Moniciones Ciclo C - Twitter Parroquia Santa María Micaela

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DOMINGO I DE ADVIENTO
Monición inicial
En este domingo comienza un nuevo año cristiano con la celebración del
Adviento, tiempo en que nos preparamos para la venida del Señor. Nos
disponemos para celebrar en Navidad la primera venida de Cristo, en carne mortal,
hace unos dos mil años. Pero nos preparamos asimismo para la segunda venida del
Señor, en gloria y majestad, al final de los tiempos. Entre una y otra venida el
Señor sigue viniendo: no sólo en los sacramentos, sino también en cada hombre y
en cada acontecimiento.
En esta primera parte del Adviento, centramos nuestra atención en la venida
última y definitiva del Señor, que traerá la plenitud del Reino de Dios, los cielos
nuevos y la tierra nueva que esperamos.
Que la celebración de la Eucaristía, que anuncia y anticipa el retorno
glorioso de Cristo, disponga nuestro corazón y nos prepare para cuando Él vuelva.
Monición a las lecturas y al salmo
En la primera lectura de los domingos de Adviento, escucharemos cómo
los profetas del Antiguo Testamento anunciaron la llegada del Mesías,
descendiente del rey David que traería la salvación a su pueblo.
La segunda lectura y el evangelio se refieren a la segunda venida de
Cristo al fin de los tiempos. (En los domingos de este año litúrgico que hoy
comienza leeremos el Evangelio según San Lucas.)
Y el salmo nos invita, al comenzar el Adviento, a que levantemos nuestra
alma al Señor para pedirle que en este tiempo de conversión nos enseñe sus
caminos para que podamos andar por sus sendas.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Estad siempre despiertos, preparados para la venida del Señor. Podéis ir
en paz.
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DOMINGO II DE ADVIENTO
Monición inicial
A lo largo del Adviento, los cristianos intentamos descubrir cuál debe ser
nuestra actitud ante la venida, siempre próxima, del Señor.
Hoy, segundo domingo de Adviento, aparece ante nosotros la impresionante
figura de Juan Bautista y nos da la respuesta con su vida austera y su mensaje
tajante y apremiante: «Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos;
preparad el camino del Señor, allanad sus senderos».
[Juan nos llama al desierto, a salir de las ocupaciones que no nos dejan
escuchar a Dios, para emprender un camino de conversión radical y preparar así el
camino al Señor.]
Que la Eucaristía de este domingo nos ayude a preparar nuestra vida para la
venida de Cristo.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
En la primera lectura el profeta anuncia con alegría que Dios sacará a su
pueblo del destierro en Babilonia y le preparará el camino de regreso a su tierra.
A nosotros también el Señor, por la venida de su Hijo, nos ha liberado del
destierro del pecado y la muerte y nos hace caminar hacia nuestra patria, que es
la gloria de Dios. Por eso, con el salmo, cantemos alegres: el Señor ha estado
grande con nosotros.
2ª lectura y evangelio
La segunda lectura, al igual que el domingo pasado, nos exhorta a estar
limpios e irreprochables para el día en que vuelva Cristo.
Y en el evangelio de san Lucas, aparece hoy la figura de Juan Bautista,
que comienza su misión como Precursor de Cristo invitándonos a preparar el
camino del Señor.
Monición antes del prefacio
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Monición de despedida
Preparad en vuestra vida el camino del Señor. Podéis ir en paz.
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DOMINGO III DE ADVIENTO
Monición inicial
"Estad siempre alegres en el Señor. Os lo repito: Estad alegres. El Señor
está cerca".
Con estas palabras del apóstol San Pablo la Iglesia nos invita hoy, tercer
domingo de Adviento, a conservar permanentemente la alegría. No una alegría
superficial consistente en la carcajada, el derroche, el pasarlo bien
momentáneamente, para de esta manera olvidar los problemas que nos afectan. La
verdadera alegría es la que, aun en medio de la realidad más desalentadora, alberga
la firme esperanza de que Dios tiene la última palabra, y esta palabra es de
liberación y de salvación de todos los males.
Por ello, que la Eucaristía de este domingo, [llamado en latín Gaudete, que
quiere decir “Alegraos”, y] que nos prepara a la Navidad, fiesta de gran gozo,
infunda en nosotros la auténtica alegría que nos trae la venida del Señor.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos invita en este domingo a la alegría por la venida
del Señor.
“Regocijaos” nos dice hoy Dios en la primera lectura. “Estad alegres”,
nos insiste en la segunda lectura. Y con el salmo cantaremos: “Gritad
jubilosos”.
Esta alegría debe ir acompañada por el compartir y las obras de justicia
que Juan Bautista nos pide en el evangelio para preparar así el camino del Señor.
[Escuchemos atentamente la Palabra de Dios.]
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Vivid siempre alegres en el Señor. Podéis ir en paz.
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DOMINGO IV DE ADVIENTO
Monición inicial
Cercana ya la Navidad, la liturgia de este cuarto domingo de Adviento nos
invita a contemplar previamente el misterio de la Encarnación: el Hijo de Dios
asume nuestra carne para salvarnos.
Resplandece hoy la figura de la Virgen María, protagonista singular de la
Encarnación del Hijo de Dios, pues su «sí» al Señor hizo posible la acción del
Espíritu Santo en ella, y así concibió en su seno al Salvador del mundo.
Monición a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
Cuando, en el episodio de los Magos de Oriente, el rey Herodes preguntó
a sus sabios dónde tenía que nacer el Mesías, éstos le respondieron con el pasaje
del profeta Miqueas que hoy escuchamos en la primera lectura. En él, Dios se
dirige a la pequeña e insignificante aldea de Belén para anunciarle que de ella
saldrá el Mesías, que traerá la salvación a su pueblo.
Nosotros, que vamos a celebrar en Navidad el cumplimiento de esta
promesa, con el salmo le pediremos al Señor que venga, nos restaure y nos
salve.
2ª lectura y evangelio
En la segunda lectura y el evangelio aparecen respectivamente los
protagonistas del misterio de la Encarnación: Cristo, que se hace hombre con
una actitud de obediencia total a la voluntad del Padre, y la Virgen María, en su
visita a su prima Isabel.
Escuchemos con atención.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad al que va a nacer, al hijo de María, que trae la salvación al
mundo. Podéis ir en paz.
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25 de diciembre
LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Solemnidad
Misa vespertina de la vigilia
Monición inicial
Con esta celebración vespertina comenzamos a celebrar la gran solemnidad
de la Natividad del Señor, del nacimiento del Hijo de Dios en nuestro carne. Este
acontecimiento es el comienzo de la redención humana. El Hijo de Dios se hace
hombre para devolver al hombre su dignidad, perdida por el pecado, y aún más,
para hacerle participar, en misterio admirable, de su misma naturaleza divina.
Por eso, alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador nace hoy
en el mundo. Hoy, desde el cielo, desciende la paz sobre la tierra.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos muestra ahora cómo con el nacimiento de Jesús,
descendiente del rey David, se cumplieron las promesas hechas durante siglos al
pueblo de Israel y Dios se ha desposado con la humanidad, tal y como
anunciaron los profetas.
Por eso, cantemos con el salmo la misericordia y la fidelidad de Dios, que
cumple sus promesas.
Monición antes del prefacio
Monición final
Anunciad a todos la presencia y la cercanía del Señor, que se ha hecho
hombre por nosotros. Podéis ir en paz.
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25 de diciembre
LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Solemnidad
Misa de medianoche
Monición inicial
Como a los pastores que estaban aquella noche guardando su rebaño, a
nosotros se nos anuncia hoy la gran alegría para todo el mundo: Jesús, el Hijo de
Dios, ha nacido en Belén.
Cristo aparece hoy como la luz verdadera, que con su esplendor ilumina
nuestras tinieblas. Él ha asumido la naturaleza humana para devolver al hombre su
dignidad, perdida por el pecado, y aún más, para hacerle participar [en misterio
admirable] de su misma naturaleza divina.
Por eso, alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido
en el mundo. Hoy, desde el cielo, ha descendido la paz sobre la tierra.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos anuncia la alegría del nacimiento de Cristo. Él es
el hijo que se nos ha dado para traer la salvación y la paz, como dice el profeta
Isaías en la primera lectura; Él es la gracia de Dios que ha aparecido en la tierra,
afirma san Pablo en la segunda lectura; el Salvador para todo el mundo
anunciado por los ángeles en el evangelio.
Por eso, cantemos con el salmo la gloria del Señor.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Cristo ha nacido por nosotros. Anunciad a todos esta alegría. Podéis ir en
paz.
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25 de diciembre
LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Solemnidad
Misa de la aurora
Monición inicial
Apenas amanecido el nuevo día, cuando empieza a despuntar la luz del sol
nos reunimos para celebrar el nacimiento de Aquél que es el verdadero Sol de
justicia, Aquél que es la luz del mundo: Jesucristo, nuestro Señor, el Hijo de Dios,
nacido de la Virgen María para regocijo del mundo entero. Los ángeles alaban a
Dios sin cesar, los pastores corren hacia Belén a adorar al Niño. Nosotros hemos
madrugado también porque queremos acudir al pesebre para presentar al Señor
nuestro homenaje, ofreciéndole nuestra vida entera.
Que la celebración de la Eucaristía nos ayude a esto y así celebremos con
gozo esta solemnidad de la Natividad del Señor.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios proclama el nacimiento de Jesús, el Salvador del
mundo, la luz que ha hecho visible la Bondad y el Amor de Dios al hombre. El
evangelio es continuación del de la misa de medianoche y nos cuenta cómo los
pastores fueron a Belén y encontraron lo que los ángeles les habían anunciado.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
La luz de Dios ha brillado en el mundo al nacer nuestro Salvador, el Señor
Jesucristo. Llevad a todos esta gozosa noticia. Podéis ir en paz.
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25 de diciembre
LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Solemnidad
Misa del día
Monición inicial
Si en la misa de medianoche contemplábamos el gran acontecimiento del
nacimiento de Jesús, en esta misa del día de Navidad se nos invita a adentrarnos en
el misterio profundo que este hecho encierra: el niño que ha nacido no es otro que
el Hijo único de Dios, la Palabra eterna del Padre, que se ha hecho carne y ha
acampado entre nosotros. Así, al asumir nuestra naturaleza humana, nos hace
participar de su naturaleza divina.
Celebremos este admirable misterio. Conmemoremos con alegría la
Natividad del Señor.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura y el salmo proclaman hoy que el nacimiento de Cristo
es el comienzo de la victoria de Dios sobre el pecado y del rescate de la
humanidad cautiva en poder del pecado y de la muerte.
Y la segunda lectura y el evangelio desvelan la identidad profunda del
Niño que ha nacido: no es un ángel o un profeta o un enviado de Dios
cualquiera, sino el Hijo Único de Dios, la Palabra eterna del Padre, que se ha
hecho carne y ha acampado entre nosotros.
Si no se ha leído la monición inicial, en lugar de la anterior monición a las lecturas y al
salmo, se leerá la siguiente:
Monición a las lecturas y al salmo
Si en la misa de medianoche la Palabra de Dios nos invitaba a contemplar
el hecho mismo del nacimiento de Cristo, las lecturas del día de Navidad nos
adentran en el misterio y en el sentido profundo que este hecho encierra: así, la
primera lectura y el salmo proclaman que éste es el comienzo de la victoria de
Dios sobre el pecado y del rescate de la humanidad cautiva en poder del pecado
y de la muerte.
Y la segunda lectura y el evangelio desvelan la identidad profunda del
Niño que ha nacido: no es un ángel o un profeta o un enviado de Dios
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cualquiera, sino el Hijo Único de Dios, la Palabra eterna del Padre, que se ha
hecho carne y ha acampado entre nosotros.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Dios en persona ha bajado hasta los hombres y ha habitado en nuestro
mundo. Anunciad este gran acontecimiento. Podéis ir en paz.
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Domingo dentro de la octava de Navidad
(o, en su defecto, 30 de diciembre)
LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Fiesta
Monición inicial
El gozo del día de Navidad es tan grande que en la Iglesia se prolonga
durante ocho días, hasta el uno de enero: es la octava de la Navidad. Estos ocho
días se celebran como si fuera aún el mismo día de la Natividad del Señor, que
durase una semana. Por eso, podemos seguir diciendo con razón: “Hoy ha
nacido el Señor, en este día santo la Virgen María ha dado a luz al Salvador del
mundo”.
Y en este domingo [o bien día1] dentro de la octava de Navidad celebramos
la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María y José. Cristo, al asumir
nuestra existencia humana, se integró en una familia, estableciendo así la
institución familiar como ámbito en el que tiene lugar el desarrollo y la
maduración del ser humano; y en la Familia de Nazaret nos propone el modelo a
seguir por todas nuestras familias.
Monición a las lecturas y al salmo2
Si se leen como 1ª y 2ª lecturas, respectivamente, Eclesiástico 3, 2-6. 12-14 y Colosenses 3,
12-21, o bien, como única lectura antes del evangelio Colosenses 3, 12-21, se hará la
siguiente monición:
La Palabra de Dios nos enseña hoy las actitudes que debemos fomentar
tanto en nuestra vida familiar como, en un ámbito más amplio, dentro de la gran
familia que formamos todos los cristianos, la Iglesia. Y nos propone como
modelo a la Sagrada Familia de Nazaret.
Con el salmo proclamaremos que le irá bien a la familia que pone sus
cimientos en el Señor.
Si se proclama como única lectura antes del evangelio Eclesiástico 3, 2-6. 12-14 se leerá la
siguiente monición en lugar de la anterior:
Se leerá la palabra “día” en lugar de la que le precede (“domingo”) cuando esta fiesta no se celebre en
domingo.
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Cuando esta fiesta se celebra en domingo se proclaman, como es norma, dos lecturas antes del evangelio. Pero
si no se celebra en domingo se proclama sólo una lectura antes del evangelio.
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La Palabra de Dios nos enseña hoy las actitudes que debemos fomentar
en nuestra vida familiar. Y nos propone como modelo a la Sagrada Familia de
Nazaret.
Con el salmo proclamaremos que le irá bien a la familia que pone sus
cimientos en el Señor.
Si en el presente Ciclo C se proclaman como 1ª y 2ª lecturas, respectivamente, 1 Samuel 1,
20-22. 24-28 y 1 Juan 3, 1-2. 21-24 se leerá la siguiente monición en lugar de las anteriores:
La Palabra de Dios nos presenta en este día los ejemplos de la Sagrada
Familia de Nazaret en el evangelio y la familia del profeta Samuel en la primera
lectura como modelos de familia religiosa, que tiene a Dios en el centro. Así,
contemplamos a ambas familias acudiendo al templo del Señor. Por eso el salmo
canta hoy: Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
La segunda lectura se refiere a otra familia más amplia: la que formamos
todos los hijos de Dios. Y nos enseña que la vida de esta familia, que es la
Iglesia, debe estar basada en la fe y en el amor, según el mandamiento del Señor.
Si se proclama como única lectura antes del evangelio 1 Samuel 1, 20-22. 24-28 se leerá la
siguiente monición en lugar de la anterior:
La Palabra de Dios nos presenta en este día los ejemplos de la Sagrada
Familia de Nazaret en el evangelio y la familia del profeta Samuel en la primera
lectura como modelos de familia religiosa, que tiene a Dios en el centro. Así,
contemplamos a ambas familias acudiendo al templo del Señor. Por eso el salmo
canta hoy: Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
Si se proclama como única lectura antes del evangelio 1 Juan 3, 1-2. 21-24 se leerá la
siguiente monición en lugar de las anteriores:
La Palabra de Dios nos presenta en este día el ejemplo de la Sagrada
Familia en el evangelio como modelo de familia religiosa, que tiene a Dios en el
centro. Así, contemplamos a la Familia de Nazaret acudiendo al templo del
Señor. Por eso el salmo canta hoy: Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
Pero antes la primera lectura se va a referir a otra familia más amplia: la
que formamos todos los hijos de Dios. Y nos enseña que la vida de esta familia,
que es la Iglesia, debe estar basada en la fe y en el amor, según el mandamiento
del Señor.
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Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Que Dios esté en el centro de vuestras familias. Podéis ir en paz.
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1 de enero
SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
Solemnidad
Monición inicial
En este primer día del año, cuando se cumple el octavo de la Navidad,
concurren varios motivos importantes: en primer lugar, toda la Iglesia celebra hoy
a la Virgen María, a la que proclama como verdadera Madre de Dios, que ha dado
a luz al Salvador del mundo.
También recordamos hoy la circuncisión del Señor, que tuvo lugar a los
ocho días de su nacimiento, según prescribía la Ley de los judíos.
Finalmente, pediremos al Señor que derrame su bendición sobre nosotros en
este año que comienza y que, asimismo, conceda a las naciones el don de la paz:
hoy es la Jornada Mundial de Oración por la Paz.
Con estas intenciones, dispongámonos a celebrar la Eucaristía de esta fiesta,
que clausura la octava de Navidad.
En la misa de la víspera, el 31 de diciembre, en lugar de la monición anterior, se leerá la
siguiente:
Monición inicial
Comenzamos a celebrar hoy ya la solemnidad de mañana, primer día del
año, octavo de la Navidad, en el que concurren varios motivos importantes: en
primer lugar, la Iglesia celebra en este día a la Virgen María, a la que proclama
como verdadera Madre de Dios, que ha dado a luz al Salvador del mundo.
También recordamos la circuncisión del Señor, que tuvo lugar a los ocho
días de su nacimiento, según prescribía la Ley de los judíos.
Finalmente, pediremos al Señor que derrame su bendición sobre nosotros en
este año que comienza y que, asimismo, conceda a las naciones el don de la paz: el
uno de enero es la Jornada Mundial de oración por la paz.
Con estas intenciones, dispongámonos a celebrar la Eucaristía de esta fiesta,
que clausura la octava de Navidad.
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Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
En la primera lectura escucharemos la bendición que los sacerdotes de
Israel daban al pueblo. Con el salmo, pidamos al Señor que esa bendición de paz
venga sobre nosotros en este año que comienza.
2ª lectura y evangelio
San Pablo, en la segunda lectura, nos muestra el admirable intercambio
que celebramos en Navidad: el Hijo de Dios se ha hecho hombre para que el
hombre sea hijo de Dios. Y así, en el evangelio, contemplamos a Jesús que,
como uno más, se somete a la ley judía de la circuncisión a los ocho días del
nacimiento.
Como María, meditemos todas estas cosas en nuestro corazón.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
La Virgen María ha dado a luz al Príncipe de la paz. Sed constructores de
paz y reconciliación en el mundo. Podéis ir en paz.
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DOMINGO II DESPUÉS DE NAVIDAD
Monición inicial
En el domingo, día de la resurrección del Señor, nos hemos reunido para
seguir celebrando con alegría el nacimiento de nuestro Salvador, en este tiempo
santo de Navidad, contemplando el Misterio de la Palabra hecha carne que ha
acampado entre nosotros para hacernos hijos de Dios.
Celebremos, pues, con fe y con gozo esta Eucaristía.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1º lectura y salmo
La Palabra de Dios nos descubre en este domingo la identidad profunda
del Niño nacido en Belén: Él es la Sabiduría de Dios de la que nos habla ahora
la primera lectura, la Palabra que habitaba junto a Dios y que se ha hecho carne,
como proclamará después el evangelio.
Glorifiquemos, pues, con el salmo, a Dios, que ha enviado al mundo su
Palabra eterna.
2ª lectura
San Pablo nos recuerda ahora cuál es el fruto de la venida de Cristo al
mundo: en él, que es el Hijo Único de Dios, nosotros hemos sido hechos
también hijos de Dios.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Sed testigos de la
presencia de Dios entre los hombres. Podéis ir en paz.
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6 de enero
LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
Solemnidad
Monición inicial
La Epifanía del Señor, que hoy conmemoramos, completa el misterio de
la Navidad: si en estos días estamos celebrando que el Hijo de Dios se hizo
hombre, hoy festejamos que este Niño, llegado el momento, se dio a conocer, se
manifestó para salvación de todos los pueblos. (Epifanía significa
“manifestación”).
Tres acontecimientos conmemora la Epifanía, en los que Jesús comienza a
revelarse a todos: la adoración de los Magos, su Bautismo en el río Jordán y su
primer milagro, el de las bodas de Caná. Hoy recordamos el primero de ellos:
los Magos de Oriente representan a los pueblos gentiles, a los que se manifiesta
la salvación de Cristo.
Alabemos, pues, hoy a Cristo, que en este día ha brillado como luz para
todos los hombres.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos presenta el misterio que hoy celebramos: la
manifestación de la salvación de Cristo a los pueblos gentiles, representados en
los Magos de Oriente del evangelio.
Este misterio había sido profetizado ya por Isaías, como escucharemos en
la primera lectura. Pero no fue revelado plenamente hasta después de la venida
de Cristo por medio de los apóstoles, y en especial de san Pablo, como dice él
mismo en la segunda lectura.
Pidamos a Dios con el salmo que todos los pueblos acojan a Cristo, que se
manifiesta hoy como Rey Salvador para todos ellos.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
El Dios invisible se ha manifestado visiblemente en nuestra carne mortal.
Llevad a todos la luz de Cristo, que ha brillado hoy para todos los hombres.
Podéis ir en paz.
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Domingo después de la Epifanía del Señor
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Fiesta
Monición inicial
Si no se hace inmediatamente después de la monición la bendición y aspersión del agua:
Celebramos en este domingo la fiesta del Bautismo del Señor. El
Bautismo de Cristo es otro acontecimiento de su Epifanía o manifestación al
mundo como Hijo de Dios y Mesías, ya que en él Jesús comienza su vida
pública y su misión redentora entre los hombres, recibiendo para ello el Espíritu
Santo y siendo proclamado por el Padre como su Hijo amado, enviado al mundo
para salvarnos.
En el Bautismo del Señor se revela asimismo el misterio de nuestro
Bautismo, en el que también nosotros somos reconocidos por el Padre como
hijos suyos y somos ungidos con el Espíritu Santo.
Celebremos, pues, con gozo esta fiesta del Bautismo del Señor, con la que
termina el tiempo de Navidad y Epifanía.
Si inmediatamente después de la monición tiene lugar la bendición y aspersión del agua:
Celebramos en este domingo la fiesta del Bautismo del Señor. El
Bautismo de Cristo es otro acontecimiento de su Epifanía o manifestación al
mundo como Hijo de Dios y Mesías, ya que en él Jesús comienza su vida
pública y su misión redentora entre los hombres, recibiendo para ello el Espíritu
Santo y siendo proclamado por el Padre como su Hijo amado, enviado al mundo
para salvarnos.
En el Bautismo del Señor se revela asimismo el misterio de nuestro
Bautismo, en el que también nosotros somos reconocidos por el Padre como
hijos suyos y somos ungidos con el Espíritu Santo. Por eso, vamos a recordar en
este día nuestro Bautismo con la bendición y aspersión del agua, que vamos a
hacer a continuación.
[Celebremos, pues, con gozo esta fiesta del Bautismo del Señor, con la
que termina el tiempo de Navidad y Epifanía.]
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Monición a las lecturas y al salmo
Si las lecturas son Isaías 42, 1-4.6-7, Hch 10,34-38 y Lucas 3, 15-16 se leerá la siguiente
monición:
La Palabra de Dios nos presenta hoy a Jesús, que en su Bautismo aparece
como el siervo de Dios ungido por el Espíritu Santo para traer la salvación y la
liberación a todos los pueblos.
Aclamemos, pues, con el salmo, al Señor, que ha manifestado su gloria
sobre las aguas del río Jordán.
Si se hacen las lecturas opcionales para el Ciclo C, es decir, Isaías 40, 1-5.9-11 y Tito 2,1114; 3,4-7, en lugar de la monición anterior, se leerá la siguiente:
Las dos primeras lecturas proclaman que en Cristo se ha revelado la gloria
de Dios para todo el género humano, que en las aguas del Bautismo recibe la
salvación y la purificación de los pecados. Por eso, al contemplar en el salmo las
maravillas de la creación, recordamos que en el Bautismo el Señor lleva a cabo
una nueva creación, haciéndonos criaturas nuevas, y le alabamos por ello. El
evangelio, finalmente, relata el Bautismo de Jesús en el río Jordán.
Escuchemos con atención la Palabra de Dios.
Monición al prefacio
Monición de despedida
Igual que Jesús, habéis sido ungidos en el Bautismo con el Espíritu Santo.
Id por la vida como fue Él: haciendo el bien. Podéis ir en paz.
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MIÉRCOLES DE CENIZA
Monición inicial
Hermanos: comenzamos hoy el santo tiempo de Cuaresma, en el que nos
preparamos para la Pascua del Señor, la solemnidad más importante del año, en
la que celebramos la muerte y la resurrección de Jesucristo y, asimismo, nuestra
propia muerte y resurrección, acontecida en el Bautismo, por el que un día
nosotros también morimos al pecado para resucitar con Cristo a la vida nueva de
los hijos de Dios.
Sin embargo, no siempre hemos sido fieles a lo que sucedió en el
Bautismo. Lo cierto es que no hemos muerto del todo al pecado y no vivimos
plenamente la vida cristiana como deberíamos. Por eso, la Iglesia nos llama en
este tiempo a la conversión, para actualizar y hacer realidad en nuestra vida el
Bautismo que recibimos, y poder celebrar así dignamente y con autenticidad la
Pascua, es decir, renovados, purificados, como personas nuevas renacidas en el
Bautismo a la vida nueva de los resucitados, la vida de la gracia, la vida de Dios.
Ésa es la meta. Hoy emprendemos el camino hacia ella, el camino
cristiano de la Cuaresma. Que el Señor nos conceda recorrerlo y llegar a buen
término en las fiestas pascuales.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos invita en la primera lectura a la conversión y el
arrepentimiento de nuestros pecados; en la segunda lectura, nos exhorta a la
reconciliación con Dios. Y en el evangelio, Cristo nos enseña sobre las prácticas
cuaresmales de la limosna, la oración y el ayuno.

Como en esta celebración no hay acto penitencial al principio (ya que el acto penitencial se hará después de la
homilía con la imposición de la ceniza), en la práctica puede resultar que la monición inicial y la monición a las
lecturas vayan muy seguidas (sobre todo, si la monición inicial se hace tras el saludo); por lo cual, si se considera
que hay excesiva acumulación de moniciones, se puede omitir la monición a las lecturas y al salmo.
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Con el salmo, pidamos al Señor perdón por nuestros pecados al comienzo
de esta Cuaresma.
Monición antes del prefacio
Demos gracias al Padre al comenzar esta Cuaresma, porque nos ofrece
una vez más la oportunidad del perdón y de la reconciliación, y porque a través
de las prácticas cuaresmales nos ayuda a progresar en la vida espiritual.
Monición de despedida
Convertíos, reconciliaos con Dios y con los hermanos. Podéis ir en paz.
22
DOMINGO I DE CUARESMA
Monición inicial
El tiempo de Cuaresma nos plantea el combate cristiano contra el pecado.
Al pecado precede casi siempre la tentación, que, si bien no es el pecado, induce
a él y en muchas ocasiones lleva a caer en él. Por eso, en este primer domingo
de Cuaresma el Señor Jesús nos enseña a vencer las tentaciones apoyados en la
fuerza del Espíritu y en la Palabra de Dios.
(Si se hacen las letanías de los santos al comienzo de la celebración, añadir:) 
En este combate contra el mal al que estamos llamados, los santos son un
modelo y un estímulo. Ellos supieron vencer las tentaciones, convertirse de sus
pecados cuando cayeron y ser finalmente fieles a Dios de manera perfecta. Por
eso al comienzo de esta celebración vamos a invocar su intercesión por nosotros
para que nos ayuden en este camino de conversión que emprendemos en la
Cuaresma: invocamos, en primer lugar a Cristo y a su Madre junto con los
ángeles, los patriarcas y los profetas, los apóstoles y los mártires, los santos
pastores de la Iglesia y las vírgenes, los religiosos y misioneros, y los santos
seglares.
Nos ponemos de pie.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
Durante los domingos de Cuaresma, la primera lectura irá haciendo un
recorrido por la historia sagrada. Hoy veremos cómo el pueblo de Israel sabía
que su historia era historia de salvación, porque tenían la seguridad de que Dios
les había acompañado a lo largo de ella, liberándolos.
Por eso, el salmo nos invita a confiar en que el Señor está siempre con
nosotros a lo largo de nuestra vida, acompañándonos en la tribulación,
convirtiendo también nuestra historia en historia de salvación.

