Domingo 29 - Parroquia Santa Catalina

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Parroquia de Santa Catalina______________________________________________________________________
29º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo B
JORNADA DEL DOMUND
Autor: Antonio Campillo
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Sagrada Escritura:
1ª lectura: Isaías 53, 10-11
Salmo: 32
2ª lectura: Hebreos 4, 14-16
Evangelio: Marcos 10, 35-45
Mensaje doctrinal: “EL QUE QUIERA SER GRANDE SEA VUESTRO SERVIDOR”
1. El servicio como valor del Reino
El texto del evangelio de hoy continúa el pasaje del joven rico del domingo pasado.
Pero, entre los dos relatos, hay unas frases del evangelista que no hemos escuchado. En ellas
se presenta a Jesús subiendo con sus discípulos a Jerusalén, (a Jerusalén siempre se “sube”: en
esta lengua que hablaba Jesús no existía el verbo subir, cuando se refiere a “ir a Jerusalén”. “Ir
a Jerusalén” era “subir a Jerusalén”, y no sólo en un sentido topográfico, pues Jerusalén está a
unos 750 metros sobre el nivel del mar, sino sobre todo en un sentido teológico y espiritual,
pues Jerusalén significaba para un judío la ciudad del Dios Altísimo que moraba en su
templo...el Templo que era signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo)...Jesús, dice
San Marcos, “subiendo camino de Jerusalén se adelantó a sus discípulos y ellos que le
seguían iban con miedo”. Entonces el Señor les empieza a hablar de nuevo de su pasión y su
muerte que pronto iba a sufrir, y por esto “subían a Jerusalén”.En este contexto es cuando
surge la petición de la madre de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, que hemos leído ya en
el evangelio de hoy: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu
izquierda”
La petición de los Zebedeos no podía ser más inoportuna. Precisamente cuando Jesús
sigue hablando a sus discípulos de que su mesianismo no tiene el sentido temporal y
nacionalista que tanto esperaban todos sus contemporáneos, sino que tenía que pasar por el
fracaso de la pasión y de la cruz, es cuando los dos discípulos, después de preparar bien el
terreno: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te pidamos”, piden a Jesús las dos
“carteras” ministeriales más importantes, la de la derecha y la de la izquierda Y surge el
enfado de los otros diez, que sin duda, secretamente, tenían similares aspiraciones.
Jesús aprovecha esta ocasión para repetir,-y repetirnos a nosotros-, la actitud que
deben tener y exige a sus seguidores y especialmente a aquellos que ejercen alguna autoridad
en la comunidad de creyentes en Jesús: “Sabéis, dice Jesús, que los jefes de los pueblos los
tiranizan, y que los grandes los oprimen, pero no ha de ser así entre vosotros”. “Entre
vosotros nada de eso”. Los cristianos deberían ser y actuar de otra forma. Y la razón de esa
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exigencia es la misma persona de Jesús: él que “no vino a ser servido, sino a servir y dar su
vida en rescate por todos”
Como hemos leído en la primera lectura del profeta Isaías, en donde la Iglesia siempre
ha visto hechos realidad en Cristo los cantos del Siervo de Yahvé: “El inocente fue triturado
por el sufrimiento y cargó con los crímenes de los hombres”. Y repite la Carta a los Hebreos,
que hemos recordado en la segunda lectura: Cristo es el que nos pone en paz con Dios, Él que
es el único sacerdote, el que crea puentes entre Dios y los hombres,-eso significa Pontífice-, y
se compadece de nuestras debilidades, “semejante exactamente a nosotros, menos en el
pecado”
Y esta actitud de servicio ha de ser la actitud del cristiano, de los seguidores de Jesús
de Nazaret, máxime si tiene alguna responsabilidad en su Iglesia.
2. Poder y servicio en el amor
¿Qué haría Cristo en mi lugar?, podría ser la pregunta clave a la hora de aplicar esta
enseñanza del evangelio a nuestras vidas, si queremos ser seguidores de Jesús.
No se trata de una imitación fría y mimética de lo que Él hizo, ya que lógicamente las
condiciones y circunstancias de vida, tiempo y lugar son muy distintas a las actuales...Pero
por eso la pregunta sigue teniendo validez: ¿“Qué haría Cristo en mi lugar, en este tiempo y
en estas circunstancias concretas?
¿Qué haría Cristo si estuviese en mi lugar ante los grandes problemas de nuestro
tiempo, o ante los pobres, ante sus dolores y miserias? ¿Cómo intentaría resolverlos
Jesús?...No pensemos que nada podemos hacer ante los grandes problemas de nuestro
tiempo. La Madre Teresa de Calcuta, que hoy está siendo beatificada en la plaza de S. Pedro
decía: “A veces sentimos que lo que hacemos es sólo una gota de agua en el mar, pero el mar
sería menos si le faltara una gota”, es la gota de mi personal cooperación.
