Cómo se escribe un periódico. Laura Ardila

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Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano
Taller
“Cómo se escribe un periódico”
con Miguel Ángel Bastenier.
Cartagena, julio 18 a agosto 13 de 2005
Relatora: Laura Ardila Arrieta
Por cuarto año consecutivo, Miguel Ángel Bastenier dictó en la sede de la FNPI el taller
„Cómo se escribe un periódico‟ al que asistieron 18 jóvenes periodistas provenientes de
varios países de Latinoamérica. La primera idea expuesta por el maestro fue la
necesidad que tiene el periodismo por renovarse y pronto, pues de lo contrario los
periódicos de papel van a desaparecer. Durante el curso, Bastenier puso de manifiesto
los alcances de la crisis que padece la prensa, alimentando y confrontando su discurso
con las experiencias que aportaron al debate los periodistas. Fueron cuatro semanas de
enriquecedora discusión y de intensos ejercicios prácticos que sembró en los asistentes
la semilla del periodismo hecho con el alma y con las herramientas intelectuales
necesarias: las del buen periodismo
El fin de los periódicos de papel
“Los periódicos se hacen a partir de una construcción del mundo”
M.A.B.
El inicio de siglo ha traído consigo una reflexión acerca de la forma como se está
concibiendo y practicando el periodismo. Varios factores, entre los más significativos la
globalización, han propiciado cambios en el oficio. Una de las mayores
transformaciones que podría ocurrir en esta nueva era es la desaparición de los
periódicos de papel. ¿Las razones? Todo un conjunto de circunstancias entre las que se
cuentan la pérdida de lectores y la proliferación, en los últimos años, de los diarios
virtuales.
Por ahora el papel tiene la ventaja de que la lectura de una noticia por Internet no es
muy cómoda pero, gracias a los avances de la tecnología, eso podría cambiar. Miguel
Ángel Bastenier cree que en un futuro no muy lejano dejarán de existir los periódicos de
papel tal como hoy son conocidos. A cambio comenzarán a aparecer agencias
proveedoras de información que se especializarán por temas; así a quien le interesen los
deportes, por ejemplo, podrá encargar y pagar únicamente por las noticias de este tipo.
Es posible que los periódicos más grandes y los más pequeños sean los que se resistan
más tiempo a este cambio. Por un lado, los periódicos de más influencia y de mayores
ventas cuentan con un grupo de lectores fieles que muy seguramente continuarán
acudiendo cada mañana al kiosco de la esquina a adquirir su diario „de siempre‟. Los
periódicos de provincia, por su parte, también garantizarán por un poco más de tiempo
su existencia gracias a que contienen información de proximidad.
No se puede afirmar que los periódicos se salvarán si deciden especializarse, lo que sí es
cierto es que un diario que trata un tema determinado está menos sometido a la feroz
competencia, y por ende tiene mayores probabilidades de sobrevivir. Hay que tener
cuidado con eso, sin embargo. Bastenier afirma ser incapaz de creer en el periodista
especialista puro. Hay que creer en el periodista general. Los periodistas que no tengan
visión general, no podrán especializarse en lo particular.
La crisis de los periódicos latinoamericanos
“Aún sin haber nacido, la prensa latinoamericana está en peligro de morir
a causa de algo llamado La Red”
M.A.B.
Los periódicos latinoamericanos enfrentan su potencial desaparición con agravantes,
pues padecen otra crisis. La deserción de los lectores y la competencia con la radio y la
televisión podrían ser enfrentadas por los periódicos con una agenda propia que ofrezca
al lector información que otro medio no trabajó o no presentó de la misma manera. Uno
de los grandes inconvenientes expuestos por los talleristas, sin embargo, es la falta de
esa agenda propia en sus diarios.
