Walseroladisolución delindividuo

Anuncio
En directo
EN DIRECTO
Walser o la disolución
del individuo
24
Cultura|s La Vanguardia
Miércoles, 11 noviembre 2009
Aquí s'aprèn poca cosa En su vigésimo aniversario, la sala Beckett apuesta por
una adaptación del angustioso universo del escritor suizo Robert Walser
ni producir el más leve poema en
verso o prosa. Sin pasear estaría
muerto, y mi profesión, a la que
amo apasionadamente, estaría aniquilada”, dice el protagonista de El
paseo (1917; Siruela, 2009), una narración de apenas 80 páginas que
cuenta el recorrido de un poeta
por su ciudad, con gentes, calles y
parques, que aferran al paseante al
presente y transforman la faz del
futuro, que palidece, y borra la huella del pasado, que se desvanece.
La vida es movimiento, pero lo
trascendente ocurre dentro: “Quizá el hombre interior sea el único
que en verdad existe”, escribe en
El paseo. La vida se detiene, se marchita, se oscurece, cuando se la reduce a bienestar, a la seguridad de
un techo y un sustento permanentes. En Los artistas, un pequeño
relato que podemos encontrar en
Vida de poeta (1918; Alfaguara,
2003), un grupo formando por escritores, pintores y actores rechaza la protección de un noble poderoso al comprobar cómo desaparece su genio al abrigo de una existencia cómoda y apacible; más
aún, en el relato que da nombre al
libro, el protagonista recibe un certificado de despido en el que sus jefes escriben: “Jamás podremos olvidar sus extraordinarios trabajos
sobre papel secante (...) para que
sus refinadas dotes no caigan en te-
El gran reto de adaptar
‘Jakob von Gunten’
es llevar a escena
las reflexiones y sueños
del protagonista
EDUARD MOLNER
Sentado en un pupitre, Jakob von
Gunten, nos mira y habla: “Aquí
s'aprèn poca cosa. Els alumnes de
l'institut Benjamenta no arribarem
mai enlloc (...)”. Aquí s'aprèn poca
cosa es la brillante primera frase
de la novela de Robert Walser
Jakob von Gunten (1909) y también el título de su adaptación teatral, obra de Toni Casares. Efectivamente, en el instituto Benjamenta
no se aprende nada, o casi nada. Se
aprende a obedecer. Jakob von
Gunten, vástago de familia ilustre,
ingresa en el centro para huir de
sus padres, o más bien, para huir
del futuro que sus padres tienen
preparado para él. La especialidad
del instituto es la formación de sirvientes. Criados perfectos. Entran
adolescentes y deben salir hombres vacíos de criterio y voluntad,
dispuestos a acatar órdenes.
En Jakob von Gunten (Quaderns
Crema, 1999 y Siruela, 2009) está
contenido todo el universo walseriano. Encontramos esa manera de
escribir serena y tranquila, como
la transcripción de un pensamiento que fluye estimulado por lo que
va encontrando la mirada. Encontramos una asombrosa ingenuidad, impropia del siglo XX diría-
mos, pero que abraza, acompaña.
Y encontramos, también, un personaje a quien no le importa el éxito,
que sólo vive para alimentar su
creatividad con experiencias.
El suizo Robert Walser (18781956) abandonó los estudios a los
14 años y se entregó a un periplo
errático, siempre acuciado por problemas económicos. Trabajó de archivero, de oficinista, de empleado
de banca, incluso de sirviente en
un castillo de Silesia, aunque quiso
ser actor y pintor. Se entusiasmaba
con Los bandidos de Schiller y se
extasiaba contemplando la naturaleza. En un mundo dispuesto a encasillar a los hombres, Walser se
sentía vivo al margen de la rutina.
Aquejado de crisis nerviosas agudas y alucinaciones, ingresó por voluntad propia en un manicomio en
1929, liberando a su hermana Lisa
de la atención que requería permanentemente; ya no saldría de diferentes instituciones mentales hasta el día de su muerte, en 1956,
acaecida en la soledad de uno de
sus incontables paseos.