Si se hacen las letanías de los santos, la monición inicial deberá leerse antes de la entrada del ministro que
preside la celebración.
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2ª lectura y evangelio
Cada domingo de Cuaresma, la segunda lectura nos ofrecerá una
catequesis sobre un tema fundamental para la vida cristiana. Hoy la carta de san
Pablo a los Romanos trata de la fe, exhortándonos a tener una fe firme para
alcanzar así la salvación.
Y en el evangelio escuchamos en este domingo las tentaciones de Jesús.
Al vencer la tentación, Cristo aparece como modelo para nosotros en la lucha
contra el pecado que llevamos a cabo en estos días cuaresmales.
Monición antes del prefacio
Demos ahora gracias a Dios, que en Cristo nos ha dado fuerza y ejemplo
para vencer la tentación.
Monición de despedida
Con la fuerza del Espíritu, venced la tentación. Podéis ir en paz.
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DOMINGO II DE CUARESMA
Monición inicial
Continuamos recorriendo el camino cuaresmal. El Señor nos acompaña en
este itinerario y nos ayuda para que lleguemos a la Pascua purificados y
renovados. Hace siete días, en el primer domingo de Cuaresma, Cristo nos
animaba con su ejemplo a vencer las tentaciones que continuamente amenazan
la vida cristiana; en este segundo domingo, el Señor promete la gloria a los que
nos esforzamos en seguirle a pesar de las dificultades. El relato de la
Transfiguración del Señor, que escucharemos hoy en el evangelio, nos enseña
que el camino cristiano, con sus asperezas y sufrimientos, acaba en el triunfo y
en la luz. Por eso merece la pena recorrerlo.
(Si se hacen las letanías de los santos, añadir):
Invoquemos ahora a Cristo y a los santos. Ellos recorrieron este camino y
han llegado a la meta. Ahora contemplan para siempre el rostro de Dios y le
ruegan a Él por nosotros para que también lleguemos a disfrutar del resplandor
de la gloria.
De pie.
Monición a las lecturas y al salmo (Si se ha leído la monición inicial)
Las lecturas de la Palabra de Dios continúan el itinerario iniciado el
domingo pasado.
Así, en el evangelio, Cristo sigue animándonos en el combate cuaresmal
contra el pecado: hoy, con su Transfiguración, nos muestra la gloria eterna que
espera a los que mueren con Él al pecado. También la segunda lectura, que nos
exhortaba el domingo pasado a la fe, en éste nos habla de la esperanza cristiana
en la resurrección.
Y en la primera lectura prosigue la historia de la salvación: hoy
recordamos la alianza de Dios con Abrahán, ejemplo asimismo de esperanza en
el Señor.
Por eso, iluminados con esta esperanza de la vida eterna, cantaremos con
el salmo: “El Señor es mi luz y mi salvación”.

Si se hacen las letanías de los santos, la monición inicial debe leerse antes de la entrada del ministro que
preside la celebración.
25
Monición a las lecturas y al salmo (Si no se ha leído la monición inicial)
Las lecturas de la Palabra de Dios continúan el itinerario iniciado el
domingo pasado.
Así, en el evangelio, Cristo sigue animándonos en el combate cuaresmal
contra el pecado: si el domingo pasado nos enseñaba a vencer las tentaciones,
hoy, con su Transfiguración, nos muestra la gloria eterna que espera a los que
mueren con Él al pecado. También la segunda lectura, que nos exhortaba el
domingo pasado a la fe, en éste nos habla de la esperanza cristiana en la
resurrección. Y en la primera lectura prosigue la historia de la salvación: hoy
recordamos la alianza de Dios con Abrahán, ejemplo asimismo de esperanza en
el Señor.
Por eso, iluminados con esta esperanza de la vida eterna, cantaremos con
el salmo: “El Señor es mi luz y mi salvación”.
Monición antes del prefacio
Hoy damos gracias a Dios porque en la Transfiguración de Jesucristo nos
promete la gloria de la resurrección [a los que lo seguimos por el camino de la
Pasión].
Monición de despedida
Anunciad a todos la esperanza que Cristo nos promete. Podéis ir en paz.
26
DOMINGO III DE CUARESMA
Monición inicial
En este tercer domingo de Cuaresma el Señor nos sigue llamando a la
conversión y a tomarnos en serio nuestro proceder; a no dejarlo para más
adelante, cuando quizás sea demasiado tarde, sino desde ahora, aprovechando
este tiempo de gracia que el Señor nos concede.
Que esta Eucaristía nos ayude para ello.
(Si se hacen las letanías de los santos, añadir):
Vamos a acudir a Cristo y a los santos: que su intercesión nos dé la fuerza
necesaria para convertirnos.
En el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A se leerá, en lugar de la anterior, la siguiente
monición:
La Cuaresma es tiempo para plantearse por qué somos cristianos. Por tanto,
se nos llama a reflexionar sobre el significado y la trascendencia del Sacramento
del Bautismo, que un día recibimos y por el que fuimos hechos hijos de Dios.
De ahí que estos tres próximos domingos de Cuaresma tengan un marcado
carácter bautismal. El Bautismo aparece como la fuente del agua viva de la que
Cristo habla hoy en el Evangelio.
Precisamente hemos venido a celebrar la Eucaristía porque queremos beber
de esta agua viva, que es el mismo Cristo [, su Palabra y su Cuerpo].
(Si se hacen las letanías de los santos, añadir):
Comenzamos invocando al Señor Jesús y a los santos. De pie.

Si se hacen las letanías de los santos, la monición inicial hay que leerla antes de que entre el sacerdote y
comience la celebración.

Si se hacen las letanías de los santos, la monición inicial debe leerse antes de que entre el sacerdote y comience
la celebración.
27
Moniciones a las lecturas y al salmo
La primera lectura, continuando su recorrido cuaresmal por la historia de
la salvación, llega hoy a Moisés y la época del éxodo del pueblo de Israel desde
Egipto. Precisamente San Pablo, en la segunda lectura, se basa en lo que
sucedió a los israelitas en el desierto para llamar a los cristianos a la conversión
permanente. También Jesús, en el evangelio, nos llama seriamente a la
conversión y, con la parábola de la higuera, nos enseña que el Señor es
compasivo y misericordioso. (Los evangelios de este domingo y el de los dos
siguientes nos mostrarán la misericordia y el perdón de Dios.)
En el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A se leerán, en lugar de la anterior, las
siguientes moniciones:
1ª lectura, salmo y evangelio
En el camino de la Cuaresma, Moisés representa la tercera etapa de la
historia de la salvación: el Éxodo del pueblo de Israel desde Egipto hacia la
Tierra Prometida. En la primera lectura escucharemos cómo Dios, por medio de
Moisés, calmó la sed del pueblo en el desierto, haciendo brotar agua de la roca.
El salmo nos pide que no endurezcamos nuestro corazón como los
israelitas en el desierto.
Y Jesús, en el evangelio, superando a Moisés, ofrece a la samaritana un
agua viva que calma la sed para siempre. Es el primero de los evangelios
bautismales que se leerán en estos tres próximos domingos de Cuaresma.
2ª lectura
La segunda lectura nos presenta la situación de salvación, gracia y paz
con Dios que nos ha traído la muerte de Cristo. Esta muerte manifiesta el amor
tan grande que Dios nos tiene, amor que ya podemos experimentar en nuestra
vida gracias al Espíritu Santo.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Invitad a todos a la conversión, a volverse hacia Dios. Podéis ir en paz.
En el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A se leerá, en lugar de la anterior, la
siguiente monición:
28
Como la samaritana, anunciad a todos que Cristo es la fuente de agua viva
que sacia la sed del hombre. Podéis ir en paz.
29
DOMINGO IV DE CUARESMA
Monición inicial
Entre los domingos de Cuaresma, el de hoy, que es el cuarto, tiene
siempre en la Iglesia un carácter especialmente festivo y alegre. Este domingo se
llama en latín “Letare”*, que quiere decir “Alegraos”. Y es que se nos invita en
este día a la alegría por la proximidad de las fiestas de Pascua. [Por eso, las
vestiduras del ministro son hoy de color rosa en lugar del morado habitual;
además en este domingo se adorna el altar con flores y resuena la música [[del
órgano]] [[o bien de los instrumentos]], como un pequeño anticipo del gozo
pascual]**.
Hermanos: la Cuaresma es un duro camino. Subimos con el Señor hacia
Jerusalén, donde sufrirá su Pasión. Pero también Jerusalén será el lugar de su
resurrección gloriosa.
(Si no se canta en la entrada “Qué alegría cuando me dijeron” añadir:)
Con este gozo que ya vislumbramos en este domingo celebramos ahora la
Eucaristía.
(Si se canta en la entrada “Qué alegría cuando me dijeron” añadir:)***
Por eso, al acercarnos con Cristo a la ciudad santa para compartir con él
sus padecimientos y, sobre todo, su triunfo, cantamos hoy: “¡Qué alegría
cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”; ya están pisando nuestros
pies tus umbrales, Jerusalén”.
O bien, en el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A, puede leerse si se prefiere, en
lugar de la anterior, la siguiente monición:
¿Qué es lo que el Sacramento del Bautismo ha hecho en nosotros? La
liturgia de hoy, cuarto domingo de Cuaresma responde a esta pregunta con el
evangelio del ciego de nacimiento.
En efecto, por el Bautismo hemos pasado de las tinieblas a la luz.
Estábamos ciegos en nuestro pecado pero el Señor ha lavado nuestros ojos con las
aguas del Bautismo y los ha abierto a la gracia divina.
*
Escribimos el término Laetare en su transcripción fonética para que puedan leerlo correctamente la personas
que desconozcan el latín.
**
Sólo se mencionarán los signos que vayan a darse realmente en la celebración.
***
Si el canto de entrada va a ser “Qué alegría cuando me dijeron” la monición deberá leerse antes de dicho
canto.
30
Por eso, damos gracias a Dios en esta Eucaristía.
(Si se hacen las letanías de los santos, añadir):
Comenzamos invocando a Cristo y a los santos. Que su intercesión haga
que permanezcamos siempre en la luz. Nos ponemos de pie.
Moniciones a las lecturas y al salmo
La primera lectura, en su recorrido por la historia de la salvación, nos
presenta hoy al pueblo de Israel ya en la tierra prometida y cuenta la primera
Pascua que los israelitas celebraron en la tierra que el Señor les dio.
La segunda lectura nos invita a reconciliarnos con Dios, ya que en el
evangelio la parábola del hijo pródigo nos muestra a Dios como un padre que
espera con los brazos abiertos el retorno de su hijo para otorgarle el perdón.
Por eso, al contemplar la misericordia divina, cantaremos con el salmo:
“Gustad y ved qué bueno es el Señor”.
En el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A se leerán, en lugar de la anterior, las
siguientes moniciones:
1ª lectura y salmo
Continúa la primera lectura de estos domingos de Cuaresma relatándonos
la historia de la salvación. Encontramos hoy al pueblo de Israel instalado ya en
la Tierra Prometida, después del éxodo por el desierto. Allí, pasado el tiempo, se
instaura la monarquía, que tiene como figura principal al rey David. Hoy
escucharemos su unción como rey de Israel.
El salmo nos recuerda que nosotros, como David, también hemos sido
ungidos por el Señor en nuestro Bautismo y desde entonces el Señor nos
acompaña siempre como acompañó a David.
2ª lectura y evangelio
En el evangelio, escuchamos en este domingo el segundo de los
evangelios llamados bautismales, que nos cuenta la curación del ciego de
nacimiento. El ciego representa a todos los que por el Bautismo han pasado de

Si se hacen las letanías de los santos, la monición inicial debe leerse antes de que entre el sacerdote y
comience la celebración.
31
las tinieblas del pecado a la luz de la fe y de la gracia. Por eso, en la segunda
lectura, San Pablo nos exhorta ahora a caminar como hijos de la luz.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Sed mensajeros de la reconciliación. Podéis ir en paz.
En el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A se leerá, en lugar de la anterior, la
siguiente monición:
Caminad como hijos de la luz. Podéis ir en paz.
32
DOMINGO V DE CUARESMA
Monición inicial
En este quinto domingo de la Cuaresma el Señor nos sigue mostrando su
misericordia infinita. Aprovechemos este amor desbordado de Dios hacia
nosotros para arrepentirnos de nuestros pecados, ahora que nos vamos acercando
a la celebración de la Pasión del Señor, y poder reiniciar así una vida nueva en la
Pascua.
(Si se hacen las letanías de los santos, añadir):
Invocamos a Cristo y a los santos para que nos ayuden en este propósito.
En el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A se leerá, en lugar de la anterior, la
siguiente monición:
En el sacramento del Bautismo hemos pasado de la muerte a la vida.
Estábamos muertos por el pecado pero el Señor nos ha sacado del sepulcro, como
a su amigo Lázaro, y nos ha dado una vida nueva, la vida de la gracia, la vida en el
Espíritu.
Y esta resurrección acaecida en el Bautismo es comienzo y anticipo de la
resurrección definitiva de la muerte que a todos nos espera al final de nuestros
días.
Por tanto, alegrémonos en Cristo, nuestra Resurrección y nuestra Vida y
celebremos gozosos esta Eucaristía.
(Si se hacen las letanías de los santos, añadir):
Comenzamos invocando a Cristo y a los santos. Nos ponemos de pie.

Si se hacen las letanías de los santos, la monición inicial hay que leerla antes de que entre el sacerdote y
comience la celebración.

Si se hacen las letanías de los santos, la monición inicial debe leerse antes de que entre el sacerdote y comience
la celebración.
33
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
La primera lectura termina en este domingo su recorrido por la historia de
la salvación en el Antiguo Testamento presentándonos hoy a los profetas,
hombres que hablaron al pueblo de parte de Dios, anunciando la salvación futura
que el Señor iba a traer. Y ello, aun en las situaciones más difíciles por las que
pasó el pueblo de Israel, como fue el destierro en Babilonia.
Por eso, con el salmo, nosotros, que hemos sido liberados del destierro del
pecado y la muerte, podemos cantar como los israelitas: “El Señor ha estado
grande con nosotros, y estamos alegres”.
2ª lectura y evangelio
En la segunda lectura San Pablo define lo que es el cristiano auténtico:
aquel que ha optado por Jesucristo como lo principal de su vida, con todo lo que
esto conlleva, y que el apóstol a continuación nos explica.
Y el evangelio, como en domingos anteriores, muestra la misericordia y la
bondad de Jesús con los pecadores. Hoy escuchamos el episodio de la mujer
adúltera.
En el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A se leerán, en lugar de las anteriores, las
siguientes moniciones:
1ª lectura y salmo
La primera lectura termina en este domingo su recorrido por el Antiguo
Testamento presentándonos a los profetas, que, de parte de Dios, anunciaron al
pueblo la salvación que había de llegar. Hoy el profeta Ezequiel habla de este
salvación como de una resurrección del sepulcro, como un pasar de la muerte a
la vida.
Por eso, con el salmo reconoceremos que en el Señor está la salvación y la
redención copiosa.
2ª lectura y evangelio
Después de los evangelios de la Samaritana y del ciego de nacimiento, se
lee en este domingo el tercer evangelio bautismal, la resurrección de Lázaro, que
simboliza lo que sucede en el Bautismo: morimos al pecado para resucitar a la
vida nueva de hijos de Dios. Esta muerte y resurrección espiritual que acontece
34
en el Bautismo, dice la segunda lectura, es prenda y garantía de la resurrección
futura.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Sed testigos de la bondad y la misericordia de Cristo. Podéis ir en paz.
En el caso de que se hagan las lecturas del ciclo A se leerá, en lugar de la anterior, la siguiente monición:
Anunciad a todos la vida nueva y plena que Dios nos da en Jesucristo.
Podéis ir en paz.
35
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
Monición inicial
Opción A (cuando se hace procesión)
Dos son los acontecimientos que la Iglesia celebra el domingo de Ramos
en la Pasión del Señor: la entrada triunfal del Señor en Jerusalén y su gloriosa
Pasión. Por eso, en primer lugar, comenzamos recordando la entrada del Señor
en la ciudad santa con la procesión, en la que, igual que aquellos que aclamaron
a Jesús, nosotros también le alabaremos con nuestros cantos, reconociéndolo
como Señor y Mesías; y, después, al llegar a la iglesia, conmemoraremos con la
Eucaristía la Pasión del Señor, que se celebra en este domingo, último de la
Cuaresma, ya que el domingo próximo celebraremos con gozo su resurrección
del lugar de los muertos.
Opción B (cuando se hace entrada solemne)
Dos son los acontecimientos que la Iglesia celebra el domingo de Ramos
en la Pasión del Señor: la entrada triunfal del Señor en Jerusalén y su gloriosa
Pasión. Por eso, al comienzo de esta celebración, vamos a recordar la entrada del
Señor en la ciudad santa; y ya después, con la celebración de la Eucaristía,
conmemoraremos la Pasión del Señor, que se celebra en este domingo, último de
la Cuaresma, ya que el domingo próximo celebraremos con gozo su resurrección
del lugar de los muertos.
Opción C (cuando se hace entrada simple)
Dos son los acontecimientos que la Iglesia celebra el domingo de Ramos
en la Pasión del Señor: la entrada triunfal del Señor en Jerusalén y su gloriosa
Pasión. Por eso, al comienzo de esta celebración, vamos a recordar la entrada del
Señor en la ciudad santa con la entrada del ministro que preside esta
celebración; y ya después, a lo largo de esta Eucaristía, conmemoraremos la
Pasión del Señor, que se celebra en este domingo, último de la Cuaresma, ya que
el domingo próximo celebraremos con gozo su resurrección del lugar de los
muertos.

La monición inicial, en cualquiera de sus opciones, deberá leerse antes de comenzar la celebración.
36
Monición al terminar la procesión o la entrada solemne (sólo en caso de que se
hayan leído las opciones A o B)
Hemos recordado la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. A partir de
ahora nos centramos ya en la conmemoración de la Pasión del Señor, a la que se
refieren la Palabra de Dios y las oraciones de esta Eucaristía. Dispongámonos a
celebrarla con fe y piedad.
Monición a las lecturas y al salmo (sólo en caso de que se haya leído la opción C)
La Palabra de Dios nos introduce ahora en el misterio de la Pasión del
Señor. Nos presenta a Cristo como el Siervo de Dios que, obediente al Padre,
sufre la muerte y por eso es levantado por Dios a lo más alto del cielo.
Escuchemos atentamente.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
En el Santo Triduo Pascual, que va desde la Misa de la Cena del Señor en
el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección, los cristianos celebramos el
acontecimiento fundamental de nuestra fe: el misterio pascual de la muerte y
resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, es muy importante que
vivamos estos días santos participando en las celebraciones litúrgicas con las
que la Iglesia conmemora cada año el misterio de nuestra redención. Debemos
esforzarnos por participar en todas ellas sin excepción. De lo contrario, no
podremos decir que hemos celebrado la Semana Santa de forma verdaderamente
cristiana. Hay, pues, que vencer el ambiente, que muchas veces presenta estos
días como meramente vacacionales o que piensa que lo fundamental desde el
punto de vista religioso son las procesiones.
Así pues, comenzaremos a celebrar este santo Triduo el Jueves Santo con
la Misa de la Cena del Señor, que tendrá lugar a las ____ de la tarde. Es el día
del Amor Fraterno, por lo que se realizará una colecta especial para Caritas.
[Los horarios de las celebraciones del Triduo Pascual están puestas en las
puertas de entrada de la iglesia y se pondrán también en la pizarra de la
parroquia].

