Tácticas para finalizar juegos sin fin

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Tácticas para finalizar juegos
sin fin (*)
por Dra. Teresa SUAREZ y Dra. Carmen F. ROJERO
El tema del tratamiento de familias
que poseen miembros psicóticos o es­
quizofrénicos es, en nuestros días, un
tema clásico. en la-literatura psiquiátri­
ca (1, 2, 3, 4). A pesar de esto, hemos
·elegido para nuestro artículo el pre­
sentar un tratamiento con una de estas
familias con una doble finalidad:
a) Exponer un caso que se aproxi­
me al máximo a las características de
los pacientes que se encuentran habi­
tualmente en la psiquiatría pública y
comunitaria.
b) Mostrar cómo este tipo de trata­
miento puede servir como alternativa
a la hospitalización en las crisis, y esto
aún trabajando en unas condiciones
que están lejos de ser el modelo más
adecuado para una intervención en la
crisis (equipo multipersonal, horarios
elásticos, etc.) (5). Pensamos que para
que un trabajo así pueda realizarse,·
los objetivos terapéuticos tienen que
ser, desde el comienzo, claros y preci­
sos, dado que este tipo de familias con
miembros esquizofrénicos son espe­
cialmente expertas en confundir y des­
(*) Queremos expresar nuestro agradeéi­
lniento a los'Dres. MARIAN, FERNANDEZ GALlNrlO
y Jesús !=OLAS por su· colaboración y, muy es­
pecialmente, al Dr. Joaquín FUENTES, terapeu­
ta en la primera parte del tratamiento y un pio­
nero de la Terapia Familiar Sistémica en Es­
paña.
organizar a los terapeutas
miento.
~
al trata­
PRESENTACION DE LA FAMILIA
Se trata, en el caso que vamos a des­
cribir, de una familia numerosa con
dos hijas solteras que han hecho, a lo
largo de su vida, varios episodios psi­
cóticos seguidos de hospitalizaciones
alternativas de ambas hermanas en
medio psiquiátrico. Estas hospitaliza­
ciones se realizaron siempre en el mis­
mo centro y fueron todas ellas atendi­
das por la misma psiquiatra quien,
desde hace años, conocía bien, pues,
una parte de la familia y que aún hoy
día juega un papei importante en la re­
solución de las tensiones familiares.
Nuestro trabajo ha estado inspirado
en líneas terapéuticas diversas, dentro
siempre de las diferentes corrientes te­
rapéuticas que tienen como base la
Teoría General de los Sistemas y la
Teoría de la Comunicación. Las apor­
taciones de autores tales como Bo­
WEN, Mara SELVINI, Salvador MINU­
CHIN, HALEY, Boszormenyi NAGY,
cuyos conceptos manejaremos cons­
tantemente en nuestra exposición, no
han sido instrumentos fundamentales
para la comprensión y manejo de la si­
tuación terapéutica.
55·
HISTORIA FAMILIAR
La familia nuclear está constituida
por los padres y ocho hijas, de los cua­
les tres son varones y cinco son hem­
bras (las características culturales de la
familia' :ará que tanto el sexo como el
lugar que ocupan los hermanos sean
factores importantes en el papel que se
les será asignado). Todos están casa­
dos y con hijos, excepto las dos pa­
cientes designadas que siguen solteras
y que viven una de ellas, María
(32 años), ·en casa de sus padres y la
otra, Luisa (38 años), en el piso con­
tiguo.
Los hijos casados viven apiñados en
apartamentos alrededor de la casa pa­
terna, en un barrio periférico de Ma­
drid. El mito de «la familia unida» ha
primado, pues, sobre la funcionalidad
en la elección del hábitat, lo que sólo
en parte es comprensible por un factor
socio-cultural: la familia es originaria
de un medio rural y emigró a Madrid
hace doce años, en dos etapas. sucesi­
vas: primero vinieron los hijos mayo­
res bajo la tutela de Luisa (hermana
mayor), y tres años después emigraron
los padres, la abuela materna y los
hermanos pequeños. Con el dinero
obtenido de la venta del patrimonio
familiar (tierras) del Sr. X, compraron
una pequeña tienda para mantener
con sus beneficios a la familia. Tras el
fracaso de este pequeño negocio, el
Sr. y la Sra. X, carentes de una pen­
sión de jubilación, quedan bajo la tu­
tela financiera de sus ·hijos. El reparto
de esta tutela fue desigual: mientras
que los casados contribuyen con canti­
dades simbólicas, las dos solteras, pa­
cientes designadas, lo hacen con canti­
dades que representan la mitad de sus
salarios. Es precisamente María, la hi­
ja más designada como paciente,
56
quien más contribuye al mantenimien­
to de los padres.
La Sra. X tiene 66 años; se trata de
una mujer inteligente, con intereses y
actividades artísticas (es una copista) y
teniendo en cuenta su edad, está físi­
camente bien conservada. De su histo­
ria familiar vamos a referir sólo los
datos que nos parecen más significati­
vos. Ella era la mayor de cuatro her­
manos, uno de ellos paralítico cere­
bral (el pequeño). A la edad de tres
años, y coincidiendo con el nacimien­
to de su única hermana, es cedida a la
abuela materna durante varios años,
cesión que jamás ha podido perdonar
a su madre.
Desde 1936 a 1941, en plena fase,
pues, de su adolescencia, la Sra. X tie­
ne que adaptarse a situaciones nuevas
y difíciles: muerte de su padre durante
la guerra, la muerte de su única her­
mana que había sido hasta entonces su
confidente, muerte de su hermano in­
válido, invalidez de su madre consecu­
tiva a un mal de Pott y también en es­
tas fechas su boda y su primera mater­
nidad. A partir de este primer naci­
miento, una cadena ininterrumpida de
maternidades le impiden abordar to­
dos los duelos antes citados, mante­
niendo a lo largo de los años lo que se­
rá su papel de hija, madre y esposa
dis·ponible. El corolario de esta dispo­
nibilidad es que, una' vez llegados los
hijos a la edad de la autonomización,
dos de las hijas 'mayores se designan
como pacientes psiquiátricas, para
continuar dando una funcionalidad a
la disponibilidad materna.
