topología escénica: rutas, huellas, lugares, espacios y archivos de

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Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
TOPOLOGÍA ESCÉNICA:
RUTAS, HUELLAS,
LUGARES, ESPACIOS
Y ARCHIVOS DE UN
RECORRIDO CORPORAL
INCONCLUSO
Amilcar Borges de Barros1
RESUMEN: El artículo se desarrolla a partir de
las tensiones entre la enunciación de una posible
historicidad corporal y sus interacciones y/o vínculos
con los dispositivos y estrategias de la configuración
escénica. Desde un marco sinestésico y perceptivo
se instala el acontecimiento escénico como una
experiencia intercorporal y estética estableciendo así
una reflexión crítica sobre las nociones y convenciones
existentes en los estudios teatrales sobre espacio, lugar
y escenificación corporal.
Amílcar Borges de Barros, Actor, director e investigador
teatral. Ha desarrollado su línea de investigación hacia la escenificación corporal teniendo como primera perspectiva los
métodos, ideologias y técnicas corporales involucradas en el
proceso creativo del actor. Creador y Director del Teatro de
la Dramaturgia Corporal, coordinador y creador del Magíster
en Dramaturgia Corporal en la Universidad Finis Terrae y
director artístico de las tres versiones del Festival de Teatro
Físico. Es candidato al Magíster en Artes, por la Pontificia
Universidad Católica de Chile (becado por el Fondart 2010).
Su más reciente publicación es: Dramaturgia corporal: acercamientos y distanciamientos hacia la acción y la escenificación corporal,
(Fondart 2009 de investigación) conjuntamente con el Editorial Cuarto Propio. Actualmente es profesor de la Escuela de
Teatro de la Universidad Finis Terrae y académico del Departamento de Danza y del Departamento de Teatro de la
Universidad de Chile.
1
40
Palabras clave: fenomenología, corporalidad, cuerpo,
sinestesia, percepción, topología, escenificación,
configuración, dispositivo, huellas, archivo, presencia,
lugar y espacio.
RESUMO: Este artigo se desenvolve a partir
das tensões entre a enunciação de uma possível
historicidade corporal e suas interações ou vínculos
com os dispositivos e as estratégias da configuração
cênica. Com un marco sinestésico e perceptivo instalase o acontecimento cênico como uma experiência
intercorporal e estética, estabelecendo-se assim uma
reflexão crítica sobre as noções e convenções existentes
nos estudos teatrais sobre espaço, lugar e dramaturgia
corporal.
Palavras chave: fenomenologia, corporalidade,
corpo, sinestesia, percepção, topologia, dramaturgia,
configuração, dispositivo, vestígios, arquivo, presença,
lugar e espaço.
ABSTRACT: The article carries out from the stress
between a posible body historicity enunciation and its
interactions and (or) links with devices and strategies of
scenic configuration. From a synaesthesis and sensory
frame the scenic event settles itself as an interbodily and
aesthetic experience, establishing a critical reflection on
existing notions and conventions in theatre studies on
space, place and body staging.
Key words: phenomenology, bodily, body, synaesthesis,
perception, topology, staging, configuration, device,
traces, footprints , archive , presence, place and space.
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
“(…) podríamos concebir la experiencia estética
como una oscilación (y a veces como una
interferencia) entre “efectos de presencia” y
“efectos de significado”2
La historia del lenguaje escénico es también la
historia de los dispositivos, interacciones y prácticas
culturales desde y hacia el cuerpo. Y en esta dinámica
corporal y relacional se movilizan, son traducidas
y se desplazan continuamente las ideologías,
conceptos, códigos y normativas identitarias hacia
las dimensiones estéticas y fenomenológicas de la
percepción/recepción. Es así como el cuerpo se
posiciona como una intersección y una trayectoria
fundacional y simbólica que atraviesa y hace posible
la intersubjetividad histórica. Por lo tanto, un
recorrido sobre y desde el cuerpo a partir del lenguaje
escénico es de antemano un acto de dimensión
estético, perceptivo, sinestésico y dialéctico que
tensiona y genera desde esta intersubjetividad, las
huellas, trazas, memorias, rutas y archivos de una
historicidad corporal.
Para comprender este diálogo entre archivo,
cuerpo y lenguaje escénico, se requiere de
antemano entender la memoria como una noción
activa del encuentro diacrónico/sincrónico3, donde
las huellas, trazas, textos e imágenes corporales
y culturales emergen desde varias distancias y
perspectivas diferenciales, haciendo del acto
mnemónico una interpenetración administrada
por un trazado imaginario4 que configura, tensiona,
desplaza y modifica el presente y su ideología. Es
decir, la (re)memorización histórica en el cuerpo
podría entenderse como un encuentro cultural
5
continuo, diferido y ontológico que tensiona y
GUMBRECHT, Ulrich Hans. Producción de presencia: lo que
el significado no puede transmitir. México D.F., México: Editorial
Universidad Iberoamericana, 2004, 18.
3
Este concepto diacrónico/sincrónico es planteado por
Giorgio Agamben en Infancia e historia como un recorrido
que tensiona la linealidad histórica con la curva hiperbólica,
estableciendo así distancias diferenciales entre los hechos
según el recorrido.
4
Este trazado imaginario sucede desde un recorrido dialógico
entre el presente que enuncia la traza/índice/ huella como
eje de evocación de un pasado.
5
Quiero señalar que el concepto de encuentro cultural como
reconocimiento y recuperación del ethos latinoamericano se
2
configura lo identitário sinestésicamente. Según
Parret6, la memoria pone al sujeto en contacto con
una “versión interior”, y ese poder de la memoria
trasciende las palabras profesadas en las lenguas
históricas. Este encuentro de lo cultural identitario
con la percepción o “versión interior del sujeto”,
pone de manifiesto la impresión del cuerpo como
imagen y huella de una incisión fenomenológica
que desborda los aspectos semánticos de la
materialidad, produciendo un desplazamiento de
la historicidad escénica hacia la intersubjetividad
de los sistemas de propiocepción, percepción y
recepción de la corporalidad misma. Además, esta
noción de encuentro instaura una dinámica de
(de)formaciones e interacciones propioceptivas
y sinestésicas entre la impresión inscrita como
huella encarnada de la creación, y la expresión
materializada como huella óptica de circulación,
validación y lenguaje. En su simultaneidad, el
cuerpo escénico contiene los procedimientos de
mediatización e intencionalidades con los cuales
la expresión, la impresión y el archivo articulan
y configuran la aparición de la presencia en
los dispositivos del lenguaje escénico. Emerge
entonces, desde la tríada archivo/impresión/
expresión, la corporalidad como una producción
escénica, dialéctica y sinestésica de carácter actante,
intersubjetivo y expansivo:
(…) la institución misma del acontecimiento
archivable, no solo condiciona la forma o la
estructura impresora, sino el contenido impreso
de la impresión: la presión de la impresión antes
de la división entre lo impreso y lo impresor.
(DERRIDA, 1997, p.26)
de las percepciones públicas y privadas. Tal
circunstancia hace que el cuerpo escénico se
ramifique y se radicalice en una multiplicidad de
soportes y receptores artísticos, que configuran
suscribe al planteamiento realizado por Morandé en Cultura
y modernización en América Latina, sin embargo, lo traslado
hacia un recorrido mnemónico constante donde el individuo
actualiza, reconoce y recupera las marcas/huellas culturales
de su identidad pública y privada.
6
PARRET, Herman. Epifanías de la presencia: ensayos semioestéticos. Lima, Perú: Ediciones Universidad de Lima Fondo
Editorial, 2008, 163.
41
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dislocaciones e interpenetraciones sociales,
económicas, políticas y culturales.
La inmanencia y lo efímero en los procedimientos
de creación y manifestaciones artístico corporales
hacen del archivo una desviación continua y
ontológica que evoca, enuncia y trae a la escena
presente un pasado que es diferido por las ediciones,
impresiones y traducciones de las rutas por las
cuales transita el artista escénico para la elaboración
de la especificidad de su lenguaje en cuanto hecho
artístico. Estas inmanencias y presencias corporales
del archivo no cesan de expandirse y de cuestionar
los modos de pensamiento, producción, recepción,
y captación de la intersubjetividad histórico/
cultural de una época. La mirada hacia atrás, o la
(re)memorización, se encuentra con un entretejido
de categorizaciones y administraciones ideológicas
y diacrónicas que tensionan la institucionalización
del cuerpo/sujeto y hacen de su imagen la fisura
que cuestiona y explota las interpretaciones. El
acto mnemónico es un hecho perceptivo que
evoca y encarna el desplazamiento interpretativo
desde una cierta arqueología diacrónica. El rescate
mnemónico de las trazas expuestas y descompuestas
de la historicidad corporal instauran el lenguaje
en el cuerpo escénico como una enunciación de
la ausencia, es decir, el proceso de escenificación
corporal se presenta y se hace carne desde una
interpenetración de la ausencia.
