provincianismo y provincialismo asquith y el partido liberal ingles

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EL TIEMPO. (Datos oficiales.)—^En Madrid: Máxima, 16,6; mínl.
ma, 1,7.—ü» pi-ovlncias: Máxima. 24° en Valencia; mínima, — S " en
Avila.—TiemiHj probable en 24 horas: Vientos flojos, de dirección variable, y buen tiempo.—Presiones barométricas: Máxima, 715,8; mínima, 714,4.—Vientos: Cal.; fuerza, 0.—Cielo: Despejado.
OlAXUO l.\'DI¡rPENDIBNTB
" - A R R A . 8. _
MADRID
Apartado aümero ífB.
TELKFONp NÜM. 3g.6tO
«eciío telegraaca)
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P B B a o s l)K SUSCRICION
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'••"¡loii. IJ"*"»*™
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is,ü«
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Semestre.
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"«Eie* (excepto Canadá).
«Harto» o remesa» «emanale».
Semestre.
16,(MI
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AíSn
33,00
* " " W M «emanale» eertlflcada».
Semestre.
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48.00
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Semestre. . , , , ,
*1o
16.no
38,00
d a r l o s sin certificar o envto» «e«nanale» certificado».
Semestre.
40,00
Aflo
7»,0(,
??50RIALES
^lastecimiento de aguas
en Madrid
señalado: que el beneficio de la repoblación no es inmediato. La legislación española sobre fomento
de los bosques basada en cfue el
Estado sea el capitalista de los
propietarios de terrenos incultos,
no suele dar todo el restiltado apetecido. El Estado, a nuestro juicio, debiera ejercer una vigilancia escrupulosa para evitar la desaparición de los bosques existentes, aunque pertenezcan al dominio particular, y en lugar de proporcionar metálico, sean los particulares los que repueblen los terrenos públicos i-cultos aportando sus capitales y garantizándoles
el Estado los intereses hasta que
el bosque se halle en condiciones
de producir beneficio.
El Estado solo es impotente para dar cima al magno problema
de la repoblación de nuestros montes, y no obstante las loables iniciativas de algunas Diputaciones,
sería conveniente que se fomentara la creación de grandes agrupaciones o Compañías para la exi)dotación racional de los bosques, garantizando desde luego el Estado
los capitales que se emplearan.
Con esto y el establecimiento del
seguro contra el incendio de montes, de que ya tratamos en un editorial reciente, se habría dado un
gran paso en el desenvolvimiento
de nuestra riqueza maderera. No
desconocemos que el régimen que
.>o propone requiere ciei-tas garantías fundamentadas en la conservación de la prenda. Por ello mismo es preciso adoptar todas aquellas medidas que tiendan a suprimdr o amenguar el riesgo, tales como el aumento y mejoramiento de la guardería rural, la
reglamentación del pastoreo, el
acopio de elementos para combatir
el fuego y otras que ya hemos
expuesto en este nüsmo sitio al
ocupamos repetidamente de las
causas que motivan Icte frecuentes
incendios de nuestros montes.
Madrid, Jueves 16 de febrero de 1928
Diario independiente fundado por D. Nicolás M. Urgoiti en 1917
Año XII.—Núm. 3.288 :: Precio: 10 céntimos el ejemplar.
IDEAS P O L Í T I C A S
DOS MUERTOS
ASQUITH Y EL PARTIDO
PROVINCIANISMO
LIBERAL INGLES
Y PROVINCIALISMO
• III
No solamente creo que de los problemas españole: cabe una solución, sino que cabe una solución
eleg£.nto. Es elegante una solución cuando en vez
da dttlcrai la dificultad que engendra el problema,
en vez de cuerer esquivarla, se va a ella en derechvita, se la agarra con vigor y de ella, precisamente de ella, se saca la solución. Así, es elegante
la solnción que a los problema» físicos da la teoría
de la relatividad. La dificultad con que tropezaba
siempre un conocimiento físico absoluto era la relatividad de todas nuestras medidas. Pues bien:
Einstein ha demostrado que gracias a la relatividad de toda medida la física tiene un valor absoluto. Parejamente, la aviación resuelve en forma elegante el problema de elevarse y caminar en
el espacio, a 'pesar Üe la resistencia del aire, haciendo de esta resistencia punto de apoyo para la
sustentación y el avance.
Lo mismo hemop de hacer en política. En vez de
lamentar elegiacamente que Es.paña sea como ahora
es, abracemos esa realidad con regocijo y obliguémosla a que por sí misma cambie y mejore. Es
evidente que la mejora de España no la puede hacer más que ella misma. El lema de Cavour, "Italia fará da se", me parece el postulado de toda política nacional. Lo demás es utopisrno. Hay que partir de lo que encontramos ante nosotros, sea lo que
sea, mejor o jieor, e inducirlo a que por sí mismo
ec regule y trasforme. La política no puede ser
nunca elucubración abstracta. El mejor discípulo de
Aristóteles, el claro Teofrasto, dejó un libro, hoy
perdido, del que sólo conocemos el bello título flotante: PoUtiké pros ton kairon—es decir, en versión
literal, política de oportunidad—. No hay más política que la de oportunidad. Los griegos, siempre
agudos, hicieron del Kairon, de lo oportuno, un
dios. A veces se trata de una gran oportunidad, del momento feliz, de la hora más fecunda. Asi hoy en Esjpaña. Vañios a hacerla mejor.
