EL SARGENTO BARATO - Asociación de militares españoles AME

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HISTORIA
EL SARGENTO BARATO
SETENTA Y CINCO AÑOS DE LA CREACIÓN DEL EMPLEO DE CABO PRIMERO
hacerle más llevadera la espera. Pero
además al nuevo empleo había que
dotarle de mando, “desempeñando
las funciones tácticas de jefe de
pelotón o similares y sea un estímulo a
la justa aspiración de las clases
inferiores del Ejército”. Ya no eran tan
inferiores, ya mandaban un pelotón.
Todos contentos.
Había que pagarles algo, prácticamente lo que se les pagaba a los cabos
veteranos. “Los cabos primeros
devengarán, además de los haberes
de tropa (30pesetas mensuales) 60
pesetas de Ventajas, pudiendo
concedérseles hasta tres reenganches
por períodos bienales, por cada uno
de los cuales percibirán un premio
mensual de 20 pesetas”. Hasta los dos
años de empleo no llegaban a los 20
duros.
Cabos primeros de ingenieros realizando el curso
de Jefe de Centro de Transmisiones en El Pardo, año 1963.
E
ste verano se cumplirá setenta
y cinco años de la creación del
empleo de cabo 1º en las
Fuerzas Armadas españolas. Fue el 21
de junio de 1940, en pleno “año del
hambre”, con la II Guerra Mundial en
todo su apogeo y un Ejército español
sobrecargado de mandos y tropa
debido a la reciente guerra civil.
¿Cómo precisamente cuando el
Ejército o más bien el ministro Varela,
andaba a golpe de disposición
empujando a los sargentos provisionales hacia la vida civil o la
Benemérita se fue a crear un nuevo
empleo en las clases de tropa? Sólo
cabe una explicación: hoy diríamos
que el cabo 1º nació por los “recortes”
de postguerra. Se trataba de suprimir
sargentos, que los había por todas las
unidades, con un sueldo de 333,33
pesetas mensuales, y en su lugar crear
otra figura militar que apenas percibiese20 duros, un sargento barato.
Con letra impresa
El preámbulo de la ley de creación
de este empleo, más bien de recreación como se verá, dejaba claras las
causas que motivaron su nacimiento.
“Las necesidades que la guerra
impone de un elevadísimo número de
clases y suboficiales no puede ser
satisfecho con los sistemas hasta
ahora en vigor, ya que la capacidad
económica de la Nación no podrá
resistir la pesadísima carga que su
crecido número representa”. Con los
oficiales no iba el asunto.
Después venía la retórica humanitaria, social, equitativa o como se le
quiera llamar, pero retórica al fin.
Había cabos que no alcanzarían el
empleo de sargento en muchos años
debido a la saturación de galones; en
consecuencia, para darles un aliciente
se creaba un nuevo cabo para así
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Y no olvidaba el legislador los
períodos de carrera; así, para alcanzar
el nuevo empleo, era preciso llevar al
menos un año de cabo, y para ascender
a sargento, previo curso correspondiente, un año más de cabo 1º. Lo
único que se le olvidó al legislador fue
señalar el tiempo máximo de espera
para llegar a sargento o licenciarse por
desesperanza, como fue el caso de
muchos.
Larga trayectoria
Durante años el cabo 1º fue
conocido por el público gracias al
título de la zarzuela compuesta en
1895 por el maestro Fernández
Caballero, este genial músico murciano hizo por el nombre de ese empleo
tanto como todos los diarios oficiales
y boletines posteriores. Pero en
aquella fecha ya no existía, su crea
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ción es lejana. El cabo como jerarquía
es en antigüedad similar al sargento.
Ya en el Ejército de los Austrias
existía el cabo de escuadra, cuyo
distintivo, además de la vara, venía
siendo un galoncillo del color de la
botonadura colocado en la vuelta de la
manga de la casaca. Con la Ordenanza
de Carlos III, y disposiciones complementarias (22-Xy 12-XII-1768) se
crean dos clases de cabos, el tradicional de escuadra, también llamado
cabo 1º, y el nuevo, considerado cabo
2º, ambos con galoncillos como
distintivo: de oro los primeros y de
plata los segundos, a modo de cordón
o ribete sobre la bocamanga.
Los galones, tal como los conocemos hoy aparecen en 1833, el cabo 1º
llevó dos de estambre rojo en ambas
mangas, en diagonal, desde el codo
hasta la bocamanga. El cabo 2º uno,
colocado de igual modo. Las nuevas
divisas duraron trece años, por RD de
22 de junio de 1846 se dispuso que el
cabo 1º llevase tres galones colorados
y dos el cabo 2º.
La ley Constitutiva del Ejército,
de 29 de noviembre de 1878, la del
Ejército moderno o de la
Restauración, incluye entre las clases
de tropa al cabo y cabo 1º, sin variar
de divisa. Así permanecerá hasta la
Ley adicional a la Constitutiva del
Ejército de 19 de julio de 1889, por la
que desaparece el empleo de cabo 1º,
quedando sólo el de cabo con tres
galones rojos por divisa, tal como lo
conocemos hoy. Así el cabo 1º no
existió durante 49 años, hasta su
nueva creación en1940.
Mal visto y peor tratado
La historia del cabo 1º está por
escribir y probablemente no se
escriba nunca porque se trata de un
personaje poco querido en el Ejército
y menos aún fuera de él. Como
“parapeto de oficial”,como se le ha
Cabos primeros realizando el curso de paracaidista en Alcantarilla., año 1965
señalado, o “subsargento”, como
también se le denominó con cierta
sorna, fue el encargado de lidiar con la
tropa desde Diana a Silencio, y eso,
para el soldado, era como tener el
enemigo en casa.
