ADVIENTO - 2002 ORIENTACIONES LITÚRGICAS DIÓCESIS DE BILBAO Aunque muchas de las ideas y sugerencias que os ofrecemos sean similares a las del pasado Adviento, nos parece importante insistir en ellas y animaros a ponerlas en práctica. ¡Gracias por vuestro esfuerzo! I. II. III. IV. V. Sentido del tiempo de Adviento La organización del Adviento Aspectos concretos a cuidar Este tiempo, en nuestra Iglesia de Bizkaia Moniciones y subsidios litúrgicos: Domingos de Adviento Sacramento de la Reconciliación I. Sentido del Tiempo de Adviento Adviento: el tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina adventus: venida, advenimiento. Una palabra que se aplicaba especialmente a la llegada de algún personaje importante, y que ahora nosotros dedicamos al único personaje realmente importante, Jesús. Al inicio del año litúrgico, preparando la celebración de la Navidad, dedicamos unas semanas a contemplar esta venida: a esperarla, a desearla, a prepararla en nuestras vidas y, en definitiva, a celebrarla. Porque, ciertamente, al tiempo que anhelamos que venga el Señor, y nos queremos convertir para ser para él «un pueblo bien dispuesto», ya podemos también vivir la alegría de su presencia en nuestras vidas. Porque esta venida del Señor no es la ficción de estar esperando como si fuésemos los hombres y mujeres del Antiguo Testamento que no habían visto aún al Mesías. Nosotros sí lo hemos visto, nosotros hemos conocido ya su venida en nuestra historia, hace dos mil años, en Belén. Pero esta venida histórica, que conmemoramos en la Navidad, deja en nosotros el anhelo de una venida más plena. Y por ello, decimos que el Adviento celebra una triple venida del Señor: en primer lugar, la histórica, cuando asumió nuestra misma carne para hacer presente en el mundo la Buena Noticia de Dios; en segundo lugar, la que se realiza ahora, cada día, a través de la Eucaristía y de los demás sacramentos, y a través de tantos y tantos signos de su presencia, comenzando por el signo de los hermanos, y de los hermanos pobres; y finalmente, en tercer lugar, la venida definitiva, al final de los tiempos, cuando llegará a plenitud el Reino de Dios en la vida eterna. Todo esto celebramos en el tiempo de Adviento. Y lo celebramos como en una gradación: primero, los primeros días, el interés principal se dirige hacia la venida definitiva al final de los tiempos, con la llamada a la vigilancia para estar bien dispuestos; luego, nos centramos más en la venida cotidiana, que vemos marcada por los anuncios del precursor Juan Bautista y su invitación a preparar el camino del Señor; y finalmente, sobre todo a partir del día 17 de diciembre, nuestra mirada se fija ya de lleno en la espera del nacimiento de Jesús en Belén, acompañados por la figura amorosa de María y también de su esposo José. Y todo ello, acompañado a lo largo de todo el tiempo por los oráculos de Isaías y de los demás profetas, que nos hacen vivir en constante actitud de gozosa espera. II. La organización del tiempo de Adviento El tiempo de Adviento es el más tardío de todos los tiempos litúrgicos: no existió hasta el siglo V ó VI. La fiesta de Navidad nació a principios del siglo IV, y consta por primera vez en un calendario del año 354; la de la Epifanía, quizá algunos años antes. Y a partir de la existencia de esas fiestas, los cristianos quisieron dedicar un tiempo a su preparación. Un tiempo, sin embargo, que tuvo distintas extensiones y características según cada lugar, hasta que quedó fijado como ahora lo tenemos. Lo que marca, naturalmente, con mayor fuerza el sentido y la vivencia de este tiempo son los domingos, con la distribución de sus lecturas en tres ciclos: En el evangelio, el primer domingo de los tres ciclos está centrado en la venida definitiva del Señor al final de los tiempos, para realizar la plenitud de su Reino; el segundo y tercer domingo, el protagonista es Juan Bautista, que nos invita a preparar la venida del Señor; y el cuarto domingo, el evangelio nos presenta las escenas preparatorias del nacimiento de Jesús (el sueño de José, la anunciación, la visitación). En la primera lectura, leemos cada domingo textos de Isaías y de los demás profetas, que nos anuncian la obra del Dios salvador y la venida de su Mesías: los tres primeros domingos estas profecías evocan las grandes esperanzas de Israel, mientras que el cuarto, en sintonía con el evangelio, presentan las promesas más directas del nacimiento del Hijo de Dios. Y finalmente, están los textos de la segunda lectura, tomados de san Pablo o de las otras cartas apostólicas, que nos exhortan a preparar y a vivir la venida del Señor. Además de las lecturas de los domingos, cabe destacar también la gran riqueza del leccionario ferial marcado por las dos grandes etapas en las que se divide el tiempo: hasta el 16 de diciembre hablando de forma más general de la venida del Señor, y a partir del 17 de diciembre, preparando más directamente el nacimiento de Jesús. Un tiempo de gracia El Adviento es un tiempo de gracia. Todos los tiempos lo son, desde luego, pero éste quizá tiene un particular tono de calidez humana y cristiana que nos lo hace especialmente próximo. La promesa de salvación de Dios