. La crisis política de 1997-1998 en Morelos
tuvo como principal detonante no tanto la enorme cantidad de
secuestros y la creciente crueldad de los plagiarios, sino la protección “institucionalizada” de las bandas. Altos mandos de la
procuraduría y la policía judicial morelenses habían constituido una suerte de “cártel del secuestro”, que combatía mediante
tortura y asesinato a las bandas no protegidas, mientras participaba directamente en secuestros, asesinaba a las víctimas y
daba todas las facilidades a protegidos como Daniel Arizmendi
y sus secuaces, quienes encontraron en Morelos un verdadero
“santuario”.
Los delincuentes comunes y los policías delincuentes mejoraron sus modus operandi en las últimas dos décadas. Mucho
aprendieron de las lecciones de los grupos armados clandestinos, pero el aprendizaje no fue homogéneo.
Hay tres tipos principales de bandas de secuestradores:
•
Altamente organizadas. Se integran por decenas de
delincuentes y las dirigen profesionales que han dedicado sus vidas al crimen. Adoptan una estructura
compartimentada en células, con diferentes tareas y
sin contacto entre sí. Investigan a sus potenciales víctimas, planifican sus golpes y siguen métodos elaborados
para capturar a las víctimas, para negociar los rescates
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•
•
y para cobrarlos. Disponen de amplia infraestructura
criminal: varias casas de seguridad, vehículos, equipos
de comunicación, armamento de alto poder. Casi siempre disponen de protección policial. Tal es el caso de
organizaciones como la de Daniel Arizmendi; Modesto
Vivas Urzúa, “La Víbora”; Andrés Caletri y Pedro Barragán; “Los Colmenos”; “Los Ateos”; la banda de “El
Coronel”; “Los Montante”; la banda de Liborio Colín;
“Los Canchola”; “Los Bayardo”; “Los Macizos” y “Los
Mochadedos” de “El Loncho”, entre otros. Además,
los jefes de estas organizaciones “dejan dicho” en caso
de ser detenidos, es decir, disponen de colaboradores
y dinero para tratar de sobornar a policías, agentes del
ministerio o policías, o si lo anterior no funciona, organizar su evasión de prisión.
Medianamente organizadas. Con poca o ninguna compartimentación, métodos menos sofisticados, uso más
irracional de la violencia.
Desorganizadas. Constituidas por “amateurs”, incluso
sin pasado delictivo, que deciden cometer plagios sin
mayor preparación. Los integrantes de estas bandas o
pandillas suelen ser detenidos con más facilidad.
Los métodos innovadores que los secuestradores han puesto –o han intentado poner– en práctica son:
•
•
La investigación de la víctima tanto para determinar sus
posibilidades económicas como la dificultad del plagio.
La captura de la víctima mediante un comando fuertemente armado en una acción sorpresiva. El comando
es custodiado por otro para apoyar en caso de dificultades.
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•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
La captura de la víctima en sus trayectos rutinarios,
cuando está en tránsito, acaba de salir de su casa u oficina o va llegando a ellas. El 80% de los secuestros ocurren en esas circunstancias porque las víctimas son más
vulnerables.
Utilización de teléfonos celulares de prepago para comunicaciones con familiares de la víctima o entre plagiarios (las medidas de las empresas telefónicas impiden
el uso de teléfonos clonados). Cambio constante de teléfonos y de lugares desde donde se hacen las llamadas
para las negociaciones. Utilización de un teléfono para
negociar y de otro para llamar a los cómplices.
Ubicación de casas de seguridad en zonas de bajo perfil.
Elevación de la exigencia de rescate cuando la primera
demanda fue atendida con relativa facilidad.
Uso del maltrato, la tortura, la violación y la mutilación
para presionar a los familiares o, incluso, cuando éstos
ceden. En la base de datos figuran decenas de casos de
mutilación de orejas y dedos.
Observación de los familiares durante la negociación.
Mecanismos sofisticados de entrega-recepción del rescate, sobre todo el no establecer un punto fijo. Por
ejemplo, los secuestradores del hijo de Vicente Fernández obligaron a los familiares a valerse de una avioneta
para arrojar el rescate a un punto no previamente establecido.
Observación de la ruta y lugar de la entrega para establecer si hay vigilancia policial.
Verificación de los billetes del rescate para determinar si
están marcados o seriados o son nuevos.
Represalias contra la víctima y sus familiares en caso de
denuncia o captura.
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Además, encontramos decenas de casos en que una misma
persona ha sido secuestrada más de una vez, incluso por los
mismos secuestradores, y otros de varios miembros de una familia en diferentes eventos. También hay decenas de casos de
extorsión posterior al secuestro.
El perfil de los secuestradores presenta las siguientes características promedio:
•
•
•
•
•
•
Hombres en su gran mayoría (85%).
Entre los 25 y los 40 años de edad (menos jóvenes que
otros delincuentes).
La gran mayoría con pasado criminal. Han migrado de
los robos de vehículos, los atracos y el narcotráfico al
secuestro.
Cuentan con medios económicos, pues de otro modo
no hay forma de realizar los secuestros.
Rasgos de sociopatía; falta de principios morales y de
todo escrúpulo; ausencia total de empatía y sentimientos de culpa; ansias de control y sometimiento total;
sadismo. Para los secuestradores el secuestro no es sólo
un medio para obtener dinero, sino una forma de ejercer control absoluto sobre las personas. Por ejemplo,
en 2003 fueron detenidos en el Estado de México los
secuestradores Sergio Méndez Martínez, Mario Heredia Ramírez, Efrén Méndez Martínez, Daniel Martínez
Hernández y Carolina Rocha Marín, quienes torturaron a una de sus víctimas en frente de un niño de 6
años, familiar de uno de los delincuentes [Boletín No.
122, febrero 11 del 2003, Procuraduría General de Justicia del Estado de México].
Muchas de la bandas incorporan a dos o más miembros
de una familia.
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Por su parte, el titular de la Dirección General de Reclusorios del Distrito Federal, Antonio Hazael Ruiz Ortega, ofrece el
siguiente perfil de los secuestradores:
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•
•
•
•
•
La edad de los secuestradores oscila entre los 25 y 35
años, con antecedentes delictivos principalmente en los
delitos patrimoniales.
Generalmente son delincuentes gregarios, es decir, actúan en grupo y de manera organizada.
Los secuestradores pueden variar desde criminales callejeros, ejecutores de “Secuestros Express” hasta organizaciones criminales, guerrillas, traficantes de droga, ex
policías o policías corruptos.
Los secuestradores se caracterizan por su frialdad, alta
peligrosidad, insensibilidad, agresividad, egocentrismo,
indiferencia afectiva y la manifestación de conductas
antisociales.
Al disponer totalmente de la libertad, la integridad y la
vida misma de la víctima, el delincuente exhibe violencia, con objeto de demostrar su fuerza y su decisión de
destruir, frente a la desprotección de la víctima.
El secuestrador asimila los padecimientos, súplicas y
ruegos del secuestrado como si se tratara de hechos aislados, con una aparente insensibilidad, y suele utilizarlos
para controlarlo, someterlo y lograr su objetivo final.16
16
“Análisis sobre el delito del secuestro”, disponible en http://www.
reclusorios.df.gob.mx/penitenciarismo/secuestro/index.html
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III
LA RESPUESTA DEL ESTADO,
LA RESPUESTA DE LA SOCIEDAD
Tarde, mal, sin voluntad
Según datos de la investigación hemerográficas, en el periodo
1986-2006 hubo detenidos o cuando menos se estableció la
identidad de los victimarios en un promedio de 58% de los
casos (tabla 24).
No obstante, las tasas de aclaración entre 1988 y 1997 fueron en promedio del 43 por ciento.
Es necesario advertir que la información periodística cubre
casi la totalidad de las detenciones que en efecto ocurrieron,
dado que los gobernantes se esfuerzan por publicitar ampliamente sus logros.
Si sumamos los datos de la investigación hemerográfica a
los de la estadística oficiosa, la tasa de aclaración resulta necesariamente más baja (tabla 25). Entre 1986 y 2006, la tasa promedio de aclaración es del 24%. Esto es, en 76% de los casos de
secuestro, los responsables no fueron detenidos y por ende no
fueron castigados. El momento máximo de impunidad se da en
1997, cuando sólo hay detenidos en el 7% de los casos.
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Entre 1989 y 1997, la tasa promedio de punidad fue de casi
11%. En cambio, entre 1988 y 2006, dicha tasa se eleva a 40%.
En 1999 y en 2005, fueron más los secuestros en los que hubo
detenidos que aquellos que quedaron impunes.
En contraste, la tasa promedio de punidad del secuestro en
el periodo 1970-1985 fue de 54 por ciento.
La gráfica 1 muestra la relación que existe entre la capacidad para detener y castigar y la incidencia de secuestro. En ella
se exponen las fluctuaciones de ambas variables sobre base 100
(que en este caso corresponde a las cifras de 1986). Se observa
que cuando declina la capacidad para aclarar secuestros, éstos
crecen. Así, por ejemplo, en 1997 se aclara sólo el 33% de lo
que se aclaraba en 1986, y es entonces cuando los plagios alcanzan su máximo histórico. Por el contrario, los secuestros
disminuyen a partir de 1998, cuando se recupera y supera la
capacidad inicial de aclaración.
No son pocos los secuestradores que están en prisión. Nuestra estimación es que más de 4 mil de ellos se encuentran privados de la libertad y lo estarán por muchos años. Tan sólo en
prisiones del Distrito Federal, hasta 2005 había 718 plagiarios
presos y en 2007 la cifra alcanzó los 2 132.
La cifra “oculta” del gobierno federal
Las cifras oficiales sobre secuestros aquí presentadas están muy
por debajo de las realmente registradas por instituciones de
procuración de justicia, para ya no hablar de la cifra oculta.
Las cifras que hemos referido son las registradas por las
procuradurías de justicia de las entidades federativas, pero
faltan las registradas por la Procuraduría General de la República, institución que ha intervenido en plagios por lo menos
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Gráfica 1
Comparativo de la evolución de secuestros
(según cifras oficiosas y estimaciones) y de la tasa de aclaración
(según investigación hemerográfica) entre 1986 y 2006
A menos castigo,
más secuestros;
a más castigo,
menos secuestros
desde 1992. Supuestamente, a partir de 1997 las cifras de las
entidades federativas expresaban tanto los datos de las procuradurías estatales como los de la pgr, pero ahora se sabe que
no es así.
Ante la crisis política provocada por el secuestro y asesinato
de Fernando Martí, la pgr dio a conocer la cifra verdadera de
secuestros denunciados en 2007: 751, no 438 como decían los
datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Es decir, la
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pgr recibió y atendió 313 denuncias en 2007, casi el 42% del
total.17
Después, el 21 de agosto de 2008, en la sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, el secretario de Seguridad
Pública del Gobierno Federal, Genaro García, dio a conocer
las cifras totales de secuestros denunciados de la pgr y las
procuradurías estatales. Resultó evidente que, cuando menos
desde 2004, el gobierno federal maquilló cifras para simular
que los secuestros tenían una pronunciada caída, cuando en
realidad las cifras seguían siendo elevadas y se dispararon desde 2006.
Esto nos lleva a modificar las cifras tanto de incidencia de secuestros (denunciados) como de la magnitud de la impunidad.
Si entre 1995 y 2007 se había señalado que los secuestros
denunciados de “alto impacto” en la República Mexicana fueron 7 381, la cifra verdadera sería 10 841, es decir, un 42% más
(los atendidos por la pgr).
Y si entre 1995 y 2006 (para este caso dejamos fuera 1997),
la tasa de punidad de los secuestros fue en promedio de 29.27%,
con las cifras corregidas de secuestros denunciados la punidad
promedio baja a 20.61% (24.92% en 2006). Pero, en cambio,
en 2006, en el 26% de las violaciones y 41% de los homicidios
dolosos hubo castigo para los responsables en México.
¿Puede sorprender la persistencia del secuestro y los repuntes en la incidencia de este crimen cuando tres cuartas partes de
los plagios quedan impunes?
17
“Secuestran en promedio a dos personas al día: pgr”, El Universal, 8
de agosto de 2008.
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Gráfica 2
Incidencia de secuestros de alto impacto
entre 1986 y 2007 (según cifras oficiales y estimaciones)
Nota: Las cifras de los años 1986 a 1992 son estimadas. La cifra de 2008
es una proyección a partir de datos hasta julio del mismo año.
Protección, impunidad, indiferencia
El Estado mexicano ha incumplido por décadas su obligación
primordial de garantizar la seguridad de las personas. Ha reaccionado lentamente y mal ante la inseguridad y el crecimiento
explosivo del secuestro. Pero su incapacidad para detener y castigar a los secuestradores no es su única política errónea, pues
cabe agregar otras más entre las que destacan las siguientes:
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Gráfica 3
Incidencia de secuestros de alto impacto
entre 1995 y 2008 (cifras reales y “maquilladas”)
Nota: La cifra de 2008 es una estimación a partir de datos de enero a julio.
•
•
Indiferencia. Era obvio que al iniciar el sexenio de
Carlos Salinas los secuestros estaban creciendo sin precedentes y que el accionar de los plagiarios era más sofisticado, pero no fue sino hasta 1992 que el presidente
le pidió al Procurador General de la República que se
estudiara el asunto. El gobierno de Zedillo dejó pasar
casi tres años para intensificar los esfuerzos y Vicente
Fox hizo lo mismo hasta 2004.
Negación y minimización. Las declaraciones de autoridades de todos los niveles para minimizar o negar la
gravedad del secuestro podrían llenar un voluminoso
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•
•
libro. Entre los argumentos más socorridos están: “aquí
no hay secuestros”, “son muy pocos comparados con
otros delitos”; “eso nada más le preocupa a los ricos”;
“no podemos poner un policía para cada persona”; “los
secuestrados son personas ostentosas y descuidadas”;
“es asunto de los gobiernos estatales”; “es asunto del
gobierno federal”; “hemos desarticulado a muchas bandas”; “en México hay muy pocos”; “las cifras de secuestros están infladas y se manejan con intención política”;
“la embajadora de España es una fascista mentirosa
(por denunciar secuestro y asesinato de sus paisanos)”;
“¿secuestros?, en Colombia sí hay secuestros”.
Burla y escarnio. El ex gobernador de Tlaxcala, Alfonso Sánchez Anaya, le dijo a un grupo de víctimas del
secuestro: “si quieren vivir completamente seguros,
váyanse a Disneylandia”. En 2003, Lucía Guadalupe
Sánchez Villagrán fue secuestrada en Tlaxcala y ante la
denuncia de la familia, el procurador Eduardo Medel
dijo que era un “asunto de noviecitos”. El cadáver de la
víctima fue hallado después de pagar el rescate.
Convertir a las víctimas en el enemigo a vencer. En
2004, el entonces gobernador de Veracruz, Miguel Alemán, propuso una reforma al código penal para castigar a los familiares de las víctimas que no denunciaran
el delito y “congelar” sus cuentas bancarias para que
no pudieran pagar el rescate. La reforma fue aprobada por el Congreso Local. Alemán –quien contaba con
el apoyo tácito de varios gobernadores y procuradores
hartos de denuncias de secuestro– dijo que la medida
buscaba inhibir a los secuestradores como, supuestamente, se había logrado en otras naciones. La pregunta
es: si las procuradurías son tan ineficaces para perseguir
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a los secuestradores, ¿cómo se van a enterar de las negociaciones que en la mayor clandestinidad realicen los
familiares, por más que se les amenace?
Subir las penas y una otra vez. Ante la presión de la
opinión pública, entre legisladores y gobernantes existe una compulsión a reformar los códigos penales para
elevar penas. Así, se ha llegado al absurdo de penas que
los secuestradores no podrán compurgar porque para el
término tendrán varios años de muertos. Hace 20 años
o más, cuando los códigos penales imponían penas bajas o dejaban abierta una gran puerta a la discrecionalidad de los juzgadores (“se impondrá una pena de 1 a 30
años de prisión a quien...”), tenía sentido elevar penas
y reducir discrecionalidad. Pero desde hace años, seguir
elevando penas no tiene el más mínimo efecto disuasivo
en los delincuentes. Si en 1997, de cada 100 secuestros
denunciados 93 quedaron impunes, ¿a qué secuestrador
podría amedrentar el que la pena fuera de 50 años?
Por su parte, en la organización Pro-Rescate A.C. y en el
Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C. hemos identificado las siguientes causas principales de
que el secuestro persista y no haya podido erradicarse:
Una insuficiente voluntad y unidad de propósito
para abatir y finalmente erradicar el secuestro
Esta insuficiente voluntad se ha manifestado mediante un patrón cíclico caracterizado por una respuesta tardía ante la escalada del delito, cuyo resultado es que, al final de cada etapa, la
incidencia de plagios sea superior a la que inicialmente existía,
o bien, que tras de una serie de éxitos el esfuerzo decaiga.
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Ninguna administración federal se ha comprometido hasta
ahora a reducir en forma progresiva y sostenida la incidencia
de este delito hasta lograr su erradicación. La mejor manera de
asumir el compromiso sería fijarse metas concretas de abatimiento en plazos perentorios y… cumplirlas.
Una segunda manifestación de la escasa voluntad ha sido
la dilación en emprender la persecución en serio de las organizaciones criminales más sofisticadas y crueles. Sólo se actúa
contra ellas después de que han operado con impunidad por
años. Casos extremos son los de Pedro Barragán y Liborio Colín, cada cual por su lado, quienes pudieron dedicarse al plagio
por más de diez años sin mayores problemas.
Combatir a las bandas de secuestradores no se asume como
apremiante hasta que arrecian los reclamos sociales y las presiones políticas. No se desata la persecución en forma inmediata y
automática en cuanto se detectan los primeros casos o se delinean
patrones de operación, como se supone que tendría que ocurrir.
Aunque parezca obvio, hay que decirlo: mientras más demore la desarticulación de las bandas, más proliferará el secuestro, no sólo porque sus integrantes cometen más crímenes, sino
porque su impunidad alienta a otros delincuentes.
Ausencia de una fuerza centralizada frente al secuestro
y subutilización de facultades legales por parte de la PGR
Otra expresión de la insuficiente voluntad ha sido el no haber
desarrollado una fuerza central para enfrentar al secuestro.
Tanto la experiencia universal como la nacional indican
que, por la forma en que operan las bandas, el combate al secuestro es poco viable o más tardado si los esfuerzos de las autoridades locales y federales están dispersos.
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Se ha dado una larga discusión sobre las conveniencias e
inconveniencias de centralizar la acción contra el secuestro. En
contra de esta alternativa se argumenta que violenta la soberanía de los estados, que no necesariamente es más eficaz y, por
el contrario, puede dar lugar a una centralización burocrática
ineficaz y poco flexible.
Asimismo, se mencionan diversos casos en que autoridades
locales han logrado la desarticulación de numerosas bandas y
el abatimiento de este ilícito, lo cual indicaría que en las entidades federativas con menor eficiencia bastaría con reproducir
las mejores prácticas de las entidades que sí son eficientes. Y en
todo caso, lo que se requeriría es una más ágil comunicación
horizontal entre procuradurías en casos de bandas que operan
en más de una entidad federativa.
Sin embargo, el resultado global de esta dispersión de esfuerzos no es el abatimiento rápido y sostenido del secuertro,
sino la baja lenta, los repuntes y el desplazamiento geográfico,
así como la reaparición de este delito en entidades que habían
conseguido cero incidencia por determinados periodos.
Además, las experiencias de centralización moderada (antes
Grupo Yaqui y ahora el Grupo de Planeación y Análisis Estratégico Contra el Secuestro de la pgr) indican que se logran
mejores resultados con esta forma de operar que con la mera
dispersión de esfuerzos. Si bien es cierto que estos resultados
tampoco son suficientes, la lógica más elemental indica que no
por ello hay que dar marcha atrás en la centralización; por el
contrario, habría que profundizarla.
La centralización no es una panacea, pero en general parece
más racional la existencia de una fuerza centralizada contra delitos como el secuestro o el robo de vehículos, que la dispersión
de esfuerzos. Una de sus ventajas es que, en principio, facilita
un control de los propios agentes antisecuestros. La centraliza-
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ción no es garantía absoluta contra la corrupción, pero, insistimos, puede permitir un mayor control interno y escrutinio
social.
Hasta antes de la promulgación de la Ley Federal Contra la
Delincuencia Organizada (1996), se decía que la pgr no podía
intervenir en forma alguna frente al secuestro por tratarse de
un delito del fuero común, competencia de las procuradurías
estatales. Pero en la práctica, la pgr sí intervenía en algunos
casos, aun cuando no hubiera delitos federales de por medio,
en virtud de los recursos de que disponía.
La Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada faculta
a la pgr para atraer casos de secuestro, robo de vehículos y asalto de transporte en caminos si éstos son obra de asociaciones
delictuosas que delinquen en forma permanente o reiterada.
Sin embargo, una cosa es facultar y otra obligar. Si la ley
obligara, al menos en teoría, la mayoría de los casos de secuestros desde 1996 tendrían que haber sido atraídos por la pgr,
incluso aquellos iniciados por las procuradurías locales.
Cabe señalar que una ventaja de que la pgr ejerza atracción
–aun cuando la averiguación sea iniciada por una procuraduría
estatal– es que pueden conseguirse penas más altas, pues a las
que corresponden por secuestro se añaden las de delincuencia
organizada (agravadas cuando se trata de servidores públicos),
y frente a estas segundas no son aplicables los beneficios de
libertad preparatoria y el término de prescripción es mayor (el
doble que cuando no hay delincuencia organizada).
La interpretación de la ley ha significado en la práctica el
predominio de la discrecionalidad en la atracción. La consecuencia de tal discrecionalidad es que un número relativamente
bajo de casos de secuestro ha sido atraído y casi ninguno por lo
que hace a organizaciones de ladrones de vehículos o de asaltantes de transporte.
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Carencia de planes y programas verdaderos,
con sus inherentes diagnósticos, controles
de gestión, evaluación y rendición de cuentas
La experiencia amplia en la administración de toda suerte de
entidades, públicas o privadas, indica que sin planes que vayan
más allá de lo nominal, difícilmente puede lograrse el propósito
deseado.
Hasta hace poco, en México no se habían confeccionado planes y programas de seguridad pública, justicia penal
y erradicación del secuestro, e incluso se desconoce si las diferentes autoridades realmente se proponen la erradicación
del secuestro o si consideran que hay un nivel de incidencia
“aceptable”, en cuyo caso cabría preguntarse de qué magnitud
es éste y por qué.
Esta carencia se debe tanto a la falta de centralización como
a la inercia de viejas prácticas en la procuración de justicia en
general y de la justicia penal en particular, cuyo sustento es que
la permanencia, promoción o separación en los cargos públicos
no depende del desempeño.
Si el desempeño no es el factor decisivo, entonces poca
importancia tiene construir instrumentos para exponer compromisos de reducción y abatimiento, insistir en la definición
precisa de las estrategias para lograr los propósitos, o establecer mecanismos para la evaluación del esfuerzo y rendición de
cuentas a la sociedad. Consecuentemente, tampoco ha existido
un método correctivo para hacer efectiva la responsabilidad de
quienes deberían prevenir y perseguir el secuestro.
Las autoridades no se han fijado objetivos y metas de
abatimiento y erradicación del secuestro ni cuentan con mecanismos parar informar periódicamente sobre los avances y
los retrocesos. La información a la sociedad ha fluido a cuen-
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tagotas y en forma dispersa, según lo que decida cada procuraduría, institución de seguridad pública, gobierno local o
dependencia federal (Secretaría de Gobernación, pgr o ssp).
Por ejemplo, hasta la hecha no existe una estadística oficial
sobre los secuestros denunciados en cada una de las entidades
federativas.
En una conferencia de prensa ofrecida el 2 de febrero de
2002, la entonces subprocuradora María de la Luz Lima Malvido y el entonces titular de la uedo José Luis Santiago Vasconcelos, manifestaron que esperaban lograr una reducción de
entre el 30 y el 40% en la incidencia del secuestro al concluir
2002 (según unas versiones periodísticas esta baja se conseguiría en dos años y no a finales del 2002). Sin embargo, este buen
comienzo se diluyó en el marasmo burocrático en los siguientes
años.
Información de inteligencia insuficiente, falta de estudios
criminológicos y desconocimiento de la “cifra oculta”
La planificación y la acción contra el secuestro se tornan más
difíciles en la medida en que, pese a que este problema persiste
desde hace tres décadas, hay una falta de conocimiento profundo sobre el mismo.
Para empezar, no se sabe con precisión cuál es su magnitud.
Del pasado se desconoce cuántos secuestros denunciados se cometieron y cuántas organizaciones dedicadas al ilícito existían,
así como cuál fue su destino.
Es muy poco lo que se sabe acerca de los mecanismos por
los cuales los secuestradores obtienen información de sus víctimas, cómo toman sus decisiones, cómo planifican sus golpes o
cómo los cabecillas reclutan a sus secuaces.
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Tanto del pasado como del presente, se desconoce la magnitud de la cifra oculta y su comportamiento ante capacidades
diferenciadas de persecución del secuestro. Tampoco se sabe
cómo es que las víctimas y sus allegados toman la decisión de
no denunciar.
Respecto a la producción de inteligencia, las principales debilidades tienen que ver con la falta de penetración en
los circuitos del hampa donde se conforman y reconforman las
bandas, en las prisiones y en los círculos de corrupción de
las corporaciones policíacas. Tal penetración permitiría mayor capacidad anticipatoria, la identificación de muchos más
integrantes de las organizaciones delictivas y sus contactos,
el destino de los activos criminales y demás datos necesarios
que faciliten, en su caso, la ubicación de los hampones para
ejecutar los mandamientos judiciales.
Deficiente investigación en la mayoría
de los casos de secuestro
Si bien es altamente improbable la aclaración de todos los
delitos, la experiencia universal demuestra que es factible alcanzar tasas de aclaración de la gran mayoría de los crímenes
graves.
No se niegan las dificultades técnicas para la prevención y
persecución del crimen, pero éstas no han sido tan determinantes como la falta de voluntad y de compromiso insuficientes, la
corrupción, la organización inadecuada y una larga tradición
de ineficiencia.
Con los recursos y medios legales disponibles es factible
una mayor productividad de los servidores públicos responsables y lograr porcentajes superiores de aclaración.
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Las investigaciones emprendidas por las propias víctimas
para dar con los victimarios son ejemplo elocuente de que los
problemas técnicos no son un obstáculo.18 Ellos, con menos recursos y sin las facultades propias de la autoridad pública, han
logrado mejores resultados.
Por otra parte, por las características que ha adquirido el secuestro en México, y en especial por la constante renovación de
las bandas, al parecer no basta con tener tasas de aclaración
del secuestro por encima de las prevalecientes en otros delitos,
ni alcanzar la meta de un promedio de aclaración de la mayoría
absoluta (50% más uno). En algunos años se ha estado cerca de
ese porcentaje, pero el problema sigue sin resolverse.
Para conseguir una baja significativa y sostenida debe elevarse la tasa de aclaración hasta niveles que evidencien el secuestro como una actividad poco rentable y altamente riesgosa
para quienes la intenten. A la par, tienen que adoptarse medidas para impedir la migración de hampones de otros giros
criminales al secuestro.
Entre otras medidas necesarias, tendría que proponerse
abatir los secuestros no denunciados. La cifra oculta no es tan
oculta como parece. Las autoridades tienen conocimiento de
muchos casos sin un esfuerzo especial, y si lo realizaran podrían
obtener más información y aclarar más plagios. Por lo demás,
están legalmente obligadas a proceder de oficio.
18
Eduardo Gallo y Tello, Paola. Denuncia de un secuestro y de una sociedad corrupta… escrita con la sangre de mi hija, 2002, México, Grupo
Editorial Vid.
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Falta de seguimiento integral de las bandas criminales
y de persecución de los remanentes de las desmembradas
para impedir su reconstitución
En los últimos años, el patrón que se ha observado es que muchas de las nuevas bandas no son sino remanentes de otras organizaciones criminales connotadas que fueron desarticuladas.
Una vez capturados los líderes de las bandas y algunos de
sus secuaces, los investigadores dan por cerrado el caso. En ocasiones ni siquiera se logra la identificación de todos los cómplices, o aunque se les identifique no son detenidos. Por lo regular,
los investigadores pasan a otro caso aun cuando los anteriores
en realidad no están completamente cerrados.
Esos secuestradores que no son identificados o no son detenidos reclutan nuevos secuaces, se convierten en cabecillas
de las nuevas bandas y ponen en práctica lo aprendido. En no
pocos casos, estos delincuentes tratan de no repetir los errores
de sus antiguos jefes y hacen más cuidadosa y sofisticada su
operación.
Los investigadores han cobrado conciencia de este problema
y han puesto mayor énfasis en la persecución de los cómplices
no capturados. Sin embargo, cuando finalmente los detienen
ya han cometido un gran número de plagios y el defecto se repite: los secuaces de los capturados reconstituyen a las bandas.
Es decir, hasta ahora, el tiempo promedio de captura de los remanentes ha sido mayor que el tiempo que a los secuestradores
no identificados o no detenidos les toma reorganizarse.
Tan sólo en el Distrito Federal, en agosto de 2005 había 280
órdenes de aprehensión contra secuestradores pendientes de ejecutar, según respondió la Procuraduría General de Justicia a un
pedido de información que le hicimos. Para el país en su conjunto, el rezago podría ser de más de mil órdenes sin cumplir.
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Algunas procuradurías publican las fotos de los prófugos en
Internet, pero incluso este medio, todavía de alcance limitado,
ha sido insuficiente para lograr las capturas. Muchas procuradurías ni siquiera cuenta con ese recurso.
Otra evidencia de la falta de aplicación tanto para la investigación básica como para la persecución de los delincuentes ya
identificados, son las indagaciones que familiares de las víctimas
han tenido que desarrollar por su cuenta, como es el caso de Javier
Ibañez Sandoval, quien fue asesinado como represalia por sus
labores para ubicar a integrantes de la banda de Pedro Barragán.
Otra faceta de la actuación deficiente contra el secuestro es
que con frecuencia los investigadores no profundizan para determinar la totalidad de los plagios cometidos por los secuestradores, hayan sido denunciados o no. De hecho, y aunque no lo
hace, el ministerio público está obligado a investigar de oficio
los secuestros de que tenga noticia, aun y cuando éstos no sean
formalmente denunciados.
Cada plagio no denunciado, frente al cual se hace como si
no existiera, significará que se cometa por lo menos otro que
sí será denunciado.
Falta de seguimiento y medidas cautelares
frente a los secuestradores presos
La gran mayoría de los secuestradores presos se encuentra
en prisiones de baja seguridad, disfrutando de privilegios y
no pocas veces formando parte de las estructuras de “autogobierno” que de hecho subsisten en las cárceles. Entre los
privilegios de que gozan estos peligrosos hampones está el
contar con teléfonos celulares y recibir un número ilimitado
de visitas.
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En tales condiciones, la actividad de los secuestradores no
cesa. Se mantienen en contacto con sus cómplices y con frecuencia planifican y dirigen acciones criminales. Además, traban alianzas con otros delincuentes peligrosos presos, quienes
también mantienen sus redes de contactos. En ese intercambio
puede encontrarse el origen de nuevas bandas.