El periodismo que se está practicando en algunos periódicos latinoamericanos es el
llamado „de convocatoria‟, que basa su agenda mayormente en comunicados de prensa,
llamados de funcionarios, ruedas de prensa y anuncios. Esta práctica es la muerte segura
de esos diarios, dice Bastenier. Este tipo de información debe ser utilizada como
complemento y no como la base de nuestro trabajo.
Algunos talleristas mencionaron que sus jefes inmediatos les exigen llenar un espacio
determinado y por ello, en ocasiones, se ven obligados a trabajar con base en
comunicados de prensa. Para Bastenier, un periódico no puede ser visto como una
fábrica de zapatos, por tanto no se le puede pedir a un periodista una producción media
diaria. La prensa latinoamericana está mal planificada y ese es su gran mal. La
improvisación es la reina en la mayoría de las redacciones.
Cambiar las cosas y comenzar a trabajar sobre la base de una agenda propia no es fácil,
es un viaje que es necesario emprender de la mano de los lectores pues, de lo contrario,
el diario podría llegar a perder identidad. La agenda propia ideal es la que publica los
mismos temas que el resto de los medios, pero contando cosas significativas que nadie
más cuenta, el resto del iceberg. El periódico ideal será el que logre a diario promediar
un 15% de su contenido con material de agenda obligada (ruedas de prensa,
comunicados, anuncios) y un 85% de agenda propia (investigaciones, enfoques
diferentes de los acontecimientos).
La agenda propia es como un estado de ánimo; requiere predisposición. Básicamente
consiste en diferenciar lo que no se ve de lo que se ve. Los comunicados de prensa
pueden sugerirnos qué hacer (no qué decir) para encontrar el valor agregado de una
noticia, que finalmente es lo que nos diferenciará de lo que ofrece la radio y la
televisión.
Desarrollar una agenda propia es un gran paso. Los periódicos latinos, sin embargo,
tendrán que trabajar también otros aspectos para poder aumentar su calidad y superar la
crisis. Los diarios que se estudiaron en el taller presentan falencias en el aspecto técnico.
Las noticias hablan del cuándo, pero pocas veces mencionan el cómo y el dónde. Y para
Bastenier lo peor de todo es el mal uso que hacen del idioma. Las palabras se utilizan
como por azar, muchas veces de forma inadecuada.
Algunos periodistas reconocieron no hacer uno de los principales esfuerzos de este
oficio: releer lo que se escribe.
La prensa colombiana
“El país que no cuenta con un nivel educativo aceptable no puede hacer un buen periodismo”
M.A.B
La prensa colombiana sufre todos los males del resto de los periódicos, con algunos
agravantes. Los periódicos del país son blandos y permisivos con el poder. No practican
el necesario hábito de la duda; publican por ejemplo en un titular: „El Ejército dio de
baja…‟, sin haber buscado la forma de constatar esa información. Los directivos son
escogidos muchas veces entre las figuras locales notables, aún sin tener muchas
nociones acerca del oficio. Muchos diarios no cuentan con una filosofía e ideología
definibles, en especial los de provincia, como El Heraldo, de Barranquilla, y El
Universal, de Cartagena.
Los periódicos colombianos en general son de baja calidad. Las causas de esto podrían
ser los también bajos niveles educativos del país. En el taller se planteó que es posible
que los diarios estén mal escritos y no procuren mejorar debido a que los lectores los
prefieren o están acostumbrados a que sean de esa manera. Si esto es así, habría que
procurar un cambio en los lectores y no en los periódicos y esto, por supuesto, es
imposible. Pese a todo, Bastenier cree que con tiempo (y aclara que no sabe si lo
tengamos) los periódicos bien hechos irán erosionando la montaña insufrible de la
ignorancia y abrirán surcos. Si se crea un nuevo público hemos de ganar. El primer
responsable, desde luego, es el periodista; sino empezamos por nosotros, para qué
culpar a nadie más.