Walser pasea. “Pasear me es imprescindible, para animarme y para mantener el contacto con el
mundo vivo, sin cuyas sensaciones
no podría escribir media letra más
Aquí s'aprèn
poca cosa
SALA BECKETT
BARCELONA
Dramaturgia y
dirección: Toni
Casares (adaptación de la novela
‘Jakob von Gunten’ de R. Walser).
Del 12 de noviembre al 13 de
diciembre. www.
salabeckett.cat
Arriba, un instante del montaje
que dirige Toni
Casares a partir
de la novela
‘Jakob von Gunten’. Abajo, una
de las pocas
fotografías que
existen del escritor suizo Robert
Walser
FOTOS NANI PUJOL /
ARCHIVO
rreno baldío nos sentimos obligados a implorarle que nos deje”. Nada, por banal que parezca, puede
dejar de ser un punto de partida para el arte.
Su primer libro, El cuaderno de
Fritz Kocher (1904; Quaderns Crema, 2000 y Pre-Textos, 2008) ya
aventuraba los grandes trazos de
lo que sería su literatura. Esa mirada ingenua, pero especial, capaz
de captar el misterio profundo de
la cotidianidad. Fritz es un alumno
que ha muerto al terminar su escolaridad. Ha dejado un cuaderno
con los ejercicios de redacción. El
libro de Walser es la compilación
de estas composiciones que, lógicamente, tienen títulos pueriles como El hombre, El otoño, La escuela,
La clase, La naturaleza, etcétera.
Ese adolescente burgués y convencional, que escribe para ser aprobado, es, sin embargo, un ser soñador
fascinado por el arte, la poesía y la
música, pero, sobre todo, es alguien muy capaz de ver en un aula
un mundo entero entre cuatro paredes, con amor, odio, ambiciones
y deseo. La clase, una de las supuestas redacciones de Fritz, habla de
un compañero ingenioso, ocurrente, libre, desobediente y transgresor, receptor de castigos: “Él es como una especie de rey (...) nuestro
Roger Bernat
Ratera (Pura
coincidència)
SALA LA PLANETA
GIRONA
A partir de ‘Insultos al público’ de
Peter Handke. 13
y 14 de noviembre. www.temporada-alta.cat,
www.rogerbernat.
com
En la fotografía,
el dramaturgo
Roger Bernat en
una imagen de
archivo
FOTO ÀLEX GARCIA
DAVID BARBA
Los cacos lo tienen mal para saquear el destartalado piso del
Eixample donde vive Roger Bernat: ¡está lleno de cámaras de videovigilancia! De cejas luciferinas,
frente broadband y cierta retirada
a Noam Chomsky, cualquiera puede comprobar sobre el terreno
que: a) Bernat es uno de los creadores fronterizos más interesantes
de nuestra escena, y b) las videocámaras no custodian ningún cuadro
de Miró en el baño. En realidad, le
sirven de prueba para Ratera, un
espectáculo que reflexiona sobre
el público y la videovigilancia. Si
en Dominio público Bernat viajaba
a 1984, esta vez se da un paseo por
Un mundo feliz: “Orwell temía que
nos escondieran la verdad; Huxley, que nos convirtiéramos en una
maturgo austriaco desprecia al público como despreció a la opinión
pública durante las guerras balcánicas. ¡Un espectáculo redondo!
Más, si tenemos en cuenta que los
actores saldrán muy baratos: ¡pagarán por actuar! “Los espectadores
serán los protagonistas circunstanciales de cada noche”.
Ratera no es la enésima denuncia airada contra los abusos del
Gran Hermano, sino la constatación de lo cómodos que nos sentimos en nuestro papel de figurantes, más que actores, de la tragicomedia de la sociedad de mercado.
“Un amigo moderno me decía que
el ayuntamiento debería pagar a todos los artistas por pasearse por el
casco antiguo de Barcelona, como
actores que somos de un eterno
carnaval callejero”. Un show para
cultura trivial donde la verdad quedara ahogada en chorradas”.