Asimismo, debe considerarse que los secuestradores, los
narcotraficantes y los responsables de asaltos de alto impacto
son los reos que más se evaden de las prisiones y cuya recaptura
es más difícil.
Frente a estos hechos, sólo en un número reducido de casos
los secuestradores son internados en prisiones de alta seguridad
y rara vez son objeto de un seguimiento sistemático.
El colmo ha sido el caso de Daniel Arizmendi, quien estando preso en el penal de alta seguridad de Almoloya desde
1998, se convirtió en sicario al servicio del narcotraficante
Osiel Cárdenas.
Indagación superficial u omisa
de la protección de malos servidores públicos
Pese a los indicios de que las bandas más sofisticadas y con
mayor tiempo de actuación han gozado de la protección de
malos servidores públicos, la actuación contra los mismos no
guarda relación con la gravedad del hecho ni con el riesgo que
representan esos hampones con placa.
Ha sido un avance innegable que ahora se consigne sin
miramientos a policías o ex policías sorprendidos en flagrancia, sin embargo, en muchos casos la actuación contra las
redes de protección de bandas sofisticadas y extendidas demoró tanto como la acción contra las propias bandas. Una vez
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más, un ejemplo ilustrativo es el de la banda de Daniel Arizmendi, cuya captura no fue posible sino hasta que se afectó
la red de protección que le había garantizado un “santuario”
en Morelos.
Con todo, a la fecha sólo dos servidores públicos se encuentran detenidos como responsables de la protección a bandas
delictivas: el ex jefe antisecuestros de la policía judicial morelense (Armando Martínez Salgado) y un agente del ministerio
público del Estado de México. Y esto a pesar de que existen sospechas, indicios y evidencias de la protección de más servidores
públicos en varias entidades federativas.
En el caso del ex jefe antisecuestros de la policía judicial
morelense, también se ejerció acción penal contra sus jefes, Jesús Miyazawa y Carlos Peredo, pero no por brindar protección
a los plagiarios, sino por encubrir a Martínez Salgado en la tortura y asesinato de un secuestrador a quien no protegía.
En 2002 recibí una carta del secuestrador preso Marcos Tinoco “El Coronel”, quien daba detalles sobre la supuesta protección que recibió de varios funcionarios policiales, entre ellos
el entonces director de la Agencia Federal de Investigaciones
de la pgr y actual secretario de Seguridad Pública del gobierno
federal, Genaro García Luna. Otro de los señalados era Alberto
Pliego, quien había participado en la captura de varios secuestradores, entre ellos Daniel Arizmendi.
Aunque resultaban verosímiles, no me constaba que las
acusaciones fueran ciertas, por lo que me limité a hacerlas del
conocimiento del entonces procurador general de la República,
Rafael Macedo, quien estaba legalmente obligado a investigarlas. Pero en lugar de averiguar la probable corrupción, funcionarios de la pgr fabricaron en contra mía y de mi familia
una burda acusación de secuestro que no llegó a cuajar. Entre
quienes trataron de fabricarnos delitos estaba Edgar Milán, el
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turbio jefe policiaco asesinado en mayo de 2008 y a quien se ha
pretendido hacer pasar por un “mártir”.
En efecto, Alberto Pliego terminó preso en 2005, pero no
por encubrir a secuestradores sino por proteger narcotraficantes
en Morelos. No pudo ser acusado de lo primero porque falleció en prisión en febrero de 2007.
Por otro lado, no debe perderse de vista que algunos de los
policías protectores de secuestradores o que han intervenido
en forma directa en los plagios son precisamente agentes especializados contra estos delitos. En algunos casos se trata de
servidores públicos que recibieron una alta calificación y entrenamiento. En este sentido, uno de los casos más alarmantes, si
bien no el único, es el ya citado Armando Martínez Salgado,
capacitado por expertos colombianos y franceses.
El sentido común dictaría poner especial énfasis en la supervisión e investigación preventiva de los propios agentes antisecuestros más calificados. Por supuesto, no se trata de inculpar
inocentes ni a buenos servidores públicos, pero sí de tener una
vigilancia cuidadosa. Sin embargo, no es así como se ha procedido, al grado de que a la fecha no se sabe cuántos y cuáles
agentes o ex agentes han recibido capacitación antisecuestros.
No es fácil investigar a los malos servidores públicos que traicionan la confianza. Ellos suelen ser astutos y su táctica consiste
en intercalar la resolución de casos que les dan prestigio con la
complicidad en otros secuestros que, obviamente, no aclaran.
La insuficiente vigilancia de los malos policías lleva a que
se les descubra cuando ya han cometido muchos delitos. Por lo
regular, su impunidad los hace confiarse y cometen errores en
la operación criminal. Son descubiertos porque se les sorprende
en flagrante delito, no porque hayan sido detectados en investigaciones internas de rutina o a partir de indicios registrados en
la supervisión cotidiana.
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La noción subyacente de que no hay manera de detectar a un
mal elemento hasta que se le sorprende en flagrancia se basa en
la fantasía, no en la realidad. Los medios policiacos no son santuarios de ingenuidad. Mucho antes de cometer un error garrafal que lo lleve a ser descubierto en flagrancia, un mal elemento
va mostrando indicios de su actuación criminal que difícilmente
pasan desapercibidos para sus pares, jefes y subordinados.
Lo que ocurre después de que esos malos elementos son
descubiertos tampoco es lo más deseable. Tras descubrir a uno
o más policías corruptos, la forma en que las autoridades proceden indica que presumen que el problema es absolutamente
extraordinario y de índole individual. Se desecha, de entrada,
la posibilidad de que la corrupción sea una concertación entre
varios policías y que ésta venga operando desde largo tiempo.
No se procede a una investigación sistemática para determinar la responsabilidad, en primer lugar, de sus superiores, que
deben controlarlos, pero también de sus pares y subordinados
cuando los tienen.
Respecto a sus jefes, lo menos que podría esperarse son sanciones administrativas severas por haber fallado en el control de
sus subordinados. Pero esas sanciones rara vez ocurren, a menos
que la participación de los jefes sea también flagrante.
Los principales riesgos que entraña la pobre acción contra
las redes de protección de los secuestradores son que los malos
servidores públicos puedan seguir protegiendo y fomentando
más secuestros y otros crímenes, así como que otros servidores
públicos sigan el mal ejemplo y protejan a delincuentes o se
animen a participar directamente en los plagios.
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Falta de orientación proactiva que permita prever y anticiparse
a los nuevos desarrollos de este delito, particularmente por lo que
hace a la migración de otros giros criminales hacia el secuestro
Pese a que ha quedado establecido que las nuevas bandas sofisticadas tienen su origen en otras parcialmente desarticuladas y en
organizaciones dedicadas al robo de vehículos, al asalto al transporte de carga o a otros robos de alto impacto con violencia, no
existe una estrategia para frenar este proceso de migración.
Los otros giros criminales son también graves y perniciosos
por su violencia y por sus efectos en la actividad económica. En
el robo de vehículos, la violencia ha crecido aceleradamente.
México ocupa el segundo lugar mundial en el robo de vehículos con violencia, sólo después de Brasil.
Cada vez más, los asaltantes no se conforman con despojar a los conductores de sus vehículos y los robos devienen en
eventos de privación ilegal de la libertad, ya sea para obligar a la
víctima a hacer retiros de sus tarjetas de crédito o para extorsionar a sus familiares. Ahí es donde los integrantes de las bandas
de ladrones de vehículos obtienen su primer adiestramiento en
el plagio y constatan su relativa facilidad y rentabilidad.
Algo similar ocurre con otras organizaciones criminales y
con los grupos de sicarios del narcotráfico.
Puede afirmarse entonces para que lograr resultados duraderos y consistentes contra el secuestro será necesario actuar
contra esos semilleros de plagiarios.
Pero los resultados hasta ahora logrados contra esas otras
formas del crimen organizado no son satisfactorios, particularmente por lo que hace al robo de vehículos. En el D.F., por
ejemplo, este delito se ha ido reduciendo, pero se ha incrementado en el Estado de México, lo que seguramente es indicio de
un desplazamiento geográfico.
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Las bajas en unas entidades se compensan con alzas en
otras. Así, en el último decenio se ha mantenido un promedio
anual de 150 mil vehículos robados en la República Mexicana.
Al igual que contra el secuestro, el modo de combate contra
el robo de vehículos, sustentado en la dispersión de esfuerzos y en
la insuficiente información de inteligencia, no está funcionando. De ahí la importancia de que la pgr hiciera uso intensivo
de su facultad de atracción para operar contra la delincuencia
organizada de otros giros, principalmente del robo de vehículos.
Si la pgr hubiera cumplido con su deber, numerosas bandas
podrían haber sido desarticuladas, el robo de vehículos hubiera
descendido y con él la enorme violencia con que se comete.
Pero esto también habría significado una drástica disminución
de los secuestros pues, en lugar de migrar a este delito, muchos
robacoches habrían migrado a la cárcel.
Por lo que hace al narcotráfico, ciertamente se trata de un
problema mucho más complejo y de difícil solución. Pero en
este punto la cuestión no es siquiera si es posible una mayor
capacidad de contención del tráfico de drogas, sino que sí es
factible lograr niveles menores de violencia y frenar la acción
impune de las bandas de sicarios.
Otras naciones con problemas análogos de narcotráfico presentan niveles inferiores de violencia. En el mismo México, en
otros años, los matones al servicio de los narcotraficantes operaban con menos prepotencia e impunidad. Además, no debe
esperarse que la labor para refrenar a los sicarios recaiga exclusivamente en la pgr o en la pfp. La privación ilegal de la libertad
(“levantones”) y el homicidio son delitos del fuero común que
las autoridades locales pueden y deben perseguir de oficio.
Mientras esto no suceda, cada sicario que actúa con impunidad y cada ladrón de vehículos seguirán siendo secuestradores potenciales.
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Escasa capacidad persecutoria frente a otras formas
de privación ilegal de la libertad
Si la comisión de otros delitos y la impunidad de los mismos repercuten en el nivel de la incidencia del secuestro, es de suponer
que otras formas de privación ilegal de la libertad contribuyan
cuando menos en la misma forma a la persistencia del plagio.
En primer lugar, hay que considerar un delito que, aunque
se ha tipificado de otra manera, se trata de un secuestro: el mal
llamado secuestro exprés.
El secuestro exprés, al igual que el llamado secuestro “de alto
impacto”, es privación ilegal de la libertad con fines de extorsión
económica. La diferencia radica sólo en el monto de los rescates
y en la duración del evento criminal.
Sin embargo, las autoridades han preferido tipificar este delito como robo alegando vacíos legales inexistentes.
Aunque no existe información oficial sobre el número de
los secuestros exprés denunciados ni la consignación de los presuntos responsables, es evidente que la ineficiencia para perseguir este tipo de plagio es mayor que para el llamado “de alto
impacto”.
Si al tipificarse como robo el secuestro exprés ha merecido
el tratamiento de este delito, entonces sólo entre el 10 y el 12%
de las denuncias han tenido como consecuencia la consignación
de los presuntos responsables, pues tal es el porcentaje promedio que corresponde para el robo en el periodo 1999-2006.
Dicho porcentaje de aclaración con detenido es tres veces inferior al porcentaje referido para el secuestro entre 1999 y 2006.
Un principio de la criminología moderna y de la política
criminal más exitosa es que la tolerancia a la falta menor conduce a la falta mayor. Aun cuando el secuestro exprés está lejos
de ser una falta menor en comparación con la mayoría de los
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delitos, podría reconocérsele tal calidad frente al secuestro “de
alto impacto”.
O por plantearlo en otros términos: entre un secuestrador
exprés y otro delincuente, ¿quién tiene más posibilidad de migrar al secuestro de alto impacto? La respuesta es obvia.
Por sentido común, el combate contra el secuestro exprés
debería merecer la misma prioridad que contra el secuestro “de
alto impacto”. ¿O acaso hay que esperar a que los delincuentes
crezcan y sean más peligrosos para, entonces sí, proceder en
serio contra ellos?
Frente a otras formas de la privación ilegal de la libertad el
desempeño es más ineficiente, a pesar de que esta virtual tolerancia forma parte de una subcultura que ha hecho florecer al
secuestro.
Resulta alarmante la casi absoluta tolerancia a la privación
ilegal de la libertad por supuestas o reales demandas políticas y
sociales. Diversos códigos penales imponen penas de hasta 40
años por la toma de rehenes, y sin embargo esta disposición
legal ha sido letra muerta casi siempre, lo cual no ha hecho
reducir el valor de la libertad y de su respeto (además del de la
ley misma).
Carencia de información de inteligencia
sobre grupos subversivos
No cabe la menor duda de que los grupos armados clandestinos
siguen recurriendo al secuestro. Existen sobradas evidencias en
tal sentido y en esta obra se han aportado varias.
Sin embargo, si estos grupos deciden incursionar con mayor
ahínco en esta actividad criminal, estaremos en graves aprietos
y en una situación que podría parecerse cada vez más a la de
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Colombia en los últimos 10 años. El panorama sería mucho
más grave que en el pasado, en virtud de que los grupos subversivos han desarrollado una capacidad conspirativa superior
a la que tenían en los años setenta, al grado de que sus redes y
estructuras se mantienen fundamentalmente indemnes pese a
la represión legal ejercida a partir de 1996. La acción contrasubversiva ha sido incapaz de penetrar a estos grupos y de obtener la inteligencia necesaria para su liquidación.
No habría que perder de vista que si los delincuentes comunes desestiman a determinadas personalidades como objetivos
de secuestro debido a las medidas de seguridad que los rodean,
esta lógica no aplica para los grupos subversivos. Por el contrario, ellos ven en esos objetivos “inasequibles” una recompensa política, una manera de probar su poder. Además, ninguna
banda de secuestradores dispone de la infraestructura criminal
de un grupo guerrillero como el epr, con militantes entrenados, adoctrinados y dispuestos al sacrificio.
Nadie puede sentirse seguro mientras los grupos subversivos persistan, y menos todavía cuando no se contentan con sobrevivir y mantienen una perseverante acumulación de fuerzas
y penetración en diversos sectores sociales.
Tampoco habría que olvidar las experiencias de Colombia
y de otras naciones, en las que los integrantes de los grupos
subversivos saben que, en el último de los casos, siempre queda abierta una puerta a la impunidad de sus actos criminales,
sin importar cuan graves hayan sido. Esa puerta es la amnistía,
que es una práctica recurrente para poner fin a los conflictos
armados.
Tanto la experiencia nacional como la universal advierten
que la capacidad para frenar los secuestros cometidos por grupos subversivos depende básicamente de la capacidad general
para desmantelarlos. Es decir, no existen medidas específicas
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eficaces para lidiar contra el secuestro cometido por estos grupos mientras existan y decidan recurrir a los plagios.
La labor de producción de inteligencia contrasubversiva
es compleja y los frutos tardan en cosecharse. Es cierto que
cuando se logran avances en penetración e información, su uso
precipitado puede tener como resultado éxitos tácticos pírricos
a costa de sacrificar éxitos estratégicos.
Pero nada parece indicar que haya avances sustanciales
en esta tarea, a pesar del tiempo transcurrido desde que se
tienen indicios del resurgimiento de los grupos armados
clandestinos.
Es menester dejar bien clara nuestra postura sobre la acción
antisubversiva del Estado: no queremos guerra sucia, no queremos violación de los derechos humanos; simplemente queremos que la ley se aplique con absoluto respeto a las garantías
individuales.
No ha habido un esfuerzo de comunicación social
para desalentar el plagio y para alentar
a las víctimas a denunciar
Como ya se explicó, no ha habido una estrategia de información para explicar al público, sin el menor atisbo de triunfalismo o de propaganda, que por lo menos en los secuestros
denunciados la impunidad es considerablemente menor a la
que existe respecto a los demás delitos del fuero común.
El gobierno federal y los gobiernos de las entidades federativas, cada cual por su lado, exaltan logros de forma descontextualizada, a pesar de que si se presentara el contexto completo
quedaría claro que hubo logros verdaderos en la reducción de
la impunidad.
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Esto es así porque no hay ninguna instancia de gobierno
que asuma la responsabilidad de conjunto frente al delito del
fuero común en general y del secuestro en particular, como si
en lugar de un país, México fuera en el mejor de los casos una
federación de repúblicas independientes.
El hecho sorprende, particularmente por lo que hace a las autoridades federales, pues al ciudadano común le importan muy
poco las disquisiciones sobre competencias y tiende a culpar de
las calamidades al gobierno federal antes que a las autoridades
locales. Por elemental “instinto” de política, uno podría esperar
que las autoridades federales trataran de explicar la realidad de
la impunidad/eficiencia persecutoria, pero no ocurre así.
Ninguna autoridad o institución académica ha realizado o
presentado un ejercicio elemental de cuantificación y comparación como el que expusimos en los apartados anteriores, el cual
permitiría reconocer la magnitud de la eficacia persecutoria (o
si se prefiere, de la impunidad), cuando menos de los secuestros
denunciados.
Tal ejercicio no sólo es indispensable desde el punto de vista
de la rendición de cuentas y de la evaluación, sino de la disuasión por un lado y de la promoción de la denuncia por otro.
El discurso de algunos medios es altamente contradictorio.
En el mismo noticiero en donde se informa sobre la detención
de los miembros de una banda y el rescate del secuestrado, se
editorializa sobre la existencia de una “absoluta” impunidad.
La resultante, por desgracia, no es una percepción igualmente contradictoria. El público se queda con la peor de las
impresiones, y entre la audiencia están también delincuentes
que acarician la idea de cambiar de giro y personas que todavía
no delinquen pero están mal encaminadas y empiezan a preguntarse por qué no realizar un secuestro si es tan fácil, rentable
y carente de riesgos.
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Como ya se dijo, es muy difícil lograr que las víctimas denuncien si al mismo tiempo existe un pertinaz bombardeo respecto a una “impunidad absoluta” que no se corresponde con
la realidad objetiva.
Las autoridades y los organismos civiles interesados en la
seguridad pública se dejan vencer ante el discurso pesimista y
ni siquiera llevan a cabo un esfuerzo sistemático para promover
la denuncia del secuestro, para contactar a víctimas que no han
denunciado y persuadirlas de que lo hagan o, cuando menos,
para solicitarles que aporten información.
Durante años propusimos la difusión de spots televisivos
con imágenes de secuestradores, primero en poses prepotentes
y después sometidos en prisiones de alta seguridad. No fue sino
hasta el 2005 que el gobierno federal hizo caso. En uno de los
spots incluso puede verse a un Daniel Arizmendi aparentemente
vencido y arrepentido, pero por desgracia estos materiales fueron emitidos por muy poco tiempo.
Deficiente seguimiento de los procesos penales
Cuando las acciones de la policía tienen como consecuencia la
detención de una parte o la totalidad de los integrantes de una
banda de secuestradores, el proceso que va de ahí hasta la sentencia condenatoria dista de ser automático. En muchos casos,
de no ser por la labor de las víctimas, por el apoyo de abogados
comprometidos con ellas y por los medios de comunicación, el
resultado sería la impunidad.
Debe considerarse que los secuestradores cuentan con bufetes de abogados a su servicio, integrados por sujetos sin escrúpulos que han desarrollado todo un método de maniobras
legales e ilegales para aprovechar el menor resquicio y lograr la
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impunidad de sus clientes. Esos abogados disponen de amplias
redes de contactos en las procuradurías, las policías, el personal
de los juzgados y las prisiones.
Esos despachos de abogados también son cómplices en las
acciones de intimidación y represalia contra los denunciantes.
Frente a esta realidad, la integración deficiente de averiguaciones previas, los resquicios legales o la inadecuada atención
del proceso penal favorecen que los secuestradores y sus abogados se salgan con la suya.
Es cierto que en la gran mayoría de las averiguaciones previas consignadas con detenido ante el ministerio público se logra, primero, que el juez dicte auto de formal prisión, y luego,
que haya sentencias condenatorias de muchos años.
Sin embargo, hay una serie de casos en que no ocurre así, y
en un clima de alta incidencia del secuestro, de plagios que no
se denuncian (y que podrían sobrepasar el número de los que
sí se denuncian) y de un discurso mediático hegemónico sobre
la “absoluta” impunidad, tales casos concretos tienen un efecto
altamente pernicioso.
Y el daño es por partida doble: cuando ni siquiera la mitad de los secuestros denunciados se aclara, la impunidad en el
proceso penal es objetivamente una pérdida en lo ganado, una
injusticia; esos casos, aunque disten de ser la mayoría, refuerzan
el discurso sobre la impunidad “absoluta”.
En dichos casos ha habido una mala integración de las averiguaciones previas y un seguimiento negligente u omiso de
las causas por parte del ministerio público, ya sea por simple
incuria o por mala fe.
Sin embargo, en otros casos el problema no es la actuación
del ministerio público, sino las decisiones equivocadas o injustas de los propios juzgadores, ante las cuales, por lo demás, la
reacción del ministerio público tampoco parece la más adecua-
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da. Así como ha ocurrido en causas de narcotráfico, cuando se
dictan sentencias sospechosamente benignas a secuestradores
tendría que haber una intervención más decidida del ministerio público para demandar que los consejos de las judicaturas
investiguen a los jueces que favorecen a los plagiarios.
Un caso emblemático de malas decisiones de los jueces y
una tímida reacción del ministerio público es el de la liberación
de los plagiarios del hijo de Javier Ibáñez Sandoval en Guerrero.
Ibañez Sandoval tuvo que emprender por cuenta propia y
sin apoyo del ministerio público la promoción de juicio político
en contra de los benévolos magistrados y la jueza responsables
de la liberación de los plagiarios de su hijo. Por fortuna, el congreso local fue sensible y atendió positivamente la promoción.
Pero después, la Suprema Corte de Justicia, en una decisión por
demás equivocada, exoneró a los juzgadores y los restituyó en
sus cargos.
Otro caso de mal seguimiento de los procesos penales, ya
parcialmente referido, es el del coordinador de la policía judicial de Morelos Jesús Miyazawa y del procurador Carlos Peredo,
por encubrir al jefe antisecuestros Armando Martínez Salgado
en la tortura y asesinato de un secuestrador.
A ambos se les impusieron sentencias ridículas: de ocho meses (conmutable por multa) a Miyazawa y de tres años a Peredo.
Lo curioso es que el juez se apresuró a sentenciarlos cuando aún
no se había emitido sentencia contra quien habrían encubierto
y técnicamente su responsabilidad no había sido establecida.
¿Con qué bases se puede sentenciar por encubrimiento cuando
al responsable encubierto no se le ha dictado sentencia?
La maniobra tiene una explicación: las reglas del código penal frente al encubrimiento establecen que el juez (ciertamente
en forma discrecional) puede imponer al encubridor hasta dos
terceras partes de la sentencia que dicte al responsable del delito
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que fue encubierto. Pero no hay forma de aplicar estas reglas
cuando primero se sentencia a los encubridores. Es evidente
que el juez favoreció a los encubridores y que el ministerio público no hizo nada para impedirlo.
Pero la liberación de plagiarios ya detenidos o las resoluciones benévolas no son los únicos problemas del proceso penal.
La restitución a la víctima de los bienes criminalmente enajenados (el rescate) y la reparación del daño son, en la práctica,
mucho más complicados de lo que se puede inferir de la letra y
el espíritu de la ley.
Un caso elocuente de la dificultad para recuperar los rescates es la negativa, primero de la pgr y luego de los jueces, para
restituir sus bienes a las víctimas de Daniel Arizmendi, capturado desde 1998.
Igualmente, en virtud de la insolvencia real o ficticia de los
secuestradores sentenciados, la reparación del daño es casi nula.
Marco legal heterogéneo, ambiguo y limitado
En principio, los problemas del combate al secuestro no son de
carácter legal, aunque éste también desempeña un papel importante.
Las principales deficiencias en este rubro son:
•
•
La estructura de competencias y la organización no son
las más adecuadas para enfrentar al secuestro. Se precisa
una instancia única y la federalización del secuestro, en
oposición a lo que hoy establece la ley.
En su estado actual, las leyes son ambiguas. Por un
lado, se mantiene la competencia de las procuradurías
estatales, pero por otro, la Ley Federal Contra la Delin-
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•
•
•
•
•
•
cuencia Organizada introduce la facultad de atracción
para la pgr, la cual podría dar lugar a un esquema más
cercano a la centralización. Sin embargo, en la práctica
la discrecionalidad da pie a que la pgr no atraiga la mayoría de los casos de secuestro, como debería ocurrir.
La privación ilegal de la libertad sin fines de extorsión
económica no es considerada un delito grave, tiene una
penalidad baja y a los presuntos responsables se les permite la libertad provisional.
La redacción de los códigos penales ofrece el pretexto
para no tratar al secuestro exprés como lo que realmente es, sino como robo con penalidades considerablemente menores. Por suerte, los códigos penales federal
y del Distrito Federal ya se modificaron en el sentido
correcto.
Las leyes impiden utilizar los registros de las intervenciones de comunicaciones como medios válidos de
prueba en el proceso penal. Esta facultad está reservada
exclusivamente a la pgr, a pesar de que de hecho se
practica en otras procuradurías. En la práctica, como
la pgr atrae una minoría de los casos, estos medios de
prueba no pueden ser utilizados y, técnicamente, en
caso de utilizarse darían lugar a sanciones penales contra los agentes del ministerio público del fuero común.
Hay lagunas más bien ficticias que sirven como pretexto para no hacer una devolución expedita de los bienes
criminalmente enajenados (rescates).
Las leyes no ofrecen ninguna alternativa ante la inviabilidad de la reparación del daño, en virtud de la insolvencia real o ficticia de los secuestradores sentenciados.
Existen lagunas que permiten a los secuestradores no
devolver los bienes criminalmente enajenados o evadir
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•
la reparación del daño mediante la maniobra de transferir los bienes mal habidos a sus familiares.
La gran heterogeneidad de códigos y procedimientos
penales permite que haya penas muy benignas para los
secuestradores en algunas entidades federativas, mientras en otras se consideran las penas que la gravedad de
este delito amerita. Asimismo, hay un rango demasiado
amplio para la discrecionalidad de los jueces en la imposición de penas, el cual proviene de la enorme distancia
entre la sentencia mínima y la máxima. Las penas por
secuestro pueden ir de 10 años hasta 40, es decir, se puede imponer una pena u otra hasta tres veces inferior.
Escasa protección a los derechos de las víctimas
El sufrimiento de las víctimas del delito no se reduce a la mera
experiencia del evento criminal. Después de que éste ha finalizado, el sufrimiento puede prolongarse tanto para las víctimas
directas como para las indirectas. Este problema es especialmente acentuado para las víctimas de secuestro.
Concluido el evento criminal, la disyuntiva es si las víctimas se rehabilitarán paulatinamente hasta retomar el hilo de
sus vidas o el sufrimiento se prolongará, no sólo por el recuerdo
de la experiencia vivida sino por lo que ocurre después del secuestro. A lo segundo se le conoce como victimización secundaria e incluye los agravios posteriores que se suman al agravio
original del crimen sufrido.
La principal fuente de victimización secundaria es el propio
sistema de justicia penal, desde el trato dado por las autoridades
en los primeros contactos, cuando toman conocimiento de los
hechos, hasta la manera en que se desarrollan la averiguación
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y el proceso penal o si existe o no un tratamiento terapéutico
apropiado.
A lo largo de estas tres décadas, el trato a las víctimas ha
estado alejado de las normas y estándares establecidos por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas y los convenios signados por México. En no pocos
casos, la victimización secundaria ha sido tan dolorosa como
la victimización primaria. En comparación, los delincuentes
gozan de más derechos que las víctimas.
Si bien ha habido progresos en los últimos años, éstos distan de ser suficientes. En 2000 se aprobó una reforma constitucional (apartado B del artículo 20) que reconoce derechos a
las víctimas; como parte de ello, el Programa Nacional para el
Combate al Delito de Secuestro incluye la creación de un centro nacional de atención a las víctimas de este crimen. Se trata
de pasos adelante, pero no son suficientes para hacer valer los
derechos de las víctimas y para minimizar o erradicar la victimización secundaria.
Las principales manifestaciones de la escasa protección a las
víctimas de secuestro son:
•
•
•
La mayoría de los secuestros se mantienen en la impunidad.
En muchos casos, el trato a las víctimas no se ajusta a
los principios elementales de compasión, respeto a la
dignidad y respuesta expedita y eficaz. Un ejemplo de
enorme torpeza en el trato a las víctimas es que una
víctima de secuestro, tras su liberación, fue encerrada
en la cajuela de una patrulla por agentes de la afi para
evitar que hablara con la prensa.
En algunos casos de secuestros en curso, la reacción ministerial y policial ante las denuncias no es lo suficien-
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•
•
•
•
•
•
•
•
temente cautelosa y crea peligros o la sensación de los
mismos para los denunciantes.
A través de sus defensores, los secuestradores sujetos a
proceso tienen acceso a los datos de los denunciantes,
mismos que utilizan para la intimidación o las represalias.
Se mantiene la obligatoriedad de la asistencia de la parte acusadora a los careos, los cuales también brindan la
oportunidad para la intimidación, las represalias o el
escarnio.
En no pocos casos, el ministerio público no informa en
forma periódica y suficiente a los denunciantes sobre el
avance de sus causas.
La devolución de los bienes criminalmente enajenados
no es expedita.
La reparación del daño es inexistente en la práctica y
no hay mecanismos de indemnización ante daños graves y pérdidas irrecuperables dada la insolvencia de los
sentenciados.
Algunas sentencias son benévolas o completamente favorables a los secuestradores.
No se informa con anticipación o en forma expedita a
las víctimas cuando sus victimarios están en libertad, ya
sea por incidentes del proceso o por evasión.
La víctima en realidad no cuenta en el proceso penal
y no puede actuar sino a través del ministerio público.
No puede apelar directamente ante los jueces ni promover juicios de amparo.
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Del síndrome de Estocolmo a la movilización ciudadana
Ante el repunte del secuestro, las primeras respuestas fueron de
tipo individual y aislado. Los “secuestrables” debieron gastar
crecientes recursos en carros blindados, guardaespaldas y otras
medidas de protección como si no pagaran impuestos para que,
precisamente, el Estado garantizara su seguridad.
Otras medidas fueron cambiar rutinas, reducir la vida social e, incluso, “bajar el perfil”.
Algunas víctimas abandonaron el país. Otras fueron por
mucho tiempo presas del síndrome de Estocolmo, como se conoce al afecto que los secuestrados llegan a experimentar por
los secuestradores, supuestamente por no haber sido tan malvados con ellos.
Ejemplo claro del síndrome de Estocolmo son las declaraciones en televisión que en 1998 hizo el cantante Vicente
Fernández, quien apareció al lado de su hijo Vicente Fernández
Castañeda (secuestrado y víctima de la mutilación de un dedo)
agradeciendo a los plagiarios por no haber asesinado a su vástago y sugiriendo a otras víctimas colaborar siempre con los
secuestradores.
Al referir este caso, no hay de nuestra parte el menor atisbo
de crítica. Por el contrario, la mención sirve para ilustrar el
grado de terror que los secuestradores pueden imponer a sus
víctimas directas e indirectas.
De las respuestas aisladas –que van desde el síndrome de
Estocolmo hasta la retracción–, las víctimas fueron pasando a
la lucha contra el crimen, de manera tanto individual como
colectiva.