Asegurarse de si esto es realmente así. Si no hay nada puesto en las puertas de la iglesia y no se va a poner
nada en la pizarra, entonces no se lee lo que está entre corchetes.
37
Celebremos, hermanos, en estos días la Pascua del Señor. Pasemos con Él
de la muerte a la vida.
Podéis ir en paz.
38
Triduo
Pascual
39
JUEVES SANTO
Misa de la Cena del Señor
Monición inicial
Nos hemos reunido en esta tarde del Jueves Santo para conmemorar la Cena
del Señor.
La víspera de padecer por nosotros, Jesús cenó por última vez con sus
discípulos. Quiso entonces, mediante las palabras y gestos realizados en el marco
de aquella memorable cena, dar a entender el sentido profundo de su inminente
Pasión, que no es otro que su amor total a los hombres hasta el extremo de
entregar su vida por nuestra salvación. Por eso, lavó los pies a los apóstoles, nos
dio el mandamiento nuevo del amor y, sobre todo, instituyó la Eucaristía como
memorial perpetuo de su Pasión, además de instituir el sacerdocio ministerial.
Vamos ahora a celebrar la Eucaristía, la Cena del Señor, y a recordar
aquellas palabras y gestos para adentrarnos así en el Triduo Pascual de la Muerte y
Resurrección de Jesucristo.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura nos cuenta cómo el pueblo judío celebraba la cena de
Pascua para conmemorar el acontecimiento más grande de su historia: cuando
Dios los liberó de la esclavitud en Egipto.
De la misma forma, dice San Pablo en la segunda lectura, los cristianos
celebran otra cena, la Eucaristía, para conmemorar el gran acontecimiento de su
salvación: la muerte y la resurrección de Cristo.
Con el salmo recordamos que en cada Eucaristía alzamos el pan y el cáliz,
que son el Cuerpo y la Sangre de Cristo, para dar gracias a Dios por todo el bien
que nos ha hecho.
Y en el evangelio escucharemos el relato del lavatorio de los pies, que en
San Juan tiene el mismo significado que la Eucaristía: la entrega del Señor por
todos los hombres.
40
Monición al lavatorio de los pies (después de la homilía)
"Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis
lavaros los pies unos a otros".
El rito del lavatorio de los pies, que vamos a realizar ahora, recuerda el
gesto del Señor, y expresa de manera visible lo que ha de ser nuestra vida: una
entrega constante al servicio de los hermanos, siguiendo el ejemplo de Cristo.
Monición a la colecta (acabada la oración universal o de los fieles)
En este día en que Cristo instituyó el memorial de su amor, celebramos el
Día del Amor Fraterno. La colecta de hoy estará destinada a Caritas. En ella
aportamos nuestra ofrenda para los más pobres, como fruto de las abstinencias y
privaciones cuaresmales. Así mostramos que en esta Cuaresma hemos muerto
un poco más a nuestro egoísmo para abrirnos a Dios y a los demás, que en eso
consiste la vida cristiana.
Monición antes del prefacio
En esta tarde [noche] en que fue instituida la Eucaristía, demos gracias a
Dios por este don tan grande en el que Cristo nos dejó el memorial de su sacrificio
por la salvación del mundo.
Monición al traslado del Santísimo Sacramento (tras la oración después de la comunión)
Por ser este el día en que fue instituida la Eucaristía, vamos a reservar el
Santísimo Sacramento en el sagrario de una forma más solemne de lo habitual.
[Allí podremos adorarlo esta noche]1. Aclamemos ahora al Señor presente en la
Eucaristía.
Monición de despedida (cuando se retiran los ministros)
Ha terminado la celebración de la Cena del Señor. Sin embargo, hoy no se
nos ha despedido como se hace normalmente. Se nos da a entender así que esta
celebración del Jueves Santo está incompleta, que es tan sólo el inicio e
introducción del Triduo Pascual, cuyo primer día es mañana, Viernes Santo, en
que conmemoraremos la Muerte del Señor; que continúa, como segundo día,
con el Sábado Santo de la Sepultura del Señor; y que concluirá el tercer día, el
Domingo de la Resurrección del Señor. Por eso, tiene poco sentido venir a Misa
el Jueves Santo y después no venir los demás días. Sería comenzar algo que
después no terminamos. Vamos, por tanto, a esforzarnos por celebrar el Triduo
1
Se leerá lo que está entre corchetes si por la noche va a celebrarse una vigilia de adoración eucarística o si la
iglesia va a permanecer abierta para que los fieles acudan a orar ante el Santísimo Sacramento.
41
Pascual viniendo, si es posible, los tres próximos días. Acompañemos a Cristo,
paso a paso, en el misterio de su Pascua, de su tránsito de la muerte a la vida.
Nos reuniremos, pues, mañana, Viernes Santo, primer día del Triduo
Pascual, para conmemorar la Muerte del Señor, a las ____ de la tarde [de la
mañana]. Es día de ayuno y abstinencia.
De lo que viene a continuación sólo se leerá aquello que vaya a tener lugar:
[Antes, esta noche tendremos un rato de adoración a la Eucaristía a las
____ .]
[(Y) Mañana por la mañana, a las ____, rezaremos la oración del Viernes
Santo.]
[Y a las ____ de la mañana tendrá lugar el Via Crucis.]1
[En la entrada de las puertas de la iglesia y en la pizarra de la parroquia
están puestos los horarios de las celebraciones de estos días.]
Ahora nos retiramos en silencio.
1
Este corchete sólo se leerá si el Via Crucis tiene lugar por la mañana. De lo contrario, se omite.
42
VIERNES SANTO
Conmemoración de la muerte del Señor
Monición inicial (antes de la entrada del que preside la celebración)
Hoy, Viernes Santo, primer día del Triduo Pascual, conmemoramos la
muerte del Señor. [Nos hemos reunido aproximadamente a la misma hora en que
Cristo murió, teniendo en cuenta que nuestro reloj lleva adelanto con respecto a
la hora solar.] 1 [Serían ahora las tres de la tarde, hora solar.]2
Según una antiquísima tradición, ni en este día ni mañana, Sábado Santo,
se celebra la Misa, ya que la Eucaristía de estos dos días es la de la Vigilia
Pascual. Por eso, la celebración que ahora comienza no estará completa hasta
que celebremos la Eucaristía en la noche santa de la resurrección del Señor. Se
nos enseña así que no debemos separar la muerte de la resurrección, que el
misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo es una unidad, aunque lo
celebramos a lo largo de tres días. Muerte y resurrección constituyen el único
acontecimiento redentor que nos salva.
De esta forma, la conmemoración de la muerte del Señor que vamos a
realizar hoy consta de tres partes: en primer lugar, la liturgia de la Palabra (la
Palabra de Dios nos iluminará acerca del sentido profundo de la pasión de
Cristo); como segunda parte de la celebración tendrá lugar la adoración de la
santa cruz, en la que triunfó hoy el Hijo de Dios; y, por último, recibiremos en la
comunión el Cuerpo de Cristo, entregado por nosotros en la cruz.
Comenzamos ahora en silencio, orando unos instantes de rodillas junto
con el ministro que preside esta celebración.
Monición a la oración universal (después de la homilía)
Para concluir la Liturgia de la Palabra, hacemos ahora, como en la
Eucaristía, la oración de los fieles u oración universal, llamada así porque en ella
pedimos a Dios por todos los hombres. Pero el Viernes Santo hacemos esta
oración de una forma especial: en lugar de presentar las peticiones como
habitualmente, el diácono [o bien un lector] nos propondrá la intención por la que
debemos pedir durante un momento de silencio, y a continuación el que preside
esta celebración rezará una oración por dicha intención. Unámonos a la oración
de Cristo, que intercede por todos ante el Padre.
1
Leer lo que está entre los corchetes siempre que la conmemoración de la muerte del Señor tenga lugar, a las
tres de la tarde, hora solar, o cerca de esa hora.
2
Leer lo que está dentro del segundo corchete si la celebración tiene lugar a las tres de la tarde, hora solar.
43
Monición a la adoración de la cruz (después de la oración universal)
Comienza ahora la segunda parte de esta celebración: la adoración de la
cruz.
Mientras adoramos la cruz, la liturgia nos invita a tener un doble
sentimiento: por una parte, de pesar por nuestros pecados, que son la causa de la
muerte de Cristo, y que hacen exclamar al mismo Señor: “Pueblo mío, qué te he
hecho...”. Pero, sobre todo y, aún más importante, se nos invita a mirar la cruz y
a adorarla con un sentimiento de alegría agradecida, ya que en la cruz Cristo nos
ha redimido, por ella ha venido la salvación al mundo entero.
Ahora, el ministro nos mostrará por tres veces la santa cruz, y otras tantas
veces nos arrodillaremos para adorarla en silencio.
Desde este momento y hasta la Vigilia Pascual, haremos genuflexión al
pasar delante de la cruz.
Monición a la comunión (acabada la adoración de la cruz)
Terminamos esta conmemoración de la muerte del Señor con la
comunión. Recibiremos ahora el Cuerpo de Cristo, entregado por nosotros en la
cruz y resucitado para nuestra salvación.
Monición de despedida (tras la oración después de la comunión y antes de la oración
sobre el pueblo)
Antes de concluir, recordar que: [esta tarde (noche) tendrá lugar el Via
Crucis a las ___.]1
Mañana, Sábado Santo, es el segundo día del Triduo Pascual, el día de la
Sepultura del Señor. La Iglesia nos invita a permanecer en oración junto al
sepulcro de Cristo mientras esperamos su resurrección. [Por eso, nos reuniremos
para rezar la oración del Sábado Santo a las ___ de la mañana]2 [y a las ___ de
la tarde.]2 [Es (Son) la(s) celebración(es) litúrgica(s) propia(s) del Sábado Santo:
hagamos lo posible por participar en ella(s)]3. Se nos recomienda además en este
día seguir guardando ayuno y abstinencia, aunque no es obligatorio (se trata del
1
Leer lo que está entre estos corchetes si se celebra algún Via Crucis en la tarde o en la noche del Viernes Santo.
2
Lo que hay entre estos corchetes se leerá si van a tener lugar estos actos de oración el Sábado Santo. Si no se
van a celebrar, se omite.
3
Lo que hay entre estos corchetes se leerá si va a tener lugar algún acto de oración el Sábado Santo, en plural si
los fieles se van a reunir a orar por la mañana y por lo tarde, en singular si sólo se van a reunir una vez. En caso
de que no se vaya a realizar ningún acto de oración, se omite.
44
ayuno pascual, el primero que se practicó en la Iglesia, que se guarda Viernes y
Sábado Santos para romperlo con alegría el Domingo de Resurrección).
[Y ya por la noche, a las __(hora de la Vigilia Pascual)___, con la celebración de
la solemne Vigilia Pascual, comenzará el tercer día de este Triduo sacro, el
Domingo de la Resurrección del Señor. Participemos en esta celebración, la más
importante del año]1
[Recordar, por último, que hasta que comience la Vigilia Pascual, nos
arrodillaremos al pasar delante de la cruz.]
Terminamos ahora esta conmemoración recibiendo la bendición. Y
después nos retiramos en silencio.
1
Si los fieles conocen la hora de la Vigilia Pascual y son conscientes de la gran importancia de esta celebración,
pero no valoran la oración litúrgica del Sábado Santo (por falta de tradición u otras razones), podría ser
recomendable no leer lo que está entre estos corchetes para centrar así estos avisos finales en la conmemoración
del Sábado Santo (siempre que el Sábado Santo se vaya a celebrar algún acto de oración).
45
SÁBADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR
OFICIO DE LECTURA
Monición inicial al rezo del Oficio del Sábado Santo
Hoy, Sábado Santo, segundo día del Triduo Pascual, recordamos la
sepultura del Señor. En este día la Iglesia permanece hoy orando junto al
sepulcro de Cristo mientras espera su gloriosa resurrección. Y nos invita a
meditar sobre el misterio de la muerte del Señor: Cristo realmente estuvo
muerto, Él supo lo que es morirse, ha compartido con todo ser humano la
condición mortal. Cristo estuvo en el lugar de los muertos; esto es lo que
afirmamos en el Credo cuando decimos “descendió a los infiernos”. Por eso, el
misterio de la muerte del Señor, que contemplamos en el Sábado Santo, ilumina
el trance de nuestra propia muerte y nos consuela a los que por ella hemos de
pasar. Mirar a Cristo pasando por la muerte y verlo después resucitado nos llena
de la esperanza de seguir nosotros también sus mismos pasos.
Moniciones a los salmos
Monición a los salmos 4 y 15
Los salmos que hoy rezamos nos ayudan a profundizar en el misterio de la
muerte del Señor. En los dos primeros salmos que vamos a recitar Cristo
contempla la muerte como una dormición, como un descanso, confiando en que
el Padre no lo abandonará en poder de la muerte y de la corrupción del sepulcro,
sino que lo despertará del sueño de la muerte, resucitándolo a la vida plena junto
a él.
Monición al salmo 23
El Señor Jesús ha descendido al lugar de los muertos para abrir a todos los
hombres las puertas de la vida y del reino celestial, que desde antiguo habían
estado cerradas para el ser humano por culpa del pecado. Cristo, en cambio, es
el hombre de manos inocentes y puro corazón; por eso consigue abrir para toda
la humanidad las antiguas compuertas del cielo y entrar en la gloria, en el monte
del Señor. Esto es lo que nos dice el salmo que a continuación rezamos.
46
Moniciones a las lecturas
1ª lectura: Hebreos 4, 1-13
Vamos a escuchar ahora dos lecturas: una de la Palabra de Dios, de la
carta a los Hebreos, y, la otra, una homilía antigua sobre el Sábado Santo.
Igual que Dios descansó al séptimo día de la obra de la creación (según
cuenta el libro del Génesis), Cristo, al terminar su misión redentora en el mundo,
descansa en el sepulcro el séptimo día, el sábado. La lectura que escucharemos
en primer lugar, de la carta a los Hebreos, nos exhorta a hacer siempre la
voluntad de Dios para poder entrar también nosotros en su descanso al final de
nuestra vida.
2ª lectura: Homilía sobre el grande y santo Sábado
La segunda lectura, bellísima, nos presenta a Cristo, que, después de
morir, baja al abismo, al lugar de los muertos. Allí encuentra a los hombres que
estaban desde la creación del mundo, representados en nuestros primeros padres,
Adán y Eva. Cristo establece un hermoso diálogo con ellos hasta y se apresta a
sacarlos de aquel sitio para llevarlos al paraíso.
Monición a los fragmentos de las Lamentaciones1
Vamos a recitar tres fragmentos del libro de las Lamentaciones, que nos
exhortan a reconocer nuestros pecados, causa de la muerte de Cristo. El Señor
Jesús, sin embargo, los asume, carga con ellos y nos invita a confiar en la
bondad y la misericordia del Señor, y esperar su salvación.
Monición antes de la despedida (si se van a celebrar las Vísperas por la tarde)2
Ha concluido esta oración del Sábado Santo de la Sepultura del Señor. La
Iglesia nos exhorta a permanecer en este segundo día del Triduo Pascual en
actitud de recogimiento y oración. Nos recomienda asimismo, aunque sin
mandarlo como obligatorio, continuar el ayuno y la abstinencia, al igual que
ayer. Es el ayuno pascual, el primero que se guardó en la Iglesia, que se hacía
Viernes y Sábado Santos para romperlo con alegría el Domingo de
Resurrección.
1
Los fragmentos del libro de las Lamentaciones se recitan cuando el Oficio de Lectura se hace a modo de
Vigilia prolongada.
2
Si se rezan Laudes omitir esta monición
47
Volveremos a reunirnos esta tarde para rezar la oración de Vísperas, y terminar
de conmemorar así este día santo de la Sepultura del Señor. Será esta tarde a las
___.
[Podéis ir en paz.]
Monición antes de la despedida (si no se van a celebrar Vísperas por la tarde)1
Ha concluido la Oración del Sábado Santo de la Sepultura del Señor. La
Iglesia nos exhorta a permanecer en este segundo día del Triduo Pascual en
actitud de recogimiento y oración. Nos recomienda asimismo, aunque sin
mandarlo como obligatorio, continuar el ayuno y la abstinencia, al igual que
ayer. Es el ayuno pascual, el primero que se guardó en la Iglesia, que se hacía
Viernes y Sábado Santos para romperlo con alegría el Domingo de
Resurrección.
Cristo dijo: “Al tercer día resucitaré”. Ese tercer día comenzará ya esta
noche, con la solemne Vigilia Pascual, la celebración más importante de la
liturgia cristiana, en la que conmemoramos el acontecimiento más grande de
nuestra fe: la gloriosa resurrección de Jesucristo. Y ya durante todo el día de
mañana continuaremos celebrando con gozo esta fiesta de las fiestas: rezaremos
las gozosas Laudes de la Resurrección del Señor a las ____ de la mañana; y
celebraremos la solemne Eucaristía del día de Pascua a las ____ . Participemos
en estas celebraciones del día más importante del año. Santifiquemos la fiesta
más grande de nuestra fe y de nuestra vida.
[Podéis ir en paz.]
LAUDES
Moniciones a los salmos y el cántico
Monición al salmo 63
En el salmo sesenta y tres, que vamos a recitar a continuación, Cristo
acude al Padre en su Pasión con la confianza de que el Padre le hará justicia y
defenderá su vida.
1
Si se rezan Laudes omitir esta monición
48
Monición al cántico de Isaías
Contemplamos ahora a Cristo, que se ve abocado a la muerte, pero al final
de este cántico anticipa ya su resurrección definitiva.
Monición al salmo 150
“Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Porque para Él todos están
vivos”.
Aunque hoy estamos recordando la sepultura del Señor, no olvidemos que
Cristo no está ya muerto; una vez que resucitó, Cristo ya no muere más, vive
para siempre, nos enseña la Sagrada Escritura. Por eso, el salmo ciento
cincuenta, que es el último que rezamos en esta mañana, invita alabar a Dios a
todo ser que alienta, es decir, a todo ser que vive. Porque para él todos están
vivos. Unámonos a esta alabanza eterna.
Monición al cántico evangélico
Demos gracias a Dios ahora porque ha visitado y redimido a su pueblo,
porque nos ha dado la salvación por la muerte y resurrección de su Hijo. [Y lo
vamos a hacer con un cántico tomado del evangelio: el cántico de Zacarías,
padre de San Juan Bautista. Al tratarse de palabras del evangelio nos ponemos
de pie.]1
Monición antes de la despedida (si no se van a celebrar Vísperas por la tarde)
Ha concluido la Oración del Sábado Santo de la Sepultura del Señor. La
Iglesia nos exhorta a permanecer en este segundo día del Triduo Pascual en
actitud de recogimiento y oración. Nos recomienda asimismo, aunque sin
mandarlo como obligatorio, continuar el ayuno y la abstinencia, al igual que
ayer. Es el ayuno pascual, el primero que se guardó en la Iglesia, que se hacía
Viernes y Sábado Santos para romperlo con alegría el Domingo de
Resurrección.
Cristo dijo: “Al tercer día resucitaré”. Ese tercer día comenzará ya esta
noche, con la solemne Vigilia Pascual, la celebración más importante de la
liturgia cristiana, en la que conmemoramos el acontecimiento más grande de
nuestra fe: la gloriosa resurrección de Jesucristo. Y ya durante todo el día de
mañana continuaremos celebrando con gozo esta fiesta de las fiestas: rezaremos
las gozosas Laudes de la Resurrección del Señor a las ____ de la mañana; y
1
Lo que está entre estos corchetes se leerá si en el rezo de las Laudes participan fieles que no las rezan
habitualmente.
49
celebraremos la solemne Eucaristía del día de Pascua a las ____ . Participemos
en estas celebraciones del día más importante del año. Santifiquemos la fiesta
más grande de nuestra fe y de nuestra vida.
[Podéis ir en paz.]
Monición antes de la despedida (si se van a celebrar las Vísperas por la tarde)
Ha concluido esta oración del Sábado Santo de la Sepultura del Señor. La Iglesia
nos exhorta a permanecer en este segundo día del Triduo Pascual en actitud de
recogimiento y oración. Nos recomienda asimismo, aunque sin mandarlo como
obligatorio, continuar el ayuno y la abstinencia, al igual que ayer. Es el ayuno
pascual, el primero que se guardó en la Iglesia, que se hacía Viernes y Sábado
Santos para romperlo con alegría el Domingo de Resurrección.
Volveremos a reunirnos esta tarde para rezar la oración de Vísperas, y terminar
de conmemorar así este día santo de la Sepultura del Señor. Será esta tarde a las
____.
[Podéis ir en paz.]
VÍSPERAS
Moniciones a los salmos y cántico
Monición al salmo 115
“Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles”, nos dice el salmo que vamos
a rezar en primer lugar. Por eso, Dios rompió las cadenas de la muerte y resucitó
a su Hijo. Y Cristo ofrece ahora al Padre esta oración de alabanza. Unámonos a
Él.
Monición al salmo 142, 1-11
Cristo, en el sepulcro, ora al Padre con el salmo que ahora vamos a rezar,
e implora que a la mañana del domingo haya recibido del Padre la gracia de la
resurrección.
50
Monición al cántico de Filipenses 2, 6-11
Cristo se ha humillado bajando a lo más hondo del abismo. Por eso, en su
resurrección será elevado por el Padre hasta lo más alto, por encima de todo y de
todos. Esto es lo que proclamamos en el cántico que hacemos a continuación.
Monición al cántico evangélico
Proclamemos ahora, con el cántico de María, la grandeza de Dios, que ha
realizado por nosotros la obra grande de la redención por la muerte y
resurrección de Cristo. [Al estar este cántico tomado del evangelio lo recitamos
(cantamos) de pie.]
Monición al final de las Vísperas
Con esta oración de Vísperas concluimos la conmemoración del Sábado Santo
de la Sepultura del Señor, segundo día del Triduo Pascual.
Cristo dijo: “Al tercer día resucitaré”. Por eso, preparémonos, hermanos, a
celebrar el tercer día, el día más grande del año, el Domingo de Pascua de la
Resurrección del Señor, que se inicia esta noche con la solemne Vigilia Pascual,
la celebración más importante de la liturgia cristiana. Será a las ____ de la
noche. Y ya durante todo el día de mañana continuaremos celebrando con gozo
esta fiesta de las fiestas: rezaremos las gozosas Laudes de la Resurrección del
Señor a las ____ de la mañana; y celebraremos la solemne Eucaristía del día de
Pascua a las ____ . Participemos en estas celebraciones del día más importante
del año. Santifiquemos la fiesta más grande de nuestra fe. [En las puertas de la
iglesia está puesto el horario de las celebraciones.]
[Podéis ir en paz.]
51
DOMINGO DE PASCUA
DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Vigilia pascual en la noche santa
A) Monición inicial
(Si la Vigilia comienza antes de la medianoche:)
“Al tercer día resucitaré, dijo el Señor”. Por eso, después de haber
conmemorado el Viernes Santo de la muerte del Señor y el Sábado Santo de su
sepultura, nos hemos congregado en esta noche, con la que se inicia ya el tercer
día del Triduo Pascual, el domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, para
celebrar el triunfo de Cristo sobre la muerte. Y para conmemorar este
acontecimiento, el misterio central de nuestra fe, los cristianos, desde muy
antiguo, consideraron esta noche como noche de vela, ya que ésta es la noche
más importante del año, la noche santa que tuvo el privilegio de ver a Cristo
resucitar de entre los muertos. Por eso, lo que vamos a hacer ahora no es una
“Misa muy larga”, sino una Vigilia, es decir, un tiempo de vela, de oración y
alabanza en honor del Señor.
Así pues, esta celebración, la principal del año, consta de cuatro partes: en
primer lugar, el Lucernario o rito de la luz, en el que se enciende el cirio
pascual, símbolo de Cristo resucitado y se proclama el pregón que anuncia el
comienzo de las fiestas de Pascua; en segundo lugar, la Liturgia de la Palabra, en
la que contemplaremos las maravillas que Dios ha hecho a favor de los hombres
desde la creación del mundo, que han culminado con la resurrección de
Jesucristo; después, tendrá lugar la Liturgia bautismal, ya que por el Bautismo
todos nosotros hemos muerto y resucitado con Cristo; [hoy participará
(participarán) también de la muerte y resurrección del Señor el niño (la niña)
(los niños) (las niñas) que va (van) a ser bautizado (bautizada) (bautizados)
(bautizadas)]1; y, por último, esta solemne Vigilia terminará con la Liturgia
Eucarística, en la que se hará presente y actual el misterio pascual de la muerte y
resurrección del Señor.
1
Lo que está entre estos corchetes se leerá si se celebran bautismos en la Vigilia pascual. Si en lugar de niños
reciben el Bautismo una o varias personas adultas, se empleará el término “catecúmeno” en lugar de “niño”. Si
reciben el Bautismo una o varias personas jóvenes, se utilizará el término “joven” o “catecúmeno” en lugar de
“niño”.
52
( Si la Vigilia comienza a partir de medianoche)
“Al tercer día resucitaré, dijo el Señor”. Por eso, después de haber
conmemorado el Viernes Santo de la muerte del Señor y el Sábado Santo de su
sepultura, nos hemos congregado en esta noche, cuando no ha hecho más que
comenzar el domingo, para celebrar el acontecimiento fundamental de nuestra
fe: la gloriosa resurrección de Jesucristo. No esperamos a que sea de día, porque
esta noche es santa, es la que tuvo el privilegio de ver a Cristo resucitar de entre
los muertos. Por eso es la noche más importante del año. Y de ahí que los
cristianos, ya desde muy antiguo, pasaran esta noche en vela, en vigilia, orando
y dando gracias a Dios. Por eso, lo que vamos a hacer ahora no es una “Misa
muy larga”, sino una Vigilia, un tiempo de vela, de oración y alabanza en honor
del Señor.
Así pues, esta celebración, la principal del año, consta de cuatro partes: en
primer lugar, el Lucernario o rito de la luz, en el que se enciende el cirio
pascual, símbolo de Cristo resucitado, y se proclama el pregón que anuncia el
comienzo de las fiestas de Pascua; en segundo lugar, la Liturgia de la Palabra,
en la que contemplaremos las maravillas que Dios ha hecho a favor de los
hombres desde la creación del mundo, que han culminado con la resurrección de
Jesucristo; después, tendrá lugar la Liturgia bautismal, ya que por el Bautismo
todos nosotros hemos muerto y resucitado con Cristo; [hoy participará
(participarán) también de la muerte y resurrección del Señor el niño (la niña)
(los niños) (las niñas) que va (van) a ser bautizado (bautizada) (bautizados)
(bautizadas)]1; y, por último, esta Vigilia terminará con la Liturgia Eucarística,
en la que se hará presente y actual el misterio pascual de la muerte y
resurrección del Señor.
B) Liturgia de la palabra.
Monición general a las lecturas y a la 1ª lectura con su salmo (después del
pregón pascual)
Con el pregón solemne de la Pascua ha concluido la primera parte de esta
celebración, que es el Lucernario o rito de la Luz. Comienza ahora la Liturgia de
la Palabra, que en esta noche de vigilia, de vela en honor del Señor, es larga, con
bastantes lecturas, porque en esta noche recordamos todo lo que Dios ha hecho
para salvar al hombre desde el origen del mundo y que culmina con la
1
Lo que está entre estos corchetes se leerá si se celebran bautismos en la Vigilia pascual. Si en lugar de niños
reciben el Bautismo una o varias personas adultas, se empleará el término “catecúmeno” en lugar de “niño”. Si
reciben el Bautismo una o varias personas jóvenes, se utilizará el término “joven” o “catecúmeno” en lugar de
“niño”.
53
resurrección de Jesucristo. Contemplemos, pues, a través de estas lecturas, la
historia de la salvación, la historia del amor de Dios a los hombres, demos
gracias a Dios por ello con [el canto de] los salmos y oremos para que esta
salvación alcance a toda la humanidad.
Si después de la primera lectura se canta el salmo 103 (R: Envía tu Espíritu, Señor...):
La historia de la salvación comienza cuando Dios creó todas las cosas y al
hombre. En la belleza y bondad de las criaturas descubrimos el inmenso amor
del Creador. Así lo cantaremos en el salmo.
Si después de la primera lectura se canta el salmo 32 (R: La misericordia del Señor...):
La historia de la salvación comienza cuando Dios creó todas las cosas y al
hombre. En la belleza y bondad de las criaturas descubrimos el amor y la
misericordia del Creador. Por eso, cantaremos con el salmo: “La misericordia
del Señor llena la tierra”.
2ª lectura y salmo
Después del pecado, Dios no abandonó a los hombres sino que les
prometió la salvación. Abrahán recibió esta promesa y, a pesar de las
dificultades, su fe permaneció firme en el Señor. Por eso, se ha convertido en
modelo y padre de los que, por la fe, reciben el Bautismo.
Vamos a escuchar ahora el relato de la gran prueba de Abrahán, en la que
su hijo, Isaac, al ir dócilmente hacia su propio sacrificio, aparece como figura de
Cristo, que acepta su sacrificio en la cruz por todos los hombres. En el salmo
que rezaremos después, Cristo se refugia en Dios, su Padre, confiando en que el
Padre no lo abandonará al poder de la muerte ni le dejará conocer la corrupción
del sepulcro.
3ª lectura y salmo
Pasaba el tiempo y el plan de salvación de Dios se iba realizando: de
Abrahán e Isaac nació el pueblo de Israel, pueblo elegido por Dios, que, sin
embargo, estaba esclavo en Egipto. Pero en esta noche Dios liberó a los
israelitas de la esclavitud en Egipto, haciéndoles atravesar el mar Rojo, como
ahora escucharemos. Esto es lo que los judíos celebraban en la Pascua.
Sin embargo, la Pascua de Israel es sólo un signo de la verdadera Pascua,
en la que Cristo ha liberado a toda la humanidad de la esclavitud del pecado. Los
carros y caballos del Faraón, que fueron cubiertos por las aguas del Mar Rojo
son un símbolo del pecado sumergido y borrado por las aguas del Bautismo. Por
eso, con el salmo, cantaremos la victoria del Señor.
54
Monición a las lecturas de los profetas
Cuando el pueblo de Israel se encontró ya en la Tierra Prometida, no
siempre fue fiel al Dios que lo había liberado de la esclavitud en Egipto y había
hecho Alianza con ellos en el monte Sinaí. Por eso, Dios les envió a los profetas.
Ellos, por un lado, reprocharon al pueblo su pecado y su infidelidad a la Alianza
con el Señor; pero, al mismo tiempo, no dejaron de anunciar la salvación plena y
definitiva que traería Jesucristo. Salvación que aparece simbolizada
frecuentemente en el agua que limpia y purifica y nos anuncia ya el Bautismo.
Escuchamos a continuación cuatro1 lecturas de los profetas.
Monición antes del Gloria (al acabar la oración correspondiente a la última lectura del
Antiguo Testamento)
Hemos concluido las lecturas del Antiguo Testamento. Toda la historia de
la salvación, todas los anuncios y promesas hechas en la Antigua Alianza llegan
a su plenitud en Cristo, que inaugura la Nueva y definitiva Alianza. Por eso,
antes de proclamar las lecturas del Nuevo Testamento, glorifiquemos a Dios,
que nos ha redimido por medio de su Hijo.
Monición a las lecturas del Nuevo Testamento (Epístola y Evangelio)
(después del Gloria y la oración colecta)
Se proclaman ahora las lecturas del Nuevo Testamento. El evangelio nos
anuncia con gozo la resurrección del Señor. Pero, antes, en la Epístola, San
Pablo nos enseña que la resurrección de Cristo no es un hecho ajeno a nosotros,
sino que por el Bautismo hemos muerto con Él al pecado para resucitar también
con Él a la vida nueva de hijos de Dios.
Monición al Aleluya (después de la Epístola a los Romanos)
Vamos a entonar ahora el cántico que hemos omitido durante la Cuaresma
y que a partir de hoy resonará con fuerza como signo de la alegría pascual. El
ministro que preside [o bien el salmista] cantará por tres veces el Aleluya y
nosotros respondemos con gozo.
1
O, si se hacen menos lecturas de los profetas, aquí se indica el número de ellas. No obstante, según afirma la
Carta sobre las fiestas pascuales, en su nº 78, deben leerse como norma “todas las lecturas indicadas, para
conservar intacta la índole propia de la Vigilia pascual”. Sólo en casos extraordinarios pueden omitirse algunas
lecturas.
55
C) Liturgia bautismal (después de la homilía)
(Si se celebran bautismos en la Vigilia pascual:)
Comienza ahora la tercera parte de esta Vigilia: la Liturgia Bautismal.
El Bautismo tiene gran importancia en esta noche; las alusiones a las
aguas bautismales han sido frecuentes en las lecturas y en los salmos de la
Palabra de Dios que hemos proclamado. Y es que el Bautismo es el sacramento
por el que nos unimos a la muerte y resurrección del Señor: morimos con Cristo
al pecado para resucitar a una vida nueva, la vida de hijos de Dios.
Esto se va a hacer ahora realidad en el niño (la niña) (los niños) (las
niñas) que va (van) a ser bautizado (bautizada) (bautizados) (bautizadas).
1
Invocaremos en primer lugar sobre ellos la ayuda de Cristo y de los
santos.
A continuación será bendecida el agua de la pila bautismal, donde
renacerá (renacerán) el nuevo hijo (la nueva hija) (los nuevos hijos) (las nuevas
hijas) de Dios.
Y, por último, después de que sea (sean) bautizado (bautizada)
(bautizados) (bautizadas), todos los presentes en esta Vigilia Pascual
renovaremos las promesas de nuestro Bautismo. No siempre hemos sido fieles a
esas promesas de renunciar a vivir en pecado para vivir como hijos de Dios. Por
eso, durante la Cuaresma hemos estado convirtiéndonos, muriendo a ese pecado
que en ocasiones subsiste en nosotros, para poder llegar a esta noche limpios,
purificados y, así, podamos ratificar hoy con sinceridad los compromisos
bautismales y nuestra adhesión a Cristo. De esta forma el Bautismo se
actualizará en nosotros, y así, en esta noche, no sólo resucita el Señor sino que
nosotros también resucitamos con Él, tal y como un día sucedió en nuestro
Bautismo. Por eso, finalmente, el agua bautismal será rociada sobre nuestras
cabezas.
(Si no se celebran bautismos en la Vigilia pascual:)
Comienza ahora la tercera parte de esta Vigilia: la Liturgia Bautismal.
Si en lugar de niños reciben el Bautismo una o varias personas adultas, se empleará el término “catecúmeno”
en lugar de “niño”. Si reciben el Bautismo una o varias personas jóvenes, se utilizará el término “joven” o
“catecúmeno” en lugar de “niño”.
1
56
El Bautismo tiene gran importancia en esta noche; las alusiones a las
aguas bautismales han sido frecuentes en las lecturas y en los salmos de la
Palabra de Dios que hemos proclamado. Y es que el Bautismo es el sacramento
por el que nos unimos a la muerte y resurrección del Señor: morimos con Cristo
al pecado para resucitar a una vida nueva, la vida de hijos de Dios.
Pero no siempre hacemos realidad el Bautismo en nuestra vida. En
ocasiones, el pecado subsiste en nosotros y no vivimos verdaderamente como
hijos de Dios. Por eso, durante la Cuaresma hemos estado convirtiéndonos de
nuestros pecados, para poder llegar a esta noche limpios, purificados y, así,
podamos renovar hoy con sinceridad los compromisos bautismales y nuestra
adhesión a Cristo. De esta forma el Bautismo se actualizará en nosotros, y así,
en esta noche, no sólo resucita el Señor sino que nosotros también resucitamos
con Él, tal y como un día sucedió en nuestro Bautismo.
Si se bendice el agua de la fuente o pila bautismal se añade:
Bendecimos, en primer lugar, el agua de la fuente bautismal.
D) Liturgia Eucarística
Monición al comienzo de la liturgia eucarística (después de la oración de los fieles
u oración universal)
Llegamos a la última parte de esta Vigilia que es, a la vez, la más
importante: la celebración de la Eucaristía.
Quizás nos llaman la atención las ceremonias y los ritos especiales de
estos días. Sin embargo, el momento culminante de esta Vigilia y de todo el
Triduo Pascual es la Eucaristía que ahora vamos a celebrar. Porque, hasta este
momento, todo lo que hemos hecho ha sido recordar o conmemorar la muerte y
la resurrección del Señor. Pero la Eucaristía no es un mero recuerdo, sino que en
ella se hace presente, aquí y ahora, [viva y] realmente, el misterio pascual de la
muerte y resurrección del Señor. Dispongámonos, pues, a participar en esta
liturgia eucarística de manera consciente.
Monición antes del prefacio
En verdad, como diremos ahora, en esta noche debemos dar gracias a
Dios más que nunca. Porque el misterio pascual de la muerte y la resurrección
de Jesucristo es la culminación de toda la obra de salvación que Dios ha
realizado en favor del género humano. Por él hemos sido rescatados del pecado
y de la muerte para nacer a la vida plena y eterna.
57
Monición de despedida (antes del Podéis ir en paz.)
La alegría de esta noche es tan grande que se prolonga cincuenta días: es
el tiempo pascual, el más importante del año, el más gozoso, que hoy comienza
y dura hasta el domingo de Pentecostés. Durante los cuarenta días de la
Cuaresma hemos estado muriendo al pecado para que ahora, en los cincuenta
días de Pascua estrenemos una vida nueva de hijos de Dios a la que nacimos en
el Bautismo, y a la que hemos renacido hoy de nuevo. La Iglesia nos invita a
celebrar la cincuentena pascual con gran alegría por la resurrección del Señor y
por nuestra propia resurrección del pecado y de la muerte.
Celebremos, pues, la Pascua, empezando por este domingo de
resurrección: aunque con la solemne celebración que ahora termina hemos
cumplido ya el precepto dominical, el Espíritu nos anima a celebrar la Eucaristía
en el día de la resurrección del Señor. Será a las _____ de la mañana/tarde, ...
[También tendrá lugar el rezo de las Laudes [Vísperas] a las ____ de la mañana
[tarde]. Y además, el domingo de resurrección, que es el día más grande del año,
se festeja no un solo día, sino durante toda la semana próxima hasta el domingo
siguiente como si fuera el mismo día de la resurrección del Señor: es la octava
de Pascua. [Por eso todos los días de la semana que viene tendrán lugar
celebraciones especialmente festivas de la Eucaristía o de la Liturgia de la
Palabra. Todos quedamos invitados a participar en ellas]. [[Así como ahora
también estamos invitados a tomar un chocolate, como ágape fraterno]].
[Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.]
58
DOMINGO DE PASCUA
DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Misa del día
Monición inicial
Hermanos:
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aquel que por nosotros padeció y
sufrió la muerte ha salido victorioso del sepulcro. Esta es la gran noticia que hoy
la Iglesia proclama en todo el mundo. Y nosotros nos llenamos de gozo por la
resurrección de Jesucristo, que es prenda y garantía de nuestra propia
resurrección, ya que por el Bautismo nosotros también morimos con Cristo al
pecado y resucitamos a una vida nueva de hijos de Dios, vida que no termina
con la muerte, que traspasa las barreras de la muerte, vida plena y eterna con
Cristo.
Si tiene lugar la aspersión del agua bendita, añadir lo siguiente:
Por eso, en este tercer día del Triduo Pascual, domingo de Pascua de la
Resurrección del Señor, va a ser rociada ahora sobre nuestras cabezas el agua en
memoria de nuestro Bautismo.
Monición a las lecturas y al salmo
Si se hace como segunda lectura Colosenses 3, 1-4, se leerá la siguiente monición:
La Palabra de Dios proclama con gozo la resurrección del Señor y nuestra
propia resurrección, acontecida en el Bautismo.
En este día en que actuó el Señor, vamos a cantar el salmo pascual por
excelencia, en el que Cristo da gracias al Padre por haber tenido misericordia de
Él y resucitarle de la muerte.
Si se hace como segunda lectura 1 Corintios 5, 6b-8, se leerá la siguiente monición en lugar de la anterior:
La Palabra de Dios proclama con gozo la resurrección del Señor.
59
En la segunda lectura, san Pablo nos recuerda que, igual que en la cena de
Pascua judía debía comerse el pan ázimo, es decir, sin levadura, los cristianos
debemos celebrar la Pascua de Jesucristo limpios de toda levadura de maldad.
En este día en que actuó el Señor, vamos a cantar el salmo pascual por
excelencia, en el que Cristo da gracias al Padre por haber tenido misericordia de
Él y resucitarle de la muerte.
Monición antes del prefacio
En verdad, como diremos ahora, en este día debemos dar gracias a Dios
más que nunca. Porque el misterio pascual de la muerte y la resurrección de
Jesucristo es la culminación de toda la obra de salvación que Dios ha realizado
en favor del género humano. Por él hemos sido rescatados del pecado y de la
muerte para nacer a la vida plena y eterna.
Monición de despedida
Para muchos, el domingo de Resurrección es tan sólo el final de la
Semana Santa. Sin embargo, para los cristianos no es así: el domingo de
Resurrección no es el final; es el comienzo del tiempo más importante del año,
el más gozoso: el tiempo pascual, que dura cincuenta días, hasta el domingo de
Pentecostés. La alegría de esta día es tan grande que se prolonga cincuenta días.
Durante los cuarenta días de la Cuaresma hemos estado muriendo al pecado para
que ahora, en los cincuenta días de Pascua estrenemos una vida nueva de hijos
de Dios a la que nacimos en el Bautismo, y a la que hemos renacido hoy de
nuevo. La Iglesia nos invita a celebrar la cincuentena pascual con gran alegría
por la resurrección del Señor y por nuestra propia resurrección del pecado y de
la muerte.
Vivamos, pues, esta Pascua con gran gozo. [Esta tarde tendrá lugar el rezo
de Vísperas a las ___ .] [Durante la semana que hoy comienza y hasta el
domingo que viene es la octava de Pascua: la Iglesia la celebra como si fuera el
mismo día de la resurrección del Señor. Por eso todos los días de esta semana
tendrán lugar celebraciones especialmente festivas de la Eucaristía o de la
Liturgia de la Palabra. Todos quedamos invitados a participar en ellas.]
[ Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.]
60
61
OCTAVA DE PASCUA
Monición inicial (para el lunes o martes de la octava de Pascua)
El domingo de Resurrección es el día mas importante del año para los
cristianos. Y es tan grande, que la Iglesia lo prolonga durante toda la semana,
como si del mismo día de Pascua se tratase. Es la octava de Pascua, en la que nos
encontramos. Por eso, podemos seguir cantando llenos de gozo: "Este es el día en
que actuó el Señor".
Celebremos, pues, con alegría la Resurrección de Cristo, garantía de
nuestra propia resurrección.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Lunes de la Octava de Pascua
Durante estos días de la octava de Pascua escucharemos en la primera
lectura el testimonio valiente que daban Pedro y los apóstoles de la resurrección
del Señor.
Y los evangelios de esta semana nos relatarán las distintas apariciones de
Jesús resucitado a los discípulos.
Escuchemos atentamente la Palabra de Dios.
Martes de la Octava de Pascua
En la primera lectura el apóstol Pedro explica que, al resucitar, Jesús se
ha manifestado como el Mesías y el Señor. Por eso, exhorta a todos a convertirse
y a creer en Él.
El evangelio relata la aparición de Jesús resucitado a María Magdalena.
Con el salmo cantamos con júbilo que, por la resurrección del Señor, la
misericordia y la salvación de Dios ha llegado a toda la tierra.
Miércoles de la Octava de Pascua
En la primera lectura, Pedro y Juan, curan a un paralítico con el poder del
Señor. Así dan testimonio, no sólo con palabras, sino también con obras de que
62
en Cristo, muerto y resucitado, se encuentra la salvación física y espiritual de
todas las personas.
Por eso, con el salmo, alabaremos al Señor.
El evangelio relata la aparición de Jesús resucitado a los discípulos de
Emaús. [Ellos reconocieron la presencia del Señor resucitado en la explicación
de las Escrituras y en la fracción del pan, gestos ambos que se realizan en cada
Eucaristía].
Jueves de la Octava de Pascua
La primera lectura es continuación de la curación del paralítico que
escuchamos ayer. De nuevo Pedro y los apóstoles proclaman el mensaje de la
resurrección del Señor, que abre para todo el mundo la oportunidad de la
conversión y el perdón de los pecados.
Por eso damos gracias a Dios con el salmo.
El evangelio nos cuenta la aparición del Resucitado a los discípulos en el
Cenáculo. Igual que hizo con los discípulos de Emaús, Jesús les explica las
Escrituras y come con ellos, como expresión de la presencia del Señor en la
Eucaristía, en la que los cristianos escuchamos su Palabra y nos alimentamos de
su Cuerpo.
Viernes de la Octava de Pascua
En la primera lectura, Pedro y los apóstoles testimonian con valentía ante
el Sanedrín de los judíos que Jesús, el único resucitado de entre los muertos, es
el único Salvador de toda la humanidad.
El evangelio narra la aparición del Resucitado a los discípulos en el lago
de Galilea. Una vez más, Jesús come con ellos, indicando así que el Señor está
presente cuando se celebra el banquete de la Eucaristía.
Sábado de la Octava de Pascua
En la primera lectura vemos cómo, a pesar de la oposición de las
autoridades judías, los apóstoles, con la fuerza del Espíritu Santo, no dejaban de
proclamar el mensaje de Cristo.
El evangelio de san Marcos hace un resumen de las apariciones del Señor
resucitado.
De nuevo hoy con el salmo, damos con Cristo gracias al Padre, que ha
abierto a su Hijo, vencedor de la muerte, las puertas del triunfo.
63
DOMINGO II DE PASCUA
Monición inicial
Cuando se cumple una semana desde que comenzamos a celebrar la
resurrección del Señor, la Iglesia continúa conmemorando este acontecimiento,
el más importante de nuestra fe, con la misma alegría del día de Pascua. El gozo
del domingo de resurrección es tan grande que la Iglesia quiere que se prolongue
durante toda la semana, y que los ocho días que siguen al día de Pascua se
celebren como si del mismo domingo de resurrección se tratase. Es la octava de
Pascua.
Por eso, en este domingo, último día de esta octava, podemos decir aún,
con la misma fuerza que hace una semana: «Hoy el Señor resucitó»,«Este es el
día en que actuó el Señor», «En este día Cristo, nuestra Pascua, ha sido
inmolado».
Hermanos: la resurrección del Señor nos llena de alegría, y también el que
por el Bautismo nosotros podamos participar de esta gloriosa resurrección,
muriendo al pecado y resucitando a una vida para Dios y para el prójimo.
(Si se hace inmediatamente después la bendición y aspersión del agua, añadir:)
Por eso, a continuación, va a rociada sobre nuestras cabezas el agua en
recuerdo de nuestro Bautismo, por el que fuimos purificados de nuestros
pecados y llamados a la vida de la gracia.
(Si la bendición y aspersión del agua no se hacen inmediatamente a continuación1, en lugar
del párrafo anterior, añadir el siguiente:)
Celebremos con esta alegría la Pascua del Señor.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
Si en la primera lectura de los domingos de Cuaresma, fuimos
recorriendo la historia del Pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, ahora, en
los domingos de Pascua, recordaremos los comienzos del Pueblo de la Nueva
Alianza, la Iglesia, según nos cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Podremos comprobar cómo en la vida de la primera comunidad cristiana se
1
Porque la monición inicial se lea antes del comienzo de la celebración o no se vaya a hacer aspersión del agua.
64
manifestó desde el principio la presencia y la fuerza salvadora de Cristo
resucitado.
El salmo que hoy vamos a cantar es el mismo del día de Pascua, el salmo
pascual por excelencia, el que mejor proclama la victoria de Cristo sobre la
muerte.
2ª lectura y evangelio
En la segunda lectura se leerán durante los domingos de Pascua
fragmentos del libro del Apocalipsis. La palabra “apocalíptico” ha venido a
significar para nosotros algo terrible, espantoso. Sin embargo, podremos
comprobar a lo largo de estos domingos que el Apocalipsis es un libro lleno de
esperanza y optimismo, que anuncia con un lenguaje rico en símbolos, la
victoria definitiva de Cristo y de la Iglesia sobre el mal y la muerte.
Y los evangelios de estos primeros domingos de Pascua nos cuentan las
apariciones de Jesús resucitado. Hoy escuchamos la aparición a los apóstoles el
día de Pascua y a los ocho días, que se cumplen en este domingo.
Monición antes del prefacio
Y ahora, demos gracias a Dios con más fuerza que nunca en este día de la
resurrección del Señor, por la que hemos pasado de la muerte a la vida.
Monición de despedida
Que nuestra vida comunitaria sea testimonio de que Cristo ha
resucitado y está entre nosotros. Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
65
DOMINGO III DE PASCUA
Monición inicial
Hermanos:
En la Eucaristía acontece verdaderamente lo que nos cuenta hoy el
evangelio: Cristo resucitado se hace presente y come con nosotros.
Que los ojos de nuestra fe sean capaces de reconocer la presencia invisible,
pero real, de Cristo, y que esta presencia fortalezca nuestra fe y llene nuestras
vidas de alegría y de paz.
(Si se hace inmediatamente después la bendición y aspersión del agua, puede añadirse:)
Y ahora, bendecimos el agua que será rociada sobre nuestras cabezas en
memoria de nuestro Bautismo.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Monición a la 1ª lectura, 2ª lectura y evangelio
La primera lectura nos muestra cómo los apóstoles daban testimonio de la
resurrección del Señor con valentía.
La segunda lectura, del libro del Apocalipsis, es un himno de alabanza a
Cristo, el Cordero que derramó su sangre por nosotros, y a Dios, su Padre, que
lo resucitó de entre los muertos.
Y el evangelio nos relata una nueva aparición de Jesús resucitado a los
discípulos.
Monición al salmo responsorial1
Cantemos el salmo unidos a Cristo, que, después de su resurrección,
ensalza al Padre por haberlo librado de la muerte. Unámonos a su oración.
Monición antes del prefacio
1
La monición al salmo responsorial puede leerse a continuación de la Monición a las lecturas y al salmo sin
solución de continuidad.
66
Monición de despedida
Con la fuerza del Espíritu, sed testigos de la resurrección de Jesús. Podéis
ir en paz.
67
DOMINGO IV DE PASCUA
Monición inicial
Hermanos: el Señor resucitado, que está presente en medio de nosotros,
nos ha congregado hoy, primer día de la semana, el día de su resurrección, para
que, unidos a Él, celebremos la acción de gracias al Padre, que lo resucitó de
entre los muertos.
Cristo resucitado es nuestro Buen Pastor; por su resurrección, se ha
convertido en el guía de su pueblo y nos conduce a las verdes praderas de su
Reino, que nos hace gustar ya aquí, en la tierra, por la celebración de la
Eucaristía.
Alegres, pues, por tener tan gran Pastor, celebremos este sacramento
pascual.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura nos muestra cómo la Buena Noticia de la resurrección
del Señor era anunciada a todos, judíos y gentiles.
La segunda lectura y el evangelio nos presentan a Cristo resucitado como
el Buen Pastor que guía a sus ovejas y les da la vida eterna.
Por eso, con el salmo, nosotros nos sentimos orgullosos de pertenecer al
rebaño de Cristo.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad que Cristo Resucitado es el único Salvador del mundo, el Buen
Pastor que nos conduce hasta Dios. Podéis ir en paz.
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DOMINGO V DE PASCUA
Monición inicial
Continuamos celebrando con gozo la Pascua del Señor, su triunfo glorioso
sobre el pecado y la muerte. Él está presente en su Iglesia, actuando en ella,
enviando su Espíritu, que obra en cada uno de nosotros de forma diversa para la
edificación del pueblo santo de Dios y la construcción del Reino de Dios en el
mundo. Pero a todos nos llama a todos por igual a vivir su mandamiento del amor
fraterno para crear un mundo nuevo, mientras esperamos el cielo nuevo y la tierra
nueva que nos traerá en su venida gloriosa.
Celebramos ahora la Eucaristía, que nos infunde ese amor que el Señor nos
manda tener hacia todos.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
En la primera lectura, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra
cómo, por la acción del Espíritu de Cristo resucitado, iban surgiendo en la
Iglesia los diversos ministerios o servicios: como el de los misioneros Pablo y
Bernabé y el de los presbíteros, que eran designados como responsables al frente
de cada comunidad cristiana.
El salmo nos invita a nosotros también a ser misioneros y proclamar a
todos los hombres las hazañas del Señor, el reinado de nuestro Dios.
2ª lectura y evangelio
En la segunda lectura, el libro del Apocalipsis anuncia la victoria final de
la Iglesia, la nueva Jerusalén, en un mundo nuevo donde no existirá ya el mal ni
la muerte.
Y en el evangelio de San Juan escucharemos en este domingo y en el
próximo palabras de Cristo en la Última Cena en las que el Señor se refiere a
después de su resurrección. Hoy enseña a sus discípulos cómo han de obrar
cuando él ya no esté presente entre ellos de forma visible.
Monición antes del prefacio
69
Monición de despedida
Amaos unos a otros como Cristo os ha amado. Así conocerán todos que
sois sus discípulos. Podéis ir en paz.
70
DOMINGO VI DE PASCUA
Monición inicial
Hermanos:
En este domingo, sexto de la Pascua, la Iglesia nos invita a seguir
celebrando con fervor estos días en honor de Cristo resucitado, sin que decaiga
nuestra alegría, sin cansarnos en estos cincuenta días pascuales de dar gracias al
Padre, que ha resucitado a su Hijo Jesucristo, y de esta manera nos ha otorgado
la vida eterna, la paz, la esperanza y la alegría sin fin.
(Si en este domingo se celebra el Día del Enfermo, añadir el siguiente párrafo
En el marco de esta celebración pascual, se celebra hoy el Día del
Enfermo. Pediremos al Señor por los enfermos, para que Cristo resucitado, que
es médico de los cuerpos y de las almas, fortalezca con el Espíritu Santo
consolador a los que padecen toda clase de enfermedad y reanime su esperanza.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
En la primera lectura, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra
cómo la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, se abrió a los gentiles.
Escucharemos los resultados del primer concilio de la historia, celebrado en
Jerusalén, en el que la Iglesia decidió acoger en su seno a los gentiles sin
necesidad de que éstos adoptaran la ley y los ritos judíos.
Por eso, con el salmo cantamos: “Oh Dios, que te alaben los pueblos, que
todos los pueblos te alaben”.
2ª lectura y evangelio1
En la segunda lectura, concluye en este domingo la lectura del libro del
Apocalipsis que hemos venido realizando durante los domingos de Pascua. Hoy
nos muestra el triunfo y el esplendor de la Iglesia, simbolizada en la ciudad
santa de Jerusalén.
1
En este domingo se puede leer la segunda lectura y el evangelio bien del Domingo VI de Pascua bien del
Domingo VII de Pascua. Hay que preguntar al que va a presidir la celebración para enterarse qué opción es la
que se va a escoger y, en función de eso, leer unas moniciones u otras.
71
Por último, en el evangelio de San Juan, escucharemos un nuevo
fragmento del Discurso de Despedida de Jesús en la Última Cena, en el que el
Señor se refiere a después de su resurrección y nos promete el Espíritu Santo.
Si como segunda lectura se lee la correspondiente al Domingo VII de Pascua (Ap 22, 12-14.
16-17. 20), en lugar de la monición anterior, se leerá la siguiente:
En la segunda lectura leemos hoy el final del libro del Apocalipsis. Es un
hermoso diálogo entre Cristo y la Iglesia, su Esposa: el Señor resucitado anuncia
su futura venida gloriosa, en la que hará justicia y traerá en plenitud el Reino de
Dios; y la Iglesia, impulsada por el Espíritu Santo, implora al Señor que esa
venida tenga lugar pronto.
Por último, en el evangelio de San Juan, escucharemos un nuevo
fragmento del Discurso de Despedida de Jesús en la Última Cena, en el que el
Señor se refiere a después de su resurrección y nos promete el Espíritu Santo.
Si se lee el evangelio correspondiente al domingo VII de Pascua (Juan 17, 20-26) se hará la
siguiente monición:
En la segunda lectura, concluye en este domingo la lectura del libro del
Apocalipsis que hemos venido realizando durante los domingos de Pascua. Hoy
nos muestra el triunfo y el esplendor de la Iglesia, simbolizada en la ciudad
santa de Jerusalén.
Por último, en el evangelio de San Juan escucharemos un fragmento de la
oración de Jesús en la Última Cena, en la que Cristo presenta al Padre sus deseos
e inquietudes más profundas. Escuchémosle atentamente.
Si se leen tanto la 2ª lectura como el evangelio correspondientes al domingo VII de Pascua
(Ap 22, 12-14. 16-17. 20 y Jn 17, 20-26 ) se leerá la siguiente monición:
En la segunda lectura leemos hoy el final del libro del Apocalipsis. Es un
hermoso diálogo entre Cristo y la Iglesia, su Esposa: el Señor resucitado anuncia
su futura venida gloriosa, en la que hará justicia y traerá en plenitud el Reino de
Dios; y la Iglesia, impulsada por el Espíritu Santo, implora al Señor que esa
venida tenga lugar pronto.
Por último, en el evangelio de San Juan escucharemos un fragmento de la
oración de Jesús en la Última Cena, en la que Cristo presenta al Padre sus deseos
e inquietudes más profundas. Escuchémosle atentamente.
72
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Con la fuerza del Espíritu, anunciad a todos los hombres a Cristo
resucitado. Podéis ir en paz.
73
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
- Solemnidad -
Monición inicial
Hoy, solemnidad de la Ascensión del Señor, celebramos que el Señor
Jesús, que se humilló por nosotros en la cruz hasta lo más hondo, ha sido
levantado y exaltado por el Padre a lo más alto del cielo como Rey y Señor de
todas las cosas.
Hermanos: al celebrar la Ascensión del Señor, nos alegramos también
porque nosotros, que somos miembros de su Cuerpo, estamos llamados a estar
también donde está Él, que es nuestra Cabeza; y así, contemplamos en Cristo el
destino glorioso que nos espera.
Por eso, llenos de alegría, damos gracias a Dios en esta Eucaristía.
Monición a las lecturas y al salmo
Tanto la primera lectura como el evangelio relatan la Ascensión del
Señor.
En la segunda lectura, San Pablo nos recuerda que la victoria de Cristo en
su Ascensión se extiende a la Iglesia, que es su cuerpo, y ruega en su oración
que los cristianos tomemos conciencia del destino de gloria que nos espera.
En este día en que celebramos el triunfo de Jesucristo, aclamémosle en el
salmo como Rey y Señor.
(Si en el presente año C se lee como segunda lectura Hebreos 9, 24-28; 10, 19-2, se hará la
siguiente monición:)
Tanto la primera lectura como el evangelio relatan la Ascensión del
Señor.
En la segunda lectura, la carta a los Hebreos nos presenta a Cristo, que en
el cielo intercede por nosotros ante el Padre como Sacerdote y Mediador entre
Dios y los hombres.
En este día en que celebramos el triunfo de Jesucristo, aclamémosle en el
salmo como Rey y Señor.
74
Monición al prefacio
Demos gracias al Padre por el triunfo de Cristo en su Ascensión, del que
estamos llamados a gozar también los que formamos parte de su Cuerpo.
Monición de despedida
El Señor Jesús nos dice en su Ascensión: «Id y haced discípulos de todos
los pueblos. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo». Podéis ir en paz.
75
DOMINGO VII DE PASCUA
Monición inicial
Después de celebrar la Ascensión de Jesucristo el pasado jueves, nos
reunimos de nuevo en el domingo, día del Señor, día de su gloriosa resurrección,
para contemplarlo triunfante, glorificado a la derecha del Padre, como Señor de
todas las cosas, con la esperanza de acompañarlo un día en su reino y, a la vez,
con la fe firme de que, hasta que llegue ese momento, Él sigue presente entre
nosotros por medio de su Espíritu.
Monición a las lecturas y al salmo
En la primera lectura, San Esteban, el primer mártir cristiano, proclama su
fe en que Cristo resucitado reina junto al Padre en la gloria del cielo. Esto
mismo es lo que cantaremos jubilosos en el salmo.
En la segunda lectura leemos hoy el final del libro del Apocalipsis. Es un
hermoso diálogo entre Cristo y la Iglesia, su Esposa: el Señor, desde el cielo,
anuncia su futura venida gloriosa, en la que hará justicia y traerá en plenitud el
Reino de Dios; y la Iglesia, impulsada por el Espíritu Santo, implora al Señor
que esa venida se realice pronto.
Por último, en el evangelio de San Juan escucharemos un fragmento de la
oración de Jesús en la Última Cena, en la que Cristo presenta al Padre sus deseos
e inquietudes más profundas. Escuchémosle atentamente.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Hermanos: seamos uno, para que el mundo crea. Podéis ir en paz.