El Sr. X tiene 70 años y no trabaja
desde hace más de diez años. Está
completamente sordo y en la primera
sesión llevaba un aparato que no fun­
cionaba y le hacía inalcanzable verbal­
mente. Notemos que hay un acuerdo
entre el síntoma físico (sordera) y el
papel que este hombre ha jugado en
su familia: el de ser un padre y esposo
«periférico». Esta posición del Sr. X
se decanta a partir del momento en
que la madre de la Sra. X se incorpora
a la familia nuclear: para evitar, segú·n
él, verse mezclado en los conflictos en­
tre su esposa y su suegra, pasa la ma­
yor parte de su tiempo libre con sus
amigos y en el casino del pueblo. Su
síntoma físico, la sordera, le ayuda a
no mezclarse en los conflictos familia­
res sin que tenga, esta vez, nada que
reprocharse. A lo largo de su vida hizo
una larga carrera de fracasos profesio­
nales, vendiendo primero las tierras
heredadas de su familia, no aprove­
chando más tarde la posibilidad de te­
ner un empleo fijo y bien remunerado
y, finalmente, fracasando eH el peque­
ño comercio. En la actualidad, sólo
percibe una pensión exigua (5.000 pe­
setas), producto de una pequeña inva­
lidez (amputación de la falange de una
mano).
Luisa: Tiene unos cuarenta años,
está soltera y trabaja en una fábrica.
Vive en el piso de alIado de sus padres
y esta pequeña autonomía fue conse­
guida con la ayuda de María quien, en
una crisis, la echa de casa y le permite
justificar la construcción de un tabi­
que entre ambos pisos, hasta entonces
inexistente.
Su nacimiento tiene lugar dos meses
más tarde de la muerte de su tía mater­
na, confidente como dijimos de la ma­
dre. La Sra. X le asignará, de modo
explícito, este papel, que Luisa cum­
plirá a lo largo de su vida. A los die­
ciocho años decide ir al convento. Es­
ta fuga velada de la familia fracasa en
un doble sentido: primero, porque la
madre va a menudo al convento a con­
tarle sus confidencias y segundo, por­
que hace allí su primera crisis psicóti­
ca, con lo que es enviada de nuevo a
casa.
. Fracasado este intento de autono­
mía, se ocupa de su familia: emigra a
Madrid con los tres herméclnos que le
siguen, asumiendo con ellos un papel
parental y responsabilizándose de sa­
car adelante, económicamente, a la
familia a través del pequeño comercio
del que ya hablamos y que ella regenta
entonces.
El haber asumido la delegación del
rol parental, permitió a los hermanos
bajo su custodia el hacer una adoles­
cencia con menos culpabilidad: las cri­
sis fueron abiertas e, incluso, para
María ha sido ésta una época dorada
de su existencia.
Luisa ha tenido, hasta ahora, varias
crisis psicóticas con hospitalización,
crisis que caSI siempre han alternado
con las de su hermana María. Desde
su última crisis en noviembre de 1979,
sigue una psicoterapia individual a la
que recurre también bajo presión de
su hermana tvlaría.
María: Es la cuarta de los hermanos
y la segunda de las hijas. Tiene 32
años y es funcionaria de un minis­
terio.
A la edad de dieciocho meses, y
coincidiendo con la llegada de la abue­
la materna a la familia, enferma de
«infantilismo intestinal» y desarrolla
una pica.
Teniendo en cuenta que la llegada
de la abuela, llegada forzada por una
invalidez casi total debida al mal de
Pott, su presencia en la fami!];::) nuclear
recreaba el antiguo conflicto entre la
Sra. X y su madre; comprendemos los
síntomas de María como una externa­
lización: el que María asuma un papel
sintomático y débil, justo en el mo­
mento en que, por edad, debería de
57
dar pa~os importantes hacia su auto­
nomizacióo, justifica la necesidad de
su madre de ocuparse de alguien nece­
sitado que no sea la abuela, despla­
zando así, al mismo tiempo, la tensión
desde la diada abuela-madre a la dia­
da madre-hija. Recordemos, además,
que es en este período cuando comien­
za la sordera paterna, sordera que le
mantiene al margen de todo conflicto
y le permite aislarse.
A los quince años hace su pubertad
que, probablemente, coincidió con la
primera crisis de su hermana Luisa y
que no fue negada por la familia. Al
contrarió: la versión de la madre es
que pasó entonces de ser una niña dé­
bil Y enfermiza a convertirse en una
adolescente floreciente. Durante años
desarrolla intereses intelectuales y
profesionales, consiguiendo, por opo­
sición, un puesto de trabajo seguro, lo
que le permitió autonomizar una parte
de sí-misma, que aún hoy día sigue
funcionando, aún en los momentos de
crisis.
También en el período de su adoles­
cencia tuvo un noviazgo de varios
añosy otros años más tarde, pero sus
elecciones de pareja fueron siempre
tales que le permitieron guardar el pa­
pel que había tenido en su familia, es­
cogiendo siempre hombres muy pro­
blemáticos y necesitados de ayuda.
Su primera crisis psicótica con hos­
pitalización fue consecutiva a la muer­
te de la abuela hace siete años. El sín­
toma principal era expresivo: decía
sentirse poseida por la abuela y vivir
que estaba en el infierno. Decía perci­
bir olor a azufre. Desde entonces hizo
varias crisis .similares con hospitaliza­
ciones breves y total remisión de los
síntomas. Tras un intento, con escasos
resultados, de psicoterapia de grupo,
58
comenzó una terapia individual con
una de nosotras.
Debido a que cada hospitalización
actuaba como mecanismo morfostáti­
co familiar (<<cada vez que voy al hos­
pital mi familia se tranquiliza», dirá
ella misma), hubo que esperar una
nueva crisis para que una intervención
familiar fuera posible.
El resto de los hermanos están casa­
dos y con hijos. Como decíamos an­
tes, viven en las proximidades de la ca­
sa familiar y ninguno de ellos ha esta­
do, hasta ahora, en tratamiento psi­
quiátrico. Mantienen todos ellos un
equilibrio difícil entre sus obligaciones
hacia su familia nuclear y su familia
de origen. María, con sus síntomas,
les permite bien tener una disculpa pa­
ra distanciarse de los padres «debido ~
la mala atmósfera», bien, en las exa­
cerbaciones de las crisis, mantener la
unión familiar: todos los hermanos
vienen entonces a consolar a la madre,
tomando partido por ella y contra
María (tal como ocurría con la
abuela).
En el curso del tratamiento de fami­
lia dos de los hermanos, los dos mayo­
res, han asistido a algunas de las en­
trevistas. Es el hijo mayor, Gerardo,
que vivía enfrente de los padres y que
suele controlar desde su casa lo que
ocurre en la casa paterna, estando
presto a intervenir si es necesario. Es
también él quien más a menudo asiste
a las entrevistas familiares.