Lo archivable e impreso como palabra o imagen
escénica adquiere, adhiere y se inscribe como una
evocación, y una enunciación de la historicidad
corporal del propio artista; ontológicamente lo
escénico es una producción de subjetividad. El
discurso dialógico entre el cuerpo impreso y los
soportes escénicos expresados son (re)presentados
como una captación y una modulación histórica
e ideológica que vinculan dialécticamente la
percepción y la aparición, con las nociones de
recepción, difusión y validación cultural de un
lenguaje corporal de dimensiones intersubjetivas y
estéticas.
Por lo tanto, podríamos entender que la
circulación, producción y recepción del archivo
como visualidad y objetualidad corporal en las
artes escénicas, superan y escapan a la especificidad
del campo artístico y ponen en tensión, a partir
de la intersubjetividad de la captación, las redes
hegemónicas de significación y validación política
y social. Desde lo inmanente de la corporalidad
como aparición y presencia en las artes escénicas7
se genera la producción de trazas y huellas
que constituyen un archi-archivo8 de pulsiones
múltiples y heterogéneas que ponen en evidencia
la (a)tracción de las intensidades estéticas y las
afecciones que son interceptadas en el recorrido
escénico. El archivo se inscribe y se acumula en
el cuerpo del artista escénico como un soporte
procedimental de citas, testimonios y fragmentos
de las incisiones privadas y de las inscripciones e
intenciones sistémicas.
Lo que el artista escénico cuestiona, disloca e
imprime desde su relación con el archivo no es la
captación de la imagen hacia el porvenir, sino la
impresión de su posicionamiento ideológico en los
dispositivos de configuración de la obra, es decir,
su devenir otro. El artista escénico se presenta y
se (re)presenta a partir de la corporalidad como
presencia, soporte y archivo ideológico, cultural y
biográfico. Este cuerpo- archivo, se inscribe como
un dispositivo de impresión, expresión y estrategia
del lenguaje mnemónico que institucionaliza
al sujeto como un múltiple de cuerpo y permite
hacer de la inscripción privada un procedimiento
de creación, (de)formación y exposición pública
de la huella o traza intersubjetiva. Es así como los
objetos y el cuerpo en la obra de Carlos Leppe
se instalan como una extensión archi-biográfica
simbólica y dislocada que enuncian los vestigios
y trazas genealógicas (al presentar e inscribir el
cuerpo de su madre como archivo ontológico
de evocación y cita) que tensionan, subvierten y
desterritorializan los límites y normalizaciones
estéticas entre lo público y lo privado. El cuerpo
escénico adquiere así su potencia como (re)
Entiendo la instalación, la performance y las acciones
de arte, como parte integrante y constituyente de las artes
escénicas contemporáneas.
8
Jaques Derrida, en Mal de archivo se refiere a la noción de
archi-archivo “como una dimensión arcóntica de la lógica y
la semántica del archivo, de la memoria y del memorial, de la
conservación y de la inscripción que ponen en reserva (store),
acumulan, capitalizan, almacenan una casi infinidad de capas,
de estratos de archivo a la vez superpuestos, sobreimpresos y
envueltos los unos en los otros”.
7
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configuración de fisuras testimoniales y corporales
que transitan diacrónicamente entre la visualidad
y la oralidad mnemónica en un intento de develar,
exponer o suspender la autofagia sistémica.
Por lo general, la heterotopía tiene como regla
yuxtaponer en un lugar real varios espacios
que normalmente serían, o deberían ser
incompatibles. El teatro, que es una heterotopía,
hace que sucedan sobre el escenario toda una
serie de lugares incompatibles. (FOUCAULT,
2010)
El cuerpo escénico sostiene y moviliza esta
yuxtaposición de realidades e imaginarios,
generando una reverberación inestable y continua
entre los ámbitos públicos y privados, sagrados
y profanos, orgánicos, biológicos y perceptivos,
instaurando el fenómeno corporal como la fisura
y la crisis por donde se desterritorializa y difiere
cualquier intento de sujeción del lenguaje y de la
interpretación. El cuerpo atraviesa los espacios,
enuncia, (re)conquista y nombra los lugares y es en
el silencio del lenguaje donde su dimensión estética
explota e impide cualquier intento reduccionista.
Los territorios corporales en el lenguaje escénico
contienen y conllevan procedimientos que
cuestionan y generan, desde su carácter múltiple
y simultáneo, la crisis de los instrumentos de
construcción ideológica que intentan (re)producir
las tradiciones normativas y culturales de los códigos
contenedores, interpretativos y constituyentes del
sujeto. Los procesos creativos corporales cuestionan
y sobreexponen el desgaste del cuerpo como una
imagen psíquica pensada e idealizada, develando
el cuerpo social como un producto de consumo
resultante de una utopía cultural y colectiva. El
cuerpo (re)presentado es una utopía corporal que
genera su propia contravención o, según Foucault,
las utopías nacieron del cuerpo mismo y se voltearon después
contra él. Pero esta contra voluntad ideológica,
corporal absorbente y multiplicadora, constituye
y configura los sistemas de identidad idiopática9
Para una mayor comprensión de estos términos, ver “El
cuerpo igual-a-sí”. En: SILVERMAN, Kaja. El umbral del
mundo visible. Madrid, España: Ediciones Akal/Estudios
Visuales, 2009, 32-36.
9
(como la absorción total del otro) y heteropática
(propioceptivas y de identificación a distancia) en la
construcción del cuerpo y de la corporalidad como
objeto ideológico de producción y consumo. Pero el
cuerpo instaura una intensidad estética, experiencial
y dialógica en sus dimensiones perceptivas que hacen
emerger espacios, tendencias y fisuras corporales
excedentes de sentido e interpretación, es decir,
el cuerpo no es una evidencia del lenguaje y sí el
obstáculo y la modulación que tensiona y se difiere
del razonamiento interpretativo en los espacios
silenciosos de decodificaciones sinestésicas que
se manifiestan antes y después de las palabras del
lenguaje.
Esta circunstancia deja en evidencia que el cuerpo
escénico es en sí una extensión de probabilidades y
de intervenciones continuas, inestables y múltiples.
La imagen corporal emerge en la escena como una
estrategia sinestésica de apariencias y simulaciones
sociales. Lo imaginario corporal se manifiesta
como espejismo cóncavo y a la vez convexo de
la construcción ideológica de identidad y por
diferenciación la alteridad se hace cuerpo en el otro,
es decir, los unos y los otros se posicionan en el
cuerpo escénico como imagen, estableciendo la crisis
entre el imaginario, la imagen y la (de)formación
del sujeto; en otras palabras, encarnar la imagen
es un acto de (re)presentación, aparición no dual
donde los unos y los otros son y hacen del cuerpo
escénico y de su presencia una extensión estética
de percepciones diferidas. Entiendo la imagen/
cuerpo10 como un desplazamiento social y cultural
que es expuesto escénicamente y que fue pensada
para ser un referencial de contravención crítico de la
pulsión institucionalizada. La imagen/cuerpo en la
escena es elaborada como simulación de voluntad y
deseo que siempre se remite a la alteridad como una
semejanza y una tendencia idealizada y diferida de
gran movilidad, cuyo potencial de adaptar y (trans)
formar es captado y desfigurado por la percepción,
y contextualizado por una memoria diacrónica y un
archivo escópico individualizante y relacional que
genera diferenciaciones colectivas y rizomáticas en
La imagen/cuerpo la entiendo como toda elaboración
y estrategia de síntesis cultural, social y política, en la cual
el cuerpo es reducido a un discurso visual de difracción
ideológica.
10
43
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su recepción. Su similitud/semejanza como objeto,
abyecto, cosa o sujeto, se constituye a partir de un
referente de producción ideológica y analógica puesto
al servicio de un consumo empático. Podríamos
decir que la imagen/cuerpo conlleva y acciona
una resonancia y una reestructuración de posibles
articulaciones culturales y sociales donde el cuerpo
regresa excedente de sentido y encarnado en una
heterotopía intersubjetiva, es decir, la percepción y
el desplazamiento no determinan la univocidad de la
imagen, aunque sí la extensión y el posicionamiento
de las probabilidades interpretativas de la imagen en
cuanto recorrido escénico.
