Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón. O M

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ORACIÓN
“¿Dónde vives?”
(Todos)
Oh alto y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón.
Dame fe recta, esperanza cierta,
caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz
mandamiento.
lunes
“¿V i v e s e n ...?”
ORACIÓN DE LA MAÑANA
Oración de S. Francisco ante el Crucifijo de S. Damián
CANTO
AMBIENTACIÓN
Un predicador muy experimentado fue a una facultad a hacer un sermón para
graduados. Al terminar, paseó por el jardín y se paró a hablar con Robert, uno de los
jóvenes que se acababa de graduar. “¿Cuáles son tus planes para el futuro?”,
preguntó el predicador. Robert contestó: “De momento, entrar en la Facultad de
Derecho”. “¿Y después?”. “Bien [respondió Robert], después tengo pensado
establecerme sólidamente en mi profesión de abogado para poder casarme y fundar
una familia”. “¿Y que más, Robert”, insistió el predicador. Robert contestó: “Pues he
de decirle con franqueza que pienso ganar mucho dinero ejerciendo mi profesión
para no tener que retirarme demasiado tarde y poder viajar por el mundo, que es
algo que me encanta”. “¿Y que más, Robert?”, añadió el predicador con un
insistencia casi molesta. “Pues no sé [acabó Robert] estos son todos mis planes”.
Observando a Robert con un actitud que expresaba al mismo tiempo compasión y
paternal interés, el predicador dijo: “Joven, tus planes son muy cortos; todo lo más
pueden durar setenta o cien años. Debes hacer planes lo bastante dilatados para que
comprendan a Dios y lo bastante amplios como para que abarquen la eternidad”.
CANTO
LA PALABRA
A MODO DE SALMO (dos coros)
Señor Jesús, me fascina tu persona, me atrae tu palabra,
me arrastra tu estilo de vida.
En Ti no hay ambigüedad; en Ti sólo hay verdad.
Por eso quiero ser como Tú, quiero ser yo mismo;
quiero ahondar en mí y dejar de vivir de lo superfluo;
quiero descubrirme por dentro y vivir desde dentro;
quiero asumir mis sombras y mis luces,
quiero tomar conciencia de lo que soy.
Aquí estoy, cansado de no ser yo mismo,
cansado de ser manipulado, manejado, llevado y traído;
cansado de mi falta de libertad auténtica;
cansado de vivir desde la careta, la máscara, el postizo;
cansado de mi inestabilidad y mis inseguridades.
Quiero, Jesús, poner en mi vida razones profundas que me hagan vivir;
quiero tener voluntad propia a la hora de decidir;
quiero ser libre y optar sin que nadie me empuje;
quiero dejar la arena y apoyarme en roca firme.
Aquí me tienes con ganas de ser verdadero y libre.
Aquí me tienes con ganas de salir de mi egoísmo.
Aquí me tienes con ganas de cambiar, de vivir de otra manera.
Aquí me tienes con ganas de ser una persona nueva.
Ayúdame, Jesús, a no venderme a lo mas fácil y vacío.
Ayúdame, a romper con las amarras que me esclavizan.
Ayúdame, a romper la concha donde estoy encerrado.
Ayúdame, a que mi norma sea tu Evangelio.
Ayúdame, a tenerte a Ti como modelo.
Quiero ser original y no copiar modas ni vestir anuncios.
Quiero ser auténtico y no ser esclavo de la imagen barata.
Quiero ser valiente, decidido, y no andar en duda continua.
Señor, esto sólo puedo conseguirlo desde Ti y en Ti;
encontrándote a Ti, encontrándome contigo.
Por eso, te pido conocimiento de mí mismo a la luz de lo que eres Tú;
dame conocimiento de lo que soy a la luz de lo que Tú quieres que sea.
Hazme descubrir el proyecto que tienes para mí,
Tú que eres mi señor y mi camino.
ECOS
SILENCIO
CANTO
(Mt 19, 16-22)
Un día, un joven se acercó a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué he de hacer
para obtener la vida eterna?” Jesús le contestó: “Si quieres entrar en la vida,
guarda los mandamientos”. Él le preguntó: “¿Cuáles?”. Jesús contestó: “No
matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra
a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo.” El joven le dijo:
“Todo eso ya lo he cumplido. ¿Qué me falta?”. Jesús le dijo: “Si quieres ser
perfecto, ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un
tesoro en los cielos. Luego ven y sígueme”. Al oír esto, el joven se fue muy
triste porque poseía muchos bienes.
FRANCISCO DE ASÍS
(Composición a partir de textos de REDONDO, V., De profesión hermano, Madrid 1989)
En mi juventud, mi única obsesión en la vida era fardar: fardar del dinero que tenía,
invitando a fiestas a mis amigos y a quienes me hacían la rosca por este motivo; fardar
con mi francés y con un poco de música que sabía -siempre me gustó cantar-; fardar ante
las chicas, pues todas anhelaban mi posición económica;... y de tanto fardar, mis amigos
me convirtieron en el jefe de la pandilla. Era alegre y bromista, pero también un buen
trabajador en la tienda de mi padre, al que tenía que suceder en el oficio. Mi padre
soñaba conmigo y se alegraba de cómo llevaba las cosas: “Ya sentará cabeza” -decía-.
Por dos veces me alisté en el ejército, siempre para llegar a ser noble, que era lo
máximo a lo que un joven de mi época podía aspirar cuando esa condición no te había
venido por herencia. Pero en ambas ocasiones la cosa no fue muy bien: en la primera
guerra caí prisionero y estuve un año en la cárcel; en la segunda la enfermedad me hizo
regresar sin haber estrenado la armadura. Estos contratiempos, la reflexión, la lectura del
Evangelio, el descubrir que a mi alrededor no sólo había fiesta y amigos, sino que también
había pobreza, y egoísmo, y necesidades, hicieron que algo cambiara en mi interior. Todo
en mi vida se tornó oscuro y sin sentido; situación ésta en la que intenté verme a mí mismo,
mis valores, lo que verdaderamente era; una situación en la que cada vez era mayor la
necesidad de romper con todo lo que no ayudaba a formarme tal y como yo quería ser. Y
empecé a buscar, haciendo cosas que me distanciaron de los amigos y enrarecieron el
ambiente en casa, desencadenándose un enfrentamiento cada vez más duro con mi padre.
Y es que cada uno de los que me rodeaban (mis amigos, mis padres,…) quería hacerme
tal y como ellos querían que yo fuera. Sin embargo, en mis meditaciones y devaneos
comencé a descubrir que Dios, el Padre del cielo, ese del que sólo me acordaba los
domingos en misa o cuando las cosas me iban mal, tenía una respuesta para tanto
interrogante. Él me quería sin más y me dejaba ser libre, y continuaba amándome aunque
no viviese y no me formase según su imagen. Comprendí entonces lo que vale hacerse uno
a sí mismo, formarse uno según el prototipo que el propio Dios te presenta.
Por eso, en esta mañana, te invito a que busques el tuyo, tu prototipo, porque tú eres
intransferible e insustituible. Te invito a que descubras lo que Dios te tiene preparado.
Descubrirás así, como yo lo hice un día, tu verdadera identidad en Dios, el único que es
libertad auténtica, verdad plena, felicidad completa. En su casa está la vida: pregúntale
dónde vive.
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