Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 22 de noviembre de 2011.- VISTO: La actuación nº 6217/10, iniciada por el señor ....., quien denuncia haber adquirido en un supermercado una botella de bebida gaseosa con elementos extraños en su interior. Y CONSIDERANDO QUE: El denunciante se presentó ante la Adjuntía nº 4 de esta Defensoría, a cargo del doctor Andrés Elisseche, y tal como consta en el acta de fs. 1, manifiesta haber adquirido en el supermercado ubicado en la calle Salta y Pedro Echagüe de esta Ciudad Autónoma de Buenos Aires una serie de productos, entre ellos una botella de bebida gaseosa marca “COCA-COLA”, de 2 litros en envase retornable, la cual contenía en su interior una bolsa plástica. Relata que su esposa se comunicó con la empresa mencionada para efectuar el reclamo, en cuya oportunidad se le respondió que pasarían por su domicilio a realizar un peritaje de la botella. Señala que el personal de la empresa concurrió a su domicilio y constató que la botella tenía una bolsa en su interior, ofreciéndosele retirar el producto a cambio de la entrega de otras tres botellas en compensación, ofrecimiento que fue rechazado por la esposa del reclamante. En el acta de denuncia se deja constancia que el presentante acompañó ante la mencionada Adjuntía una botella de la bebida gaseosa “COCA COLA” de 2 litros, no retornable, número de serie “...FE52311013 (23 Mar 11 11)...” (fs. 1) de la que se tomaron muestras fotográficas -incorporadas al CD oportunamente desglosado para ser entregado a los presentantes según consta en acta obrante en la actuación y reproducidas a fs. 28/36-, destacándose en el acta que “... De las fotos y de la observación de la botella surge claramente que: se encuentra cerrada (con los precintos de las tapas no violados) y que contiene una bolsa de plástico-nylon en su interior...” (fs. 1). Finalmente, el denunciante solicita la aplicación de multas a la empresa más la indemnización por daño directo prevista en el art. 40 1 bis de la Ley de Defensa al Consumidor, agregando que no es la primera vez que tiene inconvenientes con el producto de esa marca (gaseosa COCA COLA). La actuación fue girada para su tramitación al Area de Consumidores, Usuarios y Administrados de esta Defensoría, y como primera medida se dispuso cursar el correspondiente traslado de la queja a la firma COCA COLA Argentina. A fs. 14/27 luce una primer respuesta suscripta por la apoderada de la firma reclamada, en representación de SERVICIOS Y PRODUCTOS PARA BEBIDAS REFRESCANTES S.R.L. (SPBR), en la que luego de formular las negativas y rechazos de los hechos denunciados, señala que “... no se nos ha proporcionado copia de las fotografías que en el acta dice que se adjuntan, motivo por el cual mi parte carece de prueba alguna que pueda dar plena fe de las condiciones de cerramiento de la supuesta botella...” (fs. 15). Sin perjuicio de ello, la empresa niega toda responsabilidad en el hecho, manifestando que: “... Son los embotelladores quienes fabrican las bebidas, cuya marca pertenece a The Coca-Cola Company, dentro del territorio asignado en sus respectivas franquicias. Los embotelladores comercializan los productos a su exclusiva cuenta y riesgo empresario... surge claramente que cualquier eventual reclamo que pudiera corresponder en virtud de defectos en cualquiera de los productos que ostentan la marca Coca-Cola debe ser dirigido contra quienes lo elaboran, es decir, contra los embotelladores... (fs. 15/16). “... En definitiva, el proceso de fabricación de las bebidas línea Coca-Cola es efectuado por terceros, siendo SPBR únicamente la proveedora de uno de los insumos industriales con el que se fabrican las bebidas pero no la dueña ni la responsable de las bebidas sin alcohol que se venden a los consumidores...” (fs. 15, lo resaltado es del original). Por otro lado, luego de remarcar que el denunciante no acompañó el ticket de compra, se refiere al objeto plástico tipo nylon encontrado dentro de la botella, alegando “... que mi mandante no pudo ver, ni constatar por no haberse acompañado al acta ni siquiera la foto, es preciso señalar que los embotelladores de productos de la marca Coca-Cola, cuentan con maquinaria especifica a los efectos del control de cerrado de las botellas, con lo cual es prácticamente imposible que una botella con un objeto como el descrito en su interior sea distribuida y puesta a la venta...” Por último, la reclamada deduce que “... al encontrarse la botella supuestamente cerrada, surgiría claramente que el Sr. Bustos no consumió el producto por lo que no hay daño indemnizable alguno en el caso que nos ocupa, ya que el daño eventual, hipotético o potencial no es indemnizable...”, para finalmente sostener que, a su criterio, SPBR no puede ser catalogado bajo ninguno de los sujetos que integra la cadena de comercialización, según el art. 40 de la Ley de Defensa del Consumidor (fs. 16, lo resaltado es del original). 