LA FAMILIA DE ISAAC Y REBECA Génesis 25 VC - UBF

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P. Gustavo Prato
28/05/2016
LA FAMILIA DE ISAAC Y REBECA
Génesis 25
V.C.: 23 “y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos
desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al
menor”
La primera parte del capítulo 25 registra la conclusión de la vida de Abraham. Abraham tomó a
otra mujer después de la muerte de Sara. Abraham fue cuidadoso de que los seis hijos que tuvo
con Cetura no se convirtieran con el tiempo en una amenaza para Isaac, de modo que les dio
regalos y los envió lejos de Isaac, mientras aún vivía. Abraham vivió 175 años y sus hijos, Isaac
e Ismael, lo sepultaron en la cueva de Macpela junto a los restos de Sara. Luego vemos un breve
registro de la vida de Ismael v.12a) “Estos son los descendientes de Ismael hijo de Abraham, a
quien le dio a luz Agar egipcia, sierva de Sara;”. Allí se encuentran los nombres de sus 12
hijos, que tuvieron campamentos, y su muerte a los 137 años. Aquí vemos la fidelidad de Dios
con Abraham. Tal como Dios prometió, tuvo cuidado de Ismael y también salió de él un pueblo
numeroso. Luego de comentar brevemente de la genealogía de Ismael, el relato va a la historia
de la vida del hijo de la promesa, Isaac. La genealogía de Ismael marca una división en el libro
de Génesis, antes de ella el enfoque estaba en la vida de Abraham, pero luego el enfoque pasa a
estar en la vida de Isaac y de Jacob. Oro que nosotros también podamos aprender de la gracia de
Dios para la vida de ellos.
I.- Un matrimonio que oraba. (v.19-26)
Los v. 19 y 20 presentan nuevamente a Isaac y Rebeca “Estos son los descendientes de Isaac
hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por
mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo.” Isaac
fue el hijo de la promesa. Él creció escuchando las historias de su papá y de su mamá sobre
como Dios trató con ellos. Él fue conociendo al Señor y confiando en él. Se caracterizó por ser
paciente, tranquilo y esperar en Dios. Al momento en que iba a ser sacrificado, él no peleó con
su papá. Él también espero por la mujer que Dios tenía para él. Dios le dio a Rebeca. Ella era
una mujer de fe que dejó su tierra y su parentela recibiendo la promesa de ser madre de
naciones. Ella era una mujer capaz, esforzada que amó a Isaac y también cocinaba para él
comidas ricas (27:9). Ellos eran una hermosa familia de fe. Un matrimonio centrado en la
misión de Dios. Un matrimonio que se formó basado en la promesas de Dios. Oro que el Señor
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siga muchas familias como estas en nuestro ministerio, que sean protagonistas en la historia de
Dios para Venezuela y el mundo.
El v.21a dice “Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril;” La familia de Isaac tenía
un problema similar al que tuvo la familia de Abraham. Rebeca era estéril. ¿Cuál fue la actitud
de Isaac ante esta difícil situación para su esposa? Isaac no pensó en tomar una concubina como
su padre. Isaac oró a Jehová por su mujer. Él era un hombre de oración. Isaac había aprendido
una gran lección espiritual: El Señor Proveerá. De acuerdo al relato ellos tuvieron a sus hijos 20
años después de casarse (20a, 26b). Isaac esperó todo este tiempo y lo que nos dice la Biblia es
que él oró a Jehová por su mujer.
Para Isaac y Rebeca esta situación de espera fue una prueba para su fe. Ellos pudieron haber
dudado del amor de Dios ¿Acaso Dios nos unió para dejarnos sin hijo? ¿Por qué Dios nos hace
pasar por esto? Abraham estaba vivo durante esta etapa de la vida de Isaac (Abraham vivió
hasta que los hijos de Isaac tenían unos 15 años), de modo que seguramente le aconsejaba: Hijo no cometas el mismo error que yo. Dios me dio la promesa de que en ti me sería llamada
descendencia. Espera hijo. Dios es bueno.- A través de todo este tiempo la fe de Isaac pudo
hacerse más firme y pura. El v21b dice “y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer.” La
paciencia, la fe y la oración de Isaac fueron recompensadas y Rebeca concibió. Isaac pudo
experimentar personalmente el amor, la soberanía y la buena voluntad de Dios para su vida a
través de esta larga espera.
