Criterio Jurídico Garantista Facultad de Derecho ISSN: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 Julio-Diciembre de 2010 Periodicidad: semestral Número de ejemplares: 700 [email protected] Comité editorial de la revista © 2009 Facultad de Derecho. Fundación Universidad Autónoma de Colombia. Bogotá D.C. Editores Diego Alejandro Baracaldo Amaya Decano Facultad de Derecho Martha Aurora Casas Maldonado Directora de posgrados de Derecho Coordinadora editorial (responsable) Dídima Rico Chavarro Comité editorial de la Facultad Francisco Trujillo Londoño (candidato Phd) Luz Dary Naranjo Colorado (Mg.) Eduardo Rodríguez (Phd) Juan Ignacio Cardona G. (est. maestría) Eliseo Eliécer Celis P. (est. maestría) Gonzalo Araque (Esp.) Martha Casas Maldonado (Candidata Phd) Dídima Rico Chavarro (Phd) Coordinadora administrativa de la revista Rosalba Torres Rodríguez (Mg.) Corrección de estilo y preparación editorial Azucena Martínez A. Comunicadora Social - Editora [email protected] Producción gráfica Soporte Editorial Calle 41 No. 26B-34 Of. 302 Telefax: 7529696 [email protected] Bogotá, Colombia Impresión La Imprenta Editores S.A. Calle 77 No. 27A-39 PBX: 2402019 [email protected] Bogotá, Colombia Los artículos publicados en esta revista expresan exclusivamente la opinión de sus autores, por consiguiente no comprometen ni reflejan la opinión de la institución. Pueden reproducirse citando la fuente. Ángel Pelayo González Torres. Phd, Universidad de Cantabria (Santander, España) Salomón Augusto Sánchez Sandoval. Phd, Universidad Nacional Autónoma de México (México D.F.) Lydia Guevara Ramírez. Phd, Universidad de La Habana (Cuba) Dra. Llum Quiñonero Hernández. Aula Feminista, Universidad de Alicante (España) Bernardo Correa López. Phd, Universidad Nacional de Colombia (Colombia) Rodolfo Arango Rivadeneira. Phd, Universidad de los Andes (Colombia) Tatiana Rincón Covelli. Phd, Universidad del Rosario (Colombia) Bernardo Díaz. Phd, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja (Colombia) Dra. Dídima Rico Chavarro. Phd, Universidad Autónoma de Colombia Comité científico Dr. Carlos Gaviria Díaz Universidad Santo Tomas, Universidad de Antioquia (Colombia) Dr. Óscar José Dueñas Ruiz (Mg.) Universidad del Rosario (Colombia) Dr. Jorge Arenas Salazar Universidad Nacional de Colombia (Colombia) Dra. Beatriz Botero Botero (Phd) Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) Dr. Rubén Alberto Duarte Cuadros Universidad Autónoma de Colombia, Universidad Libre de Colombia (Colombia) Dr. Pablo Guadarrama González (Phd) Universidad Central de Las Villas, Santa Clara (Cuba) Dr. Aroldo Quiroz Monsalve (Mg.) Universidad Católica - Universidad Nacional de Colombia Dra. Gloria Cuartas Montoya Investigadora Universidad Autónoma de Colombia Asesora Secretaría Desarrollo Económico Alcaldía de Bogotá Pares externos Dr. Juan Ricardo Aparicio Cuervo (Phd) Universidad de los Andes Dr. Ricardo Sánchez Ángel (Phd) Universidad Nacional. Universidad Libre Dr. Carlos Roberto Solórzano Garavito (Mg.) Universidad Católica de Colombia. Universidad Sergio Arboleda Dr. Diego Vivas Tafur (Mg.) Escuela Superior de Administración Pública -ESAP Dr. Luis Gonzalo Lozano Pacheco (Mg.) Universidad Libre de Colombia Dr. Jaime Alberto Sepúlveda (Mg.) Universidad Javeriana Dr. Nattan Nisimblat (Mg.) Universidad San Martín. Universidad del Rosario Contenido Editorial 4 Investigación de grupos y líneas Responsabilidad del Estado colombiano frente al derecho a la reparación en el Sistema Interamericano de los Derechos Humanos: protección y garantía Deissy Motta Castaño 10 El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz Dídima Rico Chavarro 40 ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000 Aleyda Ulloa Ulloa 62 Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos. Una propuesta de marco conceptual para la Maestría en Derecho Julio Armando Rodríguez Ortega 78 Formación para la investigación Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa Agustín Uribe Ruiz 96 Los derechos humanos y la Jurisdicción Especial Indígena Jorge Castro 114 La realidad frente a la Jurisdicción Especial Indígena Luisa Carolina Figueroa Rueda, Luis Francisco Ramos Fernández 122 Investigación externa Qué pasa con el franquismo en España Llum Quiñonero 128 Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario, resolución pacífica del secuestro­ Ana Caterina Heyck Puyana La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público. La calidad deliberativa del discurso sobre la Ley de Justicia y Paz en los medios masivos y su impacto en la aplicación de la misma Julia María Fernanda Cárdenas y Jens Hartmann 138 158 Investigación y análisis jurisprudencial La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna Carlos Gaviria Díaz 174 Intervenciones corporales y derechos fundamentales: límites Óscar Augusto Toro Lucena 188 El pensamiento ancestral y el pensamiento constitucional en la región Andina Jaime Cruz Rincón 200 Revista Criterio Jurídico Garantista. Lineamientos generales Rosalba Torres Rodríguez 209 Editorial Producción y fortalecimiento de la cultura investigativa E l esfuerzo de continuar con la publicación seriada y arbitrada de la revista, es un desafío para la Facultad de Derecho, empeñada en dar visibilidad a la producción investigativa y pedagógica del cuerpo de profesores, así como de los vínculos con juristas y académicos de otras universidades nacionales e internacionales que presentan sus resultados y productos de investigación para su socialización y discusión. En este número se publican artículos que tienen en común contenidos en campos propios del Derecho y el garantismo. Algunos corresponden a las ponencias, resultado de investigación, de eminentes académicos adscritos a los grupos de investigación, que participaron en los eventos que la Facultad realizó durante el segundo semestre del año 2010 y que culminó con el Segundo Congreso Internacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, así como con el Primer Concurso Interno de Semilleros en Derechos Humanos, en el que tomaron parte 17 semilleros de investigación. Al final del evento la Universidad, en ceremonia especial, hizo entrega de media beca a los integrantes del semillero ganador del concurso y de diplomas de reconocimiento a los diez grupos de investigación de la Facultad categorizados por Colciencias en el 2010. La iniciativa de promover desde la Universidad la cultura de paz y la democracia en la ciudad, en el marco de los derechos humanos, se concretó en el lanzamiento de la cátedra: Investigación para la Educación, la Democracia y la Paz, la cual, entre otros, contó con la participación del ex magistrado de la Corte Constitucional Carlos Gavíria Díaz, y el constitucionalista y profesor de la Universidad de los Andes, Rodolfo Arango. Aquí publicamos, por su relevancia, la ponencia del doctor Carlos Gaviria: La democracia en Grecia clásica y su relación con Criterio jurídico garantista 6 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 la democracia moderna, la cual responde a su investigación sobre este tema de vital importancia para el campo de los derechos humanos. Incluimos también, por la misma razón, la ponencia de la escritora española Llum Quiñonero, quien hace una descripción reconstructiva de la memoria histórica del franquismo en España. Entre los informes de resultados de proyectos de los grupos de investigación se presentan: el de los alemanes Julia María Fernanda Cárdenas y Jens Hartmann, quienes como parte de los trabajos para potenciar su investigación organizaron con estudiantes del Programa de Derecho, un semillero con el tema: La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público, en desarrollo del cual se analiza la calidad deliberativa del discurso en los medios masivos de comunicación y el impacto en la aplicación de dicha ley; el de Luisa Carolina Figueroa y Luis Francisco Ramos: La realidad frente a la Jurisdicción Especial Indígena, así como el de Jorge Castro: Los derechos humanos y la Jurisdicción Especial Indígena, ambos en el marco de la investigación adelantada por el semillero Promoción y Desarrollo de la Jurisdicción Especial Indígena. Sobra decir que el contenido de Criterio Jurídico Garantista corresponde a productos de investigación de grupos y semilleros de nuestra Facultad, expuestos en diversas modalidades (informes, ponencias, artículos), y esto excusa que no nos detengamos aquí en cada uno de ellos. A propósito de los veinte años de la Constitución Política colombiana En el contexto social enmarcado por la crisis política que atravesó nuestro país en los años 80 y principios del 90, y fruto de una serie de consensos, emergió la Asamblea Nacional Constituyente, integrada por un grupo de personas de las más Editorial 7 variadas tendencias políticas, sociales y culturales, quienes enfocaron sus esfuerzos en la creación de la Constitución Política de 1991 como un proyecto de reivindicación social que tenía como ideal recuperar y construir la legitimidad y aceptación del régimen político en Colombia, permitiendo el pluralismo ideológico, con una gran inclinación social y humanista, basada en un pacto social. La promulgación de la Carta Política a finales del siglo XX y dada la importancia social y la trascendencia jurídica que ha tenido el desarrollo de la Constitución, motivó el interés por parte de los miembros de nuestra comunidad universitaria y en especial de la Facultad de Derecho en desarrollar la labor reflexiva acerca del impacto de la Carta en la comunidad, los logros obtenidos en materia social, y su desarrollo legal y constitucional, teniendo en cuenta que la Universidad Autónoma de Colombia desde sus inicios, ha dirigido sus esfuerzos al desarrollo del Estado social de derecho a través de la formación académica e investigativa. La Decanatura de la Facultad ha programado una serie de conferencias a través de diálogos y coloquios cuya intención es analizar el estado actual del constitucionalismo colombiano, en comparación con las tesis expuestas por la Asamblea Nacional Constituyente, y de esta manera establecer si a pesar de las reformas que se han introducido en estos veinte años se cumplen los fines propuestos. En ese marco y como parte de las acciones de extensión en el segundo semestre del 2011 se realizarán diplomados, entre ellos: Derechos Humanos, Contratación Estatal, Responsabilidad Civil, Derecho Electoral, Derechos de Autor, Sistema Acusatorio, teoría y pruebas. De esta manera la Fundación Universidad Autónoma, hace presencia en el escenario académico nacional con aportes a la Criterio jurídico garantista 8 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 sociedad mediante el análisis y reflexión del Estado Constitucional Colombiano, con la participación no solo de nuestros docentes, sino de reconocidas personalidades académicas y políticas, e incluso de los estudiantes que en los diferentes semilleros se han dado a la tarea de reflexionar en torno al constitucionalismo colombiano y sus diferentes problemáticas, considerando la importancia de desarrollar las teorías garantistas en el marco del derecho constitucional, atravesadas por el respeto y garantía de la división de poderes públicos, la democracia y los derechos fundamentales como fines misionales del Estado social de derecho. Agradecemos la participación de los grupos de investigación de la Facultad en el proceso de producción y fortalecimiento de la cultura investigativa y a todos los articulistas y árbitros por su colaboración. Así mismo invitamos a los profesores a publicar el fruto de su conocimiento en el próximo número de Criterio Jurídico Garantista. Diego Alejandro Baracaldo Amaya Decano Facultad de Derecho 9 Criterio jurídico garantista 10 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Responsabilidad del Estado colombiano frente al derecho a la reparación en el Sistema Interamericano de los Derechos Humanos: protección y garantía1 Deissy Motta Castaño* RESUMEN ABSTRACT El Estado social de derecho está fundado “en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas”, por tanto, no se pueden desconocer los derechos patrimoniales y extra patrimoniales de los particulares cuando son amenazados o vulnerados por una determinada conducta estatal; es así como se parte de este precepto fundamental para desarrollar el tema de la responsabilidad del Estado, basado en los principios constitucionales y legales frente al Sistema Interamericano de los Derechos Humanos. We live in a Social State of law founded “on respect for human dignity, at work and the solidarity of the people”, therefore, can not ignore the economic rights of individuals when they are threatened or violated by a particular State conduct, so as we assume this fundamental principle to develop the issue of the responsibility of the State based on the constitutional and legal principles. KEY WORDS: research report, responsibility of State, principles, legal standards, human rights. PALABRAS CLAVE: informe de investigación, responsabilidad del Estado, principios, normas legales, derechos humanos. Fecha de recepción: octubre 9 de 2010 Fecha de aceptación: noviembre 17 de 2010 1. Artículo producto del informe final del trabajo de investigación Responsabilidad extracontractual del Estado colombiano por violación a los derechos humanos, realizado por la autora y el grupo de investigación “Derecho público horizonte autónomo” (Colciencias: Categoría D). * Magistra en Estudios Políticos de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, D.C., Colombia). Magíster en Derechos Humanos, Estado de Derecho y Democracia en Iberoamérica, de la Universidad de Alcalá (Madrid, España). Especialista en Derecho Público y abogada de la Universidad Autónoma de Colombia; directora del grupo de investigación “Derecho público horizonte autónomo” (Colciencias: Categoría D, CvLAC y GrupLAC, Código: COL0045363). Docente de la Universidad Autónoma de Colombia, Universidad Libre (docente ocasional). Diplomados en Derecho Internacional de los Derechos Humanos con énfasis en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (formador de formadores); docencia universitaria, investigaciones, juez en el XII y el XV Concurso Interamericano de Derechos Humanos realizado en American University Washington Collage of Law, Center for Human Rights and Humanitarian Law en EE.UU. (2007 y 2010). Participante en el III Encuentro Internacional de Investigadores Conocimiento, Innovación y Desarrollo Humano, organizado por Colciencias, Bogotá (2006); participante en el 1er. Congreso Interamericano de Derechos Humanos 2007, en el marco del XXXI Período Extraordinario de Sesiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; asesora del Ministerio de Defensa. [email protected]. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 11 Introducción Colombia, como Estado parte de la Organización de los Estados Americanos (oea), también hace parte del tratado por medio del cual se aprueba la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José, el cual obliga a acatar las disposiciones relacionadas con la competencia tanto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (leyes 16 de 1972 y 288 de 1996). En efecto, el artículo 93 de la Constitución Política, dispone que los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos, prevalecen en el ordenamiento interno. Es así como el Estado colombiano aceptó el bloque de constitucionalidad compuesto por normas constitucionales y por tratados internacionales de derechos humanos de que trata el mencionado artículo, entre ellos, la Convención Americana de Derechos Humanos. Con fundamento en la anterior disposición constitucional (artículo 93) y en atención a que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a través de su jurisprudencia, y la Comisión Interamericana, mediante sus recomendaciones, interpretan y desarrollan los contenidos de la Convención Americana de Derechos Humanos, y los diferentes instrumentos ratificados por los Estados, en cuanto a la protección de los lineamientos que se trazan en dichos fallos y recomendaciones deben ser tenidos en cuenta por los diferentes operadores jurídicos de los Estados Parte. Así también lo dispone el artículo 1º de la Ley 288 de 1996: El Gobierno Nacional deberá pagar, previa realización del trámite de que trata la presente Ley, La reparación comprende, pues, las medidas que tienden a hacer desaparecer los efectos de la violación cometida. Su naturaleza y su monto dependen del daño ocasionado tanto en el plano material como en el moral. las indemnizaciones de perjuicios causados por violaciones de los derechos humanos que se hayan declarado, o llegaren a declarase (sic), en decisiones expresas de los órganos internacionales de derechos humanos... Por consiguiente, los tratados internacionales como la Convención Americana de Derechos Humanos, incorporada al derecho interno a través de la Ley 16 de 1972 e incluida en el bloque de constitucionalidad, son obligatorios para el Estado colombiano al tener el mismo rango que una norma constitucional y prevalecer sobre el ordenamiento interno, el cual se debe analizar a la luz de las interpretaciones realizadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, respecto de los derechos humanos. En materia de violación de derechos humanos, la Ley 288 del 5 de julio de 1996, por la cual se establecen instrumentos para la indemnización Criterio jurídico garantista 12 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 de los perjuicios causados a las víctimas de violaciones de derechos humanos, de conformidad con lo dispuesto por los órganos internacionales de derechos humanos, introdujo el procedimiento a seguir para efectos de la conciliación prejudicial y judicial en estos casos especiales, que no siguen la normativa tradicional. Estado obligado, invocando para ello disposiciones de su Derecho Interno. Al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado surge la responsabilidad internacional de éste por la violación de una norma internacional, con el consecuente deber de reparación, y el deber de hacer cesar las consecuencias de la violación. En este artículo de investigación la autora presenta un análisis sobre la responsabilidad extracontractual del Estado colombiano por violación a los derechos humanos. La reparación comprende, pues, las medidas que tienden a hacer desaparecer los efectos de la violación cometida. Su naturaleza y su monto dependen del daño ocasionado tanto en el plano material como en el moral. La reparación no puede implicar ni un enriquecimiento ni un empobrecimiento para la víctima o sus sucesores2. El derecho a la reparación en el Sistema Interamericano de Protección y Garantía El concepto de reparación en la jurisprudencia interamericana La reparación es el término genérico que comprende las diferentes formas como un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en que ha incurrido restitutio in integrum: indemnización, satisfacción, garantías de no repetición, entre otras. La obligación de reparar, establecida por los tribunales internacionales, se rige, como ha sido aceptado universalmente, por el Derecho Internacional en todos sus aspectos: alcance, naturaleza, modalidades y la determinación de los beneficiarios, nada de lo cual puede ser modificado por el El Pacto de San José y la obligación de reparar La obligación del Estado de reparar surge de la infracción de sus obligaciones internacionales. El Sistema Interamericano pretende remediar la situación de las víctimas de un caso particular, así como ser una herramienta de utilidad para resolver los problemas estructurales o sistemáticos que permitieron las violaciones denunciadas e impidieron la tutela oportuna de los derechos. Por esta razón, las medidas de reparación, en el ámbito interamericano, comprenden tanto aquellas que buscan garantizar que los hechos no se repitan –garantías de no repetición– como aquellas que buscan indemnizar económicamente los daños materiales y morales –medidas de compensación–3. 2. coridh, Caso Blake vs. Guatemala. Reparaciones (art. 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), Sent. de 22 de enero de 1999, Serie C, No. 48, párrs. 31-34. 3. Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (cejil), “Las reparaciones en el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”, Gaceta, No. 22, 2004, p. 1. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 13 Las medidas de reparación ordenadas por la Corte buscan el resarcimiento integral de las consecuencias que la violación produjo. En primer lugar, mediante la plena restitución de los derechos violados (restitutio in integrum), que se obtiene con el restablecimiento de la situación anterior a la violación, cuando ello es posible, adecuado y suficiente. En la mayoría de casos, la restitución ha sido imposible debido a que las víctimas habían sido desaparecidas, ejecutadas o torturadas. La reparación integral se logra, entonces, con medidas que brinden a las víctimas una satisfacción más allá de lo económico, como el reconocimiento de la responsabilidad internacional del Estado, las peticiones de perdón y disculpa, los actos de desa­ gravio, las becas de estudio; así como con medidas orientadas a evitar la repetición en el futuro de hechos de esa naturaleza –cambios legislativos, investigación y sanción de los responsables de los hechos, educación en Derechos Humanos de funcionarios estatales, implementación de un registro de detenidos, entre otras–. La reparación integral incluye también el pago de una indemnización que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha otorgado como medida de compensación económica del dolor sufrido, de los perjuicios patrimoniales generados y de los gastos realizados como consecuencia de las violaciones y la búsqueda de amparo de los derechos4. Inscritas en esta amplitud, las medidas de reparación ordenadas por la Corte Interamericana, además de responder a solicitudes de los peticiona- 4. Ibíd. 5. Ibíd. 6. Ibíd., p. 2. rios, han atendido la magnitud de los sufrimientos causados a las víctimas con las violaciones de Derechos Humanos cometidas por sus Estados. En la etapa del procedimiento internacional ante la Comisión, sobre todo en el marco de soluciones amistosas, también se han dado importantes avances en materia de reparación de las víctimas; así lo ilustran algunos casos como el litigio del caso Verbitsky, el cual permitió que en Argentina se eliminara del Código Penal la figura del desacato5. Tanto los desarrollos conceptuales de los órganos del sistema en materia de reparaciones como la variedad y creatividad de las medidas ordenadas a los Estados son de gran importancia y representan un significativo avance hacia la efectiva vigencia de los Derechos Humanos en nuestro continente. El Sistema Interamericano ha elaborado un concepto de reparaciones mucho más rico y amplio que el desarrollado por el Derecho Interno de la mayoría de los países del continente, en los que normalmente las reparaciones se agotan en el pago de una indemnización por los daños materiales y morales. Para lograr un cabal cumplimiento de las obligaciones adquiridas por los Estados bajo la Convención Americana, se impone que las autoridades administrativas, judiciales y legislativas de los países tengan en cuenta estos criterios al momento de adoptar políticas públicas o de tomar decisiones sobre casos individuales, y que las víctimas o sus representantes reclamen la aplicación de estos criterios en el Derecho Interno6. Criterio jurídico garantista 14 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 El artículo 63 de la Convención Americana de Derechos Humanos La disposición aplicable a las reparaciones en el Sistema Interamericano de Protección a los Derechos Humanos (sidh) es el artículo 63.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos que prescribe lo siguiente: Artículo 63. Derecho a Indemnización: 1. Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en esta Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada. La obligación contenida en el artículo 63.1 de la Convención es de Derecho Internacional y éste rige todos sus aspectos como, por ejemplo, su extensión, sus modalidades, sus beneficiarios, etc. Por ello, las medidas de reparación imponen obligaciones de Derecho Internacional que no pueden ser modificadas ni suspendidas en su cumplimiento por el Estado obligado, invocando para ello disposiciones de su Derecho Interno. El artículo 63.1 de la Convención distingue entre la conducta que el Estado responsable de una violación debe observar desde el momento de la sentencia de la Corte y las consecuencias de la actitud del mismo Estado en el pasado, o sea, mientras duró la violación. En cuanto al futuro, el artículo 63.1 dispone que se garantice al lesionado el goce del derecho o de la libertad conculcada. Respecto del tiempo pasado, esa prescripción faculta a la Corte a imponer una reparación por las consecuencias de la violación y una justa indemnización. La cidh interpreta el artículo 63.1 de la Convención en el sentido de que instituye como regla la obligación de restablecer el statu quo ante. La Comisión se refiere a la integrum restitution a la que parece tomar como sinónimo del restablecimiento del statu quo ante7. Las complicaciones de la norma han suscitado una constante reflexión jurisprudencial que permite hacer luz donde hay algunas sombras y construir, a fuerza de sentencias, un corpus sobre las reparaciones. A éste han llegado, desde luego, las enseñanzas de la jurisprudencia formada por otros órganos internacionales, frecuentemente acogida por la Corte Interamericana, y de una copiosa doctrina. Es interesante advertir cómo se avanza en el espacio de las reparaciones en cada nueva sentencia que dicta la Corte sobre la materia, e incluso en las resoluciones de fondo. En un primer momento, la Corte identificó sus sentencias sobre resarcimiento con el rótulo de “Indemnización compensatoria” –así, en los casos Velásquez Rodríguez, sentencia del 21 de julio de 1989, y Godínez Cruz, sentencia de la misma fecha–. Posteriormente, la Corte optó por referirse a “Reparaciones” y sostener que la reparación es un “término genérico que comprende las diferentes formas como un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en que ha incurrido”8. 7. coridh, Caso Aloeboetoe y otros vs. Surinam. Reparaciones (art. 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), sent. de 10 de septiembre de 1993, Serie C, No. 15, párrs. 43-49. 8. coridh, Caso Garrido y Baigorria, Reparaciones, párr. 41. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 15 El contenido de la reparación en el trámite interamericano La violación es hipótesis normativa acreditable y declarable; la reparación es la consecuencia jurídica de aquella. La naturaleza y las características de la primera determinan las de la segunda, que también se puede y se suele expresar en términos diferentes: así, la reparación reflejará la naturaleza del bien lesionado o asumirá otro carácter, siempre compensatorio. Como se ha dicho, la Corte ha sostenido que la reparación es un “término genérico que comprende las diferentes formas como un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en que ha incurrido”. Por ello, la reparación comprende diversos “modos específicos” de reparar, que “varían según la lesión producida”9. En un plano ideal, lo deseable sería que no hubiese violación y todo corriera en el cauce regular de la licitud. Bajo esta lógica, el remedio idóneo, cuando se ha presentado una violación, es restituir las cosas al estado que guardaban antes de que aquella ocurriera, en otros términos, negar jurídica y fácticamente la negación del derecho y restaurar su afirmación en los hechos. A ese desideratum atendería la restitutio in integrum, que se atuviese al ambicioso sentido literal de esta expresión, tomada del Derecho Romano. Sin embargo, restituir las cosas al estado que guardaban, estrictamente, no sólo es improbable, sino también imposible, porque la violación, con resultados materiales o La Corte ha sostenido que la reparación es un “término genérico que comprende las diferentes formas como un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en que ha incurrido”. Por ello, la reparación comprende diversos “modos específicos” de reparar, que “varían según la lesión producida”. formales –alteración de la realidad o afectación del Derecho–, constituye un imborrable dato de la experiencia: ocurrió y dejó cierta huella, material o jurídica, que no es posible desconocer. Así, la absoluta restitutio sería, más que una reparación, un milagro. Por ello es que cuando se ha querido precisar el alcance de la restitutio se acepta, inexorablemente, que a la virtud naturalmente restitutoria de ésta –el supuesto restablecimiento de la situación anterior– se añada la eficacia resarcitoria por la vía de la reparación de las consecuencias de la infracción y del pago de indemnizaciones como compensación por los daños patrimoniales y extrapatrimoniales causados10. La Corte Interamericana se ha ocupado con detalle de estas cuestiones. Ha sostenido –como lo ha hecho otra jurisprudencia– que la restitutio in integrum es un modo de reparar, pero no el único 9. coridh, Caso Garrido y Baigorria. Reparaciones, párr. 41; y Caso Castillo Páez, Reparaciones, párr. 48. 10. coridh, Caso Velásquez Rodríguez, Indemnización compensatoria, párr. 26; y Caso Godínez Cruz, Indemnización compensatoria, párr. 24. Criterio jurídico garantista 16 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 practicable, precisamente porque en numerosos casos deviene, ella misma, impracticable: por ser imposible, insuficiente o inadecuada11. No es factible –ha dicho la Corte empleando una figura– borrar todas las consecuencias de un hecho ilícito: piénsese en la piedra que se arroja a un estanque; produce ondas concéntricas cada vez más alejadas de su eje, efectos cercanos y remotos, estos últimos serán inaccesibles. “Obligar al autor de un hecho a borrar todas las consecuencias que su acto causó es enteramente imposible porque su acción tuvo efectos que se multiplicaron de modo inconmensurable”12. La reparación se deberá dirigir a los efectos inmediatos, y habrá de abarcarlos, por cierto, sólo en la medida en que se hallen jurídicamente tutelados13, o dicho de otra manera, en la medida en que los bienes sobre los que esos efectos recaen se encuentren jurídicamente protegidos, y justamente para reafirmar la protección de la norma general –la Convención– por medio de la afirmación específica de la norma particular –la sentencia judicial–14. Hay diversas clasificaciones de la reparación, tomando en cuenta el contenido que ésta tiene en cada caso. Ya se dijo que el ideal es la restitutio in integrum. Por ende, se procurará que las reparaciones dispuestas por la Corte o acordadas por las partes se aproximen en la mayor medida posible a una restitución integral: garantía de los derechos y libertades conculcados, reposición de las cosas al estado en el que se encontraban, alivio o restauración de los bienes jurídicos injustamente afectados –tomando en cuenta las características de éstos–, reducción de las consecuencias lesivas o peligrosas, compensación por los efectos que sea imposible cancelar o excluir de otra manera y evitación de reiteraciones. Todo ello genera diversas vertientes o especies reparadoras. Un ensayo de sistematización de las reparaciones consideradas por la Corte Interamericana –entre los muchos ensayos que se han hecho sobre el asunto general de la reparación–, permitiría clasificarlas en las siguientes categorías, que es posible estudiar separadamente sin perjuicio de sus estrechas conexiones internas: garantía actual y futura, devolución, reposición, sustitución, indemnización, satisfacción, anulación y prevención15. A. Garantía actual y futura El apartado 1 del artículo 63 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (cadh) distingue entre garantías y reparaciones. Aunque las garantías sugieren la adopción de medidas precautorias destinadas a evitar daños a las personas, no se deben confundir con tales medidas. En efecto, el apartado 2 del mismo precepto contiene el 11. coridh, Caso Aloeboetoe. Reparaciones, párr. 49. 12. Ibíd., párr. 48. 13. Ibíd., párr. 49. 14. coridh. Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi” (llevado a cabo entre el 23 y 24 de noviembre de 1999), 2003, pp. 141-142. 15. Ibíd., pp. 142-143. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 17 régimen específico de las llamadas “medidas provisionales”, que son, precisamente, esas medidas precautorias o cautelares que pueden actualizarse independientemente de que exista proceso –como cuando el caso se encuentra en sede de la Comisión Interamericana, antes del envío a la Corte (art. 63.2)–, mientras que las garantías se vinculan expresamente al supuesto en que la Corte “decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos por (la) Convención”. Evidentemente, esto ocurre cuando existe sentencia declarativa sobre el fondo, sea que la garantía se adopte en esta misma, sea que se haga en un momento posterior, como pudiera ser el relativo a las reparaciones16. En ejercicio de la facultad que le atribuye la primera parte del artículo 63.1 –que es consustancial a su misión de fondo–, la Corte “dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados”. Nótese el carácter imperioso de la expresión “dispondrá que se garantice”, a diferencia del menos terminante que se utiliza inmediatamente después, cuando se alude a las reparaciones: “Dispondrá asimismo, si ello fuere procedente, que se reparen las consecuencias [...]”. Queda claro que si hubo violación, así declarada por la Corte, lo primero que corresponde hacer –necesariamente y como natural consecuencia del hecho acreditado y declarado y de la función que cumple el Tribunal– es ordenar que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. De no ser así, la Corte dejaría de lado su función esencial de tutela de los Derechos 16. Ibíd., p. 143. 17. Ibíd., p. 143. 18. Ibíd., p. 144. Humanos, tan directa e inmediata como sea posible. Apremia esa especie de restitutio, mucho más todavía que la adopción de medidas resarcitorias diferentes17. La expresión “garantice al lesionado en el goce” debe entenderse en significado más amplio, a saber, que no sólo abarque lo que se denomina “goce de un derecho”, en sentido estricto, esto es, capacidad de titularidad de aquél, sino también lo que se designa como “ejercicio de un derecho”, es decir, capacidad para realizar lo que esa titularidad entraña: desplegar el derecho en los hechos y beneficiarse efectivamente de lo que aquél significa. Esto último es, en una interpretación del precepto analizado, lo que constituiría el effet utile –alcance o aplicación adecuados– de la medida garantizadora. ¿De qué serviría, en efecto, que se asegurase el simple goce de la libertad o de la seguridad o de la propiedad, si el beneficiario no puede ejercitar esos derechos y disfrutar, en la realidad, de los bienes que implican? Garantizar un derecho o libertad conculcados significa que éstos fueron desconocidos o restringidos en perjuicio de cierta persona, su titular, y que el Tribunal dispone que se restituya a éste aquello de lo que se le había privado, o sea, en otros términos, que se repare el agravio jurídico y material cometido. De ahí, entonces, que las medidas de garantía, fundadas en la ilicitud observada en el pasado y atentas a la licitud que se quiere para el futuro, sean esencialmente medidas de reparación en beneficio del lesionado18. Criterio jurídico garantista 18 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 B. La indemnización En la teoría general de los actos ilícitos se reconoce que la indemnización constituye la reparación por excelencia. Permite compensar con un bien útil, universalmente apreciado: el dinero, la pérdida o el menoscabo de un bien diferente, que no es posible reponer o rescatar conforme a su propia naturaleza. El ejemplo más impresionante de esta compensación de un bien con otro, absolutamente distinto y ciertamente menor en la jerarquía de los bienes jurídicos, es la reparación por la pérdida injusta de la vida. En este caso, la reparación adquiere, fundamentalmente, la forma de una indemnización pecuniaria19. Al respecto, conviene observar dos principios formulados por la Corte Interamericana. Primero, puesto que se trata, bajo la fórmula del artículo 63, de reparar las consecuencias de la medida o situación violatorias y de proveer una justa indemnización a la parte lesionada, ésta debe proveerse en “términos suficientemente amplios para compensar, en la medida de lo posible, la pérdida sufrida”20. Segundo, la indemnización tiene naturaleza compensatoria –dirigida a la víctima que ha sufrido lesión–, no carácter punitivo21. Están excluidos, por lo tanto, los llamados punitive damages, que corresponderían más a la figura de una multa que a la de una reparación. Daños y perjuicios La indemnización se refiere tanto a los daños y perjuicios materiales como a los daños morales22. En este sentido, la Corte ha recogido y desarrollado criterios generales sobre las consecuencias de los actos ilícitos. El daño material o emergente está constituido por las consecuencias patrimoniales que derivan de la violación, en forma directa: un detrimento y/o una erogación más o menos inmediatos y en todo caso cuantificables. El perjuicio lo está por el lucro perdido (lucrum cesans), la reducción patrimonial futura, la expectativa cierta que se desvanece, como consecuencia, asimismo directa, de la violación cometida23. La precisión del daño ofrece menos complejidad que la del perjuicio, que se complica sobre todo en los casos en que la víctima ha fallecido o perdido la capacidad de proveer a otras personas. La Corte ha sostenido que para determinar el lucro cesante es preciso hacer una “estimación prudente de ingresos posibles de la víctima durante el resto de su vida probable”, cuando aquella ha fallecido24. 19. coridh, Caso Aloeboetoe. Reparaciones, párr. 50. 20. coridh, Caso Velásquez Rodríguez, Interpretación de la sentencia de indemnización compensatoria, párr. 27; y Caso Godínez Cruz, Interpretación de la sentencia de indemnización compensatoria, párr. 27. 21. Ibíd., párr. 36. 22. coridh, Caso Velásquez Rodríguez, Indemnización compensatoria, párr. 39. 23. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi op. cit., p. 145. 24. coridh, Caso Velásquez Rodríguez, Indemnización compensatoria, párr. 49; y Caso Godínez Cruz, Indemnización compensatoria, párr. 47. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 19 De manera semejante se pondera la indemnización que corresponde a quien cayó en incapacidad como resultado de la violación. Apreciación prudente no es actuación discrecional25. El cálculo para establecer el lucro cesante toma en cuenta: edad de la víctima, años por vivir conforme a su expectativa vital, ingreso (salario real o mínimo vigente), inclusive adiciones legalmente previstas (por ejemplo, pago de primas) e intereses que permitan actualizar el valor del ingreso. Se ha desechado expresamente la especulación sobre ingresos asociada al comportamiento delictuoso de la víctima, en alguna etapa de su vida: es decir, la negativa a suponer determinado ingreso laboral del sujeto, en función de que probablemente se hallaría recluido como consecuencia de su conducta criminal. En contra de estas conjeturas se eleva la presunción de inocencia. Una vez realizadas esas proyecciones y obtenido su alcance en términos monetarios, se ha considerado pertinente deducir de la suma resultante cierto porcentaje (el 25%) en concepto de gastos personales de la víctima26. Por supuesto, en estos extremos se presentan problemas probatorios, como en el caso de cualquier otra pretensión. El proceso internacional tutelar de Derechos Humanos está regido por el principio de verdad histórica; en tal virtud, interesa conocer la realidad sobre la violación y sus consecuencias lesivas. Empero, no siempre es posible alcanzar la precisión que se desea. La Corte ha resuelto que procede apreciar el daño emergente como lo acon- En la teoría general de los actos ilícitos se reconoce que la indemnización constituye la reparación por excelencia. Permite compensar con un bien útil, universalmente apreciado: el dinero, la pérdida o el menoscabo de un bien diferente, que no es posible reponer o rescatar conforme a su propia naturaleza. seja la equidad, a falta de pruebas directas27. En alguna ocasión, ante la imposibilidad de conocer el ingreso efectivo de la víctima para establecer el lucro cesante, la Corte admitió también el ejercicio de la equidad y consideró, no sin voto particular discrepante, la situación real económica y social de América Latina28. Por lo que hace a los potenciales o actuales derechohabientes de la víctima, se presume, salvo prueba en contrario, que la muerte de ésta les ha generado perjuicio. No rige la misma presunción 25. coridh, Caso Aloeboetoe, Reparaciones, párr. 87. 26. coridh, Caso El Amparo, Reparaciones, párr. 28. 27. coridh, Caso El Amparo, Reparaciones, párr. 21; y Caso Neira Alegría y otros. Reparaciones, párr. 42. 28. coridh, Caso Neira, Reparaciones, párr. 50. Criterio jurídico garantista 20 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 en el caso de los dependientes: aquí se debe probar el perjuicio, acreditando la efectividad de la prestación que hacía la víctima a quienes alegan la relación de dependencia29. Daño moral En cuanto al daño moral, un tema asociado a principios de equidad, la Corte Interamericana entiende que éste proviene de los efectos psíquicos sufridos como consecuencia de la violación de derechos y libertades. Si bien es preciso probar el daño moral, sobre todo cuando se trata de personas afectivamente alejadas de la víctima –los dependientes económicos, a diferencia de los parientes cercanos, cuando hay trato familiar efectivo–, no resulta necesario hacerlo cuando ese daño es evidente, habida cuenta de que “es propio de la naturaleza humana que toda persona sometida a las agresiones y vejámenes mencionados (en el caso sujeto a la Corte) experimente un sufrimiento moral”30; esto excluye la necesidad de probar en el daño moral ciertas hipótesis, como la que se presenta cuando se trata del sufrimiento que padece una madre por la muerte de su hijo, y otros que son consecuencia de una violación muy grave. En estas hipótesis, es razonable presumir la existencia de daño moral31. Los daños y perjuicios materiales son cuantificables en términos monetarios y resarcibles en la misma forma. No así los morales, imponderables por su propia naturaleza. Sin embargo, se admite que haya resarcimiento monetario, a falta de otro mejor o en combinación con alguno más. Hay casos en que se acepta que la sentencia adversa al Estado constituye, por sí misma, una reparación adecuada para el daño moral: el sufrimiento se compensa con la satisfacción que produce el acto de justicia. No sucede tal cosa cuando es sumamente grave la violación cometida –como en el caso de violación del derecho a la vida– y muy intensos los sufrimientos causados; en tales supuestos, procede reparar el daño moral conforme lo dicte la equidad32. La virtud purgatoria de la sentencia también viene al caso cuando se trata de reparaciones que atienden, además del daño moral de la víctima o sus allegados, a otro género de afectación inmaterial, que reclama una compensación de similares ca- 29. coridh, Caso Aloeboetoe, Reparaciones, párrs. 54 y 71. 30. Ibíd., párr. 52. 31. coridh, Caso Garrido y Baigorria, Reparaciones, párr. 62. 32. coridh, Casos El Amparo, Reparaciones, párr. 35; y Caso Neira Alegría y otros, Reparaciones, párr. 56. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 21 racterísticas: exaltación del honor, del bien o de la justicia. A fin de cuentas, el daño moral se liga con la indemnización por la vía de la compensación material, y con la satisfacción, por el conducto de la compensación simbólica33. Beneficiarios Es beneficiario de la reparación patrimonial, ante todo, la propia víctima directa de la violación cometida. Si las consecuencias de la violación afectan a otras personas, lo cual ocurre principalmente, pero no exclusivamente, en caso de fallecimiento, surgen las víctimas indirectas con derecho a percibir prestaciones reparatorias, tanto patrimoniales como de otro género. En algún caso, estas víctimas indirectas devienen directas, a título de “parte lesionada”: así, como víctimas de la negación de acceso a la justicia para obtener el esclarecimiento de los hechos y la sanción de los responsables34. Hay que distinguir entre la indemnización a la que se tiene derecho bajo título propio y la que re­sulta de la sucesión de derechos. Cuando se ha generado el derecho en la propia víctima directa, aquél se transmite a los sucesores. Tal es el caso, por ejemplo, del daño moral: el sufrido por una persona con motivo de las torturas recibidas hasta el momento de su muerte, genera derecho a la indemnización, que pasa a los familiares por vía sucesoria. Explícitamente sostuvo la Corte que “el derecho a la indemnización por los daños sufridos por las víctimas hasta el momento de su muerte se transmite por sucesión a los herederos”, y que “los daños provocados por la muerte a los familiares de la víctima o a terceros pueden ser reclamados fundándose en un derecho propio”35. La identidad de los beneficiarios, distintos de la víctima directa, “debe ser resuelta en el marco del Derecho Interno”36, y en ocasiones, conforme a normas consuetudinarias, si ello es pertinente en función de la relevancia que éstas tengan para establecer los vínculos familiares bajo el concepto de la comunidad respectiva y en la medida en que no contravengan la Convención Americana37. Regularmente, se acuerda una parte (mitad o proporción menor) de la indemnización en favor del cónyuge o la compañera –o bien, compañeras–, otra parte en favor de los hijos y otra más en beneficio de otros familiares cercanos (hermanos). La falta de beneficiarios de alguna de estas categorías acrece la porción del cónyuge o de los hijos, en sus casos. Es importante precisar que el acceso a la indemnización no está subordinado a los procedimientos característicos del Derecho Interno –como declaración de ausencia o muerte, o juicio sucesorio–; por tratarse de una obligación 33. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi”, op. cit., p. 246. 34. Ídem., Caso Blake. Fondos: Resolutivos 1 y 2 y Reparaciones, párr. 38. 35. Ídem., Casos Garrido y Baigorria. Reparaciones, párr. 50 (con invocación de precedentes de la misma Corte); y Caso Castillo Páez. Reparaciones, párr. 59. 36. Ídem., Caso Caballero Delgado. Reparaciones, párr. 45. 37. Ídem., Caso Aloeboetoe. Reparaciones, párr. 62. Criterio jurídico garantista 22 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 de carácter internacional bastará con la decisión que al respecto emita la Corte Interamericana38. Es preciso asegurar, mejor aún que en el caso de adultos, la integridad y el buen pago de las reparaciones debidas. El tema se planteó bajo el concepto de “las condiciones más favorables según Medidas sobre la integridad de la indemnización la práctica bancaria” del país correspondiente. Aquella expresión fue analizada y explicada por la La Corte se ha ocupado en establecer diversas Corte en términos interesantes: “la expresión en medidas, que ya son práctica judicial uniforme, las condiciones más favorables se refiere a que todo para asegurar la integridad acto o gestión del agente de la indemnización. Una fiduciario debe asegurar de ellas corresponde a la que la suma asignada manmoneda en la que aquella tenga su poder adquisitivo El proyecto de vida se asocia debe cubrirse. En vista y produzca frutos o divial concepto de realización de la inestabilidad de los dendos suficientes para personal, que a su vez valores monetarios en la acrecerla; la frase según la se sustenta en las opciones mayoría de los países del práctica bancaria (del país que el sujeto puede tener continente, se ha creído correspondiente), indica para conducir su vida adecuado fijar ese valor en que el agente fiduciario y alcanzar el destino que dólares de los Estados Unidebe cumplir fielmente se propone. En rigor, dos de América, una monesu encargo como un buen las opciones son la expresión da dura. Desde luego, esto padre de familia y tiene la y garantía de la libertad. no significa que haya de papotestad y la obligación garse aquella precisamente de seleccionar diversos en divisa norteamericana; tipos de inversión, ya sea puede satisfacerse, de hemediante depósitos en mocho, en la moneda nacional del Estado obligado, neda fuerte como el dólar de los Estados Unidos considerando el tipo de cambio vigente en una u otras, adquisición de bonos hipotecarios, bienes plaza reconocida de comercio cambiario –Nueva raíces, valores garantizados o cualquier otro meYork, por ejemplo– al momento de efectuarse el dio aconsejable [...] por la práctica bancaria” del pago, o bien, el día anterior a esa fecha39. respectivo país40. El caso de los menores de edad beneficiarios de in­demnizaciones plantea problemas específicos. Por ello se ha dispuesto la constitución de fideicomisos cuyo patrimonio se forma con la suma co- 38. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi”, op. cit., pp. 146 y 147. 39. Ibíd., p. 148. 40. Ídem., Caso Aloeboetoe. Reparaciones, párr. 31. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 23 rrespondiente a la indemnización, establecida en las condiciones más favorables que registra la práctica bancaria. La fiduciaria deberá entregar la indemnización al menor cuando éste cumpla la mayoría de edad o contraiga matrimonio, sin perjuicio de suministrarle las cantidades necesarias para su manutención. Es posible crear una fundación supervisora del buen manejo del fideicomiso para preservar el interés de los menores, cuya operación costea el Estado, que no puede intervenir en las decisiones del organismo41. Si el Estado no cumple oportunamente la obligación de pago, la deuda principal genera intereses moratorios. En el caso de que el Estado esté dispuesto a pagar –y de hecho pague, mediante depósito bancario o creación de fideicomiso–, pero el interesado no se presente a recoger la indemnización, ésta revertirá al Estado en determinado plazo, que puede ser de diez años42. Otro supuesto para la protección de la integridad de la indemnización es el relacionado con las cargas tributarias a las que pudiera hallarse sujeto, conforme a la legislación nacional, el ingreso de cualquier persona. Si la Corte no apreciara cuidadosamente esta circunstancia, podría ocurrir que por la vía fiscal se redujera o extinguiera la indemnización. Por ello se ha resuelto que ésta se halla exenta de cualesquiera gravámenes fiscales actuales o futuros43. En rigor, no se trata precisamente de que el beneficiario –causante en términos fiscales– quede al margen del sistema tributario del Estado, sino de que no se reduzca por este concepto la indemnización debida. Por lo tanto, debe entenderse que ésta se fija en términos netos o líquidos. Correspondería al Estado, en su caso, disponer la exención o cubrir una cantidad mayor para que de ésta se deduzca el valor del gravamen y quede incólume el monto total de la indemnización. Este problema fue examinado por la Corte. Se precisó que el Estado debe adoptar los mecanismos necesarios para asegurar que no se “menoscabará el derecho de los beneficiarios de disponer de la totalidad de los montos ordenados en su favor”44. Costas Últimamente, la Corte avanzó en la consideración del tema de las costas, mencionadas por el artículo 55.1.h como posible tema de la sentencia de fondo. No se trata, por cierto, de una cuestión menor: tiene que ver con el problema del acceso a la justicia. De nada serviría un sistema muy elaborado de recursos y garantías ante los tribunales, si los particulares se vieran impedidos de llegar a él, de manera efectiva, por carecer de los recursos necesarios para tal fin. Esto, que es válido en lo que respecta a las instancias internas, lo es más todavía en lo que corresponde a las de carácter internacional. Sobra explicar los motivos45. 41. Ibíd., párrs. 103 y ss. 42. Ídem., Caso Blake. Reparaciones, párr. 71. 43. Ídem., Casos El Amparo. Reparaciones, resolutivo 3; Caso Neira Alegría y otros. Reparaciones, resolutivo 3; Caso Caballero Delgado y Santana. Reparaciones, párr. 64; Caso Blake. Reparaciones, resolutivo 4; y Caso Suárez Rosero. Reparaciones, resolutivo 4, b. 44. coridh, Caso Suárez Rosero, Reparaciones, resolutivo 2. 45. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi”, op. cit., p. 149. Criterio jurídico garantista 24 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Es verdad que la actividad de la Comisión Interamericana y de diversas organizaciones no gubernamentales alivia considerablemente el problema del acceso a la justicia, pero no lo es menos que esa intervención no basta para poner en manos de los potenciales justiciables la posibilidad de comparecer en juicio. El locus standi que el vigente Reglamento de la Corte reconoce a la víctima en la etapa de reparaciones ha servido como argumento persuasivo para explorar nuevos espacios en el asunto de las costas: la legitimación acarrea consecuencias patrimoniales. Vale pensar en las implicaciones de este asunto cuando la víctima acceda directamente a la Corte, si esto llegara a ocurrir, conforme a la natural evolución del Sistema Interamericano46. La Corte no hace condena por costas si no lo solicita el acreedor a esta prestación. En lo que concierne al alcance de aquellas, se atiende a los gastos “efectivamente realizados o causados a cargo de la víctima o sus representantes”, que significan obligaciones de cumplimiento futuro. La Corte estableció la pertinencia de: En el caso más relevante a este respecto, la Corte debió examinar y responder diversos interrogantes: etapas procesales comprendidas por el derecho a recibir costas y la obligación de pagarlas; alcance y datos a considerar para establecer razonablemente el monto de aquellas. La Corte entendió que la asistencia legal a la víctima, iniciada en el ámbito nacional, “continúa en las sucesivas instancias del sistema interamericano de tutela de los Derechos Humanos, es decir, en los procedimientos que se siguen ante la Comisión y ante la Corte, salvo cuando la víctima o sus familiares reciben asistencia jurídica gratuita”. Por ende, la condena en costas abarca las causadas en los procedimientos nacional e internacional, y dentro de éste, los seguidos ante la Comisión y ante la Vale destacar aquí dos conceptos para acotar las costas admisibles: “gastos necesarios y razonables, según las particularidades del caso”, por una parte; y características del sistema procesal tutelar de los Derechos Humanos, por la otra, que aleja o reduce la idea de lucro, frecuente en otros órdenes del enjuiciamiento48. 46. Ibíd. 47. Ibíd. 48. Ibíd. p. 150. Corte, con salvedad de los gastos hechos por otras personas, sin cargo para la víctima o asunción, por parte de ésta, de obligaciones patrimoniales frente a terceros47. apreciar prudentemente el alcance específico de las costas sobre las que verse la condena, tomando en cuenta tanto la comprobación de las mismas que se haga oportunamente, como las circunstancias del caso concreto y la naturaleza de la jurisdicción de protección de los Derechos Humanos y las características del respectivo procedimiento, que poseen rasgos propios y diferentes de los que pudieran revestir otros procesos, tanto de carácter nacional como internacional. En el examen de este asunto, la Corte desechó el método de cuota litis y puntualizó que: existen otros elementos que son más importantes para valorar la actuación de los abogados en un Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 25 proceso ante un tribunal internacional, como, por ejemplo, el aporte de pruebas que tiendan a demostrar los hechos expuestos en la demanda, el conocimiento acabado de la jurisprudencia internacional y, en general, todo aquello que permita evaluar la calidad y pertinencia del trabajo efectuado49. Por lo demás, persiste el criterio sostenido hasta ahora, en el sentido de que no procede resarcir a los órganos –Comisión y Corte– de los gastos hechos por ellos mismos, conforme a sus atribuciones específicas y de acuerdo con la mecánica de trabajo que han establecido, puesto que el financiamiento de dichos órganos corre a cargo del propio sistema, que lo enfrenta con los recursos aportados por los Estados miembros de la oea50. En materia de honorarios debidos a los abogados que asistieron a la víctima, conviene observar que la Corte ha sostenido, asimismo, que aquellos se hallan exentos de gravámenes, en los mismos términos que la indemnización pagada a la víctima. Evidentemente, lo que se quiere es evitar que las deducciones fiscales consuman los honorarios y que por este medio se desaliente la defensa de las víctimas. Se trata, a fin de cuentas, de que los abogados reciban sus honorarios “en forma íntegra y efectiva”. Por ende, el monto de las costas y los gastos ordenado por la Corte “no estará sujeto, al momento del pago, a deducción ni carga tributaria algunas”51. C. Daño al proyecto de vida El concepto de proyecto de vida fue reconocido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su sentencia de Reparaciones en el caso Loayza Tamayo contra la República del Perú. Por lo que respecta a la reclamación de daño al proyecto de vida, conviene manifestar que este concepto ha sido materia de análisis por parte de la doctrina y la jurisprudencia reciente. Se trata de una noción distinta del daño emergente y el lucro cesante. Ciertamente, no corresponde a la afectación patrimonial derivada inmediata y directamente de los hechos, como sucede en el daño emergente. Por lo que hace al lucro cesante, corresponde señalar que mientras éste se refiere en forma exclusiva a la pérdida de ingresos económicos futuros, que es posible cuantificar a partir de ciertos indicadores mensurables y objetivos, el proyecto de vida atiende a la realización integral de la persona afectada, considerando su vocación, aptitudes, circunstancias, potencialidades y aspiraciones, que le permiten fijarse determinadas expectativas y acceder a ellas52. El proyecto de vida se asocia al concepto de realización personal, que a su vez se sustenta en las opciones que el sujeto puede tener para conducir su vida y alcanzar el destino que se propone. En rigor, las opciones son la expresión y garantía de 49. coridh, Caso Garrido y Baigorria, Reparaciones, párrs. 80 y ss. 50. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi”, op. cit., p. 150. 51. coridh, Caso Suárez Rosero, Reparaciones, resolutivo 4. 52. coridh, Caso Loayza Tamayo vs. Perú, Reparaciones, sent. de 27 de noviembre de 1998, párr. 147. Criterio jurídico garantista 26 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 la libertad. Difícilmente se podría decir que una persona es verdaderamente libre si carece de opciones para encaminar su existencia y llevarla a su natural culminación. Esas opciones poseen en sí mismas un alto valor existencial. Por lo tanto, su cancelación o menoscabo implican la reducción objetiva de la libertad y la pérdida de un valor que no puede ser ajeno a las reparaciones por parte de la Corte de San José53. Para sustentar adecuadamente el deber de reparación, la Corte hizo notar que la alteración de la vida ocurre en forma injusta y arbitraria, con violación de las normas vigentes y de la confianza que (la víctima, en su calidad de persona sujeta a determinada jurisdicción nacional, ciudadano de un Estado o miembro de una comunidad nacional) pudo depositar en órganos del poder público obligados a protegerla y a brindarle seguridad para el ejercicio de sus derechos y la satisfacción de sus legítimos intereses. La reparación del daño al proyecto de vida implica una indemnización, pero no se reduce necesariamente a ésta. Puede traer consigo otras prestaciones o compensaciones, que aproximen la reparación al ideal de la restitutio in integrum, como son las de carácter académico, laboral, etc. Por ello conviene examinar este asunto en forma separada del caso general de la indemnización pecuniaria54. En la primera resolución adoptada por la Corte a propósito del daño al proyecto de vida, no hubo pronunciamiento –aunque sí voto particular– sobre la cuantía de la reparación que pudiera corresponder a la víctima. A la afirmación del concepto deberá seguir la precisión de sus consecuencias específicas55. D. Medidas de Derecho Interno Este rubro abarca diversas cuestiones, y desde luego se relaciona con la obligación de investigar y enjuiciar a los responsables de violaciones a los Derechos Humanos. En este punto se hará referencia a otras medidas, como son las concernientes a la legislación y a la jurisdicción: aquella, cuando concurre a configurar una situación incompatible con la preservación de los Derechos Humanos, y ésta, cuando surge la necesidad de realizar un acto o un procedimiento jurisdiccional compatible con la Convención, a cambio de otro que no lo es y cuya ineficacia, invalidez o insubsistencia han sido materia de resolución por la Corte Interamericana, sea que ésta lo declare expresamente, sea que lo involucre en la sentencia. Es así que estas medidas pueden significar56: 1) Reforma, abolición o derogación de normas incompatibles con la Convención57, o bien, en contrapartida, emisión de disposiciones compatibles, además de necesarias o convenientes, 53. coridh, párr. 148. 54. coridh, Caso Loayza Tamayo, Reparaciones, párrs. 147 y ss. 55. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi”, op. cit., pp. 151-152. 56. Ibíd., p. 152. 57. coridh, Caso Castillo Petruzzi, Fondo, párr. 14. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 27 como pudiera serlo, por ejemplo, la tipificación penal de una conducta ilícita, sin perjuicio de que se observe –con efectos para una resolución de improcedencia de la pretensión respectiva– que siendo deseable la tipificación, “la falta de ella no ha obstaculizado el desarrollo de los procesos que sigue la justicia (del Estado correspondiente) para investigar y sancionar los delitos cometidos en perjuicio de las personas” a las que se refiere un caso concreto58. A fin de cuentas, todas estas medidas se hallan contempladas conforme al principio del derecho de gentes –calificado como evidente: principe allant de soi–, según el cual “un Estado que ha celebrado un convenio internacional, debe introducir en su Derecho Interno las modificaciones necesarias para asegurar la ejecución de las obligaciones asumidas”. Es así que la Convención Americana estipula el deber de cada Estado Parte de adecuar su propio Derecho a las disposiciones de aquel tratado59; y 2) Liberación de una persona indebidamente detenida, como se hizo en una sentencia de fondo, considerando sin duda la impertinencia de que esa situación se prolongara hasta el momento de la sentencia sobre reparaciones60, reposición de un procedimiento penal inicialmente seguido ante tribunales incompetentes61, u observancia de los términos de una resolución jurisdiccional desatendida que estimó un recurso favorable a los Derechos Humanos de la víctima62. La pertinencia de adoptar medidas de este género tiene diversos fundamentos63: 1) La obligación que corresponde al Estado en su conjunto –como antes se dijo–, y no sólo a alguno de sus órganos. La Convención trae consigo deberes cuyo cumplimiento puede interesar los ámbitos de competencia de los poderes Legislativo y Judicial, no sólo Ejecutivo; 2) El mandamiento de los fundamentales artículos 1 y 2 de la Convención Americana, que se proyectan, en sus términos precisos, sobre el conjunto de este tratado internacional, a tal punto que las violaciones de los siguientes preceptos resultan indisociables de la violación a esos artículos iníciales. Efectivamente, el artículo 1.1 resuelve que los Estados Partes “se comprometen a respetar los derechos y libertades contenidos (en la Convención) y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción”. Y el artículo 2, que manifiesta: “los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas 58. coridh, Caso Caballero Delgado y Santana, Reparaciones, párr. 56. 59. coridh, Caso Garrido y Baigorria, Reparaciones, párr. 68. 60. coridh, Caso Loayza Tamayo, Fondo, párr. 84 y resolutivo 5. 61. coridh, Caso Castillo Petruzzi, Fondo, resolutivo 13. 62. coridh, Caso Cesti Hurtado, Fondo, resolutivo 1. 63. Ídem., Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi”, op. cit., pp. 152-153. Criterio jurídico garantista 28 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”; 3) Las facultades jurisdiccionales que corresponden a la Corte Interamericana para “conocer de cualquier caso (que le sea sometido) relativo a la interpretación y aplicación de las disposiciones” de la Convención (art. 62.3); y 4) El compromiso contraído por los Estados de “cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean partes” (art. 68.1), que obviamente abarca los diversos extremos correspondientes a las resoluciones del Tribunal, no sólo este aspecto de reparaciones. Ahora bien, la determinación que pudiera proceder a propósito de normas de carácter general se sustenta en la existencia de violaciones actualmente cometidas, esto es, de la existencia de víctimas específicas a partir de actos de autoridad apoyados en esas normas. Este tema, que ha motivado diversidad de pareceres, quedó contemplado por una opinión consultiva de 1994, en la que el Tribunal Interamericano entendió que no tiene atribuciones –a diferencia de la Comisión, que sí las tiene como promotora de la observancia y defensa de los Derechos Humanos– para “decidir, en el ejercicio de su competencia contenciosa, si una ley que no ha afectado aún los derechos y libertades protegidos de individuos determinados es contraria a la Convención”64. En esa oportunidad sostuvo el Tribunal que dicha competencia “se ejerce con la finalidad de proteger los derechos y libertades de personas determinadas y no con la de resolver casos abstractos”, y concluyó, en consecuencia, que la promulgación de una ley manifiestamente contraria a las obligaciones asumidas por un Estado al ratificar o adherir a la Convención constituye una violación de ésta y que, en el evento de que esa violación afecte derechos y libertades protegidos respecto de individuos determinados, genera responsabilidad internacional para el Estado65. En ocasiones se ha planteado el límite que representa la soberanía, a propósito del tema que aquí se examina y de otros relacionados con las obligaciones del Estado, el alcance de las demandas propuestas por la Comisión Interamericana y el ámbito para el ejercicio de la jurisdicción por parte de la Corte. Sobre este punto, que ciertamente suscita diversas consideraciones, el Tribunal se ha limitado a recordar que los Estados suscriben y ratifican la Convención precisamente en ejercicio de su soberanía, y que en el desempeño de ésta, por lo tanto, reconocen como obligatoria la competencia contenciosa de la Corte sobre los casos relativos a la interpretación o aplicación del tratado en los que aquéllos figuren como demandados66. E. Deber de justicia penal La jurisprudencia de la Corte es uniforme en el reconocimiento del deber de investigación, persecución y enjuiciamiento de quienes incurren en violación de los Derechos Humanos. Corresponde al Estado, pues, lo que se podría denominar, en sentido lato, obliga- 64. coridh, opinión consultiva OC-14/94, párrs. 49-50. 65. Ibíd. 66. coridh, Caso Castillo Petruzzi, Excepciones preliminares, párrs. 101 y 102. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 29 ción de justicia penal. De no ejercerse esta justicia, vendría por tierra el aparato nacional e internacional de tutela de los Derechos Humanos, erosionado por la impunidad. En algunas resoluciones, la Corte ha caracterizado este fenómeno, sumamente destructivo, como “la falta en su conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana”67. La Corte Interamericana no tiene atribuciones para emitir condenas penales, que se reservan a la justicia local; tampoco define la responsabilidad penal de los autores de las violaciones, pero recibe y valora pruebas que conducen a establecer la responsabilidad internacional del Estado, y, por este medio, se interna en asuntos que éste podrá recoger y ampliar para exigir las responsabilidades concretas que en el caso aparezcan. Sobra decir que esta persecución atañe tanto a la prevención de nuevas conductas ilícitas –y por ello las reparaciones pueden asumir “también el carácter de medidas tendentes a evitar la repetición de los hechos lesivos”68– como a la adopción de medidas para restablecer el imperio de los Derechos Humanos, conforme a la Convención. Se ha destacado que el deber de investigación –o más ampliamente, de justicia penal– subsiste mientras no se alcance el objetivo al que sirve, esto es, el pleno conocimiento de los hechos, la identificación de sus autores y la sanción que corresponda. El deber de que se trata ha de ser La Corte Interamericana no tiene atribuciones para emitir condenas penales, que se reservan a la justicia local; tampoco define la responsabilidad penal de los autores de las violaciones, pero recibe y valora pruebas que conducen a establecer la responsabilidad internacional del Estado, y, por este medio, se interna en asuntos que éste podrá recoger y ampliar para exigir las responsabilidades concretas que en el caso aparezcan. atendido o “cumplido seriamente y no como mera formalidad”69. La realización de actuaciones irrelevantes, inconducentes o inoportunas no absuelve de la obligación de justicia penal. Este deber no siempre se contrae al procesamiento; en ciertos supuestos puede abarcar otros extremos: así, la localización de los restos de la víctima, cuando vienen al caso la desaparición forzada y/o la privación arbitraria de la vida70. 67. coridh, Caso Paniagua Morales y otros, párr. 173; y Caso Castillo Páez, párr. 107. 68. coridh, Caso Garrido y Baigorria, párr. 41; y Caso Castillo Páez, párr. 48. 69. coridh, Caso El Amparo, párr. 61. 70. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi“, op. cit., p. 154. Criterio jurídico garantista 30 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Un tema de suma importancia en este orden de consideraciones es el relativo a la eficacia del Derecho Interno cuando éste constituye un obstáculo para la actuación persecutoria del Estado contra los violadores de Derechos Humanos. “La efectividad de las normas –ha sostenido la Corte, refiriéndose a las disposiciones tutelares de los Derechos Humanos– es de fundamental importancia en un orden jurídico y puede ocurrir que la falta de efectividad de una disposición afecte su existencia como norma jurídica”71. Este asunto, que actualiza el tema de las relaciones entre el Derecho Internacional y el Derecho Interno, ha sido materia de consideración en algunas sentencias del Tribunal Interamericano, sobre todo ante leyes calificadas como “autoamnistías”. En una sentencia de fondo72, la Corte estableció que el deber de investigar y sancionar existe “inclusive en el supuesto de que dificultades del orden interno impidiesen identificar a los individuos responsables por los delitos de esta naturaleza”. En la sentencia de reparaciones correspondiente al mismo caso se observó que entre esas dificultades del orden interno se encuentra la ley de amnistía expedida por el Estado, porque “obstaculiza la investigación y el acceso a la justicia e impide a los familiares de la víctima conocer la verdad y recibir la reparación correspondiente”73. El razonamiento del Tribunal gira en torno al artículo 25 en relación con el artículo 1.1 de la Convención. Aquél “constituye uno de los pilares básicos, no sólo de la Convención Americana, sino del propio Estado de Derecho en una sociedad democrática en el sentido de la Convención”74, y guarda relación directa con el artículo 8.1. En lo que toca al principio ne bis in idem, aún cuando es un derecho humano reconocido en el artículo 8.4 de la Convención Americana de Derechos Humanos, no es un derecho absoluto y, por tanto, no resulta aplicable cuando: i) la actuación del Tribunal que conoció el caso y decidió sobreseer o absolver al responsable de una violación a los Derechos Humanos o al Derecho Internacional obedeció al propósito de sustraer al acusado de su responsabilidad penal; ii) el procedimiento no fue instruido independiente o imparcialmente de conformidad con las debidas garantías procesales; o iii) no hubo la intención real de someter al responsable a la acción de la justicia75. Una sentencia pronunciada en las circunstancias indicadas produce una cosa juzgada “aparente” o “fraudulenta”76. Por otro lado, la Cor- 71. coridh, Caso Garrido y Baigorria, Reparaciones, párr. 70. 72. coridh, Caso Castillo Páez, párr. 90. 73. Ibíd, párr. 105. 74. Ibíd, párr. 106; igualmente, Caso Castillo Páez, Fondo, párrs. 82-83; Caso Suárez Rosero, Fondo, párr. 35; y Caso Loayza Tamayo, Reparaciones, párr. 169. 75. onu, Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, aprobado por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una corte penal internacional, Doc. A/CONF.183/9, 17 de julio de 1998, art. 20; Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, S/Res/827, 1993, art. 10; y Estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, S/Res/955, 8 de noviembre de 1994, art. 9. 76. coridh, Caso Carpio Nicolle y otros, sent. de 22 de noviembre de 2004, Serie C, No. 117, párr. 131. