UN ESTUDIO DE RODRICONOGUERf\ SOBRE LOS SONETOS Dlf

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UN ESTUDIO DE RODRICONOGUERf\ SOBRE LOS SONETOS
Dlf\LOGf\DOS
(A VICTOR E. CARO)
I
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Yo:
ALDONZA Y DULCINEA
"¿Quién eres, Dulcinea, alta señora
del Caballero de Figura Triste?
,si la que vio el villano, Aldonza fuiste,
¿dónde estás tú, la que el hidalgo adora?"
Ella:
Hay un palacio inmenso donde mora
la maga Fantasía. Ella reviste
allí dc aéreas formas cuanto existe,
todo en plácida luz lo baña y .dora.
¡El Manchego gentil allí algún día
me vio entre sueños; despertó en su aldea
y a buscarme salió con rumbo incierto.
Quiso dar cuerpo a lo que visto había,
y a Aldonza confundió con Dulcinea:
¡Ay! i loco fue porque soñó despierto!
(Paráfrasis)
¡.Quién eres, Dulcinea, alta señora
del soñador de la Figura Triste?
Si a los ojos de Sancho, Aldonza fuiste:
¿dónde te vio el hidalgo que te adora?
Yo soy aquella que en las almas mora,
do la Verdad sus propias galas viste:
en los sentidos mi beldad no existe
sino en traje de torpe labradora.
Fuéra de ti me buscarás en vano,
pues soy de quien conmigo fantasea
como el Manchego que aspiró a mi mano.
Para Platón, Aldonza es Dulcinea ;
en Epicuro fue el Placer villano:
si me buscas en ti, yo soy la Idea.
Antonio Gómez Rcstrcpo
JI
El poeta:
¿Quién eres, Dulcinea, alta sei'i.ora
del Caballero de Figura Triste?
Si la que vio el villano, Al danza fuiste,
¿ dónde estás tú, la que el hidalgo adora?
Dulcinea:
En otra parte. Cuando el cielo llora,
iris de galas fúlgidas se viste;
fugaz prodigio, que inmortal existe;
cual Noé lo admiró, lo ves tú ahora.
Así una y varia soy; mi nombre, incierto;
qUién Hebe me llamó; quién, Galatea,
estreJla, hija del mar, flor del desierto.
Al que a solas conmigo fantasea,
vivo le inspiro y le corono muerto :
Aldoma barro fue: yo soy la Idea.
M. A. Caro: 1905
EJ segundo de estos tres sonetos, "que puede
(y debe) contarse entre las finas joyas de la
poesía castellana", fue premiado -compitiendo con treinta y tres- en el concurso que sobre Dulcinea abrió "El Nuevo Tiempo" (1905),
con ocasión del centenario de la publicación de
la primera parte del Quijote, y cuando vivían
y cantaban lo más granado de nuestros vates.
El señor Caro, con su modestia genial, lo envió sin firma; pero, como puede verse en el
tomo IV, pág. 237, de sus obras, fue compuesto
por él, para contestar al cuestionario poético y
filosófico que en amable certamen propul":O a
1111 cierto grupo de selectos y buenos amigos,
entre los cuales espigaba entonces, en la flor
de sus años y en la madurez de la inspiración,
don Antonio Gómez Restrepo, último representante en Bogotá de la áurea generación de nuesüas letras. Acaso el soneto de este autor no
fue el trascrito de primero sino el segundo;
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Senderos
pero con tercetos diferentes, que el señor Caro,
ilegún cuenta en una carta, se encargó luégo de refundir con los suyos propios. Hé aquí
los primitivos, desaprobados con exceso de severidad y no poca injusticia, por los mismos
que les dieron vida:
Así, visión hermosa y fugitiva,
soy de las almas yo dulce tormento;
sofiada eterna, prometida esquiva,
del que a abrazarme va, burlo el intento;
el que culto me rinde, me cautiva:
i soy la estrella pOlar del pensamiento!
