SEMBLANZA DE UN SACERDOTE SALESIANO

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SEMBLANZA DE UN SACERDOTE SALESIANO
P. ETTORE CALOVI
Queridos Hermanos:
El artículo 177 de nuestros Reglamentos Generales prescribe que "por muerte de un
hermano, el director dirija prontamente la carta mortuoria.
En el cumplimiento de este deber, con emoción y profunda gratitud, les presento la carta de
nuestro hermano
Padre Ettore Calovi
1.- Desde los orígenes hasta la Casa del Padre
El Padre Calovi nació el 13 de diciembre de 1918, en Faedo, Consejo de S. Michele,
distrito de Trento, Italia. Integrante de una familia numerosa, profundamente cristiana, era
el mayor de once hermanos, siete hombres y cuatro mujeres.
Entró en el aspirantado salesiano en 1929 con 10 años de edad.
Ciertamente que, con su ejemplo de hermano mayor, cuatro de los hermanos se hicieron
salesianos, tres sacerdotes y un coadjutor.
El Padre Calovi habría completado 90 años el 13 de diciembre de 2008. Una vida larga y
fecunda, marcada por varias etapas y funciones, en la Congregación y en la Iglesia.
Hizo la primera profesión en 1936, en la Inspectoría Véneta, por tres años, con "el deseo y
la esperanza de ser salesiano por toda la vida", manifestando la voluntad de adquirir el
espíritu de Don Bosco, con una viva conciencia del llamado del Señor y del deber de
correspondencia y fidelidad.
Era un joven inteligente, de carácter abierto, piadoso y con el deseo de ser misionero. De
este modo, los Superiores lo enviaron a Portugal inmediatamente después de su primera
profesión. Fue a hacer los estudios filosóficos a Estoril, en los años 1936-1938. Enseguida
hizo la asistencia en la casa salesiana de Semide, entre 1938 y 1940, y en Mogofores entre
1940 y 1942 y junto al noviciado fue asistente de los novicios. Allí profesa perpetuamente
el 16 de septiembre de 1942.
Regresa a Estoril para el curso teológico y vive intensamente su ideal sacerdotal. El 30 de
diciembre de 1945 en una carta dirigida al Director para pedir su ordenación, le manifiesta:
Llegó finalmente el día que tanto anhelé y luché durante los más hermosos años de mi
mocedad, que me llevó a abandonar a mi familia y a mi patria, fascinado por el encanto de
la invitación de Jesús. Mucha parte de mi ser está concentrada en ese sublime ideal".
Manifiesta el deseo de configurar su ideal sacerdote, de santo sacerdote salesiano, como
San Juan Bosco y como el salesiano P. Andrés Beltrami. Es ordenado sacerdote el día 16 de
marzo de 1946, por D. Rafael da Assunçâo, en Estoril.
Después de la ordenación es enviado a la Oficina de San Jesús, de la ciudad de Porto, como
catequista, director del Oratorio, encargado de la administración y maestro de canto.
En 1948 es nombrado Encargado de la Casa de Nuestra Señora Auxiliadora-Ediciones
Salesianos, en Porto, y director después de la aprobación de la erección canónica de la casa,
el 9 de mayo de 1950.
En 1956 regresa a Estoril, con la función de catequista, regresando nuevamente en 1959 a
las Ediciones Salesianas como director, por más de un sexenio.
En 1965 es destinado a la casa de Vila do Conde, con el encargo de vice-postulador de la
causa de beatificación y canonización de la cooperadora salesiana Alexandrina Maria da
Costa. En 1966 acumula también el cargo de administrador.
En 1968, vuelve a la ciudad de Porto, como catequista de la Escola Salesiana da
Inmaculada Conceiçâo, por un período muy breve, siendo llamado en enero de 1969 para
ser secretario de la Nunciatura Apostólica en Lisboa, donde permanece por 35 años.
En este período, acumula también el cargo de director de Manique, entre 1984 y 1990,
pasando a residir en las Oficinas de San José, en Lisboa, asumiendo el cargo de Vicario
Parroquial (Coadjutor) de la paróquia de Nossa Senhora dos Prazeres, confiada por el
Patriarcado de Lisboa a los salesianos.