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 31 te Interamericana ha considerado que si aparecen nuevos hechos o pruebas que puedan permitir la determinación de los responsables de violaciones a los Derechos Humanos, y más aun, de los responsables de crímenes de lesa humanidad, pueden ser reabiertas las investigaciones, incluso si existe un sentencia absolutoria en calidad de cosa juzgada, puesto que las exigencias de la justicia, los derechos de las víctimas y la letra y espíritu de la Convención Americana desplaza la protección del ne bis in idem. Por otro lado, el Estado, para cumplir con su deber investigativo, debe garantizar que todas las instituciones públicas brinden las facilidades necesarias al tribunal ordinario que conocerá el caso y, en consecuencia, deberán remitirle la información y documentación que les solicite, llevar a su presencia a las personas que éste requiera y realizar las diligencias que les ordene77. Finalmente, el Estado debe asegurar que los familiares de la víctima o víctimas tengan pleno acceso y capacidad de actuar en todas las etapas e instancias de dichas investigaciones, de acuerdo con la ley interna y las normas de la Convención Americana78. Los resultados de las investigaciones deberán ser públicamente divulgados por el Estado, de manera tal que la sociedad pueda conocer la verdad acerca de los hechos del caso79. F. La satisfacción En sentido amplio, la satisfacción puede abarcar diversas reparaciones que tienden a compensar el detrimento de bienes no patrimoniales. En sentido más limitado, permite el deslinde entre las satisfacciones y la indemnización por daño moral, se suele aludir a ciertas medidas específicas que miran al prestigio o a la buena fama pública de las víctimas; se trata, pues, de rescatar y preservar el honor ante la propia comunidad. A ese fin obedecen las disculpas por parte del Gobierno, la construcción de monumentos en memoria de las víctimas, la imposición del nombre de éstas a calles, plazas o edificios, etc.80 A este respecto, la Corte ha considerado –al igual que la jurisprudencia de otros tribunales– que la sentencia declarativa de la responsabilidad del Estado constituye por sí misma una fuente de satisfacción adecuada; de ella se desprende que la víctima fue sometida a un trato injusto. En diversas hipótesis, ésta es una forma razonable de reivindicación social81. 77. coridh, Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, sent. de 26 de septiembre de 2006, Serie C, No. 154, párr. 156. 78. coridh, Caso de Blanco Romero y otros, sent. de 28 de noviembre de 2005, Serie C, No. 138, párr. 97. 79. coridh, Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, sent. de 26 de septiembre de 2006, Serie C, No. 154, Párr. 157. 80. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi“, op. cit., p. 156. 81. Ibíd. Criterio jurídico garantista 32 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 G. Otras medidas de reparación La Corte también ha avanzado en otras direcciones al disponer medidas de protección y desarrollo, en sentido lato, que exceden las meras indemnizaciones y su repercusión en el cuidado de aquéllas. Así ha ocurrido, sobre todo, en favor de víctimas menores de edad. En efecto, el Tribunal determinó que se rehabilitaran los menores y pusieran en operación el centro escolar y la unidad de atención médica que prestan servicios a la comunidad en la que residen las víctimas82, con la finalidad de que éstas –pero también, obviamente, muchas otras personas– cuenten con tales servicios, indispensables para su desarrollo personal, lo que también influye en el desarrollo colectivo. Éste es un supuesto en el que las reparaciones dirigidas inmediatamente a los lesionados abarcan, por su naturaleza, a un conjunto mayor de individuos, por completo ajenos a los hechos violatorios83. La supervisión de las medidas de repara­ ción en el Sistema Interamericano La Corte no puede desentenderse de la suerte que corran sus resoluciones. Para sustentar esta afirmación conviene recordar que la función jurisdiccional implica la presencia de diversos datos que se proyectan en el quehacer de los órganos res- pectivos y que son, conforme a una doctrina bien sabida: notio, vocatio, coertio, juditio y executio84. Excepcionalmente, puede quedar excluida la executio cuando se trata de equivalentes jurisdiccionales, como es el caso del juicio arbitral y el laudo con el que éste concluye. En tal hipótesis, la ley señala que la resolución del árbitro, para ser ejecutiva, debe ser homologada por el tribunal público. No ocurre nada semejante en la hipótesis de la Corte Interamericana, que reúne en su potestad todos los elementos que he mencionado, inclusive la facultad de atender la ejecución de sus resoluciones. Ahora bien, esta potestad de la Corte ofrece modalidades que deben ser cuidadosamente consideradas y que están presididas por tres principios indispensables y característicos85: 1) “El fallo de la Corte será definitivo e inapelable” (art. 67 de la Convención, seguido por el art. 29.3 del Reglamento de aquélla); 2) “Los Estados Partes en la Convención se comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean partes (en un proceso internacional)” (art. 68.1, que así recoge una expresión de la regla pacta sunt servanda); y 3) La Corte ha destacado que el cumplimiento de sus resoluciones está sujeto a la supervisión del propio Tribunal, lo mismo en sentencias de fon- 82. coridh, Caso Aloeboetoe, Reparaciones, resolutivo 5. 83. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi”, op. cit., p. 156. 84. Ibíd. 85. Ibíd., p. 157. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 33 do (Caso Castillo Petruzzi, Fondo, resolutivo 16), que en sentencias sobre reparación (Caso Garrido y Baigorria, Reparaciones, resolutivo 7). El caso se da por concluido cuando se obtiene el cumplimiento íntegro de las resoluciones de la Corte. La referencia explícita a la indemnización, derivada de la naturaleza de algunos deberes estatales, no implica la exclusión de facultades supervisoras sobre otras medidas de reparación. La propia Convención previene expresamente la ejecutabilidad de la parte del fallo que disponga indemnización compensatoria, que se hará conforme al “procedimiento interno vigente en materia de ejecución de sentencias contra el Estado”86. A diferencia de lo que ocurre en el Derecho Interno, en que el juzgador puede requerir directamente el apoyo de la fuerza pública para hacer cumplir sus determinaciones, en el orden internacional la falta de cumplimiento de las resoluciones judiciales tiene consecuencias de carácter político. En efecto, la Corte debe someter –el precepto respectivo dice, imperativamente, que “someterá”, no que “podrá someter”– a la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos –supremo órgano político de ese organismo regional– “los casos en que un Estado no haya dado cumplimiento a sus fallos”. Esta disposición constituye un apartado “especial” –destacado en la Convención– del informe que ese Tribunal rinde sobre sus labores del año anterior. El Tribunal debe señalar, a este respecto, “las recomendaciones pertinentes87. En resumen88: 1) Los Estados Partes en la Convención, que han reconocido la competencia contenciosa de la Corte, están obligados a cumplir los fallos de ésta; 2) Las resoluciones de la Corte son inmediatamente ejecutables, sin perjuicio de que se solicite la aclaración sobre sus términos, en la inteligencia de que “la demanda de interpretación no suspenderá la ejecución de la sentencia” (art. 58.4 del Reglamento); 3) La Corte posee la executio inherente a la función jurisdiccional, que tiene el alcance y los límites característicos del Derecho Internacional; 4) La ejecución de la condena a indemnización –expresamente prevista, a cambio del silencio sobre otras formas de reparación– se hará conforme al procedimiento interno relativo a la ejecución de sentencias contra el Estado; y 5) En caso de incumplimiento de algún fallo, la Corte tiene la obligación de hacerlo saber, en su informe anual, a la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, que a su vez tiene –en forma correspondiente– la obligación de conocer el informe y las recomen- 86. Convención Americana, artículo 68.2. 87. Convención Americana, artículo 65. 88. coridh, Memorias del seminario “El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el umbral del siglo xxi”, op. cit., pp. 157-158. Criterio jurídico garantista 34 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 daciones de la Corte, aunque no necesariamente la de pronunciarse conforme a éstas. Medidas específicas de reparación adoptadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos En su primera decisión sobre reparaciones, es decir, en la sentencia de indemnización compensatoria adoptada en el caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras, en julio de 1989, la Corte Interamericana ordenó, como única medida de reparación, el pago de una indemnización económica a los familiares de la víctima. Desde entonces, la Corte ha desarrollado una extensa y variada jurisprudencia sobre reparaciones89, que va mucho más allá del aspecto económico. Al interpretar las realidades de nuestro continente, la Corte ha adoptado medidas que tienden a la reparación integral de las violaciones, bajo el entendido que éstas afectan no solo a las personas individualmente consideradas sino que también lesionan fuertemente las sociedades donde las víctimas residen90. Con esta perspectiva, la Corte ha ordenado tipos de medidas como las siguientes: 1. Medidas de restitución: – Reincorporar a la víctima a su trabajo y pagarle los salarios y demás prestaciones, desde el día de la detención hasta la fecha de la sentencia de la Corte; – Asegurar el pleno goce del derecho de la víctima a la jubilación; – Asegurar que no produzcan efectos legales las resoluciones internas adversas a la víctima; – Permitir la exhibición de una película; – Ordenar que el Estado no ejecute una multa impuesta a la víctima. 2. Medidas de satisfacción y garantías de no repetición: a) En casos de desaparición forzada y ejecución extrajudicial – Localizar, identificar, exhumar los restos mortales de las víctimas y entregarlos a sus familiares; – Trasladar los restos mortales de la víctima e inhumarlos en el lugar de elección de sus familiares; – Buscar e identificar a los hijos de una persona desaparecida; – Crear un sistema de información genética; – Implementar un registro de detenidos en el que se incluya la identificación de los detenidos, el motivo de la detención, la autoridad competente, el día y la hora de ingreso y de liberación, así como la información sobre la orden de detención; – Capacitar a los miembros de los cuerpos armados y de seguridad sobre los principios y normas de protección de los 89. La jurisprudencia sobre reparaciones se encuentra tanto en las sentencias sobre reparaciones como en las de fondo. Desde la entrada en vigor de la última reforma de su Reglamento, en el 2001, observamos una tendencia de la Corte a adoptar una sola sentencia, que comprende tanto aspectos de fondo como de reparaciones. 90 Derechos Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (cejil), “Sistematización de las medidas de reparación adoptadas por la Corte Interamericana“, Gaceta, No. 22, 2004, p. 2. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 35 Una de las medidas específicas de reparación adoptadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en materia de educación consiste en reabrir escuelas y dotarlas de personal docente y administrativo para que funcionen permanentemente. Derechos Humanos y sobre los límites en el uso de las armas; – Educar a los funcionarios públicos sobre la desaparición forzada. b) En casos de pueblos indígenas – Crear un mecanismo efectivo de delimitación, demarcación y titulación de las propiedades de las comunidades indígenas, acorde con el derecho consuetudinario, y los valores, usos y costumbres de éstas. c) Para recuperar la dignidad de las víctimas – Realizar actos públicos de reconocimiento de la responsabilidad internacional del Estado; – Dejar sin efecto sentencias condenatorias producidas por los órganos judiciales de los países, por haber sido producidas con violación de los derechos protegidos por la Convención; – Anular los antecedentes judiciales, administrativos, penales o policiales que existan contra la víctima y cancelar los registros correspondientes. d) Para conservar la memoria histórica – Designar oficialmente centros educativos en honor a las víctimas, mediante ceremonia pública con presencia de los familiares y colocar en ellos placas con los nombres de las víctimas; – Erigir monumentos en honor a las víctimas, mediante ceremonia pública con presencia de los familiares y colocar en ellos placas con los nombres de las víctimas; – Darle a una plaza o calle el nombre de la víctima; – Establecer una beca de estudios con el nombre de la víctima. Criterio jurídico garantista 36 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 e) Para difundir la verdad – Publicar las sentencias de la Corte de manera total o parcial, en diarios oficiales y en diarios privados de amplia circulación nacional. f) Para establecer la verdad y la justicia – Investigar efectivamente los hechos, a fin de identificar, juzgar y sancionar a los autores materiales e intelectuales de las violaciones establecidas por la Corte; – Adoptar las disposiciones de Derecho Interno necesarias para cumplir con la obligación de investigar y sancionar; – Abstenerse de aplicar figuras como la amnistía, la prescripción y los excluyentes de responsabilidad penal que impidan la investigación y sanción; – Divulgar públicamente los resultados de las investigaciones. g) En salud y educación – Reabrir una escuela y dotarla de personal docente y administrativo para que funcione permanentemente; – Poner en operación un dispensario; – Brindar atención y tratamientos psicológicos y médicos a las víctimas y a los familiares de las víctimas; – Otorgar becas de estudios primarios, secundarios e incluso universitarios, a las víctimas y a los hijos(as) de las víctimas. 91. Ibíd., pp. 2-3. h) Legislación interna y estándares internacionales – Dejar sin efecto leyes contrarias a la Convención Americana de Derechos Humanos; – Ratificar instrumentos interamericanos que no han sido aún ratificados por el Estado, como la Convención Internacional sobre la Imprescriptibilidad de Crímenes de Lesa Humanidad; – Adoptar legislación para proteger derechos consagrados en la Convención Americana –ej., tipificar las ejecuciones extrajudiciales o la desaparición forzada en el Derecho Interno. i) Medidas de indemnización compensatoria – Indemnización por daño material, que comprende el lucro cesante y el daño emergente; – Indemnización por daño moral, que está comprendida dentro del daño inma­ terial91. Las anteriores consideraciones permiten entonces diferenciar dos escenarios al interior del derecho de la reparación, los cuales pueden ser expresados en los siguientes términos: i) los relativos a los restablecimientos de daños antijurídicos derivados de violaciones a Derechos Humanos; ii) los referentes al resarcimiento de daños antijurídicos emanados de lesiones a bienes o intereses jurídicos que no se refieran a Derechos Humanos. Responsabilidad del estado colombiano frente al derecho a la reparación... 37 La anterior distinción permite establecer, en el marco del Derecho Interno, qué efectos genera el pronunciamiento de un organismo o un tribunal internacional que juzgue los hechos en los cuales se controvierta la responsabilidad del Estado por violaciones a Derechos Humanos. Adicionalmente, servirá para determinar en el caso de las acciones constitucionales con qué potestades cuenta el juez nacional para hacer cesar la amenaza o vulneración del correspondiente derecho. dichas disposiciones prevalecen sobre cualquier otra norma o regla de derecho vigente, en los términos del artículo 93 de la Carta Política, en tanto se dispone que: Conclusión En ese contexto, y si es claro que prevalece la regulación internacional que reconoce y regula Derechos Humanos, a nivel normativo e interpretativo, frente al sistema interno, es ostensible que el juez de lo contencioso administrativo cuenta con diversas herramientas e instrumentos dirigidos a asegurar la reparación integral derivada del quebrantamiento de Derechos Humanos, cuando quiera que sean sometidas a su consideración, con miras al resarcimiento del perjuicio. En lo que respecta a la competencia a nivel del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos se conciben con efectos de fuerza vinculante frente al ordenamiento interno y, por consiguiente, es imperativo que las autoridades nacionales acaten, en todos los ámbitos, los efectos de ese pronunciamiento. De allí que la labor del juez de lo contencioso administrativo, tratándose de los procesos que se formulen para su conocimiento, con ocasión de la vulneración o trasgresión de Derechos Humanos, es la de un funcionario dinámico, con amplias facultades resarcitorias y de restablecimiento, suministradas éstas por el propio ordenamiento jurídico interno e internacional, encaminadas a que se obtenga una verdadera reparación integral del daño derivada de ese quebrantamiento. La jurisprudencia contencioso administrativa en Colombia debe ajustarse con los lineamientos que le son trazados por los principios y la regulación contenida en la Constitución Política y en el ordenamiento jurídico, como quiera que Los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los Derechos Humanos y que prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden interno. Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre Derechos Humanos ratificados por Colombia. Por lo tanto, es deber del juez en estos eventos no sólo limitarse a decretar indemnizaciones monetarias –a partir de la aplicación de bases y criterios actuariales–, sino que su obligación es integrar las medidas con que cuenta a partir del ordenamiento jurídico interno en su plenitud, como del internacional, con miras a que el restablecimiento derivado de una vulneración a los Derechos Humanos sea materializado. Así las cosas, los jueces de lo contencioso administrativo y los tribunales constitucionales, a nivel interno, deben procurar el pleno y completo restablecimiento de los Derechos Humanos de los que tengan conocimiento, como quiera que esa es su labor, con el propósito, precisamente, de evitar que los tribunales de justicia Criterio jurídico garantista 38 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 internacional de Derechos Humanos, en el caso concreto de Colombia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como tribunal supranacional, tenga que desplazar a la justicia interna en el cumplimiento de los citados propósitos. BIBLIOGRAFÍA Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (cejil). (2004). Las reparaciones en el Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos. Gaceta, No. 22. Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera. Sentencia del 6 de septiembre de 2001, exp. 13.232-15.646. 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In this essay we present the context in which it develops the process of truth and justice in the framework of the Law of Justice and Peace, the new forms as the paramilitarism presented today as criminal gangs (Bacrim), successor to the paramilitary or neoparamilitarismo, as well as the results and analysis of the state of the processes that people who have responded to the Justice and Peace Law to November 30 2010 and deal with impunity. PALABRAS CLAVE: informe de investigación, paramilitarismo, Ley de Justicia y Paz, estado de los procesos, impunidad, ensayo. PALABRAS CLAVE: research report, paramilitarism, Act for Justice and Peace, state of the processes, impunity and testing. Fecha de recepción: noviembre 2 de 2010 Fecha de aceptación: noviembre 30 de 2010 1 Artículo basado en el informe final del trabajo de investigación adelantado por el grupo Estudios Político Normativos y de Derechos Humanos (Colciencias, categoría D), conformado por Gloria Cuartas, Ruth Vargas y Maritza Barreto, y coordinado por Dídima Rico Chavarro. * Doctora en Derechos Fundamentales, Universidad Carlos III de Madrid; especialista en Derecho Penal, Universidad Nacional; profesora e investigadora; jefe de área de Derecho Penal y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Colombia; asesora de la Alcaldía Mayor de Bogotá en temas de derechos humanos. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 41 “El material más importante para la verdad es la memoria de los y las sobrevivientes. Romper públicamente el silencio implica hablar crudamente, estableciendo una verdad sin concesiones. Aunque la verdad sea insuficiente, es un aspecto esencial del proceso social y político al implicar la validación del sufrimiento de las víctimas. Si este proceso no tiene lugar las sociedades están condenadas a repetir el pasado y las víctima a privatizar sus dolores.” (Elizabeth Lira2) El contexto El fenómeno social del paramilitarismo ha cambiado de forma. En la actualidad éste es nominado convencionalmente bajo la forma lingüística de bandas criminales (Bacrim), sucesores de los paramilitares o neoparamilitarismo. Develado el cambio semántico se evidencia la estrategia que conforma un conjunto de narrativas lingüísticas promovidas desde el ejercicio del poder que intencionalmente se instalan en el imaginario colectivo, con el fin de que ese fenómeno sea leído e interpretado como nuevo, pues como bien lo afirma Rodolfo Arango: “La guerra no sólo se libra en el campo de batalla sino en el del lenguaje, cuyo manejo es esencial para la legitimidad de los actores en la confrontación”3. Los medios de comunicación difunden que el paramilitarismo desapareció con el proceso de desmovilización y reinserción y que se avanzó en el proceso de paz. De esa forma y ante el aumento inusitado de ese fenómeno en todas las regiones del país, expresado por todo tipo de acciones ilegales que someten a la sociedad bajo el principio del miedo y la impunidad, se evita evidenciar el fracaso del proceso4 y la “sistemática profundización de la situación humanitaria y de derechos humanos, con evidencias de abusos graves y generalizados contra la población civil, como violaciones 2. Psicóloga chilena, primer premio en el IV Concurso Nacional de Ensayo “Premio anual profesor Jorge Millas”: por una cultura de respeto a los derechos humanos, con el escrito: Y a los ojos se me asomará la vida que ya viví. Monografía: Memoria histórica y reparación emocional. Mujeres de África y América en lucha por la verdad, la justicia y la reparación. Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida, San Salvador: Las Dignas, enero 2000, pág. 24. 3. Arango, Rodolfo. Cinco años de justicia y paz, camino hacia la impunidad. Revista digital Razón Pública, martes 29 de junio de 2010. 4. “Inexistencia de un sistema adecuado y de una institucionalidad suficiente para vigilar el cumplimiento de las condiciones legales a que se comprometen los condenados para gozar de los beneficios, augura décadas de procesos penales de justicia y paz con resultados inciertos y muy probable alto grado de impunidad. La histórica debilidad del aparato de justicia garantiza su incapacidad para siquiera tramitar los casos de los 4.000 postulados, mucho menos para procesar a los más de 27.000 paramilitares que permanecen en el limbo y responsabilizarlos de los delitos cometidos o para controlar el cumplimiento de la reparación integral a las víctimas. Todo apunta a un fracaso costoso, encubierto bajo la parafernalia de millonarias indemnizaciones del Estado, bajo las fábulas gubernamentales sobre lo inédito del proceso y bajo el escamoteo de las verdaderas responsabilidades penales de militares, hacendados, industriales y políticos.“ Ibídem. Criterio jurídico garantista 42 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 sexuales, masacres, ejecuciones extrajudiciales, amenazas y extorsión. La realización de este objetivo nos permitió establecer que el conflicto armado y su degradación continúa, que los factores estructurales no han desaparecido, y que, por el contrario, la pobreza permanece con niveles devastadores a pesar de que las estadísticas afirman que ésta se ha reducido a un 46% y la indigencia a un 17%, en el año 2008, así como la sistemática violación de derechos humanos6. La profunda desigualdad social es la causa fundamental del persistente estado de guerra que vive Colombia desde 1962. Ese estado constante de cosas y la inconformidad social, dio paso a la conformación de las guerrillas de insurgentes, enfrentadas al establecimiento político durante largas décadas que comprenden toda la segunda mitad del siglo XX. Esas guerrillas se levantaron en armas bajo el móvil de representar al pueblo excluido y marginado para exigir justicia social7. A pesar de que uno de los temas clave de todos los gobiernos ha sido acabar el ascenso de las guerrillas y de que las Fuerzas Armadas tienen como misión histórica eliminarlas, los grupos armados rebeldes y sediciosos crecieron y se fortalecieron con el paso de los años. Como consecuencia, las instituciones armadas, en el marco de las políticas de Estado, utilizan una estrategia militar de eliminación de las guerrillas por cualquier medio8. Las Fuerzas Armadas, desde los años 1960, 5. “Las bandas criminales no solo son un problema para el Gobierno sino que, además, ahora anda encartado con el tema de la mediación de algunos sectores para que ellas le bajen el volumen a la violencia que generan en las ciudades. Estos grupos, que comenzaron a aparecer tras la desmovilización de los paramilitares y que, se calcula, tienen unos 4.000 hombres repartidos en 248 municipios de todo el país…”. Andrea Peña. ¿Existe una política para combatir las bandas emergentes en Colombia? Jueves 11 de febrero de 2010. Http:// www.semana.com/noticias-seguridad/existe-politica-para-combatir-bandas-emergentes-colombia/134839.aspx. Recientemente, la organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch, da cuenta de la nueva forma de organización que han asumido los paramilitares, en un informe titulado Herederos de los paramilitares: la nueva cara de la violencia en Colombia: “el gobierno colombiano y algunos analistas califican a los grupos sucesores como “bandas criminales emergentes al servicio del narcotráfico (o Bacrim), e insisten en que los grupos sucesores son un fenómeno nuevo y totalmente distinto de los paramilitares. Otros expertos consideran que son una continuación de las auc, o una nueva generación de paramilitares. “Si bien existen diferencias entre las auc y los grupos sucesores, estos son en muchos sentidos una continuación de algunos de los “bloques” o grupos paramilitares. Según informó la policía, casi todos los líderes de los grupos sucesores son jefes de las auc de rango medio que nunca se desmovilizaron o que continuaron participando en actividades delictivas pese a que aparentaron haberse sumado a la desmovilización. Los grupos se encuentran activos en muchas de las mismas regiones en las cuales tenían presencia las auc, y operan en forma similar a estas: controlan territorios mediante amenazas y extorsión, participan en narcotráfico y otras actividades delictivas y cometen abusos generalizados contra civiles“. Herederos de los Paramilitares. Febrero 3 de 2010. http://www.hrw.org/en/node/88063/section/4. 6. Expertos entregan informe sobre empalme de empleo, pobreza y desigualdad. Bogotá, 24 de agosto de 2009. http://www.dane.gov. co/index.php?option=com_content&task=view&id=1159&Itemid=1224 7. María Victoria Uribe. Salvo el poder todo es ilusión. Mitos de origen: Tigres tamiles de Sri Lanka, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Irish Republican Army. Bogotá: Instituto Pensar. Pontificia Universidad Javeriana, 2007, págs. 61-87. 8. M.G. Magil. Crónica oculta del conflicto. Estrategias de impunidad en la narcoparapolítica. El Acuerdo Humanitario, los desaparecidos… y el fin de la guerra. Bogotá: Ediciones Desde Abajo, 2008, págs. 61, 62. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 43 Las Fuerzas Armadas, desde los años 1960, no solo toleran sino trabajan con grupos armados ilegales denominados autodefensas, en el propósito de erradicar las guerrillas, y desde esa época han participado en una sistemática política de guerra y aumento presupuestal del pie de fuerza. no solo toleran sino trabajan con grupos armados ilegales denominados autodefensas en el propósito de erradicar las guerrillas, y desde esa época han participado en una sistemática política de guerra y aumento presupuestal del pie de fuerza. Con la excusa de recuperar el dominio de los territorios perdidos y de representar la conciencia popular inconforme, las autodefensas se propusieron refundar la patria y consolidar un modelo social y político oligárquico y mafioso con el apoyo del paramilitarismo, que tuvo su proceso de expansión nacional con ayuda y aportes directos en dinero de ganaderos, industriales y empresarios internacionales9. Estas alianzas fueron la base para ampliar el brazo armado del Estado combinando formas de lucha, y significaron la degradación profunda del conflicto armado, caracterizado por una persecución sistemática y una política de muerte contra la población civil articulada en los movimientos sociales y sindicales progresistas, como la Unión Patriota –up– que vivió su protagonismo político en la primera década de los años 80 del siglo XX. En la up militaban algunos reinsertados de la insurgencia, hecho que fue tomado por las Fuerzas Militares como argumento para extender la sospecha a todos los integrantes de esa colectividad popular. Este partido logró expandirse políticamente en gran parte del territorio del país con profunda incidencia social y política en las instituciones, hasta llegar a representar una opción real de poder en la década que se inició en 1980. El ascenso de la organización popular se convirtió en un riesgo para la consolidación de la alianza Estado-paramilitarismonarcotráfico. En consecuencia se generaron políticas y estrategias de exterminio de líderes sociales, en principio aplicadas de manera selectiva, pero con el desarrollo histórico y la ampliación de su base militar a las organizaciones sociales y comunitarias se convirtieron en un instrumento de control social, 9. Habla Vicente Castaño. El verdadero jefe de las autodefensas le da la cara al país por primera vez. Entrevista exclusiva de Revista Semana, junio 6 al 13 del 2005, edición 1205, pág. 30. Criterio jurídico garantista 44 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 delación, seguimiento y muerte. Bajo diversos programas institucionales de apoyo social y económico promovidos por la Presidencia de la República al amparo de la denominada Política de Seguridad Democrática, desde el 2002 estos beneficios y subsidios comenzaron a entregarse a familias e informantes desempleados. Esta nueva forma de reconstrucción social originó un crecimiento inusitado de esa nueva matriz de control social, que terminó sometiendo la autonomía política y laboral de los sujetos, así como la de sus familias, y los convirtió en receptáculo de “favores y dádivas” entregadas por el Estado como sustituto de los derechos sociales y la seguridad social, que tendieron a desaparecer bajo el sistema de la llamada flexibilización laboral. En este orden de ideas, debe tenerse en cuenta que las autodefensas fueron creadas por el propio Estado a través de un marco jurídico especial contenido en el decreto 3398 de 1965, el cual fue adoptado como legis- lación permanente con la ley 48 de 1968, normatividad contra la insurgencia que permitió que los civiles se armaran, incluso con armas de uso privativo de las Fuerzas Militares, tal como lo recuerda la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuando en su Tercer Informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Colombia, dice: el Estado ha jugado un papel importante en el desarrollo de los llamados grupos paramilitares o de autodefensa a quienes permitió actuar con protección legal y legitimidad en las décadas de los sesenta y ochenta y es responsable de manera general por su exigencia y fortalecimiento… Como resultado de su motivación contrainsurgente, los paramilitares establecieron lazos con el Ejército Colombiano que se fortalecieron durante más de dos décadas. Finalmente el 25 de mayo de 1989 la Corte Suprema de Justicia declaró la inconstitucionalidad de la normativa referida, quitando el respaldo legal a su vinculación con la defensa nacional… A pesar de esto, el Estado hizo poco para desmantelar la estructura que había creado y fomentado, particularmente cuando aquellos grupos llevaban a cabo actividades de contrainsurgencia y, de hecho, los lazos permanecieron a diferentes niveles… aprovechando el poder de las armas y el velo que a sus actividades ilegales les había proporcionado el Estado, se orientaron por la incursión en actividades ilícitas tan productivas como el narcotráfico, el secuestro, el desplazamiento forzado, la extorsión, lo que les ha significado un inmenso poder económico y permitido el control militar de zonas específicas del territorio, el despliegue de acciones en las que se vincula como víctima del conflicto a la población civil, sometiéndola a prácticas de terror que se traducen en violaciones graves masivas, sistemáticas y reiteradas de Derechos Humanos y de las reglas del Derecho Internacional Humanitario10. La cooperación internacional aportó dineros para este tipo de proyectos, que fueron entregados entre otros por los Estados Unidos a través del Plan Colombia, el Plan Patriota, y otros acuerdos de cooperación suscritos con la Unión Europea, recursos destinados a erradicar las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucio- 10. Mora Insuasty, Socorro. La Ley de Justicia y Paz en el marco de la Convención Americana de Derechos Humanos. Bogotá: Ediciones Nueva Jurídica, 2008, págs. 18-20. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 45 narias de Colombia –farc–11 y a retomar el control de la sociedad mediante la repartición de sumas de dinero entregadas a manera de dádivas a través de proyectos como Familias Guardabosques, que se convirtieron, además, en estrategia política electoral. Esa táctica que se incrustó en todos los espacios de la vida cotidiana y se constituyó en una forma de vida, fue la base sobre la que se sembró la cultura de muerte y de sospecha sobre las personas y colectivos que se oponen y denuncian este tipo de políticas. Durante estas últimas cuatro décadas miles de personas de la población colombiana han sido víctimas de desapariciones, desplazamientos, masacres, violaciones, agresiones a los derechos humanos y pérdida de vidas. Sobre la alianza paramilitarismo-fuerzas del Estado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos indicó que la creación de los grupos paramilitares fue propiciada por el La implementación de esa política de exterminio y a su vez de consolidación del nuevo modelo de refundación de la patria, caminó en el gobierno de la mano de la parapolítica, como ha quedado en evidencia en los más de 100 congresistas que se encuentran juzgados por sus vínculos con el paramilitarismo, y los lazos del Poder Ejecutivo con las acciones ilegales del Departamento Administrativo de Seguridad (das). Estado como una herramienta de lucha contrainsurgente al amparo de normas legales y que, en los casos en los cuales paramilitares y miembros del Ejército llevan a cabo operaciones conjuntas o cuando los paramilitares actúan gracias a la aquiescencia [o] colaboración de la Fuerza Pública, debe considerarse que los miembros de los grupos paramilitares actúan como agentes estatales, y son imputables al Estado tanto las violaciones a la Convención Americana cometidas como resultado de los actos y omisiones de sus propios agentes como aquellas cometidas por los miembros del grupo de autodefensa que operaba en la región con su apoyo y que, a tales efectos, éstos deben ser considerados como agentes del Estado12. La implementación de esa política de exterminio y a su vez de consolidación del nuevo modelo de refundación de la patria, caminó en el gobierno de la mano de la parapolítica, como ha quedado en evidencia en los más de 100 congresistas que se encuentran 11. Faivre D’Arcier Flores, Hortense. Del Plan Colombia al Plan Patriota: Impacto del conflicto armado colombiano en el Ecuador, análisis de una estrategia de seguridad subregional. Escoles Militaires de Saint-Cyr Coëtquidan. Centre de Recherche des Ecoles (CREC). Revista Complutense de Historia de América. 2005, vol. 31 215-230, pág. 222. /revistas.ucm.es/ghi/11328312/articulos/RCHA0505110215A.-PDF.. 12. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso de la masacre de La Rochela Vs. Colombia. Sentencia de 11 de mayo de 2007. Numeral 71. http://www.google.com/search?client=safari&rls=es-es&q=caso%20la%20rochela&ie= Criterio jurídico garantista 46 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 juzgados por sus vínculos con el paramilitarismo, y los lazos del Poder Ejecutivo con las acciones ilegales del Departamento Administrativo de Seguridad (das), órgano que depende directamente de la Presidencia de la República, y cuyos hechos denotan “el sometimiento de una institución a los caprichosos intereses de jefes paramilitares y narcotraficantes”13. Un ejemplo relevante de esa política de Estado es el papel de Jorge Noguera, director del das nombrado por el presidente Álvaro Uribe en su primer periodo de gobierno para que presidiera la inteligencia del Estado. Este personaje, en un proceso disciplinario seguido en su contra, fue inhabilitado en el 2007 por la Procuraduría General de la Nación para ejercer cargos públicos por 18 años, acusado de colaborar en la creación y sostenimiento de grupos armados al margen de la ley durante su administración14. La estrategia de consti­ tución y consolidación del modelo político de guerra Entre 1983 y 1987 la estrategia de guerra del Estado dejó más de 25 mil muertos de la Unión Patriótica, y continúa hasta el día de hoy con muertes selectivas y desplazamientos masivos en las zonas que poseen grandes recursos naturales, latifundios para la ganadería, sembrados de monocultivos, plantas que engrosan el accionar del narcotráfico y su inserción en la política. Para desarrollar esa política, como lo afirmó Vicente Castaño, se hacía necesario llevar a los ricos a todas las regiones del país como una de las misiones de todos los comandantes, para que desarrollaran nuevos modelos de empresas a nivel nacional. Esa expansión empresarial promovida estratégicamente por las auc, se implementó mediante el despojo agrario en el Urabá chocoano, con la participación de Freddy Rendón Henao y otros jefes de las autodefensas, extendiendo en el municipio de Belén de Bajirá el rentable proyecto empresarial de la palma de aceite para producir biodiesel –el combustible del siglo XXI–, apoyado por el gobierno de Álvaro Uribe decididamente en todo el país15. El avance de ese accionar del Estado, aunado a la carencia de un estatuto de la oposición política y democrática que ayudara a garantizar los derechos políticos, llevó primero a constituir los partidos de oposición en objetivo militar y luego a su desaparición, al tiempo que se consolidaba el nuevo modelo de Estado mafioso, con el Pacto de Ralito, un documento clandestino suscrito por políticos y paramilitares en Santa Fe de Ralito, en el 2001, con el propósito de “refundar la Patria”, intención que se materializa y legitima 13. Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario. La pesadilla del das. Recuento del “huracán político”, desde Semana Santa hasta la víspera de Navidad, para comenzar a discutir la depuración y reforma profundas que requieren los organismos de inteligencia colombianos. Documentos temáticos No. 3. Bogotá: Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, 2006, pág. 8. 14. Destituido ex director del das Jorge Noguera. La Procuraduría General de la Nación, que adoptó la medida, también lo inhabilitó para ejercer cargos durante 18 años. ElEspectador.com. Judicial. 16 de noviembre de 2007. /www.elespectador.com/noticias/ judicial/articulo-destituido-ex-director-de-das-jorge-noguera. 15. Quevedo H., Norbey; Laverde P. Juan David. En la ruta de los Castaño. El lío de los títulos colectivos de Jiguamiandó y Curvaradó. La mano del narcotráfico y del paramilitarismo está presente en el desarrollo de la industria palmicultora en la zona del Urabá chocoano. En la región hoy se viven tensos momentos por las investigaciones de la Fiscalía. ElEspectador.com, 19 de febrero de 2008. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 47 con la elección de Álvaro Uribe Vélez como Presidente de Colombia para el período 20022006, mandato que fue prorrogado finalmente hasta el 2010 y continuado en esencia por quien fuera su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, hoy sucesor y heredero, en calidad de Presidente, de su política de seguridad, con algunos virajes propios de un modelo económico centrado en la movilidad de los capitales transnacionales16. El proceso de legitimación institucional de los principios del par amilitarismo como forma política del Estado, se inició con la campaña presidencial de Álvaro Uribe Vélez (años 2001 y 2002), cuando éste pidió a los grupos paramilitares conocidos como auc que lo apoyaran para llegar al gobierno e implementar la política de seguridad democrática17, prometiéndoles una negociación que les permitiera reincorporarse a la vida civil y política una vez generadas las condiciones de fortaleza del Estado y sus instituciones. El pacto político pretendía saldar la deuda con el paramilitarismo, blindando el proceso de negociación antes de que entrara en vigor la competencia de la Corte Penal Internacional ( cpi ) para conocer crímenes de guerra, hecho que se produciría en noviembre de 2009 teniendo en cuenta que cuando el presidente Andrés Pastrana, en agosto del 2002 suscribió el Estatuto de Roma, en acuerdo con el presidente electo Álvaro Uribe se acogió el artículo 124 de dicho tratado internacional y, en consecuencia, se excluyó por siete años la competencia de la cpi para conocer este tipo de delitos en Colombia.18 El presidente Uribe, recién comenzó su primer mandato, en el proyecto de referendo que presentó al Congreso y que este aprobó como ley 796 de 2003, llegó a proponer en el parágrafo del numeral 6, que adicionaba el artículo 176, que se le dieran facultades para nombrar directamente, de manera permanente en las corporaciones públicas de elección popular, capos del paramilitarismo que se acogieran al proceso19. A partir del primero de diciembre del 2002, los grupos paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia, Bloque Central Bolívar (bcb), Alianza Oriente, declaran el cese unilateral de hostilidades con alcance nacional; posteriormente, el 15 de julio de 2003, se inicia la etapa de negociación con el “Acuerdo de Santa Fe de Ralito para contribuir a la Paz de Colombia” en el que se comprometen a desmovilizar a la totalidad de los miembros antes del 31 de diciembre de 2005. El desarme se prolongó hasta el 15 de agos- 16. De hecho el jefe paramilitar Mancuso hace pocos años afirmó, que en el caso de la elección de Álvaro Uribe Vélez, esta resultó fácil en consideración a que su discurso era similar al de ellos y “sólo le recomendaron a la gente que votara por él”. Mancuso se destapa. eltiempo.com/archivo, nación 1-3, Bogotá, 16 de enero de 2007. 17. Presidencia de la República. Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Proceso de paz con las autodefensas. Presentación general. Bogotá, diciembre, 2006, pág. 5. 18. ICTJ in the News. Con la entrada de la Corte Penal Internacional se cerraron puertas para diálogo con la guerrilla. Cambio. August 06, 2009. http://www.ictj.org/en/news/coverage/article/2892.html 19. “PARÁGRAFO. Con el fin de facilitar la reincorporación a la vida civil de los grupos armados al margen de la ley, que se encuentren vinculados decididamente a un proceso de paz, bajo la dirección del Gobierno, este podrá establecer, por una sola vez, circunscrip- Criterio jurídico garantista 48 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 to de 2006 y en todo ese proceso se desmovilizaron 31.671 hombres. La segunda fase comprendía el compromiso de los jefes paramilita­r es de confesar la verdad. cido una condena para la fecha del informe, pero que se hacían esfuerzos por avanzar en el proceso. Contrastada la opinión del internacionalista con los datos que la Fiscalía entregó a la Comisión Nacional de Reparación, se constató que a la fecha solo hay una sentencia condenatoria, mientras que el número de víctimas registrado supera las 300 mil, además de otras situaciones que ponen en duda la seriedad del proceso de justicia y paz, como ya se vislumbra. El pacto político pretendía saldar la deuda con el paramilitarismo, blindando el proceso de negociación antes de que entrara en vigor la competencia de la Corte Penal Internacional (cpi) para conocer crímenes de guerra. Lo que siguió con los paras que dejaron las armas y decidieron acogerse a la Ley de Justicia y Paz, ha sido objeto de múltiples investigaciones que tienden a establecer la efectividad del proceso e identificar si la justicia ha operado en el marco que le está permitido y si se ha logrado superar la impunidad. El internacionalista Kai Ambos, en el Estudio sobre la facultad de intervención complementaria de la Corte Penal Internacional a la luz del denominado proceso de “justicia y paz” en Colombia20, basado en la ley 975 de 2005 y trabajado a la luz del artículo 17 del Estatuto de Roma, encuentra que los procesos se han dado de manera lenta pero ajustados a la ley, de manera que no se podría considerar que existe una impunidad absoluta, a pesar de que sólo se había produ- De otra parte, la Fiscalía General de la Nación certificó que a diciembre 30 de 2010 ningún político ha sido postulado a la Ley de Justicia y Paz (ley 975 ciones especiales de paz para las elecciones a corporaciones públicas que se realicen antes del 7 de agosto del año 2006, o nombrar directamente, por una sola vez, un número plural de congresistas, diputados y concejales, en representación de los mencionados grupos en proceso de paz y desmovilizados. El número será establecido por el Gobierno Nacional, según la valoración que haga de las circunstancias y del avance del proceso. Los nombres de los congresistas, diputados y concejales a que se refiere este artículo, serán convenidos entre el Gobierno y los grupos armados, y su designación corresponderá al Presidente de la República“. Diario Oficial 45.076, ley 796 de 2003. http://www.elabedul.net/-Documentos/-Leyes/-2003/-Ley_796.-pdf 20. Ambos, Kai. Procedimiento de la Ley de Justicia y Paz (ley 975 de 2005) y Derecho Penal Internacional. Estudio sobre la facultad de intervención complementaria de la Corte Penal Internacional a la luz del denominado proceso de “justicia y paz” en Colombia. Göttingen: Universidad Georg-August de Göttingen, pág. 6. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 49 de 2005), por lo cual la Unidad Nacional de Fiscalías para la Justicia y la Paz ha trasladado 429 compulsas correspondientes a políticos a la justicia ordinaria, para que si es del caso ella o la Corte Suprema de Justicia (Sala de Casación Penal) se encargue de adelantar la correspondiente investigación21. La forma en que se negoció el proceso de justicia y paz, las irregularidades en el procedimiento de desmovilización y rein­serción, y la aprobación de una Ley de Justicia y Paz con penas benignas que dejan prácticamente en la impunidad la inmensa mayoría de los crímenes, azotan el ordenamiento jurídico colombiano, mantienen al país en un estado de zozobra frente a la continua violación de los derechos humanos, y generan un estado de crisis permanente. Tal situación amerita un análisis juicioso de las instituciones que conforman el cuerpo normativo especial creado para legitimar la reinserción, de la forma como se desenvuelven los procesos, y de las anomalías que se presentan en la aplicación de las normativas, frente a los estándares internacionales de derechos humanos. Avances del proceso de justicia y paz con el para­ militarismo La Ley 975 de 2005 fue presentada como debidamente estructurada para: investigar, identificar, enjuiciar y castigar a los paramilitares responsables de la actual crisis humanitaria y combatir la impunidad que permita reivindicar los derechos de quienes han tenido que sufrir la sistemática violación de sus derechos fundamentales. Esas situaciones que se traducen en favor de los incriminados, con la aplicación de una pena atenuada o alternativa, representa un aparente equilibrio entre la verdad y la justicia, en consideración a que estas medidas les concede a los victimarios el disfrute de unos beneficios especiales ante la gravedad de sus comportamientos delictuosos. Sin embargo, la norma no incluyó los mecanismos jurídicos para lograr el pleno esclarecimiento de los hechos criminosos y po- der conocer la verdad de lo que realmente sucedió. Sin el cumplimiento de dichas condiciones no es posible hablar de justicia efectiva y menos asegurarle a las víctimas una reparación integral que haga efectivos sus derechos; tampoco se ha exigido una confesión que permita, por lo menos, aproximarse a la verdad histórica, porque no se cuenta con los medios idóneos para constatar o desvirtuar la versión de los incriminados; la obligación de contribuir de manera efectiva con la justicia, aportando toda la información o los elementos probatorios para conocer la participación de los desmovilizados o sus grupos con miras a un real y efectivo desmonte de sus estructuras ilegales, es otro espejismo. ¿Cómo pensar entonces en combatir la impunidad y consolidar un verdadero proceso de paz? La norma no ofrece los suficientes mecanismos para obligar a los victimarios a entregar los bienes que le arrebataron a sus víctimas a sangre y fuego en numerosos sitios de la geografía nacional, ni contempla la forma en que se deben reparar los daños cau- 21. Unidad Nacional de Fiscalías para la Justicia y la Paz. Oficio UNJP. No. 018666 del 30 de diciembre de 2010. En respuesta a derecho de petición del equipo de esta investigación. Criterio jurídico garantista 50 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 sados a la población desplazada que individual y colectivamente ha sufrido su agresividad y hoy se encuentra en condiciones de vulnerabilidad, pero sí es muy generosa y desproporcionada en la aplicación de las penas privativas de la libertad: no obstante la comisión de delitos tan graves y lesivos de la dignidad humana, contempló un quantum que oscila entre 5 y 8 años, con posibilidades de libertad condicional, sin mecanismos para asegurar la contribución real y efectiva del victimario en el esclarecimiento de los hechos criminosos. Estos “olvidos” se han venido traduciendo en una completa impunidad, en el desconocimiento de los mandatos constitucionales y en el incumplimiento de los ordenamientos internacionales relacionados con los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario. De otra parte, la Ley de Justicia y Paz sería aplicada de manera residual a quienes se hubieren desmovilizado, teniendo en cuenta para ello que su situación jurídica no hubiese sido regulada por la normatividad contemplada en la ley 782 de 2002 y su decreto reglamentario 128 de 2003. Sin embargo, la ley 975 recoge específicamente el enunciado de la ley 782 que habla de “disposiciones para facilitar el diálogo y la suscripción de acuerdos con grupos armados organizados al margen de la ley para su desmovilización, reconciliación entre los colombianos y la convivencia pacífica”. La ley 975 habla en la introducción de “contribuir de manera efectiva a la consecución de la paz nacional”. En el artículo primero, donde anuncia el objeto de la ley, dice: “La presente ley La forma en que se negoció el proceso de justicia y paz, las irregularidades en el procedimiento de desmovilización y rein­serción, y la aprobación de una Ley de Justicia y Paz con penas benignas que dejan prácticamente en la impunidad la inmensa mayoría de los crímenes, azotan el ordenamiento jurídico colombiano. tiene por objeto facilitar los procesos de paz y la reincorporación individual o colectiva a la vida civil de miembros de grupos armados al margen de la ley garantizando los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación”22. La condición para beneficiarse de una pena alternativa era la colaboración eficaz para la consecución de la paz nacional, igualmente, asegurar la verdad como insumo central para la reparación de las víctimas y la prevención de nuevos delitos como consecuencia lógica del proceso de paz, situaciones que cumplirían los requisitos de no repetición, sanar las heridas producidas en el pasado y prevenir conductas delictuosas hacia el futuro, lo cual podría ajustarse a la teoría penal contemporánea y los estándares nacionales e internacionales que rigen estas materias. De lo enunciado nada ha ocurrido: el gobierno de Uribe perdió el timón de mando de la reincorporación de estas fuerzas a la vida civil porque no actuó con 22. Pizarro, Eduardo y Valencia, León. Ley de Justicia y Paz. Colección Cara y Sello. Bogotá: Grupo Editorial Norma, Editorial Semana. 2009, pág. 205. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 51 La norma no ofrece los suficientes mecanismos para obligar a los victimarios a entregar los bienes que le arrebataron a sus víctimas a sangre y fuego en numerosos sitios de la geografía nacional, ni contempla la forma en que se deben reparar los daños causados a la población desplazada que individual y colectivamente ha sufrido su agresividad y hoy se encuentra en condiciones de vulnerabilidad. sinceridad y transparencia en la tramitación de la ley ni reconoció desde un principio que del fenómeno paramilitar hacía parte una inmensa red de agentes del Estado y de dirigentes políticos de los partidos de la coalición de gobierno; tampoco aceptó que los paramilitares estaban metidos hasta el cuello en el narcotráfico. Quiso engañar a la opinión pública, presentando a los paramilitares como un proyecto esencialmente contrainsurgente23 En este orden de ideas, cuando la pretensión del Ejecutivo se puso en duda por razón de las presiones internacionales sobre los avances y logros de la Ley de Justicia y Paz, se recurrió a la estrategia de extraditar a los jefes paramilitares a los Estados 23. Ibídem, pág. 205. Unidos, tratar de proteger a los líderes políticos comprometidos en la más grave crisis humanitaria, obstruyendo de esta manera en muchas ocasiones el trabajo de la Fiscalía y de la Corte Suprema de Justicia, y esforzarse por eludir la responsabilidad del Estado frente a la terrible tragedia ocurrida a grandes capas de la población en diferentes lugares de la geografía nacional. Tampoco el Ejecutivo acometió las reformas institucionales necesarias, ni presentó iniciativas al Congreso respecto a la tarea indelegable de reparación y reconstrucción del país. La decisión de Uribe Vélez (mayo de 2008) de extraditar a los Estados Unidos a los más re- presentativos jefes del paramilitarismo para que enfrentaran los cargos de narcotráfico, lavado de activos y terrorismo, cuando ya se encontraban sometidos a la Ley de Justicia y Paz que les confería una mínima pena por los delitos cometidos, a cambio de confesar sus crímenes y reparar a sus víctimas, fue recibida con mucha sorpresa en consideración a que se esperaba que en el curso de la investigación revelaran los vínculos de las estructuras del paramilitarismo con los grupos económicos y sociales más poderosos e influyentes del país, con empresas nacionales, con altos funcionarios al servicio del Estado en sus diferentes niveles, con los miembros de la fuerza pública, con políticos del Criterio jurídico garantista 52 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Congreso de la República y de otras instituciones, todos sectores muy cercanos a su administración. La explicación: evadir la jurisdicción nacional y privilegiar la extranjera, propiciando la más completa impunidad y, por tanto, el ocultamiento de la verdad o cualquier posibilidad de conocerla. La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en auto de 21 de septiembre de 2009, dictado dentro del proceso de Justicia y Paz adelantado contra Gian Carlo Gutiérrez Suárez, desmovilizado del Bloque Calima de las auc, reconoció que los individuos que patrocinaron, orientaron, difundieron, ayudaron a consolidar y fortalecer, y se beneficiaron y sirvieron a los propósitos del paramilitarismo son también parte integrante de su estructura, es decir, que deben responder por la actual crisis humanitaria, porque diversos sectores de la sociedad colombiana como dirigentes políticos, agentes del Estado en todo el país, líderes locales, fueron tejiendo una telaraña sobre este actuar criminoso. De conformidad con dicha sentencia, sería muy alto el número de personas involucradas con el actuar del paramilitarismo que de una u otra manera ayudaron con viejas y oscuras alianzas desde los diferentes espacios públicos y privados, y que se lograron consolidar y radicalizar durante la era de la seguridad democrática. Camilo Castellanos, al acoger la tesis de Luis Jorge Garay de que asistimos a la “reconfiguración cooptada del Estado por parte de una mafia narco-política y paramilitar, en gestación desde hace por lo menos dos décadas”, concluye que la misma se constituye hoy en bloque de poder, lo que llevó a que “en el primer decenio del nuevo siglo XXI Colombia cambiara regresivamente”. En igual sentido, Alejandro Mantilla afirma que el actual régimen en Colombia se distingue por su carácter premoderno pues “(…) la lealtad no necesita de lo público (…) sino que la clave está en la lealtad con el jefe del Estado”24. En este orden de ideas, la seguridad democrática se ha distingui- do por utilizar como estrategias diferentes reformas políticas y la reforma a la justicia, las cuales han sido tramitadas por el Ejecutivo con el fin de ayudar a muchos políticos afectos al gobierno nacional que a la postre resultaron judicializados. De igual manera, se pueden mencionar las diferentes formas de violación de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, como los llamados “falsos positivos”, perpetrados en diferentes sitios de la geografía nacional por quienes constitucional y legalmente tienen el deber de proteger la vida, honra y bienes de todos los ciudadanos y ciudadanas. Los avances en materia de justicia, verdad y reparación durante los años de aplicación del proceso de justicia y paz suscrito con el paramilitarismo versus el número de reinsertados, resultado de los procesos judiciales a los que se han acogido, así como los derechos de las víctimas, son presentados en las siguientes tablas estadísticas y contribuyen a visibilizar la inefectividad del proceso de paz. 24. Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo. ¿Continuidad o desembrujo? La Seguridad Democrática insiste y la esperanza resiste. Siete años de gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Bogotá: Corporación Cactus, 2009, pág. 6. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 53 Resultados de la Ley de Justicia y Paz cinco años después25 Estado de la situación del proceso de justicia y paz Excombatientes que se acogieron a la ley Militantes rasos desmovilizados colectivamente Jefes de bloques Detenidos al momento de la desmovilización Ratificaron su postulación Rindiendo versión libre ante fiscales de justicia y paz Versiones libres realizadas Versiones libres en curso Sentencias de condena sobre el bloque Héroes de Montes de María. Masacre Mampuján. Integrantes cobijados por el principio de oportunidad. Ley 1312 de 2009 (más del 60%) Según cifras oficiales pueden ser amnistiados por la Fiscalía aplicando el principio de oportunidad, por suspensión, interrupción, renuncia a la investigación. Reinsertados Reincidentes en conductas delictivas Reinsertados asesinados Personas desaparecidas en los tres últimos años según informe de la CNRR con base en informe de Medicina Legal. Total acumulado de personas desaparecidas anotadas en el Registro Nacional de Desaparecidos a noviembre del 2010 Desapariciones forzadas sobre el total acumulado de personas desaparecidas anotadas en el Registro Nacional de Desaparecidos a noviembre de 2010 Casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales en Colombia. Alto Comisionado Víctimas registradas Líderes (capos) extraditados con lo cual se pudo afectar el derecho a saber la verdad Capos de los 13 extraditados que eran testigos de los procesos por parapolítica con cuya entrega se pudo afectar el derecho a la verdad Compulsación de copias a la justicia ordinaria con base en versiones libres de parapolíticos (mandatarios regionales, congresistas, funcionarios públicos) No. de personas 3.861 2.872 2.161 670 1.790 641 1 19.000 31.700 3.000 3.000 820 38.025 51.300 12.600 2.500 288.661 13 7 350 25. Ley de justicia y paz: cinco años de impunidad. Lunes 26 de julio de 2010. Informes especiales. http://www.ipc.org.co/agenciadeprensa/index.php?option=com_content&view=article&id=417:ley-de-justicia-y-paz-cinco-anos-de-impunidad&catid=78:general &Itemid=176 Criterio jurídico garantista 54 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Cadáveres exhumados de fosas comunes con base en el reconocimiento de acciones criminales Cuerpos identificados de los 3000 cadáveres exhumados Compulsación de copias a políticos por parapolítica Miembros de las Fuerzas Armadas Personas particulares 3.000 908 350 220 5.000 A los anteriores datos parciales y aproximativos al estado de cosas se suman los resultados tomados del informe que a petición del equipo de investigación entregó la Unidad Nacional de Fiscalías para la Justicia y la Paz, con fecha 30 de noviembre de 2010, y que complementan y consolidan la información identificada26. Información que maneja la Fiscalía General de la Nación a noviembre 30/2010 sobre aplicación y situación de los postulados a la ley 975/2010 1. Total de postulados 1.1. Miembros auc postulados que se desmovilizaron colectivamente estando en libertad 1.2. Comandantes auc postulados 1.3. Miembros auc postulados que al momento de la desmovilización colectiva del grupo armado organizado al margen de la ley se encontraban privados de la libertad 1.4. Miembros auc desmovilizados individuales postulados 2. Total postulados subversión (farc, erp, eln, epl, erg) Total postulados Postulados en formulación de cargos, incidente de reparación y sentencias. Postulados a quienes se presentó escrito de solicitud a audiencia de formulación de cargos. Postulados que terminaron formulación de cargos en espera de realización de audiencia de control de legalidad Postulados en incidente de reparación Postulados con sentencia en Justicia y Paz 4.046 3.075 30 893 48 438 4.484 Número 132 89 3 3 26. La Unidad Nacional de Fiscalías para la Justicia y la Paz, en oficio UNJP No. 018665, fechado en Bogotá el 30 de dic. 2010, dirigido a Lina Mercedes Guzmán Mojica en respuesta a la información solicitada a noviembre 30 de 2010, en proceso de verificación y consolidación, manifiesta que esa Unidad ha recibido por parte del gobierno nacional 4.484 postulados para la aplicación de la ley 975 de 2005. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 55 ¿Qué tipo de delitos versan en estos procesos, cuáles y cuántos delitos han confesado? Los tipos penales representativos en hechos en donde se inició la confesión son: TIPO PENAL Masacres Homicidios Reclutamiento ilícito Desaparición forzada Desplazamiento forzado Extorsión Secuestro Violencia sexual Destrucción y apropiación de bienes protegidos Tortura Constreñimiento Contribuciones arbitrarias Actos de terrorismo Hurto Lesiones personales Toma de rehenes Tráfico, fabricación o porte de estupefacientes CANTIDAD 1597 45.499 2.144 4.312 9.538 1.777 1.866 42 124 559 126 1.246 387 2.461 722 27 68 Tipos penales representativos en hechos confesados TIPO PENAL Masacres Homicidios Reclutamiento ilícito Desaparición forzada Desplazamiento forzado Extorsión Secuestro Violencia sexual Destrucción y apropiación de bienes protegidos Tortura Constreñimiento ilegal Contribuciones arbitrarias Actos de terrorismo CANTIDAD 719 20.431 1.239 2.045 6.337 827 943 34 111 432 99 497 150 Criterio jurídico garantista 56 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Hurto Lesiones personales Toma de rehenes Tráfico, fabricación o porte de estupefacientes 1604 412 13 50 Postulados condenados en primera instancia por los tribunales de Justicia y Paz: Edwar Cobos Téllez, Jorge Iván Laverde Zapata, Úber Enrique Báez Martínez ¿Cuáles de los paramilitares extraditados a los Estados Unidos siguen postulados en la Ley de Justicia y Paz y cuáles fueron retirados? La Unidad Nacional de Fiscalías contestó que, hasta el 30 de noviembre de 2010, la totalidad de los postulados que se encuentran extraditados siguen haciendo parte del proceso establecido en la ley. De los resultados arrojados por las estadísticas se puede deducir: a) que el proceso de justicia es exiguo; b) que existe una alta probabilidad de que los crímenes del paramilitarismo, en su gran mayoría, queden en la impunidad; c) que el derecho a la verdad se haga más difuso y lejano, en la medida en que las investigaciones judiciales deban avanzar hacia declaraciones que puedan ser objeto de controversia, contando con la posibilidad de que más de 31 mil procesados se acojan y sean favorecidos con el principio de oportunidad; d) que los fines que se propuso el gobierno de Uribe Vélez no se acercan ni medianamente al logro de un proceso de reconciliación y mucho menos a generar condiciones para la paz en el país; e) que las víctimas no obtienen el derecho a la verdad, justicia y reparación, y, f) que los estándares internacionales de derechos humanos a los que está sujeta la ley no se cumplen. Las conclusiones del informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2010) son contundentes frente a la grave crisis que con ocasión del conflicto armado afecta la vida y los derechos humanos de la población, situación que la llevó a recomendar una profunda revisión de la ley 975, que debería incluir, como lo expresa en el numeral 40 de su informe, entre otras cosas: Establecer un tiempo límite para rendir versión libre, facilitar los mecanismos de exclusión y ampliar la rendición de versiones libres a desmovilizados no incluidos en la Ley. También podría incluir la consolidación de fases procesales, la posibilidad de acusaciones colectivas, la obligación de investigar y sancionar solo graves crímenes y aclarar que el cumplimiento de la pena reducida comenzaría a partir de la fecha de la sentencia. Además, sería aconsejable identificar criterios adecuados para la reparación, establecer la obligación de reparar desde el comienzo de las versiones libres, reforzar los mecanismos para que el Estado persiga los bienes de los victimarios, integrar enfoques diferenciales y asegurar una adecuada coordinación con otros mecanismos de transición.27 Sin embargo, esas recomendaciones si bien ayudan a replantear y resignificar el proceso de justicia y paz, también lo es 27. Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, 2010. http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/-informes/-altocomisionado/informes.php3?cod=14&cat=11 El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 57 que se hace necesario abordar un proceso de revisión de los factores estructurales que afectan la convivencia pacífica de manera permanente y que se hallan en proceso de continua degradación. Por lo mismo, surge la necesidad de promover una gran concertación para que el establecimiento de la verdad y la responsabilidad por los crímenes se dé en un contexto institucional, y que en la política estatal se asuma como condición necesaria la responsabilidad y el compromiso de aplicar por los actores del conflicto el respeto a las normas del derecho internacional humanitario. Otro aspecto directamente ligado con la justicia tiene que ver con la propuesta del gobierno de Juan Manuel Santos (periodo 2010-2014), de implementar una política de reparación y reconciliación integral a favor de las víctimas. Las primeras objeciones surgieron del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) por considerar que el marco de la Ley de Justicia y Paz no genera condiciones para materializar un verdadero proceso de justicia, En Colombia se ha preparado la legislación suficiente para dar vía legal a un proceso que legitima aparatos de muerte y violación a los derechos humanos, así Estados Unidos “certifique” dicha práctica como protección a la democracia. Las miles de personas asesinadas o desaparecidas, la realidad del desplazamiento forzado o la pérdida de tierra de miles de personas, están hoy “ocultas” ante la gravedad del narcotráfico, las bandas paramilitares y los grupos de control y disciplinamiento social. verdad y reparación integral a las víctimas del conflicto armado, pues las mismas condiciones en que se negoció el proceso y los compromisos adquiridos por el Gobierno, son de por sí un fundamento más para la legitimación y permanencia en el tiempo de nuevas formas, como las llamadas bandas emergentes o bandas criminales (Bacrim). Las declaraciones de algunos paramilitares permiten poner en duda la desmovilización de algunos frentes y confirman que ese proceso desde ningún aspecto tiende a avanzar hacia la justicia, la paz y la reconciliación nacional28. En sentir de la Comisión Nacional de Repa- 28. Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Lesa Humanidad y Violaciones a los Derechos Humanos. Comunicado Público: frente a las políticas del gobierno Santos. Escrito por Prensa. Martes.01-02-2011. www.movimientodevictimas.org/index. php?option=com_frontpage&Itemid=1 Criterio jurídico garantista 58 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 ración, para que sea posible la reconciliación es necesario el retorno digno y sostenible de las personas desplazadas, acompañado de proyectos productivos viables, así como la restitución de las propiedades.29 A manera de conclusión en el marco de los diálogos sostenidos por el equipo de investigación con algunos líderes de organizaciones sociales y movimientos políticos, en este informe de investigación se aportan elementos que facilitan la lectura contextual desde la pregunta por los estándares internacionales y la independencia judicial. El análisis de las fuentes de esta investigación nos obliga a citar nuevamente la experiencia vivida en San José de Apartadó, la cual documentamos en una investigación anterior desarrollada con el apoyo de la Universidad Autónoma de Colombia30, donde se vislumbraron las dificultades para acceder y obtener justicia, la falta de respeto y de protección a las comunidades afectadas por el conflicto, y la consolidación del modelo económico del paramiltarismo en la región del Urabá frente a los estándares del Derecho Internacional Humanitario, como se constata en la sentencia de la Corte Constitucional T-249/0331, que da cuenta de los esfuerzos y la lucha que se adelanta para que no queden en la impunidad los crímenes de lesa humanidad. Hoy todavía nos preguntamos: ¿Cuándo se sabrá la verdad del Urabá y los responsables de crímenes de lesa humanidad? ¿Qué pasó con las investigaciones sobre el general Rito Alejo del Río? ¿Cuándo se vinculará al hoy ex presidente Álvaro Uribe como gestor de la estrategia implementada en Antioquia en los años 1995-1997 con la conformación de las Convivir para institucionalizar el paramilitarismo? Desde el Congreso de la República de Colombia, senadores y representantes del partido político de oposición Polo Democrático Alternativo han denunciado públicamente la grave infiltración del paramilitarismo32, en espera de que la impunidad no sea el principio rector que oriente la expedición de nuevos y más ordenamientos jurídicos que beneficien el crimen paraestatal. El proceso vivido en Colombia no es ajeno a otros que se han desarrollado en varias partes del mundo, según hemos podido conocer a partir de la búsqueda desde las comisiones de la verdad y la recuperación de la memoria histórica, y que nos han llevado a un diálogo con hombres y muje- 29. La restitución de la tierra. Un derecho inaplazable. Boletín cnrr. Publicación producida por la cnrr con el propósito de informar a la opinión pública y en especial a las víctimas y a sus organizaciones sobre las acciones adelantadas por la Comisión en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz. Edición No. 15. Bogotá, octubre de 2010. 30. Cuartas Montoya, Gloria. Ante la impunidad y la indiferencia. Bogotá: Fondo de Publicaciones Universidad Autónoma de Colombia, 2007. 31. Sentencia T-249/03. Referencia: expediente T-668169. Acción de tutela instaurada por Javier Giraldo Moreno en contra del Fiscal General de la Nación. Magistrado Ponente: Dr. Eduardo Montealegre Lynett. 32. Colombia Hoy. http://blog.colombiahoy.org/2006/11/10/se-destapa-la-infiltracin-paramilitar-en-el-congreso-de-colombia.aspx. 2006 El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 59 res de otras regiones y latitudes que vieron llegar la muerte a sus casas, a sus comunidades, en medio de complejas realidades económicas, sociales, religiosas y políticas. Sudáfrica, Ruanda, Bosnia, Palestina, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Argentina, Chile, Perú, Liberia, India, Irak, Kosovo, Afganistán y Chiapas, entre otros33, son experiencias que han tenido su propio contexto pero se identifican con los demás en las graves violaciones cometidas contra la población civil, desde la conformación de grupos de autodefensa estatal que ejecutan las atrocidades que las fuerzas oficiales no pueden, a menos que se trate de dictaduras militares o intervenciones extranjeras que se consolidan a sangre y fuego. Las experiencias vividas por organizaciones civiles, a través de la resistencia civil en defensa de la paz, se han fortalecido con la creación de redes de solidaridad y apoyos mutuos que debemos identificar y adaptar sin copiar modelos de negociación de paz; Hoy, conocida en Colombia, por unos, como la parapolítica, y por otros, como parauribismo, es claro que independientemente de cómo se le llame, el pacto del gobierno para legalizar y legitimar las estructuras criminales y los dineros que sostienen la economía entronizaron un Ejecutivo ilegítimo cuya corrupción se evidencia en diversas instituciones y maneras. De otra parte está clara la injerencia del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos del país, ya financiando el Plan Patriota o Plan Consolidación, ya impidiendo el acuerdo humanitario, ya agudizando la salida militar. nuestra realidad, al igual que la de cada país, es concreta y merece una construcción colectiva que responda específicamente a la situación política y económica propia, sin perder de vista el papel del Estado como promotor de la guerra. En medio de la más compleja violación a los derechos humanos de hombres y mujeres en nombre de la seguridad democrática, queda manifiesta la fragilidad de la democracia restringida que se vive; realidad que se aclara ante la Comunidad Internacional en especial en la Unión Europea34. Asistimos a un escándalo sin proporciones que dio como resultado la reelección de un Presidente que sostuvo gran parte de su “triunfo” en votos respaldados por el narcotráfico y el paramilitarismo presente en 712 municipios en el periodo 1994-2004; al menos 480 alcaldes, 1.200 concejales y 1.200 empresarios con vínculos estrechos con el paramilitarismo; y la participación de oficiales y suboficiales de la fuerza pública35. Hoy, conocida en Colombia por 33. Hernán Zin y Bustamante Matías. El mundo en guerra: todos los conflictos bélicos que siguen activos. http://www.webislam. com/?idt=10935. 