ACE y otros c/ EDENOR SA s/ daños y perjuicios Cámara Nacional

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A. C. E. y otros c/ EDENOR S.A. s/ daños y perjuicios
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal- Sala II. Capital Federal, 5 de septiembre de 2013
En Buenos Aires, a los 5 días del mes de septiembre de 2013, se reúnen en Acuerdo los señores jueces de la Sala II de esta
Cámara para dictar sentencia en los autos del epígrafe. Conforme con el orden de sorteo efectuado, el doctor ALFREDO
SILVERIO GUSMAN dice:
I. A fs. 559/564 obra la sentencia del Juez de la anterior instancia, en la que se hizo lugar a la demanda de daños y perjuicios
promovida por C. E. A., O. M. C., M. C. y A. E. M. contra la EMPRESA DISTRIBUIDORA Y COMERCIALIZADORA NORTE
SOCIEDAD ANÓNIMA -en adelante, EDENOR S.A.-. Los actores imputaron a la accionada un desperfecto en la prestación del
servicio causado por una variación brusca de la tensión eléctrica, lo que habría dado inicio -según sus dichos- al incendio
producido el día 19 de octubre de 2007 en la vivienda de su propiedad sita en la calle Girardot 1615. Con motivo de aquél episodio,
y dado que luego de la explosión de un artefacto electrónico (PC) el fuego se propagó rápidamente hacia otros ambientes, es que
reclaman el pago de los perjuicios que le habría irrogado tal suceso en sus personas y en los bienes de su propiedad.
Para resolver de tal modo, el “a quo”, haciendo mérito de las constancias aportadas a la causa, consideró que EDENOR S.A.
incurrió en un incumplimiento objetivo de los deberes de prestación del servicio con ajuste a los parámetros de calidad con el que
aquél debió ser brindado. En tal sentido, tuvo por acreditada la existencia de una sobretensión en el flujo eléctrico, que ocasionó la
explosión de un monitor, dando esto origen al proceso ígneo que arrojó como resultado la concreción de numerosos perjuicios en
los bienes de los demandantes. En función de ello, dispuso el pago de la indemnización por los daños patrimoniales causados en
el edificio y en los bienes del grupo familiar. Por otra parte, admitió la procedencia de la pretensión relativa a los gastos de
tratamiento psicológico, como así también del perjuicio moral irrogado a la totalidad de las accionantes. El monto total de la
condena justipreciada por el sentenciante alcanza a la suma de $231.600. En lo concerniente a los intereses, dispuso que aquellos
deberán liquidarse a partir del día siguiente al evento dañoso a la tasa que perciba el Banco de la Nación Argentina en sus
operaciones de descuento de documentos a treinta días. Ello, con excepción de la suma correspondiente al tratamiento
psicológico, que por tratarse de gastos aún no realizados, no devengará réditos sino con posterioridad al dictado de la sentencia.
II. Dicho pronunciamiento fue materia de apelación por parte de Edenor S.A. (fs. 567) y por los actores (fs. 569).
A fs. 573/577 fundan su expresión de agravios los demandantes, que en esencia finca en la exigüidad de los montos reconocidos
por el “a quo” en concepto de resarcimiento por daños al edificio y a los bienes que se encontraban en él. En ese sentido, advierten
que existió por parte del Magistrado un apartamiento de las pruebas rendidas en autos y que no han sido ponderadas de un modo
adecuado.
Dichos agravios fueron respondidos en el escrito de fs. 589/590 por Edenor S.A., quien solicita la deserción del recurso de
conformidad con lo normado por el art. 265 del Código Procesal.
La demandada expresó sus agravios a fs. 581/586. En prieta síntesis, sostiene que: a) Yerra el sentenciante al tener por probada
la responsabilidad de EDENOR S.A. en la generación del foco ígneo que diera lugar al incendio.En ese sentido, advierte que no se
encuentra acreditada la existencia de la sobretensión en el flujo eléctrico indicada por los accionantes como causa del siniestro; b)
La falta de prueba en lo que respecta al origen del incendio, impide tener por configurado el nexo causal entre el hecho alegado y
la responsabilidad que se pretende imputar a la accionada; c) Los montos indemnizatorios han sido fijados en modo irrazonable en
tanto no se haya sustento probatorio alguno que justifique su cuantía.