En todo caso, el tema es tan original y seductor: tan hondo y vasto, tan exactamente
propuesto, tan propio de un soneto y de la alta
mentalidad de Caro, que, ya hechas por sí mismas, las variantes brotan como de un naranjo
en flor, con sólo leer úno los cuatro versos del
feliz interrogatorio. Repasando recientemente
las obras del grande humanista. con motivo de
algún estudio, superior a mis fuerzas, que traigo entre manos, hallé aquella preciosidad literaria; y, sin saber cuándo ni cómo, pergeñé
otros diez versos que, sin poder hombrearse
con los originales, doy sin embargo a la estampa como un tributo, humilde pero sincero, a la
memoria del más ilustre de los cantores del
Libertador. del mejor intérprete de Virgilio y
de uno de los más conspicuos prosistas hispanoamericanos.
Platón y el Caballero de la Triste (pero no
de Triste) Figura, por una parte, y Epicuro y
Sancho, por la suya, son personajes tan pares
e inconfundibles, que se vienen juntos a la memoria, como hijos gemelos de opuestas madres.
En moral, en estética literaria y en filosofía,
el punto de vista desde que los unos miran en
t"rno el universo, es el antagónico de aquel en
que los otros se arrellanan cómodamente a contemplarIo; de suerte que pudiera afirmarse que
la obra inmortal de Miguel de Cervantes es la
fábula en que se cuenta de maravillosa manera
la historia siempre vieja y siempre nueva o
remozada de la filosofía, que no es en el fondo
sino una de las formas del sentimiento religioso, consustancial del corazón humano. Diógenes
el cínico no ve sino la mesa en donde el Nóus
platónico discierne la mesalidad o esencia de
las cosas; y el divino discípulo de Sócrates, soñador también en la esfera de lo impalpable,
contesta en los jardines de Academo: -Los
ojos de tu carne han sido hechos para percibir
grosera y desfiguradamente los seres: sólo en
el entendimiento ellos se muestran como son;
con lo cual nos previene de que, para comprenderle, es menester ,olvidar por completo la materia. Su doctrina ha sido en todos los campos
la victoria teórica del espiritualismo sobre el
sensualismo. Para* él los seres son como intelectualmente se conciben, y no como el sentido
ve lo corporal; su noción de la belleza es la del
splendor veri, y su moral, en principio, la mismísima de Kempis: la imitación de Dios, o lo
que es lo mismo, de Jesucristo. La escuela cirenaica de Epicuro viene a ser el polo opuesto,
si nos atenemos sobre todo a los testimonios
de Cicerón y Plutarco. La lógica se limita aquí
a dirigir las sensaciones, único criterio posible
de verdad, más menguado aún que el del moderno positivismo. El bien y el mal se reducen
en esa pseudofilosofía al placer y el dolor, y
gozar con moderación para gozar más y mejor.
es la máxima suprema de conducta. No cabe
en semejante sistema otro sentimiento estético
que el sensu .. l, y Lúculo y Mesalina son en él
los más grandes peritos de las bellas artes.
Pero si en el s ublime hidalgo de la Mancha no
arde otra aspiración que desfacer agravios y
enderezar tuertos; si no ve sino palacios y alcázares en el lugar de ventas malolientes, aherrojados hombres de bien en vez de galeotes
ingratos, y altas y castísimas princesas en donde otros comercian con infelices Maritornes;
fl j, como todos los sistemas filosóficos, se equi" oca y tropieza muchas veces, y confunde con
feroces gigante , inofensivos molinos de viento, y con ejércitos enemigos, pacíficos rebaños
de ovejas, y si en su imaginación, que goza de
la noble virtud de embellecerlo con sus sueños
todo, una rlÍstica aldeana, única inquietud de
sus años juveniles, toma el ágil cuerpo y el
alma sin sombras de dama gentil, y se torna
con la magia del ideal, más cerca del alma
que las forma s sensorias, en señora de sus cas* El Diccionario académico no registra tan antigua y
corriente acepción de para, distinta de la que corresponde a para con, que se U3a sólo para comparar: "Para él
no había otra historia más cierta en el mundo" (Q. 1, 2) .
Para con equivale casi al erga latino, y el para del ejemplo a Juxta o secundum.