La lucha ciudadana contra la inseguridad y contra el secuestro ha tenido sus héroes y sus mártires. En 1996 fue secuestrado
en Guerrero un hijo del empresario Javier Ibañez Sandoval. En
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2000, el padre de la víctima presentó ante el Congreso Local
una solicitud de juicio político en contra de los magistrados
que liberaron contra derecho a uno de los plagiarios de su hijo.
El Congreso realizó el juicio y separó a los magistrados, pero en
2002 Ibañez Sandoval fue asesinado por los secuestradores.
Después, los malos magistrados fueron devueltos a sus
puestos por una resolución de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, la cual permanece como una mancha muy oscura en
el historial del máximo órgano jurisdiccional del país.
En 2000, Eduardo Gallo debió investigar por su cuenta y
localizar a los autores del secuestro y asesinato de su hija Paola.
Camino similar siguió Isabel Miranda de Wallace, quien no
sólo ubicó al jefe de quienes secuestraron y asesinaron a su hijo,
Hugo Alberto Wallace Miranda, sino que lo detuvo estando
ella desarmada.
Ernestina Sodi abrió su alma adolorida mediante un libro
en el que denunciaba su secuestro, como también lo hizo Virginia Fabián del Conde. Pedro José Galindo Rodríguez mostró
en televisión sus manos con cuatro dedos amputados y las ofreció a las autoridades si a éstas les temblaba la mano para acabar
con el secuestro.
En 1999, con gran valor, el pequeño Jesús Cerón Mancilla
mostró a la prensa su mano, a la que los secuestradores le arrancaron un dedo.
En 2004, Cynthia Diosdado denunció haber sido víctima
de secuestro y violación, además de declarar abiertamente que
la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal había
tomado partido por sus victimarios.
Y así muchos más dieron testimonio público de su tragedia.
Significativamente, las primeras movilizaciones en demanda de seguridad tuvieron lugar en Michoacán a inicios de los
noventa, ante las proporciones masivas que estaba alcanzando
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el secuestro. El 22 de febrero de 1995, se celebró en Lázaro
Cárdenas la concentración más grande en la historia de la ciudad, con una asistencia de 15 mil personas. Al día siguiente
hubo otra en Uruapan, igualmente masiva.
En septiembre de 1997 se iniciaron una serie de movilizaciones en Cuautla y en Cuernavaca, Morelos, ante el prolongado auge de los plagios y los asesinatos de plagiados. Las
marchas se intensificaron a partir de enero de 1998, cuando la
Policía Federal de Caminos detuvo a Armando Martínez Salgado, el comandante del Grupo Anti-Secuestros, justo cuando
abandonaba el cadáver de un secuestrador que competía con
aquellos a los que protegía, y a quien había asesinado durante
una sesión de tortura. Se destapó así la cloaca de corrupción y
protección de funcionarios de la procuraduría hacia secuestradores y narcotraficantes. A los pocos meses, el gobernador Jorge
Carrillo Olea debió abandonar el cargo.
En noviembre de 1997, unas 50 mil personas marcharon
en la ciudad de México en demanda de seguridad y contra
los secuestros, convocadas por la recién nacida organización
México Unido Contra la Delincuencia, a cuya fundación contribuimos atendiendo a la iniciativa de Josefina Ricaño, madre de Raúl Nava Ricaño, secuestrado y asesinado por Daniel
Arizmendi.
Por fin, en agosto de 1998 el entonces presidente Ernesto
Zedillo dio a conocer, acompañado de miembros de ese movimiento, el Programa Nacional de Seguridad Pública. La lucha
contra el secuestro y otros crímenes se intensificó y empezaron
a verse resultados.
En 2002 surgió Pro-Rescate A.C., primera agrupación de
víctimas de secuestro dedicada a la lucha por la erradicación
de este crimen. Ese mismo año se creó el Consejo Ciudadano
para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C.
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Entre 2001 y 2004, el secuestro repuntó y creció aceleradamente en la ciudad de México. Tras el secuestro y asesinato de
los hermanos Vicente y Sebastián Gutiérrez Moreno, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal
–una escisión de México Unido– propuso realizar una marcha
y, junto con México Unido y otras agrupaciones, ésta fue formalmente convocada para el 27 de junio de 2004.
Se trató de la manifestación más concurrida en la historia
del país. Cientos de miles de personas vestidas de blanco marcharon en silencio por las calles de la ciudad. Al mismo tiempo,
hubo marchas en otras 15 ciudades del país. La de Tijuana,
Baja California, reunió a 15 mil personas y fue también la más
concurrida en la historia de la ciudad fronteriza.
En noviembre de 2006, ante el repunte de los secuestros
y los asesinatos de los secuestrados, miles de habitantes de esa
entidad tuvieron que recorrer diferentes localidades en una caravana que duró tres semanas. En noviembre de 2007, 8 mil
personas marcharon en Tijuana en contra de los secuestros.
Las movilizaciones tuvieron éxito, sobre todo porque se revirtió la tendencia al crecimiento explosivo que llegó a su clímax en 1997.
Pero las movilizaciones después de 2004, salvo en Tijuana, no continuaron. Además el gobierno logró dividir al movimiento ciudadano.
Lo que exigen los ciudadanos no es que el secuestro se reduzca, sino que sea erradicado. Y su demanda tiene bases firmes:
•
•
•
El 80% de las naciones del mundo no sufren secuestros.
Hasta 1970, el secuestro en México era casi inexistente.
Otras naciones como Colombia han tenido un gran
éxito en abatir el secuestro. En tan sólo cinco años, en
ese país el plagio se redujo 92%, simplemente porque
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hubo la voluntad política y se aplicó toda la fuerza del
Estado.
El movimiento ciudadano no se ha limitado a exigir la erradicación del secuestro, sino que ha realizado un conjunto de
propuestas sustentadas en estudios serios. Cabe señalar que con
motivo de la marcha del 27 de junio de 2004 y con relación al
secuestro, se demandó a los gobernantes:
•
•
•
Asumir el compromiso de erradicar progresivamente el
secuestro mediante la fijación de metas y plazos perentorios de cumplimiento.
Ejecutar las cientos de órdenes de aprehensión contra
plagiarios que no habían sido cumplidas.
Confinar a todos los plagiarios presos en penales de alta
de seguridad para impedir que siguieran maquinando
secuestros o su evasión.
Pero desde 2002, el Consejo Ciudadano para la Seguridad
Pública y la Justicia Penal, a través del documento “Propuestas
para erradicar el secuestro”, estableció 80 líneas de acción de
acuerdo a los siguientes ejes principales:
1. Erigir al propósito de erradicación del secuestro en la
máxima prioridad de seguridad pública.
2. Creación de una instancia única, centralizada y nacional de combate al secuestro.
3. Diseño de un plan integral de erradicación del secuestro y mecanismos para la evaluación y la rendición de
cuentas.
4. Desarrollo del conocimiento integral del delito de secuestro.
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5. Aclaración con detenido de la gran mayoría de los casos
de secuestro.
6. Seguimiento integral de las bandas y desarticulación
completa y expedita.
7. Establecer como norma el confinamiento de todos los
secuestradores en prisiones de alta seguridad.
8. Investigación sistemática de la probable protección de
secuestradores.
9. Elevar la capacidad persecutoria frente a las diversas
formas de privación ilegal de la libertad a niveles equivalentes a los de secuestro.
10. Superación del déficit de inteligencia sobre grupos armados clandestinos.
11. Amplia campaña de promoción de la denuncia mediante la divulgación de mensajes en los que primero
se presente a los secuestradores en actitud prepotente y
luego sometidos en prisiones de alta seguridad.
12. Seguimiento óptimo de los procesos penales.
13. Marco legal homogéneo, claro y que no deje resquicios
para que los delincuentes se sustraigan a la acción de la
justicia.
14. Reconocimiento pleno de los derechos de las víctimas.
En la contención del auge del secuestro, diversos sectores
sociales han desempeñado un importante papel, en particular
los empresarios y los medios de comunicación.
Estos últimos han mostrado una conducta socialmente comprometida, de denuncia, de difusión de propuestas y de divulgación de la información. Sin los medios, la marcha del 27 de junio
no habría adquirido las proporciones masivas que alcanzó.
No obstante, ha habido algunos errores en el tratamiento de
las víctimas. El Manual de Víctimas del Delito de Naciones Uni-
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das recomienda a los medios de comunicación respetar el derecho
a la privacidad de las víctimas, su identidad y sus sentimientos
lastimados para no perpetrar una segunda victimización.
Consecuentemente, los medios adoptan esos principios en
sus códigos de ética, aunque en algunos casos no ha sido así.
En 2003 y 2004, cni Canal 40, ciertamente no de mala fe,
difundió videos enviados por los secuestradores en los que se
observa cómo éstos torturan a sus víctimas. En 2005 Telemundo hizo lo mismo, pero esta vez la víctima era un niño de 15
años. Se alegó el derecho a la libertad de expresión, pero ¿qué
hay de los derechos de las víctimas?
El 11 de enero de 2006, el periódico El Universal publicó
la nota “En medio del secuestro, de pronto, romance”, firmada
por Francisco Gómez, que decía:
La banda de Los Tiras, que era despiadada y fría para secuestrar, terminaba sus plagios enamorándose de las mujeres que
eran sus víctimas.
La actriz Laura Zapata, su hermana Ernestina Sodi y
Margarita Carrera, hija de Adrián Carrera Fuentes, ex jefe
de la Policía Judicial Federal, despertaron la pasión de sus
secuestradores.
“Princesa”, “reina” y “mi amor” son las palabras con las
que algunos llegaron a tratarlas.
En las páginas de los expedientes del caso y a los que
tuvo acceso El Universal, está consignado el aparente romanticismo que invadió los plagios.
Romeo, por ejemplo, es uno de los secuestradores que le
confesó su amor a una de las hermanas de Thalía. Le regaló
flores, llegó a cantarle detrás de su puerta, renunció a su parte del botín y hubo contacto extremo. Al final le ofreció ponerle una camioneta blindada y presentarla con su familia.
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Los criminales también causaron emociones en ellas, al
grado que Margarita Carrera llegó a decirles que “ojalá todos
los secuestrados cayeran con ellos, nos tratan bien”.
A esa nota siguieron otras con el mismo tono.
En su libro Líbranos del mal, Ernestina Sodi escribe:
Mi primera reacción fue llorar. ¿Cuándo terminará este suplicio? ¿Cómo es posible que un periodista haya hurgado en
mi intimidad? ¿Qué clase de periodistas son, que no respetan las declaraciones de una víctima?
De la tristeza pasé al enojo con una rapidez vertiginosa.
¡Qué atrevimiento! ¿Cómo se pueden llamar mexicanos si
con esas acciones hacen que nadie quiera denunciar? ¿Cómo
es posible que cualquiera que porte una credencial pueda
tener acceso a una declaración ministerial, de carácter confidencial y protegida por la ley?
El Código de Ética de El Universal establece:
Respeto ante víctimas. El Universal y sus periodistas tienen
un gran respeto por las víctimas de delito, por lo que no
publican el nombre o cualquier dato que facilite la identificación de quienes han sido víctimas de cualquier clase de
ilícito, especialmente los sexuales.
El Universal es un periódico de larga tradición que habitualmente ha honrado su compromiso con la causa de las víctimas del delito. Respecto a este doloroso caso en particular,
hacemos votos por que el periódico enmiende el error al que lo
llevó su reportero.
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IV
EL SECUESTRO EN EL MUNDO
Si bien no es consuelo que otras naciones también padezcan
el secuestro, la intención de conocer su situación y compararla
con la nuestra es buscar soluciones aplicables al caso de México
(tabla 26).
Hasta hace tres o cuatros años, Colombia, México y Brasil figuraban como las tres naciones líderes en la incidencia de
secuestros para obtener rescate. Sin embargo, han sido desplazados de esas posiciones en virtud de la anarquía que priva en
naciones como Haití e Irak, así como por el rápido crecimiento
del crimen en Venezuela, Bolivia y Jamaica.
Si se considera la evolución en cifras absolutas de Colombia, México y Brasil entre 2000 y 2007, se observa que el primero experimenta una gran declinación de la incidencia, para
pasar del liderazgo indiscutible al último lugar. México y Brasil
mantienen cifras similares y una tendencia a la baja, si bien con
repuntes.
Ahora bien, la situación en términos de tasa por millón de
habitantes hace más evidentes las diferencias entre países. Colombia ha sufrido comparativamente mucho más que México y
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Brasil, pero al mismo tiempo ha tenido el mayor éxito en abatir
este delito.
Cuando se examina la evolución de los plagios en ciudades
de América Latina, es claro que después de incrementos entre
1995 y 2000, la tendencia es hacia la baja, si bien en el caso del
Distrito Federal la disminución es menos acentuada y luego
viene el repunte.
En 2002, el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas considero que “el secuestro de personas constituye un delito
grave y una violación del derecho a la libertad individual y de
otros derechos fundamentales”, y en consecuencia resolvió que
el Secretario General elaborara un informe sobre la situación de
este crimen en el mundo.
Se presentaron informes tanto en marzo de 2003 como en
marzo de 2004. Respecto al último de ellos destacan los siguientes puntos:
•
•
•
•
En la mitad de los países miembros el secuestro es o
inexistente o insignificante.
Mientras que Perú e Italia presentaron dramáticas bajas, este crimen creció en forma alarmante en México y
en Argentina.
Guatemala alcanzó su máximo de secuestros en 1999
con 120 incidentes y bajó a 33 en 2003.
“La reunión consultiva acordó que los países podían
adoptar varias medidas críticas para facilitar una respuesta eficaz, especialmente cuando el secuestro estuviera muy extendido. Esa medidas podrían incluir:
a) El desarrollo de un plan nacional de acción contra
el secuestro;
b) El establecimiento de un organismo centralizado o una fuerza de tareas especializada a nivel
134
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•
nacional, encargada específicamente de casos de
secuestro;
c) La creación y el mantenimiento de una base de
datos sobre secuestros;
d) Mecanismos para mejorar la cooperación internacional en tiempo real y de la forma más directa
posible.”
Con respecto a las intervenciones operacionales, se destacaron las siguientes cuestiones:
a) La necesidad de un plan de acción y una estrategia
de represión nacionales que establezcan claramente la jerarquía de las autoridades durante la intervención en un caso de secuestro, reduciendo el
mínimo la posibilidad de órdenes o acciones conflictivas que pudieran poner en peligro la vida de
la víctima. Se debe designar a un solo comandante
a fin de asegurar el control total de la operación.
b) La participación de las autoridades del ministerio público en una etapa temprana del proceso, ya
que eso mejoraría significativamente las posibilidades de éxito en el enjuiciamiento.
c) El mantenimiento de un sistema permanente y eficaz de comunicación con la familia, como medio
importante para generar confianza y asegurar su
cooperación durante un periodo de mucho estrés.
La interacción de la policía con la familia tiene dos
objetivos relacionados entre sí: primero, mantenerla informada acerca de la víctima, los posibles delincuentes y cualquier otro detalle del incidente; y
segundo, prestar apoyo sicológico a sus miembros
y proporcionar información actualizada sobre la
investigación y sobre el estado de la víctima.
135
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d)
e)
El establecimiento de asociaciones con organizaciones que pudieran tener información o recursos
útiles para la resolución del caso. Esos grupos son,
entre otros, los medios de difusión, los organismos del gobierno local, los bancos, las iglesias y
las compañías de seguridad privadas.
La cooperación de los organismos del orden público de otros países es esencial cuando el caso
tiene una dimensión internacional. Esto sucede
especialmente en casos de individuos muy conocidos o cuando las víctimas son extranjeros.
Respecto al informe de marzo de 2003, destaca el siguiente
punto altamente controversial:
54. Italia mencionó una serie de medidas concretas adoptadas en 1991 que facultaban al fiscal para pedir al tribunal
que ordenara la confiscación de los bienes de la familia de
la víctima o de las personas cercanas a ellos, a fin de que no
se pagara el rescate. La eficacia de tales medidas, que ya se
habían adoptado en numerosos casos de secuestro, seguía
siendo objeto de amplio debate.
En apoyo a una reforma legal para castigar la no denuncia
de secuestros e impedir el pago de rescates, el ex gobernador de
Veracruz, Miguel Alemán (con el apoyo de muchos procuradores del país), aseguró que con esas medidas en Italia, Estados
Unidos y Colombia se resolvió el problema del secuestro. Lo
mismo ha dicho el gobierno de Venezuela para perseguir a las
víctimas de los plagiarios. Pero, ¿es cierto que esas monstruosas
medidas fueron puestas en práctica en esos países y que a ello se
debe su éxito contra el secuestro?
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Habría que empezar por aclarar que en Estados Unidos jamás estuvo en vigencia tal medida y que en Colombia sólo se
aplicó por un breve periodo (1993 a 1996).
En segundo término, hay que señalar que el secuestro en
Italia no alcanzó nunca las mismas dimensiones que en Colombia, México, Brasil o Argentina. Tampoco existe evidencia de
que las absurdas prohibiciones de 1991 hayan tenido el menor
efecto en disminuir el secuestro.
Entre 1983 y 1999, la policía tuvo conocimiento de 168 secuestros en Italia. Este conocimiento por parte de la policía debe
subrayarse pues la única manera en que el gobierno podía congelar bienes era si se enteraba de que había ocurrido un secuestro.
Entre 1991 y 1997, los secuestros bajaron en Italia en un
66% al pasar de 12 a 4, pero antes de que la citada legislación
fuera aprobada y entrara en vigor, entre 1983 y 1990 el plagio
ya había bajado 82%. Si se hace una proyección estadística, se
comprende que entre 1992 y 1999 no ocurrió otra cosa sino lo
que tenía que ocurrir según la tendencia observada entre 1983 y
1990. Luego, al menos desde el punto de vista estadístico, nada
tuvo que ver lo que haya ocurrido en 1991 (la reforma legal).
Pero no sólo desde el punto estadístico, sino desde la lógica
formal, la suposición de que la reforma legal hizo descender el
secuestro carece de fundamento. En este sentido, baste considerar dos aspectos: otros delitos que nada tenían que ver con
esa reforma legal también descendieron, y en ellos era evidente
la imposibilidad práctica de aplicar la reforma. Por ejemplo,
entre 1986 y 1991 el homicidio doloso creció en un 61%,
pero entre 1991 y 1999 cayó en 78 por ciento.
Lo que estos datos indican es que los diferentes delitos estaban bajando como una consecuencia general de la lucha frontal
que el Estado italiano desplegó contra el crimen organizado, el
cual había ganando terreno en los ochenta y había lanzado al
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hampa y a la sociedad el mensaje de impunidad y debilidad del
sistema legal.
Un segundo aspecto lógico es bastante simple: la manera en
que la policía se entera de un secuestro es si las víctimas o los
familiares lo denuncian (y en unos pocos casos, si hay alguna
filtración indiscreta de la prensa). La única forma en que la policía podría enterarse sin denuncias y sin filtraciones es mediante el establecimiento de un estado policial, y aun en ese caso
sería absolutamente insensato dirigir el aparato de represión
contra las víctimas y no contra los delincuentes. Además, si la
policía es capaz de saber quién fue secuestrado y si los familiares
negociaron con los secuestradores, ¿por qué no es capaz de ir
por los secuestradores?
En Estados Unidos, entre finales de los veinte y principios
de los treinta se cometían decenas de secuestros por año. La
preocupación social llegó a su clímax en 1932 con el secuestro
y asesinato del hijo de Charles Lindbergh, el famoso aviador
que cruzó por primera vez el Océano Atlántico (y que después
sería tristemente célebre como pro-nazi empedernido). La consecuencia fue una reforma legal en 1933, conocida como la
“Ley Lindbergh”, que facultaba al fbi para intervenir en todos
los casos de secuestro, sin necesidad de esperar a que las policías
locales lo solicitaran. El fbi desarrolló los primeros métodos
eficaces para perseguir a los secuestradores y hacia finales de los
cuarenta logró la casi total erradicación del secuestro. Hasta la
fecha, este delito se presenta de manera muy esporádica, con un
puñado de casos por año.
La experiencia de Estados Unidos mostró las conveniencias de enfrentar este delito mediante una fuerza centralizada
y nacional (aun cuando puedan mantenerse cientos o miles de
corporaciones locales, como es el caso del país vecino). La alta
eficacia en la aclaración de los casos ha tenido un prolongado
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efecto disuasivo, incluso entre 1960 y 1980, cuando Estados
Unidos enfrentó el gran auge del crimen y la violencia.
En Colombia, la reforma legal de 1993 no tuvo el menor
efecto en el secuestro. El año en que la reforma entró en vigencia hubo 1 014 plagios, y en 1996, cuando se derogó, se
registraron 1 608, lo que equivale a un incremento del 59%.
¡Vaya éxito!
Colombia es el caso más dramático de la dificultad de vencer al secuestro una vez que se ha arraigado. En 1987 se registraron 259 casos, pero para 1990 la cifra se había quintuplicado
al pasar a 1 282. En 1998 hubo 2 609 plagios y en 2001 se
alcanzó la cifra récord de 3 701. Cabe advertir que estas cifras
se refieren tanto a los secuestros para exigir rescate como a los
de corte “político”.
La diferencia de los noventa frente a décadas anteriores es
que la mayor parte de los plagios era obra de grupos guerrilleros. Incluso bandas de delincuentes comunes que cometían
plagios entregaban las víctimas a los guerrilleros a cambio de
una comisión sobre el rescate esperado. Hacia 2003, los grupos armados obtenían aproximadamente 1 300 millones de
dólares al año producto de secuestros, extorsión, robos y narcotráfico.19
La policía nacional de Colombia es una corporación centralizada y militarizada, que a mediados de los noventa fue objeto
de una seria depuración y modernización. Había desarrollado
métodos eficaces contra el plagio convencional, pero de poco le
servían cuando los secuestrados eran retenidos en los territorios
dominados por la guerrilla, sustraídos al poder del gobierno.
Entre 1999 y 2002, mientras la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia simulaba que negociaba la
19
FARC,
Junta de Inteligencia Conjunta, Estimación de ingresos y egresos de las
2005, Colombia.
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paz con el gobierno, extendía como nunca sus negocios criminales. Los terroristas llevaban a los plagiados a la llamada “zona
de despeje” de más de 30 mil kilómetros cuadrados (que el gobierno cedió como prueba de buena fe), y ahí mismo operaban
los laboratorios para el procesamiento de cocaína.
Una de las prácticas de las farc que en estas circunstancias
tuvo un crecimiento explosivo de casos y víctimas fue el de las
“pescas milagrosas”. Éstas consisten en colocar retenes ilegales
en caminos para ahí secuestrar al mismo tiempo o en el lapso
de un par de horas a varios transeúntes. Simplemente en 2002
hubo 177 de estos secuestros y 697 secuestrados (en 2007, en
cambio, hubo sólo dos casos con seis víctimas).
Esta situación provocó las mayores movilizaciones de la sociedad colombiana en su historia. Ríos de personas vestidas de
blanco recorrieron todas las ciudades y con apoyo de esa fuerza
social el presidente Álvaro Uribe emprendió una lucha contra el terrorismo y la delincuencia con la mayor determinación
hasta ahora conocida en gobernantes de ese país (y en realidad
de toda América Latina).
Los resultados fueron espectaculares. En 2007 se logró una
cifra de secuestros con fines de rescate que fue 92% inferior a la
de 1999, año en que este crimen alcanzó su máxima marca con
2 683 plagios. Y si en 2007 hubo 226 plagios, es probable que
al final de 2008 la cifra sea inferior a los 200.
¿Qué hay en Colombia que no hay en México para permitir un cambio tan importante?
Voluntad política.
Y una parte de dicha voluntad es la comprensión del componente político del secuestro, punto en el cual hay un importante paralelismo entre Colombia y México.
Respecto a la naturaleza del secuestro en Colombia, el estudioso Mauricio Rubio escribió:
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El análisis de la evolución del secuestro en Colombia muestra que, con la excepción de los primeros raptos de la moda
Lindbergh, se trata de algo bastante más complejo que un
negocio criminal corriente, por distintas razones.
En primer lugar, porque a diferencia del atraco, o el robo
callejero o incluso el homicidio, el secuestro requirió, para
consolidarse como actividad, de unas organizaciones muy
rígidas, y de una ideología que las aglutinara internamente.
El grueso del problema del secuestro en Colombia sigue girando alrededor de organizaciones, no de delincuentes individuales. Las razones para que se trate de un delito colectivo
son múltiples: (i) requiere división del trabajo; (ii) presenta
enormes problemas de agencia, que se solucionan de manera
eficaz a base de ideología; (iv) el adoctrinamiento es lo que
asegura que el botín del secuestro sea propiedad colectiva de
un grupo, y no de los individuos; (v) la reputación de violencia, insumo indispensable para consolidar la industria, la
acumulan organizaciones, rara vez individuos.
Así, el doble requisito de delito colectivo sustentado
por una ideología, es lo que hizo que lo adoptaran como
actividad corriente básicamente las organizaciones políticas.
Aún más, se puede plantear que el recurso al secuestro como
fuente de financiación ha sido directamente proporcional al
dogmatismo, a la rigidez política y al adoctrinamiento de
los grupos.20
Ante el componente político del problema, el presidente
Andrés Pastrana (1998-2002) cometió el error garrafal de negociar la paz con terroristas, principales autores de los secues20
Mauricio Rubio, Del rapto a la pesca milagrosa - Breve historia del
secuestro en Colombia, Documento cede 2003-36, edición electrónica, diciembre de 2003, pp. 50-51.
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tros, cuando en realidad, como todo el mundo sabía, no tenían
la menor intención de deponer las armas y en la negociación no
veían sino una oportunidad para expandir su poder políticocriminal.
Los resultados de esta política, que se prolongó durante casi
todo el mandato de Pastrana, fueron catastróficos:
•
•
•
•
•
Los secuestros en general se elevaron en 86% al pasar
de 1 986 en 1997, año anterior al inicio de la negociación, a 3 701 en 2001.
Los secuestrados muertos aumentaron en 135% al pasar de 100 en 1997 a 235 en 2000.
Las víctimas de masacres perpetradas por grupos armados irregulares se incrementaron en 149% al pasar de
563 en 1997 a 1 403 en 2000.
Los homicidios dolosos crecieron en 24% al pasar de
23 089 en 1998 a 28 837 en 2002.
El número de desplazados por la acción de los grupos
armados irregulares aumentó en un 920% al pasar de
37 960 personas en 1998 a 387 302 en 2002.
Además, la producción de droga se disparó. Mientras en
1998 se cultivó coca en 79 500 hectáreas, en 2000 se cultivó en
163 289, lo que equivale a un incremento del 105%. Esto fue
resultado de que las farc y los narcotraficantes asociados con
ellas sembraron grandes cantidades en el Caguán, como se designó a la “zona de despeje” en la que el gobierno permitía a los
guerrilleros hacer y deshacer sin que policía y ejército pudieran
intervenir.
Todo esto no es sino la demostración de lo absurdo que
resulta negociar con terroristas, sobre todo cuando éstos no tienen la menor intención de deponer las armas.
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Además, un gobierno que se sienta a negociar viola el principio de legalidad, base de toda convivencia civilizada, que
establece que la ley se aplica siempre, sin excepciones y sin consideraciones extra-jurídicas, estrictamente en los términos que
la propia ley prescribe. Negociar con grupos criminales es en sí
mismo delictivo, pues en el momento en que se sientan a hablar con los criminales en lugar de detenerlos, los gobernantes
ya están incumpliendo con su obligación.
Ciertamente, cuando los grupos criminales tienen una
fuerza igual a la del Estado es inevitable negociar, de la misma
manera en que los familiares de un secuestrado no tienen más
remedio que negociar con los secuestradores. Pero lo absolutamente inadmisible es negociar cuando el gobierno tiene el
poder suficiente para aplicar la ley.
La negociación a ultranza se ha erigido en un dogma de fe
de las clases políticas de muchos países de América Latina. Ante
toda transgresión a la ley por parte de grupos que aleguen motivaciones “políticas” o “sociales”, el consenso es que las autoridades públicas no deben castigar la transgresión, sino obviarla
y sentarse a negociar para ceder, tanto como sea posible, a las
exigencias de los transgresores.
De hecho, la regla no escrita es que si un grupo plantea
demandas legítimas y no recurre a la violencia es porque en realidad no tiene interés en promover su causa o carece de “fuerza”
y debe soslayársele.
Pero la negociación a ultranza, la negociación bajo coacción, no es un principio de una sociedad libre, sino la visión
que del mundo tienen los delincuentes. Los secuestradores no
tienen como objetivo primario asesinar o maltratar a la víctima,
sino negociar con sus allegados para obtener un rescate. Los
asaltantes quieren la bolsa, no la vida, y eso es lo que negocian
con sus víctimas. Los violadores negocian con sus víctimas para
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que ofrezcan la menor resistencia al ultraje a cambio de perdonarles la vida.
Además, la negociación a ultranza con los violentos no
resuelve conflictos sociales, sino los exacerba al incentivar el
empleo de la violencia.
El gobierno de Álvaro Uribe decidió romper con esa tendencia suicida de muchos gobiernos democráticos de negociar
con los terroristas; por el contrario, decidió combatirlos con
toda determinación, pero al mismo tiempo con un estricto respeto a los derechos humanos.
En ese sentido, Uribe adoptó frente a los grupos de autodefensa o paramilitares la misma postura de cero tolerancia que
frente a las farc o al eln. Es verdad que las autodefensas habían
surgido como una respuesta de grupos especialmente victimizados por los terroristas de ultra-izquierda ante la incapacidad
del Estado de proteger a gran parte de la población, pero luego derivaron en escuadrones de exterminio que cometieron un
gran número de atrocidades y que para financiarse terminaron
recurriendo al narcotráfico y a los secuestros, tal como lo hacían los grupos a los que combatían.
La política de aplicar la ley en lugar de negociarla con quienes la transgreden ha tenido resultados espectaculares:
•
•
Como ya se indicó, los secuestros con exigencia de rescate cayeron en un 92% entre 1999 y 2007, al pasar de
2 683 a 226. De esta manera, se impidieron 6 593 secuestros que habrían ocurrido de mantenerse la errónea
política anterior.
Los secuestros en general cayeron en un 87% entre 2001
y 2007 al pasar de 3 701 a 486. Esto quiere decir que se
impidió la ocurrencia de 15 478 secuestros en general
que habrían ocurrido de mantenerse la política anterior.
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•
•
•
•
Las muertes de secuestrados cayeron en un 97%, al
pasar de 235 en 2000 a siete en 2007. Se impidió así
que 865 personas, además de ser secuestradas, fueran
asesinadas.
Los homicidios dolosos se redujeron en un 40%, al pasar
de 28 837 (la cifra más alta en la historia de Colombia)
en 2002 a 17 198 en 2007. De esta manera se impidió
que un total de 34 143 personas fueran asesinadas,
lo que habría ocurrido si la anterior política se hubiera
mantenido. De haber existido en Colombia desde mediados de los ochenta una política criminal como la de
los últimos cinco años, este sufrido país con seguridad
podría haberse ahorrado unos 100 mil asesinatos.
El número de víctimas asesinadas en masacres se redujo
en un 91% al pasar de 1 403 en 2000 a 128 en 2007.
De este modo, en los últimos cinco años se impidió que
3 393 personas fueran asesinadas en masacres.