En 2004, por motivos de salud, va a la residencia Artémides Zatti, de Manique, donde
fallece el 19 de septiembre de 2008.
2. Algunos trazos de su perfil
El Padre Calovi fue un sacerdote salesiano ejemplar en la observancia religiosa, en la
práctica de los votos, en la relación fraterna, en la vivencia del ideal sacerdotal y en el
ejercicio del ministerio sacerdotal.
Su vida se caracterizó por una fe profunda, una piedad ejemplar, un grande amor a la
Iglesia y a la Congregación, una disponibilidad y fidelidad hasta el final.
En el intercambio de correspondencia con los Superiores, relacionada con la obediencia
religiosa, el Padre Calovi manifiesta un profundo sentido de fe, buscando a través de un
diálogo abierto y franco la voluntad de Dios, que acoge sin reservas. En esa
correspondencia se transparenta siempre su grande amor a la Congregación y a la Iglesia,
su celo apostólico y vocacional.
En 1963, solicita al Provincial su autorización para acoger a algunos jóvenes vocacionables
en las Ediciones Salesianas. Fue un eximio confesor y director espiritual, solicitado y
buscado por Comunidades Religiosas, Sacerdotes y fieles, como un "especialista" de la vida
de la fe; por eso fue nombrado vice-postulador de la causa de beatificación y canonización
de Alexandrina Maria da Costa, por el entonces Arzobispo de Braga, D. Francisco Maria da
silva, "con la confianza del señor Arzobispo y de su cabildo", "dado el papel que los
salesianos tuvieron como instrumentos de Dios en la elevación de esta Alma".
Prestó también colaboración en otros procesos de beatificación y canonización, dada su
competencia y autoridad en este campo de la santidad.
Sabio y competente guía espiritual, acompañó a muchos religiosos, religiosas y sacerdotes
en el discernimiento vocacional y colaboró con Instituciones Religiosas en la elaboración
de procesos de dispensa de votos y órdenes, siendo, en muchos de ellos, instructor del
proceso jurídico.
En el ejercicio de los cargos, muchos de ellos en circunstancias difíciles, el Padre Calovi
reveló siempre un profundo sentimiento de fe y de confianza en Dios, un espíritu de
discernimiento, buen sentido y serenidad, así como una capacidad de sacrificio, de
sufrimiento silencioso, no quedando nunca desanimado.
El Padre Calovi fue un gran servidor de la Iglesia y de la Congregación. Su vida,
configurada a Cristo, siervo del Padre y de los hombres, fue marcada por una grande
humildad, amabilidad, disponibilidad, discreción y fidelidad.
En reconocimiento por su preciosa colaboración salesiana prestada durante muchos años a
la Nunciatura Apostólica, la Iglesia, en la persona del Santo Padre Juan Pablo II, le
concedió un honor pontificio, atribuyéndoles la cruz "Pro Ecclesia et Pontifice", que le fue
impuesta por el Nuncio Apostólico, el día 12 de noviembre de 2004. El Nuncio de su
Santidad escribió: "La distinción quiere significar el grande aprecio por su dedicada
colaboración en la Nunciatura Apostólica y por su mucha devoción a la Iglesia y al Santo
Padre".
Profundamente piadoso, con un grande amor a Jesús Eucaristía y a la Santísima Virgen,
participó hasta que su salud se lo permitió en la celebración eucarística y en la oración de la
comunidad, con actitud contemplativa y orante, sustentado siempre el rosario en la mano.
Murió con la misma serenidad con que vivió. En los últimos años, la dolencia no le
permitía comunicarse con palabras, pero de dejó de tener su mirada límpida, su sonrisa
amable, irradiando una paz que a todos contagiaba y edificaba.
Sus exequias tuvieron lugar en la Iglesia de Nossa Senhora Auxiliadora, en Bicesse,
presididas por el Señor Nuncio Apostólico, D. Alfio Rapisarda y participando un grande
número de Salesianos, miembros de la Familia Salesiana, familiares y numerosos amigos.
