Billie Holiday, una gigante del Jazz (y V). La Odisea de la Música Afroamericana (047) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. Con la entrega número 47 de La Odisea de la Música Afroamericana, finaliza el recorrido que Luis Escalante ha realizado a lo largo de los cuatro programas anteriores por la figura de la cantante Billie Holiday. El relato, que sigue la autobiografía Lady Sings the Blues, se centra en los últimos capítulos. Aparecen nuevamente algunos de los amigos y conocidos de la cantante, sus experiencias matrimoniales, y también los problemas personales que le llevaron a tener un final de existencia poco acorde con la enorme grandeza de su música y legado. En el paso a nuevas figuras, Luis Escalante se centra en Glenn Miller, un músico que también tuvo un final inesperado y no explicado. Lou Rawls junto a Dianne Reeves, y Steve Tyrell suenan también en el programa. Portrait of Billie Holiday, Carnegie Hall, New York, N.Y., between 1946 and 1948. Photography William P. Gottlieb En el capítulo 47 suenan: “At Last” Lou Rawls & Dianne Reeves “Just Friends” Sarah Vaughan Mother´s Son In Law” Billie Holiday “Don´t Explain” Billie Holiday “Don´t Explain” Blood, Sweat & Tears “One Never Knows” Billie Holiday “Body And Soul” Billie Holiday “Lover Man” Billie Holiday “The Lady Sings The Blues” Billie Holiday “In The Mood” Glenn Miller “St. Louis Blues” The Dorsey Brothers “Ain´t Misbehavin’” Steve Tyrell Billie Holiday, una gigante del Jazz (IV). La Odisea de la Música Afroamericana (046) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. En la entrega número 46 de La Odisea de la Música Afroamericana, la protagonista central sigue siendo Billie Holiday. Siguiendo el relato de su biografía Lady Sings The Blues, Luis Escalante intercala algunos de los temas que aparecen referenciados en el libro. “God Bless the Child” y “Strance Fruit” son dos temas esenciales en la carrera de Lady Day, y por ese motivo en el programa se relata con detalle su origen. También se mencionan distintas anécdotas en las que la nómina de personajes famosos es insuperable, puesto que allí aparecen Clark Gable, Orson Welles, Bob Hope, Judy Garland, Lana Turner, o Bette Davis ente muchos otros. También aparecen algunos de los músicos amigos de la cantante como Mel Torme, quien también suena en el programa. John Pizzarelli y “Clarence Gatemouth” Brown suenan en el inicio y en el final del programa. Billie Holiday, Carnegie Hall, New York, N.Y., between 1946 and 1948. Fotografía por William P. Gottlieb En el capítulo 45 suenan: “S´Wonderful” John Pizzarelli “Strange Fruit” Billie Holiday “God Bless the Child” Billie Holiday “God Bless the Child” Blood, Sweat & Tears “The Moon Looks Down and Laughs” Billie Holiday “Do Nothing Till You Hear From Me” Billie Holiday “I Can´t Give You Anything But Love” Billie Holiday “Cheek To Cheek” Billie Holiday “I Can´t Get Started” Billie Holiday “Walk Between the Raindrops” Mel Torme “Take the A Train” Clarence “Gatemouth” Brown Billie Holiday, una gigante del Jazz (III). La Odisea de la Música Afroamericana (045) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. El capítulo número 45 de La Odisea de la Música Afroamericana es a su vez la tercera entrega dedicada a Billie Holiday. Las palabras de Lady Day publicadas en su autobiografía Lady Sings The Blues, las canciones que dan título y que aparecen en los distintos capítulos, y los temas que Luis Escalante imagina que le acompañaron van sonando en el programa. Los capítulos que van del cuarto al octavo tratan acerca de las grabaciones y actuaciones de Billie Holiday junto a Lester Young (algo obvio), Coleman Hawkins, Teddy Wilson, Count Basie, Buck Clayton, Freddie Green y Benny Goodman entre otros. Hay también referencias al fallecimiento de su padre, y a los problemas raciales que sufrió como única integrante de color de la orquesta de Artie Shaw. Abre el programa la cantante Vanesa Rubin, mientras que James Moody es quien suena en su cierre. Billie Holiday y su perro Mister. Camerinos de (probalemente) Downbeat, Nueva York, 1946. Fotografía por William P. Gottlieb En el capítulo 45 suenan: “Comes Love” Vanessa Rubin “Fooling Myself” Billie Holiday “Getting Some Fun Out Of My Life” Billie Holiday “I Can´t Get Started” Billie Holiday “Things Are Looking Up” Billie Holiday “Night And Day” Billie Holiday “Them There Eyes” Billie Holiday “Good Morning Heartache” Billie Holiday “Traveling Light” Billie Holiday “Ain´t Misbehaving” Billie Holiday “All Or Nothing At All” Billie Holiday “Come And Fly With Me” James Moody Billie Holiday, una gigante del Jazz (II). La Odisea de la Música Afroamericana (044) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. La entrega número 44 de La Odisea de la Música Afroamericana continúa centrada en Billie Holiday, que tiene en la propia Lady Day a su narradora mediante las palabras de su autobiografía Lady Sings The Blues (Tusquets). Sus difíciles niñez y adolescencia, así como sus primeros pasos en el mundo de la música centran el programa de Luis Escalante. Abren y cierran el programa Robert Palmer y Melvin Rhyne Trio. Billie Holiday en Downbeat club (New York City, ca. Feb. 1947). Fotografía por William P. Gottlieb En el capítulo 44 suenan: “Love Me Or Leave Me” Robert Palmer “Ghost Of Yesterday” Billie Holiday “Do Nothing Till You Hear From Me” Billie Holiday “Just One Of Those Things” Billie Holiday “Painting The Town Red” Billie Holiday “Travelling All Alone” Billie Holiday “Your Mother´s Son In Love” Billie Holiday “The Man I Love” Billie Holiday “If My Heart Could Only Talk” Billie Holiday “I Cried For You” Billie Holiday “Blue And Boogie” Melvin Rhyne Trio Billie Holiday, una gigante del Jazz (I). La Odisea de la Música Afroamericana (043) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. La entrega número 43 de La Odisea de la Música Afroamericana comienza con Buddy Tate, integrante de las orquestas de Count Basie, aunque en esta ocasión suena en dos ocasiones con la Celebrity Club Orchestra. Con este músico finaliza la serie de programas centrados en Mr. Atomic Basie y comienza la saga de programas dedicados a Billie Holiday, “la mejor cantante de todos los tiempos” según comenta en el programa Luis Escalante (y que quien escribe la presentación de los programas –Pachi Tapiz– no desmentirá), una artista que fue “mucho más que una cantante de Swing, Blues o baladas” (entrecomillo de nuevo lo que afirma el presentador, algo en lo que quien escribe estas líneas vuelve estar de acuerdo al cien por cien). El inicio del recorrido por su biografía en este caso viene de las palabras de la propia Billie Holiday, tomadas de su autobiografía Lady Sings The Blues (Tusquets). En esta ocasión no hay espacio para que un artista distinto a la protagonista cierre el programa (maravillosa Lady Day cantando “A Foggy Day”), pero sí para que lo abra el cantante Kevin Mahogany. © Pachi Tapiz, 2016 Retrato de Billie Holiday, Downbeat, New York, N.Y., ca. Feb. 1947. Fotografía por William P. Gottlieb. En el capítulo 43 suenan: “I Believe She Was Talking About Me” Kevin Mahogany “Moten Swing” Buddy Tate “Candy” Buddy Tate “I´m Satisfied” Helen Humes & Buddy Tate “Some Other Spring” Billie Holiday “A Fine Romance” Billie Holiday “Good Morning Heartache” Billie Holiday “West End Blues” Louis Armstrong “Billie´s Blues” Billie Holiday “A Foggy Day” Billie Holiday Los textos de LODLMA: Billie Holiday: Lady Sings The