INDICACION DE'LA TERAPIA
DE FAMILIA
Esta indicación (ue hecha por la
Dra. RaJERa, quien seguía en terapia
individual a María y comienza por dis­
cutir con ésta la necesidad de trabajar
con toda la familia. La ocasión se pre­ boración con ellos es un requisito pre­
sentó en las Nav.idades del 79, durante vio e indispensable para llevar a cabo
las cuales María intenta ser hospitali­ un tratamiento de familia, y esto para
zada tras una gran crisis familiar. El preveer que en las situaciones de ten­
motivo de esta crisis fue la decisión de sión creadas por el tratamiento, la fa­
María de poner un cerrojo en la puer­ milia retroceda hacia antiguos meca­
ta de su habitación para aislarse y pre­ nismos morfostáticos, lo que suele im­
parar unos exámenes. Su decisión pro­ plicar, a menudo, el desplazamiento
vocó una pelea en que intervino toda del conflicto que se instaura entonces
la familia. María se puso muy agresiva. entre «nuevos» y «viejos» terapeutas.
e intentó ser hospitalizada «para toda De la coordinación con la Dra. M
la vida». Se sentía explotada por toda (puerta de entrada para el Hospital
la familia pero temía q_ue alguien «le Psiquiátrico) resultaron los siguientes
robara su papel de hija sacrificada»: acuerdos:
la hospitalización le permitía así en­
contrar una solución m~jor para
- Permitiría a María quedarse en
todos.
el Hospital tanto tiempo como quisie­
La terapia familiar fue presentada a se, pero no le dará tratamiento medi­
María como una alternativa a la hos­ camentoso ni tendrá con ella entrevis­
pitalización, dada la situación de crisis tas terapéuticas.
en la familia. Consiguió el acuerdo de
- Dejará que María decida ella
sus padres pero, después de haber fija­ misma si va a asistir o no a las sesiones
do la cita, se las arregló para hacer de psicoterapia.
una nueva crisis y ser hospitalizada.
- Mantendrá con nosotros un
Quedó claro, pues, que la familia no contacto permanente para evitar las
podía tolerar la terapia sin que María triangulaciones previsibles provenien­
fuese antes claramente designada.
tes de la familia .
.La hospitalización fue acordada
por la Dra. M, quien había jugado du­
Como habíamos previsto, antes de
rante años un papel iInportante du­ la primera entrevista la Sra. X telefo­
rante las crisis: no sólo había sido la neó a la Dra. M para preguntarle si las
terapeuta de ambas chicas sino que sesiones familiares eran realmente ne­
había desculpabilizado a la madre du­ cesarias. Supo convencerla sobre esta
rante estos p·eríodos. Si bien su papel necesidad reforzando así la indicación'
fue morfostático para la familia (cada que habíamos hecho.
crisis iba seguida de un restableci­
miento de la situación anterior), su
triangulación fue funcional en la me­
dida de que ninguna de las crisis de­ PRIMERA ENTREVISTA
sembocó en una hospitalización cró­
Tanto para comprender nuestro tra­
nica.
En una situación como la descrita, bajo de coordinación como algunas de
es decir, cuando existen uno o más te­ las transacciones de la primera entre­
rapeutas que han sido repetitivamente vista, vamos a citar el concepto de Bo­
«triangulados», en los momentos de WEN sobre el triángulo y las triangula­
crisis familiar la coordinación y cola­ ciones.
59
Concepto de triángulo.
Para este autor, el triángulo es la
mínima molécula relacional estable.
La relación diádica solamente es posi­
ble cuando no existe tensión entre los
individuos que la componen. Cuando
la tensión aumenta, uno de los miem­
bros, aquél que tiene una posición
más inconfortable, introduce a un ter­
cero en la relación: con esta maniobra
la tensión se desplazará de los dos
miembros de la diada a la relación en­
tre el tercero y el que tenía previamen­
te la posición confortable. En el esta­
dio de reposo (baja tensión), el tercero
ocupa una posición periférica e inten­
ta introducirse en la relación entre los
otros dos. En el estadio de tensión,
por el contrario, la posición más có­
moda es la periférica.
Las familias en los momentos de
tensión triangulan con diferentes ter­
ceros (vecinos, psiquiatras, policías ...
en una escalada progresiva). Cuando
un tercero fracasa en su papel es aban­
donado, reemplazado por uno nuevo
y, a menudo, dejado en reserva para
ser reactivado si es necesario.
En una familia podemos ver siem­
pre el funcionamiento de múltiples
triángulos imbrincados, de los cuales
unos vehiculan habitualmente más
tensión que otros. Los pacientes desig­
nados se encuentran siempre en el vér­
tice de varios de estos triángulos en
tensión, y el trabajo de destriangula­
ción forma siempre parte de la tarea
terapéutica. Tras esta introducción
teórica, veamos lo ocurrido en la pri­
mera entrevista.
Asisten a ella el Sr. y la Sra. X y
María, es decir, uno de los triángulos
principales de esta familia.
María, al llegar al despacho, no sa­
be~dónde sentarse. Titubea. Su madre
60
la coge del brazo y la coloca entre ella
y el padre. Esta primera información
iría en el sentido de que María estaba
triangulada en los conflictos de los pa­
dres, hipótesis que' verificaremos más
tarde. La entrevista es presentada co­
mo una ayuda para María y para que
su terapeuta pueda ser más eficaz. La
Sra. X toma la palabra y, a lo largo de
la sesión, hace de portavoz de la fami­
lia, ayudada por María que no dice ca­
si nada y por su esposo, quien dice no
oír nada salvo si su esposa se lo repite.
La Sra. X se queja de que hasta
ahora todos los médicos han querido
hablar sólo con ella y no con su espo­
so, con lo que ella se ha creído siempre
culpable de los problemas de sus hijas.
Comprendiendo esta afirmación co­
mo un intento de triangulación con los
antiguos terapeutas, la escuchamos
con atención y simpatía pero no entra­
mos en el tema. Sobre los problemas
de María, nos cuenta los datos de la
historia antes señalados, pero no pue­
de explicar el porqué de las crisis de
sus hijas.
A través de la Sra. X formulamos la
misma pregunta al padre. Piensa éste
que los problemas de María vienen del
hecho de que su novio la dejó y, desde
entonces, se encerró en casa. La
Sra. X toma de nuevo la palabra para
explicarnos que su hija tuvo un novio
varios años, que este chico tenía mu­
chos problemas, que María le ayudó y
que, gracias a ella, pudo él terminar
sus estudios. «María ayuda siempre a
todo el mundo», co.menta la madre.