Sin embargo, lo constitutivo del cuerpo no es
solamente su imagen/apariencia, también lo son
los vectores y vestigios de su trayectoria hacia el
re-conocimiento y diferenciación, y es justamente
en esta trayectoria como recorrido de pulsiones,
que su capacidad de absorción, adaptación y
trasformación se escapa de la imagen idiopática,
elaborando tensiones y diversificando las
dimensiones de lo real. El cuerpo escénico como
(re)presentación y/o abstracción simbólica es una
resultante que se expone a la mirada e instaura el
cuestionamiento dialógico de su posible fisura.
Pero ellos (imagen y cuerpo) son una unidad
circunstancial correlativa y no dual, que altera
la extensión y permiten elaborar dispositivos de
conectividades y adecuaciones microperceptivas y
simultáneas que anulan y cuestionan los sistemas
como estructuras de pensamiento diferidos. Ken
Wilber, en su análisis de la visión no dual, plantea
la posibilidad de comprehender el cuerpo y la
imagen como una interrelación sistémica de “no
dos”, donde los dispositivos enuncian una unidad
ontológica. Es así como emerge la mirada como
una captación que transfiere al sujeto y exige de
éste un posicionamiento y una (re)adecuación
presencial entre el todo y las partes de la escena:
…un espejo y sus reflejos no están separados,…el
océano es uno con las olas que lo componen…..
No es que usted se halle de este lado contemplando
una montaña que se encuentra fuera de usted,
sino que usted, sencillamente, es la montaña, el
cielo y las nubes, usted es todo lo que aparece
instante tras instante. (WILBER, 2005, p.278)
44
El desplazamiento corporal oscila entre el
espacio y el lugar, elaborando desde una noción
topológica la readecuación de los distintos
modos de producción, percepción y recepción
escénicos. La oscilación de la imagen como escena
pensada y expresa, hacia la imagen percibida y
captada, construye un recorrido y un territorio
de simultaneidades que se difieren no en el
objeto/cuerpo/imagen y sí en las impresiones y
percepciones con las cuales el recorrido hace de la
escena un paisaje captado desde lo experiencial de
la dimensión estética individualizante.
El cuerpo en su resonancia mnemónica
constituye la trayectoria de la presencia, una (re)
aparición de la imagen como coordenadas de un
recorrido estético continuo, simbólico, biológico,
extensivo y expansivo. La imagen corpórea como
identificación de alteridad del sujeto, cosa u objeto
es un acto de referencia ideológica, rizomático y
radicante11 de la presencia, que sucede más allá de
su nombramiento, enunciación o identificación.
La visualidad como función háptica de alteridad,
sea ésta escópica o invocante, es mediatizada por
coordenadas perceptivas y sinestésicas cuya tendencia
es la (re)producción y encarnación fenomenológica
de la imagen. La imagen es una afección estética
del recorrido y del (re)conocimiento háptico. El
cuerpo es el lugar y el espacio donde se funda (soma
y sema)12, se capta, localiza, codifica, capitaliza
y se articulan las dinámicas de interrelaciones
sistémicas, sinestésicas y perceptivas. Sin embargo,
el cuerpo desdibuja la forma y el signo, y elabora
una adecuación y una traducción selectiva de sí
mismo a partir de los eventos sucedidos desde y
en la experiencia. Por lo tanto, acercarse al cuerpo
desde un plan de rutas requiere de orientaciones
topológicas13 que tiene como objetivo señalar y
Hago referencia a las postulaciones de Deleuze (rizoma) y
Bourriard (radicante).
12
Michel Foucault. Hermenéutica del sujeto. México D.F.,
México, Fondo de Cultura Económica, 2002, 208. Sobre el
juego de palabras de Platón sobre la tumba, el signo (sema) y
el cuerpo (soma).
13
La topología es el estudio de las propiedades de los
espacios y sus configuraciones que son invariantes bajo
trasformaciones continuas, es decir, el estudio de la posición,
desplazamiento y relación entre las partes de una figura desde
11
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mapear algunas huellas o campos circunstanciales
donde el cuerpo se manifiesta. En un principio
los ejes de orientación de esta ruta topológica y
escénica son el espacio como atracción, el cuerpo
escénico como dispositivo de afección y la acción
como tendencia escópica e invocante.
(…) el lenguaje depende enteramente de la
mediación del espacio, y de esta compenetración
con el mundo espacial se desprende también
su vinculación con el mundo de las cosas, el
cual es pensado como existente en el espacio.
CASSIRER, 2003, p.195)
Las dimensiones, las distancias, los
posicionamientos, coordenadas y recorridos, el
estar allá o acá, el señalar, enunciar y diferenciar son
razonamientos y funciones espaciales que se instalan
en las prácticas corporales cotidianas y se extienden
hacia las manifestaciones y (re)producciones del
universo imaginario y simbólico. Es así como la (re)
presentación y la subjetividad de la interpretación
contienen en sí una espacialidad que es al mismo
tiempo un excedente de sentido de la materialidad
y una fisura perceptiva de la dimensión e intensidad
estética. Este excedente de sentido y esta fisura
perceptiva instauran la producción de un desfase
en el lenguaje, es decir, un espacio se adhiere y es
adherido en la construcción del lenguaje, y es en y
desde este espacio que emerge la intersubjetividad
de las interpretaciones. Entender, interpretar,
percibir o posicionar el lenguaje escénico a partir
del desfase de sus articulaciones perceptivas y
sinestésicas, nos permite acceder a las nociones y
a las configuraciones espaciales y corporales, como
un evento y una materialidad fenomenológica que
hace emerger la crisis y el vínculo epistemológico
entre el lenguaje escénico y la percepción.
La palabra teatro y teoría ocupan una misma raíz
grecolatina (theatrum), que puede ser interpretada
como: delante de los ojos, mirar atentamente,
contemplar, estudiar, investigar, posicionarse.
Por lo tanto, podríamos decir que en el theatrum
sucede el posicionamiento y el señalamiento de un
las relaciones entre el adentro y el afuera.
punto de vista, o sea, el lugar de la mirada14 solo
es posible desde un posicionamiento del cuerpo.
La recepción, la percepción y la producción de la
imagen, la manifestación de la presencia y de lo
imaginario en el “lugar de la mirada” establecen
un recorrido de flujos sinestésicos y encuentros
circunstanciales, de carácter perceptivo, crítico15 y
multiplicador.
La mirada capta el espacio, lo sitúa y hace así
emerger el lugar como paisaje16, es decir, la reconstrucción y reificación de lo escénico. Entonces,
hacer una categorización de la materialidad escénica
requiere de un razonamiento espacial y territorial que
involucra la imagen, el cuerpo escénico, el tiempo,
la acción, el observador, el espacio y el lugar como
elementos constitutivos de las estrategias escénicas.
La semiopolítica del escenario, según Mitchell,
“funciona como la sede de un conflicto, un nexo
donde los antagonismos políticos, institucionales
y sociales entran en juego en la materialidad de la
representación”17. Esta sede, que se instala como
Entendiendo el lugar de la mirada como el recorrido
referencial y dinámico entre el observador y el observado
y como práctica de razonamiento óptico que decodifica la
escena y detecta la intersección entre disciplinas artísticas.
15
Establezco correlaciones entre enfermedad, crisis y actor,
teniendo como punto de partida la palabra Crisis: mutación
grave que sobreviene en una enfermedad para mejoría
o empeoramiento, momento decisivo en un asunto de
importancia, tomada del latín Crisis y ésta del griego Decisión,
derivada de separar, decidir, juzgar. Más adelante, en 1615, se
le atribuye la derivación a la palabra crítico y también a criterio
como su sinónimo. La palabra Apocrisiario del gr. bizantino
es derivada de elección y ésta de separar escogiendo. La
palabra Diacrítico es tomada del griego distintivo, derivada
de distinguir. La palabra Hipocresía, utilizada por Corbacho
en 1438, y en autores posteriores, es tomada del griego tardío
que significa acción de desempeñar un papel teatral, derivada
de contestar, dialogar y éste de hipócrita y éste del griego
actor teatral. Según el Diccionario Crítico Etimológico Castellano
y Hispano de J. Coromina y J.A. Pascual. Madrid, España:
Editorial Gredos S.A., 2001, 245-246
16
Tanto el paisaje como la escena lo entiendo como actos
de trasformación y territorialización simbólicos, ambos son
la resultante de un acto de experiencia entre el recorrido
y el espacio. Para una mayor profundización del tema ver:
Francesco Careri. Walkscapes. El andar como práctica estética.