se encuentra con las más valiosas y auténticas esperanzas humanas, y su fruto es el Reino que se abre paso en medio de nosotros. Personajes especialmente queridos nos acompañan en el trayecto: el profeta Isaías, el precursor Juan Bautista, los últimos patriarcas como Zacarías, Isabel, José... y, sobre todo, naturalmente, María, en este tiempo que, como dijo el papa Pablo VI, merece la pena dedicarle, porque resulta más adecuado que cualquier otra época del año. III. Aspectos concretos a cuidar A TENER EN CUENTA El Adviento es un tiempo que necesita ser saboreado, que debe impregnar el alma. Es un tiempo que no puede ser seco, que ha de contener una punta viva de emoción y de sentimiento. Presbíteros, monitores, lectores, cantores, equipos de liturgia... necesitan muy especialmente tener espacios (individuales o colectivos) para gustar las lecturas de la misa (dominicales y diarias)... y para ejercer bien su misión. Desde el primer domingo de Adviento, e incluso antes, el ambiente navideño se respira por todas partes: la televisión, las tiendas, las calles... ponen en marcha el frenesí navideño. En este contexto, de poco sirve ponerse en plan fustigador; más bien lo útil será ayudar a discernir: valorar todos los buenos elementos que hay detrás de todo esto, recordar la llamada de Jesús, alegrarse de esta llamada, invitar a vivir el ambiente con signos cristianos (por ejemplo, enviando felicitaciones o llevando regalos a aquellos que no los tendrían, o promoviendo algún proyecto solidario mediante aportaciones de muchos...) invitar a luchar para no dejarse atrapar (y, aquellos que tienen hijos pequeños, ayudándoles a que no queden excesivamente atrapados) por todo lo que de perverso hay en este ambiente, y, finalmente, combatir el falso “espíritu navideño” consistente en simular que no hay conflictos ni en casa ni en el mundo. La venida del Señor es la respuesta que Dios da a la situación de este nuestro mundo. El Señor nos invita a dirigir la mirada hacia él, y a prepararle el camino. Porque la venida del Señor no es una transformación mágica: él viene para estar con nosotros, para hacer que caminemos hacia él y para hacer caminar a la humanidad hacia él. Deberemos hablar de la salvación de Dios que viene a nosotros mirando muy de cerca a nuestro mundo, y sintiendo como propias las angustias que en él se viven (la vida dura para muchos entre nosotros, la vida durísima para muchos en el Tercer Mundo) y también las esperanzas que avanzan. Él viene, y su presencia se nota en todo amor que actúa, y su presencia es llamada a la plenitud que tan sólo Él puede dar. MÁS EN CONCRETO 1. La colecta para los pobres. La colecta en la Campaña de Navidad de Cáritas que se acostumbra a hacer el IV domingo de Adviento es una de las grandes tradiciones de este tiempo, y conviene darle relieve. Ésta es una de las mejores maneras de recibir al Señor, que se manifiesta en el rostro de los abandonados de este mundo. 2. La ambientación de la Iglesia. Que, al entrar, todo el mundo note que iniciamos un tiempo nuevo. Una frase alusiva (“¡Ven, Señor Jesús!”), el color morado de los ornamentos, la austeridad en las flores (mejor una ornamentación de sólo plantas), las luces, una música que al entrar invite ya a la oración... son detalles que nos pueden ayudar. 3. Los cantos. Un elemento clave para dar el tono de las celebraciones es el tipo de cantos que se escogen. Cada tiempo litúrgico tiene sus cantos propios, que el solo hecho de cantarlos hace penetrar ya en la sintonía del tiempo. De modo que habría que procurar cantar cantos muy propios de Adviento. De un modo especial, eso vale para el canto de entrada: un canto de entrada largo, que se repita los cuatro domingos, ayudará mucho a situar la celebración desde el principio. En este sentido, sería deseable utilizar el canto de entrada de Adviento “A ti, Señor, levanto mi alma” propuesto, ya desde hace dos cursos, por la Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal. En euskera podríamos cantar cualquiera de los propuestos en Gora Jainkoa 7, pp. 31-35. Recordemos también que en el Adviento: se suprime el Gloria, pero sí se canta el Aleluya, aunque, si disponemos de dos melodías, bueno será guardar la más vibrante para la Navidad y utilizar ahora la más sencilla. 4. La corona de Adviento. Este rito, importado del norte de Europa, se ha ido introduciendo en nuestras celebraciones con buen acierto y contribuye a resaltar la peculiaridad de este tiempo. Se trata, como se sabe, de una corona con ramas verdes que se sitúa junto al ambón o en otro lugar adecuado, y en el que se fijan cuatro velas vistosas. También puede utilizarse la imaginación y crear algún otro tipo de soporte para las velas, siempre que sea digno y agradable. Al empezar la misa, se enciende el número de velas correspondiente a aquel domingo (el primero una, el segundo dos...). Cada domingo se sugiere en los materiales el modo de hacerlo. 