La Sra. X comenta haber previsto y
comunicado a su hija que el novio la
dejaría cuando no la necesitase, como
así ocurrió. Indagamos que es lo que
llevó a María al hospital. Según la
madre, María pasó todas las vacacio­
nes acusándoles de ser los responsa­
bIes de sus problemas y mostrándose
agresiva. Una tarde oyeron martilla­
zos, fueron a su habitación y vieron
que intentaba poner un cerrojo en su
puerta, con lo que trataron de impe­
dírselo. Como María se resistió, tuvie­
ron que forzarla abofeteándola y re­
duciéndola sobre su cama; en esta in­
teracción participaron María, sus pa­
dres y los hermanos y cuñado~ que se
encontraban en ese momento en la ca­
sa. El Sr. S., por lo que dice, intentó
en un principio ayudar a María a colo­
car el cerrojo para, a continuación,
unirse al resto de la familia tratando
de impedírselo. En la sesión, el Sr. S.
quita importancia a lo que pasó pero
nos informamos que, cotidianamente,
pasa el tiempo que está en casa visitan­
do, continuamente, la habitación de
María.
En sesión individual, María me ex­
plicó que no podía estudiar por las vi­
sitas continuas de los miembros de su
familia a su habitación que se había
transformado, a lo largo de los años,
en lugar de reunión. En esta sesión no
dice nada, pero se sienta en el suelo, se
levanta de su silla, durante las explica­
ciones de sus padres; es decir, se hace
la loca.
La transacción más importante de
esta sesión se produjo durante una
maniobra de unión del terapeuta
masculino con el Sr. S. La Sra. S.,
sentada al lado de la terapeuta, sacó
de su bolso, a escondidas, un papel
entregándoselo a ésta y diciéndole, en
voz baja, que lo había encontrado en
el bolso de su hija y que ésta había es­
Madre
Padre
A
ctito cosas horribles. La terapeuta co­
gió el escrito y esperó que terminara la
transacclón entre el terapeuta y el Sr.
S. Después preguntó a la Sra. S de qué
se trataba y ésta respondió que de una
carta escrita por su hija. La terapeuta
dijo que, siendo así, ella no podía leer­
lo sin la autorización de María y le de­
volvió a ésta el papel. María lo reco­
gió, se quedó con él en la mano sin sa­
ber que hacer y acabó rompiéndolo en
trocitos pequeños. Durante el resto de
la sesión, cuando sentía a· su madre
tensa, le daba los trozos del escrito;
cuando sentía a su madre más tranqui­
la y confiada, los recuperaba.
En estas transacciones constatamos
el rol oculto de María, viendo en ac­
ción el triángulo constituido por la
madre, los terapeutas y María. Si la
tensión aumentaba entre la madre y
los terapeutas, María se triangulaba,
ofreciéndole a su madre los trozos de
su escrito, mostrándole así su leal­
tad (6); si no existía tensión entre la
madre y los terapeutas, María podía
conservar lo que le pertenecía y, por
tanto, su identidad.
ESTRUCTURA FAMILIAR
Las hipótesis elaboradas al final de
la primera entrevista, teniendo tam­
bién en cuenta los datos conocidos a
través del tratamiento individual, fue­
ron las siguientes:
María había estado y estaba trian";
guIada en los conflictos familiares más
importantes. El primero de ellos era el
existente entre la abuela y la madre y
el segundo entre la madre y el padre.
Madre
Maria
Abuela
O
---i
Maria
~ conflicto
----~)
triangulación
61
Los síntomas de María representa­
ban así una lealtad invisible hacia su
madre: atrayendo hacia sí la tensión y
la atención materna, le permitía a ésta
preservar dos relaciones existencial­
mente muy importantes, una con su
propia madre y otra con su marido.
A nivel de la diada parental nos lla­
mó la atención la situación de divorcio
emocional que, el síntoma sordera,
hacía caricatura!.
.
Una de las dificultades mayores en
la terapia familiar sistémica es el po­
der inferir las reglas (las reglas son im­
plícitas mientras que, las normas, son
explícitas (7), que dirigen las transac­
ciones familiares. En esta primera en­
trevista, la Sra. S. hace referencia a
una de estas reglas:" «en mi familia no
se cierra ninguna puerta». Detrás de
este enunciado literal y explícito pode­
mos inferir otros aspectos implícitos:
no sólo los cerrojos estaban prohibi­
dos, sino también el tener un mundo
privado, un sí-mismo separado del no­
sotros familiar. Esta regla está prote­
gida por una meta-regla (también son
implícitas) que prohíbe el hablar de
ella y, por consiguiente, quejarse o sa­
lir del cuadro. María, poniendo el ce­
rrojo en su puerta, infringe tanto la
regla como la meta-regla.
Otra regla importante, observada a
través de cuatro generaciones, es que
una de las hijas mantiene una relación
positiva con la abuela y abiertamente
conflictiva con la madre. El que en la
cuarta -generación, la hija implicada,
presente un comportamiento etiqueta­
do de psicótico·, nos recuerda el enun­
ciado de BOWEN, según el cual, se ne­
cesitan al menos tres generaciones pa­
ra producir un esquizofrénico.
Una regla repetida en familias con
miembros psicóticos o esquizofréni­
cos, es la del no respeto de los límites
62
generacionales (8). En esta familia, los
hijos ocupan una posición parental
(parentificación), en grado diverso:
mientras que para la mayoría de los
hijos su papel parental queda reduci­
do al sostén efectivo y/o económico,
para las dos hijas, pacientes designa­
das, esta regla ha supuesto una total
disponibilidad y entrega al cuidado y
sostén psicológico de los padres.
El límite de esta familia, en relación
con el exterior, corresponde a lo que
WVNNE describe como «círculo de go­
ma» (9). Es decir, las personas exte­
riores a la familia son, bien engloba­
das en el sistema, bien expulsadas si
no respetan sus reglas. Este tipo de lí­
mite con el exterior, dificulta mucho
la creación del sistema terapéutico con
estas familias ya que, fuerza a los tera­
peutas a una actitud morfostática (10)
~ les deja inmóviles en una posición
periférica a la familiá. Ambas posicio­
nes son inoperantes: desde la primera,
el terapeuta se alía con la familia para
que nada cambie y, desde la segunda,
sus intervenciones" dirigidas al cambio
son rápidamente descalificadas por la
familia.