El que fue alma de la General
Elèctrica se ha propuesto monitorizar la platea con un programa informático que cambia el foco de
atención sobre los vigilados cada
cinco segundos, como las cámaras
que monitorizan la vida cotidiana
de los yonquis de la barcelonesa
plaza Orwell. “Si algún espectador
se mete el dedo en la nariz –advierte Bernat– puede que se vea reflejado en la pantalla que pondré en el
escenario”. Para curarse en salud,
unas pegatinas advertirán de la videovigilancia, “según obliga la ley
orgánica 4/1997”. Una vez monitorizados, los espectadores escucharán fragmentos de Insultos al público, de Peter Handke, donde el dra-
el fomento del turismo, vaya.
“Hoy contamos con muchas herramientas de participación social,
pero ¿somos más libres que hace
cuatro siglos?” En tiempos del teatro isabelino, las corralas eran un
nido de putas, rufianes, alcohol y
peleas de osos contra perros (las famosas bear baitings); aquella chusma indómita tenía la sartén por el
mango. “Es en la Francia de Molière –recuerda Bernat– cuando aparece la denominación de público y
el espectador comienza a ser educado para permanecer en silencio”. Todo un proceso de domesticación que más tarde se repitió en
el cine –lo recuerda Noël Burch en
El tragaluz del infinito–, cuando la
introducción del acomodador, el
piano y la narrativa acabaron con
EN DIRECTO
Miércoles, 11 noviembre 2009
El espectador
hipertrofiado
los pendones y las pendencias para
dejar paso al espectador burgués.
Para Bernat, es sintomático que
Wagner fuera el primero en atreverse a apagar la luz en la platea.
Desde entonces, ese proceso de domesticación no sólo ha maniatado
al público en los teatros, sino a la
masa en las calles. “Desde el surgimiento del concepto de público, el
Gran Otro del que hablara Lacan
no ha hecho más que engordar”. Y
es que público e individuo, opinión
pública y derechos individuales,
han evolucionado en paralelo durante los últimos tres siglos hasta
llegar al momento actual, donde el
fin de los grandes metarrelatos ha
evidenciado que el público sólo
cuenta como conjunto de consumidores y el individuo sólo lo es como unidad de producción. En fin,
resultó que detrás del Gran Otro estaba el (Súper) Mercado.
“Vivimos en la era de la hipertrofia del espectador. ¿Por qué todos
lo deseamos tanto? ¿Por qué nada
es válido si no lo sanciona un gran
público?”, se pregunta Bernat. Ahora hemos dejado atrás el caos feliz
del piso del Eixample para adentrarnos en la asepsia impoluta del
Teatre Lliure: a un mes del estreno
de Ratera, el dramaturgo conversa
con el psicoanalista Ivan Ruiz en
un diálogo titulado El deseo en el
público. “Lacan procuró invertir la
posición del que mira respecto a
aquello que es mirado”, cuenta
Ruiz. “En realidad, el espectador
es contemplado por la obra de arte
y no al revés”: si el espectador padece de hipertrofia, al mismo tiempo vivimos en una época en que se
le pide que permanezca congelado
en la butaca, que no participe, que
no se toque la nariz...
Lo mismo que ocurre en el teatro sirve para el cine, la televisión o
las supuestas tecnologías interactivas. Twitter o Facebook son herramientas que hacen de nuestras vidas un espectáculo constante en
busca del favor del público”, asegura Bernat. “Un espectáculo que no
fomenta precisamente la interactividad, sino la interpasividad”. Huxley tenía razón: vivimos ahogados
en chorradas. Y no nos sale gratis.
La industria de las distracciones
no sólo contribuye a reforzar una
pasividad existencial que deriva
en oscurecimiento óntico, sino que
produce daños colaterales: “el aumento de las patologías de la atención que padecen los niños probablemente se deba a la multiplicación de la atención que nos exige
la sociedad del espectáculo”.
Así las cosas, ¿cómo abstraerse
del espectador, cómo dejar de ser
público? “Hay dos caminos: a) trabajar como trabaja la Naturaleza,
sin espectadores, por el puro placer de crear, y b) enfrentar al espectador con su propia imagen, ponerle un espejo para que se quede solo
ante su deformidad”. O, como en
Ratera, una cámara que nos revele
que ese pinche tirano no existe,
que el público es un fantasma. |
Cultura|s La Vanguardia
Ratera Una reflexión sobre el público del siglo XXI
a propósito de la última creación de Roger Bernat
25
pequeño mundo es así. El profesor
es como una figura del otro, del
gran mundo. Sólo que él es demasiado pequeño para parecernos
grande a nosotros”.