En cuanto al mando, si bien
resolvía las papeletas más habituales
en el cuartel, tenía el inconveniente de
querer parecerse a los sargentos e
incluso ascender a ese empleo en un
tiempo inaceptablemente “corto”,
como pudieron ser los tres períodos
bienales de reenganche (seis años). El
cabo 1º “veterano” llegó a ser molesto
por su condición de aspirante a
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suboficial, incluso lo fue para los
suboficiales, que eran de su misma
procedencia. Miserias del ser huma1
no.
Pero si bien los soldados no podían
hacer nada por defenderse del cabo 1º,
el mando sí tenía en su mano la más
eficaz herramienta contra reivindicaciones inconvenientes, los reenganches. Cogidos de pies y manos por la
permanencia en el Ejército, el cabo 1º
se hallaba en todo momento con la
espada de Damocles sobre su cabeza,
generalmente rapada; si no se portaba
excelentísimamente bien, podría irse
a la calle, por mucho tiempo que
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llevase de servicio. Todo dependía en
primera instancia de su capitán y,
finalmente, de la Junta de
Reenganche. Un sargento barato y
sumiso. El militar perfecto.
La figura del reenganche y por
consiguiente la del cabo o sargento
reenganchados surgió oficialmente
por Ley del Día de los Inocentes de
1859. Por esa disposición se creaba la
Junta de Redenciones y Enganches a
instancias del ministro de la Guerra,
Leopoldo O,Donnell. Se trataba de un
organismo de carácter económicoadministrativo para cobrar a los
redimidos del servicio militar y pagar
a los que repetían en él. Ahí nació la
figura del enganchado, el que sustituía al que pagaba por no ir al cuartel.
Al repetir el enganche pasaba a ser
reenganchado. Como compensación
se le abonaba una pequeña cantidad
en el acto de firmar su continuación en
filas, en muchos casos se le hacía cabo
y si perseveraba podía llegar a
sargento.
Con la creación del Cuerpo de
Suboficiales (Ley de 4 de diciembre
de 1931) y posterior ingreso en él de
los sargentos (Ley de 5 de julio de
1934) los reenganches quedaban
reducidos a las clases de tropa, que en
la última disposición se limitaban al
cabo y al soldado. Y sería en 1940
cuando surgiera la figura del cabo 1º,
que volvía, como antaño los sargentos, a depender de los reenganches y
por consiguiente de la Junta o, lo que
era igual, el organismo que impartía
las bendiciones o condenaba a la
expulsión al individuo mal visto por
sus superiores.
Pocos saben que en los primeros
años sesenta una gran parte de los
mercenarios españoles que lucharon
en la República Democrática del
Congo como ¿instructores? fueron
cabos primeros de la 1ª Región
Militar, expulsados por las Juntas de
Poco más que un soldado y poco menos que un sargento
Reenganche o licenciados voluntariamente ante la falta de convocatorias
para el ascenso a sargento durante el
mandato ministerial del general
Martín Alonso. Otros se enrolaron en
la Legión Extranjera de Francia, y
entre la emigración juvenil de
aquellos años fueron numerosos los
que dejaron el uniforme para perderse
por las ciudades europeas en busca de
una nueva vida, aunque se hubiesen
dejado lo mejor de sus años tras las
tapias del cuartel.
Nuevos tiempos
La situación del cabo 1º se iba
haciendo penosa a medida que
avanzaba el siglo XX, el sistema de
formación de suboficiales desde cabo
primero, si bien pudo ser aceptable a
partir de la Ley de Reclutamiento del
Voluntariado (22 de diciembre de
1955), no resultaba ya para la década
de los setenta. Era preciso crear un
nuevo sistema de formación del
suboficial, así nació la Escala Básica
de Suboficiales, con su Academia
General Básica, que si bien estuvo
pensada para el cabo 1º también
dejaba la puerta abierta al personal
civil.
La suspensión del servicio militar
obligatorio en 2001, supuso un
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cambio esencial en la consideración
del cabo 1º, ya no era el instructor
universal, la sombra del soldado.
Tampoco tenía que convivir con otros
compañeros de reemplazo, los lilis.
Las misiones eran ya otras porque el
Ejército comenzaba a ser distinto, con
una tropa profesional y unas áreas
geográficas de actuación casi universales. Hoy el empleo permanece
vigente, son profesionales con un
sueldo decente y unos derechos
laborales similares a los de cualquier
otro militar. Son otros tiempos y otros
hombres.
Sirva esta reseña para recordar al
cabo 1º, la figura militar que llenó un
importante capítulo en la historia
militar de España durante la segunda
mitad del siglo XX.
¹ Las dos primeras promociones de la AGBS
recibieron los galones de cabo 1º en el segundo
curso. En 1977 un grupo de estos alumnos realizó
prácticas en el Regimiento Estratégico de
Transmisiones nº 22, Prado del Rey, cuando
intentaron acceder al bar de suboficiales, como
tales alumnos, el subteniente más antiguo se lo
prohibió. La solución final fue admitirlos por
orden superior y poco después sustituir el
galón–la “ sardineta” como ellos le llamaban–
por dos ángulos como los de los alumnos de las
academias de oficiales.
Miguel Parrilla
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