El número de personas que debieron abandonar los
lugares donde vivían debido al conflicto armado se redujo en un 68% al pasar de 387 302 desplazados en
2002 a 109 876 en 2007. De no haberse cambiado la
política anterior, los desplazados serían hoy entre 900
mil y 1 millón 300 mil, lo que habría representado toda
una catástrofe humanitaria.
La lucha por la seguridad democrática ha tenido sin duda
un alto costo. Desde agosto de 2002 y hasta diciembre de 2007,
murieron en cumplimiento de su deber 3 215 integrantes de la
fuerza pública y 9 213 fueron heridos.
Asimismo, en el periodo 10 698 miembros de grupos armados irregulares (farc, eln, paramilitares) fueron abatidos y
14 959 capturados.
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Pero más importante que las bajas causadas es el hecho de
que 14 456 combatientes de grupos irregulares se hayan desmovilizado y aceptaran reinsertarse en la sociedad. Para la mayoría de ellos no hay penas de cárcel. Si los terroristas en armas
desearan abandonar la violencia, es seguro que se emitiría una
amnistía amplia y podrían incorporarse a la vida legal sin riesgo.
Cuando la declinación de los grupos terroristas es clara,
parecería que el gobierno colombiano actúa con saña al intensificar sus acciones de represión legal, pero debe recordarse la
analogía de la enfermedad infecciosa: si se suspende la medicina
porque hay alivio, luego la recaída es peor que el padecimiento
original.
Por lo demás, cabe concluir este capítulo señalando que la
causa de las farc es indefendible. No se trata de una organización que, ante la represión de una dictadura que impide toda
forma pacífica de protesta, no tuvo más remedio que recurrir a
las armas para defenderse. Nada más falso.
Las farc son una organización criminal que busca derrocar
a un gobierno legítimo, democráticamente electo, respetuoso
de las libertades y derechos humanos y que posee los más altos índices de aprobación popular en la historia del país y por
encima de cualquier otro gobierno de América Latina. Por el
contrario, las farc merecen el rechazo total de una abrumadora
mayoría de los colombianos, quienes por millones han tomado
las calles para condenar los secuestros, asesinatos, atentados con
explosivos y demás atrocidades de los terroristas.
Durante más de cuatro décadas, las farc han desangrado y
llenado de sufrimiento a Colombia. Son responsables de decenas de miles de muertes, de cientos de masacres contra civiles,
de siete mil secuestros solamente en los últimos 10 años, de tortura contra rehenes, de decenas de miles de millones de dólares
perdidos en ataques contra la propiedad, del enrolamiento de
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niños y la esclavitud sexual de menores. Son también responsables de narcotráfico y de causar más víctimas por año en el
mundo a causa de minas antipersonales.
¿Y para qué es toda esta violencia? Para establecer una dictadura totalitaria, la cual cometería un genocidio como han
hecho todas las dictaduras totalitarias. Una vez en el poder, las
farc matarían muchas veces más personas de las que ya han
matado durante cuatro décadas.
México vive hoy un nivel de violencia jamás visto desde los
conflictos armados generalizados de las primeras décadas del
siglo xx. Sufrimos una “guerra”, con miles de muertos, por el
control del tráfico de drogas.
¿Y quiénes son los principales proveedores de estos sanguinarios criminales? ¿Quiénes son, en última instancia, los
principales causantes de la violencia que asola a México? Las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
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EPÍLOGO
HAY PROTECCIÓN
CONTRA EL SECUESTRO?
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que
a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse
los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad,
así como por la dignidad, se puede y debe aventurar la
vida.
Miguel de Cervantes Saavedra
En una sociedad libre, la principal justificación del Estado, si
no es que la única verdadera, es que garantice los derechos naturales de las personas a la vida, la propiedad, la libertad y la
seguridad.
Por desgracia, el Estado mexicano incumple ese deber primordial. Muchas personas que pagan sus impuestos para recibir en contraprestación un servicio de seguridad, no lo reciben
y deben hacer un segundo desembolso para protegerse por su
cuenta.
Si no puede censurarse que los individuos prefieran los servicios privados en lugar de los públicos, menos aún cabe reproche alguno cuando el Estado falla.
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Los expertos en seguridad privada sugieren desarrollar un
conjunto de medidas disuasivas y reactivas frente a la amenaza
de secuestro que atiendan las fases de este delito desde la perspectiva de los delincuentes, a saber: la observación y planeación, la ejecución, la negociación, la liberación y la situación
post-plagio. Además, las medidas se establecen con base en el
presupuesto de que disponga el sujeto de la protección.
Para la comisión de secuestros de alto impacto, los delincuentes siguen en un grado o en otro esa progresión de acciones. Primero eligen tentativamente “objetivos” de secuestro;
después tratan de obtener la mayor información posible; en
tercer término planifican la captura de la víctima y la estrategia
de negociación; proceden luego a la captura; la negociación se
desarrolla y, en la mayoría de los casos, liberan a la víctima tras
el cobro del rescate. En la realidad, cada fase está plagada de
alternativas y accidentes.
La víctima puede ser lesionada o asesinada durante la captura, la negociación o la liberación. Al término del secuestro, no
hay garantía plena para las víctimas y sus allegados de haberse
librado de los victimarios. Puede haber nuevos intentos de extorsión, amenazas y represalias, tanto si el plagio fue denunciado
como si no. Tampoco es improbable que otros miembros de la
familia sean plagiados, incluso por los mismos secuestradores.
Las medidas de protección deben considerar todos los posibles escenarios y desarrollarse en una serie de “glacis y pozos”
concéntricos como los que se utilizan en torno a las fortificaciones militares. En atención al concepto de redundancia, lo
que se busca es que si una medida falla, otra más pueda frenar
el avance del enemigo.
En teoría, la protección comienza por dificultar a los secuestradores la obtención de información sobre la víctima potencial. Rechazamos por completo la idea de que las víctimas
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del secuestro o de cualquier otro delito son “ostentosas” o
“descuidadas”. Las recomendaciones sobre “bajar el perfil” son
ridículas. Una de las cosas más difíciles de ocultar es la riqueza.
Lo que sí puede hacerse es desarrollar un conjunto de operaciones lógicas y tecnológicas para proteger información crítica. Las primeras, obviamente, resultan menos onerosas que las
segundas.
La idea es que el sujeto de la protección pueda controlar
o cuando menos saber quiénes tienen acceso a su información
crítica en el entorno inmediato (la información pública no se
puede controlar). En caso de que el secuestro ocurra, es más
fácil determinar quiénes del entorno cercano pudieran estar
implicados.
Es probable que, frente a las dificultades de acceso a la información, algunos delincuentes desistan de sus propósitos.
Ahora bien, la mayoría de los delincuentes pueden decidir
seguir adelante aún si la información es insuficiente o cuando la
consiguieron pese a las protecciones (y con más razón cuando
no está protegida). Lo que procede entonces es proyectar una
imagen de dificultad para la comisión del secuestro, de tal suerte que los delincuentes se disuadan.
La mayoría de los secuestros ocurren en los traslados que
hace la víctima entre sus lugares habituales. Para reducir el riesgo hay un conjunto de medidas lógicas y de protección física.
La más conocida es el cambio de rutinas y la protección física
mediante el uso de vehículos blindados. Esto no excluye proteger los lugares de visita y estancia habitual.
En esta fase, las medidas elegidas deben buscar una combinación entre disuasión, protección y registro de información
para conjurar el secuestro o para reaccionar de la mejor manera
posible si el plagio se produce de todos modos. Además, las medidas de cada tipo deben ser redundantes y no deben interferir
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unas con otras. Por ejemplo, las cámaras de circuito cerrado o
las escoltas cumplen la tarea de enviar mensajes disuasivos, pero
además de ello, las primeras registran información y las segundas ofrecen una posibilidad de repeler la agresión.
Ante esta percepción de dificultad y riesgo, la mayoría de
los delincuentes que habían decidido seguir adelante pueden
desistir. Para repeler una agresión o para reaccionar de la mejor
manera si el secuestro se consuma, las medidas de la fase anterior son igualmente válidas.
Ante todo plagio, la recomendación de los expertos privados y la nuestra es la de denunciar siempre, no sólo porque es
una obligación legal hacer tal recomendación, sino porque con
denuncia de por medio hay más posibilidades de que la víctima
salga con vida, no vea afectada su integridad física e incluso se
pueda negociar un menor monto de rescate.
Empero, la denuncia no debe hacerse sólo ante un policía
o un ministerio público. Es indispensable entrar en contacto
con el procurador, ya sea el titular de la Procuraduría General
de la República o el titular de la procuraduría de la entidad federativa respectiva. Esto debe ser así porque de otra manera se
diluyen las responsabilidades y el interés que la autoridad pone
en el caso es menor. Además, de preferencia, los familiares de
la víctima deben actuar con el apoyo de alguna organización,
ya sea una cámara empresarial u otro organismo social, a fin de
ejercer mayor presión sobre las autoridades.
Somos muy críticos sobre la actuación de la policía y del
ministerio público, pero la experiencia ha probado que más
vale denunciar que no hacerlo.
Esto no excluye que, si los familiares lo desean y disponen
de los recursos necesarios, se valgan de la asesoría de expertos
realmente calificados e íntegros para verificar que las autoridades actúen adecuadamente.
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Lograda la liberación de la víctima, es necesario tanto someterla en un tiempo prudente a la terapia especializada, como
adoptar medidas adicionales ante el riesgo de amenazas o represalias de los secuestradores.
Por lo que hace a los secuestros exprés, ninguna de las medidas anteriores sale sobrando, pero hay algunas recomendaciones específicas de los expertos en consideración del perfil de las
víctimas de esta modalidad de plagio.
Para quienes conducen su vehículo, los expertos recomiendan adquirir blindaje ligero o un vehículo con dicho blindaje de
fábrica. Este blindaje es suficiente protección frente a los delincuentes que utilizan armas cortas, que es el caso de los plagiarios
exprés.
Y tanto si se cuenta con un vehículo protegido como si
no, otras recomendaciones son: mantener arriba los vidrios de
las ventanas y las puertas cerradas; estar vigilantes al abordar
el vehículo, transitar o descender del mismo; evitar cruceros
conocidos por su alto riesgo; mantener comunicación vía teléfono celular ante la percepción de riesgo; aproximarse a agentes
de la policía en caso de percibir peligro.
Para los usuarios de taxis, las sugerencias son: utilizar preferentemente vehículos de sitio; mantener comunicación vía
teléfono celular ante la percepción de riesgo; si se va a tomar
un taxi libre, preferir aquellos de los que haya descendido una
persona con el mismo perfil de uno; descender del vehículo a
la menor oportunidad si se perciben maniobras sospechosas del
conductor, como comunicaciones con otros conductores que
pueden ser sus cómplices.
Insistimos en que no podemos desalentar a quienes tratan
de protegerse ante la falla del gobierno y del Estado, pero toda
medida puramente defensiva, aun la más sólida, es vencible,
y la autoprotección no es nuestra propuesta política. A lo que
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convocamos es a la organización y a la movilización hasta obligar a los gobernantes –desde el Presidente de la República hasta
el último policía de crucero– a cumplir con la tarea que les
encomendamos al contratarlos.
El problema del secuestro está muy lejos de ser resuelto. Al
momento de entregar el manuscrito de esta obra, había signos
muy claros de que estamos ante la tercera gran oleada del secuestro en México y de que los plagios están repuntando.
Los grupos subversivos están cometiendo más secuestros,
además de atracos contra transportes de valores. Supuestamente,
el epr y otros grupos estarían acumulando grandes cantidades
de dinero, ya sea para incursionar en grande en el narcotráfico
(como las farc) o para preparar una campaña terrorista de
alto perfil con motivo del bicentenario de la Independencia
de México y el centenario de la Revolución mexicana.21
En 2007, los secuestros de alto impacto denunciados crecieron en un 33% con relación al año anterior. En los primeros
cinco meses de 2008, los plagios aumentaron en forma acelerada en distintos puntos del país.
En Tabasco, durante el gobierno de Manuel Andrade Díaz,
hubo una burda manipulación de datos para simular seguridad
y eficacia de la procuración de justicia. Supuestamente no hubo
secuestros, aunque sí los hubo según dieron cuenta numerosas
notas periodísticas. Pero en 2007, y sobre todo en 2008, la situación se ha agravado aceleradamente.
En 2007, oficialmente hubo 10 secuestros en Tabasco. Pero
hasta el 30 de marzo de 2008, según reportes de prensa, ya se
habían cometido 28 secuestros, y de mantenerse este ritmo el
año podría concluir con más de 100 plagios, es decir, 10 veces
más que el año anterior.
21
Pablo César Carrillo, “El patriarca de la guerrilla”, Excélsior, 18 de
noviembre de 2007.
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En la Chontalpa (compuesta por los municipios de Cárdenas, Comalcalco, Cunduacán, Huimanguillo y Paraíso), una de
las cinco regiones del estado, entre el 23 de febrero 2007 y el 8
de febrero de 2008 ocurrieron 20 secuestros cuyos autores casi
en su totalidad están impunes.
En el Distrito Federal, en el primer cuatrimestre del año los
secuestros habían subido 76% con relación al mismo periodo
del año anterior. De mantenerse la tendencia, al final de 2008
podrían haberse cometido más de 200 plagios de alto impacto.
La capital del país podría entrar así en su peor etapa de plagios.
En el Estado de México, de mantenerse las tendencias del
primer trimestre de 2008, el año terminará con 46% más secuestros que en 2007.
En Baja California, con 23 secuestros denunciados en el primer cuatrimestre, al final del año habría 70 plagios, lo cual significaría un incremento del 250% con relación al año anterior.
Es un hecho que, más allá de las cifras oficiales, en Tijuana
desde 2006 los plagios se triplicaron y se cometen más de 100
por año.
Los plagios están llegando hasta lugares inesperados. Tal
es el caso del municipio de Los Cabos, Baja California Sur,
de gran importancia turística y con una población que no
supera los 180 mil habitantes. Ahí no ocurrían secuestros, y
de pronto en 2007 hubo nueve. Es decir, debe tratarse de la
localidad con más plagios en el mundo: 50 por cada millón
de habitantes.
Por lo demás, y como se ha insistido por años, el número
real de secuestros es superior al de los denunciados. Mientras
que el snsp registró 435 secuestros en 2007, la Policía Federal
Preventiva (pfp) contabilizó 1 017,22 una cifra 134% mayor.
22
“El Estado de México, segundo lugar en secuestros: pfp”, El Sol de
Toluca, 8 de febrero de 2008.
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Según la pfp, en el Distrito Federal no hubo 112 secuestros
en 2007, como consta con base en las denuncias ante la procuraduría capitalina, sino 481; en el Estado de México en realidad
hubo 347 plagios en total frente a 52 denunciados.
Ante la nueva oleada del secuestro, dos hechos son motivo
adicional de alarma. Por un lado está la negociación que mediante intermediarios el epr mantiene con el gobierno federal,
negociación que era secreta hasta que la denunciamos y se tuvo
que volver más o menos pública.
Ante la revelación, el epr negó que negociara con el gobierno y mucho menos “en lo oscurito”. La reacción es lógica
pues el capital político del grupo terrorista se finca en la intransigencia y la “pureza” revolucionaria. Pero esa pureza no es
tan pura.
Hace 21 años, los líderes del grupo terrorista Unión del
Pueblo, quienes después pasarían a formar parte del Partido
Revolucionario Obrero Clandestino y finalmente de lo que
hoy es el epr, mantuvieron acuerdos secretos con el entonces
subsecretario de Gobernación para el área de seguridad nacional, Fernando Gutiérrez Barrios. Tras la detención de varios
miembros de la Unión del Pueblo, Gutiérrez Barrios acordó
con Felipe Martínez Soriano y otros líderes del grupo terrorista
(especializado en poner bombas) que podían actuar con impunidad siempre y cuando concentraran su esfuerzo en contener
al Partido Comunista Mexicano y al Partido Revolucionario de
los Trabajadores, con quienes disputaban el control de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.
En esas conversaciones, por cierto, Gutiérrez Barrios les
platicó a sus interlocutores que cuando la Dirección Federal de
Seguridad detuvo a Fidel Castro, Ernesto Guevara y seguidores
de ellos en los años cincuenta, fue el propio Gutiérrez Barrios
quien los liberó y desde entonces trabó amistad con Castro.
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Llama la atención que dirigentes de la Unión del Pueblo
como Martínez Soriano y su hija no corrieran la misma suerte
que muchos integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre o de otras organizaciones, los cuales fueron desaparecidos
y asesinados.
En 1994, Arsenio Farell fue puesto al frente de un grupo de
investigadores para dar con los autores de los secuestros de Alfredo Harp y Ángel Losada, quienes resultaron ser los mismos
que cometieron atentados con explosivos tras la sublevación en
Chiapas del 1 de enero de ese mismo año, es decir, los integrantes del procup.
Los investigadores pudieron establecer la identidad de los
terroristas y su ubicación aproximada, pero cuando se disponían a detenerlos recibieron la orden de no hacerlo ¿Acaso por
una nueva negociación?
El gobierno se equivoca al negociar con terroristas, y peor
aún con unos que ni remotamente están dispuestos a deponer
las armas. No va a resultar de ello nada bueno para el país, y sí,
en cambio, un fortalecimiento del grupo subversivo.
Es falsa la disyuntiva entre negociar o aplastarlos. Se debe
aplicar la ley a todo aquel que la transgreda. Punto.
Nos oponemos a toda acción ilegal y criminal para combatir el delito. Así como condenamos el secuestro, condenamos
las detenciones ilegales, las desapariciones forzosas e involuntarias, la tortura, las ejecuciones extrajudiciales o la toma de
familiares como rehenes.
Se nos dirá que no se puede ni se debe combatir con represión a los problemas sociales y que “la violencia solamente
engendra más violencia”, pero analicemos cada uno de estos
argumentos.
Veamos primero las supuestas raíces sociales del terrorismo
y en general de la delincuencia. Existe una cantidad abruma-
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dora de evidencia que demuestra que no hay tal determinación
económico-social del crimen. Ni el nivel de desarrollo de un
país, ni el índice de desarrollo humano o de marginación, ni
el índice Gini o grado de desigualdad en la distribución del
ingreso, ni el grado de carestía, ni el ritmo de crecimiento de la
economía o el desempleo explican las diferencias en la incidencia criminal entre jurisdicciones o en diferentes momentos.23
La pobreza no es la raíz del terrorismo, fenómeno universal
que ha alcanzado a las naciones más ricas. Los terroristas en su
gran mayoría tampoco son pobres, sino que se encuentran por
arriba de la media de ingresos (el “pobre” Osama Bin Laden
apenas tiene una fortuna de 300 millones de dólares).
Argentina es uno de los casos a los que con frecuencia se
alude para apoyar el discurso que atribuye el ritmo y tendencia del crimen a los factores económicos En ese país, dicen, el
“neoliberalismo” provocó la peor crisis económica y eso desató
la delincuencia. Pero el hecho es que la delincuencia no creció sustancialmente. En Buenos Aires, donde se concentra la
tercera parte de la población y la mayor parte de la actividad
económica del país, el índice general de delitos (suma de todos
los tipos penales), tanto de los denunciados como de los no denunciados, se mantuvo básicamente sin variación. En 1997, el
44% de los bonaerenses fueron victimizados, y en los años del
desplome económico (2001 y 2002) la victimización fue incluso inferior: 39% y 42%, respectivamente.24 Lo mismo ocurrió
con los delitos en contra de la propiedad: 39% de victimización
en 1997 y 33 y 36% en 2001 y 2002, respectivamente.
23
Verónica Carpintero, “La economía como excusa y como señuelo”,
en Seguridad ¡Ahora!, 2006, México, pp 169-201; en: http://www.seguridadjusticiaypaz.org/
24
Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación,
Estudio de victimización Gran Buenos Aires 2003, julio de 2004.
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¿Por qué entonces existe la impresión de un gran auge criminal? Porque hubo un delito que sí creció exponencialmente:
el secuestro (80% del cual es exprés). Según la policía, en Buenos Aires los secuestros pasaron de 18 en 2000, a 46 en 2001,
296 en 2002, 226 en 2003 y 158 en 2004. La razón es simple:
muchos ahorradores prefirieron guardar su dinero en sus casas
ante el temor de que el gobierno los robara (como en parte hizo
con el “corralito” o la prohibición de que los cuentahabientes
retiraran sus ahorros), situación que los delincuentes habituales
aprovecharon pues vieron en ella una oportunidad de obtener
dinero rápido y fácil que estaba en las casas, no en los bancos.25
Una vez que desapareció el “corralito”, los secuestros exprés
descendieron de forma abrupta y “milagrosa”.26
Por lo que hace al trillado y equivocado aforismo de que
“violencia solamente engendra violencia”, es demasiada obvia la
refutación, pero hay que repetirla: si lo contrario –la no violencia– impidiera la violencia, ésta hace mucho que no existiría,
pues la inmensa mayoría de quienes la sufren ni siquiera intentan hacer uso de su derecho natural a defenderse.
No. Lo que engendra la violencia, lo que envalentona a los
terroristas y a los criminales en general, es la no resistencia, la
omisión del Estado en su función y las políticas claudicantes de
apaciguamiento y negociación de la ley. Pedir que ante el delito
violento el Estado –quien tiene el monopolio de la violencia
legítima– no reprima, equivale a instaurar la ley de la selva y
garantizar la impunidad de los violentos.
25
bbc, “Argentina: sube y sube el secuestro”, 21 de junio de 2004; El
Clarín, “Varones, jóvenes y en auto, los preferidos de los secuestradores”,
14 de julio de 2002; y Gustavo Allende, “Los secuestros en Argentina”, en
www.elsecuestro.freeservers.com/
26
Leopoldo Escobar, “El Estado ¿garante o violador del derecho a la seguridad?”, pp. 20-21, en http://www.seguridadjusticiaypaz.org/articulo14.htm
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El otro gran hecho ominoso respecto al secuestro es el retorno a la idea de que la mejor manera de combatir este delito
es perseguir a sus víctimas.
El 24 de noviembre de 2007, representantes de todas las
procuradurías del país que conforman el Grupo de Planeación y Análisis Estratégico para el Combate al Delito de Secuestro acordaron reformas legales a fin de que se congelen
las cuentas bancarias y demás bienes de las víctimas de plagio y
de sus familiares, para que así, supuestamente, ya no se paguen
rescates.27
Con esto, aseguraron los representantes de las procuradurías, se lograría la erradicación del secuestro pues ante la imposibilidad de obtener rescates los plagiarios dejarían de ver un
negocio en privar a las personas de la libertad.
Pero en realidad, el objetivo de esta monstruosa medida no
es reducir o erradicar el secuestro, sino impedir que los plagios
se denuncien para así simular que ese delito baja o quitarse la
presión de la opinión pública.
De darse la reforma legal, las procuradurías se enterarían
de los secuestros de la manera en que hoy lo hacen en forma
mayoritaria: gracias a las denuncias. Así, tendrían conocimiento de muy pocos casos pues los familiares de las víctimas no
presentarían las denuncias ante el temor de poner en mucho
mayor riesgo la vida de sus seres queridos, pues las cuentas bancarias quedarían de inmediato congeladas. Los secuestradores,
iracundos, tomarían las mayores represalias.
¿Qué ocurrirá entonces? Los familiares tendrán que negociar con los delincuentes sin intervención de las procuradurías
ni la menor posibilidad de que los plagiados puedan ser rescatados y los secuestradores detenidos.
27
“Acuerdan procuradores de justicia seis acciones para combatir secuestros”, La Jornada, 25 de noviembre de 2007.
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Y esto hará que los secuestradores negocien desde una mayor posición de fuerza y cometan actos de mayor crueldad para
obtener rescates más cuantiosos, a sabiendas de que no habrá
operativos de rescate y no serán detenidos.
La reforma legal, en suma, tendría tres efectos principales:
•
•
•
Cesaría la presión sobre las procuradurías para que
combatan al secuestro.
Se aumentarían los riesgos de mutilación, tortura y asesinato de los secuestrados.
Se garantizaría la impunidad de los secuestradores
y, consecuentemente, habría muchos más plagiarios y
mucho más secuestros.
De lo que se trata con esta reforma no es en modo alguno
de combatir al secuestro, sino de acallar la protesta. El mensaje
implícito en la renovada amenaza de castigar a las víctimas es:
“cállense o les va ir peor”.
Por tanto, las perspectivas del secuestro en México son muy
oscuras. La clase política y las burocracias del sistema de justicia
penal, lejos de representar el interés de la sociedad, se han confabulado en contra de los gobernados.
El secuestro y asesinato de Fernando Martí desencadenó
una ola de indignación social en México en contra de los plagios y la inseguridad pública en general. Además, al clima de
crispación social ha venido a sumarse una ola de violencia homicida jamás vista, en la cual los protagonistas son bandas de
narcotraficantes.
El 30 de agosto de 2008, en más de 40 ciudades del país,
marchamos cientos de miles de manifestantes en demanda de
que, de una vez por todas, se ponga fin a esta situación intolerable. Durante los actos resonaron las palabras de Alejandro
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Martí, padre de Fernando, quien en la sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública del 21 de agosto de 2008 les espetó
a nuestros gobernantes el sentir de la inmensa mayoría de mexicanos: “Si no pueden, ¡renuncien!”.
En dicha reunión fue aprobado el Acuerdo Nacional por
la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, el cual consta de 75
medidas con las que supuestamente la crisis será superada y el
país regresará a los niveles de seguridad relativa que imperaban
30 años atrás.
Pero en ese documento no hay nada que mueva al optimismo. Algunas medidas son atinadas, las veníamos proponiendo
desde hace tiempo y no entendemos por qué no se habían aplicado. Otras son erróneas y lejos de ayudar a combatir los plagios,
limitarán todavía más las libertades. Los políticos mexicanos
nunca entienden la extrema simulación que implica pretender
combatir delitos prohibiéndoles (cuando ya están prohibidos
en el código penal), pues precisamente lo que caracteriza a un
delincuente es su propensión a violar la ley. Tal es la intención
detrás de casi prohibir la telefonía celular de prepago, como si
los registros draconianos fueran a detener a los plagiarios.
Algunas medidas como el “observatorio ciudadano” han
sido concebidas –muy en el estilo de los políticos autoritarios
mexicanos– para la mediatización del descontento social, la cooptación de autonombrados “representantes de la sociedad civil” y la invención de interlocutores cómodos (“constructivos”)
para los gobernantes.
Los ciudadanos no quieren zanahorias, atole con el dedo,
ni simulación. Quieren resultados tangibles. No necesitamos
juntas de notables, ni intermediarios, ni tutores.
Los ciudadanos quieren justamente aquello de lo que carece el documento: compromisos concretos de reducción del crimen y la impunidad (en términos de porcentajes, tasas y cifras
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absolutas), a cumplirse en plazos perentorios, con sanciones
para quienes no cumplan.
Lo único que haría viable un verdadero principio de solución ante el secuestro y la inseguridad sería que los gobernantes
adoptaran estos seis compromisos mínimos:
1. Reducción de la incidencia de secuestros en un 50%, al
nivel de 2005, que según la estadística oficial es el más
bajo en 15 años.
2. Cumplir la totalidad de las órdenes de aprehensión de
secuestradores y confinar a los ya presos en penales de
alta seguridad.
3. Reducir la incidencia de los delitos en 10%, sobre todo
los graves.
4. Aprobar un programa nacional con metas para reducir
progresivamente los delitos, y en el caso del secuestro,
para erradicarlo a más tardar en 2012.
5. Dar inicio a una radical y completa depuración de las
policías, al mismo tiempo que se mejoran en 100%
los salarios de los agentes a fin de atraer a las filas de
las corporaciones a las mejores y no a las peores personas.
6. Cese inmediato de las violaciones a los derechos a la libertad de tránsito y a la libertad personal. Fin a retenes,
redadas y revisiones ilegales de personas y vehículos. No
sólo son anticonstitucionales y facilitan los abusos, sino
que han probado ser absolutamente ineficaces contra la
delincuencia. Al crimen no se le combate cometiendo
crímenes.
Ante la casi absoluta carencia de voluntad de las autoridades del Estado mexicano, los ciudadanos debemos redoblar la
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lucha ciudadana para obligarlas a cumplir con la tarea que les
hemos encomendado y por la cual pagamos una parte sustancial de la riqueza que generamos.
La lucha será ardua y difícil. Pero acostumbrarnos a vivir en
el terror no es una opción.
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APÉNDICES
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VÍCTIMAS DE SECUESTRO
ASESINADAS EN MÉXICO 19702008
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
Fecha
04/11/1971
06/25/1971
02/03/1972
03/14/1972
07/21/1972
09/15/1972
10/11/1972
03/07/1973
09/11/1973
09/12/1973
09/15/1973
09/15/1973
09/15/1973
09/17/1973
09/17/1973
10/10/1973
01/20/1974
03/23/1974
03/29/1974
05/26/1974
05/26/1974
06/15/1974
08/04/1974
08/30/1974
08/30/1974
11/24/1974
Víctima
Agustín Bautista Cabrera
José Becerra Luna
Miguel Flores Jara
Alfonso Vergara Carmona
Jesús Guerrero Islas
Agustín Saldaña
Luis Alberto Mejía
Francisco Sánchez López
José Antonio Lozano Aguilar
Rubén Enciso Arellano
Gabino Gómez Roch
Telésfora Vargas de Soto
Miguel Soto
Bernabé Flores Oropeza
Eugenio Garza Sada
Fernando Aranguren Castillo
Raymundo Soberanis
Alfredo Rojas Vela
Filogonio Justo Graciano
Guillermo de la Peña
Aurora Ruiz de de la Peña
Rogelio Peralta Alvarado
Pedro Sarquís
Margarita Saad viuda de Baz
Emiliano García
Enrique Mercado Estrada
Condición
Lugar
Guerrero
Guerrero
Tlaxcala
Veracruz
Veracruz
Sinaloa
Nayarit
Guerrero
Sinaloa
D.F.
D.F.
Guerrero
Guerrero
D.F.
Nuevo León
Jalisco
Guerrero
Guerrero
Guerrero
Guerrero
Guerrero
Morelos
Jalisco
Guerrero
Guerrero
Zacatecas
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35
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37
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40
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42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
Fecha
01/05/1975
02/02/1975
10/29/1975
12/15/1975
12/29/1975
03/31/1976
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07/31/1983
07/31/1983
07/31/1983
09/03/1983
11/11/1983
08/15/1984
08/15/1984
12/10/1984
04/15/1985
12/24/1985
13/04/1986
02/08/1986
Víctima
María Ángeles Lárraga L.
José Luis Soto
Salvador Rodríguez Chávez
T. Quiroga
Élfego Coronel Ocampo
José Hernández Gallardo
Martín Fernández Cuevas
Hermenegildo T. Velasco
Joaquín Marroquín Negrete
Margarita Wurtz de Keller
Hugo Margain Charles
Ángel Junco Aussenac
Isidoro Cabello Aguillón
Jesús Quesada Domínguez
Lizania Pérez Grovas
Hugo Colín
Mario Perera Rodríguez
Elías de la Peña
José María Arreola Castillón
Antonio “N”
Lázaro Arreola Cortés
Manuel Coló Plata
Iván Heredia Baylón
Marco Antonio Heredia Baylón
Salvador Uribe Orozco
Jorge Blanco Torres
Luis Erasmo Hidalgo
Jesús Ramírez Prado
Juan Manuel Tapia Marques
56 22/10/1986 Hernán Marcelo Villareal
57 01/11/1986 Merliy Yuridi Mondain Segura
58
59
60
61
22/03/1987
04/10/1987
23/05/1988
01/07/1988
David Encino Varela
Jorge Díez
Raúl Katain Duchetau
Elías Reyna
Rafael Serralde Xolpa
62 07/08/1988
o Serral Tolapa
Condición
Menor (10)
Lugar
San Luis Potosí
Sinaloa
Nayarit
Guerrero
Morelos
Puebla
Guerrero
Guerrero
D.F.