2008 34. Parada Fernández, Álvaro. Ironía histórica cínica. Bogotá: Fondo de Publicaciones Universidad Autónoma de Colombia, 2004, págs. 386-398. 35. Fundación Seguridad y Democracia. La magnitud de la verdad del paramilitarismo. Criterio jurídico garantista 60 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 unos, como la parapolítica, y por otros, como parauribismo, es claro que independientemente de cómo se le llame, el pacto del gobierno para legalizar y legitimar las estructuras criminales y los dineros que sostienen la economía entronizaron un Ejecutivo ilegítimo cuya corrupción se evidencia en diversas instituciones y maneras. De otra parte está clara la injerencia del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos del país, ya financiando el Plan Patriota o Plan Consolidación36, ya impidiendo el acuerdo humanitario, ya agudizando la salida militar. En Colombia se ha preparado la legislación suficiente para dar vía legal a un proceso que legitima aparatos de muerte y violación a los derechos humanos, así Estados Unidos “certifique”37 dicha práctica como protección a la democracia. Las miles de personas asesinadas o desaparecidas, la realidad del desplazamiento forzado o la pérdida de tierra de miles de personas, están hoy “ocultas” ante la gravedad del narcotráfico, las bandas paramilitares y los grupos de control y disciplinamiento social. En ese marco los movimientos y organizaciones sociales demandan una serie de ajustes al proceso de justicia y paz desarrollado por el gobierno, partiendo de una solución pacífica al conflicto social y armado, a saber: 3.Realizar en Colombia, a la luz pública y con total transparencia los procesos de desmovilización y sometimiento a la justicia de los grupos paramilitares, informando a la opinión pública nacional e internacional los resultados de los mismos, para que las organizaciones sociales, la comunidad, las fuerzas políticas y, de manera especial, las víctimas, cuenten con todas las garantías para expresar sus opiniones y propuestas de memoria, verdad, justicia y reparación integral. 1. En el proceso de desmovilización el Estado legitimó el paramilitarismo al vincularlo a la fuerza pública o a los organismos de seguridad y que ahora se denomina bandas criminales (Bacrim), algunos hablan de procesos diferentes otros afirman que es la continuidad y consolidación de la estructura de control y usos de tierras. 4.Investigar los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por los grupos paramilitares y castigar los autores intelectuales y materiales de estos. 2. No al perdón y olvido. No a todas las leyes de punto final, de obediencia debida, de auto indulto o cualquier otra medida que pueda dejar los crímenes en la impunidad. 5.Develar los nombres de los financiadores, los encubridores y los beneficiarios de la estructura paramilitar y los métodos y mecanismos de impunidad implementados 36. Allende la Paz. “Plan Colombia: papel de las petroleras“. http://www.visionesalternativas.com/militarizacion/articulos/petrol/10. htm. 2008 37. Ejército 2010 de Colombia. EEUU certifica a Colombia en derechos humanos. http://www.ejercito.mil.co/?idcategoria=263410. El paramilitarismo y resultados de los procesos de justicia y paz 61 hasta el día de hoy. De igual manera, establecer claramente quiénes han sido las víctimas, y las razones por las cuales fueron eliminadas. Este esclarecimiento debe hacerse desde el año 1945 (genocidio contra el movimiento gaitanista) fecha en la cual se inició el proceso de exterminio de los movimientos populares. 7.El Estado debe indemnizar integralmente a las víctimas del paramilitarismo, reparando patrimonialmente los daños morales, materiales, sociales, políticos y psicológicos causados. 6. El Estado, como institución, debe reconocer el genocidio de la Unión Patriótica y asumir la responsabilidad que le corresponde en el aniquilamiento de sus miembros, quienes confiaron en la acción política de paz y fueron 8.El Gobierno colombiano debe prestar atención a las recomendaciones de organismos internacionales como la onu y la oea, y de instituciones nacionales como la Defensoría del Pueblo, sobre la desacertada política de traicionados y ejecutados por el paramilitarismo en contubernio con las fuerzas estatales38. supuestos “diálogos” con los grupos paramilitares. 9.Aclarar públicamente cuál será el destino de las tierras y demás bienes que los grupos paramilitares expoliaron a los miles de campesinos y demás pobladores que hoy se encuentran desplazados y marginados en los centros urbanos. Baste con recordar la llamada “Pacificación del Urabá”, proceso que ha quedado en la impunidad y que hoy continúa con el hostigamiento a las comunidades que han hecho resistencia ante la política paramilitar en la región. 38. Ortiz Palacios, Iván David. El genocidio político contra la unión patriótica. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2009. Criterio jurídico garantista 62 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000* Aleyda Ulloa Ulloa** RESUMEN Abstract Acorde con el modelo de Estado social y democrático de derecho, en el derecho penal contemporáneo la pena es el medio de realización de la política criminal, lo que determina su papel principal en la dogmática actual, y a su vez, motivó en gran parte la reforma del Código Penal del 80 hacia un sistema punitivo fundado en la necesidad, proporcionalidad y razonabilidad de las sanciones penales; sin embargo, la interpretación de la Ley 599 de 2000 no ha sido pacífica en torno a establecer cuál es la pena necesaria, acorde con el ámbito de aplicación de la necesidad de pena, los criterios de análisis y su ubicación dentro de la teoría del delito; temas que se abordan en el presente artículo. In accordance with the social rule and democratic law, in the contemporary penal law, penalty is the means of practice of criminal politics; what it is instituted by its main role in the current principle, at the same time, made the new amendment of penal code 180 a new punitive system instituted in requirements of proportionality and rationality of law sanctions , however the interpretation of law 599 de 2000 has not been passive relating to establishing which is the obligatory sentence , regarding the state of application of the law, criteria’s of analysis and location within infringement theory, issues seen in the herein. Key words PALABRAS CLAVE: informe de investigación, pena, necesidad de pena, funciones de la pena, prevención general, prevención especial. KEY WORDS: research report, penalty, need of penalty, functions of penalty, general prevention and special prevention Fecha de recepción: septiembre 22 de 2010 Fecha de aceptación: octubre 29 de 2010 * Artículo escrito en el marco de la investigación correspondiente a la tesis doctoral en su parte final. ** Docente de la Universidad Autónoma de Colombia. Abogada; especialista en Sociología Jurídica de la Universidad Externado de Colombia, y en Instituciones Jurídico Penales, de la Universidad Nacional de Colombia; magíster en Derecho Penal y Ciencias Criminológicas, de la Universidad Externado de Colombia; y doctoranda en Derecho, de la Universidad de Buenos Aires. ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000 63 Introducción En agosto de 1998, la Fiscalía General de la Nación presentó al Congreso de la República un proyecto de ley para modificar el Código Penal de 1980 con el fin de adecuarlo tanto al concepto de Estado, como a los principios y postulados trazados por la Constitución Política de 1991 y su desarrollo jurisprudencial1. Proyecto que en materia de penas pretendió dar desarrollo a los postulados de la doctrina constitucional en sentencias: C-565 de 1993; C-261 y C-430 de 1996; C-144, C-157, C-237, C-285 y C-327 de 19972 relativas a las funciones de la pena, los principios de proporcionalidad y razonabilidad, así como al principio de necesidad de la pena. Sentencias conforme a las cuales: “la pena debe ser el resultado de la aplicación del derecho penal como ultima ratio y como tal debe ser necesaria, razonable, eficiente y proporcionada”3; y “al legislador le corresponde ponderar la necesidad de utilización del derecho penal para resolver los conflictos que se presenten entre las personas”. Si bien es cierto en la exposición de motivos del proyecto no se hace alusión a la sentencia T-596 de 1992, en ella se encuentra uno de los principales antecedentes doctrinales del principio de necesidad de pena, al manifestar la Corte Constitucional que la pena además de caracterizarse por ser jurídica, pública y judicial, debe ser también necesaria, útil y proporcional. Al respecto dijo la Corte: Su carácter necesario significa que la pena no debe ser impuesta de manera arbitraria, es decir, cuando no guarda relación con el fin perseguido por ella. (…) La pena debe ser un instrumento adecuado para servir a sus fines de prevención, retribución, protección o resocialización. Si los fines de la pena pueden conseguirse por otros medios menos costosos o menos aflictivos, la pena no es necesaria y por lo tanto no puede ser útil. La pena debe ser también proporcional. La proporcionalidad se obtiene con la comparación entre el daño ocasionado por el delito y el daño causado por la pena. Según Fernández Carrasquilla, el estado actual de la relación de razonable proporción entre delito y pena, que desde luego no es natural ni matemática sino valorativa, es el de hacer depender la gravedad de la pena, en abstracto y en concreto, de dos baremos fundamentales: la gravedad del injusto y el grado de culpabilidad4. Postura reiterada en sentencia C-591 de 1993 al establecer que: el carácter social del estado de derecho, el respeto a la persona humana, a su dignidad y autonomía, principios medulares del ordenamiento constitucional, se sirven mejor con leyes que encarnen una visión no disociada del principio de proporcionalidad y de subsidiariedad de la pena, de modo que ésta sólo se consagre cuando sea estrictamente necesario5. 1. Exposición de motivos. Gaceta del Congreso 189, de 6 de agosto de 1998. En: López Morales, Jairo. Antecedentes del nuevo código penal. Bogotá: Doctrina y ley. 2000. p. 12. 2. Ibíd. p. 15. 3. Corte Constitucional. Sentencia C-144 de 1997. 4. Corte Constitucional. Sentencia T-596 de 1992. 5. Corte Constitucional. Sentencia C-591 de 1993. Criterio jurídico garantista 64 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 De allí que el proyecto, a partir de los artículos 1 y 5 de la Constitución que conciben al hombre como elemento nuclear, estableció que solo se “puede recurrir a la sanción cuando ella sea necesaria para el mantenimiento de ese sistema de corte personalista”6, lo que tiene dos implicaciones: por un lado, “la necesidad para el mantenimiento de un sistema de esas características no puede pasar por la utilización de penas que por su contenido o duración se opongan a la dignidad de la persona”7 y por otro, la cantidad de pena ha de ser la estrictamente necesaria para el mantenimiento del sistema. La necesidad se manifiesta en la proporcionalidad que debe observar el legislador entre la amenaza penal y la gravedad del delito previsto, pero además en que la cantidad de pena a imponer por parte del juzgador, sea solo la que requiera el delito que enjuicia8. En desarrollo de lo anterior, el proyecto hizo reconocimiento expreso de la necesidad de pena al 6. Exposición de motivos. Ob. Cit. p. 24 7. Exposición de motivos. Ob. Cit. p. 24. 8. Exposición de motivos. Ob. Cit. p. 24. Subrayado fuera de texto. 9. Ley 599 de 2000, Art. 3. Principios de las sanciones penales. consagrarla en su artículo 3 como norma rectora del ordenamiento penal bajo el siguiente tenor: “la imposición de la pena o de la medida de seguridad responderá a los principios de necesidad, proporcionalidad y razonabilidad”, así como al establecer su utilización en casos como: los fundamentos para la individualización de la pena, la suspensión condicional de la ejecución de la pena, la libertad condicional, la eximente de responsabilidad en el abandono de menores, la injuria, la calumnia y la fuga de presos. El articulado del proyecto presentado por la Fiscalía fue aprobado en el Congreso con algunas modificaciones que, al parecer, hacen de la Ley 599 más prolija en la regulación de la necesidad de la pena al introducir en los principios de las sanciones penales un inciso en el que contempla la forma como se entenderá el principio de necesidad: “El principio de necesidad se entenderá en el marco de la prevención y conforme a las instituciones que la desarrollan”9, y consagrar un mandato expreso a su aplicación en los delitos culposos, de pena no ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000 65 privativa de la libertad (art. 34) y de aborto (art. 124)10, al igual que establecer la posibilidad de excluir la responsabilidad de comportamientos realizados bajo la influencia de profundas situaciones de marginalidad, ignorancia o pobreza extremas (art. 56). No obstante, esta regulación ha sido objeto de discusión doctrinal en torno a cuál es la pena necesaria en Colombia, por lo cual en la primera parte de este artículo se presentarán las diversas interpretaciones que el parágrafo del artículo 3 ha generado, y en la segunda parte se adoptará postura frente a las diversas interpretaciones expuestas. ¿Cuál es la pena necesaria? Debate doctrinal Si bien en el derecho penal contemporáneo el tema de la necesidad de pena ha abierto un amplio espacio de discusión a partir del cambio de modelo de Estado legal de derecho a Estado constitucional de derecho11 y el denominado “derecho por principios”12, en el ámbito colombiano la controversia sobre la regulación de la necesidad de pena, a partir de la Ley 599 de 2000, gira principalmente en torno a tres aspectos: su ámbito de aplicación, los criterios de análisis y su ubicación dentro de la teoría del delito; discusión que presenta diversas posiciones, las cuales se describirán brevemente a continuación. Ámbito de aplicación En este punto la doctrina presenta voces en torno a dos posturas: primera, la de quienes consideran que la aplicación del principio de necesidad de pena ha sido circunscrita por el legislador a los delitos a que expresamente hizo mención el Código; y, segunda, la de quienes limitan su aplicación a todos los delitos de la parte especial. Dentro de la primera posición se encuentran Gloria Bernal13, Gustavo Cote, Álvaro Orlando Pérez y Jaime Camacho, quienes al interpretar el alcance del inciso del artículo 3 “conforme a las instituciones que lo desarrollan”, asumen tal postura bajo el entendido de que dichas “instituciones” son los eventos normativos en que específicamente se hace alusión a la necesidad de la pena. En este orden de ideas, Jaime Camacho asegura que: la fórmula se cerró a la concreta aplicación del principio ‘conforme a las instituciones que lo desarrollan’, que es realmente otra forma de decir que 10. Artículo declarado inexequible mediante Sentencia C-355 de 2006. M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández. Bogotá, D. C., diez (10) de mayo de dos mil seis (2006). 11. Véase: Ulloa Ulloa, Aleyda. Fundamentación de la pena necesaria y modelo de Estado. En: Revista Criterio Jurídico Garantista. Año 2. Número 2. Enero-junio de 2010, pp. 10 a 31. 12. Véase: Zagrebelsky, Gustavo. El derecho dúctil: ley, derechos, justicia. 3a. Ed. Madrid: Editorial Trotta, 1999. Alberti Rovira, Enoch. El derecho por principios: algunas precauciones necesarias (debate sobre “El Derecho dúctil de Gustavo Zagrebelsky). En: Anuario de filosofía del derecho. Nº 13-14. 1996-1997, pp. 39-44. 13. Bernal Acevedo, Gloria. Las normas rectoras en el Nuevo Código penal colombiano. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez. 2002. p. 161. Criterio jurídico garantista 66 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 el juez lo podrá aplicar tan sólo cuando de manera expresa así lo prevea la ley14. En igual sentido y de manera más concreta, Álvaro Orlando Pérez afirma: específicamente es posible prescindir de la imposición de la pena, por innecesaria, en el 16.61% de las definiciones típicas, porcentaje resultante de 18 delitos culposos (4.82%) y de 44 delitos no sancionados con pena privativa de la libertad (11.79%)” y en todo caso de fijación de pena es forzoso tener en cuenta la necesidad al lado de los principios de razonabilidad y de proporcionalidad, mientras el primero de ellos se mira aislado, sólo, en relación con las hipótesis expresa y específicamente señaladas por los artículos 34, 61, 63, 64 y 12415. Por su parte, Gustavo Cote sostiene que en el ordenamiento colombiano por “regla general la valoración sobre la necesidad de pena ha sido realizada previamente por el legislador, al señalar unos pocos eventos en donde el juez tiene la posibilidad de reflexionar sobre este principio respecto de casos concretos”, y en los demás casos siempre que la conducta sea típica, antijurídica y culpable, debe asumirse que la pena es necesaria16; aclarando que solamente es pertinente para el juez acudir al principio de necesidad de la pena como criterio hermenéutico en los siguientes casos: a) Para individualizar la pena una vez el juez haya fijado el cuarto de movilidad punitiva, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 61 del Código Penal; b) Para conceder el beneficio de suspensión condicional de la ejecución de la pena; c) Para prescindir de la pena en los casos de delitos culposos cuyas consecuencias hayan alcanzado exclusivamente al autor o a alguno de sus parientes, siempre que se encuentren dentro de los grados de parentesco enumerados en el art. 34; d) Con anterioridad a la sentencia C-355 de 2006 para prescindir de la pena cuando no resultara necesaria en virtud del art. 124. Frente a lo cual este autor concluye que se trata de una regulación inconstitucional al dar por sentadas, casi a priori, partiendo de la sola decisión abstracta del legislador, la idoneidad, la necesidad y la proporcionalidad, en sentido estricto, de la limitación de la libertad a través de la sanción penal, sin una argumentación mínima y válida desde el punto de vista constitucional por quien finalmente determina la sanción en el caso concreto17. La segunda postura defiende la aplicación de la necesidad de pena respecto a todos los delitos, y tiene como uno de los principales exponentes a José Fernando Reyes, quien considera que al tratarse de un principio rector irradia todo el ordenamiento punitivo, por lo que no resulta coherente interpretar que el legislador consagró la necesi- 14. Camacho Florez, Jaime. Los principios de la pena en el nuevo código. En: Comentarios a los códigos penal y de procedimiento penal. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 2002. p. 159. 15. Pérez Pinzón, Álvaro Orlando. Introducción al derecho penal. Cuarta Edición. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez. 2002, p. 246. 16. Cote Barco, Gustavo Emilio. La necesidad de la pena: reflexiones a partir de los artículos 3 y 4 del Código Penal colombiano. En: Universitas. N° 114. Bogotá. Julio-diciembre de 2007, p. 195. 17. Ob. Cit., p. 195. ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000 67 dad de pena como principio rector, si pretendía su aplicación para determinados delitos, finalidad para la cual habría bastado una regulación numerus clausus 18. Posición que es reforzada por Miguel Córdoba al reflexionar que, si el legislador hubiera querido que se aplicara solamente a unos casos específicos así lo habría hecho, pero al consagrarlo como norma rectora, posee la calidad de principio que no admite excepciones19. En igual sentido, Alejandro Aponte sostiene que en atención a la imposibilidad de restringir un principio, la regulación que el legislador ha realizado en los tipos de la parte especial del Código debe entenderse y servir como marco de referencia para establecer la manera como se aplica el principio de necesidad de pena en los casos concretos20. Posición a que adhiere Tomás Garzón Roa21. Criterios de análisis Así mismo, en este punto se presentan dos posturas: por una par te, la que considera que la necesidad preventiva de la pena comprende criterios de prevención general y especial; y, por otra, la que opina que comprende solo criterios de prevención especial. Dentro de la primera se encuentra Álvaro Orlando Pérez al sostener que el artículo 3 remite “de la necesidad a la prevención y de ésta, a las instituciones que la desarrollan: prevención general y especial”22. En igual orientación, Camacho Flórez afirma que según el inciso 2° del artículo 3° del Código, “el principio de necesidad se entenderá en el marco de la prevención”, pues al no distinguir entre la clase de prevención a la que quiso referirse las engloba a ambas, con lo cual abre la puerta para 18. Reyes Cuartas, José Fernando. Principios orientadores de la imposición de las sanciones penales en el nuevo Código Penal colombiano. En: Jornadas de reflexión sobre la reforma al sistema penal colombiano. Bogotá: Procuraduría General de la Nación. 2002, p. 117. 19. Córdoba Angulo, Miguel. Culpabilidad y error. En: Jornadas de reflexión sobre la reforma al sistema penal colombiano. Bogotá: Procuraduría General de la Nación. 2002, p. 126 y 127. 20. Aponte, Alejandro David. La nueva regulación de la punibilidad: del juez como garante de los derechos fundamentales. En: Jornadas de reflexión sobre la reforma al sistema penal colombiano. Bogotá: Procuraduría General de la Nación. 2002, p. 100. 21. Garzón Roa, Tomás. Culpabilidad y necesidad de la pena. Colección de Pensamiento Jurídico Nº 13. Bogotá: Instituto de Estudios del Ministerio Público. 2004, p. 92. 22. Pérez Pinzón, Álvaro Orlando. Introducción al derecho penal. Cuarta Edición. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, 2002, p. 245. Criterio jurídico garantista 68 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 que en la realización del principio de necesidad el juez decida con base en consideraciones exclusivas de prevención general23. En la segunda postura se hallan Garzón Roa24, Adalgiza Neira25, Luis Fernando Tocora26, Arnulfo Julio27 y José Fernando Reyes Cuartas; este último, para quien al momento de individualización judicial de la pena le es imperativo al juez en cada caso discernir sobre cuál es el grado de ineludible necesidad de la pena, desde el punto de vista preventivo especial28, por considerar que tácitamente lo contempla la Ley 599 “cuando enfatiza que la prevención especial juega –también–. al momento de la ejecución, pues, desde luego su rol central lo cumple en el momento de la tasación en sede judicial”29; además, considera totalmente inadmisible tal análisis desde el punto de vista preventivo general positivo, por comportar un atentado al derecho penal de acto, “en la medida que no se considera como definitivo el grado de culpabilidad pero además conlleva una violación al principio de proporcionalidad y de retribución justa”30. Este último punto también es compartido por Alejandro Aponte, quien rechaza la interpretación del inciso del art. 3 como un acercamiento a las teorías funcionalistas o eficientistas que de la mano de la prevención posibilitan la aplicación de penas severas, por considerar que la necesidad de la pena fue recogida por el legislador como criterio garantista, como una herramienta extraordinaria, dentro del derecho, para que el juez haga auténtico derecho penal mínimo, es decir, para que reduzca el derecho penal, por la vía de la punibilidad, hacia la persecución de aquellas conductas verdaderamente más dañinas, y descongestione el sistema penal en relación con conductas que causan menor daño social31. En esta vertiente, Iván González Amado sostiene que al estar el principio de necesidad entendido en el marco de la prevención, “resta toda discrecionalidad al juez para determinar los casos en los que puede ser necesaria la sanción penal”32 puesto que respecto a los fines de prevención general, al estar orientados a lograr en la comunidad el 23. Camacho Florez. Ob. Cit., p. 169. 24. Ibíd. p. 71. 25. Neira Palacios, Adalgiza. Principio de legalidad y arbitrio judicial en la determinación de la pena en el Código Penal colombiano de 2000. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez. 2008, p. 184. 26. Tocora, Luis Fernando. Principios penales sustantivos. Bogotá: Temis. 2002, pp. 42-48. 27. Julio, Arnulfo. La proyección del principio de la dignidad humana en el sistema penal colombiano. El caso del aborto. En: Memorias 2. Jornadas de reflexión en derecho penal colombiano. Bogotá: Procuraduría General de la Nación. 2001, p. 55. 28. Reyes Cuartas, José Fernando. Ob. Cit., p. 106. 29. Ibíd. p. 114. 30. Ibíd. p. 114. 31. Aponte, Alejandro David. Ob. Cit., p. 101. 32. Gónzalez Amado, Iván. Régimen de la pena en la ley 599 de 2000. Un análisis crítico. En: XXIV jornadas internacionales de derecho penal. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 2002, p. 483. ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000 69 fortalecimiento del derecho como medio regulador de la vida social, en todo caso de imposición de una sanción se instrumentaliza al hombre para lograr efectos en los demás miembros de la comunidad desconociendo su dignidad como integrante de la especie humana33, además que la Corte Constitucional sostuvo que tal función corresponde al momento estático de la descripción legislativa, sin que haga parte del ámbito de competencia del juez, por lo que queda reducido el principio de necesidad de pena al análisis de la necesidad de prevención especial, frente a la cual considera que la declaración de existencia de un tratamiento progresivo resocializador en Colombia ha sido rebatida ampliamente por la realidad, tal como lo consigna la sentencia de la Corte Constitucional T-153 de 1998, en la que se declaran las cárceles colombianas en estado de cosas inconstitucional, con lo cual pierde fuerza cualquier pretensión de estimar el tratamiento como un factor realmente incidente en el principio de necesidad de pena, a no ser que se establezca previamente, en el proceso, que la cárcel a la cual debe ir el condenado a purgar su pena cuente con las condiciones mínimas necesarias para cumplir ese fin resocializador del internamiento carcelario34. Posición compartida por Mauricio Martínez al sostener que debido al estado de cosas incons- titucional de las cárceles colombianas “el juez está ética y legalmente convocado a interpretar “necesidad de pena” en sentido negativo, es decir, a inutilidad… y orientará su operación teleológicamente a poder sustituir la pena privativa de la libertad”35 y “si en última instancia la institución es interpretada en sentido positivo, ella no puede ser sino a favor del condenado, es decir, también en clave garantista, como prevención especial positiva, pero teniendo en cuenta la crisis de la categoría “resocialización”36. Ubicación en la estructura del delito Este ha sido otro de los temas que ha generado discusión, originada en la interpretación que algunos estudiosos del Derecho han hecho de 33. Ibíd., p. 485. 34. Ibíd., nota al pie 24. p. 488. 35. Martínez Sánchez, Mauricio. La necesidad de pena en el derecho penal alemán. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez. 2002, pp. 85 y 86. 36. Ibíd., p. 88. Criterio jurídico garantista 70 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 la postura de Reyes Cuartas, al considerar que ésta implica la adopción de la necesidad de pena como una cuarta categoría dogmática37 al afirmar que: el juez debe ahora, al fallar motivadamente, establecer la existencia de una acción: I. Típica (bajo criterios de imputación objetiva). II. Antijurídica (de manera material). III. Culpable. IV. Que necesita pena. V. Que la pena discernida sea proporcionada. VI. Que necesita ser ejecutada. VII. Que requiere ser cumplida intramuralmente (es decir, como a la mano se tiene la biografía completa del imputado, porque es el momento de fallar, es obligatorio considere si ella puede ser o no cumplida domiciliariamente y no esperar a que se lo demande alguno de los sujetos procesales)38. Interpretación que ha tenido en Garzón Roa un adepto, al sostener que la necesidad de pena debe considerarse como “un cuarto apartado dentro de la teoría del delito”, de forma que corresponde al juez realizar el análisis propuesto por Reyes Cuartas39; y un opositor en Mauricio Martínez, quien sostiene que el agregarle la necesidad de pena al artículo 9 del Código Penal sobre la conducta punible sólo es procedente de lege ferenda, es decir, en virtud de una ley a dictarse40, por lo que Martínez Sánchez considera que la necesidad de pena en Colombia hace parte de la punibilidad, la cual abarca dos acepciones: primera, la de mere- cimiento de pena, que significa que la conducta es digna de penalidad; y segunda, la de posibilidad jurídica de hacer efectiva la penalidad, debido a la existencia de casos en los que se presente alguna condición que la haga no punible, como lo son aquellos en que no se necesite la pena41. En sentido similar, Fernando Velásquez asegura que la necesidad de pena no es autónoma hasta el punto de configurarse en un nuevo elemento del delito, sino que junto al merecimiento de pena “irradian todos los elementos de la estructura del mismo y afectan, sobre todo, la punibilidad, constituyendo verdaderos criterios político-criminales que en la discusión actual sirven para orientar la construcción dogmática del delito”42. Toma de postura Ámbito de aplicación El alcance y carácter vinculante de los principios han sido decantados por la doctrina de la Corte Constitucional al sostener que “consagran prescripciones jurídicas generales que suponen una delimitación política y axiológica reconocida y, en consecuencia, restringen el espacio de interpretación, lo cual hace de ellos normas de aplicación inmediata, tanto por el legisla- 37.Véase: Martínez Sánchez. Ob. Cit., pp. 67 y 68. Garzón Roa. Ob. Cit., p. 11. 38. Reyes Cuartas. Ob. Cit., p. 118. 39. Ibíd., p. 91. 40. Martínez Sánchez. Ob. Cit., p. 68. 41. Martínez Sánchez. Ob. Cit., p. 43. 42. Velásquez Velásquez, Fernando. Manual de derecho penal. Bogotá: Temis. 2002, pp. 41-43. Velásquez Velásquez, Fernando. Derecho penal. Parte general. 4ª edición. Medellín: Comlibros. 2009, p. 87. ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000 71 dor como por el juez”43. Tal es así, debido a su carácter de normas de organización en virtud del cual, unifican y estructuran cada una de las instituciones jurídicas que dan fundamento al derecho, al dotarlas de sentido, a través de la concentración de valores ético-sociales y de justicia material44. Reseñado el papel que cumplen los principios, es de resaltar que en materia de necesidad de la pena el legislador colombiano ha sido claro y expreso al reconocer su carácter de principio general del derecho; de igual manera, el legislador lo consagró como norma rectora de la ley penal y fue claro al establecer su fuerza normativa en el artículo 13 del Código Penal de 2000, bajo el tenor de que tales normas constituyen la esencia y orientación del sistema penal y prevalecen sobre las demás e informan su interpretación; tema sobre el cual la doctrina de la Corte Constitucional sostiene: Estas normas contienen los postulados básicos, la filosofía y la orientación del sistema penal, y están destinadas a regir y guiar la interpretación y aplicación de las normas penales, de tal manera que los diversos desarrollos guarden plena coherencia con estos postulados. Por su diseño estas disposiciones tienen una gran generalidad, sin que entren a determinar elementos específicos de sus regulaciones, porque precisamente están dirigidas a servir de guía y orientación, irradiando las demás disposiciones de los códigos a las que pertenecen, al propio tiempo que señalan su sentido y alcance. Cobrando plena relevancia práctica cuando se las interpreta de manera sistemática con las disposiciones especiales que están llamadas a incidir e influenciar. De ahí que su lectura aislada pueda suscitar comprensiones erróneas. Por el contrario, si se integran a las codificaciones de las cuales hacen parte, brindan total coherencia y sentido45. De lo anterior se deduce que la necesidad de pena, en su calidad de principio y norma rectora: 1)Es base y fundamento del ordenamiento penal­. 2)Orienta la totalidad del sistema penal y estructura cada una de las instituciones jurídicas penales al dotarlas de sentido. 3) Organiza y precisa la articulación de todas las normas jurídico-penales. 4) Se dirige a la totalidad del ordenamiento y, por tanto, no admite excepciones. 5) Es fuente formal del derecho para la resolución de problemas jurídico-penales. 6)Al señalar el sentido y alcance de las demás disposiciones del Código, estas últimas deben guardar coherencia con ella. 7) Posee un carácter prevalente frente a las demás normas del ordenamiento. 8) Es de aplicación inmediata tanto por el legislador como por el juez. Con base en lo anterior, la postura doctrinal que restringe la aplicación del principio de necesidad de pena a algunos eventos desnaturaliza la institución. Por otra parte, cabe cuestionar a la postura restrictiva, si en virtud del artículo 61 del Código Penal el juez debe acudir al principio de necesidad para realizar la individualización de la pena, ¿en qué casos o delitos de la parte especial 43. Corte Constitucional. Sentencia T-406 de 1992. 44. García De Enterría, Eduardo. Fernández, Tomás-Ramón. Curso de Derecho Administrativo. Tomo I. Octava Edición. Madrid: Editorial Civitas. 1993, pp. 74 y 75. 45. Corte Constitucional. Sentencia C-775 de 2003. Criterio jurídico garantista 72 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 del Código le está permitido al juez desatender los criterios y reglas para la determinación de la punibilidad e imponer una pena sin razonar sobre su necesidad? Si se considera que el artículo 59 del Código Penal establece que en toda sentencia se debe fundamentar la determinación cualitativa y cuantitativa de la pena, es imperioso concluir que si el legislador empleó la expresión “toda sentencia”, denota que se trata de la totalidad, la integralidad, el conjunto entero y absoluto de los casos, sin excepción ni limitación. Y si a su vez, el artículo 61 regula que el sentenciador impondrá la pena ponderando su necesidad y la función que ha de cumplir en el caso concreto, resulta forzoso deducir que, si al juez le es obligatorio en toda sentencia fundamentar la pena a imponer y uno de los factores a ser considerados en tal fundamentación es su necesidad, al juez le es obligatorio analizar la necesidad de la sanción en la totalidad de los casos. Por lo demás, la concepción de la aplicación del principio de necesidad en todo el ordenamiento penal resulta acorde con el desarrollo jurisprudencial que la Corte Constitucional ha realizado en la materia46, al vislumbrar la obligación de su aplicación inmediata tanto por el legislador como por el juez, a los cuales, como se ha enunciado, les es de obligatoria observancia. En tal sentido, a su vez, el legislador en atención a la función fundamentadora del principio de necesidad, tiene la obligación de tener en cuenta e inspirarse en él antes de promulgar una norma jurídica y, específicamente, de crear un tipo penal o despenalizar una conducta. Esto es así, debido a que si bien el legislador, acorde con el principio democrático, es titular de la capacidad de configuración normativa en materia de política criminal (artículos 114 y 150 de la Carta), la libertad de configuración que posee no implica una discrecionalidad absoluta sino por el contrario restringida, tal como lo señala la Sentencia C-489 de 2002: “ (…) a esa solución sólo puede llegarse cuando se ha producido una grave afectación de un bien jurídico, mediante un comportamiento merecedor de reproche penal y siempre y cuando que la pena resulte estrictamente necesaria”47. Criterios de análisis El art. 3 del Código Penal colombiano establece que la imposición de la pena responderá al principio de necesidad, el cual se entenderá en el marco de la prevención y conforme a las instituciones que la desarrollan; por lo que la cuestión que se plantea es: ¿cuáles son los criterios de decisión que permiten fundar la determinación judicial de la “necesidad” o “no necesidad” de la pena? Al establecer el Código Penal colombiano que la necesidad de pena se entenderá en el marco de la prevención y las instituciones que la desarrollan, y que, según el art. 4 la pena cumple funciones de prevención general y prevención especial48, se 46. Véase Corte Constitucional. Sentencias: C-176 de 1993, C-591 de 1993, C-070 de 1996, C-327 de 1997, C-647 de 2001, C-312 de 2002, C-370 de 2002, C-916 de 2002, C-939 de 2002, C-205 de 2003, C-356 de 2003, C-897 de 2005, C-355 de 2006, C-988 de 2006, C-226 de 2002. Aclaración de voto Eduardo Montealegre y Manuel José Cepeda Espinosa. 47. Subrayado fuera de texto. 48. Ley 599 de 2000, artículo 3º. Principios de las sanciones penales. La imposición de la pena o de la medida de seguridad responderá a los principios de necesidad, proporcionalidad y razonabilidad. El principio de necesidad se entenderá en el marco de la prevención ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000 73 Figura 1. Función preventiva de la pena. POSITIVA Asegurar la fidelidad a la norma y al orden constituido. NEGATIVA Intimidación. Disuasión mediante amenaza o utilización de la pena. POSITIVA Corrección o resocialización del reo. NEGATIVA Inocuización, eliminación o neutralización del condenado. GENERAL PREVENCIÓN ESPECIAL debe tener presente que, si la pena se justifica por la necesidad de prevenir los delitos, esto equivale a decir que se justifica en tanto con ella se busca evitar su comisión, tarea que según la doctrina se realiza a través de la prevención general y especial, en sus formas positiva y negativa, las cuales pueden resumirse en el esquema de la figura 1. De allí que, para tomar parte en la discusión, acorde con los postulados de la dogmática, es necesario fundamentar la postura en el marco normativo vigente en el Estado, y tal como expuso el proyecto de reforma al Código Penal “la tarea del legislador se encuentra delimitada, correspondiéndole actualizar la normatividad penal, procesal penal y penitenciaria, atendiendo a las reglas contenidas en el denominado “Bloque de Constitucionalidad”49, por lo que fue expresa la intención de modificar el Código acorde con los tratados que reconocen derechos fundamentales, los cuales poseen carácter prevalente. De allí que no sólo es necesario para efectos de cualquier interpretación normativa tenerlos presente, sino que la reforma se inspiró en ellos y, por tanto, una interpretación que los desatienda, desnaturaliza la institución en estudio. En consecuencia, es necesario considerar que la y conforme a las instituciones que la desarrollan. Artículo 4o. Funciones de la pena. La pena cumplirá las funciones de prevención general, retribución justa, prevención especial, reinserción social y protección al condenado. La prevención especial y la reinserción social operan en el momento de la ejecución de la pena de prisión. 49. Ob. Cit., p. 12 Criterio jurídico garantista 74 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la readaptación social de los condenados50, y, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento51, lo que conduce a concluir que, en armonía con el artículo 4 del Código Penal, al establecer que la prevención especial y la reinserción social operan en el momento de la ejecución de la pena de prisión, su sentido es bastante claro al indicar que el requerimiento del delincuente de tratamiento penitenciario es condición suficiente para la procedencia de la imposición de pena. El segundo punto a analizar lo constituye la consagración, por parte de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de que “la pena no puede trascender de la persona del delincuente”52, con lo que expresamente manifiesta que los alcances de la pena son individuales y personales, limitados única y exclusivamente a la persona del delincuente; por tanto, una finalidad que sobrepase tal límite se encuentra prohibida, de tal manera que si con la pena se busca generar efecto sobre persona distinta al delincuente no cabe su imposición, por lo que la prevención general negativa, dirigida a intimidar a la sociedad, a generar efectos en la sociedad, se encuentra prohibida por mandato superior. De igual manera, la prevención general positiva por orientarse a asegurar la fidelidad de los asociados al orden constituido y a las instituciones, o a la estabilización de la conciencia del derecho, se dirige a la colectividad de forma que traspasa la barrera de la individualización de la pena en el sujeto agente del delito y, en consecuencia, también se encuentra prohibida. Esta prohibición, a su vez, se halla reforzada por disposición constitucional, al establecer la Carta Magna que Colombia es un Estado social de derecho fundado en el respeto de la dignidad humana, lo que impone la obligación al Estado de rechazar toda forma de trato indigno que se pueda aplicar al delincuente y, como afirma Iván González53, con los fines de prevención general, al orientarse a lograr en la comunidad el fortalecimiento del derecho como medio regulador de la vida social, se instrumentaliza al hombre para lograr efectos en los demás miembros de la comunidad, se desconoce su dignidad como integrante de la especie humana, por lo que en virtud del principio de dignidad humana también se encuentra prohibida. En tercer lugar, tanto la Convención Americana sobre Derechos Humanos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establecen como finalidad esencial de las penas privativas de la libertad la reforma y la readaptación social de los condenados, con lo cual se cierra la posibilidad a la privación de libertad con fines de eliminación o inocuización, que tratan al delincuente como una 50. Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 5, numeral 6: “Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la readaptación social de los condenados”. 51. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 10, numeral 3: “El régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados”. 52. Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 5, numeral 3. 53. González Amado. Ob. Cit., p. 485. ¿Cuál es la pena necesaria? Análisis de la Ley 599 de 2000 75 mera fuente de peligro que debe ser neutralizada, “como un objeto a vigilar y castigar, como una fiera que debe ser encerrada en su jaula el mayor tiempo posible”54 lo que no sólo contraviene los fines resocializadores, sino también desconoce el principio máximo que orienta el derecho penal contemporáneo: la dignidad humana. Con base en lo anterior se puede concluir que al juez le está permitido imponer pena cuando ésta es necesaria por razones de prevención especial positiva. Así mismo, al juez penal le está prohibido imponer pena cuando sea necesaria por razones de prevención general positiva o negativa, así como también por prevención especial negativa. Ubicación en la estructura del delito Interpretar la regulación del principio de necesidad como la introducción de una cuarta categoría dogmática no parece acertado, puesto que el art. 9 del Código Penal, que consagra el concepto de delito en nuestro ámbito, es claro al establecer: “Para que la conducta sea punible se requiere que sea típica, antijurídica y culpable (…) Para que la conducta del inimputable sea punible se requiere que sea típica, antijurídica y se constate la inexistencia de causales de ausencia de responsabilidad”. Así, los diferentes elementos de clasificación de la conducta punible o categorías55 que el legislador colombiano empleó, son: la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad, por lo cual en Colombia no parece acertado pretender interpretar el Código del 2000 como adopción de las doctrinas contemporáneas sostenidas por Córdoba Roda en España o Roxin en Alemania56; de allí que, para que se pueda estructurar el delito en Colombia como conducta típica, antijurídica, culpable y necesitada de pena, sería preciso modificar el art. 9 del Código Penal; por consiguiente, se coincide con lo sostenido por Mauricio Martínez, respecto a que tal posibilidad sólo es procedente de lege ferenda, especialmente si se tiene en cuenta que el legislador colombiano reguló expresamente en el art. 4 la necesidad de pena como principio, y tal como quedó establecido anteriormente, en virtud de tal calidad, irradia todos los elementos de la estructura del delito y afecta sobre todo la punibilidad. Conclusión Si bien la interpretación y aplicación de la necesidad de pena no es un tema pacífico en Colombia, el debate y la toma de postura al respecto es importante e ineludible en consideración a la filosofía e intención que motivó el Código Penal del 2000, propia de un derecho penal orientado a las consecuencias jurídicas57 y de intervención mínima58, 54. Hassemer, Winfried y Muñoz Conde, Francisco. Introducción a la criminología. Valencia: Tirant Lo Blanch. 2001, p. 297. 55. Categoría: “3. Uno de los diferentes elementos de clasificación que suelen emplearse en las ciencias”. En: Diccionario de la Real Academia Española de la lengua. 20ª edición. En: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=categoria 56. Sobre este tema véase: Ulloa Ulloa, Aleyda. Fundamentación de la pena necesaria y modelo de Estado. En: Revista Criterio Jurídico Garantista. Año 2. Número 2. Enero-junio de 2010, pp. 21 a 23. 57. Exposición de Motivos. Ob. Cit. p. 12 y 23. 58. Exposición de Motivos. Ob. Cit. p. 13. Criterio jurídico garantista 76 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 en el que acorde con un modelo de Estado social y democrático de derecho, la pena es “el medio para hacer efectivas las metas de la política criminal”59. Interpretación y aplicación de la necesidad de pena que si bien es cierto debe construirse desde el mundo del ser, propio del sistema normativo, tiene el reto de lograr armonizar la respuesta punitiva del Estado respecto a las conductas de mayor y menor lesividad a los bienes jurídicos por él protegidos, sin que en ningún evento sea posible por vía de reforma legislativa o decisión judicial, en aras de la actual discusión en torno a los fines y funciones de la pena, así como a las antinomias entre ellos, promover la impunidad respecto de quienes lesionan los bienes jurídicos protegidos por el Estado y atentan contra la pacífica convivencia de la sociedad, puesto que los principios de las sanciones penales recogidos por el legislador del 2000 son herramientas de promoción de un “orden justo” tanto para la víctima como para el condenado, de forma que el “deber ser” normativo constituya una respuesta apropiada a las necesidades que el “ser” impone, y no contribuya a ensanchar la brecha existente entre ellos, de manera que se termine por conceder la razón a los argumentos abolicionistas del derecho penal que develan la falacia en la justificación y funciones de la pena, para concluir que la pena es un mero acto de poder. BIBLIOGRAFÍA Aponte, Alejandro David. La nueva regulación de la punibilidad: del juez como garante de los derechos fundamentales. En: Jornadas de reflexión sobre la 59. Exposición de Motivos. Ob. Cit. p. 23. reforma al sistema penal colombiano. Bogotá: Procuraduría General de la Nación. 2002. Bernal Acevedo, Gloria. Las normas rectoras en el Nuevo Código Penal colombiano. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez. 2002. Camacho Flórez, Jaime. Los principios de la pena en el nuevo código. En: Comentarios a los códigos penal y de procedimiento penal. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 2002. Córdoba Angulo, Miguel. Culpabilidad y error. En: Jornadas de reflexión sobre la reforma al sistema penal colombiano. Bogotá: Procuraduría General de la Nación. 2002. Cote Barco, Gustavo Emilio. La necesidad de la pena: reflexiones a partir de los artículos 3 y 4 del código penal colombiano. En: Universitas. N° 114. Bogotá. Julio-diciembre de 2007. Gaceta del Congreso 189. Agosto 6 de 1998. 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Bogotá, mayo seis (6) de mil novecientos noventa y tres (1993). Sentencia C-591de 1993. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Bogotá, D.C., diciembre catorce (14) de mil novecientos noventa y tres (1993). Sentencia C-070 de 1996. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Bogotá, D.C., Febrero veintidós (22) de mil novecientos noventa y seis (1996). Sentencia C-144 de 1997. M.P. Alejandro Martínez Caballero. Bogotá, D.C., diecinueve (19) de marzo mil novecientos noventa y siete (1997). Sentencia C-327 de 1997. M.P. Fabio Morón Díaz. Bogotá, D.C., julio diez (10) de mil novecientos noventa y siete (1997). Sentencia C-647 de 2001. M.P. Alfredo Beltrán Sierra. Bogotá, D.C., veinte (20) de junio dos mil uno (2001). Sentencia C-226 de 2002. Aclaración de voto Eduardo Montealegre y Manuel José Cepeda Espinosa. Bogotá, D.C., dos (2) de abril de dos mil dos (2002). Sentencia C-312 de 2002. M.P. Rodrigo Escobar Gil. Bogotá, D.C., treinta (30) de abril de dos mil dos (2002) Sentencia C-370 de 2002. M.P. Eduardo Montealegre Lynett. Bogotá, D.C., catorce (14) de mayo de dos mil dos (2002). Sentencia C-916 de 2002. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. Bogotá, D.C., veintinueve (29) de octubre de dos mil dos (2002). Sentencia C-939 de 2002. M.P. Eduardo Montealegre Lynett. Bogotá D.C., treinta y uno (31) de octubre de dos mil dos (2002). Sentencia C-205 de 2003. M.P. Clara Inés Vargas Hernández. Bogotá D. C., once (11) de marzo de dos mil tres (2003). Sentencia C-356 de 2003. M.P. Jaime Araújo Rentería. Bogotá, D.C., seis (6) de mayo de dos mil tres (2003). Sentencia C-775 de 2003. M.P. Jaime Araújo Rentería. Bogotá D.C., nueve (9) de septiembre de dos mil tres (2003). Sentencia C-897 de 2005. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. Bogotá, D. C., treinta (30) de agosto de dos mil cinco (2005). Sentencia C-355 de 2006. M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández. Bogotá, D. C., diez (10) de mayo de dos mil seis (2006). Sentencia C-988 de 2006. M.P. Álvaro Tafur Galvis. Bogotá, D.C., veintinueve (29) de noviembre de dos mil seis (2006). Criterio jurídico garantista 78 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos. Una propuesta de marco conceptual para la maestría en Derecho1 Julio Armando Rodríguez Ortega* Resumen Abstract Este informe de investigación pretende hacer un aporte para la conformación de la estructura curricular y del marco conceptual del programa de Maestría en Derecho, teniendo en cuenta que se evidencia un debilitamiento del constitucionalismo en el ordenamiento jurídico global, al tiempo que se observa el protagonismo del Derecho natural y el garantismo en el campo de los derechos humanos. Es posible demostrar que el constitucionalismo ha perdido vigencia en el mundo y que el ordenamiento jurídico internacional ha perdido fuerza por el surgimiento de nuevas formas de poder en las que están apareciendo categorías jurídicas y políticas no convencionales como resultado de un realinderamiento político global. El papel del constitucionalismo en las sociedades contemporáneas se ha debilitado y se evidencian numerosas regulaciones que no corresponden al viejo y tradicional diseño del Estado, y que más bien codifican importantes principios y mecanismos propios del garantismo iusnaturalista. En tal sentido esta propuesta se orienta a proponer una nueva temática que sirva de eje a la maestría, es decir, un enfoque institucional, que aporte a la situación social y política de Colombia elementos teóricos y conceptuales que correspondan a las actuales tendencias de la dogmática constitucional y jurídica. This research report tends to contribute to the configuration of the curricular structure and the conceptual framework of the Master Program in Law, in view of the fact that it is proof the weakness of the constitutionalism on global legal systematization and at the same time it is observed the importance of natural law and the garantism on Human rights. It can be certainly proved that constitutionalism has lost effective date in the world and that international law systematization has also lost importance because the arising of new ways of power appearing as non conventional, legal and political categories as a result of a political and global call. The role of constitutionalism in the contemporary societies has weaken and has evidenced new regulations which do not correspond to the aged traditional state designed; but also, codifying significant principles and mechanisms linked to natural garantism. In that sense, this plan tends to propose a new issue to building a line for the Master; in other words, an institutional approach that helps to conduct Colombia on political and social theories and conceptions concerning the current constitutional and legal dogmatic tendencies. PALABRAS CLAVE: informe de investigación, maestría en Derecho, estructura curricular, Derecho natural, garantismo constitucional, iusnaturalismo. Key words: research report, master in Law, curricular structure, natural law, constitutional garatism, naturalism. Fecha de recepción: agosto 27 de 2010 Fecha de aceptación: octubre 20 de 2010 1. Informe de investigación presentado como propuesta para la conformación de la estructura curricular de la maestría en Derecho, énfasis en Derecho Público. Bogotá, junio 2010. * Magister en Derecho Público; docente investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Colombia. Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos 79 Introducción Afirma el profesor Óscar Mejía en su obra Elementos para una reconstrucción del estatuto epistemológico de la filosofía del Derecho, que la validez del sistema jurídico depende de un mínimo de eficacia sin la cual aquella queda totalmente en entredicho. A su vez la eficacia supone un nimio grado de aceptación que el sistema tiene que lograr entre la ciudadanía, es decir, un mínimo de justificación, en otras palabras de legitimidad.2 Sin duda alguna el constitucionalismo moderno está en crisis, los conceptos en los que se sustentaba se diluyen, y se perfilan nuevas instituciones a nivel global. El Estado desplaza competencias a organismos internacionales y supranacionales; se crean tribunales de derechos humanos, la Corte Penal Internacional; se regula el trabajo, la libertad de comercio, la propiedad intelectual, entre otros. A nivel interno poderosos intereses económicos globales imponen criterios de organismos multilaterales de crédito, de naciones extranjeras, perdiendo el Estado su dominio y relativizando su soberanía. inseguridad. La Constitución ya no es sólida, sus bases ya no son firmes, sus mandatos se diluyen y se aplican solo eventualmente.3 La supremacía de la Constitución se confunde con la hegemonía de los tratados internacionales. Los derechos humanos se suspenden ante amenazas de terrorismo, las élites políticas aplican casi de manera permanente el estado de excepción, y los textos constitucionales no tienen límites precisos, no se aplican o se hacen efectivos solo aquellos que son accesibles a sectores privilegiados, en otras palabras, el contenido de la Constitución no es fácilmente determinable ni aplicable, como tampoco lo es su esencia. En determinados contextos, el derecho en general y la justicia constitucional en particular, pueden llegar a constituir instrumentos de emancipación social.4 Pero no por ello el derecho pierde su faceta de dominación social: las potencialidades emancipadoras de la justicia constitucional son limitadas y el predominio de las estrategias judiciales tiene riesgos sobre el dinamismo y la creatividad de los movimientos sociales.5 Las élites políticas y económicas huyen hacia los centros de globalización, las masas se diferencian en etnias y minorías en busca de garantías específicas, y las personas tienen un marcado y permanente sentimiento de Si históricamente los derechos se han reclamado para asegurar la emancipación formal de individuos estigmatizados, traumatizados y subordinados por entidades sociales particulares, y para asegurarles un lugar en el discurso humanista de la personalidad universal, ¿qué sentido tiene desplegar estos 2. Mejía, Óscar. Elementos para una reconstrucción del estatuto epistemológico de la filosofía del Derecho. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. 3. Charry Urueña, Juan Manuel. Constitución líquida. En: Ámbito jurídico. Bogotá, mayo 2010, pág. 12. 4. García, Mauricio y Uprimny, R. Corte Constitucional y emancipación social. En B. de S. Santos y M. García Villegas (eds). Emancipación social y violencia en Colombia. Bogotá: Norma, 2004.4. Ibíd, pág. 509. 5. Ibid., pág. 509. Criterio jurídico garantista 80 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 derechos en nombre de identidades que buscan confundir a la fantasía humanista y qué sentido tiene el discurso de los derechos contra los privilegios que dichos discursos han garantizado tradicionalmente? Al intentar responder estas preguntas sobre el despliegue actual de los derechos no estoy preguntándome si los derechos como tal son emancipadores, señala Wendy Brown en su escrito “Lo que se pierde con los derechos”.6 Si el Derecho no es emancipatorio sino que es una especie de alma buena como lo afirmara el profesor Mejía, el derecho expresa la impotencia del deber ser y es precisamente en este contexto cuando hace su aparición el Iusnaturalismo universal y objetivo, una teoría jurídica autónoma que predica el garantismo y lo presenta como una alternativa seria. El garantismo Sobre el concepto de garantismo7 Ferrajoli reconoce tres acepciones que corresponden a un modelo de derecho y a una propuesta de teoría general del Derecho. En el primer caso, como una alternativa al Estado de derecho; en el segundo, como una superación de los reduccionismos iusnaturalistas y positivistas. Ambos significados confluyen en un axioma distintivo: el derecho como garantía de limitación al poder.8 Ferrajoli hace mención a las antinomias presentes en todos los sectores de un ordenamiento jurídico complejo, entre principios de nivel normativo superior y normas prácticas de nivel inferior. Los primeros caracterizados por cierto grado de inefectividad y las segundas por un grado correspondiente de invalidez o de ilegitimidad. El jurista italiano no duda en asumir una postura respecto al derecho: el derecho es la garantía de los más débiles frente a los más poderosos, y el garantismo como modelo alternativo de Estado de derecho y como propuesta de una Teoría general del derecho. El garantismo nació para oponerse al Estado ilimitado y en los últimos años se enfrenta a un “estado de excepción”, un espacio vacío de derecho, zona de anomia en la cual todas las determinaciones jurídicas y, sobre todo, la distinción misma entre lo público y lo privado, son desactivadas a partir de la subordinación “absoluta” de lo político a lo económico.9 Una aproximación a la democracia constitucional y a los derechos fundamentales desde la propuesta teórica de L. Ferrajoli, permite señalar que para este 6. Wendy, Brown. Lo que se pierde con los derechos. En: La crítica de los derechos. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2003, págs. 75-156. 7. Ferrajoli, Luigi. Derecho y razón. Madrid: Trotta, 2001, pág. 851. 8. Ferrajoli, Luigi. Los fundamentos de los derechos fundamentales. Madrid: Trotta, 2005, pág. 290; véase también Ferrajoli, Luigi. Garantismo. Una discusión sobre derecho y democracia. Madrid: Trotta, 2006, pág. 47. 9. Agamben, Giorgio. El Estado de excepción como nuevo paradigma de gobierno. En: Estado de Excepción. Valencia: Pretextos, 2004, págs. 9-50. Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos 81 Uno de los componentes de nuestra cultura política legitimada por la propia Constitución, lo constituyen las élites de poder que bajo la apariencia de democracia mantienen estructuras de dominación y subordinación. autor los derechos fundamentales han modificado de una u otra manera los planteamientos esbozados por la teoría liberal sobre la igualdad y la libertad; han impuesto obligaciones y prohibiciones al poder –dimensión sustancial de la democracia asociada a la esfera de lo indecible–. Tales planteamientos teóricos sobre los derechos fundamentales son importantes, toda vez que han servido de crítica para que las constituciones modernas introduzcan como carga reorientadora10 de las concepciones políticas, democráticas y jurídicas: la dimensión de los derechos fundamentales como garantías. perspectiva del derecho como en la democracia, o lo que él ha denominado “el modelo garantista de la democracia constitucional”. El Estado de derecho exige el sometimiento de todos los poderes públicos, incluido el legislativo, a normas no sólo formales, como las que vierten sobre los procedimientos para la formación de las leyes, sino también sustanciales, como son precisamente los principios y derechos fundamentales, es decir, de lo que está prohibido decidir a cualquier mayoría, en garantía de los derechos de libertad, o, al contrario, de lo que está prohibido no decidir para la satisfacción de los derechos sociales. Para este autor, existen cambios estructurales tanto en la Por esta razón, el garantismo puede ser abordado desde la filo- sofía política, desde la teoría del Derecho y desde el positivismo jurídico, cuyo marco de acción es el Estado constitucional de derecho, que encarna un estricto principio de legalidad. Garantismo11 significa en términos de Ferrajoli, tutelar y establecer mecanismos para proteger los derechos o bienes individuales frente a otras intromisiones tanto del Ejecutivo como de otros poderes, idea ya esbozada por Montesquieu, quien pensaba que el poder hay que limitarlo para evitar sus abusos12. Ferrajoli aporta desde el garantismo –positivismo crítico–, una superación de la ilegitimidad en la que han caído los modernos Estados de derecho, y apuesta por la justificación de un Estado democrático de derecho susten- 10. Ibíd., pág. 32. 11. Habermas, Jürgen. Tiempo de transiciones. Madrid: Trotta, 2004. 12. Habermas, Jürgen. Democracia, derechos humanos y soberanía popular. La versión liberal y republicana. En: La democracia en sus textos. Madrid: Alianza Editorial, 1999. Criterio jurídico garantista 82 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 tado en una concepción normativa que apunta a las garantías de los derechos como vínculos y límites al legislador. Una de las funciones del garantismo es denunciar las lagunas y antinomias que se presentan en el sistema jurídico; situación que lleva a que Ferrajoli no crea que se deban solucionar dichos problemas por medio de la participación democrática, sino que es el juez quien debe depurar todas estas patologías, pues el garantismo representa la otra cara del constitucionalismo, en especial aquella que se encarga de “formular las técnicas de garantía idóneas para asegurar el máximo grado de efectividad de los derechos reconocidos constitucionalmente.”13 En otras palabras, hay cosas que una democracia debe respetar, como el derecho de las minorías, el derecho de los disidentes, derechos fundamentales inmodificables en las constituciones actuales, tales como la dignidad humana o la prohibición de la tortura. Cuando una democracia adopta la forma de democracia constitucional de derecho, la posible violación de los derechos por parte de los poderes públicos y privados queda sometida a los límites que estos interponen a tales poderes; de “allí su carácter indisponible e inalienable, en tanto incumben de igual forma y medida a todos sus titulares...14 El garantismo se ofrece como un mecanismo que está al servicio de los derechos fundamentales tanto en su dimensión formal como sustancial. Se tiene presente el respeto por el procedimiento democrático y por la producción de las leyes como condición necesaria para asegurar la validez –qué se manda y qué no se debe mandar–, validez sustancial y la vigencia, requisito formal de producción de las normas; lo que significa, según Ferrajoli, que “si bien una ley sea válida es además necesaria la coherencia de sus significados con las reglas y principios que bien podemos llamar normas sustanciales sobre la producción”15. La tesis del final de la política en el plano nacional y el comienzo de una política transnacional, nos conduce como se decía anteriormente al rompimiento de las fuentes de su legitimación, de tal forma que la democracia y su legitimidad en los Estados y gobiernos modernos adquieren nuevas fuentes de legalidad, que serán valoradas por la capacidad o efectividad para resolver los problemas de la sociedad civil global. Considera el profesor Mejía que es necesario ampliar las fuentes de la legitimación del dominio político por cuanto la legalidad democrática y la eficiencia colocan en entredicho el orden completo de la legitimidad del Estado. Se afirma que estas fuentes son ademocráticas, porque a pesar de su globalidad se sustraen de los procedimientos democráticos. En concepto del mismo autor16 el orden nacional 13. Habermas, Jürgen. El nexo interno entre Estado de derecho y democracia. En: José Antonio Gimbernat, (ed.). La filosofía moral y política de Jürgen Habermas. Madrid: Biblioteca Nueva, 1997. 14. Habermas, Jürgen. Facticidad y validez. Sobre el derecho y el estado democrático de derecho en términos de teoría del discurso. Madrid: Trotta, 1998, págs. 263 a 280. 15. Habermas, Jürgen, Facticidad y validez, págs. 263-280. 16. Ibíd., Mejía Q., Óscar. Obra citada, págs. 262 y 263. Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos 83 se derrumba, surgiendo un orden transnacional, cuya fuerza política legitimadora aún es incierta y poco clara. alternativas potenciales frente a la globalización. El iusnaturalismo El consenso podría convertirse en una fuente de legitimación y conlleva la unidad de pueblo Estado, democracia y nación, que se resquebraja con la globalización de los espacios nacionales y sobre todo la globalización económica y cultural que amenaza la continuación de los Estados poliétnicos, conduciendo todo lo anterior a la pluralización del universo estatal que se plantea desde la relación entre particularismo y universalismo en las formas de Estado particulares.17 De todas formas la hipótesis sobre el ocaso del constitucionalismo se demostrará a partir de una caracterización de la sociedad global, en tanto sociedad compleja y en conflicto entre diversas concepciones de modernidad, cuya naturaleza sociológica en cuanto sociedad capitalista tardía evidencia un impacto en las sociedades latinoamericanas, que en el momento actual necesitan identificar La tesis del final de la política en el plano nacional y el comienzo de una política transnacional, nos conduce como se decía anteriormente al rompimiento de las fuentes de su legitimación, de tal forma que la democracia y su legitimidad en los Estados y gobiernos modernos adquieren nuevas fuentes de legalidad, que serán valoradas por la capacidad o efectividad para resolver los problemas de la sociedad civil global. El iusnaturalismo y el garantismo están adquiriendo marcado protagonismo a medida que los movimientos sociales y las organizaciones de base comunitaria se colocan en un primer plano, y las élites del poder legitimadas en el constitucionalismo pasan a segundo plano. Según la forma como se contextualiza el Estado en esta nueva sociología jurídica, se evidencian más diferencias en la estructura organizativa del Estado y en la posibilidad de que los movimientos sociales encuentren aliados en organismos supranacionales y no gubernamentales.18 Este fenómeno es aún más evidente cuando se advierte que las luchas urbanas locales ayudan a establecer los términos de los debates políticos internacionales en materia de actores, con fuerza suficiente para alcanzar el cambio, tales como las organizaciones no gubernamen- 17 Mejía Q., Óscar. Obra citada, págs. 266- 267. 18. Evans, Peter. Instituciones y desarrollo en la era de la globalización neoliberal. Bogotá: ILSA,Capítulo I. Criterio jurídico garantista 84 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 tales –ong–, y los organismos públicos locales que a pesar de sus limitaciones y debilidades pueden alcanzar una capacidad sorprendente para realizar proyectos colectivos. Por lo anterior las comunidades locales son esenciales para despertar la atención de los organismos públicos respectivos, acerca de los aspectos cotidianos que pueden garantizar un cambio en la realización de las aspiraciones al desarrollo a nivel global, construyendo alianzas influyentes entre los grupos que componen la sociedad civil. Si dirigimos nuestro estudio hacia la sociedad civil, sus intereses y proyectos, vemos que los gobiernos, incapaces de enfrentar los procesos económicos mundiales, sufren una migración que aleja sus programas de todo objetivo productivo, lo cual los hace más débiles y vulnerables ante las potencias capitalistas. Rawls nuevamente dice: “sus integrantes ingresan a ella sólo por nacimiento y salen de ella sólo al morir”.19 El garantismo nació para oponerse al Estado ilimitado y en los últimos años se enfrenta a un “estado de excepción”, un espacio vacío de derecho, zona de anomia en la cual todas las determinaciones jurídicas y, sobre todo, la distinción misma entre lo público y lo privado, son desactivadas a partir de la subordinación “absoluta” de lo político a lo económico. Revisado el pensamiento de Habermas en su obra Facticidad y validez, se encuentra la teoría del discurso sobre el contenido normativo del sistema de los derechos y de la idea de Estado de derecho. Partiendo de los planteamientos del derecho natural racional, trata de mostrar cómo, en la situación de las sociedades complejas como son las nuestras, cabe entender de modo distinto y nuevo la vieja promesa de una auto organización jurídica de ciudadanos libres e iguales, haciendo análisis y desarrollando el concepto discursivo de derecho y de Estado democrático de derecho en el contexto de las discusiones contemporáneas.20 El constitucionalismo nació y vivió siempre en el entorno del concepto de soberanía nacional y posteriormente soberanía popular. Cuando irrumpen en el mundo los procesos de transnacionalización del derecho, la modernidad y los lazos específicos de parentesco que relacionan los diferentes ordenamientos jurídicos bajo los efectos de la globalización económica y política, se inicia un proceso de mundialización, que comenzará a dejar el constitucionalismo como un asunto del pasado. Es así como la transnacionalización de la relación jurídica del Estado Nación, ampliamente esbozada por Boaventura de Sousa Santos21, señala que los 19. Rawls, John. Liberalismo político. Barcelona: Crítica, 1996, págs 247 a 292. 20. Habermas, Jürgen. Facticidad y Validez, págs. 270-271. 21. De Sousa Santos, Boaventura. La globalización del Derecho. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-ILSA, 1998, págs. 79 y 80. Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos 85 cambios en el derecho estatal de un país han recibido la influencia de presiones internacionales, formales e informales, de otros Estados, agencias o actores transnacionales, de tal forma que su impacto ha afectado significativamente sus sistemas normativos y particularmente el rol tradicionalmente ejercido por el constitucionalismo propio de las democracias liberales. El lugar que asignó kelsen a la norma constitucional, en la jerarquía del sistema jurídico interno, ha dejado de existir pues su espacio está siendo ocupado por regulaciones, que constituyen como lo señala De Sousa Santos,22 “principios de la herencia común de la humanidad”, concebidos de manera amplia, que están ejerciendo protagonismo para convertir esos principios en el concepto aglutinante en la búsqueda de un nuevo orden mundial sostenible en el campo jurídico político y social. En concepto del mismo autor, el principio de la herencia común de la humanidad avanza hacia el ius humanitatis, un derecho 22. Ibíd., págs. 256-257. 23. Ibíd., págs. 257-267. de y para la humanidad, como un todo, el derecho de una condición humana, decente, de una interacción no dualista, sino más bien mutualista, que rompa de muchas formas con las premisas básicas, tanto del derecho del Estado Nación, como del derecho internacional tradicional, es decir que logre crear una nueva especialidad, más allá de lo local, lo nacional y lo internacional, caracterizada como una especialidad jurídica global.23 por medio de las cuales los Estados miembros asumirán nuevos roles y nuevos enfoques en la comunidad global. La dispersión paulatina de la soberanía tendrá consecuencias diferentes y selectivas y a menudo contradictorias en los distintos Estados, para enfrentar los nuevos riesgos y dificultades con un desafío emancipador, posibilitado por la intensificación de los efectos de la transnacionalización de los sistemas jurídicos. Al desaparecer el tradicional constitucionalismo con su micro ética individualista de corte liberal en su papel protagónico a nivel nacional, el ius humanitatis romperá con la reciprocidad convencional entre derechos y deberes y tomará a la humanidad como titular de los derechos humanos, con lo cual estaremos asistiendo al resurgimiento del principio de la comunidad en un nuevo enfoque de los sistemas normativos. En torno a este enfoque se habla reiteradamente de la democracia consensual en Mejía Quintana, o del consenso entrecruzado en la teoría neocontractualista de John Rawls, punto de vista que vale la pena mencionar. El constructivismo, el consenso entrecruzado y la noción de razón pública acercan a Rawls sustancialmente con las posiciones comunitaristas, en las cuales la persona es entendida como ser integral, como base de consenso y fundamento de racionalidad, pero sobre todo en su proyección social como sujeto colectivo. El concepto de soberanía que legitimaba el constitucionalismo comienza su erosión y será reemplazado por decisiones propias de la cooperación multilateral, Se garantiza así el inalienable derecho a que como individuo o Criterio jurídico garantista 86 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 minoría, jamás se reprima o se recorte personal o socialmente su posibilidad de disentir, para construir una democracia plena para todos los individuos y todas las minorías, donde no haya lugar para la dictadura de las mayorías, sea cual sea la norma que la proteja en el viejo constitucionalismo legitimador de este espejismo de democracia que aún forma parte de nuestra cultura política. El tránsito de un consenso constitucional a un consenso entrecruzado supone incrementar estos tres rasgos: profundidad, amplitud y especificidad. La mayor profundidad del consenso entrecruzado exige que los principios ideales políticos se integren en una concepción política de la justicia que se nutre de ideas fundamentales de la sociedad y de la persona. En lo que se refiere a la amplitud, el consenso entrecruzado no se limita a los principios políticos y a los procedimientos democráticos que regulan el funcionamiento de las instituciones políticas, sino que se extiende a la estructura básica de la sociedad. Finalmente, con 24. Rawls, John. Ob. Cit., págs. 247 a 292. 