Por tanto esta es la pregunta que hoy nos debemos hacer al aplicar el evangelio: ¿“Qué
haría Cristo si estuviese en mi lugar ante el problema de los emigrantes, ante los divorciados
vueltos a casar, ante nuestra situación de crisis, no sé si económica, pero ciertamente sí crisis
moral?
Y no sólo es válida esta pregunta para las personas que tienen algún cargo en la Iglesia
o en la sociedad. Todos podemos hacernos esta pregunta: “Qué haría Cristo en mi lugar”, en
mis relaciones familiares y humanas, ante los conflictos que existen en casi todas las familias,
ante nuestras tensiones en nuestras relaciones personales, ante las personas que quiero y que
significan tanto en mi vida, “¿qué haría Cristo en mi lugar?”.
Y sé que esto no es fácil, no sólo realizarlo, sino también comprender lo que haría hoy
Jesús. Esto se puede intuir en el silencio de la oración. “El fruto del silencio, decía la Mare
Teresa, es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del
amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.” Pero hay algo que ciertamente sabemos
que siempre haría Jesús, porque fue un verdadero lema de su vida y la quinta-esencia como
Dios y como hombre. Me gusta la definición de Jesús como “El hombre que fue para los
demás”. “El no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida por los demás”
Y se pude servir no sólo en las grandes empresas; hay pequeños servicios que son
buenos servicios y jalonan nuestro vivir cotidiano, en la familia, en el trabajo, en la sociedad,
en las comunidades...Hay personas que todo lo critican. Nosotros debemos ser los que
“sirven”. “El que no sirve para servir, no sirve para vivir”, otro pensamiento de la ya Beata
Madre Teresa de Calcuta.
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“Servir”, esta fue la marca en la vida de Jesús; esta debe ser la marca de los seguidores
de Jesús
3. El servicio, hoy en nuestra cultura
En este día nos podemos preguntar el DOMUND: Aplicamos hoy de una manera
especia este mensaje de “servicio” del evangelio a este domingo en el que celebramos la
jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND, que este año lleva el lema: “Misioneros de la
Misericordia”.
¿Somos conscientes que hemos recibido un maravilloso mensaje del hombre más
importante de la historia, Jesús de Nazaret, y que la fe en él nos conduce a la salvación? Y
que debemos ir y transmitir la fe como María “fue deprisa a la montaña a servir” y trasmitir
la gracia de la salvación a su prima Santa Isabel?
Doscientos mil misioneros (14.000 españoles y 108 de nuestra diócesis de Ciudad Real)
han entendido así el mensaje de “servicio” de Jesús a favor de los hombres y han sido
capaces de dejar familia, patria, bienestar, la cultura propia…. para anunciar el evangelio a
los que aún no han oído hablar de él. Y al tiempo que predican el evangelio con la palabra,
ofrecen, como hermanos de todos, su ayuda al prójimo en las zonas del mundo de mayor
dolor, miseria, hambre y enfermedad.
Por eso los misioneros deben ser ayudados por todos los cristianos. Es el objeto de esta
jornada del Domund. Hermandad, esperanza y “servicio” que traducido a números podemos
constatar en la atención de hospitales y leproserías, centros educativos, institutos y
universidades, orfanatos y numerosos puestos de misión repartidos por todo el mundo.
Y como ellos en vanguardia, nosotros misioneros en la retaguardia de la Iglesia,
también podemos ser vínculos del Amor de Cristo, abiertos y abridores de Esperanza por el
influjo del Espíritu en este “servicio” apostólico y misionero. Sintiéndonos también hermanos
de todos los hombres. Por eso se nos pide hoy nuestra colaboración.
a) En la toma de conciencia de nuestro deber y vocación misionera. Amando a Dios y
al
prójimo, principal mandamiento como nos dice el Señor
b) Con nuestra oración por las misiones, sobre todo si somos personas mayores y
enfermos, que quizá creemos que no podemos hacer otra cosa. Orando siempre sin
desanimarnos, como Santa Teresita del Niño Jesús, que es patrona de las misiones
en la misma línea de San Francisco Javier, con sólo su oración y entrega desde los
claustros de un monasterio de clausura
c) Con nuestra aportación económica.
Que demos con generosidad según el grado de nuestro amor a Cristo y a su mandato:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio”. Ellos, los misioneros, lo predican allí…
Nosotros con nuestra oración y nuestra limosna nos sentimos hermanos y colaboramos en el
“servicio” de la predicación ahora y desde aquí.. Con María todos somos llamados a la
Misión. AMÉN.
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