LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS EN LA CONGREGACIÓN DE LAS RELIGIOSAS DEMARIA INMACULADA El articulo del P.Luis González sobre la devoción de Santa Vicenta Maria al Corazón de Jesús, publicado en “Ecos de una vida” centra muy bien el tema. Queremos dar un paso más y ver el desarrollo de esta devoción en la Congregación, a partir del Concilio Vaticano II. Los documentos Capitulares del 1973 dan unas líneas de orientaciones a la Congregación, acerca de la devoción al Corazón de Jesús, partiendo del deseo de la Santa de que se propague esta devoción. “Fue ésta una de las devociones características de Vicenta María. Forjado su espíritu en la ciencia del amor y del dolor, llegó a penetrar en lo sustancial de esta devoción. Saberse amada de Cristo y amarle a su vez con amor exclusivo y total. “¿Qué es esto comparado con lo que por mí sufrió el Corazón de Jesús?”1 repetirá en los momentos de mayor sufrimiento. Y poco antes de expirar recomienda insistentemente: “Propaguen cuanto puedan la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.” La Madre María Teresa Orti recogió fielmente esta recomendación, transmitiéndola a sus hermanas”2 En la Congregación, se quiere salir al paso de las dificultades y contradicciones que rodeaban el culto al Sagrado Corazón de Jesús en la Iglesia, de las que se resintió evidentemente una devoción tan congregacional. Se acusaba el culto al Corazón de Jesús de “naturalismo y sentimentalismo”…“llegando a reputarlo menos adaptado, por no decir nocivo, a las necesidades espirituales de la Iglesia y de la humanidad; a juzgarlo como algo superfluo que cada uno puede practicar o no, según le agradare, a considerarlo una devoción, más saturada de sentimientos que constituida por pensamientos y afectos nobles.”(HA, n 3) Son palabras de la encíclica “Haurietis aquas”de Pío XII, de la que se celebró el 1 2 (Biografía de M. Mª. Teresa Orti, pág. 384) (Doc.Cap...1973, Págs.58-60 devoción al Corazón de Jesús, Vida espiritual). La devoción al Corazón de Jesús en la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada 1 cincuentenario el pasado año, publicada en un ambiente eclesial en el que el culto del Sagrado Corazón corría el riesgo de olvidar sus fundamentos teológicos y en el que era poco estimado por un notable número de creyentes. Con todo, el motivo de fondo de la crisis de la devoción al Sagrado Corazón está en el hecho de que no se había captado su verdadera naturaleza y de que se le consideraba, más como una devoción optativa que como expresión de una espiritualidad tan antigua como el cristianismo. La Congregación se hizo eco de la preocupación de la Iglesia y en el Capitulo del 1973, subrayó la importancia de esta devoción tan congregacional y la necesidad de vivirla en el marco de las orientaciones de la Iglesia. “El Concilio Vaticano II ha enfocado con nueva luz el misterio de la Iglesia, Misterio que no puede comprenderse perfectamente más que fijando nuestra mirada en el amor eterno de Cristo (Cf. LG. 3). Como símbolo luminoso de este amor divino y humano de Jesús, que exige de nosotras una total respuesta de amor, la Iglesia nos propone la imagen de su Corazón”. Por consiguiente, el culto al Corazón de Cristo, tal como lo entiende la Iglesia, es el culto “del amor con que Dios nos amó por Jesús, y al mismo tiempo es el ejercicio del amor nuestro, por el que nos damos a Dios y a los hombres.”3, poniendo así de relieve la relación interpersonal de amor que constituye la vida cristiana y religiosa. Es conveniente, sin embargo, que conservando íntegra la esencia de la devoción, sus expresiones y modalidades se cambien por otras más adecuadas e inteligibles a la mentalidad de hoy Hay una invitación apremiante a recordar los fundamentos teológicos de este culto y a no descuidar nunca el compromiso espiritual de acudir a la fuente de la que brota el agua viva.4 El Capitulo General de 1979, retomó el tema e insistió en la necesidad de cuidar las manifestaciones de amor a Cristo en la Congregación, llenándolas de sentido. Para ello, se fija en las Vigilias de oración, la Hora santa y el Acto de consagración. Vigilias de oración.