Barcelona, España: Editorial Gustavo Gil, 2002.
17
W.J.T. Mitchell. Teoría de la imagen. España, Madrid: Editorial
Akal, 2009, 85.
14
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lugar y escena de las relaciones e interpretaciones
entre la imagen elaborada y el observador, es un
referencial dinámico que atraviesa las posibles
categorías y hace del lugar de la mirada un acto
de experiencia; instaura el problema, las tensiones,
transgresiones y contravenciones continuas entre
la percepción y el lenguaje. La mirada es un acto
de posicionamiento corporal que constituye la
imagen, señala las tendencias espaciales y hace de su
recorrido dialéctico y sinestésico una configuración
territorial. Es también el encuentro y el situarse de
un espacio que es atravesado por acciones estéticas
y simbólicas.
Es justamente en este contexto donde la
interpenetración cultural y corporal existente entre
el observador y el/lo observado, hacen del “lugar
de la mirada” un fenómeno de desplazamiento y
multiplicidad visual. Las traducciones, tradiciones y
contradicciones que suceden en el encuentro entre
el observador y el/lo observado hacen emerger
determinaciones, magnitudes, convenciones y
dimensiones de una identidad dinámica, diacrónica
e inestable. El cuerpo escénico, como un acto
de imagen, presenta e instaura la interrelación
entre los sentidos, ver es una extensión háptica18
que configura desde percepciones distintas (de)
formaciones y niveles de realidad y lenguaje. Es
precisamente en este acto de configurar, situar y
habitar, que se manifiesta la encarnación de la
imagen como una dimensión óptico-sensorial que
no puede ser reducida. Dimensión que es reificada
y fisurada por el posicionamiento de la mirada y
por el acto de imagen19 que emerge en lo escénico
como crisis entre el objeto, el sujeto, el lenguaje y
la percepción.
Desde este lugar de la mirada, la configuración
espacial se establece como un imaginario que es
enunciado ontológicamente a partir de las (des)
codificaciones del lenguaje; el lugar se constituye
como el (re)conocimiento de este lenguaje cultural
y territorial. De las interacciones entre el lugar y el
espacio, emergen la mirada y el recorrido como las
coordenadas de una inmanencia fenomenológica
que devela las funciones y huellas de un intersticio
entre la percepción, la producción de presencia
y el lenguaje; es entonces cuando surge el
espacio de la (re)presentación de una experiencia
contextualizada.
Esta perspectiva nos permite entender el
recorrido y la mirada escénica como dispositivos
fundacionales de concatenaciones estéticas y
sinestésicas que desplazan continuamente los
límites culturales y sociales entre el imaginario y la
producción de la “realidad” espacial.
Merleau-Ponty habla de campos sensoriales
como sistemas de apariencias cuya orientación
varía en el curso de la experiencia20. Y es en la
observación de los dispositivos21 de Wertheimer,
hecha por Merleau-Ponty, donde se manifiestan
algunos principios referenciales sobre espacio,
lugar y puesta en escena, y principios relacionales
entre cuerpo, sujeto y dispositivo.
Para un acercamiento más exhaustivo sobre las relaciones
multisensoriales que involucra la mirada, ver: Juhani Pallasmaa.
Los ojos de la piel. Barcelona, España: Editorial Gustavo Gili,
2006.
19
Entiendo el acto de imagen como una acción en que la
imagen emerge en acción y que difiere de la imagen pensada
para ser presentada
20
18
46
Lo que importa para la orientación del
espectáculo no es mi cuerpo tal como de hecho
es, como cosa en el espacio objetivo, sino mi
cuerpo como un sistema de acciones posibles,
un cuerpo virtual cuyo “lugar” fenomenal viene
definido por su tarea y su situación […]. Este
cuerpo virtual desplaza al cuerpo real hasta
el punto de que el sujeto no se siente ya en el
mundo en el que efectivamente está, y que, en
lugar de sus verdaderas piernas y brazos, siente
en él las piernas y los brazos que precisaría
tener para andar y para actuar en la habitación
reflejada, el sujeto habita el espectáculo. Es
entonces cuando el nivel espacial vuelca y se
establece en su posición nueva. (MERLEAUPONTY, 1994, p. 265)
Maurice Merleau-Ponty. Fenomenología de la percepción.
Barcelona, España: Ediciones Península, 1994, 262.
21
Hay que entender dispositivo como fragmentos
independientes que delatan, exponen y hacen parte de un
sistema de operaciones, es decir, son elementos independientes
que una vez conectados entre sí conllevan a la concatenación
de los sucesos.
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
Por lo tanto, explorar las dimensiones de la
visualidad y de la espacialidad desde la acción y su
escenificación corporal podrían contribuir hacia
una revisión, a este vuelco de los procedimientos y
de las convenciones tanto en la formación corporal
del actor y su escenificación, como también en las
estrategias y técnicas de carácter relacional entre el
observador y la puesta en escena.
En una primera instancia, para hacer esta
revisión es importante entender “lugar” como
sitio de ocupación, enunciación, posicionamiento,
expansión,
organización,
presentación
y
agenciamiento óptico/háptico, y “espacio” como
fisura, recorrido y punto de fuga/ciego que se escapa
y es reificado, que se desplaza y es multiplicado
por el encuentro, el contexto, las percepciones
y las interpenetraciones entre observador y lo
observado.
El espacio se manifiesta y se especifica en su
escape, en su constante refracción y configuración
como sitio atravesado e intervenido, es decir, el
espacio construye lugares, y desde los lugares se
liberan espacios. Esto nos permite entender el
espacio como una tendencia hacia la composición
y hacia la elaboración de su propia contradicción;
el espacio, una vez recorrido y señalado, se
corporeiza y se posiciona como sitio, como
lugar, como Topo. Sucesivamente el espacio se
escapa del señalamiento interpretativo y de la
enunciación hacia su dimensión extensible: el
espacio es una experiencia de incertidumbre de
un escape a-significante que hace emerger el lugar
como principio de significación, es decir el topos
es una refracción espacial que hace del lugar un
espacio practicado; tensionando y revertiendo lo
señalado por Michel de Certeau “el espacio es un
lugar practicado”22. Desde esta perspectiva, los
sucesos, los tránsitos y las trasformaciones son
simultáneos y difusos, o sea, mientras el lugar se
instala nombrado, el espacio se manifiesta en su
diversidad sin nombre y expande su incertidumbre
de localización. El espacio y el lugar son ineludibles;
sus dinámicas e interacciones requieren de sistemas
flexibles, interconectados y expansivos. El espacio
y el lugar no son deducibles a una óptica euclidiana,
sus magnitudes se acercan más a una geometría
diferencial. El espacio y el lugar son dimensiones
de contención corporal y sinestésica que se abren
y se cierran en un diálogo referencial y relacional
constante entre la configuración de un lenguaje y la
percepción, es decir, el espacio, como experiencia,
configura y define el lugar.
Michel de Certeau. La invención de lo cotidiano: Artes de Hacer.
México D.F., México: Ediciones Universidad Iberoamericana,
2007, 129.
23
22
Lo que distingue al arte contemporáneo del de
momentos anteriores es solo el hecho de que
la originalidad de una obra de nuestro tiempo
no se establece de acuerdo a su propia forma,
sino a través de su inclusión en un determinado
contexto, en una determinada instalación, por
medio de su inscripción topológica23.
Establecer un acercamiento topológico hacia
el lugar de la mirada nos permite contextualizar,
diferenciar, situar, y describir los elementos de
configuraciones espaciales y visuales que se
manifiestan en algunas prácticas escénicas realizadas
en los últimos años en Santiago de Chile.
Ya no hay análisis social que pueda prescindir
de los individuos, ni análisis de los individuos
que pueda ignorar los espacios por donde ellos
transitan. AUGÈ (2008, p.122).
En una primera instancia, la selección de
Observación Patológica (2007) y Caer (2008) de Paulina
Dagnino, Medio-Día (2008) de Paula Santana y Mifa-mi-la (2010) de Trinidad Píriz y Paula Aros, se
debe a que el espacio y el lugar de estas obras son
específicos y difieren de las prácticas y frontalidades
escénicas habituales.
El espacio como recorrido y fisura de escape
perceptivo y el lugar como especificidad y
dispositivo hacen de estas obras un marco
experiencial que nos permite observar y describir
el territorio escénico contemporáneo en Santiago
de Chile. Este marco experiencial correlaciona
algunas funciones, nociones y atribuciones con las
Boris Groys. “La topología del arte contemporáneo”.