Los accionantes hicieron uso del derecho de contestar estos agravios a fs. 593/597.
III.- Sentados así los términos en los que se encuentra debatida la cuestión traída a conocimiento de la Alzada, por razones de
orden secuencial resulta prioritario tratar el tema de la responsabilidad que los actores imputan a la concesionaria del servicio
público; y más precisamente si se encuentra acreditado el nexo causal tal como lo sostuvo el sentenciante haciendo mérito a las
pruebas rendidas en la causa, extremo que es puesto en duda por Edenor.
Como punto de partida, debo puntualizar que la responsabilidad que se imputa a la demandada consiste en la omisión de la
conducta debida en ocasión de la ejecución de las obligaciones preestablecidas en el Contrato de Concesión (Anexo I, art. 25, inc.
a), e) y g) y Subanexo 4 punto 1) y en el Reglamento de Suministro (art. 4 inc. a). Ubicada la relación aludida en el ámbito de lo
contractual -pues así lo ha encuadrado el “a quo”, no mereciendo esa subsunción crítica de las partes-, cabe recordar que la
responsabilidad del deudor queda comprometida cuando se configuran los siguientes presupuestos: su incumplimiento; la
imputabilidad de éste en razón de su culpa o dolo; el daño sufrido por el acreedor y la relación causal entre dicho incumplimiento y
el daño antes referido. Basta que uno de esos recaudos fracase para que el demandado quede exento de responsabilidad civil por
las consecuencias de su actividad (conf.esta Sala, causas n° 2666/99 del 25.06.02; n° 8813/99 del 30.4.02; 13947/03 del 22.02.07,
entre otras).
En razón de lo expuesto, válido es recordar que cuando nos referimos a la relación de causalidad entre el daño padecido y el
hecho de la persona o de la cosa a las cuales se atribuye su producción (conf. BUSTAMANTE ALSINA, “Teoría General de la
Responsabilidad Civil”, pág. 267); entendemos por tal, como expresa Atilio ALTERINI, la imputación o atribución material de
determinado efecto a cierto sujeto de derecho (ver “Responsabilidad Civil”, pág. 135).
Por ello, no basta el incumplimiento de una obligación contractual sino que es además indispensable establecer el nexo de
causalidad entre el efecto dañoso y el hecho que suscita la responsabilidad en cuestión (LLAMBÍAS, J.J., “Tratado de Derecho
Civil. Obligaciones”, 2ª ed., t.I, nº 281; BUSTAMANTE ALSINA, J., “Teoría General de la Responsabilidad Civil”, 5ª ed., nº 580;
BORDA, G., “Tratado de Derecho Civil. Obligaciones”, 4ª ed., t.II, nº 1313; y conf. esta Sala, causa 7113 del 27.3.90;). Por lo tanto,
no alcanza con comprobar que un hecho ha sido antecedente de otro para considerarlo su causa eficiente, sino que a ese fin es
menester que tenga, por sí, la virtualidad de producir semejante resultado. Es decir que el hecho haya provocado el resultado
dañoso por virtud de su propia potencia generadora (conf. esta Sala, causas 6924 del 14.11.89; 5076/98 del 16.10.2001; etc.;
LLAMBIAS, J.J., ob.cit., nº 289).
IV.- Ahora bien, a fin de determinar la causa eficiente del proceso ígneo que dio origen a los daños en el inmueble, es necesario
sumergirse en la actividad probatoria de las partes.
En esa faena, me impresionan como de suma utilidad el informe técnico elaborado por la Superintendencia Federal de Bomberos
y el dictamen pericial llevado a cabo por el Ingeniero Salvador PENA. En primer término, de las conclusiones emitidas por Federico
PUNTARULO de la División Cuartel V “Belgrano”, surge que el incendio derivó de una “contingencia del tipo eléctrico” (ver fs. 16 de
la causa 1072/08 que en este acto tengo a la vista). Tal información, como haré notar en lo sucesivo, reviste de trascendental
importancia en la construcción del nexo causal, por tratarse de un dato no menor en cuanto al origen del foco ígneo. Debo destacar
entonces, que la accionada guardó silencio con relación a lo informado por el Cuerpo de Bomberos. Nótese que aún cuando su
producción lo fue en el marco de una medida de prueba anticipada de la cual no tuvo conocimiento hasta el momento del responde
de la acción, en su primera presentación nada observó respecto a aquél informe, como así tampoco lo hizo en oportunidad de
presentar su alegato (v. fs. 72/83 y 554/557).