2 A tenor de tal respuesta, esta Defensoría del Pueblo le cursó nuevo traslado, en fecha 8 de junio de 2011, acompañando las fotos impresas ya mencionadas. A este respecto, la firma reclamada mantiene sus argumentos anteriores, agregando que “... en primer lugar manifiesto que las copias de las fotografías enviadas junto con el acta no resultan suficientes por si mismas para acreditar las condiciones del cerramiento de la botella Coca-Cola objeto de estas actuaciones. Si bien quizás a simple vista el envase pueda parecer cerrado, la determinación de sí el envase fue o no abierto corresponde a personal técnico con conocimientos suficientes, por lo que ni los actores ni la Defensoría del Pueblo pueden manifestar que el mismo se encontraba cerrado. Por otra parte, al encontrarse la botella supuestamente cerrada, surgiría claramente que el Sr. Bustos no consumió el producto por lo que no hay daño indemnizable alguno en el caso que nos ocupa, ya que el daño eventual, hipotético o potencial no es indemnizable...” (fs. 27, lo resaltado es del original). Finalmente, tal como consta a fs. 37, el vecino se contactó con esta Defensoría para informar que se presentó ante la Oficina de Defensa del Consumidor del Centro de Gestión y Participación Comunal nº 5 -la que depende de la Dirección General de Defensa y Protección del Consumidor del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- a fin de realizar la correspondiente denuncia, empero el personal a cargo de dicha oficina se negó a recibirla porque el denunciante no poseía el ticket de compra. Así las cosas, teniendo en cuenta las peticiones y manifestaciones del aquí denunciante y las respuestas brindadas por la firma reclamada, se advierte la manifiesta imposibilidad de arribar a un acuerdo conciliatorio, motivo por el cual, corresponde encauzar la cuestión a través de los mecanismos formales que la ley prevé para la efectiva protección de los derechos de los consumidores, toda vez que el conflicto aquí planteado se inscribe en el marco de una relación de consumo, -especialmente tutelada por los arts. 42 de la Constitución Nacional y 46 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- y por las disposiciones de la Ley de Defensa del Consumidor (Ley 24.240 y sus mod.) debiéndose en consecuencia instar el procedimiento previsto en la Ley 757 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ante la Autoridad de Aplicación local de la Ley de Defensa al Consumidor. No obstante ello, resulta pertinente que esta Defensoría del Pueblo, conforme su misión institucional (art. 137 CCABA y art. 2º Ley 3 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) formule algunas consideraciones sobre el presente caso. En primer lugar, no debe soslayarse que la Constitución Nacional ha reconocido expresamente los derechos que le asisten a los consumidores y usuarios de bienes y servicios, señalando que éstos tienen, en la relación de consumo, los siguientes derechos: “... a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección y a condiciones de trato equitativo y digno...” (art. 42 CN). Con similar sentido tuitivo se pronuncia la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al establecer que: “La Ciudad garantiza la 3 defensa de los consumidores y usuarios de bienes y servicios, en su relación de consumo, contra la distorsión de los mercados y el control de los monopolios que los afecten. Protege la salud, la seguridad y el patrimonio de los consumidores y usuarios, asegurándoles trato equitativo, libertad de elección y el acceso a la información transparente, adecuada, veraz y oportuna, y sanciona los mensajes publicitarios que distorsionen su voluntad de compra mediante técnicas que la ley determine como inadecuadas...” (art. 46 CCABA). Por su parte, la última reforma a la Ley de Defensa del Consumidor (LDC) -operada por Ley 26.361- ha ensanchado notablemente el concepto de consumidor o usuario, al establecer que debe entenderse por tal “... a toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza bienes o servicios en forma gratuita u onerosa como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social... Se considera asimismo consumidor o usuario a quien, sin ser parte de una