Walser cuestiona las instituciones encargadas de perpetuar el sistema. La familia, la escuela, los centros de trabajo, las jerarquías. Sus
héroes no encajan. Experimentan
la modernidad a través del aburrimiento; Jakob se aburre en el instituto Benjamenta, agrietando así la
institución entera. Sin quererlo, se
convierte en referencia, aunque él
admira, más incluso, quiere, a
Kraus, el compañero imbuido del
espíritu del centro. Kraus no duda,
obedece. Ha dado a su existencia
el sentido adecuado. En el montaje
de Toni Casares, Kraus es interpretado por Albert Viñas, actor que,
ayudado de su físico rectilíneo,
compone brillantemente su severo
personaje.
Jakob von Gunten puede encontrar una correspondencia en Las
tribulaciones del estudiante Törless
(1906) de Robert Musil, narración
también de iniciación a la vida
adulta. Aunque para completar un
posible mosaico podríamos añadir
Sin novedad en el frente (1929) de
Erich Maria Remarque, novela de
crudas imágenes sobre la Gran
Guerra que, sin embargo, tiene en
el capítulo del permiso y la visita a
la escuela su mejor pasaje: una crítica acerada a un sistema de valores que empuja a la humanidad al
desastre y al hombre a la infelicidad. Valores que se imparten en la
escuela, en el instituto, en la academia, y que todos ellos tienen que
ver con dejar de ser individuo para
ser gregario –hoy podríamos leer,
para ser consumidor–.
En Musil, Remarque o Walser,
hablamos de experiencias en primera persona, convertidas en literatura. De ahí la dificultad de llevar a escena una novela como
Jakob von Gunten, donde el peso
de la narración no está en el intercambio con otros personajes, sino
en las reflexiones y sueños del propio Jakob. Casares ha resuelto el
problema dialogando los pensamientos de Jakob (Jaume Ulled)
con su compañero de habitación
Schacht (Guillem Motos) o representando sus aventuras oníricas
con la profesora Lisa (Alícia Pérez). Ulled ha dado con la luz de su
personaje, Motos es intérprete de
la ingenuidad y Alícia Pérez está intensa y delicada. El director del instituto, el señor Benjamenta (Quimet Pla) es un muerto en vida, un
hombre desengañado; su hermana
Lisa, al contrario, es una mujer
muy viva a quien espera una muerte temprana.
Jakob ha acudido al instituto
Benjamenta para matar una inquietud angustiosa que lo atraviesa. Pero esa misma inquietud le define. A
él, como a Walser. Casares se suma
a la nómina de los que han quitado
el polvo a uno de los escritores más
interesantes del siglo XX. |
|
AVUI
DIMECRES, 11 DE NOVEMBRE DEL 2009
&
42
Espinosa
i ‘El
fascinant
noi...’
CULTURA
ESPECTACLES
El dramaturg,
actor i director
estrena al Lliure
l’obra amb què
està més content
Bromera
editarà
Herta
Müller
L’editorial
d’Alzira publicarà
en català tota
l’obra de la premi
Nobel d’enguany
Els estudiants de l’Institut Benjamenta aprenent a netejar taules a l’espai que han dissenyat Eugenio Swarcer i Paula Bosch ■ DAVID RUANO
Toni Casares adapta la novel·la de Robert Walser ‘Jakob von Gunten’ a ‘Aquí s’aprèn
poca cosa’, un text visionari d’un autor essencial que arriba demà a la Sala Beckett
Enladireccióoposada
Andreu Gomila
BARCELONA
Toni Casares feia 20 anys
que tenia dins el cap la
novel·la de Robert Walser
Jakob von Gunten (Quaderns Crema) i ara, tot coincidint amb el 20è aniversari de la Sala Beckett, ha decidit portar-la a escena. La
data no és cap casualitat, ja
que l’espai que aleshores dirigia José Sanchis Sinisterra va estrenar-se amb una
dramatúrgia de Bartleby
l’escrivent, de Hermann
Melville, una novel·la cabdal
del segle XIX que seria coneguda per la famosa frase del
seu protagonista “preferiria
no fer-ho”. Jakob von Gunten, com Bartleby, és un noi
amb una actitud passiva davant la vida, i ell, de família
aristocràtica al Berlín de
primers del segle XX, decideix emprendre el camí
contrari al previst i es matricula en una escola, l’Institut Benjamenta, per a criats. L’obra s’estrena aquest
dijous a Barcelona després
d’haver passat el cap de setmana per Temporada Alta.