Blues. Memorias (Tusquets Editores, 1956) De todos es conocido que la vida personal de la gran Billie Holiday fue, cuando menos, azarosa. Su durísima infancia vino complementada por un éxito salpicado de cárcel y drogas, convirtiéndose en una de las leyendas negras del jazz. Como es habitual tan peculiar bagaje ha devenido en no pocos tópicos. Aún sigue habiendo firmes convencidos de que la marginalidad que sufrieron no pocos músicos negros durante el pasado siglo fue una inagotable fuente de creatividad. Es en esos momentos donde merece la pena hacer referencia a las autobiografías, libros donde los propios músicos expresan la realidad que vivieron desde su propio punto de vista, desmontando preconcepciones y leyendas urbanas. En este Lady Sings the Blues la Holiday retrata con crudeza los episodios más lamentables de su vida de forma paralela a su desarrollo como cantante. Consigue, de este modo, cumplir un doble objetivo: relata la cronología de su vida y plasma la América de la primera mitad del siglo XX. En cuanto al contenido hay que destacar el candor e inocencia de una Billie Holiday (originalmente Eleonora) que intenta durante todo el libro dar una imagen de mujer de fuerte personalidad, dueña de su destino y coherente en todas sus decisiones. Cuanto más trata de forjar ese icono más descubiertas quedan sus debilidades, y eso hace de ésta una obra, además de interesante, entrañable. Además encumbra aún más la enorme figura histórica de, para muchos, la mejor cantante de jazz de la historia. Otro elemento a destacar es la excelente traducción de Iris Menéndez, siempre de agradecer cuando el texto original se encuentra plagado de argot, como suele ocurrir en las autobiografías de músicos afro-americanos. © 2005 Arturo Mora Rioja Lady Sings The BLues. Memorias Autor: Billie Holiday & William F. Dufty (1956) Editorial: Tusquets Editores Publicado originalmente en http://www.tomajazz.com/web/?p=1405 Varios autores: Christmas With Ella & Friends (Decca, rec. 2015; 2CD) Mercadotecnia (mercadeo, marketing) de ayer, de hoy y de siempre en tiempo navideño. Qué mejor para esta época tan entrañable que es la navidad que nos tienten a los aficionados con unos villancicos -¡cómo no!- en clave de jazz. Y qué mejor que dejarse caer en los brazos de la tentación en el caso de que esos temas todavía no estén por la discoteca personal. Salvo la presencia de Diana Krall el resto son temas grabados hace más de cinco décadas. La Fitzgerald aparece en más de diez temas, pero no es la única o el único grande del jazz que aparece por allí: Billie Holiday, Dinah Washington, Nat King Cole, Mel Torme, Peggy Lee, Bing Crosby, Louis Armstrong… Y los temas, composiciones bien conocidas: “White Christmas”, “Jingle Bells”, “Santa Claus Is Coming To Town”, “Winter Wonderland”, “Let It Snow! Let It Snow! Let It Snow!”, “Silent Night”, “The Little Drummer Boy”. Argumentos para dejarse autoconvencer. ¡Cómo no caer con ellos en la tentación!… una vez más. © Pachi Tapiz, 2015 Varios autores: Christmas With Ella & Friends (Decca, rec. 2015; 2CD) Sidemen del estilo New Orleans: Buster Bailey, Johnny St. Cyr, Jimmy Harrison, Kid Ory, Lonnie Johnson. La Odisea de la Música Afroamericana (025) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. La entrega número 25 de La Odisea de la Música Afroamericana se centra en algunos de los sideman más destacados del estilo New Orleans: Buster Bailey, Kid Ory, Johnny St. Cyr, Jimmy Harrison y Lonnie Johnson. Son nombre anónimos que suenan en las grabaciones de las grandes figuras, aunque sin su participación las obras de músicos como Fletcher Henderson, Billie Holiday, Mildred Bailey, Maxine Sullivan, Louis Armstrong, Fletcher Henderson, Duke Ellington o Alberta Hunter no hubieran sido lo que son. Además suena la música de Sarah Vaughan con Take 6, Harry Connick Jr. y René Thomas. Lonnie Johnson playing in Chicago, 1941. Foto por Russell Lee En el capítulo 25 suena: “Setembro” Sarah Vaughan & Take 6 “Corn Fed” Fletcher Henderson “I´ll Get By” Billie Holiday “Tain´t What You Do” Mildred Bailey “Wraggle Tiggle Gypsies” Maxine Sullivan “Willie The Weeper” Louis Armstrong “Ory´S Creole Trombone” Louis Armstrong “Muskrat Ramble” Harry Connick Jr. “Fidgety Feet” Fletcher Henderson “Hot And Bothered” Lonnie Johnson “Fine And Mellow” Alberta Hunter “Spontaneous Effort” René Thomas Louis Armstrong IV. Jazz X. La Odisea de la Música Afroamericana (021) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. Cuarto programa de La Odisea de la Música Afroamericana (LODLMA) dedicado a Louis Armstrong. Luis Escalante repasa la carrera del trompetista desde el final de la década de los años 30, hasta finales de la década de los 50 del pasado siglo XX. En esos momentos el trompetista ya era una primera figura del jazz. En esos años tienen lugar las primeras giras por Japón, se publica su segunda biografía, se traslada a vivir a Nueva York y se casa por cuarta vez. En el programa suenan grabaciones lideradas por Louis Armstrong, así como colaboraciones con Billie Holiday, The Mills Brothers o Duke Ellington. Abren y cierran el programa Diane Schuur y Quincy Jones. En el capítulo 21 suena: “That Ole Devil Called Love” Diane Schuur “Baby Won´t You Please Go Home” Louis Armstrong “Jeepers Creepers” Louis Armstrong “The Flat Foot Floogie” Louis Armstrong & The Mills Brothers “The Song Is Ended” Louis Armstrong & The Mills Brothers “Mahogany Hall Stomp” Louis Armstrong “Long Long Journey” Louis Armstrong & Duke Ellington “A Kiss to Build A Dream On” Louis Armstrong “You Can´t Lose a Broken Heart” Louis Armstrong & Billie Holiday “C´est si bon” Louis Armstrong “Mack the Knife” Louis Armstrong “Take Five” Quincy Jones Bessie, Billie y Ella. Por Mariche Huertas de la Cámara “¿Va usted a la escuela?” preguntó, entre bastidores Bessie a Juanita Green. ”’Usted está mejor allí, dado que no puede cantar.” A su padre no le conoció y a su madre casi tampoco, murió cuando ella era una niña. Le hubiera gustado estudiar, pero tenía que sobrevivir, cantaba en la calle. La niña ya despuntaba orgullo; un dia alguien le lanzó una moneda a la cara y Bessie dijo: “no hace falta, dáselo a la iglesia”; tenia solo 10 años. Su destino cambió cuando uno de sus hermanos, que trabajaba como músico, convenció al manager de la banda para que escuchara a Bessie. A partir de ese día, no dejaría de cantar y de bailar. Cada día una ciudad diferente y unas condiciones difíciles de soportar, a veces buscaba consuelo en el alcohol. Su fama iba en aumento, su afición a la ginebra, también. Fue una de las artistas de la T.O.B.A. (1) pero le iba tan bien, que decidió montar su propia compañía y para evitar enfrentarse con el segregacionismo, se compró su propio vagón de tren y se pasó media vida viajando y dando a conocer el blues por casi toda América. En sus rutas: mucho sexo, a veces lésbico se lo enseñó Ma Rainey, su mentora, mucho alcohol y más de un exceso temperamental con sus maridos; de los puñetazos, no solo sangraba ella, también y casi más, él. Todo un carácter. Posiblemente fue una de las primeras mujeres negras emancipadas, se convirtió en una verdadera experta en marketing. La emperatriz del blues como se la conoció, tenía un increíble desparpajo sobre el escenario, la insolencia, era en ella, una forma de sensualidad. No le costaba expresar la lírica de sus temas, porque las historias que interpretaba las había vivido de verdad. Nadie como Bessie podía