Los dueños, los directivos y los editores de los diarios también tienen gran cuota de
responsabilidad en el estado actual del periodismo en Colombia. Es bien sabido de
casos en los que los periodistas no se atreven a publicar información que pueda afectar
los intereses de los dueños por temor a ser despedidos. Los directores, por su parte, en
ocasiones no han estado ahí para defender la autonomía de su redactor. Y en cuanto a
los editores, ellos también han brillado por su ausencia a la hora de corregir errores, de
guiar.
No siempre ha sido así y cabe destacar que el periodismo colombiano ha tenido
períodos memorables como el de El Espectador, en la década de los 80 y parte de los
90. Era la llamada época del narcotráfico y ese diario, liderado por la familia Cano, hizo
un periodismo valiente. Otros periódicos, por el mismo momento, prefirieron presentar
una Colombia más agradable. Las clases altas escogían muchas veces leer esos otros
diarios, mientras en Medellín los redactores de El Espectador trabajaban en un búnker,
sin poder salir en ocasiones, debido a las amenazas.
El periodista
“Los periodistas no tenemos derecho a no hacerlo bien”
M.A.B.
Un periodista es un ordenador del caos, asumiendo el caos como lo que hay „ahí afuera‟.
El periodista hace un recuento de lo que cree que pasó y lo plasma en el papel, sabiendo
que no está escribiendo objetivamente (pues la objetividad no está entre las
características de los seres humanos), pero haciéndolo de la manera más profesional
posible. Para Bastenier ser profesional, tener ética, es básicamente tener claros nuestros
prejuicios e ideologías y, sin embargo, ser capaces de obviarlos a la hora de escribir
para jugarle limpio al lector.
Concebir lo que sucede out there y contarlo de la mejor manera se logra si tenemos en
cuenta dos aspectos principalmente: primero hay que estar bien formados e informados.
Bastenier dice que los periodistas somos como un baúl lleno de cachivaches a los cuales
en algún momento les encontramos un uso. En otras palabras, poseemos (o tendríamos
que poseer) un cúmulo de información aparentemente inútil que tarde o temprano se
revela útil. La historia de nuestra ciudad, el número de habitantes de los países, la
ubicación geográfica de estos, son tan solo algunos de los datos que debemos conocer y
ser capaces de recordar. El periodismo es historia, es literatura y bastante geografía.
El otro aspecto, el más importante para Bastenier, es el buen conocimiento de nuestra
lengua. Debemos ser apasionados de ella, permitir que nos rodee, conocerla y amarla
para utilizarla adecuadamente: „o sienten la lengua en el estómago o no aprenderán
nunca. El periodismo no se aprende en cursos‟, dijo el maestro a los talleristas.
Nuestra lengua castellana nos resuelve todos los problemas, sólo hay que estar en
intimidad con ella. Es como un mecanismo de relojería perfecto, es implacable y todo
en ella tiene sentido. La fórmula para conocerla es, por supuesto, la lectura. A un buen
periodista tiene que gustarle leer y dedicarle tiempo a ello. Las aproximaciones no valen
en el periodismo, hay que usar las expresiones precisas para cada cosa.
Los periodistas latinos tienen mucho por trabajar en esos dos aspectos. Les falta
información general, les falta lectura. No conocen ni manejan su propia lengua. Para ser
periodista hay que pensar, hay que conocer la lengua y vivir por y para ella. Y saber que
sin el vocabulario adecuado no podremos escribir bien.
En cada una de las sesiones del taller, Bastenier explicó en frases sueltas cómo concibe
el ser periodista. Algunos de los aspectos a resaltar son:
- El periodista que no posee más información de la que escribe no ha hecho bien su
trabajo. Antes de publicar, se despublica, se descarta.
- Un periodista tiene que tener buena memoria.
- En nuestras actuaciones no debe existir el azar. El azar es una derrota.
- El periodismo no es para redimir ni para salvar a la humanidad.
- Hay unas fórmulas canónicas para hacer periodismo que funcionan siempre, pero no
hay estructuras definitivas.