Al que no sabe nadar, enseñarle a nadar es mejorarlo; pero enseñarle a nadar es echarlo al agua
a fin de que él, por ^ mismo, nade.
La dificultad para hacer de España una nación
es su extremo localismo, que, a despecho de ciertas
apariencias, más tristes que la realidad misma, la
mantiene en perfecta disociación. Nosotros quisiéramos hacer de España algo así como una bola de
billar: perfecta, redonda, pulida y, lo que importa
más, competa, elástica, capaz de vibrar entera y
brincar ágil tejo la menor presión. Necesitamos
esto porque el tiempo que viene es grave y nos
será menester tirar algunas delicadas carambolas
históricas. Necesitamos una España ad hoc.—^para
este tiempo que viene. La España del pasado no
debe interesar nada a los españoles actuales. Nada
de fácil y estéril patriotismo del pasado, nada de
seguir rettunbando verbalmente las hazañas del {nretéñto, que, a lo loenos, nos distraen de pieaicditar
nuestras hazañas propias, las que tenemos que preparar y que urdir. Las glorias del pasado español
son, cuando menos, insuficientes, puesto que no han
impodido nuestra ruina. Es un deber evitar que el
país vuelva la cara a su antaño, en vez de mirar de hito en hito al futuro. Al lema de Teofrasto y al de Cavour agreguemos el de los soldados
de Cramwell: Vestigia nulla retrosum. (Ninguna huella hacia atrás.) Para un pueblo como el
nuestro mirar atrás es ya desasirse del presente,
iniciar la fuga ominosa. En Otumba y en Lepanto
sólo puede pensar el desocupado; es decir, el mal
patriota.
Claro es que este mandamiento rige sólo para la
gran masa de españoles. Nosotros, los que en una
u otra forma pretendemos dirigir el país — en mi
caso, esta pretensión se reduce estrictamente a dar
consejos a mis compatriotas—, tenemos que pagar
cara semejante petulancia e imponemos obligaciones dobles, añadiendo a la preocupación por el futuro la reflexión sobre el pasado. Este va a enseñarnos, por lo menos, qué es lo que no hay que
hacer.
Hemos visto que el error radical de la antigua
Constitución era suponer aptos a los cuerpos electorales de los pequeños distritos campesinos para
interesarse en un Parlamento nacional. Era esto
desconocer la cuestión decisiva, a saber: que el localismo extremo en que vive de hecho España no
puede aprovecharse directamente para fines nacionales. De la vida local extrema no pueden vivir instituciones naciemales. Por eso aquel Estado, que era pura y directa y abstractamente nacional, careció siempre de realidad, no contó nunca
con energías sustentadoras. Es preciso que haya
afinidad entre una institución y el tipo de vitalidad
que ha de nutrirla. No es verosímil que un león se
alimente de alpiste como un jilguero.
Entre los antiguos políticos me parece que sólo
Maura vio la urgencia de organizar la vida local.
No es inteíesante ahora fijar hasta qué grado de
precisión y plenitud llegó en este punto su pensamiento. Debo decir, sin embargo, que siempre encontré contradictoria la actuación efectiva de Maur a : por im lado reconocía la necesidad previa de
organizar la vida local; por otro, y al mismo tiempo, reclamaba a grandes voces la asistencia de la
"ciudadanía", y aspiraba, no sé por qué, al mágico
despertar de la "masa neutra". La masa neutra es,
en definitiva, el rural. Pedirle ciudadanía, sin más
ni más, era recaer en la abstracción fatal de la antigua política. Porque no hay una sola ciudadanía.
El ciudadano, el civis, lo es en función de una cívitas, d i un Estado. Hay, pues, tantas ciudadanías
diferentes como sean los tipos de Estado. No tiene
seiitido pedir a las gentes que se interesen por un
Estado que no les interesa—este fué el gran error
de 1876—; por el contrario, es menester inventar
un Estado que interese a las gentes, y sólo entonces
se conseguirá hacer de ellas ciudadanos.
Cuanto se ha dicho siempre sobre la falta de opinión pública (en términos mauristas, de "ciudadanía") en España es, por mitad cuando menos,
falso. No se opina sobre lo que no se siente. En vez
de lamentar que los españoles no sintiesen las cuestiones públicas, debió el político suscitar cuestiones
públicas que pudiesen ser sentidas i)or la gran masa
española, aprontando, a la par, medios para que
esa sensibilidad no se perdiese, sino, al contrario,
se acumulase, perdurase y organizase.