En la Homilía, el Señor Nuncio Apostólico se refirió al Padre Calovi como "hijo ilustre y
estimado de la benemérita Familia Salesiana, en la cual y por la cual dedicó toda su vida al
Señor, haciendo suya la máxima de Don Bosco: "Da mihi animas coetera tolle", siguiendo
la vida de la santidad, dedicando su vida a los otros por quienes todo dejó, hasta su tierra
natal, Italia, para servir a los hermanos de este país, Portugal, que se convirtió en su casa,
que benefició con su actividad con su celo y con su entusiasmo religioso.
El Señor Nuncio atestiguó también la estima y la admiración de la Familia Salesiana, de los
amigos y de cuantos trataron y conocieron al Padre Calovi, "una estima y una admiración
que quiero atestiguar en nombre de la Santa Sede y de la Iglesia en Portugal, por los
muchos y fructuosos años de servicio generoso y fiel, más de treinta, prestados a la
Nunciatura Apostólica como colaborador de muchos predecesores mío y de mí mismo. Y
agregó: "El Padre Calovi, de quien tuve el placer y el privilegio de ser testigo de sus altas
dotes y cualidades humanas y sacerdotales que lo adornaban, fue verdaderamente "el siervo
bueno y fiel" del que habla el Señor en el Evangelio; el "siervo bueno y fiel" que sabe
fructificar sus múltiples talentos que el señor le dio.
Una vida que dejó un rastro de luz
La vida del Padre Calovi contagió positivamente a todos aquellos que lo conocieron y
fueron objeto de su solicitud pastoral y de su ministerio sacerdotal. He aquí algunos
testimonios:
Los salesianos Padre Delfim Santos y P. Joaquim Teixeira, fueron parte del grupo de los
jóvenes vocacionables que el Padre Calovi recibió cuando era director de la Casa de Nossa
Senhora auxiliadora-Ediciones Salesianas, en el período de 1948-1956.
El Padre Delfim da el siguiente testimonio:
"Conocí al Padre Calovi siendo muy niño, cuando iba a celebrar la Eucaristía dominical a la
capilla de mi tierra. En esos momentos, no percibía mucho de lo que decía, pero intuía la
convicción y la sinceridad en como lo decía. Y la convicción y la sinceridad de los otros
nos crea el deseo interior de ser también nosotros así.
Me recibió en la casa de Nossa Senhora Auxiliadora, en Porto, donde para entonces ya
había allí una docena de jovencitos que, como yo, se preparaban para el Seminario de
Mogofores. En ese tiempo fui testigo de su proximidad con todos, aún en los momentos en
que no estaba con nosotros. Nos trataba con mucha afabilidad y consideración, como si
fuésemos para él las personas más importantes que conocía. Eso nos daba una autoestima y
un deseo profundo de estar siempre en su consideración. Siempre sonriente y amable, me
parecía ver en él la figura de Don Bosco, de quien nos hablaba diariamente, tanto en las
"buenas noches" como en la hora del rezo del santo Rosario y de la lectura espiritual. Su
simpatía en el trato y la cordialidad al relacionarse con todos, le granjeaban mucha
admiración y muchas amistades. Le ardía en el alma el sol de la bondad, que repartía con
generosidad.
Nos imbuyó la grandeza del sacerdocio acompañándonos en esa proximidad, manifestada
en el interés de saber como estábamos, como iban nuestros estudios, si nos sentíamos
entusiasmados en nuestra vocación. Quería saber de nuestros pequeños o grandes
problemas, siempre tenía una palabra de aliento que se convertía en un lenitivo para
nuestros dolores. Ese interés y esa proximidad, esta bondad y esta alegría, este amor a Dios,
a Nuestra Señora y a Don Bosco fueron siempre lo más admirable en el Padre Calovi. Los
hombres y los santos son personas, de cuya alma nos podemos alimentar, pues no se
reservan para sí, reparten lo que son y lo que tienen a los otros. El Padre Calovi fue para mí
un apoyo en aquello que llamamos vocación humana y cristiana. Se dio a los otros sin
vaciarse, se repartió sin quedar más pobre. Qué Dios lo recompense."
