INDuLGENCIAS 101 - Diocese of Oakland

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Indulgencias 101
1. Qué son indulgencias?
Pbro. Alexander Castillo
Oficina de Liturgia
Diócesis de Oakland
La doctrina sobre las indulgencies es parte de la fe de la Iglesia. Sin embargo, muchos fieles
católicos siguen sin entender bien de qué se trata. Para algunos, esta parte de la doctrina
suena como algo pasado de moda, algo de la Edad Media, o, aún peor, algo que “un creyente
modern no necesita saber, o no puede aceptar.”
El Jubileo de la Misericordia nos trae una nueva oportunidad para reflexionar acerca de las
indulgencies, y más aún, para experimentarlas como parte de “ la santidad de la Iglesia que
participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo, para que el perdón sea extendido hasta
las extremas consecuencias a la cual llega el amor de Dios” (Misericordiae Vultus, n. 22).
Para comprender qué son las indulgencies, necesitamos comprender en primer lugar que el
pecado tiene una doble consecuencia, tal y como lo explica el Catecismo de la Iglesia
Católica. (ver nn. 1471-1473). Sí, doble. No todo el mundo sabe esto. Pareciera como si este
concepto se ha perdido, al igual que la claridad sobre lo que es pecado, y la distinción entre
pecado mortal y pecado venial. El Jubileo de la Misericordia, recordándonos la verdad de la
doctrina de la Iglesia, nos da la oportunidad de reconciliarnos con Dios y con la Iglesia, y de
esta manera, disfrutar y regocijarnos en la Misericordia de nuestro Señor.
Doble consecuencia. Qué significa esto? De nuevo, el Catecismo (n. 1472) explica: “El pecado
grave nos priva de la comunión con Dios y por ello nos hace incapaces de la vida eterna,
cuya privación se llama la "pena eterna" del pecado. Por otra parte, todo pecado, incluso
venial, entraña apego desordenado a las criaturas que es necesario purificar, sea aquí
abajo, sea después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación
libera de lo que se llama la "pena temporal" del pecado. Estas dos penas no deben ser
concebidas como una especie de venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino como
algo que brota de la naturaleza misma del pecado. Una conversión que procede de una
ferviente caridad puede llegar a la total purificación del pecador, de modo que no
subsistiría ninguna pena.”
Permítanme tratar de ilustrar esto con algo que me sucedió hace ya muchos años. Cuando
era niño, siempre iba a jugar con mis hermanos y mis amigos a un parque, incluso durante
la época de lluvias (el clima tropical de Costa Rica permite hacer eso). Un día, después de
un buen aguacero, estábamos jugando allí. Había, por supuesto, mucho barro alrededor. De
repente y sin razón alguna, uno de los niños le lanzó barro a mi mejor amigo, que estaba
estrenando una nueva camisa. Fue solo “por jugar”? O quizá estaba celoso porque mi amigo
estaba usando una camisa nueva de nuestro equipo de fútbol favorito? Después de tantos
años, todavía no sabemos realmente el por qué.
Naturalmente, mi amigo se sintió mal: por un lado estaba muy enojado, pero también
herido. Ya no quería jugar más, y en especial con ese niño. Su camisa nueva era un desastre,
al igual que su corazón.
Algunos de nosotros tratamos de ayudarlo, limpiando su camisa lo más que pudimos.
Luego se calmó. Los niños tienen corazones generosos, así que fácilmente perdonó al otro
niño y media hora después ya estabamos jugando de otra vez, como si nada hubiera
pasado. Pero la camisa seguía sucia. La mamá de mi amigo tuvo que hacer un gran esfuerzo
para sacarle todas las manchas.
Creo que esta pequeña historia nos puede ayudar a comprender qué son las indulgencias.
El pecado, específicamente el pecado mortal, destruye nuestra comunión con Dios y con la
Iglesia (Catecismo de la Iglesia Católica, 1472). Pero nuestro Dios, que es misericordioso, está
siempre dispuesto a restaurar su relación de amor con nosotros. Eso es exactamente lo que
experimentamos cada vez que acudimos al Sacramento de la Confesión: “Dios, Padre de las
Misericordias… te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz” (Formula de
absolución del Sacramento de la Penitencia).
Dios perdona. Siempre. “Dios nunca se cansa de perdonar. Nunca. El problema es que nosotros
nos cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón. ( Papa Francisco, Francis, Angelus,
17 de marzo, 2013). Ese perdón incondicional nos lo regala el Señor después de haber
reconocido nuestros pecados, nos hemos arrepentido y celebramos el Sacramento de la
Reconciliación. Pero aún así, falta aún algo más.
Volviendo a la pequeña historia que compartí antes: cuando mi amigo perdonó al niño que
le lanzó barro, la comunión entre ellos fue restaurada. Pero las consecuencias de lo que
sucedió todavía estaban ahí: su camisa todavía estaba sucia. Algo más tenía que suceder: la
camisa debía ser cuidadosamente lavada. En el momento del perdón, la comunión revivió,
pero alguien tuvo que lidiar con las consecuencias de esa lucha de barro.
Eso es lo que las indulgencias nos traen: la remisión de la “pena temporal” del pecado.