cantar mejor el blues. “St. Louis Blues”, grabado con Louis Armstrong, se convirtió en un tema imprescindible del blues clásico; un poco más tarde protagonizaría el cortometraje con el mismo nombre. Pero el alcohol seguía haciendo estragos, perdió su esbelta figura, el swing ya no estaba de moda y la crisis del 29 se dejaba notar. Bessie entró en cierta decadencia, pero aún tenía conciertos contratados a los que se desplazaba en coche, le gustaba sacar el brazo por la ventanilla cuando hacía calor. Una noche, el coche en el que iba, chocó con un camión, su brazo se desprendió, la pérdida de sangre fue brutal e iba en aumento… Unos dicen que por ser negra no aceptaron ingresarla en el hospital de blancos más próximo, y se hubiera podido salvar; otros, que era improbable que a una negra la llevaran a un hospital de blancos, las leyes Jim Crow seguían vigentes. El conductor de la ambulancia, que era “negro”, la llevó al “hospital de negros” más próximo al accidente. Pero… ¿estaba el hospital de ”blancos” más cerca? Las leyes de Jim Crow fueron un conjunto de leyes promulgadas en los Estados Unidos, entre 1876 y 1965, que normativizaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas por mandato de iure bajo el lema “separados pero iguales”. Se aplicaban a los de raza negra y a otros grupos étnicos no blancos en los Estados Unidos. Fueron, en muchos aspectos, una inspiración para las Leyes de Nuremberg de la legislación alemana contra los judíos, que se adoptaron en el Congreso del partido nazi 1935. “La emperatriz del blues” murió desangrada y aunque asistieron a su sepelio miles de seguidores, fue enterrada sin nombre el 4 de octubre de 1937. Décadas más tarde, en 1970, alguien le dijo a Janis Joplin que su ídolo estaba bajo en una tumba sin inscripción. Sin pensarlo, pagó de su bolsillo el coste de la lápida. Juanita Green, la niña a la que Bessie aconsejó que no dejara la escuela, también contribuyó: “La más grande cantante de blues nunca dejará de cantar” Bessie Smith 1895-1937. “Mama y papa eran un par de críos cuando se casaron. Él tenia dieciocho años, ella dieciséis y yo tres.” El padre de Eleanora, Clarence Holliday, era músico y apenas veía a su hija. Su madre, Sadie Fagan, casi que tampoco, la dejaba al cuidado de su hermanastra. Eleanora se pasó una infancia haciendo novillos y su comportamiento asocial le trajo más de un problema. Su presencia en el tribunal de menores era tan frecuente, que con 10 años fue mandada a un reformatorio católico; aguantó 9 meses. Sadie abrió un restaurante y la necesitaba. Con solo 11 años, Eleonora nunca más volvería a la escuela. Cuando no estaba en el restaurante se quedaba en casa sola. La nochebuena de 1926, Sadie, agotada de vuelta de un duro día, notó algo raro en el humilde apartamento que tenia alquilado, su hijita había sido violada por un vecino. El agresor fue arrestado y la niña fue puesta bajo custodia como testigo. Dos meses más tarde fue liberada. Una vez más, tenía que ganarse la vida, encontró trabajo haciendo recados para las prostitutas del barrio. Y en ese ir y venir escuchaba a Louis Armstrong y a Bessie Smith en los discos de gramola que sonaban en los burdeles. Su madre la abandona para irse a Harlem a trabajar con una “madame”, pero Eleonora no quiere estar sin ella y la opción que le queda es seguir sus pasos, se va a Harlem y con solo 14 años se inicia en “el trabajo más antiguo del mundo”. Unos meses después, tras una redada, conoce por primera vez la cárcel, donde permanece medio año. Tras ser liberada, adopta el nombre de Billie de una actriz a la que admiraba: Billie Dove. Vagando por las calles de Harlem entró en un local donde se necesitaban bailarinas, el propietario le dijo que no le hiciera perder el tiempo pero el pianista, compasivo, le preguntó si sabia cantar. Inmediatamente fue contratada. Sus compañeras del club le empiezan a llamar Lady por su comportamiento altivo. Al principio llevaba una eterna gardenia, se la ponía para tapar un mechón que había perdido al ponerse rulos calientes. El interés que despierta va en aumento, hasta convertirse en rival de muchas cantantes del momento como Mildred Bailey que estaba tan celosa de Billie, que contrató a Sadie, su madre, para que le lavase la ropa y limpiara. El 27 de noviembre de 1933 fue una fecha decisiva. Tres días después de que Bessie Smith grabara su última sesión para Columbia, fue la primera vez que Billie pisaba un estudio de grabación y la primera que Benny Godman incluía en su formación a músicos negros. Una cantante negra con una orquesta de blancos… las tensiones raciales surgían con frecuencia, a veces el propio público se quejaba e interrumpía su actuación. A menudo era obligada a entrar por la puerta de servicio mientras que el resto de sus compañeros accedían por la entrada principal. Era el colmo. Decide incluir en su repertorio “Strange Fruit”, la letra describe el linchamiento de un negro. Y al contrario de lo que se pensaba, fue todo un éxito. Sadie, de nuevo aparece en su vida. Ha montado un restaurante y de nuevo la necesita, Billie financia con lo que puede, el negocio pero descubre con decepción, que cuando es ella la que necesita dinero, su madre se lo niega. De su rabia compone “God Bless the child”. Como a Bessie, a Billie la llaman para trabajar en una película, esperaba un buen papel, estaba realmente ilusionada. Escribió un buen número de canciones. Los productores, acosados por el Macartismo que quería evitar la impresión de que el pueblo negro había inventado el jazz, redujeron su papel al de una mera sirvienta, aunque eso sí, utilizaron sus canciones. Consiguió matizaciones musicales inigualables y registró excelentes grabaciones rindiendo tributo en muchas ocasiones a su admirada Bessie Smith y como ella, también grabó un soberbio “St. Louis Blues”. Pero Billie fumaba cada vez más marihuana y cambiaba de maridos, uno de los cuales la inició en la heroína. Un día fue arrestada en su apartamento por tenencia de drogas. Durante el juicio descubrió que su abogado no tenia ningún interés en defenderla. Deprimida, cayó enferma, se declaró culpable y la ingresaron el hospital de la prisión de Virginia. Cuando salió de la cárcel se organizó un concierto que agotó las entradas. Sin embargo Billie no era del todo libre, estaba vetada de poder cantar en clubs serios de la ciudad, le habían retirado la Cabaret Card (2). Su voz se hacía más frágil. Elegía canciones, algunas compuestas por ella, que exaltaban una profunda negritud en contra de la cultura blanca, tal vez en venganza por el racismo que sufría. Cuando le preguntaban cómo estaba, contestaba:”ya ves, sigo siendo negra”… Se hizo musa de los intelectuales y de la izquierda culta, atraía a un público que a veces permanecía expectante a ver si Billie se caería rendida sobre el escenario. Arrastraba un lúgubre pasado, estaba obsesionada por lo que le había pasado de niña. Ya no tenía a Lester Young a su lado y, aunque desintoxicada de la heroína, ahora le tocaba al alcohol. Un día, de nuevo la arrestaron en su apartamento por posesión de narcóticos pero la encontraron muy enferma, (tal vez de los excesos etílicos para olvidar a Lester), su hígado no aguantaba más. Fue trasladada por la policía a urgencias, pero a la vista de que no la atendían (¿por ser negra, quizá?), fue llevada al Metropolitan Hospital de Harlem. Entró en coma, vigilada permanentemente por dos policías. Lady Day murió arrestada. Al mes