25. Ibíd., págs. 204 a 209. relación a la especificidad, Rawls admite, en aras de un planteamiento más realista, que el foco del consenso puede ser definido por cualquiera de las diferentes concepciones políticas de la justicia.24 No obstante señala tres condiciones que han de cumplir tales concepciones políticas razonables: primera, una especificación de ciertos derechos, libertades y oportunidades (de un tipo familiar de regímenes democráticos); segunda, una especial prioridad para estas libertades; y tercera, medidas que aseguren a todos los ciudadanos, cualquiera que sea su posición social, medios de uso universal adecuados para hacer inteligente y efectivo el ejercicio de sus libertades y oportunidades. Dado que estos elementos pueden ser interpretados de muchas maneras, habrá diferentes tipos de concepciones políticas liberales razonables. Estas compiten con la teoría de la justicia como equidad para convertirse en “el centro de la clase focal”, lo que no impide que Rawls, como es lógico, piense que su propia concepción es la más razonable, porque es la que mejor satisface las condiciones señaladas.25 Uno de los componentes de nuestra cultura política, legitimada por la propia Constitución, lo constituyen las élites de poder que bajo la apariencia de democracia mantienen estructuras de dominación y subordinación que facilitan y dan viabilidad a la utilización del llamado estado de excepción que se ha convertido en la normalidad democrática. Con fundamento en las consideraciones teóricas sobre las élites políticas dominantes en Colombia y en la naturaleza autoritaria de sus procedimientos, este trabajo se acerca conceptualmente a la caracterización de lo que impropiamente se ha denominado en Colombia régimen democrático participativo y pluralista, que nos es otra cosa sino la negación de las libertades, la igualdad, mediante formas estatistas autoritarias. El constitucionalismo tradicional ha consolidado las élites Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos 87 de poder en Colombia al punto que forman parte de la cultura política y se han caracterizado en los últimos años por su tendencia claramente autoritaria, materializada en los estados de excepción casi permanentes o ante cualquier situación de peligro para su hegemonía. El autoritarismo ha sido la relación más corriente entre el Estado y la sociedad, si se tiene en cuenta que la dimensión democrática está ausente, truncada o restringida. La creación deliberada de un estado de excepción permanente ha pasado a ser una de las prácticas del Estado contemporáneo, incluidos los denominados Estados democráticos, de tal manera que el estado de excepción tiende a presentarse cada vez más como el paradigma de gobierno dominante en la política contemporánea.26 Reciente conferencia del profesor Jacques Commaille sobre la justicia como razón política universal, permite señalar el advenimiento de una forma posmoderna de derecho natural No se puede hablar de democracia en los estados de excepción, pues se trata de una negación de ella; constituyen más bien un pretexto para vulnerar derechos fundamentales de los ciudadanos, a través de prácticas como las detenciones sin orden judicial. como expresión de una cultura jurídica, para lo cual estarían dadas las condiciones hacia una visión plurinacional más allá de los vínculos institucionales con su propio Estado, puestas al servicio de causas propias de una sociedad civil mundializada.27 Señala el conferencista que numerosos estudios sobre la supra nacionalización de la justicia, más que una justa apreciación de la realidad expresaba la aspiración de establecer “un orden jurídico mundial” en un proceso de supra nacionalización que se inscribe en una lógica neoliberal en la cual concurren las élites económicas, políticas y judiciales. Es así como el ejemplo parte del supuesto de que la instauración de la Corte Europea de Justicia, la Corte Europea de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos han contribuido a la promoción de derechos sociales, tomando la forma de derechos supranacio­ nales especialmente para los ciu­dadanos más vulnerables.28 El constitucionalismo tradicio- 26. Agamben, Giorgio. Ob. Cit., 2004, págs. 10 y 11. 27. Commaille, Jacques. ¿Es la justicia la nueva razón política universal? Conferencia inaugural del doctorado en Derecho de la Universidad Nacional de Colombia, mayo 7 de 2010. 28. Ibíd., pág. 6. Criterio jurídico garantista 88 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 nalmente ha sido el componente legitimador de la política29 y si se pretende demostrar que está llegando a su ocaso, es de advertir que también se está planteando el diagnóstico final de la política, válido para el contexto nacional, con fundamento en la desespacialización del Estado, la transnacionalización, las coaliciones estatales múltiples y, en general, la globalización de las relaciones políticas. Lo que ha determinado el viejo e inoperante constitucionalismo es que la democracia consiste en el ejercicio de reglas legítimas de competencia política y participación ciudadana en forma amplia y sin discriminación. Sin embargo se observa que ambos componentes han estado ausentes durante la hegemonía de las élites políticas. El autoritarismo en sus distintas manifestaciones ha logrado imponerse en detrimento de la democracia, utilizando mecanismos como el estado de excepción, que tiene un uso temporal y controlado de los plenos poderes, compatible con las instituciones democráticas, y sin embargo el ejercicio regular y sistemático de él conduce necesariamente a la liquidación de la democracia, pues la abolición provisional de la distinción entre las tres ramas del poder es uno de sus caracteres esenciales, que se manifiesta en la tendencia a transformarse en una práctica de gobierno duradera.30 El marcado autoritarismo que caracteriza los procesos de poder se percibe en la ausencia de instituciones sólidas y legítimas, razón por la cual el mantenimiento de la estabilidad política sacrifica siempre la democracia no solo en sus manifestaciones electorales, sino en los aspectos económicos, sociales y culturales, pues solo tiene acceso a los bienes y servicios propios del desarrollo un porcentaje mínimo de la población; y si se trata del ejercicio de los derechos fundamentales, solo puede disfrutarlos una élite nacional o regional. Estas manifestaciones de los sistemas constitucionales modernos, llámense estado de excepción, estado de sitio o poderes de emergencia constitucional, no permiten realizar controles efectivos sobre la concentración de los poderes; se convierten en disposiciones cuasi dictatoriales, capaces de transformarse en sistemas totalitarios si se presentan condiciones favorables, pues esta transformación implica inevitablemente un gobierno más fuerte, es decir, el gobierno tendrá más poder y los ciudadanos menos derechos.31 Es aquí donde el estado de excepción presenta analogías evidentes con el derecho de resistencia, pues cuando los poderes públicos violan las libertades fundamentales o los derechos garantizados por la Constitución –la resistencia a la opresión es un derecho y un deber del ciudadano–, tanto en el derecho de resistencia como en el estado de excepción lo que se pone en juego, en última instancia, es el 29. Mejía Q., Óscar. Cultura política, sociedad global y alineación. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-UNIJUS, 2009, pág. 261. 30. Ibíd., pág. 18. 31. Ibid., pág. 19. Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos 89 problema del significado jurídico de una esfera de acción, que es en sí misma extrajurídica.32 Igualmente se puede observar que las principales consecuencias del autoritarismo –como modalidad de relación entre el Estado y la sociedad–, son: el distanciamiento de las instituciones sociales respecto de las demandas de la sociedad, la falta de transparencia en sus prácticas, y una burocracia gubernamental que permanece y se turna en el poder, conformando un Estado sin ciudadanos; la proclamación del estado de excepción se concibe no solo como un acto para salvaguardar la seguridad y el orden público, sino como una defensa de la constitución democrático-liberal, convirtiéndose así la excepción en regla.33 Cuando no hay estados de excepción el Estado es intervencionista y despótico y su fuerza es negada por la ausencia de legitimidad en ejercicio del poder político, dando lugar casi siempre a un Estado débil y Las principales consecuencias del autoritarismo –como modalidad de relación entre el Estado y la sociedad–, son: el distanciamiento de las instituciones sociales respecto de las demandas de la sociedad, la falta de transparencia en sus prácticas, y una burocracia gubernamental que permanece y se turna en el poder, conformando un Estado sin ciudadanos. subordinado, a intereses privados instalados en el poder, que haciendo una simbiosis entre soberanía y autoridad deciden sobre el estado de excepción como un poder independiente de la legalidad. Quien sustenta el poder toma la decisión última para proteger la unidad política, recurriendo a mecanismos excepcionales para retornar o establecer la normalidad. El Estado suspende el derecho en virtud de un derecho de autoconservación, y en esta medida la coacción pasa a ser un elemento constitutivo para lograr la dominación, que en palabras de Weber, si bien la coacción no es en modo alguno el medio normal o único del Estado sí es su medio específico, pues la violencia como instrumento propende por la subsistencia del Estado que solo será posible en la medida que los dominados se sometan efectivamente a la autoridad, a partir de la creencia en la validez del orden, es decir, en su legitimidad.34 Las democracias modernas poseen espejismos democráticos que hacen relevante la superioridad de una minoría y la debilidad de la participación política, y los intereses de los gobernados no se ven representados puesto que no pertenecen a la red de poder que está facultada para apropiarse del sistema político y burocrático. En la figura de los estados de excepción suelen 32. Ibid., pág. 23. 33. Ibid., pág. 29. 34. Weber y Serrano, citados por Giraldo Tatiana, en Neodemocracias y autoritarismo: Categorías de la cultura política. En: Mejía Q. Óscar, et. al. Estatuto epistemológico de la cultura política. Bogotá: Universidad Nacional, 2008, pág. 159. Criterio jurídico garantista 90 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 entrar en conflicto las “razones de Estado” frente a la vigencia del Estado de derecho. En ocasiones, la defensa del Estado justifica la adopción de cualquier medio para protegerlo de las amenazas que atacan su estabilidad y, a la vez, constituye la legitimación de la ruptura de la legalidad. De allí que autores como Luigi Ferrajoli destaquen la forma como la alteración de las fuentes de legitimidad ha consistido en la asunción de la excepción o de la emergencia, como justificación política del cambio de las reglas de juego que disciplinan aspectos tan delicados como la función penal35. Los estados de excepción –particularmente el estado de conmoción interior– se colocan entonces en el centro de la tensión entre guerra y derecho, entre orden y violencia y entre democracia y violencia, más aún en un contexto como el colombiano, donde la excepcionalidad suele ofrecer instrumentos que permiten eludir la precariedad de nuestro Estado. Al respecto, se ha precisado la forma como se ha utilizado la legislación de excepción para compensar simbólica e instrumentalmente el déficit de eficiencia de los aparatos judicial, policivo y militar del Estado, en desmedro de las garantías individuales.36 En los estados de excepción se acentúan los tratamientos puramente represivos a los problemas sociales, económicos y políticos, cuya etiología ameritaría un enfoque distinto. El anotado acento represivo, generalmente significa una presencia y actuación mayores de la fuerza pública. El control judicial, en este contexto, muestra una faceta inédita del antiguo principio de división de poderes, aplicado no a los órganos del poder público, sino al equilibrio y adecuada división de funciones entre la esfera civil y la esfera militar y policiva. La inestabilidad institucional se vuelve causa y efecto del exceso de militarismo y del espacio que a éste se le cede en el ámbito de lo político, con perjuicio de su estricta profesionalización. Es evidente que una judicatura débil no querría arriesgarse a probar su fuerza y ante el deterioro de la eficacia de sus fallos, antes que erradicar excesos represivos y poner término a la colonización indebida de lo político por lo militar, acudirá procelosa a tesis inhibitorias, resignando su papel, lo que prácticamente pasa inadvertido, pues son muchas las máscaras que sirven para ocultar el temor y la debilidad de la jurisdicción.37 Sin duda alguna la constitucionalización del poder excepcional del Estado ha contribuido al debilitamiento del Estado constitucional y a su consecuente inclusión en una guerra de fracciones. La práctica de la excepción constitucional en la frontera seudoconstitucional, se ha convertido en una costumbre bélica en el territorio de la guerra. La excepción ha propiciado el desvanecimiento de la frontera entre lo legal y lo ilegal y por esta vía ha facilitado 35. Ferrajoli, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. Madrid: Trotta, 1995, pág. 807. 36. Sobre este punto, ver Orozco Abad, Iván y Gómez, Juan Gabriel. Los peligros del nuevo constitucionalismo en materia criminal. Santa Fe de Bogotá: Ministerio de Justicia y del Derecho, IEPRI, 1997, pág. 285. 37. Cifuentes, Eduardo. Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de los Andes de Colombia, ex presidente del Tribunal Constitucional, ex Defensor del Pueblo. Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos 91 el salto hacia el no-derecho, no sólo de funcionarios del Estado sino también de particulares. La ineficacia de los objetivos de paz y orden trazados por las medidas de excepción, han producido desengaño respecto de las vías institucionales y una cultura antijurídica que es en parte responsable de la búsqueda, en la sociedad y en el Estado, de mecanismos alternativos e ilegales destinados a conseguir tales objetivos, quedando en claro que el culto a la Constitución y al constitucionalismo pertenecen al pasado y su espacio ha sido ocupado por nuevas regulaciones de carácter garantista adscritas al Iusnaturalismo. Las nuevas regulaciones no provienen precisamente del constitucionalismo, ni sus fuentes de legitimidad están en la Constitución. Si se verifica la relación de causalidad y convexidad de la medida con la situación específica que hubiere determinado el estado de excepción, entra en juego la élite jurídica, que forma parte de la élite política, y procede a confirmar o legitimar todo lo actuado con fundamento 38. Agamben, Giorgio. Ob. Cit., pág. 40. 39. Ibíd., págs. 10 y 11. En Colombia la Constitución pocas veces ha regido en forma plena. Una prueba de ello es la práctica continuada de los gobiernos de recurrir a los mecanismos de excepción. Hasta la expedición de la Constitución de 1991, Colombia vivió prácticamente en un régimen de excepción permanente. en el concepto de necesidad. Como lo afirma Agamben38 citando el adagio de la literatura jurídica: “la necesidad no tiene ley en cualquiera de sus dos sentidos, no reconoce ley o crea su propia ley materializándose así el poder de hacer lícito lo ilícito, justificando así jurídica y políticamente, el poder de la élite política.” Esta relación que debe ser “directa y específica” toma en con- sideración la “proporcionalidad” de las medidas con referencia a la gravedad de los hechos. Sin embargo, la justificación principal del control constitucional está dada por la protección de los derechos frente a la expansión de los poderes presidenciales y al uso que se haga de los mismos. Esta forma de respuesta inmediata del poder estatal a los conflictos internos es un fenómeno paradójico; definida con innegable eficacia como una guerra civil legal39, pasa a ser una de las prácticas esenciales de los Estados contemporáneos en los que el estado de excepción tiende a presentarse cada vez más como el paradigma de gobierno dominante en la política contemporánea, como un umbral de indeterminación entre democracia y absolutismo. La situación anterior nos permite afirmar que en Colombia la Constitución pocas veces ha regido en forma plena. Una prueba de ello es la práctica continuada de los gobiernos de recurrir a los mecanismos de excepción. Hasta la expedición de la Constitución de 1991, Colombia vivió prácticamente Criterio jurídico garantista 92 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 en un régimen de excepción permanente. Al amparo de ese régimen de excepción, el gobierno no sólo expidió normas relativas a todos los aspectos de la vida social sino que sustituyó así, de facto, al Congreso como legislador y posibilitó la violación de numerosos derechos ciudadanos.40 De esa manera, un régimen que debía ser de excepción y de duración transitoria, en la práctica se convirtió en un elemento normal y cotidiano de ejercicio del poder político, con lo cual el régimen constitucional se desfiguró. Pero no solamente se ha desfigurado y ha perdido protagonismo el régimen constitucional; la manera como se ha utilizado el estado de excepción en Colombia ha implicado un desdibujamiento del Estado de derecho e, incluso, del propio Estado, en beneficio de la ilegalidad. El Estado cambia de roles según los escenarios; es un Estado camaleónico. Los mismos agentes estatales actúan con libretos diferentes según las condiciones. El estado de emergencia o de excepción ilustra esta posibilidad41. No se puede hablar de democracia en los estados de excepción, pues se trata de una negación de ella; constituyen más bien un pretexto para vulnerar derechos fundamentales de los ciudadanos, a través de prácticas como las detenciones sin orden judicial, pues otorgan a los organismos de seguridad del Estado una facultad que corresponde a la órbita de competencia de la rama judicial, que ve así invadida su competencia. Tampoco se puede hablar de Constitución, pues ella se ha convertido, como se dijo, en factor de legitimación, particularmente de las normas aplicables, porque la mayoría de ellas solo existen en el papel. Esa cultura jurídica hace prever que el estado de excepción se dirige a públicos determinados, y que en muchos casos se extiende a otros que nada tienen que ver con los motivos de excepcionalidad. Frente al fenómeno se han formado en la sociedad colombiana contra públicos que desde los años 90 hablan del denominado derecho penal del enemigo, violatorio de garantías constitucionales. A través de los estados de excepción se persigue la disidencia y se rotula a quienes ejercen desobediencia civil como enemigos del Estado. Conclusiones Lo expuesto en este marco está orientado a que la Maestría de Derecho, énfasis en Derecho público, asuma un referente conceptual y teórico propio, caracterizado por los conceptos aquí expresados, y sea claramente diferenciable de las demás y numerosas maestrías que existen en Colombia, las cuales en su estructura curricular siguen los viejos y obsoletos esquemas del Derecho público que han sido ampliamente superados por los fenómenos de globalización del Derecho y de la ciencia política. Se proponen pues asignaturas y seminarios acordes con la problemática expuesta y con la realidad jurídico-social actual. El punto de partida de tales seminarios de investigación supone que el constitucionalismo moderno está en crisis, los con- 40. Uprimny, Rodrigo y García Mauricio. El control judicial de los estados de excepción en Colombia. En: Dejusticia, 2005. 41. Ibíd., págs. 47-48. Constitución, democracia y garantismo en los derechos humanos 93 ceptos en los que se sustentaba se diluyen, y se perfilan nuevas instituciones de orden global. El Estado desplaza sus competencias a organismos internacionales y supranacionales, se crean tribunales de derechos humanos, la Corte Penal Internacional; se regula el trabajo, la libertad de comercio, la propiedad intelectual, entre otros. Si el Derecho –y en nuestro caso la Constitución–, no es emancipatorio sino una especie de alma buena cuya validez depende de un mínimo de eficacia que expresa la impotencia del deber ser, es precisamente cuando hace su aparición el Iusnaturalismo universal y objetivo como una teoría jurídica autónoma que predica el garantismo, y lo presenta como una alternativa seria para ser objeto de estudio en la Maestría de Derecho. El garantismo, como modelo alternativo de Estado de derecho y como propuesta de una teoría general del derecho, nació para oponerse al Estado ilimitado, y en los últimos años se enfrenta a un “estado de excepción”, un espacio vacío de derecho, zona de anomia en la cual todas las determinaciones jurídicas y sobre todo la distinción misma entre público y privado son desactivadas a partir de la subordinación “absoluta” de lo político a lo económico. Al desaparecer el tradicional constitucionalismo con su micro ética individualista de tradición liberal, en su papel protagónico a nivel nacional, el ius humanitatis romperá con la reciprocidad convencional entre derechos y deberes y tomará a la humanidad como titular de los derechos humanos, con lo cual estaremos asistiendo al resurgimiento del principio de la comunidad en un nuevo enfoque de los sistemas normativos basado en el garantismo, y con fundamento lógico en el iusnaturalismo pues sin duda alguna el garantismo es la otra cara del constitucionalismo. Con la adopción de este enfoque, la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma consolida en la Maestría el pensamiento jurídico y político materializado en la revista Criterio Jurídico Garantista. La aparición de nuevas instancias y mecanismos para la defensa de los derechos individuales y sociales constituye una muralla de contención contra los embates autoritarios y excluyentes, que someten los consensos políticos constitucionales a las decisiones impositivas de mayorías totalitarias, y tendrán que confrontar al movimiento garantista con sus potencialidades emancipatorias efectivas y reales contrapuestas a espejismos jurídicos y jurisprudenciales BIBLIOGRAFÍA Agamben, Giorgio. El estado de excepción como nuevo paradigma de gobierno. En: Estado de excepción. Valencia: Pretextos, 2004, págs. 9-50. Boaventura de Sousa, Santos. La globalización del Derecho. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-ILSA, 1998, págs. 79 y 80. Charry Urueña, Juan Manuel. Constitución líquida. En: Ámbito jurídico, Bogotá, mayo 10, pág. 12. Cifuentes M., Eduardo. Los estados de excepción constitucional en Colombia. En: lus et praxis, Núm, 8-1, enero 2002. 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Investigación de grupos y líneas 95 Criterio jurídico garantista 96 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa Agustín Uribe Ruiz* RESUMEN ABSTRACT La finalidad de este ensayo es la de establecer las diferencias básicas entre las principales obligaciones surgidas dentro del complejo fenómeno negocial de la enajenación de la propiedad sobre los bienes, y las vías jurídicas con las que cuenta el comprador frente al vendedor que considera incumplido. Se distingue entre las fases usualmente utilizadas en el proceso de enajenación y se caracterizan los procesos negociales de la promesa y la celebración del contrato de compraventa en sí mismo considerado, ya que de los mismos se suele hacer mal empleo, sobretodo cuando se trata de enajenación de bienes raíces, confundiendo muchas veces el objeto propio de cada uno. Con relación a la etapa negocial concreta de la compraventa, se hace la necesaria discriminación entre las varias clases de obligaciones surgidas del contrato que sirve para ese fin. En el trabajo se analizan puntualmente las obligaciones que del acto jurídico de la compraventa surgen para el vendedor, como son las esenciales y accesorias, asi como los remedios previstos por el legislador, de los que se denotan las particularidades necesarias para hacer viable y exitosa la acción con la que se reclaman ante la jurisdicción las correspondientes reparaciones. Aim of this essay is to make basic difference between the main obligations arising from the complex business of the alienation of property on real estate assests, but at the same time the legal nature by which indenture covenants of the contract take part. For that reason, it is started to make a distinction in the phases used in the alienation process; beginning first with the characterization of the negotiable processes of the bill of sale, because it is regularly used wrongly on alienation of property of real estate assests confusing purposes of acts. Thereafter, regarding the negotiation phase of the bill of sale, it is significant to make a distinction in the types of obligations arisen from the contract itself. For that purpose, obligations for the buyer arising from the legal act of the bill of sales are punctually analyzed just like the ones required; besides, it is given a tangential reference to the obligations amended. For each group of the different obligations of the bill of sales, seen by compliance, are arisen amendments seen by the legislator to make the act successfully workable for the corresponding jurisdiction. PALABRAS CLAVE: Promesa de contrato de compraventa. Obligaciones surgidas de la promesa de contrato de compraventa. Caracteres preparatorio y transitorio de la promesa. Enajenación de bienes. Contrato de compraventa. Obligaciones de dar en la compraventa. Obligaciones de saneamiento de la cosa vendida. Saneamiento por evicción. Saneamiento por vicios redhibitorios. Key words: Real Estate Purchase and Sale Agreement, obligations arisen of Real Estate Purchase and Sale Agreement, legally binding promise, alienation of property of real estate assests, obligations to be given in the Real Estate Purchase and Sale Agreement, Fecha de recepción: octubre 27 de 2010 Fecha de aceptación: noviembre 15 de 2010 * Profesor de Derecho de la Universidad Autónoma de Colombia. Juez Civil del Circuito de Bogotá. Abogado de la Universidad Autónoma de Colombia. Magíster en Derecho Procesal. Especializado en Filosofía del Derecho y Teoría Jurídica, Derecho de Familia, Derecho Constitucional y Administrativo. Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 97 Introducción Uno de los modos mediante los cuales se pueden adquirir derechos patrimoniales y, más concretamente el derecho real de dominio sobre las cosas, es la enajenación de la propiedad mediante la venta, el que, por cierto, es el más usado en el tráfico jurídico. Ese modo, que consiste en la sucesión o transferencia del derecho de propiedad sobre una cosa que hace un sujeto de derechos a otro que lo adquiere, cuando tiene causa onerosa, resulta ser en la práctica un complejo fenómeno negocial, que a veces no solo comporta la celebración del contrato idóneo para tal fin, como lo es la compraventa, sino que incluso suele ser en ocasiones precedido de un contrato preparatorio de promesa de compraventa. De otro lado, aparte de la complejidad negocial dicha, las obligaciones que surgen para los intervinientes en la enajenación –sobretodo para el vendedor– no resultan ser tampoco sencillas y, lo que es más, en los eventos en los que el enajenante las incumple, las vías jurídicas con las que cuenta el comprador frente al incumplimiento siguen el mismo camino de la intrincación jurídica. Por lo antepuesto, resulta útil y necesario distinguir legalmente las fases usualmente seguidas en el proceso de la enajenación, inicialmente caracterizando los procedimientos negociales más usados para suceder la propiedad de las cosas, como son el de la promesa de celebrar el contrato de compraventa –cuando se hace uso de ella– y el de la celebración del contrato de compraventa en sí mismo considerado, ya que de estos negocios se suele hacer mal empleo, sobretodo cuando se trata de enajenación de bienes raíces, confundiendo el objeto propio de cada uno, las prestaciones que les son propias, el alcance del acto, la forma como, en caso de no ser satisfechas las prestaciones debidas, éstas pueden ser exigidas ante la vía judicial. Determinadamente, con relación a la etapa negocial concreta de la compraventa, es indispensable poder discriminar jurídicamente entre las varias clases de obligaciones que surgen para el vendedor del contrato usado para ese fin, pues se sabe que para el comprador solo deviene la de pagar el precio de la cosa comprada. Del acto jurídico de la compraventa, las obligaciones que nacen para el vendedor serán, en principio, la denominada doctrinal y jurisprudencialmente como de “dar” la cosa vendida. Además, del mismo negocio emergen para el enajenante las obligaciones conocidas como de garantía y, también, las que se pactan como accesorias, si se lo hace. Para cada una de las antes distinguidas obligaciones, se han previsto por parte del legislador específicas vías judiciales para los casos en los que el vendedor las incumple. Por lo tanto, ante la necesidad de exigir judicialmente la reparación de los daños que puedan derivarse de un contrato de compraventa, para hacer viable y exitosa la acción judicial con la que se reclama ante la jurisdicción, es necesario Criterio jurídico garantista 98 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 conocer y diferenciar tanto los actos jurídicos involucrados, como las prestaciones u obligaciones que han nacido de los mismos, amén de los presupuestos especiales para accionar concretamente en cada caso. Sin el ánimo de agotar el tema, pues en la extensión propia de esta publicación no se lo puede hacer, este trabajo busca solamente, con ánimo didáctico y para facilitar la comprensión del tema, establecer, de manera básica, los parámetros que marquen las distinciones específicas entre los negocios jurídicos que pueden involucrarse en la enajenación onerosa de bienes, sobre las diferentes obligaciones que manan de aquellos y, consecuencialmente, en torno a las acciones que buscan su cumplimiento. La promesa de contrato y su finalidad En lo concerniente a la promesa de contrato es indispensable delimitar los precisos alcances jurídicos que ésta puede tener, a fin de poder establecer con precisión cuál o cuáles son las prestaciones debidas, que por consignadas en ella y por pertenecerle legalmente, pueden ser exigibles judicialmente. Para ello es necesario, hacer algunas precisiones. La promesa bilateral de contrato “es un contrato por el cual las partes se obligan a concluir un contrato futuro”1, luego, entonces, “de la prome- sa bilateral de contrato surgirá la obligación de celebrar el contrato prometido”. Por lo tanto, de lo antedicho se infiere primeramente que: No pueden confundirse las obligaciones derivadas de la promesa de celebrar un acto jurídico con las obligaciones que provienen del acto jurídico mismo, pues son enteramente distintas. La promesa engendra una obligación de hacer, cual es la celebración del acto jurídico prometido; el acto jurídico que da origen a las obligaciones propias de su naturaleza, como por ejemplo la entrega del precio y la entrega de la cosa es el contrato de compraventa. Así lo tiene definido el 861 del Código de Comercio, el cual fue precedido de una reiterada aceptación jurisprudencial. La no ejecución de una promesa, dentro de la concepción que acabamos de mencionar, da derecho entonces a las acciones propias del incumplimiento de las obligaciones de hacer, que son: pedir que se apremie a la parte incumplida para que ejecute el acto prometido; pedir autorización para hacer ejecutar el acto prometido por un tercero a expensas de la parte incumplida, y pedir la indemnización de los perjuicios resultantes de la inejecución del acto prometido2 . En principio, en cuanto a la doctrina nacional, esta es uniforme acerca de considerar que la promesa bilateral de contrato es una verdadera convención o verdadero contrato, “que tiene por único objeto obligar a las partes a celebrar un contrato ulterior; por eso dice el art. 861 del Código de Comercio que la promesa de celebrar un negocio produce obligación de hacer”.3 Además ella entiende que “no pueden identificarse la promesa con el contrato prometido, pues de la primera solo surge la obligación de celebrar el negocio prometido y del 1. Tamayo Lombana, Alberto. Manual de obligaciones. Quinta Edición. Bogotá: Editorial Temis, 1997, pág. 54. 2. Cubides Camacho, Jorge. Obligaciones. Universidad Javeriana. Colección profesores. Bogotá, 2005. Páginas 210 y 211. 3. Tamayo, Lombana. Obra citada, página 55. Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 99 último surgirán las obligaciones propias del acto jurídico que se prometió celebrar”4. La jurisprudencia, por su parte, al respecto de la naturaleza jurídica de la promesa bilateral de contrato, al tratar de delimitar el objeto y los fines de este especial negocio, ha señalado que la promesa de contrato: No es fin sino instrumento que permite un negocio jurídico diferente, o, para mejor decir, es un contrato preparativo de orden general. Por consiguiente, siendo un antecedente indispensable de una convención futura, esta modalidad le da un carácter transitorio y temporal y se constituye en un factor esencial para su existencia. Desde luego los contratantes no pueden quedar vinculados por ella de manera intemporal, porque contradice sus efectos jurídicos que no son, de ninguna manera, indefinidos y perpetuos. Es independiente de la relación jurídica sustancial prometida, de la cual difiere de su objeto y de las obligaciones que de ella emergen.5 De las fijaciones hechas, tanto por la jurisprudencia como por la doctrina nacional, puede determinarse que la promesa bilateral de contrato es un verdadero contrato, mediante el cual las partes se obligan a concluir un contrato futuro. De ella, entonces, obviamente solo surge la precisa y natural obligación de celebrar el contrato prometido, sin que puedan confundirse de ninguna manera las obligaciones derivadas de la promesa con las obligaciones propias del acto jurídico prometido, ya que son enteramente distintas unas y otras. En otras palabras, la promesa bilateral de contrato es una convención o contrato, que tiene por único objeto obligar a las partes a celebrar un contrato ulterior y las obligaciones propias de la misma serán aquellas que tiendan a conseguir únicamente el fin señalado. La naturaleza jurídica de la promesa bilateral de contrato, con precisión su objeto y sus fines, indican que este contrato es un instrumento que permite o viabiliza un negocio jurídico diferente que es el prometido, convirtiéndose en un contrato preparativo, el que será un antecedente indispensable de una convención futura. Esta modalidad contractual le da un carácter transitorio y temporal y, a la vez, se constituye en un factor esencial para su existencia, lo que se traduce en que, consecuencialmente, los promitentes contratantes no pueden quedar vinculados por la promesa de manera intemporal, porque sus efectos jurídicos no son, ni pueden ser, indefinidos y perpetuos, pues ella genera una relación jurídica sustancial que es independiente de la relación jurídica sustancial prometida, de la cual difiere en su objeto y difiere en las obligaciones que de ella emergerán. 4. Baena Upegui, Mario. De las obligaciones en el derecho civil y comercial. Tercera Edición. Bogotá: Editorial Legis. 2004, página 179. 5. C. S. J. Casación Civil. Sentencia de noviembre 13 de 1981. M. P. Alonso Guarín Ariza. Las obligaciones se extinguen además en todo o en parte: 1o.) Por la solución o pago efectivo… Criterio jurídico garantista 100 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Dadas las antecedentes precisiones, se puede concluir que la promesa bilateral de contrato, aparte de la natural obligación de celebrar en el futuro el contrato prometido –que es la esencia jurídica de la misma– no podrá contener obligaciones distintas a ésta señalada o diferentes a aquellas otras que naturalmente sirvan para el fin que se persigue con ella. Es decir, no podrá contener obligaciones diferentes a las de celebrar el contrato prometido y, además, otras con la condición de que le sean indispensables para la celebración del contrato que se promete, las cuales, por servir al fin buscado de la consecución del negocio perseguido, le resultarán naturales. Consecuente con el señalado carácter transitorio y temporal de la promesa, factor esencial para su existencia, los promitentes contratantes no quedan vinculados por ella de manera indefinida, porque los vínculos jurídicos que pueda producir fenecen con la misma, es decir, cuando se ha celebrado el contrato prometido, época en la cual se acaba jurídicamente el contrato preparatorio y, naturalmente, desaparece toda obligación derivada del mismo6. Recuérdese que al celebrar el contrato prometido, se paga o soluciona la obligación debida con la promesa y entonces, consecuencialmente, ninguna prestación derivada de la promesa podrá subsistir con vida jurídica a la misma. Por ello no es dable colgar a ese contrato preparatorio obligaciones que son propias del contrato prometido, ya que al celebrarse éste y, por lo tanto al fenecer la promesa, no podrá ser exigido pacto alguno contenido en la misma. Nótese que si alguna prestación sobrevive a la promesa después de celebrado el contrato prometido, esta será, desde luego, propia del contrato prometido y no de la promesa. Sabido es que por modos de extinguir las obligaciones se entienden aquellos actos o hechos jurídicos en virtud de los cuales se disuelve o extingue el vínculo jurídico obligatorio que une al deudor y al acreedor. El artículo 1625 del Código Civil, en la enumeración de las formas como se produce la extinción del vínculo obligatorio, señala al pago como una de ellas. El pago efectivo, que es el cumplimiento de la prestación debida, soluciona el vínculo obligatorio. El pago, por otro lado, satisface el derecho del acreedor, quien ya no puede exigirle nada al deudor. El Código Civil lo define como cumplimiento de la prestación de lo que se debe, abarcando toda clase de obligaciones, sin que se circunscriba solamente a aquellas cuya prestación debida es la de dar una suma de dinero. Paga el que satisface la prestación de dar, el que lo hace con la de hacer y el que se abstiene, obligado a no hacer. Quien paga la prestación debida extingue la obligación. A propósito de la promesa bilateral de contrato, la obligación propia de su naturaleza es la de hacer, consistente en la celebración del contrato prometido, por lo que al celebrarse el contrato prometido se pagó y, además, se extinguió la obligación del contrato preparatorio de manera total, acabándose jurídicamente este. Puntualmente la jurisprudencia nacional es pacífica respecto de lo dicho antecedentemente. Refiriéndose a la característica de no poder contener 6. Código Civil. Título XIV. De los modos de extinguirse las obligaciones y primeramente de la solución o pago efectivo. Artículo 1625. Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consientan en darla por nula. Las obligaciones se extinguen además en todo o en parte: 1o.) Por la solución o pago efectivo… Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 101 En cuanto a la doctrina nacional, esta es uniforme acerca de considerar que la promesa bilateral de contrato es una verdadera convención o verdadero contrato, “que tiene por único objeto obligar a las partes a celebrar un contrato ulterior; por eso dice el art. 861 del Código de Comercio que la promesa de celebrar un negocio produce obligación de hacer”. la promesa obligaciones propias del contrato prometido, la Corte Suprema de Justicia dijo que: las obligaciones dimanadas de la promesa de celebrar un contrato no pueden confundirse con las que provienen del contrato a que la promesa se refiere, pues que unas y otras son completamente distintas. La promesa de un contrato genera para los estipulantes de ella, como única obligación propia, el deber de perfeccionar el contrato prometido7. Por su parte, el Consejo de Estado, en el mismo sentido ha afirmado que: teniendo en cuenta y aunque sea obvio que el contrato de promesa es distinto del contrato prometido, y que por lo mismo no puede pretenderse hacerle producir los mismos efectos jurídicos de este, empezando porque el objeto de ambos es totalmente diferente.8 En reciente sentencia la Corte Suprema de Justicia, al calificar a la promesa de contrato como contrato preliminar, dio su definición, alcance y elementos esenciales, destacándose de lo sentenciado por esa corporación que, si bien las partes pueden acordar otras prestaciones compatibles y, de ordinario, pactan otras obligaciones propias del negocio jurídico prometido (prestaciones anteladas), mediante las cuales persiguen la consecución de algunos de los efectos concernientes a éste, son, pues, prestaciones que se avienen más con la naturaleza del contrato prometido, en el cual encuentran venero y no tanto con la de la promesa que, como ya se dijese, agota su eficacia final en el cumplimiento de una mera obligación de hacer9. En síntesis, dentro de la enajenación del derecho real de dominio que recae sobre un bien, puede presentarse la celebración de los dos negocios jurídicos señalados con anterioridad, es decir, la promesa de celebrar el contrato de compraventa y el contrato de compraventa prometido. Y, según lo examinado, cada uno tendrá una finalidad distinta, siendo que la de aquel debe ser simplemente la de celebrar éste. Del primero (de la promesa) solo puede exigirse la obligación de hacer, o sea, la de celebrarse el segundo y del segundo (de la compraventa) las propias de la enajenación, o sea, las de “dar” (transferir o suceder el derecho real, permitir la aprehensión de la cosa vendida o en- 7. Bonivento Fernández, José Alejandro. Los principales contratos civiles y su paralelo con los comerciales. Tomo I. Décima Quinta Edición. Bogotá: Librería del profesional, 2002, página 195, (En donde se refiere a la Sentencia de 28 de julio de 1960, Sala de Casación Civil, G. J. T: XCIII, 114.) 8. Consejo de Estado. Sección Primera. Rad. 25000 2324 000 2001 00054 01. C. P. Rafael Ostau De Lafont Pianeta. Sentencia de julio 3 de 2008. 9. C. S. J. Casación Civil. Sentencia de 7 de febrero de 2008. Exp. No. 2001-06915-01. M. P. Dr. William Namén Vargas. Criterio jurídico garantista 102 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 tregada, etc.) y las de saneamiento (por evicción y de vicios redhibitorios). Es de gran ocurrencia el hecho de que se pacten en la promesa obligaciones propias de la compraventa, siendo que el carácter transitorio de esta, que la hace finiquitar su vida jurídica con la celebración de aquella, impide que los pactos ajenos al contrato preparatorio puedan ser exigidos judicialmente, ya que extinguida la promesa pierde ese poder y, dado lo dicho, es mejor reservarlos para el contrato al cual le son propios, sea decir, la compraventa. De otro lado, la promesa, de conformidad con la e xplicada naturaleza jurídica de la misma, solo da derecho a exigir la celebración del contrato prometido y no confiere al promitente comprador derechos distintos, tales como transferencia del dominio de lo vendido o el derecho a reclamar que le sea “dada” la cosa y, en principio, ni siquiera otorga la posesión cuando se adelanta con ella la entrega de la cosa al comprador. De manera que la única vía jurídica de la que disponen los promitentes comprador y vendedor es la establecida para que se obligue a su contraparte a celebrar el negocio jurídico prometido en las condiciones y características que la ley señala. Obligaciones de la compraventa La compraventa tiene como fin la enajenación del derecho real de dominio que recae sobre una cosa de uno que, siendo su titular, se lo transfiere a otro que lo adquiere. Con precisión lingüística, enajenar es “pasar o transmitir a otro el dominio de una cosa o algún otro derecho sobre ella”10. Es decir que enajenar es cumplir ese fin, es realizarlo o haber conseguido transferir el derecho real de dominio o el derecho cualquiera que se pretendía suceder, lo que solo ocurre jurídicamente después de haber utilizado el medio idóneo o el instrumento jurídico capaz para ello. En materia de la propiedad, ésta se transfiere mediante un negocio jurídico obligacional –que contiene la obligación de enajenar para el deudor que a ello se comprometió– y se cumple esa obligación mediante el modo jurídico para hacerlo, que cuando se trata de sucesión de derechos entre vivos, es la tradición. La tradición, según el artículo 740 del Código Civil, es el modo mediante el cual se suceden, transfieren o enajenan los derechos reales, entre ellos la propiedad o dominio. Sea decir que el título, en este caso, es el negocio jurídico obligacional 10. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Vigésima Primera Edición. Madrid – España: Editorial Espasa Calpe S. A. 1992. Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 103 mediante el cual el enajenante se hace deudor de la prestación consistente en suceder o transferir el derecho –del cual es titular– al acreedor adquirente del mismo. Y, complementariamente, el modo es otro negocio jurídico, el de cumplimiento de esa prestación debida, que en los casos del derecho real de dominio se denomina jurídicamente como tradición. El título, dice la doctrina, es la realización concreta de una fuente cualquiera de las obligaciones, porque fuera de estas no puede haber título alguno. Toda adquisición y todo beneficio económico de que se aproveche el hombre, ha de tener un título, razón jurídica de su existencia, y esta razón ha de radicar necesariamente en una de las fuentes, por fuera de las cuales no habrá adquisición legal posible. 11 Y el modo “es la forma jurídica mediante la cual se ejecuta o realiza el título, cuando este genera la adquisición de derechos reales.”12 Dentro de la figura jurídica conocida como “título” existe la especie que se distingue como “títulos traslaticios de dominio”, de los que, primeramente, hay que advertir que se denominan así de manera impropia, pues, según nuestra legislación, el título no transfiere el derecho real. “Los títulos ni son traslaticios, ni son constitutivos. Son simplemente títulos, es decir, fuentes de obligaciones o de facultades”13 y siguiendo esto, puede decirse válidamente que esta clase de títulos deben denominarse más bien como títulos con vocación de transferir derechos o títulos que contienen la obligación de transferir esos derechos. Entre los títulos “cuya existencia previa es necesaria para que pueda haber tradición, está la compraventa”.14 De acuerdo con el art. 1849 del C. C. la compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero. (…) De la definición del art. 1849 se deduce claramente que en nuestro derecho la compraventa no genera sino obligaciones entre las partes, es decir, que apenas es fuente de derechos personales. (…) En síntesis, pues, entre nosotros la compraventa es apenas el momento inicial de un proceso evolutivo que normalmente culmina en la adquisición por el comprador del derecho de dominio sobre la cosa vendida. No es un modo de adquirir el dominio, sino apenas su antecedente causal del modo tradición.15 El maestro Valen­cia Zea, afirma que todo contrato de compraventa es un título traslaticio de dominio –debió decir título que obliga o título con obligación de trasladar el dominio-, al cual debe seguir la tradición o transmisión de dominio; por lo tanto, toda venta engendra para el vendedor la obligación de transmitir el dominio.16 Sintetizando, el objeto de ese negocio jurídico “es todo aquello que es susceptible de ser vendido: un 11. Gómez R., José J. Bienes. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 2001, páginas 161 y 162. 12. Gómez R., José J. Obra citada, página 176. 13. Gómez R., José J. Obra citada, página 165. 14. Arteaga Carvajal, Jaime. Obra citada, página 217. 15. Gómez Estrada, César. De los principales contratos civiles. Segunda Edición. Bogotá: Pama Editores. 1987, páginas 4 y 5. 16. Valencia Zea, Arturo. Derecho Civil, Tomo IV, De los contratos. Séptima Edición. Bogotá: Temis, 1986, páginas 10 y 12. Criterio jurídico garantista 104 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 derecho real, un derecho de crédito, o un derecho intelectual.”17 En la regulación civil de la compraventa, el alcance de la expresión “dar” ha sido discutido. Una corriente de intérpretes sostiene que ella solo se refiere a entregar la cosa vendida y a garantizar la posesión pacífica de la misma al comprador. Otra asegura que dar no es tan solo entregar, sino que exige la transferencia del derecho real de propiedad o dominio que se tiene sobre la cosa vendida. Lo dicho significa que es esencial a la compraventa la intención de transferir la propiedad, por parte del vendedor, y, adquirirla, por parte del comprador. (…) Para que el vendedor cumpla su obligación principal, es indispensable que dé la cosa vendida. Él contrajo la obligación de dar y debe cumplirla. Para hacerlo tiene que hacer la tradición de la cosa. (…) Pero, además, debe procurar al comprador la posesión pacífica y útil del objeto vendido.18 En cambio, dice el artículo 905 del Código de Comercio que la compraventa es un contrato en el que una de las partes se obliga a transmitir la propiedad de una cosa y la otra a pagarla en dinero, lo que en esencia no difiere para nada de lo prescrito en la legislación civil al respecto, pero que: superó, completamente, la discusión que suscita el empleo del vocablo dar que hace el Código Civil. Preceptúa el artículo 905 de la materia: La compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a transmitir la propiedad de una cosa y la otra a pagarla en dinero. (…) Entonces, resulta incontrastable que el vendedor se obliga a entregar la cosa y a transferir la propiedad sobre la misma.19 Por otro lado, el artículo 822 de la misma obra, o sea del Código de Comercio, al regular las obligaciones en general, señala que las normas civiles y probatorias que gobiernan la formación, las obligaciones, los efectos, los modos de extinguirse, anularse o rescindirse, serán aplicables en materia comercial, a menos que la legislación mercantil establezca otra cosa. Esto, lo antedicho, de conformidad con los artículos 1º. y 2º. del mismo código, conlleva a concluir sin hesitación ninguna, que en lo tocante con las obligaciones derivadas de la compraventa comercial se aplicarán de preferencia las reglas de la legislación mercantil al respecto y los principios generales del Código Civil que lo sean, tales como la obligación de traditar, la de entregar, etc. No sucede así en lo concerniente con las obligaciones de saneamiento de la cosa vendida, ya que éstas tienen especial regulación dentro del Código de Comercio. Sea decir, entonces, que en materia de compraventa, tanto comercial como civil, la obligación esencial del contrato, o sea, la de “dar”, se regulará de conformidad con las normas que para ello establece el Código Civil. En cambio, en lo tocante con las obligaciones naturales de ese negocio jurídico, llamadas de “saneamiento”, sea por evicción 17.Bonivento Fernández, José Alejandro. Obra citada, página 58. 18. Pérez Vives, Álvaro. Compraventa y permuta. Editorial de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1951, páginas 16 y 17. 19. Bonivento Fernández, José Alejandro. Los principales contratos civiles y su paralelo con los comerciales. Tomo I. Quinta Edición. Bogotá: Ediciones Librería del Profesional. 2002, páginas 5 y 6. Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 105 o por vicios redhibitorios, cada una, la comercial y la civil, se regirán por las reglas del Código de Comercio o del Código Civil, pues cada uno de esos estatutos las trata con diferencias. Es así que por principio general el vendedor, en materia de ventas civiles y comerciales, está obligado, fuera de procurarle la propiedad de la cosa vendida al comprador, a hacer lo mismo con la posesión de la misma, lo que incluye hacerla libre de vicios, ya que la posesión que se entrega debe ser útil. Y esa posesión útil incluye amparar al comprador en el dominio de la posesión quieta y pacífica de la cosa vendida y responder de los defectos ocultos de la cosa, que impidan darle el natural uso para el cual está destinada la misma. Es decir, “las obligaciones del vendedor se reducen en general a dos: la entrega o tradición, y el saneamiento de la cosa vendida.”20 Dicho de mejor manera, las obligaciones del vendedor serán de dos grupos, a saber: 1. La obligación de “dar”, o sea: a. La de traditar el derecho de dominio sobre la cosa vendida, y b. La de permitir al comprador la aprehensión material de la cosa, es decir, entregarla. 2. La obligación del saneamiento de la cosa vendida, o sea: a. La de procurar una posesión pacífica de la cosa vendida, es decir, el saneamiento por evicción, y b. La de procurar una posesión útil de la cosa vendida, o sea, el saneamiento de los vicios redhibitorios u ocultos que presente la cosa luego de la venta. La promesa, de conformidad con la explicada naturaleza jurídica de la misma, solo da derecho a exigir la celebración del contrato prometido y no confiere al promitente comprador derechos distintos, tales como transferencia del dominio de lo vendido o el derecho a reclamar que le sea “dada” la cosa y, en principio, ni siquiera otorga la posesión cuando se adelanta con ella la entrega de la cosa al comprador. Por otro lado, la primera, la entrega o tradición, que en verdad es la transferencia del derecho real de dominio sobre la cosa vendida y, además, permitir la aprehensión material de la misma, hace que el vendedor esté obligado, según la ley, a entregar lo que reza el contrato con todos sus accesorios, o sea, que la tradición del derecho real sobre la cosa vendida y la entrega de la misma han de corresponder a lo que dice el contrato de compraventa, que si así se lo hace, se habrá cumplido con la primera obligación del vendedor. Para dar mayor claridad a lo que se viene explicando, y ya que se ha dicho que por lo menos hay dos grupos de obligaciones en el contrato de compraventa, ahora se tendrá que precisar el momento y las condiciones en que las mismas de harán exigibles y, por lo tanto, determinar su incumplimiento; también, habrá de decirse cuán- 20. Gómez Estrada, César. De los principales contratos civiles. Bogotá: Temis, 1987, página 57. Criterio jurídico garantista 106 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 do se presenta la oportunidad en la que se deben cumplir y las causas fácticas que las activan. La primera, la obligación de “dar”, se denota por una de las características del contrato de compraventa, sea de naturaleza civil o mercantil el negocio, cual es la de ser este un negocio de ejecución instantánea, lo que implica que el contrato se cumple en un solo acto, dando y dando, de manera que el incumplimiento de su obligación esencial, la de “dar” la cosa vendida, que es la que tiene el vendedor, consistirá en no traditar el derecho real sobre la cosa enajenada al comprador o en no permitirle la aprehensión material de la misma y ese incumplimiento surgirá o se presentará en el momento mismo de la compraventa. La segunda obligación del vendedor, la del saneamiento de la cosa vendida, surge con posterioridad al evento de la tradición del derecho real de dominio sobre la cosa y al de la entrega de esta misma, o sea, surge con posterioridad al acto de la compraventa misma. Esta obligación de saneamiento comprende, a su vez, dos objetos: amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida, o sea, el saneamiento por evicción, y responder por los defectos ocultos de la cosa, llamados redhibitorios o de naturaleza intrínseca. Sea decir, que los dos objetos del saneamiento tienen como finalidad garantizarle al comprador una posesión pacífica y útil de la cosa vendida. La inejecución o falta de cumplimiento de la obligación de “dar” en el contrato de compraventa, que es traditar y entregar, por una parte y, por otra, el cumplimiento defectuoso o tardío de la misma; además, el incumplimiento del sanea- miento por evicción o por vicios redhibitorios u ocultos, quebrantan la función práctica de ese contrato, es decir, impiden la satisfacción de los fines de comprador y vendedor cuando expresaron sus voluntades. Por ello la ley señala remedios diferentes de conformidad con las obligaciones incumplidas, esto es, habrá unas vías de reparación para la inejecución de las obligaciones principales del contrato y otras diferentes para hacerlo de los incumplimientos de las obligaciones que las complementan. Sea decir que el orden jurídico dota de acciones especiales para cada una de las prestaciones debidas que se puedan reclamar, las que no se instrumentalizan de la misma manera, dada la naturaleza específica de los fines que se pretenden satisfacer con ellas. Entonces, en resumen, a unas acciones se deberá acudir necesariamente si se pretende el cumplimiento, a otras si es la resolución, a distintas si es la recuperación de la posesión de la cosa y a diferentes si es que se quiere el ajuste del precio; acciones que son, a saber: a. Si se trata de la obligación de “dar”, o sea, la de traditar el derecho de dominio sobre la cosa vendida y , además, la de permitir al comprador la aprehensión material de la cosa, es decir, la entrega, la acción será la resolutoria del contrato de compraventa o la de la ejecución del mismo, en los términos de los artículos 1546 del Código Civil y 870 del Código de Comercio, respectivamente si se trata de negocio civil o mercantil, anotando que en materia comercial, a diferencia de la regulación civil, para el caso de que se incumpla con la obligación de transferir el dominio sobre la cosa que se vende, el artículo 925 del Código de Comercio añade que el comprador podrá pedir directamente, en proceso ejecutivo, la indemnización de perjuicios Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 107 sin necesidad de recurrir al proceso ordinario, hipótesis con la que no se cuenta en materia civil.21 b. Si se trata de la obligación del saneamiento de la cosa vendida, o sea, en concreto la de procurar una posesión pacífica de la cosa vendida, sea decir, el saneamiento por evicción, la acción será la de saneamiento por evicción, reglada por los artículos 1893 y complementarios del Código Civil y por los artículos 940 y complementarios del Código de Comercio. c. Si es la de procurar una posesión útil de la cosa vendida, o sea, el saneamiento de los vicios redhibitorios u ocultos que presente la cosa luego de la venta, la acción será la prevista en los artículos 934 y complementarios del Código de Comercio y el artículo 1914 y complementarios del Código Civil. Además, el ordenamiento mercantil, para las compraventas reguladas por el Código de Comercio, va más allá de lo que regula el Código Civil en lo atinente a las modalidades de garantía de la cosa, permitiendo para esos casos discutir en cuanto a la calidad, cantidad y sanidad de la cosa, lo que se consagra en sus artículos 914, 915, 916, 931 y 939; particularmente sobre funcionamiento se regula en el artículo 934 del estatuto mercantil. En resumen, una cosa específicamente es la inejecución de las obligaciones esenciales del contrato de compraventa, que en esencia es “la de dar”, distinta de otras prestaciones debidas que se desprenden del mismo negocio jurídico, como lo son las de saneamiento. Recuérdese que la compraventa es de ejecución instantánea, sea decir que el contrato se cumple en un solo acto, dando uno la cosa y el otro el precio pagado por ella. El incumplimiento de esta obligación de “dar” por parte del vendedor, consistirá en no traditar el derecho real sobre la cosa vendida al comprador o en no permitirle la aprehensión material de la misma. Ese incumplimiento surgirá o se presentará, entonces, en el momento mismo de la compraventa. La acción prevista exactamente por el legislador como remedio de esa inejecución, será la resolutoria del contrato de compraventa o la de la ejecución del mismo, en los términos de los artículos 1546 y 870 del Código Civil y del Código de Comercio, respectivamente. Otra cosa muy distinta son las obligaciones de saneamiento sobre la cosa vendida a cargo del vendedor y la inejecución de las mismas, las que también reciben tratamiento legal especial y diferente al que se le da a las obligaciones de “dar” antedichas. Las consecuencias jurídicas que conlleva su desconocimiento están reguladas en otros institutos de la preceptiva civil y comercial. Estas particulares obligaciones de saneamiento se caracterizan porque surgen con posterioridad a la ejecución de las obligaciones de dar en el contrato de compraventa y corresponden al deber posterior del vendedor, luego de haber traditado y entregado la cosa vendida, de amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa enajenada. Se presentan en los eventos en los que se despoja al comprador de la cosa vendida, que es el caso del saneamiento por evicción, y en los acontecimientos en los que el enajenante debe responder por los 21. Código de Comercio. Artículo 925. Indemnización por tradición no válida. El comprador tendrá derecho a exigir el pago de perjuicios por el incumplimiento del vendedor a su obligación de hacerle tradición válida, sin necesidad de instaurar previamente cualquiera de las acciones consagradas en el artículo 1546 del Código Civil y de este Libro. Criterio jurídico garantista 108 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 En torno a los vicios o defectos ocultos de la cosa vendida, estos se refieren a la imposibilidad del comprador de la cosa para ejercitar sobre ella una posesión útil, ya que la obligación del vendedor es la de entregársela en estado tal que sirva para el uso a que naturalmente está destinada, de manera que su utilización o disfrute no se vean menguados a consecuencia de defectos en ella. defectos ocultos de la cosa, llamados redhibitorios o de naturaleza intrínseca. Ellas, las obligaciones de saneamiento, tienen como finalidad garantizarle al comprador una posesión pacífica y útil de la cosa vendida, evitando que esta sea evictada o impidiendo que el comprador no pueda usar la cosa en la función que esperaba darle o solo posibilitándole utilizarla restringidamente, dados los defectos que esta presente. Cuando se trata de incumplimiento de las obligaciones de saneamiento, las acciones previstas como remedio para tales males serán, en primer lugar, la de saneamiento por evicción, reglada por los artículos 1893 y complementarios del Código Civil y por los artículos 940 y complementarios del Código de Comercio y, en segundo lugar, las previstas en los artículos 934 y complementarios del Código de Comercio y en los artículos 1914 y complementarios del Código Civil. Además, también, las reguladas por el Código de Comercio en los artículos 914, 915, 916, 931 y 939 y, particularmente sobre funcionamiento de la cosa vendida, en el 934 de esta última obra. Así que, en ocasiones, una cosa puede adolecer de defectos materiales que solo permitan que preste imperfectamente la utilidad de la misma o, en otros eventos, las imperfecciones son de tal alcance que la inhabilitan totalmente para tal fin. Se trata, entonces, de la segunda obligación de saneamiento o garantía que debe el vendedor de la cosa, pues la primera, como se dijo, es el saneamiento por evicción. Sin embargo, no todo vicio está amparado por la dicha obligación de saneamiento por parte del vendedor, la que solo existe cuando se presentan, además de los citados defectos o vicios, ciertas condiciones subjetivas en el comprador, haciendo que nazca para él la llamada acción redhibitoria por vicios ocultos de la cosa vendida. No todo vicio o defecto material de la cosa vendida es redhibitorio, porque si cualquier vicio de la cosa vendida tuviera ese carácter y quedara sometido a las acciones correspondientes, entonces la seguridad y firmeza de los contratos de compraventa que diariamente se celebran sería ninguna22. 22. Gómez Estrada, César. Obra citada, página 102. Artículo 935. Carga de la prueba para el vendedor. Corresponderá al vendedor la prueba de que el comprador conocía o debía conocer el mal estado de la cosa vendida al momento del contrato. Para establecer si hay culpa del comprador se tendrá en cuenta la costumbre. Artículo 938. Prescripción de acciones. La acción prevista en los artículos Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 109 Por lo tanto, para que un vicio sea redhibitorio, se requiere la presencia de varios requisitos, los que son, según la jurisprudencia y la doctrina actuales: a.Haber existido al tiempo de la venta, o sea, que se trata del origen o la causa del vicio o defecto, el que debe tener causa anterior al contrato de compraventa o concomitante con él, por lo que si la cosa no estaba afectada por vicio alguno al momento de la venta, no se puede exigir esa garantía. b. Ser tales, que por ellos la cosa vendida no sirva para su uso normal o solo sirva imperfectamente, de manera que sea de presumir que conociéndolos el comprador la hubiere comprado a menos precio o no la hubiere comprado, lo que indica que el vicio ha de ser grave o importante para deteriorar el uso que naturalmente debe hacerse de la cosa, impidiéndolo total o parcialmente. c. Deben ser ocultos, sea decir, no haberlos manifestado el vendedor al comprador y ser tales que el comprador haya podido ignorarlos sin grave negligencia de su parte o tales que el comprador no haya podido conocerlos fácilmente en razón de su profesión u oficio. En materia de compraventa comercial las garantías y las obligaciones de saneamiento por parte del vendedor no se circunscriben a lo tratado por el Código Civil, sino que la legislación propia las trata especialmente, comprendiendo otras formas o manifestaciones de garantía.23 934 y 937 prescribirá en seis meses, contados a partir de la entrega. Artículo 939. Objeciones posteriores a la entrega y recibo de entrega. Entregadas las mercaderías vendidas, el comprador no será oído sobre defectos de calidad o faltas de cantidad toda vez que las haya examinado al tiempo de la entrega y recibido sin previa protesta. El vendedor tendrá derecho a exigir del comprador el inmediato reconocimiento o el recibo que acredite la entrega de la cosa a satisfacción, y si el comprador no hace reserva de su facultad de protestar o de examinar posteriormente la cosa, se estará a lo dispuesto en el inciso primero de este artículo. 23. Código de Comercio: Artículo 932. Venta con garantía de buen funcionamiento. Si el vendedor garantiza por tiempo determinado el buen funcionamiento de la cosa vendida, el comprador deberá reclamar al vendedor por cualquier defecto de funcionamiento que se presente durante el término de la garantía, dentro de los treinta días siguientes a aquel en que lo haya descubierto, so pena de caducidad. El vendedor deberá indemnizar los perjuicios causados por cualquier defecto de funcionamiento que sea reclamado oportunamente por el comprador. La garantía sin determinación de plazo expirará al término de dos años, contados a partir de la fecha del contrato­. Artículo 933. Presunción de venta con garantía. Se presumen vendidas con garantía las cosas que se acostumbra vender de este modo. Artículo 934. Vicios ocultos. Si la cosa vendida presenta, con posterioridad a su entrega vicios o defectos ocultos cuya causa sea anterior al contrato, ignorados sin culpa por el comprador, que hagan la cosa impropia para su natural destinación o para el fin previsto en el contrato, el comprador tendrá derecho a pedir la resolución del mismo o la rebaja del precio a justa tasación. Si el comprador opta por la resolución, deberá restituir la cosa al vendedor. En uno u otro caso habrá lugar a indemnización de perjuicios por parte del vendedor, si éste conocía o debía conocer al tiempo del contrato el vicio o el defecto de la cosa vendida. Artículo 935. Carga de la prueba para el vendedor. Corresponderá al vendedor la prueba de que el comprador conocía o debía conocer el mal estado de la cosa vendida al momento del contrato. Para establecer si hay culpa del comprador se tendrá en cuenta la costumbre. Artículo 938. Prescripción de acciones. La acción prevista en los artículos 934 y 937 prescribirá en seis meses, contados a partir de la entrega. Criterio jurídico garantista 110 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 En torno a la enajenación de bienes y a la eventual responsabilidad derivada de los defectos de los mismos, los que pueden convertirlos en no apropiados para el uso que se supone deben prestar o que en otros casos pueden hacerlos salir de la esfera jurídica del adquirente o que en veces los pueden convertir en incipientes o insignificantes con relación al precio dado a cambio, es preciso determinar los aspectos jurídicos que regulan ese tipo de responsabilidad, desde las propias fuentes jurídicas establecidas para ello por el legislador, cosa que se hará delimitando los siguientes tópicos. Puntualmente, en cuanto al contrato de compraventa que regula el estatuto mercantil existen distinciones, de las cuales es necesario precisar que: 1. Con relación a los defectos ocultos que impidan al comprador obtener una utilidad o provecho de la cosa adquirida o cuando la cosa no sirve para su uso normal o en los casos en que ésta se ve disminuida en su facultad de uso y goce, la legislación comercial tiene una regulación específica y, por tanto, de aplicación preferente o exclusiva para el contrato de compraventa comercial. Esta obligación, considerada de garantía por parte del vendedor, se encuentra tratada a partir del artículo 931 y hasta el artículo 940 del Código de Comercio24. 2. Es diferente el tratamiento legal civil del comercial en materia del saneamiento, ya que éste no se limita a los defectos de la cosa material o inmaterial, sino que regula otras formas de garantía. Por ello el artículo 931 del Código de Comercio señala que se presumirá legalmente que el comprador quiere adquirir la cosa sana y completa, otorgando al comprador la posibilidad de que pueda alegar defectos de calidad o cantidad, dentro de los cuatro días siguientes a la entrega y, además, le otorga un plazo especial de garantía, que puede conducir a la resolución del negocio, el que es diferente incluso de la propia garantía redhibitoria. 3. En el artículo 932 de la misma obra se posibilita a los negociantes a pactar un periodo convencional, libremente determinado, de garantía sobre el buen funcionamiento de la cosa vendida, que cuando no se determina en el contrato de compraventa, será de dos años. 4. El artículo 934 reglamenta el saneamiento por defectos de la naturaleza esencial de la cosa –corporal o incorporal– vendida. Se refiere a los vicios o defectos ocultos de la cosa, presentados con posterioridad a la entrega de la misma, cuya causa sea anterior al contrato de compraventa y que sean ignorados sin culpa por parte del comprador. Esos vicios o defectos deberán tener la característica de hacer impropia la cosa para su natural destinación o para el fin que se le pretendía dar en el contrato. La consecuencia de estos defectos o vicios puede ser la resolución del contrato o la rebaja del precio y en uno y otro caso con indemnización de los perjuicios Artículo 939. Objeciones posteriores a la entrega y recibo de entrega. Entregadas las mercaderías vendidas, el comprador no será oído sobre defectos de calidad o faltas de cantidad toda vez que las haya examinado al tiempo de la entrega y recibido sin previa protesta. El vendedor tendrá derecho a exigir del comprador el inmediato reconocimiento o el recibo que acredite la entrega de la cosa a satisfacción, y si el comprador no hace reserva de su facultad de protestar o de examinar posteriormente la cosa, se estará a lo dispuesto en el inciso primero de este artículo. 24. Ver código de Comercio, en los artículos citados. Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 111 En materia de compraventa, tanto comercial como civil, la obligación esencial del contrato, o sea, la de “dar”, se regulará de conformidad con las normas que para ello establece el Código Civil. En cambio, en lo tocante con las obligaciones naturales de ese negocio jurídico, llamadas de “saneamiento”, sea por evicción o por vicios redhibitorios, cada una, la comercial y la civil, se regirán por las reglas del Código de Comercio o del Código Civil, pues cada uno de esos estatutos las trata con diferencias. que se hayan podido causar, en el evento de que el vendedor haya conocido o debido conocer los mismos, presumiéndose –mediante presunción legal– la ignorancia del vicio por parte del comprador. La garantía del saneamiento a favor del comprador, arriba citada, otorga las opciones ya dichas –resolutoria y estimatoria o de rebaja del precio– prescribiendo ambas en seis meses a partir de la entrega de la cosa. Como quiera que la compraventa es un contrato que, por supuesto, tiene elementos que son constitutivos del mismo, es necesario precisarlos para efectos de dar claridad a la etiología de las distintas obligaciones que surgen de ese negocio jurídico: 1. De un lado, son elementos esenciales de la compraventa los que son requisitos mínimos para que exista este contrato, a saber: el acuerdo por parte de los contratantes de la cosa y del precio de la misma. 