“Tant Bartleby com
Jakob –ens diu Casares–
són dos personatges que
renuncien als valors de la
cultura occidental. Bartleby renuncia a l’acció, es
nega a fer res. I Jakob re-
nuncia als privilegis de la
seva condició social. Treballant la novel·la i aprofundint-hi, m’he adonat que en
el fons Jakob acaba renunciant. És un noi molt jove i
té un punt d’immaduresa.
Entra a l’Institut Benjamenta perquè topa amb un
món que no entén, on
s’ofega, i vol aprendre a fer
de criat per intentar comprendre’l, aquest món, per
entrar-hi per un altre costat”. Jaume Ulled és aquí
Jakob von Gunten; el seu
mestre, el Sr. Benjamenta,
és Quimet Pla, i la seva germana, la Sra. Benjamenta,
és Alícia Pérez. Aquest triangle essencial s’amplia
amb els companys de
Jakob: Pep Ambrós, Guillem Motos, Omar Sanchis,
Pau Viñals i Albert Viñas.
Casares deixa clar que,
tot i el jove planter del repartiment, no es tracta
d’Els nois d’història,
l’obra d’Alan Bennett amb
què Josep Maria Pou va
obrir el Teatre Goya. “Als
actors els ha costat no
caure ni en el paper de
nens ni en el de bojos o
tontos. És una tipologia de
persones molt especial.
Són gent adulta a qui el
Benjamenta ajuda a tenir
un món interior prou ric
per poder-se aïllar. Això fa
que els alumnes siguin
més adults del que d’entrada ens pensàvem”.
El director ha tingut sempre ben clar que Aquí
s’aprèn poca cosa, tot i
estar ambientada en un
centre escolar, no és una
“Tant Bartleby
com Jakob són
dos personatges
que renuncien
als valors
occidentals”
peça que parli d’un institut.
Ni El florido pensil ni Els
nois d’història. “En el fons,
la novel·la és una metàfora.
És un drama moral més que
res més i, per tant, ens hem
de moure en aquest terreny
metafòric. De fet, l’Institut
Benjamenta és un refugi”.
Llegint la novel·la, publicada el 1908, sorprèn l’actualitat dels temes tractats per
aquest visionari que va ser el
suís Robert Walser, un precedent de Hermann Hesse,
“el primer hippie”, segons
Casares. S’avança als expressionistes i encara més
als existencialistes. La seva
diagnosi sobre el progrés,
Europa o el món de l’art són
| Cultura i espectacles | 43
AVUI
DIMECRES, 11 DE NOVEMBRE DEL 2009
Entrevista: Carlota Subirós Dirigeix ‘Alícia, un viatge
al país de les meravelles’, que s’estrena dijous al Lliure
Jaume Ulled (Jakob) i Alícia Pérez (Sra. Benjamenta)
ballant en una escena onírica ■ DAVID RUANO
Carlota Subirós, a més de ser una directora brillant, forma part de l’equip de direcció artística del Lliure ■ MARTA PÉREZ
“Alllargdelavidaes
creixmoltesvegades”
Teresa Bruna
BARCELONA
brutals. “El referent amb
l’actualitat es troba en la crítica als valors de la competitivitat, de l’èxit, del triomf,
com a valors positius. En
aquest món, qui no juga
amb aquests conceptes no
hi troba el seu lloc, es converteix en un marginat...
Jakob es fixa en els llocs baixos, en les coses petites, en
el que és inútil, és un argument que potser té ara més
validesa que quan Walser va
escriure la novel·la”, diu el
director.
L’Alemanya nazi
També, en certa manera, segons Casares, preveu el que
passarà a Alemanya dues
dècades més tard, amb l’adveniment del nazisme.