de nacer, sus padres se separaron. Su madre se trasladó a Nueva York y se echó un novio metodista, que se pasaba el día estudiando la biblia. Cuando no asistía a la iglesia Ella no paraba de bailar, era lo que más le gustaba hasta que su madre murió. Tenía solo 15 años. Su padrastro, el que se pasaba el día estudiando la biblia, abusó de ella. Huyó a casa de su tía pero las autoridades decidieron que era mejor que se ingresara en un orfanato. Se escapó y se convirtió en una niña “sin techo”. El baile seguía siendo su pasión. Decide presentarse a un concurso en el teatro Apolo, pero justo antes de iniciar su tan ensayada coreografía, cambia de opinión, y cogiendo el micrófono, comienza a cantar uno de esos temas que tanto había escuchado de su admirada Billie Holiday y aunque lo hace con sencillez, con una voz casi infantil, el teatro queda mudo y ella gana el premio. Lo que la historia no cuenta es que, aunque ganó el concurso, costó mucho esfuerzo convencer a Chick Webb para que la incluyera en su orquesta. Sus ropas raídas, su aspecto de homeless y su trabajo haciendo recados para los burdeles no le ayudaban mucho… hasta que alguien se encarga de darle un aspecto más decente y finalmente “la cenicienta” se suma a los músicos de la orquesta de Chick Webb, que se convirtió en casi su padre adoptivo. En esa época, a las cantantes que acompañaban a las big bands se les llamaba “canarios”, normalmente ganaban menos sueldo que sus compañeros, apenas les llegaba para renovar el vestuario que les era exigido. Los promotores sabían que una figura femenina y un traje bonito aumentaba el atractivo de las bandas y era parte fundamental del espectáculo. Ella Fitgerald, aunque era gordita y poco sensual, empezó siendo canario pero acabó volando a grandes alturas hasta convertirse en “ la reina del swing”. Era una mujer tímida, pero la música parecía encender su interior y le permitía convertirse en una personalidad viva que interpretaba con brillantez los temas de Cole Porter. Tras la repentina muerte de Chick Webb decidió hacerse cargo ella misma de la orquesta. Se había convertido en una mujer emancipada. Al igual que Bessie y que Billie interpretó algunos papeles en el cine pero al igual que ellas, por ser negra no podía cantar en ciertos clubs. Y al igual que Bessie y que Billie, los maridos que tuvo no la ayudaron mucho. Sin embargo, consiguió cierto equilibrio en su vida, la admiración de luminarias como Dizzy Gillespie, Boris Vian, Duke Ellington o Marilyn Monroe y hasta trece Grammys. Pero su salud se hacía frágil. En 1993 le diagnosticaron una fuerte diabetes, se quedó ciega y sus dos piernas fueron amputadas.Vivió sus últimos días en su hogar de Beverly Hills con su hijo y con su nieta Alice. Días antes de morir expresó: “solo quiero sentir el aire fresco, oír el canto de los pájaros y la risa de Alice”. La niña de las ropas roídas, la cenicienta convertida en reina del swing, murió el 14 de junio de 1996. Tres vidas, casi paralelas, tres destinos próximos con muchas coincidencias. Tres niñas sin muñecas, sin padre, sin escuela. Infancias perdidas, virginidades violadas, mancilladas. Empezaron a trabajar muy pronto y en ambientes poco ortodoxos, los burdeles, las meretrices, les eran familiares. Trabajaban durante la noche en ambientes sazonados por el alcohol, las drogas. Sufrieron la condición de mujer en un ambiente dominado por los hombres. La ausencia de una figura paterna tal vez les hizo equivocarse en la elección de sus compañeros, que pocas veces les aportaban un beneficio financiero o emocional. Aguantaron la crítica y el reproche de una sociedad americana puritana, hipócrita, manipulada por el Macartismo que condenaba el comunismo pero aceptaba el KuKluxklan y las asociaciones de “guardadores de la moral”. Se hicieron fuertes y hasta empresarias en un momento histórico, en que encontrar a una mujer negra emancipada era difícil. Probablemente fueron sin querer de las primeras feministas de Estados Unidos: Bessie se compró un vagón y Ella se hizo con la dirección de toda una orquesta. El alcohol y las drogas aumentaron sus problemas y aunque Ella si consiguió cierto equilibrio personal, la desgracia volvería a su vida cuando se quedó ciega y sin piernas. Las otras dos terminaron sus días casi como empezaron: Billie murió arrestada (se había pasado la vida, desde niña, perseguida por la policía), y Bessie, tan pobre, que fue enterrada sin sepulcro. Pero las tres pertenecieron a la realeza: “emperatriz”, “lady” y “reina” y las tres, a pesar de sus infancias arrebatadas por la vida, han firmado con letras de oro la historia de la música del siglo XX y de todos los tiempos. © Mariche Huertas de la Cámara, 2015 Publicado originalmente en De arte, música, protocolo y otras cosas. Notas: T.O.B.A. (1) Theater Owners Booking Association era una asociación de empresarios blancos que controlaba un circuito de vodeville de artistas negros durante los años 20 y 30. Más conocida coloquialmente como Tough on Black Artist (Mano dura con los músicos negros) o como decía Ma Rainey “Tough on Black Asses” (mano dura con los culos negros) porque pagaban míseros salarios y las condiciones de trabajo eran a menudo, degradantes. A pesar de todo ello, la TOBA influyó enormemente, en la difusión del blues y del jazz. La Cabaret Card (2) obedecía a una ley que negaba a personas con antecedentes penales o comportamientos indecentes, el permiso para trabajar en locales de Nueva York que expidieran alcohol. Para muchos, la pérdida de la cabaret card les suponía perder su forma de ganarse la vida. Charlie Parker, Thelonius Monk o Chet Baker, entre otros muchos, fueron algunos artistas de jazz a los que se les retiró. Jelly Roll Morton. Jazz III. La Odisea de la Música Afroamericana (Capítulo 014) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. El capítulo 14 de La Odisea de la Música Afroamericana (LODLMA) continúa dedicado al jazz y a una de sus figuras esenciales, Jelly Roll Morton. Ferdinand Joseph LaMothe fue pianista, compositor, y por lo que cuentan sus biografías todo un personaje. En el programa Luis Escalante repasa su carrera y se escuchan sus composiciones interpretadas tanto por él como por otros músicos. Se realiza a su vez un repaso a la evolución del jazz en las décadas de los años diez y veinte del siglo XX, en que pasó de tener su centro de Nueva Orleans a Chicago gracias a la Ley Seca. También hay referencias a la historia de los medio de reproducción mecánicos de la música, y a la biografía de Benny Goodman. En el programa algunos de los músicos y grupos que se escuchan son Jelly Roll Morton (obviamente), Benny Goodman, Billie Holiday, Jack Teagarden, Johnny Dodds, Nicholas Payton, Manhattan Transfer, Diana Krall, y Dr. John con Rickie Lee Jones. En el capítulo 14 suena: “Making Whoopee” Dr. John & Rickie Lee Jones “Mr. Jelly Lord” Jelly Roll Morton “King Porter Stomp” Jelly Roll Morton “King Porter Stomp” Benny Goodman “King Porter Stomp” Manhattan Transfer “Wild Man Blues” Nicholas Payton “Jungle Blues” Marcus Roberts “Melancholy” Johnny Dodds “Ain´t Nobody´s Business If I Do” Billie Holiday “Original Dixieland One Step” Jack Teagarden “Is You Is Or Is You Ain´t My Baby” Diana Krall Mélanie De Biasio: No Deal (PIAS, 2013; LP) Llegué a De Biasio mientras repasaba lo mejor del 2014 según Gilles Peterson, gurú musical por excelencia de esta casa. Encontré tantos elementos interesantes en los cuatro minutos musicales