Actividades en el Marco de la Política Medioambiental del

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REAL. PLENARIO XIII RAPAL
DI: 12
Presentado Por: URUGUAY
Fecha:
Versión:
Rev. Nª:
Punto de Agenda: 7.A
TITULO: ACTIVIDADES EN EL MARCO DE LA POLITICA
MEDIOAMBIENTAL DEL INSTITUTO ANTARTICO
URUGUAYO
PAIS
URUGUAY
AUTOR: Capitán de Navío (CG) Aldo Felici
XIII Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos.
13 al 15 de noviembre de 2002. Buenos Aires. Argentina.
REAL. PLENARIO XIII RAPAL
DI: 12
Presentado Por: URUGUAY
Fecha:
Versión:
Rev. Nª:
Punto de Agenda: 7.A
Actividades en el Marco de la Política Medioambiental del
Instituto Antártico Uruguayo
Capitán de Navío (CG) Aldo Felici1
Aspectos de la política medioambiental del I.A.U.
La Antártida presenta un aspecto relevante como laboratorio natural para la investigación
científica de los fenómenos de alcance global. A menos que sus características naturales puedan ser
preservadas de la contaminación en aumento y de disturbios significativos debidos
fundamentalmente a la acción del hombre, la actividad científica se podría ver seriamente
restringida. La sensibilidad de los ambientes marinos y terrestres antárticos indica que deben
tomarse precauciones especiales para conservarlos.
La protección ambiental de la Antártida relaciona con el mantenimiento de la alta
productividad y relaciones ecológicas en el océano austral, y con el mantenimiento del ambiente
en condiciones originarias. El principal valor a conservar en la Antártida es su carácter de
fuente única de información prácticamente libre de contaminación u otros efectos humanos,
para las ciencias geográficas, físicas y biológicas, contribuyentes a la comprensión del sistema
global del cual el Hombre depende.
El concepto de protección, considerado contextualmente en el marco del Protocolo al
Tratado Antártico sobre la Protección del Medio Ambiente puede entenderse en forma abarcativa
o en latu sensu, como el conjunto de aquellas medidas adoptadas sistemáticamente para
preservar las condiciones naturales del medio ambiente antártico, evitando efectos perjudiciales
a la actividad humana.
Es en este sentido que en el artículo 3 del Protocolo, se establecen los principios
ambientales, que con el fin de proteger el medio ambiente antártico, determinan que las
actividades sean planificadas y realizadas de tal manera que se limite el impacto perjudicial sobre
el medio ambiente antártico y los ecosistemas dependientes y asociados.
A su vez estas actividades en el Área del Tratado deberán ser planificadas y realizadas
sobre la base de información suficiente que permita evaluaciones previas y un juicio razonado
sobre su posible impacto, debiendo tener en cuenta, entre otros factores, si existe la capacidad de
observar los parámetros medioambientales y los elementos del ecosistema que sean claves, de tal
manera que sea posible identificar y prevenir con suficiente antelación cualquier efecto
perjudicial.
Empleando un razonamiento jurídico al considerar el concepto de protección de medio
ambiente en el contexto del Protocolo, es lógico pensar que si el instrumento internacional
establece un régimen de protección sobre el medio ambiente antártico, el bien objeto de la
1
Oficial de Medio Ambiente. Instituto Antártico Uruguayo
XIII Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos.
13 al 15 de noviembre de 2002. Buenos Aires. Argentina.
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protección requiere ser determinado para poder adoptar las medidas adecuadas, siendo
básicamente necesario conocer el estado de ese medio ambiente.
Es justamente el análisis del estado del medio ambiente, el punto de partida que permite la
evaluación de impacto ambiental de cualquier actividad que se planifique emprender en el Área
del Tratado Antártico, y a la vez consecutivamente permite realizar la observación ambiental o
monitoreo de los impactos predichos o impactos no previstos que pudieran surgir a causa de esa
actividad y por tanto alterando las condiciones naturales del ambiente.
En el caso de la evaluación de impacto inicial, el concepto protección está implícito en el
contenido de su proceso pues entre las actividades alternativas, luego de considerar pautas como
la continuación y uso de facilidades actuales, el uso de otras ubicaciones diferentes, la operación
en conjunto con otros programas, o el uso de diferente tecnología o equipo, de manera extrema
se debe considerar la no realización de la actividad propuesta, con lo cual no se estaría
exponiendo al ambiente a ninguna perturbación de carácter antropogénica. En la evaluación del
impacto ambiental, una vez determinada la alternativa ventajosa, se incluyen también medidas
para minimizar o atenuar esos impactos, orientadas a los procedimientos de control in situ de la
actividad mediante una adecuada y calificada supervisión para el seguimiento de procedimientos
establecidos (e.g. tratamiento de residuos) o también pueden consistir en un cambio del momento
del año en que se realiza la actividad, seleccionando un período mejor (e.g. evitando períodos de
reproducción de la fauna cercana).