D.F.
D.F.
México
Querétaro
Guerrero
Morelos
Morelos
D.F.
Baja California
Baja California
Baja California
Michoacán
D.F.
Jalisco
Jalisco
México
D.F.
D.F.
Texcoco, Méx.
D.F.
Menor (9), hijo
de Gustavo
Villareal de la
Fuente
Menor (6),
su papá era
funcionario del
hotel Acapulco
Plaza
Ganadero
Padre
Empresario
Empresario
Acapulco, Gro.
Comerciante
D.F.
Monterrey, N.L.
Texcoco, Méx.
D.F.
D.F.
Colima
168
inseguridad.indd 168
21/10/08 23:41:34
63
64
65
66
67
Fecha
09/11/1988
01/01/1989
01/01/1989
01/02/1989
17/04/1989
Víctima
Juan Francisco Soria
Rafael Boxi Uscanga
Rodolfo Silva Villanueva
Eduardo Schoeder González
Ángel Merelles Díaz
Condición
Estudiante
Comerciante
Menor (6)
Lugar
Acapulco, Gro.
D.F.
La Barca, Jal.
D.F.
D.F.
68 17/04/1989 Jesús Chacón Pérez
Empresario
industrial
México
69 01/05/1989 José Reyes Fonseca
Comerciante
San Agustín,
Méx.
70 17/07/1989
Luis Emilio Pineda Cuevas
71 03/09/1989 Ricardo Morales Salazar
72
73
74
75
76
77
09/01/1990
02/03/1990
02/03/1990
20/03/1990
07/05/1990
01/06/1990
José Álvarez
Carlos Hernández Guzmán
Cira Carvajal
Jesús Israel Jiménez Valladares
Rodolfo Ramón Estrada
Edilberto Ruiz Ramos
78 25/06/1990 Marco Antonio Infante Bustos
Hijo de
comerciante
Subgerente de
Autotransportes
Líneas de México
Ganadero
Menor
Menor (8)
79 25/06/1990 Mauricio Acevedo Urbina
80 30/06/1990
Domingo Aragón Castillo
Rico
81 11/07/1990 Irineo Flores González
82 30/08/1990
José Sergio Mendoza
Hernández
83 01/09/1990 Eneida Antonio Rincón
84 16/10/1990 Carlos Sánchez Herrera
85 09/11/1990 Javier Testas Regueiro
86 13/11/1990 Jesús Pineda
87 14/11/1990 Rafael García Plá
Delfina Hernández
88 15/12/1990
Nepomuceno
89 15/12/1990 Ignacio de la Rosa
Adriana Rosenet Ramírez
90 22/12/1990
Rivera
91 01/01/1991 Bonifacio García Castro
Agricultor
Agricultor
Iguala, Gro.
D.F.
Acaponeta, Nay.
Acapulco, Gro.
Acapulco, Gro.
D.F.
D.F.
Puebla
Lázaro Cárdenas,
Mich.
Lázaro Cárdenas,
Mich.
Jonacatepec,
Mor.
Villa Nicolás
Romero, Méx.
Comerciante
D.F.
Comerciante
Tecpan de
Galeana, Gro.
Menor (10)
Jalapa, Ver.
Comerciante
Médico
D.F.
Acapulco, Gro.
Puebla, Pue.
Madre
Jalapa, Ver.
Hijo (6)
Jalapa, Ver.
Menor (15)
Jalapa, Ver.
Coyuca de
Benítez, Gro.
169
inseguridad.indd 169
21/10/08 23:41:34
Fecha
Víctima
Condición
92 01/01/1991 Fortunato Coria Blanco
93 01/01/1991 Justino Morales Uricán
Agricultor
94 01/01/1991 Ricardo “N”
95
96
97
98
01/03/1991
01/05/1991
01/06/1991
01/06/1991
Guillermo Marcial Andrés
Cristina Ramírez Barragán
Fidel Juárez
Francisco González Rivera
100 03/09/1991 Rafael Carrasco Osuna
101 13/11/1991 Diego García Muñoz
102 11/12/1991 Marco Antonio Valdez Urbina
Hijo de
empresario
transportista
Ganadero
Menor
Comerciante
103 01/01/1992 Vicente Martínez Tapia
Comerciante
104 04/02/1992 Constantino Morales Gonchi
105 01/06/1992 Antonio Álvarez Fernández
106 01/06/1992 Ciro Valdivia Pérez
Ganadero
99 01/09/1991 Efrén Hernández Bernal
107 01/06/1992 Esposa de Ernesto Yáñez
108 01/06/1992 Heraclio Valdés Rocha
109 01/06/1992 Maclovio Moreno García
Empresario
110 01/06/1992 Roberto Calderón Ramírez
111 01/06/1992 Salvador Ruiz
112 18/07/1992 Adán Pelayo Casillas
113 22/08/1992 Gabino Noval
Ex presidente
de la Canaco
y secretario de
finanzas del pri
estatal
Empresario
114 07/01/1993 Roberto Ríos
115 01/02/1993 Rodolfo Peña
Hijo de Rodolfo
Peña, agricultor y
político
116 02/04/1993 Jorge Velasco
Comerciante
117 02/04/1993 José Antonio Pérez García
Comerciante
118 13/04/1993 Rodolfo Camacho Rueda
119 19/05/1993 Álvaro Díaz Sánchez
Menor
Lugar
Coyuca de
Benítez, Gro.
México
Coyuca de
Benítez, Gro.
Morelos
Morelia, Mich.
Moroleón, Gto.
Nayarit
Acapulco, Gro.
Culiacán, Sin.
D.F.
Mazatlán, Sin.
Izúcar de
Matamoros, Pue.
Guerrero
Baja California
San Luis Potosí
Izúcar de
Matamoros, Pue.
Michoacán
Hermosillo, Son.
Apatzingán,
Mich.
Querétaro, Qro.
Tijuana, B.C.
D.F.
Buena Vista
Tomatlán, Mich.
Sinaloa
Cd. Victoria,
Tamps.
Cd. Victoria,
Tamps.
Apatzingán,
Mich.
Oaxaca
170
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21/10/08 23:41:34
120
121
122
123
124
Fecha
19/05/1993
01/06/1993
01/06/1993
01/06/1993
01/06/1993
Víctima
Edgar Díaz Sánchez
Carlos Enrique Lesher
Hombre no identificado
Javier Vidales López
Mujer no identificada
125 20/06/1993 Santiago Cruz Aquino
126
127
128
129
25/08/1993
17/10/1993
24/11/1993
20/01/1994
Condición
Menor
Ganadero
Empresario
industrial
Paulino Michel Llamas
Joel López Martínez
Joel Porras Martínez
Anselmo González Galeana
Rafael Martínez de Alba
130 14/02/1994
Buenrostro
Empresario
Ganadero
131 01/05/1994 Amalia Peña viuda de Coppel
Madre de los
propietarios
de una cadena
de tiendas de
electrodomésticos
132 06/05/1994 Francisco Álvarez Farber
133 01/06/1994 Carlos Hoeffer Escalante
134 01/06/1994 José Antonio Herrera Martínez
Empresario
México
135 01/06/1994 José Martínez Santos
136
137
138
139
01/06/1994
01/06/1994
01/06/1994
14/06/1994
Moisés Valtum Rayek
Ramiro Velázquez González
Samuel Sánchez Arriaga
Reyna Jiménez De Díaz
140 30/06/1994 Roberto Barajas Nava
141 10/07/1994 Julio Cesar Urrea
José Guadalupe Guzmán
142 30/07/1994
García
143 01/08/1994 Misael Núñez Pineda
144 01/09/1994 Alejandro Sifuentes Pizarro
Laura Elizabeth Flores
145 01/09/1994
Fernández
146 12/10/1994 Ángel Augusto López Canto
147 12/10/1994 Ángel López Canto
148 25/10/1994 Guillermo Abascal Gómez
149
150
151
152
26/12/1994
26/12/1994
01/01/1995
26/01/1995
Antonio García Posada
Luis Torres Baños
Emilio Vázquez Paz
Josefina Montoya Feliciano
Lugar
Oaxaca
Escuintla, Chis.
Guerrero
Uruapan, Mich.
Guerrero
Tehuantepec,
Oax.
Guadalajara, Jal.
Oaxaca
Acapulco, Gro.
Acapulco, Gro.
Ganadero
Mazatlán, Sin.
D.F.
Hermosillo, Son.
D.F.
Chucándiro,
Mich.
México
Ayutla, Gro.
Michoacán
D.F.
Lázaro Cárdenas,
Mich.
Tijuana, B.C.
Colima
Menor
D.F.
Durango
Durango
Abogado
Empresario
Hijo del
empresario Jesús
Abascal
Ganadero
Ganadero
Empresario
Menor
Yucatán
Yucatán
Tulancingo,
Hgo.
Escuintla, Chis.
Oaxaca
Oaxaca
D.F.
171
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21/10/08 23:41:34
Fecha
Víctima
153 19/02/1995 José Pinto Villalobos
Condición
Ganadero
154 22/04/1995 Humberto Castillo
155 01/05/1995 Jesús Paz Paredes
156 12/05/1995 Heriberto Flores Hernández
157 01/06/1995 Ernesto Ávila
Comerciante
Agricultor
158 01/06/1995 Irma Rodríguez Núñez
Madre e hija
159
160
161
162
163
164
165
166
167
01/06/1995
01/06/1995
01/06/1995
01/06/1995
08/06/1995
08/06/1995
05/07/1995
13/07/1995
23/07/1995
Isidro González
Isidro González Cuevas
Jorge Luis Romero Matán
Persona no identificada
Enrique López Gordillo
José Lastra Moreno
Maximino Soto Martínez
Jaime Lesher Torres
Francisco Javier Reséndiz
Ganadero
Ganadero
Ganadero
Ganadero
168 01/08/1995 Luis Olvera Grajales
169 01/08/1995 Omar Escobar Mendoza
Comerciante
170
171
172
173
174
Materialista
Comerciante
30/08/1995
30/08/1995
29/09/1995
14/10/1995
27/10/1995
Ángel López Sánchez
Manuel Calderón González
Fidencio Quintanilla Bravo
Otón García Enríquez
Jaime de Jesús Badillo Austria
Consuelo María Castro
175 01/11/1995
Insunza
Cristian Francisco Schmidt
176 01/11/1995
Espinosa
177 01/11/1995
Francisco de Asis José Grande
Tejeda
Empresario
Menor (8)
Menor (16) hijo
del comerciante
José Francisco
Schmidt Gallardo
Empresario
178 01/11/1995 José Luis Santillanes
179
180
181
182
14/11/1995
19/11/1995
27/11/1995
13/01/1996
Ángel Chávez Cortés
Luis Roberto Maciel Espino
Jaime Camacho Cepeda
José Antonio Rivero
183 25/01/1996 José Manuel Torres Prado
184 08/02/1996 No identificado
185 14/02/1996 Rosa Elba Frank Ramírez
Agricultor
Agricultor
Comerciante
Funcionario de
la Universidad de
Puebla
Menor
Lugar
Guadalajara, Jal.
Huimanguillo,
Tab.
Oaxaca
Atoyac, Gro.
Michoacán
Zihuatanejo,
Gro.
Michoacán
Michoacán
Chihuahua
Michoacán
Balancán, Tab.
Palenque, Chis.
Las Choapas, Ver.
Escuintla, Chis.
Morelos
Chiapa de
Corzo, Chis.
Acapetahua,
Chis.
Acapulco, Gro.
Toluca, Méx.
Morelos
Petatlán, Gro.
Pachuca, Hgo.
Sal Luis Río
Colorado, Son.
Zapopan, Jal.
D.F.
San Luis Río
Colorado, Son.
D.F.
Petatlán, Gro.
Estipac, Jal.
Veracruz
Puebla
Huejutla, Hgo.
Guadalajara, Jal.
172
inseguridad.indd 172
21/10/08 23:41:34
Fecha
Víctima
186 01/03/1996 Ricardo Ballesteros Sosa
187 31/03/1996 Melchor Perrusquía Viesca
Cuauhtémoc Cárdenas
188 01/04/1996
Villalobos
189 22/05/1996 Apolinar Paredes Cantoral
190 01/06/1996 Cuauhtémoc Mejía
191 01/06/1996 Eliseo Díaz Pino
192 01/06/1996 Enrique Ramírez Miguel
193 01/06/1996 Eugenio Vildosola Mayne
Condición
Empresario
Lugar
Sahuayo, Mich.
Acapulco, Gro.
Empresario
Acapulco, Gro.
Empresario
Cuautla, Mor.
Morelos
Guerrero
Michoacán
Baja California
Jonacatepec,
Mor.
México
Jalisco
Guadalajara, Jal.
Morelos
Iguala, Gro.
Ecatepec, Méx.
San Cristóbal
las Casas, Chis.
Toluca, Méx.
Hidalgo
Sinaloa
Sinaloa
Sinaloa
Culiacán, Sin.
Culiacán, Sin.
D.F.
D.F.
Yautepec, Mor.
Yautepec, Mor.
Oaxaca
Oaxaca
Jalisco
194 01/06/1996 Jorge Aragón Katar
Empresario
195
196
197
198
199
200
Empresario
01/06/1996
01/06/1996
01/06/1996
01/06/1996
01/09/1996
21/09/1996
Leobardo Pineda Ochoa
Mario González Arreola
Mercedes Aldana Aguilar
Vicente Hernández García
Jesús Arroyo Bustos
Javier Aburto Ojeda
Comerciante
201 01/11/1996 Agustín Pérez López
202
203
204
205
206
207
208
209
210
211
212
213
214
215
30/11/1996
13/01/1997
17/01/1997
17/01/1997
18/01/1997
18/01/1997
18/01/1997
19/01/1997
19/01/1997
04/02/1997
04/02/1997
11/02/1997
11/02/1997
03/03/1997
Tania Rodríguez García
Arturo Barrios Tapia
Jesús Antonio Santos
Jorge Luis Soto
Carolina Páez Garnica
José Hilario Quiroz
Ramiro Mendívil Vega
Francisco López López
Rafael López Amores
Armando Arrieta Saucedo
Donato Arrieta Saucedo
José Luis Cortés Gaspar
Zenón Ricardo Valle Rodríguez
Felipe de Jesús Gómez García
216 23/04/1997 José Antonio García Canteli
217 01/05/1997 Raúl Nava Ricaño
218 06/05/1997 Vicente Ruiz Ávila
219 01/06/1997 Adán Medrano
220 01/06/1997 Filiberto (o Eugenio) Ramírez
221 01/06/1997 José Cruz “N”
222 01/06/1997 Juan Carlos Sánchez
Menor (9)
Ganadero
Profesionista
Empresario
Empresario
Ganaderos
Ganaderos
Agricultor
Agricultor
Menor
Empleado
del ganadero
Eduardo Tricio
Sierra
Comerciante
Ganadero
Torreón, Coah.
D.F.
Aguililla, Mich.
Chilpancingo,
Gro.
Morelos
Palenque, Chis.
D.F.
173
inseguridad.indd 173
21/10/08 23:41:34
Fecha
Víctima
223 01/06/1997 Luis Meraz
224 20/06/1997 Julián Bartolo Flores
Tania Alejandra Covantes
225 23/06/1997
Mercado
Condición
Lugar
Sinaloa
Autlán, Jal.
Contadora
D.F.
226 01/07/1997 Tomás Arroyo Martínez
Hijo de
empresario
227 02/07/1997 No identificado
Ganadero
228 17/07/1997 Wilfredo Guinea Ramos
José Guadalupe Barragán
229 28/08/1997
Serrato
230 06/10/1997 Álvaro Agustín López Dueñas
231 09/11/1997 Vicente Cruz Espinoza
Sacerdote
Cuernavaca,
Mor.
Acapetahua,
Chis.
D.F.
Chilpancingo,
Gro.
Mascota, Jal.
Tapachula, Chis.
Tuxtla Gutiérrez,
Chis.
Michoacán
Guanajuato
Jalisco
Jalisco
Guerrero
Jalisco
Campeche
Michoacán
Puebla
D.F.
D.F.
Puebla
Sinaloa
Sinaloa
232 28/12/1997 Lenin Grajales Castro
233
234
235
236
237
238
239
240
241
242
243
244
245
246
02/01/1998
07/02/1998
09/02/1998
26/02/1998
04/03/1998
11/03/1998
01/04/1998
18/04/1998
19/04/1998
20/04/1998
20/04/1998
20/04/1998
26/04/1998
26/04/1998
Luis Alberto Rojas Cázares
Rafael Pimentel García
Heydi Thorsoton Law
Alfonso García López
Silvano Rodríguez Mora
Manuel Reynoso Martínez
Celia López de Brau
Mario Espinoza Fuentes
Cristina Bear Gutiérrez
Claudia Patricia Cordero
Patricia Cordero Hernández
Patricia Gómez Orozco
Gilberto López Gálvez
Joaquín Iturríos Trujillo
247 29/04/1998 Abelardo Meneses Delgado
248 01/05/1998 Jesús Reyes García
Ganadero
Empresario
Agricultor
Empresario
Ganadero
Agricultor
Comerciante
Estudiante
Propietario de
autotransportes
Agricultor
249 01/05/1998 Oscar Hernández Sánchez
250 02/05/1998 Luciano Vicerrea López
251 01/06/1998 Abel Yáñez Marbán
252 01/06/1998 Alejandra Cisneros Hernández
Belarmino Jorge González
253 01/06/1998
Guevara
254 01/06/1998 Comerciante no identificado
255 01/06/1998 Emiliano Santana Allencaster
256 01/06/1998 Ernesto Rosales García
257 01/06/1998 Fernando Nieves Urivalle
Comerciante
Tlaxcala
Puebla
Atoyac de
Álvarez, Gro.
Baja California
Acapulco, Gro.
Colima
Tlaxcala
Puebla
Jalisco
Acacoyagua,
Chis.
D.F.
174
inseguridad.indd 174
21/10/08 23:41:34
Fecha
Víctima
258 01/06/1998 Gilberto Celis Pineda
259 01/06/1998 John Peter Zárate Jugangs
260 01/06/1998 José Toscano Mariano
Juan Ramón Morones
261 01/06/1998
Hernández
262 01/06/1998 Menor no identificada
Miguel Ángel Sánchez
263 01/06/1998
Hernández
264 01/06/1998 No identificado
265 01/06/1998 No identificado
266 01/06/1998 Roberto Rosas Ramos
267 01/06/1998 Rodolfo Rangel Fletes
268 01/06/1998 Rosa Lora Martínez
Serafina Nicte-Ha Brito
269 01/06/1998
Martín
270 13/06/1998 Carlos Arnulfo Cruz Castañeda
271 29/06/1998 Edwing Vázquez Reyes
Esposo de Sonia Rivas
272 01/07/1998
de Garavito
273 01/07/1998 No identificado
274 01/07/1998 No identificado
275 17/07/1998 Rolando Bolaños Barrios
276 01/08/1998 Eduardo Prior Orellan
277 06/08/1998 Raúl Nieto del Río
278 01/09/1998 Gerardo Valdespín Pérez
279
280
281
282
17/09/1998
21/09/1998
22/09/1998
16/10/1998
283 19/10/1998
284 21/10/1998
285 21/10/1998
286 22/10/1998
Enedina Gallegos
No identificado
No identificada
Salvador García Camacho
Mario Vicente Hernández
García
Josafath Brito Abarca
Santiago del Real Raygoza
Jorge King González
287 01/11/1998 No identificada
288
289
290
291
292
19/11/1998
23/11/1998
25/11/1998
30/11/1998
11/12/1998
José Salud Ramírez Ruiz
Hermilo Montero Domínguez
Luis Alberto Infante Cisneros
Cuauhtémoc Carreño
Daniel Jarquín Zayas
Condición
Lugar
Morelos
D.F.
Jalisco
Jalisco
Menor
Agricultor
Comerciante
Ganadero
Menor
Comerciante
Menor (7)
D.F.
Coyuca de
Benítez, Gro.
Puebla
México
Puebla
Jalisco
D.F.
Hecelchakán,
Camp.
Orizaba, Ver.
Acapulco, Gro.
Morelos
Menor
Bodeguero
Empresario
Transportista
Empresario
Hijo de
empresarios
Madre
Menor (7)
Menor
Menor
Guerrero
D.F.
Tecámac, Méx.
Veracruz
Querétaro
Morelos
D.F.
Acapulco, Gro.
D.F.
D.F.
Empresario
Morelos
Empresario
Agricultor
Empresario
Morelos
Nayarit
México
Nezahualcóyotl,
Méx.
México
Veracruz
México
Morelos
Oaxaca
Empresaria
Ganadero
Menor (9)
175
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21/10/08 23:41:34
Fecha
Víctima
293 11/12/1998 María Asunción Figueroa Ortiz
294 11/12/1998 No identificado
295 17/12/1998 Christian Silva Castillo
296 01/01/1999 Carlos Tello Becerra
297 04/01/1999 Gersián Santomé Desales
298 14/01/1999
Noemí Liliana Orozco
Pimentel
299
300
301
302
303
304
305
306
Patricia Monroy Torres
Fernando Martínez Moreno
Luis Javier Macías Goya
Héctor Olivas Ramírez
Héctor Orozco Ponce
Manuel Meza
Florentino García Soto
Oscar García Díaz
14/01/1999
01/02/1999
15/02/1999
16/02/1999
01/03/1999
31/03/1999
01/04/1999
01/04/1999
307 13/04/1999 Jorge Santoyo Sanjuan
308 09/05/1999 Teresa de Jesús Reyes Calderón
Sonia Nadchielli Caballero
309 26/05/1999
Román
310 01/06/1999 Alejandro Romero Aguirre
311 01/06/1999 Cecilia Penacho Wendolain
312 01/06/1999 David Manzur Palacios
313 01/06/1999 Frederick Mac Phail Trouyet
314 01/06/1999 Gabriel Ramírez Gatica
315 01/06/1999 Guillermo N
316 01/06/1999 José Heredia Angulo
317 01/06/1999 José Hidalgo Pérez
318 01/06/1999 Matías Gómez
319 01/06/1999 Miguel Álvarez Esquivel
Mujer no identificada plagiada
320 01/06/1999
por Los Macizos
Condición
Hermana de
un comandante
de tránsito del
estado
Menor
Estudiante
Hijo de
comerciante
de semillas
Hijo del ex
munícipe de
Mixtequilla
Esposa de un
perito del Inst. de
Ciencias Forenses
Lugar
Morelos
Oaxaca
Salamanca, Gto.
Michoacán
Oaxaca
Jalisco
Ganadero
Menor
Ganadero
Ganadero
Chihuahua
Morelos
Huamantla, Tlax.
Cd. Juárez, Chih.
Chihuahua
Sinaloa
Durango
Durango
Tío del
secretario gral.
de la Unión de
Expendedores
y Voceadores de
los Periódicos
de México
D.F.
Profesora
Menor (6)
Menor (9)
Morelia, Mich.
Tlalnepantla,
Méx.
Chiapas
Cárdenas, Tab.
Chiapas
D.F.
Guerrero
D.F.
Nayarit
Chiapas
Guerrero
Michoacán
México
176
inseguridad.indd 176
21/10/08 23:41:34
Fecha
Víctima
321 01/06/1999 No identificado
Pedro Alberto Segura Vera
322 01/06/1999
(desaparecido)
323 01/06/1999 Pedro Álvarez Fonseca
324 01/06/1999 Reynaldo Godínez Sahagún
325 01/06/1999 Roberto Barraza
326 01/06/1999 Roberto Barrera Coria
327 01/06/1999 Rodrigo Borja García
328 01/06/1999 Sergio Campos Ortega
Walter Ignacio o Balther
329 01/06/1999
García Nava
330 01/06/1999 William Dáguer Abraham
331 01/06/1999 Yolanda Lorena Mestre Romo
332 08/06/1999 Enrique Martínez Tapia
333 15/06/1999 Jorge García Manzano
María Guadalupe González
334 20/06/1999
de Llaca
335 09/08/1999 Alfredo Raya Tenorio
Condición
Ganadero
Veracruz
México
Hijo de
industrial del
mismo nombre
Gerente general
de Daewood
338 29/09/1999 Héctor Romero García
Empresario
D.F.
Morelos
Empresario
de la madera
Querétaro
Abogado
Menor (7)
Empresario
pesquero
347 21/12/1999 Rodolfo Boehringer Lugo
348 28/12/1999 Salvador López González
D.F.
Valle de Bravo,
Méx.
Guadalajara, Jal.
Mazatlán, Sin.
Tepic, Nay.
Ex presidente de
la Asociación
de Avicultores
de Tijuana
Tecate, B.C.
Ostotipaquillo,
Jal.
Ostotipaquillo,
Jal.
342 12/10/1999 Rodolfo Cortés Hernández
344 09/11/1999 Braulio Suárez
345 01/12/1999 Israel Flores Carreto
346 13/12/1999 Felipe Toscano Sahagún
Tlapa, Gro.
Oaxaca
341 12/10/1999 Rodolfo Cortés Galván
343 08/11/1999 Elba Campos Morales
San Luis Río
Colorado, Son.
Michoacán
Guerrero
D.F.
Jalisco
339 29/09/1999 María Inés Zavala Rico
340 11/10/1999 Miguel Gutiérrez Rábago
Sahuayo, Mich.
Menor (7)
336 09/08/1999 Jaime Corangues
337 19/09/1999 Balther García Nava
Lugar
Morelos
Médico, directora
de un Sanatorio
de Guadalajara
Menor (7 meses)
Comerciante
Empresario
minero
Jalisco
México
Tlaxcala
Colima
Torreón, Coah.
Tijuana, B.C.
177
inseguridad.indd 177
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Fecha
Víctima
349 01/01/2000 Bertín Moreno Garrido
Condición
Menor (9)
350 08/01/2000 Ricardo Guerrero Farías
351 09/01/2000 Benjamín Lara Meza
352 02/02/2000 Rosaura Garrido
353 07/02/2000 Isabel Cristina Arango Amaya
354
355
356
357
23/02/2000
04/03/2000
05/03/2000
18/03/2000
Jorge López Villafuerte
Sergio León Camacho
Alfredo Castro Núñez
Esau Moreno
358 01/04/2000 Isaú Moreno Trujillo
359 18/04/2000
360
361
362
363
364
365
366
23/05/2000
01/06/2000
01/06/2000
01/06/2000
01/06/2000
01/06/2000
01/06/2000
367 01/06/2000
Gregorio López Juárez
o Juárez López
Juan Enedino Sánchez
Daniel Santos
Gonzalo Ortiz Luviano
Javier Romero
Jesús Perea
José Rodríguez Román
Josué Morón Guerrero
Joven de 27 años
de Tenancingo
368 01/06/2000 Kenia Porras
369 01/06/2000 Mónico Alvarado Sánchez
370 01/06/2000 Mujer, 22 años no identificada
371 01/06/2000 No identificada
372 01/06/2000 No identificado
Persona no identificada
víctima de secuestro exprés en
373 01/06/2000 la colonia Polanco en el D.F.
y cuyo cadáver apareció en
Naucalpan
374 01/06/2000 Raymundo Enrique Rodríguez
Estudiante
Colombiana con
residencia en el
D.F.
Menor (6)
Arquitecto
Comerciante
Ganadero
Ganadero
Comerciante
Lugar
Puebla
Tlalnepantla,
Méx.
Sonora
D.F.
D.F.
Chenalhó, Chis.
Uruapan, Mich.
Jalisco
Chiapas
Villa de las
Flores, Chis.
Puebla
México
México
Guerrero
México
Guerrero
Guerrero
Veracruz
Tlaxcala
Hija de
Guillermo
Porras, presidente
del Comité
de Seguridad
Pública de
Coparmex en
el Estado de
México
Empresaria
Comerciante
de jarciería
México
Guerrero
D.F.
Tecámac, Méx.
Puebla
México
D.F.
178
inseguridad.indd 178
21/10/08 23:41:35
Fecha
375 01/06/2000
376 01/06/2000
377 01/06/2000
378
379
380
381
382
07/06/2000
10/06/2000
20/06/2000
21/06/2000
28/06/2000
Víctima
Ricardo Antonio Hernández
Cruz
Salvador Arellano Martínez
Segunda persona no
identificada víctima
de secuestro exprés en la
colonia Polanco en el D.F.
No identificado
Leonardo Sotero Orozco Islas
Antioco Fernández Contreras
José Manuel Echave Obregón
Cándido Chávez Juárez
383 08/07/2000 Paola Gallo Delgado
384 13/07/2000 Aquiles Velgis
385 13/07/2000 Leonardo Martínez Flores
Condición
Lugar
México
Puebla
México
Menor (12)
Empresario
Médico
Agricultor
Estudiante e hija
del empresario
Eduardo Gallo
Amigo
Hijo de la
cantante Beatriz
Adriana
Empresario
Uruapan, Mich.
Hidalgo
Veracruz
México
Jalisco
Tepoztlán, Mor.
Baja California
Baja California
386 20/07/2000 Benjamín Buenrostro Beltrán
José Baltazar Estrada
387 27/07/2000
Hernández
388 27/07/2000 José Bernardo Cisneros Zavala
389 25/08/2000 Erasmo Vallejo Sánchez
Empresario
México
Mecánico
Ganadero
390 25/08/2000 Lucero Aidé Reyes Pérez
Menor
391 08/09/2000 Raúl Astudillo García
Empresario
392 20/09/2000 Mario Alberto del Río Radilla
393 20/09/2000 Sigfredo Serrano Galeana
Ganaderos
Ganaderos
Funcionario
de la cndh
Artista cubana
México
Oaxaca
Teoloyucan,
Méx.
Chilpancingo,
Gro.
Guerrero
Guerrero
394 28/09/2000 Fernando Vázquez López
395 28/09/2000 Tania de la Coba Urquiza
José Moisés Rodríguez
396 01/10/2000
Camacho
397 11/10/2000 Hermilo Jiménez Aquino
398 23/10/2000 Celestino García Verdugo
399 28/10/2000 Edgar Alejandro Parson Cortez
400 01/11/2000 Fernando Navarrete Torres
401 02/11/2000 Antonio Quadrini Dipalma
402 15/11/2000 Jorge Arizmendi Arizmendi
Alberto Enrique Zavala
403 02/12/2000
Compañ
404 05/12/2000 Illián Maravilla Aguilera Oliva
405 05/12/2000 Mujer no identificada
Contratista
Agricultor
Ganadero
Avicultor
Menor
Empresario
Baja California
D.F.
México
Ixtapaluca,
Méx.
Oaxaca
Sinaloa
Chihuahua
México
Hidalgo
Guerrero
Médico
Campeche
Ama de casa
Tecámac, Méx.
Ecatepec, Méx.