2. De otro lado, son elementos de su naturaleza los que se sobreentiende que le pertenecen y que para su presencia válida no necesitan de manifestación expresa de las partes. De la naturaleza del contrato de compraventa es, entre otros, precisamente la obligación del vendedor de salir al saneamiento por evicción o por vicios redhibitorios u ocultos, en aplicación de los artículos 1603 del Código Civil y 871 del Código de Comercio. De acuerdo con esas normas, los contratos obligan no solo a lo que en ellos se expresa –en la compraventa la cosa y el precio y sus consecuenciales–, sino también a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por ley le pertenecen a ella –en la compraventa comercial el saneamiento de que hablan los artículos 934 y ss. del Código de Comercio–. 3. De otra parte, hay otros elementos que son meramente accidentales, los cuales necesitan, para su validez negocial en el contrato de compraventa también, de la expresión concreta de los mismos en el negocio, por no ser ni esenciales ni accidentales. Estos elementos son el tema de los efectos de las obligaciones derivadas de la fuente negocio jurídico, ya que a voces del artículo 1602 del Código Civil, los contratos son ley para las partes contratantes y éstas resultan obligadas, aparte de lo que en ellos se expresa, a las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación o a las que por ley le pertenecen, esto según el artículo 1603 del Código Civil examinado. De manera que en el contrato que obliga a dar la cosa a uno y el precio de ella al otro, pueden señalarse las condiciones especiales que los contratantes pretendan hacer valer, las garantías especiales que se otorgan, los eventos en los cuales pueden resultar especialmente obligados, etc., siendo Criterio jurídico garantista 112 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 que este es el escenario propio para pactar las condiciones u obligaciones singulares que se acuerdan, dadas las circunstancias particulares del negocio mismo, con miras a hacerlas valer extrajudicial o judicialmente. Así, por ejemplo, las garantías que los contratantes acuerden excediendo las naturales que por ley se presumen al contrato de compraventa, deben ser acordadas expresamente, como accidentales que son, porque al no presumirse legalmente como existentes, necesitan de ese pacto patente y demostrable. jurídicamente del incumplimiento de las prestaciones esenciales de dar (traditar y entregar). Por último, en cuanto a las obligaciones conocidas como de “dar”, que, como se ha venido diciendo, son objeto, entre otros, del contrato de compraventa, se ha afirmado que éstas principalmente consisten en la obligación de transferir derechos reales sobre cosas corporales e incorporales, tales como el dominio o propiedad, y en permitirle al adquirente la aprehensión material de la cosa sobre la que recae el derecho sucedido, o sea, en lo que se conoce como la entrega de las mismas; todo esto de manera “esencial”. Puntualmente, entonces, la responsabilidad civil contractual resulta solo de la inejecución –parcial o total– o de la ejecución imperfecta o tardía de las obligaciones de un preciso contrato. Específicamente, la responsabilidad contractual surge del incumplimiento de las obligaciones esenciales del contrato, de las de su naturaleza y de las accidentales debidamente pactadas en este, como se dijo antes. Del mismo modo, la reparación de cada una de las distintas especies de prestaciones debidas, las antedichas, cuenta con diferentes vías, las que son especiales para cada una de ellas, de las que el legislador ha dotado al demandante, siendo, eso sí, que éste debe acertar al escoger el camino que invoca, dados los hechos del incumplimiento que alegue, por lo que no le es dable acudir a la vía establecida para reparar el agravio de las obligaciones de dar si los hechos se enmarcan dentro del desconocimiento de las obligaciones de saneamiento, por ejemplo. Como se dijo, también “naturalmente” existe la obligación de saneamiento por evicción o por vicios redhibitorios u ocultos y las obligaciones especiales comerciales de garantía antes examinadas. Además, “accidentalmente”, podrán surgir otras obligaciones, siempre y cuando hayan sido pactadas expresamente por los contratantes. Nada más obliga a las partes contratantes en este tipo de obligaciones derivadas del negocio jurídico. La responsabilidad sobreviniente del incumplimiento de las obligaciones –y, por cierto, de las que emergen del contrato de compraventa– surgirá Además, también surgirá responsabilidad del incumplimiento de las obligaciones naturales de la compraventa, o sea, las de sanear, pero de otra estirpe y con consecuencias jurídicas diferentes. También, emergerá responsabilidad del incumplimiento de las que las partes hayan acordado expresamente, en caso de que exista ese pacto, o sea, de las obligaciones accidentales. Sintetizando, del negocio jurídico de la compraventa, que aparenta ser sencillo desde el punto de vista jurídico, emanan varias clases de prestaciones debidas por parte del vendedor, las que se pueden agrupar de conformidad con los elementos propios Las diferentes obligaciones en el proceso negocial de la compraventa 113 de ese contrato, siendo que unas serán derivadas de la esencia del mismo –como la de traditar el derecho de dominio y la de entregar materialmente la cosa vendida– y otras corresponderán a la naturaleza de la compraventa –como son las ya referenciadas y clasificadas de saneamiento– y, por último, las accidentales que se llegaren a pactar. Estas prestaciones son amparadas por el ordenamiento jurídico para los casos en que no sean observadas por el deudor de las mismas, dotando al perjudicado de los mecanismos propios que le permitan obtener la satisfacción de las mismas, los que, en todo caso, se diferencian unos de otros, sea por la naturaleza de la prestación exigida, por el fin buscado o permitido, por la gravedad del incumplimiento, etc., lo que implica que al reclamar es necesario conocer y distinguir jurídicamente la prestación incumplida para acertar en la vía judicial escogida y en la pretensión precisa que se va a deprecar, so pena de errar al hacerlo, dando al traste con la reclamación ante la justicia. Así, entonces, no será lo mismo pedir la resolución o ejecución de la obligación esencial del contrato que persigue que se transfiera el derecho y se entregue la cosa sobre la que el mismo recae, que solicitar la rebaja del precio porque la cosa presenta defectos o deprecar que le sea restituido el precio por haberse despojado por un tercero del bien comprado al adquirente. Aparte de que se precisará conocer detalladamente cada una de las acciones pertinentes, cosa que no ha sido objeto de este trabajo, de manera antecedente y basal para ello, es indispensable tener claridad acerca de que existen distintas obligaciones derivadas del contrato de compraventa, de que corresponden a singulares momentos de éste, de que cubren necesidades específicas del comprador y que, para obtenerlas habrá de perseguirse un fin singular. Fuentes consultadas 1. Legales: A. Código Civil, artículos 740, 1602 al 1686 y 1849 al 1954. B. Código de Comercio, artículos 822 al 825, 864 al 881 y 905 al 967. 2.Jurisprudenciales: A. Consejo de Estado. Sección Primera. Rad. 25000 2324 000 2001 00054 01. C. P. Rafael Ostau De Lafont Pianeta. Sentencia de julio 3 de 2008. B. C. S. J. Casación Civil. Sentencia de noviembre 13 de 1981. M. P. Alonso Guarín Ariza. C. C. S. J. Casación Civil. Sentencia de 7 de febrero de 2008. Exp. No. 2001-06915-01. M. P. Dr. William Namén Vargas. 3.Doctrinarias: A. Arteaga Carvajal, Jaime. Obra citada, página 217. B. Baena Upegui, Mario. De las obligaciones en el derecho civil y comercial. Tercera Edición. Bogotá: Editorial Legis. 2004, página 179. C. Bonivento Fernández, José Alejandro. Los principales contratos civiles y su paralelo con los comerciales. Tomo I. Quinta Edición. Bogotá: Ediciones Librería del Profesional. 2002, páginas 5 y 6. D. C ubides C amacho , J orge . Obligaciones. Bogotá: Universidad Javeriana. Colección profesores. 2005, páginas 210 y 211. E. Gómez Estrada, César. De los principales contratos civiles. Segunda Edición. Bogotá: Pama Editores. 1987, páginas 4 y 5. F. Gómez R., José J. Bienes. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 2001, páginas 161 y 162. G. Pérez Vives, Álvaro. Compraventa y permuta. Bogotá: Editorial de la Universidad Nacional de Colombia. 1951, páginas 16 y 17. H. Tamayo Lombana, Alberto. Manual de obligaciones. Quinta Edición. Bogotá. Editorial Temis, 1997, página 54. I. Valencia Zea, Arturo. Derecho Civil, Tomo IV, De los contratos. Séptima Edición. Bogotá: Temis, 1986, páginas 10 y 12. Criterio jurídico garantista 114 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Los derechos humanos y la Jurisdicción Especial Indígena Jorge Castro* RESUMEN Abstract Desde la óptica de un criterio jurídico garantista, se hace necesario que el Estado colombiano dé cumplimiento a las obligaciones contraídas constitucionalmente. La Jurisdicción Especial Indígena, a lo largo de la historia ha carecido de una Ley de Coordinación entre el Derecho Ancestral Indígena y el Derecho Positivo Colombiano, radicando el principal problema en la concepción que se tiene, tanto por uno como por otro, de lo que constituye la protección a los Derechos Humanos. From the perspective of a legal standard, it is necessary that the Colombian State fulfill constitutional obligations. The Special Indigenous jurisdiction, throughout history has lacked a Coordination Act Ancestral Indigenous law and positive law of Colombia, the main problem in the design that is both as regards the protection of Human Rights. Esta exigencia de respeto a los Derechos Humanos, concebidos desde el punto de vista de la cultura denominada civilizada, implica la erradicación de todo tipo de tratos inhumanos o degradantes, convirtiéndose este factor en uno de los mayores escollos para la Ley de Coordinación entre un derecho y otro. Entender y conceptualizar lo que son los Derechos Humanos para una y otra cultura es la vía de solución al reconocimiento de la sabiduría ancestral. Es este el propósito que tiene la investigación adelantada por el semillero conformado por estudiantes de la Universidad Autónoma de Colombia: lograr hacer realidad lo que por muchos años se ha pretendido en infinidad de investigaciones, concretando una Ley de Coordinación que posibilite el reconocimiento pleno de los derechos de la población indígena. This demand for respect for human rights, conceived from the standpoint of so-called civilized culture involves the eradication of all forms of inhuman or degrading treatment, making this into one of the greatest challenges to the Law of Coordination between right and another. Understand and conceptualize what are human rights for one and another culture is the way on the recognition of ancestral culture. Is this the purpose of having the investigation conducted by the nursery consists of students from the Autonomous University of Colombia, make achieving that for many years it has been tried in countless investigations, making a Coordination Law, allowing the full recognition of rights of the indigenous population. Key Words: research report, Human Rights in cultures as concretion factor upon law of coordination on jurisdictions. Palabras clave: informe de investigación, Derechos Humanos, Jurisdicción Especial Indígena, investigación, derecho ancestral indígena, derecho positivo colombiano. Fecha de recepción: noviembre 12 de 2010 Fecha de aceptación: noviembre 30 de 2010 * Graduado en Derecho Internacional y Diplomacia; abogado de la Universidad Autónoma de Colombia, Profesor de Derecho Internacional y Criminología. Investigador del grupo de estudios Escuela Política y Normativa, Universidad Autónoma. Los derechos humanos y la jurisdicción indígena 115 Introducción La ubicación de la Jurisdicción Especial Indígena dentro del marco de la legalidad positiva, corresponde a un sustento internacional normativo que está determinado por la superioridad del Derecho Internacional sobre el Derecho Interno de los Estados, de manera tal que el Derecho Internacional, como soporte del Derecho Interno de los Estados, informa todo desarrollo constitucional. En este orden de ideas, en tratándose de ubicar la Jurisdicción Especial Indígena en un orden interno estatal, deberá partirse, necesariamente, de la normatividad de carácter internacional, esto es de los tratados, convenios y acuerdos de carácter internacional que han sido firmados y ratificados por Colombia en esta materia y aún de aquellos que, sin haberlo estado, por tratarse de asuntos relativos a Derechos Humanos hacen parte del bloque de constitucionalidad. Es esta la premisa que en el debate sobre la Ley de Coordinación se ha tenido en cuenta. Dos concepciones de some­ timiento a la ley Dos diferentes y antagónicas posiciones se dan al interior de nuestro país en materia de reconocimiento de la jurisdicción indígena. En primer término, la de aquel sector de la población indígena que entiende como suficiente lo determinado dentro de la Ley Como principio fundamental debe aceptarse que en tratándose de la Jurisdicción Especial de los Indígenas, es su propio mundo el que los determina en su vivir, no obstante deban actuar de manera coordinada con la jurisdicción nacional al no poderse sustraer de la nacionalidad colombiana. Marco, al señalar que, con la disposición constitucional, se da pleno reconocimiento a dicha jurisdicción, sin tener la camisa de fuerza de una legislación que los determine de manera concreta con la imposición de obligaciones que limiten su libertad más allá de la norma superior. Y la de quienes, desde otro punto de vista, propugnan porque se les reconozca dentro de un marco de legalidad que les permita saber con exactitud los derechos y obligaciones que les asiste como miembros de una sociedad étnica y culturalmente diferente. Esta segunda posición es la de quienes consideran que el desarrollo constitucional, den­­tro del marco de una Ley, permite establecer un verdadero reconocimiento en el ámbito social protegiendo sus derechos culturales y sociales. Criterio jurídico garantista 116 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Este segundo punto de vista es el que permite involucrar al pueblo indígena dentro de una sociedad que respete integralmente todos sus usos y costumbres, sin que se llegue a poner en peligro la misma existencia de este pueblo milenario, como quiera que indefectiblemente es parte de la nacionalidad colombiana. La legislación internacio­ nal La legislación protectora del indígena tiene su raíz en la comunidad internacional que ha considerado, se deben delinear parámetros de protección a quienes han sido avasallados por culturas foráneas, usualmente consideradas como occidentales. De esta manera la Organización Internacional del Trabajo –oit–, luego de un estudio sobre los requerimientos de los indígenas a nivel mundial, expidió el Convenio 169 de junio 27 de 1989, el cual fue aprobado por Colombia mediante la Ley 21 de 1991, entrando a hacer parte de la actual normatividad superior. Dicho Convenio, si bien es materia de crítica en algunos aspectos, tales como haber dejado a la potestad de los Estados su cumplimiento, plantea la base fundamental de lo que constituyen los derechos de los pueblos indígenas en relación con su autonomía para determinarse de conformidad con su tradición y cultura, entre ellas la potestad que tienen para la imposición de sanciones, esto es, el poder administrar su propia justicia. La Organización de las Naciones Unidas –onu–, igualmente preocupada por la situación de los indígenas a nivel mundial, expidió una declaración sobre derechos de los pueblos indígenas, mediante resolución aprobada por la Asamblea General el 13 septiembre de 2007, en la cual recuerda los principios de la Carta del organismo, entre ellos la buena fe con que deben ser cumplidas las obligaciones contraídas por los Estados miembros. Es esta declaración una conminación a los Estados, como Colombia, a cumplir con el deber de legislar en la materia. La legislación nacional Al respecto ha de indicarse que no obstante los diversos proyectos legislativos orientados a la producción de una Ley de Coordinación, por diversos motivos tanto de orden político como económico y social no se ha materializado. En materia legal, se tiene entonces, que el referente es de manera exclusiva de orden constitucional. La Carta de 1991, en 18 de los artículos (1, 7, 8, 10, 13, 63, 72, 96, 171, 246, 286, 287, 321, 329, 357 y 57 transitorio), hace referencia tanto de manera directa como indirecta a los derechos de las comunidades indígenas al reconocer, en primer término, el pluralismo dentro de una nación jurídica y políticamente organizada en orden a la conformación de un Estado, de tal manera que en su artículo 7, la Constitución de 1991, señala cómo el Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación aceptando de esta manera la diversidad de razas y culturas que conforman el Estado. Por su parte el artículo 246 de la Constitución señala cómo las autoridades de los pueblos indígenas tienen la potestad de ejercer funciones jurisdiccionales dentro del ámbito territorial correspondiente, en aplicación de sus normas y procedimientos consuetudinarios, siempre y cuando no sean contrarias a la Constitución y las leyes colombianas. Los derechos humanos y la jurisdicción indígena 117 mundo de una manera integral con su ser; como un vínculo filial con la tierra que no puede ser desconocido y que, por el contrario, debe ser apreciado como un valor cultural al servicio de la humanidad. El artículo 246 de la Constitución señala cómo las autoridades de los pueblos indígenas tienen la potestad de ejercer funciones jurisdiccionales dentro del ámbito territorial correspondiente, en aplicación de sus normas y procedimientos consuetudinarios, siempre y cuando no sean contrarias a la Constitución y las leyes colombianas. Es la propia Constitución la que determina la conformación de una ley que coordine el sistema judicial nacional con la jurisdicción especial de los indígenas, labor que desde ya se puede advertir como negligente, pues transcurridos casi veinte años tal ley no se ha concretado. Reconocer y desconocer Si bien la Constitución de 1991 hizo un reconocimiento de la función jurisdiccional en cabeza de las autoridades de los pueblos indígenas, e igualmente le impuso un límite a dicha autoridad al señalar que la función judicial indígena debería estar dentro de lo señalado por la Constitución y la ley, no se puede desconocer que tales parámetros impuestos a la jurisdicción lo fueron en desconocimiento de la realidad social de la comunidad indígena, quienes tienen una concepción diferente de lo que es la sanción como retribución, al percibir el En primer término se hace referencia en el artículo 246 constitucional al Debido Proceso, el cual implica diversidad de garantías, y que dada la multiplicidad de las comunidades indígenas existentes en el país (81 pueblos indígenas con aproximadamente 574.482 miembros), resultaría imposible unificar en una ley, a fin de establecer los parámetros del debido proceso en cada comunidad en particular. Ello si se entiende el Debido Proceso desde una concepción del Derecho Positivo que impone unas garantías muy precisas en esta materia, tales como: la favorabilidad de la ley, la presunción de inocencia, el derecho de defensa, entre otras. Es por ello que la Ley de Coordinación debe contar con la suficiente amplitud conceptual que permita dar libertad de ejercicio procedimental a las comunidades, máxime en tratándose de un derecho basado en la costumbre. Es por lo anterior que la Corte Constitucional, asumiendo Criterio jurídico garantista 118 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 un papel de legislador, ante la ausencia de la Ley de Coordinación y frente a dos órdenes normativos (el sistema jurídico nacional, de fundamento positivo y el correspondiente a la jurisdicción indígena de característica consuetudinaria), determinó no aceptar el castigo de tipo corporal como medio de sanción, al igual que la arbitrariedad eventualmente ejercida por los jefes de dichas comunidades, estableciendo para la aplicación de la justicia indígena el debido proceso, que dentro del marco constitucional hace que el procedimiento sea legal. Lo anterior conlleva a que en el proceso adelantado por las autoridades indígenas deba existir el Derecho a la Defensa, no como valor individual de protección sino como un valor colectivo en el cual los parientes del encausado estuvieren presentes (así lo determinó la Tutela 349 de 1996). Representa este el principal escollo que se encuentra para llegar a tener una Ley de Coordinación entre un sistema y otro, en la medida que como requerimiento esencial para la aplicación de la justicia indígena está el respeto a los Derechos Humanos, eliminando toda forma de trato cruel, inhumano o degradante. Al respecto se debe indicar cómo, desde la comprensión del universo que tiene el indígena, lo que en Occidente se considera violatorio de los Derechos Humanos, para ellos no lo es y por consiguiente el castigo corporal aparece como un medio efectivo funcional de la pena. En la jurisdicción indígena la legalidad del delito y de la pena están determinados dentro de un Derecho Consuetudinario y, por tanto, la ley que articule la Jurisdicción Indígena con la Nacional deberá de manera necesaria atender a dicha realidad, valga decir, el indígena estará sometido a los cánones de comportamiento de la comunidad y por lo tanto deberá responder en caso de apartarse de ellos. En tal condición el Derecho Indígena no está sujeto a los principios del Derecho Normado en tratándose de tipicidad y taxatividad, pues cada caso representa para ellos uno muy particular, nada diferente de lo que se entiende dentro de la actividad basada en la costumbre. La Ley de Coordinación deberá contar con un predicamento que incluya el reconocimiento y excluya el desconocimiento, en la medida que el artículo 246 constitucional, de una parte, autoriza el ejercicio de la función jurisdiccional a las autoridades indígenas y, de otra, hace el requerimiento para que dicha función atienda a la Constitución y la ley. Tal exigencia encuentra viabilidad en la medida que se acepte que la aplicación de la justicia dispensada por las autoridades indígenas no contraría los Derechos Humanos al imponerse castigo de carácter corporal, que como ya se advirtió tiene fundamento en una cultura ancestral, admitida por la comunidad. La articulación de juris­ dicciones Con fundamento en lo señalado, la Ley de Coordinación se limitaría a articular la Jurisdicción Indígena y la Nacional, mas no sus sistemas, ya que de hecho la Jurisdicción Indígena viene operando, no obstante los obstáculos que se le presentan por parte de quienes pretenden desconocerla. En orden a la articulación de los sistemas habrá de producirse un cambio de mentalidad, tal como se señala en la Sentencia de Tutela 523 de 1997, refiriéndose a la asistencia de un abogado en los procesos adelantados ante la Jurisdicción Los derechos humanos y la jurisdicción indígena 119 Indígena y que resulta aplicable a todo evento de reconocimiento de ejercicio de justicia indígena aún en aquellos que se refieren a los Derechos Humanos: los medios para ejercer este derecho en los casos que se adelantan ante autoridades indígenas, no tienen que ser aquellos contemplados por las normas nacionales o los tratados internacionales, sino los que han sido propios dentro del sistema normativo de la comunidad. Lo anterior resulta aplicable a todos los eventos, a toda interpretación que implique cosmovisión, como una visión particular de los indígenas en su manera de ver e interpretar el mundo, donde el castigo corporal y aún el destierro de la comunidad cumplen con unas funciones que a la luz del derecho positivo son aceptadas como fines de la pena, sin las cuales esta no tiene sentido y por tanto no debe aplicarse, esto es la prevención especial y la prevención general; al indígena que vulneró la prohibición, en orden a que no vuelva a incurrir en conductas que le acarreen pena, y a la comunidad para que se abstenga de ejecutarlas. Siendo este un proceso oral y público realizado ante la comunidad que acepta como válida esta forma de sanción, respetando siempre lo En la jurisdicción indígena la legalidad del delito y de la pena están determinados dentro de un Derecho Consuetudinario y, por tanto, la ley que articule la Jurisdicción Indígena con la Nacional deberá de manera necesaria atender a dicha realidad, valga decir, el indígena estará sometido a los cánones de comportamiento de la comunidad y por lo tanto deberá responder en caso de apartarse de ellos. señalado en el artículo 11 de la Ley Superior que protege la vida y excluye la pena de muerte. Si bien la Constitución Nacional en su artículo 12 prohíbe las torturas, las penas crueles, los tratos inhumanos o degradantes, es la misma Constitución en su artículo séptimo, que trata de los principios fundamentales, la que señala el reconocimiento y protección del Estado a la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana. En consecuencia, como principio fundamental debe aceptarse que en tratándose de la Jurisdicción Especial de los Indígenas, es su propio mundo el que los determina en su vivir, no obstante deban actuar de manera coordinada con la jurisdicción nacional al no poderse sustraer de la nacionalidad colombiana. Es claro que la Jurisdicción Especial Indígena solo se predica de aquellos que se encuentran en una comunidad organizada, al mando de una autoridad indígena que los gobierne. No encontrándose bajo dicha jurisdicción, Criterio jurídico garantista 120 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 todos aquellos indígenas que han sido desarraigados quedan por tanto sujetos a la jurisdicción nacional con las previsiones de la Ley Penal ordinaria. La incongruencia que se plasma en la Constitución ha sido y es materia de cuestionamiento permanente. Así se señala en artículos tales como: Las injusticias indígenas en la Constitución colombiana, publicado en la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global No. 77 de 2002, al indicar: La compatibilización entre los sistemas de justicia indígena y la justicia occidental de los Estados en los que habitan los pueblos indígenas implica un conflicto de convivencia entre los derechos colectivos y los derechos humanos individuales. En Colombia, como en otros países de América Latina existe una discordancia en este sentido. Por un lado se reconocen constitucionalmente las autoridades indígenas, que pueden resolver los conflictos que se presenten dentro del área que manejan, pero por otro estos deben acomodar sus decisiones a principios y reglas que obedecen a una concepción de la justicia y la dignidad humana diferente de las que poseen. Ciertamente la Constitución Nacional reconoce y desconoce la autonomía indígena al acep- tar, de una parte, que el indígena tiene capacidad de autorregularse conforme a sus principios y creencias, pero igualmente le señala que dicho reconocimiento debe estar regulado por la normatividad que le impone la misma Constitución y la ley. Se deja sin piso de esta manera dicho reconocimiento, pues la autonomía regulada desconoce que los Derechos Humanos son relativos a cada cultura y lo que es aceptado en una cultura determinada puede no serlo en otra y no por ello se conculcan los Derechos Humanos, siempre y cuando no se violen derechos fundamentes como el respeto a la vida y a la dignidad del ser humano. No escapa a la apreciación la eventualidad de una indebida aplicación de la justicia indígena en un determinado caso, situación que habrá de contemplarse dentro de la Ley de Coordinación. En tal evento aparece como posible solución, para quien se sienta afectado por una determinación de la jurisdicción indígena, el recurso de la tutela, acción encaminada a proteger derechos constitucionales fundamentales. La sentencia de tutela 254 de 1994 (magistrado Eduardo Ci­ f­uentes Muñoz), recoge en cua- tro literales lo que constituye el pensamiento oficial sobre la Jurisdicción Indígena, y es precisamente esta concepción la que debe tenerse en cuenta en orden a la concreción de la jurisdicción, para ser reconsiderada. Allí se señala: A. A mayor conservación de sus usos y costumbres, mayor autonomía. B. Los derechos fundamentales constitucionales constituyen el mínimo obligatorio de convivencia para todos los particulares. C. Las normas legales imperativas (de orden público) de la República priman sobre los usos y costumbres de las comunidades indígenas siempre y cuando protejan directamente un valor constitucional superior al superior principio de la diversidad étnica y cultural. D.Los usos y costumbres de una comunidad indígena priman sobre las normas legales dispositivas. Si de lo que se trata es de la defensa del principio constitucional del pluralismo y la diversidad habrá de salvarse el escollo entre lo que se considera Ley imperativa y Ley dispositiva a fin de reconocer la plenitud de la Jurisdicción Indígena. Los derechos humanos y la jurisdicción indígena 121 Conclusión Ha sido la aspiración, por ya un prolongado tiempo, el lograr establecer una Ley de Coordinación entre lo que es la Jurisdicción Nacional y la plasmada constitucionalmente, jurisdicción indígena. Tal propósito ha sido desestimado en diversas oportunidades al pretender articular no solo la jurisdicción indígena y la nacional sino también su sistema, circunstancia que no otorga la posibilidad de un real reconocimiento de la Jurisdicción Especial, pues esta quedaría sometida, bajo dicha Ley, al imperio de la concepción occidental del derecho y su aplicación. Es quizá por ello que un sector de los indígenas prefieren que dicha Ley de Coordinación no exista, pues mayores garantías de reconocimiento encontrarían en la disposición constitucional. El propósito fundamental es que la concepción del mundo que tiene el indígena sea respetada en todo orden y de manera concreta en lo que hace a la administración de justicia, sin que se les predique una vulneración de los Derechos Humanos por su forma de concebir estos y, en concreto, por la aplicación de las sanciones por faltas cometidas dentro de lo que es su imperio de aplicabilidad. El semillero de investigación de la Universidad Autónoma de Colombia tiene y tendrá el propósito que la investigación, con sus resultados, continúe en esta materia hasta lograr que la Ley de Coordinación entre las dos jurisdicciones sea una realidad. Bibliografía Colombia. Consejo Superior de la Judicatura. La Jurisdicción Especial Indígena en Colombia y los mecanismos de coordinación con el Sistema Judicial Nacional, 2004. Colombia. Congreso de la República. Programa de Fortalecimiento Legislativo. Estudio de Antecedentes. Jurisdicción Especial Indígena, 2004. Colombia. Constitución Política de Colombia. Colombia. Corte Constitucional. Sentencias de Tutela. Blanco Blanco, Jacqueline. Logros y contradicciones de la Jurisdicción Especial Indígena en Colombia. Revista Diálogos de Saberes. Bogotá: Universidad Libre de Bogotá. Criterio jurídico garantista 122 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 La realidad frente a la Jurisdicción Especial Indígena1 Luisa Carolina Figueroa Rueda, Luis Francisco Ramos Fernández* Resumen Abstract La comunidad indígena es el núcleo fundamental de lo que significa para Colombia su gente, sus creencias, sus antepasados. Por lo mismo, no se entiende, cómo siendo reconocida y protegida constitucionalmente por el Estado, no se ha encontrado una herramienta eficaz para acabar con el tratamiento inequitativo que se le da a la comunidad indígena en la aplicación de la justicia, tal como lo ordena la Constitución. The indigenous community is the fundamental core for Colombians as to its beliefs and ancestors. Therefore, it is almost not understood, how indigenous community has been well-known and protected constitutionally by the state, though, it has not been found any efficient method to stop inequity to indigenous community when applying law, stated by the constitution. La flagrante violación de sus Derechos Humanos no tiene justificación en un país que se dice garantista y sobre todo pluricultural e incluyente. Este dilema constituye para nosotros el problema fundamental por cuanto la aplicación de la Jurisdicción Especial Indígena en la administración de justicia es requisito sine qua non para ensamblar con la jurisdicción ordinaria al reconocimiento de los derechos especiales indígenas. Palabras clave: informe de investigación, Jurisdicción Especial Indígena, comunidad indígena, inequidad jurídica, derechos humanos, administración de justicia. The evident violation of its Human Rights has no justification in a pluralist and inclusiveness country as guaranteed by the constitution. This dilemma constitutes a crucial problem due to the application of the Special Indigenous Jurisdiction in the administration of law since it is condition sine cua non to gathering with the common jurisdiction in recognizing special indigenous rights. Key words: research report, Social Indigenous Jurisdiction, indigenous community, inequity law, human rights, administration of law. Fecha de recepción: noviembre 11 de 2010 Fecha de aceptación: noviembre 29 de 2010 1 Informe de la investigación adelantada por el semillero Promoción y Desarrollo de la Jurisdicción Especial Indígena. * Estudiantes del programa de Derecho de la Universidad. Integrantes del semillero ganador del Primer Concurso de Semilleros de Investigación de la Universidad Autónoma. La realidad frenta a la la jurisdicción especial indígena 123 A lo largo de la investigación adelantada por el semillero de investigación Promoción y Desarrollo de la Jurisdicción Especial Indígena, hemos podido realizar un amplio acercamiento a la visión que estos pueblos tienen de un mundo para ellos lejano, desigual e inequitativo. La comunidad indígena es el núcleo fundamental de lo que significa para Colombia su gente, sus creencias, sus antepasados. Es difícil entender cómo siendo reconocidos y protegidos constitucionalmente por el Estado, no se ha logrado aún encontrar una herramienta eficaz para acabar con el tratamiento inequitativo en la aplicación de la justicia y en lo referente al trato especial que ordena la Constitución. Es así como encontramos la flagrante violación de sus Derechos Humanos, condición que no se justifica en un país garantista y sobre todo pluricultural e incluyente. La sociedad colombiana no logra entender, cómo siendo la situación del indígena un problema fundamental de orden social, el poder político ha eludido históricamente dicha responsabilidad. La incomprensión de un país que olvida sus raíces históricas, negando sus ancestros, constituye para nosotros el problema fundamental; la aplicación de la Jurisdicción Especial Indígena en la administración de justicia es requisito sine qua non para la solución requerida en el ensamble con la jurisdicción ordinaria y el reconocimiento de los derechos especiales indígenas. Las diferencias de criterio, las falencias que aún tiene la legislación para hacer respetar una población que conforma gran parte de la riqueza cultural de nuestro país, han de ser solventadas si lo que se pretende es aportar a la solución del conflicto que vive el país. El semillero centra la investigación jurídico social en el área del Derecho Público, en razón a que este es una parte del ordenamiento jurídico que regula las relaciones entre personas y entidades privadas con los organismos que ostentan el poder público, cuando actúan en razón de sus legítimas potestades y de acuerdo con el procedimiento legalmente establecido. La posibilidad incluida en el artículo 246 de la Constitución Política, de acceso a la justicia de forma especial de acuerdo con su condición, es también pilar fundamental de la defensa del derecho vulnerado y de la posible solución que a continuación se plantea, basados en la realidad jurídica y social de la población actual. Dentro de un territorio con diversidad cultural como Colombia ¿realmente existe el reconocimiento aplicado de la Jurisdicción Especial Indígena? El problema planteado, objeto de nuestra investigación, justifica su importancia en la tarea de encontrar una vía de acceso a la justicia sin que esta viole el reconocimiento previo que tiene, y la importancia que le da la ley, con un grado de especialidad, y autonomía para el actuar de esta población indígena, tal como lo establece la Constitución Política en su artículo 246, y la Declaración Universal de Derechos Humanos, que es en lo cual nos queremos basar, siendo estos derechos vulnerados de gran importancia en los convenios internacionales, en defensa de los Derechos Humanos. El derecho vulnerado a defender en nuestro planteamiento lo ubicamos en el artículo 8 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en relación con el artículo 2 de la misma declaración. Artículo 8: Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales com- Criterio jurídico garantista 124 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 petentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley. rechos vulnerados y la eficacia en la aplicación de la justicia especial que la Constitución le confiere a dichas comunidades. Este artículo constituye el derecho de acceso a la justicia, que es uno de los presupuestos fundamentales en un Estado social de derecho y su democracia, y confiere una tutela por parte del Estado para la protección idónea que garantice el orden jurídico y su vigencia. Este derecho, consagrado en la Declaración, le da la oportunidad a todo ciudadano de poder acceder a la administración de justicia sin consideración alguna, y le confiere la oportunidad de hacer efectivos todos los recursos judiciales para la defensa de los derechos en ella consagrados. Estos recursos, para que sean efectivos, deben contener los medios que en la práctica garanticen derechos como el debido proceso, garantías judiciales y protección judicial. Si esta coordinación no se logra, las comunidades indígenas seguirán sometidas a la inseguridad jurídica que genera la disgregación de una variedad de normas que no tienen congruencia entre sí a pesar de que su finalidad es buscar la solución de los conflictos que surgen dentro de estas comunidades. La falta de unidad de criterio y la ausencia de una verdadera ley de coordinación atropella todos los derechos reconocidos internacionalmente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y distintos tratados que hacen parte del bloque de constitucionalidad, como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo –oit–, ratificado por Colombia por medio de la ley 21 de 1991, que le da prioridad al respeto de lo establecido en defensa de los Derechos Humanos. En relación con la Jurisdicción Especial Indígena, el derecho a un recurso efectivo ante los tribunales colombianos es violado, pues la Constitución Política de 1991 en su artículo 246 determina la especialidad de la jurisdicción indígena y faculta al Congreso de la República para que por medio de una ley coordine lo que respecta con la Jurisdicción Especial Indígena y la legislación nacional, mandamiento constitucional que no se ha cumplido, motivo por el cual no existe en Colombia un recurso efectivo para que las comunidades indígenas puedan ejercer su derecho de acceso a la justicia. Si bien es cierto que nuestros legisladores y los representantes indígenas que tienen esa facultad, han logrado un avance en cuanto a la presentación de proyectos de ley que en ocasiones han tenido el respaldo necesario para ser efectivos, no ha sido posible articular en una sola ley todos los ámbitos necesarios para la defensa de los de- Colombia, como Estado parte de la Organización de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos, tiene la responsabilidad de hacer cumplir, en desarrollo del bloque de constitucionalidad, los distintos tratados ratificados en materia de Derechos Humanos sin limitación de ninguna clase, ni siquiera en estado de conmoción. Esto le impone la obligación de no violar los derechos que se encuentran en las Convenciones y de garantizar que todo el aparato gubernamental y todas las estructuras de poder puedan hacer investigaciones efectivas, justas, cortas, eficaces, así como crear medios de protección de todos los derechos fundamentales. Este planteamiento parte de la base de un fundamento jurídico y jurisprudencial, que conlleva a la solución de nuestra situación problema, siendo La realidad frenta a la la jurisdicción especial indígena 125 La comunidad indígena es el núcleo fundamental de lo que significa para Colombia su gente, sus creencias, sus antepasados. Es difícil entender cómo siendo reconocidos y protegidos constitucionalmente por el Estado, no se ha logrado aún encontrar una herramienta eficaz para acabar con el tratamiento inequitativo que se tiene frente al indígena en la aplicación de la justicia y en lo referente a darles un tratamiento especial tal como lo ordena la Constitución. este un camino viable, eficaz y exigible en la defensa de derechos y la efectividad de las garantías, como lo pretendemos en la creación de la ley de coordinación, que exponemos como una posible solución. Partiendo de este planteamiento, nuestro estudio jurisprudencial se enfocó básicamente en las distintas consideraciones hechas por la Corte Constitucional, que en reiteradas providencias, ratifica la importancia, la necesidad y la viabilidad de la creación de las sentencias constitucionales, sino en las valoraciones hechas respecto a la aplicación de la justicia en la Jurisdicción Especial Indígena. Sentencia C-139 de 1996, de 9 de abril. M.P: Carlos Gaviria Díaz En esta providencia la Corte Constitucional destaca la importancia de garantizar la convivencia de todos los grupos culturales con visiones distintas, dentro de un mismo territorio; resalta dos principios: diversidad cultural y unidad política, que son consecuencia del respeto a la multiculturalidad y a la tolerancia con base en la aplicación y respeto de los Derechos Humanos. Determina para las comunidades indígenas respeto a su autonomía con una única limitación, en cuanto a que no debe contrariar la Constitución, la ley y la norma. En lo que se refiere a la expedición de una ley que coordine la Jurisdicción Especial Indígena con la legislación nacional advierte que: la coordinación entre estas dos jurisdicciones debe ser regulada por el legislador, pues es este el que tiene la competencia para establecer las directivas de coordinación entre las mismas, permitiendo un amplio espacio de libertad a las comunidades indígenas dejando establecidos los límites a lo que respecta a su autonomía y mecanismo de solución de con- Criterio jurídico garantista 126 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 flictos específicos, cuyo procedimiento debe tener las siguientes circunstancias al caso concreto: la cultura involucrada, el grado de integración o aislamiento respecto a la cultura mayoritaria, la afectación de intereses o derechos individuales de los miembros, entre otros. Teniendo en cuenta todos estos factores le corresponde al juez aplicar criterios de equidad y la justicia del caso concreto, teniendo en cuenta los parámetros constitucionales y jurisprudenciales establecidos al respecto para dirimir el conflicto. Sentencia T-603 de 2005. M.P. Clara Inés Vargas Hernández Esta providencia reitera los criterios anteriormente expuestos, considerando la importancia del principio de diversidad étnica, como el de autonomía de las comunidades y el reconocimiento de sus derechos. Advierte que el instrumento internacional dispone que los gobiernos deben tener la responsabilidad de desarrollar, con la participación de los pueblos, una acción coordinada y sistemática, cuya finalidad sea la protección de los derechos de estos pueblos. Sentencia C-408 de 2002. M.P. Álvaro Tafur Galvis Esta sentencia considera: El Estado es responsable de señalar, ya sea en la Constitución o en la ley los mecanismos idóneos para hacer efectiva la participación de las comunidades indígenas, como un instrumento de reconocimiento de los intereses jurídicos de las comunidades. Fundamentamos la solución en la creación de una ley de coordinación, en razón: a) de las falencias que actualmente presenta el ordenamiento jurídico frente al mandato constitucional de dar un tratamiento especial a las comunidades indígenas colombianas, b) en la necesidad de brindar una verdadera protección integral, c) como recurso eficaz que en su aplicación se garanticen los mandatos constitucionales e internacionales y se materialice la Jurisdicción Especial Indígena, con el fin de restituir los derechos vulnerados a todas las comunidades indígenas de Colombia. Investigación formativa o curricular 127 Criterio jurídico garantista 128 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Qué pasa con el franquismo en España1 Llum Quiñonero* RESUMEN ABSTRACT Por qué está resultando tan difícil el acceso a la memoria, a los hechos de los españoles; por qué es tan difícil la recuperación de la memoria de las víctimas del franquismo. En 1977 se aprobó una ley de amnistía cuyo objetivo era lograr la excarcelación de los presos y presas antifranquistas, permitir la vuelta del exilio de los supervivientes, pero de memoria nada, mejor no recordar, se decía: borrón y cuenta nueva. Esa fue la transición española, una especie de espejismo de reconciliación –lo sabemos ahora–, en la que los derrotados, o mejor dicho quienes hablaban en su nombre, no pedían cuentas, ni reparaciones, ni responsabilidades, ni depuraciones. Why it is becoming so difficult to access memory, to the facts of the spaniards; why is it so difficult to recover the memory of the victims of Franco’s regime. In 1977 a law was adopted to amnesty whose aim was to achieve the release of prisoners anti-Franco fighters from, allow the return from exile of the survivors, but memory nothing, better not to remember, said: let bygones be bygones and. Key Words: spanish society, victims of franco, memory of the victims, historical memory. Palabras clave: sociedad española, víctimas del franquismo, memoria de las víctimas, memoria histórica. Fecha de recepción: noviembre 9 de 2010 Fecha de aceptación: noviembre 28 de 2010 1. Ponencia presentada en el Segundo Seminario Internacional sobre Derechos Humanos, organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Colombia. * Licenciada en historia, Universidad de Alicante. Posgrado en Comunicación, Universidad Pompeo Fabra de Barcelona. Escritora. Miembro de Aula Feminista, Universidad de Alicante (España). Experta en temas de recuperación de las memorias de las víctimas de los conflictos en el marco del Derecho Penal Internacional. Qué pasa con el franquismo en España 129 V engo a contarles una historia cuyo fin no está escrito todavía. Vengo a hablarles de una herida abierta en la sociedad a la que pertenezco: la sociedad española. Qué es lo que pasa con el franquismo en España ¿Cómo es posible que después de 30 años de democracia sigamos los españoles y las españolas dándole vueltas al pasado? He tratado de ponerme en la cabeza de ustedes y de hacerme esas preguntas que se hacen perplejos tantos demócratas en el mundo: ¿qué les pasa a los hombres y a las mujeres españoles con la memoria del franquismo? ¿Pero, no se habían reconciliado durante la transición? Aquel paso de la dictadura a la democracia que presentaron ante el mundo como modelo pacífico de cambio, ¿era de verdad aquella transición un modelo? Tal vez la transición fue solo, y ni más ni menos, la única manera de salir de aquella insidia, de aquella dictadura. Decía Heráclito que nadie se baña dos veces en el mismo río. Y me viene la cita a cuento de que la sociedad española, como toda sociedad, es ese río en permanente cambio, y es en esa permanente transformación donde debemos reconocernos, en este presente. La necesidad de poner palabras donde había silencio viene en gran medida de la mano de las nuevas generaciones. En España las nuevas generaciones se están planteando, y proponiendo, y buscando la verdad, la justicia, la reparación; generaciones crecidas ya en democracia que hemos tratado de saber y de manejarnos con la herencia de silencios, de olvidos, de glorias antiguas que ahora nos suenan a cartón piedra. Voy a referirme a los porqués, pero sobre todo quiero hablar del para qué, porque estoy aquí apostando por la esperanza y, como ustedes, mirar hacia la solución, mirar hacia la vida. Cada generación tiene el derecho y la obligación de comprometerse con su presente y ajustar cuentas para seguir adelante, para eso, para seguir adelante sin dejar más muertos por el camino. Una nación, un país, una sociedad no se hace de una vez por todas, no se hace de una vez para siempre; las realidades, las estructuras, los conceptos cambian y cambian las maneras de afrontar la vida en común. A veces las gentes soportan tiranías, pero de vuelta el río recobra fuerzas y la sociedad reclama equidad, justicia para todos, y es entonces cuando el poder se tambalea buscando un nuevo equilibrio; los signos viejos entonces ya no sirven, aunque la música nos anime la letra ya no vale para el presente y se hace necesario volver a escribirla. Los éxitos unen, pero saben ustedes, los sufrimientos, los duelos, obligan y unen más, comprometen más, reclaman un esfuerzo común, como decía el historiador francés Ernest Renan a propósito de su definición de nación, allá a finales del siglo XIX. Y eso de los sufrimientos que unen vale para la vida política y vale también para la vida doméstica, para el amor cotidiano, familiar, y vale desde luego para la vida pública. Una sociedad debe ser capaz de conseguir un consenso sobre cómo gestionar su presente, sus asuntos pendientes; la memoria es un calidoscopio Criterio jurídico garantista 130 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 de memorias que tratan de abrirse paso. Ninguna que se impuso el objetivo de eliminar de plano generación nace por esporas, los desvelos de las la disidencia, es decir, eliminar física y políticamujeres y de los hombres que nos antecedieron mente a millones de personas, y lo hicieron. De nos han hecho como somos; no hay borrón y la experiencia de la guerra llegó la derrota de la cuenta nueva, ni glodemocracia y del Esrias que supriman los tado de derecho; con La historia de la humanidad hasta agravios, ni acuerdos la muerte de Franco el siglo XX está construida a partir que acallen el dolor en 1975 se comenzó de las glorias de los héroes, de de los vivos por los a intuir, solo a inlos vencedores; a los derrotados se les desaparecidos, por tuir, la posibilidad del denomina desde el estigma, villanos, los muertos abancambio. bandoleros, bandidos, piratas, terroristas, donados en los ríos prostitutas y sus actos son siempre o en las fosas comuLa historia de la hutildados de pillaje. En el devenir de la nes. Cada generación manidad hasta el sihistoria a la que pertenecemos, los héroes debe manejarse con glo XX está consy los villanos, las glorias de los su presente y con el truida a partir de las vencedores y los castigados, han sido inmenso legado de glorias de los héroes, tradicionalmente, además, siempre los suyos, y aprender de los vencedores; varones. Salvo excepcionales ocasiones que la causa del paa los derrotados se las grandes gestas han pasado a la sado no es la de hoy, les denomina desde historia como si las mujeres no porque el presente el estigma, villanos, estuvieran allí; pero estaban. es la responsabilidad bandoleros, bandidos, de los vivos y no la piratas, terroristas, responsabilidad de los prostitutas y sus accaídos. Ninguna reparación devolverá la vida a los tos son siempre tildados de pillaje. En el devenir muertos ni evitará el dolor de tanta pérdida. de la historia a la que pertenecemos, los héroes y los villanos, las glorias de los vencedores y los La España de hoy no dirime en las trincheras ni castigados, han sido tradicionalmente, además, su presente ni su memoria, seremos más fuertes siempre varones. Salvo excepcionales ocasiones si recomponemos los puentes destruidos y escu- las grandes gestas han pasado a la historia como chamos las palabras silenciadas, el dolor viejo que si las mujeres no estuvieran allí; pero estaban. se quedó encerrado tras la ira, podemos así tomar Limitaciones interesadas de una percepción inteun nuevo camino. Las generaciones que hicieron resada que prefiere no dar cuenta de los delitos la guerra civil en España afrontaron un esfuerzo cometidos a cuenta siempre de un bien superior. brutal, sangriento, terriblemente doloroso; la paz, ¿Acaso matar al otro, matar al que mató, no nos la paz de los cementerios, se decía entonces por convierte en un ser igual a él? Los medios sí que lo bajo, llegó de manos de una dictadura funesta importan. Los daños colaterales que diría Bush no Qué pasa con el franquismo en España 131 hace tanto tiempo, colaterales ¿para quién? Los medios sí que importan, por eso reclamamos un Estado de derecho para todos, para los victimarios y también para las víctimas. Pero les he dicho que iba a contarles una historia. Vayamos para atrás en el tiempo. En 1936 un golpe militar acaudillado por algunos generales españoles, entre ellos Francisco Franco, triunfó en algunos cuarteles contra un gobierno democrático. Por segunda vez en la historia española una república democrática abierta, que se declaraba laica, gobernaba los destinos de un país entonces atrasado, en el que los sectores más conservadores del poder económico, la Iglesia más reaccionaria y la aristocracia terrateniente resistían el avance de las ideas democráticas. España era un territorio en el que la inmensa mayoría vivía en la pobreza. Estaban en juego, vaya, el poder y los recursos y una vida más digna para todos. La guerra terminó en 1939, casi tres años después. ¡Ay de los vencidos!, advirtieron los fascistas españoles igual que hacían los romanos en solemnidad frente a sus enemigos. ¡Ay de los vencidos! Mientras los golpistas contaron con el apoyo de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini, a la República los gobiernos demócratas le negaron el soporte. Lo llamaron entonces, política de no intervención. El miedo al nazismo y al fascismo atenazaba también a los países demócratas de la Europa de aquellos tiempos. Solo la urss vendió armas a la República española y la izquierda del planeta se solidarizó con la resistencia de quienes en España luchaban contra el fascismo. Para apoyar a la República llegaron de todo el mundo hombres y mujeres jóvenes para alistarse en lo que entonces se llamaban las Brigadas Internacionales; llegaron como soldados, como enfermeras, como periodistas para contar, para luchar, para acompañar, para narrar: sumaron 59.380 hombres y mujeres. Les sugiero que lean, y si tienen la oportunidad que escuchen, la voz de Dolores Ibárruri, la dirigente comunista que les saludaba en el momento en el que también, por acuerdo internacional, obligaron a los Brigadistas Internacionales a retirarse ante la derrota de la República. Según los golpistas, ocupaban las ciudades aquellas personas que habían tenido un papel en la vida política, cultural o pedagógica, eran detenidas, fusiladas, desaparecidas. En febrero de 1939, a las puertas de la victoria definitiva del fascismo, el gobierno de Franco dictó, ese sí, una ley de responsabilidades políticas –él que había dado un golpe de Estado–; cárcel, destierro, destituciones, inhabilitaciones, multas, confiscaciones de bienes. Tras la guerra la represión continuó año tras año con más cárceles, más muertos, y aún hoy, por eso tal vez, después de tanto dolor, setenta años después del final de la guerra y 36 años después de la muerte de Franco, en España estamos haciendo todavía la lista de las víctimas. Parece que suman cuatro millones, según los datos elaborados después de la última ley de 2007 que trata de recomponer los derechos de los agraviados, de las víctimas. Familias rotas, exilios, niños y niñas arrancados de sus familias y entregados a familias del régimen, porque resulta que no solamente había habido niños desaparecidos en Argentina, también la dictadura de Franco arrancó a los niños de las mujeres que estaban en las cárceles de Franco, pero ahí ¿quién lo sabía? La represión atravesó de Criterio jurídico garantista 132 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 pleno toda la sociedad española con tan buen tino, que en 1975 Franco estaba a punto de morirse y seguía firmando sentencias de muerte: al dictador le siguió un franquismo sin Franco. Y seguimos preguntándonos: pero qué pasa con la memoria de los españoles, qué pasa con la memoria de las víctimas. La guerra terminó en la ciudad de Alicante, mi ciudad, y he de contarles que hasta hace diez años apenas mi madre me contó lo que ella misma vio y pasó siendo una niña, porque la guerra terminó allí. Hasta Alicante vinieron sesenta mil personas esperando que a allá llegaran barcos que los llevaran a la libertad, que les permitieran huir de la España del fascismo. Sesenta mil hombres y mujeres, familias enteras que buscaban una libertad que no encontraron. Mi madre, que tenía entonces trece años, me cuenta ahora cómo oyó el murmullo de aquella multitud que empezó a llegar muy cerca de la casa donde ella vivía, aquel murmullo que ella no sabía de qué se trataba: eran miles y miles y miles de hombres y mujeres atrapados en una ciudad sin salida. Los barcos no llegaron y allí se crearon los primeros campos de concentración de la última ciudad que cayó. Pero allí mi madre también escuchó los tiros que acababan con la vida de aquellos que trataban de escapar, el rumor de aquella multitud, dolor y terror impuestos. Ella me lo pudo contar hasta hace apenas diez años. ¿Qué ocurre entonces con la memoria de los españoles? Les contaré que crecí en una sociedad en la que había palabras que no se podían pronunciar. Por ejemplo, no se podía decir rojo, se sustituía por encarnado, la gente lo sabía, decía: este es un color encarnado; tampoco se podía decir ruso, por consiguiente no se podía decir montaña rusa, se le llamaba montaña suiza; o no se podía decir ensaladilla rusa que es un plato muy popular allí, se decía ensaladilla nacional, porque era de verdad peligroso decir ruso o rojo. Era el aterrizaje esperpéntico de nuestra ciudad construida sobre la eliminación de la disidencia, la destrucción de los derechos de las mujeres y el terror generalizado; un terror avalado por la Iglesia Católica que aplaudía los crímenes cometidos; un terror que devolvió a las mujeres a la casa bajo el mandato político, por ejemplo, de Pilar Primo de Rivera, presidenta de la sección femenina que guió la formación de las mujeres que nacimos durante el franquismo –yo nací en 1954 y asistí a esa formación a base de rosario que era la formación política para las mujeres–. Doña Pilar decía, entre otras cosas, en sus discursos: las mujeres nunca descubrimos nada, nos falta el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles. O esta otra perla, estamos hablando de una educación fascista y misógina, decía, ya no hablando de la vida política sino también de la vida íntima: si tu marido sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer; cuando alcance el momento culminante –atentos– un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar. Crecí en esta sociedad gris y mutilada; fui a la universidad, estudié historia, traté de averiguar de dónde veníamos, quiénes éramos, y no fue fácil; corrían los años 60, 70, el momento en el que el dictador se había hecho viejo y el franquismo bus- Qué pasa con el franquismo en España 133 Por segunda vez en la historia española una república democrática abierta, que se declaraba laica, gobernaba los destinos de un país entonces atrasado, en el que los sectores más conservadores del poder económico, la Iglesia más reaccionaria y la aristocracia terrateniente resistían el avance de las ideas democráticas. España era un territorio en el que la inmensa mayoría vivía en la pobreza. Estaban en juego, el poder y los recursos y una vida más digna para todos. La guerra terminó en 1939, casi tres años después. ¡Ay de los vencidos!, advirtieron los fascistas españoles igual que hacían los romanos en solemnidad frente a sus enemigos. ¡Ay de los vencidos! Mientras los golpistas contaron con el apoyo de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini, a la República los gobiernos demócratas le negaron el soporte. Lo llamaron entonces, política de no intervención. caba existir después de Franco. Durante 40 años la dictadura campeó por sus respetos, pero muerto Franco y debilitado el franquismo la transición a la democracia se presentó al mundo como un modelo impecable de consenso, las voces disidentes entonces se acallaron en torno a un gran acuerdo que firmaron las principales organizaciones de izquierda, algunas fuerzas liberales, la Social Democracia y los propios herederos del franquismo que se sumaron en partidos políticos, aquellos partidos que ellos mismos habían negado a la nueva sociedad. No habría ruptura con el franquismo, se habló de reforma, reforma democrática, claro que a costa de no pedir reclamaciones, ni cuentas, ni desde luego reparaciones, como si fuera posible empezar de nuevo; pero se decía: borrón y cuenta nueva. Hasta los años 60 hubo en España campos de concentración, campos de trabajo forzados. Los presos de Franco construyeron puentes, trasvases, caminos; mano de obra esclava echada en el olvido, como si nada; presos esclavos sin voz, sin memoria, invisibles. En 1977 se aprobó una ley de amnistía en cuya relación apenas existieron las fuerzas herederas del franquismo; su objetivo: en la calle reclamábamos libertad y amnistía y llegamos a esa firma, a la firma de esa ley. El objetivo de la ley era lograr la excarcelación de los presos y presas antifranquistas, permitir la vuelta del exilio de los supervivientes, pero de memoria nada, mejor no recordar, se decía: borrón y cuenta nueva. Dice el historiador Santos Juliá que la memoria de las víctimas se echó en el olvido, lo que no significa que se olvidara. Se corrió un tupido velo y los horrores del franquismo apenas se nombraron, los victimarios desaparecieron del debate político y las víctimas seguían sin fuerza para nombrarse a sí mismas en público; eso sí, la ley de amnistía extendía sus beneficios a los funcionarios, autoridades y agentes del orden público del franquismo. La constitución del 78 se elaboró con un puñado de expertos que se movían de puntillas en un territorio minado por el aparato franquista: desde Criterio jurídico garantista 134 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 la judicatura a los claustros universitarios, desde el ejército a la policía, todo el aparato del Estado estaba en manos de quienes habían servido y crecido al albur de la dictadura; y ahí siguieron vigilando el cambio, aquello que también describió Lampedusa en el Gatopardo: que todo cambie para que todo siga igual. Esa fue la transición española, una especie de espejismo de reconciliación –lo sabemos ahora–, en la que los derrotados, o mejor dicho quienes hablaban en su nombre, no pedían cuentas, ni reparaciones, ni responsabilidades, ni depuraciones. Deslumbrados por la posibilidad real del poder, por la necesidad de un marco de libertades, se acalló la disidencia y de nuevo la memoria quedó, si acaso, para uso doméstico; borrón y cuenta nueva. Y así nació la democracia, entusiasta y débil, y dio a luz una sociedad dañada, sedienta de paz, de Estado de derecho, acostumbrada a esperar, a convivir con el silencio ¿son sinónimos –pregunto– justicia y Estado de derecho? La España postfranquista necesitaba un Estado de derecho. En 1961 sucedió un nuevo intento de golpe de Estado. La Guardia Civil se lio a tiros en el Parlamento español y en algunas ciudades los carros de combate salieron de nuevo a la calle: la sociedad española quedó consternada, estremecida con la posibilidad de una nueva dictadura. Quienes desde posiciones más radicales albergaban la idea de persistir en la reclamación de una necesaria ruptura, con aquel intento de golpe se convirtieron, ellos, en sospechosos, en desestabilizadores. Cuenta un magistrado del Tribunal Supremo, Martín Pallín, que tras la derrota del golpe militar se propuso a la Fiscalía de Madrid escribir un manifiesto en defensa de la democracia. Eran 27 fiscales en Madrid; solamente tres apoyaron la idea, los otros 24 se negaron. Y yo digo ¿será que tenían miedo los fiscales? o es que los fiscales no eran demócratas. La transición fue el resultado de una correlación de fuerzas en las que las organizaciones democráticas, aún más, las que pugnaban por la ruptura, padecían de una extrema debilidad; fue una democracia vigilada, pero fue la democracia posible. Recuerdo a mi madre: no digas, no vayas, no hagas, te echarán, no te darán trabajo, te señalarán; de fondo hay un miedo sordo, el miedo aprendido, el miedo de siempre. Me viene a la memoria una cita de una conversación entre dos niños mexicanos, que leí hace poco en un informe de la Cruz Roja. Uno algo mayor le decía a otro más pequeño: – ¿qué te pasa? El niño pequeño decía: –tengo miedo. El mayor le preguntaba: – ¿por qué tienes miedo? El pequeño contestaba: –porque mi mamá tiene miedo. Y si tienes miedo es que eres sospechoso. Esa era la lógica. La España de la transición fue una sociedad sedienta de la libertad y con miedo, como ese niño, heredera del miedo, tratando de salir del miedo. Dijeron entonces: borrón y cuenta nueva. Se trataba de sumar, de crear nuevas instituciones y un nuevo escenario, sin pedir cuentas. Quienes habían detentado el poder durante cuatro décadas seguían ahí sin que nadie les cuestionara su autoridad, sus bienes cuántas veces logrados a costa de las víctimas, las víctimas del franquismo. Pero la vida continúa y las cuentas que no se habían saldado seguían pendientes, y llegamos a la uni- Qué pasa con el franquismo en España 135 versidad, a las fábricas, a los medios de comunicación los hijos y las hijas, los nietos y las nietas de las víctimas y de los vencedores, y de nuevo la memoria reclama su propio espacio, a tientas todavía, y ahora ya de la mano de generaciones libres de la experiencia del terror de la guerra y de la dictadura; treinta años de democracia sin darles la palabra a las víctimas, casi sin sacarles del baúl de los bandidos. Aún hoy en España en las escuelas apenas estudian la historia del siglo XX y se pasa de puntillas sobre la República y el franquismo. Dos o tres generaciones apenas tienen información sobre la dictadura y sus consecuencias, y apenas saben quién fue Franco. Me viene a la memoria una cita de una conversación entre dos niños mexicanos, que leí hace poco en un informe de la Cruz Roja. Uno algo mayor le decía a otro más pequeño: –¿qué te pasa? El niño pequeño decía: –tengo miedo. El mayor le preguntaba: –¿por qué tienes miedo? El pequeño contestaba: –porque mi mamá tiene miedo. Y si tienes miedo es que eres sospechoso. Esa era la lógica. La España de la transición fue una sociedad sedienta de la libertad y con miedo, como ese niño, heredera del miedo, Les contaré que estuve recientemente en una tratando de salir del miedo. Dijeron escuela de secundaria para dar un taller sobre entonces: borrón y cuenta nueva. memoria. Les pregunté a los estudiantes qué sabían de la guerra, del franquismo, qué les había ocurrido a sus familias. Estábamos hablando de la ciudad donde vivían, donde yo también vivo, en Alicante. Señalé un joven: tú qué sabes de la guerra, tú qué sabes que le pasó a tu familia. No, dijo, yo no sé nada, pero es que yo no soy de aquí. En esa escuela había montones de niños y niñas colombianos, y dije: ¿acaso es que eres de Colombia?, pensando que era el momento de hablar de la memoria de los dos países. Y me dijo: no, soy de Albacete, precisamente la ciudad cercana de Alicante, en La Mancha, que fue residencia y centro de las brigadas internacionales; allá la represión fue tremenda. Entonces les informé de lo que había pasado en Albacete y cuánta gente murió después, fusilada, desaparecida; ese joven se calló, él no tenía ni idea. Volví varios meses después para retomar la investigación sobre sus propias pesquisas; me encontré con el joven adolescente transformado. Había preguntado en casa y había sabido que su abuelo materno estaba enterrado en una fosa común y que no podían desenterrarlo en todos estos años. Ahora sabía más de su historia, estaba más interesado por la democracia, por la propia historia y por el valor de su gente, por el valor de su abuela que había mantenido a sus hijos sola, empobrecida y estigmatizada. Por qué está resultando tan difícil el acceso a la memoria, a los hechos de los españoles; por qué es tan difícil la recuperación de la memoria de las víctimas del franquismo. En las universidades los historiadores y las historiadoras han realizado un trabajo extraordinario en estos años, repleto de dificultades eso sí, porque Criterio jurídico garantista 136 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 el acceso a los archivos ha estado vedado o plagado de obstáculos: aún hoy los archivos militares no son del todo accesibles. De su mano y de la mano de periodistas e investigadores se ha dado la palabra a las víctimas, se han escuchado sus testimonios, se han visibilizado los campos de trabajo, los niños y niñas robados, las historias de las mujeres a quienes se les rapó la cabeza y se las paseó por sus pueblos después de hacerlas beber aceite de ricino. Pero el Parlamento –¡ay el Parlamento español! – no ha sido capaz de hincarle el diente a la memoria de las víctimas y señalar a los victimarios. Y la derecha española tan sensible, siempre tan sensible, sin querer dicen abrir viejas heridas. Al final de los años 90 un juez español, Baltasar Garzón, se convierte en valedero de la justicia universal, del derecho penal internacional; con su intervención se procesa por delitos de genocidio a Augusto Pinochet y se abren causas contra otros militares de la dictadura Argentina, un paso tan firme como en cierto modo en falso. Un movimiento que significaba eso que dicen los evangelios respecto a la paja en el ojo ajeno, mientras la causa avanzaba la viga seguía sin dejarnos ver, pero la paradoja se estaba escenificando: Garzón se preparaba para la vuelta a casa. En 2007 el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero aprobó una ley –un nuevo intento cuando la izquierda estaba gobernando–, que la calle y los medios de comunicación llamaron de memoria histórica pero que en realidad es una ley de reconocimiento y de ampliación de derechos de las víctimas; en palabras del presidente Zapatero, dijo: recordemos a las víctimas, permitamos que recuperen sus derechos y arrojemos al olvido a aquellos que promovieron esta tragedia en nuestro país; de vuelta los victimarios innombrables. Hay veces, en algunos canales de televisión en España, a Franco ni siquiera se le llama dictador. Y volvemos a Baltasar Garzón, faro del derecho internacional. Por su acción los derechos humanos se convierten en objetivo político de dos organizaciones ultraconservadoras que le acusan de prevaricación, por iniciar en octubre del 2008 una investigación sobre, ¡vaya!, la desaparición de más de 100 mil republicanos que yacen en fosas comunes, más de 2.000 fosas repartidas por toda la geografía española; y sobre el destino de más de treinta mil niños y niñas arrebatados a sus madres en las cárceles para ser entregados a familias de los vencedores; niños y niñas que habrán crecido sin saber de quién son hijos, por supuesto, tantos de nosotros a veces no sabemos de dónde venimos. Como dice el magistrado del Tribunal Supremo, Martín Pallín, si las cartas de la historia se hubieran barajado de distinta forma, no hay duda de que el sitio del dictador Franco hubiera sido el banquillo de un Nüremberg español. Si esos asesinatos masivos se hubieran ejecutado en nuestros días, su destino tal vez hubiera sido la Corte Penal Internacional, pero, dice él, tenemos otra historia que aún convive con leyes aberrantes, y andamos en la sociedad española a tientas abriendo fosas, peleando por dar renombre a los horrores vividos, por hacerlos verdad en la memoria y, por ahora, es Garzón quien se convierte en víctima y la justicia española es la que desoye el derecho internacional. No somos ajenos a aquel pasado, somos hijas e hijos de ellos, de los derrotados y de los vencedores, a Qué pasa con el franquismo en España 137 veces juntos en nuestra propia sangre, de quienes todo lo perdieron y de quienes se beneficiaron de la victoria del terror. Nos corresponde entonces a nosotros poner orden en la casa y asumir las responsabilidades que correspondan, también si los nuestros se beneficiaron de las víctimas. Recuerdo a Plácida Armengol, una anciana de un pueblo aragonés llamado Aguaviva; me contó hace algo más de diez años, que se había casado con un hombre que no era de los suyos, porque los suyos estaban todos muertos, en la cárcel o en el exilio, todos. Plácida tuvo un hijo y guardó silencio sobre su historia; como los soldados que vuelven del campo de batalla, se mantuvo muda y así pasó hasta que años después llegó un grupo de mujeres de la Universidad de Zaragoza buscando historias qué contar, qué compartir y escuchar, y yo también estuve allí. El hijo de Plácida supo la historia de su madre cuando la publicaron las jóvenes de la Universidad de Zaragoza. La sociedad española debate por un nuevo consenso que apenas alcanza la vida política; la derecha española insiste: no hay que abrir las heridas, pero se equivocan, las heridas están abiertas. Para cerrarlas hay que afrontar la verdad públicamente y que cada cual asuma su herencia y ajuste sus cuentas con la historia en la que todos estamos unidos para siempre, porque el dolor une más que la felicidad, como decía Renán. Nuestra historia no es una historia ejemplar, es solo nuestra historia. El difícil recorrido hacia una sociedad que respete los derechos humanos debe replantearse en cada generación. El silencio ha sido en nuestra historia un arma para las víctimas, a veces la única, por sorprendente que nos parezca. Honremos entonces ese silencio si les ayudó a sobrevivir, pero ha llegado el tiempo de la palabra; no es el momento de juzgar el pasado, solo de reconocerlo. Centremos nuestros esfuerzos en juzgarnos a nosotros mismos; la vida como el río sigue y yo me coloco de su parte. Asumamos nuestra responsabilidad, avancemos con ella, saquemos la lección de la historia, resolvamos nuestros asuntos con la vida por delante, con la vida también, y el recuerdo de las víctimas por delante. ¿Logrará la sociedad española someter su memoria a la justicia internacional? Está por escribir el final de esta historia. Quiero terminar con un pequeño poema que Soledad Estorach –una anarquista que murió en el exilio francés en 1985 pues no pudo regresar a España, también porque no tenía medios para volver–, le escribió en una carta a su amiga Conchita Liaño, otra anarquista que vive todavía en el exilio en Caracas. Dos anarquistas ejemplares que fueron fundadoras en España, durante la República, de una organización de vanguardia que se llamó Mujeres Libres, que solo hasta los años setenta pudimos igualar en su programa de lucha para las mujeres. Ella, Soledad, le decía a Conchita: Nuestras alas quebradas, pero alas al fin, son un tesoro inapreciable. Con ellas, hasta en la noche hay luz. Lo peor hubiera sido haberlas perdido o no haberlas tenido nunca. Criterio jurídico garantista 138 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario, resolución pacífica del secuestro* Ana Caterina Heyck Puyana** RESUMEN ABSTRACT Este texto resume mi tesis de doctorado en la que pretendo defender la legalidad y la viabilidad tanto jurídica como política del acuerdo humanitario. Para ello se siguió la metodología conocida como modelo DPT, según el cual, para tratar una situación de conflicto se sigue el método de la medicina: diagnosticar el problema, pronosticar cómo se puede solucionar, y diseñar una terapia. La metodología se aplicó frente al problema del secuestro, en particular al drama del secuestro político por estar ligado con el conflicto armado en Colombia. En lo que corresponde a la terapia propuesta por Galtung, se fusionó dentro de la teoría lo que es el Derecho Internacional Humanitario y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos con la teoría de la Investigación para la Paz. This text aims to defend the legality and feasibility both legal and policy of the humanitarian agreement. This followed the methodology known as model DPT, according to which, to deal with a situation of conflict follows a method of medicine: diagnose the problem, predicting how can solve, and design a therapy. The methodology was applied in front of the problem of the abduction, in particular to the drama of the political hijacking by be linked with the armed conflict in Colombia. Key Words: doctoral thesis, International Humanitarian Law, Humanitarian Agreement, peaceful resolution of the abduction, research for peace model DPT. Palabras clave: tesis doctoral, Derecho Internacional Humanitario, Acuerdo Humanitario, Resolución Pacífica del Secuestro, Investigación para la paz, modelo DPT. Fecha de recepción: noviembre 10 de 2010 Fecha de aceptación: noviembre 24 de 2010 * Ponencia de aspectos de la tesis para optar al título de doctora por parte del Instituto de la Paz y los Conflictos, Universidad de Granada, España, realizada por la autora, vía teleconferencia, en el marco del Segundo Seminario Internacional sobre Derechos Humanos, organizado por el Área de Derecho Penal y Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Colombia, en noviembre de 2010. ** Licenciada en Derecho por la Universidad del Rosario (Colombia), doctora en Paz y Conflictos, máster en Derecho Internacional Público de la Universidad de Leiden (Holanda), doctoranda en el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (España). Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 139 Introducción Después de varios años de investigación y dedicación a la causa del acuerdo humanitario, me radiqué en España con el auspicio de la Unión Europea y realicé una investigación de tesis doctoral que se titula Derecho internacional, acuerdo humanitario y resolución pacífica del secuestro. La tesis fue leída, aprobada y defendida en julio del año pasado por un tribunal europeo internacional, conformado por profesores españoles y holandeses. En ella se avala y soporta la viabilidad política y la legalidad jurídica del acuerdo humanitario; por ende, quiero aprovechar esta oportunidad que me da hoy la Universidad Autónoma de Colombia para nuevamente insistir en la necesidad de que en el país se dé un acuerdo humanitario para lograr la liberación de las personas que todavía quedan en poder de la guerrilla de las farc. Pero no solamente para eso, sino para lograr un objetivo mayor que es la humanización o regularización del conflicto armado en Colombia, que cada día es peor. Fenómenos como el de los falsos positivos, y hechos como los que sucedieron recientemente en Arauca nos demuestran cómo es la situación de los derechos humanos en el país. Para ello se siguió la metodología aportada por el teórico de la investigación para la paz, el noruego Johan Galtung 1, que se llama el modelo DPT o el paradigma DPT, según el cual, para tratar una situación de conflicto se sigue el método de la medicina: diagnosticar el problema, pronosticar cómo se puede solucionar, y diseñar una terapia2. El secuestro La metodología comentada se aplicó frente al problema del secuestro. En primer lugar se hizo un diagnóstico sobre la situación de este problema en el país, se miró toda la historia del secuestro en Colombia y, en particular, lo que ha sido el drama del secuestro político por estar ligado con el drama del conflicto armado. En segundo lugar se investigó en concreto cuál es la situación que padecieron los secuestrados, teniendo como material de trabajo el testimonio de muchos de los que hoy día están libres y escribieron sus libros, y el de quienes me dieron la oportunidad de entrevistarlos. Por consiguiente, pude llegar a conclusiones sobre cómo es la realidad del secuestrado en la selva, pero también sobre cómo es la realidad del secuestrador, del guerrillero. Respecto a la realidad del secuestrado no quiero entrar en detalles porque ustedes habrán tenido información de cómo vivían y sabrán que su situación era realmente dramática, espantosa, una cárcel en la selva, un verdadero infierno verde como lo describe Luis Eladio Pérez. Pero frente a la realidad del guerrillero –que nosotros desde las ciudades desconocemos–, una conclusión es que no solamente los secuestrados carecen del derecho a la libertad; el guerrillero del común, el guerrillero raso, el guerrillero promedio, también carece de su derecho a la libertad porque abandonar la guerrilla 1. Johan Galtung. http://www.transcend.org/, consultado 2010 2. Johan Galtung. Paz por medios pacíficos. Paz y conflicto, desarrollo y civilización, Bilbao, Bakeaz/Gernika Gogoratuz, 200. Colección: Red Gernika, 7,9. http://www.bakeaz.org/es/publicaciones/mostrar/69-paz-medios-pacif Criterio jurídico garantista 140 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Respecto a la realidad del secuestrado no quiero entrar en detalles porque ustedes habrán tenido información de cómo vivían los secuestrados y sabrán que era realmente dramática, una situación espantosa, una cárcel en la selva, un verdadero infierno verde como lo describe Luis Eladio Pérez. les genera la pena de muerte, les hacen consejo de guerra y son asesinados; por eso ellos viven en un total estado de pánico, de temor por cualquier denuncia de sus compañeros si llegan a intentar fugarse. Por ejemplo, Óscar Tulio Lizcano relata en su libro cómo pudo ser testigo de muchos suicidios de guerrilleros que querían desertar de las filas de la guerrilla y no podían hacerlo justamente por el miedo a ser asesinados. Esta realidad del secuestro que nos conduce a ver cómo es la situación de la guerrilla también me llevó a concluir los peligros que afrontan los secuestrados en caso de un rescate militar. Esto, muy a grandes rasgos, lo que cubre el diagnóstico del secuestro. Pasemos entonces a lo que ha sido el pronóstico del secuestro. Se hizo un análisis sobre los antecedentes de rescate militar tanto en Colombia como en el mundo entero y los casos de negociación, que son muchísimos: la crisis de los rehenes de Irán en el 79, todo lo que fue la pragmática política de negociación de Israel con Hezbolá, con miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (olp), en Afganistán, en Pakistán. En particular se hizo un análisis muy interesante de la política de negociación de España, por ejemplo, para obtener la liberación de los barcos pesqueros Playa de Bakio y Alakrana secuestrados en el océano Índico, y que puede considerarse el comienzo de un fenómeno que genera preocupación de la comunidad internacional. Como recordarán, España tuvo una política muy pragmática de buscar siempre la liberación de los secuestrados y de privilegiar el diálogo, como lo corrobora recientemente el caso del secuestro de los cooperantes catalanes en Mauritania (el Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 141 Magreb) por parte de Al Qaeda. Antecedentes de negociación en Colombia tenemos muchísimos: el caso del ex ministro Fernando Londoño, lo que fue la toma de la Embajada de la República Dominicana, el secuestro del hermano del presidente Gaviria, el intercambio en el gobierno Pastrana. Referentes de rescate militar a nivel mundial tenemos lo que fue la masacre de Munich del año 72, la operación en Entebe por parte de Israel, el rescate en el Perú cuando el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (mrta) se tomó la Embajada del Japón, el rescate en el teatro de Moscú, en la escuela de Beslan, y el más reciente en Bombay (India) en el año 2008 por parte de terroristas islámicos. En todos estos casos de rescate militar las consecuencias y las pérdidas de vidas han sido numerosas. Para qué recordar los más de 400 niños que murieron en el fallido rescate de Beslan. En Colombia tenemos la toma del Palacio de Justicia –que justamente se vuelve a recordar–, la retoma y lo que informa la Comisión de la Verdad sobre el intento de rescate fallido por parte del Ejército Nacional; el rescate de la ex ministra Con- España tuvo una política muy pragmática de buscar siempre la liberación de los secuestrados y de privilegiar el diálogo, como lo corrobora recientemente el caso del secuestro de los cooperantes catalanes en Mauritania (el Magreb) por parte de Al Qaeda. Antecedentes de negociación en Colombia tenemos muchísimos: el caso del ex ministro Fernando Londoño, lo que fue la toma de la Embajada de la República Dominicana, el secuestro del hermano del presidente Gaviria, el intercambio en el gobierno Pastrana. suelo Araujo, de la periodista Diana Turbay, la masacre de Urrao y el caso más reciente del gobernador del Caquetá, en diciembre del año pasado. La Operación Jaque, que en el mundo y en Colombia es uno de los pocos casos exitosos de rescate, en mi tesis concluyo que no puede ser considerada como un rescate militar ciento por ciento a pesar de que las Fuerzas Militares participaron, porque realmente lo que sucedió fue una negociación económica con la participación de los Estados Unidos para lograr la liberación de Ingrid Betancur, los tres norteamericanos y los demás miliares en poder de las farc. A pesar de lo exitosa que fue y de la profunda alegría que nos dio a todos los colombianos la libertad de estos rehenes, también es cierto que se violó el derecho internacional humanitario con la utilización del emblema del Comité Internacional de la Cruz Roja, y que ello acarreó consecuencias para el país. Esto, les repito, corresponde al análisis del diagnóstico y del pronóstico del problema del secuestro considerado un conflicto como tal. El derecho internacional humanitario En lo que corresponde a la terapia propuesta por Galtung, en la que él dice hay que fusionar la teoría con los valores, yo fusioné aquí dentro de la teoría lo que es el derecho internacional, en Criterio jurídico garantista 142 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 particular el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos con la teoría de la investigación para la Paz. Hay una investigación muy profunda sobre lo que es el derecho internacional humanitario aplicado a los conflictos armados internos, en particular en Colombia; la jurisprudencia de la Corte Constitucional; y un análisis de lo que han sido los aportes del derecho internacional de los derechos humanos después de la doctrina Bush, que estableció que la guerra contra el terrorismo no tenía limitantes y que era posible ir y atacar al margen de la normatividad internacional. Afortunadamente hoy en día la doctrina internacional, en especial después de los escándalos de la prisión de Abu Ghraib, ha llegado a la conclusión de que justamente en la guerra contra el terrorismo es cuando más se debe respetar la normatividad de los derechos humanos y la protección del derecho a la vida. Curiosamente, al parecer nos queda en un limbo cómo es la situación en el caso de un conflicto armado interno en lo tocante al derecho a la vida, y qué norma aplicar cuando se presenta violación del derecho a Afortunadamente hoy en día la doctrina internacional, en especial después de los escándalos de la prisión de Abu Ghraib, ha llegado a la conclusión de que justamente en la guerra contra el terrorismo es cuando más se debe respetar la normatividad de los derechos humanos y la protección del derecho a la vida. la vida. Fíjense que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aceptó la demanda de Ecuador en que alega que hubo una violación al derecho a la vida en el caso del ecuatoriano Franklin Aisalla. Estamos, pues, entrando en el terreno de determinar qué normas aplicar, si la normatividad del derecho internacional humanitario o la de los derechos humanos o si estas confluyen. La gran conclusión de mi tesis es que se deben aplicar de manera armónica estas dos ramas del Derecho. ¿Por qué? porque la definición de combatiente en un conflicto armado interno no es clara. Y ¿por qué les menciono esto? Porque la realidad que pudimos evidenciar respecto a la guerrilla y al secuestro, gracias a los testimonios de los secues- Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 143 trados, es que la gran mayoría de los guerrilleros en nuestro país son menores de edad que carecen también de su derecho a la libertad. La pregunta es: ¿cómo aplicar y cómo respetar el derecho a la ley que tienen estos guerrilleros menores de edad que son mayoría en Colombia?, ¿Cómo entender si tienen o no, por su condición de combatientes, derecho a ser dados de baja? Desde el punto de vista legal y teórico, a la luz del derecho internacional humanitario o a la luz de los derechos humanos, en su condición de menores y de personas carentes de libertad sí tienen derecho a la protección de su derecho a la vida. La conclusión que yo planteo en relación con este interrogante es la aplicación sistemática y armónica de estos dos regímenes internacionales. Frente al análisis de lo que ha sido el Derecho y los aportes de la Teoría de la Investigación para la Paz, fue muy interesante descubrir que la Constitución colombiana es una de las excepciones a nivel internacional en cuanto a que consagra la paz como un derecho y como un deber. Fue también importante encontrar una jurisprudencia de la Corte Constitucional que desarrolla el concepto del derecho a la paz y establece que en Colombia existe la obligación de acudir primero a las vías pacíficas de resolución de conflictos antes que a la vía armada. En consecuencia, la discusión sobre si hay o no necesidad de contar con la autorización para avanzar en diálogos de paz carece de fundamento en el marco de esta jurisprudencia de la Corte Constitucional. el artículo tercero común a los Convenios de Ginebra de 1949 regula cómo dar aplicación a las normas de los protocolos de Ginebra que establecen el Estatuto del Combatiente. La gran propuesta de la tesis es, justamente, que no solo para buscar una solución al drama del secuestro y a la tragedia de nuestros miembros del Ejército y de la Policía que llevan más de trece años en poder de las farc, sino para regularizar el conflicto de parte y parte y humanizarlo, es fundamental que en la medida en que se determine el intercambio como tal, se logre esclarecer y precisar la figura del combatiente, toda vez que en los conflictos armados internos existe un vacío teórico que tiene consecuencias prácticas, y que en el caso del conflicto armado colombiano se evidencia en fenómenos como los falsos positivos. Concluyendo, simplemente quiero insistir en la viabilidad del acuerdo humanitario y la necesidad de que en Colombia establezcamos mecanismos de regularización y, en particular, de concreción de la figura del combatiente, de manera que sepamos quiénes son los muertos, quiénes son los combatientes que mueren en conflicto, y se conozcan sus nombres y sus identidades. Pero esto no es solamente entender que la regularización del conflicto armado va orientado únicamente a buscar un mecanismo para la regularización del problema del secuestro sino para entender el conflicto y avanzar en la paz. No se puede pretender una paz absoluta y condicionar el diálogo a la rendición, eso es una utopía. Primero hay que avanzar en pasos más cortos y en el camino de solución al drama del secuestro. Para concretar la figura del combatiente en el conflicto armado interno y, por ende, el acuerdo humanitario que se propone, Hasta aquí la exposición de la autora. A continuación transcribimos las conclusiones de su tesis. Criterio jurídico garantista 144 issn: issn 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Conclusiones finales Una vez terminada esta investigación, y tras haber recorrido el camino propuesto por Johan Galtung, la gran conclusión final corresponde a una fórmula de acuerdo humanitario acorde con el Derecho internacional y con los postulados de la Investigación para la paz. Esta propuesta, que a su turno se estructura en la validación de las cinco hipótesis, en el cumplimiento de los objetivos y en la respuesta a las preguntas iniciales, arroja además otras conclusiones paralelas, las cuales también se presentan toda vez que pueden ser útiles para los investigadores de la paz, del Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos. A continuación se exponen las principales conclusiones, en relación con las cinco hipótesis presentadas al inicio de la investigación. 1. El secuestro en Colombia es una de las más crueles manifestaciones de la degradación y deshumanización del conflicto armado. Las cifras sobre número de secuestrados, las condiciones de cautiverio que padecen los cautivos, la indolencia de los secuestradores, la indefinida prolongación del cautiverio –que en algunos casos supera los doce años– y la indiferencia tanto del gobierno como de la sociedad civil colombiana lo demuestran. El problema del secuestro en Colombia es de una magnitud enorme. No sólo en lo que tiene que ver con las cifras (más de 23.000 secuestros entre los años 1997 y 2006) sino también por las condiciones que deben padecer los secuestrados: violencia contra su integridad física y sicológica así como contra sus familias, hambre, enfermedades, pérdida de la libertad (los militares y policías llevan cadenas permanentemente), hacinamiento, inactividad mental, olvido, silencio (algunos secuestrados permanecieron arios sin hablar con nadie), incertidumbre, soledad, separación de los seres queridos, incomunicación, etc. El secuestro es, en palabras de muchos ex secuestrados, una verdadera ‘barbarie’. El número de personas que han sido secuestradas y el hecho de que hoy día haya seres humanos que literalmente se están ‘pudriendo en las selvas’ de Colombia, luego de más de doce años de cautiverio, refleja una realidad de indiferencia gubernamental y el nivel de degradación del conflicto armado. Peor aún, la ‘manipulación’ de las cifras oficiales de secuestro y el manejo político de la información pública sobre la realidad del secuestro, en la que se indica una supuesta reducción del número de secuestrados y se esconde la verdad sobre los desaparecidos, es deleznable. En Colombia comúnmente se distingue entre secuestrados políticos y secuestrados económicos; sin embargo, la legislación penal distingue entre tres clases: secuestro simple, secuestro extorsivo y toma de rehenes. Esta última corresponde a la retención de personas protegidas por el Derecho Internacional Humanitario, en relación con el conflicto armado. Por eso, desde el punto de vista Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 145 jurídico, los civiles secuestrados por las farc por motivos económicos corresponden a ésta última categoría, así como también los políticos. Los miembros de las Fuerzas Militares, soldados y policías, no corresponden a la figura de retienes. Al margen de esta clasificación jurídica, el término genérico de secuestrados políticos o de canjeables tiene que ver con aquellas personas por cuya libertad la guerrilla de las FARC no exige el pago de una suma de dinero sino un acuerdo de intercambio con el gobierno, a través del cual a cambio de su libertad saldrían de la cárcel miembros de la subversión. La situación de los llamados secuestrados políticos es más dramática, debido a que son confinados en las selvas de Colombia, en las llamadas ‘cárceles del pueblo’, cuyas condiciones son realmente infrahumanas. Su libertad, su vida y su suerte están ligadas al desarrollo de la guerra y a la voluntad de diálogo o falta de ella. Son víctimas directas del conflicto armado interno colombiano. Padecen en carne propia los bombardeos del Ejército, viven bajo el asedio de la confrontación armada, cuando no están recluidos en las miserables cárceles, son sometidos a largas caminatas para escapar del asedio de las fuerzas militares. Pero así como los secuestrados están sin libertad por la fuerza violenta de la guerrilla, la mayoría de sus miembros también lo están, bien a la fuerza o por la ‘fuerza de las circunstancias’. Según los ex secuestrados y el mismo Comité Internacional de la Cruz Roja, un gran número de guerrilleros son menores de edad que ingresan a la guerrilla por falta de oportunidades. Como bien lo describen los tres norteamericanos, los guerrilleros parecen ‘niños disfrazados para el halloween’, que portan armas y visten de camuflado y que, como lo cuenta el ex diputado Sigifredo López, a veces juegan con carritos. El caso de ‘comidita’ que cuenta Oscar Tulio Lizcano es emblemático, este guerrillero entró muy pequeño a la guerrilla por-física ‘hambre’, su apodo se lo dieron porque sufría de ella, se comía las lentejas crudas y el aceite, pero un día lo atraparon intentando escapar y por eso los comandantes dieron la orden de ‘degollarlo’. Los guerrilleros rasos, al igual que los secuestrados, carecen del derecho a la libertad. Son tan colombianos como Ios segundos, sólo que son calificados como ‘malos’, el Estado jamás les ha ofrecido lo mínimo, tan solo les ofrece el programa de reinserción pero no tiene políticas para ‘prevenir su inserción en la guerrilla’. Lo irónico es que al igual que el gobierno sólo plantea para los secuestrados rescate militar, y para los guerrilleros deserción, ambas alternativas implican, en la realidad, un gran riesgo para sus vidas. Es un hecho que los operativos de rescate ponen en peligro la vida y la integridad de los cautivos y que existe la orden en la guerrilla de matarlos. También lo es que en la guerrilla la deserción es castigada con pena de muerte. Si como por órdenes de la comandancia de las farc, los guerrilleros tienen prohibido conversar y entablar relación con los secuestrados, pues en su criterio esto posibilitaría su liberación; aná- Criterio jurídico garantista 146 issn: issn 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 logamente lo mismo puede decirse a nivel superior con la falta de voluntad de diálogo por parte del gobierno con las farc. Sin duda, a mayor diálogo mayores posibilidades de libertad tiene un secuestrado. Así como Oscar Tulio Lizcano fue liberado por su propio secuestrador, luego de entablar una relación de acercamiento humano con el último comandante de su frente, ‘alias Isaza’, la mayoría de los que han salido libres, lo fueron gracias al diálogo y al entendimiento. 2. A nivel nacional e internacional existen numerosos antecedentes de negociación y de rescate militar de secuestrados. Los casos de resolución del secuestro a través del diálogo y la negociación son los que mejor han protegido y garantizado los derechos a la vida y a la integridad de los cautivos. Después de echar un vistazo a los antecedentes de negociación y rescate militar de secuestrados en el mundo y en Colombia, la gran conclusión es que la vía del diálogo y la negociación es el camino indicado para lograr con éxito el fin del secuestro, el cual garantiza el derecho a la vida y a la integridad de los cautivos. Ningún antecedente de rescate militar, salvo la Operación Jaque, concluyó sin pérdidas humanas. Desde los fallidos rescates de los deportistas olímpicos en Munich, donde murieron once jugadores, que además generó una cadena de venganza (la operación ‘Cólera de Dios’); pasando por la Operación Entebbe en Uganda, que terminó con la vida del hermano del primer ministro Benjamín Netanyahu y de tres rehenes; por el desenlace de la toma de la Embajada de Perú, que conllevó la muerte de un magistrado; la toma del teatro de Moscú, que dejó centenares de muertos, y el desenlace final de la toma del colegio público de Beslán, en Osetia del Norte, con más de cuatrocientos muertos, la mayoría de ellos niños, todos los antecedentes de rescates militares de secuestrados han sido fatales. En Colombia, el único antecedente que no dejó muertos es la Operación Jaque. El 2 de julio de 2008, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, los tres norteamericanos y once miembros de la Fuerza Pública, recuperaron su libertad tras largos años de cautiverio. En palabras de la liberada, la operación fue ‘perfecta’, nadie murió. El Ejército capturó a dos comandantes del respectivo frente. Aun cuando la operación fue presentada como una operación militar, la verdad sobre lo que realmente sucedió es desconocida. Todo parece indicar que fue una negociación secreta entre el gobierno y los dos comandantes, a quienes el secretariado de las farc calificó luego como ‘traidores’ y despúes fueron extraditados a los Estados Unidos, cuyo gobierno tuvo una participación importante en el diseño y ejecución de la operación. Al margen de si fue o no una negociación encubierta, una operación militar o ‘humanitaria’, corno también se le ha denominado, lo cierto es que el Ejército indebidamente utilizó el emblema del Comité Internacional de la Cruz Roja, lo cual constituyó una violación al Derecho Internacional Humanitario, que además tuvo repercusiones en la imagen de neutralidad de dicho organismo, al igual que en de otras organizaciones humanitarias. Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 147 Los antecedentes de negociación en Colombia demuestran que dependiendo del peso político de la víctima de secuestro, los gobiernos han aceptado el camino de la negociación. Tal fue el caso del secuestro de los diplomáticos en la toma de la Embajada de República Dominicana, del secuestro del ex ministro Fernando Londoño y Londoño, del hermano del secretario general de la oea, del vicepresidente de la República, Francisco Santos, por cuya libertad el gobierno de César Gaviria aceptó establecer toda una política de beneficios para la entrega de narcotraficantes a la justicia y la eliminación de la extradición. El caso de la toma a la Corte Suprema de Justicia tristemente refleja la poca importancia que la rama judicial merece en Colombia. Lo mismo puede decirse en el caso de los soldados y policías que todavía siguen en poder de las FARC luego de tantos años. El hecho que el gobierno se haya negado a negociar el acuerdo humanitario y permita más de una década de cautiverio de estos hombres, lo demuestra. Las dos únicas excepciones corresponden al despeje de una zona de Cartagena del Chairá, para la liberación unilateral de setenta soldados y diez infantes de marina en el año 1997, bajo el gobierno de Ernesto Samper, y el intercambio que se dio en el gobierno Pastrana, el 2 de junio de 2001, en medio del proceso de paz del Caguán, en el que a cambio de la excarcelación de 14 guerrilleros, más de trescientos miembros de la Fuerza Pública fueron liberados por las farc. Por otra parte, el fallido rescate militar de Urrao, en el que fueron asesinados por las farc el ex gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, el ex ministro de defensa y ocho miembros de la Fuerza Pública, considerando que los dos primeros fueron retenidos irónicamente en una marcha por la No Violencia y la reconciliación y tristemente fueron abatidos por el cumplimiento de la orden perentoria de eliminación en caso de rescate, deja al descubierto la crueldad de la negación del diálogo. Sin embargo, el diario que el ex gobernador escribió en cautiverio, recuperado tiempo después del fatal desenlace, es un testimonio de esperanza y reconciliación, como lo es también que en medio de la ‘barbaridad del secuestro’ haya nacido un niño en medio de la selva colombiana: Emmanuel. La posición del gobierno colombiano contrasta con la pragmática política de negociación de un Estado militarista como Israel, que ha sido siempre proclive al intercambio de combatientes con grupos considerados por éste como ‘terroristas’, negociando incluso el canje de cadáveres. El caso de la llamada ‘segunda guerra del Líbano’ deja ver cómo la inicial negativa de intercambio de combatientes desencadenó la guerra para concluir finalmente con un intercambio -pero de cadáveres-. Si un principio se hubiera negociado, otro habría sido el final de la historia. El fenómeno de la piratería en el Océano Índico es la demostración de cómo la violencia directa (el secuestro de los marineros) es manifestación de un fenómeno de violencia estructural que subyace y que termina expandiendo sus efectos a nivel internacional. Sin duda, la explotación ilegal de los recursos pesqueros en los mares de Somalia, por grandes organizaciones que se aprovecharon de las condiciones de este fallido Estado, así como los sucesivos vertimientos tóxicos de basura Criterio jurídico Criterio jurídico garantista garantista 148 issn: issn Año 2 -2145-3381 No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 issn 2145-3381 de 2010 - Año 2 - No. 3 - -Julio-Diciembre nuclear en sus aguas terminaron estimulando una mortal industria de secuestro, que cada vez se tecnifica más con los recursos que le ingresan por los pagos de rescates. Aun cuando es un hecho evidente que estos rescates fortalecen a los piratas, quienes incluso hoy día cuentan con barcos cuyas pinturas son invisibles para los radares y sus dineros son blanqueados dentro del sistema financiero internacional, también lo es que la opción del rescate militar pone en peligro la vida y la integridad de los marineros. La posición del gobierno español de privilegiar siempre las vidas de los secuestrados y buscar la salida negociada es plausible, sin embargo, a pesar de que es una verdad a voces que el Estado negocia con los piratas, a través de su embajador en Kenia, también es cierto que esto no puede ser reconocido oficialmente. Es evidente que en la discusión sobre qué debe prevalecer: si la justicia frente a la penalización de los piratas o la vida de los secuestrados, se debe escoger lo segundo. 3. El gobierno y la sociedad civil colombianos han sido indiferentes al drama de los retenidos y secuestrados por las farc. Se requiere un cambio en la posición y respuesta. La indiferencia del gobierno y de la sociedad colombiana son un hecho evidente. Como lo expuso el ex senador y ex secuestrado Luis Eladio Pérez en su conferencia en el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada: estuvo secuestrado por las farc, por el engaño del gobierno y por el olvido de la sociedad.3 Durante los dos periodos del Presidente Uribe la acción gubernamental frente a los secuestrados fue un verdadero ‘teatro’, sólo realizó gestiones de apariencia sin contenido de fondo para avanzar en la solución de este drama. Desde la supuesta cesión a la exigencia del cese de hostilidades y desvinculación de la negociación de la paz para hablar del acuerdo humanitario, a inicios del primer periodo, a la mención de las mismas condiciones después y en varias oportunidades; desde la utilización de la gestión de buenos oficios de la onu para excusar el silencio y la inacción con la supuesta obligatoriedad de la prudencia y la discreción; hasta el veto del representante del secretario general cuando empezaba a tener acercamientos con las farc. Adicionalmente, la oferta del gobierno de excarcelar guerrilleros para incorporarlos en el programa de reinserción con el supuesto fin de avanzar en el acuerdo humanitario dio apariencias de voluntad de paz pero en realidad era todo lo contrario. Ofrecerle a la guerrilla que, a cambio de la liberación de los secuestrados, el gobierno cambiaría de lugar de reclusión a sus guerrilleros, quienes para ello tendrían que ‘claudicar y desertar de las farc’, no se corresponde con la realidad del conflicto. Lo mismo puede decirse de la ineficacia del Capítulo de acuerdos humanitarios incluido en la Ley de Justicia y Paz. 3. Conferencia de Luis Eladio Pérez dada en el seno del Seminario Colombia del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada. 24 de noviembre de 2008. Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 149 Las sentencias de la Corte Constitucional sobre la Ley Anti-secuestro, presentada por Francisco Santos (Vicepresidente del gobierno Uribe), que hubiera llevado a la cárcel a los familiares de los secuestrados por el pago de rescates, y sobre la Ley 986 de 2005, que excluyó de protección a las víctimas de desaparición forzada y toma de rehenes, son otra muestra de la indolencia, de la incoherencia e irresponsabilidad del gobierno frente a su deber de ‘garantía de los derechos humanos’. Los argumentos de defensa a la exclusión de los mecanismos de protección que estableció esta ley para algunos secuestrados, presentados por el gobierno a través del Ministerio de Defensa y del Programa presidencial de Derechos Humanos, son una verdadera vergüenza. Por esto, la Corte Constitucional, luego de manifestar su preocupación por el trato discriminatorio, por la exclusión y desprotección total de las víctimas de toma de rehenes y desaparición forzada por parte de las autoridades del Estado, profirió una ‘sentencia integradora’, a través de la cual dio cumplimiento al derecho fundamental a la igualdad, incluyéndolos a todos dentro de los beneficios de protección. En relación con la Ley Anti-secuestro, la mayor lección que dejó la correspondiente sentencia de la Corte Constitucional, que declaró inexequible la penalización del pago de rescates, fue la ilustración sobre el contenido del ‘deber de solidaridad’, establecido en el artículo 95 de la Constitución Política, según el cual: “Es deber ele la persona y del ciudadano obrar conforme al principio de solidaridad, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la mida o la salud de las personas”. A pesar de las tantas manifestaciones de la sociedad civil a favor de la paz y en contra del secuestro y que sin duda las últimas tuvieron un efecto positivo en la liberación de varios de los secuestrados, la ciudadanía todavía no tiene claro que la paz implica la proscripción de la guerra. Como dijo el ex secuestrado Sigifredo López, único superviviente de la masacre de los once diputados: “Pedir No más farc es igual a pedir eliminación y muerte, es desear que otros mueran, esto no es demócrata ni cristiano”4 La fructífera iniciativa de Diálogo Epistolar de Colombianas y colombianos por la paz es un hito en la historia de Colombia y del conflicto armado. Por primera vez, un grupo de ciudadanos logró desmitificar la idea de que el diálogo es competencia exclusiva del gobierno y de la guerrilla. Sentó un precedente muy valioso sobre la viabilidad de la solución pacífica para avanzar en la humanización del conflicto. El resultado concreto fue la liberación de ocho personas del grupo de canjeables, que llevaban años en poder de las farc. 4. El acuerdo humanitario se fundamenta en el Derecho Internacional Humanitario, en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y en la teoría de la Investigación para la paz. 4. Palabras del ex diputado Sigifredo López durante la rueda de prensa con los medios de comunicación en la sede de la gobernación del Valle del Cauca, en la ciudad de Cali, el día 5 de febrero de 2009. Criterio jurídico garantista 150 issn: issn 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 La legalidad de la propuesta del acuerdo humanitario se estructura en el carácter vinculante del Derecho Internacional Humanitario en Colombia. Los Convenios de Ginebra de 1949, en particular el Artículo 3 Común a los Convenios y los dos Protocolos Adicionales de 1977, así como otros tratados de dih que ha aprobado y ratificado Colombia, son de obligatorio cumplimiento, no solamente para el Estado colombiano y sus fuerzas militares, sino también para la guerrilla y demás grupos armados ilegales. Además, porque tienen un carácter supralegal y pertenecen al denominado Bloque de Constitucionalidad. De conformidad con lo establecido por la Corte Constitucional, el acuerdo humanitario, establecido en el Artículo 3 Común a los Convenios de Ginebra de 1949, en lugar de convertir en recíprocas las obligaciones establecidas en éste, permiten un acercamiento entre las partes, la efectiva aplicación del dih y la humanización del conflicto armado colombiano. En el año 2004, la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Colombia expidió un documento de orientación sobre el mecanismo jurídico que permitiría logra la liberación de los secuestrados en Colombia. En este documento, titulado Diez puntos de orientación en la búsqueda de la libertad de las personas en poder de los grupos armados ilegales en el marco del conflicto armado interno en Colombia, la Oficina sostuvo que en el caso de los civiles secuestrados y tomados corno rehenes por las farc-ep, era posible apoyarse en el Preámbulo del Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra, que se inspira en la Cláusula Martens, según la cual: la persona humana queda bajo la salvaguardia de los principios de humanidad v de las exigencias de la conciencia pública.5 En el caso de las personas “privadas de la libertad por motivos relacionados con el conflicto armado interno”, la Oficina del Alto Comisionado señaló que era posible la aplicación del segundo párrafo del Artículo 3 Común a los Convenios de Ginebra, que regula los acuerdos especiales, y en tal virtud fundamentar legalmente el intercambio de guerrilleros presos por miembros de la Fuerza Pública. Para el caso de los civiles rehenes, dijo que al grupo armado ilegal le corresponde liberarlos y el Estado, dentro de los límites de la legislación interna y la internacional, puede aplicar determinados mecanismos de extinción de punibilidad a ciertos miembros del grupo armado ilegal. Adicionalmente, la Oficina del Alto Comisionado fue enfática en señalar que la responsabilidad por la vida y la libertad de los secuestrados no es de la exclusiva competencia de los grupos armados ilegales, sino que al Estado también le asiste un deber de garantía y una obligación de actuar con diligencia y prontitud. 5. Oficina en Colombia del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (2004). Diez puntos de orientación en la búsqueda de la libertad de las personas en poder de los grupos armados ilegales en el marco del conflicto armado interno en Colombia, Bogotá. 18 de noviembre. Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 151 Por lo anterior, desde el punto de vista jurídico, el acuerdo humanitario tiene suficiente fundamento legal en el Derecho interno nacional así como en el Derecho Internacional Humanitario, razón por la cual no pueden invocarse impedimentos legales para su realización; todo lo contrario, su concreción corresponde al cumplimiento del deber de garantía de los derechos humanos que tiene el Estado. Por otra parte, el acuerdo humanitario es un desarrollo del derecho a la paz, el cual es la columna vertebral del Derecho Internacional y, a nivel interno, es fundamento del Estado, del accionar de las autoridades públicas y derecho individual de los ciudadanos, de conformidad con el Artículo 22 de la Constitución Política colombiana, que establece que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. Según la jurisprudencia de la Corte Constitucional, el derecho a la paz también implica la aplicación análoga en Colombia de la proscripción de la guerra, establecida en la Carta de las Naciones Unidas. 5. El acuerdo humanitario que se plantea, sobre la base del Articulo 3 Común a los Convenios de Ginebra de 1949, consiste en dar aplicación a las normas que regulan la figura del combatiente a efecto de promover el respeto al principio de distinción, la humanización del conflicto armado colombiano y lea libertad de los cautivos. El Derecho internacional Humanitario tiene como columna vertebral el principio de distinción, según el cual, las partes de un conflicto deben distinguir, en todo tiempo, entre civiles y combatientes y únicamente pueden dirigir sus ataques contra éstos y no contra la población civil. Este principio tiene carácter consuetudinario y rige tanto en los conflictos armados internacionales como en los internos. Expresamente así lo recogió el cicr, en el documento de compilación de dih consuetudinario que publicó en el año 2005. A pesar de la obligatoriedad del principio de distinción en los conflictos armados internos, como bien lo reconoció la asesora legal del cicr y directora del trabajo de investigación que concluyó en la compilación del Derecho Internacional Humanitario Consuetudinario, Jean Marie Henckaerts, el concepto de combatiente’ no es claro en esta clase de conflictos: “mientras que los términos ‘combatientes’ y ‘civiles’ están claramente definidos en los conflictos armados internacionales, en los no internacionales la práctica es ambigua en determinar si, para los propósitos en la conducción de hostilidades, los miembros de los grupos armados de oposición son considerados miembros de fuerzas armadas o civiles. En particular, no es claro si los miembros de los grupos armados de oposición son civiles que pierden la protección en caso de participar directamente en las hostilidades o si pueden ser atacadas corno tal.6 6. Henckaerts, Jean-Marie (2005) Op Cit., p. 190. Criterio jurídico garantista 152 issn: issn 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Teniendo en cuenta el cada vez mayor involucramiento de la población civil en los conflictos armados, el cicr se dio a la tarea de definir una guía de interpretación sobre el concepto de participación directa en las hostilidades. Este trabajo se adelantó entre los años 2003 y 2009 cuando fue publicado y divulgado oficialmente. La demora en su elaboración demuestra la complejidad del tema en cuestión. En este documento se evidencia también la gran dificultad que representa entender el concepto de combatiente en los conflictos armados internos. Pero así como el principio de distinción se fundamenta en la diferenciación entre civil y combatiente, es un hecho que la indefinición del concepto de ‘combatiente’ en los conflictos armados internos relativiza la claridad y eficacia del principio como tal. Considerando que el dih establece que la población civil tiene el derecho a la protección frente a las hostilidades, en la medida en que no participe directamente en éstas; la legalidad de los ataques contra quien no es población civil depende entonces de lo que se entienda como ‘combatiente’. En el dih aplicable a los conflictos armados internacionales, la definición de ‘combatiente’ se determina en función de la pertenencia a las Fuerzas Armadas regulares de los Estados en conflicto, cuyos miembros tienen ‘estatus de combatiente’. En los conflictos armados internos, por lo contrario, no siempre existe tal figura, lo cual dificulta la comprensión y aplicación práctica del principio de distinción. En los conflictos armados internos, los combatientes pueden ser miembros del Ejército regular del Estado, en donde acontecen las hostilidades, o miembros de un grupo armado irregular, quienes carecen de estatus de combatiente, porque sus acciones de guerra son penalizadas a nivel interno. El cicr definió el concepto de civil en los conflictos armados internos, en la referida guía de interpretación de la noción de participación directa en las hostilidades, así: “Para los propósitos del principio de distinción en los conflictos armados internos, todas las personas que no son miembros de las fuerzas armadas del Estado o de grupos armados organizados de una parte del conflicto, son civiles y, en consecuencia, tienen derecho a la protección contra los ataques directos, u menos que tengan una participación directa en las hostilidades y por el tiempo que dure dicha participación. En los conflictos armados no internacionales, los grupos armados organizados constituyen las fuerzas armadas de un palie no estatal del conflicto y consisten únicamente en aquellos individuos cimas funciones son tomar parte directa en las hostilidades (función continua de combate)”.7 Como puede evidenciarse, para el cicr, la pertenencia a un grupo armado irregular, dentro de un conflicto armado interno, no determina que sus miembros sean combatientes, lo determinante es que éstos tengan una ‘función continua de combate’. 7. Melzer. Nils (2009) Op. Cit. Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 153 En contraste con el criterio del cicr, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al aplicar de manera preferente el Derecho Internacional Humanitario, siguiendo el criterio de la especialidad de éste, señaló que, en el caso del conflicto armado interno bajo su análisis, los miembros del grupo armado irregular que atacó a las fuerzas armadas estatales eran civiles que perdían su derecho a la protección frente a los ataques, toda vez que habían tenido una participación directa en las hostilidades. La diferencia conceptual entre el criterio del cicr y el de la cidh es evidente. Para el primero los miembros del grupo armado de la parte no estatal del conflicto que tienen función continua de combate son combatientes, razón por la cual carecen del derecho a la protección frente a las hostilidades y pueden ser atacados en cualquier momento; en tanto que, para la cidh, son civiles que sólo pueden ser atacados si previamente han participado directamente en las hostilidades. El cicr criticó este concepto porque en su criterio, el hecho que las fuerzas armadas de una parte en conflicto interno se consideren civiles, socava la integridad del principio de distinción. La realidad del conflicto armado colombiano demuestra que el vacío en la definición de ‘combatiente’ no se soluciona con el criterio que da el cicr de función continua de combate. Como combatiente es quien puede ser atacado legalmente, a la luz del dih, realmente lo que está en juego es el derecho humano a la vida. La protección que de este da el Derecho Internacional de los Derechos Humanos no es absoluta, pues admite excepciones, como en un principio lo hizo con la pena de muerte. El Pacto internacional de derechos civiles y políticos, el sistema americano y el africano de derechos humanos establecen que nadie puede ser privado arbitrariamente del derecho a la vida, el cual tampoco puede ser derogado en estado de emergencia. El sistema europeo es más detallado y sí contempla expresas excepciones al derecho a la vida: cuando la muerte se produce como consecuencia de un recurso a la fuerza absolutamente necesario en defensa de la vida de una persona, contra una agresión ilegítima; para detener a una persona, conforme a derecho o impedir la evasión de un preso legalmente detenido o para reprimir, de acuerdo con la ley, una revuelta o insurrección. Adicionalmente, el sistema europeo establece que el derecho a la vida no puede derogarse en caso de estado de urgencia, salvo en casos de muertes resultantes de actos lícitos de guerra. La protección al derecho a la vida en el régimen del Derecho Internacional de los Derechos Humanos está enmarcado dentro del concepto del law enforcement (aplicación de la ley) en tanto que en el dih está en función de si el sujeto es o no combatiente. Uno de estos dos regímenes es el que determina qué se entiende por ‘arbitrario’ en caso de pérdida del derecho a la vida. Cuando hay conflicto armado, se entiende que la legislación aplicable es el dih, debido a su especialidad, sin embargo, teniendo en cuenta que en éste y en relación con los conflictos internos existe un vacío conceptual en la definición de combatiente, la protección del derecho a la vida requiere entonces de la aplicación complementaria del dih y del didh. Criterio jurídico garantista 154 issn: issn 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 En relación con el conflicto armado interno colombiano, el gobierno Uribe ha desconocido su existencia y por lo contrario afirma que lo que hay es una ‘amenaza terrorista’. Siendo así, el soporte jurídico de la actuación de las Fuerzas Militares estaría enmarcado dentro del concepto de law enforcement y por ende las bajas de ejército no podrían tener como referente al Derecho Internacional Humanitario. Sin embargo, al margen de la calificación que se le de, es un hecho que el conflicto existe y que el dih es de obligatorio acatamiento. Dentro de la llamada ‘guerra contra el terrorismo’ surgió el concepto de ‘combatiente ilegal’. En particular fue utilizado por el gobierno de Israel para fundamental su práctica de asesinatos selectivos (targeted killing) de miembros de grupos pro palestinos, considerados por aquel como ‘terroristas’. La Corte Suprema de Justicia de Israel en un fallo histórico del año 2006 clasificó el conflicto corno de carácter internacional, determinó que la figura de combatiente ilegal no tendría fundamento jurídico en el dihy calificó como civiles a Ios miembros de los grupos armados terroristas por considerar que no cumplían con los requisitos establecidos en esta normatividad, particularmente porque no la respetaban y en tal virtud concluyó que eran civiles que perdían el derecho u la protección por su participación directa en las hostilidades. Frente a la argumentación del gobierno Uribe, en el sentido de que con las farc no hay conflicto armado y que éstas son un grupo terrorista, la justificación de las ‘bajas de los miembros de la guerrilla’ carece de fundamento, tanto más porque en Colombia está proscrita la pena de muerte. No es de extrañar que por eso el Comisionado de Paz haya omitido responder el derecho de petición en el que expresamente se formuló está pregunta, incumpliendo la correspondiente normatividad que le obligaba responder puntualmente todo el cuestionario. Con independencia de cuál patrón de referencia se debe aplicar en Colombia para determinar la condición de los miembros de la guerrilla de las farc; si el de la cidh que establecería que son civiles que pierden el derecho a la protección en caso de participación en las hostilidades; el de la Corte Suprema de Justicia de Israel, que también establecería que son civiles; o el del cicr, que diría que son combatientes quienes tengan ‘función continua de combate’, lo cierto es que por encima de cualquier discusión existe otro principio fundamental y es que en caso cíe duda debe presumirse siempre la condición de civil de la persona y derecho a protección. Como bien lo reconoce el cicr en su último informe sobre Colombia, correspondiente al año 2009, el conflicto armado arroja centenares de víctimas que son invisibles toda vez que las confrontaciones se dan en lugares alejados en donde no hay presencia institucional del Estado, y las mínimas condiciones de educación, salud, trabajo y protección son inexistentes. Por esta razón, afirma también el cicr, muchos menores ingresan a la guerrilla. Aun cuando dice no poder indicar cuántos menores hay en ésta, sostiene que son muchos, afirmación que es corroborada con el testimonio de los secuestrados, que además permite concluir que la mayoría de los guerrilleros rasos carecen Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 155 del derecho a la libertad. Por esto, en el caso colombiano, la aplicación del criterio determinante de ‘unción continua de combate’ para concluir que un sujeto carece del derecho a la protección contra los ataques es, en la práctica, difícil de determinar y por demás, injusta. Por otra parte, aun cuando el dih prohíbe el reclutamiento de menores, no los exime de ser considerados como combatientes. En teoría, bajo el dih (criterio del cicr), un guerrillero menor de edad reclutado a la fuerza que tenga función continua de combate, puede ser objeto de ataque directo en su contra. Sin duda aquí se evidencia una razón más para apoyar el llamado a la complementariedad del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el dih. Carece de lógica considerar que el ejército de un Estado no incurre en violación arbitraria del derecho a la vicia de un menor de edad combatiente –reclutado a la fuerza–, toda vez que a la luz del dih, si tiene función continua de combate, puede ser ‘dado de baja –legalmente’–. La desprotección de los niños en la guerra requiere de la complementariedad entre Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, éste último no puede ser el soporte jurídico de su muerte. Adicionalmente tenemos el famoso escándalo de los llamados falsos positivos en Colombia, calificado por el Relator de las Naciones Unidas para las Ejecuciones Sumarias, como una ‘práctica sistemática’, consistente en el homicidio de civiles por parte de un considerable número de miembros de las Fuerzas Armadas, con el objetivo de presentarlos como ‘bajas de la guerrilla’, a efecto de obtener beneficios como permisos, ascensos o recompensas monetarias, cuyos cuerpos fueron manipulados para dar la apariencia de legalidad conforme al dm, bajo el entendido de que es legítimo matar guerrilleros. Esta realidad no sólo conduce a pensar que aquellas ejecuciones constituyen una violación al Derecho Internacional de los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario, sino también a replantear la efectividad de sus normas que irónicamente están siendo utilizadas para un objetivo opuesto. Por lo anterior, sumado a la jurisprudencia de la Corte Constitucional, que establece que la Carta de las Naciones Unidas resulta aplicable a nivel interno y que en tal virtud la guerra se encuentre proscrita dentro de Colombia, a menos que tenga ésta un carácter defensivo, es posible concluir que el referente de calificación de combatiente como sujeto que carece del derecho a la protección contra los ataques, debe corresponder al de la cidh. En este orden de ideas, los miembros de las FARO deben considerarse como civiles cuyas vidas deben ser respetadas en todo tiempo, a menos que participen directamente en las hostilidades. En este orden de ideas, la fórmula de acuerdo humanitario para lograr la libertad de los secuestrados en Colombia, que a continuación se presenta, es consecuente con los postulados de la Constitución Política, con el carácter supralegal del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, con el deber de solidaridad establecido en la Carta Política y, en particular, es un desarrollo del derecho a la paz, entendida como principio fundamental del Estado Criterio jurídico garantista 156 issn: issn 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 y objetivo primordial que debe orientar la actuación de las autoridades públicas y los colombianos. Su realización abriría una gran puerta para lograr la humanización del conflicto armado y la resolución pacífica del secuestro: De conformidad con el Artículo 3 Común a los Convenios de Ginebra de 1949, las partes en conflicto acuerdan dar aplicación a las normas que rigen los conflictos armados de carácter internacional sobre estatus de combatiente y de prisionero de guerra (establecidos en las normas que rigen los conflictos armados internacionales, y en tal virtud pactan un intercambio de combatientes (guerrilleros presos en las cárceles por miembros de la Fuerza Pública en poder de las farc). Este acuerdo implica un reconocimiento de las farc sobre la obligatoriedad de respetar el dih y por ende su compromiso de liberar unilateralmente a todos los civiles secuestrados. La anterior propuesta guarda correspondencia con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, con el dih y con la teoría de la investigación para la paz. Es una propuesta pacífica y creativa; que permite el acercamiento de las partes en conflicto; es ajena a las dicotomías de ‘buenomalo, amigo-enemigo, paz absoluta o guerra; es coherente con el objetivo de cuidado de los medios, fundamento de la No Violencia; es protectora del derecho fundamental a la vida, toda vez que con la regularización de la figura de combatiente persigue incentivar su protección y es consecuente con la obligatoriedad del derecho a la paz. Como explica el profesor Vicent Martínez, los griegos y los romanos distinguían entre las guerras con los extranjeros y las guerras internas, entre ellos mismos, las cuales, señala, les eran ‘más dolorosas’. La guerra que tenemos en Colombia sin duda también lo es, porque es entre colombianos, no hay diferencias de raza ni de religión que absurdamente la explique, es tan colombiano y humilde el soldado del ejército como el guerrillero raso. Este no existe ni en el censo, ni en los registros, para el Estado y la comandancia de su frente, carece de nombre, si acaso tiene un ‘alias’, no es, en palabras del mismo profesor, ‘persona’ (viene del latín per-sonare ser humano con la capacidad de hacerse oír, de sonar).8 La fórmula de acuerdo humanitario que se propone corno terapia, más que ‘resolver’ el problema del secuestro pretende trascender a través del mimo, utilizarlo como la primera gran puerta de entrada hacia la ‘humanización del conflicto armado en Colombia’, busca un reconocimiento del otro, llámese beligerancia, estatus de combatiente, de prisionero de guerra... o de persona, de todos y cada uno de los colombianos que por cualquier circunstancia enarbolan un arma. Finalmente es importante decir que esta propuesta de acuerdo humanitario es una demostración de que la marcha por la No- violencia, que terminó con la libertad del ex gobernador Guillermo 8. Martínez Guzmán, Vicent (2005) Op. Cit., pp. 45, 68 y 69. Derecho internacional humanitario, acuerdo humanitario... 157 Gaviria y su asesor de paz, Gilberto Echeverri, quienes fueron secuestrados y luego asesinados por las farc; no fue en vano. Es, además, una respuesta al llamado que hace un cuarto de siglo hiciera el entonces Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Colombia, Alfonso Reyes Echandía, quien fue secuestrado por el M-19 en la toma al Palacio de Justicia y resultó asesinado en el fatídico rescate militar del Ejército, sin haber sido siquiera escuchado por el gobierno, a pesar de sus tantos llamados, y sin que su clamor por el cese al fuego hubiera sido atendido nunca. En palabras de la Comisión de la verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia, el desoído clamor por el cese al fuego del Presidente de la Corte no fue un Llamado de una “víctima sacudida por el miedo”. Es una exigencia de pensar una forma distinta de resolver los desacuerdos entre los colombianos; un llamado al rechazo a la violencia y al respeto irrestricto de la vida humana por sobre consideraciones estratégicas; y “es una demanda ética cuya grandeza debe ser valorada y ponderada por nuestro país”. Sin duda, nunca es tarde para atender ese llamado. Criterio jurídico garantista 158 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público La calidad deliberativa del discurso sobre la Ley de Justicia y Paz en los medios masivos y su impacto en la aplicación de la misma Julia María Fernanda Cárdenas y Jens Hartmann* Resumen ABSTRACT La Ley de Justicia y Paz (jyp) es uno de los más recientes intentos de reglamentar la pacificación del conflicto armado en Colombia, en este caso, a través de la desmovilización de los paramilitares. Seis años después de su implementación perduran las críticas, y a pesar de la desmovilización de cerca de 30 mil supuestos miembros de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia (auc), en su momento hubo varios acontecimientos que hicieron que el proceso de desmovilización no sustentara un proceso de paz efectivo para el país. La intención de este artículo es presentar el proyecto de investigación que se anuncia en el título, tomando como punto de partida la teoría habermasiana de la Democracia Deliberativa para analizar empíricamente la calidad discursiva de los medios de comunicación masiva (mcm). La teoría se basa en la idea de que cuanto mejor es la calidad deliberativa de un discurso, mejor será el acuerdo de los miembros de una sociedad a la hora de solucionar los problemas que se presenten, a través de la palabra. Una buena calidad del discurso puede entonces influir positivamente en una opinión pública a favor de la paz. Se analizan aquí las condiciones que influyen en el carácter de los medios masivos de comunicación, así como en la calidad deliberativa del discurso de los actores políticos, para terminar proponiendo algunas hipótesis sobre la calidad de la deliberación que se presenta en la dinámica sociopolítica de la realidad colombiana, específicamente a través del análisis del discurso mediático sobre la implementación de la Ley de Justicia y Paz. The Justice and Peace Law is one of the current processes to regulate the conciliation of the Colombian armed conflict, in this particular case, by means of the demobilization of the paramilitary groups. After six years of its implementation, there are still critics concerning it, and despite of the believed demobilization of thirty thousand people of Autodefensas Unidas de Colombia (auc), there were various events that made the demobilization an unproven process for the country. The purpose of this article is to present the research project of the authors, based on Deliberative Democracy in Habermas theory for analyzing empirically quality discourse of Mass Communication Media (mcm). Basis of the theory: the better-quality of the deliberative of a discourse is, the better members’ commitments will be to solving problems presented all the way through speech and agreements. A better quality discourse can influence definitely in public debates for peace. Analysis of the conditions that influence in the nature of mcm presented in this article, thus analyzing the deliberative quality of the discourse political affairs ,to determine intend of some of the hypothesis upon Colombian reality, in particular all the way through media speech of the implementation of The Justice and Peace Law. Key words: Deliberation, Justice, peace, democracy, conflict, communication, mass media of Communication, Colombia, Habermas. Palabras clave: deliberación, justicia, paz, democracia, conflicto, discurso, medios de comunicación masiva, Colombia, Habermas. Fecha de recepción: septiembre 21 de 2010 Fecha de aceptación: octubre 5 de 2010 * Este proyecto de investigación es realizado por Jens Hartmann, estudiante del Instituto de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Erfurt (Turingia, Alemania), en colaboración con estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Colombia, quienes realizarán la parte empírica, dentro de un semillero supervisado por Julia María Cárdenas y la profesora Dídima Rico Chavarro. La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público 159 Introducción Colombia es un país que desde su independencia ha sufrido varios conflictos internos; el último, iniciado a mediados del último siglo, persiste hasta el día de hoy sin encontrar solución. La lucha armada interna de Colombia es, entonces, uno de los conflictos más prolongados del mundo. El enfrentamiento entre guerrillas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc) o el Ejército Nacional de Liberación (eln), los grupos paramilitares, y las Fuerzas Armadas del Estado, por intereses territoriales, económicos y parcialmente ideológicos, ha causado desde 19641 hasta marzo de 2007, un total de 620.502 homicidios y 4.270 masacres, 90 mil muertos por el conflicto armado, 48.585 secuestros, 22.935 actos de terrorismo y mínimo 3’700.000 desplazados2 que representan el 6% de la población nacional, siendo Colombia el segundo país con la cantidad de desplazados internos más grande del mundo, por encima de países en guerra como Irán y Afganistán3. Es entendible entonces la búsqueda de la desmovilización de los grupos armados para pacificar el conflicto y poner fin a las atrocidades a través de una ley. De hecho, acuerdos de desmovilización ya se dieron en los años noventa en el entorno de la Constitución de 1991, cuando fue posible que el M-19 y otras guerrillas se desmo- vilizaran con la premisa de instaurar una nueva Constitución que garantizaba, entre otros, plenos derechos a las minorías (entre ellas los indígenas y campesinos) y donde se definiría el pueblo colombiano como pluralista en cuanto a las etnias, culturas e identidades políticas. La gran desmovilización de los noventa iba entonces a la par con la adaptación de la realidad judicial 1. Año escogido por la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación como referente para la aplicación de la Ley de Justicia y Paz. 2. Cifras tomadas de Víctimas del conflicto armado en Colombia. Perfil, escenarios, autores y hechos. Sistematización y análisis de denuncias realizadas en Antioquia, Bolívar, Córdoba, Magdalena y Valle del Cauca. Bogotá: redepaz, 2008, pág. 10. 3. El país con el mayor desplazamiento interno es la República de Sudán. Cabe resaltar que el desplazamiento forzado en Colombia no es un hecho reciente o de causa excepcional como en los demás países mencionados, sino un fenómeno que persiste desde hace más de 50 años. Internal Displacement Monitoring Centre (idmc). www.internal-displacement.org Criterio jurídico garantista 160 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 colombiana a las necesidades de una sociedad pluralista, y aunque finalmente no logró la pacificación total del conflicto armado colombiano, sí tuvo resultados positivos en la medida que se avanzaba tanto en implementar una Constitución más apta a la sociedad colombiana como en la integración de los desmovilizados de la guerrilla del M-19, entre otros, pues gran parte no solo no volvió a retomar las armas sino que participó activamente en la creación de una sociedad más justa, a pesar de las amenazas por parte de los paramilitares y otros grupos insurgentes4. La desmovilización de otros grupos armados como las farc o los paramilitares de las auc5 sigue siendo un asunto de gran actualidad para la sociedad colombiana. La Ley 975 de Justicia y Paz y el proceso de desmovilización El proceso de desmovilización de los paramilitares estuvo reglamentado, inicialmente, por la Ley 782 de 2002 que prorrogaba la Ley 418 de 1997, la cual permitía otorgar indultos y beneficios jurídicos semejantes a combatientes con los que se negocie su desmovilización, pero con la salvedad expresa de que dichos beneficios no se pueden conceder a quienes “hayan cometido” crímenes no indultables o no amnistiables6. El Decreto 128 de 2003, que “contradice la ley que pretende reglamentar”7, otorga beneficios no solamente a aquellos que no hayan cometido crímenes no indultables o no amnistiables sino a todos los que no hayan sido procesados o condenados por tales delitos. La Ley 975 de 2005, conocida como Ley de Justicia y Paz, cumple por lo tanto una función complementaria; aquellos que no pueden ser procesados por la Ley 782 de 2002 a través del Decreto 128 de 2003, por haber sido procesados o condenados civilmente por crímenes no indultables o no amnistiables (como crímenes de lesa humanidad y violaciones de los ddhh), pueden ser beneficiados por la Ley 975 que sustituye una pena ordinaria por una pena alternativa de cinco a ocho años, más un tiempo de libertad a prueba equivalente a la mitad de la pena privativa de libertad por cualquier crimen cometido. La condición previa para ser beneficiado con la pena alternativa es contribuir “a la consecución de la paz nacional, la colaboración con la justicia, la reparación a las víctimas y su adecuada resocialización”8. 4. En 1986, el partido Unión Patriótica (up) se presentó como alternativa parlamentaria a la lucha armada de las farc, bajo la premisa de luchar democráticamente por ideales ajenos a los de los partidos tradicionales. En los siguientes años, más de tres mil integrantes de la up fueron asesinados (Moreno Gordillo, E. El conflicto armado interno en Colombia. Colección Otras Inquisiciones. Bogotá: Ediciones sem, 2008, pág. 222 y ss). 5. Los grupos paramilitares son agresores responsables de gran parte de las violaciones de Derechos Humanos y de cerca del 37% de los desplazados registrados (Human Rights Watch: Paramilitaries’ Heirs. The New Face of Violence in Colombia. New York: hrw, 2010, pág. 25). 6. Comisión Colombiana de Juristas. Anotaciones sobre la Ley de Justicia y Paz. Una mirada desde los derechos de las víctimas. Bogotá: Comisión Colombiana de Juristas, 2007, pág. 13. 7. Ibid. 8. Ley 975 de 2005, artículo 3. La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público 161 La Ley 975 fue ampliamente criticada por grupos de la sociedad civil por darle más derechos al victimario que a la víctima. Así lo explica la Comisión Colombiana de Juristas: La ausencia de [la posibilidad de ejercer el derecho de contradicción de la prueba] aleja a la ley 975 de ser un sistema que persigue la verdad por vía probatoria y lo aproxima a un sistema de averiguación de la verdad basado en incentivos al victimario9. Aún más, al aplicarse la Ley 975 solamente a aquellos desmovilizados que anteriormente fueron procesados o condenados por crímenes cometidos, un 92.7% de los 30.151 desmovilizados colectivamente no estaban obligados a presentarse ante la justicia10. Esto hace que el proceso de desmovilización no haya aportado mucho en cuanto a desmantelar las redes financieras, de apoyo político y militar. Como: El proceso de reinserción de los grupos armados de las autodefensas “paramilitarismo”, [...] es más bien un proceso formal en la medida que no se generan mecanismos para erradicar las causas estructurales del surgimiento de estos grupos armados y su reinserción civilizada en el entramado social y político, así como en los sistemas económicos y empresariales, de tal forma que se evidencia un resurgimiento o más bien una readecuación de tales grupos a la vida social y política del país.11, a mediados de 2009 las cifras de los sucesores de los paramilitares, oficialmente llamadas bandas criminales (Bacrim), llegan a 10.200, con tendencia ascendente12. Si bien las bandas criminales emergentes se diferencian en algunos aspectos de los grupos paramilitares, varios desmovilizados han sido reclutados nuevamente por estos grupos frecuentemente liderados por anteriores comandantes de las auc implicados en las redes mafiosas y de narcotráfico, y, aunque supuestamente menos políticamente interesados, siguen aterrorizando a la población civil, en especial a sindicalistas y defensores de derechos humanos.13 Se desconocieron entonces, para la implementación de la Ley de Justicia y Paz, las estructuras y raíces del conflicto y se hizo de la ley una herra- 9. Comisión Colombiana de Juristas. Op. cit., pág. 18. 10. Ibid. 11. Grupo de Estudios políticos, normativos y de derechos humanos: Independencia judicial y estándares internacionales de derechos humanos en la Ley de Justicia y Paz. Criterio Jurídico Garantista, año 1, No. 1, junio de 2009, pág. 26. 12. Human Rights Watch. Op. cit., pág. 36. 13. “The successor groups, though different in important respects from the paramilitary United Self-Defense Forces of Colombia (Autodefensas Unidas de Colombia, or AUC), have taken on many of the same roles, often with some of the same personnel, in some cases with the same counterinsurgency objectives of the AUC. And whether categorized as newparamilitaries or organized criminal gangs, the successor groups are committing egregious abuses and terrorizing the civilian population in ways all too reminiscent of the AUC. As detailed in this chapter, the successor groups have been able to play this role in part because of serious flaws in the AUC demobilization process, which left portions of the paramilitary blocks active and failed to dismantle their criminal networks and sources of funding and support.” También suelen tener una alta integración nacional ya que “The groups’ Criterio jurídico garantista 162 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 mienta para amnistiar a los victimarios, sin prever medidas para evitar que ellos u otros vuelvan a cometer crímenes de lesa humanidad. ¿Por qué antes de implementar la Ley no se la adaptó mejor a las necesidades de la sociedad colombiana y del conflicto armado? Una posible respuesta la proporciona la teoría de la democracia deliberativa de Habermas (1996)14: La sociedad colombiana podría estar sujeta a deficiencias estructurales que le impiden alcanzar una calidad deliberativa de discurso alta, la cual –según este sociólogo alemán– es esencial para mejorar y legitimar decisiones políticas, como por ejemplo la Ley de Justicia y Paz. Por eso, la pregunta esencial de este artículo es: ¿Cuáles fueron los potenciales y las limitaciones del discurso deliberativo sobre la Ley de Justicia y Paz en los medios de comunicación masivos colombianos antes de su implementación? La teoría sobre la democracia delibe­ rativa Según esta teoría de Habermas (1996), un alto nivel deliberativo del discurso público mejora la legitimación y la calidad de las decisiones políti- cas15. A diferencia de la propaganda o manipulación, la comunicación discursiva se define a través de una alta inclusión de actores y pluralidad de posiciones, requiriendo que los actores sociales y políticos se escuchen mutuamente, justifiquen racionalmente sus posiciones, muestren respeto mutuo y, lo más importante, estén dispuestos a revaluar y eventualmente revisar sus preferencias y opiniones antes de tomar una decisión. Con ello surge la hipótesis de que una alta calidad deliberativa hace más factible un consenso o compromiso legítimo (es decir aceptado racionalmente por la sociedad) y promueve una distribución más justa.16 Por lo tanto, es el nivel del discurso la variable más importante ya que la democracia, lo público y la racionalidad están correlacionados directamente.17 Claro está, no todos los conceptos de la democracia apoyan el punto de vista que le atribuye al ciudadano no solo responsabilidad sino también capacidad, racionalidad e interés en participar deliberativamente en las decisiones de la sociedad. Representantes de la teoría democrática realista y/o elitista condenan la democracia deliberativa por considerarla inalcanzable y lejos de la realidad18. Pero la idea del modelo deliberativo no es demostrar empíricamente que haya un predominio de la formación deliberativa de opinión en la vida frequent recruitment and movement of men from one part of the country to another suggests a high level of national integration and operation by the groups.” Para una aproximación más detallada al fenómeno postparamilitar, sus causas y consecuencias, leer la publicación de Human Right Watch. Paramiltaries’ Heirs – The New Face of Violence in Colombia. New York, 2010. 