Es el mismo error que si un ingeniero fabrica
una turbina a su libérrimo gusto y luego espera
que bajo ella, mágicamente, aflore un torrente y la.
mueva. El pensamiento político tiene que proceder
de modo invevao. Primero, buscar bien la vida pública que exista realmente; si su torrente es mínimo, ¡qué le vamos a hacer! No hay otro. Luego,
debe inventar una turbina, un ingenio o artificio a
lo Juanelo, que se ajuste perfectamente a las condiciones de esa vida pública efectiva, procurando
qua su máquina la recoja sin desperdicio y la multi'pliqua. Después de todo, se trata del refrán sanchopancesco: "En dándote la vaquilla, corre con la
soguilla." La antigua política se ha pasado cincuenta años con unrj soga magnífica en la mano esperando una Viiiáí Igigantesca, que, claro está, no ha
llegado nunca, por ser otra la fauna lactífera de
nuestros prados.
El único tipo de vida pública que existe normalmente en España es lo que hemos llamado localismo extremo. Esa vida local—el repertorio de ocupaciones y preocupaciones que integran la existencia del hombre medio español—no es directamente
aprovechable para una vida nacional. Naturas non
imperatur nisi parendo—decía Bacon—. No se puede mandar a la Naturaleza sino obede^éndola. Obedezcamos, pues. Separemos resueltamente en la vida pública española la vida local que no es nacional de la vida nacional que no es local. Vep.mos
primei-o de qué manera conseguimos que la vida local sea lo más yid& posible—lo más intensa y rica—, y que, sin perder su carácter local, sea lo más
amplia posible; por tanto, lo menos local. De
esta manera, por medio del propio localismo, habremos logrado suscitar un tipo de vida pública y
de españcá medio mucho más próximos a la gran
vida nacional, menos incapaces para ella. Dicho en
otra forma: hay que ir de la pequeña y atómica
vida local a una grande y orgánica vida local.
Cuando se haya visto lo que es ésta, parecerá cosa
obvia y sencilla fundar sobre ella la nación como
tal.
Al capítulo sobre organización de la vida local
sucederá otro capítulo sobre organización de la
vida nacional. La política e.'^ un sistema de soluciones a un sistema de problemas. Su acierto residirá
en lo que tenga de sistema, de mutuo complemento
entre {ais pftrtj$e..'deré,, pwegf'tra aerar callflcftr lo
qtie sigue de iwJítica "destS^ñtrálizadorá* — asf>
sin más ni más—. Porque, como veremos, .se trata precisamente de extremar las dos dimensiones de la
vida pública—^la local y la nacional—. Si, por una
parte, es esta solución mucho más descentralizadora
que la tradicional, es por otra mucho más centralizadora, incomparablemente más centralizadora que
ninguna de las x>asadas. Para mí, la idea de nación,
de nacionalización, es cosa tan grave y exigente, tan
superna y formidable, que, probablemente, causará
algún susto a los que ahora van a tacharme de "descentrializador", de "autonomista", etc., etc.
Vamos primero a organizar la vida local. Organizar algo quierie decir ^ponerlo en condiciones de
que llegue a su máxima pctencia, que dé el mayor
rendimiento posible dentro de lo que es. Tenemos,
pues, que colocar al hombre rural en un aparato de
vida pública que le induzca naturalmente y por su
propio pie a dilatar su localismo, a ocuparse de más
cuestiones públicas, a apasionarse por ellas, a emprender más cosas, a sentir sus derechos, la dignidad de ejercitarloB y Já, p<Kibilidad de hacerlos respetar.
,
La verdad ©s que a esa vida local española, sobre
ser tan débil, cuantitativamente, y tan sórdida, cualitativamente, le acaece algo peor: jamás se ha intentado su organización iwlítáca. A lo sumo se la ha
dotado de una sombra o escrúpulo de organización
administrativa. Y la administración, contra lo que
se repetía hace veinte años—"menos política y más
administración"—, es cosa secundaria y posterior a
la política. Nunca se ha intentado dar a esa existencia local una estructura pdítica.
i Qué entiendo por estructura política? Me irrita
lo vago y confuso de toda expresión. Por estructura política entiendo lo siguiente; ahí está el buen
hombre medio español en su villa o villorrio, sumido
en sus habituales preocupaciones de radio minúsculo. Créese ima anatomía pública tal que agarre a
ese hambre por efeas sus efectivas preocupaciones, y
luego, en virtud de su propio mecanismo, le obligue
a complicarse con otros honubres en afanes tm poco
más amplios, a luchar y apasionarse,* a alistarse en
grupos militantes, a acometer empresas, a exigir y
a ser responsable, ¿Cómo tiene que ser esa anatomía política, esa instítución de vida pública que reúna la doble condición de ser afín con el buen hombre rural y eer más amplia que él y que el átomo de
su villa, de modo que los lance más allá de sí mismos, que dilate y enriquezica su vida interior?
Evidentemente, se trata de encontrar la unidad
política, el cueiT» de vida colectiva que, siendo local
por Si» contenido, provoque automáticamente corrientes de vida pública capaz de nwvilizar en saludable torbellino la inercial del rural.
¿Cuál puede ser esta unidad política? ¿El Ayuntamiento, la Provincia, la gran comarca?