de No Deal que escuchar el corte y sumergirme en la trayectoria de esta artista belga fue un todo. Su último trabajo es jazz sin llegar a serlo (escúchese “I´m Gonna Leave You”); los 33 minutos del disco desprenden delicadeza, sofisticación, sutilieza y hasta silencio en los tiempos lentos (maravillosa “With All My Love”). De Biasio usa la voz forjada en conservatorio con maestría tanto en el terreno lírico como en el instrumental, y no siente reparos en ornamentar las composiciones con la flauta travesera. El equilibrio entre el protagonismo vocal e instrumental es otra de las virtudes de este fenomenal trabajo. Tuve la suerte de disfrutar de esta artista en directo en el De Warande Schouwburg de Turnhout. Allí descubrí algo que no resulta evidente cuando pinchas el disco en casa: la formación no es el clásico cuarteto de voz (+travesera), piano, batería y contrabajo, sino que hay un quinto componente encargado de incluir en la receta musical toda la electrónica necesaria para crear las atmósferas sonoras del disco; un gesto que evidencia el gusto de los músicos belgas por la innovación (reflejada ésta en el documental The Sound Of Belgium). El lenguaje corporal de De Biasio, de tintes hipnóticos, fue otro componente a reseñar de la actuación. Con No Deal De Biasio logra una tarea nada sencilla: superar las espectativas creadas por su también excelente – aunque más clásico – anterior trabajo A Stomach Is Burning, a la vez que lograr desprenderse de etiquetas del tipo “la nueva Billie Holiday” que, aunque dignas, resultan manidas. © Sergio Masferrer Oncala, 2015 Publicado originalmente en el blog Diamantes Abruptos Mélanie De Biasio: No Deal Mélanie De Biasio (voz, flauta travesera); Dre Pallamaerts (batería); Pascal Paulus (clavinet analog synth); Pascal Mohy (piano) “I Feel You”, “The Flow”, “No Deal”, “With Love”, “Sweet Darling Pain”, “I’m Gonna Leave You”, “With All My Love” Grabado en 2013 en los estudios Motormusic. Publicado por Play It Again Sam Records (PIASR690LP) Irving Berlin. La Odisea de la Música Afroamericana (Capítulo 011) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. Jerome Kern dijo de él: “No hay lugar para Irving Berlin en la música norteamericana, él es la música norteamericana”. Luis Escalante dedica el undécimo capítulo de La Odisea de la Música Afroamericana al compositor Irving Berlin. Su figura, la de uno de los grandes compositores norteamericanos de todos los tiempos, sirve de excusa para que sus composiciones suenen interpretadas por artistas como Coleman Hawkins, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, Billie Holiday, Chet Baker, Benny Goodman, Cassandra Wilson o Carmen McRae, entre otros, además de para presentar a estos importantes artistas de jazz. En el capítulo 11 suena: “Heat Wave” Carmen Mcrae “Cheek To Cheek“ Ella Fitzgerald & Louis Armstrong “Let´S Face The Music And Dance” Cassandra Wilson “I´Ve Got My Love To Keep Me Warm” Billie Holiday “The Best Thing For You” Chet Baker “I Love A Piano” Benny Goodman “Wright Brothers Rag” Wynton Marsalis “Long Time Ago” Mormon Tabernacle Choir & Utah Symphony “Strike Up The Band” Quincy Jones Las primeras expresiones musicales. La Odisea de la Música Afroamericana (Capítulo 004) [Podcast] La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla, autor del libro Y se hace música al andar con swing. En el cuarto capítulo de La Odisea de la Música Afroamericana, Luis Escalante indaga en la evolución que transformó a la música de los esclavos afroamericanos en el jazz y en el blues. A lo largo del programa se incide en los distintos instrumentos que algunos amos permitieron utilizar a sus esclavos (especialmente el violín y el banjo), con ánimo de entretener a otros esclavos y a sus amos. También en los lugares en que se fue desarrollando esta música. También a sus primeras expresiones como fueorn el ragtime y los minstrel shows. Johnny St. Cyr. Autor desconocido En el capítulo 4 suena: “I Can´t Give You Anything But Love” Terence Blanchard & Jane Monheit “Stomping At The Savoy” Benny Goodman “Caravan” Duke Ellington “Alexander´s Ragtime Band” The Boston Pops “Willie The Weeper” Louis Armstrong & His Hot Seven “When You Walk Out The Door” Albert King “Since I Met You Baby” B. B. King & Katie Webster “I Got To Right To Sing The Blues” Billie Holiday “St. Louis Blues” Bessie Smith & Louis Armstrong “Moten Swing” Kansas City (Banda Sonora) Max Roach y Abbey Lincoln: Rezo, protesta y jazz. Por Jesús Gonzalo Año 0 abriendo la década de 1960 Los acontecimientos recientes de violencia racial en Baltimore nos llevan a recuperar dos obras que a principios de los convulsos años 60 del pasado siglo también eran noticia. “Un artista es un secretario… tomo nota de lo que pasa en mi época. Mi música intenta decir cómo me siento realmente y espero que también refleje de alguna manera cómo se siente la gente negra en los Estados Unidos” Max Roach A finales de los años 50 la concentración de personalidades, estilos y causas sociales conducen a un proceso de creación febril y a un nivel de calidad inaudito. De esta oleada de fecundidad surgieron nuevos sellos discográficos donde estas experiencias quedaron reflejadas. Candid, durante apenas seis meses de vida, en 1960, produjo más de 30 obras, algunas de las cuales hoy son pasajes indispensables en la historia del jazz. Son años convulsos, los que rodean el final una década y el principio de otra, en la que socialmente la raza negra va acaparando más y más puestos destacados en el deporte y la cultura, en la televisión y en la política, sin que, por el contrario, los derechos fundamentales de la constitución estadounidense que amparan a blancos y negros se cumplan por igual para las dos razas. Los músicos de jazz, siempre anhelando la vanguardia estilística pero también situados al frente de la lucha por los derechos civiles, permeabilizan la realidad desde distintos enfoques: la extensión de una tradición y, por otro, la revolución estética. Max Roach abandona el impulso del hard bop cuyo relevo toma Art Blakey con sus Messengers. Miles Davis y John Coltrane cocinan nuevas fórmulas de improvisación en base a una arquitectura modal de escalas. Autores como George Russell, Lennie Tristano y Charles Mingus (también Monk y Cecil Taylor en el piano que también grabó este año para Candid The World of…) introducen en sus composiciones, desde mediados de los 50, disonancias y fórmulas atonales que siempre estuvieron en una música de raíz africana, anticipando un género que sacudiría definitivamente los cimientos del jazz con la llegada del free. El arte de protesta, de ideas y de sonidos, se expresa renovando la tradición de la música negra o bien encuentra en la experimentación y en una radical libertad expresiva de esa misma herencia las fórmulas creativas que la definen. Eric Dolphy, que participa en el disco de Abbey Lincoln y hombre clave en estos años, representa esta actitud catalizadora. El free jazz -un nuevo concepto no sólo restringido al propio de Ornette Coleman- convivía e incluso participaba con el legado de Duke Ellington, siempre vivo, por ejemplo, en Mingus. En este contexto creativo enfático, de connotaciones políticas y miradas que se vuelven hacia África, nace Candid, donde se dan cita gran parte de los músicos más influyentes del jazz de la época en obras que figuran entre lo mejor de sus carreras. Max Roach, por entonces casado con Abbey Lincoln, escribe para Candid