Este domingo se omite cuando la solemnidad de la Ascensión del Señor se celebra en domingo.
76
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Misa vespertina de la vigilia
Monición inicial
(Si se celebra en forma de Vigilia prolongada, se leerá la siguiente monición:)
Nos hemos reunido en esta tarde [noche] para celebrar la Vigilia de
Pentecostés, fiesta en la que conmemoramos la venida del Espíritu Santo.
Vamos a contemplar la acción que el Espíritu de Dios realiza en el
universo, en todos los hombres, y, sobre todo, en la Iglesia, la comunidad de los
discípulos de Cristo, el cual, una vez resucitado y glorificado a la derecha del
Padre, sigue presente en medio de nosotros por medio de su Espíritu.
(Si no se celebra en forma de Vigilia prolongada, se leerá la siguiente monición en lugar de la
anterior:)
Celebramos en esta tarde [noche] la Vigilia de Pentecostés, fiesta en la que
conmemoramos la venida del Espíritu Santo.
Celebramos que el Señor Jesús, resucitado y glorificado a la derecha del
Padre, no nos ha dejado solos, sino que permanece con nosotros “en espíritu”, a
través de su Espíritu, el Espíritu Santo, que está en todas partes. De esta forma,
Cristo continúa presente en la Iglesia de todos los tiempos y lugares y habita
asimismo en el corazón de cada uno de los cristianos. Así ha cumplido su
promesa: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
(Si tiene lugar a continuación la bendición y aspersión del agua, se añade lo siguiente:)
Hermanos: el Espíritu Santo vive en nosotros desde el día de nuestro
Bautismo. Por ello, va a ser asperjada ahora el agua en memoria del Bautismo,
por el que recibimos el Espíritu de Cristo Resucitado.
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Moniciones a las lecturas y al salmo
Opción A (Si la Vigilia de Pentecostés se celebra de forma prolongada)
Monición general a las lecturas y 1ª lectura (Gn 9, 1-11) con salmo 106
Vamos a escuchar ahora la Palabra de Dios, que nos mostrará, a través de
las diversas lecturas que se van a proclamar, la acción y la misión del Espíritu
Santo en la obra de la salvación del género humano.
La primera lectura relata el episodio de la torre de Babel, que con un
lenguaje sencillo nos muestra la división y separación que existe desde el
principio entre los seres humanos, y que es simbolizada en la diversidad de
lenguas. Será el Espíritu Santo quien el día de Pentecostés comience a restaurar
la unidad de los hombres, congregándolos en un solo pueblo, la Iglesia, llamada
a realizar la unidad del género humano. Por eso, con el salmo cantaremos:
“Dichoso el pueblo que el Señor se escogió”.
2ª lectura (Éxodo 19, 3-8a.16-20b) y Cántico de Daniel 3 ó salmo 18
El libro del Éxodo nos cuenta que el pueblo de Israel, después de su
Pascua, de su salida de Egipto, recibió en el monte Sinaí la Ley de Dios. De
igual modo, la Iglesia, tras la Pascua del Señor resucitado, ha recibido la Ley
perfecta de la Nueva Alianza: el Espíritu Santo. Los prodigios acontecidos en el
monte Sinaí -el ruido y el fuego- nos recuerdan los signos de la venida del
Espíritu.
(Si se hace el cántico de Daniel, añadir):
Por eso después de escuchar esta lectura, alabaremos al Señor, que nos ha
dado en su Espíritu la plenitud de la Ley, no escrita en tablas de piedra sino en el
corazón.
(Si se hace el salmo 18, añadir:)
Por eso, con el salmo, cantemos la bondad y perfección de la ley divina,
que es la ley del Espíritu, no escrita en tablas de piedra sino en el corazón.
3ª y 4º lecturas (Ezequiel 37, 1-14 y Joel 3, 1-5) con sus salmos (106 y 103)
A continuación escucharemos dos lecturas de los profetas. Ellos
anunciaron ya la venida del Espíritu Santo y su acción salvífica y vivificadora
del pueblo de Dios.
78
Por eso, con los salmos que rezaremos después, daremos gracias a Dios
que, en su misericordia, nos salva y nos da la vida plena por medio de su
Espíritu. Y le pediremos que siga enviando este Espíritu para que renueve la faz
de la tierra.
Epístola y Evangelio
Se proclaman ahora las lecturas del Nuevo Testamento.
San Pablo, en la carta a los Romanos, nos dice que, en medio de las
tribulaciones de este mundo, el Espíritu nos da fuerzas y nos impulsa a orar a
Dios pidiendo nuestra liberación plena y definitiva.
Y en el evangelio de san Juan, Jesús promete hoy el don del Espíritu como
agua viva que mana de sus entrañas y sacia nuestra sed.
Opción B (Si la Vigilia no se hace en forma prolongada)
a) Si se escoge como primera lectura Génesis 11, 1-9 :
1ª lectura y salmo
En la primera lectura escucharemos el episodio de la torre de Babel, que
con un lenguaje sencillo nos muestra la división y separación que existe desde el
principio entre los seres humanos, y que es simbolizada en la diversidad de
lenguas. Será el Espíritu Santo quien el día de Pentecostés comience a restaurar
la unidad de los hombres.
Pidamos, pues, con el salmo, al Señor que envíe su Espíritu [en este nuevo
Pentecostés].
2ª lectura y evangelio
En la segunda lectura, San Pablo, nos dice que, en medio de las
tribulaciones de este mundo, el Espíritu nos da fuerzas y nos impulsa a orar a
Dios pidiendo nuestra liberación plena y definitiva.
Y en el evangelio de san Juan, Jesús promete hoy el don del Espíritu como
agua viva que mana de sus entrañas y sacia nuestra sed.
b) Si se escoge como primera lectura Éxodo 19, 3-8a. 16-20b:
79
1ª lectura y salmo
El libro del Éxodo nos cuenta que el pueblo de Israel, después de su
Pascua, de su salida de Egipto, recibió en el monte Sinaí la Ley de Dios. De
igual modo, la Iglesia, tras la Pascua del Señor resucitado, ha recibido la Ley
perfecta de la Nueva Alianza: el Espíritu Santo. Los prodigios acontecidos en el
monte Sinaí -el ruido y el fuego- nos recuerdan los signos de la venida del
Espíritu.
Pidamos, con el salmo, que el Señor envíe su Espíritu en este nuevo
Pentecostés.
2ª lectura y evangelio
En la segunda lectura, San Pablo nos dice que, en medio de las
tribulaciones de este mundo, el Espíritu nos da fuerzas y nos impulsa a orar a
Dios pidiendo nuestra liberación plena y definitiva.
Y en el evangelio de san Juan, Jesús promete hoy el don del Espíritu como
agua viva que mana de sus entrañas y sacia nuestra sed.
c) Si se escoge como primera lectura Ezequiel 37, 1-14 o Joel 3, 1-5:
La primera lectura nos muestra cómo ya en el Antiguo Testamento los
profetas anunciaron la venida del Espíritu Santo y su acción vivificadora del
pueblo de Dios.
Asimismo, en la segunda lectura, san Pablo nos habla de que el Espíritu
nos da fuerzas en medio de las tribulaciones de este mundo y nos impulsa a orar
pidiendo nuestra liberación plena y definitiva.
Y en el evangelio de san Juan, Jesús promete hoy el don del Espíritu
como agua viva que mana de sus entrañas y sacia nuestra sed.
Pidamos, pues, con el salmo, que el Señor envíe su Espíritu en este nuevo
Pentecostés.
Monición antes del prefacio
Demos gracias a Dios por habernos enviado su Espíritu, por la obra
maravillosa que el Espíritu Santo realiza en los cristianos y en todos los hombres.
80
Monición de despedida
Ya que habéis recibido el Espíritu de Dios, vivid según el Espíritu. Podéis ir
en paz, aleluya, aleluya.
O bien:
Con la fuerza del Espíritu Santo, anunciad a todos a Cristo Resucitado.
Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
81
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Misa del día
Monición inicial
Hoy llegan a su término las fiestas de Pascua en este domingo de
Pentecostés, en el que conmemoramos la venida del Espíritu Santo.
Celebramos que el Señor Jesús, resucitado y glorificado a la derecha del
Padre, no nos ha dejado solos, sino que permanece con nosotros “en espíritu”, a
través de su Espíritu, el Espíritu Santo, que está en todas partes. De esta forma,
Cristo continúa presente en la Iglesia de todos los tiempos y lugares y habita
asimismo en el corazón de cada uno de los cristianos. Así ha cumplido su
promesa: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
(Si se hace la aspersión del agua se añade lo siguiente:)
Hermanos: el Espíritu Santo vive en nosotros desde el día de nuestro
Bautismo. Por ello, va a ser asperjada ahora el agua en memoria del Bautismo,
por el que recibimos el Espíritu de Cristo Resucitado.
Moniciones a las lecturas y al salmo
(Si se lee como segunda lectura 1 Corintios 12, 3b-7.12-13 y como evangelio Juan 20, 19-23,
se hará la siguiente monición:)
La Palabra de Dios relata hoy el envío del Espíritu Santo. Tanto la
primera como la segunda lectura destacan que el Espíritu de Dios restaura la
unidad entre los hombres de todos los pueblos, divididos por el pecado, para
hacerles formar un solo Cuerpo en Cristo por el Bautismo. Y el evangelio de san
Juan nos pre senta al Espíritu Santo como el gran regalo que Cristo Resucitado
hace a su Iglesia para continuar su presencia y su misión en el mundo.
Pidamos a Dios con el salmo que envíe su Espíritu sobre nosotros.
(Si se lee como segunda lectura Romanos 8, 8-17 y como evangelio Juan 20, 19-23, se hará la
siguiente monición:)
82
Tanto la primera lectura como el evangelio relatan hoy el envío del
Espíritu Santo.
Y en la segunda lectura, San Pablo nos exhortará a que vivamos según el
Espíritu de Dios.
Pidamos, pues, a Dios, con el salmo, que envíe su Espíritu sobre nosotros.
(Si se lee como segunda lectura 1 Corintios 12, 3b-7.12-13 y como evangelio Juan 14, 15-16.
23b-26, se hará la siguiente monición:)
La primera lectura relata la venida del Espíritu Santo. En ella, y también
en la segunda lectura, se destaca que el Espíritu de Dios restaura la unidad entre
los hombres de todos los pueblos, divididos por el pecado, para hacerles formar
un solo Cuerpo en Cristo por el Bautismo. Por último, en el evangelio, Cristo
nos habla de la presencia y la acción del Espíritu Santo en sus discípulos.
Pidamos a Dios, con el salmo, que envíe su Espíritu sobre nosotros.
(Si se lee como segunda lectura Romanos 8,8-17 y como evangelio Juan 14,15-16. 23b-26, se
hará la siguiente monición:)
La Palabra de Dios relata la venida del Espíritu Santo y nos muestra su
acción en los cristianos, invitándonos a vivir según el Espíritu de Dios, y no
según la carne.
Pidamos, pues, al Señor, con el salmo, que envíe su Espíritu sobre
nosotros.
Monición antes del prefacio
Demos gracias a Dios por habernos enviado su Espíritu, por la obra
maravillosa que el Espíritu Santo realiza en los cristianos y en todos los hombres.
Monición de despedida
Ya que habéis recibido el Espíritu de Dios, vivid según el Espíritu. Podéis ir
en paz, aleluya, aleluya.
O bien:
83
Con la fuerza del Espíritu Santo, anunciad a todos a Cristo Resucitado.
Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
84
85
Domingo después de Pentecostés
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Solemnidad
Monición inicial
Una vez que el domingo pasado terminaron las fiestas pascuales, se ha
reanudado ya el Tiempo Ordinario.
En este tiempo celebramos varias solemnidades importantes, en las que
conmemoramos misterios fundamentales de nuestra fe; la primera de estas
fiestas es la que tiene lugar en este domingo siguiente a Pentecostés: la
solemnidad de la Santísima Trinidad. Celebramos hoy al mismo Dios, que es
Uno y Trino: tres Personas distintas en un solo Dios verdadero.
En realidad, siempre que celebramos la Misa celebramos a Dios, pues
toda Eucaristía es acción de gracias al Padre, por Jesucristo, en la unidad del
Espíritu Santo. Pero hoy, de una manera especial, la Iglesia nos invita a
contemplar y meditar sobre el misterio de Dios, que es uno solo, pero no es un
ser solitario, sino comunidad de amor de tres Personas.
Así, después de haber celebrado durante los cincuenta días de Pascua las
fiestas de nuestra redención, rendimos en este día homenaje y adoración al
Padre, que proyectó salvarnos desde toda la eternidad, al Hijo, que realizó la
obra redentora y al Espíritu Santo, que actualiza esta salvación día tras día.
Bendigamos, pues, a Dios Padre, y a su Hijo Unigénito, y al Espíritu
Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
En la primera lectura aparece la Sabiduría de Dios, que es el Hijo, la
segunda persona de la Santísima Trinidad, el cual nos habla de su existencia
junto al Padre desde toda la eternidad.
En este día en que celebramos a nuestro Dios, Uno y Trino, alabemos con
el salmo su grandeza y su amor al hombre.
2ª lectura y evangelio
La segunda lectura resume la obra salvadora realizada por la Trinidad:
Jesucristo nos ha reconciliado con el Padre y nos ha abierto las puertas de la
86
gloria de Dios, que ya podemos experimentar en germen gracias al Espíritu
Santo.
Y en el evangelio, es Jesús mismo quien nos habla de su íntima unión con
el Padre y el Espíritu. Escuchemos atentamente.
Monición antes del prefacio
Demos gracias en este día al Dios Uno y Trino, que nos ha revelado el
misterio íntimo de su ser.
Monición de despedida
Dad a conocer a todos los hombres al Dios verdadero. Podéis ir en paz.
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Segundo domingo después de Pentecostés
EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
Solemnidad
Monición inicial
Celebramos en este día la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de
Cristo (Corpus et Sanguis Christi1). Es la fiesta de la Eucaristía, memorial de la
Pasión del Señor, presencia del Señor Resucitado en medio de nosotros,
alimento que nos fortalece y guía por el camino de la vida para llegar a la vida
eterna y en el que gustamos anticipadamente la gloria futura.
Celebremos, pues, con gozo, esta fiesta. Adoremos y reconozcamos la
presencia real de Cristo bajo las especies de pan y vino.
(Si después de la Misa se celebra la procesión:)
Y después proclamemos nuestra fe en la Eucaristía con la procesión del
Santísimo Sacramento.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
En la primera lectura que vamos a escuchar aparece la figura del rey y
sacerdote Melquisedec, que ofreció a Dios pan y vino. Melquisedec es así
símbolo de Jesucristo, el verdadero Rey y Sacerdote, que ofrece en el pan y el
vino su Cuerpo y su Sangre. Por eso, en el salmo es el mismo Dios Padre quien
proclama la realeza y el sacerdocio de su Hijo, diciéndole: “Tú eres sacerdote
eterno según el rito de Melquisedec”.
2ª lectura y evangelio
En la segunda lectura san Pablo nos recuerda la institución de la
Eucaristía y el mandato de Jesús de celebrarla siempre como memorial de su
Pasión.
Y en el evangelio escucharemos el relato de la multiplicación de los panes
y los peces. Este milagro es un anuncio de la Eucaristía, alimento espiritual que
se reparte para todos los hombres.
1
Para los menos versados en el latín, recordar que en la palabra Sanguis se lee la “u” (en español, Sangüis)
88
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Si después de la misa tiene lugar la procesión del Corpus:
Con la procesión que ahora vamos a realizar manifestamos nuestra fe en
la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Acompañemos al Señor con espíritu
de adoración y alabanza.
Si no hay procesión:
Hemos celebrado el banquete que nos une a Dios y a los hombres. Invitad
a todos los hermanos a participar de este sagrado manjar. Podéis ir en paz.
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Viernes posterior al domingo 2º después de Pentecostés
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Solemnidad
Monición inicial
Hoy, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, celebramos el inmenso
amor de Dios, simbolizado en el Corazón de Cristo, traspasado por nuestros
pecados, herido por amor a nosotros.
Demos gracias a Dios por su bondad y su misericordia con los hombres,
manifestadas en Cristo Jesús.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos presenta a Cristo como el Pastor con corazón
misericordioso que busca las ovejas descarriadas.
La segunda lectura nos habla del gran amor de Dios, manifestado en la
muerte de Cristo por todos nosotros.
Monición antes del prefacio
Demos gracias a Dios, que en el Corazón su Hijo nos ha manifestado su
inmenso amor.
Monición de despedida
Sed testigos del amor de Dios a los hombres. Podéis ir en paz.
O bien:
Anunciad a todos los hombres que el Señor les ama infinitamente. Podéis
ir en paz.
90
DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Concluidas las fiestas de Navidad y Epifanía, nos encontramos ya en el
Tiempo Ordinario.
A diferencia de los tiempos llamados fuertes (el Adviento, la Navidad, la
Cuaresma y la Pascua), en que nos centramos en algún aspecto concreto del
misterio de la salvación (la Encarnación en Adviento y Navidad, la Redención
en Cuaresma y Pascua), en el Tiempo Ordinario, en cambio, celebramos el
misterio de nuestra salvación en su totalidad, globalmente considerado, misterio
que se condensa en la persona y la obra de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.
Por eso, es tiempo éste de profundizar en la unión y el conocimiento de
Cristo a través de la Eucaristía de cada domingo y en la escucha de su Palabra,
sobre todo del Evangelio, en el que el Señor Jesús nos habla.
No obstante, en este domingo resuenan aún los ecos de la Epifanía del
Señor, pues el evangelio de hoy relata las bodas de Caná, que son el tercer
acontecimiento de la Epifanía o manifestación de Jesús al mundo como Dios, ya
que en Caná Cristo realiza el primer milagro. Ahora el Señor nos invita también
al banquete de bodas que es la Eucaristía donde Él se une a nosotros con amor
eterno e infinito.
(Si este domingo cae entre el 18 y el 25 de enero, añadir lo siguiente:)
Nos encontramos, además, dentro de la Semana de oración por la unidad de
los cristianos, que todos los años se celebra del dieciocho al veinticinco de enero.
La Iglesia se ha visto herida, a lo largo de los siglos, por diferentes divisiones que
han hecho mella en su unidad. Estas divisiones, desgraciadamente, aún continúan,
y el Pueblo de Dios se encuentra disgregado en distintas confesiones: católicos,
ortodoxos y protestantes.
Sin embargo, la unidad de todos los cristianos es una necesidad fundamental
y urgente para que la Iglesia pueda ser ante el mundo signo del amor y de la íntima
comunión que hay en Dios e instrumento para la unidad de todo el género
humano. Por eso, Cristo en su oración pedía al Padre: «Que todos sean uno».