relación de consumo, como consecuencia o en ocasión de ella adquiere o utiliza bienes o servicios como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social, y a quien de cualquier manera está expuesto a una relación de consumo” (art. 1º ). Se suele afirmar que la filosofía que guía y da sustento a todas las normas de defensa al consumidor es de marcado carácter protectorio, pues la finalidad perseguida es otorgarle a los consumidores -desde su consideración como parte débil de la relación de consumo- una especial protección legal para equilibrar y fortalecer su posición -de natural desigualad estructural- frente a los proveedores de bienes y servicios. Desde tal perspectiva, el caso de marras constituye un supuesto de introducción al mercado de un producto elaborado defectuoso que, como tal, supone un peligro o riesgo para los potenciales consumidores, susceptible de generar responsabilidad por incumplimiento del deber de seguridad que le incumbe a todos los proveedores que hayan intervenido en la cadena de comercialización de dicho producto. En este sentido, el art. 5º de la Ley 24.240 establece en cuanto a la protección al consumidor que: “... Las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios”. Así, en el presente caso es dable advertir un grave déficit en los controles de calidad previos, al permitir que un producto que contiene elementos extraños en su interior llegue a las góndolas de un supermercado. Tal situación se traduce, objetivamente, en la inobservancia del deber de seguridad -que alcanza a todos los que intervinieron en la cadena de producción y comercialización- por el sólo hecho de poner a la venta un producto defectuoso que representa un peligro para la salud o integridad físicas de los consumidores en general. Al respecto la doctrina ha dicho que: “... como correlato del derecho a la salud y a la seguridad reconocido al consumidor, el ordenamiento jurídico impone un deber adicional al proveedor de bienes y 4 servicios. Se trata de la obligación de seguridad o deber de garantía, que implica asegurar al consumidor -en el sentido más amplio- que no habrá de sufrir daños como consecuencia de la actividad desplegada por el empresario proveedor. Esta garantía de indemnidad no es nueva para el derecho privado y menos aún para el derecho contractual y para el derecho de la responsabilidad civil, pero, en el ámbito de las relaciones de consumo, adquiere una fisonomía propia y diferencia en cuanto a su contenido y alcance, a la naturaleza de aquella, a los sujetos beneficiarios de este factor de atribución de responsabilidad. Cuando nos referimos a la deseable seguridad en el intercambio de bienes y servicios, campea la idea de riesgo, entendida como la probabilidad de que un producto o servicio introducido en el mercado cause daños a la salud del consumidor o a otros bienes de este”1. En esta línea de ideas, la justicia nacional sostuvo que “La ley 24.240 se ocupa no sólo de los intereses económicos del consumidor, sino también de su salud, integridad física y en general de su seguridad; que la protección de seguridad se realiza básicamente mediante normas de carácter administrativo que establecen controles sobre la fabricación, la presentación de los productos en el mercado a fin de disminuir los riesgos instrumentando una tutela preventiva, siendo esto último el motivo de la obligación impuesta al proveedor por el artículo 5 de la ley 24.240” (autos “Algas S.A. c/Secretaría de Comercio e Inversiones s/ Disposición D.N.C.I. Nro. 253/96” Cám. Nac. de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Federal, Sala II, 27/12/1996). En un caso similar al presentado en esta actuación, la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso, Administrativo y Tributario de esta Ciudad confirmó una resolución dictada por la Autoridad local de Aplicación en cuanto impuso una sanción pecuniaria a una empresa de bebidas por violación al art. 5º de la Ley 24.240, pues tal como se comprobó en el análisis químico producido en la instancia sumarial, la bebida adquirida por el consumidor contenía elementos extraños, lo cual significó un peligro para la salud e integridad física del consumidor. Así, el fallo confirmatorio sostuvo que: “Lo que sanciona la ley de defensa del consumidor es la omisión o incumplimiento de los deberes u obligaciones a cargo de los prestadores de bienes y servicios que fueron impuestos como forma de equilibrar la relación prestatario - consumidor. Se trata de infracciones formales donde la verificación de tales hechos, hace nacer por sí la responsabilidad