14. Habermas, J. Between facts and norms. Contributions to a discourse theory of law and democracy. Cambridge: MIT Press, 1996. 15. Ibid. 16. Spörndli, M. Discourse Quality and Political Decisions: An Empirical Analysis of Debates in the German Conference Committee. Discussion Paper No. SP IV 2003-101. Berlin: Wissenschaftszentrum Berlin für Sozialforschung, 2003, pág. 3. 17. Habermas, J. Op. cit., pág. 369. 18. Por ejemplo, Schumpeter afirma que: “el ciudadano normal desciende a un nivel inferior de prestación mental tan pronto como penetra en el campo de la política. Argumenta y analiza de una manera que él mismo calificaría de infantil si estuviese dentro de la La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público 163 cotidiana, sino que funciona como ideal regulativo para analizar los potenciales y las limitaciones de una producción argumentativa-racional de consenso19. Un discurso deliberativo se caracteriza entonces por un modo de formación de opinión política muy exigente y el interés científico se basa principalmente en estas preguntas: ¿Cuáles son las condiciones que influyen positiva o negativamente en la calidad discursiva? y, ¿Cuáles son las consecuencias de una alta o baja calidad deliberativa del discurso? De ahí se pueden deducir dos dimensiones de una decisión deliberativa (la formal y la sustantiva), que Spörndli describe de la siguiente manera: The formal dimension is concerned with the form of agreement reached after deliberation. Is the agreement carried by the forum as a whole based upon a compromise or consensus, or is it a bare majority that decides over a large minority? The substantive dimension is concerned with the content of a decision. Do decisions incorporate principles of the common good in general and of distributive justice specifically? (Ebd.:2). Es decir, en la democracia deliberativa, la legitimidad de una ley no depende solo de su cons- titucionalidad sino también de su legitimación a través de un discurso deliberativo dentro de la sociedad. Pero, ¿cómo se puede analizar empíricamente la calidad deliberativa del discurso sobre la Ley de Justicia y Paz? Y ¿qué potencial discursivo se puede esperar en un debate en los medios de comunicación masivos sobre la Ley de Justicia y Paz? La investigación empírica de la calidad deliberativa del discurso El análisis empírico sobre la calidad deliberativa del discurso presenta un campo de investigación bastante joven y poco explorado. Un desafío muy grande es la transformación de los criterios normativos del modelo deliberativo a indicadores empíricos.20 En el contexto del presente estudio, la tarea específica es descifrar empíricamente la calidad deliberativa de actos de habla en la prensa a través de un análisis de contenido.21 Como unidades de investigación se analizarán los artículos publicados sobre la Ley de Justicia y Paz en cuatro medios élite22 (los diarios El Espectador esfera de sus intereses efectivos”. Schumpeter, J. Capitalismo, socialismo y democracia. En: Soler Sánchez, Margarita: Campañas electorales y democracia en España, 2001, pág. 51. 19. Steiner et al. (Comp.). Deliberative Politics in Action. Analyzing Parliamentary Discourse. Cambridge: Cambridge University Press, 2005, pág. 18. 20. Neblo, M.A. Family Disputes: Diversity in Defining and Measuring Deliberation. En: Swiss Political Science Review. Año 13, No. 4, págs. 527–57. 21. Un modelo más detallado sobre la operacionalización empírica se encontrará en el informe final, Cárdenas, J.M.F. & Hartmann, J. (Comp. 2011), en publicación. Para más detalles respecto del método: Krippendorf, K. & Bock, M.A. (Comp.). The content analysis reader. Los Angeles: SAGE, 2009. 22. La elección de los medios se hizo teniendo en cuenta su estatus de medios líderes, en razón a que por su alcance nacional tienen una gran importancia para la sociedad civil y los actores políticos; y por su contenido son fuente para otros medios (Inter-MediaAgenda-Setting). Los discursos en dichos medios, por lo tanto, tienen un impacto especialmente alto en la opinión pública y en el comportamiento de Representantes y Senadores en el momento de la votación en el Congreso. Aunque la revista Cambio en el 2005 no tuvo una amplia circulación, sí fue líder en la investigación de problemas neurálgicos del país y sus contenidos influyeron mucho en la opinión pública. Además, sirvió para comparar la calidad del discurso y las diferencias en la orientación ideológica de los diarios y semanarios seleccionados para nuestra investigación. Criterio jurídico garantista 164 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 y El Tiempo, y las revistas semanales Semana y Cambio23) desde cuando se radicó el proyecto hasta su aprobación en el Parlamento, en el año 2005. La unidad de análisis cubrirá todos los actos de habla, citas directas e indirectas en artículos, así como artículos escritos por actores sociales, políticos (contribuciones invitados, entrevistas, columnas) además de declaraciones u opiniones explícitas de los periodistas (por ej. columnas, editoriales, glosas). Un acto de habla relevante para el estudio existe cuando: 1) un locutor, hablante individual o colectivo puede ser identificado claramente; 2) quien hace un comentario dirigido al público mediático es citado tal cual; y, 3) ese comentario tiene que ver con la propuesta de implementación de la Ley de Justicia y Paz.24 Luego se examinará a través de índices deducidos de la teoría Habermasiana, si los comentarios escogidos contienen, y en qué medida, un carácter discursivo. El presente artículo tiene como objetivo dar una idea general acerca de los planteamientos más importantes: ¿buscan los interlocutores justificar sus afirmaciones pronunciadas?, y si es así, ¿en qué medida?, ¿se refieren a afirmaciones o a posiciones opuestas?, ¿se mantienen formas básicas de respeto?, ¿se elaboran y proponen medidas para unir posiciones opuestas? Para obtener resultados diferenciados se examinarán gradualmente estos y más índices. Sobre todo interesa encontrar respuesta a las preguntas: ¿qué actores presentan un nivel de calidad deliberativa especialmente alto/bajo? y ¿sí varía el nivel discursivo entre los diarios y semanarios que conforman la unidad de análisis? Finalmente también importa la cuestión de la inclusión, pues interesa saber qué interlocutores e interpretaciones del tema dominaron el discurso25. Aparte de detectar descriptivamente la calidad del discurso, el interés analítico está en explicar y atribuir posibles divergencias del ideal discursivo a condiciones empíricas. En este estudio diferenciaremos entre: 1) el marco comunicativo (communicative setting)26 de la comunicación masiva, y 2) las condiciones previas que influyen en el cubrimiento informativo de los mcm en un conflicto armado27. Frente al análisis empírico, estos dos factores nos sirven para construir unas hipótesis sobre el potencial discursivo que pode- 23. La revista Cambio, de la casa editorial El Tiempo, fue cerrada a comienzos del año 2010, oficialmente por razones económicas pero tanto en la opinión pública como en otros medios se especuló con que la razón real fue el cubrimiento crítico y la denuncia que hacían sus periodistas, en especial María Elvira Samper, y el mismo director, Rodrigo Pardo. 24. Wessler, H. (Comp.) Öffentlichkeit als Prozess: Deutungsstrukturen und Deutungswandel in der deutschen Drogenberichterstattung. Opladen: Westdeutscher Verlag, 1999, pág. 269. 25. Con la colaboración de expertos y literatura especializada, se elaboró una lista de actores relevantes para el tema de justicia y paz que será comparada con los actores presentados por los medios de comunicación masiva, con el fin de medir si se presenta algún grado de exclusión sistemática. 26. Schultz, T. (Comp.). Geschwätz oder Diskurs? Die Rationalität politischer Talkshows im Fernsehen. Köln: Halem Verlag, 2006, pág. y ss. 27. Brüggemann y Wessler diferencian entre cuatro factores que influyen en el cubrimiento informativo de los medios de comunicación masiva: 1) factores situacionales, 2) factores políticos, 3) autonomía del sistema de los medios de comunicación masiva, y 4) factores culturales. Estos se analizarán más adelante (Brüggemann, M. & Wessler, H. Medien im Krieg. Das Verhältnis von Medien und Politik im Zeitalter transnationaler Konfliktkommunikation. En: Marcinkowsky, F. & Pfetsch, B. Politik in der Mediendemokratie, Wiesbaden: VS Verlag, 2009). La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público 165 mos esperar realmente en el debate sobre la Ley de Justicia y Paz, en los medios de comunicación masiva en Colombia. El marco comunicativo (communicative setting) El potencial discursivo de los medios masivos diferencia tres dimensiones de un público, en sociedades democráticas modernas: a) la comunicación cotidiana realizada por un público informal, b) la comunicación masiva con un público más o menos pasivo en el que se forman opiniones públicas, y, c) los discursos institucionalizados en el núcleo del sistema político donde se preparan decisiones obligatorias y la implementación de programas políticos.28 El grado de nivel se caracteriza por la densidad comunicativa, la complejidad organizativa y el alcance del discurso, los cuales influyen en el nivel discursivo esperado. La comunicación en discursos institucionalizados, así como los discursos transmitidos en la comunicación masiva, están sujetos a premisas diferentes tanto en oportunidades como en limitaciones. Contrastando los estudios precursores este análisis se enfoca en el carácter específico del público de la comunicación masiva29, ya que es ella la que en una democracia influye esencialmente en la formación de la opinión pública, ofreciendo infraestructura técnica y organizativa para compensar el dilema tiempo- Además de que la importancia de los mcm en un conflicto armado como el de Colombia es clara, hay varias hipótesis que hacen referencia, unas, a su relativa impotencia ante la manipulación por parte de los actores políticos (Indexing-Hypothesis), y otras, a la omnipotencia para cambiar no solo la agenda política sino para influir sobre las decisiones políticas (efecto cnn). espacio de la sociedad moderna, permitiendo la difusión y el acceso a temas y contenidos así como la reducción de complejidad a través de la selección y compresión de contenidos. Sin embargo, la comunicación masiva cuenta con varias características que sesgan el discurso (como, por ejemplo, el poder mediático de los periodistas al escoger los temas y la influencia estratégica que las relaciones públicas tienen en este proceso) y que dificultan la reciprocidad entre emisores y receptores. Como afirma Habermas: Evident shortcomings in this regard are (a) the lack of face-to-face interaction between present participants in a shared practice of collective 28. Habermas, J. Hat die Demokratie noch eine epistemische Dimension? Empirische Forschung und normative Theorie. En: Habermas, J. Politische Theorie. Frankfurt am Main: Suhrkamp, 2009, pág. 112. 29. Los aportes desde la ciencia política se enfocaron básicamente en discursos interpersonales, como debates parlamentarios (Comp. Niemeyer & Dryzek, 2007; Rosenberg, 2007; Mutz, 2006; Steiner et al., 2004; Spörndli, 2003; Fishkin, 2003; Mendelberg, 2002). Aunque hubo algunos estudios sobre deliberación en los medios de comunicación masiva, siguen siendo la excepción (comp. Daum, Fraefel & Häussler, 2007; Peters, Schultz & Wimmel, 2004; Marcinkowsky, 2004; Kuhlmann, 1999; Gerhards, Neidhardt & Rucht, 1998). Criterio jurídico garantista 166 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 decisionmaking and (b) the lack of reciprocity between the roles of speakers and addressees in an egalitarian exchange of claims and opinions.30 Si bien hay un déficit en la comunicación entre un público disperso, no-reactivo, y los comunicadores, sí puede haber un discurso recíproco entre los últimos: además de dirigirse al público disperso pueden referirse uno a otro mutuamente. Los mcm juegan en esta situación un rol ejemplar: pueden actuar como emisores (p. ej. en columnas o editoriales) o mediadores del discurso (los periodistas pueden escoger documentos primarios y componer información) que analizan y critican con real o supuesta calidad deliberativa, orientando así al público.31 Debido a la importancia de los mcm para la legitimación de decisiones políticas, los actores políticos buscan a través de relaciones públicas, entre otras, instrumentalizar los medios para sus propios fines. Esta presión a la que se ven enfrentados los mcm es aún más fuerte en situaciones de conflicto. Cabe destacar que los mcm también son un actor político que actúa adaptando la información a sus intereses y asumiendo una posición frente a temas de interés público, en nuestro caso, el conflicto armado. Es evidente que los periodistas juegan un rol esencial con respecto al potencial discursivo de los medios masivos. Sin embargo, los mcm solamente pueden contribuir al proceso deliberativo de una sociedad teniendo independencia en su ambiente social: The mass media ought to understand themselves as the mandatary of an enlightened public whose willingness to learn and capacity for criticism they at once presuppose, demand, and reinforce; like the judiciary, they ought to preserve their independence from political and social pressure; they ought to be receptive to the public’s concerns and proposals, take up these issues and contributions impartially, augment criticisms, and confront the political process with articulate demands for legitimation. The power of the media should thus be neutralized and the tacit conversion of administrativeor social power into political influence blocked.32 Condiciones previas al potencial delibe­ rativo de los medios de comunicación masiva Además de que la importancia de los mcm en un conflicto armado como el de Colombia es clara, hay varias hipótesis que hacen referencia, unas, a su relativa impotencia ante la manipulación por parte de los actores políticos (Indexing-Hypothesis), y otras, a la omnipotencia para cambiar no solo la agenda política sino para influir sobre las decisiones políticas (efecto cnn). Unas y otras, sin embargo, no se ajustan a la realidad, ya que los mcm no se pueden ver como un sistema, por separado, sino como subsistema de una sociedad, interactuando con los demás subsistemas e influyéndose mutuamente. De acuerdo con Brüggemann & Wessler se pueden deducir factores situacionales, políticos, 30. Habermas, J. Op. cit., págs. 414-415. 31. Wessler, H. destaca: In public debates, many speakers offering diverging views know each other and share a common history of conflict. They usually exchange views both backstage and onstage. They relate to each other’s views implicitly as well as explicitly in talk shows and discussion programs. Theirviews are relatedtoeachother in newsarticles, newsanalysispieces, op-edarticles, and many other forms. Wessler, H. Investigating Deliberativeness Comparatively. En: Political Communication. New York: Routledge, año 25, 2008: 1, pág. 2. 32. Habermas, J. Op. cit., pág. 378. La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público 167 Cabe destacar que los medios masivos de comunicación también son un actor político que actúa adaptando la información a sus intereses y asumiendo una posición frente a temas de interés público, en nuestro caso, el conflicto armado. culturales y de la comunicación masiva, que influyen en la interdependencia entre medios, política y economía, condicionando bien el trabajo de los periodistas o bien el sistema de comunicación masiva.33 Tales factores se analizarán a continuación teniendo en cuenta el contexto específico de la sociedad colombiana para, de esta forma, llegar a algunas hipótesis sobre las posibilidades y limitaciones de un discurso deliberativo sobre la Ley de Justicia y Paz a través de la comunicación masiva. La élite política es la principal fuente de información de los mcm, con predominancia de las entidades oficiales, hecho que es aún más evidente en un conflicto armado cuando el acceso a la información está restringido casi a la meramente oficial34. Cuanto más controlado está el acceso a la información por una sola parte del conflicto, menos probable es que los medios adopten una interpretación independiente respecto a dicho actor. Un consenso de élite favorece entonces, según Wolfsfeld, un cubrimiento unilateral y desequilibrado.35 Desde el punto de vista deliberativo, un disenso de élite sería entonces favorable, permitiendo así a los medios un cubrimiento más amplio – y más incluyente – del discurso sobre la solución del conflicto. Colombia cuenta tradicio- 33. Brüggemann, M. & Wessler, H. Op. Cit., 2009. 34. En el caso colombiano, el acceso a la información depende aún más de fuentes oficiales ya que el ejército puede reglamentar, incluso impedir, la presencia de periodistas en zonas de conflicto, como sucede en la mayoría de los casos. Un cubrimiento directo del conflicto está, además, relacionado con un alto riesgo personal y un gasto mayor de recursos financieros y logísticos. La población civil, afectada directamente por el conflicto, muy poco puede servir como fuente por la intimidación de los actores armados. Se explica, entonces, porqué gran parte de la información que usan los medios de comunicación es oficial. 35. Wolfsfeld, G. Media and Political Conflict. News from the Middle East. Cambridge: Cambridge University Press, 1997, pág. 29; véase también: Robinson, P. Theorizing the Influence of Media on World Politics. Models of Media Influence on Foreign Polic. En: European Journal of Communication, año 16, No. 4, 523-544; Entman, R. Projections of Power. Framing News, Public Opinion and U.S. Foreign Policy. Chicago/London: The University of Chicago Press, 2004. Criterio jurídico garantista 168 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 nalmente con una élite política cuyo espectro de opinión se ve limitado36, 37 Hoy en día el gobierno de Unidad Nacional que dice encarnar Juan Manuel Santos, representa un 85% del Congreso y la poca oposición está debilitada. La tendencia a crear un consenso de élite amplio, minimizando la oposición, es característica de la cultura política colombiana, y refleja el deseo de unanimidad38 que no solamente le dificulta a los mcm tener interpretaciones divergentes a las del Ejecutivo, sino que también influye en la creación de la opinión pública a nivel individual (fenómeno del “espiral de silencio”39). Sin embargo, la sociedad colombiana no es de ninguna manera homogénea sino más bien dicótoma, moviéndose a lo largo de las líneas de conflicto entre la inclusión y/o la exclusión. El modelo amigo-enemigo que divide la sociedad en dos, no ha desaparecido a lo largo de la historia; la línea divisoria se ha trasladado40 intentando solucionar esa divergencia entre exigencia (unanimidad) y realidad (modelo amigo-enemigo) a través de la violencia. Es importante destacar que tanto la búsqueda de una unanimidad inalcanzable mediante el uso de la violencia (de la cual la limpieza social es la forma más radical) para solucionar conflictos y disminuir divergencias como la creada división dicótoma de la sociedad en amigos y enemigos, han marcado la cultura política e influyen así en la socialización. Es la cultura de la violencia, que se ve reflejada no solamente en los numerosos conflictos sino también en la vida diaria, la comunicación (política) y la vida social. El dicótomo modelo amigo-enemigo ilegitima posiciones ajenas (y la defensa de ellos) a la opinión pública hegemónica bajo el lema “el que no está con nosotros está en contra nuestra”.41 Ese lema se fortificó aún más bajo el gobierno de Álvaro Uribe quien, si bien destruyó el panorama tradicional de los partidos políticos, trasladó la línea divisoria usando el nacionalismo como elemento unificante y a la vez polarizante, pues dividió el país en supuestos patriotas y terroristas, gente 36. Como se explicará más adelante, hubo varios momentos de polarización dentro de la élite política, que en muchos casos llevó a la exclusión de una de las partes o a la unificación forzada. 37. La tendencia de un espectro de opinión limitado dentro de los medios de comunicación masiva, debido a un consenso de élite política, presumiblemente se fortifica debido a la participación del ejército colombiano en el conflicto armado: el fenómeno conocido como rally around the flag (Mueller 1970: 21) supone que la participación del propio ejército en un conflicto ilegitima un cubrimiento crítico de los acontecimientos, catalogándolo de “antipatriótico” garantizando así un cubrimiento leal al gobierno (Mueller, J. War, Presidents and Public Opinion. New York: John Wiley, 1979, pág. 21). 38. Según Herrera, unanimidad es una “difundida desconfianza hacia las nociones de disidencia y diversidad en el seno social y una preferencia por la versión unanimista de la opinión pública”, cuyo deseo es resultado de la persistencia de una sociedad en conflicto (Herrera, M.C. Esbozos históricos sobre cultura política y formación ciudadana en Colombia: actores, sujetos y escenarios, pág. 5). 39. Abril, E.P. & Rojas, H. Espiral de silencio y autocensura política en Colombia. En: Comunicación y Ciudadanía, año 1, No. 1, pág. 34. 40. El modelo predominante de la sociedad colombiana persiste desde la guerra de la independencia. Desde entonces se pueden detectar las siguientes líneas de conflicto a lo largo de la historia nacional: Nacionalista vs. Unionista, Conservador vs. Liberal, conceptos sociales tradicionales o institucionalizados vs. conceptos alternativos (marxismo o emancipativos) (Bonilla, J.I. & Montoya, A.N. The media in Colombia: beyond violence and a market-driven economy. En: Lugo-Ocando, J. The Media in Latin America, New York: Open University Press, págs. 78-99). 41. Un estudio de Rodríguez-Raga et al., demostró que solamente un 49,5% de los encuestados toleraba que defensores de una opinión ajena a la del gobierno se postularan públicamente y solo un 51,1% les otorgaba el derecho a votar. La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público 169 de bien y cómplices del terrorismo de las farc, convirtiendo la crítica al gobierno en una crítica antipatriota. Como la sociedad colombiana se caracteriza por un fuerte sentimiento de patriotismo, criticar el gobierno fue ilegitimado y en su lugar se adoptó la agenda política de la Administración en gran parte de la opinión pública adaptando igualmente la agenda de los mcm42. Ese ejemplo demuestra cómo estos tres componentes (cultura de la violencia, modelo dicotómico amigos-enemigos y el deseo de unanimidad) refuerzan el efecto del “espiral de silencio”, pues influyen negativamente en la libertad de opinión y aumentan así la tendencia a la autocensura, uno de los obstáculos más grandes a la libertad de expresión y de prensa, impidiendo un libre intercambio de opinión, base para cualquier discurso deliberativo 43. La normativa que regula los mcm se puede considerar bastante progresista: la libertad de los medios masivos, tanto activa como pasiva, está inscrita en la Constitución de 1991, otorgando no solamente la libertad de opinión y de publicar, sino también el derecho a la información. Junto a la prohibición de la censura, el sector de los mcm goza, además, de la protección de informantes, del periodismo y del pluralismo de información44. La (in-)dependencia de los mcm colombianos de la agenda de ciertos actores políticos o económicos finalmente no se debe tan solo a factores externos (como el acceso a la información), sino también a sus características estructurales.45 Como consecuencia, las estructuras propietarias (dependencia de anuncios publicitarios, intervención de los gerentes en el contenido) o la cultura periodística (la autoconcepción periodística y el nivel de profesionalización) también influyen en la (in-) dependencia de los mcm y su calidad deliberativa. En el caso colombiano, los mcm iniciaron su labor como prensa partidaria con el fin de defender 42. Así criticó el presidente al representante de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco: “Antes de que el señor Vivanco, defensor de las farc, antes de que el señor Vivanco, cómplice de las farc, viniera aquí a criticar la política de seguridad democrática, nosotros estábamos haciendo un esfuerzo por sacar este país adelante”. (afp 3.11.2008). Ese comportamiento del Presidente, posteriormente fue justificado por el ministro del Interior y de Justicia, Fabio Valencia Cossio, porque Vivanco supuestamente era “un elemento de la oposición”. 43. Si bien María Villamizar, periodista de la revista Semana, afirma que los medios de comunicación masiva a pesar de la popularidad del presidente Uribe entre el 2002-2010 y los nexos familiares entre medios y gobierno, podrían defender una interpretación independiente de la gubernamental. Raya & Rodríguez demuestran que los medios de comunicación masiva adaptaron su discurso al presidencial. Así, afirman que bajo la presidencia de Andrés Pastrana, quien buscó una paz negociada con la guerrilla, los medios primero legitimaron los actores armados como posibles participantes de un proceso de paz y después, bajo el mandato de Uribe, desacreditaron la guerilla como interlocutor en el conflicto y adaptaron su discurso, calificando a las farc como terroristas (Rivera, M. Las representaciones de los actores del conflicto armado colombiano a través de los editoriales del periódico El Tiempo. Documento Ceso 2007, No. 126, Bogotá: Ediciones Uniandes, 2007). González también observó un cambio semántico en cuanto al término conflicto armado, que se erradicó en gran parte de la cultura política de comunicación, debido a que está en desacuerdo con la agenda política del presidente Uribe (González, V. Palabras en la guerra. Comunicación y ciudadanía, No. 1. Bogotá, 2010, págs. 74 y ss). 44. “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura.” (Artículo 20, Constitución Política de Colombia, 1991). 45. Brüggemann, M. & Wessler, H. Op. Cit., pág. 647. Criterio jurídico garantista 170 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 ciertos intereses políticos a lo largo de las líneas divisorias del conflicto (en ese entonces Liberal vs. Conservador). Al contrario de los demás países latinoamericanos, la élite política colombiana ha mantenido su influencia sobre la prensa hasta el día hoy.46 Si bien en los últimos cuarenta años grandes grupos económicos han ido integrando poco a poco las empresas familiares en sus negocios, los nexos entre prensa y élite política se demuestran aún en la familia Santos. La familia del presidente Juan Manuel Santos y del vicepresidente del gobierno anterior, Francisco Santos, mantiene un porcentaje minoritario de acciones en El Tiempo y ocupa puestos directivos en la revista Semana. A la vez crecieron los conflictos de interés económico en el cubrimiento de información debido a la inclusión de los medios en conglomerados con intereses económicos.47 Así, afirman Bonilla & Montoya, que poder mediático, político y económico en Colombia: are essentially one and the same[…]the news agenda is deeply compromised by the political ambitions of some of the most powerful economic elites in the country; ultimately they are an integral part of the corporate framework.48 Además de la presión económica o de intereses particulares y el relativo monopolio de la información oficial, las condiciones precarias del trabajo influyen en la calidad periodística, ya que la información (oficial) recibida rara vez se comprueba y, en el caso de información falsa, tampoco se rectifica posteriormente, convirtiéndose así los periodistas en portavoces de las instituciones que supuestamente deben observar, algo que ya en el pasado tuvo consecuencias negativas en la solución del conflicto armado49. Las condiciones de trabajo, la lógica mediática de amarillismo y de comercialización ha fortalecido un periodismo que en vez de contextualizar causas estructurales y dinámicas del conflicto, se basa en casos aislados.50 Pero atribuir la adaptación de la agenda mediática a la agenda política a una falta de ética y/o de profesionalismo, distaría de las realidades a las que los periodistas se ven enfrentados. Las represiones y la ausencia de seguridad llevan a muchos periodistas a autocensurarse y reducir sus propios análisis sobre el conflicto a un mínimo para evitar sanciones.51 Esto se ve reflejado en las conse- 46. Waisbord, S. Chapter 12, Latin America. En: Norris, Pippa. Public Sentinel: News Media and Governance Reform. The World Bank Publications. S. 305-328, pág. 309. 47. Schumacher, P. Journalisten in Kolumbien: Arbeitsbedingungen und Selbstverständnis. Schriftenreihe Mesa Redonda der Katholischen Universität Eichstätt, Zentralinstitut für Lateinamerika-Studien, 2001, No. 16, pág. 61. 48. Bonilla, J.I. & Montoya, A.N. Op. Cit., págs. 95-96. 49. García menciona la muerte trágica por el llamado “collar bomba” en 2000, que las autoridades atribuyeron falsamente a las farc y que los medios repitieron sin comprobar: As an immediate consequence, an important meeting of guerrillas, the state, and European governments was canceled, and the peace process then entered its most difficult period. Just one week later, the government acknowledged that the guerrillas had nothing to do with what became known as the “necklace bomb,” something that the farc had declared from the first. The media, which had supported the military and governmental interpretations unquestioningly, abruptly dropped the story, without rectifying their error. They had become part of the institutions they were meant to watch over.” (García, M. E. The Myth of the Common Good: Information as Strategy in Internal Armed Conflicts. En: Television & New Media, año 4, No. 71, pág. 80 ff). 50. Waisbord, S. Op. Cit., pág. 319. 51. Reporteros sin fronteras situó a Colombia en el puesto 126 entre 175 países y Freedom of the Press calificó al país parcialmente libre en cuanto a la libertad de prensa, destacando que “Colombia remains one of the world’s most dangerous countries for jour- La Ley de Justicia y Paz en el diálogo público 171 cuencias sufridas por quienes desde los medios se opusieron y criticaron la política presidencial; algunos han sido víctimas de los paramilitares52, del espionaje por parte del Departamento Administrativo de Seguridad, o han sido amenazados por el propio presidente Uribe, como le pasó al periodista Daniel Coronell53. supone que una alta calidad discursiva mejora la legitimación y calidad de las decisiones políticas y puede contribuir a la pacificación de los conflictos dentro de una sociedad. Los resultados poco satisfactorios suponen, desde ese punto de vista, fallas en el proceso deliberativo para la aprobación de la Ley de Justicia y Paz. Pero, ¿cuáles fueron los problemas y por qué no hubo un discurso de mejor calidad? Conclusión La Ley de Justicia y Paz reclamó aportar fundamentalmente a la paz del país al permitir la desmovilización sostenible de los grupos paramilitares y la eliminación de un actor armado del mapa de Colombia. Buscaba superar la brecha entre victimario y víctima a través de la justicia y, con esa base, crear paz entre la población. Sin embargo, después de una desmovilización siguió la removilización de una gran parte de los paramilitares en bandas criminales (Bacrim), usando la red no desmantelada de las auc para seguir en sus actividades. Además, apenas un 7.3% de los desmovilizados será procesado, lo que significará que gran parte de las atrocidades nunca será aclarada, impidiendo a las víctimas el acceso a la justicia. Por lo tanto, la desmovilización de las auc, contrariamente al proceso de desmovilización del m-19, iniciado en 1990 después de un acuerdo deliberativo sobre un cambio de condiciones estructurales (del cual la Constitución de 1991 es resultado), no tuvo un proceso deliberativo que incluyera a los actores principales. La teoría de la democracia deliberativa La meta del proyecto de investigación es responder a cuestiones como: ¿qué tan exitoso fue el intento de pacificación desde el punto de vista del discurso deliberativo? ¿fueron tenidos en cuenta los actores políticos más importantes y hubo un discurso sobre calidad y ajuste de la ley? ¿qué calidad deliberativa tuvo ese discurso? y ¿fue tenido en cuenta para la aplicación de la ley? Si bien está por adelantar la parte empírica para comprobar y responder con claridad esas preguntas, es posible formular unas hipótesis partiendo de las condiciones estructurales que influyen tanto en la autonomía de los mcm como en la calidad discursiva de los mismos y de los demás actores políticos involucrados en el debate sobre el proceso de la Ley de Justicia y Paz. Esencial para el potencial deliberativo del discurso en los medios es el uso del poder mediático del que gozan los periodistas, y que les permite escoger actores, temas e interpretaciones. Los periodistas pueden actuar como “abogados del discurso” al buscar un equilibrio y una diversidad temática y de actores, en especial al otorgar a determinados actores importantes nalists.” (Freedom House: Map of Press Freedom. Descargado por última vez el 28.01.2011 de: http://www.freedomhouse.org/ template.cfm?page=251&year=2010 52. Que en muchas ocasiones han actuado como autodefensas de la Presidencia, amenazando a aquellos que se oponen a Uribe. 53. En una conversación telefónica entre Coronell y Uribe, el Presidente dijo: “Estoy muy berraco con usted y ojalá me graben esta llamada y si lo veo, le voy a dar en la cara, marica” (González, V. Op. Cit., pág. 79). Criterio jurídico garantista 172 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 pero con bajos recursos (como las víctimas de los actores armados y los desplazados, p. ej.) acceso a los medios para plantear sus argumentos e interpretaciones acerca del tema, así como al examinar críticamente afirmaciones y propuestas de los actores y al estimularlos a participar deliberativamente de un debate discursivo. El análisis de las condiciones estructurales sin embargo deja mucho que desear, pues las circunstancias en las que se realizan los debates sobre el conflicto armado y en especial el debate mediático sobre la Ley de Justicia y Paz hacen prever una baja calidad deliberativa de los mcm. Factores como el monopolio de la información oficial, un amplio consenso de élite, la autocensura y las condiciones de trabajo periodístico, así como las estructuras propietarias coartan la libertad de acción de los periodistas a la hora de escoger los actores presentes en el debate mediático y de examinar sus posiciones. Sobre todo la cultura política en que se va formando la sociedad colombiana y su propia comunicación dibuja un cuadro pesimista sobre la calidad deliberativa de los diferentes actores. El modelo amigo-enemigo, la cultura de la violencia y la intolerancia ante posiciones ajenas, dificultan el acercamiento de los actores a través de un discurso deliberativo exitoso pues contrastan en aspectos básicos del mismo: las alusiones mutuas, la argumentación de afirmaciones, una alta inclusión y el respeto hacia temas y actores de posición ajena, así como la disposición de cambiar de opinión y/o llegar a un acuerdo. Las características de la sociedad colombiana y las condiciones estructurales parecen entonces frenar más bien un discurso deliberativo entre los actores en vez de incentivarlo. Sin embargo también hay aspectos como la autoconcepción de los periodistas colombianos, el cubrimiento del proceso de la Ley de JyP a través de medios alternativos (como desdeabajo.info), que no tienen la misma presión económica y/o política que los medios tradicionales y la participación de actores de la sociedad civil que esperan tener una más alta calidad deliberativa (como p. ej. el colectivo de abogados). Falta analizar empíricamente entonces la influencia de los aspectos tanto positivos como negativos para determinar la calidad deliberativa y así poder aportar a una futura implementación de leyes de desmovilización mejor y más deliberativa. Investigación externa 173 Criterio jurídico garantista 174 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna1 Carlos Gaviria Díaz* RESUMEN ABSTRACT A partir de reflexiones sobre distintos aspectos de la cultura antigua griega y romana y la cultura occidental, se llega a comprender que lo que en Grecia se entiende por democracia tiene algo que ver con lo que nosotros llamamos democracia, pero no son lo mismo; lo que en Grecia se denomina libertad tiene algo que ver con lo que nosotros llamamos libertad, pero son dos cosas completamente distintas. Sin embargo en el régimen demoliberal la libertad seguridad y la libertad participación se funden en una sola. En consecuencia, la libertad liberal es la libertad seguridad y la libertad participación es la libertad igualdad. This text aims to defend the legality and feasibility both legal and policy of the humanitarian agreement. This followed the methodology known as model DPT, according to which, to deal with a situation of conflict follows a method of medicine: diagnose the problem, predicting how can solve, and design a therapy. The methodology was applied in front of the problem of the abduction, in particular to the drama of the political hijacking by be linked with the armed conflict in Colombia. PALABRAS CLAVE: educación para la democracia y la paz, democracia, libertad, libertad seguridad, libertad participación, régimen demoliberal. Key Words: doctoral thesis, International Humanitarian Law, Humanitarian Agreement, peaceful resolution of the abduction, research for peace model DPT. Fecha de recepción: septiembre 27 de 2010 Fecha de aceptación: noviembre 12 de 2010 * Ex magistrado Corte Constitucional, profesor del postgrado de Derecho Constitucional y de Derechos Fundamentales. 1. Tema desarrollado como producto de investigación, vertido en forma de ponencia en el marco de la cátedra Educación para la Democracia y la Paz. Esta cátedra es una iniciativa adelantada entre la Universidad Autónoma de Colombia y la Fundación Demopaz, en el segundo semestre de 2010, con el propósito de desarrollar conceptos, teorías y métodos que nos ayuden a repensar categorías filosóficas y jurídicas tendientes a lograr una mayor incidencia en el garantismo, el cual, al decir de Ferrajoli, sólo es posible si se articulan los criterios de democracia, independencia judicial, respeto y garantía de los derechos humanos en el marco de un Estado Constitucional, cuyo ideario filosófico y político irradia el ordenamiento jurídico en todas sus dimensiones. La cátedra es la síntesis de las reflexiones de los grupos de investigación de la Facultad de Derecho vinculados a estos temas y contribuye a fortalecer sus resultados especialmente en lo relacionado con el grupo de investigación Escuela Política y Normativa.­ La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna 175 L a concepción griega romana de la democracia y la concepción occidental de la democracia, ahí tienen ya ustedes una afirmación que podría resultar problemática, porque asumimos generalmente que Grecia hace parte de Occidente y que la cuna de la cultura occidental es Grecia, cuando justamente hacíamos algunas digresiones y reflexiones para mostrar, que dentro de la fisionómica spengleriana, la cultura antigua griega y romana y la cultura occidental, llamadas, la primera, cultura apolínea, y la segunda, cultura fáustica, tienen dos signos totalmente libres. Mientras que la primera es una cultura plástica, presente, multiforme, digamos muy reducida en materia espacial del Estado –el Estado ciudad donde las artes que prevalecen son las artes plásticas–, una cultura fundamentalmente material, la cultura occidental es básicamente inmaterial, es políticamente la cultura del Estado imperial de Carlos V, en cuyos límites no se pone el sol, o de Felipe II en donde el arte por excelencia es la música, que es inmaterial. En tanto la cultura griega y romana es una cultura politeísta, y los dioses son susceptibles de ser plasmados, o sea representados plásticamente, el dios occidental como lo dice muy bellamente Spengler, apenas es susceptible de ser sentido en las notas de una fuga. Aludíamos entonces al nacimiento del individuo, un concepto que se desarrolla básicamente en Occidente porque, decíamos, los griegos no tenían noción de la individualidad, y hacíamos una referencia a Platón y los tres estratos que él señala en la persona y en el Estado, para subrayar un hecho significativo, y es que Platón habla de la razón, de los instintos superiores y de los instintos inferiores pero no habla en ninguna parte de la voluntad; los griegos no conocían la voluntad que es un fenómeno típicamente occidental e individualiza- Los griegos no tenían noción de la individualidad. Platón habla de la razón, de los instintos superiores y de los instintos inferiores pero no habla en ninguna parte de la voluntad; los griegos no conocían la voluntad que es un fenómeno típicamente occidental e individualizador. dor. La literatura occidental, que Spengler mismo cita en La decadencia de Occidente gira en torno a la voluntad de poder. Es Duns Scoto, en la edad media, quien empieza a referirse al concepto de individuo; en contraste con la filosofía tomista que Criterio jurídico garantista 176 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 recoge todo el legado de la filosofía aristotélica, platónica y griega que no es individualista. Esos signos opuestos de la cultura greco-romana y la cultura occidental se pueden ilustrar en muchas instancias, una de ellas es el teatro. se encuentre en el lecho de los placeres, para que se vaya para el infierno –siempre encuentra una razón para no proceder–. El teatro tiene una gran importancia en Grecia, pero los personajes del teatro griego no son propiamente unos individuos que se caractericen por notas distintivas muy especiales sino más bien personas que sufren un sino; el tipo, el modelo, es Edipo. Edipo no es una persona que tenga características muy especiales que lo individualicen, sino alguien que sufre un infortunio, a ese infortunio lo podemos llamar un azar, un sino. El infortunio que sufre Edipo es simplemente que le da muerte a su padre y se casa con su madre, sin saberlo, pero eso le puede ocurrir a cualquiera; en cambio, Hamlet es in-intercambiable, es insustituible. Podríamos decir que Edipo es el tipo representativo del teatro griego y Hamlet es el tipo representativo del teatro occidental, isabelino, del siglo xvi y siglo xvii. Iván Turgueniev tiene un ensayo muy bello sobre los más grandes personajes de la literatura occidental, que son precisamente Hamlet y el Quijote, los dos que representan una especie de psicomagia, una especie de caracteres enfrentados, porque Don Quijote es la fe y Hamlet es la duda, hasta el punto de que, como lo dice muy bien Turgueniev, en el lector producen impresiones opuestas. Cuando uno lee Hamlet lo que quiere es verlo actuar, que se decida, saber si va o no a cumplir el mandato de su padre, si es que en realidad sí fue un mandato y el espectro no fue un engaño; en cambio, con Don Quijote lo que ocurre es todo lo contrario: va a acometer a los molinos de viento y entonces uno no se mete en esa aventura descabellada. Don Quijote está guiado por la fe, por la creencia ciega y actúa de esta misma manera, en cambio Hamlet es reflexivo, pensante, lleno de preocupaciones, de dudas, nunca se decide. Los problemas de Hamlet sí son situaciones que padece una persona y que son intransferibles a otra; hay estudios muy bellos sobre este personaje de la literatura occidental que encarna la duda. Hamlet es justamente un intelectual, un pensador, una persona que recibe del espectro de su padre el mensaje, la orden, de darle muerte al rey Claudio que fue quien lo asesinó, y entonces él no hace más que vacilarlo; seguramente tiene la intención de matarlo pero solamente al final de la obra lo hace y de una manera un tanto sorprendente. Recuerden, Hamlet está lleno de dudas. Cuando encuentra al rey Claudio rezando, desenvaina la espada y lo va a matar pero empieza a vacilar; la venganza real no debe ser matarlo cuando esté rezando sino cuando Todo eso para reiterar lo que decíamos hace dos semanas en la primera charla, que son dos culturas perfectamente distintas: la cultura griega y romana que Spengler llama cultura antigua, y la cultura occidental a la que él mismo denomina cultura fáustica. Y recuerden que llama apolínea a la cultura griega y romana porque Apolo es el dios mesurado, el dios de la bebida, que siempre llega a decir esto: los griegos no abusaron de nada, ni siquiera del pensamiento. Y aludíamos precisamente al hecho de que el ser Sócrates demasiado racional y pensante lo hacía una persona bastante exótica dentro de la cultura griega. Recuerden la obra El origen de la tragedia, de Federico Nietzsche, donde lo que el autor le reprocha a Sócrates es ser La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna 177 Nosotros asumimos que democracia y liberalismo son la misma cosa, hablamos de Estado liberal y muchas veces algo que es propio de la democracia lo atribuimos al liberalismo y algo que es propio del liberalismo se lo atribuimos a la democracia, pero son dos conceptos perfectamente distintos, hasta el punto de que podemos concebir una sociedad liberal no democrática y una sociedad democrática no liberal. La pseudomorfosis de Spengler tiempo esa palabra significa siempre lo mismo y resulta que lo corriente es que no sea así. Spengler se planteó un problema muy bello y es este: ¿Cómo hacemos para saber si bajo culturas tan distintas, bajo perspectivas tan diferentes, lo que Aristóteles llamaba materia es lo mismo que lo que nosotros llamamos materia? Y dice algo como esto: el alma de cada cultura es intransferible, de la misma manera que el alma individual es un alma también intransferible; yo no le puedo transferir a nadie mis vivencias; es posible que en situaciones similares el otro tenga vivencias parecidas, piense que son las mismas y entonces le dé lo mismo. Este es un problema que trata, incluso, el idealismo de Berkeley. Por ejemplo, cómo hacemos para saber si esa sensación que yo tengo y que responde a la palabra verde es la misma que ustedes tienen; llamamos a lo mismo azul pero siempre permanecerá sin desvelar el enigma de si lo que ustedes ven como azul es lo mismo que yo veo como azul. Tenemos la tendencia a pensar que cuando utilizamos una palabra que ha sido usada por mucho Para referir a ese problema Spengler acuña el concepto de pseudomorfosis –morfos es forma demasiado racional y no estar a tono con la cultura griega. Demasiado racional, demasiado pensante era Sócrates, hasta el punto que Antonio Tovar llega a decir que se destacaba tanto dentro de los demás individuos, dentro de una cultura que era fundamentalmente comunitaria, que eso era lo que les estorbaba a los atenienses de Sócrates: su individualidad tan marcada. El contexto anterior para recordar que esas son dos culturas completamente distintas y, por tanto, que lo que en Grecia se entiende por democracia tiene algo que ver con lo que nosotros llamamos democracia, pero no son lo mismo. Lo que en Grecia se denomina libertad tiene algo que ver con lo que nosotros llamamos libertad, pero son dos cosas completamente distintas. Criterio jurídico garantista 178 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 y pseudo, falso; entonces, una falsa forma–. ¿En qué consiste? Dice lo siguiente Spengler: cuando una cultura se encuentra ya decadente –y recuerden que dentro de su sistema todo ciclo cultural dura mil años–, ha construido unas formas muy sólidas pero los contenidos van languideciendo, ya no tiene esa dinámica para crear arte. Fernando Botero, nuestro pintor, decía desde la década de los ochenta: la pintura se acabó, el arte se acabó, esto es decadencia. Uno puede que no comparta ese criterio, pero sí tiene que convenir en que la pintura de finales del siglo XX es muy distinta de la de Rembrant, de la de Tiziano, de la pintura que llamamos del renacimiento, y entonces un pintor como Botero dice que el arte está agotado, que la pintura se acabó. Lo mismo pasa cuando se compara la música barroca con muchas composiciones contemporáneas que a uno le cuesta trabajo asimilar y empezar a gustar. Son dos cosas muy distintas. Spengler diría: es que ya no existe ese impulso creador, ya los contenidos de esa cultura están agotados. Y a continuación diría: la cultura nueva que surge tiene un mundo de contenidos, es pujante, pero no tiene dónde verter esos contenidos, porque no ha elaborado todavía las formas adecuadas para vaciarla. Entonces, ¿qué hace? Apela a las formas de la cultura decadente y utiliza, como quien dice, esos recipientes para vaciar sus contenidos y eso nos lleva a engaño, porque es como si dentro de una botella de aceite vaciáramos vino manteniendo el mismo rótulo. Spengler habla de pseudomorfosis para aludir a ese fenómeno. ¿Para qué toda esta reflexión? Para que se entienda mejor por qué lo que los griegos nombraban democracia no tiene que ser lo mismo que nosotros llamamos democracia; tenemos la misma forma, tenemos el mismo recipiente, el mismo rótulo, pero hay que rastrear de una manera muy delicada y muy fina los contenidos. Solamente personas con una gran preparación, incluso filológica, pueden explorar y llegar a distinguir o identificar los contenidos específicos de esa cultura antigua. Hay lingüistas que se han dedicado a eso, y filólogos como Wilamowitz y Nitzsche, por quienes hubo una disputa famosa. Wilamowitz era un profesor consagrado de filología, digamos un ícono en esa materia. Cuando Nitzsche trató de enseñar filología en la Universidad de Basilea lo destituyeron por incompetente pues consideraban que el filólogo era Wilamowitz. Rafael Gutiérrez Giraldo –un intelectual, un escolar, que nosotros no apreciamos en su verdadera dimensión, que siempre en esas disputas entre alguien muy fuerte y otro muy débil toma partido por el más débil–, va a descargar a Nietzsche: es que Nietzsche era un genio y ya las teorías de Wilamowitz estaban un tanto fosilizadas. En todo caso Wilamowitz era una de las personas que más exploró los contenidos de la cultura griega. Tiene una obra en dos tomos sobre Platón, que es clásica, y constituye una de las interpretaciones más importantes de este filósofo griego. Ustedes saben que la filología es el rastreo de la historia de un pueblo y de la historia de una cultura a través de su literatura, a través de sus escritos, y para eso se necesita una serie de instrumentos extraordinarios dentro de los cuales el rastreo filológico es fundamental; de allí que nosotros podamos derivar hoy algunas consecuencias, algunas conclusiones, pero recuer- La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna 179 Sin igualdad no puede haber libertad, pero eso no significa que en la vida práctica no se riñan. La igualdad tiene que ser un presupuesto de la libertad porque cuando yo soy libre pero no me tratan como a los demás, mi libertad es una pura ilusión. den que lo que llaman democracia los árabes puede no ser lo que nosotros llamamos democracia; lo que llamaban democracia los griegos puede no ser lo que nosotros llamamos democracia; lo que ellos llamaban libertad puede ser muy diferente a lo que nosotros llamamos libertad, y de eso especialmente quiero ocuparme. Democracia y liberalismo Demos un salto grande. El maestro Gerardo Molina tiene un libro cuya lectura yo recomiendo mucho y que a mi juicio es tal vez su obra más importante: Proceso y destino de la libertad. En ella pone de presente la prosecución que hubo en la Revolución Francesa de dos libertades distintas.Él no cita para nada –al menos yo no recuerdo que lo haya hecho– a un autor que es el punto de referencia obligado: Benjamin Constant, pero su distinción coincide bastante con lo que apunta Constant en su discurso “De la Libertad de los antiguos comparada con la de los modernos”. La digresión que voy a hacer sobre este tema sirve, además, para precisar conceptos que utilizamos ordinariamente de una manera inadecuada. Nosotros asumimos que democracia y liberalismo son la misma cosa, hablamos de Estado liberal y muchas veces algo que es propio de la democracia lo atribuimos al liberalismo y algo que es propio del liberalismo se lo atribuimos a la democracia, pero son dos conceptos perfectamente distintos, hasta el punto de que podemos concebir una sociedad liberal no democrática y una sociedad democrática no liberal. A eso se refiere el maestro Molina en Proceso y destino de la libertad. Es importante incluso el título de la obra, porque en él ya indica algo que a mi juicio es esencial: la libertad no es algo dado que nosotros nos encontremos, la libertad es una conquista y esa conquista implica recorrer un camino; ese camino es el proceso y hacia dónde va la libertad. Muestra también cómo en la Revolución Francesa hay, incluso, cronológicamente pudiéramos decir, dos etapas bien diferenciadas: una que pudiéramos llamar de la libertad seguridad, Criterio jurídico garantista 180 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 plasmada en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), y otra que es la libertad participación. ¿Qué es lo que dice y proclama la primera? La libertad de conciencia, la libertad de expresión, de palabra, de prensa, la libertad de moverme por el territorio de mi país sin que nadie me ponga obstáculos, el derecho a ser juzgado únicamente con normas preexistentes al hecho que se me impute, el derecho a que no se me sancione con penas que no estaban previamente establecidas al momento en que yo cometí la conducta que se considera delictiva. Ese es el legado típicamente liberal que el maestro Molina llama libertad seguridad. ¿Por qué libertad seguridad? En esa expresión hay ya una connotación bien importante: yo como individuo debo tener la certeza de que una zona de mi personalidad es inmune a la acción del Estado, y por tanto que el Estado no se va a meter con la manera como yo pienso, que el Estado no se va a meter con lo que yo diga, con lo que yo escriba, que el Estado no me va a estorbar cuando yo quiera desplazarme por el territorio de mi país: tengo esa seguridad. Libertad seguridad, es como quien dice, el verdadero límite que se establece a la acción del Estado frente a los derechos ordinariamente llamados de primera generación: las libertades públicas y los derechos individuales, un legado típicamente liberal. Pudiéramos decir que la libertad liberal –parece redundante pero no lo es–, es la libertad seguridad y que es compatible con un régimen que no sea democrático. Les pongo un ejemplo: Federico el Grande, de Prusia, quien hace parte de los que se llamaban déspotas ilustrados, era como casi todos los hombres instruidos amante de la libertad, no porque estuviera involucrado en esas libertades, sino porque yo, déspota ilustrado, generosamente se las concedo. Si nos preguntamos a qué régimen político corresponde esa situación, podríamos decir perfectamente: a un régimen liberal. Pero, preguntamos: ¿a un régimen democrático? Ni riesgo, él no permitía que los súbditos intervinieran en la fijación de los límites de esas libertades ni nada por el estilo, era una concesión graciosa, generosa de él. Para empezar a despejar equívocos y mostrar cómo liberalismo y democracia no son lo mismo y cómo cuando llamamos a un régimen demoliberal, es porque recoge tanto las metas perseguidas por el liberalismo como las perseguidas por la democracia, pero son perfectamente discernibles, perfectamente separables. Hagamos el ejercicio contrario. Supongamos que los aquí presentes constituimos una comunidad, el pueblo de un Estado, y que acordamos lo siguiente: las decisiones las vamos a tomar por mayoría o incluso podríamos decir por unanimidad o por consenso, y empezamos a pensar qué sería importante dentro de nuestra comunidad: ¿una libertad de prensa sin límites? o ¿de pronto esa libertad de prensa termina atentando contra esta comunidad que nosotros apreciamos tanto? Nosotros podríamos decir: no, la libertad de prensa desbocada no la podemos permitir, vamos a ponerle límites claros a la libertad de prensa. Pero alguien diría: eso no es democrático. Hemos tomado esa decisión por mayoría o por unanimidad utilizando la regla de oro de la de- La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna 181 mocracia, pero utilizando la regla de oro de la democracia hemos resuelto limitar una libertad, y de la misma forma pudiéramos limitar otras como la libertad de movimiento. En La Utopía de Tomás Moro, la libertad de tránsito prácticamente no existe, la persona que se va a mover del lugar donde vive tiene que contar con una licencia y anunciar que se va a desplazar; ¿eso podríamos hacerlo nosotros?. Sería absurdo, ¿cómo vamos a recortar la libertad de movimiento de esa manera? Sí, pero lo hemos hecho democráticamente y por tanto tendríamos el ejemplo de un modo de dirección democrático pero no liberal. Nos hemos referido entonces a la libertad que el maestro Molina llama libertad seguridad, primera etapa de la Revolución Francesa. Pero surge justamente una inquietud: ¿vamos a tener el mismo concepto de un déspota ilustrado como Federico el Grande, y por tanto esas libertades no estarán a disposición de los que se benefician de ellas sino de quienes las reciben como un acto de generosidad? La respuesta es no. Es necesario, además, que la gente participe. Llegamos entonces a la segunda etapa del análisis que hace el maestro Molina sobre la Revolución Francesa y que él llama libertad participación, que es la libertad típicamente democrática. Y ¿cuál es el problema o la preocupación que surge? Una muy simple: bueno ¿y esas libertades de que nosotros disponemos nos las pueden quitar de un momento a otro? Para que no nos las quiten tenemos que tener incidencia en las decisiones, que esa tabla de libertades y que los límites a esas libertades incluso las fijemos nosotros. Estamos entonces en un ámbito completamente distinto: el de la libertad participación. Y de la misma manera que decíamos que la libertad seguridad es la libertad liberal, la libertad participación es la libertad democrática. De los ejemplos citados se puede inferir fácilmente: es perfectamente concebible un régimen liberal sin democracia y un régimen democrático con libertades muy restringidas. ¿Por qué se habla entonces de régimen demoliberal? Porque se encuentra que a pesar de que son dos cosas distintas, la libertad seguridad y la libertad participación se atraen de una manera tal que se funden en lo que llamamos régimen demoliberal, se necesitan mutuamente, porque si a mí un príncipe, un gobernante, un déspota ilustrado como Federico el Grande me da mi libertad y yo pregunto: –– ¿hasta cuándo? –– y él me dice: hasta cuando yo quiera. –– Y por qué no me deja a mí incidir en eso, puede que usted me vaya a quitar la libertad cuando yo más la necesito. Lo que pienso como individuo lo podemos proyectar sobre toda la comunidad, pero la comunidad diría: un momentico, esas libertades no son una concesión graciosa, es preciso que nosotros podamos decidir sobre esas libertades, eso es lo típico de la democracia. Entonces, llamamos régimen demoliberal a aquel régimen donde la libertad seguridad y la libertad participación se funden. Criterio jurídico garantista 182 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Llamamos régimen demoliberal a aquel régimen donde la libertad seguridad y la libertad participación se funden. La prosecución de la libertad seguridad tiene lugar especialmente en la primera etapa de la Revolución Francesa, justamente en 1789 cuando se proclama la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La prosecución de la libertad seguridad tiene lugar especialmente en la primera etapa de la Revolución Francesa, justamente en 1789 cuando se proclama la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Luego viene la búsqueda de la libertad participación, la segunda etapa, que responde a esa inquietud: ¿y estas libertades tan ricas, tan apreciables de que gozamos nos las pueden quitar? Que no nos las vayan a quitar. ¿Por qué? Porque nosotros nos podemos oponer. Entonces ya estamos clamando es por una comunidad donde sea la democracia la que tenga prevalencia. Por eso les digo que el liberalismo y la democracia se atraen y cuando se habla de régimen demoliberal tenemos la impresión de que son una misma cosa cuando no lo son. Luego haré alguna referencia al Estado de Derecho, que es una noción muy importante, con el objeto de que tengamos también claro ese concepto, porque suele confundirse en razón a que refiere a cosas que están muy próximas pero son distintas, discernibles, separables. Digamos esto: la libertad liberal es la libertad seguridad y la libertad participación es la libertad igualdad. En el primer artículo de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano esas dos cosas se funden porque se dice: los hombres nacen libres e iguales ante la ley. Ahí hay una referencia importante porque se pone de presente que sin igualdad no puede haber libertad, pero eso no significa que en la vida práctica no se riñan. La igualdad tiene que ser un presupuesto de la libertad porque cuando yo soy libre pero no me tratan como a los demás, mi libertad es una pura ilusión. Entonces viene la segunda lucha, la lucha por la libertad participación. Ustedes saben que en la Revolución Francesa hay épocas predominantemente individualistas, liberales, y épocas predominantemente igualitarias o democráticas, y que hay revolucionarios franceses comprometidos fundamentalmente con la libertad –los girondinos– y revolucionarios franceses comprometidos fundamentalmente con la igualdad –La Montaña, digamos, Montagnards–. Y vale la pena hacer esta reflexión: cuando uno oye o lee los eslogan de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad, esa fraternidad deriva de que esta fue una revolución típicamen- La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna 183 te cristiana, anticlerical –el clero era uno de los sectores privilegiados de la sociedad–; casi todos los revolucionarios franceses eran cristianos y entonces se habla de fraternidad que es un valor cristiano. Nos consideramos hermanos porque somos hijos de un mismo Padre, pero ahora en un lenguaje secular esa fraternidad es la que nosotros pensamos como solidaridad. Podríamos, en lenguaje típicamente secular, desprovisto de esos precipitados religiosos, hablar de libertad, igualdad y solidaridad. Esas tres metas a uno le suenan demasiado bien. Casi podría asegurar, a priori, que si yo les pregunto: ¿Ustedes juzgan la libertad un bien deseable?, todos dirían: claro; ¿y la igualdad?, también; ¿y la solidaridad?, también. Pero la tragedia viene cuando uno es consciente de que esas metas tan deseables, tan plausibles, que tanto valoramos, pueden no convivir pacíficamente y en determinado momento tener que decidirse por la libertad, por la igualdad, por la solidaridad o por las libertades individuales. Hay incluso libros donde se trata eso, por ejemplo, en La dialéctica de la ilustración. De eso somos conscientes, entre otros, los que hemos ocupado cargos como jueces constitucionales. La Constitución colombiana es modelo de una constitución en su parte dogmática garantista, comprometida con una serie de valores bellísimos, pero uno sufre la tragedia de impregnarse con casos en que uno de esos valores tiene que ser sacrificado en lugar del otro. Entonces, cuando yo le pregunto a una persona: ¿a usted le gusta la libertad? Sí ¿Y le gusta la igualdad? También. Y si entran en choque esos dos valores –porque entran en choque y muy a menudo–, ¿usted cuál prefiere? Hay personas que dicen, ¿yo? la igualdad, o ¿yo? la libertad. El ejercicio del juez constitucional tiene que consistir en sopesar, si le da prelación a la libertad ¿en qué medida está sacrificando la igualdad?, y si le da prelación a la igualdad ¿en qué medida está sacrificando la libertad? Eso que los jueces tal vez no conocíamos y que ahora se llama ponderación de principios, ponderación de valores, y que nos impide decir, la libertad toda y que la igualdad desaparezca, o al revés, darle prelación a la igualdad y que la libertad se sacrifique, es un ejercicio muy bello que pone de presente justamente eso de que metas, propósitos, valores, muy deseables, no siempre conviven pacíficamente. En la Revolución Francesa hay momentos en que los derechos individuales son exaltados sin importar que la igualdad se sacrifique, y momentos en que son los valores igualitarios los que prevalecen. En esa, que es ordinariamente tenida como la revolución liberal por excelencia, Babeuf –quien impulsó la revolución de los iguales–, también termina en la guillotina a pesar de ser el abanderado de la igualdad. Hay mucha literatura sobre eso. Recuerdo en este momento que Enrique Tierno Galván, un profesor de filosofía del derecho y de filosofía política, que fue alcalde de Madrid, tiene un libro muy interesante que se titula Babeuf y los iguales, sobre ese episodio fundamentalmente igualitarista, pudiéramos llamar democrático y antiliberal, antiindividualista de la Revolución Francesa. Todo esto para mostrar que cuando afirmamos que estamos comprometidos con la libertad, tendríamos qué explicar, a la luz del texto del maestro Molina, con cuál de las dos: con la libertad seguridad o con la libertad participación. O de otra manera, estar comprometidos con una sociedad liberal pero no democrática o con una sociedad democrática y no liberal. Criterio jurídico garantista 184 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 El caso es que nos gustan las libertades y nos gusta la democracia y hasta llegamos a decir: es que esas libertades son las sustancias de toda democracia, pero eso lo que expresa es un deseo, no un análisis lógico o riguroso. Es perfectamente posible concebir una sociedad democrática donde esas libertades no tengan vigencia como nosotros quisiéramos. Ahora les voy a leer fragmentos muy pequeños de un discurso muy famoso que pronunció en El Ateneo de París Benjamin Constant a comienzos del siglo XIX, un texto ya clásico que se llama justamente La libertad de los antiguos y la libertad de los modernos. En Roma los Tribunos tenían hasta cierto punto una misión representativa –la representación en Roma prácticamente no existe, lo que es como la sustancia de la democracia moderna–, eran los órganos de aquellos plebeyos que la oligarquía había sometido a una nueva esclavitud al echar a tierra a los reyes: Preguntaos primero, señores, lo que en nuestros días un inglés, un francés, un habitante de los Estados Unidos de América entiende por la palabra libertad. Para todos es el derecho de no estar sometido sino a las leyes2. Esa es la ley, pero óiganme esto, los romanos y los griegos admitían como compatible con esa libertad colectiva la sujeción completa del individuo a la autoridad de la multitud reunida. He ahí este otro fragmento de Constant que me parece diciente: Sin la población esclava de Atenas, no hubieran podido deliberar los 20 mil atenienses en la plaza pública3. Háganme el favor: la esclavitud como un presupuesto de la libertad. ¿De qué libertad? De la libertad participación. ¿Por qué me interesa entonces retomar esa especie de distinción que hace Gerardo Molina en su libro Proceso y destino de la libertad, y establecer una especie de simetría entre la libertad seguridad y la libertad individual, y entre la libertad participación y la democracia? Para tener fundamento al hacer esta afirmación: lo que en Grecia llamaban libertad no se parece en nada a lo que nosotros llamamos libertad. La libertad en Grecia era simplemente la posibilidad de participar en las asambleas que elegían funcionarios o que aprobaban leyes, eso y nada más. La democracia ateniense era una democracia participativa pero no al modo como nosotros la concebimos cuando pensamos: ¿al doctor Santos se le ocurrirá convocar un referendo como al doctor Uribe?, ¿cómo?, ¿cuándo será convocada la gente a decidir? En Atenas las decisiones eran diarias, la asamblea se reunía todos los días y por tanto tenía que haber gente disponible para estar deliberando y votando en las asambleas todos los días. ¿Esa gente cómo podía cumplir esa función? Porque los esclavos trabajaban por ellos. Entonces, fíjense ustedes qué paradoja: para que la libertad 2. Benjamín Constant. La libertad de los antiguos comparada con la de los modernos. Conferencia pronunciada en 1819. Disponible en http://www.bibliojuridica.org/libros/5/2124/16.pdf 3. Ibídem. La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna 185 Nos gustan las libertades y nos gusta la democracia y hasta llegamos a decir: es que esas libertades son las sustancias de toda democracia, pero eso lo que expresa es un deseo, no un análisis lógico o riguroso. Es perfectamente posible concebir una sociedad democrática donde esas libertades no tengan vigencia como nosotros quisiéramos. participación tuviera lugar la esclavitud era necesaria. Lo dice de una manera muy brillante y muy eficaz Benjamin Constant: sin los esclavos, sin la esclavitud, veinte mil atenienses no hubieran podido ir todos los días al Ágora a deliberar. De modo que cuando nosotros hablamos de la libertad en Grecia o Atenas –cuna de la libertad–, tenemos que ser cuidadosos y pensar qué es lo que se llama libertad. Los que hayan leído La República saben que Platón tenía un pésimo concepto de la democracia y eso puede tener varias explicaciones: una, que Platón pertenecía a una familia rica y aristocrática y su propuesta de La República es una proposición del gobierno del aristo, es decir, del que posee la areté, y la areté es la virtud, por tanto, la aristocracia es el gobierno de los virtuosos. Fíjense la manera como se va degenerando la palabra. Hoy llamamos aristocracia no al gobierno de los virtuosos. Nadie va a pensar que los herederos de los Estuardo o los herederos de los Borbones son virtuosos, sino que pertenecen a un grupo privilegiado por el vínculo de la sangre y que están llamados a ejercer el gobierno. En Platón lo que pasa es que la virtud y el conocimiento son una misma cosa; Platón es un filósofo de un racionalismo supremo y por tanto él considera que la virtud siempre es un tipo de conocimiento. En los diálogos menores, que son los que se llaman aporéticos o problemáticos, Platón pone a Sócrates a discurrir sobre un determinado tipo de virtud. Por ejemplo, en Carmides o de la sabiduría, Carmides que era un joven –generalmente quienes representan la sabiduría en el sentido de Sofía son los ancianos, los viejos; han vivido tanto, conocen tanto que pueden ser quienes sinteticen la sabiduría–, pero Carmides es un sofo y tiene fama de poseer la sabiduría en el sentido de sofrosine, es decir, como la capacidad de distinguir lo correcto de lo incorrecto, es interrogado por Sócrates acerca de la virtud que a él se le atribuye y que él mismo dice poseer. Invariablemente, en estos diálogos menores, las preguntas iniciales son estas: –– Tú tienes fama de poseer la sabiduría, ¿tú posees la sabiduría? –– Claro, entonces él responde. –– ¿Y sabes en qué consiste la sabiduría? –– Desde luego que sé en qué consiste la sabiduría. Y Sócrates lo somete a ese test demoledor de sus preguntas para demostrarle que no sabe qué es la sabiduría, y que si no sabe qué es la sabiduría difícilmente la posee. Los diálogos menores concluyen –y eso es lo que a mí me parece más apasionante–, no de una manera acertórica, o sea diciendo la sabiduría es esto, sino con un gran interrogante. Sócrates termina de esta manera: Carmides, me doy cuenta de que tú no sabes lo que es la sabiduría, pero yo tampoco, necesitamos un maestro. O el otro diálogo bello: Laques o sobre Criterio jurídico garantista 186 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 la valentía. Ordinariamente consideramos que la valentía no tiene nada que ver con el conocimiento. Sócrates va donde un gran estratega ateniense que es Laques, que por cierto está dialogando con otro gran estratega que es Niceas. Primero interroga a Laques: –– ¿Tú eres valiente? –– Lo he demostrado en el campo de batalla. –– ¿Y sabes en qué consiste la valentía? –– Sé en que consiste la valentía. Pero le hace Sócrates tales preguntas que él se confunde. Entonces les dice: ustedes no saben en qué consiste la valentía, yo tampoco, necesitamos un maestro. O va donde Eutifrón, un sacerdote ateniense, y le pregunta: –– Tú tienes fama de ser piadoso ¿eres piadoso? –– Claro, como nadie en Atenas. –– ¿Y sabes en qué consiste la piedad? –– Desde luego. Y le hace una serie de pregunticas inocentes que Eutifrón queda completamente confundido. Una de las pregunticas inocentes que le hace es esta: –– Eutifrón, ¿las cosas son buenas porque los dioses las quieren o los dioses las quieren porque son buenas? Esa pregunta dio lugar a una especie de dicotomía en la filosofía moral y ética, e incluso contemporánea, en el gran debate entre Santo Tomás y Escoto en la edad media. Esa pregunta que deja Eutifrón sin responder y Sócrates también, Santo Tomás, ya en un ambiente monoteísta la planteará así: ¿las cosas son buenas porque Dios las quiere? o Dios las quiere porque son buenas. Y él, que es un racionalista que antepone la sabiduría a todas las demás características de la divi- nidad, dirá: como Dios conoce lo bueno, manda lo bueno, o sea, Dios conoce lo que es bueno; lo bueno es bueno en sí mismo, y Dios lo conoce pero él no es el que determina qué es lo bueno. En cambio, Escoto, es mucho más coherente con el punto de vista cristiano, dirá: si Dios es omnipotente, Dios es el autor de lo bueno y lo malo, de toda ley, y por tanto las cosas simplemente son buenas porque Dios las manda o son malas porque Dios las prohibe y nada más. Lo demás es una arrogancia del hombre frente a Dios. Conocemos todos la discusión muy bella en la que Escoto, razonando desde un punto de vista eminentemente cristiano, demuele, a mi modo de ver, a Santo Tomás, porque Santo Tomás se mueve o tiene que hacer compatible el cristianismo con la filosofía antigua, específicamente platónica y aristotélica. Entonces, a la pregunta: ¿el homicidio es malo en sí mismo o es malo porque Dios lo ha prohibido? Santo Tomás dirá: el homicidio es malo en sí mismo y como es malo y Dios lo sabe, lo prohibe. Y Escoto preguntará: ¿y entonces por qué mandó a Abraham a que diera muerte a su hijo Isaac? En ese caso lo bueno era que Abraham obedeciera. Santo Tomás allí razona de una manera a mi modo de ver vergonzosa, porque parece un leguleyo diciendo: no, lo que pasa es que la ley es la misma pero Dios la puede suspender en un caso concreto; en cambio Escoto se hace cargo del nuevo mensaje cristiano y de que los mandatos son buenos porque vienen de Dios que es todopoderoso, porque de acuerdo con Santo Tomás Dios no es todopoderoso pues está limitado por el Padre Eterno. Y a la pregunta: ¿el adulterio es malo en sí mismo o es malo porque Dios lo ha prohibido? Es malo en sí mismo y por eso Dios lo ha prohibido, La democracia en Grecia clásica y su relación con la democracia moderna 187 responderá Santo Tomás. Y Escoto le replica: ¿y por qué le mandó a Abraham que se uniera con su esclava Agar siendo que estaba casado con Sara? Porque Sara era estéril. Entonces en ese caso el adulterio es bueno, replica Escoto. Y el robo: ¿es malo en sí mismo o es malo porque Dios lo ha prohibido? Santo Tomás dirá: es malo en sí mismo por eso Dios lo prohibe. En cambio Escoto responderá: ¿y por qué entonces cuando los israelitas se iban a retirar de Egipto, en el éxodo, les envió un ángel para que marcara las propiedades de los egipcios que ellos podrían robarse, para que en el desierto tuvieran algo de qué alimentarse? Una polémica muy bella que ilustra bastante bien dos cosas: por una parte la filosofía fundamentalmente racionalista griega que recoge Santo Tomás y que difícilmente puede adaptarla a un sistema teológico monoteísta y particularmente cristiano; y la filosofía de Escoto, voluntarista, típicamente occidental, individualista que a esa pregunta de la mala inse y la mala prohibita, dice él: no hay mala inse, las cosas no son malas en sí mismas, son malas porque están prohibidas. Voy a finalizar con una reflexión respecto a dos conductas: nuestros legisladores o nuestros gobernantes tienen el hábito de prohibirlo todo o de sancionarlo todo. Yo, por ejemplo, tuve esa experiencia en el Senado: si hay una conducta que está perturbando la sociedad, el orden público, entre otros, y esa conducta no es delito, pongámosla como delito; o si esa conducta es delito ya, entonces aumentémosle la pena. Quiero llamar la atención sobre esto: no hay irresponsabilidad mayor que aquella de prohibir o sancionar conductas sin una base sólida. ¿Por qué? Porque la prohibición trae consigo una consecuencia grave que es el sentimiento de culpa. Puede ser una conducta inocente, pero si está prohibida, la persona que incide en ella dice: estoy cometiendo un delito, estoy infringiendo la ley. Criteriojurídico Criterio jurídico garantista garantista 188 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Intervenciones corporales y derechos fundamentales: límites Óscar Augusto Toro Lucena* RESUMEN Abstract Las intervenciones corporales cobran vida dentro del contexto de las diligencias judiciales de investigación penal. Estas diligencias se han convertido en materia de estudio de varios tratadistas, tanto nacionales como extranjeros, y se han postulado como centro de debate para la justicia, en distintos países, incluyendo el nuestro. La discusión del tema se edifica a partir del objetivo de las intervenciones, pues como su nombre lo indica, son medidas de investigación que recaen directamente sobre el cuerpo humano. Body interventions may recover within judicial diligences context of research law. These diligences have become a revision case for national and international specialists and have been the main issue in debates for the justice in many countries, including Colombia. The debate focuses on the basis of the interventions, as pointed out in the heading; research stances associated to the human body. Dichas intervenciones justifican la discusión jurisprudencial y doctrinaria, en el aspecto más relevante del Estado social de derecho, como lo es la consagración de los derechos fundamentales, tanto en los tratados internacionales como en las constituciones de cada país. Por tal motivo, estas reflexiones pretenden dilucidar las situaciones en las que los derechos fundamentales se ven vulnerados dentro del ejercicio del poder punitivo del Estado. Such interventions justify the jurisprudential and doctrinal debate, in the most significant issue of the social rule of law, agreed in the fundamental rights, both for the international as for the constitutional ones of each country. There for, the reflections tend to make clear the context in which fundamental rights are being violated within the exercise of the disciplinary power of the state. Key words: Law research, corporal interventions, fundamental rights, stances of research, social rule of law, punitive power of the state. PALABRAS CLAVE: Ley de investigación, las intervenciones corporales, los derechos fundamentales, las posturas de la investigación, el Estado social de derecho, el poder punitivo del Estado. Fecha de recepción: agosto 19 de 2010 Fecha de aceptación: octubre 21 de 2010 * Profesor de Derecho Penal de la Universidad Autónoma y la Universidad Nacional de Colombia, estudiante de maestría en Derecho Procesal. Intervenciones corporales y derechos fundamentales: límites 189 Ámbito constitucional y conceptual Como se ha mencionado, las intervenciones corporales inciden, exclusivamente, en el cuerpo humano, se practican –la mayoría de las veces– sin el consentimiento de la persona, adoptándose como diligencias que forman parte de una investigación, con el fin de buscar evidencia que pudiera hallarse al interior de la entidad corpórea y, a la postre, llevarla a formar parte de un proceso, ya sea a favor o en contra de la persona intervenida. Vale la pena mencionar los derechos que para la Corte podrían ser menoscabados con ocasión de estas diligencias: la dignidad humana (art. 1º), la libertad (art. 28), la intimidad (art. 15), la prohibición de tratos crueles, inhumanos o degradantes, la integridad corporal (art. 12), la no auto incriminación (art. 33), libre desarrollo de la personalidad (art. 16). Dentro de este contexto, es importante recordar que el imputado o investigado es una persona que goza de derechos y libertades que, constitucionalmente, le han sido asignados y, en razón a ello, ni siquiera en calidad de inculpado debe perder sus derechos fundamentales. Este precepto se reduce en la medida en que se pretenda utilizar el cuerpo del procesado como fuente de datos que lleven a esclarecer la investigación penal y puedan ser obtenidos para efectos probatorios. Además, estas diligencias no pueden llevarse a cabo con el empleo de la fuerza física pues, en tal caso, constituiría un trato inhumano y degradante. Ante esta situación, la doctrina española ha manifestado que, para la práctica de las intervenciones corporales, es indispensable la existencia de una situación previa que legitime la detención del sujeto pues, a contrario sensu, estaríamos frente a una desproporción entre la medida adoptada y el mal que se pretende evitar.1 En un mismo sentido, estas diligencias suponen una evidente afectación a los derechos fundamentales que tienden a proteger la intimidad corporal. Al respecto, la doctrinante española Inés Celia Iglesias Canle, citando una sentencia del Tribunal Constitucional español (STC 207/1996), refiere, que la importancia de obtener una definición de registro e inspección corporal, radica en la distinción que se haga de las intervenciones corporales: a)En una primera clase de actuaciones, las denominadas inspecciones y registros corporales, esto es, en aquellas en cualquier género de reconocimiento del cuerpo humano, bien sea para la determinación del imputado (diligencias de reconocimiento en rueda ...), o de circunstancias relativas a la comisión del hecho punible (... exámenes ginecológicos) o para el descubrimiento del objeto del delito (inspecciones anales o vaginales, etc.), en principio no resulta afectado el derecho a la integridad física, al no producirse, por lo general, lesión o menoscabo al cuerpo, pero sí puede verse afectado el derecho a la intimidad corporal ( ... ) si recaen sobre partes íntimas del cuerpo. 