En:
http://www.estudiosteatrales.cl/images/groys.pdf,
consultado el 23 de mayo del 2010 a las 23.00 hrs.
47
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
cuales el espacio y el lugar participa e interviene
de manera fundacional en los procedimientos y
en los dispositivos de la especificidad escénica de
las obras. Las atribuciones que están expuestas a
continuación no tienen la intención de acotar y sí
de multiplicar e interseccionar lugares y espacios,
a partir de los procedimientos creativos y de las
interacciones entre la recepción y la percepción
propioceptiva que nos ofrece estas directoras.
“El espacio del cuerpo envuelve el propio cuerpo
con una topología irregular con fracturas, hoyos,
(re)entradas o, por el contrario, protuberancias,
cables, apéndices, con texturas variables, más
o menos porosas, más o menos invulnerables,
más o menos plásticas. Como consecuencia de
la metamorfosis del espacio interior, ésta que,
lejos de contentarse en no presentarse (puesto
que es contenido de un continente), lejos de no
exteriorizarse sino filtrada (por los orificios de
comunicación: ojos, boca, orejas, nariz, vagina,
ano), se prolonga por una extraña reversión en el
espacio exterior24.
Lugar25
Lugar
convencional:
son
lugares
arquitectónicamente elaborados para acoger
eventos y actividades culturales y artísticas, por
ejemplo: salas de teatro, centros culturales y museos.
Cabe destacar que estos lugares, en su gran mayoría,
sostienen una división normada entre el escenario
como lugar para el acontecimiento escénico y las
butacas como el lugar para la observación del
acontecimiento.
Lugar convencional de dislocación: son
lugares no convencionales que fueron adaptados para
contener actividades artísticas desde las normativas
convencionales, por ejemplo: galpones y casas que
fueron acondicionadas en su arquitectura para
acoger espectáculos. También podríamos entender
los espectáculos al aire libre que mantengan las
José Gil. Metamofoses do corpo. Lisboa, Portugal: Editorial
Relogio D’Agua, 1997, 8. Traducción del portugués al español
de Amílcar Borges.
25
La intención no es establecer un modelo comparativo entre
formas y contenidos, sino señalar el espacio y el lugar como
un acto de experiencia.
24
48
relaciones frontales y o circulares entre la escena
y el espectador como un lugar convencional de
dislocación.
Lugar no convencional: son sitios urbanos
específicos, que debido a sus características únicas
son considerados como ejes esenciales para los
procedimientos de escenificación y pueden ser
subdivididos en:
Lugar re-encontrado: son sitios que contienen
en sí una cierta memoria olvidada. Estos lugares
generalmente contienen cierta “atmósfera” urbana/
doméstica/social que es rescatada, intervenida e
instalada como diálogo permanente y envolvente
entre la puesta en escena y los observadores.
Podríamos encontrar esas atribuciones en los
galpones y fábricas abandonados, sitios eriazos, en
construcción o en proceso de demolición, casas,
azoteas, departamentos entre otros.
Lugar de tránsito: son sitios de desplazamiento
urbano o rutas nómades de interconexión entre
lugares. Las presentaciones y/o intervenciones
en esos lugares (metro, calles, autopistas, etc.) son
realizadas en su gran mayoría para el observador
ocasional, que es sorprendido en su tránsito
cotidiano. Pero las escenificaciones del Teatro de la
Vertigen y principalmente con Br-3 hacen de estos
lugares de tránsito una tensión política, identitaria
e histórica.
Lugar de suspensión: son intervenciones y/o
instalaciones que interaccionan con la naturaleza,
donde la huella adquiere carácter de evento. De esta
interacción se construye el paisaje o sea la escena
como obra. Las relaciones y las configuraciones
de estos “paisajes” intentan re-establecer el
diálogo entre el hombre y la naturaleza. Son actos
simbólicos y estéticos que intentan señalar, detener
o suspender la autofagia del sistema. Como ejemplo,
podría citar la acción Ni pena ni miedo del poeta
chileno Raúl Zurita en el desierto de Atacama.
Lugar de transgresión: estos sitios son
umbrales sociales, urbanos y culturales donde la
acción de transgredir es elaborada y “controlada” a
la vez. Se podrían subdividir en lugares localizados:
discotecas, bares, iglesias, etc.; lugares programados
como son las fiestas religiosas, fiestas patrias,
carnavales, etc., y lugares de alteración: los rituales
de paso sociales y religiosos.
Lugares de archivo: son determinados sitios
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
geográficos específicos e históricos que conllevan
estudios y escenificaciones de carácter antropológico,
sociológico y etnológico. Se vinculan directamente
con la estética y estudios direccionados a la historia
e identidad de un pueblo o región. Podría ser la
salitrera de Humberstone en la región de Tarapacá
en el norte de Chile, las minas de carbón de Lota
en la región del Biobio, el Desierto de Atacama,
las fiestas de devoción (la Tirana y Ayquina), la
mitología de la Isla de Chiloé, etc.
Lugar de simultaneidad: estos lugares
instauran en el cotidiano una mirada escénica
casuística, es decir, las fronteras entre el evento
y la realidad no están delimitadas, ocasionando
la aparición de observadores como colectivos
(manifestantes, público, hinchas, etc.) y casuales
(transeúntes, peatones, etc.) que captan y
fragmentan la escena desde su desplazamiento
cotidiano y urbano. El encuentro con el evento es
una casualidad momentánea o una programación, y
esta circunstancia permite la coexistencia simultánea
y paralela de distintas dimensiones, es decir, la
interpretación de la escena transciende el marco
del evento. Tales sucesos ocurren en los cortejos
fúnebres, marchas, celebraciones, comicios, fiestas,
manifestaciones, ferias, happenings, flashmobs, etc.
Espacio
Espacio de oralidad: se caracterizan por
establecer una línea dramatúrgica esencialmente
oral; la palabra se dice por encima de la visualidad,
y la acción es una enunciación distendida en la
superficie escénica.
Espacio de contextualización: las escenas
y las imágenes/textos son una reivindicación y
un reposicionamiento de recorridos culturales y
de referencias político/sociales que establecen
perspectivas y percepciones múltiples y simultáneas,
aunque diacrónicas, entre lo escénico, el entorno y
el observador.
Espacios de imágenes: son procedimientos
escénicos que necesitan de la distancia normalizada
entre el observador y la imagen elaborada. El
escenario es utilizado como marco regulatorio de la
composición espacial supeditada a las necesidades
técnicas de la construcción de la imagen. En tales
espacios la visualidad del observador es acotada
y controlada por la tecnología escénica, tal como
sucede en el espectáculo Sin sangre de la compañía
chilena Teatro-Cinema.
Espacio de incertidumbre: donde las escenas/
imágenes son (des)construidas, estableciendo
relaciones dinámicas donde los límites entre el
presentar y el representar son difusos.
Espacio encarnado: el cuerpo es en sí mismo
el lugar y el espacio de la imagen, y su escenificación
escapa a las determinaciones de la re-presentación.
Emerge la presencia, la performance y la instalación
como una espacialidad relacional y vivencial. El
espacio encarnado hace de la imagen escénica una
corporeización inestable y perceptiva, se instaura el
cuerpo como sujeto del espacio26 o la enunciación
del sujeto espacializado.
Algunos relatos de un observador espacial27
En el marco del III Festival Internacional de
Teatro Físico (octubre del 2007), Paulina Dagnino
presenta Observación Patológica, espectáculo que se
desarrolla en dos etapas. La primera es nómade,
los observadores son divididos en dos grupos que
deberán caminar hacia y por un estacionamiento
subterráneo desde direcciones distintas en
búsqueda de la escena. Durante este recorrido van
surgiendo indicios y puntos de fuga que sugieren
una posible significación: una pelota de tenis que
rebota por el piso, un auto que cruza, una puerta
que se abre, un joven arrinconado. Estos indicios
instauran y dislocan la cotidianeidad de las imágenes
y atmósferas nocturnas del estacionamiento
subterráneo; circunstancia que hace dialogar el
lugar reencontrado, es decir, el estacionamiento con el
espacio de incertidumbre, puesto que el observador,
Término utilizado por Merleau-Ponty en Fenomenología de la
percepción.
27
Nuevamente reitero que la intención no es establecer
un modelo comparativo entre formas y contenidos, sino
señalar el espacio y el lugar como un acto de experiencia.