We Insist! (Fredom now Suite), todo un testimonio en defensa de la identidad racial y de la denun cia desde la desafiante portada de unos clientes negros que son servidos por un camarero blanco y que elige –mucho antes de la creación la imagen icónica de Mandela- una piea dedicada al apartheid titulada Tears for Johannesburg. Roach, que ya se uniera brillantemente 5 años con el trompetista Clifford Brown, escoge a Brooker Little, otro genio malogrado tempranamente. En este trabajo álgido y tenso, se incorporan, volviendo sobre un pasado racial africano, percusiones y se incluye una parte cantada que inspira a continuación Straight Ahead, auténtico pilar del jazz vocal contemporáneo desde el que Lincoln eleva su grito. Roach introduce a la voz como no sabía hecho antes. Su incómoda presencia no persigue la refinación melódica o las facultades tímbricas sino la sentida interpretación del mensaje de orgullo y de protesta. Su materialización se presenta teatralizada en formas antigramaticales y discursivas o mediante una hipotética coreografía ancestral. Como Billie Holiday, que ya inmortalizara en Strange fruit la discriminación racial, Lincoln despliega su apasionado y agrio discurso ateniéndose a un contexto social, construyendo esta vez un decorado valiente y vital sobre la unión de fuerzas, no sobre la frágil individualidad. Straight Ahead provoca, no seduce; fascina, aún hoy, en su grito expansivo que une la modernidad, la poesía contestataria y las esencias africanas. Dos obras fundamentales que coinciden con un periodo de unión sentimental y creativa entre la cantante y el baterista inscritas en un momento histórico, justo después de 1959, el mejor año para esta música. Max Roach: We Insist! The Freedom Now Suite Abbey Lincoln: Straight ahead Max Roach (batería), Abbey Lincoln (voz), Booker Little (trompeta en “Driva Man”, “Freedom Day”, “All Africa”, and “Tears for Johannesburg”), Julian Priester (trombone en “Driva Man”, “Freedom Day” y “Tears for Johannesburg”) Walter Benton (saxo tenor en “Driva Man”, “Freedom Day”, and “Tears for Johannesburg”), Coleman Hawkins (saxo tenor en “Driva Man”), James Schenk (bajo en “Driva Man”, “Freedom Day” y “Tears for Johannesburg”, Michael Olatunji (congas, voz), Raymond Mantilla (percussion), Tomas du Vall (percussion) Sello: Candid. 1960 © Jesús Gonzalo, 2015 Exposición Photo & Graphic Jazz (Palma de Mallorca. Abril de 2014) [Noticias] Con motivo de la celebración del día internacional del Jazz en Mallorca, el próximo martes 28 de abril a las 19:00, se inaugurará en el Centre Cultural Sa Nostra (c/Concepció, 12. Palma De Mallorca) la exposición Photo & Graphic Jazz en la que se muestra el trabajo de los fotógrafos Miquel Àngel Daniel, Oscar Pipkin y José Luis Luna; las ilustraciones de Javier Serrano y los dibujos de Marina Pipkin. A las 20:00 tendrá lugar el espectáculo Literatura & Jazz con una lectura dramatizada de textos de la autobiografía de Billie Holiday y la actuación de Trio Jazz. © Tomajazz, 2015 Exposición y libro Phocuzz por Antonio Porcar Phocuzz Avui Jazz 2014 (Portada: Jerry Bergonzi) Una sorpresa en Nueva York La culminación de un sueño Una pasión que nunca termina Prólogo al libro por Sergio Cabanillas Una sorpresa en Nueva York El pasado 11 de Junio se celebró en el mítico Blue Note de la gran manzana la gala anual de los premios de la Jazz Journalists Association, la prestigiosa institución que reúne a lo mejor de la crítica especializada de jazz norteamericana. La novedad la puso el protagonista de estas páginas. El fotógrafo Antonio Porcar, natural de Vila-real, ha sido el primer artista europeo y español en ser galardonado con el premio a la mejor fotografía de jazz de 2014 en la misma meca del jazz. La instantánea ganadora, que embellece el interior de este libro, rezuma sentimiento: Benny Golson, una leyenda viva, toca su saxo y devuelve la chispa a la mirada embelesada de Billie Holiday. La culminación de un sueño Esta publicación materializa los anhelos del artista y supone la máxima expresión de su amor por el jazz, un soberbio paso en su trayectoria artística ascendente y fructífera. El observador entrenado apreciará en su obra su maestría en el encuadre y la composición, los meticulosos acabados de su blanco y negro, el perfecto reflejo de la atmósfera jazzística y la intensidad de los sentimientos que han quedado atrapados para siempre en cada instantánea. Pero lo cierto es que detrás de cada toma hay, además de un conocimiento profundo de la técnica enriquecido con décadas de experiencia, un estudio concienzudo de la ubicación de los músicos en el espacio escénico, una labor paciente, callada y, por encima de todo, respetuosa hacia el músico y el público, que garantiza preservar intacta la magia única e irrepetible que se desencadena en cada concierto de jazz. Una pasión que nunca termina Antonio Porcar ha dedicado su vida al jazz. Desde su trabajo al frente del añorado Café del Mar de Castellón hasta su inestimable labor como responsable de este veterano y reputado Avui Jazz, que este año cumple 16 años, ha invertido todos sus esfuerzos a dar a conocer este género tan auténtico como valioso. Su cercanía a los grandes de esta música a lo largo de los años, ya sea en Castellón, Londres o Nueva York, combinada con su dominio del arte fotográfico, le han convertido en un observador privilegiado del jazz, un retratista de categoría cuyo trabajo de más de una década nos permite atesorar hoy en esta, su primera obra impresa, momentos íntimos y únicos capturados desde sus mismas entrañas. Benny Golson Jeremy Pelt Asaf Sirkis Eric Revis Bruce Barth Phil Grenadier Xiomara Abello Carmen Lundy Bruce Barth, Jean Toussaint & Bobby Watson Joe Cohn & Ignasi González Charmin Michelle Kevin Dean Chucho Valdés Julio Montalvo Todas las fotografías © Antonio Porcar, 2015. Leer Phocuzz (libro completo) Más información en la web de Antonio Porcar Paul Abirached & Alain JeanMarie: Nightscape (Archieball Records, 2014) Nightscape es un proyecto del guitarrista Paul Abirached a dúo con el pianista Alain Jean-Marie, editado en un sello creado por el gran Archie Shepp hace 10 años. Una pareja de talentos que ya colaboraron juntos en un cuarteto del propio Paul Abirached, y que aquí brillan con luz propia, tanto por su finura como por la elegancia que trasladan a lo largo de los diez temas. Paul Abirached combina un repertorio de versiones propias y otras compartidas con Jean-Marie, complementado con versiones de Jim Hall, Paul Motian, Joe Lovano, Wayne Shorter y Billie Holliday. Hay en Nightscape grandes momentos de pura improvisación, con un sonido fresco y honesto. Paul Abiracheb a las guitarras y Alain Jean-Marie al piano nos conducen con gozo hacia un universo poético guiado sobre un terreno que nos resulta familiar pero emocionante. Nightscape fue grabado sin interrupciones después de unos conciertos previos en Paris, Bruselas y Lieja. Dice Alain Jean-Marie que la referencia de este álbum puede muy bien ser el aroma que se respira al escuchar el tema “In your own sweet way” escrito por Dave Brubeck e interpretado por Miles Davis o Bill Evans. Pianista y guitarrista siguen su propio y dulce camino en un viaje a misteriosos y extraños espacios. Un camino en el que se alternan la melancolía y la serenidad. Este es el trayecto que emprenden y desarrollan ambos, donde siempre confluyen para reflejar sonidos que incitan a la reflexión. Lo destacable de este disco