EL CUERPO CON EL QUE JESÚS RESUCITÓ El cuerpo con el que Jesús resucitó Dos posiciones a considerar: VERDAD Jesús en virtud de haberse encarnado, siempre conserva la descripción de los derechos humanos a pesar de que, en este momento en el cielo, no posee cualidades humanas como las que tuvo aquí en la tierra. El cuerpo de Jesús desde su resurrección hasta su ascensión a los cielos de ninguna manera fue diferente al cuerpo que poseía durante su ministerio terrenal, como el cuerpo resucitado Lázaro. Ahora Jesús no tiene el cuerpo que tenía durante su encarnación. En este momento Jesús no tiene “carne y huesos”, ni sangre, sino que es totalmente espiritual, como lo era antes de la encarnación. El cuerpo resucitado de Jesús, con el cual apareció a sus apóstoles y otros varios testigos, no es nada parecido a lo que nuestro cuerpo resucitado será. ERROR Jesús todavía en el cielo conserva varias cualidades físicas del ser humano y es por eso que todavía Él es llamado “hombre”. Jesús posee un cuerpo glorificado de “carne y huesos” espirituales pero sin “sangre” humana. El cuerpo resucitado de Jesús, con el cual apareció a sus apóstoles y otros varios testigos, es exactamente igual a lo que nuestro cuerpo resucitado será. Puntos bíblicos a considerar: 1. Hay un patrón divino para la resurrección general. Dice la Escritura “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Cor. 15:52). Entonces, el orden de la resurrección presentado en las Escrituras jamás enseña que habrá un cuerpo físico de carne literal en la resurrección. Fíjese en las dos clases de personas mencionadas en el contexto. En primer lugar los muertos serán levantados con un cuerpo incorruptible, y los que cuerpos de los que estén vivos simplemente serán glorificados a un estado superior de incorruptibilidad. Si no fuera así, la transformación no se podría explicar como “transformación”. 2. El cuerpo que Jesús poseía al resucitar no fue diferente del cuerpo que poseía antes de morir, Él poseía “carne” y “huesos” (Luc. 24:39) y comió con sus discípulos (Luc. 24:41-43). Pero, sabemos que el cuerpo glorificado no necesita de estómago (1 Cor. 6:13). La afirmación de que el cuerpo resucitado de Jesús era un cuerpo glorificado porque podía “trasladarse atravesando muros” es 100% neutralizada cuando nos damos cuenta de *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com 1 EL CUERPO CON EL QUE JESÚS RESUCITÓ que el evangelista Felipe fue transportado 30 millas al instante (Hechos 8:39-40) y que Jesús antes de resucitar se transportó, con todo y barca, a la otra orilla del mar de Galilea de manera milagrosa (“Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban”, Jn. 6:21). Así también, el argumento de que Jesús poseía “algún otro tipo de cuerpo, con otro tipo de carne y huesos”, es simplemente una distinción muy débil, una variación del primer argumento, arriba. Simplemente “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1 Cor. 15:50), el cuerpo humano no es apto para las condiciones celestiales. El cuerpo resucitado de Jesucristo era de naturaleza idéntica a su cuerpo en el cual se encarnó y ministró. En cambio, el cuerpo glorificado de Cristo (que posee ahora en los cielos) es muy diferente, y superior, al cuerpo con el cual resucitó. El apóstol Pablo (Hech. 9:3-6; 22:7-11; 26:13-18) y el apóstol Juan confirman ésto (Apoc. 1:12-17). 3. El argumento del apóstol Pablo en 1 Corintios 15 nos informa que el “cuerpo espiritual” no es nada parecido al “cuerpo natural” que tenemos ahora (1 Cor. 15:44, LBLA). Entonces, “lo que siembras” no tiene absolutamente nada que ver con “el cuerpo que ha de salir” (1 Cor. 15:37). Afirmar que el cuerpo con el que resucitó Jesús es el mismo cuerpo que obtendremos para las condiciones eternas, distorsiona todo el argumento del apóstol Pablo en este pasaje. Resulta en un absurdo el pensar el cuerpo glorificado de Cristo con el cual “apareció a más de quinientos hermanos a la vez” (1 Cor. 15:6) era un cuerpo de “carne” y “huesos” (Luc. 24:39) que necesitaba del alimento (Luc. 24:41-43; Jn. 21:4-14; 1 Cor. 6:13) y que presentaba las señales de la crucifixión (Jn. 20:26-27). Un cuerpo semejante no es un cuerpo espiritual glorificado. 4. Dijo el inspirado apóstol Juan: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2). El cuerpo glorificado de Jesús no es el mismo con el cual resucitó, su cuerpo fue transformado en los cielos, y no es una forma humana reconocible en estos momentos (1 Cor. 15:35-58). El apóstol Juan, quien vio a Cristo resucitado, da a conocer que un día “seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. Cristo ahora posee un cuerpo glorioso, y Juan lo vio en gloria celestial (Apoc. 1:12-17). Como dijo el apóstol Pablo: “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Fil. 3:21), y Pablo también vio a Cristo glorificado (Hech. 9:3-6; 22:7-11; 26:13-18). 5. Todos los elementos químicos de la tabla periódica, incluyendo la luz y la gravedad, serán deshechos en el día final (2 Ped. 3:10-12). Entonces, ya que el universo está destinado a la disolución total, la aniquilación completa, ¿no importa la naturaleza del cuerpo de Cristo y en qué consistirá nuestro cuerpo glorificado? Cristo es Dios (Jn. 1:1) y Él ha existido desde antes de Génesis 1:1, Él no está sujeto a la materia de Su creación. En el día final la materia física dejará de existir frente a Cristo (Heb. 1:10-13), como vio Juan en la visión: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos” (Apoc. 20:11). Sin duda alguna, el cuerpo glorificado de Cristo no es un cuerpo material. 6. Lucas registró lo siguiente: “Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Luc. 24:37-39). *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com 2 EL CUERPO CON EL QUE JESÚS RESUCITÓ Cristo resucitó con el mismo cuerpo que poseía antes de morir. Nótese que los discípulos “pensaban que veían espíritu” y se turbaron por esto, pero Jesús no poseía algún tipo de cuerpo espiritual. Por lo tanto, Cristo refutó los razonamientos erróneos de sus discípulos, y les dijo “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo”. Creemos, y mantenemos firmemente, que si el cuerpo resucitado de Cristo no era igual al que poseía antes de su muerte, no habría evidencia real de su resurrección física (cosa que los testigos del Atalaya niegan). Pero, Lucas registró claramente, que el cuerpo con el cual Cristo volvió a la vida era el mismo que había sido puesto en el sepulcro, el mismo que poseía antes de morir, un cuerpo de “carne” y “huesos” que se podía ver y palpar. 7. Antes y después de Su resurrección, no había cambio significativo en el cuerpo físico de Jesucristo. Si hubo alguna diferencia significativa, los discípulos no la pudieron discernir y/o la Biblia no la especifica claramente. 8. Así como un santo muerto en Cristo siempre puede considerarse un “hombre” adoptado como un hijo de Dios por el nuevo nacimiento que experimentó en su vida física, así también Cristo puede considerarse un “hombre” (1 Tim. 2:5) a pesar de que en lo cielos, y a la diestra de Dios, Él no posee los atributos reales de la humanidad que experimentó en su encarnación. Adaptado por Josué Hernández, de la obra “Does Jesus have a human body right now?” escrita por Steve Rudd. *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com 3