del infractor. No se requiere daño concreto sino simplemente el incumplimiento de lo prescripto por la ley...” (CNFed. CA, Sala III, “CAPESA S.A.I.C.F.I.M. c/ Sec. de Com. e inv.”, 18/12/97). Debe tenerse presente que la Corte Suprema ha definido desde siempre a las infracciones administrativas formales como aquellas en las cuales “... la acción es suficiente por sí sola para constituir la violación punible, sin que sean necesarios un resultado determinado ni la prueba de una ganancia injustificada, artificial o de la obtención de un lucro desmedido” (CSJN, Fallos: 200: 450). Así y según se ha expuesto en concreta referencia al art. 5º de la ley de Defensa del Consumidor, la obligación impuesta al proveedor tiende a la tutela preventiva de la salud y seguridad de los consumidores y usuarios mediante una normativa destinada a disminuir riesgos (Farina, Juan M., Defensa del consumidor y del usuario, 1 JAPAZE, Belén, “El Derecho a la Salud y a la Seguridad del Consumidor” en la obra Manual de Derecho del Consumidor, RUSCONI, Dante (Cdor.), Ed. Abeledo Perrot, 2009, pág. 228/9. 5 Buenos Aires, Astrea, 2004, 3ª ed., p. 181). En suma, este agravio no tiene sustento jurídico alguno porque la inexistencia de perjuicio a los consumidores no constituye un eximente de responsabilidad por la infracción cometida, siendo suficiente a ese respecto la verificación de la conducta potencialmente dañosa para la salud del consumidor...” Causa nº 1290-0. Autos: “CERVECERIA Y MALTERIA QUILMES SAICAYG c/GCBA s/OTRAS CAUSAS CON TRAMITE DIRECTO ANTE LA CAMARA DE APEL.” Cam. Cont. Adm. y Trib. CABA, Sala II. 18-09-2008. Sentencia nº 423. Pero además, viene al caso destacar un reciente caso ventilado en la justicia cordobesa que guarda estrecha similitud con los hechos aquí denunciados, donde un consumidor entabló formal demanda contra la firma CMQ (elaboradora y envasadora de bebidas) con motivo de haber comprado en un kiosco una botella de gaseosa de vidrio de 1,25 litros envase retornable (marca Pepsi), en cuyo interior se encontró un envoltorio de gel íntimo para preservativos, abierto y usado, reclamando en su demanda la entrega de un producto equivalente (o la suma equivalente), más resarcimiento por daño moral y la aplicación de la nueva figura del "daño punitivo" (autos “TEIJEIRO O TEIGEIRO LUIS MARIANO C/ CERVECERIA Y MALTERIA QUILMES S.A.I.C.A. Y G. -ABREVIADOS- OTROS - 1639507/36” Juzgado). El juzgado hizo lugar a la demanda y condenó a la firma demandada a entregarle al consumidor afectado una botella de gaseosa de la misma marca y a abonarle la suma de pesos un mil quinientos ($1.500.-) en concepto de daño moral, con más la suma de pesos dos millones ($2.000.000.-) en concepto de daños punitivos. Entre los fundamentos de dicha sentencia, y en lo que aquí interesa, el magistrado interviniente sostuvo: “... la parte actora, en su calidad de consumidor final de la gaseosa, se encuentra vinculado a la demandada por una relación de consumo, que lo habilita y legitima a reclamar la tutela efectiva del derecho que alega le ha sido vulnerado. La defensa de los intereses de los consumidores hace responsable a los fabricantes, productores, proveedores, de la calidad de los productos que ponen en el mercado a los fines de su consumo. De allí surge la necesidad de imponer al empresario un estricto deber de asegurar la eficacia, calidad e idoneidad del bien o servicio, para el cumplimiento de la finalidad a la que están destinados de acuerdo a su naturaleza y características. (CNCont.Adm.Fed., Sala II, 7/10/99 Asist Med S.A. c/ Secretaría de Comercio e Inv. DNCI 890/98, Rev. “Responsabilidad Civil y Seguros” 2000, p. 514) (Obra cit. Pág. 53/54). Arguye la demandada, negando la existencia de una relación de consumo que lo vincule con la actora y en virtud de la cual deba responder frente a ella, que “no comercializa en forma directa al público consumidor los productos por ella elaborados. Estos productos llegan al público a través de una cadena de comercialización intermedia, como comercios mayoristas, distribuidores, y finalmente los supermercados y comercios minoristas kioscos, despensas, etc.) que son los que -por su propia cuenta y riesgo- venden los productos CMQ”. Al respecto se ha destacado que “la protección que confiere la defensa del consumidor no se restringe a un aspecto meramente económico, sino que a su vez aplica sanciones para las cuales no es requerida la comercialización directa de los productos a los usuarios, en tanto dicha producción o fraccionamiento forma parte de una cadena económica cuyo último