5. La homilía. El Adviento es esperanza, agradecimiento, oración confiada, alegría ante el Señor que se acerca a nosotros. Es, también, reconocimiento de que necesitamos su salvación porque nosotros somos débiles y porque el mundo es también débil, con mucho dolor e injusticia. Y es, finalmente, cambio en el corazón y en las actitudes ante la vida, para que el Señor nos encuentre preparados para recibir su salvación y para colaborar con él en su obra salvadora. La predicación será, por tanto, intensa, convencida, vital... y, muy especialmente, amable. 6. La misa diaria. La misa diaria, con su tono más pacífico, puede ayudar a saborear más este tiempo: el saludo, las invocaciones del acto penitencial, la oración de los fieles tendrían que escogerse adecuadamente; una breve homilía ayudará a ir viviendo lo que este tiempo significa. 7. El rezo de Laudes o Vísperas. Una forma de destacar el clima de oración puede ser introducir en este tiempo el rezo de Laudes o Vísperas, en la forma que resulte más adecuada. En cada lugar se verá lo más conveniente. 8. Una celebración comunitaria de la Reconciliación al final del Adviento. Se envía una propuesta en los materiales. 9. Resaltar la segunda parte del Adviento. El 17 de diciembre comienza la segunda parte del Adviento. Se puede resaltar de distintas maneras según los lugares, las posibilidades y las costumbres. Recordemos que desde el día 17 las oraciones y las lecturas son las que corresponden al día del mes. Los prefacios de estos días son el II y el IV de Adviento. IV. Este Adviento en nuestra Iglesia de Bizkaia A lo largo de este curso 2002 – 2003 la Iglesia de Bizkaia, dentro del II Plan Diocesano de Evangelización, se ha propuesto centrar sus esfuerzos en “la renovación de los sujetos dinamizadores y de las estructuras de la Iglesia para impulsar una evangelización misionera”. En los materiales para este Adviento – Navidad hemos procurado tener en cuenta este acento diocesano. Sin embargo, lo hemos hecho de una manera sobria, con la pretensión de que no se resienta el sentido del tiempo litúrgico. Cada comunidad verá si debe insistir más en el tema de la remodelación. V. Moniciones y Subsidios litúrgicos DOMINGOS DEL ADVIENTO – 2002 SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN ADVERTENCIAS INICIALES Desde la Delegación de Liturgia os recordamos, una vez más, que estos materiales deben pasar por la “criba” de los Equipos de Liturgia de cada lugar. Sin duda necesitarán adaptaciones para que sean cercanos a vuestras comunidades. Por otra parte, determinados acontecimientos que no se pueden prever deberían tener reflejo en la Oración Universal, bien añadiendo alguna petición o bien sustituyendo alguna de las propuestas. Una vez más, os recordamos que normalmente tendríamos que comenzar cada celebración con el Canto, sin necesidad de hacer previamente una monición de entrada. Propiamente, corresponde a quien preside, en nombre del Señor, dar la bienvenida con una breve monición, tras el saludo litúrgico. En este caso, sin embargo, consideramos que puede venir bien hacer una monición breve de entrada (leída por monitor/a), con la finalidad de que, desde el principio de la Celebración, la Asamblea se sitúe conscientemente ante una serie de referencias que van a aparecer a lo largo de la Eucaristía: la referencia al Adviento, al acento diocesano, al día del Seminario, a la campaña de Cáritas... ALGUNAS SUGERENCIAS PARA LOS DOMINGOS Cantar, por lo menos, la antífona del salmo responsorial. Hay melodías sencillas en el Libro del salmista, en el Calendario Litúrgico Pastoral, en las hojas de Misa Dominical y en muchos cantorales. En euskera Gora Jainkoa 2 y 7 también incluyen antífonas y salmos para este tiempo litúrgico. Cantar la aclamación después de la consagración: Este es el sacramento de nuestra fe / Hau da sinismenaren misterioa. La primera aclamación que concluye Ven, Señor Jesús y en euskera incluye Zu barriz etorri arte, es la más adecuada para este tiempo. El Adviento puede ser un buen momento para comenzar a introducir algunos breves espacios de silencio, si hasta ahora no lo hemos hecho. La nueva introducción del Misal invita a tenerlos: después de la invitación al acto penitencial, después del "oremos" de la oración colecta, entre la 1ª lectura y el salmo, después de la 2ª lectura, después de la homilía y después de la comunión. I. DOMINGO DE ADVIENTO (B) MONICIÓN INICIAL Hermanas y hermanos: hoy iniciamos el tiempo de Adviento y con él un nuevo año litúrgico. Los textos de la liturgia, los cantos, [la corona de Adviento], así como la participación activa de todos, nos ayudarán a celebrar este tiempo y a prepararnos con gozo a la Navidad. Si Adviento es un tiempo propicio para reforzar la esperanza, lo es también para dar frutos de justicia. Es lo que el Señor espera de nosotros. Comenzamos la celebración uniéndonos en el canto. PROCESIÓN Y CANTO SALUDO DEL PRESIDENTE El Señor, que viene a salvarnos, esté con todos vosotros. ¡Feliz año litúrgico nuevo! Sed [todas y] todos bienvenidos. Al empezar el Adviento reverdecen nuestras esperanzas. ¡Deseamos que cambien tantas cosas...! Pero sólo el Señor puede ayudarnos a conseguirlo, sólo Él puede salvarnos. Por eso seguimos pidiendo y esperando su venida. Y ahora, encendiendo el primer cirio de la corona de Adviento abramos nuestros corazones a esa venida. Se enciende el primer cirio. Puede cantarse una antífona de Adviento breve. También puede decirse la siguiente oración mientras se enciende el cirio: ORACIÓN CON EL PRIMER CIRIO DE LA CORONA DE ADVIENTO Encendemos, Señor, esta luz en nuestra primera semana de Adviento. Queremos levantarnos para esperarte preparados. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque Tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús! ACTO PENITENCIAL En silencio, en la presencia del Señor, le pedimos su gracia, su amor y su perdón. Hermano nuestro, que vienes a abrir un camino nuevo en nuestra vida: SEÑOR, TEN PIEDAD. Mesías esperado, que vienes a dar la Buena Noticia a los pobres: CRISTO, TEN PIEDAD. Hijo de Dios, que vienes para realizar todas las esperanzas de la humanidad: SEÑOR, TEN PIEDAD. Hoy no entonamos el Gloria. ORACIÓN COLECTA MONICIÓN A LAS LECTURAS Comenzamos hoy un nuevo ciclo de lecturas bíblicas. Cuando en la celebración litúrgica escuchamos la Escritura, lo hacemos con la conciencia de que es Dios mismo quien nos habla. Acojamos su llamada a permanecer vigilantes en espera del Señor que viene. ORACIÓN UNIVERSAL Haciendo nuestros los gozos y las esperanzas, las tristezas, las angustias, y los deseos de toda la humanidad, se los presentamos a Dios en oración confiada. Que la paz y la justicia se hagan realidad en nuestro pueblo y en todo el mundo, y así todas las personas puedan vivir con libertad y dignidad. Roguemos al Señor. Que quienes formamos parte de esta comunidad [parroquial], aprovechemos este Adviento para renovarnos, crecer en fidelidad al Evangelio, y hacer posible la remodelación que nuestra Iglesia de Bizkaia necesita. Roguemos al Señor. Que quienes padecen más duramente la pobreza, la injusticia, la violencia o la discriminación no pierdan nunca la esperanza, y les ayudemos a superar el desencanto. Roguemos al Señor. Que las personas jóvenes de nuestras parroquias y movimientos estén siempre abiertas a Dios; que puedan escuchar su llamada a dedicar la vida entera al servicio del Evangelio en la Iglesia. Roguemos al Señor. Padre nuestro, escucha la plegaria de tu pueblo y no permitas que nos desviemos de tu camino, para que vivamos siempre en vela, aguardando la venida de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Se recomienda el prefacio III de Adviento. DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Allí donde sea costumbre o donde se vea necesario motivar el silencio que se ha de observar después de la comunión, alguien podría leer, muy despacio, el siguiente texto. Ven, Señor Jesús, te necesitamos, haznos sentir tu presencia, refuerza nuestra fe. Tú conoces nuestra debilidad, nuestros miedos y complejos. Dinos que viniste, que vienes y que vendrás, que sigues siendo luz, palabra viva, pan partido, que eres fuerza liberadora, amor que sostiene el mundo… Ven, Señor Jesús, y ayúdanos a descubrirte vivo. Sales fielmente a nuestro encuentro, pero no siempre te reconocemos. Sin embargo, sabemos que Tú ahora te vistes de inmigrante o transeúnte, de enfermo, de niño o de anciano sin cariño. Tú te haces presente en cada víctima de cualquier injusticia, Señor, ¡ábrenos los ojos de la fe, para que podamos reconocerte! Ven, Señor Jesús, y transforma nuestros corazones. Haznos signo vivo de tu presencia, testigos tuyos en este mundo que tanto te necesita. Que siempre nos atrevamos a proclamar tu palabra que consuela, a prestarte nuestras manos para la justicia, a compartir y prolongar tu amor que libera. Por la fuerza de tu Espíritu, ¡ven, Señor Jesús, y siembra tu esperanza en nuestros corazones! II. DOMINGO DE ADVIENTO (B) 8 de DICIEMBRE – 2002 LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA DÍA DEL SEMINARIO ZOAZTE, HOTS EGIN BERRIONA ID, ANUNCIAD EL EVANGELIO Este año, excepcionalmente, la solemnidad de La Inmaculada se celebra en este segundo domingo de Adviento, sin necesidad de pasarla al lunes. Sin embargo, se nos pide: que la 2ª lectura sea la del II Domingo de Adviento que en la homilía que se haga mención del Adviento que en la oración de los fieles, al menos una petición tenga sentido de Adviento y se concluya con la oración colecta del II Domingo de Adviento. Antes de utilizar este material, es muy importante leer el que nos ha enviado el Seminario para esta Jornada: carta del Obispo, sugerencias para la homilía, etc. MONICIÓN INICIAL Si el pasado domingo iniciábamos el tiempo de Adviento, hoy se nos invita a centrar nuestra atención en la figura de María, la Virgen del Sí y de la Esperanza. Ella es la que mejor nos puede mostrar cómo prepararnos para acoger, de verdad, a Jesucristo en nuestras vidas. Pero este domingo, celebramos también “el día del Seminario” en nuestra Diócesis, con el lema “zoazte, hots egin berriona / id, anunciad el evangelio”. Nuestras comunidades necesitan con urgencia curas. Pidamos al Señor, con ilusión, que nos siga regalando sacerdotes, testigos veraces de su presencia cercana entre nosotros. Iniciamos nuestra Eucaristía cantando juntos. CANTO Y PROCESIÓN DE ENTRADA SALUDO DEL PRESIDENTE El Dios de la paz que, con el Sí de la Virgen María, plantó su tienda en medio de nuestro mundo, esté con todos vosotros. Hermanas y hermanos: hagamos el gesto que nos introduce en la segunda semana de Adviento. Mientras