interacción y comunicación no-vocal

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INTERACCIÓN Y COMUNICACIÓN NO-VOCAL
Por Carme Basil Almirall
Psicóloga del Centro de Rehabilitación NADIS. Profesora de Psicología Médica.
Universidad de Barcelona
os conocimientos actuales sobre desarrollo del
lenguaje infantil se están utilizando en el campo de aplicación de los «sistemas aumentativos
de comunicación», o «sistemas de comunicación novocal», como formas sustitutivas del lenguaje oral
para personas que no pueden desarrollar el habla
funcional a causa de trastornos diversos, entre los
que destacan las alteraciones motoras graves.
Los sistemas aumentativos de comunicación y la
tecnología relacionada han llegado a niveles de sofisticación y perfeccionamiento realmente extraordinarios, sorprendentes incluso para las personas que
se dedican a su experimentación y aplicación. La
tecnología de los microprocesadores y los progresos
en síntesis de voz han convergido en la creación de
muy diversas prótesis que permiten producir mensajes hablados a personas que no pueden articular la
palabra a partir de su propio aparato fono-articulatorio (Eulenberg, Reid y Rahimi, 1977). También
se han creado ayudas técnicas de diversa complejidad que permiten la comunicación a través de símbolos y mecanismos físicos alternativos a la palabra
articulada. En estos casos los mensajes transmitidos
son, por ejemplo, de tipo gráfico. Muchas de las
ayudas técnicas para la comunicación se operan con
movimientos muy simples, como un ligero desplazamiento de la cabeza, la mano o el pie, un guiño, la
rotación del globo ocular, un leve soplido, etc. Con
estos movimientos sencillos la persona afectada acciona un conmutador que sirve de entrada a la prótesis, y con ello puede seleccionar las opciones adecuadas que le permiten hablar, escribir o controlar
L
otras funciones de acuerdo con las facilidades que
el citado instrumento le proporciona.
Otro aspecto de los sistemas aumentativos de comunicación que ha sido objeto de numerosos esfuerzos de investigación ha sido el desarrollo de sistemas de símbolos o códigos de representación distintos a la ortografía tradicional. Estos sistemas de símbolos varían enormemente en cuanto al nivel de
concreción-abstracción de los elementos que los
componen y en cuanto a la complejidad de sus reglas formacionales y combinatorias. Algunos de los
sistemas aumentativos de comunicación se componen
de elementos totalmente pictográficos, es decir, que
comparten un gran parecido físico con aquello que
representan. Otros combinan elementos pictográficos con elementos ideográficos, que guardan una relación lógica o conceptual con aquello que representan, y con elementos abstractos o arbitrarios,
Cabe destacar entre ellos el sistema Bliss (Bliss,
1965; Hehner, 1980; McDonald, 1980; Silverman,
McNaughton y Kates, 1978), y el sistema Rebus
(Clark, Davies y Woodcock, 1974). Por supuesto
también se utilizan, en el ámbito de los sistemas aumentativos de comunicación, sistemas de representación totalmente abstractos, como la ortografía tradicional o los códigos Braille o Morse. La existencia
de esta gran variedad en cuanto a sistemas de representación permite que las técnicas no vocales se
adapten a las características cognitivas o intelectuales de los usuarios, aparte de facilitarles el mecanismo físico de transmisión.
Una vez conseguido este elevado nivel de desa-
Correspondencia: Societat Catalana de Recerca i Teràpia del Comportament. Apartado de Correos, 11. Universidad Autónoma de Barcelona. Bellaterra (Barcelona).
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rrollo en los aspectos formales relacionados con los
sistemas aumentativos de comunicación, los investigadores se han empezado a plantear hasta qué punto la aplicación de dichos sistemas ha logrado afectar
cualitativa y cuantitativamente los comportamientos
de interacción comunicativa de los usuarios en su
entorno natural. De este interés creciente sobre las
implicaciones funcionales y sociales de la aplicación
de sistemas aumentativos de comunicación han surgido recientemente numerosos trabajos de investigación basados en la observación, registro y análisis
de los comportamientos comunicativos de los usuarios en el ambiente escolar, familiar y/o institucional. Resulta significativo el hecho de que la Sesión
Plenaria Inaugural de la Third International Conference on Augmentative and Alternative Communication, que tuvo lugar en octubre de 1984 en Cambridge (U.S.A.), se dedicara monográficamente a este
tema (Yoder, 1984). En dicha sesión se destacó
como punto de partida de este tipo de estudios el
trabajo realizado por Harris (1978) sobre la frecuencia de iniciaciones y respuestas, modalidades de
expresión y funciones comunicativas en niños usuarios de un sistema de comunicación no-vocal en el
ambiente escolar. La investigación posterior a este
primer trabajo se ha centrado en los siguientes aspectos:
1. Análisis de las modalidades, formas y funciones de los enunciados producidos por los usuarios
de sistemas aumentativos de comunicación y por las
personas que interaccionan con ellos.
2. Comparaciones entre personas familiares y no
familiares como hablantes en la interacción con usuarios de sistemas aumentativos de comunicación.