eslabón es el consumidor, respecto del cual rige la norma del art. 5to. de la ley 24.240, que intenta evitar la 6 obtención de productos que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, presenten peligro para la salud o integridad física”. Es decir, la ley protege al consumidor frente a quien interviene en toda la cadena de comercialización del producto, independientemente de que sea quien haya comercializado en forma directa al público consumidor sus productos elaborados, y exige, en aras de la protección del consumidor, que “las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios”. La exigencia de la ley en el sentido de que los artículos de consumo, puestos en el mercado, y utilizados por el destinatario de los mismos, no contengan o impliquen un riesgo para la salud de los consumidores, presupone que dichos productos sean consumidos o se encuentren en tales condiciones. La botella de gaseosa que el actor tenía en su poder no se encontraba en condiciones de ser consumida, sin perjuicio de que se pueda discutir sobre si el elemento que se encuentra en su interior, es nocivo o no, para la salud del consumidor. Lo cierto es que el producto elaborado por la empresa demandada, en poder del actor, como consumidor, no se encontraba en condiciones de ser consumida, naciendo de tal forma la responsabilidad de la empresa demandada ante el incumplimiento de la obligación que le impone la ley de elaborar y distribuir productos de calidad y que cumplan adecuadamente la finalidad perseguida. Tratándose de una responsabilidad objetiva, la que surge de las relaciones de consumo, en el caso, por haber lanzado al mercado una cosa viciosa, en el sentido de cosa que contiene un defecto que le impide cumplir la función para la que está destinada, la obligación de responder surge clara, debiendo en consecuencia la demandada entregar a la parte actora una botella de similares características a la que nos ocupa, como forma de reparación en especie. En materia de responsabilidad por productos elaborados, el demandante únicamente tiene que probar el daño y la relación de causalidad, estando eximido de probar la negligencia del fabricante, en razón de tratarse de una responsabilidad objetiva que se presume por la sola existencia del daño, pudiendo en tal caso el proveedor eximirse de responsabilidad acreditando culpa de la víctima o de un tercero, por quien no deba responder. Es decir, el daño causado por un producto elaborado deja de ser un daño contractual para pasar a ser un daño extracontractual, siendo el factor de atribución objetivo, y por ende la observancia de diligencia en el productor resulta irrelevante a los fines de eludir su responsabilidad”. Con lo antedicho, resultan vanos los esfuerzos argumentales intentados por la aquí reclamada (SPBR) para tratar de deslindar su responsabilidad en el presente caso, al pretender sostener que no encuadra en ninguno de los sujetos comprendidos en el art. 40 de la LDC, ya que además es la propia representante legal la que manifiesta que “... SPBR es una entidad dedicada a la preparación y venta de las bases de bebidas -materia primapara la fabricación de los productos que giran en mercado con las marcas CocaCola...” (fs. 15, lo resaltado es propio). Por lo tanto, si dicha firma es quien provee la materia prima de la bebida en cuestión parece difícil sostener que no participa de la cadena de elaboración y producción de los productos de la marca Coca-Cola, ello sin perjuicio de la responsabilidad que le corresponda a los otros proveedores de la cadena (fabricante, elaborador, distribuidor, vendedor, etc.), cuestión que deberá ser analizada por la Autoridad local de Aplicación al 7 momento de ratificarse la denuncia y de sustanciarse el procedimiento respectivo. Por otro lado, en cuanto a las objeciones esbozadas respecto de las fotos acompañadas como prueba del hecho denunciado, corresponderá a la Autoridad de Aplicación ordenar los medios probatorios que estime necesarios, debiéndose tener presente la aplicabilidad al caso de la doctrina de las cargas probatorias dinámicas, según la cual el peso de la prueba debe recaer en quien se encuentra en mejores condiciones fácticas, profesionales o técnicas de probar2; ya que como se ha dicho “...la aplicación de las cargas probatorias dinámicas ha encontrado un campo fértil en materia de usuarios y consumidores, debido a la particular protección que la ley le reconoce a éstos, como parte débil en la relación de consumo frente a los prestadores de bienes y servicios...”3. Ahora bien, en cuanto a la petición de daño