- "Deseamos ante todo que este culto al Sagrado Corazón se concrete en la participación del sacramento eucarístico, ya que 3 4 (Haurietis aquas, 15,5-56) (Doc.Cap. 1973, Págs.58-60) La devoción al Corazón de Jesús en la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada 2 es su principal don, porque en éste se inmolar y es recibido el que está siempre vivo para interceder por nosotros"5 Consecuentes con el sentir de la Iglesia y con la dimensión eucarística de nuestra espiritualidad, dedicamos las noches que preceden a las fiestas del Corazón de Jesús y de Cristo Rey, a la adoración y a la alabanza, como reconocimiento del amor de Jesús entregado a los hombres. Estas vigilias de oración nos dan la oportunidad de volver a contemplar, admirar y recibir el don de su Amor. Cada comunidad, según sus posibilidades, verá la forma de dedicar la noche, o algunas horas de la misma, a la adoración del Señor en la Eucaristía. Somos conscientes del sacrificio que esto puede suponer en nuestra vida de trabajo, pero será también la ocasión de manifestar nuestra generosidad y gratuidad. Hay que saber "perder el tiempo" con el Señor y experimentar el gozo de estar con El. Hora Santa.- El fin de la Hora Santa, así como la comunión de los primeros viernes, deben ser expresión y respuesta especial al amor de Cristo, y ocasión de renovar nuestras relaciones en la unión y caridad fraterna. Así lo deseaba Vicenta María: "He querido que sea en este día (primer viernes) la petición especial de la perfección de la caridad y unión mutua -escribe al P. Hidalgo en 1888- porque creo que no puede haber cosa más propia que buscar esta virtud en esa fuente de caridad..." Acto de consagración.- Consagrarse al amor de Cristo es reconocer el amor de Dios, vivirlo expresarlo. Por esto, todos los primeros viernes hacemos en comunidad el acto de consagración al Corazón de Jesús.6 En el clima de revitalización carismática a la que impulsan los Documentos Capitulares del 2005, es bueno crear un espacio en el corazón para “sentir y gustar internamente” este deseo de la Santa, que no está sólo ligado a una devoción de su tiempo, sino que es expresión del cristocentrismo de su espiritualidad. Esto impulsaría a profundizar en el misterio que el culto al Sagrado Corazón encierra y a vivir según el deseo del Señor Jesús, de permanecer en su amor y de comunicarlo. El deseo de la Santa, expresado tan clara y contundentemente antes de morir, parece estar corroborado en las palabras del Papa, Benedicto XVI que afirma que el contenido del culto y de la devoción al Corazón de Jesús es, al mismo tiempo, el contenido de toda espiritualidad verdadera y 5 (Pablo VI). 6 (Cf. Doc. Cap 1979 Pág. 64) La devoción al Corazón de Jesús en la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada 3 devoción cristiana. Podemos, sin duda, afirmar que el fundamento de esta devoción es tan antiguo como el cristianismo. En otra ocasión, dice el Papa: “Desde el horizonte infinito de su amor, Dios ha querido entrar en los limites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el corazón humano de Jesús, el Nazareno. En mi primera Encíclica sobre el tema del amor, el punto de partida ha sido precisamente la mirada dirigida al costado traspasado de Cristo, del que habla Juan en su evangelio 7 Y este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados, esperanza que ha sido el tema de mi segunda encíclica. Toda persona necesita un “centro” para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana. Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo. Os invito, por tanto, a cada uno de vosotros a renovar en el mes de junio su propia devoción al Corazón de Cristo…” 8 A estas palabras deseo añadir otras de un santo de nuestro tiempo, el P.Arrupe que en su última conferencia al curso ignaciano en Roma decía” Si queréis un consejo, después de 53 años de vida en la Compañía y casi 16 de generalato, os diría que en esta devoción al Corazón de Cristo se esconde una fuerza inmensa; a cada uno toca descubrirla- si no la ha descubierto ya- profundizar en ella y aplicarla a su vida personal, en el modo en que el Señor se lo muestre y se lo conceda. Se trata de una gracia extraordinaria que Dios nos ofrece” 9 Estas consideraciones nos ayudan a comprender mejor el deseo de la Santa y a centrar lo nuclear de su devoción al Corazón de Jesús en su cristocentrismo, en su apertura al amor que Dios le regala en Cristo Jesús y del que nada ni nadie la puede separar. Si vemos la devoción como camino hacia la unión con el Corazón de Jesús, de ningún modo es una devoción superada, sino más bien un lugar 7 (Cf.Jn.19, 37; Deus caritas est, 12) (Benedicto XVI, intervención con motivo del Ángelus, domingo 1 junio 2008) 9 (P.Arrupe, En El solo la esperanza, ed AdP pag.15) 8 La devoción al Corazón de Jesús en la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada 4 privilegiado para vivir auténticamente la apertura al amor que viene de Dios, desde las actitudes de mansedumbre y humildad a las que hace referencia Jesús (Mt. 11,29), cuando dice “aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”. Es este el único pasaje en el que se menciona el Corazón de Jesús. Incluso ni en el episodio de la lanzada, que es referencia obligada cuando se habla de este tema, se habla de corazón traspasado, sino de costado traspasado, aunque es evidente que a través del costado se llega al corazón. Si tomamos en consideración toda la Sagrada Escritura, el fundamento de la devoción al Sagrado Corazón es amplísimo. El Antiguo Testamento pone muy de relieve la importancia del corazón en la relación con Dios, es decir, la interioridad de la persona humana: memoria, entendimiento, afectividad y voluntad. Ciertamente el culto del Sagrado Corazón, tal como lo entiende la Iglesia, es el “culto del amor con que Dios nos amó por Jesús, y al mismo tiempo es el ejercicio del amor nuestro por el que nos damos a Dios y a los demás hombres” 10 Todas las formas de devoción corren el riesgo de agotarse espiritualmente, si no se renuevan sin cesar en los fundamentos de su fe , y el fundamento último y básico es el “encuentro con una persona; es la relación vital y vivida con la persona de Jesucristo, según nos dice el Papa. La encíclica Haurietis aguas de Pío XII, sigue ofreciendo indicaciones válidas para la profundización y renovación de esta devoción porque la centra en lo que tiene de fundamental: la Persona de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo del Padre y Redentor del mundo, en quien se realizó la revelación más completa del amor y de la misericordia de Dios hacia nosotros, ya que por la Encarnación de su Hijo, Dios se manifestó más plenamente de modo que se hizo “visible en Él”: por nuestra relación con Cristo, podemos conocer quien es Dios. Y con su Encarnación se pudo condensar en el símbolo del Corazón de Jesús, todo el amor de Dios 11 Este amor encontró su expresión más honda en la entrega de Jesús en la Cruz, dando su vida por nosotros. De ahí que, quien quiera conocer a Jesucristo y el amor de Dios manifestado en Él, debe abrirse al misterio de la Cruz y pedir la gracia de 10 11 (Cf Encíclica” Haurietis aguas” citado en “en El solo la esperanza”ed. AdP pag.5). (Cf. HA, cap. 4) La devoción al Corazón de Jesús en la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada 5 saborearlo en lo que tiene de Amor llevado hasta el extremo, del Verbo de Dios hecho carne, para descubrir la sabiduría divina escondida en la cruz. “Nunca entre vosotros me precié saber cosa alguna sino a Jesucristo y éste crucificado”12 La contemplación del Señor crucificado lleva al hombre a reconocer en Él el amor de Dios y lo conduce a una experiencia interior que le consiente llegar a una profunda profesión