http://www.diariodelhuila.com/noticia/8264 10-­‐12-­‐02 Judicial Diciembre 2 de 2010, 01:30 Una guerra que se empecina contra un pueblo Miller Eduardo Cortés Florez Con la llegada del amanecer y luego de transcurrir una noche larga, tediosa y sin el servicio de energía, los ojos de los casi tres mil habitantes que tiene el corregimiento de Vegalarga, ayer se negaban a ver lo que una vez más les había dejado el horror de la guerra. Ante las miradas tímidas, uno a uno los pobladores fueron saliendo de sus viviendas en compañía de sus familiares para observar el desolador panorama. Al menos 15 casas destruidas y otras 25 más deterioradas, y una estación de Policía inservible, es el panorama inmediato que dejó el carro 'bomba' detonado en la tarde del pasado martes en el corregimiento de Vegalarga, zona rural del municipio de Neiva. El corazón de este pueblo, rodeado de montañas, quedó prácticamente entre escombros ante la magnitud de un atentado que por segunda vez en el año se repite y que deja a la población vulnerable ante al aparición de cualquier hecho subversivo. Innumerables tejas aparecen por todas partes, puertas retorcidas, paredes resquebrajadas, escombros que sepultan cuadros familiares, enseres destruidos y pobladores que tratan de rescatar lo medianamente servible, es lo que deja ver la magnitud de la onda explosiva. La estilista Yurani Marines, una joven madre cabeza de hogar de dos niñas de ocho y diez años, desconsolada y con cierto sentimiento de ira, recoge entre escombros lo poco que le quedó de su salón de belleza tras el atentado del que fue blanco la estación de Policía ubicada diagonal a su negocio. Esta mujer, hace pocos días, con mucho esfuerzo, le había hecho una inversión de dos millones de pesos en productos a su salón, de los cuales ya no quedan nada. "En el momento de la explosión estaba en otra vereda peinando unas niñas par unos grados y cuando volví no encontré nada, ni casa ni salón de belleza", relató Yurani. Recorriendo el pueblo Sin el servicio de energía, no queda más que recorrer la escena de la barbarie, los niños ante la mirada confundida cuentan las casas destruidas y observan zapatos, vidrios, porcelanas rotas. Mientras tanto, los adultos que residen en la parte alta del pueblo, descienden y caminan despacio para curiosear el resultado que dejó el fuerte estruendo que escucharon en la tarde del martes anterior y que alteró su tranquilidad. La pareja de esposos de la carnicería, la joven madre cabeza de hogar del salón de belleza, la señora del billar y el propietario de la vivienda donde funciona un consultorio odontológico, fueron los más afectados con el plan subversivo que perpetraron integrantes del frente 17 'Angelino Godoy' de las Farc, al cargar con explosivos una camioneta de servicio público y hacerla estallar justo cuando pasaba frente a la estación de Policía, dejando un saldo de una persona muerta y diez heridas. La estación de Policía En la ya inservible estación de Policía, permanecen resguardados cerca de 25 uniformados entre policías y militares, quienes aún temerosos, agradecen a Dios que las víctimas fatales no fueron mayores, a pesar de ser ellos el blanco de los subversivos. La procesión de trasteos Hacia las nueve de la mañana de ayer se dio inicio a una procesión de trasteos por la calle principal de Vegalarga. Los damnificados empezaron a recoger lo poco bueno que les dejó la explosión y con la ayuda de sus familiares, entre escombros, recogían camas, colchones, mesas, vitrinas y demás enseres para llevarlos a casa de amigos y allegados. Esta desgarradora escena era como si el desplazamiento forzado de pueblos enteros hubiese llegado a Vegalarga y el turno de salir desterrados de sus tierras fuera para los habitantes de esta población neivana. Mientras se hacían los trasteos, el resto de habitantes que esta vez no resultaron afectados y sus moradas no se vieron golpeadas por la violencia, sentados desde sus andenes, miraban con compasión a sus paisanos desfilar con sus enseres. Los damnificados Carlos Eduardo Pineda "Yo me encontraba viendo televisión, cuando fue que sentí la explosión. Yo miré la camioneta cuando bajó, pero uno qué se iba a imaginar que llevaba explosivos. Quedé aturdido. Se cayó el techo, paredes, el televisor se dañó y el resto de electrodomésticos quedaron inservibles. Todo el mundo salió de sus viviendas, se vivieron momentos de pánico, los policías estaba en la calle heridos y entre ellos mismos se auxiliaban porque no habían ambulancias". Omaira Hernández, presidente de la JAC de Vegalarga "Estaban con el cuento que desde hace 15 días había una amenaza de atentado contra la estación de Policía. Con el atentado de hace tres meses y el de ayer (martes), la gente está abandonado el pueblo, por ejemplo una vecina se fue hace 15 días y dejó su casa a su suerte. La zozobra que se percibe aquí se vive desde hace tiempo y por eso los habitantes se van". Yurani Marines, estilista "Vivo en Vegalarga hace cinco años con mis dos hijas, pues soy madre cabeza de hogar. Soy una de las más afectadas, pues mi negocio que era un salón de belleza quedó destruido. Me duele porque con tanto esfuerzo y empeño logré montar mi negocio, pero vea en lo que quedó, puros escombros. Hace 15 días había ido a Ibagué a traer mercancía y la peluquería estaba surtida, pero de eso no queda nada".