Con relación a la experticia presentada a fs. 246/248, el perito describe que “una sobretensión temporaria puede ocasionar daños
irreversibles e inclusive un incendio en un equipo electrónico como un monitor de pc” (v. fs. 247 r7-r8-r9). Corroborando los dichos
del Ing. PENA, el consultor técnico de los accionantes agrega que “al aplicar una sobretensión a un equipo electrónico se producen
sobrecorrientes con consecuente sobreelevación de temperatura. En tales circunstancias se produce un aumento de temperatura y
la llamada “avalancha térmica” que termina con la destrucción del equipo, fusión de materiales y formación de un foco ígneo” (v. fs.
261/261vta.). En el mismo sentido, el consultor de parte destaca que la máxima tensión según la norma IRAM 4029 art. 4.2.2.aplicable al caso por tratarse de un aparato electrónico-, con que debe alimentarse un aparato de estas características no debe
superar un 6% de la tensión nominal para la cual fue diseñado, y este valor resulta muy inferior a los 380 Volts que se producen en
la línea de la compañía distribuidora debido a errores de maniobra (fs. 263). Agrega entonces que “la consecuencia esperable de
380 Volts sobre un aparato electrónico es la destrucción del mismo y el posible incendio” (fs. 263 -último párrafo-).
V.- Lo expuesto hasta aquí sugiere que la existencia de una sobretensión en el flujo eléctrico emitido por Edenor S.A., funciona
como causa para dar origen a la ignición de un aparato electrónico, como lo es, el monitor de una PC. Sin embargo, resta analizar
si efectivamente tal circunstancia aconteció, para de este modo tener por acreditados los extremos apuntados por la actora como
sustento de la imputación de responsabilidad que le reprocha a la accionada. En este punto, la distribuidora eléctrica se queja pues
entiende que mal hizo el “a quo” en tener por probado que efectivamente aconteció tal desperfecto, sobre la base de que ninguna
constancia se aportó al respecto.
A mi juicio el agravio no puede prosperar, en tanto encuentro elementos de convicción que me persuaden para tener por ciertos
los dichos en los que la actora sustenta su petición. En tal sentido, cobran trascendental importancia dos circunstancias probatorias
que bien fueron apuntadas por mi colega de la anterior instancia, y en cuales también me basaré para fundamentar mi veredicto.
Por un lado, de la prueba testimonial rendida en autos se desprende que el día en que ocurrió el siniestro se vivenció en los
inmuebles linderos al de los accionantes inconvenientes en el suministro de la energía eléctrica. Con relación a ello, al ser
interrogado respecto de lo acontecido en su hogar el día del suceso, el testigo Héctor Abelardo CABRERA, manifestó que “explotó
un foco de luz en su casa” (fs.126). En igual sentido, la Sra. Irma Noemí PORTILLO BARÚA indicó que “ese día a la mañana se le
había quemado un ventilador de techo y el foquito”, y luego describió que “primero empezó a bajar, a hacerse más fuerte y más
leve la luz luego hizo chispa y se quemó la lamparita y el ventilador” (fs. 127). Por otra parte, el Sr. Juan José RABERTO, testificó
que encontrándose en la cuadra donde se sucedieron los hechos, pudo escuchar al Jefe de Bomberos manifestar que el
inconveniente que causó el incendio se debió a “un problema de tensión” (fs. 128). Concordante con ello, la testigo Paula Bettina
SUSIC, al evacuar la quinta pregunta que se le formulara, manifestó que ella “estaba ahí en un momento y los bomberos cuando
se acercó Adriana (madre del coactor) y le dijo que podría haber sido un alta de tensión, porque todos preguntaban qué era lo que
había podido generar el incendio, porque no había nada prendido” (fs. 136). Ahora bien, esta percepción de los hechos que los
testigos evidenciaron al momento de ser interrogados, no mereció ninguna objeción por parte de la accionada. En este aspecto, es
dable poner de resalto que la representación letrada de Edenor S.A. siquiera concurrió a las audiencias, circunstancia ésta que
hubiera permitido, de así considerarlo pertinente, formular las oposiciones o repreguntas a fin de desvirtuar su valor probatorio.