Como condición sine qua non, para la elaboración del proceso de evaluación de impacto
se debe partir del estado de referencia inicial del medio ambiente a los efectos de enfrentarlo con
la actividad propuesta y en base al análisis de las interacciones posibles de ésta con el medio,
poder prever potenciales impactos. Por lo tanto es necesario una descripción del estado de
referencia inicial del medio ambiente que probablemente sea afectado por la actividad, con el
cual se compararán los cambios previstos.
En este contexto, es importante disponer de una base de datos como referencia,
identificándose en base a la misma los parámetros de recuperación natural que permite estimar
el impacto. Dicha base de datos deberá obtenerse mediante observación y/o investigación de
campo, es decir un relevamiento previo para conocer el estado del ambiente del área de la cual se
carece información.
Si consideramos la observación ambiental como el análisis consecutivo e interdependiente
con el proceso de evaluación de impacto ambiental por cuanto las actividades planificadas, según
lo establecido en el Anexo I del Protocolo, podrán realizarse siempre que se establezcan, entre
otros procedimientos, la observación para evaluar y verificar el impacto de la actividad y detectar
impactos imprevistos, que podrían prevenir con antelación cualquier impacto negativo de la
actividad.
También es válido el razonamiento para los casos de las actividades en curso, en los
cuales de acuerdo a los principios medioambientales del artículo 3 del Protocolo se desarrollará
una observación regular y eficaz que permita la verificación de impactos previstos y facilite la
determinación precoz de los posibles efectos imprevistos de la actividades en prosecución.
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La validez de este razonamiento por el cual el estado del medio ambiente se constituye en
la unidad nuclear a partir de la cual se elabora todo programa de protección, no solo tiene un
fundamento jurídico establecido en el Protocolo para estos casos de observación ambiental de las
actividades en curso, sino que esto responde a su vez a un sustento de carácter metodológico y
que es la necesidad de establecer el estado actual de recursos y valores claves de los elementos
ambientales a observar y procurar diferenciar la variabilidad natural de las perturbaciones
antropogénicas. Considerando las actividades planificadas, particularmente para aquellas que no
se ha realizado una evaluación de impacto ambiental, es muy importante luego de describir el
tipo de actividad en un sitio determinado, proseguir con una descripción del sitio en términos de
sus condiciones ambientales para poder seleccionar variables para medir la observación
ambiental a través de los correspondientes indicadores de cambio.
Las actividades realizadas por el I.A.U. en el marco de su política medioambiental
apuntan a la generación de una base de datos sobre el estado del Medio Ambiente Antártico,
comprendiendo una descripción de las variables decisivas que deberán tenerse en cuenta en la
evaluación del estado del medio ambiente de la Antártida, la identificación de las amenazas
actuales y futuras a dicho medio ambiente y la indicación de la relación de estos aspectos con los
informes del estado del medio ambiente de otros lugares.
Tanto desde el punto de vista jurídico, como del punto de vista metodológico, el análisis
del estado de medio ambiente aparece como punto de partida para el desarrollo de programas de
protección del medio ambiente antártico y sus ecosistemas dependientes y asociados.
Legislación Nacional Relativa a la Protección del Medio Ambiente Antártico.
El orden jurídico nacional existente es considerado apropiado para regular las actividades
uruguayas en la Antártida, a partir de la aprobación del Tratado de Washington por la Ley N°14.971
del 14 de diciembre de 1979 y subsiguientemente por los demás instrumentos jurídicos que
aprueban los instrumentos adoptados en las Reuniones Consultivas y otras entidades conexas del
Sistema Antártico.
El Protocolo al Tratado Antártico sobre la Protección del Medio Ambiente es parte integral
del ordenamiento jurídico interno del Uruguay a través de la Ley N°16.518 del 22 de julio de 1994,
promulgada por el Poder Ejecutivo y aprobada por el Poder Legislativo y publicada en el Diario
Oficial y otros medios de prensa nacionales a los efectos de darle la adecuada difusión pública. El
Protocolo ha sido ratificado por el Gobierno Uruguayo con fecha 11 de enero de 1995 y adoptado el
Anexo V el 15 de mayo de 1995, luego de ser aprobado por los mecanismos internos respectivos.