En lugar del primer domingo del tiempo ordinario se celebra la fiesta del Bautismo del
Señor.
91
Vamos, pues, a orar hoy especialmente por la unión de todos los cristianos,
en la Eucaristía, que es el banquete donde se realiza la unidad de la Iglesia.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Los profetas del Antiguo Testamento emplearon en muchas ocasiones la
imagen del matrimonio para expresar el amor de Dios a su pueblo, como
escucharemos en la primera lectura. Por eso, el evangelio de las bodas de Caná,
que se proclama en este domingo, tiene un significado simbólico: Cristo, al
tomar nuestra condición humana, se desposa con la Humanidad y con la Iglesia.
[Además, las bodas de Caná son el tercer acontecimiento de la Epifanía o
manifestación de Jesús al mundo como Dios, ya que en ellas Cristo realiza el
primer milagro].
Así pues, con esta alegría de sabernos amados por Dios, cantemos el
salmo, glorificando al Señor.
2ª lectura
Durante varios domingos leeremos los últimos capítulos de la primera
carta de san Pablo a los Corintios. En ellos el Apóstol se refiere, en primer lugar,
a los carismas dentro de la Iglesia. Comienza hoy recordándonos que el Espíritu
Santo nos da a cada uno unas cualidades, dones o carismas en la Iglesia para que
los pongamos al servicio de todos.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Contad a todos que Dios nos ama. Podéis ir en paz.
Si este domingo cae dentro del Octavario por la unidad de los cristianos y en la Misa se ha tenido en cuenta esta
intención, entonces, en lugar de la anterior, puede leerse la siguiente monición:
Seamos constructores de la unidad en el mundo y en la Iglesia. Podéis ir
en paz.

Si este domingo cae dentro de la Semana de Oración por la unidad de los cristianos (18-25 enero) y, como está
permitido, una de las lecturas se toma de la Misa por la unidad de los cristianos, estas Moniciones a las lecturas y
al salmo deben ser, en consecuencia, modificadas.
** Si no se lee la monición inicial, leer lo que está entre corchetes. En caso contrario, se omite.
92
93
DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Como cada domingo, nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía. En
ella, el Señor se hará presente con su Palabra y con su Cuerpo y Sangre.
Estemos atentos a lo que nos dice y a lo que va a hacer en nosotros.
(Si este domingo cae entre el 18 y el 25 de enero, añadir lo siguiente:)
Nos encontramos dentro de la Semana de oración por la unidad de los
cristianos, que todos los años se celebra del dieciocho al veinticinco de enero. La
Iglesia se ha visto herida, a lo largo de los siglos, por diferentes divisiones que han
hecho mella en su unidad. Estas divisiones, desgraciadamente, aún continúan, y el
Pueblo de Dios se encuentra disgregado en distintas confesiones: católicos,
ortodoxos y protestantes.
Sin embargo, la unidad de todos los cristianos es una necesidad fundamental
y urgente para que la Iglesia pueda ser ante el mundo signo del amor y de la íntima
comunión que hay en Dios e instrumento para la unidad de todo el género
humano. Por eso, Cristo en su oración pedía al Padre: «Que todos sean uno».
Vamos, pues, a orar hoy especialmente por la unión de todos los cristianos,
en la Eucaristía, que es el banquete donde se realiza la unidad de la Iglesia.
Monición a las lecturas y al salmo
Escuchemos, hermanos, la lectura de la Palabra de Dios con la misma
atención que lo hacía el pueblo judío, según cuentan la primera lectura y el
evangelio. [Porque las palabras del Señor son espíritu y vida] o bien [Porque el
Señor tiene palabras de vida eterna*].
Y, así, si estamos atentos, oiremos en la segunda lectura cómo el apóstol
san Pablo nos explica que todos los cristianos formamos un Cuerpo, del que
cada uno es un miembro con una función propia y específica en la Iglesia.

Si este domingo cae dentro de la Semana de Oración por la unidad de los cristianos (18-25 enero) y, como está
permitido, una de las lecturas se toma de la Misa por la unidad de los cristianos, estas Moniciones a las lecturas y
al salmo deben ser, en consecuencia, modificadas.