1. De Urbano Castillo, Eduardo y Torres Morato, Miguel Ángel. La prueba ilícita penal: estudio jurisprudencial. Barcelona: Ed. Aranzadi, 2003, p. 122. Criterio jurídico garantista 190 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 b) Por el contrario, en la segunda clase de actuaciones, las calificadas por la doctrina como intervenciones corporales, esto es, en las consistentes en la extracción del cuerpo de determinados elementos externos e internos para ser sometidos a informe pericial (análisis de sangre, orina, pelos, uñas, biopsia, etc.) o en su exposición a radiaciones (Rayos X ... ), con objeto también de averiguar determinadas circunstancias relativas a la comisión, el hecho punible, o la participación en él del imputado, el derecho que se verá por regla general afectado es el de la integridad física (...) en tanto implican una lesión o menoscabo del cuerpo, siquiera sea de su apariencia externa.2 Para otro sector de la doctrina española, “las intervenciones corporales son todo acto de coerción sobre el cuerpo del imputado por el que se extraen de él determinados elementos en orden a efectuar análisis tendientes a averiguar el hecho punible o la participación en él”3. Es claro que la idea de intervención corporal se produce como un examen realizado en el cuerpo de la persona, con carácter instrumental y que es realizado por un profesional para obtener evidencia dentro de una investigación penal. Al respecto, la Corte Constitucional colombiana, mediante sentencia C-822 de 2005, hace una importante distinción del concepto de intervenciones corporales, al afirmar, que [e]stos procedimientos han sido clasificados como diligencias de investigación posdelictuales, dirigidas a hacer una búsqueda sobre el cuerpo del imputado, de la víctima o de terceros que tengan alguna relevancia para la investigación, con el fin de constatar o esclarecer los hechos, lograr la identificación del autor y determinar las circunstancias bajo las cuales éstos se produjeron. También se ha señalado su función como medida protectora de los medios probatorios, cuando están orientadas a la recuperación de elementos de prueba que se encuentren ocultos en el cuerpo de la persona. 2. Iglesias Canle, I. Óp. Cit., págs. I5 y 16. 3. Gimeno Sendra, V. Derecho Procesal Penal. Madrid: Colex, 1999, pág. 455. En algunos casos, cuando es necesaria la intervención de personal médico o científico, se les ha reconocido también una dimensión pericial. Respecto de la afectación a los derechos fundamentales, la citada providencia refiere: (...) las intervenciones corporales, así como la intensidad que puede adquirir esa afectación en la práctica, tanto en el derecho internacional de los derechos humanos como en el derecho comparado, se ha rodeado a estas medidas de exigencias formales y materiales orientadas a impedir una incidencia excesiva, de los derechos fundamentales en juego. Por ello se ha entendido que la constitucionalidad de tales medidas depende del respeto del principio de proporcionalidad –esto es, que no tengan una incidencia desproporcionada en los derechos–, así como del principio de legalidad, apreciados en el contexto de una sociedad democrática. (... ) Estas diligencias probatorias inciden en un amplio espectro de derechos fundamentales. En primer lugar, dado que suponen la exposición del cuerpo del Intervenciones corporales y derechos fundamentales: límites 191 Las intervenciones corporales inciden, exclusivamente, en el cuerpo humano, se practican –la mayoría de las veces– sin el consentimiento de la persona, adoptándose como diligencias que forman parte de una investigación, con el fin de buscar evidencia que pudiera hallarse al interior de la entidad corpórea y, a la postre, llevarla a formar parte de un proceso, ya sea a favor o en contra de la persona intervenida. individuo a procedimientos en los que se utiliza el cuerpo mismo de la persona, la práctica de estas diligencias incide en la dignidad humana. En segundo lugar, las intervenciones corporales afectan el derecho a la intimidad porque –aún en el caso del registro personal que es un procedimiento menos invasivo que la inspección corporal en la que se realiza la exploración de orificios corporales– implican en todo caso exposición o tocamientos del cuerpo o de partes del cuerpo normalmente ocultas a la vista y fuera del alcance de las personas. En tercer lugar, también pueden afectar el derecho a la integridad física en el evento que la extracción de muestras implique el uso de agujas o punciones de algún tipo, o que su práctica conlleve la exploración de cavidades u orificios naturales mediante la introducción de aparatos o instrumentos manejados por personal médico o científico, o inclusive una intervención quirúrgica. En cuarto lugar, dado que se trata de medidas cuya práctica puede ser impuesta al individuo, tal característica supone una limitación de la autonomía personal. En quinto lugar, también se ha afirmado que las intervenciones cor- porales inciden en el derecho a no autoincriminarse, en la medida en que a través de ellas se pueden obtener medios probatorios que conduzcan a demostrar la responsabilidad del individuo. En sexto lugar, se afirma que también inciden en la libertad de movimiento del individuo afectado, pues para su práctica se hace necesario limitar temporalmente la posibilidad de circular libremente, o trasladarlo al sitio donde se encuentra el personal médico o científico. Y, finalmente, dependiendo de los hechos, puede ser pertinente analizar la prohibición de la tortura, así como la prohibición de tratos crueles, inhumanos o degradantes, puesto que la forma, condiciones y frecuencia con las cuales se practiquen las inspecciones corporales o la toma de muestras íntimas puede significar un grado de sufrimiento físico o moral constitucionalmente inadmisible. En consideración a lo expuesto, la Corporación aduce, sobre la ponderación de los derechos y las intervenciones corporales en el proceso penal, lo siguiente: Dado que el ejercicio de esta potestad de configuración puede incidir en el goce de derechos constitucionales, la Corte ha dicho que las limitaciones o restricciones en el ámbito del procedimiento penal deben ser adecuadas para lograr el fin buscado, deben ser además Criterio jurídico garantista 192 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 necesarias, en el sentido de que no exista un medio menos oneroso en términos de sacrificio de otros principios constitucionales para alcanzar el fin buscado y, por último, deben ser “proporcionales stricto sensu”, esto es, que no sacrifiquen valores y principios que tengan un mayor peso que el principio que se pretende garantizar. Sobre los derechos fundamentales, que se ven vulnerados con la práctica de las intervenciones corporales, Bedoya Sierra resalta que: “las labores investigativas de esta naturaleza pueden generar riesgos para la integridad física, generalmente, implican una considerable limitación a la intimidad, pueden comprometer la dignidad humana y, además, pueden afectar la libre determinación (cuando el afectado con la medida presta su consentimiento libre, consciente y debidamente informado)”4. En cuanto al primer postulado, el citado tratadista indica que la integridad física se puede comprometer con intervenciones corporales tan corrientes como la toma de muestras de sangre, por cuanto nunca se podrá tener certeza de la sanidad con que se ha practicado el procedimiento. Es decir, siempre que se haga una intervención al interior del cuerpo se va a tender a arriesgar la integridad física. Por su parte, la intimidad se afecta toda vez que la persona debe despojarse totalmente de su ropa y someterse a la plena observación de su desnudez por parte de personas ajenas. Además, es factible que la intimidad frente a situaciones de integridad de la persona se afecte, v. gr. cuando –por medio de una intervención practicada– es revelada una adicción o aspectos críticos de su salud. En este punto de la afectación es donde se genera la urgencia de que el legislador se pronuncie y, en consecuencia, reglamente la práctica de las intervenciones corporales, teniendo como fundamento principal el límite a los derechos fundamentales impuestos por la Constitución y los principios que rigen el procedimiento penal, a fin de consolidar en Colombia una Estas diligencias probatorias inciden en un amplio espectro de derechos fundamentales. En primer lugar, dado que suponen la exposición del cuerpo del individuo a procedimientos en los que se utiliza el cuerpo mismo de la persona, la práctica de estas diligencias incide en la dignidad humana. En segundo lugar, las intervenciones corporales afectan el derecho a la intimidad porque implican en todo caso exposición o tocamientos del cuerpo o de partes del cuerpo normalmente ocultas a la vista y fuera del alcance de las personas. práctica satisfactoria de las intervenciones corporales y, en general, el respeto que debe mantener el Estado frente a la persona intervenida sin que se vean matizados los conceptos 4. Bedoya Sierra, L. La limitación de los derechos fundamentales en el sistema acusatorio colombiano. Medellín: Librería Jurídica Comlibros, 2008. Intervenciones corporales y derechos fundamentales: límites 193 de dignidad humana e intimidad corporal. La doctrina ha sido reiterativa en este punto, “las intervenciones corporales deberían tener recursos que tutelen los derechos fundamentales para su protección.”5 Tipos de intervenciones La ley 906 de 2004 en sus artículos 247, 248 y 249, se ocupa de tres tipos de intervenciones corporales aplicables en nuestro sistema penal: inspección corporal, registro personal y toma de muestras, clasificación que desarrollaremos a continuación. Inspección corporal La inspección corporal es entendida, en principio, como un simple examen visual. Sin embargo, en la realidad consiste en una exploración que se realiza al cuerpo del imputado, donde se examinan ‘los orificios naturales’ en su interior. Este tipo de intervención se usa con el fin de observar si dentro del cuerpo de la persona puede existir algún objeto que aporte elementos de 5. Bedoya Sierra, L. Óp. Cit., pág. 213. prueba para esclarecer investigaciones. Ante esta concepción, resulta una notoria injerencia en los derechos fundamentales, pues su tendencia está marcada a conculcar las garantías ciudadanas. La naturaleza de esta intervención: denota la afectación del derecho a la intimidad, visto desde todas sus perspectivas; genera un riesgo inminente a la integridad física, por la complejidad de su práctica; afecta en sentido estricto la dignidad humana, por cuanto su decoro disminuye en gran proporción ante esta situación y siempre va a carecer del consentimiento del afectado. Sobre el tema, en la aludida sentencia C-822 de 2005, la Corte Constitucional, en su análisis, precisa que: En cuanto al grado de incidencia de la medida, la inspección corporal implica una afectación media o alta del disfrute de los derechos del imputado, dependiendo, por ejemplo, del grado de intrusión que conlleve la exploración de los orificios corporales y de la profundidad misma de esa exploración. El grado de afectación variará, atendiendo a los fines de la investigación en cada caso, entre otras cosas, según el tipo de orificio explorado, la profundidad del examen, la necesidad de emplear instrumental médico, etc. Así, en principio es muy invasiva la inspección de los orificios anales, vaginales, o cualquier exploración relativa a los órganos sexuales. Es menos invasiva la exploración de las cavidades bucales, nasales o auriculares, salvo que conlleve el empleo de aparatos que deban introducirse profundamente, Criterio jurídico garantista 194 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 como ocurre con una endoscopia. También es altamente invasiva, la exploración bajo la superficie de la piel que deba hacerse mediante un procedimiento quirúrgico. La inspección corporal se encuentra dentro de la esfera procesal penal, pues recae, exclusivamente, en las personas que tengan calidad de imputados. Así, el artículo 247 del Código de Procedimiento Penal –cpp–, dentro del principio de la reserva judicial, establece que cuando el fiscal tenga motivos razonablemente fundados, de acuerdo con los medios cognoscitivos previstos en esa misma norma, para sospechar que en el cuerpo del imputado se encuentran elementos probatorios y evidencia física claves para el curso de la investigación, podrá ordenar la inspección corporal de dicha persona.6 Una vez haya sido obtenida la autorización judicial, el fiscal ordenará la práctica de la inspección corporal por personal idóneo, según la naturaleza de la inspección, en presencia del defensor y guardando las consideraciones compatibles con la dignidad humana. Esta norma establece que la inspección corporal solo se practicará a la persona que tenga el carácter de imputado, excluyendo a la víctima y a terceros. Sin embargo, se ha considerado la importancia de precisar que dicha connotación (de la persona vinculada a un proceso penal), conlleva a agotar los trámites consagrados en los artículos 286 y siguientes del cpp, dejando en consideración la posibilidad de practicar la inspección cuando no se han agotado dichos trámites y apenas se tenga la calidad de capturado. Será, entonces, indispensable que la diligencia de intervención sea practicada con suma urgencia, para efecto de agotar el procedimiento establecido por las normas que regulan la captura en flagrancia (arts. 301 y ss. cpp). Dentro de este marco podemos concluir, que el fiscal, al sustentar la solicitud para la práctica de la intervención, deberá manifestar lo siguiente: a) Los hechos materia de investigación. b)Que el sujeto a quien se le practicará la diligencia tiene la calidad de capturado o de imputado. c)La evidencia que pretende hallar en el cuerpo del imputado. d)La importancia que trae a la investigación dicha evidencia para esclarecer elementos estructurales del delito investigado o la responsabilidad del imputado. e)Explicar, preferiblemente, con la ayuda de un perito, la idoneidad de la intervención corporal para recuperar la evidencia, refiriendo la inexistencia de otros procedimientos que permitan alcanzar el mismo fin y resulten menos lesivos para los derechos fundamentales. f) Argumentar sobre la proporcionalidad que existe entre la limitación de los derechos fundamentales y la importancia de los intereses constitucionalmente relevantes que pretende proteger con el procedimiento solicitado, teniendo en consideración la gravedad del delito y el nivel de afectación de los derechos fundamentales del imputado.7 6. Cfr. Guerrero Peralta, O. Fundamentos teórico constitucionales del nuevo proceso penal. Bogotá: Ediciones Nueva Jurídica, 2007. 7. Bedoya, L. Óp. Cit., pág. 232. Intervenciones corporales y derechos fundamentales: límites 195 Conforme a lo expuesto en la última parte del artículo 247, la Corte, en su análisis inicial de la sentencia C-822, indica que la presencia del defensor, para la práctica de esta diligencia, es indispensable, tanto en su solicitud como durante el procedimiento, motivo por el cual la norma preceptúa que, mientras se practica la intervención, deberá observarse toda clase de consideraciones compatibles con la dignidad humana. En este sentido es compatible con la dignidad humana, entre otras cosas, lo siguiente: (i) que no se someta innecesariamente al imputado a la repetición de la inspección corporal; (ii) que cuando se trate de inspecciones que involucren las cavidades vaginales, genitales o anales, o que requieran el empleo de instrumentos que deban ser introducidos en el cuerpo del imputado, ésta diligencia sea adelantada por personal médico; (iii) que la inspección corporal no implique el empleo de procedimientos que causen dolores innecesarios, o que puedan poner en riesgo la salud del imputado; (iv) que durante la práctica de la misma se observe el mayor decoro y respeto por la persona del imputado; y (v) que la medida se realice en condiciones de seguridad, higiene, confiabilidad y humanidad para el imputado.8 Registro personal Este tipo de intervención se entiende como la exploración de la superficie corporal, o bajo la indumentaria de la persona para descubrir elementos sujetos al cuerpo mediante adhesivos, o cualquier cosa que porte el registrado, de origen presuntamente ilícito, pero excluye la exploración de las cavidades corporales. Cierto es que el registro de personas es una medida utilizada, más que todo, por la Policía Nacional, a fin de garantizar la convivencia pacífica, la seguridad y tranquilidad ciudadana. Este registro difiere del registro dispuesto en el proceso penal, pues mientras el registro preventivo se asocia a una práctica espontánea de tipo policivo, para el registro practicado dentro de un proceso penal será indispensable tener autorización judicial del funcionario competente. Es evidente que el registro per­ sonal no va a afectar de manera exorbitante el derecho a la intimidad, en el sentido en que esta intervención es totalmente superficial al practicarse, pues, consiste en revisar si la persona lleva consigo elementos de prueba que pueda aportar a una investigación o cualquier tipo de objeto, instrumento o sustancia que esté legalmente prohibida, como es el caso del porte de armas o de estupefacientes. No obstante, en la práctica de esta intervención, la persona puede ser sometida a incomodidad relativa a la de la inspección corporal, cuando tiene que exponer sus partes íntimas, básicamente, cuando se trata de partes como el área genital y los senos en el caso del género femenino. Normalmente, este tipo de intervención corporal es menos invasiva respecto de la inspección corporal; así, no se requiere que la prueba que se pretenda encontrar sea necesaria para la investigación, pero el fiscal deberá sustentar que tiene utilidad de algún modo, pues sería ilegítimo limitar los derechos fundamentales sin que haya razones suficientemente motivadas para proceder a intervenir a una persona. 8. Corte Constitucional. Sentencia C-822 de 2005. M.P. Dr. Manuel José Cepeda Espinosa. Criterio jurídico garantista 196 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Para el estudio del registro personal es importante distinguir entre el que se practica en el curso de una investigación penal –el cual forma parte de la actividad represiva del Estado–, y el que practica la Fuerza Pública (también conocido como cacheo o requisa) con el fin de salvaguardar los intereses de la ciudadanía y garantizar la seguridad de la misma, el cual forma parte de la actividad preventiva. a.- Registro personal según el artículo 248 de la Ley 906 de 2004 El procedimiento para llevar a cabo el registro personal es el mismo utilizado en la intervención corporal, pues deben reunirse los requisitos establecidos por la Constitución y la ley, es decir, la orden para la intervención deberá estar debidamente motivada y, además, deberá incluir la ponderación de intereses constitucionales que se pueden afectar; así mismo, los funcionarios encargados de practicar dicho registro no podrán incurrir en excesos. De no cumplir estos parámetros es posible que la prueba obtenida mediante el registro de la persona, pueda, posteriormente, ser tachada como ilícita. Respecto del registro personal practicado en el curso de una investigación penal, la Corte Constitucional9 ha dicho, que tal como lo establece el artículo 248, esta intervención puede recaer sobre el imputado, “su cuerpo desnudo, su indumentaria y sobre los elementos y áreas bajo su control físico e incluir tocamiento de áreas del cuerpo con connotación sexual directa”, de igual forma, también puede recaer de la misma manera sobre un tercero relacionado con la investigación. Además, el registro personal “tiene como finalidad la búsqueda de evidencia física o elementos materiales probatorios conforme con el programa metodológico de una investigación penal, mas no prevenir la comisión de delitos”. No obstante, la norma citada hace una excepción cuando se trata de un registro incidental previo a la captura, el cual tiene como finalidad asegurar la eficacia de la aprehensión, pues está visto que es más efectivo, en este momento, encontrar, por ejemplo, armas que puedan ser usadas contra las autoridades que proceden a la captura. Esta excepción tiene como fin evitar que la evidencia que se encuentra en posesión de la persona aprehendida sea ocultada o destruida. b.- Registro personal “cacheo” o “requisa” Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra requisa tiene su origen en el francés réquisition y significa “revista o inspección de las personas o de las dependencias de un establecimiento” y “expropiación por la autoridad competente de ciertos bienes de propiedad particular, aptos para las necesidades de interés público.10 Dentro del contexto policivo, es el acto de palpación externa en el individuo, buscando evidencias delictivas. Para el Tribunal Constitucional Español, la diligencia de cacheo se define como “el registro de una persona para saber si oculta elementos que puedan servir para la prueba de un delito”. Sobre este aspecto la doctrina afirma que el derecho 9. Ibíd. 10. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición. 2007. Intervenciones corporales y derechos fundamentales: límites 197 Dentro del contexto policivo, la requisa es el acto de palpación externa en el individuo, buscando evidencias delictivas. Para el Tribunal Constitucional Español, la diligencia de cacheo se define como “el registro de una persona para saber si oculta elementos que puedan servir para la prueba de un delito”. a la libertad y a no ser privado de ella puede verse restringido en los casos y en la forma establecida por la ley española, así como el derecho que tienen los españoles de caminar libremente por el territorio nacional, que no se ven afectados por las diligencias policiales de cacheo e identificación, “pues aunque estas comporten inevitablemente molestias, su realización y consecuente inmovilización al ciudadano durante el tiempo imprescindible para su práctica, supone para el afectado, un so- metimiento legítimo, desde la perspectiva constitucional, a las normas de policía”11. Por su parte, Climent Durán define los cacheos como registros personales superficiales, dirigidos a averiguar si la persona posee alguna cosa relacionada con un delito investigado o prevenido.12 Generalmente, en las distintas sociedades, esta práctica se ha tornado en una labor realizada por parte de la policía, con el fin de preservar la seguridad ciudadana y evitar la comisión de delitos. De este modo, este tipo de registro personal radica en la medida de restricción a la libertad ambulatoria, que implica registrar a una persona para saber si oculta objetos prohibidos. La Corte Constitucional mediante sentencia C-789 de 2006 ha aclarado que: el registro personal que se efectúa en desarrollo de la actividad preventiva de policía consiste 11. STC 15 de abril 1993 citada por De Urbano Castillo, E.; Torres Morato, M. La prueba ilícita penal: estudio jurisprudencial. Barcelona: Aranzadi, 2003, pág. 160. 12. Climent Duran, C. La prueba penal: doctrina y jurisprudencia. Valencia: Tirant Lo Blanch, 1999; citada por Bedoya, óp. cit., pág. 220. Criterio jurídico garantista 198 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 simplemente en una exploración superficial de la persona, que como tal no compromete constataciones íntimas, y lo que lleve sobre sí, en su indumentaria o en otros aditamentos, con el fin, entre otros objetivos lícitos, de prevenir (no de investigar) la comisión de comportamientos que puedan llegar a generar alteraciones contra la seguridad de la comunidad. De tal manera, no conlleva este registro personal una afectación o restricción de derechos fundamentales que amerite la intervención judicial, a fin de determinar su racionalidad y proporción. Solamente habrá lugar a dicha intervención judicial cuando el registro trascienda del examen exterior de la persona y Ilegare a abarcar su reconocimiento físico interno, es decir, cuando acarree inspección corporal.13 Vale distinguir que el registro personal tal como previamente se expone, forma parte de la potestad que otorga la función preventiva de las autoridades es- tatales –que en nuestro país está en cabeza de la Policía Nacional–, siendo claro que es menester de esta autoridad, conservar el respeto por las limitaciones que la misma Constitución consagra a dicha potestad, frente a los derechos fundamentales de las personas. Ciertamente, los registros personales practicados por la policía, se tornarán más o menos violatorios en la medida en que los funcionarios mantengan el respeto y la cordialidad ante el ciudadano. En este sentido, la doctrina colombiana afirma que estas diligencias policivas “son más tolerables en cuanto sean más generales y se tornan más violatorios cuando son selectivos. Así, el ciudadano suele someterse tranquilamente a ellos al ingreso de espectáculos públicos, en los aeropuertos y terminales de transportes, y pueden sentirse agraviados cuando el procedimiento recae exclusivamente sobre una persona determinada o un grupo en particular”.14 Es el caso de la requisa por sospecha –término estrictamente policivo– consistente en la inspección que se le hace a una persona, cuyo comportamiento y apariencia lleva a pensar que puede portar algún tipo de elemento ilegal. Es en este punto, donde nace la urgencia de regular los límites originados por los derechos fundamentales en la práctica de las intervenciones corporales, en este caso del registro de personas, porque muchas veces la policía no presta atención a los requerimientos legales para proceder a la práctica de la diligencia, tendiendo siempre, de algún modo, a vulnerar los derechos de las personas, por su postura arbitraria y su abuso de autoridad, que es un problema que atañe no solo a nuestro país sino a la mayoría de los países 13 Corte Constitucional. Sentencia C-789 del 20 de septiembre de 2006. M.P. Dr. Nilson Pinilla Pinilla. En otro aparte, la Corte adiciona que existe una necesidad de diferenciar plenamente el registro personal realizado en ejercicio del art. 208 del CPP: “Para esta corporación, la facultad de registro personal que regula el artículo 208 bajo examen no es contraria a la Constitución pues tal norma no gravita en tomo a lo que ha de realizarse en el curso de una investigación penal, sino que se circunscribe a la actividad preventiva que por mandato constitucional le compete ejercer a la Policía Nacional a fin de mantener el orden público, en facultad previsora que, para el caso, con métodos no invasivos, permite la revisión externa y superficial de la persona y lo que lleva consigo, con el fin de dar seguridad al entorno, por lo cual su práctica no necesita autorización judicial previa. Ciertamente, el registro de personas es una de las medidas que persigue la realización del fin constitucional de garantizar la convivencia pacífica, la seguridad y la tranquilidad ciudadanas, tarea asignada por mandato superior a la Policía Nacional, según ya se analizó (art. 218 Const.)”. 14 Bedoya, Óp Cit., p. 219. Intervenciones corporales y derechos fundamentales: límites 199 del mundo. Para citar un ejemplo, en un espectáculo público, en que como se ha señalado las personas se someten al registro por necesidad, el nivel persuasivo de la autoridad se incrementa dependiendo del tipo de evento y de la calidad de las personas que asistan. Así, en un concierto de rock, en la requisa normalmente se somete a la persona a malos tratos, a que sea excedida la práctica del registro en cuanto a la palpación del cuerpo, y a que todos los asistentes sean sospechosos por su simple apariencia. Este tipo de situaciones en lugar de buscar la tranquilidad, seguridad y convivencia pacífica incita un poco más a incurrir en actitudes violentas por parte de la ciudadanía y a que la policía viole los procedimientos y menoscabe los derechos fundamentales, lo que, en resumen, se denominaría como conflicto de intereses. No obstante, la Corte Constitucional ha reiterado que estos registros son indispensables en la medida en que se actúe de forma correcta, pues cuando las autoridades hallen sospecha fundada de que ésta o la sociedad se encuen- tra en peligro, deberán proceder a practicar el registro en ejercicio de la labor preventiva. De cualquier modo, permanecen incursos de la obligación de preservar los derechos fundamentales, en la medida de lo posible, hasta el punto que cualquier extralimitación podrá tornar ilegítima la medida y cualquier elemento o evidencia que se haya adquirido de esa práctica podrá ser motivo de aplicación de la cláusula de exclusión. Toma de muestras Este tipo de intervención se encamina, igual que las anteriores, a extraer evidencia que se pueda hallar al interior del cuerpo del imputado o capturado, diferenciándose de la inspección y el registro corporal, en que éstos buscan extraer evidencias físicas que constituyen elementos u objetos ajenos al cuerpo (armas, droga, etc.), mientras que la toma de muestras pretende hallar la fuente de la prueba, es decir, una evidencia natural del cuerpo de la persona intervenida (cabello, semen, sangre, etc.), que a la postre deberá ser sometida a estudio por un experto y al análisis de idoneidad, necesidad y proporcionalidad necesarios para no configurar la exclusión de la prueba obtenida. Para esta intervención se deberá proceder mediante autorización judicial y bajo los mismos requisitos que la inspección corporal. La extracción de muestras, igual que la inspección corporal, se puede tomar únicamente de aquella persona que tenga la calidad de imputado, debido al riesgo en que son puestos los derechos fundamentales. Igualmente, si la persona que está prevista para la orden de intervención, se resiste a su práctica, las pruebas se podrán extraer aún en contra de su voluntad, evento en el cual, tendrá que someterse a la observación del juez de control de garantías. En todo caso el debate sobre la toma de muestras abre caminos hacia la investigación conducentes a determinar hasta qué punto la dignidad humana y los derechos fundamentales pueden ser afectados con estas técnicas. Criterio jurídico garantista 200 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 El pensamiento ancestral y el pensamiento constitucional en la región Andina* Jaime Cruz Rincón** RESUMEN ABSTRACT Se trata de un recorrido panorámico por los países andinos a través de los siguientes temas: una mirada retrospectiva al pensamiento boliviano entre la Constitución del 2009 y la Decisión 1532 del rey Carlos I de España, la normativa indígena en Colombia, el mensaje indígena peruano, el tema indígena en la Carta Social Andina, el perfil ancestral de la Constitución ecuatoriana, el poder indígena en Bolivia y el “Acuerdo de los Pueblos”. This is a panoramic tour of the andean countries through the following topics: a retrospective look at the bolivian thinking between the Constitution of 2009 and the Decision 1532 of king Charles I of Spain, indigenous norms in Colombia, the message peruvian indigenous, the issue of indigenous rights in the Andean Social Charter, the ancestral profile of the Ecuadorian Constitution, the indigenous power in Bolivia and the “Agreement of peoples”. PALABRAS CLAVE: conversatorio, pensamiento ancestral, pensamiento constitucional, región Andina, cambio climático. Key words: conversations, ancestral thinking, constitutional thinking, the Andean region, climate change. Fecha de recepción: agosto 5 de 2010 Fecha de aceptación: agosto 30 de 2010 * Ponencia en el marco del conversatorio “Conferencia mundial de los pueblos sobre el cambio climático y los derechos de la Madre Tierra” ** Docente investigador de la Universidad Autónoma de Colombia. Asesor de la Fundación Esperanza (Migraciones internacio­ nales). El pensamiento ancestral y el pensamiento constitucional... 201 M e siento muy honrado por esta oportunidad de participar en un evento de alta significación académica y política, por cuanto la Universidad Autónoma de Colombia y en especial la Facultad de Derecho, han abierto sus puertas al estudio de los Derechos de la Naturaleza y de la Tierra; es decir, de la Vida. La Vida y las libertades y capacidades para vivirla, con calidad y dignidad, constituyen el núcleo central de los Derechos Humanos. Derechos que en su ejercicio conforman, al mismo tiempo, el soporte y la manifestación de una democracia justa y equitativa, y permiten hacerla, sostenible y abierta al “buen vivir” de todas y de todos. Un recorrido panorámico por los países andinos nos condujo a una reflexión sobre los siguientes temas: I.Una mirada retrospectiva: 2009 - 1532. II.La normativa indígena en Colombia. III.Un mensaje indígena desde Perú. IV. El tema indígena en la Carta Social Andina. V.El perfil ancestral de la Constitución ecuatoriana. VI.El poder indígena en Bolivia. VII.El “Acuerdo de los Pueblos”. Hacia su fortalecimiento. Una mirada retrospectiva: 2009-1532 Penetrando en la historia, más allá de los doscientos años de los bicentenarios de los pueblos andinos, podemos y debemos acompañar el pensamiento del pueblo boliviano, expresado en su nueva Constitución 2009, plena de sabiduría y poesía, la cual afirma en su preámbulo: En tiempos inmemorables se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra Amazonía, nuestro Chaco, nuestro altiplano, nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con diferentes pueblos y comprendimos desde entonces, la pluralidad vigente de todas las cosas y nuestra diversidad como seres y culturas. Así conformamos nuestros pueblos y jamás comprendimos el racismo hasta que lo sufrimos desde los funestos tiempos de la colonia. El pueblo boliviano, de composición plural, desde la profundidad de la historia, inspirado en las luchas del pasado, en la sublevación indígena anticolonial, en la independencia, en las luchas populares de la liberación, en las marchas indígenas, sociales y sindicales, en las guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y el territorio y con la memoria de nuestros mártires, construimos un nuevo Estado. Han transcurrido cerca de quinientos años entre la reciente normativa constitucional boliviana y la Decisión 1532 del rey, Carlos I de España, que precisó el sentido de la conquista colonizadora, al ordenar: Y requiráis a los dichos indios que en ella hallareis, de nuestra parte, que luego vengan en nuestro servicio y obediencia y admitan la predicación de nuestra religión cristiana y se dejen de sus idolatrías y delitos nefandos (…) Y si hechas las dichas diligencias con los dichos indios, no quisieren venir en nuestro servicio y dar lugar a la dicha predicación, ni apartarse de los dichos delitos, en Criterio jurídico garantista 202 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 tal caso de ahí en adelante es nuestra merced y voluntad, que podáis declarar y declaréis los dichos indios por inobedientes a nuestra religión cristiana y como tales hacerles y hagáis guerra a fuego y sangre y a cautivar los dichos indios y tomarlos por esclavos y venderlos y llevarlos donde quisiereis y por bien tuviereis.1 Esta pauta de sometimiento y explotación de los pueblos indígenas se profundizó cuando el poder español, prohibió radicalmente, dos siglos más tarde, el uso de los lenguajes indígenas, con especial referencia a la lengua Mhuysqa –heredera de la cultura Mhu- y lengua báculo de nuestros pueblos ancestrales. Las normativa indígena en Colombia La impronta medioeval de la conquista quebró el sentido de la vida indígena: un ser en inmanencia con la naturaleza, fue forzado a aceptar una trascendencia religiosa, de por sí dogmática. Hibridación cultural aún no resuelta en las subjetividades e identidades de nuestro mestizaje, y además se ha mantenido una subordinación de las comunidades indígenas durante nuestros doscientos años de vida independiente. Al respecto, es diciente el artículo 1° de la Ley 89 de 1890, que dice: reitera el artículo anterior y agrega en el artículo 3° lo siguiente: El Superior eclesiástico de las Misiones dictará los Reglamentos necesarios para el régimen de la sociedad que forme con los salvajes que van reduciéndose a la vida civilizada, y los someterá a la aprobación del Gobernador del Departamento. Y ya, en el inicio del pasado siglo XX la misma Gobernación del Cauca, en su decreto 162 del 28 de abril de 1920, incide normativamente en las decisiones de los cabildos indígenas, con su artículo 3°, que conviene analizar hoy 2010 con nuestro actual ejercicio del poder político: La legislación general de la República no regirá entre los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada por medio de Misiones. En consecuencia el Gobierno, de acuerdo con la Autoridad eclesiástica, determinará la manera como esas incipientes sociedades deben ser gobernadas. Que la reelección de Gobernadores de indígenas no sólo se aparta de las prácticas republicanas, sino que la perpetuación de unos mismos indígenas en la dirección de los asuntos económicos de los resguardos, además de estimular la codicia de los más fuertes, deprime a los débiles, produce consecuencias funestas y, según se ha visto, la reelección de Gobernadores por muchos períodos, constituye cacicazgos a la usanza antigua, cosa que no permiten ni la Constitución ni las leyes. Una década más tarde, 1898, el decreto N° 74 de la Gobernación del Departamento del Cauca, Es justo reconocer que la Constitución Colombiana vigente -1991- dedicó el capítulo quinto, 1. Rengifo Lozano, Bernardo. Naturaleza y Etnocidio. Bogotá: Tercer Mundo, 2007. El pensamiento ancestral y el pensamiento constitucional... 203 artículos 246, 247 y 248, al sistema de gobierno de los pueblos indígenas. El artículo 246 establece: Las autoridades de los pueblos indígenas podrán ejercer funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial, de conformidad con sus propias normas y procedimientos, siempre que no sean contrarios a la Constitución y leyes de la república. La Ley establecerá las formas de coordinación de esta jurisdicción especial con el sistema judicial nacional. Esa ley no existe aún y cuando se estudie y se promulgue, es deseable que adquiera un enfoque intercultural, superando así el pensamiento multicultural, subyacente en la actual Constitución. nos otorgue. En ese sentido, podemos acompañar al economista indígena Javier Lajo, de la comunidad de Pocsi del pueblo Puquina (Perú), cuando extendiendo una mano abierta hacia otros pueblos afirma: La característica más sobresaliente en el subcontinente andino es nuestra riquísima diversidad. Somos diversos, pero somos también “pares”, poseemos dos civilizaciones. De nosotros depende el equilibrarlas y hacerlas complementarias. Algunos elementos de nuestra cultura Andina, son la extrema biodiversidad de nuestro medio geográfico y la variabilidad climática y demográ- Obvio, esa ley debe incorporar las disposiciones y las experiencias obtenidas en los decretos regulatorios posteriores a la formulación constitucional, comenzando por el decreto N° 1088 de 1993 (junio 10), por el cual se regula la creación de las asociaciones de cabildos y/o autoridades tradicionales indígenas. El breve recorrido anterior por la normativa colombiana, en relación con los pueblos indígenas, hace evidente, que en ese aspecto, estamos rezagados en nuestra normativa constitucional y legislativa. Un mensaje indígena desde el Perú En este comienzo del siglo XXI, tenemos que pensarnos –en cuanto región andina o andita– desde nuestra diversidad territorial, desde toda la complejidad de nuestro mestizaje cultural, y desde la seguridad y autonomía que esa reflexión 2. Revista de la CAN, 2008. fica de nuestros países. Todo esto nos ha dado una inmejorable disposición y métodos para “incluir” al forastero conservando sus características culturales, pues para subsistir en una naturaleza extremadamente biodiversa y de incertidumbre climática también extrema, es preciso crear, perfeccionar, manejar y conservar una cultura de la inclusión”2. Este mensaje indígena peruano invita a nuestros pueblos andinos a una actitud de diálogo, de to­ lerancia, de solidaridad, en síntesis de respeto Criterio jurídico garantista 204 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 por el otro; sea un individuo, una colectividad o una nación. De ese respeto mutuo, se nutren los Derechos Humanos. El tema indígena en la Carta Social Andina La Carta Social Andina, elaborada a mediados de la pasada década que estamos concluyendo, dedica doce artículos (67 a 78) de los 166 que la constituyen, a las poblaciones indígenas. Luego de reconocer la diversidad de lenguajes y culturas de las poblaciones ancestrales (arts. 67 y 68), y por lo tanto de sus especiales derechos (art.69), que exigen organismos apropiados para atenderlos (art. 70), estimula la participación indígena (art. 71): Apoyar y fomentar la participación directa y activa de los pueblos indígenas en la planeación, diseño y ejecución de las políticas, programas y proyectos de desarrollo humano sustentable con identidad; así como potencializar y reconocer todos sus aportes, capacidades, tecnologías y experiencias.3 Los artículos 72, 73 y 74 vinculan la Carta con formulaciones similares de las Naciones Unidas y la oea. El art. 75 promueve las capacidades de las mujeres indígenas y el 77, el acceso de las políticas indígenas a los avances científicos y tecnológicos. Importa registrar el art. 76 que habla de la tierra, en los siguientes términos: Recomendar a los gobiernos y parlamentos de la Subregión, la creación de mecanismos idóneos que garanticen el acceso a la propiedad, la lega- lización de la tenencia y propiedad ancestral de tierras y territorios tradicionalmente ocupados por los pueblos indígenas, incorporando en sus legislaciones procedimientos con jurisdicciones y competencias especiales para la solución de controversias. Esta Declaración culmina el tema indígena con el artículo 78: Los gobiernos y parlamentos de la Subregión garantizarán las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales para la construcción de la paz y la reconstitución de las nacionalidades y de los pueblos indígenas. El perfil ancestral de la Constitución ecuatoriana El preámbulo de la Constitución de la República de Ecuador (2008) afirma: Nosotras y nosotros, el pueblo soberano de Ecuador, Reconociendo nuestras raíces milenarias, forjadas por mujeres y hombres de distintos pueblos, celebrando a la naturaleza, la Pacha Mama, de la que somos parte y que es vital en nuestra existencia (….) Decidimos construir una forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la Naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el “Sumak Kawsay”; una sociedad que respeta, en todas sus dimensiones, la dignidad de las personas y las colectividades. A partir de estas definiciones básicas del preámbulo, la Constitución ecuatoriana, en todo su articulado, presenta una sólida convergencia del pensamiento ancestral y las exigencias de la vida contemporánea. 3. Conviene comentar que la mayor parte de las Comunidades Indígenas, elaboran periódicamente sus “Planes de Vida”, integrales y coherentes. Los Estados Andinos deberían formular explícitamente su compromiso de otorgar viabilidad y factibilidad a dichos Planes. El pensamiento ancestral y el pensamiento constitucional... 205 ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares…”5 El Título II: Derechos. Cap. Segundo: Derechos del “buen vivir “, en su Sección Primera, dedicada al agua y la alimentación, se precisa (art. 12): El derecho al agua es fundamental e irrenunciable. El agua constituye patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescriptible, inembargable y esencial para la vida. Las normativas sobre temas cruciales: territorio, biodiversidad, suelo y recursos naturales, agua, derechos de la mujer, justicia indígena, etcétera, se sustentan en tres pautas esenciales: el Derecho al “buen vivir”, una democracia participativa y directa, y la soberanía nacional. Es de advertir que en la Constitución ecuatoriana no existe el concepto de “Derechos Fundamentales”, que adquiere mucho relieve en otras constituciones, p. ej. el caso colombiano. El capítulo segundo del Título II: Derechos del “buen vivir” y el Título VII: Régimen del “buen vivir”, reemplaza, con un enfoque ancestral, el ámbito de los Derechos Fundamentales. El registro de algunas normas, ejemplifican este sentido constitucional: El territorio del Ecuador, constituye una unidad geográfica e histórica de dimensiones naturales, sociales y culturales, legado de nuestros antepasados y pueblos ancestrales4 El Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras 4. Ecuador. Constitución Política, título I, cap. 1º, art. 4º 5. Ibídem. En este capítulo se incluyen, además, temas tales como: ambiente sano, comunicación e información, cultura y ciencias, educación, hábitat y vivienda, salud, trabajo y seguridad social. Y en el Título VII: Régimen del “buen vivir” se reiteran estos temas, bajo el enfoque de Inclusión y Equidad (Cap. 1°) y de Biodiversidad y Recursos naturales. Un ejemplo significativo del sentido de esta Constitución, es el artículo 385 de la Sección octava: Ciencia y Tecnología, Innovación y saberes ancestrales, del mismo Título VII: El sistema nacional de ciencia, tecnología, innovación y saberes ancestrales, en el marco de respeto al ambiente, la naturaleza, la vida, las culturas y la soberanía, tendrá como finalidad: 1-Generar, adaptar y difundir conocimientos científicos y tecnológicos; 2-Recuperar, fortalecer y potenciar los saberes ancestrales. 3-Desarrollar tecnologías e innovaciones que impulsen la producción nacional, eleven la eficiencia y la productividad, mejoren la calidad de vida y contribuyan a la realización del “buen vivir”. Pero el concepto crucial de la Constitución ecuatoriana se presenta en el Título II: Derechos, cuando Criterio jurídico garantista 206 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 se enuncian en el Capítulo Séptimo los Derechos de la Naturaleza. El art. 71 establece: La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Y el artículo 73 agrega: El Estado aplicará medidas de precaución y restricción para las actividades que puedan conducir a la extinción de las especies, la destrucción de ecosistemas o la alteración permanente de los ciclos naturales. Se prohíbe la introducción de organismos y material orgánico e inorgánico que puedan alterar de manera definitiva el patrimonio genético nacional. Y concluye el artículo 74 con el siguiente texto: Las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades tendrán derecho a beneficiarse del ambiente y de las riquezas naturales que les permitan el buen vivir. Los servicios ambientales no serán susceptibles de apropiación; su producción, prestación, uso y aprovechamiento serán regulados por el Estado Se reitera: el derecho al “buen vivir”, la democracia directa y participativa y la soberanía nacional, constituyen la triada de soporte de la Constitución, en un ejercicio articulador del pensamiento ancestral y los avances científicos contemporáneos. Es previsible que la normativa instrumental y los diversos operadores de esta Constitución, mantengan su profundidad y coherencia en la aplicación de la misma. El poder indígena en Bolivia Escuchemos al presidente de Bolivia: Yo creo en la Naturaleza. En el mundo indígena la Pacha Mama es Dios. El Dios es la misma na- turaleza, la Madre Tierra, y mayor respeto, mayor veneración, mayor armonía de vivir con la Madre Tierra porque la tierra es la que da la vida. En diciembre de 2005, un indígena Aymará, nacido en el altiplano, luchador de los Derechos Humanos de los campesinos, líder cocalero, co­ creador del partido Movimiento al Socialismo –mas–, ganó las elecciones presidenciales en su país, Bolivia, con el 53,7% de los votos. Su contendor, Jorge Quiroga, del partido podemos, obtuvo 31,3%. El sábado 21 de enero de 2006 se posesionó Evo Morales Ayma, ante las comunidades indígenas diciendo: Desde Tiwanaku empieza una nueva era para los pueblos del mundo, solo con la fuerza del pueblo vamos a acabar con el estado colonial y con el neoliberalismo y podremos doblarle la mano al imperio…Pasamos de la resistencia a la toma del poder. El siguiente día, 22 de enero se posesionó ante el Congreso con el puño en alto, cantando a todo pulmón el último verso del himno boliviano: “morir antes que esclavo vivir…” El pensamiento ancestral y el pensamiento constitucional... 207 Dos periodistas chilenas, Malú Sierra y Elizabeth Subercaseaux, que analizaron el contexto sociopolítico y el panorama geodemográfico boliviano y que tuvieron la oportunidad de realizar entrevistas (agosto de 1996) con el núcleo del poder: el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García,6 registran en su libro Evo Morales. Primer indígena que gobierna en América del Sur, el siguiente texto: Desde los primeros meses se apreció que esto iba a ser otra cosa, los cambios serían radicales. Lo primero que hizo Evo Morales fue nacionalizar los hidrocarburos, enseguida convocó a la Asamblea Constituyente que opera en la capital, Sucre, y que en un plazo de no más de un año, de acuerdo al vicepresidente Álvaro García Linera, debería presentar al pueblo, para su aprobación mediante un referéndum, un proyecto de nueva Constitución política; otra medida fue rebajar el salario del presidente y sus ministros en un 57 por ciento –no estoy aquí para ganar plata sino para servir a la patria–; a los parlamentarios se les rebajó en un 50 por ciento; en el primer año de gobierno se aprobó la Ley de Reforma Agraria, ¡Bolivia sin latifundio!, parecía increíble, pero se logró. El prólogo del colombiano Eduardo Gómez (mayo/2009) al libro de las periodistas chilenas reflexiona sobre la vigencia del poder indígena en Bolivia, con las siguientes palabras: La revolución evolutiva boliviana nos enseña al respecto, que el sincretismo progresivo entre culturas y gentes aparentemente inconciliables por las enormes diferencias de desarrollo y de criterio, es posible, en la condición que se sepa apelar a las reservas de humanidad e inteligencia que esconde todo hombre. Si se logra la tolerancia sagaz, paciente y profundamente comprensiva (pero alerta y firme respecto a los abusos y la violencia) que ha puesto en prác- tica el gobierno de Evo Morales y Álvaro García Linera, se obtendrán resultados que sorprenden como “milagrosos” por la capacidad de cambio que han sabido descubrir en seres humanos que la tradición jerárquica imperante miraba como “casos perdidos. Justamente, uno de los logros mundiales recientes del gobierno boliviano fue el Acuerdo de los Pueblos –Cochabamba, abril/2010– en relación con el cambio climático y los Derechos de la Madre Tierra. Propuesta que se concretó, en la reciente aprobación, en las Naciones Unidas, de los Derechos del Agua. El “acuerdo de los pueblos”. Hacia su fortalecimiento El Acuerdo de los Pueblos, que se logró en abril del presente año –2010– en Cochabamba, Bolivia, sobre “el cambio climático y los derechos de la Madre Tierra”, tema central de esta reunión de hoy, en la Universidad Autónoma de Colombia, abrió nuevas perspectivas y responsabilidades en el campo de los derechos. En el Acuerdo de los Pueblos se afirma: Planteamos a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de “Vivir Bien”, reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual. Para enfrentar el cambio climático debemos reconocer a la Madre Tierra como la fuente de 6. Álvaro García: sociólogo, matemático, intelectual marxista, exguerrillero del movimiento Tupaj Kateri. Criterio jurídico garantista 208 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 la Vida y forjar un nuevo sistema basado en los principios de: • Armonía y equilibrio entre todos y con todo. • Complementariedad, solidaridad y equidad. • Bienestar colectivo y satisfacción de las necesidades fundamentales de todos en armonía con la Madre Tierra. • Respeto a los Derechos de la Madre Tierra y a los Derechos Humanos. • Reconocimiento del ser humano por lo que es y no por lo que tiene. • Eliminación de toda forma de colonialismo, imperialismo e intervencionismo. • Paz entre los pueblos y con la Madre Tierra7. Perspectivas y principios que pueden vincularse con las tesis de la física hindú Vandana Shiva, premio Nobel de la Paz 1993, que ella elabora en su libro Democracia de la Tierra, Justicia, Sostenibilidad y Paz (Paidos, 2005), a partir de la reconfiguración del ejercicio económico, en función de la Vida, reconociendo en la actividad humana, la existencia de tres economías, que deben, hoy, ser jerarquizadas y revalorizadas: • La Economía de la Naturaleza, como productora de Vida, y por lo tanto, soporte de todas las actividades de la especie humana. • La Economía del Sustento, en cuanto la producción e intercambio, cotidiano y cara-cara, de los nutrientes e insumos, requeridos por las personas, para su vida familiar y comunitaria. • La Economía del Mercado, con sus procesos industriales masivos, en función de las demandas regionales y globales de las personas, por productos realmente necesarios. Esta configuración de una economía viva, estable, en función de la Vida, estaría articulada, política- mente, con democracias vivas y respaldada en culturas vivas. Configuración que serviría de soporte de una Democracia de la Tierra, entendida como el ejercicio articulado de los siguientes principios: 1. Todas las especies, pueblos y culturas tienen un valor intrínseco. 2. La Democracia de la Tierra es una democracia de toda la vida en su conjunto. 3. Debe defenderse la diversidad en la naturaleza y en la cultura. 4. Todos los seres tienen un derecho natural a su sustento. 5. La Democracia de la Tierra está basada en las economías vivas y en la democracia económica. 6. Las economías vivas están levantadas sobre economías locales. 7. La Democracia de la Tierra es una democracia viva. 8. La Democracia de la Tierra está basada en unas culturas vivas 9. Las culturas vivas nutren la vida. 10.La Democracia de la Tierra globaliza la paz, la atención y la compasión. Y este mensaje de Vandana Shiva para todo el planeta Tierra se inicia con estas palabras: Al tiempo que una antigua visión del mundo, la Democracia de la Tierra constituye hoy en día un movimiento político emergente de defensa de la paz, la justicia y la sostenibilidad. La Democracia de la tierra vincula lo particular con lo universal, lo diverso con lo común y lo local con lo global. Incorpora lo que en la India llamamos Vasudhaiva Kutumbkam (La familia de la Tierra): La comunidad de todos los seres que tienen la tierra por sustento. Los nativos americanos y las culturas indígenas de todo el mundo han entendido y han experimentado siempre la vida como un continuo entre especies (Humanas y no Humanas) y entre generaciones (presentes, pasadas y futuras). Lineamientos generales 209 Revista Criterio Jurídico Garantista Lineamientos generales Rosalba Torres Rodríguez La Facultad de Derecho de la fuac se caracteriza por desarrollar políticas académicas tendientes a fortalecer el pensamiento autónomo y a promover el reconocimiento de la univer­si­­ dad por su calidad en el análisis reflexivo, auto reflexivo, crítico y autocrítico, fundamentado en un compromiso humanista con profundo énfasis en lo socio jurídico y en la formación integral de los estudiantes, egre­sados y profesionales del derecho. En este marco conceptual y pro­g ramático nace la revista Cri­­­­­terio Jurídico Garantista con el objetivo principal de difundir la producción intelectual y la in­vestigación académica de nuestros docentes, de docentes invitados a nivel nacional e internacional y del cuerpo administrativo que se encuentre participando en el desarrollo de investigaciones, así co­mo la producción socio jurídica y jurídica que motive reflexión, análisis, discusión y aporte conocimiento a la comunidad académica ins­ti­tu­­cional, local, nacional, regional e internacional. En consecuencia, cada edición reflejará el interés de toda la co­mu­nidad académica por divulgar y promover el quehacer, los retos y los logros de unos y otros; también el participar a los lectores trabajos, fuentes y desarrollos de otras latitudes que, a la vez que nos sirvan de referencia nos den nuevas luces en nuestro pensar y actuar, como se muestra en el mapa conceptual. En desarrollo de esta filosofía, la coordinación de la revista hace un llamado a la colaboración permanente de todos. Los objetivos, antes que fijar un fin, son una invitación abierta a hacer de Criterio Jurídico Garan­tis­­ta un medio de expresión demo­crático, reflexivo, crítico, propositivo y actual. Criterio jurídico garantista 210 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 Objetivos: •Promover, incentivar y consolidar la cultura de la investigación for­ma­tiva, científica, huma­nís­ti­ca, interdisciplinaria y trans­dis­­ciplinaria hacia un paradigma nuevo de conocimiento. •Construir, crear y mantener un espacio de reflexión, autorreflexión, crítica y autocrítica académica e investigativa de la Facultad de Derecho. •Generar un espacio para la discusión, el debate y la profun­ di­zación en permanente construcción académica, sobre temas de las diferentes disciplinas en coherencia con el pei de la Universidad y de la Facultad de Derecho, de su misión, visión y malla cu­ rricular­. •Contribuir a la construcción y estructuración permanente de la comunidad académica, de cara a la misión y visión de la Universidad y de la Facultad de Derecho. • Aportar nuevos enfoques, conocimientos y diálogo de sa­be­­­ res sobre diversos aspectos de la realidad sociojurídica, local, regional, nacional e internacional. Al logro de los anteriores objetivos contribuirá el equipo editorial encabezado por el decano de la Facultad en calidad de director de la publicación; el Comité Editorial conformado por los jefes de área y pares externos del ámbito académico e in­ves­tigativo en las ciencias so­cio­jurídicas y humanistas; y la coordinadora editorial. Los artículos y contribuciones avalados favorablemente por el Comité Editorial, son evaluados luego por especialistas, quienes determinan la originalidad, calidad y pertinencia pa­ra ser considerados como conoci­mien­ to certificado. Reglas para la publicación de los artículos La revista Criterio Jurídico Ga­ ran­tista es una publicación de la Facultad de Derecho de la Fundación Universidad Autónoma de Colombia, cuyo objetivo es la divulgación de ensayos y documentos, preferiblemente inéditos, de carácter científico, pro­du­­­cidos por investigadores, docentes, egresados, invitados nacionales y extranjeros, y personal administrativo, preferentemente de las áreas jurídica, so­cio­jurídica, política, relaciones internacionales y humanidades, en las siguientes categorías: • Investigación de grupos y líneas: presenta avances o resultados originales de proyectos de investigación, a partir de una breve introducción en que se con­­tex­­tua­liza el proyecto, la metodología aplicada, los resultados y las conclusiones. •Formación para la investiga­ ción: elaborado desde una perspectiva analítica, investigativa, crítica o de reflexión del autor, sobre un te­ma específico de interés de los docentes de la Facultad de Derecho, con el recurso de fuentes originales. •Investigación externa: documento de análisis reflexivo, crítico y propositivo que ana­ liza, sistematiza e integra los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas de invitados externos, sobre un Lineamientos generales 211 campo en ciencia o tecnología. Se caracteriza por presentar una reflexión del autor sobre un tema de su interés. dológica a partir de identificar una metodología problémica. Requisitos para el envío de colaboraciones •Investigación y análisis jurisprudencial: documentos de docentes y estudiantes a partir de la producción de grupos y líneas de investigación, así como la construcción de líneas jurisprudenciales. constitucionales sobre hechos y circunstancias similares (casos) vía creación de subreglas que conforman la jurisprudencia, son un aporte al significado y alcance de los instrumentos jurídicos y exigen una metodología de investigación rigurosa sobre el avance de las altas cortes en la aplicación de criterios tendientes a generar una integración normativa que aporte a la epistemología del derecho garantista. doctrinal. La hermenéutica es uno de los métodos de producción del conocimiento académico del Derecho que más contribuye a organizar y sistematizar las reflexiones que docentes, en comunicación permanente con los estudiantes, producen a partir de la docencia y que se convierten en creación meto- •Todos los trabajos deben remitirse a la coordinación editorial, en medio magnético y dos copias impresas marcadas y foliadas. Debe adjuntarse, necesariamente, el formato de Cesión de derechos que se incluye al final de estos linea­ mien­tos, totalmente diligen­ ciado. •El texto deberá estar elaborado en Word, formato carta, fuente Arial de12 puntos a doble espacio. Las tablas y gráficos que se incluyan deberán estar numeradas secuen­cial­­ mente, tener el título co­rres­­ pondiente y la indicación de si son elaboración propia o, en su defecto, la fuente de donde se tomaron; adicional­men­te, se entregarán en archivo aparte, en el pro­­grama original en que fueron elaboradas. •Investigación • Si el artículo incluye imágenes, fotografías o ilustraciones que no han sido realizadas por el autor del artículo, es responsabilidad de éste conseguir los permisos o cancelar los derechos de autor respectivos. • Cada artículo o documento debe contener: título, nombre completo del autor o autores, resumen (no mayor de 200 palabras), palabras clave y cuerpo del trabajo. En hoja aparte, cada autor entregará sus datos personales completos, títulos académicos y profesionales, libros y trabajos publicados y cualquier otro dato que considere relevante para su presentación. • La extensión de las colaboraciones es libre. Sin embargo el Comité Editorial de la revista se reserva el derecho de decidir la publicación íntegra, por entregas, o un extracto. •Las notas deben ir a pie de pá­­­­gina nume­ra­das de manera continua. • Las citas tendrán el siguiente orden: apellidos y nombres del autor, título de la obra, volumen o tomo, lugar de publicación, editorial, fecha de publicación, número de la primera y última página del trabajo consultado. Si se trata de un artículo de una publicación periódica, el título irá entre comillas y el tí­tulo de la revista o periódico en cursiva­. • Para todos los efectos, las referencias bibliográficas deberán Criterio jurídico garantista 212 issn: 2145-3381 - Año 2 - No. 3 - Julio-Diciembre de 2010 atender las normas de la apa (American Psychological Association) y haber sido veri­ ficadas en su totalidad por el autor. •En la parte final del artículo se deben refe­ren­ciar las obras consultadas en orden alfabé­ ti­co, según el primer apellido del autor, teniendo en cuenta los datos para la presentación de citas bibliográficas. •Es importante que el ensayo descriptivo establezca las discusiones que dominaron los distintos acontecimientos y no se limite a una simple mención de expositores y conferencias. La colaboración deberá proveer criterios de refle­xión y pensamiento que fomenten el estudio a profundidad de temas específicos. •Por tratarse de una publicación con arbitraje, el Comité Edi­torial designará pares eva­ luadores y decidirá, con fundamento en el concepto que ellos emitan y en los criterios de rigor científico, la publicación o no de los artículos. Este Co- mité tiene además la facultad para solicitar modificaciones, decidir si un material se publica totalmente o por entregas, o si se publica un extracto. Los artículos deberán enviarse a: Coordinadora editorial Revista Criterio Jurídico Ga­ran­tista Facultad de Derecho - fuac Cra 5 No. 11-43 Tercer Piso Bogotá - Colombia Mayor información: PBX: 334 36 96 Ext. 214 Directo: 341 4628 - 243 0306 • 213 Cesión de derechos Señores: Revista Criterio Jurídico Garantista Facultad de Derecho Fundación Universidad Autónoma de Colombia Bogotá En virtud de lo previsto en los artículos 76 y 77 de la Ley 23 de 1982 de la República de Colombia, y las demás normas internacionales sobre derechos de autor, y con la finalidad de que la revista Criterio Jurídico Garantista pueda disponer tanto directamente como a través de intermediarios del material adjunto, por medio de la presente autorizo(amos) la publicación en soporte impreso y en medio electrónico, siempre y cuando se haga sin fines de lucro, y con el propósito de divulgar el mis­mo a la comunidad académica y científica nacional e internacional, de acuerdo con las condiciones establecidas por el Comité Editorial de la revista, del artículo titulado:__________________________________ __________________________________________________________________________________ _________________________________________________________________________________ cuyo autor es (son) el (los) firmantes: _________________________________ _________________________________ _________________________________ Garantizo (amos) que el artículo no ha sido publicado antes y que he(mos) obtenido permiso del titular del derecho de autor para reproducir en el artículo y en todos los medios el material que no es propio, que el artículo no contiene ningún planteamiento ilícito y que no infringe algún derecho de otros. 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