Nos cuesta creer la privatización sanitaria

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Nos cuesta creer la privatización sanitaria
Pedro Díez Chavero y Miguel Angel Zamarrón (*)
actual Gobierno conservador
del Partido Popular ha comenzado a ejecutar su programa
de derecha política con una
evidente directriz: la privatiza- - - ción. La consecuencia es el
enriquecimiento en el medio y largo plazo de aquellas personas o grupos financieros que, dentro o fuera del país, inviertan en esos bienes sectoriales que
se privaticen.
Nos preocupa que el Gobierno no intente tan siquiera la confrontación dialéctica para demostrar las virtualidades
positivas de su programa privatizador y
recurra a la expeditiva vía del Real Decreto Ley.
En este sentido nos hemos visto sorprendidos por el ROL 10/1996, de 17 de
Junio (BOE 18/6/96) corregido con posterioridad (BOE 20/6/96).
Nos cuesta creerlo por el propio formato normativo, ROL, reservado según la
Constitución (Art.86.1) a "... casos de extraordinaria y urgente necesidad". En este sentido, lisa y llanamente, negamos la
mayor: ni el Sistema Nacional de Salud
en su conjunto ni el lnsalud, en la mayor
parte que le corresponde en éste, se encuentran en esa situación de "extraordinaria y urgente necesidad".
En segundo término, nos cuesta creer
que no se hayan hecho explícitos y públicos los motivos que justifiquen la excepcionalidad de la norma, dando al traste
con el compromiso de diálogo social
anunciado a bombo y platillo por el propio
presidente del Gobierno. Denunciando
desde aquí que, por lo que a UGT respecta, ese diálogo no ha existido.
En el mismo orden de cosas, nos
cuesta creer que al Consejo lnterterritorial (CI) no se le haya coml1nicado una
decisión estratégica de este calado, que
afecta a la totalidad del Sistema.
Es díficil entender que el Gobierno dé
un paso de estas dimensiones a escasas
fechas de acordar en el parlamento la
constitución de una ponencia para debatir, analizar y buscar soluciones a los problemas del Sistema Nacional de Salud.
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Nos cuesta creer que sin un motivo de
mucho peso -quizá tanto como el potencial volumen de negocio de los 3,5 billones de pesetas del actual presupuesto
del lnsalud- se cercene la virtual potencialidad positiva del mayor consenso posible, en el orden político y social, en una
materia tan sensible como es la salud.
Pese a su posterior tramitación como
ley, el ROL en cuestión ya ha sido convalidado. ¿Es sencillo creer que con un lastre de tal envergadura, que habilita el que
los centros y establecimientos sanitarios
públicos sean puestos en manos privadas, dicha ponencia va a tener el sosiego
necesario?. O más bien, recordando un
poco cómo se elaboró la Ley General de
Sanidad y las vicisitudes que corrió , en
un contexto socio-político diametralmente
distinto, ¿no será más probable que la
presión fáctica de los poderes económicos incluyan el Sistema Sanitario -patrimonio del lnsalud incluido- en la ola neodesamortizadora emprendida por el gobierno?.
Sinceramente, pese a todas las declaraciones del ministro de Sanidad anatemizando la privatización, nos cuesta creerle. No obstante, vamos a hacer un acto
de fe, pero para ello pediríamos que se
despejasen al menos las siguientes incognitas:
Primero, cuál ha sido realmente el
motivo de la excepcionalidad del ROL.
La opinión del Gobierno, en boca del
secretario general de Asistencia Sanitaria, es que ha sido para evitar que las
CCAA evitasen con su legislación el marco de la Ley General de Sanidad (LGS).
Nuestra opinión, en el fondo coincidente, es que ha sido para dar cobertura
legal, precisamente, a salvar el obstáculo
de la LGS. ¿Por qué, ya que no lo hicieron los gobiernos socialistas, no ha afrontado el PP con decisión este problema,
pero precisamente en el marco de la LGS
y con los instrumentos de ésta?
Segundo, la recién celebrada Conferencia lntergubernamental ha avanzado
en cuanto al criterio definitorio de servicio
esencial básico, como aquel que reúna
las características de solidaridad social,
ordenación, equilibrio interterritorial, dinámica de innovación y creatividad para la
generación de riqueza.
Desde nuestra perspectiva, estas circunstancias se dan con carácter superlativo en nuestro Sistema Nacional de Salud. ¿Lo cree así el actual Gobierno? Si
es así debería reafirmarse como garante
de esas identificaciones y no como "amnistiador'' de los desórdenes jurídicos y
organizativos surgidos de la gestión de
los servicios transferidos.
Asumiendo que el fin último sea la
modernización del SNS, mediante fórmulas de gestión más dinámicas y flexibles,
no todas las posibilidades abiertas por el
ROL cumplen igualmente con los criterios
para nosotros irrenunciables de: la consolidación del SNS; la máxima eficiencia social (ofertar a menor coste posible aquello
que la sociedad más valora), la máxima
eficiencia asignativa (conseguir los mayores valores de salud con los recursos
asignados); la equidad, igualdad y accesibilidad; las garantias jurídicas de no privatización; el respeto a los derechos adquiridos de los trabajadores; el estricto
cumplimiento de los principios de transparencia, publicidad, concurrencia y eficacia; las garantías de salvaguarda del
origen patrimonial de los medios incursos
y de los planes de auditoría externa y
control de la eficacia técnica y social de
las entidades que se constituyan.
Ante los interrogantes que el comentado ROL plantea, sería necesario explorar un modelo de autogestión de cada uno de esos posibles agentes de
gestión del SNS, siempre que se constituyan en los mismo órganos de gobierno
y decisión -no sólo de control- en los
que participasen la Administración, los
sindicatos, los ciudadanos y los profesionales. Y, además, que el capital fuese 100% público.
1
1 •1Secretario de Acción Sindical y
coordinador general de la Unión de Técnicos
y Cuadros de UGT, respectivamente, son
autores de este artículo que fue publicado en
El Mundo el pasado14 de julio de 1996.
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