- La no interpretación no existe. Nuestra codificación crea los hechos.
- Es mejor no escribir aquello que no logremos entender. El periodista que no se
entiende como lector, lo está haciendo mal.
Un sistema para entender los géneros
“La entrevista es el comienzo de todo.
El periodismo comienza cuando Adán le pregunta a Eva algo de la manzana”
M.A.B.
Si bien Bastenier aclara que no hay fórmulas únicas ni estructuras definitivas e
infalibles para hacer y enseñar periodismo, él ha diseñado un sistema para entender
mejor los géneros del periodismo informativo. Así, los divide en tres, que van de la
menor capacidad interpretativa a la máxima interpretación por parte del autor. Son la
nota seca, la crónica y el reportaje (ó simplemente género 1, 2, y 3)
En la nota seca el periodista redacta con la mínima interpretación. La información no la
ha conseguido él, no ha estado en el lugar de los hechos y escribe con base en
comunicados o cables de agencias. En la crónica el autor ha hablado con las fuentes por
teléfono o personalmente, también se basa en el conocimiento que tiene del tema; es
dueño de la información y puede interpretarla basándose en lo verídico. Esta clase de
nota siempre debe ir firmada. En el reportaje el periodista es la fuente, ha estado en el
lugar de los hechos, ha hablado con los personajes, ha tocado, ha visto, ha sentido; es el
propietario de la información y por ello tiene la máxima capacidad para interpretarla.
Ninguno de estos géneros es „puro‟. Entre ellos existen fronteras que no están
estrictamente delimitadas, más bien son móviles. Así, podemos escribir una nota seca
que contenga elementos de crónica y una crónica con visos de reportaje.
En el modelo de Bastenier, de la crónica (género 2) se desprenden el análisis y el perfil,
y del reportaje (género 3), la entrevista.
La nota seca
La nota seca intenta enunciar solamente eso que llamamos „hechos‟. Aquí el autor logra
el grado máximo de despersonalización de la información. Aunque no se trata de
„escribir sin adjetivos‟, ya que esto no es posible del todo, el género seco trata de no dar
a la noticia una valoración que vaya más allá de lo físico, es decir, de lo que se ve y se
oye.
Hacen parte del género seco las breves, que son notas secas de menor extensión (10 ó
12 líneas de composición). Aunque ocupen poco espacio, por lo general un párrafo,
deben contener una información con „completud‟, que es como llama Bastenier la
totalidad en las noticias, es decir, que ofrezca todos los puntos de vista. Las breves
pueden verse como el comienzo de todas las cosas. Hay quien dice que el que sabe
hacer bien una breve, sabe hacer todo en el periodismo.
La crónica
La crónica, como la concibe Bastenier, es la prosa de los periódicos, pues es el género
informativo que se utiliza a diario. Hay que diferenciar bien que aquí nos encontramos
en condiciones de interpretar, más no de opinar, como sí puede ocurrir en el reportaje.
La interpretación es diferente de la opinión; al interpretar se busca iluminar, explicar,
colorear y contextualizar. Desde la sala de redacción es imposible obtener información
para una crónica, aunque, eventualmente, bien podemos servirnos de los correos
electrónicos y del teléfono.
El análisis y el perfil son subgéneros primos de la crónica. El análisis trata
informaciones que ya han sido publicadas, pero con un mayor grado de interpretación.
De esta manera se podría decir que la crónica es más información y menos
interpretación y el análisis es todo lo contrario. Hay que diferenciar bien un análisis de
un editorial, pues el primero no incluye opinión, no demuestra preferencias y para
escribirlo, por lo general, se acude a expertos.
El perfil es un análisis que se enfoca en un personaje. Al igual que en la crónica, aquí
nos servimos de todos los recursos informativos posibles: una entrevista con el
personaje, opiniones que tengan sus amigos y enemigos, conocimiento previo etc.