Ante la ausencia de elementos que me lleven a desechar los dichos volcados por los deponentes, me inclino por conferirle
suficiente fuerza convictiva para tener por acreditado -junto con el aporte de los restantes elementos- que existió efectivamente el
incumplimiento de la accionada (arg. arts.386 y 456 del C.P.C.C.N.).
VI.- Si no se coincide con mi apreciación acerca de la suficiente prueba directa obrante en el expediente para fundar una condena
contra el prestador del servicio público, juzgo que en el caso existen -cuanto menos- presunciones con fuerza probatoria, que
permiten arribar a la conclusión de que efectivamente el incendio tuvo su origen en una sobretensión en el flujo eléctrico,
configurando esto un desperfecto en la prestación del servicio cuyas consecuencias dañosas deben ser soportadas por quien tenía
a su cargo la obligación contractual (arg. art. 163 inc. 5° C.P.C.C.N.).
A mayor abundamiento, no es posible soslayar que parecería que la demandada era quien se encontraba en mejores condiciones
profesionales y técnicas para probar en este juicio la inexistencia del golpe de tensión alegado por la actora. Y esto no implica, tal
como lo sostiene la quejosa en sus agravios, la prueba de un hecho negativo. Sólo bastaba con acreditar que el suministro fue
prestado de modo regular en ese día, en cambio Edenor S.A. optó por no aportar prueba al respecto.
Es por ello que, la falta de toda prueba traída por esta parte, autoriza a extraer presunciones que no la favorecen. Por ejemplo,
posibles registros propios, que pueda tornar aplicable el art. 388, Código Procesal (conf. esta Sala causa 8073 del 30.8.91 y sus
citas, entre muchas otras). No desconozco que, como principio, incumbe al reclamante acreditar la negligencia imputada a la
distribuidora eléctrica. Pero no es menos correcto que pesa también sobre ésta el deber jurídico y moral de colaborar en el
esclarecimiento de la verdad, ponderando que muchas veces -tal lo que aquí ocurre- es Edenor quien está en mejores condiciones
de aportar los elementos enderezados a la consecución de ese fin (conf. esta Sala causas:5131 del 2.2.88; 7933 del 2.7.91; 7994
del 22.5.91; 61 del 1?.12.92; 7474/92 del 9.11.94; 6602/94 del 10.12.94, etc.; MORELLO, A., “Hacia una visión solidarista de la
carga de la prueba”, ED-132-953; PEYRANO, J., “Doctrina de las cargas probatorias dinámicas”, LL-1991-B-1034; y “Fuerza
expansiva de la doctrina de las cargas probatorias dinámicas”, LL supl. Diario del 22.4.96).
En un pleito de estas características entablado por un usuario (profano) contra un concesionario de servicios públicos (poseedor
del “know how”), quien mejor podría ilustrarnos sobre las causas y proyecciones del siniestro es Edenor. Además vuelvo a recordar
que, por tratarse de la prueba de hechos tendientes a dilucidar si la demandada se comportó en la hipótesis sin omitir “las
diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y que correspondiesen a las circunstancia de personas, del tiempo y del
lugar” -arts. 512 y 902, Código Civil-, resulta admisible recurrir a todo tipo de pruebas, inclusive la de presunciones (arg. art. 163,
inc.5?, Código Procesal). A lo que agrego que, el curso natural y ordinario de las cosas, indica que un monitor en estado de reposo
difícilmente pueda ocasionar un incendio, pero sí que -tal como dijo el perito y reafirmaron los testigos- un cambio en la corriente
eléctrica pueda operar como causa eficaz para desencadenar la explosión que dio origen a la ignición (conf. arg. arts. 901, 903 y
904 del Código Civil).