Determinadas tácticas terapéuticas
permiten una cierta eficacia con este
tipo de familias. Lo importante es
conseguir introducirse en el sistema
familiar manteniendo, al mismo tiem­
po, una capacidad de observación de
las redundancias (pautas transaccio­
nales repetitivas) que nos ponen sobre
la pista de las reglas familiares, lo cual
nos permitirá el elaborar estrategias
terapéuticas adecuadas. Para conse­
guir esto, disponemos de medios tácti­
cos y técnicos tales como: la cotera­
pia, la interrupción de la entrevista, el
espejo unidireccional, el videotape, et­
cétera.
EVOLUCION DEL TRATAMIENTO
tiempo, María deja el hospital y, bajo
con'sejo de los terapeutas, se instala en
Dado que esta familia nos pareció casa de Luisa, lo que permite un apo­
un sistema con reglas rígidas, una de yo mutuo entre las hermanas y el que
nuestras maniobras de adaptación al la madre pueda instalar cómodamente
sistema fue la flexibilidad del contrato sus utensilios de pintura.
terapéutico en cuanto a la periodici­
Desafortunadamente, la última
dad de las sesiones, asistencia de los hospitalización de María dejó secuelas
miembros (siempre que los padres y importantes: un embarazo que María,
las dos pacientes designadas estuvie­ después de mucho reflexionar yelabo­
sen presentes), duración de las sesio-. rarlo en la terapia individual, decide
nes y definición de objetivos terapéu­ interrumpir en Londres, guardando
ticos. Esta flexibilidad tiene su contra­ en secreto ambos acontecimientos a la
partida q_ue hay que preveer: los tera­ familia.
peutas deben asegurarse del mantem­
. Otro acontecimiento importante
miento delleader-ship, lo que supone, fue una interrupción de tres meses del
a menudo, estrategias difíciles y com­ tratamiento durante las vacaciones de
plicadas.
verano y, finalmente, las últimas en­
La evolución del tratamiento la di­ trevistas estuvieron marcadas por la
vidimos en dos fases marcadas por marcha del terapeuta fuera de Madrid.
marcha del terapeuta masculino y la
Durante este período, pudimos con­
entrada de una nueva terapeuta, tras firmar las hipótesis descritas después
una fase de amenaza de ruptura.
de la primera entrevista observando,
además, con la entrada de Luisa en el
tratamiento a partir de la segunda se­
PRIMERA FASE
sión, la coalición entre ésta y la ma­
dre, en contra del padre.
El trabajo terapéutico tuvo una do­
Comprende los diez primeros meses
del tratamiento y podemos jalonarla ble dimensión: en el aquí y el ahora de
por varias etapas señaladas por ele­ la sesión, los terapeutas trabajaron en
mentos de realidad importantes. Du­ un sentido re-estructurante con los
rante las tres primeras entrevistas, triángulos principales de la familia nu­
María estuvo hospitalizada y el traba­ clear (establecimiento de alianzas' en­
jo con la familia se definió como una tre las dos pacientes designadas, acer­
ayuda para María, en la que la familia camiento afectivo y mejor colabora­
podía colaborar. Fueron entrevistas ción entre los padres, distanciamiento
destinadas a la consolidación del siste­ de las dos pacientes designadas de su
ma terapéutico: apoyo a la madre muy rol parental asumiéndolo en su lugar
culpabilizada por las descompensacio­ los terapeutas, etc.) y, en un sentido
nes de sus hijas y una activación de la transgeneracional a través de prescrip­
presencia paterna. En este último sen­ ciones destinadas a un acercamiento
tido, el cambio de la prótesis auditiva entre la Sra. S. y la imagen de su ma­
del padre, que restableció un mínimo dre. Estas prescripciones fueron esca­
de audición, fue condición indispensa­ lonadas de manera progresiva: el pri­
ble para que los terapeutas aceptasen mer peldaño fue el que la Sra. S. escri­
hacer el tratamiento. En un segundo biera una carta a su madre, diciéndole
63
lo que nunca pudo decirle y pidiéndo­
le lo que nunca pudo pedirle, al mis­
mo tiempo, el Sr. s. y las hijas debe­
rían ayudar a la madre recordando y
anotando para ella, los aspectos posi­
tivos que pudieron descubrir en la
abuela. El último peldaño fue la visi­
ta, por primera vez, al cementerio
donde está enterrada la abuela: la Sra.
S. debería rezarle y llevarle flores, el
Sr. S. y sus hijas acompañarle hasta la
puerta del cementerio.
Después de la interrupción del vera­
no, la familia se presenta en crisis,: con
Luisa reivindicando su autonomía y
con María negándose a hablar. Dado
que los cambios en la estructura fami­
liar habían sido aún poco importan­
tes, las reivindicaciones, sin duda legí­
timas, de autonomización por parte
de las hijas, ponía en una situación de­
licada a los terapeutas en un momento
en que la marcha de uno de ellos, prin­
cipal apoyo de la madre, desequilibra­
ba el sistema terapéutico. Fue, por
ello, una crisis difícil de manejar pero,
tras una amenaza de ruptura, M~ría se
vuelve agresiva en casa (reaparición de
los síntomas) y el intento de hospitali­
zación es frenado por el psiquiatra del
hospital quien, después de un trabajo
de coordinación con nosotras, logra
motivar a la familia para que reanude
el tratamiento. Un cambio se establece
durante esta crisis: la familia intenta
controlarla en su interior, introdu­
ciendo a dos de los hijos varones que,
posteriormente, se unieron al trata­
miento.
SEGUNDA FASE
DEL TRATAMIENTO
Hemos elegido presentar esta se­
gunda fase de forma más descriptiva y
detallada, para mostrar no sólo la
evolución del tratamiento sino tam­
bién para hacer más evidente ciertos
aspectos técnicos de nuestro trabajo.
Primera entrevista.
Corno dijimos, vienen a la entrevis­
ta ItO sólo los cuatro miembros habi­
tuales en el tratamiento sino también
los dos hermanos varones mayores.
Su presencia en el tratamiento crea­
ba una nueva situación triangular que
esquematizaremos así":
padres
~e~ ~: ~ :s ~esignados A
--l
64
r---­
alianza
conflicto o tensión
hijos varones ----j f - ­
Fue ésta una entrevista muy tensa.
María estaba muy agresiva, atacando
indiscriminadamente a todos los
miembros de la familia y mostrándose
incapaz de llegar a una sola alianza es­
table con cualquiera de los miembros
de su familia. En cambio, cuando su
terapeuta individual le preguntaba,
cambiaba de tono y respondía sumisa­
mente como una niña pequefla, for­
zando a su terapeuta a decantarse de
su parte en la triangulación antes se­
ñalada.