“Amb aquests nanos que
estan preparats per obeir,
per no desitjar..., Benjamenta prepara nois disposats a
obeir el que sigui. La gràcia
és veure com el Benjamenta, que està formant aquests
monstres, ho està fent com
a única resposta possible a
un món en decadència i se
salva gràcies a la trobada
amb Jakob. Si no s’haguessin trobat, Jakob, per la via
més rebel, hauria acabat
marginat. I Benjamenta, el
mateix, hauria acabat amb
una actitud autoritària. Hi
ha un personatge, Kraus,
que el veus clarament que
se’n va directe a les SS. Renunciar a l’acció també és
renunciar a voler canviar
aquest món. La novel·la té
un punt de lucidesa brutal”.
Casares ha hagut de reescriure parcialment l’obra
per fer-la entrar dins el teatre. Per això, per exemple,
elimina les trobades de
Jakob amb el seu germà artista, Johann, que ens serveixen per copsar la visió del
protagonista sobre el món
de l’art, que passa de la veneració al desencís. El director,
per no treure l’acció de l’Institut Benjamenta, fa que les
reunions siguin només referencials. Un aspecte, però,
que ha potenciat és el caràcter oníric del text, el seu nivell metafòric. “El que Benjamenta ensenya als seus
alumnes –indica el director– és a construir-se bombolles. La novel·la és plena
de metàfores i aquesta referència constant a les habitacions interiors ens porta a la
vida interior, al fet que cal
tenir-ne una de prou poderosa i rica per aïllar-te de l’absurd del món”. ■
Alícia al país de les meravelles ha estat
un dels contes més enigmàtics i fascinants que s’han escrit mai. La majoria
dels adults que el van llegir durant la
seva infància tenen aquells dibuixos
barrocs gravats al cap, poden visualitzar el túnel cap a l’infinit o guarden la
imatge d’un conill amb un rellotge. Els
que ja de grans l’han rellegit, han
pogut descobrir més d’un Lewis Carroll, amb segones i terceres lectures i
jocs matemàtics. Carlota Subirós, una
de les joves directores més interessants de casa nostra, el va llegir de
nena i la va colpir. I ha volgut portar el
seu record a escena sense la relectura.
Només amb la força de l’Alícia i l’experiència del seu propi creixement.
Expliques l’Alícia de quan eres nena?
En parteixo. Em vaig dir: “Vull fer
l’Alícia sense haver-la rellegit”. Era tal
la força de les imatges que se m’havien quedat dins des de petita que em
van semblar un bon punt de partida
per explicar la passió, com quan expliques una tragèdia grega, que és
una passió molt simbòlica, molt pura.
Després, evidentment, la vaig rellegir.
Dius que és un viatge de creixement...
L’Alícia proposa una manera de
mirar el món: endinsar-te en el desconegut amb por però amb curiositat.
Per a mi és el creixement i l’he volgut
agafar com un viatge que comença al
final de la infància, als 7 anys, amb
tot el que té de bo i de dolent créixer.
Però l’actriu és gran!
La meva lectura és que aquest procés
es viu moltes vegades al llarg de la
vida. És un viatge de transformació,
d’anar passant per situacions insòlites on tot se li qüestiona, la idea del
l’home, de la dona, del temps, de si ets
gran, de si ets petita, o ets un animal
o una persona, de si l’espai és gran o si
t’asfixia... Aquest creixement t’ho va
posant tot en dubte fins que descobreixes que, com mes gran et fas,
menys entens el món.
És una història per a una generació?
No, ja té un segle i mig! Va néixer d’un
professor molt rígid que tenia un
món personal molt lliure i desenfrenat que va plasmar en la seva relació
amb les nenes. En les 98.000 cartes
documentades que va escriure hi va
deixar jocs, artefactes, invents...
L’obra s’ha convertit en un pou de referents per a la nostra cultura.
D’imaginació, en tenia...
Era una persona molt imaginativa,
aquesta era la seva cara oculta. És
com un espectacle de mitologia contemporània en el sentit que totes les
vivències es converteixen en símbols
d’experiència de creixement.
No deu ser fàcil portar-ho al teatre!