VII.- Por último, también debe desecharse el planteo introducido por la demandada con relación a que los actores no adoptaron las
medidas de seguridad mínimas e indispensables, incurriendo ellos en una negligencia que los hace responsables por su propia
conducta (fs. 75).
Sobre este punto, a diferencia de lo que este Tribunal resolvió en los precedentes “Diaz, Diego y otro c/ Edesur S.A. y otro s/
daños y perjuicios” del 18.8.11 y “Agüero, Ángel Pedro y otros c/ Edenor S.A.s/ daños y perjuicios” del 24.11.11, en los cuales se
eximió de responsabilidad a las distribuidoras de energía eléctrica por haberse demostrado que el daño se originó exclusivamente
en las deficientes condiciones de seguridad de las viviendas; en el sub-examine no ha quedado demostrada, según las pruebas
arrimadas, la concurrencia de aquél presupuesto. En efecto, el perito ingeniero, afirmó que “el tipo de protección que debe
emplearse contra sobretensiones en la línea, se denomina Descargador de Sobretensión en sus diversas Versiones comerciales y
no son de uso obligatorio en las instalaciones domiciliarias ni son exigidos por las distribuidoras de electricidad a sus clientes” (v.
fs. 247). En este aspecto, destaco que las impugnaciones formuladas por la accionada en su presentación de fs. 267, nada aportan
para desvirtuar las conclusiones referidas por el experto.
De lo expuesto se colige que no se encontraba en cabeza de los actores deber jurídico alguno de contar con aparatos tendientes a
disminuir los efectos perjudiciales que un cambio en la tensión emitida por la distribuidora pudiera irrogarle en sus bienes. La
plataforma fáctica y normativa que se configura en autos, que difiere a la de los supuestos mencionados en los cuales al momento
de emitir mi voto propuse una solución distinta a la aquí planteada, permite aseverar que no existió negligencia en el actuar de los
usuarios en tanto la conducta de aquellos en nada incidió en la consecución del resultado dañoso.
En cuanto al caso “Guasco” citado por la demandada para sustentar su postura, destaco que no se advierten en estas actuaciones
circunstancias de hecho y de prueba que permitan adoptar la misma solución a la que arribaron mis colegas de la Sala III de esta
Cámara. En efecto, y según se desprende de los argumentos tenidos en cuenta para rechazar la demanda, en el marco de la
referida causa los accionantes no pudieron demostrar la existencia del incumplimiento por parte de Edenor.Tal es así, que la única
prueba que justificó su postura consistió en el aporte testimonial, no validado por la experticia técnica ni por el informe de los
Bomberos Voluntarios. Sólo a efecto de ser ilustrativo, recuerdo que en aquél supuesto, los demandantes contaban con armas de
fuego en el inmueble siniestrado, circunstancia que dista de lo que efectivamente sucedió en la presente litis (ver en ese sentido,
considerando 2, causa “Guasco Julio Jorge y otro c/ Edenor S.A. s/ daños y perjuicios” , del 17/05/12).
VIII.- Establecida la responsabilidad de Edenor S.A. en el hecho generador de los daños, resta dar tratamiento a los agravios que
los recurrentes esgrimen con relación a la existencia de los perjuicios y su cuantía.
En primer término, en orden a las manifestaciones vertidas por la demandada en punto a la presencia de los daños, corresponde
recordar que las meras discrepancias o disconformidades con el criterio del Juez, sin fundamentar de manera adecuada la
oposición o dar base a un distinto punto de vista, no constituyen técnicamente una expresión de agravios en los términos del art.
265 del Código Procesal, debiendo en tales casos, declararse desierto el recurso (conf. esta Sala, causa “Magnarelli” del 19.11.10).
Desde este punto, la parte sólo refiere en breves párrafos que a lo largo de la causa la actora no ha logrado probar la efectiva
concreción de los perjuicios con motivo del siniestro.