está en la intimidad y la confianza que transmiten Paul Abirached y Alain Jean-Marie. Cada uno de los temas cuenta una historia y el lenguaje de la música pone el acento en los silencios, ritmos misteriosos y cantos poéticos que se aprecian muy bien en el tema central que da título al álbum. Un disco que se disfruta con mucho placer. © Carlos Lara, 2014 Paul Abirached & Alain Jean-Marie: Nightscape Músicos: Paul Abirached (guitarras de 6 y 12 cuerdas) y Alain Jean-Marie (piano). Composiciones: “Abacus”, “Farewll”, “Chelsea Rendez-Vous”, “Dowm from Antigua”, “Sweing”, “Nightscape”, “Scattered”, “Limbo”, “Haunted” y “Don´t Explain”. Temas compuestos por Paul Abirached y Alain Jean-Marie, excepto “Abacus” por Joe Lovano, “Dowm from Antigua” por Jim Hall, “Limbo” por Wayne Shorter, y “Don´t Explain” por Billie Holiday/Arthur Herzog. Grabado los días 6 de julio y 11 de octubre de 2012 en Studio de Meudon. Editado en 2014 por Archieball Records (Rainbow Collection). Distribuye Harmonía Mundi. RAIN 1404 Historia de un club de jazz en Sevilla, el Naima cumple 18 años. Por Jesús Gonzalo Historia de un club de jazz en Sevilla El Naima Café Jazz de Sevilla cumple 18 años El club Naima está bien situado en Sevilla. Localizado entre las calles Conde de Barajas, que pertenece al Barrio de San Lorenzo, uno de los epicentros cofrades de la ciudad, y la calle Trajano, que justo nace unos metros antes al girar a la izquierda en la Alameda de Hércules, espacio de ocio social e ideológicamente bastante distanciado de lo que significa la Semana Santa. En medio de ambos mundos, así de entrometida es esta música, tenía que abrir, ya hace 18 años, un club de jazz… De estos sitios y de esta música de “gente bohemia”, como manda el tópico, se dice y escribe lo mismo. Que si son lugares humeantes (hace tiempo que ya no), oscuros, con música que sólo entienden los músicos y un público con cara de intelectual y estudiado desaliño…En fin, tópicos para definir una atmósfera decadente que ha sido retratada mil veces en su iconografía en blanco y negro o llevada al cine en películas como “Round Midnight” (Bertrand Tavernier, 1986), con el genio enfermizo que protagoniza en algún lugar de Europa, entre Bélbica y Dinamarca, el gran Dexter Gordon. Mitos y tópicos alimentados por las leyendas de “Bird”, Chet Baker, Billie Holiday o Miles Davis, cuya autobriografía comienza rememorando un concierto que tuvo lugar cuando era un adolescente en un establo cerca de San Luis, donde vio por vez primera a los genios del bebop juntos, Parker y Gillespie. Saliendo de los primeros sitios en el Storyville de Nueva Orleans, lumpen donde la música se codeaba con prostitución, drogas y juego de cartas, ahí lo tenemos, un establo, primer club de jazz… La realidad siempre suele ser bastante más compleja, sobre todo porque cambia. Y eso fue lo que le sucedió a esa esquina sevillana donde confluyen dos barrios tan distintos. El jazz, para ser un poco más precisos que cualquier habladuría, es básicamente un deporte de riesgo. A cualquier nivel o actividad con que se le relacione. No se rían, va en serio. De hecho es una de las decisiones más atrevidas y serias, sin dejar de lado cierta ironía, que alguien puede tomar en un determinado momento de su vida. El momento en que esta música te atrapa. Lo que le sucedió a dos jerezanos, otra gran paradoja frente al flamenco reinante, cuando decidieron fundarlo. Jorge Moreno y Carlos Rivas, jerezanos sin montura ni solera, van y le ponen al nuevo local el nombre de un tema de John Coltrane, el que dedicó a uno de sus dos grandes amores: “Naima”. Historia y alrededores Como se imaginan, y bien lo saben en el Café Central de Madrid y en otras muchas partes del mundo, un club de jazz no es precisamente un negocio de éxito masivo asegurado, aunque siempre da lustre, aquí, en Copenhague, París o Tokio…Suelen ser lugares pequeños y acogedores que con el tiempo han ido creando su propio clima. Todo aficionado al jazz debe conocer los nombres de los históricos Birdland, Village Vanguard, Minton`s , Five Spot o ese tan acogedor que cerró hace unos años llamado Bradley`s. En Europa sigue el danés Jazzhaus Montmartre, el Jamboree en Barcelona y en el París intenso de Julio Cortázar y Boris Vian los hubo, aunque ahora ya nada conserve el encanto que los escritores saborearon en Le Caveau de la Huchette si vamos al comercial Paris Jazz Club… Pequeños en su mayoría, cálidos pese a parecer incómodos, los clubes de jazz siempre han tenido más pinta de refugio ante la amenaza exterior que de servir a la conspiración. Así que llegar a 18 años supone muchos esfuerzos y sinsabores y algún que otro milagro que no asignaremos a San Lorenzo… Aunque, claro está, ellos no han sido los primeros en dar el paso. Sin contrastar todo lo que hubiese sido posible con más tiempo y ayuda, podría señalar que sí existieron el club de la calle Sol, “tugurio” habitado en su nocturnidad por fumadores empedernidos, periodistas y otras especies… Existió el Blue Moon, en Nervión, al que José Antonio Maqueda “Pitito” cambio el nombre para llamarlo Jazz Corner y llevárselo a las inmediaciones de la Avenida de Kansas City. Y cerca, en Dos Hermanas, mantiene su puesto de más veterano en la zona el Soberao Jazz. El Naima, decía, empezó como suelen hacerlos los clubes de jazz, con música en directo, con jam sessions, que son la expresión más espontánea y también la más onanista del jazz. Para que se produzcan debe de haber un escenario y un montón de músicos tocando distintos instrumentos. No duró gran cosa esa iniciativa original por aquéllo del ruido ambiente y ese tipo de oleadas de limpieza acústica que nunca acaban con la verdadera contaminación de ruido… Campañas políticas, ya saben, van y vienen. Eso hizo virar el rumbo del negocio hacia un diseño de interior más cuidado, que vino acompañado de sus ya famosas camisetas (aún creo que mantienen la de la trompeta de perfil) y una música que salía por altavoces con calidad en todos los sentidos. El Naima pasó de ser un incipiente club a conformarse con tener que ser un “Jazz Café”. Una tarde cualquiera El Naima tiene un horario que va de la hora del café (o té, que lo hacen muy bueno con hierbabuena) a las 16 horas hasta el cierre, de madrugada. En cierto periodo de estos 18 años, que no he podido disfrutar desde el principio, he ido convirtiéndome en un tipo que pasó de la noche al día. Así que yo prefiero ir al Naima por las tardes, cuando, sobre todo ahora en invierno, todavía hay luz solar. Lo bueno de este local es su localización entre dos calles, en una esquina, con dos accesos de entrada, y sus ventanales, con la serigrafía del nombre esculpida en ellos… La luz macilenta de esta época del año hace más acogedor si cabe su interior. Además, para dar más pistas al buen aficionado, la música se escucha bastante mejor a esas primeras horas de apertura, cuando hay menos público. Con la llegada de la oscuridad el color del local cambia, aunque desde la calle, con sus farolas típicas de luz amarillentas, hace penetrar en el interior un color familiar, con esa gama de amarillos tan de Sevilla. La noche dibuja sombras en el espacio e invita a cierta penumbra cómplice que se abraza a la música en directo. Como decimos, y pueden ver en la foto de más arriba, es un lugar pequeño, con una barra de madera en semicírculo y unas cuantas mesas que se amplían a una pequeña terraza exterior, preceptiva por obligación para los meses de