No! Em vaig adonar que treballar
sobre l’Alícia era caure en un pou que
no parava d’obrir portes i més portes:
com ens relacionem amb els nens,
com els volem domesticar... És la primera vegada que faig un text tan abstracte, que no parava d’obrir possibilitats. Però jo volia portar la història
de l’Alícia al teatre. De gran reconeixes altres imatges perquè vas desenvolupant un altre procés. Com reproduir aquestes imatges ha estat el
gran repte perquè tenen molta força.
La idea de caure pel pou és tan forta,
tan pura, que qualsevol traducció escènica et sembla poca cosa.
Podrien veure l’obra els petits?
Igual que el llibre, pot tenir diverses
lectures. Hi ha l’aparició puntual de
tres nenes i una d’elles va venir a
veure un assaig i va quedar encantada. Per a mi va ser un regal. De vegades reduïm massa les idees per als petits, cal recordar que va néixer com
un conte explicat a una nena. Però no
la vaig pensar per al públic infantil.
Com heu treballat els animals?
Hem volgut trobar l’essència de cada
animal sense il·lustrar l’exterior.
L’obra ha estat molt versionada i és
un gran repte lluitar contra aquests
referents que el públic té gravats, les
imatges barroques. Em vaig plantejar
que havíem d’anar a un altre lloc, treballar el joc de l’actor, que jugui a ser
gat, conill, veure com es pot fer. Trobar un animal dins d’una persona i
trobar una nena dins d’una noia ha
estat un treball actoral meravellós.
Com tractes la figura de Carroll?
No la tracto. Per això ho fem conjuntament amb Ludovicus Carolus, una
lectura que l’Alícia Gorina ha dirigit i
n’ha fet una dramatúrgia, centrantse en Lewis Carroll.
Però si diu que el fa en Lluís Soler...
Hi surt, però sense entrar en la complexitat del seu retrat. Únicament
vaig voler deixar-lo inclòs dins del seu
mateix somni, com a somiador, com a
creador. Hi ha moments que veig que
tots els personatges són lectures del
mateix Carroll, que ell s’ho munta per
relacionar-se amb la nena. És un personatge fascinant, tan complex i tan
ric, que no podia entrar en tota la
seva riquesa i totes les seves contradiccions en aquesta obra. Això ja mereixeria un altre espectacle. ■
38
C ULT UR A - ESPECTAC LES
EL PUNT | Divendres, 6 de novembre del 2009
Casares recomana
ser crític amb
l’entorn a «Aquí
s’aprèn poca cosa»
S’estrena a La Planeta aquest diumenge
J. BORDES / Barcelona
●
Toni Casares, director de la Sala Beckett, estrena la
producció Aquí s’aprèn poca cosa, com a colofó del vintè
aniversari del teatre creat per Sanchis Sinisterra. La peça,
que vol ser un homenatge al fundador del Teatro Fronterizo, convida a tenir una veu crítica amb una societat que
es mou per l’èxit social i la competitivitat.
La Sala Beckett va estrenar-se l’octubre
del
1989 amb
Bartleby,
l’escrivent, de Melville.
Sanchis Sinisterra va explicar a Casares, ara fa vint
anys, que aquest personatge renunciava a l’acció, a
la prosperitat social, igual
que altres personatges literaris com el que Robert
Walser va escriure a Jakob
von Gunten, el 1909. Va
ser l’ham perquè l’avui director de la Beckett conegués l’escriptor, i concretament aquesta peça, de la
qual, posteriorment, en faria una primera adaptació
a l’Aula de Teatre de la
UAB amb el títol Aquí
s’aprèn poca cosa. La peça s’estrena aquest diumenge (19 h) a La Planeta i
està previst que faci temporada del 12 de novembre fins al 13 de desembre
a la Beckett.
Casares ha reprès aquella dramatúrgia amb una
revisió notable i convertint
el monòleg interior del jove de bona família, que decideix entrar en una escola
de criats per intentar
aprendre a no rebatre els
valors que li expressava la
seva família, amb una peça
colorista. En comptes d’un
monòleg, s’opta per mostrar al públic els diferents
personatges d’aquesta escola particular, «una mena
d’ONG que recollia nois
desemparats», segons raona l’actor Quimet Pla, que
interpreta el paper del director del centre. Aquest
home, ferit per les maldats
del món cruel extern, es refugia en una escola i es limita a ensenyar unes regles que facin fort els nois
per poder combatre l’hostilitat del carrer.