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~ enderos
tos y abnegados pensamientos; Sancho Panza.
por el contrario, descubre con egoísmo cruel
las ventas malhadadas, las sanas Aldonzas lugareñas, los mala.ndrines y rufianes de carne y
hueso, el lucro de las aventuras. las bodas de
Camacho, el tufillo seductor de los guisados , y
todo se deforma a sus ojos hquiridores y glot ones, que otean en despoblAn!) la bolsa del vencido y la ínsula con que ingeniosamente le embaucaron. Aunque de buen corazón. el simpático escudero es sin duda alguna el prototipo del
eoicureísta práctico que, en el comer y el beber
al menos, cree ~uperior a la otra esta máxima
de vida: "Corta, pero buena". Sus refranes son
epítome de las doctrinas de Epicuro, que ni sinuiera tienen ni pudieron tener ,iamás el mérito de la originalidad; su bien soberano es el
vientre, y su beatitud, la buenH digestión y el
dormir a pierna suelta. N o se le esconden las
locuras de don Quijote: pero le sigue. esperanzado de pelechar con ellas.
Hé ahí el mundo que sugiere el hermoso
asunto del señor Caro, maestro, como en todo,
en el ars proponendi quaestionem.
Me detendré ahora en algunos pormenores
del primer cuarteto. "Notó alguno (privadamente) -dice el autor- ciertas sílabas disonantes; pero se vio luégo que no podían corregirse esos defectillos sin perjuicio de la propiedad y precisión de la idea". Refiérese aquí
sin duda al "Dónde estás tú?" del cuarto verso,
por chocar doblemente, sucediéndose los acentos y las dentales explosivas, la sílaba rítmica
con la precedente; pero no se podía decir:
"¿ Dónde te vio?", por haberse usado esa inflexión verbal en el tercer endecasílabo:
"Si la que vio el villano. Aldonza fuiste"
Todo el mal radicaba, pues, aquí, en donde
se introduce además un giro muy latino y muy
propio de quien manejaba desde su juventud
la lengua del Lacio, con la soltura y corrección
de Virgilio. Porque ¿ cuál es el sujeto de fuiste? En castellano, el pronombre de segunda
persona no puede ser reemplazado por nombre
alguno. Por tanto, debemos suponer tácito el
tú, dirigido desde un principio a Dulcinea
(¿ Quién eres, Dulcinea ... ?) ; pero entonces, o
Aldonza es predicado: Tú fuiste Aldonza, lo
que no es posible por la subordinación hipotética, o se trata de sustantivos apósitos, y esto
tampoco se puede admitir, por hallarse callado
uno de ellos y oponerse al hilo del pensamiento: Dulcinea, si la que el villano tú Aldonza
fuiste. ¿ Y no lo remedia todo
Si a los ojos de Sancho, Aldonza fuiste?
Pues en el Quijote mismo se lee: "Bien parece un gallardo caballero a los ojos de su rey,
en la mitad de una gran plaza dar una lanzada
con felice suceso a un bravo toro" (P. U, C.
19); y no se pierde precisión, aunque no se
aluda a la única vez en que el escudero vio la
supuesta dama de su señor. Menos literal es:
"Del soñador de la Figura Triste"; pero ¿ no
será preferibe conservar el artículo. que evita
la ambigüedad del sentido figurado del adjetivo y mantiene el sello de distinción que Cervantes supo imprimir con ese la, que es el mismo de el Arbol de la Noche Triste? Se imponía
así la búsqueda de un trisílabo agudo, como
paladín (de palatinus), que no lo fue en rigor
el Manchego; justador, que sugiere un si es no
es de afectación, y, por fin, luchador y otros,
tan incoloros como él. El solo vocablo que puede salvar el verso es soñador, muy adecuado al
asunto y al personaje, aun a la luz de las ciencias; porque no hay que apelar a Calderón (Soliloquios de Segismundo), sino a los psiquiatras,
para saber que Don Quijote no era completamente un loco, sino un esquizómano soñador,
"que ya no se limitan a la vida interior, sino
que bajan al palenque y entran en sociedad
con sus tachas disgregativas, monótonas y absurdas, pero dirigidas por un buen juicio y una
memoria perfecta" (Cf. Levy-Valensi, Psiquiatría, p. 242). El personaje de Cervantes corresponde al tipo sin desviaciones del esquizoide soñador de Kretschmer. *
Rodrigo Noguera
Bogotá, 1Q de junio de 1934.
* Nuestros clásicos, especialmente Cervantes y la escritora avileña, se distinguen por un profundo conocimiento -que sorprende- de la psicología humana, tanto desde el punto de vista subjetivo como Objetivo. Sólo
Shakespeare, Moliere, Goethe, Tolstoi, en las literaturas
extranjeras, les Igualan en esto.
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