El reportaje
El reportaje es la vida misma. Es el género mayor. Hay dos tipos: de escenario y virtual.
En el primero estamos en el lugar de los hechos y contamos lo que vemos, sentimos y
palpamos: formas, colores, sabores, escenas. Aquí es imprescindible describir. En el
reportaje virtual recreamos las cosas a partir de lo que nos cuentan. En ocasiones
tenemos acceso a un lugar y hablamos con personajes, pero debemos remontarnos a
tiempo atrás, a otro acontecimiento, es entonces cuando el reportaje se vuelve un
híbrido entre de escenario y virtual. Hay que aclarar que si en el reportaje hay opinión
del periodista ésta debe estar muy bien justificada.
Del reportaje se desprende la entrevista. Así, podríamos decir que el reportaje es una
visita a la realidad y la entrevista es una visita a un representante de la realidad. Se
pueden distinguir tres tipos de entrevista: temática, romanceada y de pregunta–repuesta.
La entrevista temática es aquella que plasma el pensamiento del entrevistado sobre
varios temas, claramente diferenciados en el texto. Este tipo de entrevista se suele
utilizar con personajes reconocidos, cuya posición sobre esos diversos temas es de
interés general.
La entrevista romanceada contiene los retratos tanto del entrevistado como del lugar en
el que se llevó a cabo la misma. Por lo general aquí se parafrasea, aunque también es
posible utilizar las comillas. También cabe la posibilidad de contar incluso cómo nos
parece el personaje.
La entrevista pregunta–respuesta es la fórmula más común. La realidad que recreamos
aquí es mucho menos objetiva que en la romanceada. Lo que publicamos nunca pasó, de
hecho debe ser el resultado de un trabajo de „corte y confección‟. En esta entrevista no
puede existir la trascripción literal, pues la palabra hablada es impublicable en su
volcanidad, dice el maestro. La forma pregunta–respuesta se halla escondida en la
conversación que tuvimos, en la grabación que hicimos, y hay que encontrarla. La
entrevista es entonces un género de ficción, pero de ficción veraz, ya que si bien
tenemos libertad para establecer el orden de las respuestas y redactar posteriormente las
preguntas, en ningún caso se puede cambiar el sentido de lo que quiso decir el
entrevistado.
Algunos consejos de Bastenier para tener en cuenta a la hora de realizar una entrevista:
- Hay que hacer bien la tarea: llegar bien informados a donde el personaje. Las cosas
que sepamos sobre su vida nos acercan más a él y, por lo tanto, posibilitan respuestas
más espontáneas. De esto depende que nos contesten las preguntas clave.
- En una entrevista no se hacen preguntas, se conversa más bien, se rompe el hielo. No
hay que sobrevalorar las preguntas, éstas se deben convertir en exhortaciones para que
nos cuenten cosas. Lo importante no son las preguntas sino, desde luego, las respuestas.
- Hay que tener en cuenta que el entrevistado puede mentir y por ello es recomendable
volver a preguntar. Debemos ser capaces de no aceptar todo lo que nos digan.
- Hay que llegar con la idea clara de lo que queremos obtener. Hacer previamente un
plan pero no de preguntas sino de posibles respuestas.
- Si el entrevistado cuelga el teléfono o se va intempestivamente del lugar es
recomendable escribirlo, puede ser en un despiece o recuadro.
- Al igual que en todo texto periodístico, en la entrevista hay que procurar eliminar todo
lo que no trasmita significado.
Sugerencias
“Para ser periodista hay que conocer y vivir rodeados de nuestra lengua. Para resolver muchos
problemas solo tenemos que estar en intimidad con ella”
M.A.B.
- La forma correcta de escribir en los periódicos es la misma que en el castellano:
sujeto, verbo y predicado. Así se evitan enredos. Por supuesto que hay excepciones
como en la crónica, en su acepción latinoamericana.