Tal aseveración, al margen de carecer de sustento probatorio alguno, no puede ser atendida a poco que se repare que los daños
padecidos en ocasión del incendio han quedado efectivamente demostrados con la prueba aportada (v. informe técnico obrante a
fs. 6/10, certificados de denuncias a fs. 279/282, pericial psicológica fs.230/242, entre otras). Ello, aún cuando exista una certera
dificultad -a la que haré referencia al tratar las quejas de los actores- en determinar la cuantía que corresponde asignar a cada una
de las pretensiones, extremo éste que no fue cuestionado por Edenor S.A. en tanto, en definitiva, no esgrimió agravio concreto con
relación a los montos conferidos para cada uno de los rubros reclamados.
Por lo expuesto, propicio declarar parcialmente desierto el recurso de la accionada en lo que respecta al punto IV. e) de su
expresión de agravios.
IX.- Llega el turno de abordar las quejas propuestas por los accionantes que refieren a la exigüidad de las sumas reconocidas en el
dispositivo recurridos con relación a los daños sufridos en el edificio y en los bienes que el inmueble contaba al momento en que
aconteció la ignición.
En primer término, aclaro que luego de formular una compulsa detallada de las pruebas rendidas en la causa, comparto en cierto
modo la conclusión a la que arriba mi colega de la anterior instancia en cuanto a la carencia probatoria en la que incurrió la parte
actora al momento de probar el “quantum” de los perjuicios efectivamente acreditados. Sin embargo, como se verá, propondré al
Acuerdo una solución distinta en lo que refiere al valor que debe reconocérsele a los daños sufridos en la vivienda, pues al margen
de reconocer la simpleza del informe elaborado por la perito oficial, entiendo que se trata un dato relevante que me orienta para la
estimación de la cuantía que debe reconocerse por este item.
Como punto de partida, reitero que las pruebas arrimadas a la causa abonan los extremos sostenidos por los accionantes en
cuanto a la generación de daños que afectaron su propiedad. Sólo basta referir a las fotografías del domicilio de los actores (fs.
7/8), las actas policiales labradas como consecuencia del hecho (fs. 279/282), las declaraciones de los testigos (fs. 126/128), el
informe del cuerpo de bomberos (fs.16/17 de la causa n° 1072/2008), entre otras evidencias, para entender que de lo que aquí se
trata es de intentar cuantificar la magnitud de esos perjuicios, encontrándose fuera de toda duda que efectivamente aquellos
concurrieron.
En punto a los daños causados en la estructura edilicia, los apelantes centran sus criticas en la falta de ponderación del acta de
constatación efectuada por la Escribana Ana María GNECCO (fs. 35) y el informe presentado por la perito arquitecta Ana MEREGA
(fs. 165/171).
Con relación al acta notarial, debo decir que más allá de la descripción general del mal estado en el que se encontró el inmueble
situado en la calle Girardot, nada aporta a la hora de estimar el “quantum” de las afecciones causadas en la estructura
arquitectónica. Por ello, no quita ni pone a la hora de revisar la acreencia de los actores la referida prueba, en tanto de aquella se
desprende la sola concreción de los daños, circunstancia ésta que no ha sido pasada por alto por el sentenciante.
Ahora bien, centrando el análisis en la prueba pericial obrante a fs. 165/171, como ya adelanté, debo advertir que para revisar la
suma otorgada por el “a quo”, tomaré sólo como pauta orientadora lo informado por la perito arquitecta. Para concluir su dictamen
pericial, MEREGA informó que la descripción del inmueble, “la cual ejemplifica los trabajos ejecutados y los faltantes, sirve de base
para ponderar los precios de plaza relativos a materiales y mano de obra necesarios para concretarlos, teniendo en cuenta nivel
medio de construcción”. De conformidad con ello, concluye que el precio “por la reconstrucción de los daños ocasionados por el
incendio a la vivienda de autos asciende a $85.000″ (fs. 171). Sin embargo, y aún cuando no ha merecido critica alguna por parte
de Edenor S.A., pese a encontrarse debidamente notificado de acuerdo a las constancias de la causa (v. cédula glosada a fs.159),
no me ceñiré únicamente a aquella suma, pues no puedo dejar de ponderar otros extremos que me parecen relevantes a la hora
de la fijación del monto a reconocer por el rubro. En ese sentido, y advirtiendo que la experta informó que a la hora de elaborar el
dictamen ya se encontraban refaccionadas algunas de las averías, destaco que los actores debieron acreditar en debida forma las
erogaciones efectivamente realizadas antes de la labor pericial. Nada de ello aconteció y por ese motivo, me permito apartarme de
la cifra que informa la experta en sus conclusiones periciales, la que me impresiona un tanto elevada y por ello, sugiero fijar el
monto por este rubro en la suma de $65.000.