Con la muerte de Herbert Henry
Asquith desaparece uno de los
hombres públicns que mejor representaban el libe'-alisnio tradicional
inglés: su ponderación, su equidistancia entro la intransigencia de
los ultraeonserv'adores y la impaciencia de los ultrarradicales. Era
el estadista medio típico: en sus
ideas, en su oratoria, en su acción.
Creía, como Burk*; y como todos
los hombres de gobierno ingleses,
liberales o conservadores, que el
sistema político de Inglaterra es
un cuerpo permanente compuesto
de partes pasajeras. Y probablemente i)ensaba también como Burke en el fondo de su conciencia:
"Tampoco quiero que no se altere nada; pero los niisnnjs cambios
deben ser para preservar."
Esencialmente era un temperamento eonsei-vador, como la mayoría del pueblo británico, cuyas virtudes y limitaciones tan bien personificaba. En la entraña de su liberalismo, la idea de nacionalidad,
de britanidad, de totalidad política, estaba por encima del individuo y de las clases socijiles. Primero, la salud de la nación y del Imperio; luego,'la de sus component-es. Entre una Inglaterra injustamente constituida para la mayor
parte de sus individuos, pero fuertemente organizada como entidad
histórica, y una Inglaterra más
justa, pero también más débil, es
seguro que hubiera votado por la
primera. Con ello continuaba una
posición ideológica común a los dos
partidos tradicionales.
decadencia como Imperio, por el
crecimiento natural de sus Dominios y colonias, y la posible hegemonía internacional de otros Estados más poblados, más ricos y
geográficamente mejor situados en
la concurrencia de la econ«mia contemporánea, detengan el desarrollo social y político de Inglaterra.
Pero eso no disminuirá la grandaza histórica del liberalismo británico. No es obra exclusiva siuya,
ya so comprende, el engrandecimiento de Inglaterra, sino de 'a
nación entera, que ha colaborado
al equilibrio y a la depuración do
tantas fuerzas contrapuestas; pero han sido el .sentimiento liberal
y las organizaciones liberales lo
que ha dado el impulso, y señalado las rutas y conducido al pueblo a su auge presente.
Sólo que la misión, no del liberalismo—cuya esencia es inagotable, aunque cambien sus formas
históricas—, sino del partido liberal, está ya conclusa. Su programa
se ha hocho, en parte, conservador y, en parte, laborista. Su alma, escindida, ha trasmigrado a
otros cuerix)s. CJomo partido reformista, el laborismo va mucho más
lejos que los liberales. Como partido individualista—defensa a ultranza del principio de la propiedad privada—, los liberales coinciden con los conservadores. Alganos escritores ingleses, como Ram-
say Muir, han querido ver un duelo
triangular entre conservadores, liberales y laboristas; pero en sustancia el duelo es sólo entre socialistas e individualistas.
Lo que en el partido liberal había de tendencia socialista se ha
ido o se irá al laborismo, y lo que
había de individualista se ha ido
o se irá a los conservadores. Si
no ha desaparecido aún del todo,
fundiéndose sus restos con los otros
dos partidos adversos, es sólo por
inercia histórica o por inadaptabilidad psicológica. Hombres como
Asquith y como Lloyd G e o í ^ no
hubieran podido vivir, oa el ocaso
de su existencia, dentro del ambiente y el tono de otros partido^
aunque Asquilh no era ya meno$
conservador que BaMwin, y aunque Lloyd George :JO sea menos liberal que algunos laboristas. La
rutina y el teinor a le crítica pueden muoho en la adhesión del hombre a etiquetas y formas virtúalmente muertas. Asquith no quiso
dejar de llamarse liberal; pero demasiado sabía que el partido que
él dirigió durante tantos año®, no
sólo estaba ya despedazado, sino
íntimamente muertos todos sus
fragmentos. Era, ;, ues, una supervivencia política, y con él, amable
figura histórica, se entierrau también los despojos del antiguo partido liberal inglés.
^anal P'^^^^'^^'io la Memoria del
fe tí •'•^^^el II correspondien'ft\*!"'* 1927. Aparte publicamos
í j ^ ^ m e n de su contenido. Pe*ea'A ^ ^^^^ ^^ historia de una
>• - ' ° " muy importante para el
'"o madrileño. Muy impor
mg. y ^^y urgente. Nos referi, « plan de obras del Canal.
" ' T L f ^ ' ^ d« ampliación del Caitét^^
exigidas por el crecij u ^ ^ Rapidísimo de la población
Luis ARAQUISTAIN
6 ¿ ^ ^ - El Canal ha prevenido
"'íiiU
anticipación el moifti j , ** que Madrid necesitaria
En ]^^J*cimi€nto más abundante.