directo efectuada por el denunciante, es oportuno hacerle saber que dicho instituto se introdujo a la LDC en la última reforma (por Ley 26.361), admitiéndose ahora que los consumidores puedan solicitar -en sus reclamos administrativos- una suerte de resarcimiento económico limitado, en la medida que éstos invoquen y acrediten haber sufrido algún perjuicio o menoscabo en sus derechos. Dice textualmente el nuevo art. 40 bis de la LDC: “Daño directo. Es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del prestador de servicios. La autoridad de aplicación podrá determinar la existencia de daño directo al usuario o consumidor resultante de la infracción del proveedor o del prestador de servicios y obligar a éste a resarcirlo, hasta un valor máximo de CINCO (5) Canastas Básicas Total para el Hogar 3, que publica el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC)...”. Motivo por el cual, al ratificar su denuncia ante la Oficina de Defensa del Consumidor del Centro de Gestión y Participación Comunal que elija (o al momento de celebrarse la audiencia de conciliación), el señor Bustos podrá manifestar y, en su caso, acreditar, la petición por daño directo, tal como lo dispone la parte pertinente del art. 6º inc. f) de la Ley 757 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: “... En el supuesto de que la denuncia incluya la petición de resarcir el daño directo ocasionado por el presunto infractor, ésta deberá contener el monto reclamado o su estimación si fuera posible, los fundamentos correspondientes y el ofrecimiento de la prueba de que intente valerse”; debiéndose ser la Autoridad local de Aplicación de la LDC la que, a su turno, analice y determine la procedencia y el monto a otorgar en concepto de daño directo. Todo ello, sin perjuicio del derecho que le asiste a promover -paralelamente- las acciones judiciales pertinentes por los daños ocasionados. 2 LEGUISAMON, Héctor E, “La necesaria madurez de las cargas probatorias dinámicas”, en la obra Cargas Probatorias Dinámicas, Jorge Walter PEYRANO (Dir) Inés LEPORE WHITE (coord.), pág. 109, Ed. Rubinzal - Culzoni , 2004. 3 DARCY, Norberto C. “Apuntes sobre la doctrina de las cargas probatorias dinámicas”, en el Dial.com - DC987, Publ. el 28/08/2006. 8 Por último, habrá que recordar que el aquí denunciante intentó presentar su reclamo ante el CGPC nº 5 y -según afirma- el personal que atiende en la Oficina de Defensa al Consumidor de ese Centro no le tomó la denuncia por no acompañar el ticket de compra que acredite la relación de consumo. A este respecto, quienes tienen la función pública de orientar, asesorar y tomar denuncias a los consumidores en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, debieran no atentar contra la propia eficacia del sistema administrativo de protección al consumidor, diluyendo el mandato constitucional que exige a las autoridades públicas proveer a la protección de estos derechos. Recuérdese que esta Defensoría del Pueblo, en las observaciones efectuadas en el segundo informe de seguimiento al funcionamiento descentralizado de la Dirección General de Defensa y Protección del Consumidor del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en los Centros de Gestión y Participación Comunal (CGPC) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que consta como Anexo I de la Resolución nº 2669/10, señaló entre otras cosas que: “... Los agentes y empleados que desempeñan las tareas en los distintos CGPC no reciben capacitación periódica o formación continua en relación con los derechos de los consumidores. Si bien buena parte de los agentes entrevistados exhiben compromiso con la tarea que desempeñan y tienen experiencia y antigüedad en la función, sería altamente deseable que la Autoridad de Aplicación organice un programa de capacitación y actualización continua, que les permita a todos los agentes (a los más antiguos tanto como a los más nuevos) actualizar sus conocimientos en la materia así como mejorar las herramientas a la hora de trabajar los acuerdos conciliatorios, teniendo siempre en miras la mejor forma de brindar protección y satisfacción al vecino consumidor que acude al servicio...” (ver el informe completo en http://www.defensoria.org.ar/institucional/resoluciones/r2669-10.doc ). Por todo lo expuesto, y más allá de las recomendaciones y comunicaciones que corresponda efectuar, resulta procedente remitir copia íntegra de la presente actuación a la Dirección General de Defensa y Protección del Consumidor del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para que en su carácter de Autoridad de Aplicación local de la LDC y de acuerdo a lo establecido en el art. 2º4 de la Ley 757 de Procedimiento Administrativo para la Defensa de los Derechos del Consumidor y del Usuario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, inicie las actuaciones que correspondan y, en su caso, aplique las sanciones legales pertinentes. 