El Protocolo constituye un componente homogéneo y armónico del ordenamiento jurídico
interno uruguayo, en el contexto de la Constitución de la República que más allá de los institutos de
protección genérica, refiere en forma específica a la protección del medio ambiente, especialmente
en su artículo 47, reflejando de esta forma la orientación del Derecho Internacional en esta materia
sensible y previene sobre cualquier actividad que pueda afectar adversamente el medio ambiente.
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Recientemente se ha aprobado la Ley General de Protección del Ambiente N°17.283, del 10
de enero del 2001, la cual constituye un instrumento moderno de política ambiental, que permite
profundizar los compromisos internacionales de la República en la materia. A la vez contribuye a
asegurar la protección del ambiente en conjunto con los instrumentos legales reguladores ya
existentes, permitiendo su compatibilización con las necesidades nacionales de desarrollo
económico y social.
El objetivo de la Ley General de Protección del Ambiente es, en cumplimiento del mandato
previsto en el artículo 47 de la Constitución, establecer previsiones generales básicas atinentes a la
política nacional ambiental y a la gestión ambiental coordinada con los distintos sectores públicos y
privados.
Esta ley ha sido elaborada en coordinación con los instrumentos y criterios particulares de
protección del ambiente, establecidos en normas como el Código de Aguas de 1978, o la Ley de
Evaluación del Impacto Ambiental de 1994, entre otras. En ella se declara de interés general, de
conformidad con lo establecido en el artículo 47 de la Constitución de la República, la protección
del ambiente, de la calidad del aire, del agua, del suelo y del paisaje, como así mismo la
conservación de su diversidad biológica. Esta protección es extensiva a los recursos ambientales
compartidos y los ubicados fuera de las zonas sometidas a jurisdicciones nacionales, en el marco de
la cooperación ambiental regional e internacional y la participación del Uruguay en la solución de
los problemas ambientales globales.
La formulación, instrumentación y aplicación de la política nacional ambiental, se realiza de
acuerdo a la presente ley, en el contexto del concepto de desarrollo sostenible, entendiendo por tal
el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de
generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. En este entorno, se reconoce a título
expreso, el derecho que tienen los habitantes de la República a ser protegidos en el goce de un
ambiente sano y equilibrado.
En cuanto al deber de las personas, las personas físicas y jurídicas, públicas y privadas,
tienen el deber de abstenerse de cualquier acto que cause depredación, destrucción o contaminación
graves del medio ambiente. Se consideran estos actos a los efectos del artículo 47 de la Constitución
y la Ley General de Protección del Ambiente, como aquellos que contravengan lo establecido en las
disposiciones de la propia ley y las demás normas regulatorias de las materias referidas en el
artículo 1° de la misma ley como de interés general. A su vez, se define el concepto de daño
ambiental como toda pérdida, disminución o detrimento significativo que se infiera al medio
ambiente.
Por otra parte, establece un régimen sancionatorio por infracciones a las normas de
protección del ambiente, administrado por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y
Medio Ambiente, el cual es complementario en materia de infracciones, al régimen sacionatorio
establecido en otro ámbito jurisdiccional en lo aplicable con el criterio de tipicidad, a la materia
ambiental. Este régimen rige para todos los nacionales, aún en la Antártida, en virtud de lo
establecido en el Tratado Antártico.
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Este régimen sancionatorio de carácter administrativo, prevé medidas que van desde el
apercibimiento hasta la suspensión de registros, habilitaciones, autorizaciones o permisos, y
también en forma acumulativa con otras sanciones, está previsto proceder a la difusión pública de la
resolución sancionatoria, e incluso proceder al decomiso de objetos o productos de la actividad y
también vehículos, naves, aeronaves, instrumentos y dispositivos directamente vinculados al
cometido de la infracción o al tránsito de los objetos u productos.
También el ordenamiento jurídico interno, dispone los mecanismos que preservan en forma
universal el derecho de acceso a los órganos administrativos y jurisdiccionales en el caso de
cuestiones relativas a la defensa del medio ambiente. En tal sentido, a título expreso en el Código
General del Proceso, en su artículo 42, representación en caso de intereses difusos, se legitiman
indistintamente para promover el proceso pertinente, el Ministerio Público, a cualquier interesado y
a las instituciones o asociaciones de interés social que según la ley o a juicio del tribunal garanticen
una adecuada defensa del interés comprometido.
A su vez, el Decreto 555 del 15 de diciembre de 1994, confiere al Instituto Antártico
Uruguayo la conducción de las pautas generales de política y comportamiento antártico para las
actividades uruguayas en el Área del Tratado Antártico, entre las cuales se considera la protección
del medio ambiente como eje orientador de su estrategia y procedimientos de operación.