3. Habilidad de los usuarios de sistemas aumentativos de comunicación como iniciadores de conversación y éxito como comunicadores durante las
interacciones.
4. Actitudes frente a la comunicación con usuarios de ayudas técnicas.
5. Toma de turnos de conversación y organización estructural de la misma en el caso de usuarios
de sistemas aumentativos de comunicación.
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Los resultados de estos trabajos de investigación
han puesto de manifiesto, en esencia, que los sistemas aumentativos de comunicación son una condición necesaria pero no suficiente para que las personas no-vocales puedan acceder a una interacción
comunicativa mínimamente normalizada con su entorno social. Dados los múltiples déficits de comunicación espontánea observados en los usuarios, en
comparación con las habilidades demostradas por
los mismos en sesiones terapéuticas o de exploración, se puede llegar a la conclusión de que el aprendizaje y el dominio de un sistema de comunicación
no-vocal debe ir acompañado de medidas directas
de intervención sobre el ambiente natural. Dichas
medidas deben orientarse a garantizar la generalización de las habilidades adquiridas y, sobre todo, a
modificar las actitudes sobreprotectoras y los hábitos
anómalos de comunicación que presentan las personas significativas del entorno cuando se dirigen al
usuario de un sistema aumentativo de comunicación.
En cuanto a los déficits de comunicación observados cabe destacar, en primer lugar, un número
elevado de «no-respuestas» por parte de la persona
no-vocal cuando los demás le dirigen preguntas o
instrucciones verbales (Calculator y Luchko, 1983).
Cuando la persona no vocal interviene en la conversación, se observa que sus enunciados son más
cortos y limitados en cuanto a contenido que los
de su interlocutor hablante, y además se producen
casi siempre en respuesta a una intervención previa
del interlocutor. Dicho en otras palabras, raramente
la persona no-vocal asume el papel de iniciador de
la conversación (Beukelman y Yorkston, 1980; Calculator y Dollaghan, 1981; Calculator y Luchko,
1983; Harris, 1978 y 1982). En conjunto, podemos
afirmar que el intercambio comunicativo entre un
usuario de un sistema aumentativo de comunicación
y un interlocutor hablante se asemeja al tipo de
interacción que Jones y Gerard (1967) denominan
«contingencia asimétrica», en la cual un actor puede
ejecutar su plan comunicativo mientras que el otro
básicamente reacciona a los actos del primero.
Respecto a las modalidades comunicativas, las
observaciones coinciden en que los interlocutores tienen tendencia a dirigirse a las personas que utilizan
un sistema de comunicación no-vocal con preguntas
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cerradas, que requieren solamente una afirmación o
una negación para ser contestadas. Harris (1982)
destaca como posible motivo del fenómeno anterior
el hecho de que raramente se intenta un intercambio
general de información con el niño o persona con
afectaciones motoras graves. Generalmente el motivo que promueve la comunicación es solucionar alguna de las necesidades básicas de estas personas,
relacionadas con la alimentación, la higiene o las posibles causas de malestar físico. Al mismo tiempo,
todos los autores destacan como un problema la baja
utilización de las ayudas técnicas, básicas o electrónicas, en ambiente natural (Calculator y Dollaghan,
1981; Calculator y Luchko, 1983; Harris, 1978
y 1982). Probablemente este hecho es consecuencia
del anterior, puesto que las preguntas cerradas pueden ser contestadas simplemente con respuestas gestuales o vocales que denoten afirmación o negación.
Se ha destacado también que las propias características de los sistemas de comunicación no-vocal
imponen al usuario una serie de restricciones que
dificultan una utilización realmente eficaz. Estas restricciones varían enormemente en función del grado
de sofisticación de las ayudas técnicas utilizadas y
del sistema de representación o sistema simbólico,
pero en general cabe destacar las siguientes: a) Una
alteración en los patrones de conversación debida a
que la mecánica de la comunicación con personas
no-vocales, principalmente con usuarios de tableros
de comunicación no electrónicos, implica que el interlocutor deba tomar parte activa en la formulación
y expresión de los mensajes del usuario. Esto puede
no representar un inconveniente grave cuando las
dos personas que interaccionan conocen a fondo el
papel que ha de asumir cada cual, pero puede dificultar enormemente la comunicación del usuario con
personas poco familiarizadas con su sistema de comunicación. b) Menores posibilidades de incidencia
sobre el ambiente a causa de la modalidad visual
de los mensajes expresados a través de muchos de
los sistemas aumentativos de comunicación, si se
compara con la modalidad auditiva propia del habla.
Muchos de estos sistemas requieren que el interlocutor interrumpa cualquier actividad y preste una atención directa y exclusiva para poder recibir el mensaje del usuario. c) Falta de modelos apropiados de
otras personas que se comuniquen adecuadamente
con sistemas similares. Este hecho limita enormemente las posibilidades de aprendizaje incidental, a
lo largo de todo el día, de las diversas funciones
comunicativas. d) Lentitud en la expresión de los
mensajes, cuya formulación y transmisión suele representar un esfuerzo considerable para el usuario,
y en algunos casos limitaciones de contenido.