Todo esto es parte de nuestra fe en la vida eterna y en los diferentes estados en ella: Cielo,
Infierno y Purgatorio. La “pena eterna” es precisamente el infierno. La “pena temporal” nos
conduce al Purgatorio, que no es un estado definitivo: las almas que van al Purgatorio serán
liberadas y llevadas al Cielo en algún momento. Nuestra intercesión por las almas del
Purgatorio es esencial para esa liberación, y pore so es que podemos aplicar indulgencias
por ellas, como veremos un poco más adelante.
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2. Indulgencia parcial e indugencia plenaria (total).
“La indulgencia es parcial o plenaria, según libre en parte o en todo de la pena temporar
debida por los pecados” (Penitenciaria Apostólica, Manual de Indulgencias, Norma 2).
Podríamos decir: una indulgencia plenaria es como quitar todo el barro de la camisa, una
indulgencia parcial es quitar una parte.
San Juan Pablo II explicó una vez que las indulgencias son “la expresión de de la plena
confianza que la Iglesia tiene de ser escuchada por el Padre cuando, -en consideración de
los méritos de Cristo y, por su don, también de los de la Virgen y los santos le pide que
mitigue o anule el aspecto doloroso de la pena, desarrollando su sentido medicinal a través
de otros itinerarios de gracia” (Audicencia General, 29 de setiembre, 1999. El énfasis es
nuestro).
3. Indulgencias: por los vivos y los difuntos
“La Iglesia vive la comunión de los Santos… Su santidad viene en ayuda de nuestra
fragilidad, y así la Madre Iglesia es capaz con su oración y su vida de ir al encuentro de la
debilidad de unos con la santidad de otros” (Papa Francisco, Misericordiae Vultus, n. 22).
Las indulgencias son parte de esas gracias que se intercambian en la comunión de los
santaos. Durante nuestra vida en la tierra, nosotros, la Iglesia Peregriga (también llamada
la Iglesia militante) vive en comunión con aquellos que ya están en el Cielo (la Iglesia
Triunfante), así como con aquellos que están en el Purgatorio (la Iglesia purgante), y
“uestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su
intercesión en nuestro favor” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 958).
Por esto mismo es que creemos que podemos aplicar indulgencias en favor de aquellas
almas en el Purgatorio. No es esto algo hermosísimo? En la comunión de los santos,
nosotros, mientras estamos en este mundo, podemos influeciar lo que sucede en la
eternidad! Podemos ayudar a las almas del Purgatorio para que vayan al Cielo!
4. Cómo ganar indulgencias durante el Jubileo?
El poder para otorgar indulgencias pertenece al Romano Pontífice y a aquellos a quienes él
les haya dado, explícitamente, la autoridad para concederlas. (ver Penitenciaría Apostólica,
Manual de Indulgencias, Norma 5).
En una carta del 1º de Setiembre del 2015, su Santidad el Papa Francisco detalló las
condiciones que se requieren para ganar indulgencias durante el Jubileo de la Misericordia.
Esta carta está disponible en internet:
https://w2.vatican.va/content/francesco/en/letters/2015/documents/papafrancesco_20150901_lettera-indulgenza-giubileo-misericordia.html ). Las condiciones que
el Papa menciona son:
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Para los Católicos que gozan de buena salud:
TODAS las siguientes condiciones deben ser cumplidas:
-
Hacer una peregrinación y cruzar por la Puerta Santa. En la Diócesis de Oakland, el
Obispo Barber designó una de las puertas de la Santa Iglesia Catedral de Cristo la
Luz como la única Puerta Santa en la Diócesis. Cada diócesis tendrá al menos una
puerta santa disponible.
“La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es
-
imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida
es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que
recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para
llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno
deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una
peregrinación. Esto será un signo del hecho que también la
misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y
sacrificio. La peregrinación, entonces, sea estímulo para la
conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por
la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser
misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros”
(Pope Francis, Misericordiae Vultus, n. 14).
Confesarse
Recibir la Santa Comunión “y reflexionar sobre la misericordia”
Hacer una profesión de fe (Credo)
Orar por el Santo Padre y por sus intenciones (por ejemplo, un Padrenuestro, tres
Ave Maria y un Gloria).
Estas condiciones “pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra
prescrita (peregrinación): pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones
del Santo Padre se realicen el mismo día en que cumple la obra. (Penitenciaria Apostólica,
Manual de Indulgencias, norma 20).
Para los ancianos, los confinados y los enfermos:
El Papa ha explicado que estas personas pueden obtener las indulgencias “viviendo con fe
y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la
santa misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de
comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar” (Carta del 1º de
Setiembre del 2015).
Para los que están en prisión:
La gracia de la indulgencia también está disponible para aquellos hermanos y hermanas en
prisión, en las capillas de las cárceles. Más aún “cada vez que atraviesen la puerta de su
celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el
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paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones,
es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”, ha dicho el Papa.
Por los difuntos
Como ya mencionamos, también las almas de los difuntos pueden verse beneficiadas por
las indulgencias, pues podemos ganarlas en su favor.
El Manual de indulgencias de la Penitenciaria Apostólica (norma 3), dice que las
indulgencias pueden ganarse para uno mismo o como sufragio para alguna persona difunta.
También es importante recordar que las indulgencias plenarias solo se pueden obtener una
vez al día, aunque sí se pueeden ganar varias multiples indulgencias parciales en un mismo
día.
Espero que todos podamos beneficiarnos de las diversas gracias que el Jubileo de la
Misericordia nos trae. Dios les bendiga.
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