V I S I T A DE E S C U E L A S
obr^ i^íué aprobado el plan de
«onj,). r'^ plazo en que debían
Cambiar las partes para mejor
tie i g ^ " ^ ^1"^ el comprendido en La elección presidencial porconservar el conjunto: eso era virí" 1926. Es decir, que si
tuguesa
tualmente su liberalismo. Y ésa es
realizado las obras,
también la doctrina de los aonserLa elección presidencá'^, cuyos
«an^j^^'^'d contaría con un gran preparativos se desarrollan con
vadores más inteligentes. En realift» ^ * agua, sin riesgo ningu- perfecta normalidad y sdm nángana
dad, el líberaliano y el conserva«augj ****«ez producida por una agitación de los diversos núcleos
durismo habían dejado de ser fuerTARTESSOS NO ESTABA
Pero las obras políticos, no ofrece, hasta ahora,
zas irreductibles en Inglaterra y
^B jZr.'balizado y hay indicios el relieve que realmente le corresse habían convertido en impulsos
*ealíjj|j*"*H asegurar que no se ponde oonw primer acto para volintí'grantcs de un mismo proceEN EL CERRO DEL TRiGQ
OaJ,"^^"- No por culpa del Ca- ver a la normalidad constitucioK? iüsítt>jTC«. Al fluii«ei.'to mecen iipio^j^ ^ene, como, queda dicbo, nal. Ajejados Jos políticos qae maTKj'deispolítica-^lucha, casi siemHemos evoea& la primera proa
Tsrtce809 no estuve ea las «ee»
Perjojj.'** 1°® proyectos por la su- yor número de partidarios arra-spre violenta, para sustituir Uiías tartesia hincada cu estas aranas ñas gordas, ni podía convenir •
^^U. *^' ^ * ^ ^ a realizarlos. tpaban en la anterior situación, la
piezas por otras—^liabía sucedido gordas de Guana. Sugestión de un centro de civillzacióa paxaJA
** W * ^ " medios económicos pa- propaganda d d Gobierno, hecha
el concepto orgánico de evolución Icctui-as. Estampa de cuentos pa- tan combatido por la Naturaleza.
íBijj^' frente al empréstito que personalmente por algunos minisdel todo por la acción a «n tiem- ra niños grandes, «ueMtos fra- "Tartessos—conjetura Schulten—»
^0 ¿ , f ^* ejecución d« las obras. tros, no encuentra en su camino
po propulsora y restrictiva de las gantes, espirituosos; el mejor in- es base de la ficción platónica.
partes, con el fin de no crear lo centivo para imaginaciones adul- La Atlántida de Platón y Timeo
'"{•eri
^^ ^^^ '^ autorización nada que pueda contrarrestar su
que por deficiencia de constitución tas. Venimos de Tartesia. Nos ro- es una noticia oscura del Tarteso,
to. . p Para emitir el emprésti- influencia, a pesar de lo cual se
y adaptabilidad al medio no pue- dea la luz tartesia. Un paso más, isla próxima a Cádiz, situada en.B¿ -pr qué razón no se concede? ha intentado crear una Unión Nada vivir y para que no decaiga y y aceptamos la tesis halagadora tre los dos brazos de tm río, cele*
L(,j . ' ^ a ' historia muy antigua, cional Republicana que patrocine,
se
corrompa lo que ya existe. Era —en el fondo, nacionalista—. bérrima por su riqueza de mennafcaralmente,
la
candidatura
del
íln ^tores la conocen de sobra.
la trasformación de la política co- T Aquí estuvo Tartessos! Es decir: tal." Ciudad de tradición remotw
C04 torf "**^ momentos apareció general Carroona. Esta Undón Namo guerra civil en un pacífico an- ¡aquí fué la Atlántida! Pregun- sima para los griegos, tanto como
qu¿ *^ ?as características de lo cional no agrupa a los partidos
tagonismo dialéctico o más bien tamos por el narrador de la últi- para los cazadores de Oñana, porproscritos,
aunque
en
ella
figuren
**'. T^ ^^ llamado "vieja polítibiológico entre los instintos com- ma versión: Adolfo Schnlten. Va que a su insondable antigüedad
^*) d'^^ Empresa particular ha algunos de sus elementos, a pesar
plementarios de conservación y re- con nosotros su libro "Tartessos. apenas hacen número treinta o
Se^jj ^^Ijstáculo con que ha tro- de lo cusí ha acentuado los recenovación.
los
monárquicos.
Los
monárquicos
Caí¿ ^'empre el desarrollo del
CJontribuciÓE a la historia más cuarenta siglos. "Todo aquello esítte 1/ ^'^a Empresa particular se niegan a entrar en ella y inanEn estos últimos años, esa mis- antigua de Occidente." ("Revista tá apretado de viviendas—es gratio j * podido estorbar el servi- tienen su actitud ambigua: votama oposición creadora entre libe- de Occidente". Madrid, 1924). to reproducir el cuadro de la At-«
« t¡g! ^°astecimiento público por rán o no votarán según les orderales y conservadores liabía acaba- Pero el profesor Schtilten nff tra- lántida—; el brazo del mar y d
^ ^ a o . En una forma u otra, nen los organismos directores que,
do por desaparecer casi por com- baja ya en el Cerro del Trigo. No puerto están llenos de navios j ,
^*t6in*^^t'^^^ •*** suscitado cons- por su parte, no rauestran ningupleto al resolverse en síntesis supe- podremos verlo en el campo—en mercaderes venidos de todas par-*
Sp^f"
*°^* «lase de entorpe- na prisa por establecer la norriores los antiguos motivos de dis- las arenas—de sus excavaciones. tes, que hacen un ruido enonna
IKÍ J r > s al Canal. A esto se de- ma de conducta.