A la luz de lo expresado, el orden jurídico nacional existente es considerado apropiado para
regular las actividades uruguayas en la Antártida, las cuales por el momento se cumplen con un
carácter exclusivamente gubernamental al ser desarrolladas por el Instituto Antártico Uruguayo, el
cual se ve reforzado por la aprobación de un moderno instrumento legal de protección del ambiente.
Esta Ley General de Protección del Ambiente facilita la adopción de medidas preventivas y
constituye a la gestión ambiental como un compromiso que involucra el conjunto de la sociedad,
actuando integrada y coordinadamente para fomentar la conciencia ambiental de la comunidad,
contribuyendo preventivamente con la implementación del Protocolo al Tratado Antártico sobre la
Protección del Medio Ambiente, al regular la conducta ambiental diligente de los nacionales que
puedan visitar la Antártida.
Contribuyendo con el propósito de incrementar la publicidad del Protocolo, el texto del
mismo ha sido incluido en el librillo “Información para visitantes a la Antártida”, editado por el
Instituto Antártico Uruguayo, de forma de presentarle el visitante la información de referencia
necesaria para desarrollar su actividad en forma compatible con los principios de protección
ambiental. El mismo contiene una redacción explicativa del instrumento internacional como sistema
comprensivo de las disposiciones sobre la protección del medio ambiente en la Antártida y sus
ecosistemas dependientes y asociados, y la importancia de estas disposiciones en el contexto del
Tratado Antártico.
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Actividades desarrolladas
El Instituto Antártico Uruguayo implementó una política de participación más activa en
las tareas medioambientales en el año 1997, reforzándose las mismas en el año 1998 con la entrada
en vigor del Protocolo de Madrid el 14 de enero. Los resultados de dicha política medioambiental se
señalan en los siguientes tópicos:
a. Participación activa mediante presentación de informes periódicos, en grupos
intersesionales y de contacto y negociación en el foro de la Reunión Consultiva del
Tratado Antártico, del Comité para la Protección del Medio Ambiente, y de la
Convención para la Conservación de Recursos Vivos Marinos Antártico, así como la
participación telemática en los trabajos referidos a medio ambiente en otras entidades
antárticas conexas. Esta política contribuye a fundamentar la posición de Uruguay en lo
que respecta a la demostración de su interés en la Antártida como Miembro Consultivo,
sosteniendo los principios de continuidad y participación activa, en el régimen de
cooperación internacional establecido por el Tratado Antártico.
b. Elaboración y presentación de los siguientes trabajos específicos en el marco del
Protocolo de Madrid.
 Propuesta de Formulario de Evaluación Medioambiental Inicial a los países
latinoamericanos del Tratado Antártico.
 Publicación de la guía para Visitantes a la Antártida.
 Evaluación Medioambiental Inicial de la Estación Científica Antártica T/N Ruperto
Elichiribehety (ECARE).
 Limpieza del emplazamiento de actividades anteriores en el Casquete Glaciar Collins.
 Revisión Ambiental de la Base Científica Antártica Artigas (BCAA).
c.
Aporte y recopilación de información valiosa para la coordinación de medidas de
conservación con las actividades logísticas y operativas en el Área del Tratado, con el fin
de optimizar los recursos y minimizar la interferencia del funcionamiento de las bases
con el medio ambiente.
d. Actualización periódica del Plan de Contingencia de Derrame de Combustible para la
BCAA, para el caso de una emergencia medioambiental en tierra, como asimismo se
mantiene actualizado el Plan de Contingencia para el ROU Vanguardia.
e. Formulación de un Programa de Monitoreo Ambiental, para la verificación de los
impactos previstos e imprevistos en la Evaluación de Impacto Ambiental previa y la
implementación de medidas de conservación acordes. El mismo servirá a su vez para
controlar el estado del medio ambiente y aportará valiosa información para el Comité
Científico de Investigación Antártica.
A través de la implementación de esta política se refuerza la orientación de las actividades
antárticas en lo que respecta a la materia ambiental, debido a la sensibilidad del tema en el ámbito
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internacional. La importancia de esta orientación ambiental se destaca como práctica de
obligaciones de medio en el desarrollo de todas las actividades en la Antártida, especialmente a la
luz de la ampliación del Protocolo en lo que refiere a la materia de responsabilidad, en proceso de
elaboración avanzado que plantea el mantenimiento de una conducta diligente en el cumplimiento
de sus disposiciones.
Por otro lado subyace el componente ético del compromiso de contribuir a la
conservación ambiental, en razón de las propias consecuencias que para las generaciones
futuras traerán aparejados los fenómenos de alcance planetario, los cuales incluso podrían
afectar el derecho a un medio ambiente sano y equilibrado en el cual la Antártida juega un rol
más que influyente reservando los preciados recursos que podrán proveer al sostenimiento de la
Humanidad.
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