* Se leerá la frase entre paréntesis en lugar de la inmediatamente anterior si la respuesta al salmo que se canta
es: “Señor, tú tienes palabras de vida eterna”, que es una respuesta más popular y conocida.
94
Y después San Lucas comienza su evangelio explicándonos su intención
al escribirlo; y nos presenta a Jesús como aquél en quien se cumplen las
Escrituras.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad a todos la Palabra de Dios. Podéis ir en paz.
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DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Dios nos ha llamado a todos los hombres de toda raza, lengua, pueblo y
nación, y nos ha dado su salvación por Cristo. Así pues, démosle gracias
celebrando la Eucaristía.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
En el evangelio de este domingo continúa el episodio de la sinagoga de
Nazaret, que se inició el domingo pasado. Jesús aparece hoy como profeta
enviado para llevar el mensaje de Dios no sólo a los judíos sino también a los
gentiles, y que, como todos los profetas, sufre el rechazo y la oposición. Así lo
anuncia también la primera lectura. Por eso, en el salmo, Cristo recurre al
auxilio del Padre para poder superar las adversidades y cumplir así su misión
evangelizadora.
2ª lectura
En la segunda lectura San Pablo termina de tratar en la primera carta a los
Corintios el tema de los carismas, al que se ha venido refiriendo en los últimos
domingos. Hoy afirma que por encima de todos los carismas o dones
particulares está el amor. Éste el don más grande, que Dios concede a todos y a
cuya perfección todos los cristianos deben aspirar.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
En el Bautismo fuisteis constituidos profetas, que participan de la misión
profética de Cristo. Anunciad, pues, a todos la salvación de Dios.
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DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
El Señor nos ha llamado y nos ha invitado a su mesa, a pesar de nuestros
pecados. Celebremos, pues, agradecidos, este sagrado banquete de la Eucaristía.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura y el evangelio relatan en este domingo la vocación del
profeta Isaías y la de los primeros apóstoles, respectivamente. En ambos casos
los llamados se sienten pecadores, pero aun así el Señor los envía. Por eso, con
el salmo, damos gracias a Dios, que nos ha llamado también a nosotros a pesar
de nuestros pecados.
En la segunda lectura, san Pablo, después de haber tratado en domingos
anteriores sobre los carismas, aborda en la primera carta a los Corintios el tema
de la resurrección de los muertos, proclamando en primer lugar la resurrección
de Cristo, en la que se fundamenta la esperanza de nuestra propia resurrección.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Sed vosotros también pescadores de hombres. Podéis ir en paz.
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DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Hermanos: nos acercamos al Señor con un corazón pobre y humilde, que
pone su confianza sólo en Dios. Así seremos gratos a Él y celebraremos
dignamente esta Eucaristía.
Monición a las lecturas y al salmo
Comenzamos a leer en este domingo en el evangelio de san Lucas el
discurso de Jesús conocido como el “Sermón de la Llanura”, que empieza con
una serie de bienaventuranzas y lamentos; las bienaventuranzas, dirigidas a los
pobres y los que sufren; los lamentos, por los ricos y los que lo pasan bien.
También la primera lectura y el salmo llaman dichosos a los que ponen su
confianza en el Señor y maldicen a aquellos que ponen su confianza en sí
mismos.
Por otra parte, en la segunda lectura continúa San Pablo en la primera
carta a los Corintios afirmando la fe cristiana en la resurrección de los muertos,
que tiene su fundamento en la resurrección de Jesucristo.
Si este domingo es el inmediatamente anterior al comienzo de la Cuaresma, en lugar de la monición
anterior, se leerá la siguiente:
En el evangelio de san Lucas, escuchamos el comienzo de un discurso de
Jesús, conocido como el “Sermón de la Llanura”: en él el Señor proclama una
serie de bienaventuranzas y lamentos; las bienaventuranzas, dirigidas a los
pobres y los que sufren; los lamentos, por los ricos y los que lo pasan bien.
También la primera lectura y el salmo llaman dichosos a los que ponen su
confianza en el Señor y maldicen a aquellos que ponen su confianza en sí
mismos.
Por otra parte, en la segunda lectura continúa San Pablo en la primera
carta a los Corintios afirmando la fe cristiana en la resurrección de los muertos,
que tiene su fundamento en la resurrección de Jesucristo.
Monición antes del prefacio
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Monición de despedida
Anunciad a los pobres y a los que sufren la Buena Nueva de la salvación
de Dios. Podéis ir en paz.
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DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Venimos a celebrar el amor misericordioso de Dios, que ha sido bueno
con nosotros y muestra asimismo su bondad a todos los hombres. Que la
celebración de esta Eucaristía haga también de cada uno de nosotros fuente de
amor y perdón para cuantos nos rodean.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Continuamos escuchando en el evangelio de San Lucas el llamado
«Sermón de la Llanura»: en él Cristo expone las normas de la conducta cristiana,
basadas en la misericordia y el perdón incluso hacia los enemigos, igual que
Dios es compasivo y misericordioso, como cantaremos con el salmo.
Por eso, la primera lectura nos presenta el ejemplo de David, que perdonó
la vida a su enemigo, el rey Saúl, que le perseguía para matarlo.
2ª lectura
Continúa san Pablo en la primera carta a los Corintios tratando el tema de
la resurrección de los muertos: el Apóstol compara la condición humana mortal,
simbolizada en Adán, con la nueva condición humana inmortal, a imagen de
Jesucristo, el nuevo Adán.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Que vuestra vida sea un reflejo del amor y la misericordia de Dios,
nuestro Padre. Podéis ir en paz.
100
DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición a las lecturas y al salmo
En el evangelio de este domingo concluimos la lectura del “Sermón de la
Llanura”, que hemos venido escuchando durante los últimos domingos. Jesús
nos enseña a valorar a las personas según sus palabras y sus obras. Un mensaje
similar aparece en la primera lectura y el salmo.
En la segunda lectura, San Pablo termina de tratar en la primera carta a
los Corintios el tema de la resurrección de los muertos. Y lo hace con un himno
de acción de gracias a Dios que nos ha dado por medio de su Hijo Jesucristo el
don de la inmortalidad.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Hermanos: que vuestras palabras y vuestras obras sean siempre según
Dios. Podéis ir en paz..
101
DOMINGO IX DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
(Si este domingo es el inmediatamente posterior a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, se leerá esta monición. En caso contrario, será omitida:)
Hace varias semanas que terminó el Tiempo de Pascua y se reanudó el
Tiempo Ordinario, si bien en estos últimos domingos hemos celebrado
solemnidades importantes como la fiesta de la Santísima Trinidad o la del Cuerpo
y Sangre de Cristo. A partir de hoy recuperamos ya el ritmo normal de los
domingos del Tiempo Ordinario, en los que, sin añadir ninguna conmemoración o
motivo especial, celebraremos, cada primer día de la semana, el mayor
acontecimiento que proclama nuestra fe, el gran misterio que nos salva: la muerte
y la resurrección de Jesucristo.
Impulsados por el Espíritu Santo, nos congregaremos cada semana en torno
a la Mesa del Señor para dar gracias al Padre por la obra redentora realizada en
Cristo. Para ello celebraremos la Eucaristía, en la que escuchamos la Palabra de
Dios, que ilumina nuestro camino, y comulgamos el Cuerpo y Sangre del Señor,
alimento de nuestra vida.
Así pues, hermanos, participemos en la Eucaristía cada vez más consciente
y activamente.
Monición a las lecturas y al salmo
Con el milagro realizado por el Señor en favor del centurión romano, que
nos cuenta hoy el evangelio, y con la primera lectura que vamos a escuchar a
continuación, la Palabra de Dios nos recuerda que la fe y la salvación son para
todas las gentes. Por eso el salmo nos recuerda el mandato del Señor: “Id al
mundo entero y proclamad el Evangelio”.
En la segunda lectura, comenzamos a leer la carta de san Pablo a los
Gálatas. El Apóstol nos exhorta a ser fieles al Evangelio, sin desvirtuarlo por
razones de conveniencia personal o social.
___________________________________________________________________________
Si este domingo es el inmediatamente anterior al comienzo de la Cuaresma, en lugar de la
monición anterior, se leerá la siguiente:
Monición a las lecturas y al salmo
Con el milagro realizado por el Señor en favor del centurión romano, que
nos cuenta hoy el evangelio, y con la primera lectura que vamos a escuchar a
102
continuación, la Palabra de Dios nos recuerda que la fe y la salvación son para
todas las gentes. Por eso el salmo nos recuerda el mandato del Señor: “Id al
mundo entero y proclamad el Evangelio”.
En la segunda lectura, leemos el comienzo de la carta de san Pablo a los
Gálatas. El Apóstol nos exhorta a ser fieles al Evangelio, sin desvirtuarlo por
razones de conveniencia personal o social.
___________________________________________________________________________
Si este domingo es el inmediatamente posterior a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, en lugar de la monición anterior, se leerán las siguientes:
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Retomamos en este domingo la lectura continuada del evangelio de San
Lucas, que se había interrumpido durante la Cuaresma y la Pascua, y se reanuda
ahora en los domingos del Tiempo Ordinario hasta el final del año. Hoy nos
relata el milagro realizado por el Señor en favor de un centurión romano. Con
este pasaje y con la primera lectura que escucharemos a continuación la Palabra
de Dios nos recuerda que la fe y la salvación son para todas las gentes. Por eso
el salmo nos recuerda el mandato del Señor: “Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio”.
2ª lectura
En la segunda lectura, comenzamos a leer la carta de san Pablo a los
Gálatas. El Apóstol nos exhorta a ser fieles al Evangelio, sin desvirtuarlo por
razones de conveniencia personal o social.
Escuchemos atentamente la Palabra de Dios.
__________________________________________________
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Hermanos: anunciad a todos, sin distinción, el Evangelio de Jesucristo.
Podéis ir en paz.
103
DOMINGO X DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
(Si este domingo es el inmediatamente posterior a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, se leerá esta monición. En caso contrario, será omitida:)
Hace varias semanas que terminó el Tiempo de Pascua y se reanudó el
Tiempo Ordinario, si bien en estos últimos domingos hemos celebrado
solemnidades importantes como la fiesta de la Santísima Trinidad o la del Cuerpo
y Sangre de Cristo. A partir de hoy recuperamos ya el ritmo normal de los
domingos del Tiempo Ordinario, en los que, sin añadir ninguna conmemoración o
motivo especial, celebraremos, cada primer día de la semana, el mayor
acontecimiento que proclama nuestra fe, el gran misterio que nos salva: la muerte
y la resurrección de Jesucristo.
Impulsados por el Espíritu Santo, nos congregaremos cada semana en torno
a la Mesa del Señor para dar gracias al Padre por la obra redentora realizada en
Cristo. Para ello celebraremos la Eucaristía, en la que escuchamos la Palabra de
Dios, que ilumina nuestro camino, y comulgamos el Cuerpo y Sangre del Señor,
alimento de nuestra vida.
Así pues, hermanos, participemos en la Eucaristía cada vez más consciente
y activamente.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos muestra en este domingo el poder del Señor sobre la
muerte. Por eso, nosotros, con el salmo, damos gracias a Dios, que nos ha
salvado de la muerte por la muerte y resurrección de Jesucristo.
En la segunda lectura, San Pablo en su carta a los Gálatas explica que el
Evangelio no es una invención humana sino que ha sido revelado por Dios por
medio de su Hijo.
Por eso, escuchemos atentamente estas palabras, que son de Dios.
__________________________________________________________________________
Si este domingo es el inmediatamente posterior a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, en lugar de la monición anterior, se leerá la siguiente:
Retomamos en este domingo la lectura continuada del evangelio de San
Lucas, que se había interrumpido durante la Cuaresma y la Pascua, y se reanuda
ahora en los domingos del Tiempo Ordinario hasta el final del año. La Palabra
de Dios nos muestra hoy el poder del Señor sobre la muerte. Por eso, nosotros,
104
con el salmo, damos gracias a Dios, que nos ha salvado de la muerte por la
muerte y resurrección de Jesucristo.
En la segunda lectura, durante varios domingos leeremos la carta de San
Pablo a los Gálatas. En ella el Apóstol explica que el Evangelio no es una
invención humana sino que ha sido revelado por Dios por medio de su Hijo.
________________________________________________________________
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Hermanos: anunciad a todos que Dios nos salva de la muerte y nos da la vida
eterna. Podéis ir en paz.
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DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
(Si este domingo es el inmediatamente posterior a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, se leerá esta monición. En caso contrario, será omitida:)
Hace varias semanas que terminó el Tiempo de Pascua y se reanudó el
Tiempo Ordinario, si bien en estos últimos domingos hemos celebrado
solemnidades importantes como la fiesta de la Santísima Trinidad o la del Cuerpo
y Sangre de Cristo. A partir de hoy recuperamos ya el ritmo normal de los
domingos del Tiempo Ordinario, en los que, sin añadir ninguna conmemoración o
motivo especial, celebraremos, cada primer día de la semana, el mayor
acontecimiento que proclama nuestra fe, el gran misterio que nos salva: la muerte
y la resurrección de Jesucristo.
Impulsados por el Espíritu Santo, nos congregaremos cada semana en torno
a la Mesa del Señor para dar gracias al Padre por la obra redentora realizada en
Cristo. Para ello celebraremos la Eucaristía, en la que escuchamos la Palabra de
Dios, que ilumina nuestro camino, y comulgamos el Cuerpo y Sangre del Señor,
alimento de nuestra vida.
Así pues, hermanos, participemos en la Eucaristía cada vez más consciente
y activamente.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Aparece en este domingo en el evangelio un tema predilecto de San Lucas: la
misericordia y el perdón del Señor para con los pecadores; esta bondad divina se
manifiesta ya en el Antiguo Testamento, como podremos comprobar en la
primera lectura, en la que Dios perdona el pecado del rey David. Por eso, el
salmo nos invita a acudir con confianza al Señor, confesando arrepentidos
nuestros pecados, con la seguridad de que Él nos perdonará.
2ª lectura
La carta de San Pablo a los Gálatas aborda en este domingo el asunto
principal de que trata: la salvación no nos viene del cumplimiento de la ley sino
de Cristo y por la fe en Él. Por eso, el Apóstol nos invita a vivir como Jesucristo,
o mejor dicho: que Cristo viva en nosotros.
___________________________________________________________________________
106
(Si este domingo es el inmediatamente posterior a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, en lugar de las moniciones anteriores, se leerán las siguientes:)
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Retomamos en este domingo la lectura continuada del evangelio de San
Lucas, que se había interrumpido durante la Cuaresma y la Pascua, y se reanuda
ahora en los domingos del Tiempo Ordinario hasta el final del año. Aparece en
este domingo un tema predilecto del evangelista: la misericordia y el perdón del
Señor para con los pecadores; esta bondad divina se manifiesta ya en el Antiguo
Testamento, como podremos comprobar en la primera lectura, en la que Dios
perdona el pecado del rey David. Por eso, el salmo nos invita a acudir con
confianza al Señor, confesando arrepentidos nuestros pecados, con la seguridad
de que Él nos perdonará.
2ª lectura
Como segunda lectura leeremos durante varios domingos la carta de San
Pablo a los Gálatas. Hoy el Apóstol aborda el asunto principal de que trata esta
carta: la salvación no nos viene del cumplimiento de la ley sino de Cristo y por
la fe en Él. Por eso, el Apóstol nos invita a vivir como Jesucristo, o mejor dicho:
que Cristo viva en nosotros.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Hermanos: anunciad a los pecadores que están siempre abiertas las
puertas del perdón. Podéis ir en paz.
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DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
(Si este domingo es el inmediatamente posterior a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, se leerá esta monición. En caso contrario, será omitida:)
Hace varias semanas que terminó el Tiempo de Pascua y se reanudó el
Tiempo Ordinario, si bien en estos últimos domingos hemos celebrado
solemnidades importantes como la fiesta de la Santísima Trinidad o la del Cuerpo
y Sangre de Cristo. A partir de hoy recuperamos ya el ritmo normal de los
domingos del Tiempo Ordinario, en los que, sin añadir ninguna conmemoración o
motivo especial, celebraremos, cada primer día de la semana, el mayor
acontecimiento que proclama nuestra fe, el gran misterio que nos salva: la muerte
y la resurrección de Jesucristo.
Impulsados por el Espíritu Santo, nos congregaremos cada semana en torno
a la Mesa del Señor para dar gracias al Padre por la obra redentora realizada en
Cristo. Para ello celebraremos la Eucaristía, en la que escuchamos la Palabra de
Dios, que ilumina nuestro camino, y comulgamos el Cuerpo y Sangre del Señor,
alimento de nuestra vida.
Así pues, hermanos, participemos en la Eucaristía cada vez más consciente
y activamente.
Monición a las lecturas y al salmo
En el evangelio de San Lucas escucharemos hoy la confesión de fe del
apóstol Pedro y el anuncio por parte de Jesús de su Pasión.
La Pasión del Señor había sido ya anunciada por los profetas, como
podremos comprobar en la primera lectura, del profeta Zacarías.
Por eso, en el salmo damos gracias a Dios porque en la Pasión de su Hijo
encontramos un manantial de gracia donde se sacia nuestra alma sedienta.
La segunda lectura, tomada de la carta de san Pablo a los Gálatas, nos
habla hoy del Bautismo y sus consecuencias.
________________________________________________________________
Si este domingo es el inmediatamente posterior a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo en lugar de la monición anterior, se leerán las siguientes:
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Evangelio, 1ª lectura y salmo
Retomamos en este domingo la lectura continuada del evangelio de San
Lucas, que se había interrumpido durante la Cuaresma y la Pascua, y se reanuda
ahora en los domingos del Tiempo Ordinario hasta el final del año. Hoy
escucharemos la confesión de fe del apóstol Pedro y el anuncio por parte de
Jesús de su Pasión.
La Pasión del Señor había sido ya anunciada por los profetas, como
podremos comprobar en la primera lectura, del profeta Zacarías.
Por eso, en el salmo damos gracias a Dios porque en la Pasión de su Hijo
encontramos un manantial de gracia donde se sacia nuestra alma sedienta.
2ª lectura
Durante estos domingos, leeremos, como segunda lectura, fragmentos de
la carta de San Pablo a los Gálatas. Hoy nos habla del Bautismo y sus
consecuencias. Escuchemos con atención.
________________________________________________________________
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Hermanos: cargad con la cruz de cada día y seguid al Señor. Podéis ir en
paz.
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DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Como cada domingo, hemos acudido a la llamada del Señor resucitado, que
nos ha invitado a celebrar la acción de gracias al Padre.
El Señor nos llama hoy y nos sigue llamando cada día, en cada momento de
nuestra vida, a seguirle, abandonando aquello que nos ata y esclaviza para vivir ya
la vida nueva de Hijos de Dios que ha inaugurado con su vida y ha ganado con su
muerte y resurrección.
Que la Eucaristía que ahora celebramos impulse nuestro seguimiento de
Cristo y afiance nuestra vida cristiana en la libertad de los hijos de Dios y la
caridad fraterna.
(Si éste el primer domingo del Tiempo Ordinario que se celebra después de la solemnidad del
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en lugar de la monición anterior se leerá la siguiente:)
Hace ya varias semanas que terminó el Tiempo de Pascua y se reanudó el
Tiempo Ordinario, si bien en estos últimos domingos hemos celebrado
importantes solemnidades del Señor [y de los santos]. A partir de hoy
recuperamos el ritmo normal de los domingos del Tiempo Ordinario, en los que,
sin añadir ninguna conmemoración o motivo especial, celebraremos, cada primer
día de la semana, el mayor acontecimiento que proclama nuestra fe, el gran
misterio que nos salva: la muerte y la resurrección de Jesucristo.
Impulsados por el Espíritu Santo, nos congregaremos cada semana en torno
a la Mesa del Señor para dar gracias al Padre por la obra redentora realizada en
Cristo. Para ello celebraremos la Eucaristía, en la que escuchamos la Palabra de
Dios, que ilumina nuestro camino, y comulgamos el Cuerpo y Sangre del Señor,
alimento de nuestra vida.
Así pues, hermanos, participemos en la Eucaristía cada vez más consciente
y activamente.

Se leerá lo que está entre corchetes si en el domingo anterior se ha celebrado la solemnidad
de la Natividad de San Juan Bautista o la de San Pedro y San Pablo, apóstoles.
110
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Estamos leyendo durante los domingos de este año el evangelio de San
Lucas. Hoy comienza su segunda parte, que relata el camino de Jesús hacia la
pasión y la gloria en Jerusalén. Se plantea entonces el tema del seguimiento de
Jesucristo con todas sus exigencias y la radicalidad de su llamada, que supera la
del profeta Elías, en la primera lectura.
Por eso, ante la llamada del Señor a seguirle no cabe sino una respuesta
asimismo radical: la de escoger a Dios como absoluto de nuestra vida. De ahí que
cantemos en el salmo: "El Señor es el lote de mi heredad".
2ª lectura
Durante estos domingos estamos leyendo la carta de San Pablo a los
Gálatas. Hoy trata un tema fundamental para la vida cristiana: la libertad de los
hijos de Dios, y su subordinación a la caridad. Escuchemos con atención.
(Si éste el primer domingo del Tiempo Ordinario que se celebra después de la solemnidad del
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en lugar de las moniciones anteriores se leerán las
siguientes:)
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Retomamos en este domingo la lectura continuada del evangelio de San
Lucas, que se había interrumpido durante la Cuaresma y la Pascua, y se reanuda
ahora en los domingos del Tiempo Ordinario hasta el final del año. Hoy
comenzamos la segunda parte de este evangelio, que relata el camino de Jesús
hacia la pasión y la gloria en Jerusalén. Se plantea entonces el tema del
seguimiento de Jesucristo con todas sus exigencias y la radicalidad de su llamada,
que supera la del profeta Elías, en la primera lectura.
Por eso, ante la llamada del Señor a seguirle no cabe sino una respuesta
asimismo radical: la de escoger a Dios como absoluto de nuestra vida. De ahí que
cantemos en el salmo: "El Señor es el lote de mi heredad".
2ª lectura
En este domingo y el próximo leeremos fragmentos de la carta de San Pablo
a los Gálatas. Hoy trata un tema fundamental para la vida cristiana: la libertad de
los hijos de Dios, y su subordinación a la caridad. Escuchemos con atención.
111
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Hermanos: seguid al Señor con todas sus consecuencias. Podéis ir en paz.
112
DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
La Iglesia tiene la misión de anunciar el Reino de Dios a todos los hombres.
Para cumplir esta misión, la Iglesia realiza la tarea de la evangelización,
pero asimismo celebra la Eucaristía, el banquete que anuncia y anticipa ya ahora y
aquí el Reino de Dios. En ella, podemos gustar los bienes eternos del Reino de los
cielos: la alegría, la paz, el consuelo que Dios nos ofrece; la caridad y la comunión
entre los hermanos, hijos del mismo Padre.
Celebremos, pues, en profundidad y vivamente la Eucaristía, para que
nuestra celebración y, después, nuestra vida, sean un anuncio eficaz del Reino de
Dios a los hombres.
(Si éste el primer domingo del Tiempo Ordinario que se celebra después de la solemnidad del
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en lugar de la monición anterior se leerá la siguiente:)
Hace ya varias semanas que terminó el Tiempo de Pascua y se reanudó el
Tiempo Ordinario, si bien en estos últimos domingos hemos celebrado
importantes solemnidades del Señor [y de los santos]. A partir de hoy
recuperamos el ritmo normal de los domingos del Tiempo Ordinario, en los que,
sin añadir ninguna conmemoración o motivo especial, celebraremos, cada primer
día de la semana, el mayor acontecimiento que proclama nuestra fe, el gran
misterio que nos salva: la muerte y la resurrección de Jesucristo.
Impulsados por el Espíritu Santo, nos congregaremos cada semana en torno
a la Mesa del Señor para dar gracias al Padre por la obra redentora realizada en
Cristo. Para ello celebraremos la Eucaristía, en la que escuchamos la Palabra de
Dios, que ilumina nuestro camino, y comulgamos el Cuerpo y Sangre del Señor,
alimento de nuestra vida.
Así pues, hermanos, participemos en la Eucaristía cada vez más consciente
y activamente.

Se leerá lo que está entre corchetes si en el domingo anterior se ha celebrado la solemnidad
de la Natividad de San Juan Bautista o la de San Pedro y San Pablo, apóstoles.
113
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
En el evangelio, Cristo envía a sus discípulos a llevar a todos la buena
noticia del Reino de Dios, que es alegría, consuelo y paz en plenitud, como
anuncia ya la primera lectura. Por eso, el salmo invita a toda la tierra a aclamar al
Señor por las proezas de la salvación que ha realizado en favor de los hombres.
2ª lectura
La epístola de San Pablo a los Gálatas termina con unas palabras que
resumen el tema principal de la carta: la salvación nos viene por Cristo, que ha
dado su vida por nosotros en la cruz; por eso, lo importante para la salvación no es
cumplir más o menos preceptos, sino ser con Cristo criaturas nuevas.
(Si éste el primer domingo del Tiempo Ordinario que se celebra después de la solemnidad del
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en lugar de las anteriores moniciones, se leerán las
siguientes:)
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Retomamos en este domingo la lectura continuada del evangelio de San
Lucas, que se había interrumpido durante la Cuaresma y la Pascua, y se reanuda
ahora en los domingos del Tiempo Ordinario hasta el final del año. En el pasaje
que hoy escuchamos Cristo envía a sus discípulos a llevar a todos la buena noticia
del Reino de Dios, que es alegría, consuelo y paz en plenitud, como anuncia ya la
primera lectura. Por eso, el salmo invita a toda la tierra a aclamar al Señor por las
proezas de la salvación que ha realizado en favor de los hombres.
2ª lectura
La epístola de San Pablo a los Gálatas termina con unas palabras que
resumen el tema principal de la carta: la salvación nos viene por Cristo, que ha
dado su vida por nosotros en la cruz; por eso, lo importante para la salvación no es
cumplir más o menos preceptos, sino ser con Cristo criaturas nuevas.
___________________________________________________________________________
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Hermanos: anunciad el Reino de Dios a todos los hombres. Podéis ir en paz.
114
DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO
Moniciones a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos exhorta hoy a cumplir los mandamientos de Dios,
que se resumen en el amor a Dios y al prójimo. Jesús, en el evangelio, nos
explicará cómo ha de ser nuestro amor al prójimo con la parábola del Buen
Samaritano. [Y en el salmo es el Señor mismo quien se nos muestra como Buen
Samaritano para nosotros, que cura nuestras heridas.]
En la segunda lectura comenzamos a leer en este domingo la carta de San
Pablo a los Colosenses, que se inicia con un himno a Cristo como primicia y
plenitud de la obra de la creación y de la redención.
(Si éste el primer domingo del Tiempo Ordinario que se celebra después de la solemnidad del
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en lugar de las anteriores moniciones, se leerán las
siguientes:)
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Retomamos en este domingo la lectura continuada del evangelio de San
Lucas, que se había interrumpido durante la Cuaresma y la Pascua, y se reanuda
ahora en los domingos del Tiempo Ordinario hasta el final del año. La Palabra de
Dios nos exhorta hoy a cumplir los mandamientos de Dios, que se resumen en el
amor a Dios y al prójimo. Jesús, en el evangelio, nos explicará cómo ha de ser
nuestro amor al prójimo con la parábola del Buen Samaritano. [Y en el salmo es el
Señor mismo quien se nos muestra como Buen Samaritano para nosotros, que cura
nuestras heridas.]
2ª lectura
En la segunda lectura comenzamos a leer en este domingo la carta de San
Pablo a los Colosenses, que se inicia con un himno a Cristo como primicia y
plenitud de la obra de la creación y de la redención.
Monición antes del prefacio

Lo que está entre corchetes se leerá si como salmo responsorial se hace el salmo 68. De lo
contrario se omitirá.
115
Monición de despedida
Como el buen samaritano, socorred al hermano que lo necesita. Podéis ir en
paz.
116
DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Hermanos: el Señor nos acoge hoy en su casa. Acojámoslo nosotros
también en su Palabra y en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura y el evangelio nos presentan en este domingo escenas
parecidas: unas personas hospedan al Señor en su casa. Mientras el salmo, a la
inversa, nos dice quién podrá hospedarse en la casa del Señor, en el cielo.
Por otra parte, en la segunda lectura, San Pablo habla de su misión como
apóstol: dar a conocer a Cristo a todos los hombres, aunque ello le acarree
sufrimientos.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Acoged al Señor, acogedlo en su Palabra, acogedlo en el hermano. Podéis ir
en paz.
117
DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Nos hemos reunido para celebrar esta gran oración que es la Eucaristía. En
ella, levantamos nuestros ojos hacia Dios para implorar el perdón de nuestras
faltas, le pedimos por nuestras necesidades y las del mundo, y, sobre todo, le
damos gracias por su inmensa bondad y misericordia que ha manifestado en
Cristo.
Todo esto lo hacemos ahora en la Eucaristía. Celebrémosla, pues,
consciente y activamente.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos habla en este domingo del poder y la eficacia de la
oración. Ejemplo de ello es la súplica insistente de Abrahán, que escuchamos
ahora en la primera lectura.
En la segunda lectura continúa la carta de san Pablo a los Colosenses, que
se lee durante estos domingos: el Apóstol se refiere hoy al Bautismo y a lo que en
él acontece.
Escuchemos atentamente.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Orad continuamente a Dios por vosotros, por la Iglesia y por el mundo.
Podéis ir en paz.
118
DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición a las lecturas y al salmo
El evangelio de san Lucas nos previene en este domingo contra la codicia
y el peligro de las riquezas. Ya la primera lectura nos advierte de la vanidad que
supone el vivir únicamente para ganar dinero. Porque, como diremos en el
salmo, nuestra seguridad y nuestro refugio no están en las riquezas, sino sólo en
el Señor.
Por eso, en la segunda lectura, san Pablo nos exhorta a buscar los bienes de
arriba, como es propio de los que han muerto con Cristo a las obras de este mundo,
y han resucitado a una vida nueva, como nuevas criaturas. Con este fragmento
concluimos la lectura de la carta de san Pablo a los Colosenses, que hemos venido
haciendo durante los últimos domingos.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba; haceos
ricos ante Dios. Podéis ir en paz.
119
DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
En el evangelio de este domingo, el Señor nos exhorta a permanecer en
vela, esperando su venida gloriosa. Un ejemplo de esta actitud vigilante es la del
pueblo de Israel cuando esperaba la liberación de Egipto, tal y como nos cuenta
la primera lectura.
Por eso nosotros, con el salmo, nos sentimos el pueblo escogido por Dios,
que aguarda la venida liberadora de Cristo al fin de los tiempos.
2ª lectura
En la segunda lectura comenzamos a leer en este domingo los últimos
capítulos de la carta a los Hebreos, que nos recordarán dos virtudes de la vida
cristiana: la fe y la constancia. Hoy se nos habla de la fe y se nos propone el
ejemplo de los patriarcas del Antiguo Testamento.
Escuchemos con atención la Palabra de Dios.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Estad siempre en vela, esperando con fe la venida liberadora del Señor.
Podéis ir en paz.
120
DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Nos hemos reunido aquí aceptando la invitación que el Señor nos ha hecho
para participar en su mesa.
En un mundo plural y pluralista en el que muchos permanecen indiferentes
ante Cristo y el Evangelio, otros incluso son hostiles a Él; en un ambiente en el que
no están demasiado bien vistas las personas con convicciones religiosas, que
permanecen fieles a su fe, nosotros, sin embargo, nos declaramos seguidores de
Cristo, con todas sus consecuencias.
Por eso, venimos a la Eucaristía para que el Señor nos mantenga firmes en
la fe, fuertes en nuestra lucha cotidiana contra el pecado y valientes para llevar al
mundo la riqueza del mensaje cristiano. [Cristo nos dice hoy en el evangelio: "He
venido a prender fuego en el mundo ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!"]
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
En el evangelio, Jesús se nos presenta hoy como figura controvertida, que
genera diferencias y divisiones entre quienes lo aceptan y quienes lo rechazan.
Así ocurrió también con los profetas del Antiguo Testamento, como
escucharemos en la primera lectura.
Pero, como dice el salmo, cuando surgen las dificultades y la oposición de
la gente, el enviado de Dios encuentra su auxilio y su refugio en el Señor.
2ª lectura
En la segunda lectura, prosigue en este domingo la carta a los Hebreos. Si
el domingo pasado nos exhortaba a la fe, hoy nos llama a la constancia en el
camino cristiano y en la lucha contra el pecado, siguiendo el ejemplo de Cristo.