4 Art. 2º, Ley 757 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: “La máxima autoridad del Gobierno de la Ciudad en materia de defensa de los consumidores y usuarios, será la autoridad de aplicación a los efectos de esta ley y de las Leyes Nacionales de Defensa del Consumidor (24.240) y de Lealtad Comercial (22.802), sin perjuicio de las funciones de los demás organismos de la Ciudad que persigan la protección y defensa del Consumidor o de problemáticas afines a las establecidas por esta ley. A los efectos de garantizar la defensa y protección de los derechos de los consumidores, la autoridad de aplicación tendrá facultades para firmar convenios o acuerdos de colaboración con organismos públicos o privados a fin de hacer eficaz y efectiva la implementación de los objetivos de la presente ley”. 9 POR TODO ELLO: LA DEFENSORIA DEL PUEBLO DE LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES RESUELVE: 1) Recomendar al Director General de Defensa y Protección del Consumidor del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, doctor Juan Manuel Gallo, arbitre los medios necesarios para garantizar una adecuada y correcta atención de los reclamos en todas las oficinas descentralizadas que funcionan en los Centros de Gestión y Participación Comunal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como también organizar un programa de capacitación y actualización continua en derechos de consumidor para todo el personal que se desempeñe en dichas oficinas. 2) Comunicar la presente al Subsecretario de Atención Ciudadana del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, contador Eduardo Alberto Macchiavelli, para su toma de conocimiento en atención al carácter de máxima Autoridad Local de Aplicación de las Leyes Nacionales de Defensa del Consumidor, Ley 24.240, y de Lealtad Comercial, Ley 22.802 y sus leyes modificatorias y demás disposiciones vigentes en la materia, conferido por el art. 2º del Decreto nº 714/GCABA/10. 3) Poner en conocimiento de la presente Resolución al Director General de Defensa y Protección del Consumidor del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, doctor Juan Manuel Gallo, con copia íntegra y fiel de la actuación, a los efectos de instar su intervención conforme lo prescripto por la Ley 757 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el art. 41 de la Ley 24.240. 4) Hacer saber al señor Cristian Bustos que a partir del día 1º de octubre de 2008, por decisión del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la toma de denuncias y celebración de audiencias de conciliación en el marco del procedimiento de la Ley 757 se efectúan exclusivamente en los Centros de Gestión y Participación Comunal (CGPC), motivo por el cual deberá presentarse ante uno de ellos a fin de ratificar su denuncia, acompañando toda la documentación en original y copia, incluyendo la presente Resolución. A tal efecto, se sugiere que previamente se comunique con la Dirección General de Defensa y Protección del Consumidor al teléfono nº 4124-3434 a fin de determinar el CGPC al que será derivada su denuncia. 5) Fijar en 30 días el plazo previsto en el art. 36 de la Ley 3 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.5 5 Ley 3, art. 36: Con motivo de sus investigaciones, el Defensor o Defensora del Pueblo puede formular advertencias, recomendaciones, recordatorios de los deberes de los funcionarios, y propuestas para la adopción de nuevas medidas. Las recomendaciones no son vinculantes, pero si dentro del plazo fijado la autoridad administrativa afectada no produce una medida adecuada, o no informa de las razones que estime para no adoptarla, el Defensor o Defensora del Pueblo puede poner en conocimiento del ministro o secretario del área, o de la máxima autoridad de la entidad involucrada, los antecedentes del asunto y las recomendaciones propuestas. 1 0 6) Notificar, registrar, reservar en el Area para su seguimiento, y oportunamente, archivar. Código 441 GG/ND/DC cd/D/LDS RESOLUCION Nº 2980/11 Si tampoco así obtiene una justificación adecuada, debe incluir tal asunto en su informe anual o especial a la Legislatura, con mención de los nombres de las autoridades o funcionarios que hayan adoptado tal actitud. 1 1