- Bastenier aconseja escribir teniendo en cuenta su Teoría del Marciano, según la cual
los lectores tienen que entender los periódicos como si fueran marcianos que visitan la
tierra por primera vez. No hay que asumir que „el marciano‟ conoce o maneja un tema,
sino que hay que explicarlo muy bien siempre.
- El primer párrafo de un texto es determinante. Es el periodista y su propuesta de
lectura. Allí se libra „la batalla de las playas‟ y si el autor la pierde el lector no
continuará leyendo. Por ello el lead debe ser la quintaesencia, como una ráfaga de
metralleta y no un paseo por el campo.
- Cada una de las partes en las que se divide un texto (título, sumario, entradilla, etc.) es
independiente y se debe entender leyéndolas por separado.
- Siempre hay que dejar en claro cuándo y dónde ocurren los hechos.
- Hay que buscar la palabra y el verbo adecuados y adoptar un punto de vista en cuanto
a los tiempos en los que se utilicen.
- Hay que utilizar el Punto y seguido.
- Las citas o los entrecomillados, para que sean tal, han de ser muy buenas. Lo más
recomendable es que el autor no renuncie a contar lo que él puede contar, a menos que
sea indispensable. Bastenier menciona tres casos específicos para utilizar las comillas:
1. Cuando se trata de formas peculiares o muy regionales de decir las cosas.
2. Cuando son declaraciones trascendentales.
3. Cuando se trata de testigos presenciales de un suceso importante.
También es recomendable colocar comillas a las palabras que utilicemos en sentido
metafórico.
Gazapos
“Las aproximaciones no valen en el periodismo, hay que usar las expresiones precisas para cada cosa”.
M.A.B.
- El Estado es el único que ejecuta. Los asesinos asesinan, no ejecutan.
- Sólo aumenta lo que se puede contar con números. Las ofensivas de la guerrilla, por
ejemplo, no aumentan.
- Una demanda no se instaura, se establece o se interpone.
- Hay que huir del „podría‟ y del „al parecer‟, pues constituyen meras suposiciones.
- Es mejor contar en frases positivas gramaticalmente, por ejemplo: „carecen‟ en vez de
„no tienen‟.
- Se dice policial, no policivo.
- Por lo general no hace falta utilizar las expresiones „de hecho‟ y „en total‟.
„Actualmente‟ siempre sobra. Se asume que la información de un diario siempre es
actual.
- Nunca se debe usar el „se teme‟; el periodista no teme ni se alegra; el periodista
constata.
- Siempre es mejor especificar: en vez de escribir „una persona‟, es mejor „un bombero‟;
en vez de „la gente‟, es más adecuado „el público‟.
- Los atentados no „dejan‟ muertos, „causan‟ muertos.
- Se dice „con base en‟ y no „en base a‟.
- Los explosivos no detonan, alguien los detona.
- Quienes están en las cárceles no son prisioneros, lo son quienes son aprehendidos en
una guerra.
Los periódicos latinoamericanos
“La agenda propia debe ser una predisposición: un estado de ánimo”
M.A.B.
Al finalizar el taller cada uno de los periodistas asistentes hizo una breve exposición del
diario donde labora. Se trataron los aspectos técnicos y de contenido, así como la
manera en que se trabaja en cada una de las redacciones: la agenda propia, la labor de
los editores, de los directores, de los dueños, el tratamiento a los temas, entre otros; y la
situación laboral. No se hizo exposición de algunos periódicos que se fueron estudiando
a lo largo del curso, como El Universal de Cartagena.
Buena parte de los diarios latinoamericanos se editan en tamaño tabloide, que es un
tamaño popular. Son pocos los periódicos que no han modificado la presentación
llamada sábana. Advierte Bastenier que aunque sea más pequeño, el tabloide no admite
informaciones sin „completud‟. En la mayoría de estos periódicos existe todavía la
figura del armador o confeccionador de páginas, quienes, desde que aparecieron los
programas que permiten diseñar desde la pantalla del computador, han dejado de ser
indispensable en otros diarios.
