IV ORACIÓN: ORAR CON LOS SANTOS. SANTA RITA DE CASIA Santa Rita de Casia nació en Casia- Italia un 22 de mayo. Su verdadero nombre era Margarita, pero desde muy pequeña la llamaron Rita. Desde su nacimiento, la Santa empezó a demostrar porque iba ser llamada la "abogada de los imposibles", pues su madre era estéril y no podía concebir hijo alguno. Sin embargo, sus continuas oraciones y penitencias le permitieron obtener la gracia de Dios de dar a luz a una maravillosa y piadosa hija. Sentía desde niña una fuerte inclinación a la vida religiosa. Pero la Providencia Divina dispuso que pasara por todos los estados, para santificarlos y extender la luz de su ejemplo y el aroma de su virtud. Fue un modelo extraordinario de esposa, de madre, de viuda y de monja. Después de quedar viuda intenta cumplir el deseo de su infancia; ser religiosa, tres veces desea entrar en las Agustinas de Casia, y las tres veces es rechazada, por fin, con un prodigio que parece arrancado de las florecillas, se le aparecen San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino y en volandas es introducida en el monasterio, de esta forma es admitida, hace la profesión ese mismo año de 1417, y allí pasa 40 años, sólo para Dios. Para iniciar este momento de oración te invitamos a elegir una posición adecuada para la meditación, siéntate en un lugar retirado. Solo, en un rincón, concentra tu inteligencia, aparta de ella todo objeto temporal o vano, apoya fuertemente tu barbilla contra tu pecho, retén un poco tu respiración, haz descender tu inteligencia hasta tu corazón, al mismo tiempo que deberás dirigir hacia él los ojos de tu cuerpo y presta atención a lo que ocurrirá, La tensión muscular dificulta la oración y antes hay que conseguir tranquilizar todos los músculos. Ahora que ya haz logrado una postura adecuada tanto interior como exterior, te invitamos a imaginar el lugar donde te puedas encontrar más fácilmente con Dios., escoge una oración como el Padre Nuestro, Ave María, Oraciones de la mañana o noche, el Rosario, un Salmo... Recítala despacio deteniéndote en cada palabra o en cada frase, ve repitiéndola, si te distraes, vuelve de nuevo a concentrar la atención con tranquilidad. Otra modalidad puede ser concentrar la atención en el misterio que se contempla mientras se van recitando las palabras. Por ejemplo, en el rezo del Rosario, así mismo, en el Rosario se pueden poner otros misterios de la vida de Jesús en vez de los tradicionales, o bien dedicar las cinco decenas a un mismo misterio, según la devoción o recitar más despacio un solo misterio durante un cuarto de hora. Para finalizar este momento de oración puedes hacer un coloquio con Nuestra Santísima Madre Virgen María y pediremos siempre su intersección y compañía, luego daremos gracias a Dios Padre por tanto bien recibidos y pediremos que su gracia nos acompañe siempre para en todo Amarle y Servirle.