La nueva terapeuta tuvo que intro­
ducirse en el sistema terapéutico y
con su actitud primero y sus comenta­
rios luego, logró crear una alianza con
la madre, apoyándola en sus dificulta­
des y su tristeza.
El papel que los dos hijos varones
jugaron durante la entrevista fue simi­
lar: creían que sus hermanas, sobre to­
do María, era culpable de la tensión
en la familia, justifican por esta ten­
sión el que no les guste visitar a los pa­
dres (la madre sólo podrá criticar vela­
damente su abandono) y culpan, fi­
nalmente, a los terapeutas de que la si­
tuación familiar siga así.
El padre se mostró, de nuevo,
ausente de la entrevista, refugiado de­
trás de su sordera. Observamos en él
un comportamiento redundante:
cuando la familia habla en voz baja,
parece inferir que el tema le está pro­
hibido y sube el volumen del aparato
para intentar captar algo. Cuando el
tono se eleva, baja el volumen y se
despreocupa. Consigue, pues, con el
síntoma, un intento de controlar indi­
vidualmente la relación: se «conecta»
y «desconecta» en los momentos que
le parecen oportunos. Durante esta
entrevista, la presencia de su hijo Ge­
rardo cambiaba sustancialmente su
posición en la familia y en el sistema
terapéutico: es el único que, «milagro­
samente», se hace entender por el pa­
dre, lo que nos parece menos milagro­
so al darnos cuenta que es el único que
ha podido recoger una imagen válida
de éste y defenderla delante del resto
de la familia. Comprendemos, pues,
aquí el retiro del padre como un men­
saje: «Si Gerardo está presente yo
puedo descansar». En efecto, Gerar­
do parece haber estado triangulado de
modo más funcional por la familia.
En cambio José, el segundo de los hi­
jos y también allí presente, parece ha­
ber escapado de un modo más proble­
mático en sus intentos de autonomiza­
ción: primero refugiándose en el con­
vento y en el momento actual evitan­
do, al máximo, los contactos con la
familia, mecanismos ambos que nos
parecen ir en el sentido de una ampu­
tación emocional.
La temática de la entrevista, aparte
de las dificultades creadas por María y
Luisa, versó, principalmente, sobre
las dificultades que los padres vivieron
en el inicio de su matrimonio (aborda­
je del conflicto conyugal) y el aisla­
miento que vivió la madre en el pueblo
del que proceden.
Después de una pausa, en la que
elaboramos lo esencial de las transac­
ciones observadas, en el final de la en­
trevista devolvemos a la familia las si­
guientes conclusiones:
- Pensábamos que María creía
que sus padres necesitaban apoyo, e
intentaba dárselo, pero lo hacía de
modo tan discreto por lo inadecuado e
inhabitual que no tenía ni siquiera que
agradecérselo y que, además, era lógi­
co que no lo vieran ni lo agradecieran
porque ése era el fin perseguido por su
delicadeza.
.
- Pensábamos que no sólo María,
sino todos los hermanos, deberían es­
65
tar más· disponibles para ayudar a los
padres en sus dificultades: en este sen­
tido, los allí presentes debían comen­
zar a colaborar, Luisa escribiendo una
carta de apoyo a su padre y los dos
hijos interesándose y preguntando a
la madre sobre sus dificultades y su
soledad.
- María tendría una nueva mi­
sión: si los demás no cumplíar. sus ta­
reas, podía mostrarse tan agitada y
sintomática como quisiese. Si fuese
necesario, podría denunciar a los insu­
rrectos yendo al Hospital Psiquiátrico.
deras" , si eran "suyas" o las hacía
,'para obedecernos' , ? ».
Ante nuestro comentario de que po­
co importaba falsas o verdaderas si
eran adecuadas a la tarea (esto es,
cuando los otros no seguían la suya),
María sale del despacho riendo a car­
cajadas: atrapada ella misma en la
contraparadoja (12): ten un compor­
tamiento sintomático (espontáneo,
pues, por definición) pero por pres­
cripción nuestra, pudo celebrar con
humor el inicio de salida del juego sin
fín en que estaba atrapada.
Segunda entrevista.
Comentarios a esta tarea.
Nos encontrábamos en una crisis
familiar importante, en la que el «joi­
ning» que teníamos con la familia era
más bien exiguo. La prescripción tenía
una finalidad aparente que iría en el
sentido de producir una reestructura­
ción familiar: el resto de los hermanos
debería compartir el apoyo a los pa­
dres, lo que, sin duda, descargaría a la
paciente en ese momento más designa­
da. La rigidez de este sistema familiar,
repetidas veces comprobadas a lo lar­
go del tratamiento, hacía prever que la
tarea sería saboteada y que, a lo su- .
mo, tendríamos a través de ella una
cierta información sobre el funciona­
miento familiar (11). Nos permitimos,
pues, una segunda válvula de seguri­
dad: si la tarea era saboteada, María
continuaría con sus síntomas, pero es­
ta vez estarían al servicio del sistema
terapéutico, incluida la hospitaliza­
ción si se presentaba.
Toda la familia parte de la entrevis­
ta irritada contra los terapeutas, tras
lanzarnos su queja: «a partir de en­
tonces, ¿cómo sabrán cuándo las cri­
sis de María eran "falsas" o "verda­
66
Como previsto, la prescripción ha­
bía sido saboteada: los hijos manifes­
taron que consideraban delicado ha­
cer preguntas a la madre que podían
tocar temas íntimos para ésta. Luisa
hizo un intento caricatural de realizar
su tarea: quiso acortar la distancia en­
tre ella y su padre proponiéndole una
excursión por los alrededores de la
ciudad. El padre se resiste a acompa­
ñarla y restablece la distancia finali­
zando la discusión con un par de bofe­
tadas, con lo que el acercamiento es
transformado en conflicto.
La prescripción nos permitía, sin
embargo, inferir reglas familiares: «es
peligroso acercarse al padre del sexo
opuesto, con el que sólo se puede estar
en conflicto o a distancia».
María había cumplido a la perfec­
ción la prescripción: sabía que los de­
más no habían cumplido su tarea y se
permitió estar insoportable entre las
dos entrevistas.