179
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406
407
408
409
410
411
412
Fecha
07/12/2000
15/12/2000
16/12/2000
01/01/2001
01/01/2001
01/01/2001
01/01/2001
Víctima
José Antonio Hernández
Víctor Hugo Cancino
Daniel Avendaño López
Dionisio Jarquín Mijangos
Jaime Gómez López
Manuel Trejo Tenorio
Rosalba Trejo Tenorio
413 11/01/2001 Roberto Bucio Suárez
414 12/01/2001 Marisol Catalán Zamora
415 16/01/2001 Héctor Oscar López Balderas
416 22/01/2001 Alma Rosa
María Magdalena Rodríguez
417 22/01/2001
Vega
418 05/02/2001 Lilia Trujillo Rogel
419 05/02/2001 Víctor Manuel Sotelo Álvarez
420 12/02/2001 Alejandro Cuenca Velasco
421 12/02/2001 Alejo Cuenca Velasco
422 11/03/2001 Alan Hugh
423 22/03/2001 Gerardo Páez Pérez
424 22/03/2001
Irma Guadalupe Arizmendi
Pineda
Condición
Empresario
Hermanos
Hermanos
Comerciante
de maderas
Odontóloga
Estudiante
Hermanas
427 24/04/2001 Juan Jesús Domínguez
Alfredo Montes de Oca
428 25/04/2001
Willerer
429 25/04/2001 Napoleón Pastrana Ramírez
430 03/05/2001 Alfredo Omar Osuna Berrelleza
431 18/05/2001 No identificado
432 27/05/2001 Mauricio Hernández Cortés
Michoacán
Puebla
Puebla
Morelos
Hermanas
Morelos
Matrimonio
Matrimonio
Agricultor
Ganadero
Inversionista
estadounidense
México
México
Amacuzac, Mor.
Morelos
Baja California
Menor (10)
Chimalhuacán,
Méx.
Hija de Jorge
Arizmendi
propietario de
la Universidad
del Valle de
Cuernavaca y
chofer de taxi
Morelos
425 22/03/2001 Raúl Ocampo
426 06/04/2001 Víctor Nevares Vergara
Lugar
Puebla
Baja California
Baja California
México
Guadalajara, Jal.
D.F.
D.F.
Morelos
Comerciante de
materiales para la
construcción
Empresario
Baja California
Menor
México
Conductor de
camión de carga
Comerciante
Campesino
Guerrero
Guerrero
Sinaloa
Ixtapaluca, Méx.
México
180
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Fecha
Víctima
433 30/05/2001 Adolfo Barragán Belmonte
434
435
436
437
438
439
440
441
442
443
01/06/2001
01/06/2001
01/06/2001
01/06/2001
01/06/2001
01/06/2001
01/06/2001
01/06/2001
01/06/2001
01/06/2001
444 01/06/2001
445 01/06/2001
446 01/06/2001
447 01/06/2001
448 01/06/2001
449 01/06/2001
450
451
452
453
454
455
456
457
01/06/2001
01/06/2001
11/06/2001
01/08/2001
01/08/2001
27/08/2001
01/09/2001
07/09/2001
458 11/09/2001
459 06/10/2001
Alfonso Cuevas Ocampo
Antonio Valencia Ayala
Armando Ramos Guillén
Dora Cobos Alexander
Eduardo Rabasa Gamboa
Empresario editorial Toluca
Empresario textil Toluca
Francisco Javier Cortés Jiménez
Gonzalo Castellanos Campero
Hombre no identificado “0”
Hombre no identificado
2001-1
Hombre no identificado
2001-2
Hombre no identificado
2001-3
Jaime Méndez Gulias
José Luis Corza Flores
Juan Alejandro Morales
Cuapantécatl
Leonel Oceguera Guerrero
Niño Raygoza Rangel
Mercedes Casarrubias
Alexis Garza Urbina
Eligio Navarrete Gordillo
Raúl Flores Márquez
Amador Juárez Ibáñez
Marcos Lima Zamora
Héctor Manuel Sánchez
Martínez
Francisco Javier Llamas
Cisneros
460 17/10/2001 José Luis Ávila Marbán
461 29/10/2001
Paloma Monserrat López
González
Condición
Hijo de
empresario
fundador del
pan en Uruapan,
Adolfo Barragán
Barragán
Comerciante
Lugar
Michoacán
Guerrero
Michoacán
Nayarit
Morelos
Morelos
México
México
México
Chiapas
D.F.
D.F.
D.F.
D.F.
D.F.
Michoacán
Menor (17)
Menor
Ganadero
Agricultor
Tlaxcala
Michoacán
Baja California
Guerrero
México
Guerrero
Baja California
México
Morelos
México
Menor (7)
Jalisco
Padre del
diputado local
priísta por el 21
distrito, José Luis
Ávila López
Guerrero
Menor (7)
Yautepec, Mor.
181
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21/10/08 23:41:35
462
463
464
465
466
467
468
469
470
Fecha
05/11/2001
15/11/2001
06/12/2001
15/12/2001
26/12/2001
01/02/2002
01/02/2002
04/02/2002
04/02/2002
Víctima
Silvia Guerrero Suárez
José Luis Santoyo Muñiz
Gisel Garcilaso
Esteban Marmolejo Hernández
José Méndez Olea
Alfredo Salim Balboa
José Cazares Duarte
Adrián Félix Silva Lazcano
Arturo Estrada
471 05/02/2002 Crescencio del Rosario Olvera
472 21/02/2002 Víctor Manuel Ibarra Olvera
473 01/03/2002 No identificado
474 03/03/2002 Francisco Capote Cortés
475 06/04/2002 Faustino Romero García
476 14/05/2002 Juan Iván Gutiérrez Abad
Juan Roberto Gutiérrez
477 14/05/2002
Urbiola
478 01/06/2002 Alfonso Ochoa García
479 01/06/2002 Álvaro Gómez Colunga
480 01/06/2002 Cristóbal Reyes López
Condición
Menor (15)
Menor (17)
Ganadero
Empresario
Ganadero
Comerciante
Comerciante
Empresario,
propietario de
un aserradero
Empresario
mueblero
Agricultor (70)
Ganadero
Panadero
Primo, hijo
de comerciantes
Primo, hijo
de comerciantes
Ganadero
481 01/06/2002 Flor de María Durán Chávez
482 01/06/2002 Gregorio Rodríguez Rodríguez
483 01/06/2002 Hombre no identificado
484
485
486
487
01/06/2002
01/06/2002
01/06/2002
01/06/2002
488 01/06/2002
489 01/06/2002
490 01/06/2002
491 01/06/2002
492 01/06/2002
493 01/06/2002
Hugo Estrada Navarrete
José de Jesús Hernández Santos
Juan Vivas Saucedo
Leovigildo Ciau Medina
Mario Alberto Moctezuma
Nava
Menor de edad no identificado
2002-1
Menor de edad no identificado
2002-2
Mujer no identificada 2002-1
Mujer no identificada secuestrada
en Tijuana en enero
No identificado
empresario
mueblero
Profesor
Lugar
Chalco, Méx.
México
D.F.
Michoacán
Guerrero
México
Zirándaro, Mich.
México
México
Amecameca,
Méx.
D.F.
Guerrero
Comalac, Gro.
Guerrero
México
México
México
Coahuila
Tuxtla Gutiérrez,
Chis.
Zacatecas
México
D.F.
Guerrero
Jalisco
México
Veracruz
D.F.
D.F.
D.F.
D.F.
Baja California
D.F.
182
inseguridad.indd 182
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
Persona no identificada
494 01/06/2002 (plagiada por la banda
de Los Santeros)
495 01/06/2002 Ricardo Botello Lozano
496 22/06/2002 Linda Sandoval de Ramos
497
498
499
500
25/07/2002
25/07/2002
02/08/2002
26/08/2002
501 01/09/2002
502 19/09/2002
503 22/09/2002
504
505
506
507
05/10/2002
05/10/2002
09/10/2002
10/10/2002
Nicolás Ibáñez Rodríguez
No identificado
Antonio Montoya Fernández
Servando Luna Carbajal
Ruy Rodrigo Romero
Castañeda
Bertha Claudia Ibáñez
González
Eduardo Silvestre Bobadilla
Rodríguez
Jesús Rojo Bracamontes
Omar Amaya Amaya
Rosa Isela Chávez
Bertha Baeza Cuéllar
508 01/11/2002 Martha Aguilar Ibarra
509 07/11/2002
510 14/11/2002
511 10/12/2002
512 01/01/2003
513 01/01/2003
Christian Esteban Lázaro
Pineda
Lucía Guadalupe Sánchez
Villagrán
Carlos Francisco Carrillo
Gómez
José Guadalupe Pacheco
Valverde
Pedro Arias
514 21/01/2003 Roberto Morales León
Condición
Lugar
México
Michoacán
Esposa del
propietario de
refaccionarias
Auto Value,
Fernando Ramos
y menor
Chihuahua
Menor (14)
Pensionado
Ganadero
Chilapa, Gro.
Tapalpa, Jal.
Michoacán
Guerrero
Empresario
Tijuana, B.C.
Médico
D.F.
Académico
de la uaem
Morelos
Sonora
Sonora
Guerrero
México
Empresaria
de cosméticos
D.F.
Menor (14)
D.F.
Profesionista
Tlaxcala
Estudiante
Cárdenas, Tab.
Ganadero
Médico
Empresario
y político
515 05/02/2003 Nemesio Hernández Pedroza
Taxista
516 18/02/2003 Alberto Fuentes Arrieta
517 07/04/2003 Arturo Hernández Piña
Empresario
Menor
518 14/04/2003 Alejandro Cruz Berrios
Comerciante
519 03/05/2003 Humberto Morales Ruiz
Maestro
Coyuca de
Benítez, Gro.
Morelos
Papantla, Méx.
Ixtapan de la Sal,
Méx.
Tultitlán, Méx.
Toluca, Méx.
Nezahualcóyotl,
Méx.
Cd. Victoria,
Tamps.
183
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Fecha
Víctima
520 01/06/2003 Alan Westwood
521 01/06/2003 Alexa Yiribeth Martínez Solís
Álvaro Brito Castillo
522 01/06/2003
o Álvaro Fernando Brito
523 01/06/2003 Carlos Medina Menes
524 01/06/2003 Emilio Gorostieta Jaimes
525 01/06/2003 Félix Leónides Miranda
526 01/06/2003 Gabriel Macal Moreno
527 01/06/2003 Genaro Morales Zepeda
528 01/06/2003 Isaac Sánchez Cortés
529 01/06/2003 Isabel Castillo
530 01/06/2003 Javier López Torres
José Ramón Buenrostro
531 01/06/2003
Medina
532 01/06/2003 Joven región de Apatzingán
533 01/06/2003 Manuel Téllez Muñoz
Condición
Menor (6)
D.F.
Hidalgo
Michoacán
Guerrero
Chiapas
Michoacán
Veracruz
D.F.
Baja California
Baja California
534 01/06/2003 Neyra Azucena Cervantes
535
536
537
538
01/06/2003
01/06/2003
01/06/2003
01/06/2003
No identificado(a)
Persona no identificada (1)
Persona no identificada (2)
Ramiro Villagómez García
Comerciante
539 01/06/2003 Ricardo Aquino Olivares
Menor (9)
540 02/06/2003 Juan González Pedraza
Comerciante
Profesora
de la uam
541 13/06/2003 Irma Elydeé Lira Galera
542
543
544
545
546
547
15/06/2003
15/06/2003
15/06/2003
18/06/2003
30/06/2003
01/07/2003
Isaura Rendón Salgado
Merced Salgado
Mujer no identificada
Alfredo Almazán Martínez
Virginia Ramírez Durán
No identificado(a)
548 07/07/2003 César de la Rosa Hernández
549 29/07/2003 Julio Vargas Carbajal
550 09/08/2003 Arturo Peimbert Puente
551 13/08/2003 Armando Arellano del Toro
552 17/09/2003 Francisco H. Márquez Portilla
553 09/10/2003 Leonardo Ramírez Ortega
554 01/11/2003 No identificado(a)
Lugar
Morelos
Tultitlán, Méx.
Estudiante
Comerciante
Menor, hijo de
comerciante
de refacciones
Menor (16)
Veterinario
Empresario de
transporte de
carga “Tráileres
del Pacífico”
Transportista
Menor (5 meses)
Empresaria
Michoacán
México
Chihuahua,
Chih.
D.F.
D.F.
D.F.
Chiapas
Ciudad Juárez,
Chih.
Jocotitlán, Méx.
D.F.
Olinalá, Gro.
Olinalá, Gro.
Huitzuco,Gro.
Cocula, Gro.
D.F.
D.F.
D.F.
Ixtapaluca, Méx.
Acapulco, Gro.
Hidalgo
Jalapa, Ver.
D.F.
Tecámac, Méx.
184
inseguridad.indd 184
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
Dolores Patricio Medel
555 13/11/2003
Zepeda
556 18/11/2003 Jacqueline Galván Calvo
557 18/11/2003 Maricarmen Corral Pérez
558 01/12/2003 Roberto González Pérez
559 06/12/2003 Alejandro Flores Tapia
560 11/12/2003 Bertha Reyes Ortiz
José Antonio Cervantes
561 13/12/2003
Espeleta
Condición
Comerciante
de la ceda
Lugar
D.F.
Oaxaca
Oaxaca
Gerente
operativo de
la planta de
nitrógeno
de Cantarell,
de nacionalidad
venezolana
Transportista
Ciudad del
Carmen, Camp.
Chietla, Pue.
D.F.
Empresario
Reynosa, Tamps.
562 03/01/2004 Jorge Alberto Pavón Ordaz
Hijo del líder
de la Sección 11
del Sindicato
Petrolero
Jalapa, Ver.
563 23/01/2004 Argelia Karime Mojica Díaz
Bióloga
564
565
566
567
568
569
Menor (17)
27/01/2004
28/01/2004
13/02/2004
27/02/2004
01/03/2004
01/04/2004
Janit Olguín Reyes
Víctor Valencia de la Torre
Eric Rentería Ramírez
Javier Alvarado Quiroga
No identificado
No identificado(a)
Alejandro Daniel Basurto
570 02/04/2004
Mena
571 02/04/2004 Rafael Ruiz Mijares
572 18/04/2004 Sandra Castillo Pelayo
573 18/04/2004 Viridiana Estrella Martínez
Menor (10)
Empresario
Menor (7)
Menor (14)
Empresario
y político
Estudiante (18)
Estudiante (18)
574 01/05/2004 Leticia Rodríguez
575
576
577
578
579
580
581
582
583
584
01/05/2004
13/05/2004
17/05/2004
17/05/2004
19/05/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
No identificado
Domingo Mendoza Guzmán
Sebastián Gutiérrez Moreno
Vicente Gutiérrez Moreno
Lizbeth Itzel Salinas Maciel
Adolfo González Palomino
Arturo Salvador Pérez Reyes
Aurelio Figueroa Navarro
Comerciante no identificado
Cristóbal Parada
Empresario
Empresario
Servidora pública
Agricultor
Cuernavaca,
Mor.
Pachuca, Hgo.
Morelos
D.F.
San Pedro, N.L.
D.F.
D.F.
Los Reyes la Paz,
Méx.
D.F.
D.F.
D.F.
Chimalhuacán,
Méx.
Veracruz
Iguala, Gro.
D.F.
D.F.
D.F.
Tonatico, Méx.
Campeche
Michoacán
México
Sonora
185
inseguridad.indd 185
21/10/08 23:41:35
585
586
587
588
589
590
591
592
593
594
595
596
597
598
Fecha
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
01/06/2004
599 01/06/2004
600 01/06/2004
601 01/06/2004
602 01/06/2004
603 01/06/2004
604 01/06/2004
605 01/06/2004
606 01/06/2004
607 09/06/2004
608 21/06/2004
609 22/07/2004
610 26/07/2004
611 01/08/2004
612 02/09/2004
613 15/09/2004
614 21/09/2004
Víctima
Condición
Enemorio Bello Martínez
Erika Roxana Pech Echeverría
Feliciano Castro Castañeda
Fermín Ponce Calixto
Fulgencio Quiroz
Gabriel González Camarena
Gustavo Chávez Abarca
Hubert Talavera García
Jaime Jiménez Vargas
Jenifer Graciela Acosta Morales
José Guadalupe Orozco Orozco
José Manuel Mazón
José Miranda Nieto
Manuel Medina
Menor no identificada
secuestrada en Mexicali por
Armando Adán López Sepúlveda
Niño de cuatro años no
identificado
Rodimiro Vargas Torres
Rogelio García Bucio
Salvador Barragán Andrade
Menor (6)
Comerciante
Sergio Puente Nava
de la ceda
Víctor Hugo Gandaella
Guenaga
Virgilio Arango Ramos
Encargado de
Jesús Albor Sánchez
una lechería
Liconsa
Leslie Vianey Contreras
Menor
Guzmán
Directora de
Carmen Clementina Gutiérrez
la clínica contra
de Velasco Hernández
el tabaquismo
Ramón Castro Márquez
Ganadero
No identificado
Funcionario
público
José Noé Garduño Fernández
subadministrador
de aduanas en el
aicm
Marisol “N”
Mujer (18)
Marco Antonio Rivera Colín
Menor (4)
Lugar
D.F.
Yucatán
D.F.
Puebla
Guerrero
México
Michoacán
Michoacán
México
D.F.
Jalisco
D.F.
Querétaro
D.F.
Baja California
México
Michoacán
Michoacán
Río Verde, S.L.P.
D.F.
D.F.
D.F.
D.F.
El Salto, Jal.
D.F.
Zapopan, Jal.
Guerrero
D.F.
D.F.
Cuautitlán, Méx.
186
inseguridad.indd 186
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
Condición
615 05/10/2004 Jorge Quezada Macías
Empresario
616 20/10/2004 Florencio Márquez Medina
Comerciante
617 20/11/2004 No identificado
618 23/11/2004 Eduardo Salazar Bracamontes
Abogado
619 25/11/2004 José Luis Zúñiga Salazar
620 25/11/2004 Oscar Jaime Jiménez Vargas
621 04/12/2004 Manuel Medina Mateo
Ganadero
y empresario
Empresario
minero
Comerciante
de la Central
de Abastos
Mónica Alejandrina Ramírez
Alvarado
Angélica Carolina Ruiz
624 28/01/2005
Núñez
625 01/02/2005 Adán Sagrero Gutiérrez
626 01/02/2005 Eduardo Contreras Chávez
627
628
629
630
10/02/2005
18/02/2005
18/02/2005
01/03/2005
Nancy Moreno
Blanca Jiménez Enciso
Guadalupe Jiménez Enciso
No identificado
631 23/03/2005 No identificado
632 17/04/2005 Mario Luis Cordero García
633 17/04/2005 Rogelio Chávez Rodríguez
634 30/04/2005 Airis Estrella Enríquez Pando
635 04/05/2005 Iván Escobosa Hernández
636 11/05/2005 Ana Eugenia Noriega Vilchis
637 11/05/2005 Antonio Quintanar Reyna
638 11/05/2005 Edgar Quintanar Reyna
639 11/05/2005 Tomás Santillán Sánchez
640 11/05/2005 Verónica Gripe Sánchez
D.F.
Lázaro Cárdenas,
Mich.
622 13/12/2004 Zacarías Pacheco Rayo
623 14/12/2004
Lugar
Aguascalientes,
Ags.
San Francisco de
los Romo, Ags.
D.F.
D.F.
Ciudad Valles,
S.L.P.
Tlalmanalco,
Méx.
Estudiante
D.F.
Hija de
un médico
Ecatepec, Méx.
Los Reyes, Mich.
Comerciante
de autos
Menor (15)
Menor (4)
Menor (7)
Agricultor
Menor (7)
Empresario de
casa de cambio
Ama de casa
Empresario de
juguetes y militar
Sobrino de
Antonio
Quintanar
Escolta de
Antonio
Quintanar
Esposa de
Antonio
Quintanar
D.F.
D.F.
Tultepec, Méx.
Tultepec, Méx.
Naucalpan, Méx.
Chimalhuacán,
Méx.
D.F.
D.F.
México
Tijuana, B.C.
Cuautitlán
Izcalli, Méx.
D.F.
D.F.
D.F.
D.F.
187
inseguridad.indd 187
21/10/08 23:41:35
641
642
643
644
645
Fecha
19/05/2005
22/05/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
646 01/06/2005
647 01/06/2005
648
649
650
651
652
653
654
655
656
657
658
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
01/06/2005
Víctima
María de los Ángeles Arana
Laura Arreguín Navarro
Andrés Ricardo Castillo Bravo
Angelina Acevedo Martínez
Carlos Gabriel
Ciria Joselín Castellanos
Hermosillo
Comerciante de la Central
de Abastos no identificado
según administrador
Elizabeth Colín de la Paz
Elvira “N”
Ganadero no identificado
Jesús Castro Cuevas
Jorge Humberto Pallares Aceves
José Estrada Acuña
José Valente Bastidas Osuna
Luis Heredia Pimentel
María de la Torre Quintero
María Elena Rojo Malacara
María Eva “N”
659 01/06/2005 Martín Meza Miranda
Condición
Estudiante (19)
Mujer (33)
Menor
Lugar
México
D.F.
Baja California
Oaxaca
D.F.
Menor (4)
Nayarit
D.F.
D.F.
D.F.
Guerrero
Morelos
Sinaloa
Durango
Sinaloa
México
Tamaulipas
México
D.F.
Empresario
hotelero
660 01/06/2005 Menor de 7 años
661 01/06/2005 Mónica Tamara Ibarra Fraga
662 01/06/2005 Mujer no identificada
663 01/06/2005
Mujer no identificada. Su
cadáver fue hallado en Jipilco
México
Tamaulipas
Chiapas
Hija de ganadero
de Villa del
Carbón
664 01/06/2005 Pedro Gómez
665 01/06/2005 Ricardo Soto Murguía
666 01/06/2005 Rómulo Molina Michel
México
Baja California
Baja California
Empresario
hotelero
667 01/06/2005 Saúl López Valtierra
668 01/06/2005 Varón no identificado
669 01/06/2005 Víctor Ángel Iván Gutiérrez
670 02/06/2005 Eduardo Fernández Nava
Menor (12)
671 06/06/2005 Rosa María Puebla Salazar
672 09/06/2005 Ignacio Abel Figueroa Torres
Hugo Alberto Wallace
673 11/06/2005
Miranda
674 01/07/2005 Mujer no identificada
Comerciante
675 01/07/2005 No identificado
Ensenada, B.C.
Empresario
Ensenada, B.C.
México
México
D.F.
Chilpancingo,
Gro.
D.F.
D.F.
D.F.
Chihuahua
Gerente de
una empresa
Sinaloa
188
inseguridad.indd 188
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
676 05/07/2005 Camilo Guerra Rodríguez
677 05/07/2005
Christian Jonathan Márquez
Santiago
678
679
680
681
682
No identificado
Manuel Aranda García
No identificado
Mujer no identificada
No identificada
15/07/2005
25/07/2005
28/07/2005
30/07/2005
30/07/2005
683 01/08/2005 No identificada
684 01/08/2005 No identificado
Jorge Takechi Sakaguche
685 10/08/2005
Gómez
Carmen Matilde Ramírez
686 17/08/2005
Medina
687 18/08/2005 Indolfo Liviano Sánchez
688 20/08/2005
Condición
Empresario
mueblero de
origen español
Estudiante
del tec de
Monterrey,
campus Coacalco
Menor (3)
Empresario
Ganadero
692 01/11/2005 Carlos Gabriel “N”
693 01/11/2005 No identificado
Carlos Francisco Cervantes
694 17/11/2005
Rodríguez
695 30/11/2005 No identificado
Menor (16)
D.F.
Menor (5)
Toluca, Méx.
Ganadero
Zihuatanejo,
Gro.
Oaxaca
Sobrina de Elba
Esther Gordillo
Médico
Empleado en
una imprenta
en el centro
Menor (15)
698 17/12/2005 Roberto “N”
699 17/12/2005 Carlos Cervantes Rodríguez
700 28/12/2005
Armando Oliver Dávalos
Rubio
Chiapas
Zumpango, Méx.
Cuernavaca,
Mor.
D.F.
Ecatepec, Méx.
Comerciante
Guanajuato
Empleado de
una televisora
D.F.
696 30/11/2005 Ricardo López Hernández
697 01/12/2005 Federico “N”
Ecatepec, Méx.
Hija de
empresario
Ganadero
690 20/10/2005 Azael Bermúdez Galván
691 27/10/2005 Alberto Javier Medina Alcalá
D.F.
D.F.
México
Sinaloa
D.F.
D.F.
Villa del
Carbón, Méx.
Guerrero
Mujer de la tercera edad
no identificada
689 01/10/2005 Yoleni Morales Morales
Lugar
D.F.
Comerciante
de Tepito
Comerciante
de Tepito.
D.F.
D.F.
Empresario
Guanajuato,
Gto.
Menor (14)
Mazatlán, Sin.
189
inseguridad.indd 189
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
Oscar Adrián Moreno
Fonseca
703 22/02/2006 Hermelindo Gómez Sánchez
Miguel Ángel Espinoza
704 12/03/2006
Padilla
Marlene Natalia Pérez
705 14/03/2006
Villafuerte
Condición
Médico residente
del Instituto
Nacional de
Perinatología
Estudiante, hijo
de empresario
Agricultor
Comerciante
de autos usados
Estudiante
de la unam
706 20/03/2006 No identificado
Estudiante (20)
707 13/05/2006 Rigoberto Ángel Lozano
Empresario,
dueño de
tabiquera
701 22/01/2006 Joaquín Hernández Larios
702 08/02/2006
708
709
710
711
712
713
714
715
716
717
718
719
720
15/05/2006
22/05/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
01/06/2006
721 01/06/2006
722 01/06/2006
723 01/06/2006
724 01/06/2006
725 01/06/2006
726 01/06/2006
727 01/06/2006
728 01/06/2006
729 01/06/2006
No identificado, caso 1
Juan Carlos González Lucatero
Alfonso Cuentas Ochoa
América Galarza Toribio
Arturo Salas Torres
Empresario no identificado
Érika Delfina Pineda Olvera
Francisco Farid
Francisco Galindo Rosas
Humberto Plascencia Huitrón
Jesús Roberto Orozco Alfaro
Jesús Santos González
Matías López Guadarrama
Menor no identificado
plagiado en Mexicali
Mujer
Pamela Vélez de Anda
Persona no identificada
asesinada la segunda
quincena de junio-1
Persona no identificada
asesinada la segunda
quincena de junio-2
Persona no identificada
asesinada la segunda
quincena de junio-3
Rafael Pérez Muñoz
Rodolfo Gómez Ulloa
Salvador Arteaga Garibay
Ganadero
Lugar
D.F.
Metepec, Méx.
Ocosingo, Chis.
D.F.
Nezahualcóyotl,
Méx.
Atizapán de
Zaragoza, Méx.
México
Tijuana, B.C.
Palenque, Chis.
Baja California
México
Baja California
Michoacán
Guerrero
Baja California
México
México
Baja California
México
Morelos
Baja California
Menor (11)
Morelos
México
Baja California
Baja California
Baja California
Chihuahua
Baja California
Michoacán
190
inseguridad.indd 190
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
730 01/06/2006 Uriel Frías
731 15/06/2006 Nelly de León Cruz
Condición
Menor
732 15/06/2006 No identificado, caso 2
733 01/07/2006 No identificado, caso 3
734 15/07/2006 No identificado
735 29/07/2006 No identificada
Menor (11)
736 01/08/2006 Edgardo Sánchez Espinoza
737 01/08/2006 Milton Carlos Pérez Barrera
738 01/08/2006 Rubén Serrano
Empleado
de agencia
automotriz
739 04/08/2006 Fabián Solórzano
740 25/08/2006 Roberto Calvo Fuentes
741 01/09/2006 Mujer no identificada
No identificada,
742 15/09/2006
no identificado
743 01/10/2006 No identificado
Ganadero (65)
747
748
749
750
Médico
Menor (14)
752 13/01/2007 Efrén Pirch Chavarría
753 16/01/2007
754 29/01/2007
755 07/02/2007
756 09/02/2007
757 28/02/2007
J. Socorro Rodríguez
Rodríguez
Elizabeth García Valdés
Yolanda Narváez Sánchez
Héctor Antonio Hernández
Arias
Sharon “N”
Chihuahua, Chih.
D.F.
Ama de casa,
y menor (3)
Empresario
ferretero
746 30/10/2006 Enrique Ronquillo Meléndez
No identificado
Miriam “N”
No identificada
Sandra Sanjuán Soto
María Félix Castellanos
751 09/01/2007
Salgado
D.F.
D.F.
Empresario
mueblero
744 23/10/2006 Leticia “N”
745 23/10/2006 No identificada
10/12/2006
27/12/2006
27/12/2006
27/12/2006
Lugar
Baja California
Nezahualcóyotl,
Méx.
Tijuana, B.C.
Tijuana, B.C.
Huixquilucan,
Méx.
Cuernavaca,
Mor.
México
México
Comerciante
Agricultor
Médico
Contadora
Menor (17)
758 28/02/2007 Isidoro Olivares Morales
Agricultor
759 10/03/2007 Luis Fierro
Empresario
México
Michoacán
D.F.
D.F.
Ciudad
Obregón, Son.
D.F.
D.F.
D.F.
D.F.
Chilpancingo,
Gro.
Zihuatanejo,
Gro.
Cuautitlán
Izcalli, Méx.
D.F.
D.F.
Cuautitlán
Izcalli, Méx.
D.F.
Zihuatanejo,
Gro.
Atoyac de
Álvarez, Gro.
191
inseguridad.indd 191
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
760 12/03/2007 No identificado
María Marleni Alonso
761 14/03/2007
Bustamante
762 15/03/2007 No identificado
763 17/03/2007 Rafael Carmona
764 17/03/2007 Jesús de la Parra Sotelo
Condición
Empresario
contratista
D.F.
Escolta de
empresario
Chofer
Ganadero
Nezahualcóyotl,
Méx.
Veracruz
Veracruz
Nezahualcóyotl,
Méx.
D.F.
D.F.
D.F.
Nezahualcóyotl,
Méx.
D.F.
D.F.
D.F.
Monterrey, N.L.
Zacapu, Mich.
San Luis Potosí
D.F.
Taxista
Estudiante
769 06/05/2007 Alfonso Correa González
770
771
772
773
774
775
776
14/05/2007
15/05/2007
10/06/2007
12/06/2007
02/07/2007
04/07/2007
20/07/2007
Jessica Cano Román
No identificada
José Gabriel
Fernando Michel Rojas
Armando Mendoza Mendoza
Inocente Arvizu Medina
Mujer no identificada
Ramiro Sánchez (o Chávez)
777 01/08/2007
Castrejón
Estudiante
Menor (17)
Menor (16)
Menor (11)
Agricultor
Comerciante
Ecatepec, Méx.
778 15/08/2007 Salomón Espinosa Figueroa
779 30/09/2007 Silvia Vargas Escalera
780 14/10/2007 Du Longlong
781 14/10/2007 Liu Su
782 17/10/2007 Mario Cuevas Lara (o Salas)
783 18/10/2007 Alexis Baños Morales
784 22/10/2007 Mario Sánchez Ruiz
785
786
787
788
23/10/2007
02/11/2007
27/11/2007
29/11/2007
Paulino Labra Trejo
Gustavo Terrazas Cuevas
José Felipe Belmont Romero
No identificado
Sergio Manuel González
789 02/12/2007
(o Hernández) García
790 08/12/2007 Antonia Álvarez López
D.F.