Aquí podemos aprender cuán maravilloso es para una familia que el padre sea un hombre de
oración, el cual solucione sus conflictos internos, personales y familiares de rodillas ante Dios.
Preguntémonos ¿Cuántas familias pudieron haber evitado la tragedia del divorcio si tan solo el
hombre hubiese orado en lugar de buscar una solución humana? ¿Cuántas otras pudieron evitar
la tristeza de que su matrimonio se transforme en un campo de batalla, si tan solo el hombre
orara más? Muchas veces los varones casados podemos pensar -Mi esposa es mi ayuda idónea,
que ella ore por mí-. Pero Isaac fue un hombre que oró por su mujer y Dios lo aceptó. ¿Qué
hacemos si vemos a nuestra esposa pasando una dificultad de salud o muy estresada por todas
las cargas que ella lleva con la casa, los hijos, las ovejas, etc.? ¿Oramos por ella o le decimos
¡arrepiéntete!? ¿Tenemos los tópicos de oración por nuestra esposa? Oro que entre los varones
de UBF haya un avivamiento y podamos ser hombres que oran y aman a sus esposas.
Rebeca aún no sabía que ella tenía mellizos en su vientre. Pero ella tenía fuerte dolor debido a
que ellos se peleaban aún antes de nacer. Era tan fuerte el dolor que ella dijo: Si es así ¿para qué
vivo yo?. Ella no podía ir a un doctor o tener un ecosonograma. Veamos el v.22b “Y fue a
consultar a Jehová” Ella consultó a Jehová. Ella oró y buscó a Dios en su dolor. Ella pudo
haberse quejado de Isaac y echarle la culpa por lo mal que se sentía. También pudo ponerse
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autocompasiva y exigirle a Isaac se centrara en ella. Pero ella tenía fe personal en Dios. Ella no
dependió del débil Isaac para encontrar la completa consolación. Ella fue al Señor en oración.
Dios bendijo la fe de Rebeca y su oración. Dios le reveló a ella su plan especial y propósito para
su familia. Especialmente Dios le mostró que el menor de los mellizos sería el hombre a quien
Dios iba a bendecir y usar especialmente v23 “y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu
seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el
otro pueblo, Y el mayor servirá al menor.” Esta profecía no solo tenía que ver con los dos
muchachos en su vientre, sino también con el futuro de la historia redentora de Dios. Rebeca
guardó esta promesa en su corazón.
Isaac y Rebeca era una familia que oraba. Ellos llevaron sus conflictos serios de la vida a
Jehová. Ellos dependieron principalmente de Dios y experimentaron la respuesta de Dios. Dios
se agrada de un matrimonio que le busca en sus conflictos. Todos, casados y solteros, debemos
buscar al Señor en nuestra dificultad y llevarles nuestras cargas. La respuesta definitiva vendrá
de Dios y no de los hombres. Dios responde la oración humilde. Él nos mostrará su dirección
con Su Palabra y por medio de la obra del Espíritu Santo. ¿Cuál lucha tenemos hoy? Vamos a
depender de Dios primeramente como hicieron Isaac y Rebeca. Amén.
II.- Jacob y Esaú (24-28)
Leamos los v. 24 y 26a (NVI) “Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su
seno había mellizos. El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de
vello. A éste lo llamaron Esaú. Luego nació su hermano, agarrado con una mano del talón
de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. ”
Los dos hijos de Isaac y Rebeca eran muy diferentes. En primer lugar, diferían en su apariencia:
Jacob era lampiño (27:11) Esaú tenía todo el cuerpo cubierto de vello. Luego, ellos tenían
carácter diferente. Leamos el v27 (NVI) “Los niños crecieron. Esaú era un hombre de campo
y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tranquilo que
prefería quedarse en el campamento.” A Esaú le gustaba estar en el campo, a ir a cazar, pescar,
y estar rodeado de mujeres (de hecho pasando el tiempo él toma dos cananeas como mujeres).