La amplitud de la crisis en la familia
y la proximidad de las vacaciones de
Navidad (aniversario de la última hos­
pitalización de María) nos empujaron
a trabajar intensamente en el aquí y
ahora de la entrevista. Recogemos,
primero (apoyando a la madre) infor­
mación sobre las dificultades que ha
tenido con María. No puede entender­
las: siguiendo el consejo del pediatra,
ni siquiera le dio el pecho para evitar
que tuviera dificultades. A pesar de
ello, fue un bebé frágil y delicado, so­
bre todo a partir del «infantilismo in­
testinal». Una temática actual reaviva
un viejo conflicto: en la primera in­
fancia de María, su hija mostraba una
clara preferencia por una vecina y la
madre cortó esta relación por temor a
que ésta le robe el cariño de su hija.
En los últimos días, su hija recontactó
y le hizo un regalo, despertando de
nuevo el dolor y los celos maternos.
Obtenemos esta información en una
curiosa interacción: la Sra. X no mira
jamás a nadie salvo cuando le dirige la
palabra. Pero el diálogo con su hija
María tiene unas características par­
ticulares: cada una de ellas mira a la
otra mientras le habla y la que escucha
desvía mientras tanto la mirada. El
conjunto de la secuencia resulta una
patética cadena de reproches alternati­
vos, dirigidos siempre a un interlocu­
tor «ausente».
Comprendiendo esta interacción,
las palabras que María pronuncia en
la entrevista nos parecen lejos de ser
un delirio. Reprochará a su madre:
«mi hermana se queja de que la tratas
como a una pequeña, yo sería feliz si
me tratases así, una niña pequeña es
alguien y en cambio yo no soy nadie».
Esta definición paradójica de sí mis­
ma (<<yo no soy nadie») será completa­
da más tarde: «sería mejor que me en­
terrases en un nicho, al menos al ha­
cerlo quedaría claro que yo había sido
alguien; lo que tú haces es mucho
peor, sigo sin ser nadie y ni siquiera se
ve cómo lo haces, cómo me entierras».
Al final de la entrevista, una de no­
sotras actúa como «puente» entre ma­
dre e hija en un intento de modificar
esta interacción: durante varios minu­
tos sujeta unidas las manos de ambas,
las obliga a hablarse mirándose a los
ojos. Madre e hija modifican el tono
de voz, se hablan dulcemente mientras
el resto de la familia permanece petri­
ficada en sus asientos.
Después de la pausa, los terapeutas
hacen el siguiente comentario:
- Felicitan a la madre por su amor
tan perfecto que le ha llevado a renun­
cias importantes y que su hija no ha
comprendido: por amor ha renuncia­
do, incluso, al placer de darle el pecho
a alguno de sus hijos.
- Le aseguramos que su hija María
le pedía algo imposible: que la mire
sin cesar. No tiene porqué preocupar­
se, no tiene porqué hacerlo: es simple­
mente una petición imposible.
- Les proponemos una tarea para
las vacaciones de Navidad: la madre
preparará una tarjeta en la que escri­
birá «pienso en tí y te quiero», y se le
dará a María cada vez que el contacto
entre ellas queda interrumpido.
- María puede aislarse, a veces, si
lo desea, pero antes de marchar a su
habitación reclamará a su madre la
tarjeta y la tendrá consigo hasta el
nuevo contacto.
- El padre, vigilará que la tarea se
cumple y animará a ambas a reali­
zarla.
El primer feed-back que tuvimos de
esta tarea, fue el saber que María no
había recurrido al hospital durante las
vacaciones.
Tercera entrevista.
La madre ·la introduce con el co­
mentario «peor que nunca», que nos
67
deja perplejas. Precisará más tarde
que han cumplido la prescripción y
que María ha estado bien durante las
vacaciones, aunque aislada a veces,
pero que el resto de los hermanos no
habían aparecido por la casa, por lo
que habían sido las vacaciones de Na­
vidad más tristes de su vida. La madre
se queja de sus hijos ausentes mientras
que el padre intenta comprenderlos.
En una entrevista con una atmósfera
depresiva, la Sra. X se queja de la in­
gratitud y del gran vacío interior que
crea en ella la distancia de sus hijos.
Subrayamos que sólo las hijas allí pre­
sentes parecían comprender esta sole­
dad y vacío y se las arreglaban para es­
tar siempre presentes.
La madre se queja entonces del ais­
lamiento de María en su habitación.
Comprendemos entonces la comuni­
cación paradójica establecida a través
del síntoma «puerta cerrada». Para
la Sra. X tanto podía significar «estoy
mal y te necesito» como «quiero estar
sola». Una metarregla impedía preci­
sar cual de los dos mensajes era válido
e, incluso, hasta ese momento el que
fuesen conscientes de que los dos sig­
nificados eran posibles. A partir de es­
te momento tanto la madre como la
hija son capaces de ver la dificultad
que siempre han tenido de encontrar
un código común.
Comprendemos también durante la
entrevista una regla familiar, según la
cual los padres sólo pueden estar de
acuerdo contra alguien: si los hijos
crean problemas, los padres pueden
acercarse.
Al final de la entrevista pedimos a
María que haga una encuesta entre los
hermanos y procurando no culpabili­
zarlos, les pregunte en cuánto y de qué
modo pueden ayudar a llenar la sole­
dad materna (la prescripción iba en el
68
sentido de transformar en explícitos
los pagos implícitos de María a su,
madre).
Luisa y el padre deberían también
ayudarla: Luisa acompañaría a su ma­
dre en cualquier actividad que estuvie­
se relacionada con los intereses mater­
nos. El padre debería también acom­
pañarla en dos visitas a los hijos. Fi­
nalmente, la Sra. X pintaría para no­
sotras, terapeutas, un cuadro.
Cuarta entrevista.
En esta entrevista intentamos pro­
ducir cambios en las transacciones fa­
iniliares. María había fracasado en su
tarea, puesto que todos los hermanos
se habían escudado tras las obligacio­
nes hacia sus familias nucleares para
no aumentar su disponibilidad hacia
la familia de origen. La tensión entre
María y su madre era extrema e inten­
tamos durante la entrevista ampliar el
intento que ya en la familia había em­
prendido Gerardo de ayudarlas a en­
contrar un código común. Este se
muestra desesperado al comprobar
que puede comprender a ambas por
separado, pero es incapaz de hacerlas
entenderse entre ellas. Trabajamos
también en el acercamiento entre los
padres: aprendemos entonces que las
múltiples obligaciones en que siempre
se embarcaron les había impedido te­
ner, hasta entonces, su viaje de luna
de miel. La Sra. X busca ávidamente
confirmaciones de su marido y éste se
arregla para eludir la respuesta (esta­
mos, pues, en el segundo eslabón de la
cadena de desconfirmaciones descrito
por Mara SEL VINI en su libro Parado­
ja y contraparadoja).