Si se juzga oportuno, pueden unirse estas dos moniciones en una sola.
121
DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
"Vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur, y se sentarán a la
mesa del Reino de Dios".
Estas palabras del evangelio de hoy se cumplen concretamente cuando, cada
domingo, los cristianos de los cuatro puntos cardinales nos reunimos en torno a la
mesa de la Eucaristía, que hace presente ya ahora la mesa eterna del Reino de
Dios.
Demos, pues, gracias a Dios que, en su misericordia, nos ha invitado a su
mesa junto con todos los hombres y mujeres del mundo. Pero al mismo tiempo,
pidamos en esta Eucaristía que aquellos que comemos y bebemos con Cristo
sepamos corresponder a este don tan grande, y nos esforcemos en entrar por la
puerta estrecha del Reino, tal y como nos pide el Señor.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo:
En el evangelio, Jesús nos advierte seriamente que hay que esforzarse para
entrar por la puerta estrecha del Reino de Dios; pero, a la vez, anuncia que esta
puerta está abierta para todos los hombres, tal y como Dios había anunciado por el
profeta Isaías, según escucharemos en la primera lectura.
Por eso, unidos a todos los pueblos, cantamos hoy un salmo de alabanza al
Dios misericordioso y fiel.
2ª lectura
La carta a los Hebreos afirma, en la segunda lectura, que Dios actúa como
un padre que, amando a sus hijos, los castiga cuando éstos se portan mal, para que
se corrijan.
Por eso, nos exhorta a aceptar con espíritu de penitencia y de conversión las
correcciones que nos hace Dios, nuestro Padre.
122
DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
El camino cristiano, según el evangelio de San Lucas, es camino de
humildad y pobreza de espíritu. Como dice la primera lectura, el humilde agrada
a Dios y a los hombres; y, según cantamos en el salmo, el Señor cuida de los
pobres y los levanta.
2ª lectura
En la segunda lectura, la carta a los Hebreos, que terminamos de leer en
este domingo, recuerda la antigua alianza realizada en el monte Sinaí en medio del
temor general del pueblo, y nos muestra la superioridad de la nueva alianza, cuya
meta es la alegría y felicidad en la Jerusalén celestial.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Sed siempre humildes, igual que Cristo es manso y humilde de corazón.
Podéis ir en paz.
123
DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Los discípulos de Jesús nos reunimos hoy, domingo, para conmemorar la
resurrección del Señor.
Cristo resucitado se hace ahora presente y nos invita en este día a seguirle
cada vez más de cerca. Para ello nos da en la Eucaristía el don de su Espíritu.
Abramos, pues, nuestro corazón, el Espíritu Santo, que nos hace
comprender y asimilar mejor las palabras de Jesús, nos convence interiormente
acerca de ellas y nos impulsa a obedecerlas con mayor fidelidad.
Así, esta celebración dará fruto en nuestra vida.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
El evangelio de este domingo nos cuenta que, en el camino hacia Jerusalén,
Jesús hizo un alto para clarificar a sus muchos seguidores las exigentes
condiciones para ser discípulos suyos.
La primera lectura nos hace ver que no es posible entender las exigencias
de Jesús y, en general, los designios de Dios sin la sabiduría que da el Espíritu
Santo.
Por eso, con el salmo vamos a pedirle al Señor que nos dé esta sabiduría y
sensatez que viene de lo alto.
2ª lectura
Se lee este domingo como segunda lectura un pasaje de la carta más breve
de san Pablo: la carta a Filemón.
Filemón era un cristiano rico, que tenía un esclavo, llamado Onésimo; éste
se había fugado y, en su huida, se encontró con san Pablo, que lo convirtió a la fe
cristiana (por lo que el apóstol lo considera hijo suyo en la fe). Ahora Pablo lo
124
envía de nuevo a Filemón con esta carta íntima y emotiva que refleja la postura
cristiana ante la esclavitud.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Seguid siempre al Señor, llevando vuestra cruz detrás de él. Podéis ir en
paz.
125
DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Dice hoy el evangelio que Jesús acogía a los pecadores y comía con ellos.
Por eso, el Señor Jesús sigue invitándonos hoy a su mesa, a pesar de
nuestros pecados y nuestras faltas. Él quiere purificarnos, convertirnos a Él del
todo, mediante la acción de su Palabra que ahora se proclama, y la comunión de su
Cuerpo, que ahora se nos da.
Acerquémonos, pues, a la presencia del Señor con un corazón agradecido y
una actitud humilde, sabiendo que no son nuestros méritos, sino la misericordia de
Dios la que nos hace dignos de estar aquí celebrando la Eucaristía.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos muestra hoy la misericordia que el Señor tiene con
los pecadores.
Por eso, el salmo nos invita a reconocernos pecadores y a tener la misma
actitud de conversión del hijo pródigo: ponernos en camino hacia al Padre e
implorar el perdón de nuestros pecados.
En la segunda lectura leemos a partir de este domingo las dos cartas que san
Pablo escribió a Timoteo, el joven obispo de Éfeso.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad a los pecadores la misericordia del Señor. Podéis ir en paz.
126
DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
En el evangelio de este domingo, el Señor nos previene contra los peligros
de las riquezas y nos exhorta a usar bien del dinero, lejos de la codicia y la avaricia
que llevan a oprimir y a abusar del más débil, como denuncia el profeta Amós en
la primera lectura.
Porque, como cantaremos en el salmo, el Señor está de parte del pobre y lo
levanta.
2ª lectura
Las dos cartas de San Pablo a Timoteo, que leemos durante estos domingos
en la segunda lectura, forman parte de las llamadas "Cartas Pastorales", ya que
están destinadas a pastores de las primeras comunidades cristianas. En ellas el
Apóstol les da recomendaciones acerca de cómo han de organizar estas
comunidades y también sobre las reuniones litúrgicas.
Hoy, por ejemplo, Pablo exhorta a los cristianos a orar en las celebraciones
litúrgicas por todos los hombres y sus necesidades, tal y como en la actualidad
seguimos haciendo en cada Eucaristía cuando rezamos la oración universal u
oración de los fieles.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Usad bien del dinero, con caridad y generosidad. Podéis ir en paz.
127
DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Cada domingo, cada día nos reunimos en torno al altar del Señor para
compartir el pan de la Palabra de Dios y el Pan de la Eucaristía.
La celebración de la Eucaristía realiza ya ahora y aquí lo que Dios quiere
que sea nuestro mundo: una mesa común donde todos los hombres puedan sentirse
hijos del único Padre y hermanos entre sí sin distinciones ni desigualdades.
Por eso, la Eucaristía nos invita a construir un mundo más justo, más
fraterno. El compartir ahora el pan espiritual, Cuerpo y Sangre de Cristo, exige
compartir el pan material, con los que de él carecen. Los pobres, los necesitados,
los que sufren han de estar en el centro de la Eucaristía. [Desde los comienzos de
la Iglesia, los cristianos realizan colectas en la Eucaristía para compartir con los
necesitados.]
Hagamos de nuestra Eucaristía una celebración fraterna y solidaria.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Al igual que el domingo pasado, la Palabra de Dios continúa advirtiéndonos
del peligro que conllevan las riquezas, y nos muestra hoy el fatal destino que
espera a los que, viviendo en la opulencia, permanecen indiferentes ante la pobreza
que hay a su alrededor. Mientras que a los pobres Dios los recompensará y les hará
justicia.
En la segunda lectura terminamos de leer en este domingo la primera carta
que San Pablo escribió a Timoteo, obispo de la Iglesia de Éfeso. En el pasaje que
hoy proclamamos, el Apóstol da una serie de recomendaciones y consejos
dirigidos a los pastores de la Iglesia, pero que son válidos también para todos los
fieles. Escuchemos, pues, atentamente.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Socorred a los pobres, compartiendo vuestros bienes generosamente.
Podéis ir en paz.
128
DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
La Misa no es un acto social; no es una obligación que hay que cumplir. La
Misa, la Eucaristía es una celebración de fe.
Es la reunión de los creyentes en Cristo, en la fuerza redentora de su muerte
y resurrección, en su presencia viva y real aquí, en medio de nosotros.
A la vez que supone la fe de los que participan en ella, la Eucaristía
fortalece nuestra fe: la Palabra de Dios que ahora escuchamos ilumina nuestra
oscuridad, el Cuerpo y la Sangre de Cristo alimenta la fe para que no se apague, la
presencia y la fe los demás hermanos nos anima mutuamente a seguir caminando
por el camino difícil de la fe.
Que esta Eucaristía aumente nuestra fe y nuestro amor en Cristo Jesús.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
El evangelio de este domingo plantea el tema de la fe.
La fe, nos dice la primera lectura, es confiar firmemente en el Señor aun en
medio de las dificultades y oscuridades de la vida.
Por eso, el salmo nos invita a tener fe y a no endurecer nuestro corazón con
la incredulidad.
2ª lectura
En este domingo comenzamos a leer la segunda carta de san Pablo a
Timoteo. Al igual que en la primera, el Apóstol aconseja a este obispo de la Iglesia
de Éfeso sobre su misión de pastor.
Hoy le exhorta, y nos exhorta también a nosotros, a dar testimonio con
valentía del Evangelio y a conservar íntegramente lo que Pablo llama "el depósito
de la fe", es decir, el conjunto de verdades que enseña la fe cristiana, transmitida
por Pablo y los demás apóstoles.
129
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Manteneos firmes en la fe y haced siempre lo que tenéis que hacer. Podéis
ir en paz.
130
DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
La Palabra de Dios nos presenta en este domingo el ejemplo de dos
personas, el sirio Naamán en la primera lectura y un samaritano en el evangelio,
los cuales, a pesar de no pertenecer a Israel, el pueblo de Dios, fueron agradecidos
al Señor, que los había curado de la lepra.
Y es que, como dice el salmo, el Señor revela su salvación a todas las
naciones.
2ª lectura
Continuamos leyendo en estos domingos la segunda carta de san Pablo a
Timoteo. En el fragmento que hoy escuchamos, Pablo, prisionero en la cárcel por
el Evangelio, nos exhorta a permanecer siempre fieles a Cristo, compartiendo sus
padecimientos para poder tener parte también en su gloria.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Que toda vuestra vida sea una continua acción de gracias al Señor. Podéis
ir en paz.
131
DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial (si este domingo coincide con el DOMUND)
Este domingo es el DOMUND, es decir, el Domingo Mundial de la
Propagación de la Fe. Hoy se nos recuerda que la misión es una de las
características esenciales de la Iglesia. Y que todos los cristianos hemos sido
constituidos profetas en el Bautismo, por lo que estamos llamados a dar
testimonio de la fe, aquí en nuestros ambientes o en otras tierras. Pediremos hoy
a Dios que el Evangelio de Cristo se extienda por todo el mundo y por los
misioneros que trabajan para sembrar el Reino de Dios, con el compromiso por
nuestra parte de colaborar y ayudar en esta tarea ingente.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos habla hoy acerca del poder de la oración. En la
primera lectura, la oración de Moisés, con las manos levantadas hacia el cielo, dio
la victoria a Israel. Y en el evangelio, la insistencia de la viuda de la parábola
obtuvo sus frutos.
El Señor nos invita, pues, a orar con perseverancia, ya que de Él viene
nuestro auxilio, como cantamos en el salmo.
La segunda lectura nos exhorta en este domingo a profundizar en el
conocimiento de la Biblia, la Palabra inspirada por Dios para guiarnos por el
camino que conduce a la salvación.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Orad en todo momento, acudid al Señor con confianza, que Él es nuestro
auxilio y ayuda. Podéis ir en paz.
132
DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial (si este domingo coincide con el DOMUND)
Este domingo es el DOMUND, es decir, el Domingo Mundial de la
Propagación de la Fe. Hoy se nos recuerda que la misión es una de las
características constitutivas de la Iglesia. Y que todos los cristianos hemos sido
constituidos profetas en el Bautismo, por lo que estamos llamados a dar
testimonio de la fe, aquí en nuestros ambientes o en otras tierras. Pediremos hoy
a Dios que el Evangelio de Cristo se extienda por todo el mundo y por los
misioneros que trabajan para sembrar el Reino de Dios, con el compromiso por
nuestra parte de colaborar y ayudar en esta tarea ingente.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
Si el domingo pasado, la Palabra de Dios nos exhortaba a orar con
insistencia, hoy el Señor nos enseña que nuestra oración debe ser humilde, como la
del publicano del evangelio, sintiéndonos pequeños y pecadores ante Dios.
Porque, como dice la primera lectura, y también el salmo, el Señor escucha
la oración del pobre y afligido.
2ª lectura
En la segunda lectura concluye en este domingo la segunda carta de san
Pablo a Timoteo. Al final de esta carta, el Apóstol hace balance de lo que ha sido
su vida al servicio del evangelio, y se muestra sereno y confiado ante la hora, ya
cercana, de su muerte.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Sed siempre humildes ante Dios y ante los demás. Podéis ir en paz.
133
DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Hermanos:
El Señor Jesús está presente aquí ahora entre nosotros, ha querido alojarse
en nuestra casa, en nuestra comunidad y quiere comer con nosotros este sagrado
banquete eucarístico.
Ojalá sepamos responder a esta gracia que Él nos otorga; y así, esta
Eucaristía produzca en nosotros los frutos de la conversión que Él nos pide.
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
A lo largo de todo su evangelio, san Lucas destaca la misericordia de Jesús
para con los pobres y pecadores; así sucede en el pasaje que hoy escucharemos,
que relata la conversión de Zaqueo, el publicano.
Esta misericordia que tiene Jesús no es sino un reflejo de la misericordia y
el amor entrañable que Dios siente por todas sus criaturas, y que nos muestra ahora
la primera lectura..
Por eso, con el salmo, alabemos y ensalcemos la bondad de nuestro Dios.
2ª lectura
En estos últimos domingos del Tiempo Ordinario leeremos la segunda carta
de san Pablo a los Tesalonicenses, que tiene como tema principal la venida
gloriosa de Jesucristo al fin de los tiempos. El Apóstol aclara que esta venida no
tiene por qué ser inminente; por eso, mientras tanto, los cristianos deben realizar
las tareas propias de la fe y de la vocación cristiana.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad a todos la misericordia de Dios, que ofrece su perdón a los
pecadores. Podéis ir en paz.
134
DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Nos reunimos, hermanos, para conmemorar, como cada domingo, la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos, prenda y garantía de nuestra
propia resurrección.
Cristo está vivo y presente en medio de nosotros; y nos promete: “El que
come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el
último día”.
[Dispongámonos, pues, a participar dignamente en esta Eucaristía.]
Moniciones a las lecturas y al salmo
Evangelio, 1ª lectura y salmo
La Palabra de Dios nos habla en este domingo de la resurrección de los
muertos. Por eso, con el salmo, expresamos nuestra fe en que, tras el sueño de la
muerte, está la resurrección. Diremos: “Al despertar me saciaré de tu semblante,
Señor”.
2ª lectura
Continuamos leyendo durante estos domingos fragmentos de la segunda
carta de san Pablo a los Tesalonicenses, que trata acerca de la venida gloriosa
del Señor. El Apóstol nos exhorta a esperar esta venida no con una actitud
pasiva, sino perseverando en palabras y obras buenas.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad a todos los hombres la esperanza de la resurrección. Podéis ir en
paz.
135
DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Monición inicial
Estamos llegando al final del año litúrgico. Y la Iglesia establece en la
liturgia un paralelismo entre este fin del año litúrgico y el fin del mundo y de la
historia, cuando Cristo vendrá en gloria y majestad y traerá la plenitud del Reino
de Dios, reino de felicidad y paz eternas.
La Eucaristía es prenda y anticipo de esta gloria futura que Dios nos
promete. Celebrémosla, pues, llenos de alegría y de esperanza.
Este domingo es el Día de la Iglesia Diocesana.
Para que una comunidad cristiana sea verdaderamente Iglesia debe tener un
obispo, que, como sucesor de los apóstoles, una a esa comunidad a través de la
historia con la fe apostólica y con el mismo Cristo. Por eso, si nosotros formamos
parte de la Iglesia es porque pertenecemos a una diócesis, pastoreada por el
obispo, con el que estamos en comunión. Así, pues, reforcemos, hoy, por la
celebración de la Eucaristía, estos vínculos de unidad con nuestro obispo (nombre
del obispo) y con todas las comunidades cristianas de nuestra diócesis de Granada,
sintiendo que juntos formamos la Iglesia de Cristo, que ha recibido de Él la misión
de sembrar el Reino de Dios en nuestra tierra.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios, en este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, se
refiere a la venida gloriosa del Señor al final de los tiempos.
Así, la primera lectura nos asegura que ese día llegará, y nosotros, con el
salmo, nos alegramos porque el Señor viene a regir el mundo con justicia.
Pero la segunda lectura y el evangelio nos advierten que, mientras llega ese
día, los cristianos no debemos descuidar nuestras tareas cotidianas sino que hemos
de trabajar y dar testimonio.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Dad testimonio y perseverad en las buenas obras mientras viene el Señor.
Podéis ir en paz.
O bien:
136
Anunciad a todos que el Señor vendrá a hacer justicia a todos los
hombres. Podéis ir en paz.
137
Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Solemnidad
Monición inicial
Hoy, último domingo del año litúrgico cristiano, celebramos la fiesta de
Jesucristo, Rey del Universo.
Cristo es la meta a la que se encamina la Historia. Todo ha sido creado por
Él y para Él. Por su resurrección se ha convertido en Señor de todo y de todos, y al
final de los tiempos ha de mostrar su soberanía universal, cuando venga a
establecer en plenitud el Reino de Dios, su Padre.
Alegrémonos, pues, en esta solemnidad, y alabemos al Hijo de Dios.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos muestra este domingo la realeza de Cristo.
Así, en la primera lectura y el salmo aparece el rey David, que es figura de
Jesucristo, como rey que reúne y conduce a su pueblo.
La segunda lectura es un himno a Cristo, Señor de toda la creación y
Cabeza de la Iglesia.
Y el evangelio, nos presenta a Jesús, Rey en la debilidad de la cruz, pero
capaz de dar el paraíso a los que confían en él, como el buen ladrón.
Monición antes del prefacio
Demos gracias al Padre, que nos ha dado en su Hijo Jesucristo al gran Rey
que ha traído el Reino de Dios al mundo.
Monición de despedida
Proclamad con vuestra vida la realeza de Cristo. Podéis ir en paz.
138
Solemnidades
y fiestas
del Señor,
la Virgen
y los santos
2 de febrero
139
LA PRESENTACION DEL SEÑOR
Fiesta
Monición inicial (después de encender las candelas)
Hace hoy cuarenta días celebramos la fiesta del nacimiento del Señor.
Hoy es el día en que Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, fue presentado en
el templo para cumplir así la Ley de los judíos, pero, sobre todo, para encontrarse
con el pueblo creyente, representado en los ancianos Simeón y Ana, los cuales,
iluminados por el Espíritu Santo, conocieron al Señor y lo proclamaron Luz de las
naciones, Salvador del mundo. Nosotros también proclamamos hoy a Cristo Luz
de todos los pueblos; y lo hacemos simbólicamente, con estas candelas encendidas
que llevamos en nuestras manos y que significan la luz de Cristo.
(Si cae en domingo, en la misa de la víspera se leerá, en lugar del párrafo anterior, el
siguiente:)
El día dos de febrero, cuando se cumplen cuarenta días desde la Navidad,
la Iglesia celebra la fiesta de la Presentación del Señor. Desde esta tarde ya,
víspera, celebramos esta fiesta en la que conmemoramos que Jesús, el Hijo de
Dios hecho hombre, fue presentado en el templo para cumplir así la Ley de los
judíos, pero, sobre todo, para encontrarse con el pueblo creyente, representado en
los ancianos Simeón y Ana, los cuales, iluminados por el Espíritu Santo,
conocieron al Señor y lo proclamaron Luz de las naciones, Salvador del mundo.
Nosotros también proclamamos hoy a Cristo Luz de todos los pueblos; y lo
hacemos simbólicamente, con estas candelas encendidas que llevamos en nuestras
manos y que significan la luz de Cristo.
(Si en este día hay costumbre de llevar a los niños pequeños a la iglesia, se puede añadir lo
siguiente:)
Igual que el Señor fue presentado en el templo, estos niños, hijos de Dios
por su Bautismo, son presentados hoy también ante el pueblo cristiano aquí
congregado. Y todos juntos, como una sola familia, daremos gracias a Dios con la
Eucaristía.
Monición a la procesión
Como los ancianos Simeón y Ana, vayamos también nosotros hacia la
casa de Dios al encuentro del Señor. Lo descubriremos presente en su Palabra y
en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
140
Monición a las lecturas y al salmo
El evangelio relata la presentación en el templo de Jesús, hombre como
nosotros, de nuestra misma carne y sangre, nos dice la segunda lectura.
Así se cumplieron las palabras del profeta Malaquías en la primera lectura:
que el Señor en persona vendría a purificar a su pueblo de los pecados,
comenzando por el templo y por el culto que en él se ofrecía.
Por eso, el salmo canta con alegría la entrada del Señor en el santuario, que
es la fiesta que hoy celebramos.
19 de marzo
141
SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA
Solemnidad
Monición inicial
Celebramos hoy la solemnidad de San José, el esposo de la Virgen María, el
padre adoptivo de Jesús.
(En la misa de la víspera, en lugar del párrafo anterior se leerá el siguiente:)
Celebramos ya desde esta tarde la solemnidad de San José, el esposo de la
Virgen María, el padre adoptivo de Jesús.
José es el servidor fiel y solícito a quien el Señor puso al frente de la familia
de Nazaret. En él encontramos un modelo de fe, de respuesta generosa y obediente
a la voluntad de Dios.
Aquél que tuvo como misión cuidar en la tierra del Hijo de Dios es hoy
protector y patrono de su Cuerpo Místico, de la Iglesia. Por ello pediremos hoy la
intercesión de San José por la Iglesia, la familia de los hijos de Dios [y también,
en especial, por los seminaristas que, en el hogar del seminario, se preparan para
ejercer el sacerdocio ministerial en bien del Pueblo santo de Dios].
(Cuando la solemnidad de San José, por caer dentro de la Semana Santa, se traslade al
Tiempo Pascual, se leerá la siguiente monición inicial:)
Monición inicial
Celebramos hoy la solemnidad de San José, trasladada este año desde su día
propio, el diecinueve de marzo, por coincidir con la Semana Santa.
José, el Esposo de María, el servidor fiel y solícito, a quien el Señor puso al
frente de la familia de Nazaret. En él encontramos un modelo de fe, de respuesta
generosa y obediente a la voluntad de Dios.
Aquél que tuvo como misión cuidar en la tierra del Hijo de Dios es hoy
protector y patrono de su Cuerpo Místico, de la Iglesia. Por eso, pediremos hoy la

Leer lo que está entre corchetes siempre que en este día se celebre el día del Seminario. En caso contrario,
omitirlo.
142
intercesión de San José por toda la Iglesia, la familia de los hijos de Dios, [y en
especial por los seminaristas que, en el hogar del seminario, se preparan para
ejercer el sacerdocio ministerial en bien del Pueblo de Dios.]
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura y el salmo nos recuerdan la promesa hecha por Dios al
rey David de que su linaje sería perpetuo, ya que de él saldría el Mesías, que
reinaría para siempre. Esta promesa pudo cumplirse en Jesús gracias a que José,
que era de la estirpe de David, adoptó a Jesús como hijo, convirtiéndolo así en
descendiente legítimo del rey David.
Sin embargo la segunda lectura y el evangelio nos enseñan que lo
importante en José no es sólo su condición de descendiente de David, sino,
sobre todo, su fe, comparable a la de Abrahán.
Monición antes del prefacio
Hermanos: demos gracias a Dios por la figura de San José.
Monición final
Sed obedientes a la voluntad del Señor como José. Podéis ir en paz.

Leer lo que está entre corchetes siempre que en este día se celebre el día del Seminario. En caso contrario,
omitirlo.
143
25 de marzo
LA ENCARNACIÓN DEL SEÑOR
Solemnidad
Monición inicial
Celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación del Señor, o también, de
la Encarnación del Señor. Nueve meses antes de la Navidad, fiesta de su
nacimiento, conmemoramos hoy el momento en que el Hijo Único de Dios, la
Palabra del Padre, que existía eternamente con Él en la gloria, se hizo hombre en
las entrañas purísimas de la Virgen María, asumiendo así nuestra carne mortal.
[De ahí el nombre de esta fiesta: la Encarnación.] El ángel anuncia hoy a María
y nos anuncia a todos nosotros este asombroso misterio. [Por eso esta fiesta se
llama también “la Anunciación del Señor”.]
Celebremos, pues, con fe y con piedad profunda este acontecimiento con
el que comienza nuestra salvación, y al que está dedicada además nuestra iglesia
parroquial: Cristo, sin dejar su condición divina, toma nuestra naturaleza
humana, para salvarnos.
(Cuando esta solemnidad, por caer dentro de la Semana Santa o de la Octava de Pascua, se
traslade al Tiempo Pascual, se leerá la siguiente monición inicial:)
Celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación del Señor, o también de la
Encarnación del Señor, trasladada este año desde su día propio, el veinticinco de
marzo, por coincidir con la [Semana Santa] [Octava de Pascua]. Conmemoramos
hoy que el Hijo Único de Dios, la Palabra del Padre, que existía eternamente con
Él en la gloria, se hizo hombre en las entrañas purísimas de la Virgen María,
asumiendo nuestra carne mortal. [De ahí el nombre de esta fiesta: la
Encarnación.] El ángel anuncia hoy a María y nos anuncia a todos nosotros este
asombroso misterio. [Por eso esta fiesta se llama también “la Anunciación del
Señor”.]
Celebremos, pues, con fe y con piedad profunda este acontecimiento con el que
comienza nuestra salvación, y al que está dedicada además nuestra iglesia
parroquial: Cristo, sin dejar su condición divina, toma nuestra naturaleza
humana, para salvarnos.
Monición a las lecturas y al salmo
El evangelio relata el anuncio del ángel a la Virgen María de que iba a
concebir en su seno al Hijo de Dios. Así lo había predicho el profeta Isaías,
como escucharemos en la primera lectura.
144
El salmo y la segunda lectura nos muestran la actitud de Cristo al entrar
en este mundo: actitud de obediencia a la voluntad del Padre: “Aquí estoy,
Señor, para hacer tu voluntad”.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad a todos que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. Podéis
ir en paz.
145
24 de junio
LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
Solemnidad
Misa vespertina de la vigilia
Monición inicial
Celebramos ya en esta tarde la víspera de la fiesta del nacimiento de San
Juan Bautista.
Juan, el mayor de los nacidos de mujer, el que anunció la inminente
llegada de Cristo y lo señaló después entre los hombres como el Cordero de
Dios que quita el pecado en el mundo. Celebremos con alegría la fiesta de su
natividad. Así se cumplirán de nuevo las palabras que el ángel dijo al padre de
Juan Bautista, Zacarías, y que después oiremos en el evangelio: “será grande, se
llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y muchos se alegrarán de su
nacimiento”.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura y el salmo nos muestran cómo Dios escogió y llamó a
Juan Bautista ya desde el seno materno, para encargarle la difícil misión de
profeta.
La segunda lectura nos habla también de la misión de los profetas del
antiguo Testamento, el último de los cuales fue Juan.
Y en el evangelio, escuchamos el anuncio del nacimiento de Juan
Bautista, hecho por el ángel a su padre Zacarías.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Preparad el camino al Señor, como hizo San Juan. Podéis ir en paz.
146
24 de junio
LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
Solemnidad
Misa del día
Monición inicial
Celebramos hoy el nacimiento de San Juan Bautista.
La Iglesia sólo celebra el nacimiento de aquellos que han nacido en gracia
de Dios: el nacimiento de Jesucristo, el nacimiento de la Virgen María, que fue
concebida sin pecado original, y el nacimiento de Juan Bautista, que en el seno
materno recibió la gracia del Espíritu Santo que le convirtió en Precursor del
Señor.
Juan, el mayor de los nacidos de mujer, el que anunció la inminente
llegada de Cristo y lo señaló después entre los hombres como el Cordero de
Dios que quita el pecado en el mundo. Celebremos con alegría la fiesta de su
natividad.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura y el salmo nos muestran cómo Dios escogió y llamó a
Juan Bautista ya desde el seno materno, para encargarle la misión de profeta.
La segunda lectura nos recuerda que Juan preparó al pueblo de Israel ante
la llegada inminente de Cristo, convirtiéndose así en Precursor del Señor.
Y el evangelio relata el nacimiento de San Juan.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Preparad el camino al Señor, como hizo San Juan. Podéis ir en paz.
147
29 junio
SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES
Solemnidad
Misa vespertina de la vigilia
Monición inicial
[Por mandato de nuestro Obispo, la fiesta de San Pedro y San Pablo, se
traslada este año del día veintinueve de junio a este domingo. Así pues,]
celebramos hoy ya la víspera de la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y
Pablo.
Simón, pescador del lago de Galilea, a quien el Señor eligió como apóstol
y dio el nombre de Pedro, confiándole así la misión de ser la piedra visible,
fundamento de la unidad de la Iglesia, misión que continúa vigente hoy en la
Iglesia en la figura del Papa, sucesor de Pedro. (Hoy rogaremos al Señor por el
Santo Padre).
Y Pablo, nacido en Tarso, en la actual Turquía, que primero fue celoso
fariseo, perseguidor de la Iglesia, pero en el camino de Damasco se convirtió a
Cristo y, desde entonces pasó a ser mensajero infatigable del Evangelio,
recorriendo extensas regiones de Asia menor y de Europa Oriental. Sus cartas,
escritas a diversas comunidades cristianas, son alimento sustancioso de que se
nutre la Iglesia de todos los tiempos.
Pedro murió crucificado durante la persecución del emperador Nerón, en
Roma, donde era el primer obispo de aquella comunidad, siendo sepultado en la
colina Vaticana. Pablo fue decapitado a las afueras de Roma. De esta manera los
dos plantaron la Iglesia de Dios y la regaron con su sangre.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera y la segunda lectura nos presentan respectivamente las figuras
de los dos apóstoles que hoy conmemoramos, cuyo pregón y anuncio del
evangelio ha alcanzado a toda la tierra, como cantaremos en el salmo.
Y en el evangelio, Jesús resucitado confiere a Pedro su misión en la
Iglesia.
Escuchemos con atención la Palabra de Dios.
Monición antes del prefacio