Trasbals a l’institut
L’arribada de Jakob von
Gunten (Jaume Ulled)
Un instant de l’espectacle, durant un assaig. / DAVID RUANO
trasbalsarà el director de
l’institut i la seva germana
malalta de desamor, ja que
li trobaran uns valors que,
en comptes de sotmetre’ls
a la norma del moment, el
convidaran a ser el seu timó vital. Fins al punt que,
morta la germana (Alícia
Pérez), aquesta deixarà
com a testament la invitació al jove que viatgi lluny
i s’endugui el mestre. Travessen la porta i superen
les finestres entelades que
permetien el pas de la
llum, però amagaven el
perfil de la capital. Casares
admet que el desassossec
que transmet aquesta peça,
la mateixa que té Jakob per
les seves contradiccions
socials, és el motor de la sa-
la barcelonina, que dimarts
passat va rebre la confirmació que l’Ajuntament li cedirà un espai al Poblenou,
que li garantirà un creixement en el seu projecte de
ser la Casa de l’autor. Per
Salvador Sunyer, director
de Temporada Alta, aquesta és la notícia teatral de
l’any. Sunyer aspira que el
Festival de Tardor de Catalunya sempre aculli una
producció d’un teatre amb
una personalitat clara, presentant autors catalans i
també estrangers. Casares
ha reposat la peça com un
homenatge: ell accepta el
repte de Sanchis, agafa la
maleta i continua fent les
seves passes, com el final
oníric de la novel·la.
El combat «Nixon-Frost» dirigit per
Rigola se celebra avui i demà al Municipal
DANI CHICANO / Girona
● L’alesho-
119806-979091B
res expresident dels Estats Units,
Richard Nixon, manté
el 1977 un seguit d’entrevistes, tres anys després de
veure’s forçat a dimitir i
abandonar la Casa Blanca
pel cas Watergate, amb un
popular presentador britànic de televisió, David
Frost, a canvi de 600.000
dòlars. Peter Morgan, guionista de televisió i cinema (The Queen i la mateixa Frost/Nixon), va recrear en un text l’entrevista i el director del Teatre
Lliure, Àlex Rigola, en va
dirigir l’adaptació catalana, que es va estrenar el
mes passat al Lliure.
Frost i Nixon, en ple combat dialèctic. / ROS RIBAS
A Nixon-Frost (Rigola
va canviar l’ordre de l’original), Lluís Marco és
l’expresident nord-americà, mentre que Joan Carreras fa el paper del presentador, que aconseguirà un
reconeixement tàcit de Nixon de la seva implicació
en el cas Watergate, després del qual encara va ser
reelegit, el 1972, però que
finalment el va obligar a
abandonar la presidència
el 1974, acusat d’obstruir
la justícia i utilitzar la CIA
i l’FBI amb finalitats polítiques. Tant Frost com Nixon passen hores baixes.
L’expresident se sotmet a
l’entrevista subestimant
Frost, comptant que el pe-
riodista no és especialitzat
en política i, per tant, serà
inofensiu, però aquest acaba aconseguint que Nixon
demani perdó als nordamericans per l’escàndol.
A més de Carreras i Marco, en el repartiment hi ha
Chantal Aimée, Andreu
Benito, Oriol Guinart, Kai
Puig, Òscar Rabadan i
Santi Ricart.
Àlex Rigola va fer dues
versions d’aquesta obra:
una de completa, realista,
que inclou recursos cinematogràfics, i una altra
que és una mena d’unplugged escènic, que respon
als cànons teatrals convencionals. A Girona es veurà
la primera versió, però totes dues van tenir un èxit
notable, tant de públic
com de crítica.
GUIA DEL OCIO DE BARCELONA
06/11/09
BARCELONA
Prensa: Semanal (Jueves)
Tirada:
Sin datos OJD
Difusión: Sin datos OJD
Página: 61
Sección: CULTURA
Valor: 694,00 €
Área (cm2): 80,2
Ocupación: 30,84 %
Documento: 1/1
Cód: 32944025
Descargar