Los relatos de las obras que siguen, intentan describir y
explorar las relaciones constitutivas entre lugar y espacio. No
pretendo hacer una narrativa o un abordaje a las temáticas
o dramaturgias de las obras; reitero que es un relato sobre
la espacialidad y los lugares en relación al observador y su
posible mirada, entendiendo la mirada como un acto en
experiencia.
26
49
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
como punto de fuga, realiza en su recorrido un acto
en que sitúa y configura estética y simbólicamente
la mirada. La segunda etapa es el punto de
reencuentro entre los dos grupos de observadores
y la presentación de la escena de contención que
es determinada por el carácter siniestro28 de unas
cuantas cajas de cartón instaladas y por la presencia
de un camarógrafo. La pelota de tenis regresa
rebotando por la pendiente, y amplifica el silencio
y la atmósfera; a partir de entonces,
una mujer desnuda, con indicios de
alteración, surge desde las cajas, sube por
la pendiente y se encuentra con el joven
que nos fue presentado en la primera
etapa. El encuentro de ambos, al final
de la pendiente, se desarrolla desde la
ambigüedad de un crimen, y entonces
la mirada se instala como un encuadre
cinematográfico que intenta captar y
situar la acción y los desplazamientos de
los actores (img.01)29. El cuerpo desnudo
y blanco que cae por la pendiente hasta
llegar sucio y lleno de huellas a un primer
plano, es un indicio óptico que no puede
ser reducido a un relato. Este cuerpo
que cae traspasa a la actriz en un acto
de experiencia y presencia que construye
el espacio encarnado (img.02)30. En
El siniestro, desde las concepciones de Freud, establece una
correlación entre las palabras alemanas unheimlich y heimlich
para entender lo siniestro desde lo familiar y conocido, en
relación a lo secreto y a lo no develado. En Observación
Patológica el estacionamiento funciona como este lugar
familiar y conocido que es dislocado hacia lo siniestro, a
partir de la inserción de objetos y acciones que ocultan y no
corresponden a la conducta normalizada. También quiero
destacar la alusión a la fotografía de Will Macbride que sucede
en relación a la mujer desnuda con las cajas.
29
En la foto se puede observar que la iluminación es del
propio estacionamiento, además del espejo circular que hace
posible una duplicación de la escena. La ubicación de los
actores y sus contradicciones cinéticas y visuales instauran
una cierta fricción entre el espacio de contextualización y el
espacio de incertidumbre. Fotografia de Daniela Valenzuela,
en escena la actriz Ángeles Riveros y Sebastian Ibacache.
30
En esta imagen podemos ver los vestigios y la intersección
entre el lugar reencontrado y el espacio encarnado que elabora
la actriz al desplazarse de manera violenta por la pendiente
del estacionamiento. Fotografia de Daniela Valenzuela, en
Observación Patológica, la acción de los actores, el
recorrido de los observadores, la iluminación,
la acústica y la estructura arquitectónica del
estacionamiento son dispositivos determinantes,
tanto de los procesos creativos como de la puesta
en escena, por lo tanto, acercarse a esta obra es
situarse delante de dinámicas espaciales que
invitan a interacciones no convencionales entre el
observador y el/lo observado.
img.01
img.02
28
50
Caer es el otro espectáculo de Paulina Dagnino
presentado al año siguiente de Observación Patológica.
Nuevamente al instalar su trabajo en un edificio,
esta vez en la calle Amberes, la directora establece
la relación con lugares re-encontrados para sus
estrategias de escenificación. Minutos antes de
la puesta del sol, Caer se presenta en la azotea de
un edificio con vista panorámica de la ciudad de
Santiago. Los observadores son llevados hasta
allí en ascensor, desde donde tienen una mirada
reducida e intimista, que cambia a una amplia y
panorámica, demarcada por una azotea con los
bordes vidriados. En el piso de la azotea están
delineados cuerpos que nos señalan la caída,
escena la actriz Ángeles Riveros.
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
los globos rojos, ubicados en puntos
estratégicos y atados a unas piedras,
nos advierten el peligro, y mientras los
actores se mueven en el límite de la
seguridad y el vértigo, estas imágenes,
circunstancias y acciones específicas que
suceden en Caer constituyen un espacio
de contextualización. El caer se instaura
no como acción y sí como percepción
y reposicionamiento de la mirada en los
observadores. Además, estamos delante
de un cruce entre un lugar re-encontrado
y otro de suspensión. Lugar re-encontrado
debido a la especificidad de la altura y de
la azotea con sus bordes de vidrio; lugar
de suspensión debido a la vista panorámica
que nos ofrece un encuentro con la
ciudad de Santiago, las cordilleras y
la puesta del sol31 (img.03). En un
momento determinado los globos son
lanzados y caen; los actores salen de la
azotea instaurando un vuelco en el lugar
de la mirada. Ahora los observadores
deberían acercarse al borde del edifico y
mirar hacia abajo, es decir, cae la mirada
(img.04)32. Así se reestructura y se
mezcla el espacio de contextualización con el
espacio de incertidumbre. En este espacio de
incertidumbre, contextualización y suspensión,
el observador instaura su mirada como
un acto de decisión estética y simbólica
que se desplaza entre la contemplación
que nos ofrece la ciudad y la puesta del
sol (el sol cae), y la perspectiva de la
escena alterada, es decir, la mirada cae
desde la azotea sobre los movimientos
de los actores en el suelo. Acto seguido,
En esta imagen (04) se puede observar como los globos
hacen una cierta referencia a los pinches de los mapas del
“google earth”, mientras que el desplazamiento de las actrices
sugiere una inversión óptica del espacio como un plano en
relación al observador. Fotografia de Daniel Adriazola.
32
En esta imagen (04) se puede observar como los globos
hacen una cierta referencia a los pinches de los mapas del
“google earth”, mientras que el desplazamiento de las actrices
sugiere una inversión óptica del espacio como un plano en
relación al observador. Fotografia de Daniel Adriazola
31
img.03
img.04
img.05
los globos rojos son desatados y suben hacia su
desintegración entre el espacio, las nubes y la
ciudad. Esta liberación de los globos hacia el
espacio instaura un cierto “espaciar” y conlleva a
los observadores a situarse en el acontecer de una
puesta del sol urbana, generalmente desapercibida
y que requiere ser habitada, re-encontrada (img.05).
Los actores ya no están, solamente quedan los
observadores, los cuerpos delineados en el piso y
el paisaje urbano en su tránsito hacia la noche.
51
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
Medio-Día (2008), de Paula Santa Ana, sucede a
las 12:00 hrs. del día en la calle Pasaje República
Nº 20, ubicada en el barrio República; un sector
de Santiago que posee una arquitectura histórica
en decadencia y olvido. La elección del lugar y del
horario nos remite a una cita situacionista, que nos
invita a reconocer desde otra perspectiva ciertas
zonas psicogeográficas de la ciudad. Una vez
abierta la puerta, ingresamos a un enorme galpón
abandonado, donde los rayos del sol, que entran
por las ventanas y techumbre rota, componen
una atmósfera fotográfica sorprendente. La no
delimitación entre observador y observado hace
de este enorme taller mecánico de la década de
los 70 una invitación a la deriva. Las escenas y la
dramaturgia de Medio-Día suceden y se configuran
desde el deambular, como una mirada errática por
parte del observador. Mirada errática que sucede
entre las evocaciones y percepciones que emanan
de la arquitectura histórica y particular de este lugar
reencontrado, y el espacio de contextualización instalado
por los actores. Se podría decir que en algunos
momentos las escenas son encontradas por el
observador errante y en otras son señaladas por
los actores. El primer señalamiento sucede con un
hoyo en el piso donde se ubica un actor y la tierra
a su alrededor dibuja la cordillera; del otro extremo
del galpón se acerca un actor que arrastra una pala
(img.06). Esta instalación a medio camino entre
ocultar y develar hace que el espacio de contextualización
y el lugar reencontrado se fusionen como lugar de
archivo y memoria. El segundo señalamiento sucede
en una supuesta oficina de vidrio donde un actor
realiza actos cotidianos, como tomar su choca o
escuchar su radio, develando su soledad y abandono
(img.07)33. Así se van sucediendo señales y posibles
rutas que hacen del lugar un acto de experiencia
individualizada y compartida a la vez. En el otro
extremo del galpón, los actores, por primera vez
como colectivo, avanzan hacia la barrera de autos
del taller mecánico y se detienen ante ella y la
puerta cerrada. Desde esta señal, observadores y
En esta imagen (07) se puede observar cómo la luz natural
dibuja y constituye la especificidad del lugar re-encontrado.