Leer lo que está entre corchetes si la fiesta de San Pedro y San Pablo se traslada al domingo anterior o posterior
al 29 de junio. En caso contrario omitir lo que está entre los corchetes.
148
Monición de despedida
Anunciad a todos el evangelio que nos transmitieron los apóstoles. Podéis
ir en paz.
29 junio
149
SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES
Solemnidad
Misa del día
Monición inicial
[Por mandato de nuestro Obispo, la fiesta de San Pedro y San Pablo, se
traslada este año del día veintinueve de junio a este domingo. Así pues,]
celebramos hoy la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
Simón, pescador del lago de Galilea, a quien el Señor eligió como apóstol
y dio el nombre de Pedro, confiándole así la misión de ser la piedra visible,
fundamento de la unidad de la Iglesia, misión que continúa vigente hoy en la
Iglesia en la figura del Papa, sucesor de Pedro. (Hoy rogaremos al Señor por el
Santo Padre).
Y Pablo, nacido en Tarso, en la actual Turquía, que primero fue celoso
fariseo, perseguidor de la Iglesia, pero en el camino de Damasco se convirtió a
Cristo y, desde entonces pasó a ser mensajero infatigable del Evangelio,
recorriendo extensas regiones de Asia menor y de Europa Oriental. Sus cartas,
escritas a diversas comunidades cristianas, son alimento sustancioso de que se
nutre la Iglesia de todos los tiempos.
Pedro fue crucificado en el año 64, durante la persecución del emperador
Nerón, en Roma, donde era el primer obispo de aquella comunidad, siendo
sepultado en la colina Vaticana. Pablo fue decapitado tres años más tarde a las
afueras de Roma. De esta manera los dos plantaron la Iglesia de Dios y la regaron
con su sangre.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera y la segunda lectura nos muestran las dificultades y trabajos
que sufrieron san Pedro y san Pablo para cumplir su misión apostólica. Pero,
como cantaremos en el salmo, el Señor libra a sus fieles de las vicisitudes
padecidas por Cristo.
En el evangelio escucharemos el pasaje en que Jesús otorga a Pedro el
primado en la Iglesia, después de haber confesado éste su fe en Él como Mesías
e Hijo de Dios.
Escuchemos atentamente la Palabra de Dios.

Leer lo que está entre corchetes si la fiesta de San Pedro y San Pablo se traslada al domingo anterior o posterior
al 29 de junio. En caso contrario omitir lo que está entre los corchetes.
150
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad a todos el evangelio que nos transmitieron los apóstoles. Podéis
ir en paz.
25 de julio
151
SANTIAGO, APÓSTOL, PATRONO DE ESPAÑA
Solemnidad
Monición inicial
Celebramos hoy la solemnidad del apóstol Santiago, patrono de España.
(En la misa de la víspera, en lugar del párrafo anterior se leerá el siguiente:)
Celebramos ya desde esta tarde la solemnidad del apóstol Santiago, patrono
de España.
Santiago, hijo de Zebedeo, era pescador del lago de Galilea cuando Cristo lo
llamó para ser apóstol. Junto con Pedro y su hermano Juan fue uno de los
predilectos del Señor y el primero entre los Doce que derramó su sangre por dar
testimonio de la fe, en el año cuarenta y tres o cuarenta y cuatro, en Jerusalén.
Según una tradición, sus restos fueron trasladados a España y descubiertos
en el siglo noveno en la ciudad de Compostela, que desde entonces se ha
convertido en la meta de los que peregrinan hasta el sepulcro del apóstol.
Que Santiago nos guíe asimismo por el camino de la vida cristiana en el
seguimiento de Jesucristo.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura relata la persecución que sufrieron los apóstoles y el
martirio de Santiago.
Y es que, como nos enseñan la segunda lectura y el evangelio, dar
testimonio de la fe conlleva adversidades y padecimientos, compartiendo así la
Pasión de Cristo, bebiendo del cáliz que Él bebió, para poder participar en su
triunfo.
Pidamos, con el salmo, que el Evangelio que Santiago y los apóstoles
anunciaron se extienda a todo el mundo para que todos los pueblos alaben a
Dios.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
152
Anunciad a todos el evangelio que nos transmitieron los apóstoles. Podéis
ir en paz.
26 de julio
153
SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA, PADRES DE LA
VIRGEN MARÍA
(En Atarfe, Solemnidad)
Monición inicial
Por una tradición muy antigua conocemos los nombres de los padres de la
Virgen María y, gracias a ello, podemos celebrar hoy su fiesta. Alabemos, pues, en
este día a San Joaquín y a Santa Ana por su hija, la Virgen María: en ella les dio el
Señor la bendición de todos los pueblos.
Y que el tener a Santa Ana como patrona y celebrar la Eucaristía en el día
de su fiesta nos impulse a imitar sus virtudes y a invocar constantemente su
intercesión por nuestro pueblo.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios elogia hoy a aquellos hombres y mujeres piadosos del
Antiguo Testamento, entre los que se encontraban Joaquín y Ana, que esperaron
con fe el cumplimiento de la promesa hecha por Dios de enviar al Mesías,
descendiente del rey David que había de ocupar su trono.
Pero, al mismo tiempo, el evangelio nos muestra cuánto más dichosos
somos nosotros, que hemos visto ya el cumplimiento de esta promesa en
Jesucristo.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Perseverad en la fe y en el amor siguiendo el ejemplo de San Joaquín y
Santa Ana. Podéis ir en paz.
6 de agosto
154
LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Fiesta
Monición inicial
En este día, seis de agosto, la Iglesia celebra la fiesta de la Transfiguración
del Señor.
(Si cae en domingo, en la misa de la víspera, se leerá, en lugar del párrafo anterior, el
siguiente:)
El día seis de agosto y, hoy ya, víspera, la Iglesia celebra la fiesta de la
Transfiguración del Señor.
Transfiguración significa “cambio de figura, cambio de apariencia”.
Como más tarde dirá el evangelio, Jesús, después de anunciar a los discípulos su
Pasión y Muerte se transfiguró delante de algunos de ellos; es decir, les mostró
su apariencia divina, la gloria de su divinidad, para levantar así su ánimo
decaído y enseñarles que tras la Pasión está la gloria de la Resurrección.
Al transfigurarse, Cristo mostró anticipadamente a los discípulos el
triunfo de su resurrección y, al mismo tiempo, anunció ya nuestra propia
resurrección, la de los que somos hijos de adopción en Jesucristo, llamados a
participar de su misma gloria. Es ésta, pues, una fiesta de esperanza para todos
los cristianos: Cristo, en su transfiguración, brilla como luz que alumbra nuestra
esperanza de gozar de la gloria eterna tras pasar por las oscuridades de esta vida.
Vamos a celebrar la Eucaristía, en la que el Señor nos da ahora un
anticipo de esta gloria, que ha mostrado en su transfiguración.
Monición a las lecturas y al salmo
En la primera lectura, aparece la figura enigmática de un ser humano, un
hijo de hombre, que entra en la gloria de Dios y recibe el poder y el reinado
eterno.
Este hijo de hombre es Jesucristo, el cual, como cantamos en el salmo,
reina sobre toda la tierra, y, como recuerdan la segunda lectura y el evangelio,
ha mostrado en su transfiguración un anticipo de la gloria que manifestará en su
última venida.
Monición antes del prefacio
155
Monición de despedida
Anunciad a todo el mundo la esperanza cristiana de la gloria que Cristo,
nuestro Salvador, nos promete. Podéis ir en paz.
15 agosto
156
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Solemnidad
Misa vespertina de la vigilia
Monición inicial
Celebramos ya desde esta tarde la Asunción de la Virgen María a los cielos.
Conmemoramos en esta fiesta que la Virgen Inmaculada, terminado el curso de su
vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo. De esta manera,
participa ya plenamente del triunfo de Cristo sobre la muerte y aparece así como
figura y primicia de la Iglesia, que también está llamada a participar en la
resurrección del Señor.
Al contemplar a María, asunta al cielo, descubrimos el destino glorioso que
nos aguarda. Alegrémonos, pues, todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en
honor de la Virgen María: de su Asunción se alegran los ángeles y alaban al Hijo
de Dios.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
La primera lectura y el salmo relatan un acontecimiento importante en la
historia del pueblo judío: el traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén, la nueva
capital de Israel establecida por el rey David.
Este pasaje es un símbolo de lo que hoy conmemoramos; pues María es el
Arca de la nueva Alianza, que ha sido trasladada a la Jerusalén celestial, a la
mansión eterna de Dios en el cielo.
2ª lectura y evangelio
La segunda lectura nos recuerda que, por la muerte y resurrección de
Cristo, nuestra muerte ha sido vencida. Esta victoria ha acontecido ya en María,
la mujer que, como dice el evangelio, escuchó la Palabra de Dios y la puso en
práctica.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
157
Como María, contad a todos las maravillas que el Señor hace en favor del
género humano. Podéis ir en paz.
15 agosto
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Solemnidad
158
Misa del día
Monición inicial
Celebramos hoy la Asunción de la Virgen María a los cielos.
Conmemoramos en este día que la Virgen Inmaculada, terminado el curso de su
vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo. De esta manera,
participa ya plenamente del triunfo de Cristo sobre la muerte y aparece así como
figura y primicia de la Iglesia, que también está llamada a participar en la
resurrección del Señor.
Al contemplar a María, asunta al cielo, descubrimos el destino glorioso que
nos aguarda. Alegrémonos, pues, todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en
honor de la Virgen María: de su Asunción se alegran los ángeles y alaban al Hijo
de Dios.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos hace contemplar la glorificación de María como
participación de la Virgen de la victoria de Cristo en su resurrección, de la que
nosotros también estamos llamados a participar un día. Así, el salmo nos
muestra a María como Reina a la derecha del Rey celestial, Jesucristo. Y en el
evangelio la Virgen proclama [con el Magnificat] la grandeza del Señor, que ha
hecho obras grandes en favor de ella y de todo su pueblo santo.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Como María, contad a todos las maravillas que el Señor hace en favor del
género humano. Podéis ir en paz.
14 de septiembre
LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Fiesta
159
Monición inicial
Celebramos en este día, catorce de septiembre, la fiesta de la Exaltación
de la Santa Cruz.
(Si cae en domingo, en la misa de la víspera, se leerá, en lugar del párrafo anterior, el siguiente:)
El día catorce de septiembre, y hoy, ya, víspera, la Iglesia celebra la fiesta
de la Exaltación de la Santa Cruz.
El origen de esta fiesta está en la dedicación de dos basílicas sobre el
monte Calvario y sobre el Santo Sepulcro en Jerusalén, en el año trescientos
treinta y cinco, por el emperador Constantino.
Desde entonces la Iglesia en este día exalta la Cruz, celebra el triunfo de
Cristo en el madero que, de ser un instrumento de muerte, se ha convertido en
fuente de vida, y nos invita a todos los fieles a adorar y venerar la Cruz de
nuestro Señor Jesucristo, por la que vino al mundo la salvación.
Unámonos a la alegría de toda la Iglesia.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura relata el episodio de las serpientes venenosas que
atacaron al pueblo de Israel en su travesía por el desierto. Una serpiente de
bronce hecha por Moisés a modo de estandarte fue la salvación para los que eran
mordidos por las serpientes, y así, como dice Jesús en el evangelio, se convirtió
en anuncio del estandarte de la Cruz, por la que quedamos salvados los que
hemos sido heridos de muerte por el pecado.
Por eso, el salmo nos invita a no olvidar la acción misericordiosa que Dios
ha realizado en favor nuestro.
La segunda lectura, finalmente, canta la exaltación y el triunfo de Aquél
que se humilló hasta la muerte de cruz.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Seguid a Cristo por el camino de la cruz para tomar parte en su triunfo.
Podéis ir en paz.
160
15 septiembre
NUESTRA SEÑORA, LA VIRGEN DE LAS
ANGUSTIAS
(En la diócesis de Granada, Fiesta)
161
Monición inicial
Celebramos en este día, quince de septiembre, la fiesta de Nuestra Señora
de las Angustias, patrona de la archidiócesis de Granada.
(Si cae en domingo y se celebrara esta fiesta en lugar del domingo del Tiempo Ordinario, en
la misa del sábado por la tarde, en vez del párrafo anterior, se lee el siguiente: )
El día quince de septiembre, y, hoy ya, víspera, celebramos la fiesta de
Nuestra Señora de las Angustias, patrona de la archidiócesis de Granada.
Esta advocación de María nos muestra el dolor de la Virgen al pie de la
cruz recogiendo el cuerpo muerto de su Hijo.
María, que participa de la Pasión de Cristo, que comparte sus
sufrimientos. Que al celebrar esta Eucaristía recibamos también nosotros, por la
intercesión de nuestra Madre, los frutos de la Pasión del Señor.
Monición a las lecturas y al salmo
La Palabra de Dios nos presenta a María como colaboradora en la obra
redentora de Cristo del poder del enemigo. En esa cooperación la Virgen
comparte los padecimientos del Señor.
Por eso, con el salmo nos unimos a los sufrimientos de Cristo y a los
dolores de su Madre, poniendo nuestra confianza en el Señor.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Con María, unámonos siempre a los padecimientos de Cristo. Podéis ir en
paz.
12 octubre
162
NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
Fiesta
Monición inicial
Celebramos hoy la fiesta de Nuestra Señora del Pilar.
(Si esta fiesta cae en domingo y se celebrara en lugar del domingo del Tiempo Ordinario, en la misa del sábado
por la tarde, en vez del párrafo anterior, se lee el siguiente: )
El día doce de octubre, y hoy ya, víspera, celebramos la fiesta de Nuestra
Señora del Pilar.
Según la tradición, la Virgen se apareció al apóstol Santiago en lo que hoy
es la ciudad de Zaragoza, sobre una columna. Esta columna o pilar se ha
convertido en un signo de la protección de la Santísima Virgen sobre los
cristianos. María aparece como el pilar firme sobre el que podemos apoyarnos
en medio de las dificultades de esta vida.
Vamos, pues, a invocar en esta celebración el auxilio de María sobre
todos nosotros, que nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura tiene como protagonista al arca de la alianza, que en el
Antiguo Testamento era el lugar por excelencia de la presencia protectora de
Dios en medio de su pueblo, protección a la que se acoge el salmo, lleno de
confianza. El evangelio nos presenta a María como el arca de la nueva alianza,
ya que ella llevó en su seno al Hijo mismo de Dios. Y así, en la segunda lectura,
la Virgen aparece en medio del nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, orando junto
con los apóstoles.
[Escuchemos atentamente la Palabra de Dios.]
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
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Cuando el día 12 de octubre cae en domingo, se permite celebrar esta misa si así lo
aconsejan razones pastorales.
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Llevad a los demás la presencia de Dios, como la Virgen nos trajo a todos
la presencia de Cristo, el Señor. Podéis ir en paz.
o bien:
Que os acompañe siempre la presencia maternal de la Virgen María.
Podéis ir en paz.
1 noviembre
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TODOS LOS SANTOS
Solemnidad
Monición inicial
Celebramos la solemnidad de todos los santos, de aquellos hermanos
nuestros que han sido en su vida plenamente fieles a la voluntad de Dios, y por
ello han obtenido el premio de la eterna bienaventuranza en el cielo.
(En la misa de la víspera, en lugar del párrafo anterior, se leerá el siguiente:)
Celebramos ya desde esta tarde la solemnidad de todos los santos, de
aquellos hermanos nuestros que han sido en su vida plenamente fieles a la
voluntad de Dios, y por ello han obtenido el premio de la eterna bienaventuranza
en el cielo.
Proclamamos, pues, hoy la grandeza de Dios manifestada en sus santos. Y
recordamos asimismo que nosotros, en el Bautismo, hemos recibido también el
Espíritu de santidad y la alta dignidad de ser hijos de Dios, y, por tanto, estamos
llamados a participar de la misma gloria que los santos.
Dispongámonos, por ello, a celebrar esta Eucaristía llenos de alegría y
esperanza.
Moniciones a las lecturas y al salmo
1ª lectura y salmo
La primera lectura describe la asamblea innumerable de los santos que en
el cielo proclaman la victoria de Dios y del Cordero, Jesucristo.
Y el salmo nos enseña quiénes serán dignos de gozar eternamente de la
presencia del Señor en su monte santo.
2ª lectura y evangelio
La segunda lectura afirma que, por ser hijos de Dios, estamos llamados a
participar de su gloria con todos los santos.
Y en el evangelio Cristo nos muestra el camino de la santidad: las
bienaventuranzas.
Monición antes del prefacio
165
Vamos a dar gracias a Dios, que en esta solemnidad de todos los santos
reaviva nuestra esperanza de participar un día con ellos de la gloria eterna en la
Jerusalén celestial.
Monición de despedida
Sed santos, como nuestro Dios es santo. Podéis ir en paz.
2 noviembre
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CONMEMORACIÓN DE
TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
Monición inicial
Después de conmemorar ayer a los santos, recordamos en este día a todos
los fieles difuntos, a aquellas personas de todo tiempo y lugar que han muerto en
gracia de Dios, pero necesitadas, a su vez, de la purificación de sus faltas para
poder encontrarse plena y definitivamente con el Señor. Por eso, vamos a orar
por ellos en esta celebración, para que, libres de sus pecados, entren a gozar de
la felicidad del Reino de Dios en el cielo.
(Si esta conmemoración cae en domingo, añadir el siguiente párrafo:)
Hoy, como cada domingo, celebramos la resurrección del Señor, fuente y
garantía de nuestra propia resurrección. Así pues, que esta Eucaristía fortalezca
nuestra fe y nuestra esperanza.
Monición a las lecturas y al salmo
(Las lecturas para esta conmemoración son variables, pudiendo escogerse entre las que
aparecen en el Leccionario VIII para las misas de difuntos. En cualquier caso podría valer la
siguiente monición genérica:)
La Palabra de Dios ilumina hoy la dura realidad de la muerte a la luz de
Jesucristo y del misterio pascual de su muerte y resurrección. Escuchemos
atentamente.
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
Anunciad a todos los hombres la esperanza de la resurrección. Podéis ir en
paz.
9 de noviembre
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LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN
Fiesta
Monición inicial
Celebramos en este día, nueve de noviembre, la fiesta de la Dedicación de
la Basílica de San Juan de Letrán, o del Salvador, que es la catedral de Roma,
donde el Papa tiene su sede como Obispo de Roma. Por eso es considerada el
primero de los templos de la cristiandad, la iglesia madre.
(Si esta fiesta cae en domingo, en la misa del sábado por la tarde, en lugar del párrafo anterior, se lee el
siguiente:)
El día nueve de noviembre y, hoy ya, víspera, la Iglesia celebra la fiesta
de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán o del Salvador, que es la
catedral de Roma, donde el Papa tiene su sede como Obispo de Roma. Por eso
es considerada el primero de los templos de la cristiandad, la iglesia madre.
Al conmemorar la dedicación de una iglesia, los cristianos recordamos
que las iglesias, edificios donde los cristianos nos reunimos, son símbolos
visibles de la verdadera Iglesia, Pueblo de Dios, que en ellas se congrega. Así,
las piedras materiales de estos templos representan a las piedras vivas que somos
todos los cristianos, verdaderos templos de Dios, donde habita el Espíritu Santo
desde el día de nuestro Bautismo, y que, unidos y cimentados sobre Cristo,
formamos un templo consagrado al Señor en medio del mundo.
La fiesta de hoy es, en primer lugar, una celebración en honor de Cristo:
Él es el Templo de la Nueva Alianza, donde habita la plenitud de la divinidad, la
presencia definitiva de Dios entre los hombres. Y es también una fiesta de la
Iglesia, del Pueblo de Dios, en quien vive y se hace presente Cristo en medio del
mundo; que es, por tanto, la casa y la morada de Dios entre los hombres.
Monición a las lecturas y al salmo
En la primera lectura el profeta Ezequiel habla de un templo nuevo, del
que mana una corriente de agua viva que purifica al mundo. Ese templo, como
nos dirá el evangelio, es Jesucristo, su cuerpo muerto y resucitado al tercer día.
Por eso, con el salmo cantamos que en Cristo Dios habita en medio de
nosotros, que somos así morada suya. De ahí que san Pablo, en la segunda
lectura, afirme: «sois templo de Dios».
Monición antes del prefacio
Monición de despedida
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Vivid como lo que sois: templo en el que Dios habita en medio del
mundo. Podéis ir en paz.
8 diciembre
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LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DE SANTA MARÍA VIRGEN
Solemnidad
Monición inicial
Hoy, solemnidad de la Concepción Inmaculada de la Virgen María,
celebramos que María, desde el primer instante de su concepción en el seno
materno, recibió la plenitud de la gracia y la salvación que vienen por la muerte
y resurrección de Cristo, siendo así preservada de todo pecado. Dios Padre,
teniendo en cuenta los méritos de su Hijo en la cruz, los derramó
anticipadamente sobre la Virgen, para hacerla digna madre de Cristo e imagen y
figura de la Iglesia, santa e inmaculada. María recibió esta gracia y la mantuvo
intacta durante toda su vida en la obediencia y fidelidad al Señor.
Alegrémonos, pues, en este día de fiesta en honor de la Madre de Dios. Y
que por esta celebración nosotros seamos cada vez más santos e inmaculados.
(En la misa de la víspera, en lugar de la monición anterior, se leerá la siguiente:)
Celebramos ya desde esta tarde la solemnidad de la Concepción
Inmaculada de la Virgen María. Celebramos que María, desde el primer instante
de su concepción en el seno materno, recibió la plenitud de la gracia y la
salvación que vienen por la muerte y resurrección de Cristo, siendo así
preservada de todo pecado. Dios Padre, teniendo en cuenta los méritos de su
Hijo en la cruz, los derramó anticipadamente sobre la Virgen, para hacerla digna
madre de Cristo e imagen y figura de la Iglesia, santa e inmaculada. María
recibió esta gracia y la mantuvo intacta durante toda su vida en la obediencia y
fidelidad al Señor.
Alegrémonos, pues, en este día de fiesta en honor de la Madre de Dios. Y
que por esta celebración nosotros seamos cada vez más santos e inmaculados.
(Si esta fiesta coincide con el domingo II de Adviento y no es trasladada a otro día, se leerá
la siguiente monición inicial en lugar de la anterior:)
En este domingo, segundo de Adviento, celebramos la Concepción
Inmaculada de la Virgen María. Conmemoramos hoy que María, desde el primer
instante de su concepción en el seno materno, recibió la plenitud de gracia y
salvación que viene por la muerte y resurrección de Cristo, siendo así preservada
de todo pecado. Dios Padre, teniendo en cuenta los méritos de su Hijo en la cruz,
los derramó anticipadamente sobre la Virgen, para hacerla digna madre de
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Cristo e imagen y figura de la Iglesia, santa e inmaculada. María recibió esta
gracia y la mantuvo intacta durante toda su vida en la obediencia y fidelidad al
Señor.
Alegrémonos, pues, en este día de fiesta en honor de la Madre de Dios. Y
que por esta celebración nosotros seamos cada vez más santos e inmaculados,
disponiéndonos así para la venida gloriosa del Señor.
Monición a las lecturas y al salmo
La primera lectura nos cuenta que, a pesar del pecado de nuestros
primeros padres, Dios prometió la victoria definitiva de la estirpe humana sobre
el pecado.
Este triunfo sobre el mal se ha realizado ya plenamente en Cristo y
también en María, la llena de gracia, como la llama el ángel en el evangelio. Y
tiene que realizarse asimismo en nosotros, llamados por Dios a ser puros, santos
e irreprochables, como nos dice la segunda lectura.
Por eso, con el salmo vamos a cantar la victoria de Dios sobre el mal, las
maravillas de la salvación que Dios ha realizado en María y en todo el género
humano.
Si esta fiesta coincide con el domingo II de Adviento y no es trasladada a otro día, puede
establecerse que se lean las lecturas correspondientes a la solemnidad de la Inmaculada
Concepción a excepción de la segunda lectura, que se tomaría del domingo II de Adviento.
En ese caso, la Monición a las lecturas y al salmo sería la siguiente, en lugar de la anterior:
La primera lectura nos cuenta que, a pesar del pecado de nuestros
primeros padres, Dios prometió la victoria definitiva de la estirpe humana sobre
el pecado.
Este triunfo sobre el mal se ha realizado ya plenamente en Cristo y
también en María, la llena de gracia, como la llama el ángel en el evangelio. Y
tiene que realizarse asimismo en nosotros, que, como dice la segunda lectura,
estamos llamados a vivir limpios e irreprochables para el día en que llegue el
Señor.
Por eso, con el salmo, cantemos la victoria de Dios sobre el mal, las
maravillas de la salvación que Dios ha realizado en María y en todo el género
humano.
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Monición antes del prefacio
Demos gracias a Dios, que ha hecho inmaculada a la bienaventurada
Virgen María.
Monición de despedida
Sed santos e inmaculados como lo fue siempre María. Podéis ir en paz.
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