crepancia. La reforma del Parla- Se cansó. Desistió de seguir re- con su vocear y los golp« de la
.- .*' so pretexto
de municipamunicipamento en 1911, por la que se li- moviendo tierra para no encon- gente trabajadora noche y día...*"
"Es necesario aclarar de una
>**ciím
i"-'^x^.ío ae
mita o priva a la Cámara de los trar nada, y acaso convencido ya "Puex-tos, arsenales; mtiroa y toí " ^ TT° ^® *''^^*"' ^ Canal de vez para siempre—escribe tm au1* <,,,}'• no haya obtenido todavía torizado monárquico—, que no es
Lores del deredio del veto sobro de que todo era inútil par haber rres, templos. Cérea, en las pram | ' " * i a aut<-.-¡zación
autc-zación para .v.- el espíritu reipublicano de la diclas leyes aprobadas por los Comu- partido de xax error inicial. Allí deras de la isla de plata, los renes, es tm triunfo definitivo de la DO estuvo ni pudo estar la segun- baños de Gerión..." Y luego las fa'^ U M **^'"^^- "^' ^™ embargo, tadura lo que nosotros apoyamos.
representación democrática, q u e da boca del río tartesio. El Gua- mosas leyes en verso, viejas, da
í ) ^ « l e m o r i a que comentamos Apoyamos al Ejército en funcioJ»i^ encontrarse informes tée- nes de Poder público por necesicierra una serie de disensiones se- dalquivir no tuvo Bunca esa se- seis mil años... Frente a ese cua•- contrarios a la municipaü- dades iwrentorias de reorganizaculares entre ambos partidos. Las gunda boca, y nadie encontrará dro ojwne el profesor Arenas
cuestiones religiosas—entre la Igle- entre Sanlúcar y el Cerro del As- —aparte de un aluvión de prueba
í ' ^ e s / - * ^^ fusión, según los ción nacional."
sia y el Estado y entre protestan- perillo la isla del Rey Arganto- documentada en textos griegos y
"^ 11 r"^ameonte el Canal de IsaEl vizconde do Banho, miembro
tes y católicos—suscitan ya esca- nio. Nos convenció de la imposi- romanos, singularmente en Avie' ^ ao?
abastecer a Madrid del Consejo Superior de Política
so interés polémico entre liberales bilidad el estudio geológico de la no—la descripción de las MarisH a ^ sobrante, conducida y Monárquica, examina en un perióy conservadores. La autonomía de costa hecho por Gonzalo Tarín, millas del Guadalquivir en el .so'^tias ¿^ . * ^ *<»da clase de ga- dico de Vizceu la elección presidenIrlanda ha eliminado otro motivo tal como lo analiza y aduce el berbio estudio de Gonzalo Tarín:
W '''«'únicas.
cial ante la que los antiguos parde desacuerdo. En política social profesor D. Anselmo Arenas, en "Como es poca la altura do esta
^ lu'^^^^'íae e! actual Gobierno tidos pueden optar por la absten—seguros contra el paro forzoso, otro libro que pudiéramos llamar región sobre el nivel del Guadal• ** quel ° ^ liquidar esta cues- ción, como hicieron cuando fué
contra la enfermedad, contra la ve- "El contra-Tartessos"; pero que, quivir, en las avenidas de la ma1* Vifti
^^ «lejado en herencia elegido Sidonic^Paes, o i>or reconjez,
etc.—, ai)enas hay desavenen- en realidad, titula "El verdadero
ciliarse
con
la
Dictadura.
^««icia''^*
política», «sta supervidre y de eso río se inun<la todo
na
cia: el sufragio universal ha obli- Tartcso" ("Según la Geología y
ví "viejo régimen", cuya
En este últiimo caso cree el areste terreno, formando una graa
gado
a
conservadores
y
liberales
a
V *'!. i>i^4** ^° comprende m o s tiouiUsta que nada tienen que halos testimonios p r e h istóricos". laguna la mayor parte de las ma*
competir en torno de esas reforr* 11 ^ ^ ^ n d o al Canal de Isa- cer los monárquicos al lado del
Valencia, 1926.) Contra BUS estu- rismas, y la mucha ganadería mamas populares. Quedan algunas diH», \ ^ «s un servicio del Es- Gobierno, que, únáca.m6nite en su
dios numantmos. y, sobre todo, yor, toros, caballos, que allí paferencias
sobre
política
aduanera
"* ttBaT^* ^ interés particular lucha con ios partidos republicay tributaria, pero cada vez meno- contra el tono demasiado exclusi- cen, tienen que ir a refugiarse en
npresa privada.
nos, podrá contar con los votos
res y ya insuficientes para justi- vo con que la inició Schultea, ol- los montea de arena, en el Cerro
de la monarquía.