Por lo expuesto, entiendo que debe hacerse lugar a la queja de los actores, debiendo elevarse el daño material derivado de los
perjuicios irrogados al inmueble a la suma de $65.000.
X.- Por último, resta analizar las críticas efectuadas con respecto al monto otorgado en concepto de “daños a los bienes del grupo
familiar”.
Sobre este punto, debo decir que la prueba pericial presentada por el perito tasador a fs. 333/338 responde a la valoración de un
listado de objetos denunciados por los actores, que no ha sido acreditado mediante ningún aporte probatorio que avale la denuncia
unilateral de su existencia. En ese sentido, la parte pudo acreditar aquél extremo mediante testigos, documentación o pólizas de
seguro, sin desplegar ninguna actividad tendiente a constatar la objetividad de sus dichos. Esta circunstancia, me persuade como
suficiente para desechar el significativo monto de $557.337 que surge de la prueba pericial (fs. 338), pues una solución distinta a la
que propicio conduciría a justipreciar en exceso un daño que no ha quedado certeramente acreditado.
Sin embargo, atendiendo la magnitud del incendio que se propagó en los ambientes destinados al living y comedor (v.informe de
Bomberos antes indicado), que presumiblemente contaban con el mobiliario destinado a su propio uso, y teniendo en cuenta lo
establecido en el artículo 165 del Código Procesal, cuyo párrafo final faculta al Juez a la estimación directa de los daños
reclamados, siempre que su existencia esté legalmente comprobada, aunque no resultare justificado su monto (conf. Sala III, de
este fuero, causas 1281/93 del 12.4.96, 5094/92 del 9.5.95; FASSI-YÁÑEZ, “Código Procesal Civil y Comercial”, T. 1, pág. 827),
considero apropiado el monto reconocido por el “a quo” en este concepto. En otras palabras, evidenciados los daños en los bienes
de propiedad de los accionantes y dada la ausencia e ineficacia de prueba relativa a la cuantía que corresponde reconocer, no
queda otra alternativa que hacer uso de las facultades emergentes del art. 165 del Código Procesal. Por lo que considero
adecuado confirmar la suma de $85.000 con relación a los daños producidos en los bienes del grupo familiar.
XI. En atención a lo expuesto, voto por confirmar la sentencia apelada en cuanto al fondo de la cuestión y modificarla con relación
al monto reconocido en concepto de daños edilicios, el cual se eleva a la suma de $65.000. Las costas de ambas instancias
deberán sufragarse en el orden causado, atento a las dificultades técnicas y probatorias que exhibe el conflicto y la existencia de
precedentes que pudieron llevar a la demandada a creerse con derecho a resistir la pretensión de los actores (art. 68 2° párrafo
C.P.C.C.N.).
Los doctores Graciela Medina y Ricardo Víctor Guarinoni por razones análogas a las expuestas por el doctor Alfredo Silverio
Gusman adhieren al voto que antecede.
En virtud del resultado que instruye el Acuerdo que antecede, esta sala RESUELVE: confirmar la sentencia apelada en cuanto al
fondo de la cuestión y modificarla con relación al monto reconocido en concepto de daños edilicios, el cual se eleva a la suma de
$65.000. Las costas de ambas instancias deberán sufragarse en el orden causado, atento a las dificultades técnicas y probatorias
que exhibe el conflicto y la existencia de precedentes que pudieron llevar a la demandada a creerse con derecho a resistir la
pretensión de los actores (art. 68 2° párrafo C.P.C.C.N.).
Regístrese, notifíquese y devuélvase. ALFREDO SILVERIO GUSMAN
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