se enciende el primero y el segundo cirio, se canta, o alguien recita esta oración. ORACIÓN AL ENCENDER EL SEGUNDO CIRIO DE LA CORONA Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. Que abramos nuestra vida, Señor, para que brotes y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador! ACTO PENITENCIAL Con sencillez y humildad, como María, acojamos de Dios y de los hermanos el perdón que cure nuestras heridas. Tú eres el Dios del amor que cura y perdona. SEÑOR, TEN PIEDAD. Tú eres el Dios del Sí que salva. CRISTO, TEN PIEDAD. Tú eres el Dios de la Promesa que se cumple. SEÑOR, TEN PIEDAD. Hoy, sí entonamos el Gloria, aunque estemos en Adviento. MONICIÓN A LA PALABRA DE DIOS Nuestra tendencia a prescindir de Dios, reflejada en la primera Lectura que vamos a escuchar, no le lleva a retirarnos su oferta de Salvación. De hecho, el Evangelio nos recordará cómo nuestro Dios sigue empeñado en contar con el ser humano, representado en María, para que su promesa de Salvación llegue a buen termino. ORACIÓN UNIVERSAL Con la confianza propia de quienes sienten a Dios como Padre, presentémosle las necesidades de su pueblo y, también, el deseo de responder con generosidad a lo que Él espera de nosotros . Por la Iglesia. Que, viviendo en fidelidad al Evangelio y a los pobres, luche por la justicia y haga creíble la Buena Noticia de Jesucristo, en medio del mundo. Roguemos al Señor. Por las mujeres, especialmente las que son víctimas de tantas vejaciones y violencias. Que, con el apoyo de todos, consigan el respeto a su dignidad y sigan llenando el mundo de vida. Roguemos al Señor. Por los seminaristas que se preparan para ser sacerdotes de nuestra Iglesia diocesana. Que encuentren en nuestras comunidades el apoyo ilusionante de quienes vamos a vivir con ellos una misión compartida. Roguemos al Señor. Por las comunidades cristianas de Bizkaia. Que colaboremos con Dios en la tarea de seguir convocando a jóvenes que estén dispuestos a servir al Reino, siendo curas en esta Iglesia. Roguemos al Señor. Por quienes estamos celebrando esta Eucaristía. Que, como María, siempre estemos atentos a las necesidades de los demás, y construyamos una comunidad rica en carismas y ministerios. Roguemos al Señor. Que podamos sentir tu fuerza y tu apoyo, Señor, para que renunciando a la seducción del mal, apostemos por los caminos de justicia y esperanza a los que cada día nos llamas. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. MONICIÓN A LA COLECTA Recordad que la colecta de hoy estará destinada a nuestro Seminario Diocesano, con el fin de que pueda cumplir con su tarea de formar a los futuros presbíteros y acompañar en la Pastoral Vocacional a quienes se plantean la posibilidad de ser curas en nuestra Iglesia. Gracias por vuestra generosidad. Prefacio propio de la fiesta de la Inmaculada. DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Si se considera oportuno, el momento de silencio tras la Comunión podría ser enriquecido con el Cántico de María, el “Magnificat”. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora, me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán, y su descendencia por siempre. III. DOMINGO DE ADVIENTO (B) MONICIÓN INICIAL Hermanas y hermanos: La Navidad está cerca. En los grandes comercios y en la calle podríamos decir que ya es Navidad. Para nosotros, todavía no. Seguimos avanzando por el tiempo de Adviento. Mantenemos el tono de espera y esperanza. Puestos de pie, nos unimos en el canto que nos introduce en la celebración. PROCESIÓN Y CANTO SALUDO DEL PRESIDENTE El Señor, que viene a salvarnos, esté con todos vosotros. «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres». Con estas palabras de San Pablo, la Iglesia nos invita a celebrar la eucaristía del III Domingo de Adviento. La razón para estar alegres es que «el Señor está cerca». ¡Cómo no alegrarse de lo más grande que le ha ocurrido a la humanidad! Dios viene y nos trae salvación, esperanza y alegría inmensa. Encendamos tres cirios de la corona de Adviento. Jesús, con su luz, nos ilumina. Se encienden los tres cirios. Puede cantarse una antífona de Adviento breve. También puede decirse la siguiente oración mientras se encienden los cirios: ORACIÓN CON EL TERCER CIRIO DE LA CORONA DE ADVIENTO En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. ¡Ya llega el mensajero! Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Al encender estas tres velas queremos ser antorcha tuya para que brilles. ¡Ven, Señor, a salvarnos! ACTO PENITENCIAL En silencio, en la presencia del Señor, le pedimos que nos renueve. Hermano nuestro, que vienes a dar la buena noticia a quienes sufren: SEÑOR, TEN PIEDAD. Mesías esperado, que vienes a curar los corazones desgarrados: CRISTO, TEN PIEDAD. Hijo de Dios, que vienes a proclamar el año de gracia del Señor: SEÑOR, TEN PIEDAD. ORACIÓN COLECTA MONICIÓN A LAS LECTURAS La palabra de Dios nos resalta hoy la alegría de la salvación. Dios envía a dos profetas: Isaías y Juan Bautista. Isaías desborda de gozo porque Dios lo ha enviado a dar la buena noticia a los pobres. Juan, enviado por Dios, da testimonio de la presencia del Mesías en medio de nosotros. ORACIÓN UNIVERSAL «Sed constantes en orar» nos ha dicho San Pablo. Con esperanza, creyendo que el Señor cumplirá sus promesas, oremos. Por las personas a las que Dios más ama: quienes sufren, tienen el corazón desgarrado, cautivos, prisioneros, hambrientos, pobres y excluidos. Roguemos al Señor. Por quienes, en medio de la dureza de la vida, saben transmitir a su alrededor esperanza y confianza. Roguemos al Señor. Por la Iglesia entera y quienes en ella ejercen ministerios, con la misión de comunicar la Buena Noticia de la misericordia y el amor de Dios. Roguemos al Señor Por quienes celebramos esta eucaristía y por quienes, en el mundo entero, esperan con alegría la fiesta del nacimiento del Salvador. Roguemos al Señor. Señor Dios, Padre de los pobres y desamparados, escucha nuestra oración, muéstranos tu bondad y danos un corazón generoso para allanar el camino del Salvador. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Allí donde sea costumbre o donde se vea necesario motivar el silencio que se ha de observar después de la comunión, se puede leer el siguiente texto. Necesitamos, sí, tu salvación. Sólo tú puedes salvarnos de la tristeza, del desencanto, del desamor. Sólo tú puedes salvar al mundo de sus cegueras y sus crueldades, de sus cadenas y sus miserias. ¡Ven, Señor, a salvarnos! Salva a los oprimidos que esperan justicia, a los hambrientos que sueñan con el pan, a los cautivos que no ven el día de su libertad. Ven, Señor, a abrir los ojos de los ciegos, a enderezar a quienes se doblan, a guardar a los emigrantes, a sostener a quienes desfallecen. Ven, Señor, y haz de nosotros pequeños salvadores, hijos e hijas tuyos que en cada miseria ven un compromiso de liberación. IV. DOMINGO DE ADVIENTO (B) JORNADA NAVIDEÑA DE CÁRITAS NO CONSUMAS NAVIDAD, VÍVELA Antes de utilizar este material, es importante leer el que Cáritas nos ha enviado con los carteles, el sentido de la Campaña, la carta del director, etc. Recordad también lo que os decíamos en el primer documento “EL SENTIDO DEL TIEMPO DE ADVIENTO” cuando nos referíamos a “La colecta para los pobres”. MONICIÓN INICIAL Hoy es el último domingo de Adviento. Estamos a las puertas de la Navidad. Vamos a fijarnos una vez más en María, la Virgen de la esperanza. Ella nos enseñará a escuchar a Dios, a estar con Dios, a amar a Dios, a recibir a Dios. Como todos los años, Cáritas se acerca a nosotros en vísperas de la Navidad y nos deja un mensaje que invita al compromiso: NO CONSUMAS NAVIDAD, VÍVELA. Esta campaña pretende denunciar la falta de justicia y de solidaridad que se materializa en la sociedad de consumo en la que vivimos, para anunciar la Buena nueva esperanzadora de que nuestro cambio de mentalidad y de actitudes, puede generar auténtico desarrollo humano. Es posible otra Navidad, otro mundo en el que vivir, y en el que las cosas puedan funcionar de otra forma. Puestos de pie, nos unimos en el canto que nos introduce en la celebración. PROCESIÓN Y CANTO SALUDO DEL PRESIDENTE El Señor, que viene a salvarnos, esté con todos vosotros. Sed bienvenidos a esta celebración. Con las mujeres y hombres que a lo largo de siglos esperaron la venida del Mesías, con María de Nazaret que esperaba gozosamente el nacimiento de su Hijo, nosotros también esperamos hoy la gran fiesta que se acerca. Encendamos en la última semana de Adviento todos los cirios de la corona. Jesús, con su luz, nos ilumina. Se encienden los cuatro cirios. Puede cantarse una antífona de Adviento breve. También puede decirse la siguiente oración mientras se encienden los cirios: ORACIÓN CON EL CUARTO CIRIO DE LA CORONA DE ADVIENTO Señor, al encender estas cuatro velas, pensamos en María, tu madre. Nadie te esperó con más ansia y amor. Nadie te recibió con más alegría. También nosotros queremos prepararnos así: En la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos! ACTO PENITENCIAL El Señor viene a nosotros para anunciarnos la misericordia y la fidelidad de Dios. Arrepentidos de nuestra infidelidad, pidamos que nos perdone por el gran amor que nos tiene. Hermano nuestro, Dios con nosotros: SEÑOR, TEN PIEDAD. Mesías esperado, Salvador nuestro: CRISTO, TEN PIEDAD. Hijo de Dios, nacido de María: SEÑOR, TEN PIEDAD. ORACIÓN COLECTA MONICIÓN A LAS LECTURAS Una vez más, las palabras que Dios nos transmite están cargadas de promesas. Y Dios siempre cumple aquello que promete. ORACIÓN UNIVERSAL Jesús, el Señor, nunca cesa de interceder ante el Padre. Pidámosle que venga a socorrer las necesidades de nuestros hermanos y hermanas en la fe y en la humanidad. Jesús de Nazareth, siendo Dios, elige nacer en el lugar más humilde, pequeño y pobre, junto a los excluidos. Que su testimonio nos impulse a vivir una Navidad menos consumista y más solidaria. Roguemos al Señor. Que el Espíritu Santo, que cubrió a María con su sombra, infunda valor a la Iglesia y aleje de ella la desesperanza. Roguemos al Señor. Que a quienes tienen autoridad en el mundo, el nacimiento del Príncipe de la Paz les ayude a desempeñar su misión con espíritu de servicio y a trabajar por la paz y la concordia. Roguemos al Señor Que el Señor, que se hace carne de nuestra carne, nos conforte a todos nosotros y nos infunda generosidad y amor para encarnarnos en las realidades más pobres y necesitadas. Roguemos al Señor. Dios de bondad y misericordia, que eliges a los humildes, escucha nuestras plegarias y concédenos los dones del Espíritu Santo, para que, a imitación de María, acojamos a tu Hijo, Palabra de vida. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. MONICIÓN A LA COLECTA DE DINERO La Navidad nos permite soñar un mundo nuevo y diferente. Cáritas también tiene ese sueño y nos invita a sumarnos a quienes están trabajando para hacer ese mundo nuevo: en paz, en justicia, en solidaridad, en dignidad, sin excluyentes ni excluidos. La colecta de hoy será destinada a Cáritas Diocesana. Gracias por vuestra generosidad. Recomendamos el prefacio IV de Adviento. DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Allí donde sea costumbre o donde se vea necesario motivar el silencio que se ha de observar después de la comunión, se puede leer el siguiente texto. Querías conocer de cerca al ser humano, querías conocerlo desde dentro. Por eso te encarnaste, te hiciste uno de tantos, uno de los nuestros. Fue un amor voluntario, amor inmenso el tuyo. Venías desarmado, empobrecido, solidario con pobres y pequeños. Venías a servir, no a ser servido. Te hiciste pobre para hacernos ricos. Hombre eres del amor y de la gracia. Venid a mí, decías. Ven, Señor, te decimos. CELEBRACIÓN COMUNITARIA DEL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN EN ADVIENTO CANTO DE ADVIENTO Y PROCESIÓN DE ENTRADA SALUDO DEL PRESIDENTE En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dios, el Padre del amor que viene a nuestro encuentro esté siempre con vosotros. Todo el tiempo de Adviento es una larga preparación para la Navidad, para acoger al Señor que viene. El Adviento es una llamada a preparar el camino al Señor y escuchar la palabra de Dios. En esta celebración lo queremos hacer de una manera más intensa; esta celebración quiere ser un paso adelante en nuestra marcha peregrina y esperanzada, en nuestro preparar el camino para encontrarnos con el Dios que vino, viene y vendrá. LUCERNARIO Lector/a: Allanad los caminos. Allanad, sí, todos los caminos de la tierra porque el Señor está cerca. Él vendrá y llenará de esperanza a todos los que la perdieron. Vendrá en la noche para ser luz. (Se enciende el primer cirio de la corona de Adviento) Vendrá para acompañar a los cansados, a los eternos desilusionados; ya pueden cantar victoria aquellos que se creían abandonados; ya está el Salvador a la puerta. (Se enciende el segundo cirio de la corona de Adviento) Allanad los caminos, abrid caminos de esperanza, quienes pasáis por este mundo sin encontrar sentido a la vida. Allanad los senderos, porque él vendrá; vendrá como rocío mañanero, rasgará los corazones de piedra y ablandará la dureza de nuestra tierra seca. (Se enciende el tercer cirio de la corona de Adviento) Vendrá el Señor, no tardará. Esperadlo en el umbral de vuestra casa, porque sin hacer ruido vendrá y lo inundará todo con su amor. (Se enciende el cuarto cirio de la corona de Adviento) ORACIÓN PRESIDENCIAL Oremos. Señor, que tu pueblo permanezca en vela aguardando la venida de tu Hijo para que al salir a su encuentro, cuando Él llegue, nos encuentre con las lámparas encendidas. Por nuestro Señor. LECTURAS DE LA PALABRA DE DIOS (Se leen las lecturas del día o las siguientes:) Lectura del libro de Isaías 40, 1-5 Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios, hablad al corazón de Jerusalén, gritadle que se ha cumplido su condena y que está perdonada su culpa, pues ha recibido del Señor doble castigo por sus pecados. Una voz grita: “Preparad en el desierto un camino al Señor, allanad en la estepa una calzada para vuestro Dios”. Que se eleven los valles, y los montes y colinas se abajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y la verán juntos todos los hombres. Palabra de Dios Salmo responsorial 84 R/ Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-3 En aquellos día apareció Juan el Bautisa predicando en el desierto de Judea, decía: Arrepentíos, porque está llegando el reino de los cielos. A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”. Palabra del Señor. HOMILÍA BREVE EXAMEN DE CONCIENCIA (O TIEMPO DE SILENCIO) La lista de preguntas que aquí aparece no es para ser leída, sin más, en este momento. La ofrecemos, más bien, como ayuda para quienes tengan que preparar el examen de conciencia. Después, cada cual sabrá cómo hacerlo, qué aspectos de la fe conviene destacar más en esta celebración, si conviene hacer algunas de estas preguntas o formular otras... MI RELACIÓN CON DIOS ¿Reconozco a Dios como Padre y confío en Él? ¿Vivo con alegría y esperanza, porque me siento querido y salvado por Él? ¿Dejo que ocupe el centro de mi existencia? ¿Lo amo sobre todas las cosas? ¿Soy consecuente con ese amor a Dios, amando a los hermanos? ¿Cuido mi salud espiritual, mi crecimiento y maduración en la fe? ¿Busco apoyos para revisar mi vida y no vivir la fe en solitario? ¿Me esfuerzo por vivir desde la síntesis entre fe y vida? ¿Me reconozco, en la presencia de Dios, necesitado de conversión? ¿Me preocupo de celebrar periódicamente el sacramento de la