A su vez, el P. Joaquim Teixeira escribe:
" Conocí al Padre Heitor Calovi en marzo de 1952, cuando me recibió en las Ediciones
Salesianas en Porto, donde estuve, junto con otros jovencitos, hasta que me fui a Mogofores
a principios del año lectivo 1952-1953. Lo que más me marcó en aquella época -decisiva en
mi desarrollo vocacional- fue el espíritu de familia y la voluntad que había entre los
salesianos y los jóvenes, donde casi todo (refectorio, trabajo, tiempo de recreo y de
formación) era vivido en común, con jovialidad y alegría. A partir de entonces, sobre todo
en los primeros años de seminario, siempre nos acompañó. Testimonié su grande alegría
cuando fui ordenado sacerdote en 1970. Celebró en mi misa nueva en agosto de 1970 y se
dignó estar presente en las bodas de plata de mi sacerdocio, en 1995. Destaco, además de su
santidad personal y de su amor a la Iglesia, que todos reconocen, algunas virtudes más
entrañables: piedad, alegría de estar con la gente y con las familias cristianas, buen trato,
cordialidad sonriente, sencillez, buena educación, afabilidad, espíritu de trabajo. En suma,
una caridad profundamente salesiana, que expresa, entre otras manifestaciones, una
benevolencia efectiva para con el prójimo y en el hábito entrañable de señalar las
cualidades de los otros y nunca sus defectos.
El Padre Heitor Calovi, que siempre mantuvo finas relaciones con todos, dentro y fuera del
ambiente salesiano, fue, en la rigurosa acepción del término, un excelente padre."
El Padre José Pedrosa Ferreira, actual director de la Casa Salesiana de Nossa Senhora
Auxiliadora-Ediçôes Salesianos, recuerda las impresiones de su primer encuentro con el
Padre Calovi.
"Uno de los primeros salesianos que conocí, antes de entrar al Noviciado, fue el Padre
Calovi, entonces Catequista en la Escola Salesiana do Estoril. En este primer encuentro, me
miró a los ojos, con sencillez y simpatía y me dijo unas palabras amables.
Desde ese día, y ya de esto hace muchos años, siempre que nos encontrábamos, continuaba
saludándome con esa sonrisa de afecto que me alegraba tanto.
A esto yo lo llamo amabilidad, que es una de las características del espíritu salesiano."
El Padre José Aníbal Mendoça, recuerda al Padre Calovi, como director en el posnoviciado, como un "salesiano genuino, puro y fiel", "daba exacto la idea de que había
vivido con Don Bosco, tal era su identificación con los valores de la tradición salesiana. En
el trato era una persona bondadosa, simpática acogedora, amiga. Tenía una devoción
contagiosa por María Santísima."
También las Hijas de María Auxiliadora expresaron su gratitud por lo mucho que se
beneficiaron de la persona y del ministerio salesiano sacerdotal del Padre Calovi.
Don Joaquim Mendes, Obispo Auxiliar de Lisboa, que acompañó al Padre Calovi como
director hasta unos meses antes de su muerte, ausente en Roma, escribe en los mensajes de
pésame: "Me asocio a la comunidad de Manique, a la comunidad Provincial y a la familia
del Padre Calovi con la oración, el afecto y la acción de gracias al Señor por el don que fue
la vida de este Hermano para la Iglesia, para la Congregación, para cada uno de nosotros y
para cuantos lo conocieron.
Recogemos su herencia de fidelidad a Cristo, a la Iglesia y a la vocación salesiana y
sacerdotal. El ejemplo de su fe y piedad; su bondad y gentileza; el testimonio de obediencia
humilde y generosa, su servicio dedicado, su entrega hasta el final. Murió irradiando la
misma paz y serenidad con que vivió, expresión de una profunda vida espiritual.
También las Hijas de María Auxiliadora, que se beneficiaron de su ministerio salesiano
sacerdotal lo recuerdan.
Escribe la Hermana Maria Isabel Coutinho:
"Es ciertamente un deber de justicia y de gratitud recordar y enaltecer la figura impar del
llorado P. Heitor Calovi.