ficar la separación de los dos par- vidando a Saavedra, reaccionó del Trigo." | P u d o fundarse aquí
El aniversario de la represión
Gómez Santacmz. Contra la in- —^pregunta el autor de "El contra5"em.1
< ^*gim^ forestal
tidos.
iwrcsuii
de febrero, en que monárquicos y
terpretación, muchas veces libre y Tartessos"—^una sqpmdfi Roma,
hft íí'íobW
í o b l i a ^ ^^^ a^'d°
d o repetidamente dictatoriales lucliaron contra los
arbitraria,
de Avieno y su periplo, la ciudad niás rica y más culta de
,
Pocas
instituciones
habrá
habi'**stras , ^^ ^a repoblación de
do en la historia de ningún país reacciona con verdadero furor de la antigua Europa! i Para quS,
ífí a i a ^ ^ ^ ^ a s Sierras, y mer- sublevados de Oporto y Lisboa,
Joeé ORIÍ^JA Y GASSET
oon tantos títulos de grandeza co- erudito D. Anselmo Arraias, Tar- teniendo tan cerca campiñas o
r * k í n ^ Preocupación de to<los, coincide con la propaganda electo1^1
que
el
Gobierno
lleva
a
cabo
(ProUihida
la
t^eproducdón.)
mo el partido liberal inglés. A 61 tessos, "la ciudad de plata hacia playas más seguras!
^ ^ | J
r^nsa y técnicos, se ha
debe la Gran Bre- la cual enderezaban el rumbo las
^ Con Ti '^^^ algunas provin- por todos los medios que tiene a
mmimwtmtttttmttm principalmente
Tartessos, sin embargo, no s«
taña ese esplendor político y so- naves fenicias y griegas", no d ^ l^ inicia ^'''"•"<> ^^ Estado, ha- su alcance. La Unión Republica- sntstawiitiUtíit
Pues bien: el telegrama de re- acuerdo con sus teorías de siempre, cial que es o r i l l o propio y asom- pierta de su milenario sueño. les escapa a las tierras más occi' Was lü ^na política forestal na es, hasta el momento, puiPamenferencia bajó a nuestro taller de franc£«nente favorables a la racio- bro y envidia de extraños. Por él Schultcn ha desistido de busearla dentales de España. Iktuvo junto
íu*^ si J * ^ «onveniente y nece- te nománal, y aunque el resultado
fií ^ Per^ ''''I®'"^ ^ « los montes de la eleocdón no parece dudoso,
Uno de loe últimos números de linotipias con la firma "Inter- nalización del trabajo; a la unión una Monarquía autocrática se ha entre el Cerro del Trigo y el mar, a Huelva, en la desembocadura
^ Í U e r S " ^ * ^«l^ao-. a ser lo pudiera darse el oaeo de que mar- "The Times", llegados a España news", que corresponde a la "In- de industrias para la mejor pro- convertido, de hecho, en una de las a la orilla derecha del Guadalqui- del Tinto-Odiel, los dos brazos del
í.** W h o ^'^^^ <!« que el fuego caría nuevos rumbos en la política inserta un telegrama de su corres- ternational News Service", Agen- ducción con ei menor costo y el Repúblicas más libres y eficaces del vir, poco más arriba de su des- rio ibérico que van a la montaña
^H ^^ na uaplacables los troca- portuguesa.
ponsal en Madrid, en el cual hay cia bien caracterizada por la serie- mayor aprovechamiento del esfuer- Mundo. Por él no hay derecho in- embocadura.
de plata, a las minas antiquísimas
alusiones a EL SOL que nos inte- dad de sus informaciones, y con zo. En un editorial publicado él 8 dividual o político que no esté iny a su cueva infernal, negra del
áe.
noviembre
del
año
pasado,
« ? ^0 mi^^^"""' improductivos.
este subtítulo que nos libraba de
resa recoger y contestar.
Si el profesor Schulten hubiera humo de las primitivas fundiciodestruc.tibleniiente arraigado en las
Con motivo de unas declaracio- afirmar por nuestra cuenta: "Asi aplaudíamos la fiisSón de las dos costumbres y en las leyes. Por él levantado algunos t e s t imonios nes. Aquí venían las naves de
> Para ° ' necesitan muchos
nes sobre la situación económico- lo dice un ex ministro de Hacien- grandes Compañías, y decíamos: conviven pacíficamente en la na- —siquiera del tamaño de una len- Tharsis, capaces para grandes nada".'(Subtítulo y firma desapare^ ««Ha T^ Pnodan dar beneflESPAÑA financiera de Inglateara publicadas cieron en el momento de ajustar "Hoy los países no pueden soste- ción y en el Imperio las más di- teja, conforme a la frase cervan- vegaciones y oai-gamento grueso,
r «1 E^aa ' * ' ' ^ t " i^tóo, eficaz
ner su posición más que por la meAyer prosiguió en la Asamblea por el embajador de aquel país en
tina—, todos los argumentos geo- justamente a la misma orilla de
¿ ^ * ¿ c f „ ' " ^ ^ * ^ ' ^ ^ = ' ^ n parte el debate acerca de la reforma uni- la revista "Economía", el corres- la plana por exigencias de confec- jora de sus condiciones de produc- versas religiones y razas. Por él
l<%icos e históricos quedarían en donde partieron las carabelas de
versitaria.
ponsal del "Times" da por hecho ción que "The Times" se explicará ción y de sus organizaciones dis- las colonias y algunas partes del
ridículo.