Reconciliación? ¿Alimento mi relación con el Señor, en la oración cada día? ¿Sé ofrecerle mis ocupaciones, mis alegrías y sufrimientos? ¿Sé perdonarme mis propias limitaciones, sabiendo que Dios me perdona? ¿Leo la Palabra de Dios, sobre todo los Evangelios, para orientar mi vida desde sus criterios? ¿Participo en la Eucaristía del domingo, el día del Señor, y la valoro como fuente y motor de mi vida cristiana? ¿Vivo con conciencia clara de que mi fe sólo será auténtica, si es fe comunitaria? MI RELACIÓN CON LOS DEMÁS ¿Cómo es mi trato con los demás?... (familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, miembros de la comunidad cristiana? ¿Hago lo posible para potenciar el amor y la comprensión entre todos, a pesar de nuestras diferencias, o tiendo a encerrarme y acabo haciendo imposible el diálogo? ¿Hago mía la apuesta de Dios por los pobres? ¿Qué atención dedico a quienes peor lo están pasando? ¿Practico la justicia y la caridad? ¿Respeto y potencio los derechos de los demás? ¿Me esfuerzo por tener buen corazón, por ser tolerante, capaz de perdonar, y ayudar a quienes más lo necesitan? ¿Doy buen ejemplo a los demás, o no me importa escandalizar? ¿Participo como miembro activo en los trabajos y tareas de mi comunidad parroquial? ¿Me preocupo de participar en la remodelación de nuestra Iglesia de Bizkaia? ¿Pongo a disposición de la comunidad cristiana los dones que Dios me ha concedido, potenciando en ella los distintos servicios y ministerios? MI RELACIÓN CONMIGO MISMO ¿Sé hacer autocrítica, reconociendo mis fallos, o estoy en constante actitud de crítica a los demás? ¿Me creo justo, como los fariseos, o reconozco la necesidad que tengo de conversión y perdón? ¿Domino mi genio, mi tendencia a la envidia, o a otras actitudes que hacen daño? ¿Vivo mi sexualidad de manera coherente? ¿Vivo con sentido cristiano mis deberes en el trabajo, en la vida de familia, en la vida social y política, en la comunidad, en mi tiempo de descanso? ¿Soy fiel a las promesas del matrimonio, de la vocación sacerdotal o religiosa? En este tiempo de Adviento, ¿me he abierto a la gracia de Dios y procuro vivir con esperanza y alegría mi fe cristiana? ¿Tengo presente en mi vida a la Virgen María, como Madre y compañera de camino? ORACIÓN LITÁNICA Presidente: Hermanos y hermanas, confiemos a Dios nuestra voluntad de conversión. Que Él, Padre misericordioso, nos purifique de nuestras infidelidades e incoherencias. Por nuestra pobre fe: por nuestras dudas y miedos, por nuestra falta de compromiso y de testimonio, por nuestra rutina y desgana para orar. (Antífona penitencial) Por nuestra débil esperanza: por nuestros desánimos y tristezas, por nuestras prisas e impaciencias, por nuestro olvido de la palabra de Dios. (Antífona penitencial) Por nuestra tibia caridad: por nuestra insolidaridad e insensibilidad ante el sufrimiento de los demás, por nuestros gastos excesivos, por nuestras violencias, agresividades y rencores. (Antífona penitencial) Y por todos nuestros pecados: nuestras mentiras e hipocresías, nuestro consumismo y deseos de tener, nuestras faltas generalizadas de prudencia. (Antífona penitencial) PADRE NUESTRO Presidente: Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que venga a nosotros su Reino de verdad, de amor y de esperanza, sintiéndonos de la familia de los hijos e hijas de Dios: Padre nuestro... CONFESIÓN Y ABSOLUCIÓN INDIVIDUAL (Durante las confesiones, se puede ambientar con música) GESTO DE LA PAZ (Terminadas las confesiones) Presidente: El amor se ha hecho realmente presente en nuestra comunidad. Hemos recibido su perdón, y la fuerza de su Espíritu ha renovado nuestro corazón. La amistad que Dios nos ha dado gratuitamente debe impulsarnos a buscar la reconciliación con todos. Así, pues, como signo externo de esta reconciliación fraterna y eclesial, daos la paz. ACCIÓN DE GRACIAS Presidente: Perdonados por Dios y hermanados entre nosotros, demos gracias al Señor que viene a hacer de todos los hombres y mujeres una sola familia, y que Él mismo se hace hombre para ser el Dios-connosotros. Puede cantarse el Magnificat, o un canto de acción de gracias, o leer esta oración: Lector/a: Gracias, Señor, porque nos invitas a allanar los senderos, a preparar el camino para que vengas. Gracias, Señor, porque quieres estar con nosotros. Gracias, porque entras en nuestra casa y haces de ella una morada nueva. Gracias, Señor, porque te haces presente en el camino por el que vamos caminando, para que te encontremos, porque Tú ya nos has encontrado. Gracias, Señor, porque vienes, porque estarás. ¡Gracias, Señor! ORACIÓN FINAL Oremos. Señor, Tú que por Juan Bautista nos has encargado que preparemos tu camino, te pedimos esperar tu venida con alegría y esperanza. Por Jesucristo nuestro Señor. BENDICIÓN El Señor anime vuestra esperanza manteniendo vuestra conversión. R/ Amén Para que caminéis en fraterna comunión con los hermanos, esperando gozosos al Señor que viene con la salvación de su Reino. R/ Amén Que derrame su gracia sobre vosotros, para que podáis actuar con justicia y caridad. R/ Amén Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. R/ Amén El Señor ha perdonado vuestros pecados. Podéis ir en paz.