También a partir de la actriz enmarcada al fondo, se puede
observar varios planos que construyen los señalamientos de
esta deriva. Foto del archivo de Paula Santa Ana.
actores se ubican en una misma dirección: todos
están detenidos y mirando hacia la puerta que sube
lentamente, develando lo cotidiano del entorno.
La mirada de los transeúntes hacia el interior
desestabiliza las convenciones entre observador/
observado. La apertura de la escena hacia este
entorno urbano y su cotidiano, elabora un giro
espacial que desterritorializa la convención de
la mirada establecida hasta ahora y desplaza el
lugar de archivo hacia un lugar de simultaneidad, es
decir, las fronteras entre el evento y la realidad no
están delimitadas, ocasionando así la aparición de
observadores casuales (transeúntes) que captan
y fragmentan la escena desde su desplazamiento
cotidiano y urbano (img.08).
img.06
img.07
33
52
img.08
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
En Mi-fa-mi-la (2010), de Trinidad Píriz y Paula
Aros, el lugar elegido es una casa estilo francesa
ubicada en la calle Victoria Subercaseaux Nº 99, en
el Barrio Lastarria de Santiago. Los observadores
se congregan en el jardín de entrada, y las puertas
y ventanas están cerradas (img.09). En unísono
con la música (es constante y la variación de temas
elabora un espacio de oralidad; me refiero a que la
palabra y la música se dicen como discurso por
encima de la visualidad durante casi toda la obra),
las ventanas y puertas se abren y los observadores
son invitados a ingresar al segundo piso de la casa.
En este recorrido están dispuestas determinadas
señales que permiten elaborar un cierto mapa de la
casa: una cama, una cocina, la pieza de planchado,
etc. Ya en el segundo piso, nuevamente invitan a
los observadores a adentrarse en una sala negra
y ubicarse en una mesa/comedor; el observador
queda delante de otro observador. En este espacio
de imágenes están a la vista, en los dos extremos de la
mesa/comedor, todos los dispositivos y tecnología
escénicos (la pantalla de video, los actores, los
focos, el equipo e instrumentos de música, etc.).
La casa como lugar reencontrado queda solamente
como indicio en la memoria del observador.
A partir de ahora el lugar es convencional, y el aquí
(comedor) y el allá (la casa del recorrido inicial
con el dormitorio, la cocina, el jardín, etc.) son
mediatizados y enunciados por imágenes de los
actores in situ, que se comunican entre ellos y con
nosotros a través de las imágenes proyectadas en
la pantalla (img.10). La acción en Mi-fa-mi-la es una
enunciación de representaciones y presentaciones
distendidas en la superficie escénica y en la
pantalla, constituyendo un espacio de incertidumbre
que se fusiona con el espacio de oralidad. Los actores
se desplazan entre su presencia en la sala/comedor
y su imagen proyectada en la pantalla; algunos
observadores también son invitados a participar en
este juego de interconexión de lugares, dislocación
y proyección de la imagen/sujeto (img.11)34. En
determinado momento actores y observadores
En la imgagen (11) se puede observar de qué manera se
realizan las mediatizaciones entre las dependencias de la casa
como lugar de archivo/memoria, y el espacio de imágenes
que se instala en el comedor (img.10). Fotografia de Roque
Rodriguez.
comparten la mesa/comedor, instituyendo de este
modo un lugar de transgresión programada, un punto
de fuga convergente entre observador/observado.
En esta mesa/comedor el comer el pan y tomar el
té es un acto de integración, donde se enuncia un
discurso dialógico entre los preceptos culturales y
el archivo personal, en base a la pregunta: ¿qué es
hacer y ser familia? El lugar y lo sucedido en la
casa se sitúan como archivo referencial elaborado
para un supuesto debate, es decir, la enunciación
de una memoria in situ y colectiva del encuentro
entre observador y observado.
img.09
34
img.10
53
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
img.11
Hacer este relato de obras tiene como
finalidad explorar y pensar, desde un punto de
vista fenomenológico y fractal, el espacio y el
lugar como posibles estrategias de escenificación
y configuración de la mirada. Las atracciones y
reverberaciones que instala el espacio, tanto a
nivel de las ideas como a nivel perceptivo, solo son
posibles desde la manifestación simultánea entre las
fuerzas y atracciones vectoriales, y las tendencias
y enunciaciones territoriales nómades. Desde este
campo de probabilidades, la poiesis se instala como
un sistema corporal dinámico de interacciones
entre el observador/observado y las problemáticas
circunstanciales de la configuración del espacio y
del lugar. La intención no es acotar y sí abrir el
espacio hacia su corporalidad estética y perceptiva,
es decir, espacializar35 y develar las interacciones
e intenciones corporales como premisa y huella
escénica de un recorrido sinestésico, estético y
simbólico.
Escenificación corporal
Estas explosiones espaciales o tendencias
espaciales, según Jean-Jacques Roubine36, surgieron
desde la diversidad de la puesta en escena de las
vanguardias europeas como un cuestionamiento
total o parcial hacia el “Theatrum a la italiana”,
que se había configurado arquitectónicamente
HEIDEGGER, Martin“Bemerkungen zur kunst”. En: Javier
Maderuelo. La idea de espacio. Madrid, España: Editorial Akal,
2008, 15.
36
ROUBINE, Jean-Jacques. A linguagen da encenacao teatral
1880-1980. Rio de Janeiro, Brasil: Editorial Jorge Zahar,
1998.
35
54
como la síntesis espacial de una práctica
artística y social de distinción, discriminación,
jerarquización y validación pública de los poderes
políticos, económicos, culturales y sociales de
la época. Esas prácticas y trasformaciones de las
relaciones espaciales entre el hecho artístico y el
observador, fueron y siguen siendo una constante
procedimental de reivindicaciones, confrontaciones
y (de)formaciones, que interseccionan tendencias y
teorías científicas, filosóficas, económicas, sociales,
culturales y artísticas. La diversidad de las prácticas
y tendencias espaciales, generadas en la escena
moderna europea, amplificaron la percepción,
la mirada, la participación y la integración del
observador como un dispositivo posible en el
hecho artístico. Es importante destacar que fue
en las artes visuales donde el cuestionamiento
de la representación (dadaísmo, arte conceptual,
etc.), de los soportes (minimalismo, acción art,
informalismo, body art, etc.) y la búsqueda estético
relacional con el observador (la instalación, el
happening, la performance, etc.), dieron origen a
estudios y prácticas artísticas que permitieron el
desarrollo de un proceso continuo de interrogantes
espaciales sobre las relaciones de producción y
recepción estéticas. Pero en lo que se refiere al
teatro, tales cuestionamientos espaciales fueron
y aún siguen siendo, en términos generales,
abordados desde la perspectiva arquitectónica y
euclidiana, es decir, la frontalidad total se establece
reiteradamente como práctica artística y síntesis
de la democratización de las jerarquizaciones
espaciales generadas en el “Theatrum a la italiana”.
Cabe señalar que esta frontalidad fue explotada y
(des)figurada por Brecht, ilusionada y tecnificada
por Graig, desterritorializada por la multitud
de Max Reinhardt, cuestionada y enunciada
por Artaud, planificada por Piscator y Gropius,
sobredimensionada por Jean Vilar, desplazada y
encarnada en Grotowski, desarticulada y simultánea
en Luca Ronconi, interpenetrada y (des)compuesta
por Kantor, solo para citar algunos referentes. No
obstante, el lugar de la mirada sigue siendo una
práctica escénica de (re)memorizaciones y citas que
suceden en una configuración espacial frontalizada
que se repite continuamente como una convención
cargada de una historicidad autorreferente que
aísla y reduce la potencia inter y transdisciplinaria
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
del lugar de la mirada contemporánea. La escena
teatral contemporánea, salvo algunas excepciones,
quedó determinada por la reducción del espacio
a un ámbito arquitectónico y euclidiano de
composición y elaboración escenográfica, que tiene
como objetivo optimizar la materialidad escénica
desde la espectacularidad y especificidad de los
recursos técnicos. Debido a estas circunstancias,
la escenificación, el cuerpo y sus percepciones
escapan del reduccionismo de las convenciones
teatrales y encuentran en otras disciplinas artísticas
(minimalismo, performance art, instalación, body art,
land art, etc.) el soporte para confrontar e instalar
el lugar, el espacio, el cuerpo y lo escénico como
problema, experiencia, tensión, transgresión y
contravención continuos entre la trayectoria, la
percepción espacial y el lenguaje escénico artístico
contemporáneo.
La obra de arte ya no es un objeto ‘terminal’
sino un simple momento en la cadena, el punto
capitoné que vincula, con más o menos fuerza,
los diferentes episodios de una trayectoria.