Los abanicos salariales de América Latina son, evidentemente, muy diferentes a los de
Europa y Estados Unidos. El promedio de ganancias al mes en Colombia y otros países
latinoamericanos es de unos 300 dólares, mientras que en El País, por ejemplo, un
redactor devenga mínimo 1.000 dólares mensuales. Para Bastenier, los malos sueldos de
los redactores se reflejan en la baja calidad de los periódicos. A continuación, se
resumen los aspectos técnicos y de contenido de cada diario. El panorama periodístico
general de los periódicos ha sido expuesto a lo largo de esta relatoría.
Clarín, Argentina
Uno de los mejores diarios de Latinoamérica. Trabaja con base en una agenda propia.
Se ha sacudido del llamado „récord‟, o la obligación de publicar todo cuanto acontece, y
toma de la agenda obligada lo que considera necesario. En palabras de Bastenier, sus
periodistas tienen „sentido de la anticipación‟ y no esperan a que suceda un evento sino
que prevén toda la información que pueden. Combinan muy bien la noticia y el análisis,
de hecho muy pocas de sus páginas no contienen análisis. Le hace falta mejorar su
sección internacional. Uno de sus grandes méritos es que intenta ser interclasista, es
decir, llegar a gran cantidad de público.
En día de semana cuenta 60 páginas y los domingos 350. Sólo la sección nacional de
ese día tiene 12 páginas. Una de las secciones más leídas es la de las cartas del lector, en
la cual se crean debates a partir de las opiniones de los lectores; esta página es fuente de
noticias que se trabajan posteriormente. En Clarín hay más editores que periodistas (son
unos 150 en total). Los editores a veces redactan. Su tiraje es de 500.000 ejemplares.
Con el diario se puede comprar de manera opcional revistas de cocina, arquitectura y
economía, también libros, pues Clarín tiene una editorial.
El Nacional, Venezuela
Es un periódico de tradición, uno de los más importantes de Venezuela y el único que
publica editorial todos los días. Es de oposición. Cumplió recientemente 65 años de
fundación. Aunque es un diario general, sus temas por antonomasia son políticos y
económicos. Hace agenda propia. Una de las filosofías principales en la redacción de
este diario es escribir de manera que el lector pueda comprenderlo todo. Su formato de
presentación es el tipo sábana. Sus directivas planean hacer un rediseño para achicarlo.
Presenta algunos problemas en su diseño, como dos tipos de letras en una misma
página.
El Mundo, El Salvador
Este diario es un híbrido entre la prensa clásica y la popular. Los temas que ofrece son
en su mayoría políticos y judiciales. Muestra una intención de hacer agenda propia.
Tiene 30 redactores. No se publica los domingos. Cuesta 25 centavos de dólar y vende
de 25.000 a 30.000 ejemplares diarios. Maneja noticias de poca extensión.
Nuestro Diario, Guatemala
Es un periódico popular con criterio. Su fuerte son los gráficos que ocupan mucho más
espacio que los mismos textos (un nota tiene al menos 7 fotografías). De hecho, hay en
la redacción de este diario más fotógrafos que redactores. Tiene criterio, tiene ideología
definible. El tema más manejado son los deportes. No publican sobre política, a menos
que se trate de un suceso muy importante. Cuenta con 115 redactores de planta y 6 en
Estados Unidos, como corresponsales, así como en el resto del país (un corresponsal en
cada departamento). Ofrece 28 páginas diarias, los domingos 40. Está dividido en tres
secciones: nacional, internacional y departamentos.
La Prensa Gráfica, El Salvador
Uno de los 5 periódicos de El Salvador. Nació hace 90 años. Maneja un tema del día,
con el cual, por lo general, abren la primera página. No cuenta con la figura de Director,
sino un Director Ejecutivo que no incide en las decisiones periodísticas, las cuales son
tomadas por los jefes de información y redacción. Vende unos 50.000 ejemplares.