En cambio Jacob era un varón quieto, él prefería quedarse en el campamento, quizás atendiendo
asuntos más administrativos y tareas de mantenimiento, también aprendió a cocinar. En el
campamento estaba cerca de su mamá y conversaba mucho con ella.
Veamos el v.28 NVI “Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba;
pero Rebeca quería más a Jacob.” Isaac quería más a su hijo mayor. Él disfrutaba de la caza
que Esaú le traía y se identificaba más con Esaú. Pero Rebeca quería más a Jacob, parcialmente
porque él se quedaba en casa y pasaba más tiempo con ella, pero también porque ella sabía que
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Dios tenía una voluntad especial con el hijo menor. Sin duda a Isaac y a Rebeca les faltó más
entendimiento para tratar con este asunto. Aunque Dios tenía un plan especial con Jacob, esto
no necesariamente implicaba que ellos tenían que querer más a Jacob que a Esaú. Al mismo
tiempo la preferencia de Isaac por Esaú pudo haber afectado negativamente el corazón de Jacob,
quizás su mamá veía esa situación y trató de llenar la falta de afecto de su papá con su propio
amor de madre, pero al hacer esto ella misma desarrolló preferencia por Jacob, lo cual sin duda
tuvo que haber afectado a Esaú. Esta situación no fue poca cosa. Esta preferencia humana de
Isaac por Esaú, fue fuente de serios conflictos en la familia. Aunque no se nos dice que Rebeca
le comentó a Isaac la profecía, Isaac mismo debía entender la voluntad de Dios para sus hijos,
luego quererlos por igual y hacer su esfuerzo para ayudar a Esaú a entender la soberana
voluntad de Dios para Jacob.
Isaac y Rebeca era una familia de fe ejemplar, pero no eran perfectos. Es una buena oportunidad
para preguntarnos si en nuestra familia, ya sea en nuestro papel de hijos o de padres, se han
presentado preferencias, y si es así, en lugar de guardar amargura o indiferencia vamos a orar
para que el Señor nos restaure, nos corrija y pueda morar el perdón en nuestros corazones. Los
hijos debemos saber que nuestros padres terrenales no pueden llenar completamente nuestro
corazón. Porque ellos son seres humanos pecadores. Nosotros debemos depender del amor de
Dios primeramente y honrarlos. Si nuestros padres están perdidos, debemos ser pastores para
nuestros padres. Los padres debemos ser humildes y corregir nuestra actitud si está equivocada.
Dios es nuestro Padre perfecto que da a cada uno de sus hijos su perfecto amor, saciándonos
completamente dándonos a cada uno el valor de ser sus hijos. Tenemos la promesa de ser
levantados como un reino de sacerdotes y gente santa. Ser más santo implica ser sanos de
nuestras heridas. Oro que nuestros hermanos tengan ánimo de ser sanos experimentando el
amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo.
III.- Jacob, Esaú y la primogenitura (29-34)
De los v. 29 al 34 se relata un encuentro muy particular entre Jacob y Esaú. Una vez Jacob
estaba preparando un guisado de lentejas rojo. Esaú llegaba del campo, después de un largo día
de caza, y estaba hambriento y cansado. Cuando vio y olió ese guiso rojo, la boca se le hizo
agua. Esaú le rogó que le diera a comer del guisado. V31 Y Jacob respondió: Véndeme en este
día tu primogenitura. NVI dice “Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respondió
Jacob.” La primogenitura o derechos de hijo mayor se referían a la preeminencia del primer hijo
varón sobre todos sus hermanos. La cual se aplicaba al recibir más privilegios en cuanto a la
herencia, honor, obligaciones, etc. Esaú con la boca echa agua, estuvo de acuerdo: v32
“ Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la
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primogenitura?” Jacob quiso asegurarlo y dijo: Júramelo: y Esaú se lo juró y le vendió su
primogenitura. Entonces Jacob le dio del guisado a Esaú y él comió, bebió y se fue.