Psicóloga
765 23/03/2007 No identificado
766 03/04/2007 No identificado
767 23/04/2007 Armando Torres Mariscal
768 01/05/2007 Janet Xiomara Silli Valerio
Lugar
Estudiante
Comerciante
de origen chino
Empleado de
origen chino
Ganadero
Empresario
Escolta del
empresario
de nombre
Manuel, también
secuestrado
Comerciante
Comerciante
Comerciante
Empleado
Venustiano
Carranza, Mich.
D.F.
D.F.
D.F.
Minatitlán, Ver.
Acapulco, Gro.
D.F.
Morelos
Tulancingo, Hgo.
D.F.
Hermosillo, Son.
Tehuacán, Pue.
Texcaltitlán, Méx.
192
inseguridad.indd 192
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
791 11/12/2007 Jesús Vidal Jaime
Condición
792 24/12/2007 Yadira Paredes Rodríguez
793
794
795
796
12/01/2008
24/01/2008
05/02/2008
15/02/2008
797 01/03/2008
798
799
800
801
802
08/03/2008
02/04/2008
04/04/2008
11/04/2008
16/04/2008
803 21/05/2008
Edmundo Vargas Cabrera
Marco Antonio Abdala Soto
Mariana Romero Jaramillo
Luis Gutiérrez
María del Carmen Vargas
Suárez
Fátima Nayeli Popoca Patiño
Abel Eugenio Córdoba
José Luis Canales Sáenz
Mayra Bueno Ruiz
David Mata Nepomuceno
Gabriel Alejandro Calderón
López
Empresario
Músico
Tulancingo, Hgo.
Estudiantte
Comerciante
Comerciante
Secretaria
Campesino
Comerciante
804 21/05/2008 Ibis Pedro Jiménez Ávila
Comerciante
805 06/06/2008 No identificado
Dueño de bar
806 07/06/2008 Alejandro Cárdenas González
807 14/06/2008 Karina Reyes Luna
808 16/06/2008 Candelario Rodríguez Sánchez
809 30/06/2008 Esmeralda Vásquez López
Estudiante
Ganadero
Estudiante
810 02/07/2008 Gerardo Medrano Ibarra
Empresario
812 20/07/2008 Fernando Pérez Romero
Agente de la
Agencia Estatal
de Seguridad
Comerciante
813 20/07/2008 Francisco Hernández Díaz
Menor (16)
811 02/07/2008 Víctor Hugo Vásquez
814 23/07/2008 Juan Manuel Fuentes Guerra
815 24/07/2008 Hidalgo Bautista Villa
816 26/07/2008 Concepción Aguirre Medel
María de Jesús Delgadillo
817 28/07/2008
García
818 29/07/2008 Cenobio Argáez Zurita
Agricultor
819 30/07/2008 Noé Villegas Trejo
Empresario
820 31/07/2008 Fernando Martí
Menor
821 01/08/2008 Félix Bautista Lugo
Lugar
El Marqués, Qro.
San Pedro
Cholula, Pue.
D.F.
Mazatlán, Sin.
Ecatepec, Méx.
Batopilas, Chih.
Ama de casa
Toluca, Méx.
Monterrey, N.L.
Monterrey, N.L.
D.F.
Tecpan, Gro.
Huajuapan
de León, Oax.
Huajuapan
de León, Oax.
Tlacolula, Oax.
Marcos
Castellanos,
Mich.
Puebla
Palenque, Chis.
Oaxaca, Oax.
Aguascalientes,
Ags.
Oaxaca, Oax.
Apizaco, Tlax.
Zimatlán
de Álvarez, Oax.
Cuautitlán
Izcalli, Méx.
Oaxaca
Acapulco, Gro.
Tlalmanalco,
Méx.
Balancán, Tab.
Nuevo Laredo,
Tamps.
D.F.
Ciudad
Guzmán, Jal.
193
inseguridad.indd 193
21/10/08 23:41:35
Fecha
Víctima
Condición
822 01/08/2008 Carmen Campos Cárdenas
823 01/08/2008
Adriana Patricia Campos
Cárdenas
824 01/08/2008 Magali Bautista Campos
Menor (8)
825 01/08/2008 Mayra Bautista Campos
Menor (7)
826 01/08/2008 Roberto Bernardino Campos
Menor (17)
827 02/08/2008 Jesús Ramos Gutiérrez
Ganadero
Empresario
transportista
Empresario
transportista
Empresario
agrícola
Estudiante
828 13/08/2008 Samuel Rodríguez
829 13/08/2008 Enrique Rodríguez
830 20/08/2008 Rogelio Macías Gutiérrez
831 23/08/2008 Ángel Calderas Mendoza
832 23/08/2008 Joven de 19 años de edad
833 28/08/2008 José del Refugio Vidal Flores
Empresario
Lugar
Ciudad
Guzmán, Jal.
Ciudad
Guzmán, Jal.
Ciudad
Guzmán, Jal.
Ciudad
Guzmán, Jal.
Ciudad
Guzmán, Jal.
Coyame, Chih.
Poza Rica, Ver.
Poza Rica, Ver.
Tijuana, B.C.
Mexicali, B.C.
Mexicali, B.C.
Atlatlahucan,
Mor.
Nota: Relación actualizada al 30 de agosto de 2008. La relación se actualiza de manera permanente, no sólo al tenerse noticia de nuevos casos sino
también al obtenerse información de años anteriores. Pese a la consulta minuciosa de prensa nacional y local, así como de testimonios directos, boletines de prensa y diversa documentación oficial, la relación no es exhaustiva,
deben existir más casos que aún no son de dominio público.
194
inseguridad.indd 194
21/10/08 23:41:35
TABLAS
Tabla 1
Condición de las víctimas de secuestro
(sexo) en México entre 1970-1985
Año
Mujeres
Hombres
Total
1970
0
2
2
1971
1
10
11
1972
3
40
43
1973
6
35
41
1974
5
35
40
1975
3
24
27
1976
5
29
34
1977
7
17
24
1978
6
12
18
1979
4
14
18
1980
1
9
10
1981
1
9
10
1982
2
8
10
1983
6
24
30
1984
14
23
37
1985
3
10
13
Total
67
301
368
195
inseguridad.indd 195
21/10/08 23:41:36
Tabla 2
Condición de las víctimas de secuestro (edad)
en México entre 1970 y 1985
Año
Menores
Total secuestrados
1970
0
2
1971
1
11
1972
6
43
1973
4
41
1974
3
40
1975
7
27
1976
4
34
1977
4
24
1978
8
18
1979
8
18
1980
2
10
1981
2
10
1982
3
10
1983
11
30
1984
11
37
1985
Total
6
80
13
368
196
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Tabla 3
Condición de las víctimas de secuestro (ocupación)
en México entre 1970 y 1985 [participación porcentual]
Año
Empre.
Comer.
Agricul.
Ganad.
Serv. púb.
Policías
Profesionistas
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
Total
50.00
18.18
13.95
12.20
5.00
18.52
14.71
41.67
5.56
16.67
50.00
10.00
10.00
36.67
2.70
0.00
16.03
50.00
27.27
32.56
17.07
22.50
3.70
8.82
0.00
5.56
11.11
0.00
20.00
20.00
3.33
2.70
7.69
13.04
0.00
18.18
2.33
4.88
2.50
0.00
0.00
0.00
5.56
5.56
0.00
0.00
10.00
0.00
0.00
7.69
2.72
0.00
9.09
6.98
7.32
2.50
0.00
5.88
0.00
11.11
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
3.26
Amas
Estu- No especific.
de casa diantes
y otros
0.00
0.00
0.00
2.44
0.00
0.00
0.00
4.17
0.00
0.00
0.00
0.00
10.00
0.00
0.00
0.00
0.82
0.00
0.00
0.00
0.00
10.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
10.00
0.00
0.00
0.00
1.36
0.00
27.27
44.19
56.10
57.50
77.78
70.59
54.17
72.22
66.67
50.00
70.00
40.00
60.00
94.59
84.62
62.77
197
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Tabla 4
Total de secuestros por entidad
federativa 1970 y 1985
Entidad
D.F.
Secuestros
114
Guerrero
54
México
33
Sinaloa
31
Nayarit
19
Jalisco
15
Michoacán
10
Morelos
10
Veracruz
10
Puebla
7
San Luis Potosí
6
Querétaro
4
Baja California
2
Guanajuato
2
Oaxaca
2
Yucatán
2
Chihuahua
1
Durango
1
Hidalgo
1
Nuevo León
1
Sonora
1
Tabasco
1
Tlaxcala
1
Zacatecas
1
Total
329
198
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21/10/08 23:41:36
Tabla 5
Tasa de secuestros por millón de habitantes 1970 y 1985*
Tasa periodo
Tasa anual promedio
Nayarit
Entidad
27.54
1.84
Guerrero
26.55
1.77
Sinaloa
17.3
1.15
12.91
0.86
Morelos
9.5
0.63
México
4.23
0.28
Querétaro
4.06
0.27
Jalisco
3.66
0.24
San Luis Potosí
3.58
0.24
Michoacán
3.49
0.23
Puebla
2.39
0.16
Yucatán
1.88
0.13
Veracruz
1.86
0.12
Tlaxcala
1.8
0.12
Baja California
1.7
0.11
Tabasco
0.94
0.06
Zacatecas
0.88
0.06
Durango
0.85
0.06
Oaxaca
0.84
0.06
Guanajuato
0.67
0.04
Sonora
0.66
0.04
Hidalgo
D.F.
0.65
0.04
Chihuahua
0.5
0.03
Nuevo León
0.4
0.03
* Con base en la población censada de 1980.
199
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Tabla 6
Frecuencia de secuestros por localidad
D.F.
114
Atizapán, México
1
Acapulco, Gro.
14
Atoyac, Gro.
2
Guadalajara, Jal.
10
Córdoba, Ver.
2
Culiacán, Sin.
7
Iguala, Gro.
2
Cuernavaca, Mor.
5
Los Reyes-La Paz, Méx.
2
Mazatlán, Sin
5
Naucalpan, Méx.
2
Toluca, Méx.
5
Poza Rica, Ver.
Los Mochis, Sin.
4
Puebla, Pue.
2
Texcoco, Méx.
4
Querétaro, Qro.
2
Tlalnepantla, Méx.
4
Tepic, Nayarir
2
La Piedad, Mich.
3
Tijuana, B.C.
2
Techan, Gro.
3
Almoloya de Juárez, Méx.
2
Ario, Mich.; Ayozu, Gro.; Catemaco, Ver.; Chilpancingo, Gro.; Chinamenca, Mor.; Ciudad Hidalgo, Mich.; Costa Chica, Gro.; Cuautitlán
Izcalli, Méx.; Cuautitlán, Méx.; Ecatepec, Méx.; Ecatzingo, Méx.; Escuinapa, Sin.; Guamuchil, Sin.; Huitzuco, Gro.; Juárez, Chih..; Juchitán, Oax,; Lagos de Moreno, Jal.; Los Remedios, Méx.; Mérida, Yuc.;
Misantla, Ver.; Ometepec, Gro.; Otumba, Méx.; Ozumba, Méx.; Paso
1
Largo, Veracruz; Petatlán, Gro.; Pilcaya, Gro.; Puente de Ixtla, Mor.;
San Blas, Nay.; San Juan del Río, Qro.; San Luis La Loma, Gro.; San
Rafael Champán, Méx.; Santiago, Gto.; Taxco, Gro.; Tecuala, Nay.; Tlalmanalco, Méx.; Uriangato, Gto.; Uruapan, Mich; Villa Nicolás, Oax.;
Yautepec, Mor.; Zamayucan, México; Zihuatanejo, Gro.
200
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Tabla 7
Montos de rescate 1970-1985
Año
A pesos
corrientes
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
Total
600 000
7 700 000
16 323 000
31 560 000
68 525 000
21 050 000
61 070 000
80 507 355
30 133 000
16 000 000
23 550 000
11 625 000
8 950 000
135 371 000
111 990 000
181 175 000
806 129 355
Cambio
peso/dólar
nominal
En dólares
corrientes
Cambio
ajustado
En dólares
de 1970
12.5
12.5
12.5
12.5
12.5
12.5
12.5
15.69
22.69
22.76
22.82
22.95
24.51
57.18
150.29
185.19
48 000
616 000
1 305 840
2 524 800
5 482 000
1 684 000
4 885 600
5 131 125
1 328 030
702 988
1 031 989
506 536
365 157
2 367 454
745 159
978 320
11.78
11.27
10.91
10.23
9.10
8.27
7.79
9.15
12.22
10.87
9.43
8.50
8.52
19.24
48.38
57.49
50 913
683 327
1 496 603
3 085 560
7 530 640
2 545 680
7 837 074
8 803 377
2 465 637
1 472 274
2 498 580
1 367 449
1 050 498
7 036 838
2 314 790
3 151 310
53 390 550
Dado que la divisa y la economía estadounidenses son mucho más estables, en esta tabla se consignan también las cantidades convertidas a dólares para tener una idea más aproximada de los montos de los rescates por
año. Además, en la última columna se corrige el tipo de cambio conforme
a la depreciación del dólar en virtud de la inflación de Estados Unidos.
201
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Tabla 8
Desenlace de los secuestros en México 1970 y 1985
Año
Secuestrados
Liberados
tras pago
Liberados
sin pago
Rescatados
Intento
Escaparon
Asesinados
1970
2
2
0
0
0
0
0
1971
11
4
3
1
0
1
2
1972
43
24
2
7
2
3
5
1973
41
16
3
6
4
3
9
1974
40
14
4
10
2
0
10
1975
27
20
1
1
0
0
5
1976
34
22
0
5
3
0
4
1977
24
12
1
9
1
0
1
1978
18
10
0
7
0
0
1
1979
18
8
2
5
2
0
1
1980
10
7
0
1
1
0
1
1981
10
7
0
1
1
0
1
1982
10
10
0
0
0
0
0
1983
30
18
0
3
0
1
8
1984
37
18
0
16
0
0
3
1985
13
7
0
4
0
0
2
Total
368
199
16
76
16
8
53
202
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Tabla 9
Autores de secuestros 1970 y 1985
Año
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1970-1985
Del.com.
0
4
36
29
24
21
24
16
14
17
8
9
9
23
22
10
266
GAC
2
5
3
9
12
4
9
5
3
0
0
1
0
0
0
1
54
Policía
0
0
1
0
0
0
0
0
0
1
2
0
0
2
2
1
9
Del.com.
0.00
44.44
90.00
76.32
66.67
84.00
72.73
76.19
82.35
94.44
80.00
90.00
100.00
92.00
91.67
83.33
80.85
GAC
100.00
55.56
7.50
23.68
33.33
16.00
27.27
23.81
17.65
0.00
0.00
10.00
0.00
0.00
0.00
8.33
16.41
Policía
0.00
0.00
2.50
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
5.56
20.00
0.00
0.00
8.00
8.33
8.33
2.74
203
inseguridad.indd 203
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Tabla 10
Tasa de detención de presuntos secuestradores
por año 1970-1985
Año
Secuestros
Secuestros
con detenidos
Tasa
de detención
1970
2
1
50.00
1971
9
3
33.33
1972
40
23
57.50
1973
38
25
65.79
1974
36
11
30.56
1975
25
8
32.00
1976
33
16
48.48
1977
21
17
80.95
1978
17
9
52.94
1979
18
10
55.56
1980
10
8
80.00
1981
10
5
50.00
1982
9
3
33.33
1983
25
18
72.00
1984
24
12
50.00
1985
12
10
83.33
Total
329
179
54.41
204
inseguridad.indd 204
21/10/08 23:41:36
Tabla 11
Secuestros atribuidos a grupos armados clandestinos 1986-2006
Fecha
Víctima
Lugar
1987/06/14 Simón Askenasi Sittón
Tlalnepantla,
Méx.
1988/04/07 Fernando Senderos Mestre
D.F.
1988/08/23 Jorge Kasushigo Sekiguchi
D.F.
1989/02/00 Ernesto Sánchez Sales
Acapulco, Gro.
1990/08/29 Juan Bosco Gutiérrez Cortina D.F.
Rescate
Autor
gac (se cree
procup)
gac
2 000 000 dls
(procup)
gac (procup
530 000 dls
pdlp)
1 000 000 dls
300 000 000
2 000 000 dls
gac (no
identificado)
gac
(procup)
gac
(procup)
gac
(procup)
gac
(procup)
gac
(procup)
gac
(procup)
gac
(procup)
gac
(procup)
1992/05/13 Joaquín Vargas Guajardo
D.F.
15 000 000 dls
1992/06/01 Jorge Espinoza Mireles
D.F.
15 000 000 dls
1993/00/00 Juan Antonio Torres Landa
Guanajuato
1 000 000 dls
1993/00/00 Eduardo Creel Cobián
D.F.
2 000 000 dls
1993/04/03 Emmanuel Salomé Zacarías
Zihuatanejo,
Gro.
1 500 000 dls
1993/04/27 Juan Robinson Bours
Sonora
1994/03/14 Alfredo Harp Helú
D.F.
30 000 000 dls
1994/04/25 Ángel Losada Moreno
D.F.
15 000 000 dls
gac
(procup)
1995/12/01 José Antonio Pérez Porrúa
D.F.
2 000 000
gac
(procup)
1998/00/00 Domingo Camacho Pineda
1998/08/30 Eduardo de la Cruz Serrano
2000/07/08 Paola Gallo Delgado
2001/06/22 Ron Lavender Bachur
2003/04/05 Fernando Castro Suárez
2003/07/16
Leodegario Castro
de los Santos
gac
(erpi)
Chilpancingo,
gac
1 500 000
Gro.
(erpi)
gac
Tepoztlán, Mor. 175 000 y joyas
(erpi)
gac
Acapulco, Gro.
1 200 000 dls
(epr)
Villa Nicolás
gac (“México
Romero, Méx.
Bárbaro”)
Guerrero
Acapulco, Gro.
gac
205
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Tabla 12
Eventos de secuestro y números de víctimas 1986-2006
Año
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Total
Eventos
27
28
37
34
86
47
66
123
114
259
141
204
292
400
323
411
266
341
274
262
177
3 912
Víctimas
39
31
38
36
99
54
86
145
129
272
156
235
323
449
365
458
308
347
274
261
194
4 299
Razón eventos/víctimas
1.44
1.11
1.03
1.06
1.15
1.15
1.30
1.18
1.13
1.05
1.11
1.15
1.11
1.12
1.13
1.11
1.16
1.02
1.00
1.00
1.10
1.10
206
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Tabla 13
Incidencia de secuestros (1986-2006)
en cifras oficiosas y en estimación
(conservadora) de cifra oculta
Año
Cifras oficiales
Casos no denunciados
1986
81
135
1987
56
93
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Total
74
170
344
329
396
574
455
613
569
1 047
734
590
616
593
542
592
444
278
327
435
9 857
123
283
573
548
660
957
758
1 022
948
1 745
1 223
983
1 027
988
903
987
740
463
544
724
16 427
207
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Tabla 14
Secuestros en la ciudad de México (1994-2004)
Secuestros alto impacto
denunciados D.F.
1 290
Secuestros alto impacto
NO denunciados D.F.
774
Total secuestros alto
impacto D.F.
2 064
Secuestros exprés denunciados
14 600
Secuestros exprés
NO denunciados
29 200
Total secuestros exprés
43 800
Total secuestros D.F.
Secuestros alto impacto
denunciados
Municipios Conurbados del
Estado de México (mcem)
Secuestros alto impacto
NO denunciados mcem
Total secuestros alto impacto
(mcem)
Secuestros exprés denunciados
(mcem)
Secuestros exprés
NO denunciados (mcem)
Total secuestros exprés (mcem)
Total secuestros mcem
Total secuestros ciudad
de México
45 864
562
337
899
3 500
7 000
10 500
11 399
57 263
208
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Tabla 15
Condición de las víctimas de secuestro (sexo)
en México entre 1986 y 2006
Año
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Total
Mujeres
10
5
8
6
13
9
17
20
15
22
21
34
53
74
64
104
58
59
44
62
39
737
Hombres
29
26
30
30
86
45
69
125
114
250
135
201
270
375
301
354
250
288
230
199
154
3 561
Suma
39
31
38
36
99
54
86
145
129
272
156
235
323
449
365
458
308
347
274
261
193
4 298
% Mujeres
25.64
16.13
21.05
16.67
13.13
16.67
19.77
13.79
11.63
8.09
13.46
14.47
16.41
16.48
17.53
22.71
18.83
17.00
16.06
23.75
20.21
17.15
% Hombres
74.36
83.87
78.95
83.33
86.87
83.33
80.23
86.21
88.37
91.91
86.54
85.53
83.59
83.52
82.47
77.29
81.17
83.00
83.94
76.25
79.79
82.85
209
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Tabla 16
Condición de las víctimas de secuestro (edad)
en México entre 1986 y 2006
Año
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Total
Menores
10
5
8
6
13
9
17
20
15
22
21
34
53
74
64
104
58
59
44
62
39
737
Adultos
29
26
30
30
86
45
69
125
114
250
135
201
270
375
301
354
250
288
230
199
155
3 562
Suma
39
31
38
36
99
54
86
145
129
272
156
235
323
449
365
458
308
347
274
261
194
4 299
% Menores
25.64
16.13
21.05
16.67
13.13
16.67
19.77
13.79
11.63
8.09
13.46
14.47
16.41
16.48
17.53
22.71
18.83
17.00
16.06
23.75
20.10
17.14
% Adultos
74.36
83.87
78.95
83.33
86.87
83.33
80.23
86.21
88.37
91.91
86.54
85.53
83.59
83.52
82.47
77.29
81.17
83.00
83.94
76.25
79.90
82.86
210
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Tabla 17
Condición de las víctimas de secuestro (ocupación)
en México entre 1986 y 2006 [participación porcentual]
Año
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Periodo
Emp.
Agric. Profe- Servidor
Comer. Ganad. sionista público
12.82
12.90
31.58
25.00
25.25
7.41
16.28
12.41
18.60
19.85
26.28
20.43
23.53
20.49
25.48
13.97
25.65
31.12
22.99
19.16
22.16
21.54
2.56
12.90
0.00
5.56
17.17
11.11
3.49
8.28
10.85
30.15
8.97
12.34
11.15
6.46
6.85
9.61
6.49
3.17
3.65
1.92
1.55
8.54
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.69
0.00
0.00
0.00
0.85
0.00
2.00
0.82
1.31
0.00
0.86
2.92
0.77
1.55
0.86
0.00
0.00
7.89
2.78
4.04
1.85
3.49
1.38
2.33
1.10
2.56
2.13
1.24
1.11
2.74
0.44
2.92
0.86
3.65
0.38
1.03
1.74
Ama
EstuOtros y
Total
de casa diante no especif.
2.56
0.00
0.00
2.78
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.27
0.00
0.00
0.29
0.73
0.38
1.03
0.21
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
2.56
0.85
1.24
1.11
2.47
0.44
1.30
2.88
1.09
4.21
2.58
1.37
82.05
74.19
60.53
63.89
53.54
79.63
76.74
77.24
68.22
48.90
59.62
63.40
62.85
68.82
61.37
74.24
63.64
60.81
64.96
73.18
70.10
65.74
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
211
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21/10/08 23:41:36
Tabla 18
Secuestros por entidad federativa según información
de procuradurías y SNSP 1995-2007
Entidad
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 Total
Aguascalientes
6
5
7
6
2
1
-
2
-
1
-
1
17
48
Baja California
Baja California
Sur
Campeche
14
11
28
72
23
47
25
22
20
9
9
38
20
338
2
1
1
5
5
1
2
-
-
1
-
5
1
24
7
-
-
6
6
-
2
-
2
2
1
0
3
29
Chiapas
70
29
44
12
37
28
30
12
13
8
6
2
1
292
Chihuahua
11
10
30
18
3
5
2
5
19
2
5
2
13
125
Coahuila
8
3
-
3
-
1
1
2
-
1
6
4
14
43
Colima
14
7
14
4
3
2
1
1
2
1
1
10
0
60
D.F.
56
55
22
133 183
201
217
197
103
92
Durango
5
1
1
6
5
5
9
9
11
8
4
0
3
67
Guanajuato
6
2
13
20
11
8
10
11
5
6
4
6
12
114
Guerrero
92
53
59
45
35
40
46
35
32
8
19
21
26
511
Hidalgo
6
3
5
7
13
6
4
4
7
6
6
7
5
79
Jalisco
55
50
112
99
32
27
16
16
13
11
7
5
14
457
México
23
43
36
25
36
65
97
112
135
100
46
42
51
811
Michoacán
65 100
112
77
63
29
30
24
28
10
13
16
36
603
Morelos
32
71
6
7
9
35
28
8
11
9
12
13
5
246
Nayarit
18
14
9
3
25
7
7
12
1
1
2
2
9
110
4
2
5
15
1
2
4
3
5
8
1
1
1
52
Oaxaca
16
26
69
54
78
61
2
9
7
4
1
5
10
342
Puebla
159
Nuevo León
66 120
118 1 563
13
7
23
27
12
17
11
13
10
7
5
9
5
Querétaro
5
3
3
5
6
6
2
1
1
1
-
1
0
34
Quintana Roo
San Luis
Potosí
Sinaloa
-
2
8
7
7
3
12
-
-
1
2
4
7
53
2
1
-
-
2
1
6
2
1
2
-
1
3
21
23
15
26
26
38
30
25
12
14
8
6
9
15
247
Sonora
14
5
7
6
7
38
25
7
8
3
5
7
5
137
Tabasco
25
32
318
76
-
-
-
-
-
-
-
0
10
461
Tamaulipas
7
1
-
-
4
12
7
4
6
-
7
18
20
86
Tlaxcala
1
-
-
1
-
-
-
-
5
14
2
3
26
Veracruz
9
4
8
6
8
4
7
14
17
12
2
4
101
Yucatán
3
5
39
-
-
-
-
-
-
-
-
0
0
47
Zacatecas
1
8
45
30
-
4
1
1
2
3
1
2
4
102
616 593
542
592
444
278
327
R. Mexicana
613 569 1 047
734 590
6
435 7 380
Nota: En cursivas las cifras estimadas para 1996.
212
inseguridad.indd 212
21/10/08 23:41:36
Tabla 19
Desenlace de los secuestros registrados en México
entre 1986 y 2006 según investigación hemerográfica
(composición porcentual)
Año
Liberado tras el
pago del rescate
Liberado
sin pago
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Total
69.23
64.52
63.16
44.44
64.65
61.11
63.95
68.28
57.36
63.60
73.08
62.98
56.35
49.00
46.58
39.30
50.65
43.23
33.21
30.27
36.60
49.92
0.00
0.00
0.00
0.00
2.02
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
0.00
2.13
0.31
0.45
3.01
1.31
1.62
0.58
0.36
2.30
1.03
1.00
Rescatado
Intento
por la policía
17.95
29.03
23.68
30.56
9.09
7.41
20.93
20.69
21.71
18.75
7.69
14.04
18.58
35.41
29.04
39.96
25.97
29.11
31.39
27.59
27.84
26.10
2.56
0.00
0.00
2.78
3.03
9.26
1.16
0.00
3.88
5.15
5.77
5.53
4.33
0.00
1.10
2.18
2.92
9.80
8.03
6.51
4.12
3.95
Huyó
Asesinado
0.00
0.00
2.63
0.00
2.02
0.00
1.16
0.69
0.78
1.10
0.00
2.55
1.24
3.56
3.84
4.37
3.90
4.03
4.01
3.45
6.19
2.95
10.26
6.45
10.53
22.22
19.19
22.22
12.79
10.34
16.28
11.40
13.46
12.77
19.20
11.58
16.44
12.88
14.94
13.26
22.99
29.89
24.23
16.07
213
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21/10/08 23:41:37
Tabla 20
Víctimas de secuestro asesinadas
según la estadística oficial 1986-2007
Año
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Total
Secuestros
81
56
74
170
344
329
396
574
455
613
569
1 047
734
590
616
593
542
592
444
278
327
435
9 859
Asesinados
4
2
4
8
19
12
11
15
22
31
21
30
63
53
60
59
45
50
62
78
50
42
741
%
4.94
3.57
5.41
4.71
5.52
3.65
2.78
2.61
4.84
5.06
3.69
2.87
8.58
8.98
9.74
9.95
8.30
8.45
13.96
28.06
15.29
9.66
7.52
214
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Tabla 21
Estimación sobre el monto de los rescates pagados entre 1986 y 2006
en la República Mexicana según investigación hemerográfica
Año
Registrado pesos Promedio pesos
corrientes
corrientes
Estimado pesos
corrientes
Pagados
en dólares
Tipo de
cambio
Tasados
en dólares
1986
1 256 000 000
78 500 000
2 119 500 000
924
2 293 831
1987
1 959 000 000
163 250 000
2 612 000 000
1 091 000
2 210
2 273 061
1988
8 320 000 000 1 386 666 667 24 960 000 000
13 652 569
1989
4 383 500 000
2 710 000
2 281
4 383 500 000
500 000
2 650
2 154 151
1990 24 321 250 000
552 755 682 33 165 340 909
3 520 000
2 948
14 770 116
1991
6 220 000 000
345 555 556 12 440 000 000
3 074
4 046 845
1992
4 000 000 000
121 212 121
6 181 818 182 33 020 000
3 121
35 000 717
1993
72 785 000
1 233 644
111 027 966 14 250 000
3.33
47 601 747
1994
37 452 000
1 012 216
70 855 135 55 000 000
4.94
69 343 145
1995
68 880 000
810 353
132 897 882
7 465 000
7.68
24 769 412
1996
55 553 000
1 048 170
112 154 170
9 686 000
7.86
23 954 978
1997
54 059 400
730 532
94 969 216 17 380 000
8.20
28 961 612
1998
73 207 000
822 551
134 075 742 24 865 000
9.94
38 353 505
1999
104 313 348
1 287 819
257 563 822 23 580 200
9.60
50 409 765
2000
97 318 800
963 552
148 387 081 29 175 500
9.59
44 648 605
2001
92 751 520
1 019 247
169 195 080 13 433 500
9.17
31 886 448
2002
110 494 000
1 241 506
172 569 281 10 797 600
10.36
27 453 259
2003
90 315 150
876 846
131 526 917
2 263 800
11.24
13 968 399
2004
44 330 700
1 477 690
122 648 270
4 079 300
11.22
15 012 175
2005
63 844 049
1 140 072
84 365 350
7 057 000
10.71
14 933 588
2006
18 049 000
601 633
22 260 433
1 717 500
11.4
292 233 333
Total 51 443 102 967 2 954 439 190 87 626 655 436 261 591 400
5 253 415
510 741 343
Nota: Debe recordarse que a partir de 1993 se le quitaron tres ceros a las cantidades en pesos.
215
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Tabla 22
Condición de los secuestradores según investigación
hemerográfica entre 1986 y 2006 (cifras absolutas)
Año
Eventos
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Total
27
28
37
34
86
47
66
123
114
259
141
204
292
400
323
411
266
341
274
262
177
3912
Absolutos
Del. com.