Publica muchas más entrevistas que el resto de los diarios estudiados.
El Colombiano, Colombia
Es de la ciudad de Medellín, es un periódico regional y regionalista. Hace año y medio
protagonizó un escándalo cuando prohibió a sus columnistas hablar mal del „Gobierno
central‟, como se refieren a la administración del presidente de Colombia Álvaro Uribe.
Se fundó en 1912, está afiliado a Colprensa, la única agencia de noticias del país. Tiene
36 páginas diarias y 46 los domingos. El tiraje diario es de 80.000 ejemplares y 120.000
los fines de semana. Circula en Antioquia y en Bogotá. Publica una edición en inglés
que sale una vez por año y tiene 120 redactores.
La Prensa, Panamá
Es un diario „de familia‟, fundado hace 25 años. Uno de los más importantes de
Panamá. Tiene como política no vender publicidad para la primera página. Trabaja con
80 redactores de planta y 20 corresponsales en todo el país. Ofrece una edición on line
que cuenta con un banco de datos de la información publicada desde 1980.
El Caribe, República Dominicana
Es uno de los principales diarios del país, hace parte de un conglomerado de
comunicaciones que incluye noticieros en televisión y en radio. Es el periódico de los
intelectuales. Hace un esfuerzo por ofrecer agenda propia. Tiene un tiraje de 20.000
ejemplares en formato tabloide. Uno de sus problemas más grandes tanto de forma
como de fondo es el exceso de despieces o recuadros. Trabaja con 30 redactores de
planta.
El Correo, Perú
Es un diario de oposición, un 90% de su contenido es sobre temas políticos. Su
especialidad son los chismes de ministros y funcionarios en general. Cuenta con una
unidad investigativa donde se centran los esfuerzos por ofrecer agenda propia.
De lunes a viernes tiene 24 páginas y los domingos 28. Trabaja con 30 redactores de
planta, 4 fotógrafos, 1 editor general y el director. El tiraje oscila entre 60.000 y 90.000.
Es el diario más barato de Lima. El Correo pertenece a un grupo de empresarios,
llamado Empresa Periodística Nacional, que posee otros tres periódicos: uno popular,
otro deportivo y otro tradicional, que se subvencionan unos a otros.
El Economista, México
Es uno de los dos periódicos en México especializados en economía. Su filosofía está
encaminada a la defensa de la economía de libre mercado. Es un diario de derecha. Su
lenguaje, lleno de tecnicismos, es bastante difícil de entender. Este periódico no se
vende en las calles, es sólo para suscriptores. Se fundó en 1988 y tira un promedio
diario de 35.000 ejemplares. Tiene 45 redactores y un convenio con The New York
Times, que le provee información. Es tamaño tabloide y se publica los fines de semana.
El Heraldo, Colombia
El Heraldo es el modelo clásico de los diarios de provincia colombianos y presenta las
mismas falencias del 90% de los periódicos de América Latina. Es un diario „de
familia‟. Tiene cobertura en toda la Costa caribe colombiana. Una de sus
„especialidades‟ son los eventos sociales. Se fundó hace 72 años y tira un promedio
diario de 35.000 ejemplares. Cuenta con ocho corresponsales en Cartagena, Santa
Marta, Riohacha y Valledupar. Tiene 25 redactores de planta.
El diario del maestro
El diario El País es considerado uno de los más importantes de Europa. Se fundó en la
democracia post franquista, hace 29 años. Publica ediciones en México y Argentina (son
10 en total, las otras 8 en España). Una de las virtudes que Bastenier destaca de El País
es que es un diario que tiene claras sus reglas de trabajo y ha fijado una posición con
respecto a varios temas. Por ejemplo, no publicar noticias sobre boxeo excepto cuando
muere algún boxeador, “para hacerle mala publicidad a ese deporte” (ríe irónico
Bastenier).
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