¿Por qué Jacob quiso tener la primogenitura? Él quería el honor de ser el primero. Él nunca
quería ser el número 2. Esto no fue algo que surgió espontáneamente. Jacob pensaba desde hace
mucho tiempo como obtener esa primogenitura. Por eso cuando tuvo la oportunidad, no pidió
otra cosa a cambio, sino la primogenitura. Quizás este sentir era alimentado por su mamá, quien
le comentaba que Dios tenía un plan especial con él. Jacob era ambicioso y un luchador. Él
luchó desde el vientre de su madre. Él llegó al mundo agarrándose del talón de su hermano,
como si hubiese querido sujetarlo para salir él de primero. Él perdió esa lucha. Pero luego él
luchó por el honor de la primogenitura y lo consiguió. Luego el lucharía por el amor, luego él
lucharía por el dinero y luego el lucharía con Dios. Jacob definitivamente no era un hombre
pasivo. Él era activo y luchaba por lo que quería. No era un pez muerto sino un salmón que
viaja contra la corriente. Jacob conocía las debilidades de su hermano y quizás tomó ventaja de
él jugando sucio. Pero el escritor de Génesis puso su énfasis en Esaú, concluyendo V.34b “Así
menospreció Esaú la primogenitura”
Esaú vivía en un nivel físico, él era básico. Él no podía ver un valor práctico en su
primogenitura. Tampoco pensó en la trascendencia de ser primogénito de Abraham. Él solo
pensó en el ahora y vio que la primogenitura no le servía para nada para resolver su problema
de hambre. (32 —Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven
los derechos de primogénito? NVI). Un hombre así no sabe lo que significa ser fiel. Uno
hombre como este no vive por la promesa, sino vive por sus sentimientos y actúa sólo de
acuerdo a las necesidades del momento. A él no se le podía encomendar la promesa de Dios. El
pueblo de Dios debe entender que Dios es fiel y también debemos ser fieles. Hebreos 12:16
compara a Esaú con un inmoral e irreverente a Dios, “no sea que haya algún fornicario, o
profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.” Los que son como
Esaú son los que no valoran la bendición de Dios ni el privilegio de ser llamado a servirle. Ellos
no valoran ser llamados a participar en la obra de salvación ni el llamado a ser líderes
espirituales. Ellos prefieren satisfacer su carne y botan todo lo que recibieron por placeres
temporales del pecado. Por cinco minutos de placer con una mujer, abandonan todo lo que el
Señor les ha dado. Por su avaricia dejan la vida pastoral y viven solo para conseguir una vida
más cómoda en este mundo, sin servir a Dios. Por su ego no quieren tener comunión con los
hermanos. No quieren arrepentirse porque prefieren su plato de lentejas para llenar su estómago
ahora.
En cambio Jacob pidió lo más importante desde el punto de vista de Dios. La primogenitura
implicaba las promesas y la bendición del pacto con Abraham. El que llevara ese pacto sería el
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hombre que estaría en la historia redentora de Dios y Jacob se convirtió en ese hombre.
Ciertamente ya Dios tenía un plan con él, pero Jacob tenía sentido de honor. En este punto
Jacob no era un hombre espiritual, pero sabía que la bendición de Abraham era importante,
aunque él no entendía completamente por qué. Oro que Dios restaure el sentido de honor
espiritual en los jóvenes de nuestro tiempo. Que los jóvenes de nuestro tiempo puedan valorar
las cosas espirituales. Que Dios levante hombres y mujeres que quieran alcanzar la bendición de
Dios por encima de un plato de lentejas. Amén.
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