24
26
33
28
81
43
63
113
107
248
134
187
260
369
289
376
253
194
239
231
155
3 455
GAC
0
1
2
1
1
0
2
4
2
1
0
0
2
0
1
1
0
2
0
0
0
20
Policía
3
1
2
5
4
4
1
6
5
10
7
17
30
31
33
34
13
145
35
31
22
439
216
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21/10/08 23:41:37
Tabla 23
Condición de los secuestradores según
la estadística oficial sobre secuestros
entre 1986 y 2006 (cifras absolutas)
Año
Secuestros
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Total
81
56
74
170
344
329
396
574
455
613
569
1 047
734
590
616
593
542
592
444
278
325
9 422
Policías
secuestradores
3
1
2
5
4
4
1
6
5
10
7
17
30
31
33
34
13
145
35
31
22
439
217
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21/10/08 23:41:37
Tabla 24
Tasa de aclaración de secuestros entre 1986 y 2006
(según cifra de eventos de investigación hemerográfica)
Año
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Total
Eventos
27
28
37
34
86
47
66
123
114
259
141
204
292
400
323
411
266
341
274
262
177
3 912
Detenidos
18
15
15
18
36
18
36
44
56
73
68
76
152
337
194
253
168
256
179
161
115
2 288
% Aclaración
66.67
53.57
40.54
52.94
41.86
38.30
54.55
35.77
49.12
28.19
48.23
37.25
52.05
84.25
60.06
61.56
63.16
75.07
65.33
61.45
64.97
58.49
218
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21/10/08 23:41:37
Tabla 25
Tasa de aclaración de secuestros entre 1986 y 2006
(según cifra de eventos de estimaciones y cifras oficiosas)
Año
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Total
Eventos
81
56
74
170
344
329
396
574
455
613
569
1 047
734
590
616
593
542
592
444
278
325
9 422
Detenidos
18
15
15
18
36
18
36
44
56
73
68
76
152
337
194
253
168
256
179
161
115
2 288
% Aclaración
22.22
26.79
20.27
10.59
10.47
5.47
9.09
7.67
12.31
11.91
11.95
7.26
20.71
57.12
31.49
42.66
31.00
43.24
40.32
57.91
35.38
24.28
219
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21/10/08 23:41:37
Tabla 26
Secuestros en diferentes países del mundo (entre 2004 y 2007)
País
Secuestros
Población
(2005)
Tasa por
millón de
habitantes
Fuente
Haití (2007)
200
8 121 622
24.63
Misión de las Naciones Unidas
para la Estabilización en Haití
(Minustah)
Irak (2006)
449
26 074 906
17.22
Overseas Security Advisory
Council - Iraq 2007 Crime
& Safety Report
17
1 075 066
15.81
Clayton Consultants Inc.
Newsletter - Clayton Monthly
Kidnap Monitor
Bolivia (2006)
111
8 857 870
12.53
Ídem
Jamaica (2004)
32
2 735 520
11.70
Ídem
Venezuela (2007)
264
25 375 281
10.40
Federación Nacional
de Ganaderos de Venezuela
Guatemala (2007)
78
12 013 907
6.50
Colombia (2007)
226
45 954 279
4.92
Ministerio de la Defensa
Trinidad y Tobago
(2005)
México (2007)
Ecuador (2006)
[sólo Guayaquil]
Brasil (2005)
El Salvador (2007)
Policía Nacional Civil
435
103 088 021
4.22
Sistema Nacional de Seguridad
Pública
46
13 363 593
3.44
Asociación Latinoamericana
de Derechos Humanos
Ministério da Justiça - MJ/
Secretaria Nacional de Segurança
Pública - senasp/ Secretarias
Estaduais de Segurança
475
186 112 794
2.55
13
6 704 932
1.94
Policía Nacional Civil
Argentina (2005)
70
39 537 943
1.77
Dirección Nacional de Política
Criminal - Ministerio de Justicia
y Derechos Humanos
Paraguay (2005)
8
6 347 884
1.26
Periódico El Clarín
Filipinas (2004)
94
87 857 473
1.07
Citizens Action Against Crime
Perú (2006) [Lima]
29
27 925 628
1.04
Periódico El Comercio
220
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Tabla 27
Estadística oficiosa de secuestro y cobertura de la investigación
Año
Registrados por
investigación
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
114
259
141
204
292
400
323
411
455
613
569
1 047
734
590
616
593
25.05
42.25
24.78
19.48
39.78
67.80
52.44
69.31
2002
266
542
49.08
2003
2004
2005
2006
Total
342
273
261
177
3 463
592
444
278
327
7 400
57.77
61.49
93.88
54.13
46.80
Estadística oficiosa Cobertura aparente %
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METODOLOGÍA
Y FUENTES DE INFORMACIÓN
El estudio se fijó como objetivo principal elaborar un panorama
del secuestro en México entre 1970 y 2007, como una de las formas de denegación del derecho humano a la seguridad pública.
Este objetivo a su vez se subdivide en los siguientes propósitos específicos y actividades:
•
•
•
•
Identificación, localización y consulta de documentos
que resumen información del periodo en el Archivo
General de la Nación.
Revisión de documentos que se han generado, particularmente en los últimos tiempos, sobre la “guerra sucia”
contra la subversión, a fin de establecer las mutuas determinaciones entre los fenómenos y el secuestro con
fines de extorsión económica.
Revisar en forma sistemática la prensa nacional del periodo (cuando menos un medio).
Establecer la magnitud aproximada de los secuestros en
el periodo y de otras formas de privación ilegal de la
libertad.
223
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•
•
•
•
•
Determinar el número –y, en la medida de lo posible, la
identidad– de las víctimas de secuestro asesinadas.
Reconocer la frecuencia anual y la distribución de la incidencia de secuestros por entidades federativas y regiones.
Discernir la proporción de los secuestros en el periodo
que fueron obra de grupos armados clandestinos y
los que correspondieron a la delincuencia común.
Establecer los modus operandi de los secuestradores y las
tácticas de la policía.
Reconocer las causas por las cuales el secuestro no ha
podido ser erradicado.
Sobre el término secuestro
El sustantivo “secuestro” y el verbo “secuestrar” poseen en nuestra lengua tantas acepciones que para efectos del presente trabajo resulta indispensable explicar qué entendemos por cada uno
de estos términos.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define
secuestro de la siguiente manera: 1. tr. Retener indebidamente a
una persona para exigir dinero por su rescate, o para otros fines.
Nuestra definición, que retoma parcialmente la primera
acepción de la Academia, es la siguiente: el secuestro es un acto
criminal mediante el cual uno o más sujetos privan de la libertad a una o más personas a fin de obtener el pago de un
rescate.
En esta definición excluimos cualquier exigencia a cambio
de la libertad de la o las personas secuestradas que no sea la
entrega de dinero o algún valor equiparable.
Veamos entonces lo que no es secuestro: no se consideran
secuestro aquellas acciones que no tengan que ver con per-
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sonas, que no signifiquen la privación ilegal de su libertad y
que no tengan entre sus móviles la obtención del pago de un
rescate.
Por tanto, no es secuestro la captura y retención de objetos
o de animales, aun cuando por su devolución se exija un rescate. En tal caso, y desde el punto de vista legal, estaríamos ante
una modalidad de extorsión, pero no de secuestro.
Ciertamente, todo secuestro es una forma de extorsión y de
privación ilegal de la libertad, pero no toda extorsión es secuestro, como tampoco lo es toda privación ilegal de la libertad, por
más que la costumbre haya tornado equivalentes los términos
secuestro y privación ilegal de la libertad.
Continuando con la definición por exclusión, no se considera secuestro privar de la libertad a una o más personas si
la exigencia a cambio de su liberación no incluye la entrega
de dinero o valores equivalentes. Para efectos de este trabajo,
por ejemplo, no es secuestro la toma de rehenes para exigir la
excarcelación de reos o un salvoconducto para abandonar el
país, a menos que entre las peticiones se incluya expresamente
la entrega de dinero o valores equivalentes.
Para ser más ilustrativos, es secuestro la privación de la libertad de Ernestina Sodi y Laura Zapata, pero no lo es la privación de la libertad cometida contra funcionarios del gobierno
del Estado de México por habitantes de San Salvador Atenco,
aunque sí constituya un delito.
Tampoco son secuestro los siguientes actos:
•
Privar de la libertad para interrogar, golpear, amenazar,
torturar, mutilar o asesinar, si no hay propósito de exigir rescate, independientemente de si el móvil se materializa o no en la exigencia de rescate, de si el rescate se
paga o de si se cobra.
225
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•
•
•
•
•
•
•
Privar de la libertad con el fin de cometer violación o
abuso sexual contra la víctima o las víctimas, si no hay
propósito de exigir rescate, independientemente de si el
móvil se materializa o no en la exigencia de rescate, de
si éste se paga o de si se cobra.
Privar de la libertad a una o más personas para torturarlas, asesinarlas y desaparecerlas, lo que se conoce como
“desapariciones forzadas o involuntarias”, generalmente llevadas a cabo por agentes del Estado.
Detener en forma arbitraria (por parte de agentes del
Estado) a una o más personas.
Privar de la libertad a menores para explotarlos o venderlos a otros.
Las privaciones de la libertad con el fin de exigir el pago
de deudas relacionadas con actividades tanto lícitas
como ilícitas.
La privación de la libertad de gerentes de bancos y empleados con acceso a valores para poder robarlos.
La toma de rehenes como producto de atracos mal logrados.
Los códigos penales definen al secuestro como la privación de la libertad para exigir rescate o para que las autoridades
cumplan tal o cual exigencia distinta al pago de rescate. Pero,
insistimos, para efectos de este trabajo sólo se considerará secuestro cuando haya una exigencia de rescate.
En este sentido, hay dos exclusiones sobre secuestro:
•
Cuando el supuesto móvil del rescate es una mera simulación para ocultar las verdaderas intenciones (por
ejemplo, cuando un cónyuge promueve el secuestro
y asesinato de su pareja y se introduce la exigencia
226
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21/10/08 23:41:37
•
de rescate para desviar de esta manera las investigaciones).
Si la privación es un acto maquinado entre los supuestos
secuestradores y la supuesta víctima (autosecuestro).
Otro aspecto crucial en la delimitación de nuestro objeto
de estudio tiene que ver con el llamado secuestro exprés.
El Código Penal del Distrito Federal lo define así:
Artículo 163 Bis. Comete el delito de privación de la libertad en su modalidad de secuestro express, el que prive de
la libertad a otro por el tiempo estrictamente indispensable
para cometer los delitos de robo o extorsión, previstos en
los artículos 220 y 236 de este Código o para obtener algún
beneficio económico.
Se le impondrá de siete a veinte años de prisión y de cien
a mil días multa, sin perjuicio de las penas que corresponden
por los delitos de robo o extorsión y de las reglas de aplicación del concurso para la imposición de sanciones.
Pero ¿existe el secuestro exprés?, ¿es clara su tipificación?,
¿se incluye en nuestra definición?
Para empezar, por secuestro exprés se entienden dos cosas
distintas, si no en la ley, sí en la vida diaria.
Por un lado, el término secuestro exprés se acuñó inicialmente para aludir al secuestro que, a diferencia del típico, dura un
tiempo “corto” y tiene por finalidad la obtención de un rescate
cuyo monto es “más bajo” que los que suelen reclamarse. Pero
¿qué tan “corto” es este tiempo y qué tan “bajo” el rescate?
Oficiales de seguridad pública y asesores de seguridad privada convinieron en que podía hablarse de secuestro exprés
cuando el evento criminal durara menos de 24 horas y el res-
227
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cate fuera inferior a los 10 mil dólares. En Brasil, a este tipo de
secuestro se le llama “relámpago” y también se le diferencia del
“secuestro de alto impacto” (más de 24 horas de cautiverio y
más de 10 mil dólares como rescate).
Sin embargo, si esta subclasificación importaba para fines de
tácticas policiales o medidas de protección, no requería de una tipificación penal específica. El secuestro es secuestro sin importar
cuánto dure el evento criminal ni de qué monto sea el rescate.
Pero la duda surge con la segunda acepción de secuestro
exprés, modalidad criminal con el mismo nombre que refiere la
privación ilegal de la libertad para obtener las tarjetas de crédito
y los números confidenciales de la víctima a fin de hacer retiros
de efectivo en cajeros permanentes. Este delito es conocido en
Colombia como “paseo millonario” y en Perú como “secuestro
al paso”.
Por mucho tiempo, a este crimen se le consideró un robo
con violencia agravado. El punto es que se trata de una privación ilegal de la libertad, y en virtud de que supone un daño
adicional (el robo), tendría que haberse considerado un secuestro. Sin embargo, con la tipificación específica se le considera
ya como secuestro con una penalidad inferior a la del “secuestro
de alto impacto”.
Si bien en esta modalidad el pago del rescate no corresponde a los allegados de la víctima sino directamente a la misma,
también para efectos de este estudio el secuestro exprés, según
lo tipifica la ley, se incluye en nuestra definición.
Es necesario aclarar que a lo largo del estudio utilizamos
como sinónimos los términos secuestro y plagio. Asimismo,
consideramos las tentativas de secuestros como secuestros (en
grado de tentativa).
Pero ¿cuándo el secuestro deja de ser una tentativa para
convertirse en un hecho consumado? Entendemos por consu-
228
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mado un secuestro cuando la víctima ha sido capturada y es
llevada a su cautiverio; lo que ocurre antes de esto corresponde
a la tentativa.
Tiempo y espacio
El estudio comprende al territorio nacional en su conjunto,
con niveles de desagregación estatal, municipal y por localidad
en los casos en que existen datos para ello.
Por lo que hace al ámbito temporal, éste va de enero de
1970 a diciembre de 2007. La razón para delimitar este periodo de 38 años es porque precisamente en décadas precedentes
el secuestro era un problema mínimo con unos cuantos casos
aislados, y no una pandemia como lo ha sido a partir de 1970
y hasta la fecha.
Como se explicará más adelante, el gran factor que desencadenó una ola inacabable de secuestros fue el surgimiento de
grupos armados clandestinos (gac) con una orientación ideológica y política de izquierda.
Aunque a finales de la década de los setenta esos grupos
fueron diezmados por una combinación de acciones legales e
ilegales del Estado, algunas células se mantuvieron y después
de años de receso retomaron los plagios. De hecho, el cambio
cualitativo que se observa en la dinámica del secuestro desde
finales de los ochenta tiene su principal impulso en el resurgimiento de la guerrilla.
El hito que opera como parteaguas fue el secuestro –en julio de 1985– de Arnoldo Martínez Verdugo, candidato a diputado federal por el Partido Socialista Unificado de México
(psum), quien por más de 20 años había sido el máximo líder
del desaparecido Partido Comunista Mexicano.
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Ese plagio fue emblemático pues cerró un periodo y abrió
otro, no sólo en la historia de la subversión sino en la del secuestro mismo.
Martínez fue privado de su libertad por antiguos compañeros de Lucio Cabañas del Partido de los Pobres (pp) y sus
nuevos aliados del Partido Revolucionario Obrero Clandestino
Unión del Pueblo (procup).
A cambio de respetar la vida del plagiado y de liberarlo,
lo que los guerrilleros querían era que les devolvieran el rescate
que Lucio Cabañas había obtenido como producto del plagio
del político guerrerense Rubén Figueroa en 1974 (que sumó 50
millones de pesos o 4 millones de dólares de 1974, esto es, unos
10 de ahora). Al verse perseguido por el ejército y la policía, Cabañas les “encargó” una parte del rescate a los líderes del Partido
Comunista Mexicano, encabezados por Arnoldo Martínez.
Como los líderes comunistas se habían gastado ya ese dinero, para pagar el rescate de Martínez Verdugo recurrieron al
gobierno de Miguel de la Madrid. Fue el entonces secretario de
Gobernación Manuel Bartlett quien entregó los 150 millones
exigidos por los secuestradores del pp y del procup.
Con ese plagio se puso fin al periodo de la guerrilla de los
setenta, pero se inició otro en que los grupos armados clandestinos refinarían sus operaciones criminales y crearían una “escuela”
del plagio. Por ejemplo, Martínez Verdugo no fue rescatado por
la policía, en buena medida porque ésta no pudo seguir el rastro
del rescate ni establecer la ubicación de la casa de seguridad. En
los siguientes años, los grupos subversivos cometerían impunemente otros plagios de enorme impacto que alentarían a muchos
delincuentes comunes a seguir sus pasos. Una vez más, como lo
habían sido a inicios de los setenta, los grupos subversivos eran
los grandes innovadores de los modus operandi criminales en
México, en contraste con un hampa muy poco sofisticada.
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Variables y términos
La investigación hemerográfica y documental que aquí se presenta se integró con una base de datos en la que constan más de
cuatro mil registros de cada evento de secuestro. En dicha base
de datos se exponen las variables que guiaron nuestro análisis,
a saber:
•
•
•
•
•
•
•
Número de eventos de secuestro. Es necesario diferenciar entre el número de secuestros y el de personas secuestradas, pues en un plagio las víctimas pueden ser
más de una.
Fecha exacta o aproximada del secuestro, esto es,
cuándo la víctima o las víctimas fueron privadas de la
libertad.
Nombre o nombres de las víctimas (en algunos casos
este dato no se menciona o está incompleto).
Condición de la víctima. Se consideraron tres tipos
de condición: el sexo, la edad (menores o adultos) y la
ocupación. De esta última se establecieron las siguientes categorías principales: empresarios, industriales y
comerciantes; ganaderos y agricultores; servidores públicos y políticos; profesionistas liberales; amas de casa;
estudiantes; otros y no especificados.
Lugar. Se refiere a la entidad federativa y al municipio
o, en su caso, localidad.
Rescate. Se refiere al monto pagado (no el exigido) en
pesos corrientes.
Desenlace. Las seis categorías consideradas fueron: intento fallido, liberado tras el pago del rescate, liberado
sin el pago del rescate, rescatado por la policía, escapó
de sus captores y asesinado.
231
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•
•
•
•
Autores. Se refiere a los nombres de los plagiarios y a
su condición legal (fueron detenidos, están prófugos o
murieron).
Condición de los victimarios. Las tres categorías establecidas son: delincuentes comunes, grupos armados
clandestinos (gac) y policías y ex policías.
Observaciones. Todo cuanto no haya sido considerado
en otra variable y resulte de interés: modus operandi,
tiempo de cautiverio, relación de los victimarios con
otros secuestros, maltrato sufrido por la víctima, situación procesal de los inculpados, sentencias, evasión de
plagiarios, etcétera.
Fuente. Fecha y página del periódico, documento o libro consultado. Esta información se encuentra detallada más adelante.
Fuentes de información
Las principales fuentes de información consultadas fueron:
•
•
Colección completa de diarios publicados entre enero
de 1970 y diciembre de 2007. De 1970 a 1976, principalmente La Prensa; de 1977 a 1979, El Universal; de
1980 a 1990, La Prensa; de 1991 a 1997, Excélsior;
de 1993 a 2007, Reforma; de 1999 a 2007, El Universal; de 1996 a 2007, La Jornada; de 2004 a 2007, La
Crónica; de 2002 a 2007, El Debate de Sinaloa; de 2003
a 2007, Cambio de Michoacán; de 2005 a 2007, Frontera de Tijuana, Baja California. Así como otros diarios
nacionales y locales.
Colección de la revista semanal Proceso (1976-2007).
232
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•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Colección del periódico El Universal entre 1946 y 1952
(digitalizada por la Hemeroteca Nacional).
Colección de la revista bisemanal Agenda de Seguridad
Pública 1997-1999 (publicada por el Instituto Mexicano de Estudios Sobre la Criminalidad [Imeco] y México Unido Contra la Delincuencia).
Colección de la revista bisemanal Análisis de Seguridad
Pública 2001-2002 (producida por Comunicación y
Análisis de México S.A.).
Colección del servicio de síntesis periodística cotidiana
Síntesis Informativa Seguridad 2001-2007 (producida por
Comunicación y Análisis de México S.A. y después
por Monitoreo y Análisis de Medios S.A. de C.V.).
Informe de la investigación “El secuestro en México”, realizada en 2006 por José Antonio Romero Solís para la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(cndh).
Secuestros en México 1967-1976, Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, diciembre de 1976.
Informe sobre la “guerra sucia” de la Fiscalía Especial
sobre Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (femospp) de la pgr.
Colección de boletines de prensa de la pgjdf sobre secuestro (1999-2007).
Colección de boletines de prensa de la Procuraduría
General de Justicia del Estado de México sobre secuestro (2002-2007).
Colección de boletines de prensa de la Procuraduría General de Justicia de Chiapas sobre secuestro (2001-2007).
Colección de boletines de prensa de la Procuraduría
General de la República (2000 a 2007).
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•
•
•
•
•
Informe especial de la cndh sobre Presuntos Desaparecidos.
Informe de Miguel Nazar sobre la Liga Comunista 23
de Septiembre y otros grupos subversivos.
Colección de boletines de prensa, presentaciones y documentos sobre secuestro del Consejo Ciudadano para
la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C.
Libro electrónico Seguridad ¡Ahora! del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C.
(disponible en www.seguridadjusticiaypaz.org), en particular “¿Por qué no se erradica el secuestro?” de Pedro
Fletes.
Las siguientes obras:
- imeco, Todo lo que debería saber sobre el crimen organizado en México, 1978, México, Océano.
- Ernestina Sodi, Líbranos del mal, 2006, México,
Aguilar.
- Gastón Ofir, El infernal negocio de los secuestros:
Arizmendi S.A., 1998, México,
- Virginia Fabián del Conde, Secuestrada, 2003,
México, Planeta.
- Eduardo Gallo y Paola Tello, Denuncia de un secuestro y una sociedad corrupta, 2002, México, Grupo
Editorial Vid.
- Alejandro José Campos Azuera, El secuestro económico. La nueva forma de criminalidad en el México
neoliberal, 2003, Universidad Autónoma de Puebla.
- María Chía Guerrero, El asalto bancario en la Ciudad de México (1970-1997), Escuela Nacional de
Antropología e Historia, 2004, tesis profesional.
- Víctor Ronquillo, La nota roja 1920-1929, 1996,
México, Grupo Editorial Siete.
234
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•
•
•
Base de datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad
Pública y la Justicia Penal A.C. y de Pro-Rescate A.C.,
en particular un listado sobre secuestrados asesinados,
que constantemente se actualiza.
Recomendaciones de la cndh que aluden a casos de
secuestro.
Servicios de búsqueda en Internet: Google, Yahoo, entre otros.
Al consultar las fuentes, obviamente, no se revisó la totalidad
de los diarios publicados en el Distrito Federal y en el resto de las
entidades federativas del país, pero el vasto material consultado
registra la inmensa mayoría de las notas, reportajes, boletines y
comunicados sobre secuestro en el periodo señalado. No es posible establecer con absoluta precisión qué porcentaje del total de
menciones sobre secuestro cubre este material, pero estimamos,
con plena seguridad, que se trata de más del 90 por ciento.
De acuerdo con el proyecto de investigación, deberían consultarse todos los ejemplares de cuando menos un periódico, de
modo que se cubriera cada uno de los 365 días de los 38 años
que van de enero de 1970 a diciembre de 2007. Hablamos de
alrededor de 13 mil ejemplares.
En realidad, la consulta fue superior a esa cifra, pues se
revisaron cerca de 16 mil ejemplares de distintos periódicos, en
su gran mayoría en consultas en la hemeroteca, pero también
mediante Internet.
La investigación indicó que en Michoacán, Tabasco y Nayarit se estaba produciendo una gran cantidad de secuestros en
los años noventa, por lo cual se procedió a consultar periódicos
locales de los años 1995 a 1997.
Desafortunadamente, en la Hemeroteca Nacional el acervo presenta grandes lagunas de meses e incluso de años. De
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cualquier modo, se logró obtener informaciones que los diarios
nacionales no estaban consignando.
Respecto a un año (2001) se realizó un esfuerzo extraordinario para explotar la mayoría de periódicos que se publican en
el Distrito Federal y en los estados de la República. En menor
medida se hizo un esfuerzo parecido respecto a 1998 y 1999.
En la tabla 27 se expone un ejercicio de comparación entre
los secuestros registrados por nuestra investigación y los secuestros detectados según la estadística oficiosa. Decimos oficiosa
porque, aunque se basa en registros gubernamentales, no existe
hasta la fecha una estadística oficial sobre los secuestros denunciados (y ni pensar en una estimación sobre la cifra oculta).
En promedio, entre 1994 y 2006 la investigación habría
registrado casi el 46% de los secuestros de la estadística oficiosa.
No obstante, debe advertirse que:
•
•
•
•
•
No todos los secuestros que se denuncian son publicados por la prensa.
Una fracción de los secuestros publicados en los diarios no figuran en los registros de las procuradurías, las
cuales en muchos casos –contraviniendo la ley sobre la
actuación de oficio– no inician averiguaciones previas
más que cuando hay denuncia formal.
Aproximadamente el 5% de los secuestros entre 1995 y
2006 que registra la investigación son exprés y las procuradurías no los reconocen como plagios.
Hay indicios de que en algunos casos las estadísticas
oficiales u oficiosas están manipuladas para simular
baja incidencia y supuesta eficacia.
Incluimos las tentativas de secuestro, mientras que las
procuradurías no las registran. Con todo, éstas no representan más del 5% de los casos.
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De cualquier modo, el ejercicio da una idea sobre la gran
cobertura lograda por la investigación, sobre todo a partir del
año 1999. La investigación logra captar la inmensa mayoría de
los secuestros que trascendieron a la opinión pública, incluyendo los que hicieron públicos las procuradurías.
Es necesario señalar que entre 1986 y 1994, la prensa en general no estaba prestando al secuestro la atención que merecía,
pese a su rápido crecimiento y alta incidencia relativa (en comparación, por ejemplo, con lo sucedido en los años setenta).
La información obtenida fue objeto de una minuciosa revisión para evitar:
•
•
•
Casos de privación de la libertad que en realidad no eran
secuestros, según el concepto que hemos definido.
Duplicaciones.
Información errónea, confusa o contradictoria.
De cualquier modo, es necesario advertir un razonable
margen de error por varias razones:
•
•
•
•
A partir de 1999, las procuradurías y los medios de comunicación fueron adoptando la práctica de no revelar
la identidad de las víctimas para protegerlas.
Igualmente, los medios y las procuradurías han ido
omitiendo información sobre los montos de los rescates
para proteger a las víctimas.
La información periodística es en ocasiones imprecisa
u omisa respecto a la localidad en donde ocurrieron los
secuestros, las fechas y la identidad de los detenidos.
Respecto al año 2007, la información periodística de plagios se tornó pobre, por lo cual se prefirió no considerar
los datos de detalle respecto al perfil de las víctimas, mon-
237
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•
•
•
•
•
•
tos de rescate, victimarios y desenlace. Sí se consideran los
datos gruesos sobre incidencia nacional y por entidad federativa, así como los casos de secuestrados asesinados.
Existen numerosos casos de informaciones contradictorias, incluso en boletines oficiales, con discrepancias
sobre nombres, fechas, montos de rescate y lugares de
ocurrencia.
Los boletines de las procuradurías dan cuenta de numerosos secuestros cometidos por bandas que son
desarticuladas, pero con frecuencia omiten datos elementales como el año en que ocurrieron los plagios o
las entidades federativas donde tuvieron lugar.
Una gran parte de las notas periodísticas informan sobre el secuestro cuando se inicia, pero después ya no
le dan seguimiento. En muchos casos no se informa el
desenlace del plagio y también es escasa la información
sobre las sentencias que se imponen a los plagiarios
cuando son detenidos y enjuiciados.
Fecha. Cuando menos se trató de establecer el año, de
modo que en muchos casos los registros indican como
fecha: 15/06/2004 cuando se desconoce el mes del secuestro, o 01/04/2004 o 15/04/2004 cuando se desconoce el día pero no el mes.
Nombre. Cuando solamente hay nombres o un apellido
se utilizó la expresión “N” (Rodolfo “N” o “N” González). A falta de nombre y apellidos se recurrió a leyendas como: No identificado, No identificada, Mujer no
identificada, Menor no identificado, Acompañante
no identificado.
Condición de la víctima. No se hicieron inferencias,
sólo se utilizó la información disponible. A falta de datos, los campos se dejaron en blanco.
238
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•
•
•
Monto del rescate. Para efectos de estadística general
por año, para los casos en que no hay información de
montos se recurrió a promedios. Sin embargo, en la
base de datos no se presenta la cifra inferida con la descripción de cada caso.
Desenlace. A falta de datos y en virtud de que los
asesinatos de víctimas trascienden en su gran mayoría,
las autoridades se afanan en hacer publicidad acerca
de los rescates a cargo de la policía y la evasión de los
plagiados es noticia, en todos los casos en que no se
conoce con precisión el desenlace se puso la leyenda
“Liberado(a)(s) tras el pago del rescate”, además de
ponerla en los casos en que sí había plena certeza
de ello.
Condición del victimario. A falta de información precisa sobre la intervención de policías o de la autoría de
grupos armados clandestinos, se infirió que se trataba
de delincuentes comunes (dc). Debe advertirse que la
categoría “Policía” se consideró no sólo cuando se trataba de elementos en activo, sino también de ex agentes.
La base de datos que sirvió como punto de partida para
la presente investigación contiene 4 241 registros de secuestro
en 683 páginas. Se trata de la mayor base de datos hasta ahora
existente sobre el tema y seguramente será un instrumento de
utilidad para investigadores, analistas y funcionarios del Estado.
Además, se busca de dar testimonio sobre la amarga experiencia
de miles de personas que han padecido secuestro en México.
Es necesario advertir que si la información periodística y de
boletines de prensa no cubre todos los casos de secuestro y no
puede usarse como sustituto de las cifras oficiales, no hay razón
de peso para que la composición y estructura porcentual de sus
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variables no sea la de la información contenida en las averiguaciones previas de las procuradurías. La utilidad de la base de
datos es, pues, incuestionable.
Una advertencia adicional es que para poder incluir un caso
en los registros de la base de datos, cuando menos debía contarse con tres informaciones indispensables: entidad federativa,
año y fuente.
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AGRADECIMIENTOS
Con muchas personas e instituciones tengo una deuda de gratitud. Reconozco el valioso apoyo de Pedro Fletes Rentería,
amigo desde siempre, quien sufrió en carne propia el horror
del secuestro y ha volcado sus energías a la organización de
las víctimas mediante Pro-Rescate A.C. Mi gratitud también
es para los demás integrantes del Consejo Ciudadano para la
Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C., el cual me honro en
presidir.
Y agradezco por supuesto la colaboración de un admirable
equipo de investigadores, sin los cuales esta obra no hubiera
sido posible y quienes colaboraron en forma desinteresada (los
menciono en orden alfabético): Gloria Álvarez Peña, Silvia
Cortés Regalado, Guillermo Lago Montes y José Antonio Romero Solís.
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ÍNDICE
Testimonios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
17
I.
El secuestro entre 1970 y 1985 . . . . . . . . . . . . . . .
27
II.
El secuestro entre 1986 y 2007 . . . . . . . . . . . . . . .
57
III. La respuesta del Estado,
la respuesta de la sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . .
89
IV. El secuestro en el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Epílogo: ¿Hay protección contra el secuestro? . . . . . . . . 149
Apéndices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Víctimas de secuestro asesinadas
en México 1970-2008 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tablas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Metodología y fuentes de información . . . . . . . . . .
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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