de fe, como la de Tomás “Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28) El Señor resucitado mostró a sus discípulos “sus manos y su costado” y les explicó el significado de su pasión. Es Él quien invita a la contemplación, -a contemplar sus llagas y su costado traspasado- para que lleguemos a conocer el amor que da vida. No se trata de tocar una herida física, sino de reconocer la gracia que brota de ella. La mirada al “costado atravesado por la lanza” nos ayuda a no detenernos sólo en el sufrimiento padecido por Jesús, sino a tocar el amor escondido en Él, a no olvidar lo que ha hecho por nosotros, “por mí”, a agradecer el amor que recibimos y a aprender cómo se ama. Los dones que recibimos del costado herido de Jesús hacen que nuestra vida sea también, para los demás, manantial del que broten ríos de agua viva. El culto al costado traspasado de Jesús nos invita a beber de esta fuente para obtener la gracia de la experiencia profunda del amor de Dios. Una experiencia que requiere todo nuestro esfuerzo, pero que nos pide la capacidad de morir a nosotros mismos, de dejarnos llevar únicamente por la Voluntad de Dios y ser sólo instrumentos en sus manos. Quisiera concluir estas reflexiones con algunas palabras que nos remiten a la fuente de esta devoción y, a la vez, nos indican los efectos de la misma en la vida cotidiana: .El Señor Jesús es quien nos convoca y nos llama para 'estar con El' y para 'enviarnos' a la misión, compartiendo su vida (13) Nuestra vocación de 'estar con Jesús', como los Apóstoles, nos conduce a estar donde El quiere, amar lo que El ama, preferir lo que El prefiere, con un corazón disponible como el suyo, a la voluntad del Padre. 12 ( 1Co 2,2,) Mc 3, 14 (13) La devoción al Corazón de Jesús en la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada 6 .Esto exige una verdadera unidad de vida, que nos haga sentarnos a la mesa con el Señor y nos ponga al mismo tiempo a los pies de todos los hombres (14) con un corazón pobre. Nos lleve a un amor preferencial por Cristo, a una sintonía viva y profunda con El, haciendo de este amor el principio, la medida y la fuente de entusiasmo de todas las iniciativas apostólicas, a centrar nuestra vida en Cristo, Salvador y Señor, centrándonos en la radicalidad del Evangelio para convertirnos desde dentro y unificar todas nuestras energías y posibilidades. Para vivir la misión como Cristo la vivió y como nos pide que nosotras la vivamos, nuestra vida religiosa debe ponerse cada ida mas a la escucha de Dios y a la escucha del hombre: "hay que poner la mano sobre el pulso del tiempo y el oído sobre el corazón de Dios" 15 “Consagradas para amar y hacer visible HOY la consagración, nos dejamos fascinar nuevamente por la persona de Jesús que en el Misterio Pascual manifiesta la plenitud y la belleza del AMOR de Dios y su Evangelio. El amor renovado nos impulsa a cada una a decirle en espíritu y en verdad ‘Encontrarnos contigo, Jesús de Nazaret, es la dicha más grande de la vida’. Él nos cautiva y crea en nosotras el deseo y la capacidad de responder”16 Sólo podemos dar el amor que recibimos…Sólo quien bebe de la fuente del amor puede convertirse en fuente de la que mana a raudales “agua viva”.Es el corazón traspasado de Jesucristo que nos abre la hendidura desde donde se filtra el amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. “Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don. Es cierto – como nos dice el Señor-que el hombre puede convertirse en fuente de la que manan ríos de agua viva17 No obstante, para llegar a ser una fuente así, él mismo ha de beber siempre de nuevo de la primera y originaria fuente que es Jesucristo, de cuyo corazón traspasado brota clamor de Dios 18 (14) 15 Cf. Jn 13, 1-16 Doc. Cap.1986 n., 22, 23,25 16 Doc.Cap. 2005 pág. 19 Cf. Jn 7,37-38. 18 (cf. Jn 19,34)”Benedicto XVI, Deus Caritas est, 7 17 La devoción al Corazón de Jesús en la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada 7