La prescripción irá, esta vez, en sen­
tidos múltiples: El Sr. X recibe la ta­
rea secreta para los hijos de convencer
a su mujer de que le quiere.
Se trataba de una tarea a dos nive­
les: por una parte, tendía al acerca­
miento de la pareja; por otra, por su
carácter secreto, marcaba una barrera
generacional entre padres e hijos.
Los hijos deberían, de nuevo,
«equilibrar su balanza de pagos».
Esta vez serían los tres hijo~ alli pre­
sentes, puestos sobre un plano de
igualdad generacional, quienes haría
una colecta entre los hermanos para
pagar un viaje de luna de miel a los
padres.
Quinta entrevista.
A pesar del fracaso de la colecta, los
padres, a quienes recibimos solos al
principio de la entrevista para reforzar
la barrera generacional, han decidido
hacer solos un viaje. El padre muestra
su angustia y mete a María por medio:
teme que, en su ausencia, su hija des­
compense. Tras mostrarle que es im­
portante para ésta que la crean capa­
ces de arreglarse sola, convenimos con
ellos que el lugar del viaje sea secreto y
que el Sr. X lo anunciará a las hijas sin
explicaciones.
En la segunda parte de la entrevista,
nos dedicamos activamente a las hijas.
María había manifestado, repetidas
veces, que fuera de su papel de media­
dora en la relación conyugal ella no
existía. Se muestra en una actitud
autista cuando los padres le anuncian
el viaje. Es necesario que una de noso­
tras, a través del lenguaje corporal, el
contacto, le haga sentir de nuevo que
existe, trabajando, al mismo tiempo,
la relación entre las hermanas, que se­
rá el pilar fundamental para evitar la
hospitalización en ausencia de los pa­
dres. Se trata ésta de la última entre­
vista que hemos tenido con la familia:
los feed-backs que hemos tenido a tra­
vés del tratamiento individual mostra­
ron que los padres habían podido rea­
lizar el viaje y que María, tras intentos
desesperados y fallidos de autoagre­
sión y/o hospitalización, fue capaz de
esperar en casa su llegada y perCihir en
la actitud de éstos que se mostraban
felices.
CONCLUSIONES
Quisiéramos retener sólo algunas
reflexiones sobre el material que he­
mos presentado:
- Sin duda, nadie con experiencia
psiquiátrica desconoce las dificultades
de trabajo con este tipo de pacientes y
familias y el riesgo de que las hospita­
lizaciones en las crisis sean seguidas
un día de una cronificación hospita­
laria.
Es ésta nuestra primera reflexión: la
familia había encontrado, a lo largo
de los años, una actitud coherente de
parte de la psiquiatra del hospital lo
que, sin duda, permitió la posterior
vuelta de las pacientes designadas a la
familia. Cabe pues preguntarnos si, a
veces, la cronificación o lo que llama­
mos «deterioro» del paciente no es el
resultado del encuentro de dos siste­
mas psicóticos: uno el familiar y otro
el institucional.
- Por otra parte, este tipo de si­
tuaciones implican, sin duda, una ac­
titud terapéutica especial: la flexibili­
dad, la disponibilidad y, al mismo
tiempo, la coherencia conceptual y
técnica del equipo, son armas indis­
pensables. Y empleamos, adrede, la
palabra equipo, ya que la intolerancia
de estas familias a las separaciones
(vacaciones ... ), la inmensa tensión de­
69
sarrollada durante las crisis, los inten­
tos de retroceso ante el cambio, bus­
cando, a menudo, «la puerta trasera
del hospital» ... implican la necesidad
de un trabajo en equipo. Lo que des­
cribimos aquí se trata, más bien, de un
equipo artificial, creado puntualmen­
te en torno a un caso: equipos tales
tienen que ser, a menudo, improvisa­
dos en psiquiatría ambulatoria para
desarrollar un trabajo eficaz. En estas
situaciones, coordinación entre los di­
ferentes profesionales, coherencia del
trabajo global, clarificación de roles y
competencias, son circunstancias a vi­
gilar tan cuidadosamente cotno la téc­
nica misma del tratamiento.
- Con respecto a esta última, he­
mos empleado un modelo sistémico
tanto en la comprensión de los proble­
mas como en las intervenciones tera­
péuticas. Este modelo nos permite
comprender la complejidad del fun­
cionamiento de estos sistemas familia­
res, tanto en su estructura como en su
desarrollo. Debe, por tanto, no sólo
dar hipótesis válidas del funciona­
miento de la familia en el aquí y aho­
ra, sirto también ser capaz de preveer
las crisis y encontrar salidas para un
cambio. En este sentido, nuestra ex­
posición, adr~de descriptiva, nluestra
la necesidad de una observación y re­
cogida de datos distinta, basada más
en la captación de las transacciones,
de los aspectos redundantes de las
mismas para inferir sus reglas, que en
la escucha del contenido.
70
Nuestra intervención, en un sistema
rígido como son las familias con
miembros psicóticos, nos aleja tanto
de las tácticas de «buen sentido» (con­
sejos educativos, apoyos ... ) como de la
interpretación del inconsciente: el tra­
bajo de la estructura familiar en el
aquí y ahora de la entrevista, asumien­
do, a menudo, en estos casos, ve­
hicular un alto grado de tensión indis­
p'ensable para el cambio de las tran­
sacciones, las connotaciones positivas
que nos permiten entrar en sistemas
como el descrito «rodeados de un
círculo de goma» del que antes hablá­
bamos, la prescripción ritualizada y
reestructurante, el pago explícito de
las lealtades invisibles, los comenta­
rios y las prescripciones paradójicas,
destinadas a cortar las interacciones
en espiral destructiva en que todos los
miembros, y no sólo el paciente desig­
nado, están atrapados, han sido los
elementos fundamentales de nuestra
intervención terapéutica.
El último «feed-back» obtenido de
esta familia, que nos mostró una pare­
ja de padres mucho más próxima, una
alianza entre las hermanas, en un apo­
yo mutuo en sus intentos de autono­
mía, y el recuadraje que María (pa­
ciente más designada en esta familia)
ha hecho de sus vicisitudes durante el
viaje de los padres como un «aprender
a caminar sola», nos parecen una con­
firmación y una validación del modelo
empleado.
'-1
~
«ParálisIS
cerebral»
t
1941
t
1939
39 a.
P. O.
Luisa
GEMOGRAMA DE LA FAMILIA S.
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BIBLIOGRAFIA
72
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