calor y como zona de fumadores. Si la barra es la orilla de todos, algunos encuentran acomodo en esas mesas que parecen pequeñas islas, que a veces cuesta conquistar y otras aguardan serlo pacientemente. El pequeño territorio intermedio es el del tránsito, es donde el tiempo en el Naima parece no cobrar importancia, pero en realidad es desde donde puedes observar todo lo que sucede. Cuadros del pintor Manolo Cuervo en una de las paredes del Naima Jazz Café Su sello distintivo, además del jazz, es su cálida y colorista decoración, que se fue haciendo con el tiempo. Y sigue ahí, de unos años ahora reforzada por los grandes lienzos del pintor Manuel Cuervo, que antes vivía en ese mismo barrio. Son las suyas unas pinturas a medio camino entre pop art, collage y diseño gráfico. Las camisetas se ven ahora colgadas de perchas al lado de la barra, a la derecha de la puerta que conduce a los servicios; han aumentado el número, el color y los motivos. Sirven de promoción del local y son su seña de identidad. La música enlatada ha dado también paso a la pantalla y los vídeos. En cuanto a estilos, el Naima siente predilección por las novedades y las músicas hermanadas con el jazz: modernidad sin perder la cabeza. El baile en un espacio tan reducido y con predilección por la intimidad de las mesas resulta complicado. No era ni es costumbre poner peticiones del público, a no ser que alguien más pesado de lo normal insista… Disponen de una vitrina para venta de discos selectos, ahora mayormente andaluces pero recordamos las lujosas series del sello francés Label Bleu o Winter & Winter tras ese cristal… Desde hace un año, hablando de discos, el Naima se ha lanzado a la producción musical de autores andaluces afincados entre Sevilla y Cádiz a través del sello Blue Asteriod Records, que cuenta ya con cuatro títulos que aquí comentaremos. Foto colectiva durante la visita que hizo Harris Eisenstadt en su gira Andalusian Days por Cádiz y Sevilla, tomada esa misma mañana del 3 de febrero de 2012, tras la master class que dio en el Naima. De Izquierda a derecha: Daniel Cano, Jaime Serradilla, Jorge Moreno (cofundador), Pedro Cortejosa, Harris Eisenstadt, Carlos Bermudo, Arturo Serra, Voro García y (abajo) Leandro Perpiñán y Jesús Gonzalo Café, club y viceversa Tras una frustrada apertura de una segunda sede en la cercana localidad de Mairena del Aljarafe (se trataba de otro local con personalidad propia e incorporaba conciertos), justo cuando se asomaba la crisis que aun aprieta, en octubre de 2011 el Naima recuperó la música en vivo como reclamo de clientes, compaginando su identidad como café. En estos años la medida ha cuajado, fortaleciendo al local y convirtiéndole en escenario de referencia en la ciudad. En el impulso de la programación en directo tuvo una gran implicación el contrabajista (ya multiinstrumentista) Jaime Serradilla, que comenzó tímidamente a trío junto al guitarrista Carlos Bermudo con uno o dos conciertos a la semana, luego con el Two Feels Jazz Duo y Jazz by Hart. Más adelante, en un grupo dirigido por el guitarrista Toño Contreras, con la batería de Nacho Megina y el contrabajo de Serradilla, se dio un paso más atrevido con la fundación del aún activo The Jazz Lab (“laboratorio” sin arreglos previos y creación espontánea) que se amplió a un “Juke Box”, sistema por el que el público puede pedir un tema a cambio de que “inserte” una moneda. Otro paso definitivo para reforzar la programación fue recuperar las jam sessions que desde hacía años venía haciendo los domingos en la Alameda de Hércules el histórico músico local (contrabajista que aquí gusta de tocar los teclados) Manuel Calleja. En toda esta escena, son los standards los que marcan la pauta, aunque tímidamente empiezan a aparecer composiciones propias. En la actualidad Serradilla (arriba en la foto al contrabajo junto a Daniel Cano a la trompeta) ha cedido protagonismo a otros músicos pero mantiene un puesto señalado los miércoles con su nutrida y variada formación International Company (Rafa Núñez, Rafael Ayuso, Thomas Berensen, Chema Tornero, Gabriel Valiente, Daniel Abad, José Miguel Reina o Mateus Prado), plataforma entre combo formativo y creación en vivo. Todo lo dicho, y el esfuerzo colectivo, han hecho posible consolidar una actividad diaria y pasar a ser sede de pequeñas muestras-festivales como la dedicada al Swing o también para la presentación de libros tan señalados como “Fruta Extraña”, antología de “Casi un siglo de poesía española del jazz”, escrita y recopilada por el profesor Juan Ignacio Guijarro. Otros músicos cuya aportación ha sido fundamental en la intensa actividad alcanzada por el Naima estos pocos años han sido Javier Ortí, Daniel Cano, Carlos Bermudo, Leandro Perpiñán, Jesús Maestre (más por cliente) o grupos como Oh Sister!, Urban Gospel, Van Moustache o Nat`n Jazz Quartet. El día del cumpleaños, celebrado durante todo el último fin de semana de noviembre, se invitó al trío del pianista malagueño José Carra, que ya había pasado con éxito por aquí con el dúo que mantiene con Arturo Serra. Vibrafonista que tocó aquí junto a Serradilla, Pedro Cortejosa y Daniel Cano, en 2012, acompañando al compositor y baterista canadiense Harris Eisenstadt, músico considerado entre lo mejor del jazz avanzado de Nueva York. Quizá fuera Miércoles Santo aquella tarde. La verdad es que nunca me interesó saber el recorrido de los pasos de Semana Santa, grave error cuando vives en una ciudad en la que puedes ser aplastado o atrapado durante horas… Estaba en el Naima. Me sorprendió ver subir la procesión tomando la calle Trajano. Aún resonaban los acordes de un piano, quizá fuera el de Kenny Barron, cuando se hizo el silencio… Desde los ventanales del café penetraba el sonido de la procesión y del gentío tomando posiciones. Miré hacia dentro y vi que estaba vacío, me había quedado solo. Sentí ese instante en el que el jazz de la esquina entre San Lorenzo y la Alameda de Hércules calló a modo de respeto. Capté entonces la verdadera atmósfera de un club de jazz en Sevilla. © Jesús Gonzalo, 2014 Bob Willoughby: Jazz. Body And Soul (Blume, 2014; libro) Bob Willoughby (1927-2009) es una figura esencial en el fotoperiodismo. Sus fotos ilustraron la portada de revistas como Life. Trabajó para Warner Bros como cronista visual del Hollywood de los 50. Inventor de mejoras técnicas como la cámara por radiocontrol, en la actualidad su trabajo se exhibe en museos de Nueva York o Londres. Antes de alcanzar la fama se dedicó a fotografiar a músicos de jazz en un tiempo en la que todavía estaban en activo los gigantes de una primera época (Armstrong, Ellington) junto a otros no menos grandes que habían ido llegando para quedarse (Dave Brubeck, Billie Holiday, Gerry Mulligan). Este maestro de los objetivos acompaña sus fotos –que en muchos casos captan momentos de introspección musical o el trabajo fuera del escenario- por jugosas reflexiones. Sus instantáneas y su afición dan un salto de la década de los 50 a los 90. Allí confiesa que decidió abandonar la fotografía de jazz ya que no conocía a la mayoría de las nuevas figuras, o nos revela que Ellis (cabeza de la saga de los Marsalis) es bastante más antipático que Wynton, el más popular de sus integrantes. Jazz. Body And Soul es el título y resumen perfecto para este festín visual. © Pachi Tapiz, 2014 Bob Willoughby: Jazz. Body And Soul (Blume, 2014) Publicado en el número 317 (septiembre de 2014) de la revista Ruta 66.