Los resultados obtenidos en estos estudios de
observación han tenido un interés indudable, tanto
teórico como práctico. Sin embargo, el análisis del
comportamiento de interacción comunicativa de personas no-vocales en ambientes naturales ha encontrado numerosas dificultades, comunes a los estudios
longitudinales y comparativos sobre adquisición normal del lenguaje. Estas dificultades se concretan, en
primera instancia, en la definición de unidades de
análisis suficientemente operativas para garantizar la
objetividad de los datos procedentes de la observación, pero que a la vez sean capaces de medir adecuadamente los complejos procesos psicológicos implicados en la interacción humana. Dicho en otras
palabras, la dificultad radica en evitar tanto el reduccionismo como el mentalismo que implican, por
ejemplo, los juicios de intención, tan usados para
definir y catalogar comportamientos comunicativos.
Dos autores han destacado en el intento de definir un marco conceptual y una metodología general
propios de la psicología, y que superen al mismo
tiempo el reduccionismo y el dualismo: se trata de
Vygotski y Kantor. Una de las preocupaciones básicas de estos autores ha sido definir unidades de
análisis que permitan estudiar los fenómenos complejos del comportamiento humano desde un enfoque propiamente psicológico, y por lo tanto esencialmente distinto al que pertenece a otras ciencias y
disciplinas, como pueden ser la biología o la lingüística. Ambos autores coinciden en el hecho de que
el fenómeno psicológico tiene lugar solamente a través de la interacción del individuo con su entorno
físico y, sobre todo, social. En consecuencia, defienden que las unidades mínimas de análisis en
psicología deben reflejar en forma simple procesos
de interacción, es decir, deben ser unidades interaccionales.
Vygotski afirma que los procesos psicológicos no
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están determinados estructuralmente sino funcionalmente, por la forma del mundo exterior más que
por la forma del propio cuerpo, y propone la definición de unidades o categorías intermedias, propiamente psicológicas, que hagan referencia al contexto
social y natural. Cabe destacar que para Vygotski
la palabra intermedias no significa duales. Su teoría
pretende precisamente superar la escisión entre las
categorías de análisis de procesos psicofisiológicos
elementales y las categorías de estudio de los fenómenos de la conciencia y de la cultura, para llegar
a unas categorías que conjuguen los dos aspectos
(Rivière, 1984). Según Siguán (1984), el tipo de
unidades propuestas por Vygotski permitiría analizar aspectos del comportamiento humano entendido
como una realidad única, fruto de la síntesis entre
sus bases fisiológicas y su inserción social, y no
como una simple superposición de ambas realidades.
En concreto, Vygotski (1934) propone un enfoque
que consiste básicamente en sustituir el análisis de
los elementos por el análisis de unidades, cada una
de las cuales conserva en forma simple las propiedades del conjunto. Para este autor, el punto culminante de unidad entre biología y cultura es la transformación instrumental del medio a través de la
conducta referida a las personas más que a los objetos físicos, es decir, los fenómenos de comunicación y de lenguaje, que pueden tener lugar solamente a partir de la interacción del individuo con su
grupo social. Según Vygotski (1934), al haber descubierto el problema del pensamiento y el lenguaje
como tema central de la psicología humana contribuimos, en cierta manera, a un progreso esencial.
Kantor (1975) propone el modelo de la psicología interconductual como forma de superar tanto el
mentalismo como el conductismo tradicional. Según
este autor, los modelos mentalistas, que proponen
una simple coordinación entre funciones mentales y
corporales, no se basan en hechos científicamente
observados sino que llevan a cuestas antiguas tradiciones dualistas. El conductismo tradicional, que
intenta superar el problema anterior cae, según Kantor, en una nueva trampa, porque intenta describir
los complejos fenómenos psicológicos exclusivamente
en términos de acciones biológicas. El conductismo
tradicional no tiene en cuenta que la naturaleza y la
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acción del «estímulo» son aspectos tan implicados
en el fenómeno psicológico como el organismo que
reacciona, y que es solamente a través de una histórica conexión entre el individuo y los objetos que
el fenómeno psicológico puede tener lugar. La psicología interconductual propone que son precisamente estos procesos de interacción mutua y su desarrollo a lo largo del tiempo lo que constituye los datos
esenciales de la psicología. Kantor (1977) afirma
que la unidad de análisis en psicología es un segmento de conducta, porque la conducta de los individuos es continua desde poco antes del nacimiento
hasta la muerte. Estos segmentos de conducta constituyen fenómenos interconductuales. Los factores
fundamentales consisten en la interacción de los organismos con las cosas, otros organismos y condiciones que constituyen el objeto estímulo. Otro aspecto fundamental en la teoría de Kantor es la importancia que concede este autor a los modelos teóricos que han de permitir la interpretación de los
datos empíricos. Según Kantor (1975) la esencia del
trabajo científico consiste en un sistema de suposiciones que guíen y controlen las particularidades de
la investigación. Los datos no tienen ningún valor
sin una teoría que permita organizarlos. Los modelos sirven para elaborar y verificar hipótesis y para
predecir comportamientos especiales en diferentes
situaciones (García, 1978).
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Recibido: julio de 1985.
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