Como no Ip ha consegui- Colón. Tartessos bajo las arenas
Reino
Unido,
como
Irlanda,
se
esmuy
bien.
—Cerca
de
Guadarramja,
un
intribuidoras,
lo
que
se
favorece
de
H ^^"^ l&^^ *=*P'tal importan- dividuo se arrojó de una camione- que existe en España, sobre todo
Queda, pues, clarisimamente es- modo extraordinario con la crea- tán elevando a la categoría de na- do, el profesor Arenas sostiene la gordas de Oñana... Idea torva, in<^'*^tó ,f°nomía nacional. Ya ta, y falleció a constecuencla de las desde los registros policíacos en
las oficinas soviéticas de Londres, tablecido que en EL SOL no hubo ción de estas amplias concentra- cionalidades autónomas, casi inde- recíproca. Primero se trató del quietante, más sini^estra que las
mo- heridas recibidas.
«la **^o ^ ' " ^ n de auxilio por
EXTRANJERO una campaña antíbritánica, que se en este caso tendencia algu^ia an- ciones. La fusión de Vickers y pendientes. Por él, bajo el estimu- descubrimiento de una necrópolis ruinaa de Itálica, Tartessos cu
principalmente, de telegra- tíbritánica, y para cuantos nos leen Armstrong, la constitución del lo de la libre concurrencia, ha fenicia. Luego recuerdo haber Río del Cobre, dominando la esO
Saro^u'*^* conferencia daAyer, a las siete d» la mañana, vale,
mas dirigidos a los periódicos des- es notoiio que nosotros no acoge- gran "trust" de industrias quími- prosperado prodigiosamente la in- oído hablar de una sortija con ins- pléndida desembocadura atlánti-*
^0.
''^mn.
por el Sr. Vila falleció lord Asquitíi.
mos jamás telegramas sospechosos cas, son hechos sintomáticos de sin- dustria británica y ha sido, hasta cripciones de alfabeto desconoci- ca, con la Rábida por reminiscen—Parece inminente la calda del de diversas caipitales d d Mundo.
Gobierno danéSL
ni
irrformes cuya honrada proce- gularísimo relieve, que prueban có- ahora, relativamente fácil la vida do, acaso prpibérieo. Varios ale- cia del templo pagano... ; Ahonden
Cita el ""ttmes" ccano caso típiS^ÍÍS^.P^-^aconserniti van abriéndose paso también del individuo. Por él, en suma, [n
—Los jefes naciona.llstas de la
dencia no nos conste.
co
de
este
campaña
un
telegrama
en Inglaterra las nuevas corrientes Gran Bretaña es una nación arque. gres periodistas gaditanos sor- esas fatigadas orillas, cxí^ven,
« b ^ ^ ^ S Í ^ ' ° " de los montes India ingrlíEa han decretado el
anónimo
de
Londres
que
apareció
Pero,
ad;má3,
EL
SOL
no
ha
prendieron a Schultcu en el Ce- comprueben y corroboren — amia las mercancías británicas.
de la reorganización industrial."
l»r''»*ai,e-a ! f « « » en la codicia boicot
típica, mezcla admirable de liber- rro del Trigo y le oyeron hablar gc« arqueólogos — el sueño d«
—Se trata de clausurar la Oon- en EL SOL d día 7 de enero bajo í hecho jamás campaña contra la
íerenoia Panamericana antea del el título de "Inglaterra se halla economía inglesa ni contra ningún
Esperamos que "The Times" re- tad y eficacia, de riqueza y justi- misteriosamente de posibles ha- nuestro erudito!
H ^ ^ 1 « i ¿!^""^^ de que éstos día 20.
a;::enazada de una bancarrota", y interés británico. Precisamente en conocerá que no queda nada en pie, cia.
llazgos. I Nada! La tiera removiha reconocido el fracaso
lo que a nosotros pueda referir^ S ^ * ^ d e ^ , "^Pit^les a la re- de!—Se
Todavía, claro está, dista de la da yace hoy bajo un charcal, y si
Gobierno alemán y se hacen en él cual se recogían manifesta- el caso concreto de la fusión de en
Lnis BELLO
tk. ** debe a i "^^astados pre- geistlOTiee para que contlnú« con ciones del esc ministro de Hacien- Vickers con Armstrong, que el se, de las susipicacias de su corres-•' pesfeccióa, y ea pipbable que m algún secreto tiene, lo guarda.
(ProUMS<t
H
raprodwsotón/
ponsal
en
Madrid.
"Times"
cita,
EL
^OL
erocedió
da
da
inglés
Sr.
Beginaldo
Macketna.
m¿.^° ^ e ya hemos un programa mínimo.
Para "The Tiimes
índice de noticias
Las arenas deOñ113113.
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