Nosotras, las Hijas de María Auxiliadora, mucho le debemos, durante muchos años nos
acompañó espiritualmente con fraterna y delicada competencia.
Personalmente, considero una grande gracia de Dios el hecho de haberlo tenido, no
solamente como confesor, pero sobre todo como director espiritual, durante los años más
difíciles y apostólicamente más imperativos de mi vida, desde 1971, cuando era maestra de
novicias. Tanto para mí como para ellas, el Padre Calovi fue un auténtico padre espiritual y
en su humildad, serenidad y piedad salesiana, fue ciertamente la ayuda más preciosa que
pude gozar en esa delicada misión."
Y la Hermana Maria Dores Esteves, también Hija de María Auxiliadora, atestiguó:
"Yo conocí al Padre Calovi en 1982, en la Casa de Santa Ana, en Setúbal. En ese tiempo
era confesor de la Comunidad.
Cuando fui a Setúbal, me sentía un poco enojada, por la manera en que me dieran la
obediencia. Hasta pensé en irme. El Señor permitió que me encontrase con el Padre Calovi.
Gracias a su comprensión, paciencia y amabilidad, fue aceptando lo incomprensible. Si
todavía estoy en la Congregación, se lo debo al Padre Calovi.
El Padre Calovi era un hombre de oración, de grande espíritu de sacrificio y de mucha
dedicación. Como Jesús, el Buen Pastor que cuida de su rebaño, así hacía el Padre Calovi
con las personas que orientaba espiritualmente.
Agradezco a Dios el don de su vida y vocación. Dios se hizo presencia en mi vida. Vino a
mi encuentro en la apersona de este Santo Sacerdote.
Cuando fue director de Manique, el Padre Calovi acompañó pastoralmente a la comunidad
cristiana de Bicesse, nacida y sostenida por un grupo de Salesianos Cooperadores. El
cooperador salesiano José Lago, recuerda la acción pastoral del Padre Calovi entre los
cooperadores y entre los demás fieles:
El Padre Calovi fue para la comunidad cristiana de Bicesse, una figura determinante,
influyente y muy querida por su amor y su dedicación.
El Padre Calovi, desde el primer día que comenzó a trabajar en Bicesse, promovió siempre
la devoción a Nuestra Señora Auxiliadora, a través de la sensibilización de las personas de
esta comunidad.
Fue incansable en el acompañamiento de la construcción de la iglesia, colaborando y
participando en varios paseos, organizados con vistas a conseguir fondos.
Estuvo presente en reuniones, donde la comisión organizaba las actividades, con vista a la
construcción del templo, así como en la construcción de la comunidad. En estos encuentros,
fue gracias a su influencia y amor a Nuestra Señora Auxiliadora, que la iglesia de Bicesse
recibió su título."
Conclusión
Concluimos esta carta-memoria con un sentido profundo de gratitud a Dios por la vida de
nuestro Hermano: 72 años de vida religiosa y 62 de sacerdocio. Una vida larga y fecunda,
vivida en una entrega incondicional a Dios, a la Iglesia, a la Congregación Salesiana, en los
diversos lugares y misiones a donde fue enviado.
Guardamos como herencia el precioso ejemplo de su vida y de su santidad que nos edifica y
estimula.
Acreditamos que el Padre Calovi vive en el seno de la comunión de los Santos. Don Calovi
continúa vivo y presente, no sólo en nuestra memoria sino sobre todo en nuestro corazón y
en nuestra oración.
Contamos con su intercesión junto a Dios, para que nos ayude a ser fieles y generosos
servidores de su Iglesia y de la Congregación, así como él lo fue, y que nos envíe muchas y
santas vocaciones como la de él.
Manique, solemnidad del Nacimiento del Señor, 25 de diciembre del 2008.
Padre David Bernardo
Director
en la siguiente página el artículo sobre el Padre Calovi
CÓMO CONOCÍ AL PADRE CALOVI
Yolanda Astrid Avilés Salesiana Cooperadora
Era el año 1988, el año del centenario de la muerte de mi amado
Padre San Juan Bosco, yo
me había ido a residir a
Monterrey, México, junto
con mis hijas y una nieta.