(BOURRIAUD, 2009, 122).
Estas coordenadas interceptadas y (re)
direccionadas hacia el cuerpo escénico, señalan
la configuración espacial y el lugar de la mirada
como eje estratégico de una tendencia sinestésica
y dialéctica que enuncia la alteridad y el lenguaje
escénico como una afección de la dimensión
estética desde un determinado recorrido espacial.
El estudio de una equivalencia correlacional entre
la topología37 y lo escénico, vendría a contribuir
a un análisis crítico de los excedentes y de las
problemáticas relacionadas con las ramificaciones,
entrelazamientos,
conceptualizaciones
y
configuraciones espaciales y escénicas que
emergen en la práctica artística transdisciplinaria
contemporánea. Además, el análisis correlacional
de los equivalentes topológicos en la materialidad
y espacialidad escénica contemporánea enuncian
La topología es el estudio de las propiedades de los
espacios, o sus configuraciones, que son invariantes bajo
trasformaciones continuas, es decir, el estudio de la posición,
desplazamiento y relación entre las partes de una figura desde
las relaciones entre el adentro y el afuera.
37
determinadas problemáticas no resueltas todavía
por la especificidad de la teoría teatral, a saber: la
recepción y los modos de percepción del hecho
escénico a partir de un recorrido de dimensiones
e intensidad estéticas, que sucede desde y en una
experiencia espacial específica. Tal circunstancia
me instiga a posicionar e investigar lo escénico,
el espacio y el lugar de la mirada desde prácticas
artísticas que exceden las convenciones teatrales y
corporales.
Quisiera establecer que abordo y entiendo
la escena como el aparecer de la presencia y de su
inmanencia en un campo de probabilidades cuya
tendencia es el (re)posicionamiento de la mirada y
del lenguaje, lo escénico como el vestigio, el código
y las huellas territoriales de los sucesos (re)
presentados y decodificados de este lenguaje, y
la puesta en escena como un dispositivo interactivo
que produce y genera la dislocación de realidades
hacia un imaginario intersubjetivo. Desde esta
tríada (la escena, lo escénico y la puesta en escena)
se desprende el término escenificación, que vendría a
desdibujar la especificidad de lo teatral y a desplazar
la escena, lo escénico y la puesta en escena hacia
dimensiones políticas, económicas, sociales y
culturales. A partir de tales circunstancias, es posible
entender que los dispositivos de configuración
estratégicos del lenguaje escénico y de la escenificación
son incorporados en la elaboración y producción
ideológica de las ceremonias de estado, atentados
terroristas, publicidad, manifestaciones políticas,
desfiles militares y otras actividades de carácter
masivo. Interpretar y (re)presentar conforman un
razonamiento cuya práctica secular ha conducido,
fijado y homogeneizado la mirada, el cuerpo y el
lenguaje. La escenificación corporal aborda y señala
determinados procedimientos, sistematizaciones
y razonamientos filosóficos, científicos, políticos
y culturales que intervienen en y con el cuerpo
en la configuración de potencias que tensionan y
evidencian esas prácticas e ideologías corporales.
El posicionamiento estratégico y la configuración
de la mirada en la escenificación corporal no
son solamente un reflejo escénico y social de
determinados procedimientos creativos, son
también un constituyente en la producción
de realidad. La escenificación corporal y sus
estrategias generan tendencias fenomenológicas y
55
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
microperceptivas que desdibujan los límites de lo
esencialmente teatral, y posicionan el cuerpo y lo
escénico desde otras perspectivas que relativizan
las nociones entre realidad, apariencias, lenguaje
y simulaciones. El cuerpo y su (re)aparición
contemporánea como problemática bioética y
tecnológica, no es solamente una evidencia de
historicidad y poderes, es también una tendencia
microperceptiva inestable y resonante de fuerzas y
formas sutiles que cuestionan ontológicamente la
globalización y los modos de producción, ideología
y hegemonización corporal. La escenificación
corporal se vincula directamente con el análisis
crítico y fenomenológico de los procedimientos y
estrategias del lenguaje con las cuales se produce, se
sostiene y se fundamenta un acto escénico corporal,
es decir, la escenificación corporal evidencia los
razonamientos e interacciones con los cuales el
cuerpo humano es abordado y constituido como
ideología cultural, política, social, económica y
biológica. La transversalidad de la escenificación
corporal y su carácter estético relacional,
multireferencial e intercultural, nos permite
abordar el cuerpo humano y su corporalidad desde
paradigmas, racionalidades y saberes que son capaces
de contribuir desde la experiencia/trayectoria
a la resignificación de lo que entendemos por
“conocimiento” y, consecuentemente, derivarnos
hacia la revisión de los modos de producción,
circulación e interrelaciones entre las creaciones y
razonamientos científicos, artísticos y humanistas.
Si observamos las prácticas artísticas
contemporáneas, más que las formas, deberíamos
hablar de ‘formaciones’, lo opuesto a un objeto
cerrado sobre sí mismo por un estilo o una firma.
El arte actual muestra que solo hay forma en el
encuentro, en la relación dinámica que mantiene
una propuesta artística con otras formaciones,
artísticas o no. (BOURRIAUD, 2006, p.22).
El cuerpo es un campo de probabilidades que
sostiene la condición humana en el mundo; su
visualidad y su resonancia háptica, perceptiva y
encarnada, hacen oscilar la historicidad entre los
sentidos. Desde esta historicidad fenomenológica
y mnemónica deviene la imagen como fisura
entre la cosa, el sujeto y el lenguaje. El cuerpo
56
y su escenificación son en sí un obstáculo
multireferencial y un instrumento de modulación
estético relacional que cuestionan las adecuaciones
y ponen en evidencia las reiteraciones de los modos
de producción, traducción e interpretaciones
institucionalizadas y hegemónicas. La escenificación
corporal no es solamente el procedimiento
sinestésico de un posicionamiento y su extensión
crítica, es también la resonancia inestable de una
trayectoria de dimensiones e intensidades estéticas
relacionales y perceptivas que no pueden ser
reducidas.
Escenificación: (Ing., production, staging;
Fr.mise-en-escene). Se entiende por E. el suceso
de planificación, ensayo y fijación de estrategias,
según los cuales se quiere crear performativamente
la materialidad de una puesta en escena, a través
de la cual, por una parte, los resultados surgidos
de la E. parecen como vigentes y, por otra parte,
se desarrolla una situación que abre espacios
libres y de juego conducidos hacia acciones no
planificadas ni escenificadas…. Alcances: El
concepto de E. ha sido omnipresente desde los
años 80 hasta el siglo XXI y hoy su presencia es
indispensable en los debates culturales, desde la
política pasando por la economía, los medios, el
deporte, festividades, hasta alcanzar su utilidad
en el comportamiento individual y social de los
grupos. La cultura actual es considerada y descrita
como una cultura de la E. o también como E. de
cultura38.
El cuerpo escénico y su escenificación, una vez
que sus límites son desdibujados de la especificidad
artística, se adhieren como manifestación y
configuración social, haciendo que la simulación y
la realidad corporal tensionen los tránsitos entre la
mímesis, el signo y lo simbólico, ocasionando así
una discontinuidad entre el sujeto, la presencia y
el individuo. El cuerpo escenificado se desprende
del sujeto y de su condición mecánica, psíquica,
identitaria y funcional, y se moviliza hacia su (re)
construcción histórico/socio/cultural donde
sus acciones, tendencias, reacciones y relaciones
son los elementos constitutivos que configuran e
Erika Fischer-Lichte. Diccionario de Teatro, gentileza y
traducción del alemán al español de Andrés Grumann.
38
Repertório, Salvador, nº 17, p.40-57, 2011.2
interaccionan con los sistemas y entornos, es decir,
desde el cuerpo escenificado emerge la microfísica
del poder establecida por Foucault. En la
escenificación corporal se conjugan y se tensionan
razonamientos económicos, políticos y escénicos
que son (re)direccionados hacia las estrategias de
subjetividad, simulación, creación y circulación de
una historicidad múltiple y diferenciada como, por
y desde una producción escénica rizomática de
inmanencia ideológica corporal y social.
La obra de arte es excéntrica: nunca responde,
ni corresponde, a la simetría y a la centralidad de
la mirada, a lo que ésta deposita en su superficie.
De ahí su resistencia a ser objeto, su ausencia de
estructura fija, la dificultad hermenéutica de su
interpretación, la multiplicidad de resonancias
que provoca y en las que se envuelve39.
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