Como siempre,
inmediatamente nos
juntamos con las
exalumnas del colegio
donde estudiamos mis
hijas y yo y estaba
estudiando mi nieta.
Allí en el querido colegio
de mi infancia hice la
Promesa de Cooperadora
Salesiana y me regalaron
un libro devocionario del
cooperador salesiano. Ese
fue mi encuentro con
Alejandrina María da Costa, leí una pequeña página del
devocionario y quedé prendada de la figura de Alejandrina, sentía
que la página me hablaba, como si las letras tuvieran vida... ¡¡¡y la
tenían!!!
Por los años noventa nos fuimos a residir a Querétaro, allí
conseguí trabajo, me empecé a juntar con los cooperadores de las
ciudades vecinas y después de toda la Provincia Norte. En los
encuentros pedía que me dejaran hablar sobre una cooperadora
muy querida por mí y así empezaron a conocer a Alejandrina.
Llegó el año 1999, yo daba mis primeros pasos en Internet y me
juntaba con un grupo de la Familia Salesiana, según mi costumbre
les empecé a mandar mensajes sobre Alejandrina y para mi alegría
me contestó un Salesiano, me dijo que le gustaba mucho como me
expresaba sobre Alejandrina. Ese Salesiano bueno, maravilloso,
que cambió mi vida se llamaba Ettore Calovi.
Ettore Calovi nació el 13 de diciembre de 1918 en Faedo — San
Michel Ádige — Trento. Sus padres eran campesinos, muy buenos
cristianos, educaron a sus hijos con mucho amor, enseñándoles el
catecismo. Padre Calovi me contó que acompañaba a su mamá a
cuidar unos animales que tenían y su mamá le contaba Historia
Sagrada y le decía: ¿Qué quieres ser de grande, quieres entregarte
al Señor? el pequeño Ettore le daba pena contestar, hasta que se
animó y le pidió a su mamá que le dijera al papá, y así fue como el
buen papá lo llevó con los salesianos al colegio de Trento, donde
estudió de 1929 a 1935, donde hizo su aspirantado y empezó el
noviciado, hizo sus votos perpetuos y pidió irse a Misiones y
teniendo 17 años de edad,
en 1935, lo mandaron a
Portugal.
Lo mandan al Noviciado
en Mogofores, conoce a
su maestro de novicios,
Padre Humberto
Pasquale y allí estudia
Filosofía, Teología, y
aprende a ser el Salesiano
maravilloso que siempre
ha querido Don Bosco.
Padre Humberto llevaba
a sus alumnos más
buenos a conocer a su hija espiritual, Alejandrina María da Costa,
así fue como llevó a Ettore y después le confió los escritos de
Alejandrina, como me dijo el Padre Calovi, 4000 páginas escritas
a mano, las pasó a máquina.... y aprendió a amar a la querida
Alejandrina.
Recuerdo que Padre Calovi estuvo siempre pendiente de
Alejandrina, era el enlace con Padre Humberto, estuvo pendiente
de ella hasta su muerte, después fue nombrado Postulador,
contribuyó en su Proceso, recogió datos, hizo traducciones, él hizo
la traducción de los estudios médicos que le practicaron en
Francia a la miraculada. Después los consiguientes testimonios
que siguieron en el Proceso. Trabajó y trabajó incansable por
nuestra querida Beata.
Sor María Fernanda Passos me mandó la biografía de Alejandrina,
me puse a estudiar gramática y redacción portuguesa y en el
momento en que me quedé sin trabajo me puse a traducir, el
Padre Calovi me corrigió todo lo que traduje y con la ayuda de mi
hija Martha Yolanda en el año 2003 le abrimos una página Web a
nuestra querida Beata.
El día 19 de septiembre del 2008 nuestro queridísimo Padre Calovi se
fue a la Casa del Padre, ya está junto al Padre Humberto y junto a la
Beata Alejandrina. Desde el Cielo siguen cuidándonos e intercediendo
por nosotros.
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